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Referencias Bíblicas

 LECCION 1(a)

* W80 1/11 pág. 12 parrs 5,6


5
Una regla que oímos repetida con frecuencia es que sacamos de una cosa determinada lo que dedicamos a ella. Jesús indicó el
beneficio que obtendríamos de prestar la atención merecida a lo que él decía. Lo indicó por medio de añadir las siguientes palabras a su
amonestación sobre la atención: “Con la medida con que ustedes miden, se les medirá a ustedes, sí, aun se les añadirá. Porque al que
tiene se le dará más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.”—Mar. 4:24, 25.
6
Por consiguiente, si le medimos a Jesús poco interés y atención, no podemos esperar que hayamos de recibir mucho de él, por lo
menos de lo que está diciendo para nuestra guía, para nuestro beneficio. Pero si mostramos que realmente le tenemos aprecio como
Maestro nuestro y le damos nuestra mayor medida de atención, entonces él responderá por medio de darnos una cantidad comparable
de información e iluminación. Sin embargo, a este respecto, a él no le interesa simplemente igualar las cosas y equilibrar las cuentas.
Más bien, por su generosidad, y en conformidad con su capacidad, nos favorece con más de lo que esperamos. Así se nos enriquece y
estamos en mejor posición para compartir con otros nuestra abundancia, impartiéndoles el entendimiento de las cosas.

 LECCION 1 (b)

*Cf pág. 132 párr. 11


11
En cierto modo, el amor que anida en nuestro corazón podría compararse a un ser vivo. Como en el caso de una hermosa planta de
interior, hay q ue nutrir y cuidar ese amor para que crezca; de lo contrario, languidece y muere. Jesús no dio por sentado su amor a
Jehová, sino que lo mantuvo vivo y fuerte durante su vida en la Tierra. Veamos cómo lo hizo
* it-2 págs. 353,354
Acción de aplicar con intensidad el pensamiento y la reflexión al conocimiento y consideración de una cosa, bien experiencias del
pasado, asuntos del presente o posibles acontecimientos futuros.
A fin de meditar debidamente, es necesario estar libre de distracciones, estar a solas con los pensamientos. Por ejemplo, al caer la
tarde, Isaac salió a pasear solo con el fin de meditar, posiblemente sobre su inminente matrimonio con Rebeca. (Gé 24:63.) Durante la
soledad de las vigilias nocturnas, el salmista meditó sobre la grandeza de su magnífico Creador. (Sl 63:6.) La meditación del corazón
debe dirigirse hacia cosas beneficiosas, como el esplendor y las obras de Jehová y las cosas que le agradan a Él (Sl 19:14; 49:3; 77:12;
143:5; Flp 4:8), no hacia los ardides de los inicuos. (Pr 24:1, 2.)
La meditación provechosa evita las respuestas necias. Supone pensar seriamente en los asuntos de importancia para dar respuestas
desde el corazón que no haya que lamentar más tarde. (Pr 15:28.)
Cuando a Josué se le puso al frente de la nación de Israel, se le mandó que hiciese una copia de la ley de Jehová, y se le dijo (como
leen muchas traducciones de la Biblia) que meditara en ella día y noche. (Jos 1:8; BJ, CI, DK, Val.) El término hebreo para “meditar” en
este texto es ha·gháh. Significa básicamente “emitir sonidos inarticulados”, y se traduce ‘aullar’, ‘gruñir’, ‘chirriar’ y ‘hablar entre dientes’.
(Isa 16:7; 31:4; 38:14; 59:3.) Ha·gháh también significa ‘proferir en voz baja’ y ‘meditar’. (Sl 35:28; Pr 15:28.) Por ello la Traducción del
Nuevo Mundo traduce el término hebreo ha·gháh de Josué 1:8 ‘leer en voz baja’. (Véase también Sl 1:2.) La lectura en voz baja
grabaría en la mente de manera más indeleble el objeto de la meditación. La obra Gesenius’s Hebrew and Chaldee Lexicon (traducción
al inglés de S. Tregelles, 1901, pág. 215) dice sobre ha·gháh: “Estrictamente, hablar con uno mismo, susurrando en voz baja, como
suelen hacer los que meditan”. (Compárese con Sl 35:28; 37:30; 71:24; Isa 8:19; 33:18.)
El apóstol Pablo le dijo a Timoteo que debería reflexionar o meditar en su conducta, ministerio y enseñanza. Como superintendente,
debería asegurarse de que enseñaba la doctrina sana y de que su modo de vivir era ejemplar. (1Ti 4:15.)
Meditación incorrecta. Después que el capitán del templo detuvo a los apóstoles Pedro y Juan, y los gobernantes judíos los
amenazaron y les ordenaron que no hablasen más sobre la base del nombre de Jesús, los apóstoles regresaron a donde se hallaban
los otros discípulos. Allí oraron a Dios, aludiendo a las palabras proféticas de David: “‘¿Por qué se pusieron tumultuosas las naciones, y
los pueblos meditaron cosas vacías?’ [...] De veras, pues, tanto Herodes como Poncio Pilato con hombres de naciones y con pueblos de
Israel realmente fueron reunidos en esta ciudad contra tu santo siervo Jesús, a quien tú ungiste, a fin de hacer cuantas cosas tu mano y
consejo habían predeterminado que sucedieran”. (Hch 4:1-3, 18, 21, 23-28.)
El contexto muestra que las “cosas vacías” de las que se habla en este pasaje no son las que buscan las personas habitualmente en la
vida, sino aquellas desprovistas de toda bondad, como pensamientos, habla y acciones en contra de Jehová y de sus siervos, empeños
completamente vanos. (Hch 4:25.)
El rey David dijo de los que le odiaban e intentaban matarle: “Siguen hablando engaños entre dientes [una forma de ha·gháh] todo el
día”. (Sl 38:12.) Estas meditaciones no eran simples pensamientos pasajeros. Estaban profundamente arraigadas en el corazón y
orientadas hacia iniciativas inicuas. El escritor de Proverbios dice en cuanto a tales hombres: “Despojo violento es lo que su corazón
sigue meditando, y gravoso afán es lo que sus propios labios siguen hablando”. (Pr 24:2.)
Jesús dijo a aquellos que le odiaban: “¿Por qué razonan estas cosas en sus corazones?”. (Mr 2:8.) De todos los que “suprimen la
verdad de un modo injusto”, el apóstol Pablo dice: “Se hicieron casquivanos en sus razonamientos, y se les oscureció su fatuo corazón”.
(Ro 1:18, 21.)
* W13 15/10 pág. 27 parr 7
7
De acuerdo con algunos estudiosos del idioma griego, la expresión que se traduce “que estén adquiriendo conocimiento” también se
puede traducir “que sigan conociendo”. Estas dos ideas tienen un significado parecido y son necesarias para llegar al fin deseado. En la
Biblia con referencias, la nota al pie de página para Juan 17:3 ofrece esta opción: “[que] te conozcan”. Por tanto, la expresión “que estén
adquiriendo conocimiento” se refiere a un proceso continuo que nos lleva a conocer a Dios. Pero conocer al Ser más grandioso del
universo implica mucho más que entender su voluntad y sus cualidades. Implica tener una relación cercana con él y con nuestros
hermanos en la fe, una relación basada en el amor. Bien dice la Biblia: “El que no ama no ha llegado a conocer a Dios” (1 Juan 4:8).
Conocerlo también significa obedecerlo (lea 1 Juan 2:3-5). ¡Qué honor es estar entre quienes conocen a Jehová! Ahora bien, esa
hermosa relación se puede perder, como lo demuestra el caso de Judas Iscariote. Esforcémonos por conservarla. Así, cuando llegue el
momento, podremos recibir el don inmerecido de la vida eterna (Mat. 24:13).
*W10 1/10 pags 14-18
Ejemplos de fe
“Continuó creciendo con Jehová”
ERA el mes de mayo o junio —según el calendario moderno—, y los dorados campos de trigo estaban listos para la siega. Había
comenzado la temporada seca. Samuel, un hombre fiel que llevaba décadas sirviendo como profeta y juez, había convocado a la nación
de Israel en la ciudad de Guilgal. Observando los rostros de la muchedumbre, que ya sehabía aquietado, se preguntaba cómo lograría
sensibilizar sus corazones.
El pueblo no se daba cuenta de la gravedad de su situación. Se empeñaban en tener un rey humano. No entendían que esta petición
suponía una descarada falta de respeto a su Dios, Jehová, y al profeta que él les había enviado. Estaban rechazando a Jehová como su
rey. ¿Podría Samuel convencerlos de que se arrepintieran?
Al dirigirse a la multitud, el profeta dijo: “He envejecido y encanecido”. Su cabello blanco sin duda infundía respeto y daba peso a sus
palabras. A continuación añadió: “Yo he andado delante de ustedes desde mi juventud hasta este día” (1 Samuel 11:14, 15; 12:2).
Aunque habían pasado muchos años, sus días de juventud estaban frescos en su memoria. Gracias a las decisiones que tomó mientras
todavía era un muchacho, llegó a ser un hombre de fe, un fiel siervo de Dios.
Samuel tuvo que fortalecer y proteger su fe constantemente, pues vivía rodeado de personas impías y desleales. Puesto que nosotros
vivimos en un mundo de gente infiel y corrupta, también nos resulta difícil cultivar la fe. Veamos lo que podemos aprender del ejemplo
de Samuel, comenzando por su infancia.
“Ministrando delante de Jehová, como muchacho”
Samuel tuvo una infancia fuera de lo común. Poco después de ser destetado, como a los cuatro años de edad, comenzó a servir en el
tabernáculo de Jehová, en Siló, a más de 30 kilómetros (20 millas) de Ramá, su ciudad natal. Los padres de Samuel, Ana y Elqaná, lo
habían apartado para un servicio especial a Jehová: sería nazareo de por vida. ¿Por qué lo hicieron? ¿Acaso no lo querían?
En lo absoluto. Ellos sabían que su hijo estaría bien atendido en Siló. Elí, el sumo sacerdote, sin duda supervisó su cuidado, pues
Samuel trabajaba con él. Y en el tabernáculo contaban con la colaboración de algunas mujeres que servían allí de forma organizada
(Éxodo 38:8).
Lo que es más, Ana y Elqaná nunca se olvidaron de su querido hijo, el primero que les había nacido. Él fue la respuesta a una oración
en la que Ana le pidió a Dios un hijo varón y le prometió entregárselo para el servicio sagrado. Todos los años, cuando lo visitaban, Ana
le llevaba una vestidura sin mangas que ella misma había confeccionado para que la usara en el tabernáculo. De seguro el muchacho
esperaba con anhelo las visitas de sus padres, quienes le daban consejos y ánimo, a la vez que lo ayudaban a valorar el gran privilegio
que tenía de servir a Jehová en aquel lugar tan especial.
He aquí una lección para quienes tienen hijos. Muchos padres suelen preocuparse más por las necesidades materiales de sus hijos que
por su salud espiritual. No obstante, Ana y Elqaná dieron prioridad a las necesidades espirituales de Samuel, lo cual determinó en
buena medida la clase de persona que llegó a ser (Proverbios 22:6).
Es muy probable que, mientras iba creciendo, el pequeño Samuel explorara las colinas aledañas a Siló. Desde lo alto podía divisar el
pueblo y el valle que más abajo se extendía, y sin duda se llenaba de orgullo y satisfacción cada vez que fijaba la vista en el tabernáculo
de Jehová. Este sagrado lugar, que había sido construido unos cuatrocientos años antes bajo la dirección del propio Moisés, era el
único centro de adoración a Jehová en todo el mundo.
El joven Samuel llegó a amar su servicio en el tabernáculo. En el relato que escribió luego dice que “estaba ministrando delante de
Jehová, como muchacho, y tenía ceñido un efod de lino” (1 Samuel 2:18). El hecho de que Samuel llevara un efod —una prenda de
vestir simple y sin mangas— indica que ayudaba a los sacerdotes. Aunque no pertenecía a la clase sacerdotal, estaba a cargo de
ciertas tareas, entre ellas, abrir las puertas del patio por las mañanas y asistir al envejecido Elí. Samuel disfrutaba mucho de sus
privilegios, pero algo malo que estaba pasando en la casa de Jehová comenzó a perturbar el buen corazón de este muchacho.
Conserva la pureza en un ambiente inmoral
Desde muy joven, Samuel tuvo que presenciar terribles actos de maldad y corrupción. En el libro de Samuel leemos que los dos hijos de
Elí —Hofní y Finehás— “eran hombres que no servían para nada; [que] no reconocían a Jehová” (1 Samuel 2:12). Estas dos ideas van
de la mano. Hofní y Finehás eran “hombres que no servían para nada” (literalmente, “hijos de la inutilidad”) porque “no reconocían”, o
respetaban, a Jehová. Su desprecio por las justas normas de Dios los llevó a cometer graves pecados.
La Ley de Dios regulaba las tareas de los sacerdotes y la manera en que debían ofrecerse los sacrificios. Y con razón: aquellos
sacrificios representaban los medios que Dios dispuso para perdonar los pecados de las personas a fin de que estuvieran limpias ante
él y pudieran recibir su guía y bendición. El mal ejemplo de Hofní y Finehás hizo que otros sacerdotes trataran con falta de respeto las
ofrendas del pueblo.
Imaginemos lo conmocionado que debió de sentirse el joven Samuel al ver que en el tabernáculo ocurrían tales abusos sin que nadie
hiciera nada. ¡A cuántas personas habrá visto salir de allí desmoralizadas y humilladas! Entre ellas se contaba gente pobre, humilde y
oprimida que había ido en busca de alivio y fortaleza espiritual. Y para colmo, más tarde se enteró de que Hofní y Finehás se burlaban
de las leyes divinas sobre la moralidad sexual teniendo relaciones con las mujeres que servían a la entrada del tabernáculo (1 Samuel
2:22). ¿Cómo cree que se sintió entonces? Tal vez esperaba que Elí hiciera algo al respecto.
De hecho, Elí era la persona indicada para atender este problema, que iba de mal en peor. Como sumo sacerdote, era responsable por
lo que sucedía en el tabernáculo. Y como padre, tenía la obligación de corregir a sus hijos. Después de todo, no solo se estaban
perjudicando a sí mismos, sino también a un sinnúmero de habitantes del país. Pero Elí fracasó como sumo sacerdote y como padre,
pues se limitó a darles una leve reprimenda a sus hijos (1 Samuel 2:23-25). Ellos necesitaban una disciplina mucho más severa. Por sus
pecados, se merecían la muerte.
Tanto se agravó la situación que Jehová envió a “un hombre de Dios”, un profeta cuyo nombre no se menciona, para transmitir a Elí una
fuerte condena. Primero, Jehová le dijo a Elí: “Sigues honrando a tus hijos más que a mí”. Luego le informó que sus perversos hijos
morirían en un mismo día y que su familia sufriría intensamente y hasta perdería su privilegiada posición en la clase sacerdotal. ¿Tuvo
algún efecto este contundente aviso? El relato muestra que no (1 Samuel 2:27–3:1).
Y Samuel, ¿se dejaría corromper? De ninguna manera. En esta sombría historia nos encontramos de vez en cuando con alegres
destellos de luz: comentarios positivos sobre el desarrollo de Samuel. Recordemos que, en medio de todo esto, él siguió “ministrando
delante de Jehová, como muchacho” (1 Samuel 2:18). Desde muy pequeño se concentró en su servicio a Jehová. Más adelante, el
relato nos dice algo todavía mejor: “El muchacho Samuel continuó creciendo con Jehová” (1 Samuel 2:21). En efecto, el paso de los
años no hizo más que estrechar su relación con Dios. ¡Y qué mejor antídoto puede haber contra la corrupción moral que una estrecha
amistad con Jehová!
Para Samuel habría sido muy fácil pensar: “Si hasta el sumo sacerdote y sus hijos pecan contra Jehová, yo puedo hacer lo que se me
antoje”. Pero los errores ajenos, aun los de personas con autoridad, no nos dan permiso para pecar. Actualmente, muchos jóvenes
cristianos imitan a Samuel y continúan “creciendo con Jehová” a pesar de que haya gente a su alrededor que les dé un mal ejemplo.
¿Y qué recompensa obtuvo Samuel? La Biblia dice: “Mientras tanto, el muchacho Samuel iba creciendo y haciéndose más agradable,
tanto desde el punto de vista de Jehová como del de los hombres” (1 Samuel 2:26). Así que este joven fiel se labró una buena
reputación, al menos a los ojos de quienes realmente importaba. De hecho, Jehová mismo llegó a tenerle cariño. Y Samuel albergaba la
esperanza de que Dios eliminaría la maldad de Siló. Ahora bien, tal vez se preguntaba cuándo lo haría.
“Habla, porque tu siervo está escuchando”
Cierta noche se disiparon sus dudas. Era de madrugada y todavía estaba oscuro. La temblorosa llama de la lámpara del tabernáculo
aún seguía encendida. En el silencio, Samuel escuchó una voz que lo llamaba y pensó que Elí, quien ya era muy viejo y se había
quedado prácticamente ciego, precisaba ayuda. Samuel se levantó y “fue corriendo” donde él. Imaginemos al muchachito descalzo
yendo a toda prisa hasta donde dormía su amo. ¡Qué escena tan bonita! Samuel trataba a Elí con mucha consideración y respeto.
Después de todo, Elí seguía siendo el sumo sacerdote de Jehová (1 Samuel 3:2-5).
Samuel despertó a Elí con estas palabras: “Aquí estoy, pues me llamaste”. Elí le contestó que él no lo había llamado y lo mandó a
dormir. Esto sucedió dos veces más. Pero a la tercera, Elí se dio cuenta de lo que estaba pasando. En aquel tiempo, Jehová no solía
comunicarse con su pueblo por visiones o mensajes proféticos, y las razones eran obvias. No obstante, Elí comprendió que Jehová
deseaba hacerse oír mediante este muchachito. Por tanto, le ordenó que regresara a su cama y le indicó lo que debía responder. Pronto
la voz se volvió a escuchar: “¡Samuel, Samuel!”. Y él, siguiendo las instrucciones de Elí, respondió: “Habla, porque tu siervo está
escuchando” (1 Samuel 3:1, 5-10).
Por fin había alguien en Siló que le prestara atención a Dios. A partir de ese momento, Jehová le hablaba a Samuel, y este siempre lo
escuchaba. ¿Lo hacemos nosotros? Para escuchar a Jehová, no hace falta que una voz sobrenatural nos hable durante la noche.
Él siempre nos habla mediante su Palabra escrita, la Biblia. Mientras más escuchemos a Dios y lo obedezcamos, mayor será nuestra fe.
Eso fue precisamente lo que le sucedió a Samuel.
Aquella noche le cambió la vida a Samuel. Desde entonces llegó a conocer a Jehová de una manera especial, pues se convirtió en su
profeta y vocero. Ahora le tocaba transmitir a Elí un aviso final: el cumplimiento de la profecía contra su familia era inminente.
Al principio, Samuel se retrajo, pero luego se armó de valor. Cuando por fin habló, Elí se resignó humildemente a la voluntad divina. Con
el tiempo se cumplió todo lo que Jehová predijo. Los israelitas emprendieron una guerra contra los filisteos, y en un mismo día cayeron
Hofní y Finehás. El propio Elí murió tras enterarse de que el arca de Jehová había sido tomada (1 Samuel 3:10-18; 4:1-18).
Mientras tanto, la fama de Samuel como profeta fiel fue consolidándose. La Biblia dice que “Jehová mismo resultó estar con él” y nunca
dejó que fallaran sus predicciones (1 Samuel 3:19).
“Samuel clamó a Jehová”
¿Quiere decir entonces que Israel siguió la dirección de Samuel y se convirtió en un pueblo fiel y espiritual? Para nada. Llegó el
momento en el que la nación no se conformó con que un simple profeta los dirigiera. Querían un rey como las demás naciones. Samuel
accedió a su solicitud por mandato divino. Sin embargo, tenía que advertirles de la gravedad de aquel pecado. No estaban rechazando
a un simple hombre, sino a Jehová mismo. Así que convocó al pueblo en Guilgal.
Allí se respiraba un ambiente tenso. El envejecido Samuel repasó su historial de fe e integridad con el pueblo. Entonces “clamó a
Jehová” y le pidió que enviara una tormenta (1 Samuel 12:17, 18).
¿Una tormenta en la temporada seca? ¡Aquello era algo inconcebible! Pero cualquier indicio de incredulidad o ánimo de burla pronto
desaparecería. De repente, oscuras nubes cubrieron el cielo y un fuerte viento doblegó el trigo de los campos. Retumbaron truenos
ensordecedores y finalmente comenzó a llover. ¿Cómo reaccionó el pueblo? “Tuvo gran temor de Jehová y de Samuel.” Por fin se
daban cuenta de la gravedad de su pecado (1 Samuel 12:18, 19).
Fue Jehová, no Samuel, quien logró sensibilizar el corazón de aquel pueblo rebelde. Desde la infancia hasta la vejez, Samuel ejerció fe
en su Dios y fue bendecido por ello. Jehová no ha cambiado: podemos estar seguros de que si cultivamos una fe como la de Samuel,
contaremos con su apoyo.
[Notas]
El voto de nazareato incluía, entre otras cosas, no tomar ninguna bebida embriagante ni cortarse el cabello. Por lo general, se hacía por
un tiempo limitado, pero Samuel, al igual que Sansón y Juan el Bautista, fue nazareo de por vida.
En esencia, el santuario era una amplia tienda rectangular con estructura de madera. Sin embargo, estaba hecho con materiales de la
más alta calidad: pieles de foca, hermosas telas bordadas y maderas nobles laminadas con oro y plata. Se encontraba en un patio
rectangular en el que también había un precioso altar para los sacrificios. Todo parece indicar que con el tiempo se erigieron cámaras
para uso de los sacerdotes, seguramente a los lados del tabernáculo. Es probable que Samuel durmiera en una de esas cámaras.
El relato nos proporciona dos ejemplos. Por un lado, la Ley dejaba claro cuáles eran las porciones del sacrificio que le correspondían al
sacerdote (Deuteronomio 18:3). Pero los sacerdotes corruptos instituyeron una práctica muy diferente: hacían que sus servidores
metieran un tenedor grande en la olla hirviendo y tomaran cualquier porción de carne que saliera. Por otro lado, cuando la gente llevaba
sus ofrendas, los servidores —siguiendo las órdenes de los sacerdotes— exigían que se les entregara la carne cruda, incluso antes de
que la grasa se ofreciera a Jehová sobre el altar (Levítico 3:3-5; 1 Samuel 2:13-17).

*W13 15/7 págs. 15-19


Jesús alimenta a muchos por medio de unos pocos
“Después de partir los panes, [Jesús] los distribuyó a los discípulos, y los discípulos a su vez a las muchedumbres.” (MAT. 14:19)
IMAGINE la escena (lea Mateo 14:14-21). Justo antes de la Pascua del año 32, una muchedumbre de unos cinco mil hombres, además
de mujeres y niños, ha seguido a Jesús y sus discípulos a un lugar solitario cerca de Betsaida, población situada en la orilla norte del
mar de Galilea.
2
Al ver a todas aquellas personas, Jesús se compadece de ellas, así que les enseña muchas cosas sobre el Reino de Dios y cura a las
que están enfermas. Cuando se hace tarde, los discípulos le dicen que despida a la gente para que pueda ir a los pueblos vecinos y
comprarse algo de comida. Pero él les responde: “Ustedes denles de comer”. Seguramente, estas palabras los confunden, pues las
provisiones que tienen a mano son insignificantes: tan solo cinco panes y dos pescados pequeños.
3
La compasión que Jesús siente lo impulsa a realizar un milagro, el único del que dejaron constancia los cuatro evangelistas (Mar. 6:35-
44; Luc. 9:10-17; Juan 6:1-13). Tras ordenar a los discípulos que les pidan a todos que se recuesten en la hierba en grupos de 50 y 100,
eleva una oración a Dios y empieza a partir el pan y los peces en trozos. Luego, en vez de darles la comida él mismo, se la distribuye “a
los discípulos, y los discípulos a su vez a las muchedumbres”. Milagrosamente, todos tienen más que suficiente para comer. Fíjese en
este hecho: Jesús ha alimentado a miles por medio de sus discípulos, que solo son unos pocos.
4
Pero lo que más le preocupaba a Jesús era proporcionar a sus seguidores alimento espiritual. Sabía que alimentarse espiritualmente,
es decir, con las verdades de la Palabra de Dios, lleva a la vida eterna (Juan 6:26, 27; 17:3). Impulsado por la misma compasión que lo
motivó a saciar a la multitud con el pan y los peces, pasó muchas horas enseñándoles a sus discípulos (Mar. 6:34). Ahora bien, él sabía
que iba a estar poco tiempo en la Tierra y que tendría que regresar al cielo (Mat. 16:21; Juan 14:12). Una vez allí, ¿cómo los mantendría
bien nutridos espiritualmente? Seguiría un patrón similar: alimentaría a muchos por medio de unos pocos. ¿Quiénes serían esos pocos?
Examinemos cómo empleó a unos pocos para alimentar a los numerosos cristianos ungidos del siglo primero. Después, en el artículo
siguiente, analizaremos una pregunta de vital importancia para todos nosotros: ¿cómo podemos identificar a los pocos que Cristo utiliza
para alimentarnos hoy en día?
JESÚS SELECCIONA A LOS POCOS
5
Todo buen cabeza de familia se encarga de que los suyos no pasen necesidad si él fallece. De igual modo, Jesús, quien llegaría a ser
Cabeza de la congregación cristiana, se encargó de que sus seguidores estuvieran bien alimentados espiritualmente cuando él ya
no estuviera en la Tierra (Efes. 1:22). Por ejemplo, unos dos años antes de morir, tomó una decisión importante. Seleccionó a los
primeros de aquellos pocos mediante los cuales alimentaría más tarde a los muchos. Veamos lo que ocurrió.
6
Después de orar toda la noche, reunió a sus discípulos y eligió 12 apóstoles de entre ellos (Luc. 6:12-16). Por los siguientes dos años
se apegó de un modo especial a los apóstoles, enseñándoles con sus palabras y su ejemplo. Sabía que tenían mucho que aprender; de
hecho, se les siguió llamando “discípulos” (Mat. 11:1; 20:17). Les dio valiosos consejos y una buena preparación para el ministerio (Mat.
10:1-42; 20:20-23; Luc. 8:1; 9:52-55). Obviamente, los estaba capacitando para desempeñar un papel clave cuando él muriera y
regresara al cielo.
7
¿Qué papel cumplirían los apóstoles? A medida que se acercaba el Pentecostés del año 33, se hizo evidente que ocuparían un
“puesto de superintendencia” (Hech. 1:20). Sin embargo, ¿cuál sería su principal interés? Jesús, ya resucitado, lo dio a entender en una
conversación con el apóstol Pedro (lea Juan 21:1, 2, 15-17). En presencia de otros apóstoles le dijo: “Apacienta mis ovejitas”. Así indicó
que sus apóstoles estarían entre los pocos mediante quienes él alimentaría espiritualmente a los muchos. ¡Qué prueba tan
conmovedora del cariño que siente Jesús por sus “ovejitas”!
SE ALIMENTA A LOS MUCHOS DESDE EL PENTECOSTÉS EN ADELANTE
8
A partir del Pentecostés del año 33, Cristo resucitado utilizó a sus apóstoles como conducto para alimentar al resto de sus discípulos
ungidos (lea Hechos 2:41, 42). Los judíos y prosélitos que ese día llegaron a ser cristianos ungidos por espíritu reconocieron ese
conducto con total claridad. Plenamente convencidos, “continuaron dedicándose a la enseñanza de los apóstoles”. Según cierto erudito,
el verbo griego que se traduce “continuaron dedicándose” denota “una permanencia persistente y absoluta, una adhesión total de un
grupo orientado hacia un fin común”. Los nuevos creyentes tenían hambre de alimento espiritual y sabían exactamente dónde obtenerlo.
Con completa lealtad, escuchaban a los apóstoles mientras estos explicaban lo que Jesús había dicho y hecho y esclarecían el
significado de pasajes de las Escrituras relacionados con él (Hech. 2:22-36).
9
Los apóstoles tuvieron siempre muy presente su responsabilidad de alimentar a las ovejas de Jesús. Observe, por ejemplo, cómo se
encargaron de un incidente que podría haber causado divisiones en la recién formada congregación. Curiosamente, el problema tenía
que ver con alimento, en este caso alimento físico. A diferencia de las viudas de habla hebrea, las de habla griega no eran tenidas en
cuenta al repartir diariamente la comida. ¿Cómo resolvieron los apóstoles esta delicada cuestión? “Los doce” nombraron a siete
hombres capacitados para supervisar aquel “asunto necesario”, la distribución de la comida. Los apóstoles —la mayoría de los cuales
sin duda participaron en repartir la comida a las multitudes a las que Cristo alimentó— vieron que era más importante concentrarse en
alimentar a los hermanos espiritualmente. Por ese motivo, se dedicaron “al ministerio de la palabra” (Hech. 6:1-6).
10
Ya para el año 49, otros ancianos capacitados se habían unido a los apóstoles que quedaban (lea Hechos 15:1, 2). “Los apóstoles y
ancianos en Jerusalén” formaban una junta directiva, o cuerpo que gobernaba la congregación cristiana. Como Cabeza de la
congregación, Cristo se valió de este pequeño grupo de hombres para aclarar cuestiones doctrinales, así como para supervisar y dirigir
la tarea de predicar y enseñar las buenas nuevas del Reino (Hech. 15:6-29; 21:17-19; Col. 1:18).
11
¿Bendijo Jehová el sistema que su Hijo empleó para alimentar a las congregaciones del siglo primero? No cabe la menor duda.
El libro de Hechos informa: “A medida que [el apóstol Pablo y sus acompañantes] iban viajando por las ciudades entregaban a los de
allí, para que los observaran, los decretos sobre los cuales habían tomado decisión los apóstoles y ancianos que estaban en Jerusalén.
Por lo tanto, en realidad, las congregaciones continuaron haciéndose firmes en la fe y aumentando en número de día en día” (Hech.
16:4, 5). Note que aquellas congregaciones florecieron por cooperar lealmente con el pequeño grupo de hombres que dirigía la obra
desde Jerusalén. ¿Acaso no prueba eso que Jehová bendijo el conducto mediante el que su Hijo alimentaba a las congregaciones?
Claro que sí, pues la prosperidad espiritual solo es posible con la bendición divina (Prov. 10:22; 1 Cor. 3:6, 7).
12
Hasta ahora hemos visto que Jesús siguió un patrón al alimentar a sus seguidores: alimentó a muchos por medio de unos pocos.
El conducto que empleó para nutrir espiritualmente a sus discípulos era fácil de reconocer. Al fin y al cabo, los apóstoles —que fueron
los primeros miembros de aquella junta directiva de Jerusalén— podían aportar pruebas visibles de que contaban con el apoyo de Dios.
Hechos 5:12 señala: “Mediante las manos de los apóstoles continuaron efectuándose muchas señales y portentos presagiosos entre el
pueblo”. Por consiguiente, no había ninguna razón para que quienes se hicieran cristianos se preguntaran: “¿A través de quiénes
alimenta Cristo a sus ovejas?”. Pero a finales del siglo primero, la situación cambió.
MUCHA MALA HIERBA Y POCO TRIGO
13
Jesús predijo que la congregación cristiana sería blanco de ataques. Recuerde que, en una ilustración profética, advirtió que en un
campo recién sembrado de trigo (los cristianos ungidos) se sembraría después mala hierba (los cristianos falsos). Entonces indicó que
se dejaría que ambos grupos crecieran juntos hasta la siega, la cual vendría en “una conclusión de un sistema de cosas” (Mat. 13:24-
30, 36-43). No tuvo que pasar mucho tiempo para que sus palabras se cumplieran.
14
En el siglo primero hubo algunos brotes de apostasía, pero los fieles apóstoles de Jesús actuaron de “restricción” y mantuvieron a
raya la contaminación e influencia de las doctrinas falsas (2 Tes. 2:3, 6, 7). Sin embargo, cuando murió el último de los apóstoles la
apostasía echó raíces y se propagó durante un período de crecimiento que abarcó muchos siglos. En ese tiempo, la mala hierba se hizo
mucha pero el trigo fue escaso. No existía ningún conducto organizado que proporcionara alimento espiritual de manera constante.
Llegaría el momento en que eso cambiaría. Pero ¿cuándo?
¿QUIÉN ALIMENTARÍA A LAS OVEJAS DURANTE LA ÉPOCA DE LA SIEGA?
15
Según se acercaba el fin de la temporada de crecimiento, surgieron vigorosos brotes de interés por la verdad bíblica. En la década
de 1870, un pequeño grupo de personas que buscaban la verdad formaron clases de estudio de la Biblia separadas de la mala hierba,
esto es, de los cristianos falsos afiliados a las iglesias y sectas de la cristiandad. Con un corazón humilde y una mente abierta, los
Estudiantes de la Biblia —como a sí mismos se llamaban— examinaron las Escrituras con devoción y esmero (Mat. 11:25).
16
Su estudio concienzudo produjo mucho fruto. Aquellas personas sinceras pusieron al descubierto doctrinas falsas y difundieron
verdades espirituales editando y distribuyendo ampliamente publicaciones bíblicas. Su labor iluminó el corazón y la mente de muchos
que tenían hambre y sed de la verdad. Por eso surge esta interesante pregunta: ¿fueron los leales Estudiantes de la Biblia de aquellas
décadas anteriores a 1914 el conducto nombrado por Cristo para alimentar a sus ovejas? La respuesta es no. Todavía se hallaban en la
temporada de crecimiento, y el sistema que iba a utilizarse para proporcionar alimento espiritual aún estaba cobrando forma. No había
llegado el momento de que los cristianos falsos semejantes a mala hierba fueran separados de los verdaderos, representados por el
trigo.
17
Como aprendimos en el artículo anterior, la época de la cosecha empezó en 1914. Ese año marcó el inicio de una serie de sucesos
importantes. Jesús fue coronado Rey y comenzaron los últimos días (Rev. 11:15). Desde 1914 hasta principios de 1919, Cristo
acompañó a su Padre al templo espiritual para realizar una obra muy necesaria de inspección y limpieza (Mal. 3:1-4). A continuación, a
partir de 1919, se empezaría a recoger el trigo. ¿Había llegado por fin el momento de que Cristo nombrara un conducto organizado para
proveer alimento espiritual? ¡Ahora sí!
18
En su profecía sobre el tiempo del fin, Jesús predijo que nombraría un conducto para dar “alimento al tiempo apropiado” (Mat. 24:45-
47). ¿Qué conducto sería ese? Siguiendo el patrón que él mismo estableció en el siglo primero, volvería a alimentar a muchos por
medio de unos pocos. Por eso, apenas comenzaron los últimos días, la pregunta clave era quiénes serían esos pocos. En el siguiente
artículo veremos la respuesta a esta y otras cuestiones relacionadas con la profecía de Jesús.
NOTAS FINALES: (Deben leerse como notas a pie de página en los párrafos correspondientes.)
[Notas]
Párrafo 3: En una ocasión posterior en la que Jesús alimentó milagrosamente a cuatro mil hombres, además de mujeres y niños,
también distribuyó la comida “a los discípulos, y los discípulos a su vez a las muchedumbres” (Mat. 15:32-38).
Párrafo 7: Durante la vida de Pedro, todas las “ovejitas” que debían ser alimentadas abrigaban la esperanza celestial.
Párrafo 8: El hecho de que los nuevos creyentes “continuaron dedicándose a la enseñanza de los apóstoles” implica que los apóstoles
les enseñaban con regularidad. Algunas de sus enseñanzas quedaron registradas en los libros inspirados que ahora forman parte de las
Escrituras Griegas.
Párrafo 12: Aunque aparte de los apóstoles hubo otros discípulos que recibieron dones milagrosos del espíritu, parece que en la
mayoría de los casos tales dones se transmitían en presencia de alguno de los apóstoles o directamente mediante ellos (Hech. 8:14-18;
10:44, 45).
Párrafo 13: Las palabras del apóstol Pablo que se hallan en Hechos 20:29, 30 muestran que la congregación sería atacada desde dos
ángulos. En primer lugar, cristianos falsos (“mala hierba”) “entrar[ían]” entre los verdaderos. Y en segundo lugar, algunos “de entre” los
cristianos verdaderos se harían apóstatas y hablarían “cosas aviesas”, o torcidas.
Párrafo 17: Vea el artículo “Estoy con ustedes todos los días” en esta misma revista, página 11, párrafo 6.

* W13 1/8 pág. 11


ACÉRQUESE A DIOS
“Las cualidades invisibles de él se ven claramente”
¿Cree usted que Dios existe? Si así es, ¿podría demostrarlo? A nuestro alrededor hay infinidad de pruebas de que existe un Creador
sabio, poderoso y lleno de amor. ¿A qué pruebas nos referimos? ¿Son confiables? Para encontrar la respuesta, analicemos lo que el
apóstol Pablo escribió a los cristianos de Roma.
Él dijo: “Las cualidades invisibles de [Dios] se ven claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se perciben por las
cosas hechas, hasta su poder [eterno] y Divinidad, de modo que ellos son inexcusables” (Romanos 1:20). Tal como señala Pablo, la
creación lleva la firma de su Creador. Analicemos un poco más estas palabras.
Pablo escribió que las cualidades de Dios pueden verse “desde la creación del mundo”. En este caso, la palabra griega que se traduce
“mundo” se refiere a la humanidad, no al planeta Tierra. Lo que Pablo estaba diciendo es que desde el momento en que fue creada, la
humanidad ha podido percibir las cualidades de Dios en la creación.
Las pruebas no están ocultas; “se ven claramente” a nuestro alrededor. Las creaciones —desde la más grande hasta la más pequeña—
revelan la existencia de un Creador que posee cualidades maravillosas. Pensemos, por ejemplo, en el inteligente diseño de la
naturaleza. ¿Acaso no demuestra lo sabio que es Dios? ¿Y los cielos estrellados? ¿Y las fuertes olas del mar? ¿No dan prueba de su
poder? ¿Qué hay de la variedad de sabores que deleitan nuestro paladar, o de la belleza de los amaneceres y las puestas de sol?
¿Verdad que dejan ver el amor que Dios siente por la humanidad? (Salmo 104:24; Isaías 40:26.)
Son tan claras las pruebas que quienes no las ven y se niegan a creer en Dios “son inexcusables”. Un erudito lo explica de la siguiente
manera. Imagine que un conductor ve una señal de tránsito que dice: “Desvío. Gire a la izquierda”, pero no le hace caso. Cuando un
policía lo detiene para darle una multa, el conductor le dice que no vio la señal. La excusa no convence al policía porque la señal está a
plena vista y el conductor no tiene problemas de visión. Además, este tiene la responsabilidad de fijarse en todas las señales y
obedecerlas. Del mismo modo, las pruebas de la existencia de Dios que hay en la naturaleza están a plena vista. Y nosotros, que
somos seres racionales, podemos verlas. No tenemos motivos para ignorarlas.
En efecto, la creación revela mucho acerca de nuestro Creador. Pero hay un libro que revela aún más sobre él, la Biblia. En sus páginas
se responde esta importante pregunta: ¿cuál es el propósito de Dios para la Tierra y la humanidad? Saber la respuesta nos ayudará a
tener una buena relación con Dios, cuyas “cualidades invisibles [...] se ven claramente” en el mundo que nos rodea.
Lectura bíblica recomendada para este mes
Romanos 1 a 16
[Nota]
La Biblia también dice que el “mundo” es culpable de pecado y que necesita un salvador, lo cual demuestra que, en estos casos, el
término se refiere a la humanidad y no a la Tierra (Juan 1:29; 4:42; 12:47).
[Comentario de la página 11]
La creación lleva la firma de su Creador

* Cf págs. 133, 134 parrs 14,15


14
Otra forma en que Jesús mantuvo fuerte su amor a Jehová fue orando de continuo. Aunque era un hombre amigable y disfrutaba de
estar con otras personas, es interesante notar lo mucho que valoraba la soledad. Por ejemplo, Lucas 5:16 dice que “continuaba en retiro
en los desiertos áridos [...] orando”. Asimismo, Mateo 14:23 relata: “Por fin, habiendo despedido a las muchedumbres, subió solo a la
montaña a orar. Aunque se hizo tarde, estaba allí solo”. Jesús buscó la soledad en estas y en otras ocasiones, no porque fuera un
ermitaño ni porque rehuyera la compañía de los demás, sino porque deseaba estar a solas con su Padre y hablar libremente con él
mediante la oración.
15
En sus oraciones, Jesús empleó a veces la expresión “Abba, Padre” (Marcos 14:36). En aquel entonces, Abba era una palabra
cariñosa para “padre”, muy común en el uso familiar; figuraba entre las primeras palabras que aprendían los niños. Al mismo tiempo, era
un término respetuoso. Si bien revelaba la intimidad del Hijo que habla a su Padre amado, también indicaba profundo respeto por la
autoridad paterna de Jehová. Tal combinación de intimidad y respeto se percibe en todas las oraciones de Jesús registradas en la
Biblia. Por ejemplo, en el capítulo 17 de Juan, el apóstol puso por escrito la larga y sincera oración que Jesús hizo la última noche de su
vida humana. Cuando la estudiamos, nos sentimos profundamente conmovidos. Pero es fundamental que hagamos algo más: que
imitemos dicha oración. ¿Cómo podemos hacerlo? No repitiéndola, por supuesto, sino buscando la forma de hablar desde el corazón
con nuestro Padre celestial cuantas veces sea posible. Al hacerlo, mantendremos vivo y fuerte nuestro amor por él.

* W14 15/2 pág. 25 parrs 18-21


LOS AMIGOS SE COMUNICAN
18
La amistad se hace más profunda cuando hay una buena comunicación. En esta era de Internet y tecnología, las redes sociales y los
mensajes de texto se han vuelto muy populares. Pero ¿qué lugar ocupa en nuestra vida la comunicación personal con Jehová, nuestro
mejor Amigo? Sabemos que él es el “Oidor de la oración” (Sal. 65:2). ¿Con cuánta frecuencia tomamos la iniciativa y le hablamos?
19
A algunos siervos de Dios les cuesta abrir su corazón y expresar sus sentimientos más profundos. Sin embargo, eso es precisamente
lo que Jehová quiere que hagamos al orar (Sal. 119:145; Lam. 3:41). Y si no encontramos palabras para describir lo que sentimos, la
Biblia nos ayuda. Pablo escribió a los cristianos de Roma: “El problema de lo que debemos pedir en oración como necesitamos hacerlo
no lo sabemos, pero el espíritu mismo aboga por nosotros con gemidos no expresados. Sin embargo, el que escudriña los corazones
sabe cuál es la intención del espíritu, porque este aboga en conformidad con Dios por los santos” (Rom. 8:26, 27). Meditar en las
palabras contenidas en libros bíblicos como Job, Salmos y Proverbios nos ayudará a expresarle a Jehová nuestros sentimientos más
íntimos.
20
Cuando afrontemos situaciones penosas, sigamos el consejo que Pablo escribió por inspiración divina a los cristianos filipenses:
“No se inquieten por cosa alguna, sino que en todo, por oración y ruego junto con acción de gracias, dense a conocer sus peticiones a
Dios”. Esa comunicación sin trabas con nuestro mejor Amigo nos dará fuerzas y consuelo, pues Pablo añadió: “Y la paz de Dios que
supera a todo pensamiento guardará sus corazones y sus facultades mentales mediante Cristo Jesús” (Filip. 4:6, 7).
Atesoremos siempre la incomparable “paz de Dios” que verdaderamente protege nuestra mente y nuestro corazón.
21
La oración nos permite estrechar la amistad con Jehová. Por lo tanto, “ore[mos] incesantemente” (1 Tes. 5:17). Que este artículo
fortalezca la valiosa relación que tenemos con Dios y nuestra determinación de cumplir sus justos requisitos. Y pensemos en cuánto nos
beneficia que Jehová sea nuestro Padre, nuestro Dios y nuestro Amigo.

* W02 15/10 pág. 17 parr 16


16
¿Está usted convencido de que Jehová tiene poder para salvarnos? ¿Siente su protección angélica? ¿Ha gustado y visto
personalmente que Jehová es bueno? ¿Cuándo fue la última vez que percibió que Jehová había sido bueno con usted? Haga memoria.
¿Fue en aquel último hogar que visitó en el ministerio, justo cuando creía que no podía más? Quizá en ese momento tuvo una
magnífica conversación con el amo de casa. ¿Se acordó de darle gracias a Jehová por haberle proporcionado las fuerzas que
necesitaba y por bendecirlo de esa forma? (2 Corintios 4:7.) Por otra parte, es posible que le resulte difícil recordar algún acto
bondadoso que Jehová haya efectuado por usted. Tal vez tenga que retroceder en el tiempo una semana, un mes, un año o incluso
más. En ese caso, ¿por qué no se esfuerza por acercarse más a Jehová y ver cómo él lo guía y dirige? El apóstol Pedro aconsejó a los
cristianos: “Humíllense [...] bajo la poderosa mano de Dios, [...] a la vez que echan sobre él toda su inquietud, porque él se interesa por
ustedes” (1 Pedro 5:6, 7). Le asombrará ver cuánto se interesa él por usted (Salmo 73:28).

* W12 15/02 pag 7 parrs 16,17


16
Cuando Jesús afrontó situaciones difíciles, se negó rotundamente a confiar en su propio entendimiento. ¡Imagínese! El hombre más
sabio que ha pisado la Tierra no se fió de su propia sabiduría. Por citar un caso, cuando Satanás lo tentó, usó varias veces la frase:
“Está escrito” (Mat. 4:4, 7, 10). Más bien, se apoyó en la sabiduría de su Padre para resistir la tentación, mostrando así la humildad que
Satanás tanto desprecia y de la que carece totalmente. ¿Actuamos nosotros igual que Jesús? El cabeza de familia que imita su actitud
vigilante se guía por la Palabra de Dios, en particular cuando pasa por dificultades. Y eso es precisamente lo que están haciendo miles
de cristianos por todo el mundo. Con fidelidad, buscan primero el Reino de Dios y la adoración pura, anteponiendo estas cosas a los
intereses materiales. De este modo, brindan el mejor cuidado a sus familias. Jehová, por su parte, bendice los esfuerzos que realizan
para sostener a los suyos, tal como promete Su Palabra (Mat. 6:33).
17
No cabe duda: Jesús nos dio el mejor ejemplo posible de vigilancia, un ejemplo que es provechoso y que puede hasta salvarnos la
vida. Recordemos que Satanás quiere dormirnos espiritualmente, pues en ese estado tendremos una fe débil, nuestro deseo de adorar
a Jehová irá languideciendo y nuestra lealtad a él se verá comprometida (1 Tes. 5:6). No le demos ese gusto. Mantengámonos
vigilantes como Jesús: vigilantes en la oración, en el ministerio y en la adversidad. Así disfrutaremos de una vida rica, plena y feliz aun
en las horas agonizantes de este mundo. Tendremos asimismo la seguridad de que cuando el Amo venga a destruir este sistema de
cosas, nos encontrará alerta y activos, efectuando la voluntad de su Padre. ¡Qué contento se pondrá Jehová cuando nos premie por
nuestra fidelidad! (Rev. 16:15.)

* Cf pág. 72 parrs 15,16


15
Aunque Jesús era el Hijo perfecto de Dios, no confió en sus propias fuerzas para aguantar, sino que acudió a su Padre celestial por
ayuda. El apóstol Pablo escribió: “Cristo ofreció ruegos y también peticiones a Aquel que podía salvarlo de la muerte, con fuertes
clamores y lágrimas” (Hebreos 5:7). Observe que Jesús “ofreció” no solo peticiones, sino también ruegos. El término ruego se refiere a
una súplica especialmente sincera e intensa; significa implorar ayuda. La palabra “ruegos”, en plural, indica que Jesús le imploró a
Jehová en más de una ocasión. De hecho, en el jardín de Getsemaní, él oró con fervor una y otra vez (Mateo 26:36-44).
16
Jesús tenía plena confianza en que Jehová escucharía sus ruegos, pues sabía que su Padre es el “Oidor de la oración” (Salmo 65:2).
Durante su existencia prehumana, el Hijo primogénito había visto al Padre contestar las oraciones de sus siervos fieles. Él estaba en los
cielos cuando Jehová envió a un ángel para responder a la oración sincera del profeta Daniel, incluso antes de que terminara de orar
(Daniel 9:20, 21). ¿Cómo, entonces, no iba a contestar el Padre a su Hijo unigénito cuando este le abriera su corazón “con fuertes
clamores y lágrimas”? Jehová respondió a las súplicas de su Hijo y mandó a un ángel para que lo fortaleciera y así pudiera resistir la
prueba (Lucas 22:43).

 LECCION 2 (a)

* jv pág. 608 párr. 1


¿Hacía falta realmente otra traducción? La Biblia entera ya estaba publicada en 190 lenguas, y por lo menos había partes de ella
traducidas a otros 928 idiomas y dialectos. En diferentes ocasiones los testigos de Jehová han usado muchas de esas traducciones.
No obstante, la realidad es que la mayor parte de ellas son obra de clérigos y misioneros de las sectas de la cristiandad, y en mayor o
menor grado manifiestan la influencia de las filosofías paganas y tradiciones antibíblicas que sus sistemas religiosos heredaron del
pasado, así como del prejuicio de la alta crítica. Además, estaban apareciendo manuscritos bíblicos más antiguos y fiables. Los
hallazgos arqueológicos contribuían a que se comprendiera mejor el griego del siglo I. También, los idiomas de las versiones han sufrido
cambios con el paso de los años.

* jv pág. 607 párr. 5


Se produce la Traducción del Nuevo Mundo
A principios de octubre de 1946 Nathan H. Knorr, entonces presidente de la Sociedad Watch Tower, propuso por vez primera que la
Sociedad produjera una nueva versión de las Escrituras Griegas Cristianas. La traducción misma empezó el 2 de diciembre de 1947. El
texto finalizado fue sometido a cuidadosa revisión por todo el comité de traductores, formado íntegramente por cristianos ungidos con
espíritu. El 3 de septiembre de 1949 el hermano Knorr convocó una reunión de las juntas directivas de las corporaciones de Nueva York
y Pensilvania de la Sociedad. Les anunció que el Comité de Traducción de la Biblia del Nuevo Mundo había finalizado una versión en
idioma moderno de las Escrituras Griegas Cristianas y la había entregado a la Sociedad para que esta la publicara. Era una versión
totalmente nueva traducida del griego original.

* si pág. 324 parrs 18,19


18
El 3 de septiembre de 1949, en las oficinas centrales de la Sociedad en Brooklyn, el presidente anunció a la Junta Directiva la
existencia del Comité de Traducción de la Biblia del Nuevo Mundo, y que aquel comité había completado una traducción moderna de las
Escrituras Griegas Cristianas. Se leyó el documento del comité, mediante el cual el comité asignaba a la Sociedad la posesión, el
control y la publicación del original de su traducción, en reconocimiento de la obra no sectaria de la Sociedad de fomentar la educación
bíblica por toda la Tierra. También se leyeron porciones del original, como ejemplos de la naturaleza y calidad de la traducción. Los
directores aceptaron unánimemente el regalo de la traducción, y de inmediato se hicieron planes para imprimirla. La composición
empezó el 29 de septiembre de 1949, y a principios del verano de 1950 decenas de millares de ejemplares quedaron completos y
encuadernados.
19
Presentación de la Traducción del Nuevo Mundo en partes. El miércoles 2 de agosto de 1950, en el cuarto día de su asamblea
internacional en el Estadio Yanqui, de Nueva York, un auditorio totalmente sorprendido de 82.075 testigos de Jehová aceptó
gustosamente la presentación de la Traducción del Nuevo Mundo de las Escrituras Griegas Cristianas en inglés. El Comité de
traductores, estimulado por aquella acogida entusiástica inicial y por expresiones posteriores de aprecio por los méritos de la traducción,
enseguida emprendió la extensa obra de traducir las Escrituras Hebreas. Estas se publicaron en otros cinco tomos, que se presentaron
en sucesión desde 1953 hasta 1960. El conjunto de seis tomos formó una biblioteca de la Biblia entera en inglés moderno. Cada tomo
contenía también ayudas valiosas para el estudio de la Biblia. Así se le hizo accesible al estudiante de la Biblia de nuestros días un
inmenso almacén de información bíblica. Se habían hecho esfuerzos diligentes para usar toda fuente confiable de información textual,
de manera que la Traducción del Nuevo Mundo expresara clara y acertadamente el vigoroso mensaje de las Escrituras inspiradas
originales.

* jv pág. 609 parrs 3,4


Tras esto, se tradujeron al inglés las Escrituras Hebreas y se publicaron paulatinamente, en cinco tomos, a partir de 1953. Al igual que
con las Escrituras Griegas Cristianas, se dio atención a comunicar de la manera más literal posible lo que decía el idioma original. Se
ejerció especial cuidado para traducir con uniformidad, comunicar con exactitud la acción o el estado de los verbos y utilizar lenguaje
sencillo que fuera entendible para el lector moderno. Siempre que aparecía el Tetragrámaton en el texto hebreo se traducía
correctamente por el nombre personal de Dios, en vez de reemplazarlo por otro término, costumbre que siguen muchas versiones. Los
artículos de los apéndices y las notas de estos tomos permitían al estudiante cuidadoso examinar la razón de las traducciones
empleadas.
El 13 de marzo de 1960 el Comité de Traducción de la Biblia del Nuevo Mundo concluyó la lectura final de la porción de la Biblia que se
publicaría en el quinto tomo. Habían transcurrido doce años, tres meses y once días desde el comienzo de la traducción de las
Escrituras Griegas Cristianas. Unos meses después se presentó el quinto tomo impreso de las Escrituras Hebreas para su distribución.

* NWT-E pág. 1718


* w08 1/5 pags 19-21
¿Son mejores las traducciones palabra por palabra?
Traducir estrictamente una palabra por otra no suele ser la mejor manera de expresar el significado de un pasaje bíblico. ¿Por qué no?
Aunque hay varias razones, analicemos dos de ellas:
1. No hay dos idiomas que tengan exactamente la misma gramática, vocabulario y forma de expresar las ideas. El profesor de
hebreo S. R. Driver señala que las lenguas “no solo difieren en su gramática y vocabulario, sino también [...] en la manera de construir
las frases para expresar las ideas”. Las personas que hablan un idioma no piensan igual que las que hablan otro. “Por consiguiente —
añade el profesor Driver—, las formas que adoptan las frases no son las mismas.”
Puesto que ningún idioma refleja exactamente el vocabulario y la gramática del hebreo y el griego bíblicos, una traducción palabra por
palabra sería poco clara y hasta podría transmitir un significado erróneo. Veámoslo en los siguientes ejemplos.
En su carta a los Efesios, el apóstol Pablo utilizó una expresión que literalmente se traduce “en el juego de dados de los hombres”
(Efesios 4:14, Jünemann, nota). Esta expresión alude a la práctica de hacer trampas en los dados. Sin embargo, en la mayoría de los
idiomas, una traducción literal no tendría ningún sentido. Por lo tanto, una manera más clara de transmitir el significado de esta
expresión es traduciéndola “las tretas de los hombres”.
Al escribir a los romanos, Pablo empleó una expresión griega que significa literalmente “en el espíritu, hirvientes” (Romanos 12:11,
Bover-Cantera). ¿Le suena a usted natural esta expresión? En realidad, la frase original transmite la idea de estar radiantes, o
fulgurantes, con el espíritu.
Observe este otro ejemplo. En uno de sus más famosos discursos, Jesús empleó una expresión que a menudo se traduce así:
“Bienaventurados los pobres de espíritu” (Mateo 5:3). En numerosos idiomas, una traducción literal como esta oscurecería el significado
original. De hecho, en algunos casos incluso implicaría que “los pobres de espíritu” son personas que sufren un desequilibrio mental o
que carecen de vitalidad y determinación. Sin embargo, Jesús usó esa expresión para enseñar a la gente que su felicidad no dependía
de satisfacer sus necesidades físicas, sino de reconocer que necesitaban la guía divina (Lucas 6:20). De modo que traducciones como
“los que tienen conciencia de su necesidad espiritual” o “los que reconocen su necesidad espiritual” comunican con mayor exactitud el
verdadero significado (Mateo 5:3; Versión Popular, también conocida como Dios habla hoy).
2. El significado de una palabra o expresión puede variar dependiendo del contexto en que se use. Tomemos por caso la
expresión hebrea que normalmente alude a la mano. Tal expresión puede adoptar una amplia variedad de significados, dependiendo del
contexto. Puede, por ejemplo, traducirse por “control”, “a mano abierta” o “poder” (2 Samuel 8:3; 1 Reyes 10:13; Proverbios 18:21).
De hecho, este término en particular se vierte de más de cuarenta maneras distintas en la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas
Escrituras en inglés.
Puesto que el contexto puede influir en el significado de una palabra, la Traducción del Nuevo Mundo en inglés emplea cerca de 16.000
expresiones para traducir unos 5.500 vocablos griegos, así como más de 27.000 expresiones para traducir unas 8.500 palabras
hebreas. ¿A qué se debe esa variedad en la traducción de las palabras? El comité de traducción consideró que transmitir su sentido
más exacto de acuerdo con el contexto era más importante que producir una versión estrictamente literal. Aun así, la Traducción del
Nuevo Mundo en inglés emplea, siempre que es posible, las mismas palabras al traducir los términos hebreos y griegos.
Pero está claro que no basta con traducir de la misma manera un término del idioma bíblico original cada vez que aparezca. Por eso, los
traductores deben seleccionar con buen criterio las palabras que comuniquen las ideas con exactitud y claridad. Además, han de
combinar las palabras y frases según las reglas gramaticales del idioma al que traducen.

* NWT-E págs. 1718-1720


* w08 1/5 págs. 19-20
¿Son mejores las traducciones palabra por palabra?
Traducir estrictamente una palabra por otra no suele ser la mejor manera de expresar el significado de un pasaje bíblico. ¿Por qué no?
Aunque hay varias razones, analicemos dos de ellas:
1. No hay dos idiomas que tengan exactamente la misma gramática, vocabulario y forma de expresar las ideas. El profesor de
hebreo S. R. Driver señala que las lenguas “no solo difieren en su gramática y vocabulario, sino también [...] en la manera de construir
las frases para expresar las ideas”. Las personas que hablan un idioma no piensan igual que las que hablan otro. “Por consiguiente —
añade el profesor Driver—, las formas que adoptan las frases no son las mismas.”
Puesto que ningún idioma refleja exactamente el vocabulario y la gramática del hebreo y el griego bíblicos, una traducción palabra por
palabra sería poco clara y hasta podría transmitir un significado erróneo. Veámoslo en los siguientes ejemplos.
En su carta a los Efesios, el apóstol Pablo utilizó una expresión que literalmente se traduce “en el juego de dados de los hombres”
(Efesios 4:14, Jünemann, nota). Esta expresión alude a la práctica de hacer trampas en los dados. Sin embargo, en la mayoría de los
idiomas, una traducción literal no tendría ningún sentido. Por lo tanto, una manera más clara de transmitir el significado de esta
expresión es traduciéndola “las tretas de los hombres”.
Al escribir a los romanos, Pablo empleó una expresión griega que significa literalmente “en el espíritu, hirvientes” (Romanos 12:11,
Bover-Cantera). ¿Le suena a usted natural esta expresión? En realidad, la frase original transmite la idea de estar radiantes, o
fulgurantes, con el espíritu.
Observe este otro ejemplo. En uno de sus más famosos discursos, Jesús empleó una expresión que a menudo se traduce así:
“Bienaventurados los pobres de espíritu” (Mateo 5:3). En numerosos idiomas, una traducción literal como esta oscurecería el significado
original. De hecho, en algunos casos incluso implicaría que “los pobres de espíritu” son personas que sufren un desequilibrio mental o
que carecen de vitalidad y determinación. Sin embargo, Jesús usó esa expresión para enseñar a la gente que su felicidad no dependía
de satisfacer sus necesidades físicas, sino de reconocer que necesitaban la guía divina (Lucas 6:20). De modo que traducciones como
“los que tienen conciencia de su necesidad espiritual” o “los que reconocen su necesidad espiritual” comunican con mayor exactitud el
verdadero significado (Mateo 5:3; Versión Popular, también conocida como Dios habla hoy).

* NWT-E pág. 1720


* w08 1/5 pág. 22 (….)
Cómo hallar la mejor traducción
La Biblia fue escrita en el lenguaje cotidiano de personas comunes y corrientes, como agricultores, pastores y pescadores (Nehemías
8:8, 12; Hechos 4:13). Por lo tanto, una buena traducción de la Biblia es la que pone su mensaje al alcance de personas sinceras de
todo nivel social. He aquí otros requisitos:
◗ Transmitir con exactitud el mensaje original que fue inspirado por Dios (2 Timoteo 3:16)
◗ Traducir literalmente el significado de las palabras siempre y cuando la redacción y la estructura del texto original se puedan
reproducir en la lengua a la que se traduce
◗ Comunicar el sentido correcto de una palabra o frase cuando una traducción literal distorsionaría u oscurecería el significado.
◗ Emplear un lenguaje sencillo que invite a la lectura.
¿Existe una traducción que cumpla con todos estos requisitos? Millones de lectores de esta revista prefieren la Traducción del Nuevo
Mundo. ¿Por qué? Porque comparten los puntos de vista de su comité de traducción, expresados en el prólogo de la primera edición en
inglés: “No ofrecemos una paráfrasis de las Escrituras. Desde el principio hasta el fin nos hemos esforzado por recurrir a la traducción
más literal posible, siempre que lo permita el modismo moderno inglés y que la traducción literal no oculte las ideas”.
La Traducción del Nuevo Mundo se ha impreso entera o en parte en más de 60 idiomas, con una tirada total que supera los 145
millones. Si está disponible en su idioma, ¿por qué no les pide un ejemplar a los testigos de Jehová y comprueba por sí mismo las
ventajas de esta traducción exacta?
Los estudiantes sinceros de la Biblia desean comprender el mensaje que Dios inspiró y obrar en consecuencia con él. Si usted es una
de tales personas, necesita una traducción de la Biblia que sea exacta. En realidad, no debería conformarse con menos.

