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LECCION 1(a)
LECCION 1 (b)
LECCION 2 (a)
* ba pág. 7 nota
Los masoretas (término que significa “los maestros de la tradición”) fueron copistas de las Escrituras Hebreas que vivieron entre los
siglos VI y X E.C. Sus copias manuscritas se denominan textos masoréticos.
* NWT-E pág. 1726 (….)
* W05 15/7 págs. 12,13
Tesoros bíblicos de Crimea
En la introducción de este artículo mencionamos a otro erudito que buscaba tesoros bíblicos. ¿Quién era? Unos años antes de que
Tischendorf regresara a Rusia, se ofreció a la Biblioteca Imperial una colección de textos tan increíble que despertó el interés del zar y
atrajo a estudiosos de toda Europa. Era difícil creer lo que tenían ante sus ojos: una enorme colección de manuscritos y otros
materiales. Constaba de 2.412 piezas, incluidos 975 manuscritos y rollos. Entre estos figuraban 45 manuscritos de Biblias anteriores al
siglo X. Por increíble que parezca, todo lo había recopilado un solo hombre, Abraham Fírkovich, un estudioso caraíta que en aquel
tiempo tenía más de 70 años. Pero ¿quiénes eran los caraítas?
Esta pregunta fue de gran interés para el zar. Rusia había extendido sus fronteras hasta abarcar territorios anteriormente ocupados por
otros países, por lo que el imperio contaba con nuevos grupos étnicos. La pintoresca región de Crimea, a orillas del mar Negro, estaba
habitada por un pueblo que parecía judío, pero que tenía costumbres turcas y hablaba un idioma emparentado con el tártaro. Estos
caraítas decían ser descendientes de los judíos exiliados a Babilonia tras la destrucción de Jerusalén en 607 antes de nuestra era. Sin
embargo, a diferencia de los judíos rabínicos, rechazaban el Talmud y recalcaban la lectura de las Escrituras. Los caraítas de Crimea
estaban deseosos de probar ante el zar que eran diferentes de los judíos rabínicos, lo que les daría un estatus distinto. Con la
presentación de manuscritos antiguos que eran propiedad de los caraítas, esperaban demostrar que descendían de los judíos que
habían emigrado a Crimea tras el destierro en Babilonia.
Cuando Fírkovich emprendió su búsqueda de documentos y manuscritos antiguos, empezó con las viviendas en los acantilados de
Chufut-Kale, en Crimea. Durante generaciones, estas pequeñas edificaciones construidas con rocas excavadas de los acantilados
habían sido la morada y el lugar de adoración de los caraítas. Este pueblo nunca destruía las copias gastadas de las Escrituras donde
apareciera el nombre divino, Jehová, por considerarlo un sacrilegio. Los manuscritos se guardaban cuidadosamente en un pequeño
almacén llamado guenizá, que en hebreo significa “escondite”. En vista del profundo respeto que los caraítas le tenían al nombre divino,
tales pergaminos rara vez se tocaban.
Sin desanimarse por el polvo acumulado durante siglos, Fírkovich examinó con cuidado las guenizás. En una encontró un manuscrito
del año 916 de nuestra era. Este famoso manuscrito, llamado Códice de Petersburgo de los Últimos Profetas, es una de las copias más
antiguas que existen de las Escrituras Hebreas.
Fírkovich acumuló una gran cantidad de manuscritos, y en 1859 decidió ofrecer su inmensa colección a la Biblioteca Imperial. En 1862,
Alejandro II ayudó a comprar la colección para la biblioteca por la entonces enorme suma de 125.000 rublos. En aquel tiempo, el
presupuesto de toda la biblioteca no ascendía a más de 10.000 rublos al año. La compra incluyó el famoso Códice de Leningrado
(B 19A), que data del año 1008 y es la copia completa más antigua del mundo de las Escrituras Hebreas. Un estudioso comentó que es
“probablemente el manuscrito de la Biblia más importante, pues estableció el texto de la mayoría de las ediciones críticas modernas de
la Biblia hebrea” (véase el recuadro). Aquel mismo año, 1862, se editó el Códice Sinaítico de Tischendorf, elogiado mundialmente.
Iluminación espiritual hoy día
La biblioteca, que se conoce hoy como la Biblioteca Nacional de Rusia, alberga una de las colecciones más grandes de manuscritos
antiguos de todo el planeta. Reflejando la historia de Rusia, el nombre de la biblioteca se ha cambiado siete veces en el transcurso de
dos siglos. Un nombre bien conocido es el de Biblioteca Estatal Pública Saltikov-Shedrin. Aunque la biblioteca no salió indemne del
caos del siglo XX, los manuscritos sobrevivieron a ambas guerras mundiales y al sitio de Leningrado. ¿Cómo nos benefician dichos
manuscritos?
Los manuscritos antiguos han sido la base confiable para muchas traducciones modernas de la Biblia. Permiten que las personas
sinceras que buscan la verdad puedan disponer de una versión clara de las Santas Escrituras. Los códices Sinaítico y de Leningrado
han contribuido considerablemente a la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras, editada por los testigos de Jehová y
presentada al público de forma completa en inglés en 1961. Por ejemplo, la Biblia Hebraica Stuttgartensia y la Biblia Hebraica de Kittel,
utilizadas por el Comité de la Traducción del Nuevo Mundo, se basan en el Códice de Leningrado y utilizan el Tetragrámaton, o nombre
divino, 6.828 veces en el texto original.
Relativamente pocos lectores de la Biblia son conscientes de la deuda que tienen con la apacible biblioteca de San Petersburgo y sus
manuscritos, algunos de los cuales llevan el anterior nombre de la ciudad, Leningrado. No obstante, nuestra mayor deuda es con el
Autor de la Biblia, Jehová, la fuente de luz espiritual. Por eso, el salmista le suplicó: “Envía tu luz y tu verdad. Que estas mismas me
guíen” (Salmo 43:3).
* NWT-E págs. 1726,1727 (….)
* W01 15/02 pág. 6
¿Por qué deben interesarnos los Rollos del mar Muerto?
Antes del descubrimiento de los Rollos del mar Muerto, los manuscritos más antiguos de las Escrituras Hebreas databan de los siglos IX
y X E.C. Dado que el texto de las Escrituras Hebreas se había terminado más de mil años antes, ¿se podía confiar en que esos
manuscritos transmitieran fielmente la Palabra de Dios? El profesor Julio Trebolle Barrera, del equipo internacional de editores de los
Rollos del mar Muerto, declaró: “El Rollo de Isaías [de Qumrán] ofrecía la prueba irrefutable de que la transmisión del texto bíblico a lo
largo de más de mil años a manos de los copistas judíos había sido sumamente fiel y cuidada”.
EL ROLLO al que se refiere el profesor Barrera contiene el libro completo de Isaías. Hasta la fecha, entre los más de doscientos
manuscritos bíblicos hallados en Qumrán se han identificado porciones de todos los libros de las Escrituras Hebreas a excepción de
Ester. Pero salvo el rollo de Isaías, la mayoría son solo fragmentos que contienen menos de una décima parte de cada libro. Los
escritos bíblicos más populares en Qumrán eran los Salmos (36 copias), Deuteronomio (29 copias) e Isaías (21 copias), que son
también los citados con mayor frecuencia en las Escrituras Griegas Cristianas.
Aunque los rollos demuestran que la Biblia no ha sufrido alteraciones sustanciales, también revelan que, hasta cierto grado, los judíos
de la época del segundo templo empleaban distintas versiones de los textos hebreos de la Biblia, cada una con sus propias variaciones.
No todos los rollos son idénticos al texto masorético en redacción y ortografía, algunos se aproximan más a la Septuaginta griega.
Anteriormente, los eruditos pensaban que las diferencias de la Septuaginta tal vez se debían a errores o hasta invenciones deliberadas
del traductor. Ahora, los rollos revelan que muchas de esas discrepancias en realidad fueron provocadas por modificaciones en el texto
hebreo, lo cual quizá explique algunos casos en los que los cristianos primitivos citaron textos de las Escrituras Hebreas sin usar las
mismas palabras del texto masorético (Éxodo 1:5; Hechos 7:14).
Por tanto, este tesoro escondido de rollos y fragmentos bíblicos suministra una excelente base para estudiar la transmisión del texto
hebreo de la Biblia. Los Rollos del mar Muerto han confirmado el valor para la comparación textual tanto de la Septuaginta como del
Pentateuco samaritano. Proporcionan una fuente adicional para que los traductores de la Biblia estudien posibles enmiendas del texto
masorético. En muchos casos, confirman la decisión adoptada por el Comité de Traducción del Nuevo Mundo de volver a poner el
nombre Jehová en los lugares donde había sido suprimido del texto masorético.
* g 11/07 pág. 13
Traducción
El segundo factor decisivo para que la Biblia llegara a ser el libro más conocido de todos es su existencia en innumerables idiomas. Esto
concuerda con el propósito de Dios de que todas las naciones y lenguas lo conozcan y lo adoren “con espíritu y con verdad” (Juan
4:23, 24; Miqueas 4:2).
La primera traducción conocida de la Biblia hebrea fue la versión griega de los Setenta, o Septuaginta. Realizada por judíos de lengua
griega que vivían fuera de Palestina, quedó terminada unos dos siglos antes del ministerio terrenal de Jesús. La Biblia entera, en
especial las Escrituras Griegas Cristianas, se vertió a muchos idiomas pocos siglos después de completada. Pero luego surgieron reyes
y hasta sacerdotes que en lugar de hacer todo lo que estuviera en su poder para ponerla al alcance de la gente —como era su deber—,
hicieron justo lo contrario: procuraron mantener a sus rebaños sumidos en la oscuridad espiritual impidiendo la traducción de la Palabra
de Dios a las lenguas vulgares.
Desafiando a la Iglesia y el Estado, hombres valientes arriesgaron su vida para traducir la Biblia en la lengua del pueblo. Por ejemplo,
William Tyndale, un inglés formado en Oxford, produjo en 1530 una edición del Pentateuco (los cinco primeros libros de las Escrituras
Hebreas). Pese a la enconada oposición de sus adversarios, fue el primero en verter la Biblia del hebreo directamente al inglés y el
primer traductor inglés en usar el nombre de Jehová. Digno de mención es también el erudito español Casiodoro de Reina, quien vivió
constantemente amenazado de muerte por sus perseguidores católicos mientras preparaba una de las primeras Biblias en castellano.
Para llevar a cabo su obra, tuvo que viajar a Inglaterra, Francia, Holanda y Suiza.
La Biblia sigue traduciéndose a cada vez más idiomas, y aún se imprimen millones de ejemplares. El hecho de que haya sobrevivido
hasta convertirse en el libro de mayor circulación en el mundo demuestra lo ciertas que son estas palabras inspiradas del apóstol Pedro:
“La hierba se marchita, y la flor se cae, pero el dicho de Jehová dura para siempre” (1 Pedro 1:24, 25).
LECCION 2 (b)
* Rbi8- pág. 8
* Rbi8-págs. 1489-1151
* NWR-E págs. 1744-1747
* Sgd págs. 14-17 (FOLLETO GUIA PARA EL ESTUDIO DE LA PALABRA DE DIOS)
* NWT-E págs. 1748-1763
* Sgd págs. 18-33 (FOLLETO GUIA PARA EL ESTUDIO DE LA PALABRA DE DIOS)
* NWT-e pág. 1749
* Sgd pág. 19 (FOLLETO GUIA PARA EL ESTUDIO DE LA PALABRA DE DIOS)
* FOLLETO GUIA PARA EL ESTUDIO DE LA PALABRA DE DIOS Sección 4
* FOLLETO GUIA PARA EL ESTUDIO DE LA PALABRA DE DIOS contraportada
* NWT-E págs. 1765
* Sgd contraportada
* NWT-E págs. 1766, 1767
* Sgd págs. 34,35
* FOLLETO GUIA PARA EL ESTUDIO DE LA PALABRA DE DIOS
LECCION 3 (a)
* Jv pág. 172-175
Capítulo 13
Se nos conoce por nuestra conducta
VIVIMOS en una era en la que grandes sectores de la humanidad han descartado las normas morales que habían sido respetadas por
mucho tiempo. La mayoría de las religiones de la cristiandad han hecho lo mismo, ya sea en nombre de la tolerancia o arguyendo que
los tiempos han cambiado y que ya no tienen vigencia los tabúes de generaciones pasadas. En cuanto al resultado de esto, Samuel
Miller, un deán del Colegio Teológico de la Universidad de Harvard, dijo: ‘Lo que pasa es que la Iglesia ya no lleva la delantera. Ha
aceptado y absorbido la cultura de nuestro tiempo’. El efecto de esto en la vida de los que buscaban guía en esas iglesias ha sido
devastador.
En cambio, con referencia a los testigos de Jehová L’Eglise de Montréal (La Iglesia de Montreal), boletín semanal de la archidiócesis de
Montreal (Canadá), dijo: “Tienen extraordinarios valores morales”. Muchos maestros, patronos y funcionarios gubernamentales
concuerdan en esto. ¿Qué da cuenta de esta reputación?
Ser testigo de Jehová implica mucho más que sencillamente adoptar cierto conjunto de creencias doctrinales y testificar a otros acerca
de ellas. El cristianismo primitivo era conocido como el “Camino”, y los testigos de Jehová reconocen que hoy la religión verdadera debe
ser un modo de vivir. (Hech. 9:2.) Sin embargo, como sucedió con respecto a otras cuestiones, a los Testigos modernos les tomó algún
tiempo llegar a tener una comprensión equilibrada de lo que esto implica.
“Carácter o pacto, ¿cuál?”
Aunque comenzaron con consejo bíblico bien fundado sobre la necesidad de imitar a Cristo, el énfasis que pusieron algunos de los
primeros Estudiantes de la Biblia en lo que llamaban “desarrollo del carácter” tendió a minimizar ciertos aspectos del cristianismo
verdadero. Parece que algunos opinaban que el ser de disposición gentil —presentar siempre la apariencia de ser amables y buenos,
hablar con dulzura, evitar todo despliegue de ira, leer las Escrituras diariamente— les garantizaría la entrada al cielo. Pero perdían de
vista el hecho de que Cristo había comisionado a sus discípulos para efectuar una obra.
Este problema se trató con seriedad en el artículo “Carácter o pacto, ¿cuál?” de la revista The Watch Tower del 1 de mayo de 1926. El
artículo mostraba que el intento de los Estudiantes de la Biblia por alcanzar un “carácter perfecto” mientras estaban en la carne hacía
que algunos se desanimaran y se dieran por vencidos, pero a la misma vez llevaba a otros a una actitud santurrona que resultaba en
que perdieran de vista el mérito del sacrificio de Cristo. Después de recalcar la importancia de tener fe en la sangre derramada de
Cristo, el artículo destacó que era fundamental ‘hacer cosas’ en el servicio divino como prueba de que se seguía un camino que
agradaba a Dios. (2 Ped. 1:5-10.) En aquel tiempo, cuando gran parte de la cristiandad aún pretendía apegarse a las normas morales
de la Biblia, lo que intensificó el contraste entre los testigos de Jehová y la cristiandad fue el énfasis que estos dieron a la importancia de
actuar. El contraste se notó aún más a medida que todo el que decía ser cristiano tuvo que enfrentarse con cuestiones de moralidad
que iban haciéndose comunes.
‘Absténganse de la fornicación’
La norma cristiana relacionada con la moralidad sexual se expuso con claridad hace mucho tiempo en la Biblia. “Esto es la voluntad de
Dios: la santificación de ustedes, que se abstengan de la fornicación [...]. Porque Dios nos llamó, no con permiso para inmundicia, sino
con relación a santificación. Así, pues, el hombre que muestra desatención, no está desatendiendo a hombre, sino a Dios.” (1 Tes. 4:3-
8.) “Que el matrimonio sea honorable entre todos, y el lecho conyugal sea sin contaminación, porque Dios juzgará a los fornicadores y a
los adúlteros.” (Heb. 13:4.) “¿No saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se extravíen. Ni fornicadores, [...] ni
adúlteros, ni hombres que se tienen para propósitos contranaturales, ni hombres que se acuestan con hombres, [...] heredarán el reino
de Dios.” (1 Cor. 6:9, 10.)
Ya para noviembre de 1879 la Watch Tower había señalado esta norma a los cristianos verdaderos. Sin embargo, no se trató con
frecuencia ni extensamente como si fuera un problema grave entre los primeros Estudiantes de la Biblia. No obstante, a medida que la
actitud del mundo se hacía más permisiva, hubo que dar más atención a este requisito, especialmente para el tiempo de la II Guerra
Mundial. Esto se hizo necesario debido a que algunos testigos de Jehová estaban empezando a creer que, con tal de ocuparse en dar
testimonio, cualquier tipo de laxitud en cuestiones relacionadas con la moralidad sexual era solo asunto personal. Es cierto que en
agosto de 1935 La Torre del Vigía había dicho con claridad que el participar en el ministerio del campo no autorizaba la conducta
inmoral. Pero no todos tomaron a pecho lo que se dijo. De modo que en el número de septiembre de 1941 La Atalaya analizó de nuevo
el asunto con bastante detenimiento en el artículo “El día de Noé”. Este señaló que el libertinaje sexual de los días de Noé fue una de
las razones que llevaron a Dios a destruir al mundo de entonces, y mostró que lo que Dios hizo en aquella ocasión fijó un patrón para lo
que haría en nuestro tiempo. Con franqueza advirtió que un siervo íntegro de Dios no podía dedicar parte de su día a hacer la voluntad
del Señor y luego, el resto del tiempo, entregarse a “las obras de la carne”. (Gál. 5:17-21.) A este siguió, en La Atalaya de octubre
de 1942, otro artículo que condenaba la conducta que no armonizara con las normas morales que la Biblia da a personas solteras y
casadas. Nadie debería pensar que su participación en la predicación pública del mensaje del Reino como testigo de Jehová le daba
permiso para llevar un estilo de vida relajado. (1 Cor. 9:27.) Con el tiempo se tomarían medidas aún más estrictas para proteger la
limpieza moral de la organización.
Algunos de los que entonces expresaban el deseo de ser testigos de Jehová se habían criado en lugares donde se permitía el
matrimonio de prueba, se toleraban las relaciones sexuales entre personas comprometidas, o se veía como algo normal una relación
consensual entre gente que no estaba casada legalmente. Algunos matrimonios procuraban abstenerse de las relaciones íntimas. Otras
personas, aunque no se habían divorciado, habían dado un paso imprudente al separarse de sus cónyuges. Con el fin de proveer la
dirección necesaria, durante los años cincuenta La Atalaya trató todas estas situaciones, analizó las responsabilidades maritales,
enfatizó la prohibición bíblica de la fornicación y, para evitar malentendidos, explicó en qué consistía. (Hech. 15:19, 20; 1 Cor. 6:18.)
Este asunto recibió atención especial en lugares donde los que empezaban a asociarse con la organización de Jehová no tomaban en
serio las normas morales de la Biblia. Así, cuando N. H. Knorr, tercer presidente de la Sociedad Watch Tower, visitó Costa Rica
en 1945, dijo en un discurso sobre la moralidad cristiana: “Voy a darles un consejo a todos los que están aquí esta noche y viven con
una mujer sin haber legalizado su matrimonio. Vayan a la Iglesia Católica e inscríbanse en ella, porque allí pueden seguir con esa
práctica. Pero esta es la organización de Dios, y aquí eso no se permite”.
A partir de los años sesenta, cuando los homosexuales comenzaron a manifestar abiertamente sus prácticas, muchas iglesias
decidieron aceptarlos en su seno después de debatir el asunto. En la actualidad, ciertas iglesias ordenan incluso clérigos que son
homosexuales. Las publicaciones de los testigos de Jehová también trataron estas cuestiones con el fin de ayudar a la gente sincera
que tenía preguntas al respecto. Pero los Testigos nunca tuvieron dudas en cuanto a cómo ver la homosexualidad. ¿Por qué no?
Porque para ellos los requisitos bíblicos no son simples opiniones de hombres de otra época. (1 Tes. 2:13.) Con gusto dan lecciones
bíblicas a homosexuales para que aprendan los requisitos de Jehová; y esas personas pueden asistir a las reuniones de los Testigos
para escuchar; sin embargo, nadie que siga practicando la homosexualidad puede ser testigo de Jehová. (1 Cor. 6:9-11; Judas 7.)
En los últimos años se ha hecho común en el mundo el que jóvenes no casados se entreguen a la satisfacción de sus deseos sexuales.
El mundo ejerció presión sobre los jóvenes de familias de los testigos de Jehová para inducirles a seguir ese proceder, y algunos de
ellos comenzaron a adoptarlo. ¿Qué hizo la organización al respecto? En La Atalaya y ¡Despertad! se publicaron artículos para ayudar a
los padres y a sus hijos a tener el punto de vista bíblico. En las asambleas se presentaron dramas de la vida real con el fin de ayudar a
todos a darse cuenta de lo que sucede cuando se rechazan las normas morales de la Biblia y de los beneficios que resultan al obedecer
los mandamientos de Dios. Uno de los primeros dramas, presentado en 1969, fue “Espinas y trampas hay en el camino del
independiente”. Se prepararon libros especiales que ayudaban a la juventud a apreciar la sabiduría del consejo bíblico. Entre estos
estuvieron Tu juventud... aprovechándola de la mejor manera (publicado en 1976) y Lo que los jóvenes preguntan.—Respuestas
prácticas (publicado en 1989). Los ancianos locales dieron consejo espiritual a individuos y familias. También se protegió a las
congregaciones de los testigos de Jehová expulsando de ellas a los pecadores que no se arrepentían.
El derrumbe moral del mundo no ha hecho que los testigos de Jehová adopten una actitud permisiva. Antes bien, el Cuerpo Gobernante
de los Testigos de Jehová ha recalcado aún más lo imprescindible de evitar no solo los actos sexuales ilícitos, sino también las
influencias y situaciones que socavan los valores morales. Durante las tres últimas décadas ha provisto instrucción para fortalecer
contra “faltas secretas” como la masturbación, y ha advertido del peligro de la pornografía, las telenovelas y la música que degrada. Así,
aunque en el mundo la moralidad ha ido en decadencia, entre los testigos de Jehová ha subido.
* Km 10/13 pág. 2
El sitio jw.org: útil para educar a los hijos
1
Nuestro sitio de Internet, jw.org, está dirigido a personas de todas las edades. Por ejemplo, la sección “Niños” (vaya a Enseñanzas
bíblicas > Niños) contribuye a que hijos y padres se mantengan unidos y estrechen su relación con Jehová (Deut. 6:6, 7). ¿Cómo puede
usted valerse de esta sección para educar a sus hijos?
2
Sea flexible. Cada niño es diferente (1 Cor. 13:11). Entonces, ¿cómo se puede determinar lo que conviene estudiar con cada uno?
Pues bien, se deben tener en cuenta su edad y sus gustos. Además, hay que pensar en lo que es capaz de entender y en el tiempo que
puede permanecer atento. La serie de jw.org “Mis primeras lecciones de la Biblia” es ideal para niños de tres años o menos. Y las
historias bíblicas de la sección “De padres a hijos” son amenas y entretenidas. Veamos a continuación otros recursos que tiene a su
disposición.
3
Ideas para la adoración en familia. Esta sección contiene sugerencias prácticas para los cabezas de familia. Haga clic en el botón
“Descargar” y consulte la “Guía para los padres” a fin de saber cómo aprovechar mejor las historias y actividades. Con los niños
pequeños se recomienda usar las actividades ilustradas, como las páginas para colorear. Y a los niños más grandes se les puede
ayudar a realizar los proyectos de investigación. Todas las actividades que se hallan en la hoja “Guía para los padres” están
relacionadas con la misma historia o lección bíblica. De este modo, todos en la familia tienen la oportunidad de participar.
4
Hazte amigo de Jehová. Los videos, canciones y actividades de esta sección de jw.org ayudan a los padres a inculcar la Palabra de
Dios en sus pequeñines (Deut. 31:12). Los videos de dibujos animados les enseñan a los niños valiosas lecciones, y los juegos de la
página de actividades se las recalcan. Como a la mayoría de ellos les gusta cantar —y las canciones son herramientas muy útiles para
recordar lo aprendido—, cada cierto tiempo se publican en esta sección cánticos del Reino y canciones infantiles.
5
Padres, Jehová desea que tengan éxito y logren enseñar la verdad a sus hijos. Por eso, no duden en pedirle su guía y dirección (Juec.
13:8). Así podrán ayudar a sus hijos a hacerse “sabio[s] para la salvación mediante la fe relacionada con Cristo Jesús” (2 Tim. 3:15;
Prov. 4:1-4).
* be pág. 38 párr. 2
Una vez cosechado el trigo, hay que quitarle la cáscara al grano. Lo mismo sucede con el fruto de nuestra investigación. Antes de
utilizarlo, debe separarse lo que es valioso de lo que resulta superfluo.
LECCION 4 (a)
* it-2 1044,1045
SOBERANÍA
Dominio; dignidad del gobernante, rey, emperador u otra persona que ejerce o posee la autoridad suprema del poder público;
fundamento del poder de una persona o grupo en los que se halla depositada la máxima autoridad de un Estado.