* NWT-E pág. 1721 (….)


* W97 1/10 pág. 14
12
Otros intentos de cambiar las Escrituras supusieron más que modificar la redacción de algunos versículos. Constituyeron un ataque a
la identidad del Dios verdadero. La misma naturaleza y extensión de estos cambios puso de manifiesto con claridad la influencia de una
fuente más poderosa que cualquier hombre individual u organización humana, sí, la del archienemigo de Jehová, Satanás el Diablo.
Cediendo a tal influencia, los traductores y copistas —algunos con entusiasmo, otros a su pesar— empezaron a suprimir el propio
nombre personal de Dios, Jehová, de su Palabra inspirada en los miles de lugares donde aparecía. Desde fechas tempranas, algunas
traducciones del hebreo al griego, latín, alemán, inglés, italiano y holandés, entre otros, omitieron el nombre divino completamente o lo
conservaron solo en algunos lugares. También se eliminó de las copias de las Escrituras Griegas Cristianas.
13
No obstante, ese glorioso nombre no se borró de la memoria humana. Algunas traducciones de las Escrituras Hebreas al español,
portugués, alemán, inglés, francés y muchos otros idiomas incluyeron con honradez el nombre personal de Dios. Para el siglo XVI, el
nombre personal de Dios también empezó a aparecer de nuevo en varias traducciones hebreas de las Escrituras Griegas Cristianas;
para el siglo XVIII, en alemán; para el siglo XIX, en croata e inglés. Aunque la gente intente arrinconar el nombre de Dios, cuando llegue
el “día de Jehová”, según él mismo dice, ‘las naciones tendrán que saber que yo soy Jehová’. Este propósito declarado de Dios
no fallará. (2 Pedro 3:10; Ezequiel 38:23; Isaías 11:9; 55:11.)
El mensaje llega a todo el globo terráqueo
14
A principios del siglo XX, la Biblia ya se imprimía en 94 idiomas europeos. Puso sobre aviso a los estudiantes de la Biblia de esa parte
de la Tierra que al fin de los Tiempos de los Gentiles, en 1914, ocurrirían sucesos que sacudirían al mundo, como de hecho aconteció.
(Lucas 21:24.) Antes de terminar el año crucial de 1914, la Biblia se publicaba, entera o en parte, en 157 lenguas africanas, además del
inglés, francés y portugués, idiomas muy extendidos en aquel continente. De este modo, se puso el fundamento para enseñar las
verdades bíblicas espiritualmente liberadoras a las personas humildes de las muchas tribus y grupos nacionales que allí habitan.
15
Cuando el mundo entró en los predichos últimos días, la Biblia estaba muy extendida en América. Los inmigrantes europeos la habían
llevado consigo en sus diferentes idiomas. Se estaba llevando a cabo un extenso programa de educación bíblica, con discursos públicos
y una distribución intensiva de publicaciones bíblicas editadas por los Estudiantes Internacionales de la Biblia, como se conocía
entonces a los testigos de Jehová. Además, las sociedades bíblicas imprimían la Biblia en otros 57 idiomas para satisfacer las
necesidades de la población multinacional del hemisferio occidental.
16
Cuando llegó el tiempo de efectuar una predicación mundial de las buenas nuevas antes de que ‘viniera el fin’, la Biblia no era
desconocida en Asia ni en las islas del Pacífico. (Mateo 24:14.) Ya se publicaba en 232 idiomas de esa zona del mundo. Algunas eran
Biblias completas; muchas eran traducciones de las Escrituras Griegas Cristianas; en otros casos se trataba de un solo libro de las
Sagradas Escrituras.
17
Está claro que la Biblia no se había conservado como una simple pieza de museo. De todos los libros existentes, era el más traducido
y más distribuido. Para constatar esta prueba del favor divino, su contenido se estaba cumpliendo. Sus enseñanzas y el espíritu que la
respalda también producían un efecto duradero en la vida de la gente en muchos países. (1 Pedro 1:24, 25.) Pero había de venir más,
mucho más.

* w08 1/5 pág. 22 (….)


* NWT-E pág. 1721 (….)
* w08 1/5 pág. 22 (….)
* NWT-E pág. 1726 nota
* w98 1/4 pág. 11 párr. 7
7
Según parece, los escritores bíblicos escribieron sus palabras con tinta en papiros (que se elaboraban con la planta egipcia del mismo
nombre) y en pergaminos (que se preparaban con la piel de animales) (Job 8:11). Tales materiales de escritura, sin embargo, tenían
enemigos naturales. El docto Oscar Paret explica: “Estos dos materiales de escritura están igualmente amenazados por la humedad, el
moho y varios tipos de gusanos. Conocemos por la experiencia cotidiana la facilidad con que se deteriora el papel, e incluso el cuero
resistente, cuando se coloca a la intemperie o en una habitación húmeda”. Así que poco sorprende que no se conozca la existencia de
ninguno de los escritos originales; probablemente se desintegraron hace mucho tiempo. Pero si los escritos originales sucumbieron a
sus enemigos naturales, ¿cómo ha sobrevivido la Biblia?

* NWT-E pág. 1726 (….)


* w90 15/7 págs. 28,29
Manuscritos enterrados
En 1896 cierto erudito que registraba una guenizá en El Cairo descubrió 90.000 manuscritos antiguos que revolucionaron el estudio de
la historia del Oriente Medio. ¿Qué es una guenizá? ¿Y qué tiene que ver esto con los manuscritos originales de la Biblia?
Una guenizá es un cuarto donde los judíos de la antigüedad colocaban los manuscritos gastados por el uso. El erudito Paul E. Kahle
escribe: “Los judíos acostumbraban depositar toda clase de material escrito e impreso en aquellos cuartos en sus sinagogas o cerca;
esto no se hacía para archivarlos; solo habían de permanecer allí sin ser tocados por algún tiempo. Los judíos temían profanar por un
uso indebido aquellos escritos que quizás contuvieran el nombre de Dios. Por eso aquel material escrito —y en tiempos posteriores
también el impreso— se llevaba de vez en cuando a terreno consagrado y se enterraba; esto lo echaba a perder. Fue por simple
casualidad que se pasó por alto la guenizá de El Cairo, y a los manuscritos que había allí no les sucedió lo mismo que a los de otras
guenizás”. (The Cairo Geniza, página 4.)
¿Qué hay si un manuscrito bíblico original hubiera durado hasta el tiempo en que empezó a desarrollarse aquella costumbre? Sin duda,
el manuscrito se habría gastado por el uso y habría sido enterrado.
Desenvolvimientos históricos
Al considerar lo que pudo haberles sucedido a los manuscritos bíblicos originales, un último factor que debe recordarse es la agitada
historia de las tierras bíblicas. Por ejemplo, considere lo que les pasó a aquellos libros escritos por el envejecido Moisés. Se nos dice:
“Aconteció que, tan pronto como Moisés hubo acabado de escribir las palabras de esta ley en un libro hasta dejarlas completas, Moisés
se puso a mandar a los levitas, los transportadores del arca del pacto de Jehová, y dijo: ‘Tomando este libro de la ley, ustedes tienen
que colocarlo al lado del arca del pacto de Jehová su Dios’”. (Deuteronomio 31:24-26.)
El arca del pacto era un cofre sagrado que simbolizaba la presencia de Dios entre los israelitas. Fue introducida en la Tierra Prometida
(junto con los manuscritos de Moisés), donde estuvo en diversos lugares. Por algún tiempo los filisteos se apoderaron de ella. Más tarde
David, el rey de Israel, llevó el Arca a Jerusalén, y con el tiempo fue colocada en el templo que el rey Salomón edificó allí. Pero el rey
Acaz construyó un altar pagano en el templo, y con el tiempo clausuró aquel edificio. El rey Manasés lo llenó de adoración pagana.
Mientras tanto, ¿qué pasó con el arca del pacto y los escritos de Moisés? No sabemos, pero por lo menos algunos de aquellos escritos
se perdieron. Para los tiempos del rey Josías unos artesanos del templo hallaron por casualidad “el mismísimo libro de la ley”, quizás el
documento original escrito por Moisés. (2 Reyes 22:8.) Gran parte de su contenido le había sido desconocido al rey, y su lectura dio
comienzo a un gran despertamiento espiritual. (2 Reyes 22:11–23:3.)
Después de la muerte de Josías la gente de Judá se hizo infiel de nuevo, y con el tiempo el pueblo fue deportado a Babilonia. El templo
fue destruido, y todo objeto valioso en él fue llevado a Babilonia. No hay registro de lo que le sucedió entonces al Arca ni del valioso
documento que fue descubierto en los tiempos de Josías. Con todo, años después, cuando a muchos judíos que habían regresado a su
tierra de origen se les animó a reedificar a Jerusalén y restablecer la adoración limpia, el sacerdote Esdras y otros les leyeron
públicamente del “libro de la ley de Moisés”. (Nehemías 8:1-8.) Así que había copias de los escritos originales. ¿De dónde vinieron
estas?
El copiar la Palabra de Dios
Moisés predijo el tiempo en que la nación de Israel sería gobernada por un rey, y escribió este mandato especial: “Cuando se siente
sobre el trono de su reino, tiene que escribir para sí en un libro una copia de esta ley, de aquella que está a cargo de los sacerdotes, los
levitas”. (Deuteronomio 17:18.) Como se ve, se habrían de hacer copias de las Escrituras.
Con el tiempo el copiar las Escrituras se convirtió en una profesión en Israel. De hecho, Salmo 45:1 dice: “Sea mi lengua el estilo de
copista hábil”. A copistas como Safán y Sadoc se les menciona por nombre. Pero el copista mejor conocido de los tiempos antiguos fue
Esdras, quien también contribuyó a los escritos originales de la Biblia. (Esdras 7:6; Nehemías 13:13; Jeremías 36:10.) Aun mientras se
escribían porciones posteriores de la Biblia, los libros que ya se habían completado se copiaban y distribuían.
Cuando Jesucristo estuvo en la Tierra había copias de las Escrituras Hebreas (Génesis hasta Malaquías) disponibles no solo en
Jerusalén, sino también aparentemente en sinagogas de Galilea. (Lucas 4:16, 17.) Pues, ¡hasta en la distante Berea de Macedonia
judíos de disposición noble podían ‘examinar las Escrituras diariamente’! (Hechos 17:11.) Hoy existen unas 1.700 copias manuscritas de
libros bíblicos que se escribieron antes del nacimiento de Jesús, así como unas 4.600 de los que compilaron sus discípulos (Mateo
hasta Revelación).
¿Eran exactas aquellas copias? Sí; sumamente exactas. Los copistas profesionales de las Escrituras Hebreas (llamados soferim) se
preocupaban mucho por evitar equivocaciones. Para revisar su trabajo contaban las palabras y hasta las letras de cada manuscrito que
copiaban. Por eso Jesús, el apóstol Pablo y otros que solían citar de los antiguos escritores bíblicos no dudaban de la exactitud de las
copias que utilizaban. (Lucas 4:16-21; Hechos 17:1-3.)
Es cierto que los copistas judíos y los copistas cristianos posteriores no eran infalibles. Cometían errores, pero las muchas copias que
todavía existen nos ayudan a encontrar esos errores. ¿Cómo? Pues los diferentes copistas cometían errores diferentes. Por eso, por la
comparación de la obra de diversos copistas podemos determinar muchas de sus equivocaciones.
Por qué podemos estar seguros
En 1947 hubo un descubrimiento sorprendente de unos rollos antiguos en ciertas cavernas del mar Muerto. Aquellos rollos mostraron
precisamente cuán exactas eran las copias que se habían hecho de las Escrituras. Entre los rollos había una copia del libro bíblico de
Isaías cerca de mil años más antigua que cualquier manuscrito previamente disponible. Sin embargo, una comparación mostró que las
únicas diferencias entre el manuscrito del mar Muerto y copias posteriores eran de asuntos como el orden de las palabras y la
gramática. ¡El significado del texto no había cambiado tras mil años de copiar! Por eso el erudito William Henry Green pudo decir
respecto al texto de las Escrituras Hebreas: “Puede decirse con seguridad que ninguna otra obra de la antigüedad se ha transmitido con
tanta exactitud”. Se han hecho comentarios parecidos sobre la exactitud con que se han transmitido las Escrituras Griegas Cristianas.
Por supuesto, sería emocionante hallar el documento original escrito por Moisés o por Isaías. Pero en realidad no necesitamos los
originales. Lo importante no es el documento, sino su contenido. Y, milagrosamente, a pesar del transcurso de muchos siglos
turbulentos y mucho copiar y recopiar, podemos estar seguros de que la Biblia todavía contiene la información que había en aquellos
antiguos manuscritos originales. Como se ve, esta declaración bíblica ha resultado cierta: “Toda carne es como hierba, y toda su gloria
es como una flor de la hierba; la hierba se marchita, y la flor se cae, pero el dicho de Jehová dura para siempre”. (1 Pedro 1:24, 25.)

* ba pág. 7 nota
Los masoretas (término que significa “los maestros de la tradición”) fueron copistas de las Escrituras Hebreas que vivieron entre los
siglos VI y X E.C. Sus copias manuscritas se denominan textos masoréticos.
* NWT-E pág. 1726 (….)
* W05 15/7 págs. 12,13
Tesoros bíblicos de Crimea
En la introducción de este artículo mencionamos a otro erudito que buscaba tesoros bíblicos. ¿Quién era? Unos años antes de que
Tischendorf regresara a Rusia, se ofreció a la Biblioteca Imperial una colección de textos tan increíble que despertó el interés del zar y
atrajo a estudiosos de toda Europa. Era difícil creer lo que tenían ante sus ojos: una enorme colección de manuscritos y otros
materiales. Constaba de 2.412 piezas, incluidos 975 manuscritos y rollos. Entre estos figuraban 45 manuscritos de Biblias anteriores al
siglo X. Por increíble que parezca, todo lo había recopilado un solo hombre, Abraham Fírkovich, un estudioso caraíta que en aquel
tiempo tenía más de 70 años. Pero ¿quiénes eran los caraítas?
Esta pregunta fue de gran interés para el zar. Rusia había extendido sus fronteras hasta abarcar territorios anteriormente ocupados por
otros países, por lo que el imperio contaba con nuevos grupos étnicos. La pintoresca región de Crimea, a orillas del mar Negro, estaba
habitada por un pueblo que parecía judío, pero que tenía costumbres turcas y hablaba un idioma emparentado con el tártaro. Estos
caraítas decían ser descendientes de los judíos exiliados a Babilonia tras la destrucción de Jerusalén en 607 antes de nuestra era. Sin
embargo, a diferencia de los judíos rabínicos, rechazaban el Talmud y recalcaban la lectura de las Escrituras. Los caraítas de Crimea
estaban deseosos de probar ante el zar que eran diferentes de los judíos rabínicos, lo que les daría un estatus distinto. Con la
presentación de manuscritos antiguos que eran propiedad de los caraítas, esperaban demostrar que descendían de los judíos que
habían emigrado a Crimea tras el destierro en Babilonia.
Cuando Fírkovich emprendió su búsqueda de documentos y manuscritos antiguos, empezó con las viviendas en los acantilados de
Chufut-Kale, en Crimea. Durante generaciones, estas pequeñas edificaciones construidas con rocas excavadas de los acantilados
habían sido la morada y el lugar de adoración de los caraítas. Este pueblo nunca destruía las copias gastadas de las Escrituras donde
apareciera el nombre divino, Jehová, por considerarlo un sacrilegio. Los manuscritos se guardaban cuidadosamente en un pequeño
almacén llamado guenizá, que en hebreo significa “escondite”. En vista del profundo respeto que los caraítas le tenían al nombre divino,
tales pergaminos rara vez se tocaban.
Sin desanimarse por el polvo acumulado durante siglos, Fírkovich examinó con cuidado las guenizás. En una encontró un manuscrito
del año 916 de nuestra era. Este famoso manuscrito, llamado Códice de Petersburgo de los Últimos Profetas, es una de las copias más
antiguas que existen de las Escrituras Hebreas.
Fírkovich acumuló una gran cantidad de manuscritos, y en 1859 decidió ofrecer su inmensa colección a la Biblioteca Imperial. En 1862,
Alejandro II ayudó a comprar la colección para la biblioteca por la entonces enorme suma de 125.000 rublos. En aquel tiempo, el
presupuesto de toda la biblioteca no ascendía a más de 10.000 rublos al año. La compra incluyó el famoso Códice de Leningrado
(B 19A), que data del año 1008 y es la copia completa más antigua del mundo de las Escrituras Hebreas. Un estudioso comentó que es
“probablemente el manuscrito de la Biblia más importante, pues estableció el texto de la mayoría de las ediciones críticas modernas de
la Biblia hebrea” (véase el recuadro). Aquel mismo año, 1862, se editó el Códice Sinaítico de Tischendorf, elogiado mundialmente.
Iluminación espiritual hoy día
La biblioteca, que se conoce hoy como la Biblioteca Nacional de Rusia, alberga una de las colecciones más grandes de manuscritos
antiguos de todo el planeta. Reflejando la historia de Rusia, el nombre de la biblioteca se ha cambiado siete veces en el transcurso de
dos siglos. Un nombre bien conocido es el de Biblioteca Estatal Pública Saltikov-Shedrin. Aunque la biblioteca no salió indemne del
caos del siglo XX, los manuscritos sobrevivieron a ambas guerras mundiales y al sitio de Leningrado. ¿Cómo nos benefician dichos
manuscritos?
Los manuscritos antiguos han sido la base confiable para muchas traducciones modernas de la Biblia. Permiten que las personas
sinceras que buscan la verdad puedan disponer de una versión clara de las Santas Escrituras. Los códices Sinaítico y de Leningrado
han contribuido considerablemente a la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras, editada por los testigos de Jehová y
presentada al público de forma completa en inglés en 1961. Por ejemplo, la Biblia Hebraica Stuttgartensia y la Biblia Hebraica de Kittel,
utilizadas por el Comité de la Traducción del Nuevo Mundo, se basan en el Códice de Leningrado y utilizan el Tetragrámaton, o nombre
divino, 6.828 veces en el texto original.
Relativamente pocos lectores de la Biblia son conscientes de la deuda que tienen con la apacible biblioteca de San Petersburgo y sus
manuscritos, algunos de los cuales llevan el anterior nombre de la ciudad, Leningrado. No obstante, nuestra mayor deuda es con el
Autor de la Biblia, Jehová, la fuente de luz espiritual. Por eso, el salmista le suplicó: “Envía tu luz y tu verdad. Que estas mismas me
guíen” (Salmo 43:3).
* NWT-E págs. 1726,1727 (….)
* W01 15/02 pág. 6
¿Por qué deben interesarnos los Rollos del mar Muerto?
Antes del descubrimiento de los Rollos del mar Muerto, los manuscritos más antiguos de las Escrituras Hebreas databan de los siglos IX
y X E.C. Dado que el texto de las Escrituras Hebreas se había terminado más de mil años antes, ¿se podía confiar en que esos
manuscritos transmitieran fielmente la Palabra de Dios? El profesor Julio Trebolle Barrera, del equipo internacional de editores de los
Rollos del mar Muerto, declaró: “El Rollo de Isaías [de Qumrán] ofrecía la prueba irrefutable de que la transmisión del texto bíblico a lo
largo de más de mil años a manos de los copistas judíos había sido sumamente fiel y cuidada”.
EL ROLLO al que se refiere el profesor Barrera contiene el libro completo de Isaías. Hasta la fecha, entre los más de doscientos
manuscritos bíblicos hallados en Qumrán se han identificado porciones de todos los libros de las Escrituras Hebreas a excepción de
Ester. Pero salvo el rollo de Isaías, la mayoría son solo fragmentos que contienen menos de una décima parte de cada libro. Los
escritos bíblicos más populares en Qumrán eran los Salmos (36 copias), Deuteronomio (29 copias) e Isaías (21 copias), que son
también los citados con mayor frecuencia en las Escrituras Griegas Cristianas.
Aunque los rollos demuestran que la Biblia no ha sufrido alteraciones sustanciales, también revelan que, hasta cierto grado, los judíos
de la época del segundo templo empleaban distintas versiones de los textos hebreos de la Biblia, cada una con sus propias variaciones.
No todos los rollos son idénticos al texto masorético en redacción y ortografía, algunos se aproximan más a la Septuaginta griega.
Anteriormente, los eruditos pensaban que las diferencias de la Septuaginta tal vez se debían a errores o hasta invenciones deliberadas
del traductor. Ahora, los rollos revelan que muchas de esas discrepancias en realidad fueron provocadas por modificaciones en el texto
hebreo, lo cual quizá explique algunos casos en los que los cristianos primitivos citaron textos de las Escrituras Hebreas sin usar las
mismas palabras del texto masorético (Éxodo 1:5; Hechos 7:14).
Por tanto, este tesoro escondido de rollos y fragmentos bíblicos suministra una excelente base para estudiar la transmisión del texto
hebreo de la Biblia. Los Rollos del mar Muerto han confirmado el valor para la comparación textual tanto de la Septuaginta como del
Pentateuco samaritano. Proporcionan una fuente adicional para que los traductores de la Biblia estudien posibles enmiendas del texto
masorético. En muchos casos, confirman la decisión adoptada por el Comité de Traducción del Nuevo Mundo de volver a poner el
nombre Jehová en los lugares donde había sido suprimido del texto masorético.

* NWT-E pág. 1727 (….)


* ba pág. 9
Se corrigen los errores de los copistas
Supongamos que se pidiera a 100 personas que copiaran a mano un documento extenso. Sin lugar a dudas, por lo menos algunos
copistas cometerían errores, aunque no todos incurrirían en los mismos. Si se compararan minuciosamente las 100 copias, podrían
aislarse los errores y determinar el texto exacto del original aun sin haberlo visto.
Así mismo, no todos los copistas de la Biblia cometieron las mismas equivocaciones. Con los miles de manuscritos bíblicos que ahora
pueden someterse a análisis comparativo, los críticos textuales han logrado aislar los errores, determinar el texto original y anotar las
correcciones precisas. El fruto de su estudio cuidadoso son los textos maestros en los idiomas originales. Estas ediciones depuradas de
los textos hebreo y griego recogen las palabras que, a juicio de la mayoría de los expertos, formaron parte del texto original, y suelen
incluir al pie de la página todas las variantes o lecturas alternativas que hay en los manuscritos. Los traductores de la Biblia utilizan las
ediciones depuradas de los críticos textuales para traducir la Biblia a los idiomas actuales.
De modo que cuando leemos una versión moderna de la Biblia, tenemos fundadas razones para confiar en que los textos hebreo y
griego que toma como base reflejan con notable fidelidad las palabras de los escritores originales de la Biblia. La historia de la
supervivencia de la Biblia tras haberse copiado a mano durante milenios es realmente extraordinaria. Por esa razón, sir Frederic
Kenyon, quien fue por mucho tiempo conservador del Museo Británico, dijo: “Hay que hacer especial hincapié en la seguridad sustancial
del texto de la Biblia. [...] No es posible decir lo mismo de ningún otro libro antiguo del mundo”. 10

* g 11/07 pág. 13
Traducción
El segundo factor decisivo para que la Biblia llegara a ser el libro más conocido de todos es su existencia en innumerables idiomas. Esto
concuerda con el propósito de Dios de que todas las naciones y lenguas lo conozcan y lo adoren “con espíritu y con verdad” (Juan
4:23, 24; Miqueas 4:2).
La primera traducción conocida de la Biblia hebrea fue la versión griega de los Setenta, o Septuaginta. Realizada por judíos de lengua
griega que vivían fuera de Palestina, quedó terminada unos dos siglos antes del ministerio terrenal de Jesús. La Biblia entera, en
especial las Escrituras Griegas Cristianas, se vertió a muchos idiomas pocos siglos después de completada. Pero luego surgieron reyes
y hasta sacerdotes que en lugar de hacer todo lo que estuviera en su poder para ponerla al alcance de la gente —como era su deber—,
hicieron justo lo contrario: procuraron mantener a sus rebaños sumidos en la oscuridad espiritual impidiendo la traducción de la Palabra
de Dios a las lenguas vulgares.
Desafiando a la Iglesia y el Estado, hombres valientes arriesgaron su vida para traducir la Biblia en la lengua del pueblo. Por ejemplo,
William Tyndale, un inglés formado en Oxford, produjo en 1530 una edición del Pentateuco (los cinco primeros libros de las Escrituras
Hebreas). Pese a la enconada oposición de sus adversarios, fue el primero en verter la Biblia del hebreo directamente al inglés y el
primer traductor inglés en usar el nombre de Jehová. Digno de mención es también el erudito español Casiodoro de Reina, quien vivió
constantemente amenazado de muerte por sus perseguidores católicos mientras preparaba una de las primeras Biblias en castellano.
Para llevar a cabo su obra, tuvo que viajar a Inglaterra, Francia, Holanda y Suiza.
La Biblia sigue traduciéndose a cada vez más idiomas, y aún se imprimen millones de ejemplares. El hecho de que haya sobrevivido
hasta convertirse en el libro de mayor circulación en el mundo demuestra lo ciertas que son estas palabras inspiradas del apóstol Pedro:
“La hierba se marchita, y la flor se cae, pero el dicho de Jehová dura para siempre” (1 Pedro 1:24, 25).

* W09 1/11 pág. 14


Por qué sobrevivieron los manuscritos bíblicos
Los libros bíblicos originales fueron escritos en materiales tan frágiles como los que usaban los fenicios, los egipcios y los romanos.
Entonces, ¿cómo es posible que el mensaje divino haya sobrevivido hasta nuestros días? Una de las razones es que los escritos
originales fueron reproducidos una y otra vez. Como indica el profesor James L. Kugel, “se copiaron muchísimas veces, incluso durante
el mismo período en que se escribió la Biblia”.
Ahora bien, ¿podemos confiar en que las traducciones modernas de la Biblia transmiten fielmente el mensaje original? El profesor Julio
Trebolle Barrera, miembro del equipo de expertos que ha estudiado y publicado los Rollos del mar Muerto, señala: “La transmisión del
texto de la Biblia hebrea es de un rigor extraordinario, sin parangón en la literatura clásica grecorromana”. Por su parte, el prestigioso
biblista Frederick F. Bruce indica: “La evidencia existente de los escritos del Nuevo Testamento es [...] mayor que la que existe de
muchos autores clásicos, la autenticidad de quienes nadie sueña en poner en tela de juicio”. Y añade: “Si el Nuevo Testamento fuera
una colección de escritos seculares, su autenticidad sería aceptada generalmente sin sombras de dudas de ninguna especie”.
Como hemos visto, la Biblia es un libro fuera de lo común. ¿Verdad que vale la pena esforzarse por leerla todos los días? (1 Pedro
1:24, 25.)

* NWT-E pág. 1729 (….)


* Rbi8 pág. 6 (….)
* NWT-E pág. 1729 (….)
* Rbi8 pág. 6 (….)
* NWT-E pág. 1731
* Sgd pág. 1 (FOLLETO GUIA PARA EL ESTUDIO DE LA PALABRA DE DIOS)
* NWT-E págs. 1731-1733
* sgd págs. 1-3 (FOLLETO GUIA PARA EL ESTUDIO DE LA PALABRA DE DIOS)
* NWT-E 1733-1735
* Sgd págs. 3-5 (FOLLETO GUIA PARA EL ESTUDIO DE LA PALABRA DE DIOS)
* Sgd pág. 5 (FOLLETO GUIA PARA EL ESTUDIO DE LA PALABRA DE DIOS)
* Sgd pág. 5 (FOLLETO GUIA PARA EL ESTUDIO DE LA PALABRA DE DIOS)
* NWT-E pág. 1736 (….)
* Sgd pág. 6 (FOLLETO GUIA PARA EL ESTUDIO DE LA PALABRA DE DIOS)
* NWT-E pág. 1736 (….)
* Sgd pág. 6 (….)
* NWT-E págs. 1736-1743
* Sgd págs. 6-13 (FOLLETO GUIA PARA EL ESTUDIO DE LA PALABRA DE DIOS)

 LECCION 2 (b)

* Rbi8- pág. 8
* Rbi8-págs. 1489-1151
* NWR-E págs. 1744-1747
* Sgd págs. 14-17 (FOLLETO GUIA PARA EL ESTUDIO DE LA PALABRA DE DIOS)
* NWT-E págs. 1748-1763
* Sgd págs. 18-33 (FOLLETO GUIA PARA EL ESTUDIO DE LA PALABRA DE DIOS)
* NWT-e pág. 1749
* Sgd pág. 19 (FOLLETO GUIA PARA EL ESTUDIO DE LA PALABRA DE DIOS)
* FOLLETO GUIA PARA EL ESTUDIO DE LA PALABRA DE DIOS Sección 4
* FOLLETO GUIA PARA EL ESTUDIO DE LA PALABRA DE DIOS contraportada
* NWT-E págs. 1765
* Sgd contraportada
* NWT-E págs. 1766, 1767
* Sgd págs. 34,35
* FOLLETO GUIA PARA EL ESTUDIO DE LA PALABRA DE DIOS

 LECCION 3 (a)

*W00 15/03 pág. 10 párr. 1


LA FORMA en que Jehová da a conocer sus propósitos a sus siervos demuestra gran consideración. En vez de revelar toda la verdad
de una vez, en un destello de luz cegador, nos ilumina de manera progresiva. Nuestra andadura por el camino de la vida puede
compararse con la caminata de un excursionista por un largo sendero. Cuando este parte por la mañana temprano, ve poco. Pero el Sol
se eleva lentamente sobre el horizonte y el caminante empieza a distinguir algunos perfiles. Lo demás son aún contornos nebulosos.
Ahora bien, con la ascensión paulatina del Sol, cada vez ve más lejos en la distancia. Así sucede con la luz espiritual que Dios provee.
Él nos permite entender las ideas una tras otra. El Hijo de Dios, Jesucristo, suministró el conocimiento espiritual de manera similar.
Veamos cómo Jehová iluminó a su pueblo en tiempos antiguos y cómo lo hace hoy.

* W14 15/1 pág. 13 párr. 6


6
Jesús entonces usó su autoridad real para nombrar un “esclavo fiel y discreto”. Este esclavo suministraría regularmente alimento
espiritual nutritivo a todos los miembros del “solo rebaño” que está bajo el cuidado de Jesús (Mat. 24:45-47; Juan 10:16). Desde 1919,
un pequeño grupo de hermanos ungidos ha cumplido fielmente con la gran responsabilidad de alimentar a los “domésticos”.
El abundante alimento espiritual que nos llega por ese canal fortalece nuestra fe y nuestra determinación de mantenernos limpios en
sentido espiritual, moral, mental y físico. También nos educa y nos prepara para participar en la obra más importante que se está
realizando en la Tierra: la predicación. ¿Aprovechamos al máximo este alimento espiritual?

* W13 15/7 pág. 22 párr. 10


10
¿Quién, entonces, es el esclavo fiel y discreto? Según el patrón que Jesús fijó de alimentar a muchos por medio de unos pocos, ese
esclavo está compuesto por un pequeño grupo de hermanos ungidos que participan directamente en preparar y proveer alimento
espiritual durante la presencia de Cristo. A lo largo de los últimos días, estos hermanos ungidos que constituyen el esclavo fiel han
estado sirviendo juntos en la sede mundial. Hoy, ese esclavo es el grupo de cristianos ungidos que forman el Cuerpo Gobernante de los
Testigos de Jehová. Ahora bien, note que, aunque se trata de un esclavo compuesto por más de una persona, la palabra esclavo está
en singular. En armonía con este hecho, el Cuerpo Gobernante actúa como uno solo, es decir, toma sus decisiones de manera
conjunta.
* W10 15/7 pág. 22 recuadro
[Recuadro de la página 22]
El espíritu revela el significado del templo espiritual
Una de “las cosas profundas de Dios” que se revelaron en el siglo primero fue el hecho de que el antiguo tabernáculo y los templos que
posteriormente hubo en Jerusalén simbolizaron una realidad espiritual muy superior. A esta realidad, Pablo la llamó “la tienda
verdadera, que Jehová levantó, y no el hombre” (Heb. 8:2). Se trata de un gran templo espiritual, el cual representa el sistema que Dios
ha establecido para que podamos acercarnos a él gracias al sacrificio y el sacerdocio de Jesucristo.
“La tienda verdadera” surgió en el año 29, cuando Jesús se bautizó y fue reconocido por Jehová como aquel que llegaría a ser un
sacrificio perfecto (Heb. 10:5-10). Una vez que murió y resucitó, Cristo entró en el Santísimo del templo espiritual y presentó el valor de
su sacrificio “delante de la persona de Dios” (Heb. 9:11, 12, 24).
Pablo ya había dicho en otra de sus cartas que los cristianos ungidos estaban “creciendo para ser un templo santo para Jehová” (Efe.
2:20-22). ¿Sería este templo lo mismo que “la tienda verdadera” de la que el apóstol habló después en su carta a los Hebreos? Por
décadas, los siervos de Jehová creyeron que sí. Les parecía que los cristianos ungidos estaban siendo preparados en la Tierra para
llegar a ser “piedras” del templo celestial de Jehová (1 Ped. 2:5).
No obstante, alrededor del año 1971, los representantes de la clase del esclavo comenzaron a entender que el templo mencionado en
Efesios no podía ser el gran templo espiritual de Jehová. Si “la tienda verdadera” hubiera estado formada por cristianos ungidos
resucitados, no habría podido existir sino hasta “la presencia del Señor”, pues durante ese período empezaron a resucitar (1 Tes. 4:15-
17). Sin embargo, Pablo indicó lo siguiente sobre el tabernáculo: “Esta misma tienda es una ilustración para el tiempo señalado que está
aquí ahora” (Heb. 9:9).
Al comparar detenidamente estos y otros pasajes, se comprendió que el templo espiritual no está en proceso de construcción y que los
cristianos ungidos no son “piedras” que estén siendo preparadas en la Tierra para formar parte de dicho templo. Más bien, ellos están
sirviendo en el patio y en el Santo del templo espiritual y ofrecen a diario “sacrificio de alabanza” a Dios (Heb. 13:15).

* W94 15/2 pág. 19,20 parrs 14-18


14
El cumplimiento de la profecía de Joel, en armonía con otras profecías que emplean expresiones semejantes, nos ayuda a
comprender el significado de Mateo 24:29. Evidentemente, lo que Jesús dijo concerniente a ‘la oscuridad del sol y la luna y la caída de
las estrellas’ no se refiere a sucesos que ocurrirían durante las muchas décadas de la conclusión del presente sistema, tales como
lanzamientos espaciales, alunizajes, etc. No; él aludió a sucesos relacionados con “el día de Jehová, grande e inspirador de temor”, es
decir, la destrucción que ha de venir.
15
Esto nos permite entender mejor cómo es que los fenómenos celestes ocurrirían “inmediatamente después de la tribulación”. Jesús
no se estaba refiriendo a la tribulación que culminó en 70 E.C. Más bien, aludía al comienzo de la gran tribulación que le sobrevendrá al
sistema mundial en el futuro, con la cual finalizará su prometida “presencia”. (Mateo 24:3.) Dicha tribulación no ha llegado aún.
16
¿Qué puede decirse de las palabras de Marcos 13:24: “Pero en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, y
la luna no dará su luz”? Las palabras “aquellos” y “aquella” son formas del pronombre demostrativo griego e·keí·nos, que indica algo
distante en el tiempo. Puede usarse para señalar un suceso que pertenece al pasado distante (o mencionado anteriormente), o algo que
sucederá en el futuro lejano. (Mateo 3:1; 7:22; 10:19; 24:38; Marcos 13:11, 17, 32; 14:25; Lucas 10:12; 2 Tesalonicenses 1:10.) Así,
cuando Marcos 13:24 habla de “aquella tribulación”, no se refiere a la que trajeron los romanos, sino a la acción poderosa de Jehová
que marcará el fin del presente sistema.
17
Los capítulos 17 a 19 de Revelación armonizan con Mateo 24:29-31, Marcos 13:24-27 y Lucas 21:25-28, y confirman la explicación
actualizada de estos últimos. ¿De qué manera? Los Evangelios muestran que esta tribulación no comenzará y terminará de una vez.
Después del inicio de la tribulación, todavía habrá humanos desobedientes vivos que verán “la señal del Hijo del hombre”, se
lamentarán y, como dice Lucas 21:26, ‘desmayarán por el temor y la expectación de las cosas que vienen sobre la tierra habitada’. Se
sobrecogerán de terror al ver “la señal” que presagia su inminente destrucción.
18
Según la Revelación, el ataque de los “cuernos” militarizados de la “bestia salvaje” internacional contra “la gran ramera”, Babilonia la
Grande, marcará el comienzo de la venidera gran tribulación. (Revelación 17:1, 10-16.) No obstante, quedarán con vida muchas
personas, pues los reyes, los comerciantes y los capitanes de barco, entre otros, lamentarán el fin de la religión falsa. Sin duda, muchos
se percatarán de que su juicio se ha acercado. (Revelación 18:9-19.)

* W95 15/5 págs. 21,22 parrs 4,5


Aclaración sobre “las potestades superiores”
4
Se recibió un brillante destello de luz en 1962 con respecto a Romanos 13:1, que dice: “Sométase toda persona a las potestades
superiores [“autoridades superiores”, Traducción del Nuevo Mundo]”. (Versión Moderna.) Los primeros Estudiantes de la Biblia
entendían que “las potestades superiores” mencionadas aquí eran las autoridades mundanas. Pensaban que, en conformidad con este
versículo, si el cristiano era reclutado en tiempo de guerra, estaba obligado a ponerse el uniforme, llevar un arma e ir al frente, a las
trincheras. Se pensaba que, como el cristiano no puede matar a su prójimo, en el peor de los casos tendría que disparar al aire.
5
Los números de La Atalaya del 15 de mayo y del 1 de junio de 1963 (en inglés, 15 de noviembre y 1 de diciembre de 1962) arrojaron
luz clara sobre este asunto al analizar las palabras de Jesús recogidas en Mateo 22:21: “Paguen a César las cosas de César, pero a
Dios las cosas de Dios”. Relacionado con esa postura está lo que los apóstoles dijeron en Hechos 5:29: “Tenemos que obedecer a Dios
como gobernante más bien que a los hombres”. Los cristianos estamos en sujeción a César —“las potestades superiores”— siempre
que no nos exija desobedecer la ley de Dios. Se entendió que la sujeción a Cesar era relativa, no absoluta. Los cristianos pagamos a
César únicamente lo que no está en conflicto con los requisitos de Dios. Fue una gran satisfacción entender con claridad ese asunto.

* W95 15/5 págs.25 párr. 17


17
Durante mucho tiempo los Testigos hablaron de la vindicación del nombre de Jehová. Ahora bien, ¿había puesto Satanás en tela de
juicio el nombre de Jehová? ¿Lo había hecho alguno de sus agentes, como si a Jehová no le correspondiera ese nombre? De ninguna
manera. No fue el nombre de Jehová lo que se desafió y lo que necesitaba ser vindicado. Por eso, las publicaciones actuales de la
Sociedad Watch Tower no mencionan la vindicación del nombre de Jehová, sino la vindicación de la soberanía de Jehová y la
santificación de su nombre. Tal proceder está en conformidad con lo que Jesús nos dijo que pidiéramos en oración: “Santificado sea tu
nombre”. (Mateo 6:9.) Jehová dijo en muchas ocasiones que santificaría su nombre, el cual los israelitas habían profanado,
no desafiado. (Ezequiel 20:9, 14, 22; 36:23.)
* W13 15/7 págs. 20 -25
¿Quién es “el esclavo fiel y discreto”?
“¿Quién es, verdaderamente, el esclavo fiel y discreto a quien su amo nombró sobre sus domésticos [...]?” (MAT. 24:45)
“HERMANOS, he perdido la cuenta de las veces que han llegado a mis manos artículos que decían justo lo que yo necesitaba
cuando más lo necesitaba.” Así expresó una hermana su gratitud en una carta dirigida a nuestra sede mundial. ¿Le ha pasado a
usted lo mismo que a ella? A muchos de nosotros sí. Y eso es algo que no debería sorprendernos.
2
El oportuno alimento espiritual que recibimos es prueba de que Jesús, Cabeza de la congregación, está cumpliendo su
promesa de alimentarnos. ¿Por medio de quién lo hace? Cuando dio la señal de su presencia, dijo que usaría al “esclavo fiel y
discreto” para darles “alimento al tiempo apropiado” a sus domésticos (lea Mateo 24:45-47). Ese esclavo fiel es el conducto
mediante el cual Jesús alimenta a sus verdaderos discípulos en este tiempo del fin. Es vital identificarlo: nuestra salud espiritual y
nuestra amistad con Dios dependen de ese conducto (Mat. 4:4; Juan 17:3).
3
Entonces, ¿cómo debemos entender la ilustración sobre el esclavo fiel y discreto? En el pasado, nuestras publicaciones han
explicado lo siguiente: Jesús nombró al esclavo fiel sobre sus domésticos en el Pentecostés del año 33; el esclavo representa al
conjunto de cristianos ungidos que a partir de ese año han vivido en la Tierra en cualquier momento dado; los domésticos son
esos mismos ungidos, pero vistos como individuos, y en 1919 Jesús nombró al esclavo fiel “sobre todos sus bienes”, es decir,
sobre todos los intereses del Reino en la Tierra. Sin embargo, después de volver a estudiar y meditar cuidadosamente este
asunto con la ayuda de la oración, vemos necesario modificar nuestra forma de entender las palabras de Jesús sobre el esclavo
fiel y discreto (Prov. 4:18). Examinemos dicha parábola y veamos qué tiene que ver con nosotros, sea que abriguemos la
esperanza celestial o la terrenal.
¿CUÁNDO SE CUMPLE LA ILUSTRACIÓN?
4
El contexto muestra que la ilustración del esclavo fiel y discreto no empezó a cumplirse en el Pentecostés del año 33, sino en
este tiempo del fin. Veamos cómo nos llevan las Escrituras a esa conclusión.
5
Esta parábola forma parte de la profecía de Jesús sobre “la señal de [su] presencia y de la conclusión del sistema de cosas”
(Mat. 24:3). La primera sección de la profecía, registrada en Mateo 24:4-22, tiene dos cumplimientos. El primero tuvo lugar en los
años que transcurrieron desde el 33 hasta el 70, y el segundo —mucho más abarcador— lo estamos viendo en nuestros días.
¿Significa esto que la parábola de Jesús sobre el esclavo fiel también tendría dos cumplimientos? En realidad, no.
6
A partir de las palabras que leemos en Mateo 24:29, Jesús se refirió principalmente a sucesos que ocurrirían en nuestros días
(lea Mateo 24:30, 42, 44). Hablando de la gran tribulación, dijo que los habitantes de la Tierra “verán al Hijo del hombre viniendo
sobre las nubes del cielo”. Luego exhortó a quienes vivieran en los últimos días a mantenerse alerta con estas palabras:
“No saben en qué día viene su Señor [...], porque a una hora que no piensan que es, viene el Hijo del hombre”. En este contexto
—al hablar de sucesos que ocurrirían en los últimos días—, Jesús relató la parábola del esclavo fiel. Así pues, podemos concluir
que sus palabras sobre ese esclavo fiel solo empezaron a cumplirse después de 1914, cuando comenzaron los últimos días.
¿Por qué es lógica esta conclusión?
7
Piense en la pregunta que planteó Jesús: “¿Quién es, verdaderamente, el esclavo fiel y discreto[?]”. En el siglo primero no tenía
sentido hacerla. Como vimos en el artículo anterior, los apóstoles realizaban milagros y hasta transmitían dones milagrosos, así
que estaba claro que eran ellos los que tenían el apoyo divino (Hech. 5:12). Por eso, ¿por qué iba alguien a preguntar quién
había sido nombrado por Jesús para dirigir a sus ovejas? Sin embargo, en 1914 la situación era muy distinta. La temporada de la
cosecha había empezado ese año. Por fin era hora de separar la mala hierba del trigo (Mat. 13:36-43). Pero al empezar la
temporada de la cosecha, había muchos cristianos falsos que afirmaban ser los verdaderos seguidores de Jesús. Así que surgió
esta cuestión fundamental: ¿cómo podría reconocerse el trigo, es decir, los cristianos ungidos? La ilustración de Jesús dio una
clave. Los cristianos ungidos serían aquellos que estuvieran bien alimentados espiritualmente
¿QUIÉN ES EL ESCLAVO FIEL Y DISCRETO?
8
El esclavo fiel debe estar compuesto por cristianos ungidos que vivan en la Tierra. A ellos se les llama “un sacerdocio real”, y
se les ha encomendado que “‘declaren en público las excelencias’ de aquel que los llamó de la oscuridad a su luz maravillosa”
(1 Ped. 2:9). Por esta razón resulta apropiado que miembros de ese “sacerdocio real” participen directamente en enseñar la
verdad a sus hermanos en la fe (Mal. 2:7; Rev. 12:17).
9
¿Componen el esclavo fiel todos los ungidos que viven en la Tierra? No, la realidad es que no todos los ungidos participan en
proveer alimento espiritual a sus compañeros de creencia de todo el mundo. Es cierto que entre el trigo hay hermanos ungidos
que son siervos ministeriales o ancianos. Ellos enseñan de casa en casa y en sus congregaciones y apoyan con lealtad las
instrucciones que recibimos de la sede mundial, pero no participan en proveer alimento espiritual a la hermandad. Además, entre
los ungidos hay hermanas humildes que nunca intentarían asumir la función de maestros de la congregación (1 Cor. 11:3;
14:34).
10
¿Quién, entonces, es el esclavo fiel y discreto? Según el patrón que Jesús fijó de alimentar a muchos por medio de unos
pocos, ese esclavo está compuesto por un pequeño grupo de hermanos ungidos que participan directamente en preparar y
proveer alimento espiritual durante la presencia de Cristo. A lo largo de los últimos días, estos hermanos ungidos que constituyen
el esclavo fiel han estado sirviendo juntos en la sede mundial. Hoy, ese esclavo es el grupo de cristianos ungidos que forman el
Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová. Ahora bien, note que, aunque se trata de un esclavo compuesto por más de una
persona, la palabra esclavo está en singular. En armonía con este hecho, el Cuerpo Gobernante actúa como uno solo, es decir,
toma sus decisiones de manera conjunta
¿QUIÉNES SON LOS DOMÉSTICOS?
11
Debe destacarse que, en la ilustración de Jesús, el esclavo fiel y discreto recibe dos nombramientos distintos. En primer lugar,
se le pone a cargo de los domésticos, y en segundo lugar, de todos los bienes del amo. Puesto que la parábola se cumple
exclusivamente en este tiempo del fin, ambos nombramientos tendrían que producirse después de 1914, cuando comenzó la
presencia de Cristo como Rey.
12
¿Cuándo nombró Jesús al esclavo fiel sobre sus domésticos? Para averiguar la respuesta, debemos retroceder al año 1914, al
comienzo de la temporada de la cosecha. Como ya aprendimos, en ese entonces había muchos grupos que afirmaban ser
cristianos. ¿De entre cuál de ellos seleccionaría y nombraría Jesús al esclavo fiel? La pregunta se respondió una vez que él y su
Padre vinieron a inspeccionar el templo —el sistema de adoración que Dios ha establecido—, lo que tuvo lugar desde 1914
hasta principios de 1919 (Mal. 3:1). ¡Cuánto se alegraron al ver a un pequeño grupo de leales Estudiantes de la Biblia que
demostraban un profundo amor por Jehová y su Palabra! Por supuesto, necesitaban pulirse en algunos aspectos, pero
humildemente se dejaron moldear durante un breve período de prueba y limpieza (Mal. 3:2-4). Aquellos fieles Estudiantes de la
Biblia eran auténtico trigo. En 1919, año en que experimentaron un resurgimiento espiritual, Jesús seleccionó de entre ellos
algunos hermanos ungidos capacitados para que compusieran el esclavo fiel y discreto y los nombró sobre sus domésticos.
13
¿Quiénes, entonces, son los domésticos? Dicho sencillamente, los que son alimentados. Al comienzo de los últimos días,
todos los domésticos eran cristianos ungidos. Pero más tarde, el grupo de los domésticos llegó a incluir a la gran muchedumbre
de otras ovejas. Estas componen ahora la inmensa mayoría del “solo rebaño” que sigue a Cristo (Juan 10:16). Tanto los ungidos
como las otras ovejas se benefician del mismo alimento espiritual que el esclavo fiel proporciona “al tiempo apropiado”. ¿Y qué
puede decirse de los miembros del Cuerpo Gobernante que hoy componen ese esclavo fiel y discreto? Ellos también necesitan
alimentarse espiritualmente, así que con humildad reconocen que a nivel individual son domésticos como todos los demás
cristianos verdaderos.
14
Jesús puso una seria responsabilidad sobre los hombros del esclavo fiel y discreto. En tiempos bíblicos, un esclavo de
confianza, o mayordomo, tenía a su cargo a todos los siervos de la casa de su amo (Luc. 12:42, nota). De igual modo, el esclavo
fiel y discreto tiene a su cargo a todos los siervos de Jehová. Entre sus deberes figura supervisar el uso de bienes materiales, la
obra de predicar, la preparación de asambleas y la producción de las publicaciones bíblicas que se emplean en el ministerio, en
el estudio personal y en las reuniones cristianas. Los domésticos dependen de todos los recursos espirituales que proporciona
este esclavo compuesto
¿CUÁNDO SE LE NOMBRA SOBRE TODOS LOS BIENES DEL AMO?
15
¿Cuándo hace Jesús el segundo nombramiento, el que consiste en poner al esclavo a cargo de “todos sus bienes”? Él dijo:
“¡Feliz es aquel esclavo si su amo, al llegar [o, literalmente, “habiendo venido”, según la nota], lo hallara haciéndolo así!
En verdad les digo: Lo nombrará sobre todos sus bienes” (Mat. 24:46, 47). Observe que Jesús efectúa el segundo nombramiento
después de llegar y ver que el esclavo ha estado “haciéndolo así”, es decir, que ha estado suministrando fielmente alimento
espiritual. Así que habría un intervalo entre los dos nombramientos. Entonces, ¿cómo y cuándo nombra Jesús al esclavo sobre
todos sus bienes? Para contestar esta pregunta, debemos saber dos cosas: cuándo llega él y cuáles son esos bienes.
16
¿Cuándo llega Jesús? El contexto lo aclara. Recuerde que cuando los versículos previos dicen que Jesús “viene”, esa palabra
se refiere al tiempo en que llega a dictar y ejecutar su sentencia al final de este sistema (Mat. 24:30, 42, 44). Por lo tanto, la
llegada, o venida, de Jesús mencionada en la ilustración del esclavo fiel tiene lugar durante la gran tribulación.
17
¿Cuáles son “todos [los] bienes” de Jesús? Él no dijo que fueran únicamente sus bienes en la Tierra. En realidad, Jesús tiene
una inmensa autoridad en los cielos. “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y sobre la tierra”, declaró (Mat. 28:18; Efes.
1:20-23). Ahora sus bienes incluyen el Reino mesiánico, que le ha pertenecido desde 1914 y que compartirá con sus discípulos
ungidos (Rev. 11:15).
18
¿A qué conclusión nos llevan estos hechos? Cuando Jesús venga como Juez durante la gran tribulación, verá que el esclavo
fiel ha estado suministrando lealmente alimento espiritual a los domésticos al tiempo apropiado. Entonces se complacerá en
efectuar el segundo nombramiento: lo nombrará sobre todos sus bienes. Quienes componen el esclavo fiel recibirán ese
nombramiento cuando obtengan su recompensa celestial y lleguen a ser reyes con Cristo.
19
¿Es la recompensa que el esclavo fiel recibe en los cielos mayor que la del resto de los ungidos? La respuesta es no. Aunque
una recompensa se le haya prometido a un grupo pequeño en un momento determinado, también pueden acabar recibiéndola
otras personas. Por ejemplo, piense en lo que Jesús les dijo a sus 11 apóstoles fieles la noche antes de morir (lea Lucas 22:28-
30). Él le prometió a ese pequeño grupo de hombres una magnífica recompensa por su lealtad: compartiría con ellos su
autoridad de Rey. Sin embargo, años después indicó que todos los ungidos, los 144.000 sin excepción, se sentarían en tronos y
reinarían con él (Rev. 1:1; 3:21). De modo parecido, según indica Mateo 24:47, Jesús le prometió a un pequeño grupo de
hombres —los hermanos ungidos que componen el esclavo fiel— que lo nombraría sobre todos sus bienes. Pero, realmente, son
los 144.000 en su totalidad los que compartirán la inmensa autoridad celestial de Cristo (Rev. 20:4, 6).
20
Mediante el esclavo fiel y discreto, Jesús está siguiendo el mismo patrón que estableció en el siglo primero: alimentar a
muchos por medio de unos pocos. Nombró a ese esclavo para asegurarse de que en estos últimos días sus verdaderos
discípulos —sean de los ungidos o de las otras ovejas— tuvieran un suministro constante de alimento espiritual “al tiempo
apropiado”. ¡Cuánto lo agradecemos! Pues bien, demostremos nuestra gratitud apoyando lealmente a los hermanos ungidos que
componen ese esclavo fiel y discreto (Heb. 13:7, 17).
[Notas]
Párrafo 2: En una ocasión anterior, Jesús relató una parábola similar en la que se refirió al “esclavo” como un “mayordomo” y a
los “domésticos” como “su servidumbre” (Luc. 12:42-44).
Párrafo 6: La “venida” (del verbo griego érkjomai) de Cristo es distinta de su “presencia” (parousía). Su presencia invisible
comienza antes de que venga a ejecutar su sentencia
Párrafo 12: Vea el artículo “Estoy con ustedes todos los días” en esta misma revista, páginas 10 a 12, párrafos 5 a 8.
Párrafo 16: Vea el artículo “¿Cuándo serán estas cosas?” en esta misma revista, páginas 7 y 8, párrafos 14 a 18.

* Jv pág. 172-175
Capítulo 13
Se nos conoce por nuestra conducta
VIVIMOS en una era en la que grandes sectores de la humanidad han descartado las normas morales que habían sido respetadas por
mucho tiempo. La mayoría de las religiones de la cristiandad han hecho lo mismo, ya sea en nombre de la tolerancia o arguyendo que
los tiempos han cambiado y que ya no tienen vigencia los tabúes de generaciones pasadas. En cuanto al resultado de esto, Samuel
Miller, un deán del Colegio Teológico de la Universidad de Harvard, dijo: ‘Lo que pasa es que la Iglesia ya no lleva la delantera. Ha
aceptado y absorbido la cultura de nuestro tiempo’. El efecto de esto en la vida de los que buscaban guía en esas iglesias ha sido
devastador.
En cambio, con referencia a los testigos de Jehová L’Eglise de Montréal (La Iglesia de Montreal), boletín semanal de la archidiócesis de
Montreal (Canadá), dijo: “Tienen extraordinarios valores morales”. Muchos maestros, patronos y funcionarios gubernamentales
concuerdan en esto. ¿Qué da cuenta de esta reputación?
Ser testigo de Jehová implica mucho más que sencillamente adoptar cierto conjunto de creencias doctrinales y testificar a otros acerca
de ellas. El cristianismo primitivo era conocido como el “Camino”, y los testigos de Jehová reconocen que hoy la religión verdadera debe
ser un modo de vivir. (Hech. 9:2.) Sin embargo, como sucedió con respecto a otras cuestiones, a los Testigos modernos les tomó algún
tiempo llegar a tener una comprensión equilibrada de lo que esto implica.
“Carácter o pacto, ¿cuál?”
Aunque comenzaron con consejo bíblico bien fundado sobre la necesidad de imitar a Cristo, el énfasis que pusieron algunos de los
primeros Estudiantes de la Biblia en lo que llamaban “desarrollo del carácter” tendió a minimizar ciertos aspectos del cristianismo
verdadero. Parece que algunos opinaban que el ser de disposición gentil —presentar siempre la apariencia de ser amables y buenos,
hablar con dulzura, evitar todo despliegue de ira, leer las Escrituras diariamente— les garantizaría la entrada al cielo. Pero perdían de
vista el hecho de que Cristo había comisionado a sus discípulos para efectuar una obra.
Este problema se trató con seriedad en el artículo “Carácter o pacto, ¿cuál?” de la revista The Watch Tower del 1 de mayo de 1926. El
artículo mostraba que el intento de los Estudiantes de la Biblia por alcanzar un “carácter perfecto” mientras estaban en la carne hacía
que algunos se desanimaran y se dieran por vencidos, pero a la misma vez llevaba a otros a una actitud santurrona que resultaba en
que perdieran de vista el mérito del sacrificio de Cristo. Después de recalcar la importancia de tener fe en la sangre derramada de
Cristo, el artículo destacó que era fundamental ‘hacer cosas’ en el servicio divino como prueba de que se seguía un camino que
agradaba a Dios. (2 Ped. 1:5-10.) En aquel tiempo, cuando gran parte de la cristiandad aún pretendía apegarse a las normas morales
de la Biblia, lo que intensificó el contraste entre los testigos de Jehová y la cristiandad fue el énfasis que estos dieron a la importancia de
actuar. El contraste se notó aún más a medida que todo el que decía ser cristiano tuvo que enfrentarse con cuestiones de moralidad
que iban haciéndose comunes.
‘Absténganse de la fornicación’
La norma cristiana relacionada con la moralidad sexual se expuso con claridad hace mucho tiempo en la Biblia. “Esto es la voluntad de
Dios: la santificación de ustedes, que se abstengan de la fornicación [...]. Porque Dios nos llamó, no con permiso para inmundicia, sino
con relación a santificación. Así, pues, el hombre que muestra desatención, no está desatendiendo a hombre, sino a Dios.” (1 Tes. 4:3-
8.) “Que el matrimonio sea honorable entre todos, y el lecho conyugal sea sin contaminación, porque Dios juzgará a los fornicadores y a
los adúlteros.” (Heb. 13:4.) “¿No saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se extravíen. Ni fornicadores, [...] ni
adúlteros, ni hombres que se tienen para propósitos contranaturales, ni hombres que se acuestan con hombres, [...] heredarán el reino
de Dios.” (1 Cor. 6:9, 10.)
Ya para noviembre de 1879 la Watch Tower había señalado esta norma a los cristianos verdaderos. Sin embargo, no se trató con
frecuencia ni extensamente como si fuera un problema grave entre los primeros Estudiantes de la Biblia. No obstante, a medida que la
actitud del mundo se hacía más permisiva, hubo que dar más atención a este requisito, especialmente para el tiempo de la II Guerra
Mundial. Esto se hizo necesario debido a que algunos testigos de Jehová estaban empezando a creer que, con tal de ocuparse en dar
testimonio, cualquier tipo de laxitud en cuestiones relacionadas con la moralidad sexual era solo asunto personal. Es cierto que en
agosto de 1935 La Torre del Vigía había dicho con claridad que el participar en el ministerio del campo no autorizaba la conducta
inmoral. Pero no todos tomaron a pecho lo que se dijo. De modo que en el número de septiembre de 1941 La Atalaya analizó de nuevo
el asunto con bastante detenimiento en el artículo “El día de Noé”. Este señaló que el libertinaje sexual de los días de Noé fue una de
las razones que llevaron a Dios a destruir al mundo de entonces, y mostró que lo que Dios hizo en aquella ocasión fijó un patrón para lo
que haría en nuestro tiempo. Con franqueza advirtió que un siervo íntegro de Dios no podía dedicar parte de su día a hacer la voluntad
del Señor y luego, el resto del tiempo, entregarse a “las obras de la carne”. (Gál. 5:17-21.) A este siguió, en La Atalaya de octubre
de 1942, otro artículo que condenaba la conducta que no armonizara con las normas morales que la Biblia da a personas solteras y
casadas. Nadie debería pensar que su participación en la predicación pública del mensaje del Reino como testigo de Jehová le daba
permiso para llevar un estilo de vida relajado. (1 Cor. 9:27.) Con el tiempo se tomarían medidas aún más estrictas para proteger la
limpieza moral de la organización.
Algunos de los que entonces expresaban el deseo de ser testigos de Jehová se habían criado en lugares donde se permitía el
matrimonio de prueba, se toleraban las relaciones sexuales entre personas comprometidas, o se veía como algo normal una relación
consensual entre gente que no estaba casada legalmente. Algunos matrimonios procuraban abstenerse de las relaciones íntimas. Otras
personas, aunque no se habían divorciado, habían dado un paso imprudente al separarse de sus cónyuges. Con el fin de proveer la
dirección necesaria, durante los años cincuenta La Atalaya trató todas estas situaciones, analizó las responsabilidades maritales,
enfatizó la prohibición bíblica de la fornicación y, para evitar malentendidos, explicó en qué consistía. (Hech. 15:19, 20; 1 Cor. 6:18.)
Este asunto recibió atención especial en lugares donde los que empezaban a asociarse con la organización de Jehová no tomaban en
serio las normas morales de la Biblia. Así, cuando N. H. Knorr, tercer presidente de la Sociedad Watch Tower, visitó Costa Rica
en 1945, dijo en un discurso sobre la moralidad cristiana: “Voy a darles un consejo a todos los que están aquí esta noche y viven con
una mujer sin haber legalizado su matrimonio. Vayan a la Iglesia Católica e inscríbanse en ella, porque allí pueden seguir con esa
práctica. Pero esta es la organización de Dios, y aquí eso no se permite”.
A partir de los años sesenta, cuando los homosexuales comenzaron a manifestar abiertamente sus prácticas, muchas iglesias
decidieron aceptarlos en su seno después de debatir el asunto. En la actualidad, ciertas iglesias ordenan incluso clérigos que son
homosexuales. Las publicaciones de los testigos de Jehová también trataron estas cuestiones con el fin de ayudar a la gente sincera
que tenía preguntas al respecto. Pero los Testigos nunca tuvieron dudas en cuanto a cómo ver la homosexualidad. ¿Por qué no?
Porque para ellos los requisitos bíblicos no son simples opiniones de hombres de otra época. (1 Tes. 2:13.) Con gusto dan lecciones
bíblicas a homosexuales para que aprendan los requisitos de Jehová; y esas personas pueden asistir a las reuniones de los Testigos
para escuchar; sin embargo, nadie que siga practicando la homosexualidad puede ser testigo de Jehová. (1 Cor. 6:9-11; Judas 7.)
En los últimos años se ha hecho común en el mundo el que jóvenes no casados se entreguen a la satisfacción de sus deseos sexuales.
El mundo ejerció presión sobre los jóvenes de familias de los testigos de Jehová para inducirles a seguir ese proceder, y algunos de
ellos comenzaron a adoptarlo. ¿Qué hizo la organización al respecto? En La Atalaya y ¡Despertad! se publicaron artículos para ayudar a
los padres y a sus hijos a tener el punto de vista bíblico. En las asambleas se presentaron dramas de la vida real con el fin de ayudar a
todos a darse cuenta de lo que sucede cuando se rechazan las normas morales de la Biblia y de los beneficios que resultan al obedecer
los mandamientos de Dios. Uno de los primeros dramas, presentado en 1969, fue “Espinas y trampas hay en el camino del
independiente”. Se prepararon libros especiales que ayudaban a la juventud a apreciar la sabiduría del consejo bíblico. Entre estos
estuvieron Tu juventud... aprovechándola de la mejor manera (publicado en 1976) y Lo que los jóvenes preguntan.—Respuestas
prácticas (publicado en 1989). Los ancianos locales dieron consejo espiritual a individuos y familias. También se protegió a las
congregaciones de los testigos de Jehová expulsando de ellas a los pecadores que no se arrepentían.
El derrumbe moral del mundo no ha hecho que los testigos de Jehová adopten una actitud permisiva. Antes bien, el Cuerpo Gobernante
de los Testigos de Jehová ha recalcado aún más lo imprescindible de evitar no solo los actos sexuales ilícitos, sino también las
influencias y situaciones que socavan los valores morales. Durante las tres últimas décadas ha provisto instrucción para fortalecer
contra “faltas secretas” como la masturbación, y ha advertido del peligro de la pornografía, las telenovelas y la música que degrada. Así,
aunque en el mundo la moralidad ha ido en decadencia, entre los testigos de Jehová ha subido.

* W95 15/5 pág. 13 párr. 15


15
Se toleraban casos flagrantes de inmoralidad sexual en la congregación cristiana de Corinto. Un hombre había tomado a la
esposa de su padre, practicando así ‘fornicación como ni siquiera la había entre las naciones’. Pablo escribió claramente:
“Remuevan al hombre inicuo de entre ustedes”. (1 Corintios 5:1, 11-13.) La acción de expulsar era nueva para la congregación
cristiana. Otro proceder inapropiado sobre el que la congregación de Corinto también necesitaba esclarecimiento era que
algunos de sus miembros llevaban a sus hermanos espirituales ante los tribunales mundanos para resolver sus diferencias.
Pablo los reprendió enérgicamente por hacer esto. (1 Corintios 6:5-8.)
* Km 8/02 págs. 3,4
Demostremos lealtad cristiana cuando se expulsa a un pariente
1
Los vínculos familiares pueden ser muy fuertes. Este hecho supone una prueba para el cristiano cuando su cónyuge, un hijo, un padre
u otro pariente cercano es expulsado o se desasocia de la congregación (Mat. 10:37). ¿Cómo debe el cristiano leal tratar a ese
pariente? ¿Es diferente el trato que se le da si dicha persona vive en la casa del Testigo? Pues bien, repasemos lo que dice la Biblia al
respecto, y tengamos presente que sus principios son aplicables tanto a los que han sido expulsados como a los que se han
desasociado.
2
Cómo tratar a los expulsados. La Palabra de Dios manda a los cristianos que no se relacionen con alguien que ha sido expulsado de
la congregación al decir: “Cesen de mezclarse en la compañía de cualquiera que, llamándose hermano, sea fornicador, o persona
dominada por la avidez, o idólatra, o injuriador, o borracho, o que practique extorsión, y ni siquiera coman con tal hombre. [...]
Remuevan al hombre inicuo de entre ustedes” (1 Cor. 5:11, 13). Las palabras de Jesús anotadas en Mateo 18:17 también son
aplicables: “[Que el expulsado] sea para ti exactamente como hombre de las naciones y como recaudador de impuestos”. Quienes
oyeron a Jesús sabían muy bien que sus contemporáneos judíos no confraternizaban de modo alguno con los gentiles y evitaban a los
recaudadores de impuestos como si fueran marginados. Con estas palabras, Jesús ordenó a sus seguidores que no se relacionaran con
los expulsados (véase La Atalaya del 15 de noviembre de 1981, págs. 12-14).
3
Eso significa que los cristianos leales no tienen trato espiritual con nadie que ha sido expulsado de la congregación. Pero hay más
implicado. La Palabra de Dios dice que ‘ni siquiera comamos con tal hombre’ (1 Cor. 5:11). De modo que también evitamos el trato
social con tal persona, lo que descartaría ir con ella a una comida campestre, a una fiesta, a un partido, al centro comercial, al cine o
sentarnos a comer con ella, sea en el hogar o en un restaurante.
4
¿Se puede hablar con un expulsado? Aunque la Biblia no menciona todas las situaciones que pudieran surgir, 2 Juan 10 nos ayuda a
comprender cómo ve Jehová el asunto: “Si alguno viene a ustedes y no trae esta enseñanza, nunca lo reciban en casa ni le digan un
saludo”. La Atalaya del 15 de noviembre de 1981, página 19, comenta: “Decir un sencillo ‘¡Hola!’ a alguien puede ser el primer paso que
lleve a una conversación y tal vez hasta a una amistad. ¿Quisiéramos dar ese primer paso respecto a una persona expulsada?”.
5
El mismo número de La Atalaya, en la página 25, agrega: “La realidad es que cuando un cristiano se entrega al pecado y se le tiene
que expulsar, pierde mucho: la posición aprobada que tenía delante de Dios; [...] el grato compañerismo de los hermanos, que incluye
mucha de la asociación que tenía con parientes cristianos”.
6
Cuando se vive en la misma casa familiar. ¿Significa esto que los cristianos que viven en la misma casa con un familiar expulsado
no pueden hablar ni comer ni relacionarse con él mientras realizan sus actividades diarias? La nota al pie de la página 22 de La Atalaya
del 15 de abril de 1991 señala: “Si en un hogar cristiano hubiera un familiar expulsado, este todavía formaría parte de los tratos y
actividades normales y cotidianos de la casa”. Por lo tanto, les toca a los miembros de la familia decidir hasta qué grado lo incluirán
cuando coman o participen en otras actividades domésticas. Sin embargo, no querrán dar a los hermanos con quienes se relacionan la
impresión de que todo marcha igual que antes de la expulsión.
7
Ahora bien, La Atalaya del 15 de noviembre de 1981, página 22, menciona lo siguiente en cuanto al expulsado o desasociado: “Los
vínculos espirituales anteriores han sido rotos por completo. Esto es cierto aun respecto a los parientes del expulsado, entre ellos los de
su círculo familiar inmediato o cercano. [...] Eso significa cambios en el compañerismo espiritual que haya existido en el hogar. Por
ejemplo, si al esposo se le ha expulsado, su esposa e hijos no se sentirían cómodos si él condu[jera] el estudio bíblico de la familia o
toma[ra] la delantera en la lectura de la Biblia y en orar. Si él quiere hacer una oración, como, por ejemplo, a la hora de comer, él tiene
derecho a hacerlo en su propio hogar. Pero los demás pueden hacer sus propias oraciones a Dios en silencio. (Pro. 28:9; Sal. 119:145,
146) ¿Qué hay si algún expulsado que vive en el hogar quiere estar presente cuando la familia lee la Biblia junta o tiene un estudio
bíblico? Los otros pudieran permitirle estar presente para escuchar con tal que no tratara de enseñarles o compartir con ellos sus ideas
religiosas”.
8
Si se expulsa de la congregación a un hijo menor que vive en el hogar, los padres cristianos aún son responsables de su crianza.
La Atalaya del 15 de noviembre de 1988, página 20, aclara: “Tal como continuarán suministrándole alimento, ropa y abrigo, tienen que
instruirle y disciplinarle en conformidad con la Palabra de Dios. (Proverbios 6:20-22; 29:17.) Por eso, los padres amorosos quizás
adopten la medida de conducir un estudio bíblico en el hogar con él, aunque esté expulsado. Puede que el estudio le sea del mayor
beneficio como fuente de corrección si es un estudio con él solo. O quizás los padres decidan que el joven implicado puede continuar
participando en el estudio de la familia” (véase también La Atalaya del 1 de octubre de 2001, págs. 16, 17).
9
Familiares que no viven en la misma casa. “La situación es diferente si el expulsado o desasociado es un pariente que vive fuera del
círculo familiar y el hogar inmediatos —señala La Atalaya del 15 de abril de 1988, página 28—. Pudiera ser posible eliminar casi todo
contacto con tal pariente. Aun cuando hubiera ciertos asuntos de familia que exigieran comunicación, ciertamente esto se mantendría al
mínimo”, en armonía con el mandato divino de “ces[ar] de mezclarse en la compañía de cualquiera” que sea un pecador impenitente
(1 Cor. 5:11). Los cristianos leales deben esforzarse por evitar todo trato innecesario con tal pariente, hasta el punto de mantener al
mínimo absoluto las relaciones comerciales (véase también La Atalaya del 15 de noviembre de 1981, págs. 23, 24).
10
La Atalaya dirige nuestra atención a otra situación que pudiera surgir: “¿Qué hay si se expulsa[ra] a algún pariente cercano de una
familia, como a un hijo o a un padre que no viviera con ellos en su hogar, y más tarde éste quisiera mudarse al hogar de la familia de
nuevo? La familia podría decidir qué hacer, según las circunstancias. Por ejemplo, puede que una madre o un padre expulsado esté
enfermo o ya no esté en condiciones económicas o físicas que le permitan cuidar de sí [mismo]. Los hijos cristianos tienen una
obligación bíblica y moral de prestar ayuda. (1 Tim. 5:8) [...] Lo que se haga puede depender de factores como las verdaderas
necesidades del padre, su actitud y la consideración que el cabeza de la familia le tenga al bienestar espiritual de los miembros de su
casa” (véase La Atalaya del 15 de noviembre de 1981, págs. 22, 23).
11
Respecto a un hijo, el mismo artículo pasa a decir: “A veces los padres cristianos han permitido que un hijo expulsado que haya
enfermado física o emocionalmente regrese al hogar por un tiempo. Pero en cada caso los padres pueden pesar las circunstancias
individuales. ¿Ha vivido por su propia cuenta un hijo expulsado, y ya no puede hacerlo, o quiere volver al hogar principalmente porque
sería una vida más fácil? ¿Qué se puede decir acerca de su moralidad y de su actitud? ¿Introducirá ‘levadura’ en el hogar?—Gál. 5:9”.
12
Los beneficios de ser leales a Jehová. Cooperar con la disposición bíblica de la expulsión y evitar a los pecadores impenitentes nos
reporta beneficios. Conserva la limpieza de la congregación y nos caracteriza como apoyadores de las elevadas normas morales de la
Biblia (1 Ped. 1:14-16). Nos protege de las influencias corruptoras (Gál. 5:7-9). Además, da al pecador la oportunidad de beneficiarse
plenamente de la disciplina recibida, la cual puede ayudarle a producir “fruto pacífico, a saber, justicia” (Heb. 12:11).
13
Tras escuchar un discurso en una asamblea de circuito, un cristiano y su hermana se dieron cuenta de que tenían que hacer cambios
en la manera de tratar a su madre, quien no vivía con ellos y llevaba seis años expulsada. Tan pronto terminó la asamblea, él la llamó y,
luego de confirmarle su amor, le explicó que ya no le hablarían a menos que surgieran asuntos importantes de familia que los obligaran
a ponerse en contacto. Poco después, la madre empezó a asistir a las reuniones y con el tiempo fue restablecida. Además, su esposo
no creyente comenzó a estudiar la Biblia y se bautizó.
14
Apoyar lealmente la disposición bíblica de la expulsión es una demostración de nuestro amor a Jehová y suministra una respuesta
para el que lo desafía con escarnio (Pro. 27:11). A cambio, podemos contar con la bendición divina. El rey David escribió lo siguiente
acerca de Jehová: “En cuanto a sus estatutos, no me desviaré de ellos. Con alguien leal tú actuarás en lealtad” (2 Sam. 22:23, 26).

* W12 15/3 págs. 30,31


Puede un cristiano llegar tan bajo en el vicio de ver pornografía que termine siendo expulsado de la congregación?
▪ La respuesta es sí. Esto subraya la importancia de rechazar de plano cualquier clase de pornografía, ya sea en forma de texto o de
imágenes en revistas, películas, videos o Internet.
La pornografía ha llegado hasta el último rincón de este mundo. Internet la ha puesto al alcance de la gente como nunca antes, y
personas de todas las edades se han visto infectadas por esta terrible plaga. Hay quienes se han topado con páginas pornográficas sin
pretenderlo. Otros, sin embargo, han accedido a ellas a propósito, tal vez en el hogar o la oficina, donde les resulta más fácil leer o ver
pornografía en secreto. Este es un asunto que los cristianos debemos tomar muy en serio. ¿Por qué?
Jesús indicó una de las principales razones cuando advirtió: “Todo el que sigue mirando a una mujer a fin de tener una pasión por ella
ya ha cometido adulterio con ella en su corazón” (Mat. 5:28). Por supuesto, las relaciones sexuales normales no tienen nada de malo
cuando sirven como fuente de placer dentro del matrimonio (Pro. 5:15-19; 1 Cor. 7:2-5). Pero la pornografía muestra relaciones
inmorales que estimulan los malos pensamientos condenados por Jesús. Dicho sin rodeos, quien lee o ve pornografía viola este
mandato divino: “Amortigüen [o “den muerte a”] [...] los miembros de su cuerpo que están sobre la tierra en cuanto a fornicación,
inmundicia, apetito sexual, deseo perjudicial y codicia, que es idolatría” (Col. 3:5; Traducción en lenguaje actual).
¿Qué hay si un cristiano ha mirado pornografía en una o dos ocasiones? En cierto sentido, se encuentra en una situación tan peligrosa
como la de Asaf, quien admitió: “En cuanto a mí, mis pies casi se habían desviado, casi se había hecho que mis pasos resbalaran”.
Si ha estado viendo imágenes pornográficas de hombres o mujeres desnudos o de una pareja teniendo relaciones, no puede tener la
conciencia tranquila ni estar en paz con Dios. Más bien, se sentirá como Asaf: “Llegué a ser plagado todo el día, y la corrección mía es
cada mañana” (Sal. 73:2, 14).
Si un cristiano ha caído en este pecado, es vital que abra los ojos y comprenda que necesita ayuda espiritual. La Biblia indica que
puede conseguirla en la congregación: “Aunque un hombre dé algún paso en falso antes que se dé cuenta de ello, ustedes los que
tienen las debidas cualidades espirituales traten de reajustar a tal hombre con espíritu de apacibilidad, vigilándote a ti mismo” (Gál. 6:1).
En efecto, uno o dos ancianos pueden prestarle asistencia, lo que incluye orar con él teniendo fe en que Jehová “sanará” al enfermo
espiritual y “le perdonará” (Sant. 5:13-15). Quienes han buscado ayuda para romper con el vicio de la pornografía se sienten hoy como
Asaf, quien afirmó: “Acercarme a Dios es bueno para mí” (Sal. 73:28).
No obstante, el apóstol Pablo explicó que algunos no se arrepintieron “de su inmundicia y fornicación y conducta relajada [o
desvergonzada]” (2 Cor. 12:21). Según explica el lexicógrafo Marvin R. Vincent, el término griego traducido “inmundicia” en este caso
“se refiere a la impureza en su sentido más sucio”. La triste realidad es que ciertos tipos de pornografía son mucho peores que unos
cuantos desnudos o escenas de un hombre y una mujer cometiendo fornicación. En algunos casos se presentan actos tan sucios y
repugnantes como relaciones homosexuales, sexo en grupo, contacto sexual con animales, pornografía infantil, violaciones en grupo,
maltrato de mujeres y diversos tipos de sadomasoquismo. Según indicó Pablo, algunos que estaban “mentalmente [...] en oscuridad”
fueron “más allá de todo sentido moral, [y] se entregaron a la conducta relajada para obrar toda clase de inmundicia con avidez” (Efe.
4:18, 19).
Pablo también mencionó la “inmundicia” en Gálatas 5:19. Un teólogo británico señala: “En este caso, el término puede referirse más
especialmente a todos los deseos antinaturales”. Sin duda, ningún cristiano puede negar que los actos anteriormente citados son
“deseos antinaturales” sucios, repugnantes y depravados. En Gálatas 5:19-21, el apóstol dejó claro que “los que practican” este tipo de
inmundicia “no heredarán el reino de Dios”. Por lo tanto, ¿qué sucedería si un cristiano llevara cierto tiempo —tal vez un período
considerable— viendo pornografía repugnante y sexualmente degradante? Si no se arrepintiera y dejara ese vicio, tendría que ser
expulsado para conservar la pureza y el buen espíritu de la congregación cristiana (1 Cor. 5:5, 11).
Es bueno saber que algunos que han estado viendo estos tipos repugnantes de pornografía han pedido ayuda a los ancianos y han
hecho cambios drásticos. Jesús advirtió a ciertos cristianos de la antigua Sardis: “Fortalece las cosas restantes que estaban a punto de
morir, [...] continúa teniendo presente cómo has recibido y cómo oíste, y sigue guardándolo, y arrepiéntete. Ciertamente, a menos que
despiertes [...,] no sabrás de ningún modo a qué hora vendré sobre ti” (Rev. 3:2, 3). No hay duda de que es posible arrepentirse y
escapar del “fuego” de la pornografía (Jud. 22, 23).
No obstante, será mucho mejor si cada uno de nosotros toma la firme resolución de no correr el más mínimo riesgo en este campo. Por
lo tanto, ¡mantengámonos lo más lejos posible de cualquier tipo de pornografía!
[Nota]
Las diferencias entre inmundicia, fornicación y conducta relajada se explican en La Atalaya del 15 de julio de 2006, páginas 29 a 31.
[Comentario de la página 30]
Si un cristiano cae en un pecado, es vital que abra los ojos y comprenda que necesita ayuda espiritual

* W06 15/7 págs. 30,31


¿Puede alguien ser expulsado de la congregación cristiana por ser culpable de inmundicia, tal como puede ocurrir si es
culpable de fornicación o conducta relajada?
La respuesta es sí. La persona puede ser expulsada de la congregación si practica fornicación, conducta relajada o algunas clases de
inmundicia, y no se arrepiente. El apóstol Pablo menciona estos tres pecados junto con otros males que pueden llevar a la expulsión, al
escribir: “Las obras de la carne son manifiestas, y son: fornicación, inmundicia, conducta relajada [...;] les aviso de antem ano [...] que los
que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios” (Gálatas 5:19-21).
El término fornicación (en griego por·néi·a) abarca toda relación sexual ilícita fuera del matrimonio, lo que incluye el adulterio, la
prostitución y las relaciones sexuales entre personas no casadas, así como el sexo oral y anal y la manipulación sexual de los órganos
genitales de una persona que no sea su cónyuge. Quienes practican fornicación y no se arrepienten no pueden permanecer en la
congregación cristiana.
La expresión conducta relajada (en griego a·sél·guei·a) denota “desenfreno [...], vida licenciosa, depravación”. El Léxico Griego-Español
del Nuevo Testamento, de Alfred E. Tuggy, la define así: “descaro, grosería, desvergüenza, libertinaje, insolencia”. Otro léxico la define
como una forma de “conducta que traspasa todos los límites socialmente aceptables”.
Como indican estas definiciones, en la “conducta relajada” se dan dos elementos: 1) la conducta en cuestión constituye una violación
grave de las leyes de Dios, y 2) la actitud del pecador es irrespetuosa e insolente.
Por lo tanto, la expresión “conducta relajada” no se refiere a mala conducta de poca importancia, sino a actos que constituyen graves
violaciones de las leyes de Dios y que reflejan una actitud descarada o un atrevimiento irreverente, es decir, una actitud que revela falta
de respeto o hasta desprecio por las leyes, normas y autoridad. Pablo también relaciona la conducta relajada con el coito ilícito
(Romanos 13:13, 14). Puesto que en Gálatas 5:19-21 se incluye la conducta relajada entre algunas de las prácticas pecaminosas que
impedirían que se heredara el Reino de Dios, esta es motivo suficiente para que una persona sea censurada y hasta expulsada de la
congregación cristiana.
La palabra inmundicia (en griego a·ka·thar·sí·a) es, de los tres términos que se traducen “fornicación”, “inmundicia” y “conducta
relajada”, el que tiene el sentido más amplio. Abarca cualquier clase de impureza, sea en asuntos sexuales, en el habla, en la conducta
o en las relaciones espirituales. “Inmundicia” incluye una amplia variedad de pecados graves.
En 2 Corintios 12:21, Pablo alude a los que ‘pecaron antes, pero que no se han arrepentido de la inmundicia y fornicación y conducta
relajada que han practicado’. Puesto que la “inmundicia” aparece junto con la “fornicación” y la “conducta relajada”, es evidente que
algunas clases de inmundicia son motivo para formar un comité judicial. Claro está, el término “inmundicia” es amplio y abarca asuntos
que no ameritan la formación de un comité judicial. Tal como una casa puede estar un poco sucia o sumamente asquerosa, también hay
diversos grados de inmundicia.
En Efesios 4:19, Pablo habla de algunas personas que habían “llegado a estar más allá de todo sentido moral” y que “se entregaron a la
conducta relajada para obrar toda clase de inmundicia con avidez”. Así pues, Pablo sitúa la “inmundicia con avidez” en la misma
categoría que la conducta relajada. Si un cristiano bautizado practica “inmundicia con avidez” y no se arrepiente, puede ser expulsado
de la congregación por ser culpable de inmundicia grave.
Supongamos que una pareja de novios se acariciara apasionadamente en numerosas ocasiones. Podría ser que los ancianos
determinaran que, aunque la pareja no manifestó una actitud de descaro —característica de la conducta relajada—, sí hubo cierta
avidez en su conducta. Por lo tanto, los ancianos formarían un comité judicial, pues se produjo inmundicia grave. Si alguien mantuviera
repetidas conversaciones telefónicas de índole sexual con otra persona, también se podría tratar el caso sobre la base de la inmundicia
grave, sobre todo si se le había aconsejado anteriormente.
Los ancianos deben ser discernidores al atender casos como estos. Tienen que analizar con cuidado lo que ha sucedido y el grado al
que se llegó. No es cuestión de concluir que alguien es culpable de conducta relajada porque no aceptó el consejo bíblico. Tampoco se
trata de establecer de manera sistemática el número de veces que puede cometerse un pecado antes de que se forme un comité
judicial. Los ancianos deben pedir la ayuda de Jehová y pesar cuidadosamente cada situación; también han de averiguar lo que ocurrió,
la frecuencia, la naturaleza y el grado del mal comportamiento, así como las intenciones y los motivos del pecador.
La inmundicia grave no solo se manifiesta en pecados sexuales. Por ejemplo, imagínese a un jovencito bautizado que se fuma unos
cuantos cigarrillos en un corto espacio de tiempo. Él confiesa el pecado a sus padres y está decidido a no volver a hacerlo. Se trata de
un caso de inmundicia en el que no ha llegado a haber “inmundicia con avidez”. Bastaría con que el joven recibiera los consejos bíblicos
de uno o dos ancianos y el apoyo de sus padres. Ahora bien, ¿y si el joven fumara habitualmente? Esto constituiría una contaminación
deliberada de la carne, y se formaría un comité judicial para que atendiera el asunto sobre la base de inmundicia grave (2 Corintios 7:1).
Si el muchacho no se arrepintiera, habría que expulsarlo.
Algunos cristianos han comenzado a ver pornografía. Aunque esto ofende a Dios, y es normal que los ancianos se sorprendan si se
enteran de que un hermano en la fe ha estado viendo pornografía, no siempre es necesario formar un comité judicial. Por ejemplo,
supongamos que un hermano ha visto pornografía “blanda” en varias ocasiones. Como se siente avergonzado, lo confiesa a un
anciano, resuelto a no repetir este pecado. El anciano bien podría llegar a la conclusión de que su conducta no ha llegado al punto de
ser “inmundicia con avidez”. El hermano tampoco mostró una actitud descarada, y por lo tanto no constituiría conducta relajada. Aunque
no sea necesario emprender ninguna acción judicial, este tipo de inmundicia exigirá sólidos consejos bíblicos y, quizás, la ayuda
continuada de los ancianos.
Ahora bien, supongamos que, durante años, un cristiano ha visto en secreto pornografía repugnante y sexualmente degradante, y ha
hecho todo lo posible por ocultar este pecado. Dicho material pornográfico pudiera abarcar violaciones en grupo, sadomasoquismo,
tortura sádica, maltrato de mujeres o hasta pornografía infantil. Cuando su conducta sale a la luz, se siente profundamente
avergonzado. Aunque no tenga una actitud descarada, los ancianos tal vez determinen que ‘se ha entregado’ a un vicio repugnante y
que ha practicado “inmundicia con avidez”, es decir, inmundicia grave. En ese caso, se formaría un comité judicial porque su conducta
implica inmundicia grave. El pecador sería expulsado si no demostrara que está sinceramente arrepentido y que ha tomado la
determinación de nunca más volver a ver pornografía. Si hubiera invitado a alguien a ver pornografía en su casa —lo que equivaldría a
promoverla—, sería prueba de que tal persona tenía una actitud descarada, característica de la conducta relajada.
El término bíblico “conducta relajada” siempre se refiere a un pecado grave, normalmente de índole sexual. Para ver si se trata de
conducta relajada, los ancianos deben analizar si hay descaro, desenfreno, grosería y desvergüenza, y si se atentó contra la decencia
pública. Por otro lado, las transgresiones graves de la ley de Jehová que comete una persona que no manifiesta una actitud de descaro
pudieran implicar “avidez”. Tales casos tienen que ver con inmundicia grave, y deben tratarse sobre esa base.
Es una seria responsabilidad tener que determinar si alguien ha llegado al punto de hacerse culpable de inmundicia grave o de
conducta relajada, pues hay vidas en juego. Por eso, quienes tengan que juzgar estos casos deben pedir a Jehová espíritu santo,
discernimiento y entendimiento. Los ancianos han de mantener la pureza de la congregación, y sus decisiones deben basarse en la
Palabra de Dios y en las instrucciones del “esclavo fiel y discreto” (Mateo 18:18; 24:45). Más que nunca, en estos días malvados, los
ancianos querrán tener presentes las siguientes palabras: “Vean lo que hacen, porque no es para el hombre que ustedes juzgan, sino
que es para Jehová” (2 Crónicas 19:6).

* g 11/13 págs. 4,5


AYUDA PARA LAS FAMILIAS | LA CRIANZA DE LOS HIJOS
Cómo advertirles sobre el sexteo
EL PROBLEMA
Puede que haya escuchado que el sexteo (o sexting) es muy común entre los jóvenes, y tal vez se pregunte si su hijo o su hija sería
capaz de hacer algo así.
¿Cómo puede abordar el asunto? Antes de responder la pregunta, veamos por qué sextean algunos jóvenes y por qué debería
preocuparle.
LAS CAUSAS
• Algunos adolescentes envían mensajes sexuales para coquetear con la persona que les gusta.
• Hay chicas que envían fotos de ellas desnudas debido a que se sienten presionadas por un muchacho.
• Puede que un chico reenvíe una foto explícita de una chica para entretener a sus amigos o para vengarse de ella por terminar con él.
En cualquier caso, un teléfono en manos de un adolescente es como un arma que podría meterlo en muchos problemas. “Basta con
oprimir un botón para arruinarle la vida a alguien”, comenta el libro CyberSafe (Ciberseguros).
Pocos saben que cuando ponen una foto en línea no pueden controlar la manera en que otros la usarán. En un informe, el FBI dijo que
una joven de 18 años “se suicidó después de que una foto en la que aparecía desnuda y que le había enviado a su novio terminó en
manos de cientos de compañeros de escuela. Al parecer, los estudiantes siguieron reenviando la foto y la estaban acosando”.
El sexteo también tiene consecuencias legales. En algunos lugares, por ejemplo, los menores que han enviado imágenes sexuales a
otros menores han sido acusados de producir y transmitir pornografía infantil y han sido registrados como delincuentes sexuales.
Además, usted puede verse en aprietos si el teléfono del cual se envía el mensaje está a su nombre o si no hace nada para que su hijo
deje de sextear.
LO QUE PUEDE HACER
Póngale reglas claras. Es cierto que no podrá controlar totalmente lo que su hijo o hija hace con el teléfono, pero sí podrá ponerle
reglas y explicarle las consecuencias de romperlas. Recuerde también que como padre tiene derecho a supervisar el uso que le da a su
teléfono. (Principio bíblico: Efesios 6:1.)
Ayúdelo a entender la gravedad del problema. Puede decirle: “La gente dice muchas cosas acerca del sexteo. ¿Para ti qué es eso?”.
“¿Qué tipos de fotos dirías que son inapropiadas?” “En algunos lugares, la ley castiga a los menores que envían fotos sexuales a otros
menores. ¿Crees que están exagerando?” “¿Crees que el sexteo es inmoral?” Escuche sus opiniones y ayúdelo a pensar en las
consecuencias. (Principio bíblico: Hebreos 5:14.)
Preséntele situaciones imaginarias. Si tiene una hija, podría decirle algo como: “Imagínate que un chico está presionando a una chica
para que le envíe una foto de ella desnuda. ¿Qué debería hacer ella? ¿Hacerle caso para no perder su amistad? ¿No hacer lo que dice,
pero seguir coqueteando con él? ¿Terminar la relación? ¿Hablar con un adulto?”. Ayúdela a reflexionar en el asunto. Si tiene un hijo,
podría preguntarle algo parecido (Principio bíblico: Gálatas 6:7.)
Apele a su sentido del bien y del mal. Pregúntele: “¿Es importante tener una buena reputación? ¿Por cuáles cosas quieres ser
conocido? ¿Cómo te sentirías si humillas a alguien enviando alguna foto inapropiada de él? ¿Cómo te sentirías si haces lo correcto?”.
Ayude a su hijo o hija a “ten[er] una buena conciencia” (1 Pedro 3:16).
Ponga el ejemplo. La Biblia dice que la sabiduría de Dios es “casta, [...] sin ser hipócrita” (Santiago 3:17). ¿Practica usted lo que
enseña? El libro CyberSafe comenta: “[Los padres] tenemos que poner el ejemplo y evitar las imágenes y los sitios de Internet inmorales
o ilegales”.
[Nota]
El sexteo es la práctica de enviar mensajes, fotos o videos íntimos o de claro contenido sexual a través del teléfono. Si desea más
información, visite www.jw.org/es, haga clic en ENSEÑANZAS BÍBLICAS > JÓVENES y lea el artículo “Los jóvenes preguntan: ¿Tiene
algo de malo el sexteo?”.
[Comentario de la página 5]
Ayúdelo a pensar en las consecuencias
[Recuadro de la página 5]
TEXTOS CLAVE
“Hijos, sean obedientes a sus padres.” (Efesios 6:1)
“[Las] personas maduras [...] tienen sus facultades perceptivas entrenadas para distinguir tanto lo correcto como lo incorrecto.” (Hebreos
5:14)
“Cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará.” (Gálatas 6:7)
[Recuadro de la página 5]
SUGERENCIA
Si se le hace incómodo hablar con su hijo del sexteo, intente esto:
Pregúntele qué cosas hacen los muchachos en la escuela. Entonces diga: “He oído mucho acerca del sexteo. ¿Está de moda?”.
Trate de averiguar su opinión al respecto. Podría preguntarle: “¿Crees que los muchachos se dan cuenta de que sextear tiene
consecuencias?”.
Pregúntele qué haría si le sextearan, y luego explíquele lo que debería hacer.
Un consejo: Utilizar una noticia le ayudará a iniciar la conversación. Por ejemplo, podría decir: “Leí que las fotos que una chica se
tomó desnuda terminaron en manos de todos sus compañeros de clase. ¿Ha pasado eso en tu escuela?”.

* W97 1/1 págs. 26-29


Aborrezcamos lo que es inicuo
JEHOVÁ es un Dios santo. En tiempos antiguos él era el “Santo de Israel”, y como tal, exigía que Israel fuera limpio, inmaculado.
(Salmo 89:18.) Dijo a su pueblo escogido: “Tienen que resultar santos, porque yo soy santo”. (Levítico 11:45.) Cualquiera que deseara
“ascender a la montaña de Jehová” debía ser “inocente de manos y limpio de corazón”. (Salmo 24:3, 4.) Estas palabras implicaban más
que evitar los pecados. Querían decir “odiar lo malo”. (Proverbios 8:13.)
En muestra de su amor, Jehová promulgó leyes detalladas para que la nación de Israel pudiera reconocer y evitar la maldad. (Romanos
7:7, 12.) Estas leyes incluían directrices estrictas sobre moralidad. El adulterio, las prácticas homosexuales, las relaciones incestuosas y
la bestialidad se señalaron como contaminantes inmundos de la espiritualidad. (Levítico 18:23; 20:10-17.) A las personas culpables de
esos actos degradados se las cortaba de la nación de Israel.
Cuando la congregación de cristianos ungidos llegó a ser “el Israel de Dios”, se promulgaron para ellos estas mismas normas morales.
(Gálatas 6:16.) Los cristianos también tenían que ‘aborrecer lo que es inicuo’. (Romanos 12:9.) Lo que Jehová le dijo a Israel les
aplicaba asimismo a ellos: “Tienen que ser santos, porque yo soy santo”. (1 Pedro 1:15, 16.) Las prácticas inmundas, como la
fornicación, el adulterio, la homosexualidad, la bestialidad y el incesto, no debían corromper la congregación cristiana. Los que
no quisieran abandonarlas serían excluidos del Reino de Dios. (Romanos 1:26, 27; 2:22; 1 Corintios 6:9, 10; Hebreos 13:4.) Las “otras
ovejas” deben cumplir las mismas normas en estos “últimos días”. (2 Timoteo 3:1; Juan 10:16.) Por consiguiente, los cristianos ungidos
y las otras ovejas componen un pueblo limpio y sano, en condición de llevar el nombre de su Dios como testigos de Jehová. (Isaías
43:10.)
Se mantiene limpia la congregación
En cambio, el mundo aprueba todo tipo de inmoralidad. Aunque los cristianos verdaderos son distintos, no deben olvidar que muchos de
los que ahora sirven a Jehová estuvieron alguna vez en el mundo. Hay gran cantidad de personas que antes de conocer a nuestro
santo Dios, no veían ninguna razón para no satisfacer los deseos y las fantasías de su carne caída, y se revolcaban en un “bajo
sumidero de disolución”. (1 Pedro 4:4.) Después de hablar de las prácticas repugnantes de la gente degradada de las naciones, el
apóstol Pablo dijo: “Eso era lo que algunos de ustedes eran”. No obstante, siguió diciendo: “Pero ustedes han sido lavados, pero
ustedes han sido santificados, pero ustedes han sido declarados justos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y con el espíritu de
nuestro Dios”. (1 Corintios 6:11.)
Palabras reconfortantes, sin duda. No importa lo que alguien haya hecho en el pasado, esa persona cambia cuando las gloriosas
buenas nuevas acerca del Cristo tocan su corazón. Entonces ejerce fe y se dedica a Jehová Dios. De ese momento en adelante vive
una vida pura moralmente, limpia a los ojos de Dios. (Hebreos 9:14.) Los pecados que cometió anteriormente le son perdonados, y
puede ‘extenderse hacia adelante a las cosas más allá’. (Filipenses 3:13, 14; Romanos 4:7, 8.)
Jehová perdonó a David, arrepentido, su asesinato y adulterio, y perdonó a Manasés, también arrepentido, su idolatría inmoral y su
mucho derramamiento de sangre. (2 Samuel 12:9, 13; 2 Crónicas 33:2-6, 10-13.) Podemos estar verdaderamente agradecidos de que él
esté dispuesto a perdonarnos a nosotros también si nos arrepentimos y nos acercamos a él con sinceridad y humildad. Ahora bien,
aunque Jehová perdonó a David y Manasés, estos dos hombres, y todo Israel, tuvieron que sufrir las consecuencias de sus pecados.
(2 Samuel 12:11, 12; Jeremías 15:3-5.) Del mismo modo, aun cuando Jehová perdona a los pecadores que se arrepienten, tal vez haya
consecuencias de sus acciones que estos no puedan eludir.
Consecuencias inevitables
Por ejemplo, puede ocurrir que un hombre que lleva una vida desenfrenada moralmente y contrae el sida, acepte la verdad y cambie
hasta el punto de dedicarse y bautizarse. A partir de entonces es un cristiano limpio espiritualmente que tiene una relación con Dios y
una maravillosa esperanza para el futuro; pero sigue estando enfermo de sida. Puede que con el tiempo muera de esa enfermedad, una
consecuencia triste, aunque ineludible, de su conducta pasada. En el caso de algunos cristianos, los efectos de la grave inmoralidad de
su vida pasada tal vez persistan de otras maneras. Puede que años después de su bautismo, quizá durante el resto de su vida en este
sistema de cosas, tengan que seguir luchando contra los impulsos carnales por volver a su anterior modo de vida inmoral. Muchos han
logrado resistir gracias a la ayuda del espíritu de Jehová. Pero tienen que pelear una batalla constante. (Gálatas 5:16, 17.)
Tales personas no pecan siempre y cuando controlen sus impulsos. Pero, si se trata de varones, tal vez decidan sabiamente
no ‘procurar’ una responsabilidad en la congregación mientras tengan que luchar contra los fuertes impulsos carnales. (1 Timoteo 3:1.)
¿Por qué? Porque son conscientes de la confianza que la congregación deposita en los ancianos. (Isaías 32:1, 2; Hebreos 13:17.) Se
dan cuenta de que a estos se les consultan muchos asuntos íntimos y de que tienen que tratar casos delicados. No sería ni amoroso
ni sabio ni razonable que la persona que tiene una lucha constante contra los deseos carnales inmundos, procure alcanzar tal posición
de responsabilidad. (Proverbios 14:16; Juan 15:12, 13; Romanos 12:1.)
En el caso de un hombre que haya sido corruptor de menores antes de bautizarse, tal vez haya otra consecuencia. Cuando aprende la
verdad, se arrepiente y se vuelve, de modo que no introduce ese horrible pecado en la congregación. Quizá después progrese bien,
venza completamente sus malos impulsos y quiera ‘alcanzar’ un puesto de responsabilidad en la congregación. ¿Qué ocurre, sin
embargo, si la comunidad todavía no ha olvidado la mala reputación que se ganó cuando abusó sexualmente de menores? ¿Sería
“irreprensible”? ¿Tendría un ‘excelente testimonio de los de afuera y estaría libre de acusación’? (1 Timoteo 3:1-7, 10; Tito 1:7.) No, en
absoluto. Por lo tanto, no llenaría los requisitos para tener privilegios en la congregación.
Cuando peca un cristiano dedicado
Jehová comprende que somos débiles y que podemos caer en el pecado incluso después del bautismo. El apóstol Juan escribió a los
cristianos de su día: “Les escribo estas cosas para que no cometan un pecado. Y no obstante, si alguno comete un pecado, tenemos un
ayudante para con el Padre, a Jesucristo, uno que es justo. Y él es un sacrificio propiciatorio por nuestros pecados, pero no solo por los
nuestros, sino también por los de todo el mundo”. (1 Juan 2:1, 2.) En efecto, sobre la base del sacrificio de Jesús, Jehová perdonará a
los cristianos bautizados que caigan en el pecado, siempre y cuando se arrepientan de verdad y abandonen su mal proceder.
Vemos un ejemplo de lo susodicho en lo ocurrido en la congregación de Corinto del siglo primero. Cuando llegó a oídos del apóstol
Pablo que había en la joven congregación un caso de fornicación, dio instrucciones de que se expulsara al culpable. Tiempo después, el
pecador se arrepintió, y Pablo exhortó a la congregación a que lo restableciera. (1 Corintios 5:1, 13; 2 Corintios 2:5-9.) Así, gracias al
poder sanador de la bondad amorosa de Jehová y al gran valor del sacrificio de rescate de Jesús, se limpió a ese hombre de su pecado.
Hoy pudiera ocurrir lo mismo. Por otra parte, sin embargo, aunque la persona bautizada que ha cometido un pecado serio se haya
arrepentido y Jehová la haya perdonado, tal vez aún tenga que afrontar las consecuencias de su pecado. (Proverbios 10:16, 17; Gálatas
6:7.)
Pongamos por caso el de una joven dedicada que ha cometido fornicación; quizá sienta profundamente haberlo hecho y con el tiempo
recobre la salud espiritual con la ayuda de la congregación. Ahora bien, ¿qué pasa si está embarazada como consecuencia de su acto
inmoral? En ese caso, lo que hizo cambia inevitablemente toda su vida. Un hombre que haya cometido adulterio pudiera arrepentirse y
no ser expulsado, pero el cónyuge inocente tendría fundamento para divorciarse de él, y tal vez decidiera hacerlo. (Mateo 19:9.) Si este
fuera el caso, ese hombre, aunque Jehová lo hubiera perdonado, viviría el resto de su vida con esta grave consecuencia de su pecado.
(1 Juan 1:9.)
¿Qué ocurre en el caso del hombre cuya falta de amor lo lleva a divorciarse de su esposa para casarse con otra mujer? Quizá con el
tiempo se arrepienta y sea restablecido a la congregación. Puede que con el paso de los años, progrese y ‘pase adelante a la madurez’.
(Hebreos 6:1.) Pero mientras su primera esposa no se case de nuevo, él no llenará los requisitos para servir en una posición de
responsabilidad en la congregación. No es “esposo de una sola mujer” porque se divorció de la primera sin base bíblica. (1 Timoteo
3:2, 12.)
¿No son estas razones poderosas para que un cristiano aborrezca lo que es inicuo?
¿Qué ocurre con los que abusan de menores?
¿Qué pasa si un cristiano adulto bautizado abusa sexualmente de un niño? ¿Es el pecador tan malvado que Jehová no lo perdonará
nunca? No necesariamente. Jesús dijo que ‘la blasfemia contra el espíritu santo’ era imperdonable. Y Pablo dijo que no queda sacrificio
por los pecados del que practica voluntariosamente el pecado a pesar de conocer la verdad. (Lucas 12:10; Hebreos 10:26, 27.) Pero la
Biblia no dice en ningún lugar que no pueda perdonarse a un cristiano adulto que abuse sexualmente de un niño, se trate de incesto o
no. En efecto, se pueden lavar sus pecados si se arrepiente con sinceridad desde el corazón y cambia su conducta, si bien tal vez tenga
que seguir peleando contra los impulsos carnales impropios que fomentó. (Efesios 1:7.) Y quizá haya consecuencias que no pueda
evitar.
Dependiendo de la ley del país donde viva, es probable que lo encarcelen o que el Estado le imponga otras sanciones. La congregación
no lo protegerá de estas consecuencias. Además, ese hombre ha demostrado una seria debilidad que en lo sucesivo tendrá que
tomarse en cuenta. Si parece estar arrepentido, se le animará a progresar espiritualmente, a salir al servicio del campo e incluso a
participar en la Escuela del Ministerio Teocrático y tener asignaciones que no impliquen enseñanza en la Reunión de Servicio. Eso
no quiere decir, sin embargo, que llenará los requisitos para ocupar una posición de responsabilidad en la congregación. ¿Cuáles son
las razones bíblicas para ello?
Por una parte, los ancianos deben tener “autodominio”. (Tito 1:8.) Es cierto que nadie tiene un autodominio perfecto. (Romanos 7:21-
25.) Pero un cristiano adulto dedicado que cae en el pecado de abusar sexualmente de un menor demuestra una debilidad carnal
anormal. La experiencia muestra que esos adultos probablemente abusen de otros niños. Es cierto que no todos los que abusan de un
menor vuelven a cometer ese pecado, pero muchos lo hacen. Y la congregación no puede leer el corazón para decir quién
probablemente abusará de un niño de nuevo y quién no. (Jeremías 17:9.) Por lo tanto, el consejo de Pablo a Timoteo es aplicable con
especial fuerza en el caso de los adultos bautizados que hayan abusado de menores: “Nunca impongas las manos apresuradamente a
ningún hombre; ni seas partícipe de los pecados ajenos”. (1 Timoteo 5:22.) Para la protección de nuestros hijos, un hombre que haya
abusado de menores no llena los requisitos para ocupar una posición de responsabilidad en la congregación. Además, no puede ser
precursor ni participar en ningún otro aspecto del servicio especial de tiempo completo. (Compárese con el principio de Éxodo
21:28, 29.)
Puede que alguien pregunte: ‘¿No ha habido casos en que quienes cometieron otros tipos de pecado y parecieron arrepentirse,
volvieron a cometer el mismo pecado más tarde?’. Sí, eso ha ocurrido, pero hay otros factores que analizar. Si, por ejemplo, un individuo
se acerca a otro adulto con intenciones inmorales, este puede oponer resistencia. A los niños es más fácil engañarlos, confundirlos o
aterrorizarlos. La Biblia habla de su falta de sabiduría. (Proverbios 22:15; 1 Corintios 13:11.) Jesús utilizó a los niños como un ejemplo
de inocencia y humildad. (Mateo 18:4; Lucas 18:16, 17.) Su inocencia implica una total falta de experiencia. La mayoría de los niños son
abiertos, están deseosos de agradar, y por ello son más vulnerables a que abuse de ellos un adulto malintencionado a quien conocen y
en quien confían. Por lo tanto, la congregación tiene ante Jehová la responsabilidad de proteger a los niños.
Los niños bien educados aprenden a obedecer y honrar a sus padres, a los ancianos y a otros adultos. (Efesios 6:1, 2; 1 Timoteo 5:1, 2;
Hebreos 13:7.) Sería una horrible perversión que una de estas personas con autoridad se aprovechara de la confianza inocente de un
niño para seducirle o forzarle a someterse a actos sexuales. Los que han pasado por esta experiencia con frecuencia luchan durante
años para superar el consiguiente trauma emocional. Por tanto, quien abusa de un niño tiene que afrontar disciplina severa de parte de
la congregación y algunas restricciones. Lo que debe importar no es su posición como persona con autoridad, sino la pureza sin tacha
de la congregación. (1 Corintios 5:6; 2 Pedro 3:14.)
Si una persona que ha abusado de un menor se arrepiente sinceramente, reconocerá la sabiduría de aplicar los principios bíblicos. Si
en verdad aprende a aborrecer lo que es inicuo, rechazará el pecado cometido y luchará por no repetirlo. (Proverbios 8:13; Romanos
12:9.) Además, seguramente agradecerá a Jehová la grandeza de Su amor, gracias al cual un pecador arrepentido, como él, puede
seguir adorando a nuestro Dios santo y tener la esperanza de ser uno de “los rectos” que residirán en la Tierra para siempre.
(Proverbios 2:21.)
[Nota]
Véase la sección “Preguntas de los lectores” de La Atalaya del 1 de mayo de 1996.
[Comentario de la página 28]
Aun cuando Jehová perdona a los pecadores que se arrepienten, tal vez haya consecuencias de sus acciones que estos no puedan
eludir

* W06 15/2 págs. 26-28 parrs 1-12


Caminemos en la senda de la iluminación progresiva
“La senda de los justos es como la luz brillante que va haciéndose más y más clara hasta que el día queda firmemente
establecido.” (PROVERBIOS 4:18.)
¿QUIÉN mejor que la propia Fuente de la luz, Jehová Dios, para describir el efecto que la salida del Sol produce en la oscuridad de la
noche? (Salmo 36:9.) Cuando el alba “se [ase] de las extremidades de la tierra”, dice él, esta “se transforma como barro bajo un sello, y
las cosas toman su puesto como en la ropa” (Job 38:12-14). Según aumenta la luz del día, los objetos terrestres van adquiriendo forma
y se hacen reconocibles, tal como la blanda arcilla se transforma cuando se estampa en su superficie el emblema de un sello.
2
Jehová es también la Fuente de la iluminación espiritual (Salmo 43:3). Mientras el mundo permanece sumido en densas tinieblas, el
Dios verdadero continúa arrojando luz sobre su pueblo. ¿Con qué resultados? La Biblia responde: “La senda de los justos es como la
luz brillante que va haciéndose más y más clara hasta que el día queda firmemente establecido” (Proverbios 4:18). Mediante su luz
cada vez más brillante, Jehová sigue iluminando la senda de su pueblo y refinándolo en lo relativo a la organización, la doctrina y la
moralidad.
Iluminación que lleva al refinamiento de la organización
3
Jehová anunció por medio del profeta Isaías: “En vez del cobre traeré oro, y en vez del hierro traeré plata, y en vez de la madera,
cobre, y en vez de las piedras, hierro” (Isaías 60:17). Tal como reemplazar un material de calidad inferior por uno de mayor calidad
supone una mejora, así los testigos de Jehová han experimentado mejoras en su organización durante “la conclusión del sistema de
cosas”, o “los últimos días” (Mateo 24:3; 2 Timoteo 3:1).
4
Al comienzo de los últimos días se elegía democráticamente a los ancianos y los diáconos de las congregaciones de los Estudiantes
de la Biblia (como se conocía entonces a los testigos de Jehová). Sin embargo, había ancianos que carecían del verdadero espíritu
evangelizador; otros no solo eran reacios a predicar, sino que intentaban disuadir a los demás de que lo hicieran. Por lo tanto, en 1919
se creó una nueva función en las congregaciones: la de director de servicio. En vez de ser elegido por la congregación, el director de
servicio era nombrado de manera teocrática por la sucursal de los siervos de Dios. Entre sus deberes figuraban organizar la
predicación, asignar territorios y fomentar la participación en el ministerio del campo. Dicho cambio dio a la obra de evangelizar un
extraordinario impulso en los años siguientes.
5
Los miembros de las congregaciones cobraron nuevos bríos en 1922, cuando, en la asamblea de los Estudiantes de la Biblia
celebrada en Cedar Point (Ohio, EE.UU.), se les exhortó: “Anuncien, anuncien, anuncien al Rey y su reino”. Para 1927 se había
organizado hasta tal punto el servicio del campo, que se designó el domingo como el día más conveniente para predicar de casa en
casa. ¿Por qué el domingo? Porque para la mayor parte de la gente era su día de descanso. En la actualidad, los testigos de Jehová
demostramos el mismo espíritu al visitar a las personas en los momentos en que es más probable que estén en casa, como los fines de
semana y al anochecer.
6
La predicación del Reino recibió gran ímpetu la tarde del domingo 26 de julio de 1931 al adoptarse una resolución, primero en una
asamblea realizada en Columbus (Ohio, EE.UU.), y luego en todo el mundo. La resolución decía en parte: “Somos siervos de Jehová
Dios comisionados a hacer una obra en su nombre, y, en obediencia a su mandamiento, a entregar el testimonio de Jesucristo, y dar a
conocer a la gente que Jehová es el verdadero y Omnipotente Dios; por lo tanto gozosamente aceptamos el nombre que la boca de
Jehová Dios ha pronunciado, y deseamos ser conocidos como y llamados por el nombre de testigos de Jehová” (Isaías 43:10). ¡Con
cuánta claridad definió el nuevo nombre cuál era la principal actividad de sus portadores! En efecto, Jehová tenía mucho trabajo para
todos sus siervos, y la respuesta general fue muy entusiasta.
7
Aun cuando muchos ancianos se dedicaron humildemente a predicar, hubo algunos que opusieron bastante resistencia a la idea de
que todos los miembros de la congregación debían participar en el ministerio público. Pero aún vendrían otras mejoras. Mediante la
revista La Torre del Vigía, las congregaciones recibieron en 1932 la directriz de que cesaran de elegir a los ancianos y los diáconos, y
que, en su lugar, eligieran un comité de servicio formado por hombres espirituales que predicaran públicamente. De este modo, la
superintendencia quedó a cargo de quienes participaban activamente en el ministerio, y la obra siguió adelantando.
La luz más clara trae nuevas mejoras
8
La luz iba “haciéndose más y más clara”. En 1938 se eliminaron por completo las votaciones. Todos los siervos de la congregación
serían nombrados de manera teocrática bajo la supervisión del “esclavo fiel y discreto” (Mateo 24:45-47). Prácticamente todas las
congregaciones de los testigos de Jehová aceptaron el cambio de buena gana, y la obra de dar testimonio continuó produciendo fruto.
9
A partir del 1 de octubre de 1972 rigió un nuevo cambio en la supervisión de las congregaciones de los testigos de Jehová por todo el
mundo: se sustituyó al siervo, o superintendente, de congregación por un cuerpo de ancianos. Dicho sistema se ha convertido en un
poderoso incentivo para que hermanos maduros reúnan las condiciones necesarias para dirigir a la congregación (1 Timoteo 3:1-7).
En consecuencia, cada vez más hermanos adquieren experiencia en atender las obligaciones de la congregación. ¡Cuánto valoramos
su contribución en el pastoreo de la multitud de personas nuevas que han aceptado la verdad bíblica!
10
El Cuerpo Gobernante fue organizado en seis comités, los cuales asumieron desde el 1 de enero de 1976 la supervisión de todas las
actividades de la organización y de las congregaciones del mundo. ¿Acaso no ha sido sumamente beneficioso contar con una “multitud
de consejeros” que dirija todo aspecto de la obra del Reino? (Proverbios 15:22; 24:6.)
11
El año 1992 fue testigo de otro refinamiento, uno comparable a lo que ocurrió después de que los israelitas y otras personas
regresaron del exilio en Babilonia. Como hacían falta levitas que sirvieran en el templo en ese entonces, se asignaron más tareas a los
netineos, que no eran israelitas. De manera parecida, en 1992 se dieron mayores responsabilidades de servicio a algunos miembros de
las “otras ovejas” para que colaboraran con la clase del esclavo fiel y discreto en el cuidado de los intereses terrestres, que van en
aumento. Se les nombró ayudantes de los comités del Cuerpo Gobernante (Juan 10:16).
12
¿Qué efecto ha producido todo lo anterior? “Nombraré la paz como tus superintendentes, y la justicia como los que te asignan tus
tareas”, dice Jehová (Isaías 60:17). Hoy día reina “la paz” entre los siervos de Jehová, y el amor a “la justicia” ha llegado a ser ‘el que
les asigna sus tareas’, es decir, la fuerza que los impulsa a servir a Dios. Están muy bien organizados para realizar la obra de predicar el
Reino y hacer discípulos (Mateo 24:14; 28:19, 20).

* W95 15/5 pág. 22 parrs 6-8


Destellos de luz sobre asuntos de organización
6
También surgió la cuestión de quiénes debían ser ancianos y diáconos de la congregación. Para evitar la estructura jerárquica común
en la cristiandad, se llegó a la conclusión de que los miembros de cada congregación debían elegirlos democráticamente por votación.
No obstante, la nueva luz que apareció en The Watchtower del 1 de septiembre y 15 de octubre de 1932 (en español se publicó una
porción de dicha información en el número de enero de 1933) señaló que no había base bíblica para elegir a los ancianos por votación.
De modo que estos fueron sustituidos por un comité de servicio, y la Sociedad nombró un director de servicio.
7
Los números de La Torre del Vigía de noviembre y diciembre de 1938 (en inglés, 1 y 15 de junio) contenían destellos de luz que
mostraban que los siervos de congregación no debían ser elegidos, sino nombrados, es decir, nombrados teocráticamente. En 1971,
otro destello de luz mostró que la congregación no debía ser dirigida únicamente por un siervo de congregación, sino por un cuerpo de
ancianos, o superintendentes, a quienes nombraría el Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová. Por tanto, gracias a este aumento
de luz producido durante un período de unos cuarenta años, quedó claro que los ancianos y los diáconos, conocidos hoy como siervos
ministeriales, debían ser nombrados por “el esclavo fiel y discreto” a través de su Cuerpo Gobernante. (Mateo 24:45-47.) Tal
procedimiento estaba en armonía con lo que se hacía en tiempos apostólicos. El cuerpo gobernante del siglo primero nombró
superintendentes a hombres como Timoteo y Tito. (1 Timoteo 3:1-7; 5:22; Tito 1:5-9.) Todo esto cumplió de manera notable las palabras
de Isaías 60:17: “En vez del cobre traeré oro, y en vez del hierro traeré plata, y en vez de la madera, cobre, y en vez de las piedras,
hierro; y ciertamente nombraré la paz como tus superintendentes, y la justicia como los que te asignan tus tareas”.
8
Otra cuestión era el funcionamiento de la Sociedad Watch Tower. Durante muchos años se identificaba al Cuerpo Gobernante de los
Testigos de Jehová con la junta de directores de la Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania, y muchos asuntos se dejaban
en manos del presidente. El Anuario de los testigos de Jehová para 1977 (páginas 258, 259) indica que en 1976 se formaron seis
comités del Cuerpo Gobernante, cada uno de los cuales atiende ciertos aspectos de la obra mundial. El Comité de Personal se encarga
de todo lo relacionado con el personal, que incluye los intereses de todos los miembros de la familia mundial de Betel. El Comité de
Publicación se ocupa de todos los asuntos seculares y legales, como los relacionados con propiedades e imprentas. El Comité de
Servicio se encarga de la obra de predicar y supervisa a los superintendentes viajantes, los precursores y la actividad de los
publicadores de congregación. El Comité de Enseñanza es responsable de las reuniones de congregación, los días especiales de
asamblea, las asambleas de circuito, de distrito y las internacionales, así como de las diversas escuelas para la educación espiritual del
pueblo de Dios. El Comité de Redacción supervisa la preparación y traducción de todas las publicaciones, y se asegura de que toda la
información esté en conformidad con las Escrituras. El Comité del Presidente atiende emergencias y otros asuntos urgentes. Desde los
años setenta, las sucursales de la Sociedad Watch Tower han estado bajo la dirección de un comité y no de un superintendente.

* g 1/14 págs. 2-6


TEMA DE PORTADA
Un sitio único en Internet
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PARA LOS MATRIMONIOS
“Quiero que mi familia sea feliz. A mi esposa y a mí se nos ha complicado la vida, especialmente desde que nacieron nuestros hijos.
Nos vendría bien un poco de ayuda”
LA BIBLIA DICE:
“Con sabiduría se edifica la casa, y con discernimiento resulta firmemente establecida.” (Proverbios 24:3.)
ASPECTOS SOBRESALIENTES DE NUESTRO SITIO
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Sugerencias prácticas para los recién casados
Cómo llevarse bien con los suegros
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Cómo dejar de discutir
Cómo afrontar las deudas
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prepararse para el matrimonio hasta cómo cuidar de los padres ancianos.
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PARA LOS PADRES
“Mis hijos son mi vida, y quiero que cuando crezcan sean personas de bien”
LA BIBLIA DICE:
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“Necesito ayuda para resolver los problemas que tengo en la escuela, con mis padres, mis amigos y las muchachas. Pero quiero
consejos, no sermones. Ya no soy un bebé”
LA BIBLIA DICE:
“Vive feliz en los días de tu juventud.” (Eclesiastés 11:9, Serafín de Ausejo, 1975.)
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... dejar de sentirse solos.
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jóvenes.
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PARA LOS QUE QUIEREN APRENDER DE LA BIBLIA
“Quisiera entender la Biblia, pero no sé por dónde empezar”
LA BIBLIA DICE:
“Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar.” (2 Timoteo 3:16.)
ASPECTOS SOBRESALIENTES DE NUESTRO SITIO
• La Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras es una versión bíblica exacta y fácil de leer.
(Haga clic en la sección PUBLICACIONES > BIBLIA)
• En la sección “Preguntas sobre la Biblia” hallará respuestas a preguntas tan variadas como: “¿Es Dios culpable del sufrimiento?” o
“¿Cuándo nació Jesús?”.
(Haga clic en la sección ENSEÑANZAS BÍBLICAS > PREGUNTAS SOBRE LA BIBLIA)
• Si desea estudiar la Biblia, vaya a la página “Reciba un curso bíblico gratuito”.
(Haga clic en el vínculo “Solicite un curso bíblico” que está en la página de inicio)
“Dejé de leer la Biblia porque no la entendía. Cuando empecé a estudiarla con el libro ¿Qué enseña realmente la Biblia?, me di cuenta
de lo sencilla y clara que es.” (Christina.)
¿TIENE ALGUNA PREGUNTA SOBRE LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ?
• En la sección “Preguntas frecuentes” hallará respuestas a preguntas que se hace la gente sobre los testigos de Jehová. Por
ejemplo: “¿Por qué visitan a personas que ya tienen una religión?” y “¿Cómo se sostiene su obra?”.
(Haga clic en la sección SOBRE NOSOTROS > PREGUNTAS FRECUENTES)
Diariamente, unas 700.000 personas visitan el sitio de Internet jw.org. ¿Por qué no hace usted lo mismo?