En las Escrituras Hebreas aparece con frecuencia la palabra ʼAdho·nái, y 285 veces la expresión ʼAdho·nái Yehwíh. ʼAdho·nái es una
forma plural de ʼa·dhóhn: “señor; amo”. Otra forma plural, ʼadho·ním, puede aplicarse a hombres simplemente como pluralidad:
“señores” o “amos”. Pero el término ʼAdho·nái sin sufijo siempre se utiliza en las Escrituras con referencia a Dios, indicando el plural
excelencia o majestad. Los traductores lo suelen traducir por “Señor”. Cuando acompaña al nombre de Dios (ʼAdho·nái Yehwíh), como,
por ejemplo, en el Salmo 73:28, la expresión se traduce “DIOS el Señor” (BAS), “Señor Dios” (DK, PIB), “Jehová el Señor” (Mod, Val),
“Señor Jehovah” (Val, 1989), “ʼǍdonay Yahveh” (CI), “Señor Yavé” (NC), “Yahweh Dios” (BR), “Señor Soberano Jehová” (NM). Aunque
la Versión Valera de 1960 utiliza la palabra “soberano” en Job 31:28 y Ezequiel 38:2 y 39:1, no lo hace como traducción de ʼAdho·nái.
La palabra griega de·spó·tēs designa a la persona que posee la autoridad suprema o tiene la posesión absoluta y el poder sin control
alguno. (Véase el Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento, de W. E. Vine, vol. 1, 1984, pág. 93; vol. 4, 1987, págs.
44, 73.) Se traduce “señor”, “amo” y “dueño”. Cuando se utiliza para dirigirse directamente a Dios, se traduce “Señor” (NC, CI y otras),
“Soberano” (Besson), “Soberano Señor” (ENP, VHA) y “Señor Soberano” (NM) en Lucas 2:29, Hechos 4:24 y Revelación 6:10. Otras
versiones la traducen en este último texto “Soberano” (Mod, NBE, SA, Sd, VP), “Soberano Señor” (HAR; NVI; Val, 1989), “Dominador”
(RH), “Dueño” (BJ, JT, NTI) y “(el) Amo” (AFEBE, CEBIHA, CJ).
Por tanto, aunque los textos hebreos y griegos no tienen una palabra específica para “soberano”, las palabras ʼAdho·nái y de·spó·tēs
comunican esta idea cuando las Escrituras hacen referencia a Jehová Dios, indicando la excelencia de su señorío.
La soberanía de Jehová. Jehová Dios es el Soberano del universo (“Señor del universo”; Lu 2:29, Sd) debido a que es el Creador y a
su Divinidad y supremacía como el Omnipotente. (Gé 17:1; Éx 6:3; Rev 16:14.) Es el Dueño de todas las cosas y la Fuente de toda
autoridad y poder, el Gobernante Supremo de todos los gobiernos (Sl 24:1; Isa 40:21-23; Rev 4:11; 11:15); de Él dijo el salmista:
“Jehová mismo ha establecido firmemente su trono en los cielos mismos; y sobre toda cosa su propia gobernación real ha tenido la
dominación”. (Sl 103:19; 145:13.) Los discípulos de Jesús oraron dirigiéndose a Dios: “Señor Soberano, tú eres Aquel que hizo el cielo y
la tierra”. (Hch 4:24, NM; véanse también CEBIHA; HAR; NTI; NVI; Val.) Para la nación de Israel, Dios mismo constituía los tres poderes
del gobierno: el judicial, el legislativo y el ejecutivo. El profeta Isaías dijo: “Jehová es nuestro Juez, Jehová es nuestro Dador de
Estatutos, Jehová es nuestro Rey; él mismo nos salvará”. (Isa 33:22.) Moisés da una notable descripción de Dios como Soberano en
Deuteronomio 10:17.
Por ser Jehová el Soberano, tiene el derecho y la autoridad de delegar responsabilidades gubernativas. Hizo a David rey de Israel, y
aunque las Escrituras hablan del ‘reino de David’, este rey reconoció a Jehová como el Gran Gobernante Soberano al decir: “Tuya, oh
Jehová, es la grandeza y el poderío y la hermosura y la excelencia y la dignidad; porque todo lo que hay en los cielos y en la tierra es
tuyo. Tuyo es el reino, oh Jehová, Aquel que también te alzas como cabeza sobre todo”. (1Cr 29:11.)
Gobernantes terrestres. Los gobernantes de las naciones ejercen su limitada gobernación por tolerancia o permiso del Señor
Soberano Jehová. Los gobiernos políticos no reciben su autoridad de Dios, es decir, no desempeñan su cargo debido a que Dios les
haya concedido autoridad o poder, como se muestra en Revelación 13:1, 2, donde se dice que la bestia salvaje de siete cabezas y diez
cuernos consigue “su poder y su trono y gran autoridad” del dragón, Satanás el Diablo. (Rev 12:9; véase BESTIAS SIMBÓLICAS.)
De modo que aunque Dios ha permitido que se sucedan los gobiernos humanos, uno de sus reyes poderosos tuvo que reconocer por
experiencia propia: “Su gobernación es una gobernación hasta tiempo indefinido, y su reino es para generación tras generación. Y a
todos los habitantes de la tierra se está considerando como meramente nada, y él está haciendo conforme a su propia voluntad entre el
ejército de los cielos y los habitantes de la tierra. Y no existe nadie que pueda detener su mano o que pueda decirle: ‘¿Qué estás
haciendo?’”. (Da 4:34, 35.)
Por ello, mientras Dios permita la existencia de los gobiernos humanos, aplicará la admonición del apóstol Pablo a los cristianos: “Toda
alma esté en sujeción a las autoridades superiores, porque no hay autoridad a no ser por Dios; las autoridades que existen están
colocadas por Dios en sus posiciones relativas”. Luego el apóstol explica que cuando estos gobiernos actúan para castigar al que hace
el mal, la ‘autoridad superior’ o gobernante (aunque no sea un fiel adorador de Dios) actúa indirectamente como ministro de Dios en
esta misión particular, al expresar ira sobre los malhechores. (Ro 13:1-6.)
En cuanto a que estas autoridades están “colocadas por Dios en sus posiciones relativas”, las Escrituras indican que esto no significa
que Dios haya constituido estos gobiernos ni que los apoye. Más bien, los ha utilizado para realizar su buen propósito en relación con su
voluntad para sus siervos terrestres. Moisés dijo: “Cuando el Altísimo dio a las naciones una herencia, cuando separó a los hijos de
Adán unos de otros, procedió a fijar el límite de los pueblos con consideración para el número de los hijos de Israel”. (Dt 32:8.)
El hijo de Dios como Rey. Después de que se destronó al último rey que se sentó en el “trono de Jehová” en Jerusalén (1Cr 29:23), el
profeta Daniel recibió una visión en la que contempló el nombramiento futuro del propio Hijo de Dios para ser Rey. La posición de
Jehová sobresale claramente cuando Él, el Anciano de Días, concede la gobernación a su Hijo. El relato dice: “Seguí contemplando en
las visiones de la noche, y, ¡pues vea!, con las nubes de los cielos sucedía que venía alguien como un hijo del hombre; y al Anciano de
Días obtuvo acceso, y lo presentaron cerca, aun delante, de Aquel. Y a él fueron dados gobernación y dignidad y reino, para que los
pueblos, grupos nacionales y lenguajes todos le sirvieran aun a él. Su gobernación es una gobernación de duración indefinida que
no pasará, y su reino uno que no será reducido a ruinas”. (Da 7:13, 14.) Cuando se compara este texto con Mateo 26:63, 64, no queda
ninguna duda de que el “hijo del hombre” mencionado en la visión de Daniel es Jesucristo. Él obtiene acceso a la presencia de Jehová y
recibe autoridad para gobernar. (Compárese con Sl 2:8, 9; Mt 28:18.)
Se desafía la soberanía de Jehová. La iniquidad ha existido durante la práctica totalidad de la existencia de la raza humana en la
Tierra. La humanidad ha ido muriendo, y los pecados y las transgresiones contra Dios se han multiplicado. (Ro 5:12, 15, 16.) Como la
Biblia indica que Dios dio al hombre un comienzo perfecto, han surgido las siguientes preguntas: ¿cómo empezaron el pecado, la
imperfección y la iniquidad?, y ¿por qué ha permitido el Dios Todopoderoso que estas cosas continúen por siglos? Las respuestas
tienen que ver con un desafío a la soberanía de Dios que planteó una cuestión suprema relacionada con la humanidad
LECCION 4 (b)
* Km 9/00 pág. 4
Utilice los sucesos de actualidad para despertar el interés
1
¿Le gustaría tener un caudal inagotable de buenas ideas que aportaran variedad a su ministerio y despertaran el interés de las
personas en el mensaje de la Biblia? Pues entonces, inicie conversaciones utilizando las noticias mundiales y de su comunidad. Podría
referirse a las cuestiones de actualidad locales o nacionales y a las noticias internacionales, las cuales están en constante cambio
(1 Cor. 7:31). Fíjese en los siguientes ejemplos.
2
Los problemas económicos y el costo de la vida son motivo de verdadera preocupación para la gente. Por tanto, podría decir:
▪ “¿Ha oído en las noticias que el precio de [mencione el artículo] va a volver a subir?” O si una gran empresa ha despedido a muchos
trabajadores, pudiera hablar del desempleo. Dependiendo de cómo desee proseguir la conversación, puede decir: “¿Se ha preguntado
alguna vez por qué resulta tan difícil ganarse la vida?”, o: “¿Cree que siempre será tan complicado conseguir lo suficiente para
mantenernos?”.
3
Las noticias de actos violentos, como las tragedias familiares o entre compañeros de escuela, proporcionan otro tema de
conversación. Podría preguntar:
▪ “¿Ha leído en el periódico que [refiérase a una tragedia ocurrida en la comunidad]?” Luego añada: “En su opinión, ¿a qué se debe que
haya tanta violencia en el mundo?”, o: “¿Cree que alguna vez llegará el día en que podamos sentirnos seguros?”.
4
Las noticias de catástrofes causadas por inundaciones, terremotos o agitaciones civiles en diversas partes del mundo
también constituyen un medio de estimular el interés. Por ejemplo, podría preguntar:
▪ “¿Tiene Dios la culpa de [mencione el desastre natural]?” O pudiera aludir al último estallido de agitación civil y preguntar: “Si todo el
mundo desea la paz, ¿por qué es tan difícil conseguirla?”.
5
Esté al tanto de los sucesos de actualidad que pueda emplear en su introducción. Hallará sugerencias útiles en las páginas 9 y 10 del
libro Razonamiento, bajo el apartado “Actualidades”. No obstante, evite tomar partido en cuestiones políticas o sociales. Más bien, dirija
la atención a las Escrituras y al Reino de Dios como la única solución permanente a los problemas de la humanidad.
* Km 5/ pág. 2
A quién podría interesarle este tema?
1
Las revistas La Atalaya y ¡Despertad! se redactan para un público mundial. Por eso, contienen una inmensa variedad de temas.
Al leerlas, sería bueno que tratáramos de determinar a quién podría interesarle cada artículo y nos pusiéramos la meta de
presentárselo.
2
¿Se analiza en La Atalaya un asunto bíblico del que hayamos hablado con algún compañero de trabajo? ¿Hemos visto un artículo
sobre la familia que pudiera serle útil a algún pariente? ¿Sabemos de alguien que planee viajar a un lugar que se haya descrito en un
artículo de ¡Despertad!? ¿Hay alguna revista en particular que pudiéramos ofrecer en ciertos negocios u oficinas del gobierno dentro del
territorio? Por ejemplo, en un asilo podríamos ofrecer una revista que analice ciertos problemas de la edad avanzada. Y si una revista
trata sobre la delincuencia, no sería mala idea presentarla en lugares como los tribunales o las comisarías.
3
Resultados. Después de recibir la ¡Despertad! de octubre de 2011 titulada “Cómo criar hijos responsables”, un matrimonio de
Sudáfrica telefoneó a 25 escuelas del territorio de su congregación. Como resultado, 22 centros aceptaron las revistas y las
distribuyeron entre los estudiantes. A otra pareja de ese país se le ocurrió lo mismo y logró dejar ejemplares en las escuelas de su
territorio. En una de estas, algunos maestros los utilizaron en su programa semanal de orientación y lectura. Esta pareja le contó lo
ocurrido al superintendente de circuito, quien a su vez animó a las congregaciones a hacer lo mismo. Al final, en la sucursal se
recibieron tantas solicitudes de esa revista que tuvo que volverse a imprimir.
4
Nuestras revistas explican el verdadero significado de los acontecimientos mundiales y dirigen la atención de los lectores a la Biblia y
al Reino de Dios. Además, son las únicas revistas que “publica[n] salvación” (Is. 52:7). Por lo tanto, queremos que la mayor cantidad de
personas posible las lea. Y una buena manera de lograrlo es preguntándonos: “¿A quién podría interesarle este tema?”.
* Km 5/11 pág. 3
Cómo se usa el formulario Sírvase visitar (S-43)
Usamos este formulario siempre que encontremos a una persona interesada que no vive en el territorio o que habla otro idioma. Aunque
antes llenábamos un formulario cuando encontrábamos a alguien que hablaba otro idioma sin importar si tenía interés o no, ahora solo
lo usamos si la persona demuestra interés. La única excepción es si la persona es sorda. En este caso, debemos llenar un formulario S-
43 siempre.
¿Qué hacemos con el formulario una vez completado? Entregárselo al secretario de la congregación. Si él sabe a qué congregación
corresponde, sencillamente lo envía a los ancianos de esa congregación para que se atienda el interés. Cuando el secretario
no encuentra cuál es la congregación, lo envía a la sucursal.
Si la persona interesada habla otro idioma pero vive en nuestro territorio, podemos seguir cultivando su interés hasta que la visite un
publicador de la congregación de su idioma (véase Nuestro Ministerio del Reino de noviembre de 2009, página 4).
* be pág. 236-239
Uso eficaz de las preguntas
¿Qué implica?
Utilizar las preguntas para obtener un resultado en particular. Quizá se espere una contestación verbal o, más bien, que los oyentes
respondan mentalmente. La eficacia de las preguntas depende de su contenido y del modo como se formulan.
¿POR QUÉ ES IMPORTANTE?
Ayuda a los oyentes a interesarse en el asunto que se está tratando. Por otra parte, el maestro puede obtener información valiosa sobre
sus estudiantes si les plantea preguntas bien pensadas.
COMO las preguntas exigen una respuesta —sea verbal o mental—, contribuyen a que los oyentes centren la atención en lo que usted
les dice. Puede valerse de ellas para entablar conversaciones y disfrutar de un estimulante intercambio de ideas. Tanto en su función de
orador como de maestro, empléelas para despertar el interés, ayudar a razonar sobre un tema o hacer hincapié en ciertos puntos. Si las
utiliza bien, animará a otras personas a reflexionar en vez de limitarse a escuchar. Póngase un objetivo y formule las preguntas de
forma tal que lo alcance.
Para entablar conversaciones. Cuando participe en el ministerio del campo, procure invitar a las personas a expresarse, si así lo
desean.
Muchos Testigos comienzan diálogos interesantes con solo decir: “¿Se ha preguntado alguna vez...?”. Si el asunto al que se refieren
preocupa a mucha gente, está casi garantizado que disfrutarán de su predicación. Aun en el caso de que la persona no haya pensado
nunca en la cuestión, tal vez se despierte su curiosidad. Con expresiones como “¿Qué piensa sobre...?”, “¿Qué le parece...?” y “¿Cree
usted que...?”, se puede plantear gran variedad de temas.
Cuando el evangelizador Felipe abordó a un funcionario etíope que leía en voz alta una profecía de Isaías, se limitó a preguntarle:
“¿Verdaderamente sabes [es decir, entiendes] lo que estás leyendo?” (Hech. 8:30). El interrogante preparó el terreno para que Felipe le
explicara las verdades acerca de Jesucristo. Con preguntas similares, algunos Testigos de la actualidad han encontrado personas
ansiosas de entender con claridad la verdad bíblica.
Mucha gente está más dispuesta a escuchar si antes se le da la oportunidad de expresar su parecer. Por tanto, cuando haga una
pregunta, escuche atentamente la contestación de su interlocutor. Responda a su comentario con amabilidad, y no con crítica. Siempre
que sea posible, encómielo de manera sincera. En cierta ocasión, un escriba “contest[ó] inteligentemente” a Jesús, y este lo elogió con
las palabras: “No estás lejos del reino de Dios” (Mar. 12:34). Aunque no esté de acuerdo con la persona, puede darle las gracias por
haber expresado su opinión. Quizá lo que le ha dicho revele una actitud que usted deba tener en cuenta al hablarle de la verdad bíblica.
Para dar paso a ideas importantes. Cuando hable en público o converse con alguien, procure servirse de las preguntas para dirigir la
atención a puntos importantes. Asegúrese de que estas aludan a asuntos de verdadero interés para sus oyentes. También puede
emplear preguntas que intriguen por no tener respuesta obvia. Si tras formularlas hace una pausa breve, su auditorio probablemente
escuchará lo que sigue con mayor interés.
En cierta ocasión, el profeta Miqueas planteó una serie de interrogantes. Para empezar, inquirió qué pide Dios de quienes lo adoran y, a
continuación, formuló cuatro preguntas más que sugieren posibles contestaciones. Todas esas preguntas preparan al lector para la
sabia respuesta con que concluye el razonamiento (Miq. 6:6-8). ¿Por qué no prueba usted a hacer algo parecido cuando enseñe?
Para razonar sobre un tema. También pueden emplearse preguntas para ayudar a los oyentes a seguir la lógica de una
argumentación. Jehová se valió de este recurso al dirigir una seria declaración formal contra los israelitas, como muestra Malaquías 1:2-
10. En primer lugar les dijo: “Los he amado”. Puesto que ellos no reconocieron su amor, les preguntó: “¿No fue Esaú el hermano de
Jacob?”. Entonces Jehová señaló a la desolación de Edom como prueba de que, a causa de la maldad de esta nación, él no la amó.
A continuación utilizó varias ilustraciones intercaladas con interrogantes que ponían de relieve que Israel no respondía debidamente a
Su amor. Algunas de tales preguntas se ponen en boca de los sacerdotes infieles, mientras que otras se las plantea Jehová a ellos.
El emocionante diálogo nos cautiva con su lógica irrefutable y su impactante mensaje.
Algunos oradores usan con eficacia las preguntas de un modo parecido. Aunque no esperen recibir una contestación verbal, logran que
los oyentes respondan mentalmente a lo que les dice, como si de un diálogo se tratara.
Cuando dirigimos estudios bíblicos, empleamos un método que requiere la participación oral del estudiante. Si este se limita a repetir la
respuesta impresa, es obvio que no se beneficiará plenamente. Así pues, con un tono afable, hágale preguntas auxiliares que le ayuden
a razonar. En las ideas clave anímelo a basar su respuesta en la Biblia. También pudiera preguntarle: “¿Qué relación hay entre este
punto y [otra cuestión que ya hayan estudiado]? ¿Por qué es importante? ¿Qué efecto debería tener en nuestra vida?”. Con este
método obtendrá mejores resultados que expresando sus propias convicciones o dando explicaciones detalladas, pues ayudará al
estudiante a utilizar su “facultad de raciocinio” para adorar a Dios (Rom. 12:1).
Si el estudiante no capta una idea, sea paciente. Quizás esté comparando lo que usted le dice con lo que él ha creído por muchos años.
Trate de enfocar el asunto desde un ángulo diferente. A veces, sin embargo, hay que recurrir a razonamientos muy elementales. Utilice
las Escrituras con frecuencia. Emplee ilustraciones acompañadas de preguntas sencillas que induzcan a razonar sobre la base de las
pruebas.
Para que la persona exprese lo que realmente opina. Las respuestas de la gente a las preguntas no siempre revelan su verdadera
opinión. Tal vez nuestro interlocutor dé la contestación que piensa que esperamos oír. Por tanto, debemos tener discernimiento (Pro.
20:5). Pudiéramos imitar a Jesús y preguntarle: “¿Crees tú esto?” (Juan 11:26).
Cuando muchos discípulos de Jesús se ofendieron por lo que les dijo y lo abandonaron, él invitó a sus apóstoles a expresar su parecer.
Les preguntó: “Ustedes no quieren irse también, ¿verdad?”. Pedro reveló el sentir de todos ellos al responder: “Señor, ¿a quién nos
iremos? Tú tienes dichos de vida eterna; y nosotros hemos creído y llegado a conocer que tú eres el Santo de Dios” (Juan 6:67-69).
En otra ocasión, Jesús preguntó a sus discípulos: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?”. Entonces les formuló otra
pregunta para que expresaran su opinión sincera: “Pero ustedes, ¿quién dicen que soy?”. Pedro contestó: “Tú eres el Cristo, el Hijo del
Dios vivo” (Mat. 16:13-16).
En los estudios bíblicos posiblemente obtenga buenos resultados empleando un enfoque parecido en ciertos temas. Pudiera preguntar:
“¿Qué piensan tus compañeros de clase (o de trabajo) de este asunto?”. Entonces añada: “¿Y qué piensas tú?”. Al saber lo que de
verdad cree su estudiante, estará en situación de ofrecerle la mejor ayuda.
Para dar énfasis. También puede utilizar preguntas para dar énfasis a ciertas ideas. Así lo hizo el apóstol Pablo, como muestra
Romanos 8:31, 32: “Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que ni aun a su propio Hijo perdonó, sino que lo
entregó por todos nosotros, ¿por qué no nos dará bondadosamente también con él todas las demás cosas?”. Note que las dos
preguntas de estos versículos amplían la idea expresada en la frase que las antecede.
Tras dejar constancia escrita de la sentencia divina contra el rey de Babilonia, el profeta Isaías añadió con total convicción: “Jehová de
los ejércitos mismo ha aconsejado, y ¿quién puede desbaratarlo? Y su mano es la que está extendida, y ¿quién puede volverla atrás?”
(Isa. 14:27). Tales preguntas llevan implícito que nadie puede hacerlo. No necesitan respuesta.
Para poner de manifiesto ideas incorrectas. Las preguntas bien pensadas son también muy útiles para sacar a la luz ideas
incorrectas. Antes de sanar a cierto hombre, Jesús preguntó a los fariseos y a algunos entendidos en la Ley: “¿Es lícito curar en
sábado, o no?”. Tras curar al enfermo, agregó: “¿Quién de ustedes, si su hijo o su toro cae en un pozo, no lo saca inmediatamente en
día de sábado?” (Luc. 14:1-6). No hubo respuesta, aunque tampoco Jesús la esperaba. Las preguntas pusieron de manifiesto la forma
de pensar errónea de aquellos hombres.
A veces, hasta los cristianos verdaderos tienen ideas equivocadas. Algunos corintios del siglo primero llevaron a sus hermanos a los
tribunales para resolver problemas que deberían haber zanjado entre ellos. ¿Cómo trató el apóstol Pablo la cuestión? Planteó una serie
de preguntas directas destinadas a corregir su manera de pensar (1 Cor. 6:1-8).
Con la práctica aprenderá a usar eficazmente las preguntas. No obstante, esfuércese por ser respetuoso, sobre todo al dirigirse a gente
mayor, a personas con las que no tenga confianza y a quienes ocupen puestos de autoridad. Utilice preguntas para exponer la verdad
bíblica de forma atractiva.
CÓMO LOGRARLO
Para entablar conversaciones, utilice preguntas que aludan a asuntos de verdadero interés para su interlocutor.
Antes de mencionar una idea importante, pruebe a plantear un interrogante que despierte expectación.
Emplee preguntas para mostrar la base de sus afirmaciones, la lógica de las verdades que expone y los buenos efectos que estas
pueden tener en la vida de sus oyentes.
Válgase de preguntas para que el estudiante, en vez de repetir datos, exprese su opinión sobre lo que ha aprendido.
* be pág. 187
Escuche atentamente. Aunque Jehová es omnisapiente, escucha a los demás. El profeta Micaya recibió una visión en la que se veía a
Jehová invitando a los ángeles a expresar sus ideas sobre cómo efectuar cierta tarea. Luego, Dios permitió que uno de ellos llevara a
cabo lo que había sugerido (1 Rey. 22:19-22). Cuando Abrahán expresó su preocupación por la sentencia que iba a ejecutarse contra
Sodoma, Jehová tuvo la deferencia de escucharle (Gén. 18:23-33). ¿Cómo podemos imitar Su ejemplo en nuestro ministerio?
Anime a su interlocutor a expresarse; plantéele una pregunta oportuna y haga una pausa a fin de darle tiempo para responder. Escuche
atentamente. Su atención considerada lo animará a hablar sin trabas. Si la respuesta revela algo de lo que le interesa, formule otras
preguntas con tacto. Intente conocer mejor a la persona, sin convertir la conversación en un interrogatorio. Siempre que le sea posible,
encómiela con sinceridad por lo que piensa. Aunque no concuerde con su punto de vista, acepte con amabilidad sus comentarios (Col.
4:6).
Debemos tener cuidado para no cruzar la línea de lo que es propio en nuestro interés por los demás. Preocuparnos por ellos no nos da
licencia para inmiscuirnos en su vida privada (1 Ped. 4:15). Si hablamos con alguien del otro sexo, debemos proceder con cautela para
que no malinterprete nuestra amabilidad. Es preciso ser juiciosos, pues lo que se considera propio a este respecto varía de un país a
otro, e incluso de una persona a otra (Luc. 6:31).
La preparación contribuye a que seamos buenos oyentes, pues si tenemos una idea clara de lo que deseamos comunicar al amo de
casa, estaremos relajados y le prestaremos atención de manera natural. Así, él se sentirá cómodo y más inclinado a conversar con
nosotros.
Cuando escuchamos a los demás, les mostramos honra (Rom. 12:10). De ese modo evidenciamos que valoramos sus ideas y
sentimientos, y hasta puede motivarlos a prestar más atención a nuestro mensaje. Por ello, con buena razón, la Palabra de Dios nos
aconseja que seamos ‘prestos en cuanto a oír, lentos en cuanto a hablar’ (Sant. 1:19).
* be pág. 124,125
Contacto visual
¿Qué implica?