* Km 10/13 pág. 2
El sitio jw.org: útil para educar a los hijos
1
Nuestro sitio de Internet, jw.org, está dirigido a personas de todas las edades. Por ejemplo, la sección “Niños” (vaya a Enseñanzas
bíblicas > Niños) contribuye a que hijos y padres se mantengan unidos y estrechen su relación con Jehová (Deut. 6:6, 7). ¿Cómo puede
usted valerse de esta sección para educar a sus hijos?
2
Sea flexible. Cada niño es diferente (1 Cor. 13:11). Entonces, ¿cómo se puede determinar lo que conviene estudiar con cada uno?
Pues bien, se deben tener en cuenta su edad y sus gustos. Además, hay que pensar en lo que es capaz de entender y en el tiempo que
puede permanecer atento. La serie de jw.org “Mis primeras lecciones de la Biblia” es ideal para niños de tres años o menos. Y las
historias bíblicas de la sección “De padres a hijos” son amenas y entretenidas. Veamos a continuación otros recursos que tiene a su
disposición.
3
Ideas para la adoración en familia. Esta sección contiene sugerencias prácticas para los cabezas de familia. Haga clic en el botón
“Descargar” y consulte la “Guía para los padres” a fin de saber cómo aprovechar mejor las historias y actividades. Con los niños
pequeños se recomienda usar las actividades ilustradas, como las páginas para colorear. Y a los niños más grandes se les puede
ayudar a realizar los proyectos de investigación. Todas las actividades que se hallan en la hoja “Guía para los padres” están
relacionadas con la misma historia o lección bíblica. De este modo, todos en la familia tienen la oportunidad de participar.
4
Hazte amigo de Jehová. Los videos, canciones y actividades de esta sección de jw.org ayudan a los padres a inculcar la Palabra de
Dios en sus pequeñines (Deut. 31:12). Los videos de dibujos animados les enseñan a los niños valiosas lecciones, y los juegos de la
página de actividades se las recalcan. Como a la mayoría de ellos les gusta cantar —y las canciones son herramientas muy útiles para
recordar lo aprendido—, cada cierto tiempo se publican en esta sección cánticos del Reino y canciones infantiles.
5
Padres, Jehová desea que tengan éxito y logren enseñar la verdad a sus hijos. Por eso, no duden en pedirle su guía y dirección (Juec.
13:8). Así podrán ayudar a sus hijos a hacerse “sabio[s] para la salvación mediante la fe relacionada con Cristo Jesús” (2 Tim. 3:15;
Prov. 4:1-4).

* Km 12/12 pág. 3-6


Nuestro sitio oficial de Internet: útil para todo el mundo
Jesús nos encomendó la tarea de predicar las buenas nuevas del Reino “en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones”
(Mat. 24:14). Y a fin de efectuar nuestro ministerio más plenamente, se ha creado un nuevo sitio jw.org que reúne el contenido de
watchtower.org, jw-media.org y del antiguo jw.org (2 Tim. 4:5).
“Toda la tierra habitada.” Casi una tercera parte de la población mundial utiliza Internet. Para muchos, sobretodo para los jóvenes, se
ha convertido en la principal fuente de información. Nuestro sitio le ofrece al público en general respuestas confiables a preguntas
bíblicas. Mediante él podrán conocer la organización de Jehová y solicitar fácilmente un curso bíblico gratuito. Esto contribuirá a que las
buenas nuevas lleguen a personas que viven en partes de la Tierra donde es poco probable que escuchen el mensaje.
“Todas las naciones.” Para poder dar testimonio a gente de “todas las naciones”, los testigos de Jehová tenemos que presentar la
verdad bíblica en muchos idiomas. Por eso, en nuestro sitio hemos puesto al alcance de todo el mundo información en unos
cuatrocientos idiomas, como ninguna otra página de Internet.
Sáquele provecho. El nuevo sitio jw.org no solo está diseñado para dar testimonio al público en general. También se ha creado
pensando en los testigos de Jehová. Si usted tiene acceso a Internet, le invitamos a explorar cada rincón del sitio jw.org. A continuación
se dan algunas sugerencias para sacarle provecho a esta útil herramienta.
[Ilustración de la página 3]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
Inténtelo
1 Escriba www.jw.org/es en el campo de dirección del buscador de Internet.
2 Explore la página haciendo clic en las distintas secciones, las opciones de los menús y los vínculos.
3 Visite el sitio jw.org desde su dispositivo móvil. La configuración de la página cambiará para ajustarse al tamaño de la pantalla, pero
la información será la misma.
Nuestro sitio oficial de Internet: útil para el estudio personal y en familia
Lea las revistas más recientes en línea. En el sitio encontrará las revistas La Atalaya y ¡Despertad! varias semanas antes de que
lleguen a su congregación. También hallará la grabación en audio. (Vaya a “Publicaciones/Revistas”.)
Vea los artículos que solo están en Internet. Algunos artículos se publicarán únicamente en nuestro sitio de Internet. Entre estos
figuran “El rincón del joven”, “Mis primeras lecciones de la Biblia”, “Actividades para la familia” y “Los jóvenes preguntan”. Analice
algunos de estos artículos en su estudio personal o en su adoración en familia. (Vaya a “Enseñanzas bíblicas/Niños” o a “Enseñanzas
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* W11 15/4 págs. 3-5


¿Reconocemos el medio que Dios usa para guiarnos?
NI LOS israelitas ni los egipcios habían visto nunca nada semejante. Cuando el pueblo de Dios abandonó Egipto, comenzó a
acompañarlos una columna de nube que por la noche se volvía de fuego. ¡Qué impresionante! Pero ¿de dónde salió? ¿Qué finalidad
tenía? Y hoy, tres mil quinientos años más tarde, ¿qué aprendemos de la manera en que Israel veía “la columna de fuego y nube”?
(Éxo. 14:24.)
La Biblia revela el origen y el propósito de este milagro: “Jehová iba delante de ellos durante el día en una columna de nube para
guiarlos por el camino, y durante la noche en una columna de fuego para darles luz, para ir de día y de noche” (Éxo. 13:21, 22). Como
vemos, desde que los israelitas salieron de Egipto, la columna fue el medio que Dios usó para guiarlos por el desierto. Siempre tenían
que estar listos para seguirla tan pronto se movía. Jehová también la utilizó para protegerlos colocándola entre ellos y el ejército
del faraón cuando este se preparaba para atacarlos (Éxo. 14:19, 20). Aunque la columna no les indicó el camino más corto, la única
forma que tenían de llegar a la Tierra Prometida era dejándose dirigir por ella.
La columna era una garantía de que Dios estaba con los israelitas. Representaba a Jehová, quien a veces les hablaba desde ella (Núm.
14:14; Sal. 99:7). Además, fue el medio que identificó a Moisés como el caudillo elegido por Jehová (Éxo. 33:9). De igual modo, sirvió
para confirmar el nombramiento de Josué como sucesor de Moisés, tal como indica el último pasaje donde se la menciona (Deu.
31:14, 15). Ciertamente, el éxito de los israelitas durante el éxodo dependía de que reconocieran el medio visible que Dios estaba
usando para dirigirlos y siguieran su guía.
Perdieron de vista el propósito de la columna
Cuando los israelitas vieron por primera vez aquella señal milagrosa, debieron de quedar maravillados. Lamentablemente, su presencia
constante no bastó para infundirles confianza plena en Jehová. De hecho, llegaron a cuestionar la guía divina en varias ocasiones. Por
ejemplo, cuando los egipcios salieron tras ellos, no creyeron que Dios pudiera salvarlos. Más bien, acusaron a su representante,
Moisés, de haberlos metido en una trampa mortal (Éxo. 14:10-12). Después de atravesar el mar Rojo, lo criticaron a él, a Aarón y al
propio Jehová porque pensaron que no tendrían comida ni agua (Éxo. 15:22-24; 16:1-3; 17:1-3, 7). Y unas semanas más tarde,
presionaron a Aarón para que les fabricara un becerro de oro. Imagínese la situación. En un sector del campamento se alcanzaba a ver
la columna de fuego y nube, la majestuosa prueba de que estaba con ellos su Libertador, Jehová. Pero al mismo tiempo, no lejos de allí,
los israelitas estaban adorando a un ídolo sin vida mientras decían: “Este es tu Dios, oh Israel, que te hizo subir de la tierra de Egipto”.
¡Qué “actos de falta de respeto” tan horribles! (Éxo. 32:4; Neh. 9:18.)
Con su rebeldía, los israelitas estaban demostrando desprecio por la guía de Jehová. Tenían un problema de visión, pero no era físico,
sino espiritual. Contemplaban la columna, pero ya no significaba nada para ellos. Sus acciones le “causaban dolor [...] al Santo de
Israel”, pero aun así, él fue misericordioso y continuó dirigiéndolos mediante la columna hasta que llegaron a la Tierra Prometida (Sal.
78:40-42, 52-54; Neh. 9:19).
Reconozcamos el medio que Dios usa para guiarnos hoy
En la actualidad, Jehová sigue guiando a su pueblo. Tal como no esperaba que los israelitas trazaran su propia ruta en el desierto,
tampoco nos pide a nosotros que nos las arreglemos solos para alcanzar el prometido nuevo mundo. Ha nombrado Cabeza de la
congregación a Jesucristo (Mat. 23:10; Efe. 5:23). Este ha delegado parte de su autoridad en el esclavo fiel, el grupo de cristianos
ungidos de nuestros días. Y ellos, a su vez, nombran superintendentes para cuidar de las congregaciones (Mat. 24:45-47; Tito 1:5-9).
¿Cómo podemos estar seguros de que hemos logrado identificar al esclavo, o mayordomo, fiel? Jesús mismo dio la clave al decir:
“¿Quién es verdaderamente el mayordomo fiel, el discreto, a quien su amo nombrará sobre su servidumbre para que siga dándoles su
medida de víveres a su debido tiempo? ¡Feliz es aquel esclavo, si al llegar su amo lo halla haciéndolo así!” (Luc. 12:42, 43).
Para empezar, el grupo de cristianos ungidos es fiel. Siempre ha sido leal a Jehová, a Jesús, al pueblo de Dios y a la Biblia. También es
discreto, como lo demuestra la prudencia y buen juicio con que dirige la importantísima obra de predicar las “buenas nuevas del reino” y
hacer “discípulos de gente de todas las naciones” (Mat. 24:14; 28:19, 20). Además, distribuye obedientemente alimento espiritual
saludable y nutritivo “a su debido tiempo”. Está claro que cuenta con la bendición divina. ¿Cómo lo sabemos? Para empezar, porque
Jehová está haciendo crecer a la congregación. Además, porque brinda a su pueblo la sabiduría que necesita para tomar decisiones
importantes y una comprensión cada vez más clara de las verdades bíblicas. Y también porque impide que sus enemigos lo destruyan y
lo colma de paz y tranquilidad (Isa. 54:17; Fili. 4:7).
Agradezcamos la guía divina
¿Cómo podemos demostrar gratitud por la guía de Dios? El apóstol Pablo nos da la respuesta: “Sean obedientes a los que llevan la
delantera entre ustedes, y sean sumisos” (Heb. 13:17). Claro, esto no siempre es fácil. Para ilustrarlo, imagínese que usted es un
israelita de la época de Moisés. Lleva días caminando por el desierto detrás de la columna. De repente, esta se detiene. “¿Por cuánto
tiempo se quedará aquí? —piensa—. ¿Un día? ¿Una semana? ¿Varios meses?” Entonces se pregunta si valdrá la pena deshacer el
equipaje. Por si acaso, saca solo lo imprescindible. Sin embargo, pasan varios días y se harta de estar buscando entre los bultos, de
modo que decide sacar el resto. Pero cuando está acabando, la columna se levanta, ¡y usted tiene que volver a guardarlo todo! ¡Qué
fastidio! Sin embargo, no le queda otra opción que partir “inmediatamente después”, igual que el resto del pueblo (Núm. 9:17-22).
¿Cómo reaccionamos hoy cuando Dios nos da su guía? ¿La seguimos “inmediatamente después” de recibirla, o continuamos haciendo
las cosas como siempre? ¿Estamos al día con las últimas instrucciones, como por ejemplo, las relacionadas con los estudios bíblicos, la
predicación a extranjeros, la adoración en familia, la conducta durante las asambleas y la colaboración con los Comités de Enlace con
los Hospitales? Otra manera de agradecer la dirección divina es aceptando los consejos que se nos den. Por eso, al tomar decisiones
importantes, no confiamos en nuestro propio criterio, sino que acudimos a Jehová y su organización. Y tal como un niño corre a sus
padres cuando azota una tormenta, buscamos la seguridad que ofrece la congregación cuando azotan los problemas de este mundo.
Por supuesto, ninguno de los cristianos que están al frente de la parte terrestre de la organización es perfecto. Moisés tampoco lo era, y,
sin embargo, la columna de nube y fuego era una indicación constante de que había sido nombrado por Jehová y contaba con su
aprobación. Además, cabe notar que los israelitas solo levantaban el campamento “por orden de Jehová, mediante Moisés”; nadie
decidía por su cuenta cuándo trasladarse (Núm. 9:23). Por lo visto, Moisés, el intermediario entre Dios y la nación, era quien daba la voz
de partida.
Hoy día, el mayordomo fiel nos da una señal clara cada vez que es necesario emprender la marcha, por decirlo así. Se vale de
La Atalaya y Nuestro Ministerio del Reino, así como de publicaciones nuevas y discursos en las asambleas. También nos hace llegar
instrucciones mediante los superintendentes viajantes, o mediante cartas y cursos de capacitación para los siervos nombrados.
¿Reconocemos el medio por el cual nos dirige Dios durante los últimos días? Él usa su organización para guiarnos a través de este
mundo, que es como un peligroso desierto. Gracias a ello disfrutamos de protección, amor y unidad.
Cuando los israelitas ya estaban asentados en la Tierra Prometida, Josué afirmó: “Ustedes bien saben con todo su corazón y con toda
su alma que ni una sola palabra de todas las buenas palabras que Jehová su Dios les ha hablado ha fallado. Todas se han realizado
para ustedes” (Jos. 23:14). El pueblo de Dios de tiempos modernos también llegará sin falta al prometido nuevo mundo. Pero la
supervivencia de cada uno de nosotros dependerá en buena medida de que aceptemos humildemente la dirección de Jehová.
Esforcémonos, pues, por reconocer el medio que él usa para guiarnos.

* W13 15/4 Págs 23-25 parrs 5-8


LA PARTE CELESTIAL DE LA ORGANIZACIÓN DE JEHOVÁ EN ACCIÓN
5
Hay muchas cosas que Jehová decidió no incluir en la Biblia. Por ejemplo, aunque habría sido fascinante que él explicara cómo
funciona el cerebro o el universo, no lo hizo. Más bien, nos dio la información que necesitamos para entender sus propósitos y vivir en
armonía con ellos (2 Tim. 3:16, 17). ¡Y qué interesantes son los detalles que aporta la Biblia sobre la parte invisible de la organización
de Jehová! Es emocionante leer lo que Isaías, Ezequiel, Daniel y Juan escribieron sobre la forma en que Dios ha organizado los
asuntos en el cielo (Is. 6:1-4; Ezeq. 1:4-14, 22-24; Dan. 7:9-14; Rev. 4:1-11). Es como si Jehová abriera una cortina y los cielos
quedaran expuestos ante nuestros ojos. ¿Por qué quiso él que esa información estuviera en las Escrituras?
6
Porque él quiere que siempre recordemos que formamos parte de una organización universal. Para que los propósitos de Jehová se
cumplan, están sucediendo muchas más cosas que las que podemos ver. Por ejemplo, el profeta Ezequiel vio la parte invisible de la
organización de Dios representada por un enorme carruaje celestial. Este podía moverse a gran velocidad y cambiar de dirección en un
instante (Ezeq. 1:15-21). Con cada giro de sus ruedas se desplazaba a grandes distancias. Ezequiel también observó algunos detalles
del Conductor del carruaje: “Llegué a ver algo como el fulgor del electro, como la apariencia del fuego todo alrededor [...]. Era la
apariencia de la semejanza de la gloria de Jehová” (Ezeq. 1:25-28). El profeta debió quedar boquiabierto y admirado. Contempló a Dios
controlando perfectamente su organización, dirigiendo cada movimiento mediante su espíritu santo. ¡Qué impresionante visión de la
parte celestial de la organización de Jehová en acción!
7
Daniel también vio muchas cosas que nos llenan de confianza. Se le permitió contemplar en visión a Jehová representado por un
“Anciano de Días” sentado en un trono de llamas de fuego con ruedas (Dan. 7:9). Jehová quería que Daniel viera que su organización
está en movimiento, cumpliendo su propósito. Este profeta también observó a “alguien como un hijo del hombre”, Jesús, a quien se le
encargaba la supervisión de la parte terrestre de la organización de Jehová. El reinado perfecto de Jesús no dura unos pocos años,
pues “su gobernación es una gobernación de duración indefinida que no pasará, y su reino uno que no será reducido a ruinas” (Dan.
7:13, 14). ¿Verdad que esto nos anima a confiar en Jehová y a valorar lo que está logrando? Él dio “gobernación y dignidad y reino” a
su Hijo, quien fue probado y demostró su lealtad. Está claro que Jehová confía en su Hijo. Y nosotros también podemos confiar en
Jesús, que es nuestro líder.
8
¿Cómo debe afectarnos conocer mejor a la parte invisible de la organización de Jehová? Al igual que Ezequiel, seguro que nos
sentimos impresionados y más humildes al entender lo que Jehová está haciendo (Ezeq. 1:28). Meditar en la organización de Jehová
nos anima a actuar, así como animó a Isaías. Cuando se le presentó la oportunidad de contar a la gente lo que Jehová estaba
haciendo, la aprovechó sin dudarlo (lea Isaías 6:5, 8). Estaba convencido de que con el apoyo de Jehová podría superar cualquier
obstáculo. ¡Cuánto nos alienta a nosotros también contemplar a la parte celestial de la organización de Jehová, que nunca se detiene y
que está totalmente entregada a cumplir los propósitos de él!

* W11 15/9 pág. 14 parrs 14,15


14
En ocasiones se nos aclaran algunas de “las cosas profundas de Dios” (1 Cor. 2:10-13). ¿Cómo respondemos a la iluminación con la
que Jehová nos ayuda a comprender cada vez mejor su Palabra? Deberíamos actuar como el apóstol Pedro. En cierta ocasión, Jesús
dijo a sus oyentes: “A menos que coman la carne del Hijo del hombre y beban su sangre, no tienen vida en ustedes”. Hubo quienes
tomaron sus palabras al pie de la letra y dijeron: “Este discurso es ofensivo; ¿quién puede escucharlo?”. Como resultado, “se fueron a
las cosas de atrás”. En cambio, notemos lo que le dijo Pedro a Jesús: “Señor, ¿a quién nos iremos? Tú tienes dichos de vida eterna”
(Juan 6:53, 60, 66, 68).
15
A decir verdad, el apóstol no terminó de entender a qué se refería Jesús al hablar de comer su carne y beber su sangre. Pero eso
no lo inquietó, pues sabía que Dios le daría iluminación espiritual. ¿Qué hay de nosotros? ¿Cómo reaccionamos cuando se publican
aclaraciones doctrinales? ¿Procuramos entender las razones bíblicas que han motivado los cambios? (Pro. 4:18.) Deberíamos
parecernos a los habitantes de la ciudad de Berea del siglo primero, quienes “recibieron la palabra con suma prontitud de ánimo, y
examinaban con cuidado las Escrituras diariamente” (Hech. 17:11). Si los imitamos, apreciaremos aún más el privilegio de servir a Dios
y tenerle como nuestra herencia.

* W98 1/10 págs. 19-23


¿Son compatibles las culturas locales y los principios cristianos?
A STEPHEN, Testigo del norte de Europa, se le destinó de misionero a un país africano. Mientras paseaba por una ciudad con un
hermano nativo, se sobresaltó cuando este le agarró de la mano.
A Stephen le escandalizaba la idea de caminar por una calle concurrida agarrado de la mano de otro hombre, pues esa costumbre tiene
connotaciones homosexuales en su cultura (Romanos 1:27). Para el hermano africano, en cambio, ir de la mano era sencillamente un
gesto de amistad. Rechazar la mano significaría rechazar la amistad.
¿Por qué deben interesarnos los choques culturales? En primer lugar, porque el pueblo de Jehová desea cumplir la comisión divina de
“[hacer] discípulos de gente de todas las naciones” (Mateo 28:19). Con ese propósito, algunos cristianos han ido a servir de ministros a
lugares más necesitados. A fin de triunfar en su nuevo ambiente, deben comprender las distintas culturas que se encuentren y
adaptarse a ellas. Así trabajarán en armonía con sus hermanos y también serán más eficientes en el ministerio público.
Además, en este mundo tan turbulento, muchas personas han huido de sus atribulados países por razones políticas o económicas y se
han establecido en otras naciones. De modo que es muy probable que nos topemos con nuevas costumbres al predicar a estos nuevos
vecinos (Mateo 22:39). Nuestro primer contacto con modos de actuar distintos puede causarnos cierta confusión en cuanto a las
costumbres diferentes.
Campos bien definidos
La cultura está entrelazada en la estructura de la sociedad humana. Sería inútil, por tanto, hacerse “justo en demasía” y examinar hasta
las costumbres más insignificantes para determinar si son compatibles o no con los principios bíblicos (Eclesiastés 7:16).
Por otra parte, es necesario identificar las costumbres locales que vulneran claramente los principios divinos. No suele ser difícil, pues la
Palabra de Dios sirve “para rectificar las cosas” (2 Timoteo 3:16). Por ejemplo, en algunos países es común tener muchas esposas, pero
la norma bíblica para los cristianos verdaderos es que el hombre tenga una sola esposa viva (Génesis 2:24; 1 Timoteo 3:2).
Del mismo modo, ciertos usos funerarios concebidos para mantener alejados a los malos espíritus o basados en la creencia en el alma
inmortal, son inaceptables para los cristianos verdaderos. Algunas personas ofrecen incienso u oraciones a los difuntos a fin de
ahuyentar a los malos espíritus. Otras realizan velatorios e incluso un segundo entierro con objeto de ayudar a quien ha fallecido a
prepararse para la vida “en el otro mundo”. Pero la Biblia enseña que quien muere ‘no tiene conciencia de nada en absoluto’ y no puede
ni beneficiar ni perjudicar a nadie (Eclesiastés 9:5; Salmo 146:4).
Por supuesto, hay muchas costumbres compatibles con la Palabra de Dios. Es muy reconfortante entrar en contacto con culturas en las
que todavía florece el espíritu de la hospitalidad, en las que la costumbre exige que se dé una calurosa bienvenida incluso al extraño y
que, si es necesario, se le abran las puertas del hogar. Cuando somos objeto directo de ese trato, ¿no nos sentimos impulsados a
copiar tal ejemplo? Si lo hacemos, no hay duda de que mejorará nuestra personalidad cristiana (Hebreos 13:1, 2).
¿A quién le gusta que le hagan esperar? En algunos países ocurre raras veces, pues se da importancia a la puntualidad. La Biblia nos
dice que Jehová es un Dios de orden (1 Corintios 14:33), por lo que ha fijado ‘un día y una hora’ para acabar con la maldad y nos
asegura que ese acontecimiento “no llegará tarde” (Mateo 24:36; Habacuc 2:3). Las culturas que fomentan la puntualidad, dentro de lo
razonable, nos ayudan a ser ordenados y a mostrar el debido respeto a otras personas y a su tiempo, lo cual está, sin duda, en
conformidad con los principios cristianos (1 Corintios 14:40; Filipenses 2:4).
¿Y las costumbres inofensivas?
De modo que hay costumbres a todas luces compatibles con el modo de vida cristiano y otras que no lo son. Pero ¿y las que no pueden
definirse ni como buenas ni como malas? Muchas son inofensivas, y la actitud que tenemos respecto a ellas demuestra nuestro
equilibrio espiritual.
Por ejemplo, hay muchas formas de saludar: dar la mano, hacer una reverencia, dar un beso o hasta un abrazo. También hay una
enorme variedad de costumbres que regulan los modales a la mesa. En algunos países las personas comen de un mismo plato o una
misma fuente. Hay lugares donde eructar es una forma aceptable, e incluso deseable, de expresar agradecimiento, mientras que en
otros es inaceptable y se considera el colmo de la mala educación.
En lugar de determinar cuáles de estas costumbres inofensivas nos gustan o nos disgustan, concentrémonos en adoptar la actitud
adecuada con respecto a ellas. El consejo eterno de la Biblia es que no hagamos “nada movidos por espíritu de contradicción ni por
egotismo, sino [consideremos] con humildad mental que los demás son superiores a [nosotros]” (Filipenses 2:3). En la misma línea,
Eleanor Boykin dice en su libro This Way, Please—A Book of Manners (Hágalo así, por favor. Un manual de buenos modales): “Lo
primero que necesitamos es un buen corazón”.
Este enfoque humilde impedirá que menospreciemos las prácticas ajenas. Nos sentiremos motivados a tomar la iniciativa y aprender
cómo viven otros pueblos, seguir sus costumbres y probar sus comidas, en vez de refrenarnos o sospechar de todo lo que parezca
distinto. Teniendo una mente abierta y la disposición a probar nuevas maneras de actuar, mostramos cortesía a nuestro anfitrión o a los
vecinos extranjeros. También nos beneficiamos nosotros, pues ‘ensanchamos’ nuestro corazón y ampliamos nuestros horizontes
(2 Corintios 6:13).
Cuando las costumbres entorpecen el progreso espiritual
¿Qué debemos hacer en el caso de encontrarnos con costumbres que no son en sí antibíblicas, pero que tampoco favorecen el
progreso espiritual? Por ejemplo, es posible que en algunos países las personas tiendan a dejar las cosas para más tarde. Tomarse la
vida con calma puede reducir la tensión, pero probablemente dificulte el que efectuemos nuestro ministerio “plenamente” (2 Timoteo
4:5).
¿Cómo ayudaremos a otras personas a no posponer hasta “mañana” lo que es importante? Recordemos que “lo primero que
necesitamos es un buen corazón”. Motivados por el amor, podemos dar el ejemplo y luego explicar con bondad los beneficios de
no dejar para mañana lo que debe hacerse hoy (Eclesiastés 11:4). Al mismo tiempo, hemos de tener cuidado de no sacrificar la
confianza mutua por causa de la productividad. Si no se aceptan de inmediato nuestras sugerencias, no tratemos con prepotencia a los
demás ni descarguemos nuestra frustración sobre ellos. El amor siempre debe primar sobre la eficiencia (1 Pedro 4:8; 5:3).
Tengamos en cuenta las preferencias del lugar
Hemos de asegurarnos de que las sugerencias que hacemos son válidas, que no estamos tratando de imponer nuestras preferencias
personales. Por ejemplo, el modo de vestir varía enormemente. En muchas regiones es adecuado que un hombre lleve corbata cuando
predica las buenas nuevas, mientras que en algunos países tropicales posiblemente se considere demasiado formal. Una pauta útil
suele ser tener en cuenta qué manera de vestir se considera propia en el país para un profesional que trata con el público. El “buen
juicio” es fundamental cuando tratamos el delicado asunto de la ropa (1 Timoteo 2:9, 10).
¿Y si una costumbre no nos gusta? ¿Debemos rechazarla sin más? No necesariamente. La costumbre de que los hombres vayan de la
mano, mencionada al principio, es perfectamente aceptable en esa comunidad africana en particular. Cuando el misionero observó que
otros hombres paseaban de la mano, se sintió más cómodo.
Durante sus largos viajes misionales, el apóstol Pablo visitó congregaciones cuyos miembros tenían diversos antecedentes. Sin duda,
había frecuentes choques de culturas. Por ello, Pablo se adaptó a todas las costumbres que pudo sin dejar de observar los principios
bíblicos. “Me he hecho toda cosa a gente de toda clase —dijo—, para que de todos modos salve a algunos.” (1 Corintios 9:22, 23;
Hechos 16:3.)
Plantearnos algunas preguntas pertinentes puede ayudarnos a decidir cómo reaccionar ante costumbres nuevas. ¿Qué impresión
daremos a quienes nos observan si adoptamos o rechazamos cierta costumbre? ¿Se sentirán atraídos al mensaje del Reino al ver que
intentamos integrarnos en su cultura? Por otro lado, ¿‘se encontrará falta en nuestro ministerio’ si adoptamos una práctica del lugar?
(2 Corintios 6:3.)
Si deseamos hacernos “toda cosa a gente de toda clase”, tal vez debamos modificar algunos conceptos profundamente arraigados con
respecto a lo que es y no es apropiado. Muchas veces, la manera “correcta” e “incorrecta” de hacer algo solo depende de dónde
vivimos. Por ello, el que dos hombres se agarren de la mano es una manifestación de amistad en un país, mientras que en muchos
otros seguramente restaría valor al mensaje del Reino.
Por otro lado, hay costumbres que son aceptables en diversos lugares y quizá hasta sean apropiadas para los cristianos, pero con las
que hay que tener cuidado.
Cuidado con rebasar el límite
Jesucristo dijo que aunque no era posible sacar del mundo a sus discípulos, estos no debían ‘ser parte del mundo’ (Juan 17:15, 16).
No obstante, a veces no es fácil distinguir el límite entre lo que forma parte integral del mundo de Satanás y lo que es sencillamente
propio de la cultura. Por ejemplo, la música y el baile están presentes en casi todas las culturas, si bien en algunos países tienen mayor
importancia.
Pudiéramos fácilmente emitir un juicio basándonos más en nuestros antecedentes que en razones bíblicas sólidas. Un hermano alemán
de nombre Alex recibió una asignación en España. En su anterior entorno, el baile no era muy popular, mientras que en España forma
parte de la cultura. La primera vez que vio a un hermano y una hermana ejecutar un alegre baile español, se sintió confundido. ¿Era
incorrecto o mundano el baile? ¿Rebajaría sus normas si aceptaba esa costumbre? Alex aprendió que aunque la música y el baile eran
diferentes a los de su país, no había razón para suponer que sus hermanos españoles estaban rebajando las normas cristianas. Su
confusión se debía a la diferencia cultural.
Sin embargo, Emilio, un hermano al que le gusta el baile español tradicional, reconoce que existe un peligro. “Observo que en muchos
bailes la pareja ha de tener un contacto muy cercano —comenta—. Como estoy soltero, me doy cuenta de que eso puede tener efecto
en los sentimientos de al menos uno de los bailarines. A veces, el baile se utiliza como excusa para mostrar afecto a la persona a la que
te sientes atraído. Cerciorarse de que la música es sana y de que el contacto físico se reduce lo más posible puede servir de protección.
No obstante, debo admitir que cuando un grupo de solteros y solteras se van juntos a bailar, es muy difícil mantener un ambiente
teocrático.”
Desde luego, no deberíamos poner de excusa nuestra cultura para permitir la conducta mundana. El canto y el baile ocupaban un lugar
en la cultura de los israelitas, y cuando fueron librados de los egipcios en el mar Rojo, cantaron y bailaron como parte de la celebración
(Éxodo 15:1, 20). Sin embargo, su música y su baile eran distintos de los del mundo pagano que los rodeaba.
Lamentablemente, mientras esperaban que Moisés volviera del monte Sinaí, se impacientaron, hicieron un becerro de oro y, después
de comer y beber, “se levantaron para divertirse” (Éxodo 32:1-6). Cuando Moisés y Josué escucharon el sonido del canto,
inmediatamente se perturbaron (Éxodo 32:17, 18). Los israelitas habían rebasado el “límite”, y su forma de cantar y bailar reflejaba
entonces el mundo pagano que los rodeaba.
Del mismo modo, hoy día la música y el baile pueden ser aceptados en general en nuestro país y no ofender la conciencia de los
demás. Pero si el lugar está poco iluminado, se encienden luces intermitentes o se pone música con un ritmo distinto, lo que antes era
aceptable puede reflejar ahora el espíritu del mundo. “Forma parte de nuestra cultura”, pudiéramos decir. Aarón recurrió a una excusa
similar cuando consintió formas de recreación y adoración paganas, a las que denominó erróneamente “fiesta a Jehová”. Esta pobre
excusa no tenía validez. La conducta de los israelitas se vio incluso como una “ignominia entre sus opositores” (Éxodo 32:5, 25).
La cultura tiene su lugar
Es posible que las costumbres exóticas nos choquen al principio, pero no todas son necesariamente inaceptables. Con las “facultades
perceptivas entrenadas”, podemos determinar cuáles son compatibles con los principios cristianos y cuáles no (Hebreos 5:14). Al
mostrar un buen corazón lleno de amor al semejante, reaccionaremos apropiadamente cuando nos encontremos con costumbres
inofensivas.
Cuando predicamos las buenas nuevas del Reino a las personas de nuestros alrededores o de otras partes, tener el enfoque
equilibrado de la diversidad cultural nos permitirá hacernos “toda cosa a gente de toda clase”. Y muy probablemente veamos que el
acoger con gusto la diversidad cultural contribuye a que tengamos una vida rica, animada y fascinante.

* W08 15/5 pág. 4 párr. 12


12
Como hemos visto, debemos tratar bien a nuestros semejantes. Pero lo mejor que podemos hacer por ellos es ayudarles a recibir
iluminación espiritual de parte de Dios (Sal. 43:3). Jesús les dijo a sus discípulos que ellos eran “la luz del mundo” y les mandó que
hicieran brillar su luz para que así la gente pudiera ver “sus obras excelentes”, es decir, sus buenas acciones a favor del prójimo. Su luz
brillaría “delante de los hombres”, iluminando espiritualmente a la humanidad (léase Mateo 5:14-16). Hoy en día, nuestra luz
resplandece cuando ayudamos en lo que podemos a nuestros vecinos y cuando colaboramos en la labor de evangelización que se lleva
a cabo “en todas las naciones”, sí, “en todo el mundo” (Mar. 13:10; Mat. 26:13). ¡Qué gran honor tenemos!

* be pág. 38 párr. 2
Una vez cosechado el trigo, hay que quitarle la cáscara al grano. Lo mismo sucede con el fruto de nuestra investigación. Antes de
utilizarlo, debe separarse lo que es valioso de lo que resulta superfluo.

 LECCION 4 (a)

* it-2 1044,1045
SOBERANÍA
Dominio; dignidad del gobernante, rey, emperador u otra persona que ejerce o posee la autoridad suprema del poder público;
fundamento del poder de una persona o grupo en los que se halla depositada la máxima autoridad de un Estado.
En las Escrituras Hebreas aparece con frecuencia la palabra ʼAdho·nái, y 285 veces la expresión ʼAdho·nái Yehwíh. ʼAdho·nái es una
forma plural de ʼa·dhóhn: “señor; amo”. Otra forma plural, ʼadho·ním, puede aplicarse a hombres simplemente como pluralidad:
“señores” o “amos”. Pero el término ʼAdho·nái sin sufijo siempre se utiliza en las Escrituras con referencia a Dios, indicando el plural
excelencia o majestad. Los traductores lo suelen traducir por “Señor”. Cuando acompaña al nombre de Dios (ʼAdho·nái Yehwíh), como,
por ejemplo, en el Salmo 73:28, la expresión se traduce “DIOS el Señor” (BAS), “Señor Dios” (DK, PIB), “Jehová el Señor” (Mod, Val),
“Señor Jehovah” (Val, 1989), “ʼǍdonay Yahveh” (CI), “Señor Yavé” (NC), “Yahweh Dios” (BR), “Señor Soberano Jehová” (NM). Aunque
la Versión Valera de 1960 utiliza la palabra “soberano” en Job 31:28 y Ezequiel 38:2 y 39:1, no lo hace como traducción de ʼAdho·nái.
La palabra griega de·spó·tēs designa a la persona que posee la autoridad suprema o tiene la posesión absoluta y el poder sin control
alguno. (Véase el Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento, de W. E. Vine, vol. 1, 1984, pág. 93; vol. 4, 1987, págs.
44, 73.) Se traduce “señor”, “amo” y “dueño”. Cuando se utiliza para dirigirse directamente a Dios, se traduce “Señor” (NC, CI y otras),
“Soberano” (Besson), “Soberano Señor” (ENP, VHA) y “Señor Soberano” (NM) en Lucas 2:29, Hechos 4:24 y Revelación 6:10. Otras
versiones la traducen en este último texto “Soberano” (Mod, NBE, SA, Sd, VP), “Soberano Señor” (HAR; NVI; Val, 1989), “Dominador”
(RH), “Dueño” (BJ, JT, NTI) y “(el) Amo” (AFEBE, CEBIHA, CJ).
Por tanto, aunque los textos hebreos y griegos no tienen una palabra específica para “soberano”, las palabras ʼAdho·nái y de·spó·tēs
comunican esta idea cuando las Escrituras hacen referencia a Jehová Dios, indicando la excelencia de su señorío.
La soberanía de Jehová. Jehová Dios es el Soberano del universo (“Señor del universo”; Lu 2:29, Sd) debido a que es el Creador y a
su Divinidad y supremacía como el Omnipotente. (Gé 17:1; Éx 6:3; Rev 16:14.) Es el Dueño de todas las cosas y la Fuente de toda
autoridad y poder, el Gobernante Supremo de todos los gobiernos (Sl 24:1; Isa 40:21-23; Rev 4:11; 11:15); de Él dijo el salmista:
“Jehová mismo ha establecido firmemente su trono en los cielos mismos; y sobre toda cosa su propia gobernación real ha tenido la
dominación”. (Sl 103:19; 145:13.) Los discípulos de Jesús oraron dirigiéndose a Dios: “Señor Soberano, tú eres Aquel que hizo el cielo y
la tierra”. (Hch 4:24, NM; véanse también CEBIHA; HAR; NTI; NVI; Val.) Para la nación de Israel, Dios mismo constituía los tres poderes
del gobierno: el judicial, el legislativo y el ejecutivo. El profeta Isaías dijo: “Jehová es nuestro Juez, Jehová es nuestro Dador de
Estatutos, Jehová es nuestro Rey; él mismo nos salvará”. (Isa 33:22.) Moisés da una notable descripción de Dios como Soberano en
Deuteronomio 10:17.
Por ser Jehová el Soberano, tiene el derecho y la autoridad de delegar responsabilidades gubernativas. Hizo a David rey de Israel, y
aunque las Escrituras hablan del ‘reino de David’, este rey reconoció a Jehová como el Gran Gobernante Soberano al decir: “Tuya, oh
Jehová, es la grandeza y el poderío y la hermosura y la excelencia y la dignidad; porque todo lo que hay en los cielos y en la tierra es
tuyo. Tuyo es el reino, oh Jehová, Aquel que también te alzas como cabeza sobre todo”. (1Cr 29:11.)
Gobernantes terrestres. Los gobernantes de las naciones ejercen su limitada gobernación por tolerancia o permiso del Señor
Soberano Jehová. Los gobiernos políticos no reciben su autoridad de Dios, es decir, no desempeñan su cargo debido a que Dios les
haya concedido autoridad o poder, como se muestra en Revelación 13:1, 2, donde se dice que la bestia salvaje de siete cabezas y diez
cuernos consigue “su poder y su trono y gran autoridad” del dragón, Satanás el Diablo. (Rev 12:9; véase BESTIAS SIMBÓLICAS.)
De modo que aunque Dios ha permitido que se sucedan los gobiernos humanos, uno de sus reyes poderosos tuvo que reconocer por
experiencia propia: “Su gobernación es una gobernación hasta tiempo indefinido, y su reino es para generación tras generación. Y a
todos los habitantes de la tierra se está considerando como meramente nada, y él está haciendo conforme a su propia voluntad entre el
ejército de los cielos y los habitantes de la tierra. Y no existe nadie que pueda detener su mano o que pueda decirle: ‘¿Qué estás
haciendo?’”. (Da 4:34, 35.)
Por ello, mientras Dios permita la existencia de los gobiernos humanos, aplicará la admonición del apóstol Pablo a los cristianos: “Toda
alma esté en sujeción a las autoridades superiores, porque no hay autoridad a no ser por Dios; las autoridades que existen están
colocadas por Dios en sus posiciones relativas”. Luego el apóstol explica que cuando estos gobiernos actúan para castigar al que hace
el mal, la ‘autoridad superior’ o gobernante (aunque no sea un fiel adorador de Dios) actúa indirectamente como ministro de Dios en
esta misión particular, al expresar ira sobre los malhechores. (Ro 13:1-6.)
En cuanto a que estas autoridades están “colocadas por Dios en sus posiciones relativas”, las Escrituras indican que esto no significa
que Dios haya constituido estos gobiernos ni que los apoye. Más bien, los ha utilizado para realizar su buen propósito en relación con su
voluntad para sus siervos terrestres. Moisés dijo: “Cuando el Altísimo dio a las naciones una herencia, cuando separó a los hijos de
Adán unos de otros, procedió a fijar el límite de los pueblos con consideración para el número de los hijos de Israel”. (Dt 32:8.)
El hijo de Dios como Rey. Después de que se destronó al último rey que se sentó en el “trono de Jehová” en Jerusalén (1Cr 29:23), el
profeta Daniel recibió una visión en la que contempló el nombramiento futuro del propio Hijo de Dios para ser Rey. La posición de
Jehová sobresale claramente cuando Él, el Anciano de Días, concede la gobernación a su Hijo. El relato dice: “Seguí contemplando en
las visiones de la noche, y, ¡pues vea!, con las nubes de los cielos sucedía que venía alguien como un hijo del hombre; y al Anciano de
Días obtuvo acceso, y lo presentaron cerca, aun delante, de Aquel. Y a él fueron dados gobernación y dignidad y reino, para que los
pueblos, grupos nacionales y lenguajes todos le sirvieran aun a él. Su gobernación es una gobernación de duración indefinida que
no pasará, y su reino uno que no será reducido a ruinas”. (Da 7:13, 14.) Cuando se compara este texto con Mateo 26:63, 64, no queda
ninguna duda de que el “hijo del hombre” mencionado en la visión de Daniel es Jesucristo. Él obtiene acceso a la presencia de Jehová y
recibe autoridad para gobernar. (Compárese con Sl 2:8, 9; Mt 28:18.)
Se desafía la soberanía de Jehová. La iniquidad ha existido durante la práctica totalidad de la existencia de la raza humana en la
Tierra. La humanidad ha ido muriendo, y los pecados y las transgresiones contra Dios se han multiplicado. (Ro 5:12, 15, 16.) Como la
Biblia indica que Dios dio al hombre un comienzo perfecto, han surgido las siguientes preguntas: ¿cómo empezaron el pecado, la
imperfección y la iniquidad?, y ¿por qué ha permitido el Dios Todopoderoso que estas cosas continúen por siglos? Las respuestas
tienen que ver con un desafío a la soberanía de Dios que planteó una cuestión suprema relacionada con la humanidad

* it-2 pág. 1047 parrs 2,3


Se acusa a los siervos de Dios de egoísmo. Una expresión posterior de esta cuestión se halla en lo que Satanás dijo a Dios en
cuanto a su siervo fiel Job. Estas fueron sus palabras: “¿Ha temido Job a Dios por nada? ¿No has puesto tú mismo un seto protector
alrededor de él y alrededor de su casa y alrededor de todo lo que tiene en todo el derredor? La obra de sus manos has bendecido, y su
ganado mismo se ha extendido en la tierra. Pero, para variar, sírvete alargar la mano, y toca todo lo que tiene, y ve si no te maldice en
tu misma cara”. Después, Satanás de nuevo presentó la siguiente acusación: “Piel en el interés de piel, y todo lo que el hombre tiene lo
dará en el interés de su alma”. (Job 1:9-11; 2:4.) De ese modo acusaba a Job de no estar en armonía con Dios de corazón, que servía
obedientemente a Dios solo por motivos egoístas, por lucro. Satanás calumnió a Dios respecto al ejercicio de Su soberanía, y a los
siervos de Dios, en cuanto a su integridad a esa soberanía. Dijo a todos los efectos que no habría ningún hombre sobre la Tierra que
mantuviese integridad a la soberanía de Jehová si a él, Satanás, se le permitía ponerle a prueba.
Jehová aceptó el desafío. No lo hizo debido a que dudara de la justicia de su soberanía. Él no necesitaba que se le probase nada.
Permitió tiempo para que se analizara esta cuestión debido al amor que sentía por sus criaturas inteligentes. Dejó que Satanás pusiese
al hombre a prueba ante todo el universo. Dio a sus criaturas el privilegio de demostrar que el Diablo es un mentiroso y de quitar la
calumnia que manchaba, no solo el nombre de Dios, sino también el suyo propio. Satanás, con su actitud egotista, fue ‘entregado a un
estado mental desaprobado’. Su enfoque al abordar a Eva fue totalmente contradictorio. (Ro 1:28.) Por una parte acusó a Dios de
ejercer su soberanía de manera injusta y parcial, pero por otra debía contar con Su imparcialidad: al parecer pensó que Dios se
consideraría obligado a dejarle vivir si podía probar su acusación con respecto a la infidelidad de las criaturas de Dios.

* it-2 pág. 195 parrs 1,2


LEALTAD En las Escrituras Hebreas el adjetivo ja·sídh se utiliza con relación a alguien “leal” o “de bondad amorosa”. (Sl 18:25, nota.)
El sustantivo jé·sedh se refiere a la bondad, pero aunque comprende la tierna consideración o bondad que se deriva del amor, va más
allá. Es la bondad que se adhiere amorosamente a un objeto hasta que su propósito con relación a ese objeto se ha realizado. Esta es
la clase de bondad que Dios muestra a sus siervos y que ellos le muestran a Él. Por lo tanto, entra en el campo de la lealtad, una lealtad
justa, devota y santa, por lo que se traduce “bondad amorosa” y “amor leal”. (Gé 20:13; 21:23; véase BONDAD.)
En las Escrituras Griegas el sustantivo ho·si·ó·tēs y el adjetivo hó·si·os conllevan la idea de santidad, justicia, reverencia, devoción o
piedad, la observancia cuidadosa de todos los deberes para con Dios. Supone una buena relación con Dios.

* W13 15/6 págs. 17,18 parrs 4-6


4
¿Cómo demuestra Jehová su lealtad? Pues bien, nunca abandona a sus siervos fieles. Uno de ellos, el rey David, así lo reconoció (lea
2 Samuel 22:26). Él comprobó que esa lealtad no se queda en simples palabras, pues Dios lo dirigió, lo protegió y lo libró en sus
pruebas (2 Sam. 22:1). ¿Por qué fue Jehová leal con él? Porque David mismo era “alguien leal”. Dios valora la lealtad de sus siervos y
los recompensa siendo leal con ellos (Prov. 2:6-8).
5
Reflexionar en los actos de lealtad de Jehová nos da fuerzas. Un fiel hermano de nombre Reed señala: “Me anima mucho leer cómo
Jehová ayudó a David en los momentos difíciles. Siempre lo sostuvo, hasta cuando era un fugitivo que tenía que refugiarse en cuevas.
¡Eso me fortalece tanto! Me recuerda que, sin importar lo sombría que parezca la situación, Jehová estará a mi lado mientras yo siga
fiel”. Sin duda, todos sentimos lo mismo (Rom. 8:38, 39).
6
¿De qué otros modos demuestra Jehová que es leal? Uno es manteniéndose fiel a sus normas. Él nos asegura: “Aun hasta la vejez de
uno yo soy el Mismo” (Is. 46:4). Sus decisiones siempre se basan en sus invariables normas sobre lo bueno y lo malo (Mal. 3:6).
Además, permanece fiel a su palabra, es decir, cumple sus promesas (Is. 55:11). Su lealtad nos beneficia a todos sus siervos fieles,
pues cuando hacemos lo posible por obedecer sus normas, podemos estar seguros de que cumplirá su promesa de bendecirnos (Is.
48:17, 18).

* W93 15/10 págs. 12-16


Cómo hallar la clave del cariño fraternal
“Suministren a su [...] devoción piadosa, cariño fraternal.” (2 PEDRO 1:5-7.)
EN CIERTA ocasión, un médico que no era testigo de Jehová asistió a la graduación de su hija de la Escuela Bíblica de Galaad de la
Watch Tower, donde había recibido preparación misional. Le impresionó tanto la alegre multitud que pensó que debía haber muy pocos
enfermos entre ellos. ¿Por qué estaban tan contentas aquellas personas? A propósito, ¿qué hace que todas las reuniones del pueblo de
Jehová, tanto en las congregaciones como en las asambleas de circuito y de distrito, sean ocasiones felices? ¿No es el cariño fraternal
que se muestran unos a otros? No cabe duda de que el cariño fraternal es una de las razones de que se haya dicho que ningún otro
grupo religioso deriva más placer, felicidad y satisfacción de la religión que los testigos de Jehová.
2
Sería lógico que esperáramos encontrar este cariño fraternal en vista de lo que dice el apóstol Pedro en 1 Pedro 1:22: “Ahora que
ustedes han purificado sus almas por su obediencia a la verdad con el cariño fraternal sin hipocresía como resultado, ámense unos a
otros intensamente desde el corazón”. Uno de los elementos básicos de la palabra griega que se traduce “cariño fraternal” es fi·lí·a
(afecto). Su significado está relacionado estrechamente con a·gá·pe, que por lo general se traduce “amor”. (1 Juan 4:8.) Aunque el
cariño fraternal y el amor suelen utilizarse indistintamente, cada uno tiene aspectos característicos. No debemos confundirlos, como
hacen muchos traductores de la Biblia. (En este artículo y en el siguiente examinaremos cada uno de estos términos.)
3
Respecto a la diferencia entre estas dos palabras griegas, un helenista comentó que fi·lí·a “fundamentalmente denotaba calidez,
intimidad y afecto”. Por otra parte, a·gá·pe tiene que ver más con la mente. Por eso, aunque se nos dice que amemos (a·gá·pe) a
nuestros enemigos, no sentimos cariño por ellos. ¿Por qué no? Porque “las malas compañías echan a perder los hábitos útiles”.
(1 Corintios 15:33.) Lo que Pedro pasa a decir también indica que hay una diferencia entre estas palabras: “Suministren a su [...] cariño
fraternal, amor”. (2 Pedro 1:5-7; compárese con Juan 21:15-17.)
Ejemplos de cariño fraternal muy especial
4
La Palabra de Dios da algunos buenos ejemplos de cariño fraternal muy especial. Este cariño especial no es el resultado de un
capricho, sino que se basa en el aprecio que uno siente por las cualidades sobresalientes de alguien. El ejemplo más notable es
ciertamente el cariño que Jesucristo tuvo al apóstol Juan. No cabe duda de que Jesús sintió cariño fraternal por todos sus apóstoles
fieles, y no le faltaban razones. (Lucas 22:28.) Una manera de demostrarlo fue lavándoles los pies, y así les dio una lección de
humildad. (Juan 13:3-16.) Pero Jesús sintió un cariño especial por Juan, como este mencionó en varias ocasiones. (Juan 13:23; 19:26;
20:2.) Si Jesús tenía razones para sentir cariño por sus discípulos y apóstoles, es muy probable que Juan le hubiera dado motivos para
que le tuviera cariño especial a él, pues Juan sintió un aprecio más profundo por Jesús. Así se desprende de sus escritos, tanto de su
Evangelio como de sus cartas inspiradas. ¡Cuántas veces menciona el amor! El mayor aprecio que Juan sentía por las cualidades
espirituales de Jesús se observa en lo que escribió en los capítulos 1 y 13 al 17 de Juan, así como en las referencias que hace en
varias ocasiones a la existencia prehumana de Jesús. (Juan 1:1-3; 3:13; 6:38, 42, 58; 17:5; 18:37.)
5
Tampoco queremos pasar por alto el cariño fraternal muy especial que existió entre el apóstol Pablo y su compañero cristiano Timoteo,
un cariño que ciertamente se basaba en la estima que cada uno tenía por las cualidades del otro. Los escritos de Pablo contienen
excelentes comentarios acerca de Timoteo, tales como: “No tengo a ningún otro de disposición como la de él, que genuinamente cuide
de las cosas que tienen que ver con ustedes. [...] Ustedes saben la prueba que él dio de sí mismo, que, cual hijo con su padre, sirvió
como esclavo conmigo en el adelanto de las buenas nuevas”. (Filipenses 2:20-22.) En sus cartas a Timoteo, Pablo le habla muchas
veces de una manera que revela el mucho cariño que le tenía. Por ejemplo, 1 Timoteo 6:20 dice: “Oh Timoteo, guarda lo que ha sido
depositado a tu cuidado”. (Véase también 1 Timoteo 4:12-16; 5:23; 2 Timoteo 1:5; 3:14, 15.) El cariño especial que Pablo sentía por el
joven Timoteo se destaca sobre todo cuando comparamos las cartas que le escribió a él con la que escribió a Tito. Timoteo debe haber
sentido lo mismo con respecto a su amistad con Pablo, como se ve por las palabras de Pablo en 2 Timoteo 1:3, 4: “Nunca ceso de
acordarme de ti en mis ruegos [...], anhelo verte —pues recuerdo tus lágrimas— para llenarme de gozo”.
6
En las Escrituras Hebreas también hallamos excelentes ejemplos, como el de David y Jonatán. Leemos que después que David mató
a Goliat, “la misma alma de Jonatán se ligó con el alma de David, y Jonatán empezó a amarlo como a su propia alma”. (1 Samuel 18:1.)
El aprecio por el celo que David mostró por el nombre de Jehová y su intrepidez al salir al encuentro del gigante Goliat, debió producir
en Jonatán un cariño especial por David.
7
Jonatán sentía tanto cariño por David que arriesgó su propia vida para defenderlo del rey Saúl. Nunca se resintió por el hecho de que
Jehová hubiera escogido a David para que fuera el siguiente rey de Israel. (1 Samuel 23:17.) David también sentía profundo cariño por
Jonatán, como lo muestra lo que dijo al lamentar su muerte: “Estoy angustiado por ti, hermano mío, Jonatán, muy agradable me fuiste.
Más maravilloso me fue tu amor que el amor procedente de mujeres”. Ciertamente un verdadero aprecio mutuo caracterizó su relación.
(2 Samuel 1:26.)
8
Otro buen ejemplo de cariño especial en las Escrituras Hebreas es el de dos mujeres: Noemí y su nuera Rut, que había enviudado.
Recuerde lo que Rut le dijo a Noemí: “No me instes con ruegos a que te abandone, a que me vuelva de acompañarte; porque a donde
tú vayas yo iré, y donde tú pases la noche yo pasaré la noche. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios”. (Rut 1:16.) ¿No debemos
concluir que la conducta de Noemí y lo que decía de Jehová contribuyeron a que Rut manifestara tal aprecio? (Compárese con Lucas
6:40.)
El ejemplo del apóstol Pablo
9
Como hemos visto, el cariño fraternal que el apóstol Pablo sentía por Timoteo era muy especial. Pero Pablo también dio un ejemplo
maravilloso al mostrar mucho cariño fraternal a sus hermanos en general. Dijo a los ancianos de Éfeso que ‘por tres años, noche y día,
no había cesado de amonestar a cada uno con lágrimas’. ¿No era esto una muestra de cariño fraternal? Sin lugar a dudas. Y ellos
sentían lo mismo por Pablo. Al enterarse de que no lo verían más, “prorrumpió gran llanto entre todos ellos, y se echaron sobre el cuello
de Pablo y lo besaron tiernamente”. (Hechos 20:31, 37.) ¿Cariño fraternal basado en el aprecio? Claro que sí. Pablo también manifiesta
su cariño fraternal al decir en 2 Corintios 6:11-13: “Nuestra boca se ha abierto para ustedes, corintios, nuestro corazón se ha
ensanchado. Ustedes no se hallan apretados y escasos de lugar en nosotros, pero sí se hallan apretados y escasos de lugar en sus
propios tiernos cariños. Así es que, como recompensa, en cambio —hablo como a hijos—, ustedes, también, ensánchense”.
10
Es obvio que muchos de los corintios no tenían suficiente cariño fraternal y estima por el apóstol Pablo. Algunos se quejaron: “Sus
cartas son de peso y enérgicas, pero su presencia en persona es débil, y su habla desdeñable”. (2 Corintios 10:10.) Por tal razón, el
apóstol Pablo hizo referencia a sus “apóstoles superfinos” y se vio en la necesidad de relatar las pruebas que había aguantado, como
aparece en 2 Corintios 11:5, 22-33.
11
El cariño que Pablo sentía por aquellos a quienes ministraba queda muy claro por lo que dijo en 1 Tesalonicenses 2:8: “Teniéndoles
tierno cariño, nos fue de mucho agrado impartirles, no solo las buenas nuevas de Dios, sino también nuestras propias almas, porque
ustedes llegaron a sernos amados”. De hecho, tanto cariño tenía a estos nuevos, que no pudo esperar más —tan deseoso estaba de
saber cómo les iba con la persecución— y les envió a Timoteo, quien luego dio un buen informe que alentó mucho a Pablo.
(1 Tesalonicenses 3:1, 2, 6, 7.) Bien lo dice la obra Perspicacia para comprender las Escrituras: “Se forjó una estrecha relación de
cariño fraternal entre Pablo y aquellos a quienes ministraba”.
El aprecio: la clave del cariño fraternal
12
Sin duda, el aprecio es la clave del cariño fraternal. ¿No tienen todos los siervos dedicados de Jehová cualidades que apreciamos,
que hacen que sintamos mucho cariño por ellos? Todos buscamos primero el Reino de Dios y su justicia. Todos luchamos con valor
contra nuestros tres enemigos comunes: Satanás y sus demonios, el mundo inicuo bajo el control de Satanás y las tendencias egoístas
de la carne pecaminosa que hemos heredado. ¿No deberíamos pensar siempre que nuestros hermanos lo hacen lo mejor que pueden
en vista de las circunstancias? Toda persona está o de parte de Jehová o de parte de Satanás. Nuestros hermanos dedicados están de
parte de Jehová, sí, son de los nuestros, y, por lo tanto, merecen nuestro cariño fraternal.
13
¿Qué podemos decir del aprecio que tenemos a nuestros ancianos? ¿No deberían ocupar un lugar especial en nuestro corazón por
su ardua labor a favor de los intereses de la congregación? Ellos, como nosotros, han de mantenerse a sí mismos y a su familia.
También tienen las mismas obligaciones que nosotros: estudiar personalmente, asistir a las reuniones de congregación y participar en el
ministerio del campo. Además, es su obligación preparar partes en el programa de las reuniones, pronunciar discursos públicos y
atender problemas que surjan en la congregación, lo que a veces les supone pasar muchas horas en audiencias judiciales. Ciertamente
queremos “[seguir] teniendo aprecio a hombres de esa clase”. (Filipenses 2:29.)
Mostremos cariño fraternal
14
Para agradar a Jehová, tenemos que demostrar el afectuoso sentimiento de cariño fraternal a nuestros compañeros de creencia,
como lo hicieron Jesucristo y Pablo. Leemos: “En [cariño fraternal] ténganse tierno cariño unos a otros”. (Romanos 12:10, Kingdom
Interlinear.) “Respecto al [cariño fraternal], ustedes no tienen necesidad de que les escribamos, porque ustedes mismos son enseñados
por Dios a amarse unos a otros.” (1 Tesalonicenses 4:9, Int.) “Que su [cariño fraternal] continúe.” (Hebreos 13:1, Int.) No cabe duda de
que a nuestro Padre celestial le agrada cuando mostramos cariño fraternal a sus hijos terrestres.
15
En tiempos apostólicos, los cristianos acostumbraban saludarse con un “beso santo” o un “beso de amor”. (Romanos 16:16; 1 Pedro
5:14.) Esta era una verdadera muestra de cariño fraternal. Hoy día, en la mayoría de los lugares de la Tierra, una manera más
apropiada de hacerlo sería mediante una sonrisa amigable y un fuerte apretón de manos. En los países latinoamericanos, como México,
las personas suelen saludarse con un abrazo, que es una verdadera muestra de cariño. Es posible que el cariño intenso de estos
hermanos sea en parte la razón del gran aumento de publicadores que se produce en esos países.
16
Cuando entramos en el Salón del Reino, ¿hacemos un esfuerzo especial por demostrar cariño fraternal? Si así es, nos sentiremos
impulsados a decir algo animador a nuestros hermanos, sobre todo a los que parecen estar deprimidos. Se nos manda que “[hablemos]
confortadoramente a las almas abatidas”. (1 Tesalonicenses 5:14.) Esta es una buena manera de comunicar lo cálido del cariño
fraternal. Otra excelente manera de hacerlo es agradeciendo un buen discurso público, una asignación bien presentada en el programa
de la reunión, lo bien que se ha esforzado un estudiante en la Escuela del Ministerio Teocrático y así por el estilo.
17
¿Pudiéramos invitar a algunos hermanos a nuestro hogar para disfrutar de una comida o tal vez de un refresco después de una
reunión, si no es muy tarde? ¿No deberíamos regirnos por el consejo de Jesús anotado en Lucas 14:12-14? Un ex misionero fue
nombrado superintendente presidente de una congregación en la que todos los demás hermanos eran de otra raza. Percibió la falta de
cariño fraternal, de modo que se propuso remediar la situación. ¿Cómo? Todos los domingos invitaba a una familia diferente a comer. Al
cabo de un año, toda la congregación le tenía mucho cariño fraternal.
18
Cuando un hermano está enfermo, sea en su casa o en el hospital, el cariño fraternal nos impulsará a dejarle saber que nos
interesamos por él. ¿Y qué se puede decir de los que viven en un asilo de ancianos? ¿Por qué no visitarlos, telefonearles o enviarles
una tarjeta que exprese nuestro afecto?
19
Al dar muestras de cariño fraternal, preguntémonos: ‘¿Soy parcial? ¿Me dejo influir por el color de la piel, la educación o las
posesiones materiales de las personas? ¿Necesito ensanchar mi cariño fraternal, como instó el apóstol Pablo a los cristianos de
Corinto?’. El cariño fraternal hará que veamos a nuestros hermanos de manera positiva y que los apreciemos por sus buenas
cualidades. También nos ayudará a alegrarnos por el progreso de nuestro hermano en vez de envidiarlo.
20
El cariño fraternal también nos impulsará a estar al tanto de ayudar a nuestros hermanos en el ministerio. Así obraremos en
conformidad con lo que dice el cántico 92:
“Al que está débil hay que ayudar;
darle denuedo para el hablar.
A los niñitos no hay que olvidar,
sino librarlos de su vacilar”.
21
Por lo tanto, no olvidemos que, al mostrar cariño fraternal, es aplicable el principio que Jesús enunció en su Sermón del Monte:
“Practiquen el dar, y se les dará. Derramarán en sus regazos una medida excelente, apretada, remecida y rebosante. Porque con la
medida con que ustedes miden, se les medirá en cambio”. (Lucas 6:38.) Nos beneficiamos personalmente cuando mostramos cariño
fraternal, estimando a aquellos que sirven a Jehová como nosotros. ¡En verdad, felices son los que se deleitan en manifestar cariño
fraternal!