Mirar por unos instantes a los ojos de quienes le están escuchando, si lo permiten las costumbres de la comunidad. Ver personas,
no simplemente un grupo.
¿POR QUÉ ES IMPORTANTE?
En muchas culturas se considera el contacto visual una señal de interés en el interlocutor, así como una prueba de que se
está convencido de lo que se dice.
LOS ojos comunican actitudes y sentimientos. Pueden indicar sorpresa o temor, transmitir compasión o amor y, a veces, revelar
incertidumbre o dolor. Un señor mayor dijo respecto a la gente de su nacionalidad, que había sufrido mucho: “Hablamos con los ojos”.
Los demás pueden sacar conclusiones sobre nosotros y lo que decimos basándose en dónde fijamos la vista. En muchas culturas se
tiende a confiar en quienes miran a los ojos con expresión amistosa, pero se duda de la sinceridad o competencia de quienes miran al
suelo o algún objeto en vez de a su interlocutor. En otras culturas, la mirada fija y sostenida revela una actitud descarada, agresiva o
desafiante, sobre todo ante alguien del otro sexo, un jefe u otra persona de rango superior. Y en algunas zonas se considera una falta
de respeto que un joven mire directamente a los ojos de un adulto al dirigirle la palabra.
No obstante, en los lugares donde no es ofensivo, el que se mire a los ojos cuando se hace una afirmación importante subraya lo que
se dice y se interpreta como señal de convicción. Note la respuesta de Jesús cuando sus discípulos, muy sorprendidos, le preguntaron:
“¿Quién, realmente, puede ser salvo?”. La Biblia indica: “Mirándolos al rostro, Jesús les dijo: ‘Para los hombres esto es imposible, pero
para Dios todas las cosas son posibles’” (Mat. 19:25, 26). Las Escrituras también muestran que el apóstol Pablo observaba con atención
las reacciones de la gente. En una ocasión se encontraba entre su auditorio un hombre cojo de nacimiento. Hechos 14:9, 10 relata:
“Este estaba escuchando hablar a Pablo, el cual, mirándolo fijamente, y viendo que tenía fe para recibir la salud, dijo con voz fuerte:
‘Levántate erguido sobre tus pies’”.
Sugerencias para el ministerio del campo. Cuando se dirija a la gente en el servicio del campo, sea amigable y afectuoso. Si es
oportuno, haga preguntas que inviten a la reflexión para iniciar un diálogo sobre un tema que pueda ser de interés mutuo. Procure
establecer contacto visual desde el principio, o al menos mire a su interlocutor a la cara de forma respetuosa y cordial. Una sonrisa
cálida, acompañada de una mirada que irradia gozo, resulta muy atractiva. Tal expresión facial le dice mucho al amo de casa sobre el
tipo de persona que es usted y contribuye a que se relaje mientras le escucha.
Donde sea apropiado, observe la expresión de los ojos de la persona, pues pudiera indicarle cómo tratar la situación. Posiblemente
capte si el amo de casa está enojado, no tiene interés o no le comprende. También notará si se está impacientando o, por el contrario,
si sigue sus palabras con vivo interés. De la expresión de sus ojos puede deducir que debe hablar más despacio o más deprisa, tratar
de que intervenga en la conversación, concluir esta o proseguir con una demostración de cómo estudiar la Biblia.
Sea que esté dando testimonio público o dirigiendo un estudio bíblico, esfuércese por mantener contacto visual con su interlocutor de
manera respetuosa. No clave la vista en él, pues hará que se sienta incómodo (2 Rey. 8:11). Más bien, mírele a menudo a la cara con
naturalidad y simpatía, lo cual en muchos países denota interés sincero. Por supuesto, si está leyendo la Biblia u otra publicación,
tendrá la vista fija en la página impresa, pero cuando desee hacer hincapié en una idea, puede mirar a la persona, aunque brevemente.
Al levantar la vista alguna que otra vez, también le será posible observar su reacción a lo que le está leyendo.
Si al principio por su timidez le resulta difícil mirar a los ojos, no se rinda. Con la práctica logrará hacerlo de forma natural, lo cual le
ayudará a comunicarse con mayor eficacia.
* Km 2/14 pág. 1
Mejore sus habilidades en el ministerio: lleve un registro de las personas interesadas
“Presta constante atención a ti mismo y a tu enseñanza.” (1 Tim. 4:16.) Este consejo inspirado que el apóstol Pablo dio a Timoteo
muestra que, seamos nuevos o experimentados, debemos esforzarnos por mejorar. Con este fin, Nuestro Ministerio del Reino contendrá
una nueva serie titulada “Mejore sus habilidades en el ministerio”. Cada artículo analizará una habilidad importante y ofrecerá
sugerencias para desarrollarla. Se nos anima a todos a prestar especial atención a dicha habilidad durante el mes. Al cabo del mes,
tendremos la oportunidad de explicar en una sección de la Reunión de Servicio los beneficios que hemos obtenido. En esta ocasión, se
nos invita a concentrarnos en llevar un registro de las personas interesadas.
Por qué es importante. Nuestra comisión implica más que solo predicar: supone visitar de nuevo a quienes muestren interés y
enseñarles la verdad, regando así las semillas que hemos plantado (Mat. 28:19, 20; 1 Cor. 3:6-9). Para ello, tenemos que volver a
encontrar a las personas, hablarles de lo que les importa y agregar algo nuevo apoyándonos en la conversación anterior. De ahí la
necesidad de hacer un registro cuando encontremos a alguien interesado.
Cómo hacerlo:
• Lleve en el bolso o maletín los útiles necesarios. Mantenga los registros impecables, ordenados y al día. Anote los datos justo al
terminar la visita.
• Apunte información sobre la persona, como su nombre y datos de contacto (dirección, número de teléfono, correo electrónico). ¿Qué
cosas observó acerca de ella o su familia que sean relevantes?
• Escriba los detalles de la conversación. ¿Qué textos leyó? ¿Qué dijo la persona sobre sus creencias? ¿Le dejó alguna publicación?
Anote la hora, el día y la fecha de la visita.
• Escriba lo que piensa hacer la próxima vez. ¿De qué tema prometió hablar? ¿Cuándo se comprometió a volver?
• Actualice el registro cada vez que vuelva. No pasa nada si toma notas de más.
Intente esto durante el mes:
• Cuando esté haciendo un registro, dígale a su compañero qué cosas está apuntando
LECCION 5 (a)
* bt pág. 41 párr. 16
16
Sin perder tiempo, los apóstoles pusieron manos a la obra. Lejos de amilanarse, se dejaban ver “todos los días en el templo, y de
casa en casa [...] declarando las buenas nuevas acerca del Cristo” (Hech. 5:42). Estos celosos evangelizadores estaban decididos a dar
testimonio cabal, sí, un testimonio completo y exhaustivo. Observemos que, tal como les había enseñado Jesús, llevaban el mensaje a
un hogar tras otro (Mat. 10:7, 11-14). Seguramente fue así como llenaron Jerusalén con su enseñanza. Hoy, los testigos de Jehová
somos famosos por seguir este método apostólico. Al visitar todas las viviendas del territorio, dejamos muy claro que queremos dar un
testimonio concienzudo y ofrecer a cada vecino la oportunidad de escuchar las alegres noticias del Reino. ¿Ha bendecido Jehová esta
faceta del ministerio? Sin duda. En este tiempo del fin, millones de personas han abrazado el mensaje, y muchas de ellas lo oyeron por
primera vez cuando un Testigo llamó a su puerta.
* cf pág. 76-81 y *cf pág. 84-86
“Para esto fui enviado”
JESÚS y los apóstoles llevan horas caminando. Van de Judea a Galilea, en dirección norte. El camino más corto —que se puede
recorrer en unos tres días— atraviesa Samaria. Cerca del mediodía llegan a un pueblo llamado Sicar, donde hacen un alto para reponer
fuerzas.
2
Mientras los apóstoles van a comprar alimentos, Jesús se queda descansando junto a un pozo en las afueras del pueblo. En eso ve
que se acerca una mujer a sacar agua. Puesto que está “cansado del viaje”, podría decidir no prestarle atención (Juan 4:6). Sería
comprensible que sencillamente cerrara los ojos, sin fijarse en lo que ella hace. Según lo que vimos en el capítulo 4, es muy probable
que la samaritana crea que Jesús, como cualquier otro judío, la va a tratar de manera desdeñosa. Sin embargo, Jesús entabla
conversación con ella.
3
Inicia el diálogo valiéndose de una comparación extraída de las tareas diarias de la mujer, o mejor dicho, de la tarea que está a punto
de realizar. Ella ha venido a buscar agua, y Jesús le habla de un agua que da vida y que apagará su sed espiritual. A lo largo de la
conversación, la mujer hace varias declaraciones polémicas. Sin embargo, Jesús evita con delicadeza entrar en discusiones y, sin
desviarse del tema, se centra en los asuntos espirituales, a saber, la adoración pura y Jehová Dios. Sus palabras tienen gran
repercusión, pues cuando la samaritana les cuenta a los hombres del pueblo lo que él le ha dicho, ellos también quieren oír a Jesús
(Juan 4:3-42).
4
¿Cómo reaccionan los apóstoles cuando llegan y ven el asombroso testimonio que Jesús está dando? No muestran el menor
entusiasmo. Les sorprende encontrar a Jesús hablando con aquella mujer, y al parecer no cruzan ni una palabra con ella. Una vez que
esta se marcha, le ruegan a Jesús que coma de lo que han traído. “Yo tengo alimento para comer del cual ustedes no saben”, responde
él. Extrañados, al principio toman sus palabras al pie de la letra, pero él les explica: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y
terminar su obra” (Juan 4:32, 34). De este modo, Jesús les enseña que la obra que debe realizar en su vida es mucho más importante
que el alimento físico, y quiere contagiarles ese sentimiento. Ahora bien, ¿cuál es esta obra?
5
En cierta ocasión, Jesús dijo: “Tengo que declarar las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto fui enviado” (Lucas 4:43).
Así es, Jesús fue enviado a predicar y enseñar las buenas nuevas del Reino de Dios. Hoy sus discípulos hemos recibido el mismo
encargo. Por eso es tan importante que examinemos las razones por las que él predicó, el mensaje que declaró y la actitud con que
cumplió su comisión.
¿Por qué predicó Jesús?
6
Empezaremos por examinar lo que Jesús sentía por las verdades que enseñaba, para pasar luego a la actitud que mostraba hacia la
gente a quien instruía. Mediante un gráfico ejemplo, Jesús reveló cuánto valoraba la oportunidad de dar a conocer las verdades que
había aprendido de su Padre. Dijo: “Todo instructor público, cuando ha sido enseñado respecto al reino de los cielos, es semejante a un
hombre, un amo de casa, que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas” (Mateo 13:52). ¿Por qué saca cosas de su tesoro este dueño
de casa?
7
No es simplemente para presumir de sus posesiones, como hizo el antiguo rey Ezequías, una acción que a la larga le salió muy cara
(2 Reyes 20:13-20). Entonces, ¿cuál es el motivo? Pues bien, pongamos un ejemplo. Suponga que usted va a visitar a un profesor suyo
a quien aprecia mucho, y este le muestra dos cartas que guarda en su escritorio. Una está amarillenta por el paso de los años, y la otra
es más reciente. Son cartas de su padre. La primera la recibió hace décadas, cuando no era más que un niño, mientras que la segunda
le llegó hace poco. Los ojos le brillan de felicidad al hablar del gran cariño que les tiene, de cómo sus consejos le han cambiado la vida
y de cómo pueden serle útiles a usted también. Está claro que estas cartas significan mucho para su profesor y ocupan un lugar
especial en su corazón (Lucas 6:45). Si se las ha mostrado, no es por vanidad ni para obtener algún provecho económico, sino para que
usted se beneficie de ellas y pueda comprender el valor que tienen.
8
El Gran Maestro, Jesús, enseñaba a la gente las verdades de Dios por motivos semejantes. Estas eran para él un tesoro inestimable:
las amaba, ansiaba mostrarlas a otros y quería que todo discípulo suyo —“todo instructor público”— sintiera lo mismo que él. ¿Es eso lo
que usted siente? Hay buenas razones para amar todas y cada una de las verdades que aprendemos de la Palabra de Dios. Para
nosotros, las gemas de la verdad son inmensamente valiosas, ya sean enseñanzas que aprendimos hace mucho tiempo o algunas
explicaciones más recientes. Como Jesús, transmitiremos ese amor si hablamos con entusiasmo de las cosas que Jehová nos ha
enseñado y si no perdemos el aprecio que sentimos por ellas.
9
Jesús también amaba a aquellos a quienes instruía, como veremos con más detalle en la sección 3. Las Escrituras habían predicho
que el Mesías “le [tendría] lástima al de condición humilde y al pobre” (Salmo 72:13). Jesús se interesaba de verdad por la gente.
Se preocupó por conocer las ideas y las actitudes que los movían a actuar, y por entender las cargas que los oprimían y los obstáculos
que les impedían captar la verdad (Mateo 11:28; 16:13; 23:13, 15). Recordemos el caso de la samaritana. Sin duda, a ella debió de
causarle una impresión muy honda el interés que él le mostró. Al ver la capacidad que Jesús tenía para comprender aspectos de su
vida personal, no pudo menos que reconocerlo como profeta, y se puso a hablar a otros acerca de él (Juan 4:16-19, 39). Nosotros, por
supuesto, somos incapaces de leer el corazón de aquellos a quienes predicamos; pero, como Jesús, sí podemos interesarnos por ellos,
demostrarles que nos importan y adaptar lo que decimos a sus intereses, problemas y necesidades.
¿Qué mensaje declaró?
10
¿Qué mensaje predicó Jesús? Si buscamos la respuesta en las doctrinas de muchas iglesias que afirman representarlo,
probablemente lleguemos a la conclusión de que predicó un evangelio social, que impulsó reformas políticas o que centró su mensaje
en la salvación personal. No obstante, como ya vimos, Jesús dijo claramente: “Tengo que declarar las buenas nuevas del reino de
Dios”. ¿Qué implicaba esa labor?
11
Recordemos que el Hijo de Dios estaba en el cielo cuando Satanás puso en duda por primera vez que la soberanía de Jehová fuera
justa. ¡Cuánto debió de apenarle ver que se difamara a su Padre y se le acusara de ser un Gobernante injusto que priva a sus criaturas
de cosas buenas! ¡Cuánto debió de dolerle que Adán y Eva, los futuros padres de la familia humana, creyeran las mentiras de Satanás!
Él fue testigo de cómo aquella rebelión contaminó con el pecado y la muerte a la humanidad (Romanos 5:12). Por otro lado, ¡qué feliz
debió de sentirse al saber que un día su Padre corregiría los asuntos por medio de su Reino!
12
¿Qué debía corregirse antes que nada? Era preciso que el santo nombre de Jehová fuera santificado, es decir, limpiado
completamente de todo el oprobio que sobre él han amontonado Satanás y sus secuaces. Asimismo, debía quedar demostrada la
justicia de la soberanía —o manera de gobernar— de Jehová. Jesús entendía estas cuestiones vitales mejor que ningún otro hombre.
Por esa razón, en la oración modelo enseñó a sus discípulos a pedir, primero, que el nombre de su Padre fuera santificado; segundo,
que viniera el Reino de su Padre, y tercero, que se hiciera la voluntad de Dios en la Tierra (Mateo 6:9, 10). Dentro de poco, el Reino de
Dios, con Cristo en el trono, eliminará del planeta al corrupto mundo de Satanás y confirmará para siempre el gobierno justo de Jehová
(Daniel 2:44).
13
Este Reino fue el tema central del ministerio de Jesús. Todas sus palabras y todas sus acciones contribuyeron a explicarlo y a
mostrar cómo cumpliría el propósito de Jehová. Jesús no permitió que nada lo desviara de su misión de predicar las buenas nuevas del
Reino de Dios. A pesar de que en aquellos días existían problemas sociales apremiantes y se cometían innumerables injusticias, él se
centró en su mensaje y en su obra. ¿Quiere decir eso que Jesús era un hombre estrecho de miras y que su forma de enseñar era
aburrida y repetitiva? ¡Nada más lejos de la realidad!
14
Como comprobaremos a lo largo de esta sección, Jesús enseñaba de una manera atractiva y llena de vida; conseguía llegar al
corazón de sus oyentes. Esto nos recuerda al sabio rey Salomón, quien procuró hallar palabras verdaderas, deleitables y correctas para
escribir las ideas que recibió por inspiración divina (Eclesiastés 12:10). Gracias a la “anchura de corazón” que Jehová le otorgó a este
hombre imperfecto, él podía disertar sobre una gran diversidad de temas, desde los árboles y los arbustos hasta los peces y las bestias.
La gente acudía desde muy lejos para oírlo (1 Reyes 4:29-34). Con todo, no olvidemos que Jesús era “algo más que Salomón” (Mateo
12:42). Esto quiere decir que él era mucho más sabio, que tenía más “anchura de corazón”. Cuando enseñaba, recurría al conocimiento
superior que poseía sobre la Palabra de Dios, así como sobre las distintas clases de animales, el clima, la agricultura, la historia, los
sucesos importantes de su día y las condiciones sociales. Sin embargo, nunca presumió de sus conocimientos ni buscó impresionar a
los demás. Por el contrario, su mensaje fue siempre sencillo y claro. No sorprende, pues, que las multitudes lo escucharan con tanto
gusto (Marcos 12:37; Lucas 19:48).
15
Hoy, los cristianos tratamos de seguir el ejemplo de Cristo. Aunque no tenemos su inmensa sabiduría y conocimiento, sí poseemos
ciertos conocimientos y experiencia que podemos utilizar al enseñar las verdades de la Palabra de Dios. Los padres, por ejemplo,
pueden valerse de la experiencia que han adquirido en la crianza de su familia para ilustrar el amor que Jehová siente por Sus hijos.
También podemos extraer ejemplos o ilustraciones del trabajo, la escuela, el comportamiento de la gente o los sucesos de actualidad.
Al mismo tiempo, debemos evitar cualquier cosa que desvíe la atención del mensaje que llevamos: las buenas nuevas del Reino de
Dios (1 Timoteo 4:16).
¿Qué actitud tuvo hacia su ministerio?
16
Jesús consideraba su ministerio un preciado tesoro. Le daba un inmenso placer enseñar a la gente a ver a su Padre celestial tal como
es en realidad, sin el velo de confusas doctrinas y tradiciones humanas. Se complacía en ayudarles a tener una buena relación con
Jehová y a aferrarse a la esperanza de la vida eterna. Disfrutaba llevándoles el consuelo y el gozo de las buenas nuevas. ¿Cómo
manifestó él esos sentimientos? Veamos tres maneras.
17
En primer lugar, Jesús hizo del ministerio el centro de su vida. Hablar del Reino era su verdadera vocación, la obra de su vida, su
mayor interés. Por eso, como se explicó en el capítulo 5, decidió con sabiduría llevar una vida sencilla. Aplicando él mismo lo que
enseñaba, mantuvo la vista fija en lo más importante y no se distrajo acumulando bienes que tendría que pagar y luego mantener,
reparar o reemplazar. Vivió con sencillez para que nada lo apartara innecesariamente de su ministerio (Mateo 6:22; 8:20).
18
En segundo lugar, Jesús dio lo mejor de sí en su ministerio. Dedicó a él todas sus energías y recorrió a pie literalmente centenares de
kilómetros por toda Palestina buscando a todo el que escuchara las buenas nuevas. Les hablaba a las personas en sus hogares, en las
plazas públicas, en los mercados y al aire libre. Les hablaba aunque estuviera cansado, con hambre o con sed, o aunque necesitara un
momento de tranquilidad en compañía de sus amigos íntimos. Ni siquiera en los últimos instantes de su vida dejó de hablar de las
buenas nuevas del Reino de Dios (Lucas 23:39-43).
19
En tercer lugar, Jesús estaba siempre consciente de la urgencia de efectuar su ministerio. Recordemos la conversación que sostuvo
con la samaritana en el pozo cerca de Sicar. Es obvio que los apóstoles no vieron que en aquella situación fuera urgente predicar las
buenas nuevas. “¿No dicen ustedes que todavía hay cuatro meses antes que venga la siega? —les preguntó Jesús—. ¡Miren! Les digo:
Alcen los ojos y miren los campos, que están blancos para la siega.” (Juan 4:35.)
20
Jesús tomó esta imagen de la época del año en que estaban. Era, por lo visto, el mes de kislev (noviembre-diciembre), y todavía
faltaban cuatro meses para la siega de la cebada, que tiene lugar alrededor de la Pascua (celebrada el 14 de nisán). No había razón
para que los agricultores se apresuraran, pues aún quedaba mucho tiempo. Pero ¿podía decirse lo mismo de la “siega” de discípulos?
¡Claro que no! Había muchas personas que estaban listas para escuchar, para aprender, para seguir a Cristo y obtener la maravillosa
esperanza que Jehová les ofrecía. Era como si Jesús pudiera alzar la mirada sobre aquellos campos simbólicos y ver que estaban
blancos de mies madura que se mecía suavemente con la brisa, lo que señalaba que estaba lista para ser cosechada. Había llegado la
hora, y era urgente realizar el trabajo. Por eso, cuando los habitantes de una ciudad trataron de retenerlo, él les contestó: “También a
otras ciudades tengo que declarar las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto fui enviado” (Lucas 4:43).
21
Es posible imitar a Jesús de las tres formas antes mencionadas. Primero, haciendo del ministerio cristiano el centro de nuestra vida.
Aun si tenemos familia, un trabajo y otras obligaciones, podemos demostrar que damos prioridad al ministerio participando en él con
entusiasmo y regularidad, como lo hizo Jesús (Mateo 6:33; 1 Timoteo 5:8). Segundo, dando lo mejor de nosotros en el ministerio y
empleando generosamente nuestro tiempo, energías y recursos para apoyarlo (Lucas 13:24). Y tercero, recordando siempre la urgencia
de nuestra obra (2 Timoteo 4:2). Aprovechemos, pues, toda oportunidad que se nos presente para predicar.
22
Jesús también mostró que entendía la importancia de la obra al asegurarse de que esta continuara tras su muerte; por eso mandó a
sus discípulos que siguieran predicando y enseñando. De esta comisión tratará el capítulo siguiente.
[Notas]
Por ejemplo, cuando la mujer pregunta cómo es que un judío se dirige a una samaritana, saca a relucir la enemistad que existía entre
los dos pueblos desde hacía siglos (Juan 4:9). Asimismo, asegura que su pueblo desciende de Jacob, afirmación que los judíos
negaban rotundamente (Juan 4:12). Estos llamaban cuteos a los samaritanos para subrayar su origen extranjero.
Predicar significa declarar o dar a conocer un mensaje. Enseñar tiene un significado parecido, pero implica algo más: conlleva la idea de
transmitir el mensaje de forma más profunda y detallada. Para enseñar bien hay que buscar maneras de llegar al corazón de la persona
a fin de infundir en ella el deseo de vivir de acuerdo con lo que aprende.
En su comentario de este versículo, cierta obra de consulta dice: “Cuando las mieses maduran, cambian de verde a dorado o adquieren
un color claro, lo que constituye una señal indiscutible de que ha llegado el momento de la recolección”.
* cf pág. 94-96
Una misión en la que todos debemos participar
14
Con las palabras “Vayan [...] y hagan discípulos”, el resucitado Jesucristo dejó en manos de sus seguidores una gran responsabilidad.
Él no estaba pensando solamente en los discípulos que se habían congregado en la montaña de Galilea aquel día primaveral. Su
encargo fue predicar a “gente de todas las naciones”, y esta obra seguiría efectuándose “hasta la conclusión del sistema de cosas”, por
lo que evidentemente todos sus seguidores, incluidos nosotros, debemos participar en ella. Analicemos con más detalle el mandato que
Cristo dio en Mateo 28:18-20.
15
Antes de encomendar la misión de hacer discípulos, Jesús dijo: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y sobre la tierra”
(versículo 18). ¿Tiene Jesús realmente tanta autoridad? ¡Claro que sí! Él es el arcángel, y capitanea miríadas y miríadas de ángeles
(1 Tesalonicenses 4:16; Revelación 12:7). Como “cabeza de la congregación”, tiene autoridad sobre sus discípulos en la Tierra (Efesios
5:23). Además, gobierna desde 1914 como Rey Mesiánico en el cielo (Revelación 11:15). Incluso posee autoridad sobre la sepultura,
pues tiene el poder de resucitar a los muertos (Juan 5:26-28). Al referirse primero a su gran autoridad, Jesús indica que lo que va a decir
a continuación no es una sugerencia, sino un mandato; y puesto que la fuente de tal autoridad no es él, sino Dios mismo, lo más sabio
es obedecerle (1 Corintios 15:27).
16
Ahora Jesús pasa a explicar la misión en sí, la cual comienza con una sola palabra: “Vayan” (versículo 19). Como vemos, él quiere
que seamos nosotros quienes vayamos y llevemos a otros el mensaje del Reino. Para cumplir con esta encomienda podemos usar
diversos métodos. Por ejemplo, predicamos de casa en casa, lo cual es una de las formas más eficaces de tener contacto personal con
la gente (Hechos 20:20). También creamos oportunidades para dar testimonio informalmente, pues estamos deseosos de entablar
conversaciones sobre las buenas nuevas en cualquier momento oportuno del día. Y aunque los métodos en sí varían según las
necesidades y circunstancias locales, hay una cosa que no cambia: todos ‘vamos’ y buscamos hasta descubrir quién es merecedor
(Mateo 10:11).
17
Entonces, Jesús pasa a explicar cuál es el objetivo de nuestra misión: “[Hacer] discípulos de gente de todas las naciones” (versículo
19). ¿Cómo lo logramos? Pues bien, un discípulo es un aprendiz, alguien a quien se enseña. Pero hay algo más implicado en hacer
discípulos. Cuando ayudamos a alguien a estudiar la Biblia, no queremos que simplemente llene su mente de conocimiento. Queremos
que se convierta en un seguidor de Cristo. Por eso, siempre que podemos, resaltamos el ejemplo de Jesús, para que el estudiante
aprenda a verlo como su Maestro y Modelo, imite su modo de vida y haga la misma obra que él hizo (Juan 13:15).
18
Un elemento fundamental de la misión se expresa con la frase: “Bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo”
(versículo 19). El bautismo es el paso más importante que da un discípulo en su vida, pues es una demostración clara de que se ha
dedicado a Dios sin reservas; de ahí que sea un paso esencial para la salvación (1 Pedro 3:21). Al discípulo bautizado que sigue
haciendo todo cuanto puede en el servicio a Jehová le esperan infinitas bendiciones en el venidero nuevo mundo. ¿Ha ayudado usted a
alguien a hacerse discípulo bautizado de Cristo? Si así es, habrá comprobado que no hay otra cosa que cause más gozo en el
ministerio cristiano (3 Juan 4).
19
Jesús explica la siguiente parte de la misión al decir: “Enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado” (versículo
20). Los cristianos enseñamos a los nuevos a obedecer los mandatos de Jesús, entre ellos amar a Dios y al prójimo y hacer discípulos
(Mateo 22:37-39). Les enseñamos gradualmente a explicar las verdades bíblicas y a defender su fe, que va aumentando de día en día.
Cuando reúnen los requisitos para participar en la predicación pública, los acompañamos y les mostramos con nuestras palabras y
ejemplo cómo hacerlo de manera efectiva. Ahora bien, la instrucción que damos a los nuevos discípulos quizá continúe después de su
bautismo, pues es probable que necesiten ayuda para hacer frente a las dificultades que se presentan al seguir a Cristo (Lucas
9:23, 24).
* Km 9/06 pág. 8
La predicación de casa en casa
1
“Quien tenga experiencia en los distintos métodos de difundir la Verdad concordará en que la predicación de casa en casa con La
Aurora del Milenio es, por mucho, la forma más eficaz de predicar la Verdad ahora.” Así resaltó la revista Zion’s Watch Tower (hoy
La Atalaya) del 1 de julio de 1893 el valor del ministerio de casa en casa. Hoy, por todo el mundo, la gente ve este método de
predicación como la marca distintiva de los testigos de Jehová. Pero puesto que en varios países resulta cada vez más difícil hallar a la
gente en su hogar, ¿seguirá siendo práctico?
2
Es bíblico y es importante. La predicación de casa en casa tiene base bíblica. Jesús mandó a sus 70 discípulos de dos en dos a las
casas de la gente (Luc. 10:5-7). La Biblia dice que “todos los días en el templo, y de casa en casa, [los discípulos] continuaban sin cesar
enseñando y declarando las buenas nuevas” poco después de la muerte de su Maestro (Hech. 5:42). También el apóstol Pablo enseñó
con fervor de casa en casa (Hech. 20:20).
3
La predicación de casa en casa sigue siendo un importante medio para difundir las buenas nuevas hoy. Nos permite ‘buscar’ a los
merecedores de forma sistemática y ordenada (Mat. 10:11). La gente por lo común está más tranquila en casa. Cuando hablamos con
una persona cara a cara —oyendo su voz, viendo sus expresiones faciales y observando sus alrededores—, podemos percibir su
interés y sus preocupaciones. Además, suele ser la mejor forma de entablar una conversación prolongada.
4
Haga cambios personales. El apóstol Pablo estuvo dispuesto a hacer cambios personales “por causa de las buenas nuevas” (1 Cor.
9:23). Nosotros podríamos tal vez acomodar nuestro horario para predicar cuando sea más posible encontrar a la gente en su hogar,
por ejemplo en las tardes, los fines de semana o los días festivos. Anote siempre los no en casa y procure volver en otro día de la
semana o a una hora distinta.
5
Incluso quienes tengan salud limitada pueden ir de casa en casa. ¿Por qué no hacemos planes para ir con alguien que tenga
limitaciones a casas accesibles y dejamos que vaya a un paso cómodo? El problema respiratorio de una hermana solo le permitía
hablar en una casa cada media hora, pero ¡qué contenta y satisfecha se sintió de que la incluyeran en el grupo!
6
Seguimos encontrando a muchas personas mansas en la obra de puerta en puerta. A un publicador le dijeron en un hogar: “Pase, ya
sé quién es. Le estaba pidiendo a Dios que me mandara a alguien para que me ayudara, y entonces tocaron a la puerta. Él me oyó y lo
mandó a usted”. Los resultados demuestran que Jehová está bendiciendo este método de predicación (Mat. 11:19). Por tanto,
determínese a hacer de la predicación de casa en casa un rasgo permanente de su ministerio.
* Km 7/94 pág. 1
Hallemos a personas interesadas al predicar en las calles de manera eficaz
1
Jesús enseñó a sus discípulos a buscar a los que merecían oír las buenas nuevas del Reino. (Mat. 10:11.) En muchos lugares es cada
vez más difícil hoy hablar con las personas en sus hogares. Entonces, ¿qué podemos hacer para encontrar a los merecedores que aún
quedan?
2
Una manera eficaz de hablar con las personas que no encontramos de casa en casa puede ser la predicación en las calles. Podemos
predicar de este modo en las paradas de autobuses, cerca de los edificios de apartamentos vigilados, en los parques públicos y en otros
lugares que las personas frecuentan.
3
Algunos sienten aprensión cuando se habla de predicar en las calles. Quizá temen participar en esta obra porque son tímidos o se
imaginan que las personas que no desean oír el mensaje del Reino les harán algún desaire. Por lo común, tales temores son
infundados. Los que tienen experiencia en esta actividad aseguran que no es más difícil que predicar de casa en casa. En realidad, se
han percatado de que, por diversas razones, la mayoría de las personas están acostumbradas a que se les hable en la calle, y que
incluso algunas están más prestas a conversar o a escuchar allí que en la puerta de su hogar. Así que, si ‘nos armamos de valor’ es
posible que nos llevemos una grata sorpresa. (1 Tes. 2:2.)
4
¿Cómo se puede predicar en las calles con eficacia? Es importante prepararse bien. Lea las revistas con antelación y seleccione uno o
dos puntos que le parezcan de interés para la gente. Una presentación de unos treinta segundos es apropiada. Puesto que la meta es
ponernos en contacto con la gente, escoja un sitio donde haya un número considerable de transeúntes. Aunque pudiera ser
recomendable estar cerca de otro publicador, por lo general es mejor trabajar individualmente. Los publicadores que se sitúan muy
juntos tienden a conversar entre sí y no se percatan de las personas que pudieran estar dispuestas a escuchar el mensaje del Reino.
5
El solo estar de pie mostrando las revistas no es tan efectivo como abordar a las personas. Procure establecer contacto visual. Sea
afectuoso, amigable y directo al intentar entablar una conversación. En algunos casos tendrá que caminar un poco junto a la persona
mientras habla con ella. Si le presta atención, ofrézcale las revistas. Si no las acepta, preséntele un tratado.
6
Usualmente, es preferible preparar una presentación breve que destaque una pregunta o un tema que despierte el interés. Si la
respuesta es favorable, trate de conseguir el nombre de la persona, su domicilio y quizás hasta su número telefónico para que pueda
seguir cultivando su interés. Pudiera decirle: “Si desea aprender más, me agradaría visitarle en su hogar o invitar a otro Testigo a que le
visite”.
7
Un anciano que predicaba en las calles habló con una señora y se enteró de que ella nunca había tenido la oportunidad de hablar con
los Testigos en su casa. La señora se quedó con un libro y aceptó que una hermana la visitara en su hogar a una hora conveniente.
Podemos encontrar y ayudar a muchos merecedores más si desarrollamos la habilidad de predicar en las calles. (Hech. 17:17.)
LECCION 5 (b)
* Km 2/09 pág. 2
Hagamos “todas las cosas por causa de las buenas nuevas”
1
Por el interés en el bien eterno de su semejante, Pablo consideraba una obligación moral declararle las buenas nuevas (1 Cor. 9:16,
19, 23). Ese mismo interés es lo que nos impulsa a siempre hacer mayores esfuerzos por llevarle las buenas nuevas a la gente.
2
El mejor horario y el mejor lugar. Un buen pescador no arroja el hilo o la red en el sitio que le resulta más cómodo, sino donde
piensa que hay más posibilidades de encontrar peces. Así nosotros, como “pescadores de hombres” que somos, tal vez tengamos que
hacer cambios personales para encontrar a las personas del territorio y aumentar nuestras oportunidades de recoger “peces de todo
género” (Mat. 4:19; 13:47). Por ejemplo, ¿podríamos aprovechar las últimas horas de la tarde o las primeras horas de la mañana para
predicar en las calles? Pablo nos puso el ejemplo de aprovechar toda oportunidad apropiada, pues su objetivo era “dar testimonio cabal
de las buenas nuevas” (Hech. 17:17; 20:20, 24).
3
Adaptar la presentación a las necesidades de la gente. Los pescadores a menudo adaptan sus métodos de pesca dependiendo del
tipo de peces que busquen. Y nosotros, ¿cómo pudiéramos hacer atractiva nuestra presentación a la gente del territorio a quien
tenemos el privilegio de predicar? Primero, introduciendo con prudencia un tema de interés general, y luego, escuchando con atención
los comentarios que hagan (Sant. 1:19). Para lograr que la persona se exprese, se le puede hacer una pregunta de punto de vista (Pro.
20:5). Entonces podremos adaptar nuestra presentación a algo que le interese específicamente a la persona. Pablo se hizo “toda cosa a
gente de toda clase” (1 Cor. 9:22). Es decir, fue adaptable, una cualidad esencial para llegar al corazón de la gente.
4
¡Qué alegría da proclamar “buenas nuevas de algo mejor”! (Isa. 52:7.) Y puesto que queremos llegar a la mayor cantidad de personas
posible, hagamos “todas las cosas por causa de las buenas nuevas” (1 Cor. 9:23).
LECCION 6 (a)
* Lv págs. 209,210
¿Cuándo hay que cubrirse la cabeza, y por qué?
Por inspiración, Pablo explicó que a veces las cristianas deben cubrirse la cabeza para realizar su servicio a Jehová. ¿En qué
situaciones tienen que hacerlo, y por qué? Examinemos las palabras del apóstol en 1 Corintios 11:3-16 para ver algunas pautas que les
permitirán actuar en cada caso de una forma que honre a Dios. Pablo apunta a tres factores a tomar en cuenta: 1) las actividades que
exigen que lleven cubierta la cabeza; 2) los ámbitos, o contextos, en que realizan dichas actividades, y 3) los motivos que tienen para
aplicar esta norma.
Las actividades. Pablo menciona dos: orar y profetizar (versículos 4, 5). Orar es, como sabemos, una forma de dar culto a Jehová; por
otro lado, profetizar se refiere hoy a la labor de enseñanza bíblica de los ministros y ministras cristianos. Entonces, ¿quiere decir Pablo
que las hermanas han de cubrirse siempre que estén orando o enseñando la Biblia? No. En realidad, todo depende del segundo factor:
el ámbito donde realicen estas actividades.
Los ámbitos. El apóstol alude a dos ámbitos: la familia y la congregación. Él escribe: “La cabeza de la mujer es el varón; [...] toda mujer
que ora o profetiza con la cabeza descubierta avergüenza su cabeza” (versículos 3, 5). En la familia, Jehová ha nombrado al esposo
cabeza de la mujer. Por eso, ¿qué sucede si ella asume funciones que Jehová reserva para el cabeza? Que, a menos que demuestre el
debido reconocimiento a la autoridad de su esposo, lo avergonzará. Veamos varios ejemplos. Una cristiana está con su esposo
presente y tiene que dar lecciones bíblicas a alguien. Por respeto a la autoridad del marido, debe cubrirse. Y da igual que él esté o
no bautizado, pues es cabeza de la familia. ¿Y si una cristiana tiene que orar o enseñar en presencia de un hijo menor bautizado?
Aunque él no es cabeza de la familia, la madre también se cubrirá. ¿Por qué? Porque respeta la autoridad que han recibido los varones
bautizados de la congregación.
Pablo se refiere al segundo ámbito, la congregación, al escribir: “Si algún hombre parece disputar en pro de otra costumbre, nosotros
no tenemos otra, ni tampoco las congregaciones de Dios” (versículo 16). Al frente de la congregación, Jehová ha puesto a hombres
bautizados (1 Timoteo 2:11-14; Hebreos 13:17). Así, solo permite que se nombre a varones para que cuiden Su rebaño como ancianos
y siervos ministeriales (Hechos 20:28). Pero a veces es preciso que una cristiana atienda tareas que normalmente corresponden a un
varón bautizado y competente. Por ejemplo, quizás tenga que dirigir una reunión para el servicio del campo porque no haya ningún
hermano capaz. Esta reunión es en realidad una extensión del programa de enseñanza de la congregación, y debería dirigirla un
hermano. Y lo mismo sucede si una cristiana tiene que dirigir, en presencia de un varón bautizado, un estudio bíblico establecido. Por
eso, ella deberá cubrirse en reconocimiento de que realiza una función propia de un hombre.
No obstante, la cristiana no tiene que llevar cubierta la cabeza para otras muchas facetas de la adoración. Por ejemplo, para comentar
en las reuniones, predicar de casa en casa (aunque vaya con su esposo u otro varón bautizado) y orar o estudiar con sus hijos
no bautizados. Ahora bien, ¿qué puede hacer si le surgen dudas en un caso específico? En primer lugar, analizar el asunto con más
detenimiento. Pero si la duda persiste, y se lo dicta la conciencia, no hay nada de malo en que se cubra.
Los motivos. En el versículo 10 encontramos dos motivos que impulsarán a la cristiana a cumplir con este requisito: “La mujer debe
tener una señal de autoridad sobre la cabeza [...] debido a los ángeles”. La primera razón se desprende de la expresión “una señal de
autoridad”. En efecto, la prenda que cubre la cabeza de la hermana es una señal de reconocimiento a la autoridad que Jehová otorga
dentro de la congregación a los varones bautizados. Es, por tanto, un medio por el que ella demuestra amor y lealtad a Dios. ¿Y cuál es
la segunda razón? Según el citado versículo, “debido a los ángeles”. Pero ¿qué efecto puede tener en estos poderosos espíritus el que
la mujer se cubra?
Los ángeles se fijan en todos los miembros de la organización de Jehová, tanto del cielo como de la Tierra, y están muy pendientes de
sus demostraciones de respeto a la autoridad divina. De hecho, se benefician del ejemplo de obediencia de los humanos imperfectos.
Al fin y al cabo, estos espíritus también deben dar prueba de sumisión al orden divino, algo que no todos ellos hicieron en su día (Judas
6). En la actualidad reciben un magnífico ejemplo cada vez que una cristiana se somete por voluntad propia a la autoridad de un
hermano bautizado, incluso si ella lo supera en experiencia, conocimiento o inteligencia. Y el ejemplo les resulta aún más impactante si
se trata de una cristiana ungida. ¿Por qué? Porque en el futuro dicha hermana será parte del grupo de coherederos que reinará con
Cristo en los cielos, en una posición superior a la de los propios ángeles. Como vemos, las cristianas tienen ante sí un verdadero
privilegio. Con su conducta leal y sumisa dan ante millones de ángeles una auténtica lección de humildad y obediencia.
[Notas]
La esposa cristiana no ora en voz alta en presencia de su cónyuge creyente a no ser por motivos excepcionales, como que él haya
perdido el habla por alguna enfermedad.
* ia pág. 80 párr. 16
16
¿Indica esto que Abigail no respetaba la autoridad de su esposo como cabeza de familia? De ninguna manera. Recordemos que la
vida de muchos hombres inocentes está en juego porque Nabal trató con falta de respeto al hombre que Dios había elegido para ser
rey. Si ella se quedara de brazos cruzados, ¿no estaría compartiendo hasta cierto grado la culpa de Nabal? Abigail reconoce que, ahora
más que nunca, le debe obediencia y lealtad a Dios antes que a su esposo.
* Km 9/01 pág. 3
Sección de preguntas
▪ ¿Qué información debe tratarse en las reuniones para el servicio del campo?
El propósito de tales reuniones es ayudarnos a centrarnos en la actividad que realizaremos a continuación: el ministerio. Por lo tanto, el
conductor tiene que prepararse bien e impartir información animadora, específica y práctica. Se puede leer y analizar de manera breve
el texto del día si trata directamente de la predicación. Sin embargo, debería hacerse más hincapié en la obra que se está por llevar a
cabo y así ayudar a los hermanos a ir mejor preparados al ministerio (2 Tim. 4:5).
También es adecuado examinar algunos puntos pertinentes de Nuestro Ministerio del Reino a fin de que todos sepan cuál es la
publicación que se ofrecerá y cómo hacerlo. Si es un día de revistas, se puede demostrar una presentación tomada de “Cómo presentar
las revistas”. Si se está ofreciendo otra publicación, se pueden señalar una o dos introducciones del libro Razonamiento que sean
apropiadas para el territorio local. Se podría analizar o demostrar algún aspecto del ministerio; por ejemplo, cómo utilizar la Biblia en la
predicación, contestar una objeción, ofrecer un estudio bíblico o cultivar el interés.
La reunión ha de durar de diez a quince minutos como máximo, lo que incluye la organización de los grupos, la asignación del territorio
y la oración. Antes de irse, todos tienen que saber adónde van y con quién predicarán, y luego se dirigirán al territorio sin demora. Como
la reunión es breve, hay que llegar a tiempo. Debe ser más breve aún si tiene lugar después de una reunión de congregación, como el
Estudio de La Atalaya, en cuyo caso no hay necesidad de leer y comentar el texto diario, puesto que ya se ha analizado un tema bíblico.
Se designará con antelación a los hermanos bautizados cualificados que dirigirán cada reunión para el servicio del campo. Si hay un día
específico en que a ninguno le es posible hacerlo, los ancianos nombrarán a las hermanas bautizadas que se encargarán de ello
cuando surja la necesidad. Sentada y con la cabeza cubierta, la hermana analizará con comentarios breves el texto diario u otros puntos
relativos a la predicación.
Las reuniones para el servicio del campo son excelentes ocasiones de animarnos y equiparnos para el ministerio. Cuanto mejor se
prepare el conductor, más se beneficiarán todos.
LECCION 7 (a)
* Jl lección 17
Lección 17
¿Cómo nos ayudan los superintendentes de circuito?
Las Escrituras Griegas Cristianas mencionan frecuentemente a Bernabé y al apóstol Pablo. Estos hombres eran superintendentes
viajantes que visitaban a las congregaciones de aquel tiempo. ¿Qué los motivaba? El interés genuino en el bienestar de sus hermanos
espirituales. Pablo manifestó su deseo de volver a visitar a los hermanos para ver cómo les iba. No le importaba recorrer cientos de
kilómetros con tal de fortalecerlos (Hechos 15:36). El mismo sentimiento impulsa a los superintendentes viajantes del día actual.
Vienen a animarnos. Los superintendentes de circuito visitan unas veinte congregaciones y pasan una semana con cada una de ellas
dos veces al año. Podemos sacar mucho provecho de la experiencia de estos hermanos y de sus esposas, si son casados. Ellos
procuran conocer a jóvenes y mayores por igual, y están deseosos de ir con nosotros a predicar y a visitar a las personas a las que
damos clases bíblicas. Estos superintendentes realizan visitas pastorales con los ancianos; además, pronuncian discursos entusiastas
en las reuniones y asambleas con el fin de animarnos (Hechos 15:35).
Se interesan por todos. Los superintendentes de circuito están profundamente interesados en el estado espiritual de las
congregaciones. Se reúnen con los ancianos y los siervos ministeriales para analizar los progresos que se han hecho y para darles
consejos prácticos sobre el desempeño de sus deberes. Ayudan a los precursores a mejorar su ministerio y acrecentar los resultados, y
les da mucho gusto conocer a las personas que están empezando a reunirse con nosotros y saber que están adelantando
espiritualmente. Cada uno de estos hermanos se gasta de buen grado y es un “colaborador para [nuestro] bien” (2 Corintios 8:23).
Imitemos su fe y su devoción a Dios (Hebreos 13:7).
▪ ¿Con qué objetivo visitan las congregaciones los superintendentes de circuito?
▪ ¿Cómo puede usted sacar provecho de sus visitas?
* Km 6/89 pág. 3
Apoye la visita del superintendente de circuito
1
Desde el 15 de octubre de 1946, las congregaciones han estado organizadas en circuitos que gozan de las visitas de superintendentes
viajantes de tiempo completo. Ya por casi 43 años esta provisión teocrática ha beneficiado tanto a individuos como a congregaciones.
(Isa. 1:26.) Nuestro apoyo continuo a este arreglo redundará en muchas bendiciones adicionales. (Efe. 4:7, 8, 11.)
PREPÁRESE PARA LA VISITA
2
Una vez que se anuncie la visita del superintendente de circuito, podemos comenzar a prepararnos para esta y hacer ajustes en
nuestro horario a fin de dar apoyo pleno a la actividad especial durante esa semana. Algunos publicadores hacen planes para servir de
precursores auxiliares y así dedicar más tiempo al ministerio del campo. Otros quizás tomen uno o dos días de vacaciones para
participar en la predicación. Muchos publicadores hacen arreglos específicos para trabajar con el superintendente viajante en algún
rasgo del servicio. Nuestro apoyo de corazón al ministerio del campo durante esa semana resultará en muchos galardones.
3
Los informes de los superintendentes viajantes indican que hay lugar para mejorar con relación al apoyo que damos a la obra de hacer
revisitas y conducir estudios bíblicos por las tardes. ¿Podría usted programar revisitas o un estudio bíblico por la tarde durante la visita?
El superintendente de circuito gustosamente lo acompañará, y será para él un placer conducir el estudio si usted lo desea.
AYUDA PERSONAL
4
Una de las metas principales del superintendente de circuito es proveer instrucción adicional a cualquiera que esté procurando
alcanzar mayores privilegios de servicio. (1 Tim. 3:1.) ¿Tiene preguntas sobre sus asignaciones o responsabilidades específicas? ¿Le
gustaría mejorar sus aptitudes y su organización personal? ¿Le interesa el servicio de Betel, Galaad o la Escuela de Entrenamiento
Ministerial? ¿Le gustaría servir donde hay mayor necesidad de ayuda, sea en su circuito o en cualquier otro lugar de los Estados
Unidos? Sin importar cuáles sean sus metas espirituales, el superintendente de circuito con gusto las considerará con usted.
5
Si el superintendente de circuito es casado, su esposa también es una sierva devota de Jehová, y es muy probable que sea
precursora y pueda apoyar plenamente los arreglos para el servicio del campo. Gracias a su experiencia y participación regular en el
ministerio en diversos territorios, ella está capacitada en la obra de predicar, y está dispuesta a trabajar particularmente con otras
hermanas en el servicio de casa en casa y a acompañarlas a hacer revisitas y conducir estudios bíblicos en los hogares. Esta hermana
merece el mismo encomio amoroso que Pablo dio respecto a Febe. (Rom. 16:1, 2.)
6
No queremos pasar por alto el privilegio que tenemos de mostrar hospitalidad al superintendente viajante y a su esposa, si es casado.
Muchos hermanos atesoran los recuerdos, así como el ánimo que recibieron cuando invitaron a su hogar a estos ministros viajantes o
compartieron una comida con ellos y disfrutaron de su agradable compañerismo espiritual. (3 Juan 5-8.)
7
El pueblo de Jehová sigue beneficiándose de las visitas regulares de superintendentes viajantes maduros. Los beneficios que
recibamos personalmente de este arreglo dependerán de lo bien que nos preparemos para la visita y del apoyo que demos a esta.
Sigamos resueltos a apoyar de lleno la próxima visita de nuestro superintendente de circuito.
LECCION 7 (b)
* Lv pág. 54 párr. 8
8
¿Qué es el “aire”, o espíritu, del mundo? Es la fuerza invisible que influye para mal en las personas. ¿Cómo? Incitándolas a
desobedecer a Dios y promoviendo “el deseo de la carne y el deseo de los ojos” (1 Juan 2:16; 1 Timoteo 6:9, 10). ¿Por qué tiene este
espíritu “autoridad”, o poder, sobre la humanidad? Porque apela a sus tendencias pecaminosas, es casi imperceptible, actúa
incesantemente y, como el aire, está por todas partes. ¿Y de qué manera “opera” en la gente? Favoreciendo el desarrollo gradual de
cualidades anticristianas, como el egoísmo, el orgullo, la ambición, la actitud de independencia moral y la rebeldía. En resumen, logra
que, poco a poco, las cualidades del Diablo crezcan en el corazón del hombre (Juan 8:44; Hechos 13:10; 1 Juan 3:8, 10).
LECCION 8 (a)
* lv pág. 55 recuadro
¿ME MANTENGO NEUTRAL?
Principio: “Mi reino no es parte de este mundo” (Juan 18:36)
Preguntas para meditar
▪ ¿Cómo explicaría yo que el saludo a la bandera es un tipo de idolatría? (Éxodo 20:4, 5; 1 Juan 5:21.)
▪ Cuando me toque explicar por qué no participo en determinadas ceremonias nacionales, ¿cómo demostraré que respeto a quienes
no comparten mis creencias? (1 Pedro 3:15.)
▪ ¿Cuáles son las razones por las que yo no respaldo a ningún partido político ni realizo ningún tipo de servicio militar? (Juan 13:34;
1 Juan 3:10-12.)
LECCION 8(b)
* Km 1/06 Pág. 1
Mostremos interés personal haciendo preguntas y escuchando
1
A la mayoría de las personas les gusta exponer sus puntos de vista, pero les desagrada que alguien las sermonee o las interrogue.