* W06 15/8 pág. 21 párr. 9


9
¿Cómo podemos hacer frente a estos problemas? Viéndolos como oportunidades para demostrar que amamos a Jehová y nos
sometemos a su soberanía pase lo que pase (Santiago 1:2-4). Si comprendemos bien la importancia de ser leales a Dios,
mantendremos el equilibrio espiritual sin importar cuál sea la causa de nuestra angustia. El apóstol Pedro escribió a los cristianos:
“Amados, no estén perplejos a causa del incendio entre ustedes, que les está sucediendo para prueba, como si algo extraño les
sobreviniera” (1 Pedro 4:12). Y Pablo explicó por qué: “Todos los que desean vivir con devoción piadosa en asociación con Cristo Jesús
también serán perseguidos” (2 Timoteo 3:12). Tal como hizo con Job, Satanás sigue poniendo a prueba la integridad de los testigos de
Jehová. Es más, la Biblia indica que el Diablo ha incrementado sus ataques contra el pueblo de Dios en estos últimos días (Revelación
[Apocalipsis] 12:9, 17).

* it-2 pág. 820 párr. 7


Sin embargo, después de esto se someterá a esos súbditos terrestres a una prueba final de integridad y devoción. Satanás será soltado
del abismo. Los que permitan que él los seduzca lo harán por la misma cuestión que surgió en Edén: la legitimidad de la soberanía de
Dios, pues se dice que atacan el “campamento de los santos y la ciudad amada”. Como el Tribunal del cielo habrá zanjado judicialmente
esa cuestión y habrá cerrado el caso ya no se permitirá otra rebelión prolongada. Los que no permanezcan leales al lado de Dios
no podrán apelar a Cristo Jesús como un ‘ayudante propiciatorio’, sino que Jehová Dios será “todas las cosas” para ellos. No habrá
ninguna apelación o mediación posible. Todos los rebeldes, espíritus y humanos, recibirán la sentencia divina de destrucción en la
“muerte segunda”. (Rev 20:7-15.)

 LECCION 4 (b)

* be pág. 189 párr. 3


La razón más importante para mostrar un interés sincero por el prójimo es que así imitamos el amor y la misericordia de nuestro Padre
celestial. De ese modo ayudamos a nuestros oyentes a acercarse a Jehová y al mensaje que él nos ha encomendado difundir. Por lo
tanto, al predicar las buenas nuevas, esfuércese por “no vigila[r] con interés personal solo sus propios asuntos, sino también con interés
personal los de los demás” (Fili. 2:4).

* Km 9/00 pág. 4
Utilice los sucesos de actualidad para despertar el interés
1
¿Le gustaría tener un caudal inagotable de buenas ideas que aportaran variedad a su ministerio y despertaran el interés de las
personas en el mensaje de la Biblia? Pues entonces, inicie conversaciones utilizando las noticias mundiales y de su comunidad. Podría
referirse a las cuestiones de actualidad locales o nacionales y a las noticias internacionales, las cuales están en constante cambio
(1 Cor. 7:31). Fíjese en los siguientes ejemplos.
2
Los problemas económicos y el costo de la vida son motivo de verdadera preocupación para la gente. Por tanto, podría decir:
▪ “¿Ha oído en las noticias que el precio de [mencione el artículo] va a volver a subir?” O si una gran empresa ha despedido a muchos
trabajadores, pudiera hablar del desempleo. Dependiendo de cómo desee proseguir la conversación, puede decir: “¿Se ha preguntado
alguna vez por qué resulta tan difícil ganarse la vida?”, o: “¿Cree que siempre será tan complicado conseguir lo suficiente para
mantenernos?”.
3
Las noticias de actos violentos, como las tragedias familiares o entre compañeros de escuela, proporcionan otro tema de
conversación. Podría preguntar:
▪ “¿Ha leído en el periódico que [refiérase a una tragedia ocurrida en la comunidad]?” Luego añada: “En su opinión, ¿a qué se debe que
haya tanta violencia en el mundo?”, o: “¿Cree que alguna vez llegará el día en que podamos sentirnos seguros?”.
4
Las noticias de catástrofes causadas por inundaciones, terremotos o agitaciones civiles en diversas partes del mundo
también constituyen un medio de estimular el interés. Por ejemplo, podría preguntar:
▪ “¿Tiene Dios la culpa de [mencione el desastre natural]?” O pudiera aludir al último estallido de agitación civil y preguntar: “Si todo el
mundo desea la paz, ¿por qué es tan difícil conseguirla?”.
5
Esté al tanto de los sucesos de actualidad que pueda emplear en su introducción. Hallará sugerencias útiles en las páginas 9 y 10 del
libro Razonamiento, bajo el apartado “Actualidades”. No obstante, evite tomar partido en cuestiones políticas o sociales. Más bien, dirija
la atención a las Escrituras y al Reino de Dios como la única solución permanente a los problemas de la humanidad.

* Km 5/ pág. 2
A quién podría interesarle este tema?
1
Las revistas La Atalaya y ¡Despertad! se redactan para un público mundial. Por eso, contienen una inmensa variedad de temas.
Al leerlas, sería bueno que tratáramos de determinar a quién podría interesarle cada artículo y nos pusiéramos la meta de
presentárselo.
2
¿Se analiza en La Atalaya un asunto bíblico del que hayamos hablado con algún compañero de trabajo? ¿Hemos visto un artículo
sobre la familia que pudiera serle útil a algún pariente? ¿Sabemos de alguien que planee viajar a un lugar que se haya descrito en un
artículo de ¡Despertad!? ¿Hay alguna revista en particular que pudiéramos ofrecer en ciertos negocios u oficinas del gobierno dentro del
territorio? Por ejemplo, en un asilo podríamos ofrecer una revista que analice ciertos problemas de la edad avanzada. Y si una revista
trata sobre la delincuencia, no sería mala idea presentarla en lugares como los tribunales o las comisarías.
3
Resultados. Después de recibir la ¡Despertad! de octubre de 2011 titulada “Cómo criar hijos responsables”, un matrimonio de
Sudáfrica telefoneó a 25 escuelas del territorio de su congregación. Como resultado, 22 centros aceptaron las revistas y las
distribuyeron entre los estudiantes. A otra pareja de ese país se le ocurrió lo mismo y logró dejar ejemplares en las escuelas de su
territorio. En una de estas, algunos maestros los utilizaron en su programa semanal de orientación y lectura. Esta pareja le contó lo
ocurrido al superintendente de circuito, quien a su vez animó a las congregaciones a hacer lo mismo. Al final, en la sucursal se
recibieron tantas solicitudes de esa revista que tuvo que volverse a imprimir.
4
Nuestras revistas explican el verdadero significado de los acontecimientos mundiales y dirigen la atención de los lectores a la Biblia y
al Reino de Dios. Además, son las únicas revistas que “publica[n] salvación” (Is. 52:7). Por lo tanto, queremos que la mayor cantidad de
personas posible las lea. Y una buena manera de lograrlo es preguntándonos: “¿A quién podría interesarle este tema?”.

* Km 5/11 pág. 3
Cómo se usa el formulario Sírvase visitar (S-43)
Usamos este formulario siempre que encontremos a una persona interesada que no vive en el territorio o que habla otro idioma. Aunque
antes llenábamos un formulario cuando encontrábamos a alguien que hablaba otro idioma sin importar si tenía interés o no, ahora solo
lo usamos si la persona demuestra interés. La única excepción es si la persona es sorda. En este caso, debemos llenar un formulario S-
43 siempre.
¿Qué hacemos con el formulario una vez completado? Entregárselo al secretario de la congregación. Si él sabe a qué congregación
corresponde, sencillamente lo envía a los ancianos de esa congregación para que se atienda el interés. Cuando el secretario
no encuentra cuál es la congregación, lo envía a la sucursal.
Si la persona interesada habla otro idioma pero vive en nuestro territorio, podemos seguir cultivando su interés hasta que la visite un
publicador de la congregación de su idioma (véase Nuestro Ministerio del Reino de noviembre de 2009, página 4).
* be pág. 236-239
Uso eficaz de las preguntas
¿Qué implica?
Utilizar las preguntas para obtener un resultado en particular. Quizá se espere una contestación verbal o, más bien, que los oyentes
respondan mentalmente. La eficacia de las preguntas depende de su contenido y del modo como se formulan.
¿POR QUÉ ES IMPORTANTE?
Ayuda a los oyentes a interesarse en el asunto que se está tratando. Por otra parte, el maestro puede obtener información valiosa sobre
sus estudiantes si les plantea preguntas bien pensadas.
COMO las preguntas exigen una respuesta —sea verbal o mental—, contribuyen a que los oyentes centren la atención en lo que usted
les dice. Puede valerse de ellas para entablar conversaciones y disfrutar de un estimulante intercambio de ideas. Tanto en su función de
orador como de maestro, empléelas para despertar el interés, ayudar a razonar sobre un tema o hacer hincapié en ciertos puntos. Si las
utiliza bien, animará a otras personas a reflexionar en vez de limitarse a escuchar. Póngase un objetivo y formule las preguntas de
forma tal que lo alcance.
Para entablar conversaciones. Cuando participe en el ministerio del campo, procure invitar a las personas a expresarse, si así lo
desean.
Muchos Testigos comienzan diálogos interesantes con solo decir: “¿Se ha preguntado alguna vez...?”. Si el asunto al que se refieren
preocupa a mucha gente, está casi garantizado que disfrutarán de su predicación. Aun en el caso de que la persona no haya pensado
nunca en la cuestión, tal vez se despierte su curiosidad. Con expresiones como “¿Qué piensa sobre...?”, “¿Qué le parece...?” y “¿Cree
usted que...?”, se puede plantear gran variedad de temas.
Cuando el evangelizador Felipe abordó a un funcionario etíope que leía en voz alta una profecía de Isaías, se limitó a preguntarle:
“¿Verdaderamente sabes [es decir, entiendes] lo que estás leyendo?” (Hech. 8:30). El interrogante preparó el terreno para que Felipe le
explicara las verdades acerca de Jesucristo. Con preguntas similares, algunos Testigos de la actualidad han encontrado personas
ansiosas de entender con claridad la verdad bíblica.
Mucha gente está más dispuesta a escuchar si antes se le da la oportunidad de expresar su parecer. Por tanto, cuando haga una
pregunta, escuche atentamente la contestación de su interlocutor. Responda a su comentario con amabilidad, y no con crítica. Siempre
que sea posible, encómielo de manera sincera. En cierta ocasión, un escriba “contest[ó] inteligentemente” a Jesús, y este lo elogió con
las palabras: “No estás lejos del reino de Dios” (Mar. 12:34). Aunque no esté de acuerdo con la persona, puede darle las gracias por
haber expresado su opinión. Quizá lo que le ha dicho revele una actitud que usted deba tener en cuenta al hablarle de la verdad bíblica.
Para dar paso a ideas importantes. Cuando hable en público o converse con alguien, procure servirse de las preguntas para dirigir la
atención a puntos importantes. Asegúrese de que estas aludan a asuntos de verdadero interés para sus oyentes. También puede
emplear preguntas que intriguen por no tener respuesta obvia. Si tras formularlas hace una pausa breve, su auditorio probablemente
escuchará lo que sigue con mayor interés.
En cierta ocasión, el profeta Miqueas planteó una serie de interrogantes. Para empezar, inquirió qué pide Dios de quienes lo adoran y, a
continuación, formuló cuatro preguntas más que sugieren posibles contestaciones. Todas esas preguntas preparan al lector para la
sabia respuesta con que concluye el razonamiento (Miq. 6:6-8). ¿Por qué no prueba usted a hacer algo parecido cuando enseñe?
Para razonar sobre un tema. También pueden emplearse preguntas para ayudar a los oyentes a seguir la lógica de una
argumentación. Jehová se valió de este recurso al dirigir una seria declaración formal contra los israelitas, como muestra Malaquías 1:2-
10. En primer lugar les dijo: “Los he amado”. Puesto que ellos no reconocieron su amor, les preguntó: “¿No fue Esaú el hermano de
Jacob?”. Entonces Jehová señaló a la desolación de Edom como prueba de que, a causa de la maldad de esta nación, él no la amó.
A continuación utilizó varias ilustraciones intercaladas con interrogantes que ponían de relieve que Israel no respondía debidamente a
Su amor. Algunas de tales preguntas se ponen en boca de los sacerdotes infieles, mientras que otras se las plantea Jehová a ellos.
El emocionante diálogo nos cautiva con su lógica irrefutable y su impactante mensaje.
Algunos oradores usan con eficacia las preguntas de un modo parecido. Aunque no esperen recibir una contestación verbal, logran que
los oyentes respondan mentalmente a lo que les dice, como si de un diálogo se tratara.
Cuando dirigimos estudios bíblicos, empleamos un método que requiere la participación oral del estudiante. Si este se limita a repetir la
respuesta impresa, es obvio que no se beneficiará plenamente. Así pues, con un tono afable, hágale preguntas auxiliares que le ayuden
a razonar. En las ideas clave anímelo a basar su respuesta en la Biblia. También pudiera preguntarle: “¿Qué relación hay entre este
punto y [otra cuestión que ya hayan estudiado]? ¿Por qué es importante? ¿Qué efecto debería tener en nuestra vida?”. Con este
método obtendrá mejores resultados que expresando sus propias convicciones o dando explicaciones detalladas, pues ayudará al
estudiante a utilizar su “facultad de raciocinio” para adorar a Dios (Rom. 12:1).
Si el estudiante no capta una idea, sea paciente. Quizás esté comparando lo que usted le dice con lo que él ha creído por muchos años.
Trate de enfocar el asunto desde un ángulo diferente. A veces, sin embargo, hay que recurrir a razonamientos muy elementales. Utilice
las Escrituras con frecuencia. Emplee ilustraciones acompañadas de preguntas sencillas que induzcan a razonar sobre la base de las
pruebas.
Para que la persona exprese lo que realmente opina. Las respuestas de la gente a las preguntas no siempre revelan su verdadera
opinión. Tal vez nuestro interlocutor dé la contestación que piensa que esperamos oír. Por tanto, debemos tener discernimiento (Pro.
20:5). Pudiéramos imitar a Jesús y preguntarle: “¿Crees tú esto?” (Juan 11:26).
Cuando muchos discípulos de Jesús se ofendieron por lo que les dijo y lo abandonaron, él invitó a sus apóstoles a expresar su parecer.
Les preguntó: “Ustedes no quieren irse también, ¿verdad?”. Pedro reveló el sentir de todos ellos al responder: “Señor, ¿a quién nos
iremos? Tú tienes dichos de vida eterna; y nosotros hemos creído y llegado a conocer que tú eres el Santo de Dios” (Juan 6:67-69).
En otra ocasión, Jesús preguntó a sus discípulos: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?”. Entonces les formuló otra
pregunta para que expresaran su opinión sincera: “Pero ustedes, ¿quién dicen que soy?”. Pedro contestó: “Tú eres el Cristo, el Hijo del
Dios vivo” (Mat. 16:13-16).
En los estudios bíblicos posiblemente obtenga buenos resultados empleando un enfoque parecido en ciertos temas. Pudiera preguntar:
“¿Qué piensan tus compañeros de clase (o de trabajo) de este asunto?”. Entonces añada: “¿Y qué piensas tú?”. Al saber lo que de
verdad cree su estudiante, estará en situación de ofrecerle la mejor ayuda.
Para dar énfasis. También puede utilizar preguntas para dar énfasis a ciertas ideas. Así lo hizo el apóstol Pablo, como muestra
Romanos 8:31, 32: “Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que ni aun a su propio Hijo perdonó, sino que lo
entregó por todos nosotros, ¿por qué no nos dará bondadosamente también con él todas las demás cosas?”. Note que las dos
preguntas de estos versículos amplían la idea expresada en la frase que las antecede.
Tras dejar constancia escrita de la sentencia divina contra el rey de Babilonia, el profeta Isaías añadió con total convicción: “Jehová de
los ejércitos mismo ha aconsejado, y ¿quién puede desbaratarlo? Y su mano es la que está extendida, y ¿quién puede volverla atrás?”
(Isa. 14:27). Tales preguntas llevan implícito que nadie puede hacerlo. No necesitan respuesta.
Para poner de manifiesto ideas incorrectas. Las preguntas bien pensadas son también muy útiles para sacar a la luz ideas
incorrectas. Antes de sanar a cierto hombre, Jesús preguntó a los fariseos y a algunos entendidos en la Ley: “¿Es lícito curar en
sábado, o no?”. Tras curar al enfermo, agregó: “¿Quién de ustedes, si su hijo o su toro cae en un pozo, no lo saca inmediatamente en
día de sábado?” (Luc. 14:1-6). No hubo respuesta, aunque tampoco Jesús la esperaba. Las preguntas pusieron de manifiesto la forma
de pensar errónea de aquellos hombres.
A veces, hasta los cristianos verdaderos tienen ideas equivocadas. Algunos corintios del siglo primero llevaron a sus hermanos a los
tribunales para resolver problemas que deberían haber zanjado entre ellos. ¿Cómo trató el apóstol Pablo la cuestión? Planteó una serie
de preguntas directas destinadas a corregir su manera de pensar (1 Cor. 6:1-8).
Con la práctica aprenderá a usar eficazmente las preguntas. No obstante, esfuércese por ser respetuoso, sobre todo al dirigirse a gente
mayor, a personas con las que no tenga confianza y a quienes ocupen puestos de autoridad. Utilice preguntas para exponer la verdad
bíblica de forma atractiva.
CÓMO LOGRARLO
Para entablar conversaciones, utilice preguntas que aludan a asuntos de verdadero interés para su interlocutor.
Antes de mencionar una idea importante, pruebe a plantear un interrogante que despierte expectación.
Emplee preguntas para mostrar la base de sus afirmaciones, la lógica de las verdades que expone y los buenos efectos que estas
pueden tener en la vida de sus oyentes.
Válgase de preguntas para que el estudiante, en vez de repetir datos, exprese su opinión sobre lo que ha aprendido.

* W05 1/6 pág. 32


¿Conversa usted con sus seres queridos?
“NUESTRA capacidad para comunicarnos con los seres queridos está menguando de manera alarmante”, informa el diario polaco
Polityka. En Estados Unidos se calcula que los cónyuges solo dedican seis minutos al día a conversar de forma constructiva. Algunos
entendidos creen que la mitad de las separaciones y los divorcios son el resultado de esta tendencia.
¿Y las conversaciones entre padres e hijos? En la mayoría de los casos “parecen más un interrogatorio que una conversación: ‘¿Cómo
te fue en la escuela? ¿Qué tal los amigos?’”, señala el informe arriba mencionado, y después pregunta: “¿Cómo van a aprender así los
hijos a establecer vínculos emocionales?”.
Puesto que las dotes comunicativas no surgen de la nada, ¿hay algún modo de mejorar nuestra habilidad para conversar? El discípulo
cristiano Santiago nos dio un valioso consejo: “Todo hombre tiene que ser presto en cuanto a oír, lento en cuanto a hablar, lento en
cuanto a ira” (Santiago 1:19). En efecto, si queremos mantener una conversación constructiva, tenemos que prestar cuidadosa atención
y no interrumpir con impaciencia ni precipitarnos a sacar conclusiones. Tampoco debemos caer en la crítica, pues puede asfixiar
fácilmente la conversación. Es cierto que Jesús hizo preguntas, pero con mucho tacto y no con el objetivo de interrogar, sino para sacar
lo que había en el corazón de quienes lo escuchaban y fortalecer su relación con ellos (Proverbios 20:5; Mateo 16:13-17; 17:24-27).
Por tanto, tome la iniciativa de conversar y comunicarse con sus seres queridos y ponga en práctica los útiles principios que se hallan en
la Biblia. Es posible que esto derive en una relación estrecha y preciada que dure muchos años, tal vez toda la vida.

* be pág. 187
Escuche atentamente. Aunque Jehová es omnisapiente, escucha a los demás. El profeta Micaya recibió una visión en la que se veía a
Jehová invitando a los ángeles a expresar sus ideas sobre cómo efectuar cierta tarea. Luego, Dios permitió que uno de ellos llevara a
cabo lo que había sugerido (1 Rey. 22:19-22). Cuando Abrahán expresó su preocupación por la sentencia que iba a ejecutarse contra
Sodoma, Jehová tuvo la deferencia de escucharle (Gén. 18:23-33). ¿Cómo podemos imitar Su ejemplo en nuestro ministerio?
Anime a su interlocutor a expresarse; plantéele una pregunta oportuna y haga una pausa a fin de darle tiempo para responder. Escuche
atentamente. Su atención considerada lo animará a hablar sin trabas. Si la respuesta revela algo de lo que le interesa, formule otras
preguntas con tacto. Intente conocer mejor a la persona, sin convertir la conversación en un interrogatorio. Siempre que le sea posible,
encómiela con sinceridad por lo que piensa. Aunque no concuerde con su punto de vista, acepte con amabilidad sus comentarios (Col.
4:6).
Debemos tener cuidado para no cruzar la línea de lo que es propio en nuestro interés por los demás. Preocuparnos por ellos no nos da
licencia para inmiscuirnos en su vida privada (1 Ped. 4:15). Si hablamos con alguien del otro sexo, debemos proceder con cautela para
que no malinterprete nuestra amabilidad. Es preciso ser juiciosos, pues lo que se considera propio a este respecto varía de un país a
otro, e incluso de una persona a otra (Luc. 6:31).
La preparación contribuye a que seamos buenos oyentes, pues si tenemos una idea clara de lo que deseamos comunicar al amo de
casa, estaremos relajados y le prestaremos atención de manera natural. Así, él se sentirá cómodo y más inclinado a conversar con
nosotros.
Cuando escuchamos a los demás, les mostramos honra (Rom. 12:10). De ese modo evidenciamos que valoramos sus ideas y
sentimientos, y hasta puede motivarlos a prestar más atención a nuestro mensaje. Por ello, con buena razón, la Palabra de Dios nos
aconseja que seamos ‘prestos en cuanto a oír, lentos en cuanto a hablar’ (Sant. 1:19).

* be pág. 124,125
Contacto visual
¿Qué implica?
Mirar por unos instantes a los ojos de quienes le están escuchando, si lo permiten las costumbres de la comunidad. Ver personas,
no simplemente un grupo.
¿POR QUÉ ES IMPORTANTE?
En muchas culturas se considera el contacto visual una señal de interés en el interlocutor, así como una prueba de que se
está convencido de lo que se dice.
LOS ojos comunican actitudes y sentimientos. Pueden indicar sorpresa o temor, transmitir compasión o amor y, a veces, revelar
incertidumbre o dolor. Un señor mayor dijo respecto a la gente de su nacionalidad, que había sufrido mucho: “Hablamos con los ojos”.
Los demás pueden sacar conclusiones sobre nosotros y lo que decimos basándose en dónde fijamos la vista. En muchas culturas se
tiende a confiar en quienes miran a los ojos con expresión amistosa, pero se duda de la sinceridad o competencia de quienes miran al
suelo o algún objeto en vez de a su interlocutor. En otras culturas, la mirada fija y sostenida revela una actitud descarada, agresiva o
desafiante, sobre todo ante alguien del otro sexo, un jefe u otra persona de rango superior. Y en algunas zonas se considera una falta
de respeto que un joven mire directamente a los ojos de un adulto al dirigirle la palabra.
No obstante, en los lugares donde no es ofensivo, el que se mire a los ojos cuando se hace una afirmación importante subraya lo que
se dice y se interpreta como señal de convicción. Note la respuesta de Jesús cuando sus discípulos, muy sorprendidos, le preguntaron:
“¿Quién, realmente, puede ser salvo?”. La Biblia indica: “Mirándolos al rostro, Jesús les dijo: ‘Para los hombres esto es imposible, pero
para Dios todas las cosas son posibles’” (Mat. 19:25, 26). Las Escrituras también muestran que el apóstol Pablo observaba con atención
las reacciones de la gente. En una ocasión se encontraba entre su auditorio un hombre cojo de nacimiento. Hechos 14:9, 10 relata:
“Este estaba escuchando hablar a Pablo, el cual, mirándolo fijamente, y viendo que tenía fe para recibir la salud, dijo con voz fuerte:
‘Levántate erguido sobre tus pies’”.
Sugerencias para el ministerio del campo. Cuando se dirija a la gente en el servicio del campo, sea amigable y afectuoso. Si es
oportuno, haga preguntas que inviten a la reflexión para iniciar un diálogo sobre un tema que pueda ser de interés mutuo. Procure
establecer contacto visual desde el principio, o al menos mire a su interlocutor a la cara de forma respetuosa y cordial. Una sonrisa
cálida, acompañada de una mirada que irradia gozo, resulta muy atractiva. Tal expresión facial le dice mucho al amo de casa sobre el
tipo de persona que es usted y contribuye a que se relaje mientras le escucha.
Donde sea apropiado, observe la expresión de los ojos de la persona, pues pudiera indicarle cómo tratar la situación. Posiblemente
capte si el amo de casa está enojado, no tiene interés o no le comprende. También notará si se está impacientando o, por el contrario,
si sigue sus palabras con vivo interés. De la expresión de sus ojos puede deducir que debe hablar más despacio o más deprisa, tratar
de que intervenga en la conversación, concluir esta o proseguir con una demostración de cómo estudiar la Biblia.
Sea que esté dando testimonio público o dirigiendo un estudio bíblico, esfuércese por mantener contacto visual con su interlocutor de
manera respetuosa. No clave la vista en él, pues hará que se sienta incómodo (2 Rey. 8:11). Más bien, mírele a menudo a la cara con
naturalidad y simpatía, lo cual en muchos países denota interés sincero. Por supuesto, si está leyendo la Biblia u otra publicación,
tendrá la vista fija en la página impresa, pero cuando desee hacer hincapié en una idea, puede mirar a la persona, aunque brevemente.
Al levantar la vista alguna que otra vez, también le será posible observar su reacción a lo que le está leyendo.
Si al principio por su timidez le resulta difícil mirar a los ojos, no se rinda. Con la práctica logrará hacerlo de forma natural, lo cual le
ayudará a comunicarse con mayor eficacia.

* Km 6/13 pág. 1 párr. 3


3
Nuestras presentaciones. ¿Qué le preocupa ahora a la gente del territorio? ¿La economía? ¿La familia? ¿Las guerras? Estar al tanto
de lo que sucede y de las circunstancias más comunes de la gente nos ayudará a preparar presentaciones más eficaces (1 Cor. 9:20-
23). Cuando las personas se expresen, en vez de dar una respuesta automática y seguir con nuestra presentación, es mucho mejor
adaptarnos a lo que les preocupa y hablar de eso.

* Km 9/09 pág. 1 párr. 4


4
¿Contestar a toda costa? Si no sabe la respuesta a alguna pregunta, diga sinceramente: “No sé, pero puedo investigar el asunto y
volver para contestarle”. Por su modestia e interés, quizás logre que la persona acepte una nueva visita. Pero si está claro que la
persona es un opositor y solo busca provocar una discusión, haga lo que hizo Jesús: no prolongue la conversación (Luc. 20:1-8).
Asimismo, si alguien no tiene verdadero interés en la verdad y lo que quiere es crear debate, abandone amablemente la conversación y
aproveche su tiempo para buscar a la gente sincera (Mat. 7:6).

* Km 2/14 pág. 1
Mejore sus habilidades en el ministerio: lleve un registro de las personas interesadas
“Presta constante atención a ti mismo y a tu enseñanza.” (1 Tim. 4:16.) Este consejo inspirado que el apóstol Pablo dio a Timoteo
muestra que, seamos nuevos o experimentados, debemos esforzarnos por mejorar. Con este fin, Nuestro Ministerio del Reino contendrá
una nueva serie titulada “Mejore sus habilidades en el ministerio”. Cada artículo analizará una habilidad importante y ofrecerá
sugerencias para desarrollarla. Se nos anima a todos a prestar especial atención a dicha habilidad durante el mes. Al cabo del mes,
tendremos la oportunidad de explicar en una sección de la Reunión de Servicio los beneficios que hemos obtenido. En esta ocasión, se
nos invita a concentrarnos en llevar un registro de las personas interesadas.
Por qué es importante. Nuestra comisión implica más que solo predicar: supone visitar de nuevo a quienes muestren interés y
enseñarles la verdad, regando así las semillas que hemos plantado (Mat. 28:19, 20; 1 Cor. 3:6-9). Para ello, tenemos que volver a
encontrar a las personas, hablarles de lo que les importa y agregar algo nuevo apoyándonos en la conversación anterior. De ahí la
necesidad de hacer un registro cuando encontremos a alguien interesado.
Cómo hacerlo:
• Lleve en el bolso o maletín los útiles necesarios. Mantenga los registros impecables, ordenados y al día. Anote los datos justo al
terminar la visita.
• Apunte información sobre la persona, como su nombre y datos de contacto (dirección, número de teléfono, correo electrónico). ¿Qué
cosas observó acerca de ella o su familia que sean relevantes?
• Escriba los detalles de la conversación. ¿Qué textos leyó? ¿Qué dijo la persona sobre sus creencias? ¿Le dejó alguna publicación?
Anote la hora, el día y la fecha de la visita.
• Escriba lo que piensa hacer la próxima vez. ¿De qué tema prometió hablar? ¿Cuándo se comprometió a volver?
• Actualice el registro cada vez que vuelva. No pasa nada si toma notas de más.
Intente esto durante el mes:
• Cuando esté haciendo un registro, dígale a su compañero qué cosas está apuntando

 LECCION 5 (a)

* bt pág. 41 párr. 16
16
Sin perder tiempo, los apóstoles pusieron manos a la obra. Lejos de amilanarse, se dejaban ver “todos los días en el templo, y de
casa en casa [...] declarando las buenas nuevas acerca del Cristo” (Hech. 5:42). Estos celosos evangelizadores estaban decididos a dar
testimonio cabal, sí, un testimonio completo y exhaustivo. Observemos que, tal como les había enseñado Jesús, llevaban el mensaje a
un hogar tras otro (Mat. 10:7, 11-14). Seguramente fue así como llenaron Jerusalén con su enseñanza. Hoy, los testigos de Jehová
somos famosos por seguir este método apostólico. Al visitar todas las viviendas del territorio, dejamos muy claro que queremos dar un
testimonio concienzudo y ofrecer a cada vecino la oportunidad de escuchar las alegres noticias del Reino. ¿Ha bendecido Jehová esta
faceta del ministerio? Sin duda. En este tiempo del fin, millones de personas han abrazado el mensaje, y muchas de ellas lo oyeron por
primera vez cuando un Testigo llamó a su puerta.
* cf pág. 76-81 y *cf pág. 84-86
“Para esto fui enviado”
JESÚS y los apóstoles llevan horas caminando. Van de Judea a Galilea, en dirección norte. El camino más corto —que se puede
recorrer en unos tres días— atraviesa Samaria. Cerca del mediodía llegan a un pueblo llamado Sicar, donde hacen un alto para reponer
fuerzas.
2
Mientras los apóstoles van a comprar alimentos, Jesús se queda descansando junto a un pozo en las afueras del pueblo. En eso ve
que se acerca una mujer a sacar agua. Puesto que está “cansado del viaje”, podría decidir no prestarle atención (Juan 4:6). Sería
comprensible que sencillamente cerrara los ojos, sin fijarse en lo que ella hace. Según lo que vimos en el capítulo 4, es muy probable
que la samaritana crea que Jesús, como cualquier otro judío, la va a tratar de manera desdeñosa. Sin embargo, Jesús entabla
conversación con ella.
3
Inicia el diálogo valiéndose de una comparación extraída de las tareas diarias de la mujer, o mejor dicho, de la tarea que está a punto
de realizar. Ella ha venido a buscar agua, y Jesús le habla de un agua que da vida y que apagará su sed espiritual. A lo largo de la
conversación, la mujer hace varias declaraciones polémicas. Sin embargo, Jesús evita con delicadeza entrar en discusiones y, sin
desviarse del tema, se centra en los asuntos espirituales, a saber, la adoración pura y Jehová Dios. Sus palabras tienen gran
repercusión, pues cuando la samaritana les cuenta a los hombres del pueblo lo que él le ha dicho, ellos también quieren oír a Jesús
(Juan 4:3-42).
4
¿Cómo reaccionan los apóstoles cuando llegan y ven el asombroso testimonio que Jesús está dando? No muestran el menor
entusiasmo. Les sorprende encontrar a Jesús hablando con aquella mujer, y al parecer no cruzan ni una palabra con ella. Una vez que
esta se marcha, le ruegan a Jesús que coma de lo que han traído. “Yo tengo alimento para comer del cual ustedes no saben”, responde
él. Extrañados, al principio toman sus palabras al pie de la letra, pero él les explica: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y
terminar su obra” (Juan 4:32, 34). De este modo, Jesús les enseña que la obra que debe realizar en su vida es mucho más importante
que el alimento físico, y quiere contagiarles ese sentimiento. Ahora bien, ¿cuál es esta obra?
5
En cierta ocasión, Jesús dijo: “Tengo que declarar las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto fui enviado” (Lucas 4:43).
Así es, Jesús fue enviado a predicar y enseñar las buenas nuevas del Reino de Dios. Hoy sus discípulos hemos recibido el mismo
encargo. Por eso es tan importante que examinemos las razones por las que él predicó, el mensaje que declaró y la actitud con que
cumplió su comisión.
¿Por qué predicó Jesús?
6
Empezaremos por examinar lo que Jesús sentía por las verdades que enseñaba, para pasar luego a la actitud que mostraba hacia la
gente a quien instruía. Mediante un gráfico ejemplo, Jesús reveló cuánto valoraba la oportunidad de dar a conocer las verdades que
había aprendido de su Padre. Dijo: “Todo instructor público, cuando ha sido enseñado respecto al reino de los cielos, es semejante a un
hombre, un amo de casa, que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas” (Mateo 13:52). ¿Por qué saca cosas de su tesoro este dueño
de casa?
7
No es simplemente para presumir de sus posesiones, como hizo el antiguo rey Ezequías, una acción que a la larga le salió muy cara
(2 Reyes 20:13-20). Entonces, ¿cuál es el motivo? Pues bien, pongamos un ejemplo. Suponga que usted va a visitar a un profesor suyo
a quien aprecia mucho, y este le muestra dos cartas que guarda en su escritorio. Una está amarillenta por el paso de los años, y la otra
es más reciente. Son cartas de su padre. La primera la recibió hace décadas, cuando no era más que un niño, mientras que la segunda
le llegó hace poco. Los ojos le brillan de felicidad al hablar del gran cariño que les tiene, de cómo sus consejos le han cambiado la vida
y de cómo pueden serle útiles a usted también. Está claro que estas cartas significan mucho para su profesor y ocupan un lugar
especial en su corazón (Lucas 6:45). Si se las ha mostrado, no es por vanidad ni para obtener algún provecho económico, sino para que
usted se beneficie de ellas y pueda comprender el valor que tienen.
8
El Gran Maestro, Jesús, enseñaba a la gente las verdades de Dios por motivos semejantes. Estas eran para él un tesoro inestimable:
las amaba, ansiaba mostrarlas a otros y quería que todo discípulo suyo —“todo instructor público”— sintiera lo mismo que él. ¿Es eso lo
que usted siente? Hay buenas razones para amar todas y cada una de las verdades que aprendemos de la Palabra de Dios. Para
nosotros, las gemas de la verdad son inmensamente valiosas, ya sean enseñanzas que aprendimos hace mucho tiempo o algunas
explicaciones más recientes. Como Jesús, transmitiremos ese amor si hablamos con entusiasmo de las cosas que Jehová nos ha
enseñado y si no perdemos el aprecio que sentimos por ellas.
9
Jesús también amaba a aquellos a quienes instruía, como veremos con más detalle en la sección 3. Las Escrituras habían predicho
que el Mesías “le [tendría] lástima al de condición humilde y al pobre” (Salmo 72:13). Jesús se interesaba de verdad por la gente.
Se preocupó por conocer las ideas y las actitudes que los movían a actuar, y por entender las cargas que los oprimían y los obstáculos
que les impedían captar la verdad (Mateo 11:28; 16:13; 23:13, 15). Recordemos el caso de la samaritana. Sin duda, a ella debió de
causarle una impresión muy honda el interés que él le mostró. Al ver la capacidad que Jesús tenía para comprender aspectos de su
vida personal, no pudo menos que reconocerlo como profeta, y se puso a hablar a otros acerca de él (Juan 4:16-19, 39). Nosotros, por
supuesto, somos incapaces de leer el corazón de aquellos a quienes predicamos; pero, como Jesús, sí podemos interesarnos por ellos,
demostrarles que nos importan y adaptar lo que decimos a sus intereses, problemas y necesidades.
¿Qué mensaje declaró?
10
¿Qué mensaje predicó Jesús? Si buscamos la respuesta en las doctrinas de muchas iglesias que afirman representarlo,
probablemente lleguemos a la conclusión de que predicó un evangelio social, que impulsó reformas políticas o que centró su mensaje
en la salvación personal. No obstante, como ya vimos, Jesús dijo claramente: “Tengo que declarar las buenas nuevas del reino de
Dios”. ¿Qué implicaba esa labor?
11
Recordemos que el Hijo de Dios estaba en el cielo cuando Satanás puso en duda por primera vez que la soberanía de Jehová fuera
justa. ¡Cuánto debió de apenarle ver que se difamara a su Padre y se le acusara de ser un Gobernante injusto que priva a sus criaturas
de cosas buenas! ¡Cuánto debió de dolerle que Adán y Eva, los futuros padres de la familia humana, creyeran las mentiras de Satanás!
Él fue testigo de cómo aquella rebelión contaminó con el pecado y la muerte a la humanidad (Romanos 5:12). Por otro lado, ¡qué feliz
debió de sentirse al saber que un día su Padre corregiría los asuntos por medio de su Reino!
12
¿Qué debía corregirse antes que nada? Era preciso que el santo nombre de Jehová fuera santificado, es decir, limpiado
completamente de todo el oprobio que sobre él han amontonado Satanás y sus secuaces. Asimismo, debía quedar demostrada la
justicia de la soberanía —o manera de gobernar— de Jehová. Jesús entendía estas cuestiones vitales mejor que ningún otro hombre.
Por esa razón, en la oración modelo enseñó a sus discípulos a pedir, primero, que el nombre de su Padre fuera santificado; segundo,
que viniera el Reino de su Padre, y tercero, que se hiciera la voluntad de Dios en la Tierra (Mateo 6:9, 10). Dentro de poco, el Reino de
Dios, con Cristo en el trono, eliminará del planeta al corrupto mundo de Satanás y confirmará para siempre el gobierno justo de Jehová
(Daniel 2:44).
13
Este Reino fue el tema central del ministerio de Jesús. Todas sus palabras y todas sus acciones contribuyeron a explicarlo y a
mostrar cómo cumpliría el propósito de Jehová. Jesús no permitió que nada lo desviara de su misión de predicar las buenas nuevas del
Reino de Dios. A pesar de que en aquellos días existían problemas sociales apremiantes y se cometían innumerables injusticias, él se
centró en su mensaje y en su obra. ¿Quiere decir eso que Jesús era un hombre estrecho de miras y que su forma de enseñar era
aburrida y repetitiva? ¡Nada más lejos de la realidad!
14
Como comprobaremos a lo largo de esta sección, Jesús enseñaba de una manera atractiva y llena de vida; conseguía llegar al
corazón de sus oyentes. Esto nos recuerda al sabio rey Salomón, quien procuró hallar palabras verdaderas, deleitables y correctas para
escribir las ideas que recibió por inspiración divina (Eclesiastés 12:10). Gracias a la “anchura de corazón” que Jehová le otorgó a este
hombre imperfecto, él podía disertar sobre una gran diversidad de temas, desde los árboles y los arbustos hasta los peces y las bestias.
La gente acudía desde muy lejos para oírlo (1 Reyes 4:29-34). Con todo, no olvidemos que Jesús era “algo más que Salomón” (Mateo
12:42). Esto quiere decir que él era mucho más sabio, que tenía más “anchura de corazón”. Cuando enseñaba, recurría al conocimiento
superior que poseía sobre la Palabra de Dios, así como sobre las distintas clases de animales, el clima, la agricultura, la historia, los
sucesos importantes de su día y las condiciones sociales. Sin embargo, nunca presumió de sus conocimientos ni buscó impresionar a
los demás. Por el contrario, su mensaje fue siempre sencillo y claro. No sorprende, pues, que las multitudes lo escucharan con tanto
gusto (Marcos 12:37; Lucas 19:48).
15
Hoy, los cristianos tratamos de seguir el ejemplo de Cristo. Aunque no tenemos su inmensa sabiduría y conocimiento, sí poseemos
ciertos conocimientos y experiencia que podemos utilizar al enseñar las verdades de la Palabra de Dios. Los padres, por ejemplo,
pueden valerse de la experiencia que han adquirido en la crianza de su familia para ilustrar el amor que Jehová siente por Sus hijos.
También podemos extraer ejemplos o ilustraciones del trabajo, la escuela, el comportamiento de la gente o los sucesos de actualidad.
Al mismo tiempo, debemos evitar cualquier cosa que desvíe la atención del mensaje que llevamos: las buenas nuevas del Reino de
Dios (1 Timoteo 4:16).
¿Qué actitud tuvo hacia su ministerio?
16
Jesús consideraba su ministerio un preciado tesoro. Le daba un inmenso placer enseñar a la gente a ver a su Padre celestial tal como
es en realidad, sin el velo de confusas doctrinas y tradiciones humanas. Se complacía en ayudarles a tener una buena relación con
Jehová y a aferrarse a la esperanza de la vida eterna. Disfrutaba llevándoles el consuelo y el gozo de las buenas nuevas. ¿Cómo
manifestó él esos sentimientos? Veamos tres maneras.
17
En primer lugar, Jesús hizo del ministerio el centro de su vida. Hablar del Reino era su verdadera vocación, la obra de su vida, su
mayor interés. Por eso, como se explicó en el capítulo 5, decidió con sabiduría llevar una vida sencilla. Aplicando él mismo lo que
enseñaba, mantuvo la vista fija en lo más importante y no se distrajo acumulando bienes que tendría que pagar y luego mantener,
reparar o reemplazar. Vivió con sencillez para que nada lo apartara innecesariamente de su ministerio (Mateo 6:22; 8:20).
18
En segundo lugar, Jesús dio lo mejor de sí en su ministerio. Dedicó a él todas sus energías y recorrió a pie literalmente centenares de
kilómetros por toda Palestina buscando a todo el que escuchara las buenas nuevas. Les hablaba a las personas en sus hogares, en las
plazas públicas, en los mercados y al aire libre. Les hablaba aunque estuviera cansado, con hambre o con sed, o aunque necesitara un
momento de tranquilidad en compañía de sus amigos íntimos. Ni siquiera en los últimos instantes de su vida dejó de hablar de las
buenas nuevas del Reino de Dios (Lucas 23:39-43).
19
En tercer lugar, Jesús estaba siempre consciente de la urgencia de efectuar su ministerio. Recordemos la conversación que sostuvo
con la samaritana en el pozo cerca de Sicar. Es obvio que los apóstoles no vieron que en aquella situación fuera urgente predicar las
buenas nuevas. “¿No dicen ustedes que todavía hay cuatro meses antes que venga la siega? —les preguntó Jesús—. ¡Miren! Les digo:
Alcen los ojos y miren los campos, que están blancos para la siega.” (Juan 4:35.)
20
Jesús tomó esta imagen de la época del año en que estaban. Era, por lo visto, el mes de kislev (noviembre-diciembre), y todavía
faltaban cuatro meses para la siega de la cebada, que tiene lugar alrededor de la Pascua (celebrada el 14 de nisán). No había razón
para que los agricultores se apresuraran, pues aún quedaba mucho tiempo. Pero ¿podía decirse lo mismo de la “siega” de discípulos?
¡Claro que no! Había muchas personas que estaban listas para escuchar, para aprender, para seguir a Cristo y obtener la maravillosa
esperanza que Jehová les ofrecía. Era como si Jesús pudiera alzar la mirada sobre aquellos campos simbólicos y ver que estaban
blancos de mies madura que se mecía suavemente con la brisa, lo que señalaba que estaba lista para ser cosechada. Había llegado la
hora, y era urgente realizar el trabajo. Por eso, cuando los habitantes de una ciudad trataron de retenerlo, él les contestó: “También a
otras ciudades tengo que declarar las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto fui enviado” (Lucas 4:43).
21
Es posible imitar a Jesús de las tres formas antes mencionadas. Primero, haciendo del ministerio cristiano el centro de nuestra vida.
Aun si tenemos familia, un trabajo y otras obligaciones, podemos demostrar que damos prioridad al ministerio participando en él con
entusiasmo y regularidad, como lo hizo Jesús (Mateo 6:33; 1 Timoteo 5:8). Segundo, dando lo mejor de nosotros en el ministerio y
empleando generosamente nuestro tiempo, energías y recursos para apoyarlo (Lucas 13:24). Y tercero, recordando siempre la urgencia
de nuestra obra (2 Timoteo 4:2). Aprovechemos, pues, toda oportunidad que se nos presente para predicar.
22
Jesús también mostró que entendía la importancia de la obra al asegurarse de que esta continuara tras su muerte; por eso mandó a
sus discípulos que siguieran predicando y enseñando. De esta comisión tratará el capítulo siguiente.
[Notas]
Por ejemplo, cuando la mujer pregunta cómo es que un judío se dirige a una samaritana, saca a relucir la enemistad que existía entre
los dos pueblos desde hacía siglos (Juan 4:9). Asimismo, asegura que su pueblo desciende de Jacob, afirmación que los judíos
negaban rotundamente (Juan 4:12). Estos llamaban cuteos a los samaritanos para subrayar su origen extranjero.
Predicar significa declarar o dar a conocer un mensaje. Enseñar tiene un significado parecido, pero implica algo más: conlleva la idea de
transmitir el mensaje de forma más profunda y detallada. Para enseñar bien hay que buscar maneras de llegar al corazón de la persona
a fin de infundir en ella el deseo de vivir de acuerdo con lo que aprende.
En su comentario de este versículo, cierta obra de consulta dice: “Cuando las mieses maduran, cambian de verde a dorado o adquieren
un color claro, lo que constituye una señal indiscutible de que ha llegado el momento de la recolección”.

* W13 15/5 pág. 9 párr. 4


4
Piense también en Jesús y en su ejemplo perfecto de celo y perseverancia en el ministerio. Pese a la cruel oposición, su celo se
mantuvo intacto hasta el doloroso final de su vida en la Tierra (Juan 18:36, 37). De hecho, al acercarse ese momento, redobló sus
esfuerzos por ayudar a la gente a conocer a Jehová.

* cf pág. 94-96
Una misión en la que todos debemos participar
14
Con las palabras “Vayan [...] y hagan discípulos”, el resucitado Jesucristo dejó en manos de sus seguidores una gran responsabilidad.
Él no estaba pensando solamente en los discípulos que se habían congregado en la montaña de Galilea aquel día primaveral. Su
encargo fue predicar a “gente de todas las naciones”, y esta obra seguiría efectuándose “hasta la conclusión del sistema de cosas”, por
lo que evidentemente todos sus seguidores, incluidos nosotros, debemos participar en ella. Analicemos con más detalle el mandato que
Cristo dio en Mateo 28:18-20.
15
Antes de encomendar la misión de hacer discípulos, Jesús dijo: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y sobre la tierra”
(versículo 18). ¿Tiene Jesús realmente tanta autoridad? ¡Claro que sí! Él es el arcángel, y capitanea miríadas y miríadas de ángeles
(1 Tesalonicenses 4:16; Revelación 12:7). Como “cabeza de la congregación”, tiene autoridad sobre sus discípulos en la Tierra (Efesios
5:23). Además, gobierna desde 1914 como Rey Mesiánico en el cielo (Revelación 11:15). Incluso posee autoridad sobre la sepultura,
pues tiene el poder de resucitar a los muertos (Juan 5:26-28). Al referirse primero a su gran autoridad, Jesús indica que lo que va a decir
a continuación no es una sugerencia, sino un mandato; y puesto que la fuente de tal autoridad no es él, sino Dios mismo, lo más sabio
es obedecerle (1 Corintios 15:27).
16
Ahora Jesús pasa a explicar la misión en sí, la cual comienza con una sola palabra: “Vayan” (versículo 19). Como vemos, él quiere
que seamos nosotros quienes vayamos y llevemos a otros el mensaje del Reino. Para cumplir con esta encomienda podemos usar
diversos métodos. Por ejemplo, predicamos de casa en casa, lo cual es una de las formas más eficaces de tener contacto personal con
la gente (Hechos 20:20). También creamos oportunidades para dar testimonio informalmente, pues estamos deseosos de entablar
conversaciones sobre las buenas nuevas en cualquier momento oportuno del día. Y aunque los métodos en sí varían según las
necesidades y circunstancias locales, hay una cosa que no cambia: todos ‘vamos’ y buscamos hasta descubrir quién es merecedor
(Mateo 10:11).
17
Entonces, Jesús pasa a explicar cuál es el objetivo de nuestra misión: “[Hacer] discípulos de gente de todas las naciones” (versículo
19). ¿Cómo lo logramos? Pues bien, un discípulo es un aprendiz, alguien a quien se enseña. Pero hay algo más implicado en hacer
discípulos. Cuando ayudamos a alguien a estudiar la Biblia, no queremos que simplemente llene su mente de conocimiento. Queremos
que se convierta en un seguidor de Cristo. Por eso, siempre que podemos, resaltamos el ejemplo de Jesús, para que el estudiante
aprenda a verlo como su Maestro y Modelo, imite su modo de vida y haga la misma obra que él hizo (Juan 13:15).
18
Un elemento fundamental de la misión se expresa con la frase: “Bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo”
(versículo 19). El bautismo es el paso más importante que da un discípulo en su vida, pues es una demostración clara de que se ha
dedicado a Dios sin reservas; de ahí que sea un paso esencial para la salvación (1 Pedro 3:21). Al discípulo bautizado que sigue
haciendo todo cuanto puede en el servicio a Jehová le esperan infinitas bendiciones en el venidero nuevo mundo. ¿Ha ayudado usted a
alguien a hacerse discípulo bautizado de Cristo? Si así es, habrá comprobado que no hay otra cosa que cause más gozo en el
ministerio cristiano (3 Juan 4).
19
Jesús explica la siguiente parte de la misión al decir: “Enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado” (versículo
20). Los cristianos enseñamos a los nuevos a obedecer los mandatos de Jesús, entre ellos amar a Dios y al prójimo y hacer discípulos
(Mateo 22:37-39). Les enseñamos gradualmente a explicar las verdades bíblicas y a defender su fe, que va aumentando de día en día.
Cuando reúnen los requisitos para participar en la predicación pública, los acompañamos y les mostramos con nuestras palabras y
ejemplo cómo hacerlo de manera efectiva. Ahora bien, la instrucción que damos a los nuevos discípulos quizá continúe después de su
bautismo, pues es probable que necesiten ayuda para hacer frente a las dificultades que se presentan al seguir a Cristo (Lucas
9:23, 24).

* W07 15/11 págs. 15-17


¿Somos una fuente de alivio?
EN EL extremo sur de la cordillera del Antilíbano se alza el monte Hermón. Su majestuosa cumbre, que alcanza los 2.814 metros
(9.232 pies) sobre el nivel del mar, está nevada durante la mayor parte del año. Cuando los vapores nocturnos pasan sobre ella, se
condensan formando rocío, que desciende por las laderas, humedeciendo abetos y frutales, hasta llegar a las viñas. En el antiguo
Israel, era un alivio contar con este rocío, la principal fuente de humedad para las plantas durante la larga temporada seca.
Un canto inspirado dice que la unidad entre los siervos de Jehová es tan reconfortante como “el rocío de Hermón que viene
descendiendo sobre las montañas de Sión” (Salmo 133:1, 3). Al igual que el Hermón es fuente de rocío para las plantas, nosotros
podemos ser fuente de alivio para los demás. ¿En qué sentido?
El ejemplo de Jesús
Jesucristo era un hombre que dejaba huella. Hasta un breve encuentro con él era una experiencia tan agradable como el frescor del
rocío. Por ejemplo, el Evangelio de Marcos indica que Jesús “tomó a los niños en los brazos y empezó a bendecirlos, poniendo las
manos sobre ellos” (Marcos 10:16). ¡Qué bien tienen que haberse sentido aquellos pequeños!
La última noche que vivió como hombre en la Tierra, Jesús lavó los pies a sus apóstoles, demostrando así una humildad que tuvo que
llegarles al corazón. Acto seguido, Jesús les dijo: “Yo les he puesto el modelo, que, así como yo hice con ustedes, ustedes también
deben hacerlo” (Juan 13:1-17). En efecto, ellos también debían ser humildes. Aunque no captaron de inmediato la idea y esa misma
noche discutieron sobre quién tenía más importancia, Jesús no se enojó, sino que razonó pacientemente con ellos (Lucas 22:24-27).
Hasta “cuando [sus enemigos] lo estaban injuriando, no se puso a injuriar en cambio”. De hecho, “cuando estaba sufriendo, no se puso
a amenazar, sino que siguió encomendándose al que juzga con justicia”. Sin duda, la actitud de Jesús es reconfortante, y hacemos bien
en imitarla (1 Pedro 2:21, 23).
Jesús dijo a sus oyentes: “Tomen sobre sí mi yugo y aprendan de mí, porque soy de genio apacible y humilde de corazón, y hallarán
refrigerio para sus almas” (Mateo 11:29). ¡Qué maravilla poder aprender directamente de Jesús! Enseñaba tan bien que, cuando tomó la
palabra en la sinagoga de su pueblo, la gente se quedó atónita y dijo: “¿Dónde consiguió este hombre esta sabiduría y estas obras
poderosas?” (Mateo 13:54). Hoy en día, cuando leemos los relatos sobre la vida y ministerio de Jesús, también aprendemos muchas
cosas de él, entre ellas a ser una fuente de refrigerio, o alivio. Fijémonos, por lo tanto, en el extraordinario ejemplo que dio al hacer
comentarios constructivos y ayudar al prójimo.
Seamos constructivos al hablar
Con las relaciones humanas ocurre lo mismo que con las casas: es mucho más fácil destruir que construir. Es muy fácil atacar las faltas
ajenas, pues todo el mundo es imperfecto y comete errores. Como bien dijo el rey Salomón, “no hay en la tierra hombre justo que siga
haciendo el bien y no peque” (Eclesiastés 7:20). Así que no es nada difícil descubrir los defectos del prójimo y derrumbarlo haciendo
comentarios hirientes (Salmo 64:2-4). Pero ser constructivos cuando hablamos es todo un arte.
Con sus palabras edificantes, Jesús animaba a las personas. Les brindaba alivio espiritual anunciándoles las buenas nuevas del Reino
(Lucas 8:1). También animaba a sus discípulos al ayudarles a conocer íntimamente a su Padre celestial (Mateo 11:25-27). No es
extraño que la gente se sintiera atraída a Jesús.
Pero los escribas y fariseos no eran como él. No tenían en cuenta las necesidades ajenas. De ellos dijo Jesús: “Les gusta el lugar más
prominente en las cenas y los asientos delanteros en las sinagogas” (Mateo 23:6). Lo cierto es que menospreciaban a la gente común,
llegando a decir: “Esta muchedumbre que no conoce la Ley son unos malditos” (Juan 7:49). ¡Qué actitud tan poco edificante!
Nuestras palabras suelen revelar tanto lo que somos por dentro como lo que pensamos de los demás. Así lo reconoció Jesús cuando
señaló: “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón produce lo bueno; pero el hombre inicuo produce lo que es inicuo de su tesoro
inicuo; porque de la abundancia del corazón habla su boca” (Lucas 6:45). Entonces, si queremos que nuestras palabras sean una
fuente de alivio, ¿qué podemos hacer?
En primer lugar, antes de hablar hay que pensar. Como indica Proverbios 15:28, “el corazón del justo medita para responder”. Y eso
no tiene por qué tomarnos mucho tiempo. Basta con reflexionar un poco para ver cuál será la reacción más probable a nuestros
comentarios. Deberíamos preguntarnos: “¿Es una muestra de amor lo que voy a decir? ¿Se basa en hechos comprobados, o en
habladurías? ¿Es ‘una palabra a su tiempo’? ¿Va a animar y fortalecer a quienes me escuchen?” (Proverbios 15:23). Si determinamos
que es un comentario negativo o inoportuno, lo mejor es olvidarnos de él. O, mejor aún, sustituirlo por otro más positivo y pertinente. Las
palabras que se dicen sin pensar son como “las estocadas de una espada”, mientras que los comentarios positivos son una auténtica
“curación” (Proverbios 12:18).
Otra cosa que nos ayudará a edificar a los hermanos es tener presente por qué son tan valiosos a los ojos de Dios. Jesús dijo: “Nadie
puede venir a mí a menos que el Padre, que me envió, lo atraiga” (Juan 6:44). Es obvio que Jehová ve las buenas cualidades de todos
sus siervos, incluidos los que, en nuestra opinión, tienen una personalidad difícil. Si nos esforzamos, nosotros también lograremos ver
sus virtudes, lo que nos permitirá decir algo bueno de cada uno de ellos.
Ayudemos al prójimo
Jesús conocía muy bien las terribles condiciones en que vivían los oprimidos. Así, leemos que “al ver las muchedumbres, se
compadeció de ellas, porque estaban desolladas y desparramadas como ovejas sin pastor” (Mateo 9:36). Pero él no se limitó a observar
la situación en que se hallaban, sino que hizo algo para aliviarla. Les dirigió esta invitación: “Vengan a mí, todos los que se afanan y
están cargados, y yo los refrescaré”. Y agregó estas tranquilizadoras palabras: “Mi yugo es suave y mi carga es ligera” (Mateo
11:28, 30).
Hoy atravesamos “tiempos críticos, difíciles de manejar” (2 Timoteo 3:1). Muchas personas viven abrumadas por “la inquietud de este
sistema de cosas” (Mateo 13:22). Y otras están agobiadas por sus circunstancias personales (1 Tesalonicenses 5:14). ¿Cómo podemos
ser una fuente de alivio para ellas? Aligerándoles la carga, tal como hizo Cristo.
Hay quienes se quitan un peso de encima hablando de sus problemas. Si alguien quiere desahogarse con nosotros, ¿escuchamos con
atención? Para ser oyentes compasivos tenemos que ser disciplinados. No debemos perder la concentración en lo que dice la persona,
tal vez pensando en la respuesta que vamos a darle o en la solución que podemos ofrecerle. Al escuchar con atención, mirar a los ojos
y sonreír cuando es oportuno, demostramos verdadero interés.
En la congregación cristiana tenemos muchas oportunidades de animar a los hermanos. Por ejemplo, en el Salón del Reino podemos
hablar con quienes tienen problemas de salud. A veces, no hace falta más que dedicarles unos minutos antes o después de las
reuniones y decirles algo que los fortalezca. También podemos fijarnos en quiénes han faltado al estudio de libro, y luego telefonearles
para ver si están bien y brindarles nuestra ayuda (Filipenses 2:4).
Los superintendentes de la congregación llevan sobre sus hombros una gran responsabilidad. Les haremos mucho más llevadera la
carga cooperando con ellos y realizando humildemente las asignaciones que nos den. La Palabra de Dios dirige esta exhortación a los
cristianos: “Sean obedientes a los que llevan la delantera entre ustedes, y sean sumisos, porque ellos están velando por las almas de
ustedes como los que han de rendir cuenta; para que ellos lo hagan con gozo y no con suspiros, por cuanto esto les sería gravemente
dañoso a ustedes” (Hebreos 13:17). Si estamos dispuestos a colaborar, seremos una fuente de alivio para quienes “presiden
excelentemente” (1 Timoteo 5:17).
No escatimemos comentarios constructivos ni buenas obras
El rocío que alivia la sequía es el conjunto de miles de gotitas que descienden con suavidad, sin que uno sepa de dónde salen. De igual
manera, el alivio que ofrecemos a los demás no consiste en una sola acción noble, sino en el conjunto de obras cristianas que
realizamos a favor del prójimo día a día.
El apóstol Pablo escribió: “En amor fraternal ténganse tierno cariño unos a otros. En cuanto a mostrarse honra unos a otros, lleven la
delantera” (Romanos 12:10). Si ponemos en práctica este consejo, lograremos ser, de palabra y obra, una auténtica fuente de alivio.