Por eso, los ministros cristianos debemos aprender el arte de usar las preguntas para que nuestros oyentes se expresen (Pro. 20:5).
2
Nuestras preguntas no deben intimidar a la persona, sino invitarla a expresarse. Al ir de casa en casa, cierto hermano pregunta: “¿Le
parece que llegará el día en que todos nos tratemos con dignidad y respeto?”. Dependiendo de la respuesta, prosigue diciendo: “¿Qué
cree usted que haría falta para lograrlo?”, o “¿Por qué cree usted eso?”. Otro hermano, cuando da testimonio informalmente o en
lugares públicos, pregunta a quienes tienen hijos: “¿Qué es lo que más le gusta de ser padre?”. Entonces pasa a decir: “¿Y qué es lo
que más le preocupa?”. Observe que estas preguntas permiten que los oyentes expresen sus opiniones sin sentirse presionados.
Puesto que las circunstancias varían, es importante hacer que el tema y el tono de las preguntas se adapten a aquellos a quienes
predicamos en nuestro territorio.
3
Cómo lograr que se expresen. Si las personas están dispuestas a expresarse, escuche con paciencia sin interrumpirlas
innecesariamente (Sant. 1:19). Agradézcales sus comentarios (Col. 4:6). Quizá baste con decir: “Esa es una opinión muy interesante”.
Encómielas con sinceridad siempre que pueda. De manera bondadosa, hágales otras preguntas para averiguar lo que piensan y por
qué opinan así. Busque un terreno común. Para dirigirlas a un texto bíblico, podría decir: “¿Ha pensado alguna vez en esta
posibilidad?”. No sea dogmático ni discuta (2 Tim. 2:24, 25).
4
La forma en que los oyentes respondan a nuestras preguntas bien puede depender de cómo escuchemos nosotros. Las personas
perciben si de verdad les estamos prestando atención. Un superintendente viajante señaló: “Demostrar que uno está dispuesto a
escuchar con paciencia ejerce una asombrosa atracción y es una magnífica manera de expresar afecto e interés personal”. El que
escuchemos a los demás los dignifica, y es probable que los impulse a prestar atención a las buenas nuevas que procuramos
transmitirles (Rom. 12:10).
* Km 2/01 pág. 1
Cómo persuadir a otras personas
1
El apóstol Pablo se ganó la fama de ser un ministro persuasivo (Hech. 19:26). Incluso el rey Agripa le dijo: “En poco tiempo me
persuadirías a hacerme cristiano” (Hech. 26:28). ¿Qué hizo que el ministerio de Pablo resultara tan convincente? Razonaba con sus
oyentes de manera lógica basándose en las Escrituras y adaptando sus argumentos al auditorio (Hech. 28:23).
2
En imitación de Pablo, nosotros también debemos ser persuasivos en nuestro ministerio. ¿Cómo? Hablando y escuchando con
perspicacia (Pro. 16:23). Seguir estos tres pasos nos ayudará a lograrlo.
3
Escuchemos con atención. Mientras habla la otra persona, debemos buscar un terreno común sobre el cual elaborar nuestro
razonamiento. Si presenta una objeción, intentemos percibir la causa. Sería útil saber exactamente en qué cree, qué la convenció y por
qué (Pro. 18:13). Tratemos de obtener dicha información con tacto.
4
Hagamos preguntas. Si alguien nos dice que cree en la Trinidad, pudiéramos preguntarle: “¿Ha pensado siempre así?”. Y añadir:
“¿Ha estudiado alguna vez detenidamente lo que la Biblia dice al respecto?”. También pudiéramos plantearle el siguiente razonamiento:
“Si Dios fuera una Trinidad, ¿no esperaríamos que la Biblia lo indicase con claridad?”. Sus respuestas nos ayudarán a razonar con él
sobre lo que enseñan las Escrituras.
5
Empleemos razonamientos sólidos. Un Testigo le preguntó a una mujer que creía que Jesús era Dios: “Si usted quisiera ilustrar que
dos personas son iguales, ¿qué parentesco emplearía?”. Ella contestó: “Podría referirme a dos hermanos”. Entonces él añadió: “Puede
que hasta a gemelos idénticos. Pero al enseñarnos a ver a Dios como el Padre y a él mismo como el Hijo, ¿qué dio a entender Jesús?”.
La mujer captó la idea de que Dios es mayor y tiene más autoridad (Mat. 20:23; Juan 14:28; 20:17). El hermano pudo razonar con ella y
llegarle al corazón gracias al arte de la persuasión.
6
Por supuesto, sin importar lo lógica y exacta que sea nuestra presentación, no todo el mundo recibe la verdad con agrado. Aun así,
busquemos diligentemente, al igual que Pablo, a las personas sinceras de nuestro territorio y persuadámoslas a aceptar el mensaje del
Reino (Hech. 19:8).
* Km 6/96 pág. 7
Las conversaciones amigables pueden llegar al corazón
1
La conversación pudiera definirse como un “intercambio oral de impresiones”. Entablar conversaciones amigables sobre temas que
interesan a los oyentes puede captar la atención de estos y ayudarnos a llegar a su corazón con el mensaje del Reino. La experiencia
ha demostrado que es mucho más eficaz hablar amigable y tranquilamente con la gente que presentarle un sermón.
2
Cómo empezar una conversación amigable: Conversar con la gente no significa que tengamos que presentar una impresionante
serie de ideas y textos bíblicos. Implica sencillamente lograr que la otra persona hable con nosotros. Por ejemplo, cuando mantenemos
una conversación amena con el vecino, no estamos rígidos, sino tranquilos. No estamos pensando en lo que vamos a decir después,
sino que respondemos naturalmente a las ideas que exprese nuestro interlocutor. Mostrar interés sincero en lo que la persona dice tal
vez la anime a seguir conversando con nosotros. Lo mismo sucede cuando damos testimonio.
3
Para entablar conversaciones amigables podemos valernos de temas como el delito, los problemas de los jóvenes, las noticias locales,
las condiciones mundiales o incluso el tiempo. Los asuntos que afectan directamente la vida de la gente suelen despertar su interés.
Una vez que se haya empezado la conversación, podemos dirigir poco a poco la atención al mensaje del Reino.
4
Conversar tranquilamente no significa que no tengamos que prepararnos de antemano. Dicha preparación es necesaria. Sin embargo,
no tenemos que formular un bosquejo riguroso ni memorizar un sermón, pues eso resultaría en una conversación inflexible, y no se
adaptaría a las circunstancias que se presentaran. (Compárese con 1 Corintios 9:20-23.) Una excelente manera de prepararnos
consiste en seleccionar uno o dos temas bíblicos con el objetivo de conversar sobre estos. Repasar los que contiene el libro
Razonamiento puede resultarnos útil.
5
Cualidades esenciales para mantener una conversación amigable: Cuando hablemos con otras personas debemos ser afectuosos
y sinceros. Una sonrisa y un aspecto alegre ayudan a reflejar dichas cualidades. Tenemos el mejor mensaje del mundo, y es muy
atrayente para las personas de corazón honrado. Si perciben que nuestro interés en ellas está motivado por un deseo sincero de
comunicarles buenas noticias, tal vez se sientan impulsadas a escuchar. (2 Cor. 2:17.)
6
Conversar con otros debe ser una experiencia placentera. Por eso, debemos ser bondadosos y prudentes cuando presentemos el
mensaje del Reino. (Gál. 5:22; Col. 4:6.) Procuremos dejar una buena impresión en el amo de casa. Así, aunque no le hayamos llegado
al corazón durante la primera visita, quizás esté más dispuesto a escuchar a un Testigo la próxima vez.
7
Entablar una conversación amigable no es el resultado de dominar un sermón complicado. Simplemente es cuestión de despertar el
interés del amo de casa en un tema que le atañe. Una vez que nos hayamos preparado de antemano estaremos listos para conversar
de manera amigable con la gente. Procuremos llegar al corazón de las personas con quienes hablamos al comunicarles las mejores
noticias que existen, las de las bendiciones eternas del Reino. (2 Ped. 3:13.)
* Km 7/97 pág. 1
Demos testimonio dondequiera que haya gente
1
Reconociendo el papel que el espíritu de Dios había desempeñado en su ministerio, el apóstol Pablo dijo: “Dios siguió haciéndolo
crecer”. Asimismo admitió: “Somos colaboradores de Dios”. (1 Cor. 3:5-9.) Este es un privilegio maravilloso. ¿Cómo demostramos
públicamente que estimamos el ser colaboradores de Dios? Declarando las buenas nuevas a cuantos hallamos en la obra de casa en
casa y en cualquier otro lugar.
2
Se nos ordena hacer “discípulos de gente”. (Mat. 28:19.) Si solo nos ponemos en contacto con unas cuantas personas en el ministerio,
podemos cansarnos rápidamente y pensar que hemos logrado poco; en cambio, disfrutamos más del ministerio cuando encontramos
muchas personas y conversamos con ellas. Conseguirlo puede ser un poco difícil, pues requiere que tomemos la iniciativa de ir
dondequiera que haya gente para comunicarnos con ella.
3
Ejemplos prácticos: Podemos predicar en los mercados, los parques, las áreas de descanso y las terminales de transporte público.
Cuando utilizamos el transporte público, ¿vamos preparados para dar testimonio durante el viaje? Dos Testigos que se dirigían a la
reunión para el servicio del campo en un autobús atestado, conversaban sobre la lámina del Paraíso que se encuentra en el libro
Conocimiento y sobre las promesas de Dios para el futuro. Tal como esperaban que sucediera, un joven que estaba de pie cerca de
ellos quedó impresionado por lo que oyó. Antes de bajarse del autobús, aceptó un libro y pidió que alguien lo visitara en su hogar.
4
A muchos publicadores les encanta dar testimonio informalmente. Cierta hermana fue al centro comercial de su barrio una tarde y
abordó a las personas que ya habían hecho sus compras, pero que parecían no tener prisa. Distribuyó todas las publicaciones que
llevaba en el bolso. Un hombre que esperaba en su auto se alegró de recibir las revistas. Había asistido antes a las reuniones, y la
conversación con la hermana reavivó su interés.
5
Es un privilegio exaltar el nombre de Jehová. Al manifestar celo por la predicación, mostramos que no hemos pasado por alto el
propósito de la bondad inmerecida que Dios nos ha mostrado. Puesto que “ahora es el tiempo especialmente acepto” para ayudar a
otros, vayamos adondequiera que haya gente y démosle testimonio del “día de salvación” de Jehová. (2 Cor. 6:1, 2.)
* Km 2/91 pág. 8
Presentando las buenas nuevas... mediante testificar en las calles
1
Proverbios 1:20 dice: “La sabiduría verdadera misma sigue clamando a gritos en la calle misma. En las plazas públicas sigue dando su
voz”. Estas palabras resultan veraces especialmente hoy, a medida que los siervos de Jehová predican con celo las buenas nuevas del
Reino dondequiera que hallen personas. Al igual que Jesús y los profetas de la antigüedad, el amor genuino que le tenemos a la gente
nos impulsa a hablar de la verdad a todos, en todas partes. (Jer. 11:6; Mar. 6:56; Luc. 13:22, 26.)
2
Aunque por lo general el hogar de la persona es el mejor sitio para hablar con ella sobre la verdad, no hallamos a muchas personas
cuando predicamos de casa en casa. Si encontramos a alguien en su hogar, por lo general es la misma persona con quien hablamos la
vez anterior, y no hablemos con otros miembros de la familia. Por lo tanto, el testificar en las calles debe tener un lugar definido en
nuestro ministerio. Puede que descubra que el testificar en las calles es como cierto precursor lo expresó: “un territorio interesante,
nuevo, donde sí hay personas”.
SEA AFECTUOSO Y POSITIVO
3
¿Por qué no trata de testificar con regularidad en las calles de la misma zona? Cierta hermana que hace esto dice que se ha
familiarizado con la mayoría de los comerciantes y con otras personas que frecuentan “su” calle. Eso ha resultado en una buena
relación con ellos, abriendo el camino para muchas consideraciones bíblicas productivas. Un precursor auxiliar que disfruta plenamente
de testificar en las calles dijo que aborda a los que miran los escaparates, los que están sentados en sus automóviles, los que esperan
el autobús y hasta a los que en otras ocasiones han dicho que no. Se requiere valor y buen juicio para ser denodados y persuasivos,
pero no demasiado persistentes.
4
La clave para testificar eficazmente en las calles consiste en abordar a las personas de manera afectuosa, alegre y sincera. Sonría. Si
puede, trate de captar la atención de la persona; si no, abórdela de manera amigable. Observe las circunstancias y válgase de estas.
Cierta hermana observa a las señoras que llevan bolsas de víveres y les dice: “Veo que ha estado comprando comestibles. El costo de
estos realmente ha subido. ¿Le puedo dejar alimento estimulador para la mente y el corazón? He disfrutado de este artículo...”. A
alguien con hijos le dice: “Veo que tiene dos niños muy hermosos. ¿Sabía usted que la Biblia dice que los hijos son una bendición de
Dios? Permítame mostrarle...”. Al abordar a alguien que está pensativo le dice: “Veo que está pensando en algo. Hoy el mundo está tan
lleno de problemas, ¿no es cierto? ¿Cree usted que llegará el día en que...?”.
5
Si la persona tiene prisa, pudiera sencillamente entregarle un tratado y decir: “Aquí tiene algunas buenas nuevas para que las lea
cuando tenga la oportunidad”. Si la gente no parece tener prisa, ofrézcale las revistas y mencione el arreglo de donaciones. Siempre
que sea posible es bueno dejar literatura en manos de las personas.
6
Muchos publicadores que temían testificar en las calles ahora consideran esta actividad como su forma favorita de predicar. Por
supuesto, hay que ejercer buen juicio al trabajar en zonas peligrosas o a horas que no sean apropiadas. Aun en pueblos pequeños, por
lo general hay zonas donde hay mucho movimiento de personas, como por ejemplo, los centros de transportación pública o los
estacionamientos públicos, donde uno puede abordar a la gente con las buenas nuevas. Aproveche las oportunidades que se
presenten, y con sabiduría proclame las buenas nuevas en las calles y en las plazas públicas, para bendición de los que escuchen y
para la honra de Jehová. (Pro. 1:20.)
* Km 3/12 pág. 2
Prediquemos sin temor en los negocios
1
¿Le resulta intimidante predicar en los negocios? Si así es, no se preocupe; usted no es el único. Hasta el apóstol Pablo, quien fue un
intrépido predicador, tuvo que armarse de valor para llevar a cabo su comisión (1 Tes. 2:2). A continuación hallará tres preguntas
frecuentes sobre la predicación en los negocios y algunas sugerencias prácticas.
2
¿Sentirán los empleados que los estoy interrumpiendo? En muchos negocios, los empleados tienen el deber de dejar lo que están
haciendo a fin de atender al público. Además, por lo general serán corteses con usted, pues lo verán como un posible cliente. Si se viste
de manera digna y es amable, será más probable que lo traten con respeto.
3
¿Tendré que predicar frente a muchos clientes? Sería conveniente escoger un horario en el que no haya tantos clientes, como
cuando se abre el negocio. Espere a que el gerente o el empleado esté solo y procure ser breve.
4
¿Qué podría decir? Si en el negocio hay varios empleados, hable con la persona encargada. Podría decirle algo así: “Rara vez
encontramos a las personas de negocios en sus hogares, por eso las visitamos en el trabajo. Como sé que está ocupado, seré breve”.
A fin de que no lo confundan con un vendedor, tal vez sería mejor no pedir donaciones a menos que alguien quiera saber cómo se
financia nuestra obra. Dependiendo del tipo de negocio, podría preguntarle al encargado si puede hablar brevemente con el resto de los
empleados. Utilice la misma presentación. Si alguno de los empleados está muy ocupado, acorte la presentación y déjele un tratado.
Si no le es posible hablar con nadie más, pregunte si puede dejar publicaciones en el área de receso o en algún otro lugar.
5
Jesús y Pablo predicaron con valor en los lugares de trabajo de las personas, y usted también puede hacerlo (Mat. 4:18-21; 9:9; Hech.
17:17). Pídale a Jehová que le infunda tranquilidad y denuedo (Hech. 4:29). Predicar en los negocios es muy productivo, pues casi
siempre hallará personas. ¿Por qué no lo intenta?
* Km 7/04 pág. 4
La predicación en territorio de negocios
1
¿Le gustaría predicar en un territorio donde por lo general las visitas son bien recibidas y casi siempre hay gente? Tal vez pueda
hacerlo en el propio territorio de su congregación. ¿Cómo? Visitando los negocios. Los publicadores que predican en los comercios a
menudo obtienen buenos resultados.
2
Los territorios asignados a algunas congregaciones comprenden zonas comerciales. El hermano encargado puede preparar tarjetas de
territorio especiales para estas áreas donde se concentran los negocios. En las tarjetas de territorio de viviendas que incluyan esas
mismas áreas habrá que indicar claramente que los comercios no deben visitarse. En otros casos, el territorio abarcará los negocios y
las viviendas. Si nunca antes ha predicado en negocios, comience en unos cuantos establecimientos pequeños.
3
Emplee una introducción sencilla. Para predicar en los negocios, vístase como si fuera a una reunión en el Salón del Reino.
También será conveniente escoger una hora en la que el comercio no tenga mucho trabajo. Si es posible, entre cuando no haya clientes
esperando a que los atiendan. Pida hablar con el gerente o la persona encargada y sea breve. ¿Qué podría decirle?
4
Al hablar con el propietario o el gerente, puede decir algo así: “Los comerciantes tienen horarios tan ocupados que rara vez los
encontramos en sus hogares, por eso lo visitamos en su lugar de trabajo. Nuestras revistas ofrecen una perspectiva global de los
sucesos actuales”. A continuación destaque brevemente un punto de la revista.
5
He aquí otra opción sencilla: “A muchas personas les gustaría aprender más de la Biblia, pero disponen de poco tiempo. Este tratado
describe un programa de estudio gratuito que le permitirá encontrar las respuestas a sus preguntas sobre la Biblia”. Luego muéstrele las
páginas 4 y 5 del tratado ¿Le gustaría saber más de la Biblia?
6
Si la persona que está al cargo parece estar ocupada, puede ofrecerle sin más el tratado y decir: “Pasaré en otra ocasión que no esté
tan ocupado. Me gustaría saber qué opina acerca de este tratado”.
7
Cultive el interés. En los territorios de negocios también se pueden dirigir estudios bíblicos. Un precursor especial le dejaba las
revistas regularmente a un comerciante. Cuando este manifestó interés por lo que leía, el precursor le demostró con el folleto Exige en
qué consistía el estudio bíblico. El estudio se estableció en el mismo lugar de trabajo, y, teniendo en cuenta las circunstancias de la
persona, el precursor limitaba cada sesión a 10 ó 15 minutos. Imitemos su ejemplo y sigamos buscando a los merecedores mediante la
predicación en territorios de negocios.
LECCION 10 (a)
* it-2 pág. 80
No fue un cocreador. No obstante, la participación del Hijo en las obras creativas no lo hicieron un cocreador de su Padre. El poder
para la creación procedía de Dios mediante su espíritu santo o fuerza activa. (Gé 1:2; Sl 33:6.) Y como Jehová es la Fuente de toda la
vida, toda la creación animada, visible e invisible, le debe la vida a Él. (Sl 36:9.) Más que un cocreador, fue el agente o instrumento por
medio del que Jehová, el Creador, realizó sus obras. Jesús mismo atribuyó la creación a Dios, como lo hacen todas las Escrituras. (Mt
19:4-6; véase CREACIÓN.)
Sabiduría personificada. Lo que las Escrituras dicen sobre la Palabra encaja de modo sobresaliente con la descripción de Proverbios
8:22-31. En este pasaje se personifica a la sabiduría, se la representa como si pudiera hablar y actuar. (Pr 8:1.) Muchos escritores
cristianos de los primeros siglos de la era común entendieron que este pasaje se refería simbólicamente al Hijo de Dios en su estado
prehumano. En vista de los textos ya analizados, no puede negarse que Jehová ‘produjera’ al Hijo “como el principio de su camino, el
más temprano de sus logros de mucho tiempo atrás”, ni que el Hijo estuviera al “lado [de Jehová] como un obrero maestro” durante la
creación de la Tierra, como dicen estos versículos de Proverbios. Es verdad que en hebreo, cuyos sustantivos tienen género (como en
español), la palabra para “sabiduría” está siempre en femenino. El que se personifique a la sabiduría no cambia su género, pero
tampoco impide que se use figuradamente para representar al Hijo primogénito de Dios. La palabra griega para “amor” en la frase “Dios
es amor” (1Jn 4:8) también está en femenino, aunque el término Dios es masculino. Salomón, el escritor principal de Proverbios (Pr 1:1),
se aplicó el título qo·hé·leth (congregador) (Ec 1:1), aunque el género de esta palabra también es femenino.
La sabiduría solo se manifiesta cuando se expresa de algún modo. La sabiduría de Dios se expresó en la creación (Pr 3:19, 20)
mediante su Hijo. (Compárese con 1Co 8:6.) Del mismo modo, el propósito sabio de Dios concerniente a la humanidad también se hace
manifiesto mediante su Hijo, Jesucristo, y se sintetiza en él. Por eso el apóstol pudo decir que Cristo representa “el poder de Dios y la
sabiduría de Dios”, y que Cristo Jesús “ha venido a ser para nosotros sabiduría procedente de Dios, también justicia y santificación y
liberación por rescate”. (1Co 1:24, 30; compárese con 1Co 2:7, 8; Pr 8:1, 10, 18-21.)
En qué sentido es “Hijo unigénito”. El que a Jesús se le llame “Hijo unigénito” (Jn 1:14; 3:16, 18; 1Jn 4:9) no significa que las otras
criaturas celestiales creadas no sean hijos de Dios, puesto que también se las llama hijos. (Gé 6:2, 4; Job 1:6; 2:1; 38:4-7.) Sin
embargo, por ser la única creación directa de su Padre, el Hijo primogénito fue único, diferente de todos los demás hijos de Dios, a los
que Jehová creó o engendró mediante ese Hijo primogénito. De modo que “la Palabra” era el “Hijo unigénito” de Jehová en un sentido
especial, igual que Isaac también lo fue de Abrahán en un sentido particular (su padre ya había tenido otro hijo, pero no de su esposa
Sara). (Heb 11:17; Gé 16:15.)
* it-2 pág. 79
JESUCRISTO
Nombre y título del Hijo de Dios desde que fue ungido en la Tierra.
El nombre Jesús (gr. I·ē·sóus) corresponde al nombre hebreo Jesúa (o Jehosúa, su forma completa), que significa “Jehová Es
Salvación”. Era un nombre bastante común en aquel tiempo. Por eso, con frecuencia se precisaba especificar diciendo “Jesús el
Nazareno”. (Mr 10:47; Hch 2:22.) El título Cristo viene del griego Kjri·stós, cuyo equivalente en hebreo es Ma·schí·aj (Mesías), que
significa “Ungido”. Aunque el término “ungido” se aplicó apropiadamente a otros hombres anteriores a Jesús, como Moisés, Aarón y
David (Heb 11:24-26; Le 4:3; 8:12; 2Sa 22:51), el puesto, cargo o servicio para el que se les ungió solo prefiguró o tipificó el puesto,
cargo y servicio superiores de Cristo Jesús. Por consiguiente, Jesús es por excelencia y de modo singular “el Cristo, el Hijo del Dios
vivo”. (Mt 16:16; véanse CRISTO; MESÍAS.)
Existencia prehumana. La persona que llegó a ser conocida como Jesucristo no empezó su vida aquí en la Tierra. Él mismo habló de
su existencia celestial prehumana. (Jn 3:13; 6:38, 62; 8:23, 42, 58.) En Juan 1:1, 2 se da el nombre celestial del que llegó a ser Jesús, al
decir: “En el principio la Palabra [gr. Ló·gos] era, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era un dios [“era divina”, Sd; compárese con
An American Translation, Moffat (ambas en inglés); o: “de esencia divina”, Böhmer; Stage (ambas en alemán)]. Este estaba en el
principio con Dios”. Dado que Jehová es eterno y no tuvo principio (Sl 90:2; Rev 15:3), el que la Palabra estuviera con Dios desde el
“principio” debe referirse al principio de las obras creativas de Jehová. Esta conclusión la confirman otros textos que identifican a Jesús
como “el primogénito de toda la creación”, “el principio de la creación por Dios”. (Col 1:15; Rev 1:1; 3:14.) De modo que las Escrituras
identifican a la Palabra (Jesús en su existencia prehumana) como la primera creación de Dios, su Hijo primogénito.
Las mismas declaraciones de Jesús prueban que Jehová era verdaderamente el Padre o Aquel que dio vida a este Hijo primogénito, de
modo que este Hijo era en realidad una creación de Dios. Él señaló a Dios como la Fuente de su vida, cuando dijo: “Yo vivo a causa del
Padre”. Según el contexto, eso significaba que su vida procedía de su Padre o había sido causada por Él, de la misma manera que los
hombres encaminados a la muerte podrían conseguir vida si ejercían fe en el sacrificio de rescate de Jesús. (Jn 6:56, 57.)
Si los cálculos de los científicos modernos sobre la edad del universo material se aproximan a la realidad, la existencia de Jesús como
criatura celestial empezó miles de millones de años antes de la creación del primer ser humano. (Compárese con Miq 5:2.) El Padre se
valió de su Hijo primogénito celestial para crear todas las demás cosas (Jn 1:3; Col 1:16, 17), entre ellas los millones de otros hijos de la
familia celestial de Jehová Dios (Da 7:9, 10; Rev 5:11), así como el universo material y las criaturas que al principio se colocaron en él.
Lógicamente, Jehová se dirigía a este Hijo primogénito cuando dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza”.
(Gé 1:26.) Todas estas otras cosas no solo fueron creadas “mediante él”, sino también “para él”, como el Primogénito de Dios y el
“heredero de todas las cosas”. (Col 1:16; Heb 1:2.)
LECCION 10 (b)
LECCION 11 (a)
* be pag 76
En vez de pensar en cuántos aspectos de la oratoria ha abarcado o qué tipo de intervenciones se le han asignado, reflexione en cómo
han mejorado sus sacrificios de alabanza a causa de la formación recibida. Puesto que la escuela nos capacita para que seamos más
eficaces en el ministerio, pregúntese: “¿Preparo lo que voy a decir en el servicio del campo? ¿He aprendido a mostrar interés en las
personas a las que predico? ¿Siento la base para visitas posteriores dejando pendiente una pregunta? ¿Procuro mejorar mi aptitud
docente de modo que llegue al corazón de quienes estudian la Biblia conmigo?”.
No evalúe sus logros tan solo por los privilegios de servicio que se le conceden. El progreso no depende del tipo de asignación que
recibe, sino de cómo la desempeña. Tras una intervención que le haya exigido enseñar, pregúntese: “¿Realmente he sido un buen
maestro? ¿He presentado la información de tal modo que influya de manera significativa en los oyentes?”.
La exhortación a utilizar sus dones implica que tome la iniciativa. ¿Invita a otros hermanos a trabajar con usted en el ministerio del
campo? ¿Piensa en la manera de ayudar a los nuevos, los jóvenes o los enfermos de la congregación? ¿Se ofrece para limpiar el Salón
del Reino o colaborar de diversas formas en las asambleas? ¿Podría ser precursor auxiliar periódicamente? ¿Le sería posible
emprender el precursorado regular o quizá servir en una congregación más necesitada de ayuda? Si es usted un hermano, ¿procura
reunir los requisitos bíblicos para ser siervo ministerial o anciano? Su disposición para ofrecerse y aceptar responsabilidades es otro
indicador de su progreso (Sal. 110:3).
* ia pag 188-194
CAPÍTULO 22
Un hombre de gran lealtad
PEDRO mira con preocupación las caras de quienes están escuchando a Jesús. Se encuentra en la sinagoga de Capernaum, la ciudad
donde viven tanto él como sus familiares, amigos y compañeros de trabajo. Su negocio de pesca también está allí, al norte del mar de
Galilea. Sin duda, Pedro desea que toda aquella gente comparta con él la emoción de escuchar al mismísimo Jesús, el mejor maestro
de la historia, hablándoles del Reino de Dios. Sin embargo, parece que las cosas están tomando otro rumbo.
2
De hecho, muchos han dejado de prestar atención. Algunos incluso están criticando descaradamente el mensaje de Jesús. Pero lo
que más inquieta a Pedro es que varios discípulos de Cristo tampoco parecen cómodos. Sus rostros ya no reflejan la alegría de estar
aprendiendo la verdad. Se los ve claramente molestos. Pero eso no es todo: muchos de ellos llegan a afirmar que el discurso de Jesús
es ofensivo, se niegan a seguir escuchándolo y se marchan de allí. Es más, a partir de ese momento dejan de seguir a Jesús (lea Juan
6:60, 66).
3
También a los apóstoles les cuesta asimilar las palabras de su Maestro. A decir verdad, tampoco Pedro las comprende por completo, y
hay que admitir que podrían resultar ofensivas si se tomaran al pie de la letra. ¿Qué decidirá hacer? No es la primera vez que se pone a
prueba su lealtad a Jesús, y tampoco sería la última. Veamos, pues, cómo la fe firme de este hombre le ayudó a superar las pruebas y
mantenerse leal.
Cuando los demás no fueron leales
4
En realidad, fueron muchas las ocasiones en las que las palabras y acciones de Jesús dejaron desconcertado a Pedro. Una de ellas
había ocurrido justo el día anterior. Después de que Jesús había alimentado milagrosamente a varios miles de personas, algunos
intentaron nombrarlo rey, pero él reaccionó de una forma que sorprendió a muchos: se fue de allí para evitarlo. Luego ordenó a sus
discípulos que subieran a una barca y se dirigieran a Capernaum. Esa misma noche, mientras navegaban, volvieron a quedarse
admirados al ver a Jesús caminando hacia ellos sobre las aguas del mar de Galilea en medio de una tormenta. En aquella ocasión,
Jesús le enseñó a Pedro una importante lección sobre la fe.
5
Por la mañana, los discípulos se dieron cuenta de que la multitud también los había seguido. ¿Qué hizo Jesús entonces? Él sabía que
no buscaban aprender verdades espirituales, sino recibir más comida milagrosamente, y por eso los reprendió (Juan 6:25-27). En la
sinagoga de Capernaum continuó hablando del asunto y les transmitió una compleja pero importante enseñanza, una enseñanza que
volvería a dejar sorprendido a más de uno.
6
Jesús quería que aquellas personas cambiaran su actitud materialista y comprendieran que tenían ante sí al enviado de Dios, quien
entregaría su vida para darle a la humanidad la posibilidad de vivir para siempre. Para lograrlo, Jesús se comparó a sí mismo al maná,
el pan que cayó del cielo en los días de Moisés. Como vio que algunos lo criticaban, añadió una gráfica comparación: explicó que para
obtener la vida era necesario comer su carne y beber su sangre. Es entonces cuando, como vimos al principio del capítulo, muchos se
molestan y dicen: “Este discurso es ofensivo; ¿quién puede escucharlo?”. Incluso varios discípulos de Jesús deciden abandonarlo (Juan
6:48-60, 66).
7
¿Cómo reacciona Pedro? Es probable que también se sienta confundido, pues aún no ha comprendido que Jesús tiene que morir para
cumplir la voluntad de Dios. Así y todo, no se va con aquellos discípulos que se ofenden con tanta facilidad. Sin duda, hay algo en lo
que Pedro es muy diferente a ellos. ¿De qué se trata? Sigamos analizando el relato.
8
Jesús les pregunta a los apóstoles: “Ustedes no quieren irse también, ¿verdad?” (Juan 6:67). Aunque la pregunta va dirigida a los 12,
es Pedro quien responde. Solía ser así; tal vez la razón se debía a que, al parecer, era el mayor de todos o, sencillamente, a que era
incapaz de callar lo que sentía. Y su respuesta es una de las más memorables: “Señor, ¿a quién nos iremos? Tú tienes dichos de vida
eterna” (Juan 6:68).
9
¡Qué palabras tan conmovedoras las de Pedro! Es obvio que su fe en Jesús le había hecho cultivar una valiosa cualidad: la lealtad.
Pedro tenía claro que Jesús era el único Salvador que Jehová había dado y que su vida dependía de escuchar sus enseñanzas sobre el
Reino de Dios. Y aunque es cierto que no siempre entendía todo lo que Jesús decía, sabía que su Maestro era el único medio para
obtener el favor de Dios y recibir la vida eterna.
10
¿Opina usted lo mismo que Pedro? Hoy día, muchas personas afirman que aman a Jesús, pero, por desgracia, no son leales de
verdad. Ser realmente leal a Cristo implica ver sus enseñanzas como las veía Pedro. Hay que esforzarse por aprenderlas,
comprenderlas y vivirlas, incluso cuando algunas de ellas nos sorprendan o no encajen con nuestras preferencias personales. La lealtad
es el único camino para recibir la vida eterna que Jesús nos ofrece (lea Salmo 97:10).
Cuando fue corregido
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Poco después, Jesús partió con los apóstoles y otros discípulos en un largo viaje hacia el norte. La cumbre nevada del monte
Hermón, ubicado en la frontera norte de la Tierra Prometida, podía verse desde las azules aguas del mar de Galilea. La montaña iba
creciendo ante sus ojos a medida que se acercaban y subían por el camino que les llevaba hasta las aldeas cercanas a Cesarea de
Filipo. Y fue en este extraordinario lugar, con una inmejorable vista de la Tierra Prometida a sus pies, donde Jesús les planteó a sus
discípulos una cuestión importantísima.
12
“¿Quién dicen las muchedumbres que soy?”, les preguntó Jesús. No es difícil imaginarnos a Pedro clavando su mirada en los
bondadosos ojos de su Maestro, consciente de su extraordinaria inteligencia. Jesús quería averiguar qué pensaban de él las personas a
quienes había hablado. Así que los discípulos le contaron algunos de los rumores que circulaban sobre su identidad. Pero Jesús
deseaba indagar más: ¿habían creído aquellos falsos rumores sus discípulos más allegados? Por eso insistió: “Pero ustedes, ¿quién
dicen que soy?” (Luc. 9:18-20).
13
De nuevo, Pedro no lo pensó ni un segundo antes de contestar. Su respuesta expresó lo que sentían muchos de los presentes: “Tú
eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo”. ¿Nos imaginamos a Jesús felicitando a Pedro por su respuesta, mientras lo miraba complacido,
sonriéndole con cariño? Luego le explicó que es Jehová —y no el hombre— quien revela esa importante verdad a sus siervos fieles.
En efecto, Jehová le había permitido a Pedro comprender una de las enseñanzas divinas más importantes que se hayan revelado
jamás: la identidad del Cristo, el Mesías prometido (lea Mateo 16:16, 17).
14
Las Santas Escrituras se habían referido a Cristo como “la piedra que los edificadores rechazaron” (Sal. 118:22; Luc. 20:17).
Teniendo presentes esta y otras profecías, Jesús indicó que Jehová fundaría una congregación sobre la piedra (o masa rocosa) que
Pedro acababa de identificar como el Cristo. A continuación, le otorgó a Pedro un gran honor dentro de dicha congregación. No le dio un
puesto superior al de los otros apóstoles —como algunos afirman—, sino que le confió importantes responsabilidades. El relato indica
que le prometió “las llaves del reino” (Mat. 16:18, 19). En otras palabras, le encargó el privilegio de abrir las puertas de entrada al Reino
de Dios a tres grupos: primero a los judíos y prosélitos, luego a los samaritanos y, finalmente, a los gentiles (los no judíos).
15
Sin embargo, algún tiempo después, Jesús les advirtió a sus discípulos que se exigiría más de aquellos que recibieran más
responsabilidades, y Pedro no tardaría en comprobar cuánta razón tenía su Maestro (Luc. 12:48). Después de aquella conversación
sobre la comisión que tendría Pedro, Jesús les siguió explicando verdades sobre el Mesías, entre ellas, que pronto sería torturado y
asesinado en Jerusalén. Pero a Pedro le disgustó tanto escuchar eso que lo llevó aparte y lo reprendió: “Sé bondadoso contigo mismo,
Señor; tú absolutamente no tendrás este destino” (Mat. 16:21, 22).
16
De más está decir que Pedro lo dijo con la mejor intención del mundo. Por eso, debió quedarse helado cuando Jesús le dio la espalda
y, mirando a los demás discípulos —quienes posiblemente opinaban como Pedro—, exclamó: “¡Ponte detrás de mí, Satanás! Me eres
un tropiezo, porque no piensas los pensamientos de Dios, sino los de los hombres” (Mat. 16:23; Mar. 8:32, 33). Todos podemos
aprender mucho de la respuesta de Jesús. Admitámoslo: es muy fácil que nuestra mentalidad humana desplace a la espiritual. Y si
no vigilamos nuestros comentarios, sin quererlo podríamos ponernos del lado de Satanás, aun cuando nuestra intención sea contribuir a
la voluntad de Dios. Pero volvamos al relato de Pedro y veamos cómo reaccionó ante aquella reprensión.
17
Pedro comprendía que Cristo no estaba hablando literalmente cuando lo llamó “Satanás”. A fin de cuentas, cuando Jesús se dirigió al
Diablo, lo hizo en otros términos. En cierta ocasión, por ejemplo, le dijo: “Vete”, mientras que a Pedro le dijo: “Ponte detrás de mí” (Mat.
4:10). Por lo tanto, no estaba rechazando a Pedro como apóstol suyo, pues veía su buen corazón y su potencial; sencillamente estaba
corrigiendo su forma de pensar. En otras palabras, el Maestro le estaba pidiendo que dejara de ponerse delante de él, estorbándole el
paso, y que, más bien, se colocara detrás de él para seguirlo y apoyarlo.
18
En lugar de ofenderse, enojarse o protestar, Pedro fue humilde y aceptó la corrección. ¡Cuánto podemos aprender los cristianos de
este hombre tan leal! Todos necesitamos que se nos corrija de vez en cuando, pero si queremos que esa corrección nos sirva para
acercarnos más a Jesucristo y a su Padre, Jehová, debemos aceptar con humildad la disciplina y aprender la lección (lea Proverbios
4:13).
Recompensado por su lealtad
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Poco después, Jesús realizó otra sorprendente afirmación: “Hay algunos de los que están en pie aquí que de ningún modo gustarán
la muerte hasta que primero vean al Hijo del hombre viniendo en su reino” (Mat. 16:28). ¿Quiénes tendrían ese extraordinario honor?
Seguro que Pedro se moría de curiosidad. Pero después de la reprimenda que acababa de recibir, tal vez se preguntaba: “¿Estaré yo
entre ellos?”.
20
Sin embargo, una semana más tarde, Jesús se llevó a Santiago, Juan y Pedro “a una montaña encumbrada”, quizás al monte
Hermón, que se encontraba a unos cuantos kilómetros de distancia. Al parecer, era de noche, pues a aquellos tres hombres les costaba
mantenerse despiertos. Ahora bien, mientras Jesús oraba, ocurrió algo sorprendente, algo que, sin duda alguna, les quitó el sueño de
golpe (Mat. 17:1; Luc. 9:28, 29, 32).
21
De repente, la cara de Jesús comenzó a brillar, hasta hacerse tan reluciente como el Sol. Su ropa también se volvió de un blanco
deslumbrante. Entonces vieron aparecer a su lado dos figuras, que representaban a Moisés y Elías. Ambos conversaban con Jesús
sobre su “partida”, es decir, sobre su muerte y resurrección en Jerusalén. Desde luego, a Pedro no le quedó ninguna duda de que se
había equivocado al afirmar que Jesús no tendría que sufrir y morir (Luc. 9:30, 31).
22
Según parece, Pedro sintió el impulso de tomar parte de algún modo en aquella fascinante visión. Es posible que deseara que se
prolongara un poco más. En cierto momento, pareció como si Moisés y Elías estuvieran alejándose de Jesús, así que Pedro le dijo:
“Instructor, es excelente que estemos aquí; por eso, erijamos tres tiendas: una para ti y una para Moisés y una para Elías”. Aquellos
personajes no necesitaban tiendas de campaña, pues solo eran representaciones simbólicas de dos siervos de Jehová que habían
muerto mucho tiempo atrás. Está claro que Pedro no sabía muy bien lo que estaba diciendo, pero ¿verdad que nos conmueve la actitud
tan noble y entusiasta de este hombre? (Luc. 9:33.)
23
Aquella noche, Pedro, Santiago y Juan recibieron otro honor. Por encima de sus cabezas se formó una nube en la montaña, y de ella
salió una voz que dijo: “Este es mi Hijo, el que ha sido escogido. Escúchenle”. ¡Era la voz de Jehová mismo! Con eso concluyó la visión,
y los tres apóstoles volvieron a quedarse a solas con Jesús en la montaña (Luc. 9:34-36).
24
Pedro debió sentirse muy privilegiado por haber presenciado aquella visión de la transfiguración, y nosotros podemos sentirnos igual
por saber lo que ocurrió esa noche. Décadas después, el apóstol afirmó contarse entre los que fueron “testigos oculares de [la]
magnificencia” de Jesús. En efecto, tuvo el honor de verlo en su futuro puesto como glorioso Rey celestial. Esta visión confirmó muchas
profecías de la Palabra de Dios y fortaleció a Pedro para superar las pruebas a las que su fe sería sometida (lea 2 Pedro 1:16-19).
Si somos como Pedro, de seguro Jehová también nos bendecirá. Ahora bien, ¿cómo podemos imitar su ejemplo? Manteniéndonos
leales al Gran Maestro que Dios ha nombrado, aprendiendo de él, aceptando su corrección y siguiendo sus enseñanzas día tras día.
[Notas]
Llama la atención la reacción de estas personas, pues solo un día antes habían aclamado a Jesús como profeta de Dios (Juan 6:14).
Desde el mar de Galilea, situado a unos 210 metros (700 pies) bajo el nivel del mar, recorrieron unos 50 kilómetros (30 millas) por bellas
regiones hasta alcanzar los 350 metros (1.150 pies) sobre el nivel del mar.
LECCION 11 (b)
* Km 7/8 pag 4
La preparación: esencial para hacer revisitas eficaces
1
Jesús se encargó de preparar bien a sus seguidores como predicadores de “las buenas nuevas del reino” (Mat. 4:23; 9:35). Aunque su
predicación se limitó a la zona de Palestina, antes de ascender al cielo Jesús les señaló que el ministerio cristiano se extendería a tal
grado que se harían “discípulos de gente de todas las naciones” (Mat. 28:19, 20).
2
Cumplir con aquella comisión implicaría volver a visitar a las personas que manifestaran interés en las buenas nuevas del Reino de
Dios para enseñarles a observar todas las cosas que Cristo había mandado. Por eso nosotros tenemos que estar bien preparados: para
hacer revisitas eficaces.
3
Trace un plan. Algunos publicadores procuran plantear una pregunta al final de la visita inicial y prometen volver con la respuesta.
Al regresar, hacen referencia directa a la información del libro Enseña y así logran comenzar el estudio.
4
Ahora bien, el que las revistas salgan una vez al mes no significa que tengamos que esperar un mes para volver. Más bien, podemos
estimular el interés de la persona analizando un tema de alguna revista que ya tenga.
5
Póngase un objetivo. Antes de volver a visitar a la persona, tome unos minutos para revisar sus registros y determinar qué es lo que
quiere lograr; por ejemplo, repasar algún punto de la publicación que le dejó o entregarle alguna otra publicación relacionada con un
tema que hayan tratado. Si usted planteó una pregunta la última vez, es seguro que querrá contestarla. Cuando mencione algún texto
que apoye su argumento, procure leerlo directamente de la Biblia.
6
Nuestro objetivo. Desde luego que nuestro objetivo es comenzar un estudio de la Biblia. Un señor rechazó el estudio que le ofreció
un hermano en la revisita. El hermano volvió después con las revistas más recientes y le dijo: “Aprovechando que estamos por aquí,
estamos contestando una pregunta bíblica a la gente”. Entonces dejó que el señor se expresara, y luego le leyó un texto de la Biblia y
un párrafo de una publicación que utilizamos para dar clases bíblicas. El resultado fue un estudio.
7
Vale la pena invertir tiempo en prepararnos para hacer revisitas: disfrutaremos más en nuestra obra y puede que tengamos el privilegio
de ayudar a alguien que ‘esté correctamente dispuesto’ a emprender el camino a la vida (Hech. 13:48).
* be pag 33-38
La investigación eficaz
EL REY SALOMÓN “meditó e hizo un escudriñamiento cabal, a fin de arreglar muchos proverbios ordenadamente”. ¿Por qué? Porque
se interesó en escribir “palabras correctas de verdad” (Ecl. 12:9, 10). Por su parte, Lucas indagó “todas las cosas desde el comienzo
con exactitud”, a fin de narrar en orden lógico los sucesos de la vida de Cristo (Luc. 1:3). Ambos siervos de Dios llevaron a cabo una
investigación.
¿Qué es investigar? Es buscar con detenimiento información sobre un asunto concreto. Para ello es preciso leer, aplicar los métodos y
técnicas de estudio, y quizá preguntar a otras personas.
¿En qué situaciones se requiere investigar? He aquí algunos ejemplos: en su estudio o lectura personal de la Biblia le surgen incógnitas
que considera importantes; alguien a quien predica le formula una pregunta que usted desearía contestar aportando datos exactos, o se
le ha encomendado pronunciar un discurso.
Centrémonos en este último caso. La información que debe abarcar tal vez dé la impresión de ser muy general. ¿Cómo podría aplicarla
a las circunstancias locales? Enriquézcala investigando. Un aspecto en apariencia obvio resulta informativo y hasta motivador cuando lo
apoya algún dato estadístico o un ejemplo adecuado con el que se identifiquen los oyentes. Es posible que la información con la que
trabaja se haya publicado pensando en lectores de todo el mundo, pero usted debe ampliarla, ilustrarla y adaptarla a una congregación
o persona en particular. ¿Cómo lo logrará?
Antes de iniciar la investigación, piense en su auditorio. ¿Qué es lo que ya sabe? ¿Qué necesita saber? Luego determine su objetivo.
¿Es explicar, convencer, refutar, o motivar? Explicar significa ampliar la información a fin de esclarecer un asunto; aunque los hechos
fundamentales se entiendan, quizá tenga que indicar el cuándo o el cómo. Convencer requiere dar razones que muestren el porqué, e
incluye la exposición de los hechos correspondientes. Refutar exige un conocimiento exacto de los dos lados de una cuestión, además
de un análisis detenido de las pruebas. Claro está, no solo procuramos emplear argumentos de peso, sino también exponerlos con
tacto. Motivar supone tocar el corazón de los oyentes, incentivarlos, infundirles el deseo de actuar en consonancia con lo que se dice.
Para ello son muy útiles los ejemplos de personas que hayan obrado así pese a afrontar diversas dificultades.
¿Ya está listo para empezar? No del todo. Piense en la cantidad de información que necesita. El tiempo suele ser un factor importante.
Si va a hablar en público, ¿de cuánto dispondrá? ¿De cinco minutos? ¿De cuarenta y cinco? ¿Está la duración ya fijada, como en las
reuniones de la congregación, o es más flexible, como en un estudio bíblico o una visita de pastoreo?
Por último, ¿qué fuentes de información están a su alcance? Aparte de las que tiene en casa, ¿hay más en la biblioteca del Salón del
Reino? ¿Le permitirían los hermanos que llevan muchos años sirviendo a Jehová examinar las que poseen? ¿Existe alguna biblioteca
pública cercana con obras de consulta que podría utilizar?
Las Escrituras, nuestra principal fuente de información
Si desea investigar el significado de un pasaje bíblico, empiece por la propia Biblia.
Examine el contexto. Pregúntese: “¿A quién se dirige el texto? De acuerdo con los versículos que lo enmarcan, ¿qué circunstancias
provocaron lo que se declara? ¿Cuál fue la actitud de los implicados?”. Estos detalles suelen ayudarnos a entender el pasaje y añaden
interés a los discursos.
Tomemos como ejemplo Hebreos 4:12, citado a menudo para referirse al poder de la Palabra de Dios, que llega al corazón de la gente
e influye en su vida. Pues bien, el contexto nos permite entender mejor esta verdad, ya que habla de las experiencias de los israelitas
en sus cuarenta años en el desierto, antes de entrar en la tierra que Jehová había prometido a Abrahán (Heb. 3:7–4:13). Lejos de estar
muerta, “la palabra de Dios” —la promesa de conducirlos a un lugar de descanso en virtud de Su pacto con aquel patriarca— estaba
muy viva y se encaminaba a su cumplimiento. Los israelitas tenían sobradas razones para cifrar su fe en ella. Sin embargo, una y otra
vez demostraron falta de fe cuando Jehová los condujo desde Egipto al monte Sinaí y luego a la Tierra Prometida. Sus reacciones ante
la forma en que Dios cumplió Su palabra revelaron lo que había en su corazón. Hoy, de igual modo, las promesas de la palabra de Dios
ponen de manifiesto lo que hay en el corazón de los hombres.
Busque las remisiones. Algunas Biblias cuentan con referencias marginales. ¿Las tiene la que usted posee? Si es así, pueden serle
útiles. Observe un ejemplo tomado de la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras. En 1 Pedro 3:6 se pone a Sara como
modelo para las esposas cristianas. Refuerza la idea una remisión a Génesis 18:12, donde se indica que ella llamaba señor a Abrahán
“dentro de sí”, señal de que su sumisión era sincera. Las referencias marginales, además de arrojar luz sobre el texto bíblico, lo dirigirán
a versículos que muestran el cumplimiento de una profecía bíblica o un patrón del pacto de la Ley. No obstante, tenga en cuenta que
no todas las remisiones pretenden dar esta clase de explicaciones, ya que quizá se limiten a conducirlo a pensamientos paralelos o a
datos biográficos o geográficos.
Utilice las concordancias bíblicas. Estas listas alfabéticas de palabras que aparecen en la Biblia lo dirigirán a versículos que aportan
información útil sobre el tema de su investigación, y en los que encontrará ejemplos del “modelo” de la verdad expuesto en la Palabra
de Dios (2 Tim. 1:13). La Traducción del Nuevo Mundo contiene un “Índice de palabras bíblicas” básico. La Gran Concordancia, editada
en varios idiomas, es mucho más completa, pues indica todos los versículos en que figuran los términos principales de la Biblia.
Aprenda a buscar en otras fuentes
En el recuadro de la página 33 se enumeran otras obras de consulta facilitadas por “el esclavo fiel y discreto” (Mat. 24:45-47). Muchas
de ellas cuentan con un índice, y con frecuencia poseen en sus últimas páginas una lista de palabras que le ayudará a encontrar la
información deseada. Además, en las revistas La Atalaya y ¡Despertad! aparece al final de cada año un índice con los artículos de los
últimos doce meses.
Si conoce el tipo de información que aporta cada una de estas publicaciones, el proceso de investigación le tomará menos tiempo.