* bt pág. 32-35 parrs 13-17


“Levantaron la voz de común acuerdo a Dios” (Hechos 4:23-31)
13
Tan pronto como fueron liberados, Pedro y Juan se reunieron con el resto de la congregación y, todos juntos, “levantaron la voz de
común acuerdo a Dios” pidiéndole que les diera entereza para seguir predicando (Hech. 4:24). Pedro sabía por experiencia lo absurdo
que es tratar de hacer la voluntad de Jehová apoyándose únicamente en las propias fuerzas. Semanas antes había pecado de confiado
al decirle a Jesús: “Aunque a todos los demás se les haga tropezar respecto a ti, ¡a mí nunca se me hará tropezar!”. Pero tal como el
propio Cristo profetizó, el apóstol no tardó en dejarse dominar por el temor y negar a su amigo y maestro. No obstante, aprendió la
lección (Mat. 26:33, 34, 69-75).
14
Así que no basta con adoptar la firme decisión de ser fieles testigos de Cristo. Si el enemigo intenta minar nuestra fe o impedir que
prediquemos, imitemos a Pedro y a Juan. Ciertamente, debemos pedirle a Jehová que nos dé fortaleza, apoyarnos en la congregación y
contarles a los ancianos y a otros hermanos maduros las dificultades que afrontamos. No olvidemos que sus oraciones a favor nuestro
pueden ser muy eficaces (Efe. 6:18; Sant. 5:16).
15
En el caso de que alguna vez hayamos cedido a las presiones y descontinuado temporalmente la predicación, no nos
desmoralicemos. Hasta los apóstoles cesaron de predicar tras la muerte de Jesús, pero enseguida volvieron a la carga (Mat. 26:56;
28:10, 16-20). En vez de permitir que los errores del pasado nos agobien, ¿no sería mejor extraer lecciones de ellos? De hecho,
podríamos utilizarlas para fortalecer a los demás.
16
¿Qué debemos pedirle a Dios si las autoridades nos oprimen? Bueno, los apóstoles no le suplicaron que los librara de las pruebas.
Aquellos fieles discípulos sabían muy bien que Jesús había dicho: “Si ellos me han perseguido a mí, a ustedes también los perseguirán”
(Juan 15:20). Por eso, se limitaron a rogar a Jehová que prestara “atención a [las] amenazas” de sus enemigos (Hech. 4:29). Tenían
muy claro el cuadro general, y entendían que el acoso que estaban sufriendo cumplía profecías bíblicas. Eran conscientes de que,
como indicaba la oración de Jesús, la voluntad de Dios tendría que hacerse en la Tierra, dijeran lo que dijeran los políticos (Mat.
6:9, 10).
17
Como querían obrar en armonía con la voluntad divina, los discípulos imploraron al Altísimo: “Concede a tus esclavos que sigan
hablando tu palabra con todo denuedo”. Aquella petición de valor recibió una respuesta inmediata: “El lugar donde estaban reunidos fue
sacudido; y todos sin excepción quedaron llenos del espíritu santo, y hablaban la palabra de Dios con denuedo” (Hech. 4:29-31). Como
vemos, nada puede impedir que se cumpla la voluntad de Jehová (Isa. 55:11). Da igual que el obstáculo o el enemigo parezcan
insuperables: si elevamos nuestras plegarias al Creador, él nos dará las energías necesarias para continuar anunciando su mensaje
con audacia.
* W08 15/7 pág. 8 parrs 4,5
Cobremos valor
4
De seguro todos reconocemos que el éxito de la obra mundial de predicación no se debe a la sabiduría o al poder de los hombres,
sino al espíritu de Dios (Zac. 4:6). Pues bien, lo mismo se puede decir del ministerio de cada uno de nosotros (2 Cor. 4:7). Pensemos en
el caso del apóstol Pablo. Él escribió lo siguiente sobre una ocasión en la que él y otro misionero fueron maltratados por opositores:
“Después de primero haber sufrido y de haber sido tratados insolentemente [...] en Filipos, cobramos denuedo por medio de nuestro
Dios para hablarles las buenas nuevas de Dios con mucho luchar” (1 Tes. 2:2; Hech. 16:22-24). Parece increíble que hubiera ocasiones
en que a un evangelizador tan celoso como Pablo le costara trabajo hablar de las buenas nuevas, pero es cierto. Al igual que nosotros,
Pablo necesitaba el apoyo de Jehová para predicar con valor (léase Efesios 6:18-20). ¿Cómo podemos imitar su ejemplo?
5
Algo que nos ayudará a cobrar valor es la oración. Una precursora dijo al respecto: “Oro para poder hablar con confianza, oro para
poder llegar al corazón de la gente, oro para poder disfrutar de mi servicio. Después de todo, esta es la obra de Jehová, no la nuestra.
De modo que no podemos hacer nada sin su apoyo” (1 Tes. 5:17). Todos necesitamos pedirle continuamente a Dios que su espíritu nos
ayude a predicar con valor (Luc. 11:9-13).

* Km 9/06 pág. 8
La predicación de casa en casa
1
“Quien tenga experiencia en los distintos métodos de difundir la Verdad concordará en que la predicación de casa en casa con La
Aurora del Milenio es, por mucho, la forma más eficaz de predicar la Verdad ahora.” Así resaltó la revista Zion’s Watch Tower (hoy
La Atalaya) del 1 de julio de 1893 el valor del ministerio de casa en casa. Hoy, por todo el mundo, la gente ve este método de
predicación como la marca distintiva de los testigos de Jehová. Pero puesto que en varios países resulta cada vez más difícil hallar a la
gente en su hogar, ¿seguirá siendo práctico?
2
Es bíblico y es importante. La predicación de casa en casa tiene base bíblica. Jesús mandó a sus 70 discípulos de dos en dos a las
casas de la gente (Luc. 10:5-7). La Biblia dice que “todos los días en el templo, y de casa en casa, [los discípulos] continuaban sin cesar
enseñando y declarando las buenas nuevas” poco después de la muerte de su Maestro (Hech. 5:42). También el apóstol Pablo enseñó
con fervor de casa en casa (Hech. 20:20).
3
La predicación de casa en casa sigue siendo un importante medio para difundir las buenas nuevas hoy. Nos permite ‘buscar’ a los
merecedores de forma sistemática y ordenada (Mat. 10:11). La gente por lo común está más tranquila en casa. Cuando hablamos con
una persona cara a cara —oyendo su voz, viendo sus expresiones faciales y observando sus alrededores—, podemos percibir su
interés y sus preocupaciones. Además, suele ser la mejor forma de entablar una conversación prolongada.
4
Haga cambios personales. El apóstol Pablo estuvo dispuesto a hacer cambios personales “por causa de las buenas nuevas” (1 Cor.
9:23). Nosotros podríamos tal vez acomodar nuestro horario para predicar cuando sea más posible encontrar a la gente en su hogar,
por ejemplo en las tardes, los fines de semana o los días festivos. Anote siempre los no en casa y procure volver en otro día de la
semana o a una hora distinta.
5
Incluso quienes tengan salud limitada pueden ir de casa en casa. ¿Por qué no hacemos planes para ir con alguien que tenga
limitaciones a casas accesibles y dejamos que vaya a un paso cómodo? El problema respiratorio de una hermana solo le permitía
hablar en una casa cada media hora, pero ¡qué contenta y satisfecha se sintió de que la incluyeran en el grupo!
6
Seguimos encontrando a muchas personas mansas en la obra de puerta en puerta. A un publicador le dijeron en un hogar: “Pase, ya
sé quién es. Le estaba pidiendo a Dios que me mandara a alguien para que me ayudara, y entonces tocaron a la puerta. Él me oyó y lo
mandó a usted”. Los resultados demuestran que Jehová está bendiciendo este método de predicación (Mat. 11:19). Por tanto,
determínese a hacer de la predicación de casa en casa un rasgo permanente de su ministerio.

* Km 7/94 pág. 1
Hallemos a personas interesadas al predicar en las calles de manera eficaz
1
Jesús enseñó a sus discípulos a buscar a los que merecían oír las buenas nuevas del Reino. (Mat. 10:11.) En muchos lugares es cada
vez más difícil hoy hablar con las personas en sus hogares. Entonces, ¿qué podemos hacer para encontrar a los merecedores que aún
quedan?
2
Una manera eficaz de hablar con las personas que no encontramos de casa en casa puede ser la predicación en las calles. Podemos
predicar de este modo en las paradas de autobuses, cerca de los edificios de apartamentos vigilados, en los parques públicos y en otros
lugares que las personas frecuentan.
3
Algunos sienten aprensión cuando se habla de predicar en las calles. Quizá temen participar en esta obra porque son tímidos o se
imaginan que las personas que no desean oír el mensaje del Reino les harán algún desaire. Por lo común, tales temores son
infundados. Los que tienen experiencia en esta actividad aseguran que no es más difícil que predicar de casa en casa. En realidad, se
han percatado de que, por diversas razones, la mayoría de las personas están acostumbradas a que se les hable en la calle, y que
incluso algunas están más prestas a conversar o a escuchar allí que en la puerta de su hogar. Así que, si ‘nos armamos de valor’ es
posible que nos llevemos una grata sorpresa. (1 Tes. 2:2.)
4
¿Cómo se puede predicar en las calles con eficacia? Es importante prepararse bien. Lea las revistas con antelación y seleccione uno o
dos puntos que le parezcan de interés para la gente. Una presentación de unos treinta segundos es apropiada. Puesto que la meta es
ponernos en contacto con la gente, escoja un sitio donde haya un número considerable de transeúntes. Aunque pudiera ser
recomendable estar cerca de otro publicador, por lo general es mejor trabajar individualmente. Los publicadores que se sitúan muy
juntos tienden a conversar entre sí y no se percatan de las personas que pudieran estar dispuestas a escuchar el mensaje del Reino.
5
El solo estar de pie mostrando las revistas no es tan efectivo como abordar a las personas. Procure establecer contacto visual. Sea
afectuoso, amigable y directo al intentar entablar una conversación. En algunos casos tendrá que caminar un poco junto a la persona
mientras habla con ella. Si le presta atención, ofrézcale las revistas. Si no las acepta, preséntele un tratado.
6
Usualmente, es preferible preparar una presentación breve que destaque una pregunta o un tema que despierte el interés. Si la
respuesta es favorable, trate de conseguir el nombre de la persona, su domicilio y quizás hasta su número telefónico para que pueda
seguir cultivando su interés. Pudiera decirle: “Si desea aprender más, me agradaría visitarle en su hogar o invitar a otro Testigo a que le
visite”.
7
Un anciano que predicaba en las calles habló con una señora y se enteró de que ella nunca había tenido la oportunidad de hablar con
los Testigos en su casa. La señora se quedó con un libro y aceptó que una hermana la visitara en su hogar a una hora conveniente.
Podemos encontrar y ayudar a muchos merecedores más si desarrollamos la habilidad de predicar en las calles. (Hech. 17:17.)
 LECCION 5 (b)

* Km 2/09 pág. 2
Hagamos “todas las cosas por causa de las buenas nuevas”
1
Por el interés en el bien eterno de su semejante, Pablo consideraba una obligación moral declararle las buenas nuevas (1 Cor. 9:16,
19, 23). Ese mismo interés es lo que nos impulsa a siempre hacer mayores esfuerzos por llevarle las buenas nuevas a la gente.
2
El mejor horario y el mejor lugar. Un buen pescador no arroja el hilo o la red en el sitio que le resulta más cómodo, sino donde
piensa que hay más posibilidades de encontrar peces. Así nosotros, como “pescadores de hombres” que somos, tal vez tengamos que
hacer cambios personales para encontrar a las personas del territorio y aumentar nuestras oportunidades de recoger “peces de todo
género” (Mat. 4:19; 13:47). Por ejemplo, ¿podríamos aprovechar las últimas horas de la tarde o las primeras horas de la mañana para
predicar en las calles? Pablo nos puso el ejemplo de aprovechar toda oportunidad apropiada, pues su objetivo era “dar testimonio cabal
de las buenas nuevas” (Hech. 17:17; 20:20, 24).
3
Adaptar la presentación a las necesidades de la gente. Los pescadores a menudo adaptan sus métodos de pesca dependiendo del
tipo de peces que busquen. Y nosotros, ¿cómo pudiéramos hacer atractiva nuestra presentación a la gente del territorio a quien
tenemos el privilegio de predicar? Primero, introduciendo con prudencia un tema de interés general, y luego, escuchando con atención
los comentarios que hagan (Sant. 1:19). Para lograr que la persona se exprese, se le puede hacer una pregunta de punto de vista (Pro.
20:5). Entonces podremos adaptar nuestra presentación a algo que le interese específicamente a la persona. Pablo se hizo “toda cosa a
gente de toda clase” (1 Cor. 9:22). Es decir, fue adaptable, una cualidad esencial para llegar al corazón de la gente.
4
¡Qué alegría da proclamar “buenas nuevas de algo mejor”! (Isa. 52:7.) Y puesto que queremos llegar a la mayor cantidad de personas
posible, hagamos “todas las cosas por causa de las buenas nuevas” (1 Cor. 9:23).

 LECCION 6 (a)

* W03 1/11 págs. 8-13


Mujeres que regocijaron el corazón de Jehová
“Que Jehová recompense tu manera de obrar, y que llegue a haber para ti un salario perfecto procedente de Jehová.” (RUT
2:12.)
EL TEMOR a Dios impulsó a dos mujeres a desobedecer a un faraón. La fe hizo que una prostituta arriesgara su vida para proteger a
dos espías israelitas. La sensatez y la humildad de una mujer en una situación crítica salvaron muchas vidas e impidieron que el ungido
de Jehová incurriera en culpa de sangre. La fe en Jehová Dios, aunada a la hospitalidad, motivó a una madre viuda a dar al profeta de
Dios la última comida que le quedaba. Estos son solo algunos de los numerosos ejemplos bíblicos de mujeres que regocijaron el
corazón de Jehová.
2
La forma en que Jehová consideró a estas mujeres y las bendiciones que les otorgó demuestran que lo que más le agrada de una
persona, sin importar si es hombre o mujer, son sus cualidades espirituales. En el mundo de hoy, obsesionado con lo material, dar
prioridad a la espiritualidad no es nada fácil. Pero tampoco es algo imposible, como demuestran millones de mujeres temerosas de Dios
que constituyen gran parte del pueblo de Dios en la actualidad. Dichas cristianas imitan la fe, discreción, hospitalidad y demás virtudes
que caracterizaron a las mujeres temerosas de Dios mencionadas en la Biblia. Por supuesto, los varones cristianos también deben
imitar las cualidades de aquellas mujeres ejemplares de tiempos antiguos. Para ver cómo hacerlo más plenamente, examinemos con
detalle los relatos bíblicos de las mujeres a las que se aludió al comienzo (Romanos 15:4; Santiago 4:8).
Desobedecieron al Faraón
3
En los juicios de Nuremberg que tuvieron lugar en Alemania al término de la segunda guerra mundial, muchos acusados de genocidio
trataron de excusar sus crímenes aduciendo que simplemente habían obedecido órdenes. Pues bien, comparemos a estas personas
con dos parteras israelitas, Sifrá y Puá, que vivieron en el antiguo Egipto durante el reinado de un faraón tiránico a quien no se
identifica. Temiendo que la población hebrea creciera, el Faraón ordenó a las parteras que dieran muerte a todo varón hebreo recién
nacido. ¿Qué hicieron ellas ante una orden tan horrible? “No hacían como les había hablado el rey de Egipto, sino que conservaban
vivos a los varoncitos.” ¿Por qué no sucumbieron estas mujeres al temor al hombre? Porque “temían al Dios verdadero” (Éxodo
1:15, 17; Génesis 9:6).
4
Así es, aquellas parteras se refugiaron en Jehová, y él fue un “escudo” para ellas, protegiéndolas de la ira del Faraón (2 Samuel
22:31; Éxodo 1:18-20). Pero Jehová no solo las bendijo de esta forma. También recompensó a Sifrá y Puá concediéndoles tener su
propia familia, e incluso las honró haciendo que sus nombres y hechos quedaran recogidos en su Palabra inspirada para generaciones
futuras, mientras que el nombre de aquel Faraón se ha perdido en las arenas del tiempo (Éxodo 1:21; 1 Samuel 2:30b; Proverbios 10:7).
5
¿Hay en la actualidad mujeres como Sifrá y Puá? Desde luego que sí. Año tras año, miles de mujeres predican sin temor el mensaje
bíblico de salvación en países donde lo prohíbe “la orden del rey”, arriesgando así su libertad e incluso su misma vida (Hebreos 11:23;
Hechos 5:28, 29). Motivadas por el amor a Dios y al prójimo, estas valientes mujeres no permiten que nadie les impida llevar las buenas
nuevas del Reino de Dios, por lo que muchas de ellas afrontan oposición y persecución (Marcos 12:30, 31; 13:9-13). Al igual que en el
caso de Sifrá y Puá, Jehová está muy al tanto de los hechos de estas intrépidas y excelentes mujeres, y les demostrará su amor
conservando sus nombres en “el libro de la vida” si aguantan fielmente hasta el fin (Filipenses 4:3; Mateo 24:13).
Una ex prostituta alegra el corazón de Jehová
6
En el año 1473 a.E.C. vivía en la ciudad cananea de Jericó una prostituta llamada Rahab. Por lo visto, era una mujer bien informada.
Cuando dos espías israelitas fueron a ocultarse en su casa, ella les relató detalles específicos del éxodo milagroso de Israel de Egipto,
aunque había tenido lugar cuarenta años antes. También estaba al tanto de las recientes victorias de Israel sobre los reyes amorreos
Sehón y Og. Llama la atención el efecto que tuvo en ella conocer aquellos sucesos. Dijo a los espías: “Yo de veras sé que Jehová
ciertamente les dará el país, [...] porque Jehová su Dios es Dios en los cielos arriba y en la tierra abajo” (Josué 2:1, 9-11). Así es, lo que
Rahab aprendió de Jehová y de sus hechos por Israel hizo que su corazón respondiera favorablemente y que pusiera fe en él
(Romanos 10:10).
7
La fe de Rahab la impulsó a actuar. Recibió “de manera pacífica” a los espías israelitas y obedeció sus instrucciones para salvarse
cuando Israel atacó Jericó (Hebreos 11:31; Josué 2:18-21). No hay duda de que las obras de fe de Rahab alegraron el corazón de
Jehová, pues Él inspiró al discípulo cristiano Santiago a poner su nombre junto al de Abrahán, el amigo de Dios, como ejemplo para los
cristianos. Santiago escribió: “De la misma manera, también, Rahab la ramera, ¿no fue declarada justa por obras, después que hubo
recibido hospitalariamente a los mensajeros y los hubo enviado por otro camino?” (Santiago 2:25).
8
Jehová recompensó a Rahab de varias maneras. Por un lado, les salvó milagrosamente la vida tanto a ella como a los que se
refugiaron en su casa, a saber, “la casa de su padre y [...] todos los que le pertenecían”. Después permitió que moraran “en medio de
Israel”, donde se les trató como naturales del país (Josué 2:13; 6:22-25; Levítico 19:33, 34). Pero eso no es todo. Jehová también
concedió a Rahab el honor de ser antepasada de Jesucristo. ¡Qué impresionante demostración de bondad amorosa a una mujer de
origen cananeo que había dado culto a ídolos! (Salmo 130:3, 4.)
9
Desde el siglo primero hasta nuestros días ha habido cristianas que, al igual que Rahab, han dejado una vida inmoral a fin de agradar
a Dios (1 Corintios 6:9-11). Algunas se han criado en ambientes comparables al de la antigua tierra de Canaán, donde predominaba la
inmoralidad y hasta se consideraba normal. Sin embargo, cambiaron de vida impulsadas por una fe basada en el conocimiento exacto
de las Escrituras (Romanos 10:17). Por lo tanto, de tales mujeres pudiera decirse también que “Dios no se avergüenza de ell[a]s, de ser
invocado como su Dios” (Hebreos 11:16). ¡Qué gran honor!
Bendecida por su sensatez
10
Muchas mujeres fieles de la antigüedad fueron ejemplos excepcionales de sensatez, lo que les confirió un gran valor ante el pueblo
de Jehová. Un caso es el de Abigail, la esposa de un acaudalado terrateniente israelita llamado Nabal. La sensatez de esta mujer salvó
muchas vidas y evitó que David, el futuro rey de Israel, se hiciera culpable de derramamiento de sangre. Podemos leer acerca de Abigail
en el capítulo 25 de 1 Samuel.
11
El relato comienza con David y sus hombres acampados cerca de los rebaños de Nabal, a los que protegen día y noche en un acto
de bondad para con su hermano israelita, sin cobrarle nada. Pero las provisiones comienzan a escasear, de modo que David envía a
diez jóvenes para que pidan alimento a Nabal, lo que le ofrece a este la oportunidad de demostrar su agradecimiento a David y de
honrarlo como el ungido de Jehová. Pero Nabal hace lo contrario. En un arrebato de furia, insulta a David y despide a los jóvenes con
las manos vacías. Cuando este suceso llega a oídos de David, reúne a 400 hombres armados y sale a buscar venganza. Abigail se
entera de la áspera reacción de su esposo y actúa con rapidez y prudencia para apaciguar a David enviándole un generoso cargamento
de provisiones. Luego sale personalmente a su encuentro (versículos 2-20).
12
Cuando Abigail se encuentra con David, su humilde súplica por misericordia revela el profundo respeto que siente por el ungido de
Jehová. Dice: “Jehová sin falta le hará a mi señor una casa duradera, porque las guerras de Jehová son lo que mi señor está peleando”,
y expresa su convicción de que Jehová comisionará a David para que sea caudillo de Israel (versículos 28-30). Al mismo tiempo, Abigail
hace acopio de mucho valor al decirle a David que si no controla su sed de venganza, terminará haciéndose culpable de sangre
(versículos 26, 31). La humildad, el profundo respeto y la lucidez de Abigail hacen que David recobre el juicio y responda: “¡Bendito sea
Jehová el Dios de Israel, que te ha enviado este día a mi encuentro! Y bendita sea tu sensatez, y bendita seas tú que me has restringido
este día de entrar en culpa de sangre” (versículos 32, 33).
13
Al regresar a casa, Abigail decide con valentía notificar a su esposo del regalo que le ha hecho a David. No obstante, lo encuentra
“borracho a más no poder”, así que espera a que esté sobrio para contárselo. ¿Cómo reacciona Nabal? Se queda completamente
anonadado y le sobreviene lo que pudiera ser una forma de parálisis. Diez días después Dios le da muerte. Cuando David se entera, le
propone matrimonio a Abigail, a quien sin duda admira y respeta profundamente, y ella acepta (versículos 34-42).
¿Podemos ser como Abigail?
14
¿Observamos virtudes en Abigail que, seamos hombres o mujeres, desearíamos cultivar a mayor grado? Tal vez queramos actuar
con más prudencia y sensatez ante los problemas, o hablar de manera calmada y razonable cuando se exaltan las emociones de
quienes nos rodean. Si así es, expongámoslo a Jehová en oración. Él promete dar sabiduría, discernimiento y capacidad de pensar a
todos los que siguen “pidiendo con fe” (Santiago 1:5, 6; Proverbios 2:1-6, 10, 11).
15
Estas magníficas cualidades son especialmente importantes en el caso de las mujeres cuyos esposos no creyentes prestan poca o
ninguna atención a los principios bíblicos. Quizás algunos beban demasiado. Pero puede ser que cambien, como ha sucedido en
muchos casos, al ver la apacibilidad, el profundo respeto y la conducta casta de sus esposas (1 Pedro 3:1, 2, 4).
16
Sin importar los problemas que una cristiana tenga que soportar en su hogar, conviene recordar que Jehová siempre está dispuesto a
prestarle ayuda (1 Pedro 3:12). Por esa razón, es imperioso fortalecerse espiritualmente, orar pidiendo sabiduría y un corazón calmado.
Es necesario acercarse a Jehová mediante el estudio regular de la Biblia, la oración, la meditación y la compañía de los hermanos en la
fe. El amor de Abigail a Dios y el modo de ver a su siervo ungido no se vieron afectados por la óptica carnal de su esposo; ella se guió
por los principios justos. Aun en un hogar donde el esposo es un siervo de Dios ejemplar, la cristiana debe esforzarse por fortalecer y
conservar su propia espiritualidad. Es cierto que las Escrituras imponen al esposo la obligación de cuidar de su esposa espiritual y
físicamente, pero en definitiva es ella quien debe obrar “su propia salvación con temor y temblor” (Filipenses 2:12; 1 Timoteo 5:8).
Recibió “galardón de profeta”
17
La forma en que Jehová cuidó de una viuda pobre en tiempos del profeta Elías evidencia que él aprecia profundamente a quienes dan
de sí mismos y de sus recursos para apoyar la adoración verdadera. A consecuencia de una larga sequía en tiempos de Elías, el
hambre comenzó a afectar a muchas personas, entre las que se contaban una viuda y su joven hijo que vivían en Sarepta. Justo
cuando solo les quedaba alimento para una comida más, les llegó un visitante: el profeta Elías. Este hizo una petición algo extraña.
Aunque era consciente de la situación de la mujer, le pidió “una pequeña torta redonda”, para lo cual ella tendría que usar todo el aceite
y la harina que le quedaban. Pero el profeta añadió: “Porque esto es lo que ha dicho Jehová el Dios de Israel: ‘El jarro grande de harina
mismo no se agotará, y el jarro pequeño de aceite mismo no fallará hasta el día en que Jehová dé un aguacero sobre la superficie del
suelo’” (1 Reyes 17:8-14).
18
¿Cómo habríamos respondido a aquella extraordinaria petición? La viuda de Sarepta, reconociendo por lo visto que Elías era el
profeta de Jehová, “hizo conforme a la palabra de Elías”. ¿De qué manera respondió Jehová a su hospitalaria acción? Proporcionando
milagrosamente alimento para ella, su hijo y Elías durante la sequía (1 Reyes 17:15, 16). Así es, Jehová otorgó a aquella mujer un
“galardón de profeta”, aunque no era israelita (Mateo 10:41). El Hijo de Dios también honró a esta viuda cuando la puso como ejemplo
para la gente sin fe de Nazaret, la ciudad donde él se crió (Lucas 4:24-26).
19
Hoy día, infinidad de cristianas manifiestan el mismo espíritu que la viuda de Sarepta. Por ejemplo, todas las semanas, mujeres
altruistas, muchas de las cuales son pobres y tienen familias que atender, reciben con hospitalidad a los superintendentes viajantes y a
sus esposas. Otras invitan a comer a los ministros de tiempo completo de su localidad, ayudan a los necesitados o dan de sí mismas o
de lo que tienen en otros ámbitos a fin de apoyar la obra del Reino (Lucas 21:4). ¿Se fija Jehová en tales sacrificios? Por supuesto que
sí. “Dios no es injusto para olvidar la obra de ustedes y el amor que mostraron para con su nombre, por el hecho de que han servido a
los santos y continúan sirviendo.” (Hebreos 6:10.)
20
En el siglo primero, un buen número de mujeres temerosas de Dios tuvieron el privilegio de servir a Jesús y a los apóstoles.
El próximo artículo explica cómo regocijaron el corazón de Jehová y analiza el ejemplo de mujeres del presente que sirven a Jehová de
todo corazón, incluso en circunstancias difíciles.
[Nota]
La genealogía de Jesús que presenta Mateo menciona por nombre a cuatro mujeres: Tamar, Rahab, Rut y María.
A todas ellas se les tiene en alta estima en la Palabra de Dios (Mateo 1:3, 5, 16).
* W95 15/7 págs. 10,11parrs 4-6
“Una ayudante” y un “complemento”
4
Después de haber vivido Adán sin compañía en el jardín de Edén durante algún tiempo, Jehová observó: “No es bueno que el hombre
continúe solo. Voy a hacerle una ayudante, como complemento de él”. (Génesis 2:18.) Aunque Adán era un hombre perfecto, faltaba
algo para que se cumpliera el propósito del Creador. A fin de satisfacer esa necesidad, Jehová creó a la mujer y unió al primer
matrimonio. (Génesis 2:21-24.)
5
¿Acaso indican las palabras “ayudante” y “complemento” que el papel que Dios asignó a la mujer era degradante? Todo lo contrario.
Los escritores de la Biblia muchas veces aplican a Dios el sustantivo hebreo ʽé·zer, que se traduce “ayudante”. Por ejemplo, Jehová es
“nuestro ayudador y nuestro escudo”. (Salmo 33:20; Éxodo 18:4; Deuteronomio 33:7.) En Oseas 13:9, Jehová incluso se refiere a sí
mismo como el “ayudante” de Israel. En cuanto a la palabra hebrea né·ghedh, que se traduce “complemento”, un especialista en textos
bíblicos explica: “La ayuda referida no se limita a secundar al hombre en su trabajo diario o en la procreación de hijos [...], sino que es el
apoyo mutuo que proporciona el compañerismo”.
6
De modo que Jehová no degrada en absoluto a la mujer al llamarla “una ayudante” y un “complemento”. La mujer tenía su propia
constitución mental, emocional y física. Era un complemento correspondiente y satisfactorio para el hombre. Cada uno era diferente; sin
embargo, ambos eran necesarios para ‘llenar la Tierra’ en armonía con el propósito del Creador. Debió ser después de la creación del
hombre y la mujer cuando “vio Dios todo lo que había hecho y, ¡mire!, era muy bueno”. (Génesis 1:28, 31.)

* It-2 pág. 432 párr. 3


Privilegios en la congregación cristiana. En sentido espiritual, no hay distinción entre hombre y mujer para aquellos a quienes Dios
llama a la herencia celestial (Heb 3:1) a fin de ser coherederos con Jesucristo. El apóstol escribe: “Todos ustedes, de hecho, son hijos
de Dios mediante su fe en Cristo Jesús [...], no hay ni varón ni hembra; porque todos ustedes son una persona en unión con Cristo
Jesús”. (Gál 3:26-28.) Todos ellos tienen que recibir un cambio de naturaleza en su resurrección al ser hechos copartícipes de la
“naturaleza divina”, y en esta condición nadie será mujer, pues entre las criaturas celestiales no existe el sexo femenino, porque el sexo
es el medio otorgado por Dios para la reproducción de las criaturas terrestres. (2Pe 1:4.)

* W12 1/9 págs. 8-11 y recuadro


Dios respeta y valora a la mujer
MIENTRAS Jesús estuvo en la Tierra, reflejó a la perfección la personalidad y la forma de actuar de su Padre celestial. “No hago nada
por mi propia iniciativa; sino que hablo estas cosas así como el Padre me ha enseñado”, explicó. Y añadió: “Yo siempre hago las cosas
que le agradan” (Juan 8:28, 29; Colosenses 1:15). Así pues, si queremos hacernos una idea de lo que Dios piensa de las mujeres y de
cómo desea que las traten, nada mejor que analizar el ejemplo de Jesús.
Diversos estudiosos de los Evangelios han concluido que la actitud de Jesús hacia la mujer es, como mínimo, innovadora. ¿En qué
sentido? Y más importante aún, ¿es posible que sus enseñanzas tengan algún efecto liberador en las mujeres de la actualidad?
Cómo trató Jesús a las mujeres
▪ Jesús no las consideraba objetos sexuales. Para muchos líderes religiosos judíos, las mujeres eran una peligrosa fuente de
tentaciones y cualquier contacto con ellas podía llevar a la lujuria. De ahí que les prohibieran hablar con hombres en público o salir sin
cubrirse la cabeza. Sin embargo, Jesús nunca insinuó que había que excluirlas de la vida social. Más bien, enseñó que los hombres
tenían que controlar sus deseos carnales y tratarlas con respeto (Mateo 5:28).
En otra ocasión dijo: “Cualquiera que se divorcie de su esposa y se case con otra comete adulterio contra ella” (Marcos 10:11, 12).
Obviamente, Jesús no concordaba con la idea rabínica tan común entonces de que los hombres podían divorciarse “por toda suerte de
motivo” (Mateo 19:3, 9). La mayoría de los judíos tenían un concepto equivocado del adulterio. No creían que un hombre fuera adúltero
por acostarse con una mujer que no fuera su esposa. Según los rabinos, solo las mujeres eran infieles, nunca los hombres. Como
explica cierto comentario bíblico, “Jesús, al poner al esposo bajo las mismas obligaciones morales que su esposa, elevó el nivel y la
dignidad de la mujer”.
Beneficio para las mujeres actuales: En las congregaciones de los testigos de Jehová, las mujeres se relacionan con los varones
seguras de que no las mirarán de forma inapropiada ni las tratarán con excesiva familiaridad. Los hombres cristianos se esmeran por
tratar “a las mujeres de más edad como a madres, a las de menos edad como a hermanas, con toda castidad” (1 Timoteo 5:2).
▪ Jesús dedicó tiempo a instruirlas. Los rabinos de aquel entonces abogaban por mantener a las mujeres en la ignorancia.
En contraste, Jesús dedicó tiempo a enseñarles la verdad y las animó a expresar lo que pensaban. Además, no creía que hubiera que
relegarlas a trabajar en la cocina. Lo demostró cuando en cierta ocasión no le negó a María la oportunidad de aprender (Lucas 10:38-
42). Y las respuestas bien pensadas que Marta —la hermana de María— dio a Jesús tras la muerte de Lázaro revelan que ella también
sacó provecho de las enseñanzas cristianas (Juan 11:21-27).
Jesús se preocupaba de educar a las mujeres. La mayoría de las judías de su tiempo daban mucho valor a tener un hijo que se
convirtiera en alguien importante, sobre todo un profeta. Por eso, cuando una mujer le dijo “feliz es la matriz que te llevó”, él aprovechó
para enseñarle que es más valioso ser obedientes a Dios (Lucas 11:27, 28). Así demostró que las mujeres tenían tareas más
importantes que las que les imponía la tradición (Juan 8:32).
Beneficio para las mujeres actuales: En la congregación cristiana, los comentarios de las mujeres durante las reuniones son muy bien
recibidos. Los maestros respetan a las mujeres con madurez cristiana que, en público y en privado, son ejemplares, “maestras de lo que
es bueno” (Tito 2:3). También cuentan con ellas para anunciar las buenas noticias sobre el Reino de Dios (Salmo 68:11; véase el
recuadro “¿Prohibió el apóstol Pablo que hablaran las mujeres?”, en la página 9).
▪ Jesús valoraba a las mujeres. En tiempos bíblicos se valoraba más a los hijos varones. El propio Talmud decía: “Dichoso del que
tiene hijos varones, y desdichado del que tiene mujeres”. Una hija era una pesada carga para algunos padres: tenían que encontrarle
cónyuge y pagar la dote, y no podían contar con que los cuidara en su vejez.
En cambio, Jesús valoraba tanto la vida de una niña como la de un niño. Tal como resucitó al hijo de la viuda de Naín, resucitó a la hija
de Jairo (Marcos 5:35, 41, 42; Lucas 7:11-15). En otra ocasión curó a una mujer que sufría debido a “un espíritu de debilidad desde
hacía dieciocho años”. Hasta la llamó “hija de Abrahán”, una expresión casi desconocida en los escritos judaicos (Lucas 13:10-16). Con
este apelativo digno y cariñoso demostró que, además de reconocer a las mujeres como miembros plenos de la sociedad, respetaba su
profunda fe (Lucas 19:9; Gálatas 3:7).
Beneficio para las mujeres actuales: Según cierto dicho asiático, criar una hija es como regar el jardín del vecino. Sin embargo, el
padre cristiano amoroso no se deja llevar por esa forma de pensar. Al contrario, cuida bien de todos sus hijos, sean niños o niñas, y se
asegura de que reciban la educación y la atención médica debida.
▪ Jesús confiaba en las mujeres. En los tribunales judíos, el testimonio de una mujer valía tan poco como el de un esclavo. De hecho,
el historiador del siglo I Josefo decía: “No valdrá el testimonio de mujeres por la frivolidad y temeridad propias de su sexo”.
¡Qué diferente fue Jesús! Él eligió a mujeres para que anunciaran su resurrección (Mateo 28:1, 8-10). Es interesante que, aunque estas
fieles mujeres habían presenciado la ejecución y el entierro de su Señor, hasta a los apóstoles les costaba creer lo que ellas decían
(Mateo 27:55, 56, 61; Lucas 24:10, 11). Sin embargo, al escoger como primeros testigos de su resurrección a unas mujeres, Jesús
probó que las consideraba tan dignas de ser sus testigos como a cualquier otro discípulo (Hechos 1:8, 14).
Beneficio para las mujeres actuales: Los varones que tienen responsabilidades en la congregación cristiana muestran su
consideración a las mujeres tomando en cuenta lo que tengan que decir. Los esposos, por su parte, honran a sus esposas
escuchándolas con atención (1 Pedro 3:7; Génesis 21:12).
Los principios bíblicos hacen más feliz a la mujer
Quienes imitan a Cristo dan a la mujer la libertad y el respeto que Dios se había propuesto para ella cuando la creó (Génesis 1:27, 28).
Los esposos cristianos no promueven actitudes machistas. Más bien, se guían por principios bíblicos que hacen más felices a sus
esposas (Efesios 5:28, 29).
Cuando Yelena empezó a estudiar la Biblia, sufría en silencio el trato duro e insensible de su esposo. Él se había criado en un entorno
violento, donde eran comunes el rapto de la novia y el maltrato físico de la mujer. “La Biblia me dio fuerzas —explica ella—. Aprendí que
había un Dios que me amaba de verdad, me valoraba y se preocupaba por mí. Me di cuenta de que mi esposo podía cambiar si él
también estudiaba la Biblia.” Este sueño suyo por fin se hizo realidad cuando, con el tiempo, su esposo se bautizó y se convirtió en
testigo de Jehová. “Pasó a ser un ejemplo de autodominio —dice Yelena—. Y ambos aprendimos a perdonar.” Ella reconoce lo
siguiente: “Los principios bíblicos han contribuido a que me sienta más querida y protegida en mi matrimonio” (Colosenses 3:13, 18, 19).
El caso de Yelena no es una excepción. Hay millones de cristianas como ella que son felices porque, junto con sus esposos, se
esfuerzan por aplicar los principios bíblicos en su relación de pareja. Además, reciben consuelo y se sienten respetadas y libres entre
sus hermanos en la fe (Juan 13:34, 35).
Todos los cristianos —tanto hombres como mujeres— reconocen que son imperfectos y pecadores y que son parte de la creación
“sometida al fracaso”. Sin embargo, están convencidos de que, acercándose a su amoroso Dios y Padre, Jehová, serán liberados “de la
esclavitud de la corrupción” y disfrutarán de “la gloriosa libertad de los hijos de Dios”. ¡Qué maravillosa perspectiva para los hombres y
mujeres que están bajo el cariñoso cuidado de Dios! (Romanos 8:20, 21, La Biblia de Nuestro Pueblo.)
[Recuadro de la página 9]
¿Prohibió el apóstol Pablo que hablaran las mujeres?
El apóstol Pablo recomendó que “las mujeres guard[aran] silencio en las congregaciones” (1 Corintios 14:34). ¿Qué quiso decir?
¿Consideraba él que no tenían la inteligencia necesaria para enseñar? No pudo ser eso, pues a menudo alabó su labor de
evangelización (2 Timoteo 1:5; Tito 2:3-5). En una de sus cartas a los corintios, Pablo aconsejó —no solo a las mujeres, sino también a
quienes tenían el don de lenguas y de profetizar— que guardaran silencio cuando otro cristiano estuviera hablando (1 Corintios 14:26-
30, 33). Puede que algunas cristianas, entusiasmadas con lo que estaban aprendiendo, interrumpieran al orador para hacer preguntas,
como se acostumbraba hacer en esa parte del mundo. Por eso, a fin de mantener el orden, Pablo las animó a “interrog[ar] a sus propios
esposos en casa” (1 Corintios 14:35).
[Nota]
Hallará más información sobre el papel de la mujer en la congregación en el artículo “¿Tienen ministras religiosas los testigos de
Jehová?”, en la página 23.

* g 94 8/10 pág. 29 parrs. 19-21


El punto de vista bíblico
¿Es un insulto para la mujer llamarla el “vaso más débil”?
“¿POR QUÉ SE JUZGA A LAS MUJERES POR SU SEXO Y NO POR SU EXPERIENCIA, CAPACIDAD E INTELIGENCIA?”—
BETTY A.
“SE EDUCA A LAS MUJERES PARA QUE PIENSEN QUE SON SERES INFERIORES.”—LYNN H.
¿DENIGRA a la mujer la expresión bíblica “vaso más débil”? Estas palabras aparecen en 1 Pedro 3:7, que dice: “Ustedes, esposos,
continúen morando con ellas de igual manera, de acuerdo con conocimiento, asignándoles honra como a un vaso más débil, el
femenino, puesto que ustedes también son herederos con ellas del favor inmerecido de la vida, a fin de que sus oraciones no sean
estorbadas”.
Cuando Pedro escribió a sus compañeros cristianos, las mujeres tenían muy pocos derechos tanto en el mundo pagano como en la
comunidad judía apóstata. ¿Suscribían Pedro y los cristianos primitivos la opinión de la mayoría con respecto a la mujer?
¿Vasos inferiores?
¿Cómo entenderían los lectores del siglo primero la expresión “vaso más débil”? El vocablo griego traducido vaso (skéu·os) se utiliza
varias veces en las Escrituras Griegas para designar diversos recipientes, herramientas y utensilios. Al llamar a la mujer un “vaso más
débil”, Pedro no la estaba rebajando, pues sus palabras implican que el esposo también es un vaso débil o frágil. Otros pasajes bíblicos
aluden a ambos sexos con metáforas parecidas, como “vasos de barro” (2 Corintios 4:7) y “vasos de misericordia” (Romanos 9:23). Es
cierto que el apóstol se refiere al sexo femenino como el “más débil”, pero Romanos 5:6 aplica el término ‘débil’ a todos los seres
humanos, hombres y mujeres por igual. Así pues, los primeros cristianos no considerarían peyorativa la expresión “vaso más débil”.
Entenderían, más bien, que dichas palabras elevaban la condición social de la mujer. En los días de Pedro apenas se respetaba a las
mujeres. Tal como había predicho Dios mucho tiempo antes, los esposos por lo general dominaban a sus esposas y abusaban de ellas
física, sexual y emocionalmente. (Génesis 3:16.) De manera que el consejo de Pedro a los maridos cristianos en realidad daba a
entender que no abusaran del poder que la sociedad mundana había otorgado a los hombres.
Examinemos con más detalle la expresión “más débil”. Pedro no se refería en este versículo en particular a las características
emocionales, sino a la constitución física. Los hombres son vasos débiles, y las mujeres son, en comparación, vasos más débiles. ¿En
qué sentido? Por su estructura ósea y muscular, el hombre normalmente está dotado de más fuerza física que la mujer. Sin embargo,
no hay ninguna indicación de que Pedro estuviera comparando la fuerza moral, espiritual o mental de ambos. En lo tocante a las
reacciones emocionales, lo más acertado es decir que la mujer es diferente del hombre, no necesariamente más débil ni más fuerte. La
Biblia habla de la fortaleza de carácter, el aguante y la perspicacia de mujeres que siguieron los caminos de Dios, como Sara, Débora,
Rut y Ester, entre otras. A los hombres humildes no les supone ninguna dificultad reconocer que las mujeres pueden ser más
inteligentes que ellos.
Pese a todo, algunos creen que el comparativo “más débil” implica que las mujeres son seres de rango inferior. Pero imagínese, por
ejemplo, que una persona tiene dos recipientes útiles, uno de los cuales es más fuerte que el otro. ¿Valorará menos el segundo por
no ser tan resistente como el primero? La realidad es que normalmente se trata con más cuidado y delicadeza el más frágil. Por lo tanto,
¿es menos valiosa la mujer por no poseer la misma fuerza física que el hombre? Es obvio que no. Con la expresión “vaso más débil”,
Pedro no pretende que se menosprecie a la mujer, sino que se la respete.
“De igual manera [...] de acuerdo con conocimiento”
El apóstol exhortó a los esposos a ‘continuar morando con sus esposas de igual manera, de acuerdo con conocimiento’. ¿“De igual
manera” que quién? En versículos anteriores habla del cariño con que Cristo cuida de sus discípulos, y manda a los esposos tratar a
sus esposas “de igual manera”. (1 Pedro 2:21-25; 3:7.) Cristo siempre antepuso los intereses de sus discípulos a sus deseos
personales. Se preocupó por su bienestar espiritual y físico, y tuvo en cuenta sus limitaciones. Los esposos deben imitar el ejemplo de
amor de Cristo comportándose con sus esposas “de igual manera”.
Un matrimonio no funciona bien por simple casualidad. Ambos cónyuges han de saber cómo contribuir al éxito de su unión. Por eso
Pedro aconseja a los esposos que continúen morando con sus esposas “de acuerdo con conocimiento”. Deben aprender cómo trataron
a las mujeres Jehová y su Hijo, Jesucristo. Tienen que saber cómo quiere Dios que ellos se porten con sus esposas.
Los esposos también han de conocer bien los sentimientos, las fuerzas, las limitaciones y los gustos de sus esposas. Necesitan saber
cómo respetar su inteligencia, experiencia y dignidad. La Biblia dice: “Esposos, continúen amando a sus esposas, tal como el Cristo
también amó a la congregación y se entregó por ella. [...] De esta manera los esposos deben estar amando a sus esposas como a sus
propios cuerpos. El que ama a su esposa, a sí mismo se ama, porque nadie jamás ha odiado a su propia carne; antes bien, la alimenta
y la acaricia”. (Efesios 5:25, 28, 29.)
Asignarles honra
Cuando Pedro llamó a las mujeres el “vaso más débil”, también indicó que los esposos deben ‘asignarles honra’. Este último término
traduce el sustantivo griego ti·mé, que transmite la idea de honra, estima, valía, preciosidad. Dicho de otro modo, al asignarles honra,
no se les está haciendo un favor, sino que se les otorga el reconocimiento que merecen. Pablo dio a todos los cristianos, hombres y
mujeres, las siguientes instrucciones: “En amor fraternal ténganse tierno cariño unos a otros. En cuanto a mostrarse honra unos a otros,
lleven la delantera”. (Romanos 12:10.)
Jehová Dios no considera a las mujeres meros objetos de valor. La legislación que Dios dio a Israel se aplicaba por igual a los hombres
y a las mujeres culpables de adulterio, incesto, bestialidad y otros delitos. (Levítico 18:6-17, 23, 29; 20:10-12.) Las mujeres podían
beneficiarse de los sábados, las normas que regían el nazareato, las fiestas y muchas otras provisiones de la Ley. (Éxodo 20:10;
Números 6:2; Deuteronomio 12:18; 16:11, 14.) Los hijos tenían el deber de honrar y de obedecer a la madre lo mismo que al padre.
(Levítico 19:3; 20:9; Deuteronomio 5:16; 27:16; Proverbios 1:8.)
Los versículos 10 a 31 del capítulo 31 de Proverbios honran a la “esposa capaz” por atender sus numerosas obligaciones con fidelidad,
laboriosidad y buen juicio. Se le da el debido reconocimiento por su administración de los bienes familiares y su participación en otros
asuntos económicos. ¡Qué diferente de la actitud de algunos hombres, que ven a las mujeres como simples objetos decorativos!
Posteriormente, en la congregación cristiana primitiva, se facultó a las mujeres mediante espíritu santo para ser testigos de Cristo.
(Hechos 1:14, 15; 2:3, 4; compárese con Joel 2:28, 29.) En consecuencia, algunas mujeres están llamadas a ser jueces celestiales de
hombres, mujeres e incluso ángeles. (1 Corintios 6:2, 3.) Si bien es verdad que las cristianas no podían enseñar en las reuniones de
congregación, había situaciones en las que podían orar o profetizar. Se las designaba maestras de las jóvenes, los niños y las personas
ajenas a la congregación. (Mateo 24:14; 1 Corintios 11:3-6; Tito 2:3-5; compárese con Salmo 68:11.)
Otro buen indicativo de lo que Pedro quiso decir al ordenar que se asignara honra a la mujer se encuentra en 2 Pedro 1:17. Allí leemos
que Jehová honró a Jesús al aprobarlo ante otros en estos términos: “Este es mi hijo, mi amado”. De igual modo, el esposo debe
mostrar que asigna honra a su esposa mediante sus hechos, tanto en público como en privado.
Herederas de la vida
A lo largo de la historia, los hombres generalmente han tributado poca honra y respeto a la mujer; la han considerado una esclava o un
instrumento para su gratificación personal. El concepto cristiano de asignar honra a la mujer la sitúa en un nivel más elevado de
respetabilidad. El libro Barnes’ Notes on the New Testament señala que el consejo de Pedro “contiene una verdad fundamental
referente al sexo femenino. En todo sistema religioso, exceptuando el cristiano, se ha juzgado a la mujer inferior al hombre en todos los
sentidos. El cristianismo enseña que [...] ella tiene derecho a la totalidad de las esperanzas y promesas que ofrece la religión. [...] Esta
verdad por sí sola sacaría al sexo femenino de la condición denigrada en que se halla a nivel mundial y acabaría de inmediato con la
mitad de los males sociales de la humanidad”.
En vista de que Cristo es el dueño tanto de los hombres como de las mujeres, los esposos deben cuidar a sus esposas recordando que
ellas son propiedad de Cristo. Inmediatamente después de referirse a la mujer como el “vaso más débil”, Pedro añadió: “Puesto que
ustedes también son herederos con ellas del favor inmerecido de la vida, a fin de que sus oraciones no sean estorbadas”. (1 Pedro
3:7b.) El apóstol indicó que el hombre que maltratara a su esposa dañaría su relación con Dios, pues dejaría sin efecto sus oraciones.
La expresión “vaso más débil” no pretende en modo alguno insultar a las mujeres. Aunque Jehová determinó que el esposo sería el
cabeza de la casa, no autoriza a este a maltratar a la mujer. Por el contrario, le manda que, conociéndola, la cuide y le dé honra.
La Biblia exige a los hombres, casados o solteros, que asignen honra a las mujeres y no las traten como a seres inferiores. Los hombres
y las mujeres que adoran a Dios con sinceridad y se tratan con dignidad recibirán abundantes bendiciones de la mano de Dios.
(Compárese con 1 Corintios 7:16.)

* g 7/10 pág. 28 (referencia de más abajo) y (29 parrs. 2-4


El punto de vista bíblico
¿Está bien que haya ministras religiosas?
“ME INDIGNA que en la Iglesia nada haya cambiado para nosotras; es increíble que una mujer todavía no pueda ser sacerdote”,
escribió una católica al diario USA Today. Como ella, muchas personas piensan que no hay nada malo en ordenar ministras. De hecho,
en algunas religiones ya hay mujeres sacerdotes, así como obispas, pastoras y rabinas.
Las religiones que están a ambos lados de la controversia —las que no creen que las mujeres deban ser ministras y las que les
permiten predicar desde el púlpito— afirman basarse en las Escrituras. Sin embargo, la Biblia no apoya ninguna de estas posturas.
Entonces, ¿qué es lo que enseña? Para saber la respuesta, primero hay que entender el uso bíblico de la palabra ministro.
Ministras del primer siglo
¿En qué piensa cuando escucha la palabra ministro? A muchos les viene a la mente la imagen de un líder religioso —hombre o mujer—
que encabeza el culto en una iglesia. Pero la Biblia utiliza dicho término (en griego diákonos) en un sentido más amplio. Veamos el caso
de Febe, a quien el apóstol Pablo describió como “nuestra hermana, que es ministra [o diaconisa] de la congregación que está en
Cencreas” (Romanos 16:1).
¿Dirigiría Febe los servicios religiosos de la congregación de Cencreas? ¿En qué consistía realmente su ministerio? En la carta a los
Filipenses, Pablo dice lo siguiente de ciertas cristianas: “Trabajaron mucho a mi lado para dar a conocer a otros la Buena Noticia”, es
decir, el mensaje del Reino (cursivas nuestras; Filipenses 4:2, 3, Nueva Traducción Viviente).
La principal manera en que los primeros cristianos daban a conocer las buenas nuevas era predicando “públicamente y de casa en
casa” (Hechos 20:20). Cualquiera que participara en esta obra era, en efecto, un ministro, incluso si se trataba de una mujer. Pongamos
por caso a Priscila. La Biblia dice que ella y su esposo “expusieron con mayor exactitud el camino de Dios” a un hombre devoto que aún
no se había bautizado como cristiano (Hechos 18:25, 26). Sin duda, Febe y Priscila, así como muchas otras mujeres, eran ministras
eficaces de las buenas nuevas.
Una tarea digna
¿Era el ministerio público y de casa en casa algo de poca importancia? ¿Sería una tarea secundaria que se les dejaba a las mujeres,
mientras que a los hombres se les concedía el privilegio de dirigir la congregación? Para nada. En primer lugar, la Biblia señala que
todos los cristianos predicaban las buenas nuevas, incluso los hombres con responsabilidades de peso (Lucas 9:1, 2). Y en segundo
lugar, el ministerio público era —al igual que hoy— el principal medio por el que hombres y mujeres cumplían el siguiente mandato de
Jesús: “Hagan discípulos de gente de todas las naciones, [...] enseñándoles” (Mateo 28:19, 20).
Además, hay cristianas a quienes se les ha encomendado otra importante labor. Pablo escribió: “Que las mujeres de edad sean [...]
maestras de lo que es bueno; para que hagan recobrar el juicio a las mujeres jóvenes para que estas amen a sus esposos, amen a sus
hijos” (Tito 2:3, 4). Así que las mujeres con mayor experiencia en la congregación tienen el privilegio de ayudar a las más jóvenes a
adquirir madurez. Esta también es una tarea digna y muy valiosa.
La enseñanza en la congregación
No obstante, en la Biblia no hallaremos ninguna indicación de que las mujeres puedan enseñar frente a la congregación. Es más, el
apóstol Pablo dio la siguiente instrucción: “No se debe permitir que las mujeres hablen en las reuniones”. ¿Por qué razón? Entre otras
cosas, para que todo se hiciera “de manera correcta y ordenada” (1 Corintios 14:34, 40, Nuevo Testamento en Lenguaje Sencillo, 2000).
A fin de que los asuntos de la congregación fluyan sin complicaciones, Dios ha encargado a un grupo compuesto por varones la tarea
de enseñar. Ahora bien, para formar parte de ese grupo no basta con ser hombre, hay que estar capacitado para presidir y llenar ciertos
requisitos (1 Timoteo 3:1-7; Tito 1:5-9).
Está claro que el papel que Dios ha dado a la mujer no es degradante. Como hemos visto, Jehová les ha confiado una encomienda muy
especial: dar testimonio acerca de él (Salmo 68:11). Los testigos de Jehová, hombres y mujeres, son ministros que han ayudado a
millones de personas a alcanzar el arrepentimiento y tener la oportunidad de ser salvos (Hechos 2:21; 2 Pedro 3:9). ¿No le parece esto
un logro extraordinario?
El orden que Dios ha establecido en la congregación confiere honra tanto al hombre como a la mujer y promueve la paz. Así pues, tal
como los ojos y los oídos se complementan en sus funciones para que un peatón cruce una calle transitada, los hombres y las mujeres
cristianos cumplen con la voluntad divina según las funciones que les corresponden. Dios, en consecuencia, bendice con paz a la
congregación (1 Corintios 14:33; Filipenses 4:9).
[Notas]
Cabe señalar que la autoridad en la congregación tiene límites. Quienes ocupan puestos de responsabilidad deben mantenerse sujetos
a Cristo y obrar en conformidad con los principios bíblicos (1 Corintios 11:3). Además, es imprescindible que “estén en sujeción los unos
a los otros”, sean humildes y estén dispuestos a cooperar (Efesios 5:21).
Además, cuando las cristianas respetan el papel que Dios ha otorgado a los hombres en la congregación, les dan un buen ejemplo a los
ángeles (1 Corintios 11:10).

* W02 15/7 págs. 26,27


Preguntas de los lectores
¿En qué situaciones es apropiado que la cristiana se cubra la cabeza por razones espirituales?
“Toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta avergüenza su cabeza”, escribió el apóstol Pablo. ¿Por qué razón? Por el
principio divino de la jefatura: “La cabeza de la mujer es el varón”. Dado que las funciones de orar y predicar dentro de la congregación
las desempeñan normalmente hombres, la cristiana debe cubrirse cada vez que se encargue de asuntos relativos a la adoración que
por lo general sean competencia del esposo o de un varón bautizado (1 Corintios 11:3-10).
Quizás haya situaciones en la vida del matrimonio que requieran que la cristiana se cubra. Por ejemplo, cuando la familia se junta para
estudiar la Biblia o para comer, es el esposo quien habitualmente dirige la enseñanza y representa a todos al orar a Dios. Ahora bien, si
el marido no fuera creyente, esta responsabilidad podría recaer en la esposa. Por consiguiente, cuando ore en voz alta en nombre de
ella y de otras personas, o cuando dirija un curso bíblico con sus hijos en presencia de su cónyuge, la hermana ha de cubrirse. Sin
embargo, no es necesario que lo haga si este no está presente, pues Dios la autoriza a enseñar a sus hijos (Proverbios 1:8; 6:20).
Pero ¿qué sucede si un hijo joven de la familia es siervo dedicado y bautizado de Jehová Dios? Ya que se trata de un miembro de la
congregación cristiana, debería recibir instrucción de los varones que la integran (1 Timoteo 2:12). Tendría que enseñarle su padre si
este es creyente. No obstante, si el cabeza de familia se encuentra ausente, la madre deberá cubrirse siempre que dirija un curso
bíblico con el hijo bautizado y los demás hijos. Queda a discreción de ella pedirle al joven bautizado que ore durante tal estudio o en las
comidas. Quizás opine que él aún no tiene la capacidad necesaria y opte por ofrecer la oración ella misma. Si decidiera hacerlo en tal
ocasión, debería cubrirse.
Puede que las cristianas tengan que cubrirse cuando realizan algunas actividades en la congregación. Por ejemplo, a mediados de
semana tal vez se celebre una reunión para el servicio del campo donde no haya varones bautizados, sino solo hermanas. Es posible
que también surjan otras situaciones en las que no esté presente ningún varón bautizado en alguna reunión de la congregación. Las
hermanas deberán cubrirse siempre que tengan que encargarse de funciones que normalmente desempeñaría un hermano, tanto en
una reunión de la congregación como en una reunión para el servicio del campo.
¿Deben cubrirse las cristianas que interpretan discursos bíblicos a otro idioma, como el lenguaje de señas, o que leen en voz alta
alguna publicación bíblica durante una reunión de la congregación? No. Las hermanas que realizan tales labores no presiden
ni enseñan. De igual modo, no es preciso que se cubran al realizar demostraciones, relatar experiencias o participar en asignaciones
estudiantiles de la Escuela del Ministerio Teocrático.
Aunque la enseñanza dentro de la congregación deben realizarla exclusivamente varones bautizados, hombres y mujeres tienen el
deber de predicar y enseñar fuera de la congregación (Mateo 24:14; 28:19, 20). Así pues, cuando la cristiana hable con no creyentes en
presencia de un testigo de Jehová varón, no tiene por qué cubrirse.
No obstante, la situación cambia cuando se dirige un curso bíblico en un hogar y está presente un varón dedicado y bautizado. En este
caso, como se trata de una sesión programada de enseñanza, la persona que imparte el curso de hecho lo preside, de modo que, en
tales circunstancias, este se convierte en una extensión de la congregación. Si una Testigo bautizada dirigiera un estudio en presencia
de un Testigo varón bautizado, debería cubrirse. No obstante, el hermano dedicado tendría que ofrecer la oración. Una hermana
no oraría delante de un varón dedicado a menos que hubiera algún motivo excepcional, como que él hubiera perdido la facultad del
habla.
Es posible que en alguna ocasión la cristiana vaya a dar un curso bíblico acompañada de un publicador no bautizado. Si lo desea,
puede pedirle a él que lo dirija. Pero como él no puede representar debidamente en oración a la hermana bautizada, será preciso que
ella ore en dicho estudio. En tales circunstancias, tanto si la hermana dirige el curso como si hace la oración, deberá cubrirse la cabeza.
Aunque el publicador varón aún no está bautizado, los que no pertenecen a la congregación lo identifican con esta porque participa en
la obra de predicar.
“La mujer debe tener una señal de autoridad sobre la cabeza, debido a los ángeles”, escribió el apóstol Pablo. En efecto, las cristianas
tienen el privilegio de dar el ejemplo a millones de ángeles que son leales y permanecen sujetos a Jehová. Es muy apropiado que las
mujeres piadosas den la debida consideración a llevar cubierta la cabeza siempre que la ocasión lo requiera.