Digamos, por ejemplo, que desea analizar aspectos referentes a las profecías, las doctrinas, la conducta cristiana o la aplicación de
principios bíblicos. En ese caso, es probable que encuentre en La Atalaya lo que busca. ¡Despertad! trata de los sucesos actuales, los
problemas de nuestro tiempo, la religión, la ciencia y los pueblos de diversas partes del mundo. En El hombre más grande de todos los
tiempos se comentan en orden cronológico todos los relatos evangélicos. Publicaciones como Apocalipsis... ¡se acerca su magnífica
culminación!, Prestemos atención a las profecías de Daniel y los dos volúmenes de Las profecías de Isaías, una luz para toda la
humanidad analizan versículo por versículo libros de la Biblia completos. En el manual Razonamiento a partir de las Escrituras se da
cumplida respuesta a centenares de preguntas bíblicas que suelen surgir en el servicio del campo. Si desea entender mejor otras
religiones, sus enseñanzas, origen y desarrollo, consulte El hombre en busca de Dios. El libro Los testigos de Jehová, proclamadores
del Reino de Dios refiere en detalle la historia moderna de los testigos de Jehová. En el último Anuario de los testigos de Jehová hallará
un informe reciente sobre la marcha de la predicación mundial de las buenas nuevas. La obra Perspicacia para comprender las
Escrituras es una enciclopedia y un atlas de la Biblia, una fuente magnífica si necesita datos adicionales sobre la gente, los lugares, los
objetos, los idiomas o los sucesos históricos relacionados con las Escrituras.
Índice de las publicaciones Watch Tower. Esta obra, editada en más de veinte idiomas, lo dirigirá a la información contenida en una
amplia variedad de publicaciones cristianas. Se divide en un índice de materias y otro de textos bíblicos. Para utilizar el primero, busque
en él una palabra que resuma el tema que quiere investigar. En cuanto al segundo, localice en la lista el texto que desea comprender
mejor. Si se ha publicado algo en su idioma respecto a dicho tema o texto bíblico en los años abarcados en el Índice, hallará una
relación de referencias que puede consultar. En sus primeras páginas se indica a qué publicaciones corresponden las abreviaturas
utilizadas (de este modo averiguará, por ejemplo, que w99 1/3 15 significa La Atalaya de 1999, número del 1 de marzo, pág. 15). Las
entradas principales como “Biografías de testigos de Jehová” y “Ministerio del campo” pueden serle útiles en la preparación de discursos
que motiven a la congregación.
Puesto que la investigación es una actividad muy absorbente, tenga cuidado de no desviarse de su objetivo; para ello, céntrese en él y
busque únicamente lo que necesita. Si el Índice lo conduce a cierta fuente, diríjase a las páginas citadas y válgase de los subtítulos y
las frases iniciales de los párrafos para encontrar la información que precise. Si indaga el significado de un versículo bíblico, empiece
por localizar la cita en la página indicada y luego examine los comentarios que la preceden y la siguen.
Watchtower Library en CD-ROM. Si dispone de computadora, podrá utilizar este disco compacto que contiene una gran cantidad de
nuestras publicaciones. El programa de búsqueda le permite localizar con facilidad palabras, combinaciones de palabras o citas bíblicas
en las obras incluidas en la Watchtower Library. En el caso de que no exista este programa en su lengua materna, tal vez conozca
algún idioma con difusión internacional en el que pueda consultarlo.
Otras bibliotecas teocráticas
En su segunda carta inspirada al joven Timoteo, Pablo le pidió que le llevara a Roma “los rollos, especialmente los pergaminos” (2 Tim.
4:13). El apóstol valoraba ciertos escritos y los guardaba, y usted puede hacer lo mismo. ¿Conserva sus ejemplares de La Atalaya,
¡Despertad! y Nuestro Ministerio del Reino, incluso después de estudiarlos en las reuniones de la congregación? Si así es, podrá
utilizarlos como fuentes de información junto con las demás publicaciones cristianas que haya adquirido. La mayoría de las
congregaciones disponen de una biblioteca teocrática en el Salón del Reino, accesible a todos los miembros de la congregación cuando
asisten a las reuniones que allí se celebran.
Lleve un archivo personal
Esté atento a los datos de interés que podría usar cuando hable en público o enseñe. Si en un periódico o revista encuentra una noticia,
estadística o ejemplo que crea útil para el ministerio, recorte o copie la información. Consigne la fecha, el nombre de la publicación, y
quizá el del autor o editor. En las reuniones de la congregación anote puntos e ilustraciones que podría utilizar para explicar la verdad al
prójimo. ¿Ha pensado alguna vez en una buena ilustración, pero no ha tenido ocasión de emplearla enseguida? Escríbala y guárdela en
un archivo. Cuando lleve algún tiempo en la Escuela del Ministerio Teocrático, ya habrá preparado varias asignaciones. Conserve las
notas de tales discursos, pues la investigación que ha realizado tal vez le sirva más adelante.
Hable con la gente
Las personas constituyen una valiosa fuente de información. Cuando Lucas recopiló su Evangelio, al parecer obtuvo muchos datos
hablando con testigos presenciales (Luc. 1:1-4). Es posible que un compañero cristiano lo ilumine sobre algún asunto que usted haya
tratado de indagar. Según Efesios 4:8, 11-16, Cristo emplea “dádivas en hombres” para que crezcamos “en el conocimiento exacto del
Hijo de Dios”. Los siervos de Jehová con experiencia tal vez le den ideas útiles. En la conversación con los demás también puede
aflorar lo que piensan, y ello le permitirá preparar intervenciones realmente prácticas.
Evalúe los resultados
Una vez cosechado el trigo, hay que quitarle la cáscara al grano. Lo mismo sucede con el fruto de nuestra investigación. Antes de
utilizarlo, debe separarse lo que es valioso de lo que resulta superfluo.
Si va a emplear la información en un discurso, pregúntese: “¿Realmente aporta algo este punto? ¿O, aunque es interesante, podría
desviar la atención del tema?”. Si piensa incluir sucesos o datos actuales de los cambiantes campos de la ciencia o la medicina,
cerciórese de que estén al día. Tenga presente, además, que algunos aspectos tratados en nuestras publicaciones menos recientes
quizá se hayan revisado, de modo que examine lo último que se haya publicado sobre el asunto.
En particular, sea cauteloso si recopila datos de fuentes seglares. No olvide que la Palabra de Dios es la verdad (Juan 17:17). Dado el
papel clave de Jesús en el propósito divino, Colosenses 2:3 declara: “Cuidadosamente ocultados en él están todos los tesoros de la
sabiduría y del conocimiento”. Evalúe los frutos de su investigación desde esta perspectiva. Respecto a la información que encuentre en
obras seglares, pregúntese: “¿Es exagerada, especulativa o estrecha de miras? ¿Está escrita con fines egoístas o comerciales? ¿La
apoyan otras fuentes autorizadas? Y, sobre todo, ¿armoniza con la verdad bíblica?”.
Proverbios 2:1-5 anima a buscar el conocimiento, el entendimiento y el discernimiento “como a la plata, y como a tesoros escondidos”.
Ello supone trabajo, pero también muchas recompensas. Aunque requiere esfuerzo, la investigación le permitirá averiguar lo que
Jehová piensa sobre los asuntos, corregir las ideas erróneas y afianzar su comprensión de la verdad. Además, dará sustancia y vida a
sus discursos, de modo que serán una fuente de placer tanto para usted como para su auditorio.
* Km 12/13 pag 1
1
Cuando vamos a una comida, por lo general quien nos invita prepara algo para abrirnos el apetito. De modo parecido, para despertar
en la gente el interés por el mensaje bíblico, debemos dedicar tiempo y esfuerzo a preparar buenas introducciones (Prov. 15:28).
La duración o el contenido de una introducción no es lo único que determina su eficacia. Entonces, ¿qué debemos tener en cuenta a la
hora de preparar una introducción?
2
Lo que le interesa a la gente. Si nuestra introducción no despierta interés, es posible que la persona ponga fin a la conversación. Así
que pensemos en qué temas le interesan a la gente de nuestro territorio. ¿Anhelan un mejor gobierno? ¿Desean tener una familia feliz?
¿Quieren ver el fin de la guerra? Como a muchas personas les gusta dar su opinión, convendría hacerles una pregunta que las mueva a
expresarse. Tal vez podamos adaptar una de las presentaciones que aparecen en Nuestro Ministerio del Reino. ¿Qué tal si practicamos
algunas introducciones en la Noche de Adoración en Familia?
3
La cultura y las creencias de las personas. En algunos lugares se espera que expliquemos enseguida el motivo de nuestra visita.
Sin embargo, en otros hay que cumplir primero con ciertas formalidades, como preguntarle a la persona qué tal está y conversar un
poco. En zonas donde la gente respeta la Biblia, quizá podamos referirnos a ella desde un principio (Hech. 2:14-17). Pero donde
no haya muchos cristianos o donde las personas no sean creyentes, tal vez sea preferible mencionar la Biblia en una visita posterior
(Hech. 17:22-31).
4
Las frases iniciales. Debemos elegir con cuidado las primeras palabras que pronunciemos. Lo mejor suele ser usar frases breves y
sencillas. Pero no solo hay que fijarse en lo que decimos sino también en cómo lo decimos. Seamos entusiastas y positivos.
Recordemos que una sonrisa cálida y sincera inspira confianza. Seguir estas sugerencias nos permitirá preparar introducciones que
abran el apetito por lo que hay en “la mesa de Jehová” (1 Cor. 10:21).
* Km 9/90 pag1
Honre al Creador de todas las cosas
1
En el siglo XIX, Satanás tramó un ardid dañino para cegar a la humanidad... la teoría de la evolución. (2 Cor. 4:4.) Esa teoría niega por
completo el relato bíblico de la creación y de la caída del hombre en pecado. Haría que el sacrificio de rescate de Jesús y las
enseñanzas bíblicas sobre el Reino y la vida eterna no tuvieran significado alguno. Además, esa teoría prepara el camino para la
violencia, la guerra, la inmoralidad sexual y toda clase de desafuero. ¿Quién advertirá a la humanidad de los peligros de esa enseñanza
mortífera?
2
En septiembre podremos hacerlo, pues nos ocuparemos en proclamar a Jehová como Creador. Ofreceremos el libro La vida... ¿cómo
se presentó aquí? ¿Por evolución, o por creación? en el ministerio de casa en casa, en la obra en las calles, durante los recesos en el
empleo seglar y en la escuela. Queremos que todos sepan cuánto deshonra al Creador del hombre la teoría de la evolución.
DÉ UN TESTIMONIO EFICAZ
3
Al testificar informalmente o de casa en casa, quizás desee comenzar una conversación por medio de citar informes periódicos
relacionados con la opinión enérgica de algunas personas sobre el tema de la evolución. Se han hecho numerosos comentarios con
relación a si se debería enseñar la teoría de la evolución en las escuelas públicas. Aunque alguien haya leído o escuchado mucho sobre
argumentos relacionados, y hasta debates acalorados sobre el asunto, sin duda hallará interesante una declaración franca de la Biblia
que tenga que ver con este tema. Luego, mencione lo que se declara en Hebreos 3:4. Lea el texto y comente brevemente sobre él.
4
Si al parecer la persona tiene inclinación religiosa, pudiera mencionar que personas religiosas, así como las que creen en la evolución,
a menudo atribuyen a una “Naturaleza” impersonal, o a la “Madre Naturaleza” personificada, la fuerza creativa detrás de todas las cosas
maravillosas que vemos a nuestro alrededor. Pero la Biblia no deja sin identificar a nuestro Magnífico Benefactor y Creador de este
asombroso universo. Dirija la atención a Revelación 4:11. Después de leer el texto, la persona tal vez desee expresarse al respecto.
Usted pudiera enlazar uno o dos puntos específicos del libro Creación y, si es apropiado, animarla a que lo lea.
EN LA ESCUELA
5
Al comenzar el nuevo año escolar, todos ustedes, siervos jóvenes de Jehová, querrán repasar el libro Creación y considerar diferentes
maneras de despertar el interés de sus condiscípulos y maestros. Algunos han hallado que el simplemente dejar la publicación sobre el
pupitre resulta en consideraciones. Otros han abordado a maestros y directores de escuela sobre el tema de la creación y han colocado
muchos libros de esa manera.
6
A todos nos regocija la perspectiva de vivir en un mundo donde todos honren a Jehová. En la Revelación, Juan vió a magníficas
criaturas de espíritu inclinarse ante Jehová y proclamar: “Digno eres tú, Jehová, nuestro Dios mismo, de recibir la gloria y la honra y el
poder, porque tú creaste todas las cosas, y a causa de tu voluntad existieron y fueron creadas”. (Rev. 4:11.) ¡Que en septiembre
hagamos eco de esas palabras en nuestro ministerio!
Conozca mejor las nuevas publicaciones
1
Dos nuevas publicaciones, un libro y un folleto, se han añadido a nuestra abundante provisión de alimento espiritual. Estas nuevas
publicaciones, presentadas en las Asambleas de Distrito “Lenguaje Puro”, de seguro tendrán un gran impacto en nuestro ministerio del
campo, además de ayudarnos a todos a hablar el lenguaje puro con mayor claridad. (Sof. 3:9.)
2
Al presentar el nuevo folleto, el orador dijo: “En el ministerio del campo con frecuencia se nos pregunta por qué no aceptamos sangre.
Para ayudarles a contestar esa pregunta, es un gozo presentarles este nuevo folleto de tamaño de revista ¿Cómo puede salvarle la vida
la sangre?”. ¿Ha sacado provecho de esa información vital por medio de leerla cuidadosamente? Es importante que lo haga a fin de
fortalecer su fe y estar preparado para ayudar a otros a entender el punto de vista cristiano de la sangre. (Hech. 15:28, 29.)
3
La información del folleto, la cual se ha documentado a cabalidad, lo equipará aún mejor para explicar a cualquier médico su posición y
sus deseos al respecto. Sin embargo, este nuevo folleto no es para médicos o abogados únicamente. Se preparó y escribió
especialmente para el público. Notará que su doble propósito hace de él un instrumento muy valioso para usarlo en este tiempo. Se
sugiere que siempre lleve uno o dos ejemplares consigo en el campo. Use a plenitud esta valiosa información para su beneficio
personal y para ayudar a otros a mostrar el debido respeto por la sangre.
* bt pag 90 parr 13
13
Nosotros también queremos ganarnos el interés de las personas a quienes predicamos. ¿Cómo podemos seleccionar temas que les
atraigan? Entre otras cosas, teniendo presente su formación religiosa. Por ejemplo, si conocen las Escrituras, podemos citarles pasajes
que les resulten familiares, e incluso pedirles que los lean de su propia Biblia. En todo caso, busquemos siempre la forma de tocar el
corazón de la gente.
LECCION 13 (a)
* cf pag 163-171
6
¡Qué animador es saber que Jesús no perdió las esperanzas con sus apóstoles! Su paciencia terminó dando fruto, y estos fieles
hombres aprendieron la importancia de ser humildes y estar vigilantes (1 Pedro 3:8; 4:7). ¿Cómo podemos imitar a Jesús en nuestras
relaciones con otras personas? Los ancianos en particular han de ser pacientes con el rebaño. Por ejemplo, quizás un hermano aborde
con sus problemas a un anciano que esté agotado o absorto en sus propias preocupaciones. O puede que a veces quienes necesitan
ayuda tarden en aplicar el consejo. A pesar de todo, los ancianos pacientes instruyen “con apacibilidad” y “[tratan] al rebaño con ternura”
(2 Timoteo 2:24, 25; Hechos 20:28, 29). También los padres deben copiar la paciencia de Jesús, pues hay momentos en que los hijos
no siguen de inmediato sus consejos e instrucciones. Pero el amor y la paciencia les ayudarán a no darse por vencidos. Recuerden que
su paciencia puede rendir grandes frutos (Salmo 127:3).
Atendió sus necesidades
7
El amor se demuestra con actos generosos (1 Juan 3:17, 18). “No busca sus propios intereses.” (1 Corintios 13:5.) El amor impulsó a
Jesús a atender las necesidades físicas de sus discípulos, y muchas veces lo hizo incluso antes de que ellos se lo pidieran. Cuando vio
que estaban cansados, los invitó a ir “a un lugar solitario [para que descansaran] un poco” (Marcos 6:31). Cuando notó que tenían
hambre, tomó la iniciativa para alimentarlos a ellos y a millares de personas que habían ido a escuchar sus enseñanzas (Mateo
14:19, 20; 15:35-37).
8
Jesús también reconoció las necesidades espirituales de sus discípulos y las satisfizo (Mateo 4:4; 5:3). A menudo dirigió sus
enseñanzas a estos en particular. Así, pronunció el Sermón del Monte sobre todo para el provecho de ellos (Mateo 5:1, 2, 13-16).
Cuando enseñaba con ilustraciones y ejemplos, “privadamente explicaba a sus discípulos todas las cosas” (Marcos 4:34). A fin de que
estuvieran bien nutridos espiritualmente durante los últimos días, predijo que nombraría a un “esclavo fiel y discreto”. Este esclavo fiel,
constituido por un pequeño grupo de hermanos de Jesús ungidos por espíritu que viven en la Tierra, ha estado repartiendo “alimento
[espiritual] al tiempo apropiado” desde el año 1919 (Mateo 24:45).
9
El día de su muerte, Jesús demostró de manera conmovedora su interés por el bienestar espiritual de sus seres queridos. Imagínese
la escena. Jesús está clavado en el madero sufriendo un dolor sumamente intenso. Es muy posible que para tomar aire tenga que
empujarse hacia arriba con los pies, lo que sin duda le provoca un dolor terrible, pues el peso del cuerpo le desgarra las heridas de los
clavos en los pies y la madera le roza la espalda destrozada por los azotes. El acto de hablar, que le exige controlar la respiración, debe
de resultarle muy difícil y penoso. Pese a ello, justo antes de morir pronuncia unas palabras que demuestran el gran amor que siente
por su madre, María. Al verla a ella y a su lado al apóstol Juan, dice con voz suficientemente fuerte como para que los presentes lo
oigan: “Mujer, ¡ahí está tu hijo!”. Luego dice a Juan: “¡Ahí está tu madre!” (Juan 19:26, 27). Jesús sabía que el fiel apóstol cuidaría
no solo del bienestar físico de María, sino también de su bienestar espiritual.
10
Reflexionar sobre el ejemplo de Jesús es muy provechoso para los padres. El padre que de verdad ama a su familia le proporciona lo
necesario en sentido material (1 Timoteo 5:8). Además, de vez en cuando, los cabezas de familia equilibrados y bondadosos dedican
tiempo al descanso y el esparcimiento familiar. Pero lo más importante de todo es que satisfacen las necesidades espirituales de sus
hijos. ¿De qué manera? Estudiando la Biblia regularmente con ellos y haciendo que las sesiones de estudio sean animadoras y
agradables (Deuteronomio 6:6, 7). Con su palabra y ejemplo les enseñan que el ministerio es una labor muy importante, y que
prepararse para las reuniones y asistir a ellas es una parte esencial de las actividades espirituales (Hebreos 10:24, 25).
Estuvo dispuesto a perdonar
11
El perdón es una faceta del amor (Colosenses 3:13, 14). El amor “no lleva cuenta del daño”, dice 1 Corintios 13:5. En repetidas
ocasiones, Jesús enseñó a sus discípulos la importancia del perdón. Los exhortó a perdonar diciéndoles: “No te digo: Hasta siete veces,
sino: Hasta setenta y siete veces”, o sea, sin límite (Mateo 18:21, 22). Les enseñó que hay que perdonar al pecador que, tras una
reprensión, muestra que está arrepentido (Lucas 17:3, 4). Pero Jesús no era como los fariseos hipócritas, que enseñaban solo de
palabra; él también enseñaba con el ejemplo (Mateo 23:2-4). Veamos cómo mostró su disposición a perdonar incluso cuando un amigo
de confianza le falló.
12
Jesús tenía una relación muy estrecha con el apóstol Pedro, un hombre de carácter afectuoso, aunque a veces algo impulsivo.
Conociendo sus virtudes, Jesús le concedió privilegios especiales. Por ejemplo, junto con Santiago y Juan, Pedro fue testigo presencial
de algunos milagros que el resto de los doce apóstoles no vieron (Mateo 17:1, 2; Lucas 8:49-55). Y como mencionamos antes, estuvo
entre los que se adentraron con el Maestro en el jardín de Getsemaní la noche que lo apresaron. Sin embargo, esa misma noche,
cuando Jesús fue traicionado y arrestado, Pedro y los otros apóstoles lo abandonaron y huyeron. Más tarde, Pedro tuvo la valentía de ir
al lugar donde Jesús estaba siendo sometido a un juicio ilegal, y se quedó fuera. Pero el temor lo empujó a cometer un grave error:
¡mintió tres veces cuando afirmó que ni siquiera lo conocía! (Mateo 26:69-75.) ¿Cómo reaccionó Jesús? ¿Qué habría hecho usted si un
amigo íntimo le hubiera fallado de esa forma?
13
Jesús estuvo dispuesto a perdonar a Pedro. Sabía que este se sentía profundamente abatido por el peso de su pecado; de hecho, tan
desconsolado estaba el arrepentido apóstol que “rompió a llorar” (Marcos 14:72). El día de su resurrección, el Maestro se le apareció,
sin duda para consolarlo y tranquilizarlo (Lucas 24:34; 1 Corintios 15:5). Y menos de dos meses después lo honró permitiendo que fuera
él quien saliera a dar un testimonio a la multitud congregada en Jerusalén el día de Pentecostés (Hechos 2:14-40). Recordemos,
asimismo, que Jesús no guardó resentimiento contra los apóstoles por haberlo abandonado. Al contrario: después que hubo resucitado,
siguió llamándolos “mis hermanos” (Mateo 28:10). ¿No es obvio, pues, que Jesús hizo más que solo enseñar de palabra a perdonar?
14
Como discípulos de Cristo, necesitamos aprender a perdonar. ¿Por qué? Porque a diferencia de Jesús, somos imperfectos, así como
también lo son quienes pecan contra nosotros. Todos tropezamos de vez en cuando, sea con palabras o con acciones (Romanos 3:23;
Santiago 3:2). Si perdonamos con misericordia cuando hay justificación para ello, abrimos el camino para que Dios nos perdone a
nosotros (Marcos 11:25). ¿Cómo, entonces, demostramos que estamos dispuestos a perdonar a los demás? En muchos casos, el amor
nos impulsará a simplemente pasar por alto sus pequeñas faltas (1 Pedro 4:8). Cuando alguien nos ofende pero se arrepiente con
sinceridad, como lo hizo Pedro, hacemos bien en imitar la disposición de Jesús a perdonar. En lugar de guardar rencor, es mejor
librarse del resentimiento (Efesios 4:32). Así contribuimos a la paz de la congregación y a nuestra propia tranquilidad mental (1 Pedro
3:11).
Confió en ellos
15
El amor y la confianza van de la mano. El amor “todas [las cosas] las cree” (1 Corintios 13:7). El amor motivó a Jesús a confiar en sus
discípulos pese a que eran imperfectos. Así lo hizo porque sabía que en el fondo amaban profundamente a Jehová y querían hacer la
voluntad divina. Y aun cuando cometieron errores, no les atribuyó malos motivos. Por ejemplo, cuando Santiago y Juan persuadieron a
su madre para que le pidiera a Jesús que los dejara sentar a su lado en su Reino, él no cuestionó la lealtad de ellos ni les retiró su
nombramiento como apóstoles (Mateo 20:20-28).
16
Como prueba de su confianza, Jesús delegó en sus discípulos varias responsabilidades. Así, las dos veces que multiplicó
milagrosamente los panes y los peces para alimentar a la muchedumbre, les asignó la tarea de distribuirlos (Mateo 14:19; 15:36).
Cuando preparaba su última Pascua, envió a Pedro y a Juan a Jerusalén para que lo dejaran todo listo. Ellos se encargaron, entre otras
cosas, del cordero, el vino, el pan sin levadura y las hierbas amargas. Este no era un trabajo servil, pues celebrar la Pascua
debidamente era un requisito de la Ley mosaica, y Jesús estaba obligado a obedecerla. Además, esa noche Jesús utilizó el vino y el
pan sin levadura como símbolos al instituir la Conmemoración de su muerte (Mateo 26:17-19; Lucas 22:8, 13).
17
Jesús consideró apropiado encomendar a sus discípulos responsabilidades aún mayores. Como ya hemos indicado, delegó en un
pequeño grupo de sus seguidores ungidos en la Tierra la gran tarea de suministrar alimento espiritual (Lucas 12:42-44). Recordemos
también que dejó en manos de sus discípulos la importantísima comisión de predicar y enseñar (Mateo 28:18-20). Aun ahora, pese a
ser invisible y gobernar desde el cielo, encarga el cuidado de la congregación a hombres espiritualmente capacitados que constituyen
verdaderas “dádivas” (Efesios 4:8, 11, 12).
18
¿De qué manera podemos seguir el ejemplo de Jesús al relacionarnos con los demás? Tener confianza en nuestros hermanos
espirituales es una expresión de nuestro amor. No olvidemos que el amor se centra en lo positivo, y no en lo negativo. Cuando otros nos
decepcionen —lo que de seguro pasará alguna que otra vez—, el amor evitará que nos apresuremos a atribuirles malas intenciones
(Mateo 7:1, 2). Si vemos a nuestros hermanos de manera positiva, los trataremos de una forma que edifique y no que derribe
(1 Tesalonicenses 5:11).
19
¿Cómo podemos imitar la disposición de Jesús a delegar? Es bueno que quienes dirigen la congregación deleguen en otros
hermanos tareas adecuadas y útiles, confiando en que estos pondrán todo su empeño en realizarlas. Así, los ancianos con experiencia
pueden dar la capacitación que es tan necesaria y valiosa a los jóvenes que están “procurando” ayudar en la congregación (1 Timoteo
3:1; 2 Timoteo 2:2). Dicha capacitación es esencial, pues a medida que Jehová siga acelerando el crecimiento de la obra del Reino,
será necesario preparar a más hermanos (Isaías 60:22).
20
Jesús nos dejó un maravilloso ejemplo de cómo demostrar amor a otras personas. Aunque hay muchas formas en que podemos
seguirlo, la más importante es imitando su amor. En el siguiente capítulo hablaremos de su mayor expresión de amor por nosotros: su
disposición a entregar su propia vida.
LECCION 14 (a)
* Km 3/13 pag 3
Cómo usar el nuevo folleto ¿Quiénes hacen la voluntad de Jehová en nuestros días?
Preparado para dirigir a los estudiantes de la Biblia a la organización
1
No hace mucho recibimos el folleto ¿Quiénes hacen la voluntad de Jehová en nuestros días? ¿Lo hemos utilizado ya? Esta
publicación se ha preparado para ayudar a los estudiantes de la Biblia a: 1) familiarizarse con el pueblo de Dios, 2) conocer mejor
nuestras actividades y 3) ver la organización en acción. Las lecciones del folleto La voluntad de Jehová son de una sola página y
pueden analizarse en cinco o diez minutos al final de cada sesión de estudio.
2
Diseño del folleto. Se compone de tres secciones que explican distintos aspectos de la organización de Jehová y corresponden con
los tres puntos antes mencionados. Los títulos de las 28 lecciones están en forma de pregunta, y los subtítulos en negrita dan las
respuestas. Por toda la publicación aparecen fotografías de más de cincuenta países y se indica el lugar donde fueron tomadas, lo cual
recalca el alcance internacional de la obra. Muchas lecciones incluyen un recuadro titulado “Para saber más”, el cual da útiles
sugerencias a los estudiantes.
3
Cómo utilizarlo. Comience cada lección planteando la pregunta del título. Luego, mientras se vayan leyendo los párrafos, destaque
los subtítulos. Por último, haga las preguntas de repaso que están al final de la página. Pueden leer la lección entera o, si prefieren,
pueden ir deteniéndose para comentarla. Seleccione bien los textos que se leerán y no olvide incluir las láminas y los recuadros “Para
saber más”. Por lo general, lo mejor será analizar las lecciones en el orden en que aparecen. Pero a veces será conveniente
adelantarse para analizar algún tema que requiera atención. Por ejemplo, si se aproxima una asamblea, podría estudiarse la lección 11.
4
Al dirigir estudios bíblicos, ayudamos a las personas a conocer a nuestro Padre celestial. Sin embargo, también deberíamos ayudarlas
a familiarizarse con la organización de Jehová (Prov. 6:20). ¡Cuánto nos alegra contar con esta nueva herramienta preparada
especialmente con ese propósito!
LECCION 14 (a)
* Km 2/02 pag 5
13
Será preciso disponer de suficiente territorio. El superintendente de servicio se reunirá con el hermano que atiende los territorios a fin
de planear la predicación en aquellas zonas que no se abarcan con frecuencia. Debe hacerse hincapié en volver a los hogares donde
no había nadie, así como en predicar en las calles, de tienda en tienda y al anochecer. Donde sea apropiado, puede ayudarse a algunos
publicadores a dar testimonio por teléfono.
14
Ayudémoslos a reanudar su servicio. ¿Hay alguien en el territorio de su congregación que haya dejado de ser un predicador activo
de las buenas nuevas? Tales personas aún forman parte de la congregación y necesitan ayuda (Sal. 119:176). Puesto que el fin de este
viejo mundo está tan cerca y el nuevo mundo está a las puertas, tenemos buenas razones para hacer lo máximo posible por animar a
los inactivos (Rom. 13:11, 12). En cada uno de los pasados cinco años, más de veintiséis mil quinientos de ellos han respondido a la
ayuda y se han reactivado. ¿Qué podemos hacer para que muchos más reaviven el amor y la confianza que tenían? (Heb. 3:12-14.)
15
El cuerpo de ancianos analizará cómo ayudar a quienes se han hecho inactivos en años recientes (Mat. 18:12-14). El secretario debe
examinar las tarjetas Registro de publicador de la congregación y confeccionar una lista de los inactivos. Se pondrá especial empeño en
brindar asistencia mediante el programa de pastoreo. Quizá un anciano desee visitar a cierto publicador inactivo debido a que lo
conozca bien y haya tenido amistad con él. O también se podría solicitar la colaboración de otros publicadores, tal vez porque
estudiaron con la persona que ahora está inactiva; seguramente agradecerán la oportunidad de ayudarla en estos momentos en que
tanto lo necesita. Es de esperar que muchos inactivos se sientan impulsados a predicar de nuevo la palabra de Dios. Si reúnen los
requisitos, la temporada de la Conmemoración es el mejor momento para reanudar su servicio (para más información, véase la “Sección
de preguntas” de Nuestro Ministerio del Reino de noviembre de 2000).
16
¿Hay otros que puedan predicar? Jehová sigue bendiciendo a su pueblo al incorporar a él “las cosas deseables de todas las
naciones” (Ageo 2:7). Todos los años, miles de personas llegan a ser publicadores no bautizados. ¿Quiénes son estos? Tanto hijos de
testigos de Jehová como estudiantes de la Biblia que están progresando bien. ¿Cómo saber si ya pueden ser publicadores de las
buenas nuevas?
17
Hijos de testigos de Jehová. Hay muchos niños que llevan varios años acompañando a sus padres en el ministerio de casa en
casa, pero todavía no son publicadores no bautizados. Marzo sería un buen mes para que lo fueran. ¿Cuándo reúne un niño los
requisitos? En la página 99 del libro Organizados para efectuar nuestro ministerio se indica que los llena cuando “es ejemplar en su
conducta y puede dar expresión personal de su fe al hablar a otras personas acerca de las buenas nuevas, porque se siente impulsado
desde el corazón a hacer eso”. Si creemos que nuestro hijo cumple tales condiciones, hablemos con uno de los ancianos que
componen el Comité de Servicio de Congregación.
18
Estudiantes de la Biblia. Una vez que los estudiantes de la Biblia adquieren conocimiento y asisten durante algún tiempo a las
reuniones, es posible que deseen ser publicadores del Reino. Si estudiamos la Biblia con alguien así, preguntémonos: “¿Está
progresando bien para su edad y aptitudes? ¿Ha comenzado a hablar de su fe informalmente? ¿Se está vistiendo de ‘la nueva
personalidad’? (Col. 3:10.) ¿Satisface los requisitos para los publicadores no bautizados, tal como se exponen en las páginas 97 a 99
del libro Nuestro Ministerio?”. En tal caso, se informará de ello al Comité de Servicio de Congregación para que dos ancianos se reúnan
con quien imparte el curso bíblico y con el estudiante. Si este cumple los requisitos, los dos ancianos le comunicarán que ya puede
participar en el ministerio público.
19
¿Y en cuanto a abril y mayo? También serán meses de más actividad en el ministerio del campo. Muchos de los que hayan sido
precursores auxiliares en marzo quizá puedan serlo también en abril y mayo. En estos dos meses daremos prioridad a ofrecer
La Atalaya y ¡Despertad!, revistas que han tenido un profundo efecto positivo en la vida de sus lectores. Ambas han desempeñado un
papel muy importante en el maravilloso aumento que se ha producido a nivel mundial. Los meses de abril y mayo haremos un esfuerzo
especial por ofrecer las revistas a cuantos encontremos. Hagamos planes desde ahora para participar de lleno en esta actividad.
* lv pag 57 parr 14
14
Cuando participamos en el ministerio o asistimos a las reuniones cristianas, es aún más necesario que vayamos limpios y bien
arreglados. Por eso, deberíamos preguntarnos: “¿Llamo la atención por mi apariencia o mi falta de higiene? ¿Se avergüenzan los
demás de mí? ¿A qué le doy más importancia: al derecho a arreglarme como yo quiera, o a reunir los requisitos para recibir algún
privilegio de servicio en la congregación?” (Salmo 68:6; Filipenses 4:5; 1 Pedro 5:6).
* Km 6/05 pag 1
Dirijamos estudios bíblicos progresivos (10.a parte)
Cómo preparar al estudiante para la predicación de casa en casa
1
Cuando los ancianos determinan que un estudiante de la Biblia reúne los requisitos para ser publicador no bautizado, este puede
participar con la congregación en la predicación pública (véase Organizados para hacer la voluntad de Jehová, págs. 79-81). ¿Cómo
podemos ayudarlo a afrontar el reto de predicar de casa en casa?
2
Prepárense juntos. No hay nada que sustituya la buena preparación. Muestre al estudiante dónde puede hallar presentaciones en
Nuestro Ministerio del Reino y en el libro Razonamiento, y ayúdelo a seleccionar una que sea sencilla y práctica para el territorio.
Anímelo desde el principio a emplear la Biblia en el ministerio (2 Tim. 4:2).
3
Las sesiones de práctica son muy provechosas para el nuevo publicador. A medida que el estudiante ensaye la presentación,
enséñele cómo responder con tacto a las objeciones que sean frecuentes en el territorio (Col. 4:6). Tranquilícelo diciéndole que los
ministros cristianos no tienen por qué saber la respuesta a todas las preguntas que alguien pueda plantear. A menudo, lo más
conveniente es ofrecerse a investigar el tema y a regresar para seguir hablando de él (Pro. 15:28).
4
Prediquen juntos. La primera vez que el estudiante participe en el ministerio de casa en casa, comience predicando usted para que él
observe cómo utilizar la presentación que han preparado juntos, y luego deje que lo haga él. En algunos casos pudiera ser mejor que el
estudiante empezara interviniendo brevemente en la presentación, tal vez leyendo y comentando un texto bíblico. Tome en
consideración su personalidad y aptitudes (Fili. 4:5). Encómielo con frecuencia mientras lo prepara en las distintas facetas de la
predicación.
5
Es importante ayudar al nuevo publicador a fijarse un horario regular de predicación, a fin de que participe en el ministerio todas las
semanas si es posible (Fili. 3:16). Haga planes concretos para salir con él al servicio del campo, y anímelo a predicar también con otros
publicadores celosos. El ejemplo y la compañía de estos hermanos contribuirán a que adquiera más destreza y a que disfrute de la
predicación de casa en casa.
* Km 7/05 pag 1
Dirijamos estudios bíblicos progresivos (11.a parte)
Cómo enseñar al estudiante a hacer revisitas
1
Cuando el estudiante de la Biblia empiece a predicar, sin duda encontrará personas interesadas en las buenas nuevas. ¿Cómo
podemos ayudar al nuevo publicador a hacer revisitas eficaces y a cultivar el interés demostrado?
2
La preparación para la revisita comienza en la visita inicial. Anime al estudiante a mostrar interés sincero por aquellos con quienes
hable (Fili. 2:4). Enséñele poco a poco a dejar que las personas se expresen, a escuchar lo que dicen y a percibir lo que les preocupa.
Cuando alguien parezca interesado, haga que el nuevo publicador tome nota de los datos pertinentes y empléelos luego para ayudarle
a preparar conversaciones futuras.
3
Preparación de la revisita. Tras repasar las notas sobre la primera visita, enseñe al estudiante a escoger un aspecto del mensaje del
Reino que pueda atraer a la persona (1 Cor. 9:19-23). Preparen juntos una breve presentación que incluya la lectura de un texto bíblico
y de un párrafo de la publicación con la que quieran empezar el estudio. Busquen también una pregunta que se pueda plantear al final
de la conversación y que siente las bases para la siguiente visita. Muestre al nuevo publicador cómo aportar en cada visita algo que
aumente el conocimiento que la persona ya tiene de la Palabra de Dios.
4
Asimismo conviene enseñar al estudiante una introducción sencilla. Por ejemplo, después de saludar a la persona, podría decirle:
“Disfruté mucho de nuestra conversación anterior y he vuelto para mostrarle más información bíblica acerca de [mencione el tema
escogido]”. Explíquele también qué hacer si sale alguien diferente a la puerta.
5
Enséñele a ser diligente. Anime al estudiante a ser ejemplar volviendo a visitar cuanto antes a todos los que se hayan mostrado
interesados. Tal vez tenga que ser muy persistente para encontrarlos de nuevo en sus hogares. Enséñele cómo acordar con la persona
interesada un día y una hora para volver, y ayúdele a comprender la importancia de cumplir con la cita (Mat. 5:37). Prepare al nuevo
publicador para que sea amable, considerado y respetuoso mientras busca a los de condición de oveja y cultiva su interés (Tito 3:2).
* Km 8/05 pag 1
Dirijamos estudios bíblicos progresivos (12.a parte)
Cómo ayudar al estudiante a comenzar y dirigir estudios de la Biblia
1
Es posible que cuando nuestros estudiantes empiecen a predicar les asuste la idea de comenzar y dirigir sus propios estudios de la
Biblia. ¿Cómo podemos ayudarlos a ganar confianza en este aspecto fundamental de nuestro ministerio? (Mat. 24:14; 28:19, 20.)
2
El estudiante que cumple los requisitos para ser publicador no bautizado probablemente ya lleva algún tiempo matriculado en la
Escuela del Ministerio Teocrático. La instrucción que en ella recibe para preparar y presentar asignaciones estudiantiles le permitirá
desarrollar las habilidades docentes necesarias para ser un “trabajador que no tiene de qué avergonzarse, que maneja la palabra de la
verdad correctamente” (2 Tim. 2:15).
3
Enséñele con el ejemplo. Jesús preparó a sus discípulos dándoles instrucciones claras y poniéndoles un buen ejemplo. “Todo el que
esté perfectamente instruido será como su maestro”, dijo (Luc. 6:40). En nuestro caso también es vital que imitemos a Jesús y seamos
ejemplares en la predicación. El estudiante deberá comprender, al observarnos en el ministerio, que el objetivo de hacer revisitas es
comenzar estudios de la Biblia.
4
Explíquele que, al ofrecer un estudio, por lo general no es necesario entrar en muchos detalles sobre las clases bíblicas. Con
frecuencia basta con demostrar cómo se realizan utilizando uno o dos párrafos de la publicación con la que se quiere estudiar.
Encontrará buenas sugerencias al respecto en la página 8 de este número y en la página 6 de Nuestro Ministerio del Reino de enero
de 2002.
5
Cuando sea apropiado, anime al estudiante a que lo acompañe a usted o a otro publicador experimentado a un estudio bíblico y a que
participe comentando un párrafo o un texto clave. Observándonos, el estudiante aprenderá mucho sobre cómo dirigir estudios
progresivos (Pro. 27:17; 2 Tim. 2:2). Encómielo y dígale cómo puede mejorar.
6
Enseñar a los publicadores nuevos a ser maestros de la Palabra de Dios los preparará para la “buena obra” de iniciar y dirigir sus
propios estudios (2 Tim. 3:17). En verdad produce mucha satisfacción proclamar junto a ellos la siguiente invitación amorosa:
“Cualquiera que desee, tome gratis el agua de la vida” (Rev. 22:17).
* jl lecciones 1,2,5,6
* Km 9/05 pag 3
Para guardar
Dirijamos estudios bíblicos progresivos
Este suplemento recopila las ideas clave de la serie de artículos sobre cómo dirigir estudios bíblicos progresivos que han
aparecido en Nuestro Ministerio del Reino. Se nos invita a guardarlo y consultarlo cuando dirijamos estudios bíblicos. También
puede utilizarse para repasar algunas de las sugerencias en las reuniones para el servicio del campo, y a los superintendentes
de servicio podría servirles de base para los discursos que dan cuando visitan los grupos de estudio de libro.
Parte 1: ¿Qué es un estudio bíblico?
Si mantiene conversaciones bíblicas de forma regular y sistemática, aunque sean breves, usando solo la Biblia o la Biblia junto con
alguna de las publicaciones recomendadas, usted está dirigiendo un estudio bíblico. El estudio puede informarse cuando se haya
dirigido dos veces después de haberle mostrado a la persona cómo se realiza y haya motivos para creer que continuará (km-S 7/04
pág. 1).
Publicaciones recomendadas
▪ ¿Qué exige Dios de nosotros?
▪ El conocimiento que lleva a vida eterna
▪ Adoremos al único Dios verdadero
▪ Podemos ser amigos de Dios. Puede utilizarse con quienes tienen poca educación escolar o no saben leer bien.
Parte 2: Preparación para el estudio
Debemos presentar la información de modo que toque el corazón del estudiante. Para ello, hay que prepararse muy bien de acuerdo
con las necesidades de este (km-S 8/04 pág. 1).
Cómo prepararse
▪ Examine el título, los subtítulos y las ilustraciones del capítulo o la lección.
▪ Localice las respuestas a las preguntas impresas y subraye solo las palabras y frases clave.
▪ Escoja los textos que no están copiados que va a leer en el estudio. Haga breves anotaciones en los márgenes de la publicación.
▪ Prepare un breve repaso final de las ideas principales.
Personalice la lección
▪ Haga una oración teniendo presente al estudiante y sus necesidades.
▪ Intente prever las ideas que le costará entender o aceptar.
▪ Pregúntese: “¿Qué debe comprender o en qué debe mejorar para progresar en sentido espiritual? ¿Cómo puedo llegarle al corazón?”.
▪ De ser necesario, prepare un ejemplo, una explicación o una serie de preguntas que ayuden al estudiante a captar el significado de
algún punto o texto bíblico.
Parte 3: Uso eficaz de las Escrituras
El propósito de dirigir estudios bíblicos es “ha[cer] discípulos”, algo que logramos cuando ayudamos a la gente a entender y aceptar las
enseñanzas de la Palabra de Dios y a ponerlas en práctica (Mat. 28:19, 20; 1 Tes. 2:13). Por eso, el estudio debe enfocarse en las
Escrituras (km-S 11/04 pág. 4).
Base su enseñanza en la Biblia
▪ Enseñe al estudiante a buscar los textos en su propia Biblia.
▪ Busque y analice los textos que muestran la base bíblica de nuestras creencias.
▪ Haga preguntas. Que el estudiante le explique a usted los textos y no al revés.
▪ No complique el estudio tratando de aclarar todo detalle de un texto. Explique solo lo indispensable para dejar clara la idea.
▪ Muéstrele la aplicación práctica. Ayúdele a ver la relación de los textos bíblicos con su vida.
* Km 3/09 pag 2
Cómo usar el libro “Amor de Dios” para dirigir estudios bíblicos
1
¡Qué emocionante fue recibir el libro “Manténganse en el amor de Dios” en la Asamblea de Distrito “Guiados por el espíritu de Dios”!
Tal como se anunció, esta publicación fue concebida para ayudarnos a conocer y amar las normas de conducta de Jehová, y no para
enseñar las doctrinas básicas de la Biblia. No se ofrecerá en la predicación.
2
Este libro será el segundo que se analizará con los estudiantes de la Biblia, después del libro Enseña. Recuerde que cada persona
crece espiritualmente a un paso distinto, por lo que cada estudio se debe conducir al ritmo que sea cómodo para el estudiante. Pero eso
sí, asegúrese de que la información que se abarque se entienda claramente. En la mayoría de los casos, no ofreceremos un estudio con
este libro a alguien que quizás ya haya estudiado varios libros pero que no esté asistiendo a las reuniones de la congregación y que
demuestre a todas luces que no tiene la intención de amoldar su vida a las verdades bíblicas que ha aprendido.
3
Si al tiempo presente usted está dirigiendo un estudio con el libro Adoremos y ya está en los últimos capítulos, tal vez sea mejor
terminar esa publicación y animar al estudiante a leer el libro “Amor de Dios” por cuenta propia. Si no es así, sería mejor pasar al nuevo
libro y comenzar desde el principio. Como es el caso con el libro Enseña, es opcional analizar los temas del apéndice.
4
Si un estudiante se bautiza antes de completar las dos publicaciones, se debe continuar con el estudio hasta que termine el libro
“Amor de Dios”. Y aun si se bautiza antes de terminar el segundo libro, se pueden seguir contando el tiempo, la revisita y el estudio.
El publicador que vaya como acompañante también puede contar el tiempo.
5
Cuando un miembro del Comité de Servicio de la Congregación le pida que dirija un estudio bíblico con alguien que se haya hecho
inactivo, quizás le indique que analice solo determinados capítulos del libro “Amor de Dios”. En tal caso, el estudio no tiene que
prolongarse por mucho tiempo. ¡Qué excelente provisión! Este nuevo libro ha sido preparado con el fin de que nos mantengamos “en el
amor de Dios” (Judas 21).
* Km 4/11 pag 2
Sección de preguntas
▪ ¿Por cuánto tiempo se espera que le demos clases a alguien que progresa?
Cuando una persona progresa, es mejor seguir dirigiendo el estudio hasta terminar dos publicaciones: ¿Qué enseña realmente la
Biblia? y “Manténganse en el amor de Dios”. Hay que hacerlo aunque el estudiante se bautice antes de terminar cualquiera de los dos
libros. Claro, se puede seguir contando el tiempo, las revisitas y el estudio aun después de su bautismo. Y si otro publicador nos
acompaña y participa en el estudio, también él puede contar el tiempo (véase Nuestro Ministerio del Reino de marzo de 2009, página 2).
Es importante que los nuevos tengan buenos cimientos en la verdad antes de dejarlos caminar solos. Tienen que estar “arraigados” en
Cristo y “estabilizados en la fe” para ser capaces de soportar las dificultades que de seguro afrontarán (Col. 2:6, 7; 2 Tim. 3:12; 1 Ped.
5:8, 9). Además, deben contar con “un conocimiento exacto de la verdad” a fin de poder enseñar bien a otros (1 Tim. 2:4). Al completar
dos libros con los estudiantes, los estamos ayudando a andar con paso seguro en “el camino que conduce a la vida” (Mat. 7:14).
Antes de aprobar el bautismo de una persona, los ancianos deben comprobar que entienda con claridad las enseñanzas básicas de la
Biblia y que esté viviendo de acuerdo con ellas. Deben ser especialmente cuidadosos con un estudiante que todavía no haya terminado
el primer libro. Si alguien no está listo para el bautismo, los ancianos verán que reciba la ayuda personal necesaria para que llene los
requisitos en el futuro (véase Organizados para hacer la voluntad de Jehová, páginas 216 a 218).
LECCION 16 (a)
LECCION 16 (b)
LECCION 17 (a)
* Yb01 pag 60
En Portugal, el interés de Antonio por el mensaje de la Biblia se fue avivando gracias a las conversaciones que mantenía con su
hermano carnal, testigo de Jehová, cuando este lo visitaba. Antonio estaba deseoso de conocer mejor las Escrituras. Pidió ayuda en
una fervorosa oración, y poco después llamaron a la puerta de su hogar dos Testigos, con quienes comenzó a estudiar la Biblia. Al
aumentar su conocimiento, fue haciendo cambios en su vida para obrar en conformidad con la voluntad divina. En primer lugar, la
conciencia lo llevó a abandonar la caza, deporte por el que sentía auténtica pasión. Más tarde comprendió la necesidad de mantener
neutralidad cristiana y dimitió del cargo de alcalde, que había ostentado durante quince años. Aunque lo presionaron para replantearse
la decisión, el consejo de Santiago 4:4 fortaleció su determinación. Progresó con rapidez, y él y su esposa profundizaron su relación con
Jehová y comenzaron a asistir a las reuniones de la congregación. Poco después empezaron a participar en el ministerio del campo y
se bautizaron.
De España nos llega la experiencia de un hermano que, a consecuencia de su fe, sufrió hace años el hostigamiento de un compañero
de trabajo que por meses se burló de su religión y la criticó. Llegó un momento en que la situación le resultó insoportable, así que le
pidió a Jehová que le ayudara a aguantarla con entereza cristiana, sin devolver mal por mal. Tuvo la grata sorpresa de ver cambiar de
actitud a su compañero, quien llegó a presentarle sus disculpas y a decirle que no volvería a hablar mal de Dios delante de él, aunque
poco después salió de aquella empresa.
Tardaron en volver a verse veinticuatro años. En esta ocasión se encontraron en el Salón del Reino, donde el hermano tenía la
asignación de pronunciar un discurso. El ex colega le dijo que había estudiado la Biblia y se había bautizado como testigo de Jehová.
También le contó que, aunque habían pasado muchos años, nunca había olvidado a “aquel Testigo que con tanta paciencia soportó las
burlas que hacía de él y su Dios”.
* W73 pag 45
23
De todas partes del mundo llegan ejemplos del día moderno que prueban que los cristianos verdaderos nunca están solos. En
Alemania, durante la II Guerra Mundial, miles de Testigos fueron puestos en campos de concentración de Hitler, por lo general
despojados de sus Biblias. Uno de estos Testigos, después de ser puesto en libertad, escribió: “Cuando fui arrestado me sentí
agradecido de no haber desatendido el estudio bíblico personal, ya que éste me ayudó a tener fe para aguantar. Con frecuencia
pensaba en el aguante que mencionó el escritor bíblico Santiago, que dijo: ‘¡Miren! Pronunciamos felices a los que han aguantado.’—
Sant. 5:11.
24
“Aunque los oficiales de la prisión me quitaron la Biblia, permitían que otros presos [que no eran Testigos] la tuvieran. Pensaban que
mi fe se debilitaría si no tenía la Biblia, y que renunciaría a mi fe firmando una declaración en ese sentido, preparada por los nazis.
No comprendían que yo había grabado la verdad de la Palabra de Dios con gran profundidad en mi mente por medio del estudio bíblico
personal y en grupo mucho antes de haber sido encarcelado. No pudieron quitar de mi mente aquellas verdades fortalecedoras de la
fe.”