* Lv págs. 209,210
¿Cuándo hay que cubrirse la cabeza, y por qué?
Por inspiración, Pablo explicó que a veces las cristianas deben cubrirse la cabeza para realizar su servicio a Jehová. ¿En qué
situaciones tienen que hacerlo, y por qué? Examinemos las palabras del apóstol en 1 Corintios 11:3-16 para ver algunas pautas que les
permitirán actuar en cada caso de una forma que honre a Dios. Pablo apunta a tres factores a tomar en cuenta: 1) las actividades que
exigen que lleven cubierta la cabeza; 2) los ámbitos, o contextos, en que realizan dichas actividades, y 3) los motivos que tienen para
aplicar esta norma.
Las actividades. Pablo menciona dos: orar y profetizar (versículos 4, 5). Orar es, como sabemos, una forma de dar culto a Jehová; por
otro lado, profetizar se refiere hoy a la labor de enseñanza bíblica de los ministros y ministras cristianos. Entonces, ¿quiere decir Pablo
que las hermanas han de cubrirse siempre que estén orando o enseñando la Biblia? No. En realidad, todo depende del segundo factor:
el ámbito donde realicen estas actividades.
Los ámbitos. El apóstol alude a dos ámbitos: la familia y la congregación. Él escribe: “La cabeza de la mujer es el varón; [...] toda mujer
que ora o profetiza con la cabeza descubierta avergüenza su cabeza” (versículos 3, 5). En la familia, Jehová ha nombrado al esposo
cabeza de la mujer. Por eso, ¿qué sucede si ella asume funciones que Jehová reserva para el cabeza? Que, a menos que demuestre el
debido reconocimiento a la autoridad de su esposo, lo avergonzará. Veamos varios ejemplos. Una cristiana está con su esposo
presente y tiene que dar lecciones bíblicas a alguien. Por respeto a la autoridad del marido, debe cubrirse. Y da igual que él esté o
no bautizado, pues es cabeza de la familia. ¿Y si una cristiana tiene que orar o enseñar en presencia de un hijo menor bautizado?
Aunque él no es cabeza de la familia, la madre también se cubrirá. ¿Por qué? Porque respeta la autoridad que han recibido los varones
bautizados de la congregación.
Pablo se refiere al segundo ámbito, la congregación, al escribir: “Si algún hombre parece disputar en pro de otra costumbre, nosotros
no tenemos otra, ni tampoco las congregaciones de Dios” (versículo 16). Al frente de la congregación, Jehová ha puesto a hombres
bautizados (1 Timoteo 2:11-14; Hebreos 13:17). Así, solo permite que se nombre a varones para que cuiden Su rebaño como ancianos
y siervos ministeriales (Hechos 20:28). Pero a veces es preciso que una cristiana atienda tareas que normalmente corresponden a un
varón bautizado y competente. Por ejemplo, quizás tenga que dirigir una reunión para el servicio del campo porque no haya ningún
hermano capaz. Esta reunión es en realidad una extensión del programa de enseñanza de la congregación, y debería dirigirla un
hermano. Y lo mismo sucede si una cristiana tiene que dirigir, en presencia de un varón bautizado, un estudio bíblico establecido. Por
eso, ella deberá cubrirse en reconocimiento de que realiza una función propia de un hombre.
No obstante, la cristiana no tiene que llevar cubierta la cabeza para otras muchas facetas de la adoración. Por ejemplo, para comentar
en las reuniones, predicar de casa en casa (aunque vaya con su esposo u otro varón bautizado) y orar o estudiar con sus hijos
no bautizados. Ahora bien, ¿qué puede hacer si le surgen dudas en un caso específico? En primer lugar, analizar el asunto con más
detenimiento. Pero si la duda persiste, y se lo dicta la conciencia, no hay nada de malo en que se cubra.
Los motivos. En el versículo 10 encontramos dos motivos que impulsarán a la cristiana a cumplir con este requisito: “La mujer debe
tener una señal de autoridad sobre la cabeza [...] debido a los ángeles”. La primera razón se desprende de la expresión “una señal de
autoridad”. En efecto, la prenda que cubre la cabeza de la hermana es una señal de reconocimiento a la autoridad que Jehová otorga
dentro de la congregación a los varones bautizados. Es, por tanto, un medio por el que ella demuestra amor y lealtad a Dios. ¿Y cuál es
la segunda razón? Según el citado versículo, “debido a los ángeles”. Pero ¿qué efecto puede tener en estos poderosos espíritus el que
la mujer se cubra?
Los ángeles se fijan en todos los miembros de la organización de Jehová, tanto del cielo como de la Tierra, y están muy pendientes de
sus demostraciones de respeto a la autoridad divina. De hecho, se benefician del ejemplo de obediencia de los humanos imperfectos.
Al fin y al cabo, estos espíritus también deben dar prueba de sumisión al orden divino, algo que no todos ellos hicieron en su día (Judas
6). En la actualidad reciben un magnífico ejemplo cada vez que una cristiana se somete por voluntad propia a la autoridad de un
hermano bautizado, incluso si ella lo supera en experiencia, conocimiento o inteligencia. Y el ejemplo les resulta aún más impactante si
se trata de una cristiana ungida. ¿Por qué? Porque en el futuro dicha hermana será parte del grupo de coherederos que reinará con
Cristo en los cielos, en una posición superior a la de los propios ángeles. Como vemos, las cristianas tienen ante sí un verdadero
privilegio. Con su conducta leal y sumisa dan ante millones de ángeles una auténtica lección de humildad y obediencia.
[Notas]
La esposa cristiana no ora en voz alta en presencia de su cónyuge creyente a no ser por motivos excepcionales, como que él haya
perdido el habla por alguna enfermedad.

* W09 15/11 págs. 12,13


Preguntas de los lectores
Es necesario que se cubran la cabeza las hermanas que interpretan en lenguaje de señas discursos bíblicos durante las
reuniones o asambleas cristianas?
En general, toda cristiana debe cubrirse la cabeza cuando atiende responsabilidades que normalmente le corresponderían a su esposo
o a algún hermano de la congregación. Dicha norma está en armonía con el siguiente principio expuesto por el apóstol Pablo: “Toda
mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta avergüenza su cabeza”. ¿Por qué? Porque “la cabeza de la mujer es el varón”
(1 Cor. 11:3-10). En efecto, la mujer que lleva una prenda modesta y adecuada sobre la cabeza en esas situaciones muestra que se
somete a la autoridad teocrática establecida en la congregación cristiana (1 Tim. 2:11, 12).
¿Es aplicable este principio a los casos en los que una hermana interpreta un discurso que está pronunciando un hermano en otro
idioma? Pues bien, como la hermana solo transmite lo que dice el orador, no es ella la que está enseñando. Esto resulta obvio en el
caso de los idiomas hablados, pues el auditorio puede concentrarse en el orador y a la vez escuchar a la intérprete. Por ello, las
hermanas que interpretan no se convierten en el centro de atención. De hecho, a veces tienen la opción de situarse mirando al
conferenciante en vez de al auditorio o incluso de permanecer sentadas. En vista de todo lo anterior, no sería necesario que se
cubrieran la cabeza. Ahora bien, la interpretación en lenguaje de señas es muy distinta.
En el caso del lenguaje de señas, los avances tecnológicos han hecho que el intérprete se convierta a menudo en el centro de atención,
pues su imagen suele aparecer en una pantalla grande, mientras que al orador tal vez ni siquiera se le vea. Por lo tanto, parece
necesario que las hermanas que interpretan en lenguaje de señas se cubran la cabeza, indicando así que reconocen el papel
secundario que desempeñan.
¿Qué efecto debe tener este ajuste en la interpretación en lenguaje de señas de asignaciones de la Escuela del Ministerio Teocrático,
de demostraciones y de comentarios ofrecidos durante el Estudio Bíblico de la Congregación, la Reunión de Servicio o el Estudio de
La Atalaya? ¿También debería cubrirse una cristiana que sirve de intérprete en tales ocasiones? Hay algunas circunstancias en las que
no sería necesario, pues todos los presentes podrán darse cuenta de que ella no está dirigiendo la reunión. Ese sería el caso, por
ejemplo, cuando interpretara comentarios del auditorio, asignaciones de hermanas o demostraciones. No obstante, sí deberá cubrirse
cuando sirva de intérprete a hermanos que pronuncien discursos en esas reuniones o dirijan el Estudio de La Atalaya o el Estudio
Bíblico de la Congregación, o cuando interprete cánticos. Es posible que en el transcurso de la reunión tenga que servir de intérprete a
hermanos, hermanas, niños y superintendentes. En vista de este hecho, tal vez le resulte práctico llevar la cabeza cubierta durante toda
la reunión.
[Nota]
Para un examen detallado de este tema, véanse las páginas 209 a 212 del libro “Manténganse en el amor de Dios”.

* W77 15/7 pág. 446


¿POR QUÉ CUBIERTA O DESCUBIERTA?
Tocante a comprender lo que el apóstol Pablo escribió acerca de cubrirse la cabeza y orar, considere el versículo anterior: “Quiero que
sepan que la cabeza de todo varón es el Cristo; a su vez la cabeza de la mujer es el varón; a su vez la cabeza del Cristo es Dios.”
(1 Cor. 11:3) Sí, Pablo estaba considerando el principio divino de jefatura o dirección por un cabeza, y en particular su aplicación en la
adoración pública.
Como explicó el apóstol, el Creador le asignó al hombre, a quien creó primero, posición de cabeza y autoridad sobre su esposa, quien
fue hecha de la costilla del hombre. Tocante a la posición de cabeza, el hombre era “imagen y gloria de Dios” pues a él no se le asignó
otra cabeza en la Tierra. Sin embargo, su esposa e hijos sí tienen un cabeza terrestre a quien están en sujeción relativa.—1 Cor. 11:7-
10; Efe. 5:22-24; 6:1.
El principio de la jefatura también aplica en las actividades de congregación. Pablo escribió que las mujeres deben respetar y esforzarse
por cooperar con los hombres que tienen que efectuar la enseñanza y el orar. (1 Cor. 14:33-35; compare con 1 Timoteo 2:11, 12.) Por lo
tanto, en la mayoría de los casos, una mujer allá en el primer siglo E.C. no predicaba ni oraba en la congregación.
¿Por qué, entonces, consideró Pablo el cubrirse la cabeza? ¿Cuándo era apropiado y cuándo inapropiado eso? ¿Y cómo aplica eso hoy
día?
Pablo escribió que la mujer al orar debería cubrirse la cabeza —fuera con un sombrero, bufanda o velo para la cabeza— como “señal
de autoridad.” (1 Cor. 11:10) Aquello sería evidencia de que ella reconocía el principio de jefatura. Pero ¿cuándo tendría que cubrirse la
cabeza? Considere estas tres situaciones:
En el día de Pablo el espíritu santo de Jehová dio dones milagrosos a algunos cristianos, como la aptitud para profetizar o hablar en
lenguas. Por ejemplo, en una reunión del primer siglo pudiera ser que el espíritu impeliera a una cristiana a profetizar. (1 Cor. 12:4-11;
Hech. 21:8, 9) O, pudiera haberse dado el caso de que solo mujeres asistieran a una reunión de congregación. Puesto que no habría
ningún varón bautizado que llevara la delantera en orar o en enseñar, una cristiana tendría que hacerlo. Por otra parte, pudiera haber la
posibilidad de que una esposa cristiana tuviese un esposo incrédulo y en ciertas ocasiones se esperara que orara o enseñara la Biblia
en presencia de él. En cualquiera de estas situaciones la mujer tendría cubierta la cabeza, como “señal de autoridad,” manifestando así
que reconocía el principio de jefatura.

* ia pág. 80 párr. 16
16
¿Indica esto que Abigail no respetaba la autoridad de su esposo como cabeza de familia? De ninguna manera. Recordemos que la
vida de muchos hombres inocentes está en juego porque Nabal trató con falta de respeto al hombre que Dios había elegido para ser
rey. Si ella se quedara de brazos cruzados, ¿no estaría compartiendo hasta cierto grado la culpa de Nabal? Abigail reconoce que, ahora
más que nunca, le debe obediencia y lealtad a Dios antes que a su esposo.

* Km 9/01 pág. 3
Sección de preguntas
▪ ¿Qué información debe tratarse en las reuniones para el servicio del campo?
El propósito de tales reuniones es ayudarnos a centrarnos en la actividad que realizaremos a continuación: el ministerio. Por lo tanto, el
conductor tiene que prepararse bien e impartir información animadora, específica y práctica. Se puede leer y analizar de manera breve
el texto del día si trata directamente de la predicación. Sin embargo, debería hacerse más hincapié en la obra que se está por llevar a
cabo y así ayudar a los hermanos a ir mejor preparados al ministerio (2 Tim. 4:5).
También es adecuado examinar algunos puntos pertinentes de Nuestro Ministerio del Reino a fin de que todos sepan cuál es la
publicación que se ofrecerá y cómo hacerlo. Si es un día de revistas, se puede demostrar una presentación tomada de “Cómo presentar
las revistas”. Si se está ofreciendo otra publicación, se pueden señalar una o dos introducciones del libro Razonamiento que sean
apropiadas para el territorio local. Se podría analizar o demostrar algún aspecto del ministerio; por ejemplo, cómo utilizar la Biblia en la
predicación, contestar una objeción, ofrecer un estudio bíblico o cultivar el interés.
La reunión ha de durar de diez a quince minutos como máximo, lo que incluye la organización de los grupos, la asignación del territorio
y la oración. Antes de irse, todos tienen que saber adónde van y con quién predicarán, y luego se dirigirán al territorio sin demora. Como
la reunión es breve, hay que llegar a tiempo. Debe ser más breve aún si tiene lugar después de una reunión de congregación, como el
Estudio de La Atalaya, en cuyo caso no hay necesidad de leer y comentar el texto diario, puesto que ya se ha analizado un tema bíblico.
Se designará con antelación a los hermanos bautizados cualificados que dirigirán cada reunión para el servicio del campo. Si hay un día
específico en que a ninguno le es posible hacerlo, los ancianos nombrarán a las hermanas bautizadas que se encargarán de ello
cuando surja la necesidad. Sentada y con la cabeza cubierta, la hermana analizará con comentarios breves el texto diario u otros puntos
relativos a la predicación.
Las reuniones para el servicio del campo son excelentes ocasiones de animarnos y equiparnos para el ministerio. Cuanto mejor se
prepare el conductor, más se beneficiarán todos.

 LECCION 7 (a)

* W99 1/6 págs. 9-14


“Dádivas en hombres” que cuidan de las ovejas de Jehová
“Cuando ascendió a lo alto se llevó cautivos; dio dádivas en hombres.” (EFESIOS 4:8.)
“GRACIAS por preocuparse tanto por nosotros. Sus sonrisas, su afecto y su interés son auténticos. Siempre están allí para escucharnos
con atención y compartir con nosotros palabras de la Biblia que nos elevan el ánimo. Pido a Dios que yo nunca dé por sentada su
ayuda.” Estas fueron las palabras que escribió una hermana cristiana a los ancianos de su congregación. Es evidente que el amor de
estos pastores cristianos la había conmovido (1 Pedro 5:2, 3).
2
Los ancianos son una provisión de Jehová para cuidar de Sus ovejas (Lucas 12:32; Juan 10:16). Jehová ama a sus ovejas, las ama
tanto que las compró con la sangre preciosa de Jesús. No es de extrañar, entonces, que a Jehová le complazca que los ancianos traten
con ternura a Su rebaño (Hechos 20:28, 29). Veamos cómo se describe proféticamente a estos ancianos o “príncipes”: “Cada uno tiene
que resultar ser como escondite contra el viento y escondrijo contra la tempestad de lluvia, como corrientes de agua en país árido, como
la sombra de un peñasco pesado en una tierra agotada” (Isaías 32:1, 2). Sí, tienen que proteger, refrescar y consolar a Sus ovejas. Los
ancianos que pastorean el rebaño con compasión procuran hacer lo que Dios espera de ellos.
3
La Biblia se refiere a estos ancianos como “dádivas en hombres” (Efesios 4:8). Cuando pensamos en una dádiva, pensamos en algo
que se da para satisfacer una necesidad o para hacer feliz a quien la recibe. Se puede considerar que el anciano es una dádiva cuando
emplea sus aptitudes para ayudar al rebaño y contribuir a su felicidad. ¿Cómo puede lograrlo? La respuesta, recogida en las palabras
de Pablo de Efesios 4:7-16, magnifica el interés amoroso de Jehová por sus ovejas.
¿De dónde proceden las “dádivas en hombres”?
4
Cuando Pablo utilizó la expresión “dádivas en hombres”, citaba del rey David, que había dicho de Jehová: “Has ascendido a lo alto; te
has llevado cautivos; has tomado dones en la forma de hombres” (Salmo 68:18). Cuando los israelitas llevaban ya años en la Tierra
Prometida, Jehová ‘ascendió’ de manera figurativa al monte Sión e hizo de Jerusalén la capital del reino de Israel, y de David, su rey.
Pero ¿quiénes eran los “dones en la forma de hombres”? Fueron los hombres tomados cautivos durante la conquista de la tierra.
Algunos de estos se pusieron más tarde a disposición de los levitas para ayudarles en los trabajos del tabernáculo (Esdras 8:20).
5
En su carta a los Efesios, Pablo indica que las palabras del salmista tienen un cumplimiento mayor en la congregación cristiana. Pablo
parafrasea Salmo 68:18 y escribe: “A cada uno de nosotros se le dio bondad inmerecida según la manera como el Cristo dio por medida
la dádiva gratuita. Por lo cual él dice: ‘Cuando ascendió a lo alto se llevó cautivos; dio dádivas en hombres’” (Efesios 4:7, 8). En este
pasaje Pablo aplica el salmo a Jesús como representante de Dios. Jesús ‘venció al mundo’ con su fiel proceder (Juan 16:33). También
triunfó sobre la muerte y sobre Satanás cuando fue resucitado por Dios de entre los muertos (Hechos 2:24; Hebreos 2:14). En el año 33,
Jesús resucitó y luego ascendió “muy por encima de todos los cielos”, es decir, por encima de toda otra criatura celestial (Efesios
4:9, 10; Filipenses 2:9-11). Como vencedor, Jesús tomó “cautivos” de las fuerzas enemigas. ¿De qué manera?
6
Cuando estuvo en la Tierra, Jesús demostró su poder sobre Satanás al liberar a los que estaban esclavizados a los demonios. Fue
como si invadiera la casa de este, lo atara y le arrebatara sus bienes (Mateo 12:22-29). ¡Imagínese cuánto podía saquear Jesús ahora
que había sido resucitado y había recibido ‘toda autoridad en el cielo y en la Tierra’! (Mateo 28:18.) A partir del Pentecostés del año 33,
Jesús ya ascendido al cielo, estuvo en condición de despojar la casa de Satanás como representante de Dios, ‘llevándose cautivos’ a
hombres que habían estado por mucho tiempo esclavizados al pecado y a la muerte, y bajo el control de Satanás. Estos “cautivos” se
convirtieron por voluntad propia en “esclavos de Cristo, haciendo de toda alma la voluntad de Dios” (Efesios 6:6). Es como si Jesús los
hubiera liberado del control de Satanás y, en nombre de Jehová, los hubiese entregado a la congregación como “dádivas en hombres”.
Es fácil imaginar la ira y el sentimiento de impotencia de Satanás al ver cómo le eran arrebatados en sus propias narices.
7
¿Encontramos en la congregación actual tales “dádivas en hombres”? Por supuesto. Los hallamos sirviendo de ancianos, laborando
arduamente como ‘evangelizadores, pastores y maestros’ en las más de ochenta y siete mil congregaciones del pueblo de Dios por toda
la Tierra (Efesios 4:11). A Satanás le encantaría que estos maltrataran al rebaño. Pero Dios no los ha dado mediante Cristo con este
propósito, sino para el bienestar de la congregación, y tienen que rendirle cuentas por las ovejas que les ha confiado (Hebreos 13:17).
Si somos ancianos, Jehová nos ha dado la maravillosa oportunidad de demostrar que somos dádivas o bendiciones para nuestros
hermanos. Lo seremos si cumplimos cuatro importantes responsabilidades.
Cuando hay necesidad de ‘reajustar’
8
En primer lugar, a las “dádivas en hombres” se las ha provisto “con miras al reajuste de los santos”, dice Pablo (Efesios 4:12). El
sustantivo griego que se traduce por “reajuste” se refiere a la acción de “poner en debida alineación”. Como seres humanos imperfectos,
todos necesitamos que se nos reajuste de vez en cuando, es decir, que se ponga nuestro modo de pensar, nuestras actitudes o nuestra
conducta “en debida alineación” con el modo de pensar y la voluntad de Dios. Jehová ha provisto amorosamente las “dádivas en
hombres” para ayudarnos a efectuar los cambios necesarios. ¿Cómo lo hacen?
9
A veces se pide a un anciano que ayude a una oveja que se ha desviado, que quizá ha ‘dado un paso en falso antes de darse cuenta
de ello’. ¿Cómo puede ayudar el anciano? “[Tratando] de reajustar a tal hombre con espíritu de apacibilidad”, dice Gálatas 6:1. Por lo
tanto, el anciano no regaña ni utiliza palabras severas cuando aconseja al que ha errado. El consejo debe animar, no ‘aterrorizar’, al que
lo recibe (2 Corintios 10:9; compárese con Job 33:7). Es posible que la persona ya se sienta avergonzada, de modo que el pastor
amoroso procura no aplastar su espíritu. Cuando es evidente que el consejo, e incluso la censura firme, están motivados por el amor y
se dan con amor, probablemente reajusten el modo de pensar o la conducta del que ha errado, y logren restaurarlo (2 Timoteo 4:2).
10
Jehová ha provisto las “dádivas en hombres” que nos reajustan con el propósito de que sean refrescantes espiritualmente y dignas de
que Su pueblo las imite (1 Corintios 16:17, 18; Filipenses 3:17). Reajustar a los hermanos no solo implica corregir a los que adoptan un
mal proceder, sino también ayudar a los fieles a seguir en el buen camino. Con tantos problemas que causan desánimo, muchos
necesitan estímulo para seguir adelante. Es posible que algunos requieran ayuda tierna para alinear su modo de pensar con el de Dios.
Por ejemplo, algunos cristianos fieles luchan con sentimientos de ineptitud o inutilidad. Estas “almas abatidas” quizá piensen que
Jehová nunca podrá amarlas, ni siquiera aceptar sus mejores esfuerzos por servirle (1 Tesalonicenses 5:14). Pero este modo de pensar
no está de acuerdo con lo que Dios verdaderamente siente por sus adoradores.
11
Ancianos, ¿qué pueden hacer para ayudar a estos hermanos? Compartan bondadosamente con ellos textos bíblicos que prueban
que Jehová se interesa por cada uno de sus siervos, y recuérdenles que estos textos les son aplicables personalmente (Lucas 12:6, 7,
24). Ayúdenles a ver que Jehová los ‘ha atraído’ para que le sirvan, de modo que tiene que considerarlos de valor (Juan 6:44). Háganles
ver que no son los únicos que se sienten así, que muchos siervos fieles de Jehová tuvieron sentimientos similares. En una ocasión el
profeta Elías se sintió tan profundamente deprimido que quería morir (1 Reyes 19:1-4). Algunos cristianos ungidos del siglo primero
pensaban que su corazón ‘los condenaba’ (1 Juan 3:20). Consuela saber que los siervos fieles de Dios de tiempos bíblicos tuvieron
“sentimientos semejantes a los nuestros” (Santiago 5:17). También pueden repasar artículos animadores de La Atalaya y ¡Despertad!
con los que están descorazonados. Su ayuda amorosa para que estos hermanos recuperen la confianza no pasará inadvertida al Dios
que los ha dado como “dádivas en hombres” (Hebreos 6:10).
La “edificación” del rebaño
12
En segundo lugar, se ha suministrado a las “dádivas en hombres” con miras a “la edificación del cuerpo del Cristo” (Efesios 4:12).
Pablo utiliza en este pasaje una figura retórica. El término “edificación” nos recuerda una construcción, y el ‘cuerpo de Cristo’ se refiere a
personas, a los miembros de la congregación cristiana ungida (1 Corintios 12:27; Efesios 5:23, 29, 30). Los ancianos tienen que ayudar
a sus hermanos a hacerse fuertes en sentido espiritual. Su objetivo es ‘edificar’ al rebaño, no ‘demolerlo’ (2 Corintios 10:8). La clave
para edificar al rebaño es el amor, dado que “el amor edifica” (1 Corintios 8:1).
13
Una faceta del amor que ayuda a los ancianos a edificar al rebaño es la empatía. Tener empatía significa ponerse en el lugar de los
demás, identificarse con sus pensamientos y sentimientos, y tener en cuenta sus limitaciones (1 Pedro 3:8). ¿Por qué es importante que
los ancianos tengan empatía? Sobre todo porque Jehová, el que ha provisto las “dádivas en hombres”, es un Dios de empatía. Cuando
sus siervos sufren, se pone en su lugar (Éxodo 3:7; Isaías 63:9). Tiene en cuenta sus limitaciones (Salmo 103:14). ¿Cómo, entonces,
pueden demostrar empatía los ancianos?
14
Cuando alguien desanimado acude a ellos, lo escuchan y toman en cuenta sus sentimientos. Procuran comprender los antecedentes,
la personalidad y las circunstancias de los hermanos. De ese modo, cuando los ancianos dan ayuda bíblica edificante, a las ovejas se
les hace fácil aceptarla porque procede de pastores que verdaderamente las entienden y se interesan por ellas (Proverbios 16:23). La
empatía también motiva a los ancianos a tener presentes las limitaciones ajenas y los sentimientos que estas pueden ocasionar. Por
ejemplo, tal vez algunos cristianos concienzudos se sientan culpables porque no pueden hacer más en el servicio de Dios debido a la
vejez o la mala salud. Por otra parte, es posible que otros necesiten que se les anime a mejorar su ministerio (Hebreos 5:12; 6:1). La
empatía hace que los ancianos hallen “palabras deleitables” y edificantes (Eclesiastés 12:10). Cuando se edifica y motiva a las ovejas
de Jehová, su amor a Dios las impulsa a hacer todo lo que pueden en Su servicio.
Hombres que promueven la unidad
15
En tercer lugar, se ha proporcionado a las “dádivas en hombres” para que “todos logremos alcanzar la unidad en la fe y en el
conocimiento exacto del Hijo de Dios” (Efesios 4:13). La expresión “unidad en la fe” no solo significa unidad de creencias, sino también
de creyentes. Esta es otra razón por la que Dios nos ha dado las “dádivas en hombres”: para promover la unidad en Su pueblo. ¿Cómo
lo logran?
16
Para empezar, deben mantener la unidad entre ellos. Si los pastores están divididos, es posible que descuiden a las ovejas. Quizá
dediquen innecesariamente tiempo valioso, que podrían emplear en pastorear al rebaño, a largas reuniones y debates sobre asuntos de
importancia secundaria (1 Timoteo 2:8). Los ancianos tal vez no concuerden automáticamente en todos los asuntos que tratan, pues
pueden ser hombres con personalidades muy diferentes. La unidad no significa que no puedan tener opiniones distintas o incluso
expresarlas de manera equilibrada durante una conversación imparcial. Estos mantienen la unidad escuchándose con respeto unos a
otros sin prejuicios. Y mientras no se viole ningún principio bíblico, todos deben ser flexibles y apoyar la decisión final del cuerpo de
ancianos. Su flexibilidad demuestra que están dirigidos por la “sabiduría de arriba”, que es “pacífica, razonable” (Santiago 3:17, 18).
17
Los ancianos también se esfuerzan por promover la unidad en la congregación. Cuando las influencias divisivas, como el chisme, la
tendencia a imputar malos motivos o las actitudes contenciosas amenazan la paz, ofrecen con presteza consejo útil (Filipenses 2:2, 3).
Por ejemplo, tal vez los ancianos vean que algunos hermanos son demasiado críticos o entremetidos en los asuntos ajenos (1 Timoteo
5:13; 1 Pedro 4:15). Los ancianos intentan ayudar a estos a reconocer que su proceder es contrario a lo que Dios nos ha enseñado y
que cada uno debe “[llevar] su propia carga” (Gálatas 6:5, 7; 1 Tesalonicenses 4:9-12). Les explican con las Escrituras que Jehová deja
muchas cosas a la conciencia individual, y nadie debe juzgar a otros por estos asuntos (Mateo 7:1, 2; Santiago 4:10-12). Para servir
juntos en unidad debe existir un ambiente de confianza y respeto en la congregación. Estas “dádivas en hombres” nos ayudan a
mantener la paz y la unidad ofreciendo consejo bíblico cuando es necesario (Romanos 14:19).
Protección del rebaño
18
En cuarto lugar, Jehová suministra a las “dádivas en hombres” para protegernos contra la influencia de “todo viento de enseñanza por
medio de las tretas de los hombres, por medio de astucia en tramar el error” (Efesios 4:14). La palabra original que se traduce por
“tretas” significa “juego engañoso de dados” o “habilidad para manipular los dados”. ¿No nos recuerda eso la astucia con la que actúan
los apóstatas? Mediante hábiles argumentos manipulan las Escrituras para desviar de la fe a los verdaderos cristianos. Los ancianos
deben tener cuidado con esos “lobos opresivos” (Hechos 20:29, 30).
19
Las ovejas de Jehová necesitan además protección de otros peligros. En tiempos antiguos, el pastor David también protegió de los
depredadores a los rebaños de su padre (1 Samuel 17:34-36). Hoy pueden surgir, asimismo, ocasiones en las que los pastores
cristianos necesiten valor para proteger al rebaño de todo aquel que pueda maltratar u oprimir a las ovejas de Jehová, particularmente a
las más vulnerables. Los ancianos deben echar con prontitud de la congregación a los pecadores voluntarios que deliberadamente se
valgan de tretas, engaño e intrigas para perpetrar la maldad (1 Corintios 5:9-13; compárese con Salmo 101:7).
20
¡Cuánto agradecemos estas “dádivas en hombres”! Podemos sentirnos seguros gracias a su cuidado amoroso, pues nos reajustan
con ternura, nos edifican con amor, mantienen la unidad de buena gana y nos protegen con valor. Pero ¿cómo deben ver su papel en la
congregación estas “dádivas en hombres”? Y ¿cómo podemos demostrar que las valoramos? Estas preguntas se contestarán en el
próximo artículo.
[Notas]
Este mismo verbo que se traduce por “reajustar” se utilizó en la Septuaginta griega en Salmo 17[16]:5, donde el fiel David pidió en
oración que sus pasos se asieran de los senderos de Jehová.
Por ejemplo, véase “Preguntas de los lectores” de La Atalaya del 15 de febrero de 1980, págs. 29, 30, y “Aborrezcamos lo que es
inicuo”, del número del 1 de enero de 1997, págs. 26-29.

* W13 15/7 págs. 16-18


7
¿Qué papel cumplirían los apóstoles? A medida que se acercaba el Pentecostés del año 33, se hizo evidente que ocuparían un
“puesto de superintendencia” (Hech. 1:20). Sin embargo, ¿cuál sería su principal interés? Jesús, ya resucitado, lo dio a entender en una
conversación con el apóstol Pedro (lea Juan 21:1, 2, 15-17). En presencia de otros apóstoles le dijo: “Apacienta mis ovejitas”. Así indicó
que sus apóstoles estarían entre los pocos mediante quienes él alimentaría espiritualmente a los muchos. ¡Qué prueba tan
conmovedora del cariño que siente Jesús por sus “ovejitas”!
SE ALIMENTA A LOS MUCHOS DESDE EL PENTECOSTÉS EN ADELANTE
8
A partir del Pentecostés del año 33, Cristo resucitado utilizó a sus apóstoles como conducto para alimentar al resto de sus discípulos
ungidos (lea Hechos 2:41, 42). Los judíos y prosélitos que ese día llegaron a ser cristianos ungidos por espíritu reconocieron ese
conducto con total claridad. Plenamente convencidos, “continuaron dedicándose a la enseñanza de los apóstoles”. Según cierto erudito,
el verbo griego que se traduce “continuaron dedicándose” denota “una permanencia persistente y absoluta, una adhesión total de un
grupo orientado hacia un fin común”. Los nuevos creyentes tenían hambre de alimento espiritual y sabían exactamente dónde obtenerlo.
Con completa lealtad, escuchaban a los apóstoles mientras estos explicaban lo que Jesús había dicho y hecho y esclarecían el
significado de pasajes de las Escrituras relacionados con él (Hech. 2:22-36).
Párrafo 8: El hecho de que los nuevos creyentes “continuaron dedicándose a la enseñanza de los apóstoles” implica que los apóstoles
les enseñaban con regularidad. Algunas de sus enseñanzas quedaron registradas en los libros inspirados que ahora forman parte de las
Escrituras Griegas.
MUCHA MALA HIERBA Y POCO TRIGO
13
Jesús predijo que la congregación cristiana sería blanco de ataques. Recuerde que, en una ilustración profética, advirtió que en un
campo recién sembrado de trigo (los cristianos ungidos) se sembraría después mala hierba (los cristianos falsos). Entonces indicó que
se dejaría que ambos grupos crecieran juntos hasta la siega, la cual vendría en “una conclusión de un sistema de cosas” (Mat. 13:24-
30, 36-43). No tuvo que pasar mucho tiempo para que sus palabras se cumplieran.
14
En el siglo primero hubo algunos brotes de apostasía, pero los fieles apóstoles de Jesús actuaron de “restricción” y mantuvieron a
raya la contaminación e influencia de las doctrinas falsas (2 Tes. 2:3, 6, 7). Sin embargo, cuando murió el último de los apóstoles la
apostasía echó raíces y se propagó durante un período de crecimiento que abarcó muchos siglos. En ese tiempo, la mala hierba se hizo
mucha pero el trigo fue escaso. No existía ningún conducto organizado que proporcionara alimento espiritual de manera constante.
Llegaría el momento en que eso cambiaría. Pero ¿cuándo?
Párrafo 13: Las palabras del apóstol Pablo que se hallan en Hechos 20:29, 30 muestran que la congregación sería atacada desde dos
ángulos. En primer lugar, cristianos falsos (“mala hierba”) “entrar[ían]” entre los verdaderos. Y en segundo lugar, algunos “de entre” los
cristianos verdaderos se harían apóstatas y hablarían “cosas aviesas”, o torcidas.

* 21-23 (referencia de más abajo)


¿CUÁNDO SE CUMPLE LA ILUSTRACIÓN?
4
El contexto muestra que la ilustración del esclavo fiel y discreto no empezó a cumplirse en el Pentecostés del año 33, sino en este
tiempo del fin. Veamos cómo nos llevan las Escrituras a esa conclusión.
5
Esta parábola forma parte de la profecía de Jesús sobre “la señal de [su] presencia y de la conclusión del sistema de cosas” (Mat.
24:3). La primera sección de la profecía, registrada en Mateo 24:4-22, tiene dos cumplimientos. El primero tuvo lugar en los años que
transcurrieron desde el 33 hasta el 70, y el segundo —mucho más abarcador— lo estamos viendo en nuestros días. ¿Significa esto que
la parábola de Jesús sobre el esclavo fiel también tendría dos cumplimientos? En realidad, no.
6
A partir de las palabras que leemos en Mateo 24:29, Jesús se refirió principalmente a sucesos que ocurrirían en nuestros días (lea
Mateo 24:30, 42, 44). Hablando de la gran tribulación, dijo que los habitantes de la Tierra “verán al Hijo del hombre viniendo sobre las
nubes del cielo”. Luego exhortó a quienes vivieran en los últimos días a mantenerse alerta con estas palabras: “No saben en qué día
viene su Señor [...], porque a una hora que no piensan que es, viene el Hijo del hombre”. En este contexto —al hablar de sucesos que
ocurrirían en los últimos días—, Jesús relató la parábola del esclavo fiel. Así pues, podemos concluir que sus palabras sobre ese
esclavo fiel solo empezaron a cumplirse después de 1914, cuando comenzaron los últimos días. ¿Por qué es lógica esta conclusión?
7
Piense en la pregunta que planteó Jesús: “¿Quién es, verdaderamente, el esclavo fiel y discreto[?]”. En el siglo primero no tenía
sentido hacerla. Como vimos en el artículo anterior, los apóstoles realizaban milagros y hasta transmitían dones milagrosos, así que
estaba claro que eran ellos los que tenían el apoyo divino (Hech. 5:12). Por eso, ¿por qué iba alguien a preguntar quién había sido
nombrado por Jesús para dirigir a sus ovejas? Sin embargo, en 1914 la situación era muy distinta. La temporada de la cosecha había
empezado ese año. Por fin era hora de separar la mala hierba del trigo (Mat. 13:36-43). Pero al empezar la temporada de la cosecha,
había muchos cristianos falsos que afirmaban ser los verdaderos seguidores de Jesús. Así que surgió esta cuestión fundamental:
¿cómo podría reconocerse el trigo, es decir, los cristianos ungidos? La ilustración de Jesús dio una clave. Los cristianos ungidos serían
aquellos que estuvieran bien alimentados espiritualmente.
¿QUIÉN ES EL ESCLAVO FIEL Y DISCRETO?
8
El esclavo fiel debe estar compuesto por cristianos ungidos que vivan en la Tierra. A ellos se les llama “un sacerdocio real”, y se les ha
encomendado que “‘declaren en público las excelencias’ de aquel que los llamó de la oscuridad a su luz maravillosa” (1 Ped. 2:9). Por
esta razón resulta apropiado que miembros de ese “sacerdocio real” participen directamente en enseñar la verdad a sus hermanos en la
fe (Mal. 2:7; Rev. 12:17).
9
¿Componen el esclavo fiel todos los ungidos que viven en la Tierra? No, la realidad es que no todos los ungidos participan en proveer
alimento espiritual a sus compañeros de creencia de todo el mundo. Es cierto que entre el trigo hay hermanos ungidos que son siervos
ministeriales o ancianos. Ellos enseñan de casa en casa y en sus congregaciones y apoyan con lealtad las instrucciones que recibimos
de la sede mundial, pero no participan en proveer alimento espiritual a la hermandad. Además, entre los ungidos hay hermanas
humildes que nunca intentarían asumir la función de maestros de la congregación (1 Cor. 11:3; 14:34).
10
¿Quién, entonces, es el esclavo fiel y discreto? Según el patrón que Jesús fijó de alimentar a muchos por medio de unos pocos, ese
esclavo está compuesto por un pequeño grupo de hermanos ungidos que participan directamente en preparar y proveer alimento
espiritual durante la presencia de Cristo. A lo largo de los últimos días, estos hermanos ungidos que constituyen el esclavo fiel han
estado sirviendo juntos en la sede mundial. Hoy, ese esclavo es el grupo de cristianos ungidos que forman el Cuerpo Gobernante de los
Testigos de Jehová. Ahora bien, note que, aunque se trata de un esclavo compuesto por más de una persona, la palabra esclavo está
en singular. En armonía con este hecho, el Cuerpo Gobernante actúa como uno solo, es decir, toma sus decisiones de manera
conjunta.
¿QUIÉNES SON LOS DOMÉSTICOS?
11
Debe destacarse que, en la ilustración de Jesús, el esclavo fiel y discreto recibe dos nombramientos distintos. En primer lugar, se le
pone a cargo de los domésticos, y en segundo lugar, de todos los bienes del amo. Puesto que la parábola se cumple exclusivamente en
este tiempo del fin, ambos nombramientos tendrían que producirse después de 1914, cuando comenzó la presencia de Cristo como
Rey.
12
¿Cuándo nombró Jesús al esclavo fiel sobre sus domésticos? Para averiguar la respuesta, debemos retroceder al año 1914, al
comienzo de la temporada de la cosecha. Como ya aprendimos, en ese entonces había muchos grupos que afirmaban ser cristianos.
¿De entre cuál de ellos seleccionaría y nombraría Jesús al esclavo fiel? La pregunta se respondió una vez que él y su Padre vinieron a
inspeccionar el templo —el sistema de adoración que Dios ha establecido—, lo que tuvo lugar desde 1914 hasta principios de 1919
(Mal. 3:1). ¡Cuánto se alegraron al ver a un pequeño grupo de leales Estudiantes de la Biblia que demostraban un profundo amor por
Jehová y su Palabra! Por supuesto, necesitaban pulirse en algunos aspectos, pero humildemente se dejaron moldear durante un breve
período de prueba y limpieza (Mal. 3:2-4). Aquellos fieles Estudiantes de la Biblia eran auténtico trigo. En 1919, año en que
experimentaron un resurgimiento espiritual, Jesús seleccionó de entre ellos algunos hermanos ungidos capacitados para que
compusieran el esclavo fiel y discreto y los nombró sobre sus domésticos.
13
¿Quiénes, entonces, son los domésticos? Dicho sencillamente, los que son alimentados. Al comienzo de los últimos días, todos los
domésticos eran cristianos ungidos. Pero más tarde, el grupo de los domésticos llegó a incluir a la gran muchedumbre de otras ovejas.
Estas componen ahora la inmensa mayoría del “solo rebaño” que sigue a Cristo (Juan 10:16). Tanto los ungidos como las otras ovejas
se benefician del mismo alimento espiritual que el esclavo fiel proporciona “al tiempo apropiado”. ¿Y qué puede decirse de los miembros
del Cuerpo Gobernante que hoy componen ese esclavo fiel y discreto? Ellos también necesitan alimentarse espiritualmente, así que con
humildad reconocen que a nivel individual son domésticos como todos los demás cristianos verdaderos.
14
Jesús puso una seria responsabilidad sobre los hombros del esclavo fiel y discreto. En tiempos bíblicos, un esclavo de confianza, o
mayordomo, tenía a su cargo a todos los siervos de la casa de su amo (Luc. 12:42, nota). De igual modo, el esclavo fiel y discreto tiene
a su cargo a todos los siervos de Jehová. Entre sus deberes figura supervisar el uso de bienes materiales, la obra de predicar, la
preparación de asambleas y la producción de las publicaciones bíblicas que se emplean en el ministerio, en el estudio personal y en las
reuniones cristianas. Los domésticos dependen de todos los recursos espirituales que proporciona este esclavo compuesto

* W07 1/4 págs. 28,29 parrs 10-14


Cuatro razones para cooperar de buena gana
10
En Hebreos 13:7, 17, que ya hemos citado, el apóstol Pablo da cuatro razones para obedecer sumisamente a los superintendentes
cristianos. La primera es que nos “han hablado la palabra de Dios”. Recordemos que Jesús entrega “hombres” como “dádivas” a la
congregación teniendo en mira el “reajuste de los santos” (Efesios 4:11, 12). Él reajustó, o corrigió, la manera de pensar y comportarse
de los cristianos del siglo primero valiéndose de pastores fieles, algunos de los cuales escribieron cartas inspiradas a las
congregaciones. Mediante estos superintendentes nombrados por espíritu, guió y edificó a los primeros cristianos (1 Corintios 16:15-18;
2 Timoteo 2:2; Tito 1:5).
11
En la actualidad, Jesús nos dirige a través del “esclavo fiel y discreto”, representado por su Cuerpo Gobernante y los ancianos de la
congregación (Mateo 24:45). Por consideración al “pastor principal”, Jesucristo, seguimos este consejo de Pablo: “Respeten a los que
trabajan duro entre ustedes y los presiden en el Señor y los amonestan” (1 Pedro 5:4; 1 Tesalonicenses 5:12; 1 Timoteo 5:17).
12
La segunda razón para cooperar con los superintendentes cristianos es que ellos “están velando por [nuestras] almas”. Si perciben en
nosotros alguna actitud o comportamiento que ponga en peligro nuestra espiritualidad, enseguida nos darán el consejo necesario para
reajustarnos (Gálatas 6:1). El verbo griego traducido “están velando” significa literalmente “se abstienen de dormir”. Según un
comentario bíblico, “implica la vigilancia continua del pastor”. En muchos casos, dicha vigilancia lleva a los ancianos incluso a
desvelarse literalmente, preocupados por nuestro bienestar espiritual. En vista de que estos amorosos pastores hacen todo lo posible
por imitar el tierno cuidado de Jesucristo, el “gran pastor de las ovejas”, ¿no deberíamos colaborar de buena gana con ellos? (Hebreos
13:20.)
13
La tercera razón para cooperar de buena gana con los superintendentes es que velan por nosotros “como los que han de rendir
cuenta”. Estos pastores recuerdan que están al servicio de los Pastores celestiales, Jehová Dios y Jesucristo (Ezequiel 34:22-24).
Jehová es el Dueño de las ovejas, a las que “compró con la sangre del Hijo suyo”, y pedirá cuentas a los superintendentes, quienes
deben tratar a Su rebaño “con ternura” (Hechos 20:28, 29). En realidad, todos deberemos dar cuenta a Jehová por la manera en que
respondemos a la dirección divina (Romanos 14:10-12). Al obedecer a los ancianos, también daremos prueba de que nos sometemos a
Cristo, Cabeza de la congregación (Colosenses 2:19).
14
Pablo aportó una cuarta razón para ser humildes y someternos a los superintendentes cristianos: “Para que ellos lo hagan con gozo y
no con suspiros, por cuanto esto les sería gravemente dañoso a ustedes” (Hebreos 13:17). Dado que tienen los serios deberes de
enseñar, pastorear, encabezar la predicación, criar a sus familias y atender los problemas que surgen en la congregación, los ancianos
llevan una gran carga (2 Corintios 11:28, 29). Si nos resistiéramos a seguir su dirección, les haríamos esa carga aún más pesada, lo
que los llevaría a suspirar abrumados. Nuestra actitud poco colaboradora desagradaría a Jehová y tal vez nos perjudicaría. Por otro
lado, cuando demostramos respeto y un espíritu de cooperación, los ancianos pueden desempeñar sus funciones con gozo. Como
consecuencia, todos estamos más unidos y participamos con más alegría en la predicación del Reino (Romanos 15:5, 6).

* Jl lección 17
Lección 17
¿Cómo nos ayudan los superintendentes de circuito?
Las Escrituras Griegas Cristianas mencionan frecuentemente a Bernabé y al apóstol Pablo. Estos hombres eran superintendentes
viajantes que visitaban a las congregaciones de aquel tiempo. ¿Qué los motivaba? El interés genuino en el bienestar de sus hermanos
espirituales. Pablo manifestó su deseo de volver a visitar a los hermanos para ver cómo les iba. No le importaba recorrer cientos de
kilómetros con tal de fortalecerlos (Hechos 15:36). El mismo sentimiento impulsa a los superintendentes viajantes del día actual.
Vienen a animarnos. Los superintendentes de circuito visitan unas veinte congregaciones y pasan una semana con cada una de ellas
dos veces al año. Podemos sacar mucho provecho de la experiencia de estos hermanos y de sus esposas, si son casados. Ellos
procuran conocer a jóvenes y mayores por igual, y están deseosos de ir con nosotros a predicar y a visitar a las personas a las que
damos clases bíblicas. Estos superintendentes realizan visitas pastorales con los ancianos; además, pronuncian discursos entusiastas
en las reuniones y asambleas con el fin de animarnos (Hechos 15:35).
Se interesan por todos. Los superintendentes de circuito están profundamente interesados en el estado espiritual de las
congregaciones. Se reúnen con los ancianos y los siervos ministeriales para analizar los progresos que se han hecho y para darles
consejos prácticos sobre el desempeño de sus deberes. Ayudan a los precursores a mejorar su ministerio y acrecentar los resultados, y
les da mucho gusto conocer a las personas que están empezando a reunirse con nosotros y saber que están adelantando
espiritualmente. Cada uno de estos hermanos se gasta de buen grado y es un “colaborador para [nuestro] bien” (2 Corintios 8:23).
Imitemos su fe y su devoción a Dios (Hebreos 13:7).
▪ ¿Con qué objetivo visitan las congregaciones los superintendentes de circuito?
▪ ¿Cómo puede usted sacar provecho de sus visitas?

* Km 8/86 pág. 1 párr. 4


ACTITUD MENTAL Y PREPARACIÓN APROPIADAS
4
Primero, deberíamos ‘fortificar la mente para actividad’. (1 Ped. 1:13.) Para hacer eso, es necesario tener el punto de vista correcto
tocante a la visita y hacer planes específicos a fin de tener una participación más amplia en el ministerio. ¿Puede usted ser precursor
auxiliar durante el mes de la visita del superintendente de circuito? ¿Podría ajustar su rutina diaria para trabajar en el servicio del campo
durante la semana? ¿Podría hacer arreglos para hacer revisitas o conducir un estudio bíblico por la tarde un día de la semana? El
superintendente de circuito gustosamente le acompañaría y hasta conduciría el estudio, si usted así lo desea.

* Km 6/89 pág. 3
Apoye la visita del superintendente de circuito
1
Desde el 15 de octubre de 1946, las congregaciones han estado organizadas en circuitos que gozan de las visitas de superintendentes
viajantes de tiempo completo. Ya por casi 43 años esta provisión teocrática ha beneficiado tanto a individuos como a congregaciones.
(Isa. 1:26.) Nuestro apoyo continuo a este arreglo redundará en muchas bendiciones adicionales. (Efe. 4:7, 8, 11.)
PREPÁRESE PARA LA VISITA
2
Una vez que se anuncie la visita del superintendente de circuito, podemos comenzar a prepararnos para esta y hacer ajustes en
nuestro horario a fin de dar apoyo pleno a la actividad especial durante esa semana. Algunos publicadores hacen planes para servir de
precursores auxiliares y así dedicar más tiempo al ministerio del campo. Otros quizás tomen uno o dos días de vacaciones para
participar en la predicación. Muchos publicadores hacen arreglos específicos para trabajar con el superintendente viajante en algún
rasgo del servicio. Nuestro apoyo de corazón al ministerio del campo durante esa semana resultará en muchos galardones.
3
Los informes de los superintendentes viajantes indican que hay lugar para mejorar con relación al apoyo que damos a la obra de hacer
revisitas y conducir estudios bíblicos por las tardes. ¿Podría usted programar revisitas o un estudio bíblico por la tarde durante la visita?
El superintendente de circuito gustosamente lo acompañará, y será para él un placer conducir el estudio si usted lo desea.
AYUDA PERSONAL
4
Una de las metas principales del superintendente de circuito es proveer instrucción adicional a cualquiera que esté procurando
alcanzar mayores privilegios de servicio. (1 Tim. 3:1.) ¿Tiene preguntas sobre sus asignaciones o responsabilidades específicas? ¿Le
gustaría mejorar sus aptitudes y su organización personal? ¿Le interesa el servicio de Betel, Galaad o la Escuela de Entrenamiento
Ministerial? ¿Le gustaría servir donde hay mayor necesidad de ayuda, sea en su circuito o en cualquier otro lugar de los Estados
Unidos? Sin importar cuáles sean sus metas espirituales, el superintendente de circuito con gusto las considerará con usted.
5
Si el superintendente de circuito es casado, su esposa también es una sierva devota de Jehová, y es muy probable que sea
precursora y pueda apoyar plenamente los arreglos para el servicio del campo. Gracias a su experiencia y participación regular en el
ministerio en diversos territorios, ella está capacitada en la obra de predicar, y está dispuesta a trabajar particularmente con otras
hermanas en el servicio de casa en casa y a acompañarlas a hacer revisitas y conducir estudios bíblicos en los hogares. Esta hermana
merece el mismo encomio amoroso que Pablo dio respecto a Febe. (Rom. 16:1, 2.)
6
No queremos pasar por alto el privilegio que tenemos de mostrar hospitalidad al superintendente viajante y a su esposa, si es casado.
Muchos hermanos atesoran los recuerdos, así como el ánimo que recibieron cuando invitaron a su hogar a estos ministros viajantes o
compartieron una comida con ellos y disfrutaron de su agradable compañerismo espiritual. (3 Juan 5-8.)
7
El pueblo de Jehová sigue beneficiándose de las visitas regulares de superintendentes viajantes maduros. Los beneficios que
recibamos personalmente de este arreglo dependerán de lo bien que nos preparemos para la visita y del apoyo que demos a esta.
Sigamos resueltos a apoyar de lleno la próxima visita de nuestro superintendente de circuito.

 LECCION 7 (b)

* Lv pág. 54 párr. 8
8
¿Qué es el “aire”, o espíritu, del mundo? Es la fuerza invisible que influye para mal en las personas. ¿Cómo? Incitándolas a
desobedecer a Dios y promoviendo “el deseo de la carne y el deseo de los ojos” (1 Juan 2:16; 1 Timoteo 6:9, 10). ¿Por qué tiene este
espíritu “autoridad”, o poder, sobre la humanidad? Porque apela a sus tendencias pecaminosas, es casi imperceptible, actúa
incesantemente y, como el aire, está por todas partes. ¿Y de qué manera “opera” en la gente? Favoreciendo el desarrollo gradual de
cualidades anticristianas, como el egoísmo, el orgullo, la ambición, la actitud de independencia moral y la rebeldía. En resumen, logra
que, poco a poco, las cualidades del Diablo crezcan en el corazón del hombre (Juan 8:44; Hechos 13:10; 1 Juan 3:8, 10).

* W13 15/1 págs. 14,15 parrs 11-15


LAS DIVERSIONES
11
La Biblia no nos condena al aburrimiento ni dice que divertirse sea una pérdida de tiempo. El apóstol Pablo le escribió a Timoteo que
“el entrenamiento corporal es provechoso” (1 Tim. 4:8). Además, la Biblia afirma que hay “tiempo de reír” y “tiempo de dar saltos”, y
recomienda descansar lo suficiente (Ecl. 3:4; 4:6). Pero si no tenemos cuidado, las diversiones podrían alejarnos de Jehová. Para que
eso no nos ocurra, hay dos aspectos que debemos tener en cuenta: el tipo de diversiones que elegimos y el tiempo que les dedicamos.
12
Comencemos analizando el tipo de diversiones. Seguro que podemos encontrar actividades sanas. Sin embargo, hay que admitir que
gran parte del entretenimiento disponible en la actualidad promueve cosas que Dios odia, como la violencia, el ocultismo o las
relaciones sexuales inmorales. Por lo tanto, evaluemos con detenimiento el tipo de diversiones que preferimos. Preguntémonos:
“¿Cómo influyen en mí? ¿Me contagian un espíritu violento, competitivo o nacionalista?” (Prov. 3:31). “¿Me hacen gastar demasiado
dinero? ¿Podrían ofender la conciencia de los demás?” (Rom. 14:21.) “¿Con qué clase de personas me llevan a relacionarme?” (Prov.
13:20.) “¿Crean en mí el deseo de hacer algo malo?” (Sant. 1:14, 15.)
13
Y ahora hablemos del segundo factor: el tiempo. ¿Dedicamos tanto tiempo a entretenernos que nos queda poco para participar en las
actividades espirituales, como la predicación o las reuniones? Si es así, nuestros ratos de ocio no serán tan agradables como podrían
ser. La realidad es que quienes mantienen a raya las diversiones las disfrutan más. ¿Por qué? Porque saben que ya han hecho “las
cosas más importantes”, de modo que no se sienten culpables cuando descansan (lea Filipenses 1:10, 11).
14
Es verdad que pasar mucho tiempo divirtiéndonos puede ser tentador, pero quizás ese camino nos distancie de Jehová. Una
hermana de 20 años llamada Kim lo aprendió por experiencia. “Me pasaba todos los fines de semana de fiesta en fiesta: viernes,
sábados y domingos —cuenta ella—. Pero ahora sé que hay muchas cosas más importantes que hacer. Por ejemplo, como soy
precursora me levanto a las seis de la mañana para predicar, así que no puedo estar divirtiéndome hasta la una o las dos de la
madrugada. Está claro que no todas las fiestas son malas, pero pueden ser una enorme distracción. Como en todo, en este asunto
también hay que ser equilibrados”.

* it-2 pág. 368 párr. 4


Jehová Dios no puede mentir (Nú 23:19; Heb 6:13-18) y odia una “lengua falsa”. (Pr 6:16-19.) La ley que dio a los israelitas exigía que
se hiciera compensación por los daños que resultaban del engaño o de la mentira maliciosa. (Le 6:2-7; 19:11, 12.) Además, si una
persona daba falso testimonio, tenía que recibir el mismo castigo que deseaba infligir a otro por medio de sus mentiras. (Dt 19:15-21.) El
punto de vista de Dios en cuanto a la mentira maliciosa que se reflejaba en la Ley no ha cambiado. Los que desean conseguir su
aprobación no pueden practicar la mentira. (Sl 5:6; Pr 20:19; Col 3:9, 10; 1Ti 3:11; Rev 21:8, 27; 22:15.) Tampoco pueden vivir una
mentira, como en el caso de los que alegan amar a Dios mientras que al mismo tiempo odian a su hermano. (1Jn 4:20, 21.) Ananías y
su esposa perdieron la vida por mentir y tratar de burlar al espíritu santo. (Hch 5:1-11.)

* Lv págs. 137-139 parrs 11-14


11
Chismes y calumnias. Los comentarios sobre las vidas ajenas pueden ser inofensivos si giran en torno a asuntos positivos o útiles,
como quién se acaba de bautizar o quién necesita ánimo. Los cristianos del siglo I también se interesaban mucho por sus hermanos y
hablaban de ellos sin ninguna malicia (Efesios 6:21, 22; Colosenses 4:8, 9). Lo que no está bien es hacer comentarios que distorsionen
la realidad o revelen detalles de la vida privada. Esa costumbre pudiera llevarnos incluso a algo más grave: la calumnia, que se define
como “acusación falsa hecha maliciosamente en contra de alguien con el fin de dañarlo o desprestigiarlo” (Diccionario del español usual
en México). Como ejemplo de claras calumnias, tenemos las mentiras que lanzaron los fariseos contra Jesús con la intención de
desacreditarlo (Mateo 9:32-34; 12:22-24). Un hecho innegable es que las calumnias generan muchas discordias (Proverbios 26:20.)
12
¿Cómo ve Jehová a quienes se dedican a difamar o sembrar discordias? No los ve con buenos ojos. Lo que es más, odia a quienes
provocan “contiendas entre hermanos” (Proverbios 6:16-19). Recordemos que el término griego para “calumniador” es diábolos, el
mismo que se usa para presentar a Satanás como el “Diablo”, es decir, como el Calumniador que difama a Dios (Revelación 12:9, 10).
Desde luego, ninguno de nosotros querría convertirse en un “diablo” (o sea, en un calumniador). Ciertamente, en la congregación
no hay lugar para la calumnia ni para las obras de la carne que esta fomenta, entre ellas las “altercaciones [o riñas]” y las “divisiones”
(Gálatas 5:19-21). Así pues, antes de contar cualquier cosa sobre el prójimo, debemos preguntarnos: “¿Estoy seguro de que es cierto?
¿Sería una muestra de amor revelarlo? ¿Es necesario o conveniente que otros se enteren?” (1 Tesalonicenses 4:11).
13
Maltrato verbal. Como ya vimos, las palabras pueden hacer mucho daño. Y es cierto que la imperfección nos lleva a todos a decir
cosas que luego lamentamos. Pero la Biblia nos advierte que hay una forma de hablar que no es admisible ni en la congregación ni en
la familia. Pablo exhortó a los cristianos: “Que se quiten toda amargura maliciosa y cólera e ira y gritería y habla injuriosa” (Efesios 4:31).
Otras traducciones bíblicas vierten “habla injuriosa” como “insultos”, “ofensas” y “lenguaje insultante”. Esta forma de hablar —que
incluye las palabras humillantes, los comentarios ásperos y las críticas despiadadas— atenta contra la dignidad y la autoestima de las
personas. Y los niños, al ser más inocentes y tiernos, son especialmente vulnerables (Colosenses 3:21).
14
La Biblia condena tajantemente a los injuriadores y muestra que se encuentran en una situación muy peligrosa. ¿Qué futuro le espera
a quien tenga la costumbre de emplear expresiones insultantes, despectivas o humillantes? Primero recibirá varias oportunidades de
corregirse. Pero si no las aprovecha, terminará expulsado de la congregación. Y peor aún, hasta pudiera perder la vida eterna bajo el
Reino de Dios (1 Corintios 5:11-13; 6:9, 10). Queda claro, que mantenerse en el amor de Jehová es incompatible con las groserías, con
las mentiras, con los insultos y, en definitiva, con todas las palabras que derrumban al prójimo.

* W12 15/3 págs. 30-31


¿Puede un cristiano llegar tan bajo en el vicio de ver pornografía que termine siendo expulsado de la congregación?
▪ La respuesta es sí. Esto subraya la importancia de rechazar de plano cualquier clase de pornografía, ya sea en forma de texto o de
imágenes en revistas, películas, videos o Internet.
La pornografía ha llegado hasta el último rincón de este mundo. Internet la ha puesto al alcance de la gente como nunca antes, y
personas de todas las edades se han visto infectadas por esta terrible plaga. Hay quienes se han topado con páginas pornográficas sin
pretenderlo. Otros, sin embargo, han accedido a ellas a propósito, tal vez en el hogar o la oficina, donde les resulta más fácil leer o ver
pornografía en secreto. Este es un asunto que los cristianos debemos tomar muy en serio. ¿Por qué?
Jesús indicó una de las principales razones cuando advirtió: “Todo el que sigue mirando a una mujer a fin de tener una pasión por ella
ya ha cometido adulterio con ella en su corazón” (Mat. 5:28). Por supuesto, las relaciones sexuales normales no tienen nada de malo
cuando sirven como fuente de placer dentro del matrimonio (Pro. 5:15-19; 1 Cor. 7:2-5). Pero la pornografía muestra relaciones
inmorales que estimulan los malos pensamientos condenados por Jesús. Dicho sin rodeos, quien lee o ve pornografía viola este
mandato divino: “Amortigüen [o “den muerte a”] [...] los miembros de su cuerpo que están sobre la tierra en cuanto a fornicación,
inmundicia, apetito sexual, deseo perjudicial y codicia, que es idolatría” (Col. 3:5; Traducción en lenguaje actual).
¿Qué hay si un cristiano ha mirado pornografía en una o dos ocasiones? En cierto sentido, se encuentra en una situación tan peligrosa
como la de Asaf, quien admitió: “En cuanto a mí, mis pies casi se habían desviado, casi se había hecho que mis pasos resbalaran”.
Si ha estado viendo imágenes pornográficas de hombres o mujeres desnudos o de una pareja teniendo relaciones, no puede tener la
conciencia tranquila ni estar en paz con Dios. Más bien, se sentirá como Asaf: “Llegué a ser plagado todo el día, y la corrección mía es
cada mañana” (Sal. 73:2, 14).
Si un cristiano ha caído en este pecado, es vital que abra los ojos y comprenda que necesita ayuda espiritual. La Biblia indica que
puede conseguirla en la congregación: “Aunque un hombre dé algún paso en falso antes que se dé cuenta de ello, ustedes los que
tienen las debidas cualidades espirituales traten de reajustar a tal hombre con espíritu de apacibilidad, vigilándote a ti mismo” (Gál. 6:1).
En efecto, uno o dos ancianos pueden prestarle asistencia, lo que incluye orar con él teniendo fe en que Jehová “sanará” al enfermo
espiritual y “le perdonará” (Sant. 5:13-15). Quienes han buscado ayuda para romper con el vicio de la pornografía se sienten hoy como
Asaf, quien afirmó: “Acercarme a Dios es bueno para mí” (Sal. 73:28).
No obstante, el apóstol Pablo explicó que algunos no se arrepintieron “de su inmundicia y fornicación y conducta relajada [o
desvergonzada]” (2 Cor. 12:21). Según explica el lexicógrafo Marvin R. Vincent, el término griego traducido “inmundicia” en este caso
“se refiere a la impureza en su sentido más sucio”. La triste realidad es que ciertos tipos de pornografía son mucho peores que unos
cuantos desnudos o escenas de un hombre y una mujer cometiendo fornicación. En algunos casos se presentan actos tan sucios y
repugnantes como relaciones homosexuales, sexo en grupo, contacto sexual con animales, pornografía infantil, violaciones en grupo,
maltrato de mujeres y diversos tipos de sadomasoquismo. Según indicó Pablo, algunos que estaban “mentalmente [...] en oscuridad”
fueron “más allá de todo sentido moral, [y] se entregaron a la conducta relajada para obrar toda clase de inmundicia con avidez” (Efe.
4:18, 19).
Pablo también mencionó la “inmundicia” en Gálatas 5:19. Un teólogo británico señala: “En este caso, el término puede referirse más
especialmente a todos los deseos antinaturales”. Sin duda, ningún cristiano puede negar que los actos anteriormente citados son
“deseos antinaturales” sucios, repugnantes y depravados. En Gálatas 5:19-21, el apóstol dejó claro que “los que practican” este tipo de
inmundicia “no heredarán el reino de Dios”. Por lo tanto, ¿qué sucedería si un cristiano llevara cierto tiempo —tal vez un período
considerable— viendo pornografía repugnante y sexualmente degradante? Si no se arrepintiera y dejara ese vicio, tendría que ser
expulsado para conservar la pureza y el buen espíritu de la congregación cristiana (1 Cor. 5:5, 11).
Es bueno saber que algunos que han estado viendo estos tipos repugnantes de pornografía han pedido ayuda a los ancianos y han
hecho cambios drásticos. Jesús advirtió a ciertos cristianos de la antigua Sardis: “Fortalece las cosas restantes que estaban a punto de
morir, [...] continúa teniendo presente cómo has recibido y cómo oíste, y sigue guardándolo, y arrepiéntete. Ciertamente, a menos que
despiertes [...,] no sabrás de ningún modo a qué hora vendré sobre ti” (Rev. 3:2, 3). No hay duda de que es posible arrepentirse y
escapar del “fuego” de la pornografía (Jud. 22, 23).
No obstante, será mucho mejor si cada uno de nosotros toma la firme resolución de no correr el más mínimo riesgo en este campo. Por
lo tanto, ¡mantengámonos lo más lejos posible de cualquier tipo de pornografía!
[Nota]
Las diferencias entre inmundicia, fornicación y conducta relajada se explican en La Atalaya del 15 de julio de 2006, páginas 29 a 31.

 LECCION 8 (a)

* W04 1/12 pág. 13 párr. 4


“He andado en mi propia integridad”
4
El término integridad comunica la idea de ser recto, irreprochable, justo e intachable. Ser íntegro no solo implica hacer lo que es justo,
sino manifestar rectitud moral o devoción a Dios con corazón completo. Satanás cuestionó los motivos de Job cuando le dijo a Jehová:
“Para variar, sírvete alargar la mano, y toca hasta su hueso y su carne, y ve si no te maldice en tu misma cara” (Job 2:5). En efecto,
además de actuar debidamente, hay que tener una motivación adecuada.

* lv pág. 51 parrs 3,4, pág. 52 recuadro


PERMANECER LEALES AL REINO Y NEUTRALES
3
En vez de involucrarse en las actividades políticas de su época, Jesús se dedicó a predicar el Reino de Dios, el futuro gobierno
celestial en el que ocuparía la posición de Rey (Daniel 7:13, 14; Lucas 4:43; 17:20, 21). Por este motivo, pudo afirmar ante el
gobernador romano Poncio Pilato: “Mi reino no es parte de este mundo” (Juan 18:36). Sus discípulos fieles siempre hemos seguido su
ejemplo. ¿Cómo? Siendo leales al Reino y a su rey Jesucristo, y anunciando este gobierno por todo el planeta (Mateo 24:14). Así, el
apóstol Pablo escribió: “Somos, por lo tanto, embajadores en sustitución de Cristo [...]. Como sustitutos [de] Cristo
rogamos: ‘Reconcíliense con Dios’” (2 Corintios 5:20).
4
Los embajadores representan en el extranjero a un soberano o a un estado. Por ese motivo, asumen una actitud de neutralidad y
no intervienen en los asuntos internos del país donde realizan sus funciones. Sin embargo, velan por los intereses del gobierno al que
representan. Los cristianos ungidos, cuya “ciudadanía existe en los cielos”, adoptan la misma postura (Filipenses 3:20). Estos celosos
embajadores han estado predicando el Reino y, como resultado, han ayudado a reconciliarse con Dios a millones de las “otras ovejas”
de Cristo (Juan 10:16; Mateo 25:31-40). Bajo la dirección de los hermanos ungidos de Jesús, los cristianos de las “otras ovejas” actúan
como enviados de Cristo. Ambos grupos forman un solo rebaño unido que promueve la causa del Reino mesiánico y mantiene una
postura de estricta neutralidad ante las cuestiones políticas de este mundo (Isaías 2:2-4).
[Recuadro de la página 52]
LOS PRIMEROS CRISTIANOS ERAN NEUTRALES
Los primeros cristianos se mantuvieron neutrales en la política y se negaron a participar en las guerras. Así lo reconocen muchos libros
de historia. Uno de ellos dice que “los fundadores del cristianismo se resistieron tenazmente a albergar el más mínimo deseo de
intervenir de forma directa en el orden político de su tiempo” (The Beginnings of Christianity, George P. Fisher). Otra obra reconoce
igualmente que “se negaban a tomar parte activa en la administración civil”, que “era imposible que los cristianos fueran soldados,
magistrados o príncipes sin renunciar a un deber más sagrado” y que su actitud “los expuso al desprecio y a los reproches de los
paganos” (Historia de la decadencia y caída del Imperio romano, Edward Gibbon).
Con referencia a la postura de los primeros cristianos ante el servicio militar también encontramos comentarios pertinentes. Por ejemplo,
un teólogo alemán escribió que “los cristianos condenaron y se resistieron a dicho servicio militar” (Historia de la Iglesia primitiva,
Norbert Brox). Y un ensayo religioso afirma que tras la muerte de Cristo, y durante un período considerable, sus discípulos “se negaron
a ir a [la guerra] sin importarles las consecuencias, sea que fuera la vergüenza, la cárcel o la muerte. Se trata de hechos innegables”
(An Inquiry Into the Accordancy of War With the Principles of Christianity, Jonathan Dymond). Otro escritor señala que comenzaron a
aparecer soldados cristianos únicamente cuando “ya se había corrompido el cristianismo”.

* it-1 pág. 783 párr. 8; pág. 784 párr. 1


Los llamados cristianos primitivos. Los primeros cristianos rehusaron servir en el ejército romano, ya fuera en las legiones o en las
auxilia, por considerar que ese servicio era totalmente incompatible con las enseñanzas del cristianismo. En su Diálogo con Trifón (CX),
Justino Mártir, del siglo II E.C., dice: “Nosotros, los que estábamos antes llenos de guerra y de muertes mutuas y de toda maldad,
hemos renunciado en toda la tierra a los instrumentos guerreros y hemos cambiado las espadas en arados y las lanzas en útiles de
cultivo de la tierra y cultivamos la piedad, la justicia, la caridad, la fe, la esperanza”. Cuando Tertuliano (c. 200 E.C.) consideró “si la
guerra les es apropiada de manera alguna a los cristianos” en su tratado De Corona (cap. XI), razonó bíblicamente sobre “la ilegalidad
aun de la vida militar en sí misma”, y concluyó: “Erradico de nosotros la vida militar”. (The Ante-Nicene Fathers, 1957, vol. 3, págs. 99,
100.)
“Hasta la década 170-80 después de Jesucristo no hay prueba alguna de cristianos dentro del ejército. [...] Parece más probable que la
Iglesia impidiera a sus miembros hacer el servicio militar que el permitirles servir sin reproche o penalidad algunos.” (Actitudes cristianas
ante la guerra y la paz, de Ronald H. Bainton, Madrid, 1963, pág. 64.) “Es evidente que la posibilidad de que haya habido un solo
soldado cristiano entre los años 60 y alrededor de 165 d. de J.C. es muy escasa; [...] al menos hasta el reinado de Marco Aurelio,
ningún cristiano se hizo soldado después de su bautismo.” (The Early Church and the World, de C. J. Cadoux, 1955, págs. 275, 276.)
“Hasta finales del siglo II [...] los cristianos condenaron y se resistieron a dicho servicio militar.” (Historia de la Iglesia primitiva, de
Norbert Brox, Barcelona, 1986, pág. 58.) El comportamiento de los cristianos era muy diferente del de los romanos [...]. Puesto que
Cristo había predicado la paz, ellos rehusaban hacerse soldados.” (Our World Through the Ages, de N. Platt y M. J. Drummond, 1961,
pág. 125.) “Los primeros cristianos creían que era incorrecto pelear, y se negaban a servir en el ejército aun cuando el Imperio
necesitaba soldados.” (The New World’s Foundations in the Old, de R. y W. M. West, 1929, pág. 131.) “Los cristianos [...] rechazaban
los puestos públicos y el servicio militar.” (“Persecution of the Christians in Gaul, A.D. 177”, de F. P. G. Guizot, de The Great Events by
Famous Historians, edición de Rossiter Johnson, 1905, vol. 3, pág. 246.) “Al paso que [los cristianos] estaban vertiendo máximas de
rendida obediencia, se desentendían de terciar en la administración y en la defensa militar del imperio [...]; mas no cabía que los
cristianos, sin quebrantar otra obligación más sagrada, viniesen a revestirse del carácter de militares, magistrados o príncipes.” (Historia
de la decadencia y ruina del imperio romano, de Edward Gibbon, vol. 2, cap. XV, pág. 75 [ortografía actualizada].)

* lv pág. 213 párr. 3


Votaciones políticas. El cristiano verdadero respeta el derecho de los demás ciudadanos a votar. No hace campaña contra las
elecciones ni tampoco se niega a colaborar con las autoridades que resultan elegidas. Ahora bien, toma la firme decisión de mantenerse
neutral en cuestiones políticas (Mateo 22:21; 1 Pedro 3:16). Pero ¿y si en su país es obligatorio votar o se respira un clima hostil hacia
quienes no acuden a las urnas? Si su conciencia se lo permite, podría ir a las cabinas electorales. Así, actuaría como Sadrac, Mesac y
Abednego, quienes, en circunstancias parecidas, hicieron acto de presencia en la llanura de Dura. Eso sí, para no violar su neutralidad,
el cristiano debe tener muy presentes estos seis principios:

* lv pág. 212 párr. 1 – pág. 213 párr. 2


El saludo a la bandera, las votaciones y el servicio civil
Saludo a la bandera. Los testigos de Jehová creemos que honrar la bandera con saludos y reverencias, a menudo mientras se entona
un himno, es un acto de culto que atribuye la salvación a la patria y a sus líderes, en vez de a Dios (Isaías 43:11; 1 Corintios 10:14;
1 Juan 5:21). Entre los reyes que recibieron una veneración así figura Nabucodonosor de Babilonia. Decidido a demostrar ante sus
súbditos su majestad y religiosidad, el poderoso monarca erigió una colosal estatua y ordenó que todos se inclinaran ante ella mientras
se interpretaba una especie de himno. Pero tres hebreos —Sadrac, Mesac y Abednego— se negaron a honrar la imagen, a riesgo de
sufrir la pena de muerte (Daniel, capítulo 3).
¿Qué puede decirse de hoy? En su obra El nacionalismo: una religión, el historiador Carlton Hayes habla del “ritual del nacionalismo
moderno” y dice: “La bandera nacional es el símbolo principal y objeto central de culto. [...] Los hombres se descubren a su paso; los
poetas dedican odas en su honor; los niños le cantan himnos”. Además, señala que el nacionalismo también tiene sus “días santos” —
como el 4 de julio, Día de la Independencia de Estados Unidos—, así como sus “santos y héroes” y sus “templos”, o lugares venerados.
De igual modo, el Diario Oficial de la Federación, de México, indica que “el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales, son los Símbolos
Patrios” y exhorta a rendir “culto a los símbolos nacionales”. Y ya hace años, una obra de consulta mencionó que “la bandera, como la
cruz, es sagrada” (The Encyclopedia Americana).
En fecha más reciente, esa misma obra explicó que los himnos nacionales son “expresiones del sentir patriótico que suelen incluir
invocaciones para que Dios guíe y proteja a su pueblo o a sus dirigentes”. Así pues, los testigos de Jehová no somos extremistas al
opinar que las ceremonias patrióticas donde se saluda la bandera o se toca el himno son actos religiosos. En su libro Genio y figura del
norteamericano, el profesor D. W. Brogan habló de varios juicios que implicaron a alumnos Testigos que se negaron a rendir homenaje
a la bandera estadounidense y recitar el juramento de lealtad, subrayando el siguiente hecho: “La Suprema Corte ha afirmado al fin [en
varias sentencias] que estos ritos cotidianos son de tipo religioso”.
Los Testigos tenemos claro que aunque nosotros no participamos en tales actos, pues los consideramos contrarios a los principios
bíblicos, las demás personas están en su perfecto derecho de hacerlo. Asimismo, respetamos a las banderas como emblemas
nacionales y nos sometemos a los gobiernos legítimos, pues son las “autoridades superiores” que actúan colectivamente como el
“ministro de Dios” (Romanos 13:1-4). También obedecemos el consejo de orar “respecto a [los] reyes y a todos los que están en alto
puesto”. Sin embargo, lo hacemos con la intención de que nos permitan seguir “llevando una vida tranquila y quieta con plena devoción
piadosa y seriedad” (1 Timoteo 2:2).

* lv pág. 55 recuadro
¿ME MANTENGO NEUTRAL?
Principio: “Mi reino no es parte de este mundo” (Juan 18:36)
Preguntas para meditar
▪ ¿Cómo explicaría yo que el saludo a la bandera es un tipo de idolatría? (Éxodo 20:4, 5; 1 Juan 5:21.)
▪ Cuando me toque explicar por qué no participo en determinadas ceremonias nacionales, ¿cómo demostraré que respeto a quienes
no comparten mis creencias? (1 Pedro 3:15.)
▪ ¿Cuáles son las razones por las que yo no respaldo a ningún partido político ni realizo ningún tipo de servicio militar? (Juan 13:34;
1 Juan 3:10-12.)

* yb04 págs. 219,220 recuadro


Entrevista con Godfrey Bint
Año de nacimiento: 1945
Año de bautismo: 1956
Otros datos: Graduado de la clase 47 de Galaad. Sirvió en el Congo diecisiete años. Actualmente es miembro del Comité de Sucursal
de Ruanda. Habla inglés, francés, lingala, swahili y tshiluba.
Cierto día de 1973 salí al servicio del campo en Kananga con un hermano congoleño. Mientras conducíamos un estudio bíblico en una
casa, llegaron las autoridades y nos arrestaron. Pasamos las siguientes dos semanas en prisión. Durante todo ese tiempo, mi
compañero misionero, Mike Gates, nos traía comida, pues en la cárcel no nos daban nada. Por fin nos pusieron en libertad. Al cabo de
tres meses, Mike y yo íbamos a tomar un avión para asistir a una asamblea internacional en Inglaterra, pero ese mismo día nos
enteramos de que habían detenido a todos los hermanos de una congregación cercana. Así que decidimos ir a llevarles algo de comer.
Para sorpresa nuestra, cuando solicitamos verlos, un magistrado ordenó que nos arrestaran. ¡Imagínense nuestra tristeza al oír
despegar el avión mientras esperábamos el autobús que nos llevaría a la prisión!
Al llegar a la cárcel, vi a muchos internos que había conocido allí tres meses atrás. Como mi compañero —que antes me había llevado
alimentos— también estaba preso, me preguntaron: “¿Quién les traerá comida ahora?”.
Les respondimos que lo harían nuestros hermanos, pero por el gesto que hicieron con la cabeza, nos dimos cuenta de que no se lo
creyeron. Sabían que no había Testigos europeos cerca. Al día siguiente quedaron sorprendidos al ver a los hermanos congoleños
llegar con tanta comida que la pudimos compartir con ellos. Aquella experiencia resultó en un maravilloso testimonio de nuestra
hermandad internacional y el amor que nos une. Nuestros queridos hermanos nos llevaron alimento pese al riesgo que corrían de
acabar entre rejas. Cinco días más tarde fuimos liberados y tomamos un avión que nos llevó a Inglaterra justo a tiempo para la
asamblea.

* km 2/94 pág. 4 parrs 11,12


11
Jamás debemos olvidar que el mensaje que proclamamos no procede de nosotros, sino de Jehová. (Jer. 1:9.) Debemos prestar
cuidadosa atención al mandato: “Invoquen su nombre. Den a conocer entre los pueblos sus tratos [...] en toda la tierra”. (Isa. 12:4, 5.) Él
ha tolerado el trato injusto de sus siervos por una razón específica, a saber, “para que [su] nombre sea declarado en toda la tierra”.
(Éxo. 9:16.) Estamos efectuando la obra que Jehová ha ordenado y es él quien nos da valor para hablar con denuedo. (Hech. 4:29-31.)
Esta es la obra más importante, benéfica y urgente que ha de llevarse a cabo en los últimos días del viejo sistema.
12
Comprender estas cosas nos da el valor que necesitamos para adoptar una actitud firme en contra de Satanás y de este mundo.
(1 Ped. 5:8, 9.) Saber que Jehová está de nuestro lado nos hace ser “animosos y fuertes”, y disipa todo temor hacia quienes nos
persiguen. (Deu. 31:6; Heb. 13:6.) Aunque siempre seremos discretos, razonables y prudentes en nuestro trato con los opositores,
mostraremos con claridad que estamos resueltos a “obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres”. (Hech. 5:29.)
Cuando consideremos prudente hablar en nuestra defensa, lo haremos. (1 Ped. 3:15.) Sin embargo, no perderemos el tiempo
disputando con opositores testarudos que solo procuran desacreditarnos. En lugar de sulfurarnos o tratar de desquitarnos por sus
calumnias o acusaciones falsas, simplemente ‘los dejaremos’. (Mat. 15:14.)

* W11 15/1 pág. 29 párr. 15


15
A causa de su fe, Pablo tuvo que enfrentarse a muchas situaciones que pusieron en peligro su vida (2 Cor. 11:23-28). ¿Qué le ayudó
a no perder el equilibrio ni la estabilidad emocional? La oración y la confianza en Jehová. Durante un período de grandes pruebas, que
probablemente culminó en su martirio, escribió: “El Señor estuvo cerca de mí y me infundió poder, para que por medio de mí la
predicación se efectuara plenamente y todas las naciones la oyeran; y fui librado de la boca del león” (2 Tim. 4:17). De modo que el
apóstol sabía muy bien lo que decía cuando exhortó a sus hermanos: “No se inquieten por cosa alguna” (léase Filipenses 4:6, 7, 13).
* W10 15/11 págs. 12-15 parrs 20
Podemos mantenernos íntegros
20
Job se mantuvo fiel porque quería mucho a Jehová, y este le correspondió demostrándole su cariño y socorriéndolo. Por eso, el
patriarca le dijo: “Vida y bondad amorosa [o, según la nota, “amor leal”] has obrado conmigo; y tu propio cuidado ha guardado mi
espíritu” (Job 10:12). Pero Job también trató con amor leal a quienes lo rodeaban, pues comprendía que si no lo hacía, terminaría
perdiendo el temor de Dios (Job 6:14). Así es, las personas íntegras aman a Jehová y al prójimo (Mat. 22:37-40).

* W03 1/10 pág. 13 párr. 18


18
Por último, las pruebas y tribulaciones nos benefician personalmente. ¿De qué manera? Pues bien, el discípulo Santiago recordó a
otros cristianos: “Considérenlo todo gozo, mis hermanos, cuando se encuentren en diversas pruebas, puesto que ustedes saben que
esta cualidad probada de su fe obra aguante”. Así es, la persecución puede refinar nuestra fe y fortalecernos para aguantar. Por tanto,
no la tememos ni recurrimos a medios contrarios a las Escrituras para evitarla o hacer que cese. Más bien, obedecemos esta
exhortación de Santiago: “Que el aguante tenga completa su obra, para que sean completos y sanos en todo respecto, sin tener
deficiencia en nada” (Santiago 1:2-4).

* W85 15/11 págs. 12-15 parrs 6-26


Prepare la mente y el corazón
6
Es difícil prepararse físicamente para la persecución debido a que uno no sabe exactamente cuál será la situación. Hasta que ocurra
en realidad, uno no sabe si se pondrá en vigor una proscripción estricta o una sin trabas, o incluso qué se proscribirá. Quizás lo único
que se prohíba sea la obra de predicar de casa en casa, o tal vez las reuniones religiosas. A veces se disuelve la organización legal de
los testigos de Jehová o se encarcela inmediatamente a ciertos individuos. Podemos tener presentes varios lugares donde se pudiera
ocultar literatura si fuera necesario hacerlo. Pero aparte de eso, hay pocas cosas que podemos hacer para prepararnos en sentido
físico.
7
Sin embargo, usted puede preparar la mente y el corazón, y esto es mucho más importante. Fije el pensamiento en la razón por la que
se permite la persecución y por qué tal vez se le lleve ante gobernantes. “Para un testimonio”, dijo Jesús. (Mateo 10:16-19.) Si el
corazón suyo está completamente preparado para mantenerse fiel prescindiendo de lo que suceda, Jehová puede darle a conocer la
manera sabia de actuar cuando sea necesario. Por eso, ¿cómo podemos prepararnos en sentido espiritual para la persecución?
¿Cómo trata usted con la gente?
8
El apóstol Pablo dijo: “Me complazco en debilidades, en insultos, en necesidades, en persecuciones y dificultades, por Cristo”.
(2 Corintios 12:10.) ¿Disfrutaba Pablo de ser objeto de insultos? ¡Claro que no! Pero a menudo la persecución implica el recibir insultos,
y si esto era lo que se requería para alabar el nombre de Dios, entonces Pablo se alegraba de soportarlos.
9
Nosotros, también, podemos estar seguros de que en alguna ocasión tendremos que aguantar “insultos [...] por Cristo”. Tal vez se nos
maltrate de manera verbal o hasta física. ¿Soportaremos tal maltrato? Bueno, ¿qué punto de vista tenemos ahora de nosotros mismos?
¿Nos tomamos demasiado en serio y reaccionamos rápidamente ante insultos verdaderos o imaginados? Si así es, entonces, ¿por qué
no nos esforzamos por cultivar “gran paciencia, [...] apacibilidad, gobierno de uno mismo”? (Gálatas 5:22, 23.) Esto será un
entrenamiento excelente para la vida cristiana ahora, y podría salvarnos la vida en tiempos de persecución.
¿Qué punto de vista tiene usted del servicio del campo?
10
A menudo, la primera cosa que se restringe bajo una proscripción es la predicación pública de las “buenas nuevas”. Sin embargo, la
obra de predicar y hacer discípulos es vital en estos últimos días. ¿De qué otro modo aprenderá la gente acerca del Reino de Dios? Por
eso, la reacción apropiada a una proscripción de ese tipo es la que expresaron los apóstoles cuando los líderes religiosos judíos
trataron de proscribir su actividad de predicar. (Hechos 5:28, 29.) Debido a una proscripción, tal vez se obstaculicen algunos medios
utilizados para predicar. Pero hay que llevar a cabo la obra de alguna manera. ¿Tendría usted las fuerzas para continuar predicando
bajo la presión de la persecución?
11
Bueno, ¿qué punto de vista tiene usted ahora de la obra de predicar? ¿Permite que obstáculos insignificantes le estorben y le hagan
irregular en el servicio del campo? Si así es, ¿qué haría bajo una proscripción? ¿Teme usted a los hombres ahora? ¿Está dispuesto a
predicar de casa en casa en la calle donde usted vive? ¿Teme predicar a solas? En algunos países, el que dos personas trabajen juntas
en la predicación frecuentemente llama mucho la atención. Por eso, donde no sea peligroso hacerlo, ¿por qué no predica a solas de vez
en cuando ahora? Será buen entrenamiento.
12
¿Participa usted en la obra con las revistas en las calles? ¿Tiene el valor y la iniciativa de crear oportunidades para dar un testimonio
informal? ¿Trabaja los territorios de negocios? ¿Tiene miedo de abordar a personas acaudaladas o influyentes? Si solamente participa
en ciertos rasgos de la predicación, ¿qué haría si, bajo proscripción, ya no se pudiera predicar así?
13
¿Reconoce usted que tiene cierta debilidad en algún aspecto? Ahora es el tiempo de trabajar en ello. Aprenda a confiar en Jehová y
llegue a ser un ministro más capacitado. Entonces estará mejor equipado para predicar ahora y mejor preparado para perseverar en
tiempos de persecución.
¿Es usted confiable?
14
A través de las Escrituras Griegas Cristianas se hace mención de personas que eran firmes columnas de la congregación. Por
ejemplo, Onesíforo ayudó valerosamente a Pablo cuando este estaba encarcelado en Roma. (2 Timoteo 1:16.) Febe fue recomendada
debido a su duro trabajo en la congregación de Cencrea. (Romanos 16:1, 2.) Tales hombres y mujeres tienen que haber sido una
influencia estabilizadora cuando se desató la persecución. ‘Se mantuvieron despiertos, estuvieron firmes en la fe, se portaron como
hombres y se hicieron poderosos.’ (1 Corintios 16:13.)
15
Todos los cristianos, especialmente los ancianos, deben tratar de progresar y llegar a ser como los cristianos primitivos, que eran
firmes. (1 Timoteo 4:15.) Aprenda a mantener en secreto los asuntos confidenciales y a tomar decisiones basadas en principios bíblicos.
Aprenda a discernir cualidades cristianas en otras personas, a fin de que sepa quién podrá ser confiable bajo presión. Esfuércese, con
la fortaleza que Jehová imparte, por llegar a ser una columna de la congregación donde está, alguien que ayude a otros en lugar de
alguien que siempre necesite la ayuda de otros. (Gálatas 6:5.)
¿Se lleva usted bien con la gente?
16
El apóstol Pablo nos anima: “Vístanse de los tiernos cariños de compasión, bondad, humildad de mente, apacibilidad y gran
paciencia. Continúen soportándose los unos a los otros y perdonándose sin reserva los unos a los otros”. (Colosenses 3:12, 13.) ¿Es
esto fácil para usted? ¿O se irrita indebidamente por las imperfecciones de otras personas? ¿Se ofende o se desanima fácilmente? Si
así es, he aquí otro campo donde uno se puede preparar.
17
En los países donde las reuniones están proscritas, los cristianos se reúnen con regularidad en grupos pequeños. En tales
circunstancias, los defectos se hacen aun más evidentes. Por eso, ¿por qué no se prepara ahora para soportar las debilidades de otros,
así como ellos indudablemente están soportando las suyas? No critique a otras personas, pues esto las desanima muchísimo. Además,
adiéstrese y adiestre a sus hijos a respetar la propiedad de otras personas cuando asistan a los estudios de libro de congregación. Bajo
persecución, dicho respeto fomentará relaciones pacíficas.
¿Tiende usted a inquirir por curiosidad?
18
Por naturaleza, algunos de nosotros tendemos a inquirir mucho por curiosidad. No podemos resistir no “estar enterados”. ¿Tiene
usted tal tendencia? Si así es, considere lo siguiente: A veces, cuando se ha proscrito la obra de los testigos de Jehová, las autoridades
tratan de averiguar los arreglos de organización de los Testigos y los nombres de los superintendentes responsables. Si usted estuviera
enterado de estos datos, se le podría someter a maltrato físico en un esfuerzo por obligarlo a divulgarlos. Y si de veras los divulgara, la
obra de sus hermanos podría afectarse gravemente. Por eso a veces es más seguro saber sólo lo que uno tiene que saber, y nada más.
19
¿Puede usted adiestrarse en eso ahora? ¡Claro que sí! Por ejemplo, si un comité judicial de la congregación estuviera atendiendo un
caso, las personas deberían quedar satisfechas con lo que los ancianos consideren que sea apropiado decir y no curiosear para
enterarse de algunos detalles. Ni las esposas ni los hijos de los ancianos deberían tratar de ejercer presión sobre estos para que
revelen asuntos confidenciales. En todos los aspectos, debemos aprender a no ‘entremeternos en lo que no nos atañe’.
(2 Tesalonicenses 3:11.)
¿Es usted un estudiante de la Biblia?
20
La Biblia es la base de la fortaleza espiritual del cristiano. Le da respuestas a sus preguntas más importantes y concede acceso a la
sabiduría de Dios mismo. (2 Timoteo 3:14-16.) Todos los cristianos reconocen esto en principio, pero ¿qué papel desempeña realmente
la Biblia en su vida? ¿La estudia con regularidad y permite que lo guíe en todo lo que usted hace? (Salmo 119:105.)
21
A menudo se restringe severamente el acceso a nuestra literatura bíblica cuando la obra está proscrita. A veces hasta las Biblias son
difíciles de conseguir. En tales circunstancias, el espíritu santo le hará recordar cosas que usted haya aprendido en el pasado. ¡Pero no
le hará recordar cosas que no haya aprendido! Por lo tanto, mientras más estudie ahora, más información almacenará en la mente y el
corazón, la cual el espíritu santo sacará a relucir en momentos de apuro. (Marcos 13:11.)
¿Ora usted?
22
Esta es una pregunta importante cuando pensamos en la persecución. La Biblia aconseja: “Persistan en la oración”. (Romanos
12:12.) La oración es comunicación directa con Jehová Dios. Mediante ella podemos pedir la fortaleza para aguantar dificultades y
tomar decisiones correctas, así como desarrollar una relación personal con Jehová Dios. Aunque los opositores nos quitaran la
literatura, las Biblias y la asociación de otros cristianos, nunca podrán quitarnos el privilegio de la oración. En la cárcel más fortificada, el
cristiano puede comunicarse con Dios. De modo que el aprovecharse plenamente del privilegio de la oración es una manera excelente
de prepararse para lo que el futuro encierre.
¿Confía usted en la autoridad?
23
El cultivar esta confianza es importante también. Los ancianos de la congregación son parte de la provisión de Dios para protegernos.
Los ancianos tienen que obrar de manera digna de confianza, y el resto de la congregación tiene que aprender a confiar en ellos. (Isaías
32:1, 2; Hebreos 13:7, 17.) Más importante aún, debemos aprender a confiar en “el esclavo fiel y discreto”. (Mateo 24:45-47.)
24
Los enemigos pudieran esparcir mentiras acerca de la organización de Dios. (1 Timoteo 4:1, 2.) En cierto país, algunos cristianos
fueron engañados para creer que el Cuerpo Gobernante de los testigos de Jehová había abandonado el cristianismo, mientras que ellos
mismos todavía se mantenían fieles a este. Una buena manera de prepararse para resistir ataques como este es cultivando un fuerte
amor a sus hermanos y aprendiendo a confiar en el arreglo de cosas de Jehová. (1 Juan 3:11.)
Usted puede obtener la victoria
25
Después de haber sufrido persecución, el envejecido apóstol Juan nos dice: “Todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y ésta
es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe”. (1 Juan 5:4.) Usted no puede vencer por sus propias fuerzas. Satanás y su mundo
son más fuertes que usted. Pero no son más fuertes que Jehová Dios. Por consiguiente, si obedecemos los mandatos de Dios, pedimos
en oración que Su espíritu nos sostenga y confiamos completamente en él para que nos dé la fortaleza para perseverar, entonces
podremos salir victoriosos. (Habacuc 3:13, 18; Revelación 15:2; 1 Corintios 15:57.)
26
En todos los países hay cristianos que sufren persecución, ya sea por cónyuges opositores o de alguna otra manera. En algunos
países, todos los siervos de Dios están sufriendo debido a acciones oficiales por parte del gobierno de la localidad. Pero aunque usted
ahora mismo no esté sufriendo personalmente oposición o alguna dificultad extraordinaria, recuerde que eso podría ocurrir en cualquier
momento. Jesús dijo que la persecución de los cristianos sería parte de la señal del tiempo del fin; por lo tanto, siempre deberíamos
estar a la expectativa de ella. (Mateo 24:9.) Por eso, ¿por qué no se prepara para ella ahora? Resuélvase a que, prescindiendo de lo
que haya por delante, su conducta siempre traiga alabanza a su Padre celestial, Jehová Dios. (Proverbios 27:11.)

* W00 1/4 pág. 22 párr. 17


17
Nuestros enemigos luchan contra nosotros sin causa, pero no nos acobardamos (Salmo 109:1-3). Nunca permitiremos que los que
odian el mensaje bíblico nos intimiden ni nos hagan transigir. Aunque esperamos que nuestra lucha espiritual se intensifique, sabemos
cuál será el resultado. Al igual que Jeremías, experimentaremos el cumplimiento de las siguientes palabras proféticas: “De seguro
pelearán contra ti, pero no prevalecerán contra ti, porque: ‘Yo estoy contigo —es la expresión de Jehová— para librarte’” (Jeremías
1:19). En efecto, sabemos que los que pelean contra Dios no prevalecerán.

* W96 1/5 pág. 10 párr. 3


3
De igual manera, el Estado ejerce su autoridad solamente porque Dios, como Gobernante Soberano, se lo permite. (Juan 19:11.) En
este sentido puede decirse que “las autoridades que existen están colocadas por Dios en sus posiciones relativas”. Comparada con la
autoridad soberana y suprema de Jehová, la del Estado es mucho menor. Sin embargo, las autoridades civiles son ‘ministros de Dios’,
“siervos públicos de Dios”, por cuanto prestan servicios necesarios, velan por el mantenimiento de la ley y el orden y castigan a los que
obran mal. (Romanos 13:1, 4, 6.) Los cristianos, pues, deben entender que por el hecho de que Satanás sea el gobernante invisible de
este mundo, o sistema, no están sometiéndose a él cuando reconocen que deben sujeción relativa al Estado; más bien, están
obedeciendo a Dios. Todavía en este año de 1996 el Estado político forma parte del “arreglo de Dios”, un orden temporal cuya
existencia Dios permite y el cual sus siervos terrenales han de aceptar como tal. (Romanos 13:2.)

* W96 1/5 pág. 12 párr. 9,11


9
Poco antes de su muerte, Jesús dijo al representante especial del emperador romano en Judea: “Mi reino no es parte de este mundo.
Si mi reino fuera parte de este mundo, mis servidores habrían peleado para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero, como es el
caso, mi reino no es de esta fuente”. (Juan 18:36.) Hasta que su Reino acabe con la dominación de los gobiernos políticos, los
discípulos de Cristo imitan su ejemplo: obedecen a las autoridades establecidas, pero no interfieren en sus empresas políticas. (Daniel
2:44; Mateo 4:8-10.) Jesús formuló una pauta para sus discípulos cuando dijo: “Paguen a César las cosas de César, pero a Dios las
cosas de Dios”. (Mateo 22:21.) Anteriormente, en el Sermón de la Montaña, había dicho: “Si alguien bajo autoridad te obliga a una milla
de servicio, ve con él dos millas”. (Mateo 5:41.) El contexto indica que Jesús estaba ilustrando el principio de sumisión espontánea a las
exigencias legítimas, ya en las relaciones humanas, ya en los requerimientos gubernamentales que se conformen a la ley divina. (Lucas
6:27-31; Juan 17:14, 15.)
11
En consonancia con este principio, el apóstol Pablo exhortó a los cristianos de Roma poco más de veinte años después de la muerte
de Cristo: “Toda alma esté en sujeción a las autoridades superiores”. (Romanos 13:1.) Y aproximadamente diez años más tarde, poco
antes de su segundo encarcelamiento y martirio en Roma, escribió a Tito: “Continúa recordándoles [a los cristianos cretenses] que estén
en sujeción y sean obedientes a los gobiernos y a las autoridades como gobernantes, que estén listos para toda buena obra, que
no hablen perjudicialmente de nadie, que no sean belicosos, que sean razonables, y desplieguen toda apacibilidad para con todos los
hombres”. (Tito 3:1, 2.)

* W96 1/5 pág. 15 párr. 2


2
Por supuesto, la principal preocupación de los siervos de Jehová es pagar a Dios las cosas de Dios. (Salmo 116:12-14.) Pero no por
ello se olvidan de que Jesús dijo que debían dar ciertas cosas al César. Su conciencia enseñada por la Biblia requiere que analicen bajo
oración hasta dónde pueden llegar al dar al César lo que este pide. (Romanos 13:7.) Muchos juristas de tiempos modernos reconocen
que la potestad del Estado tiene límites y que los pueblos y gobiernos de todas partes están sometidos a la ley natural.

* W96 1/5 págs 16, 17 parrs 6-8


6
El apóstol Pablo también escribió: “Glorifico mi ministerio”. (Romanos 11:13.) No cabe duda de que debemos copiar su ejemplo. Tanto
si somos ministros de tiempo completo como si no, tengamos en cuenta que es Jehová mismo quien nos ha asignado nuestro
ministerio. (2 Corintios 2:17.) Siendo que algunas personas pueden cuestionar nuestra postura, es preciso que todo cristiano dedicado y
bautizado esté pronto a suministrar prueba contundente y positiva de que es en verdad ministro de las buenas nuevas. (1 Pedro 3:15.)
Además, su conducta da prueba de su ministerio. Como ministro de Dios ha de abogar por la sana moral y practicarla, defender la
unidad familiar, ser honrado y observar la ley y el orden. (Romanos 12:17, 18; 1 Tesalonicenses 5:15.) Las cosas más importantes en la
vida del cristiano son su relación con Dios y el ministerio que él le ha asignado. No puede renunciar a ellas a instancias del César, pues
es obvio que se cuentan entre las “cosas de Dios”.
“Las cosas de César”
7
Los testigos de Jehová saben que deben “sujeción a las autoridades superiores”, esto es, los dirigentes gubernamentales. (Romanos
13:1.) Por consiguiente, su conciencia educada por la Biblia les permite satisfacer las exigencias legítimas del César, o el Estado. Los
verdaderos cristianos, por ejemplo, figuran entre los contribuyentes más ejemplares de la Tierra. El periódico alemán Münchner Merkur
informó lo siguiente de los testigos de Jehová: “Son las personas más honradas y puntuales en el pago de impuestos de la República
Federal”. En Italia, el periódico La Stampa comentó: “No hay ciudadanos más leales: no tratan de evitar el pago de los impuestos
ni procuran lucrarse evadiendo leyes inconvenientes”. Los siervos de Jehová lo hacen “por causa de su conciencia”. (Romanos 13:5, 6.)
8
¿Se circunscriben las “cosas de César” solo al pago de impuestos? No. Pablo incluyó otras, como el temor y la honra. En su Critical
and Exegetical Hand-Book to the Gospel of Matthew (Manual crítico y exegético del Evangelio de Mateo), el erudito alemán Heinrich
Meyer escribió: “Por [las cosas del César] [...] no hemos de entender meramente el impuesto civil, sino todo aquello a lo que el César
tenía derecho en virtud de su legítimo regir”. El historiador E. W. Barnes, en su obra The Rise of Christianity (La aparición del
cristianismo), comentó que el cristiano pagaría los impuestos que debiera y “aceptaría asimismo toda otra obligación impuesta por el
Estado, siempre y cuando no se le exigiera dar al César las cosas que fueran de Dios”.

* W96 1/5 pág. 19 párr. 15


15
Ahora bien, ¿qué hará el cristiano que vive en un país donde no se exime a los ministros religiosos? Entonces deberá tomar una
decisión personal siguiendo los dictados de su conciencia educada por la Biblia. (Gálatas 6:5.) Tomará en cuenta la autoridad del César
sin dejar de sopesar cuidadosamente lo que debe a Jehová. (Salmo 36:9; 116:12-14; Hechos 17:28.) Recordará que la marca del
cristiano genuino es el amor que le tiene a todos sus hermanos en la fe, incluidos aquellos que viven en otros países o son de otra tribu.
(Juan 13:34, 35; 1 Pedro 2:17.) Tampoco olvidará los principios bíblicos contenidos en pasajes como Isaías 2:2-4; Mateo 26:52;
Romanos 12:18; 14:19; 2 Corintios 10:4, y Hebreos 12:14.

* W96 1/5 pág. 20 parrs 20,22


20
Al efectuar su investigación, el cristiano debe tomar en cuenta varios principios bíblicos. Pablo dijo que debemos ‘ser obedientes a los
gobiernos y a las autoridades como gobernantes, estar listos para toda buena obra, ser razonables y desplegar toda apacibilidad para
con todos los hombres’. (Tito 3:1, 2.) Conviene asimismo que el cristiano examine el trabajo civil propuesto. De aceptarlo, ¿podrá
mantener la neutralidad cristiana? (Miqueas 4:3, 5; Juan 17:16.) ¿Lo involucrará con la religión falsa? (Revelación 18:4, 20, 21.) ¿Le
impedirá cumplir con sus deberes cristianos, o le impondrá límites excesivos al respecto? (Mateo 24:14; Hebreos 10:24, 25.) Por otra
parte, ¿le será posible seguir adelantando en sentido espiritual, quizás hasta participando en el ministerio de tiempo completo, mientras
presta el servicio exigido? (Hebreos 6:11, 12.)
22
Como cristianos que somos, no dejaremos de rendir “al que pide honra, dicha honra”. (Romanos 13:7.) Respetaremos el orden y
procuraremos ser ciudadanos pacíficos y observantes de la ley. (Salmo 34:14.) Incluso podremos orar “respecto a reyes y a todos los
que están en alto puesto” cuando estos funcionarios deban tomar decisiones que afecten nuestra vida y labor cristianas. Como
resultado de pagar al César las cosas del César, esperamos seguir “llevando una vida tranquila y quieta con plena devoción piadosa y
seriedad”. (1 Timoteo 2:1, 2.) Ante todo, seguiremos predicando las buenas nuevas del Reino como la única esperanza para la
humanidad, pagando escrupulosamente a Dios las cosas de Dios.

 LECCION 8(b)

* Km 8/10 págs. 3,4


¿Predicar informalmente? ¡Claro que usted puede!
1
¿Cuántos de su congregación conocieron la verdad gracias a la predicación informal? Le sorprendería la respuesta. ¿Qué es la
predicación informal? Es hablarle de las buenas nuevas a la gente que nos encontramos en el diario vivir: en la escuela, en el trabajo, al
ir de compras, al visitar a familiares o vecinos, al viajar, etc. En cierto grupo de más de doscientos Testigos bautizados, el 40% conoció
la verdad informalmente, lo que demuestra que es un método sumamente eficaz.
2
Los evangelizadores del primer siglo a menudo predicaron de manera informal. Por ejemplo, cuando atravesaba Samaria, Jesús le
predicó a una mujer que sacaba agua de la fuente de Jacob (Juan 4:6-26). Con cierto funcionario de la corte etíope que iba leyendo del
libro de Isaías, Felipe inició la conversación preguntándole: “¿Verdaderamente sabes lo que estás leyendo?” (Hech. 8:26-38). Mientras
estuvo prisionero en Filipos, Pablo le predicó a un carcelero (Hech. 16:23-34). Y más tarde, el mismo Pablo “recibía amablemente a
todos los que venían a él” durante su arresto domiciliario, “predicándoles el reino de Dios y enseñando las cosas respecto al Señor
Jesucristo” (Hech. 28:30, 31). Si ellos lo hicieron, usted también puede, aunque sea tímido. ¿Cómo?
3
Para empezar. A muchos se nos hace difícil comenzar una conversación con un extraño. Aun tratándose de un conocido, pudiéramos
sentirnos un tanto incómodos y no atrevernos a hablar de la verdad. Pero si meditamos en lo bueno que es Jehová, en los tesoros
espirituales que nos ha dado y en la lamentable situación en que se halla la gente del mundo, nos brotará el deseo de expresarnos (Jon.
4:11; Sal. 40:5; Mat. 13:52). Además, podemos pedirle a Jehová que nos dé valor (1 Tes. 2:2). Como dijo cierto estudiante de Galaad:
“A menudo he hallado que la oración me ayuda cuando se me dificulta hablar con la gente”. Si se siente inseguro, haga en silencio una
corta oración (Neh. 2:4).
4
Tal como su nombre lo indica, para predicar informalmente no hace falta una introducción formal o empezar leyendo un texto bíblico.
La meta incluso puede ser sencillamente entablar conversación, sin sentir la obligación de dar testimonio de inmediato. Muchos
hermanos dicen que, después que logran dar este paso, se sienten más cómodos para mencionar las buenas nuevas. Ahora bien, si la
persona no desea conversar, no fuerce la situación. Despídase cortésmente y siga adelante.
5
Una hermana tímida tiene su propio método: mientras anda de compras, mira a alguien a los ojos y le sonríe. Si le devuelven la
sonrisa, ella hace un comentario pasajero. Cuando la persona reacciona bien, eso le da confianza y prosigue la conversación. Escucha
con atención y trata de discernir qué aspecto de las buenas nuevas pudiera interesarle. De este modo ha dejado muchas publicaciones
en manos de la gente y hasta pudo comenzar un estudio.
6
Para romper el hielo. ¿Qué podemos decir para empezar? Recuerde: con la mujer en el pozo, Jesús comenzó simplemente pidiendo
un poco de agua (Juan 4:7). Así que tal vez un saludo o una pregunta amable sirvan para romper el hielo. Conforme vayan hablando,
quizás usted vea oportuno introducir un pensamiento bíblico que pudiera sembrar la semilla de la verdad (Ecl. 11:6). A algunos les ha
dado buenos resultados mencionar algo interesante, que despierte la curiosidad de la persona y dé pie a una pregunta. Por ejemplo,
mientras espera su cita médica, podría decir: “¡Qué contento me pondré cuando se acaben las enfermedades!”.
7
También ayuda ser observador. Por ejemplo, si notamos que los niños de alguien se portan bien, podríamos elogiar a la persona y
preguntarle: “¿Cómo logra educarlos tan bien?”. Una hermana pone atención a los temas sobre los que hablan sus compañeros de
trabajo y luego les entrega información específica de acuerdo con lo que les interese. Por ejemplo, una vez se enteró de que una
compañera pensaba casarse, así que le llevó una revista ¡Despertad! que daba ideas para planear una boda. El resultado fue una
conversación sobre temas bíblicos.
8
Otra forma de comenzar conversaciones es leyendo nuestras publicaciones donde otros nos vean. Un hermano abre La Atalaya o
¡Despertad! en un artículo que llame la atención y comienza a leerlo en silencio. Si nota que alguien por ahí está mirando la revista, le
hace una pregunta o un comentario sobre el artículo. A menudo, su método conduce a una conversación y él puede dar testimonio.
Incluso algo tan simple como dejar una publicación donde otros la vean puede hacer que compañeros de trabajo o de escuela sientan
suficiente curiosidad como para hacer preguntas.

* Km 1/06 Pág. 1
Mostremos interés personal haciendo preguntas y escuchando
1
A la mayoría de las personas les gusta exponer sus puntos de vista, pero les desagrada que alguien las sermonee o las interrogue.
Por eso, los ministros cristianos debemos aprender el arte de usar las preguntas para que nuestros oyentes se expresen (Pro. 20:5).
2
Nuestras preguntas no deben intimidar a la persona, sino invitarla a expresarse. Al ir de casa en casa, cierto hermano pregunta: “¿Le
parece que llegará el día en que todos nos tratemos con dignidad y respeto?”. Dependiendo de la respuesta, prosigue diciendo: “¿Qué
cree usted que haría falta para lograrlo?”, o “¿Por qué cree usted eso?”. Otro hermano, cuando da testimonio informalmente o en
lugares públicos, pregunta a quienes tienen hijos: “¿Qué es lo que más le gusta de ser padre?”. Entonces pasa a decir: “¿Y qué es lo
que más le preocupa?”. Observe que estas preguntas permiten que los oyentes expresen sus opiniones sin sentirse presionados.
Puesto que las circunstancias varían, es importante hacer que el tema y el tono de las preguntas se adapten a aquellos a quienes
predicamos en nuestro territorio.
3
Cómo lograr que se expresen. Si las personas están dispuestas a expresarse, escuche con paciencia sin interrumpirlas
innecesariamente (Sant. 1:19). Agradézcales sus comentarios (Col. 4:6). Quizá baste con decir: “Esa es una opinión muy interesante”.
Encómielas con sinceridad siempre que pueda. De manera bondadosa, hágales otras preguntas para averiguar lo que piensan y por
qué opinan así. Busque un terreno común. Para dirigirlas a un texto bíblico, podría decir: “¿Ha pensado alguna vez en esta
posibilidad?”. No sea dogmático ni discuta (2 Tim. 2:24, 25).
4
La forma en que los oyentes respondan a nuestras preguntas bien puede depender de cómo escuchemos nosotros. Las personas
perciben si de verdad les estamos prestando atención. Un superintendente viajante señaló: “Demostrar que uno está dispuesto a
escuchar con paciencia ejerce una asombrosa atracción y es una magnífica manera de expresar afecto e interés personal”. El que
escuchemos a los demás los dignifica, y es probable que los impulse a prestar atención a las buenas nuevas que procuramos
transmitirles (Rom. 12:10).

* Km 2/01 pág. 1
Cómo persuadir a otras personas
1
El apóstol Pablo se ganó la fama de ser un ministro persuasivo (Hech. 19:26). Incluso el rey Agripa le dijo: “En poco tiempo me
persuadirías a hacerme cristiano” (Hech. 26:28). ¿Qué hizo que el ministerio de Pablo resultara tan convincente? Razonaba con sus
oyentes de manera lógica basándose en las Escrituras y adaptando sus argumentos al auditorio (Hech. 28:23).
2
En imitación de Pablo, nosotros también debemos ser persuasivos en nuestro ministerio. ¿Cómo? Hablando y escuchando con
perspicacia (Pro. 16:23). Seguir estos tres pasos nos ayudará a lograrlo.
3
Escuchemos con atención. Mientras habla la otra persona, debemos buscar un terreno común sobre el cual elaborar nuestro
razonamiento. Si presenta una objeción, intentemos percibir la causa. Sería útil saber exactamente en qué cree, qué la convenció y por
qué (Pro. 18:13). Tratemos de obtener dicha información con tacto.
4
Hagamos preguntas. Si alguien nos dice que cree en la Trinidad, pudiéramos preguntarle: “¿Ha pensado siempre así?”. Y añadir:
“¿Ha estudiado alguna vez detenidamente lo que la Biblia dice al respecto?”. También pudiéramos plantearle el siguiente razonamiento:
“Si Dios fuera una Trinidad, ¿no esperaríamos que la Biblia lo indicase con claridad?”. Sus respuestas nos ayudarán a razonar con él
sobre lo que enseñan las Escrituras.
5
Empleemos razonamientos sólidos. Un Testigo le preguntó a una mujer que creía que Jesús era Dios: “Si usted quisiera ilustrar que
dos personas son iguales, ¿qué parentesco emplearía?”. Ella contestó: “Podría referirme a dos hermanos”. Entonces él añadió: “Puede
que hasta a gemelos idénticos. Pero al enseñarnos a ver a Dios como el Padre y a él mismo como el Hijo, ¿qué dio a entender Jesús?”.
La mujer captó la idea de que Dios es mayor y tiene más autoridad (Mat. 20:23; Juan 14:28; 20:17). El hermano pudo razonar con ella y
llegarle al corazón gracias al arte de la persuasión.
6
Por supuesto, sin importar lo lógica y exacta que sea nuestra presentación, no todo el mundo recibe la verdad con agrado. Aun así,
busquemos diligentemente, al igual que Pablo, a las personas sinceras de nuestro territorio y persuadámoslas a aceptar el mensaje del
Reino (Hech. 19:8).

* Km 6/96 pág. 7
Las conversaciones amigables pueden llegar al corazón
1
La conversación pudiera definirse como un “intercambio oral de impresiones”. Entablar conversaciones amigables sobre temas que
interesan a los oyentes puede captar la atención de estos y ayudarnos a llegar a su corazón con el mensaje del Reino. La experiencia
ha demostrado que es mucho más eficaz hablar amigable y tranquilamente con la gente que presentarle un sermón.
2
Cómo empezar una conversación amigable: Conversar con la gente no significa que tengamos que presentar una impresionante
serie de ideas y textos bíblicos. Implica sencillamente lograr que la otra persona hable con nosotros. Por ejemplo, cuando mantenemos
una conversación amena con el vecino, no estamos rígidos, sino tranquilos. No estamos pensando en lo que vamos a decir después,
sino que respondemos naturalmente a las ideas que exprese nuestro interlocutor. Mostrar interés sincero en lo que la persona dice tal
vez la anime a seguir conversando con nosotros. Lo mismo sucede cuando damos testimonio.
3
Para entablar conversaciones amigables podemos valernos de temas como el delito, los problemas de los jóvenes, las noticias locales,
las condiciones mundiales o incluso el tiempo. Los asuntos que afectan directamente la vida de la gente suelen despertar su interés.
Una vez que se haya empezado la conversación, podemos dirigir poco a poco la atención al mensaje del Reino.
4
Conversar tranquilamente no significa que no tengamos que prepararnos de antemano. Dicha preparación es necesaria. Sin embargo,
no tenemos que formular un bosquejo riguroso ni memorizar un sermón, pues eso resultaría en una conversación inflexible, y no se
adaptaría a las circunstancias que se presentaran. (Compárese con 1 Corintios 9:20-23.) Una excelente manera de prepararnos
consiste en seleccionar uno o dos temas bíblicos con el objetivo de conversar sobre estos. Repasar los que contiene el libro
Razonamiento puede resultarnos útil.
5
Cualidades esenciales para mantener una conversación amigable: Cuando hablemos con otras personas debemos ser afectuosos
y sinceros. Una sonrisa y un aspecto alegre ayudan a reflejar dichas cualidades. Tenemos el mejor mensaje del mundo, y es muy
atrayente para las personas de corazón honrado. Si perciben que nuestro interés en ellas está motivado por un deseo sincero de
comunicarles buenas noticias, tal vez se sientan impulsadas a escuchar. (2 Cor. 2:17.)
6
Conversar con otros debe ser una experiencia placentera. Por eso, debemos ser bondadosos y prudentes cuando presentemos el
mensaje del Reino. (Gál. 5:22; Col. 4:6.) Procuremos dejar una buena impresión en el amo de casa. Así, aunque no le hayamos llegado
al corazón durante la primera visita, quizás esté más dispuesto a escuchar a un Testigo la próxima vez.
7
Entablar una conversación amigable no es el resultado de dominar un sermón complicado. Simplemente es cuestión de despertar el
interés del amo de casa en un tema que le atañe. Una vez que nos hayamos preparado de antemano estaremos listos para conversar
de manera amigable con la gente. Procuremos llegar al corazón de las personas con quienes hablamos al comunicarles las mejores
noticias que existen, las de las bendiciones eternas del Reino. (2 Ped. 3:13.)

* Km 8/10 págs. 3-6


¿Predicar informalmente? ¡Claro que usted puede!
1
¿Cuántos de su congregación conocieron la verdad gracias a la predicación informal? Le sorprendería la respuesta. ¿Qué es la
predicación informal? Es hablarle de las buenas nuevas a la gente que nos encontramos en el diario vivir: en la escuela, en el trabajo, al
ir de compras, al visitar a familiares o vecinos, al viajar, etc. En cierto grupo de más de doscientos Testigos bautizados, el 40% conoció
la verdad informalmente, lo que demuestra que es un método sumamente eficaz.
2
Los evangelizadores del primer siglo a menudo predicaron de manera informal. Por ejemplo, cuando atravesaba Samaria, Jesús le
predicó a una mujer que sacaba agua de la fuente de Jacob (Juan 4:6-26). Con cierto funcionario de la corte etíope que iba leyendo del
libro de Isaías, Felipe inició la conversación preguntándole: “¿Verdaderamente sabes lo que estás leyendo?” (Hech. 8:26-38). Mientras
estuvo prisionero en Filipos, Pablo le predicó a un carcelero (Hech. 16:23-34). Y más tarde, el mismo Pablo “recibía amablemente a
todos los que venían a él” durante su arresto domiciliario, “predicándoles el reino de Dios y enseñando las cosas respecto al Señor
Jesucristo” (Hech. 28:30, 31). Si ellos lo hicieron, usted también puede, aunque sea tímido. ¿Cómo?
3
Para empezar. A muchos se nos hace difícil comenzar una conversación con un extraño. Aun tratándose de un conocido, pudiéramos
sentirnos un tanto incómodos y no atrevernos a hablar de la verdad. Pero si meditamos en lo bueno que es Jehová, en los tesoros
espirituales que nos ha dado y en la lamentable situación en que se halla la gente del mundo, nos brotará el deseo de expresarnos (Jon.
4:11; Sal. 40:5; Mat. 13:52). Además, podemos pedirle a Jehová que nos dé valor (1 Tes. 2:2). Como dijo cierto estudiante de Galaad:
“A menudo he hallado que la oración me ayuda cuando se me dificulta hablar con la gente”. Si se siente inseguro, haga en silencio una
corta oración (Neh. 2:4).
4
Tal como su nombre lo indica, para predicar informalmente no hace falta una introducción formal o empezar leyendo un texto bíblico.
La meta incluso puede ser sencillamente entablar conversación, sin sentir la obligación de dar testimonio de inmediato. Muchos
hermanos dicen que, después que logran dar este paso, se sienten más cómodos para mencionar las buenas nuevas. Ahora bien, si la
persona no desea conversar, no fuerce la situación. Despídase cortésmente y siga adelante.
5
Una hermana tímida tiene su propio método: mientras anda de compras, mira a alguien a los ojos y le sonríe. Si le devuelven la
sonrisa, ella hace un comentario pasajero. Cuando la persona reacciona bien, eso le da confianza y prosigue la conversación. Escucha
con atención y trata de discernir qué aspecto de las buenas nuevas pudiera interesarle. De este modo ha dejado muchas publicaciones
en manos de la gente y hasta pudo comenzar un estudio.
6
Para romper el hielo. ¿Qué podemos decir para empezar? Recuerde: con la mujer en el pozo, Jesús comenzó simplemente pidiendo
un poco de agua (Juan 4:7). Así que tal vez un saludo o una pregunta amable sirvan para romper el hielo. Conforme vayan hablando,
quizás usted vea oportuno introducir un pensamiento bíblico que pudiera sembrar la semilla de la verdad (Ecl. 11:6). A algunos les ha
dado buenos resultados mencionar algo interesante, que despierte la curiosidad de la persona y dé pie a una pregunta. Por ejemplo,
mientras espera su cita médica, podría decir: “¡Qué contento me pondré cuando se acaben las enfermedades!”.
7
También ayuda ser observador. Por ejemplo, si notamos que los niños de alguien se portan bien, podríamos elogiar a la persona y
preguntarle: “¿Cómo logra educarlos tan bien?”. Una hermana pone atención a los temas sobre los que hablan sus compañeros de
trabajo y luego les entrega información específica de acuerdo con lo que les interese. Por ejemplo, una vez se enteró de que una
compañera pensaba casarse, así que le llevó una revista ¡Despertad! que daba ideas para planear una boda. El resultado fue una
conversación sobre temas bíblicos.
8
Otra forma de comenzar conversaciones es leyendo nuestras publicaciones donde otros nos vean. Un hermano abre La Atalaya o
¡Despertad! en un artículo que llame la atención y comienza a leerlo en silencio. Si nota que alguien por ahí está mirando la revista, le
hace una pregunta o un comentario sobre el artículo. A menudo, su método conduce a una conversación y él puede dar testimonio.
Incluso algo tan simple como dejar una publicación donde otros la vean puede hacer que compañeros de trabajo o de escuela sientan
suficiente curiosidad como para hacer preguntas.
9
Hay que crear las oportunidades. En vista de la atención urgente que merece nuestra obra, es fundamental no ver la predicación
informal como algo que puede dejarse a la casualidad. Más bien, hay que buscar cómo crear oportunidades que nos permitan predicar
durante nuestras actividades cotidianas. Piense de antemano en las personas con quienes probablemente se encuentre y en lo que
puede decirles para entablar una conversación agradable. Tenga siempre a la mano una Biblia, además de algunas publicaciones para
entregarle a quien muestre interés (1 Ped. 3:15).
10
Muchos publicadores han encontrado formas ingeniosas de dar testimonio informal. Por citar un caso, una hermana que vive en un
edificio de alta seguridad se pone a armar rompecabezas de paisajes naturales en el área de recreación de las instalaciones. Cuando la
gente se detiene y alaba el hermoso paisaje, ella aprovecha y les cuenta de la promesa bíblica de “un nuevo cielo y una nueva tierra”
(Rev. 21:1-4). ¿De qué otras maneras se le ocurre que pueda crear oportunidades para predicar informalmente?
11
Atienda el interés. Si encuentra un buen oído, procure atender el interés. Para ello, si lo ve conveniente, podría decir: “Fue un placer
hablar con usted. ¿Dónde puedo localizarlo para seguir la conversación?”. Algunos hermanos simplemente le entregan su dirección y
número telefónico a la persona y le dicen: “Me gustó esta conversación con usted. Si desea saber más de lo que hablamos, aquí me
puede localizar”. Si considera que no podrá atender a la persona, entregue sin demora el formulario Sírvase visitar (S-43) al secretario
de su congregación para que la congregación correspondiente se encargue de darle seguimiento.
12
Ahora bien, se debe informar el tiempo de la predicación informal. Asegúrese de ir anotándolo, aunque solo sean unos cuantos
minutos en el día. Si cada publicador predicara informalmente cinco minutos por día, ¡en total serían más de diecisiete millones de horas
al mes!
13
Predicamos informalmente por las más nobles razones: el amor a Dios y al prójimo (Mat. 22:37-39). El profundo aprecio que sentimos
por las cualidades y los propósitos de Jehová nos impulsa a proclamar “la gloria del esplendor de su gobernación real” (Sal. 145:7, 10-
12). Por el genuino interés que tenemos por el prójimo, aprovechamos toda oportunidad apropiada para difundir las buenas nuevas
mientras todavía hay tiempo (Rom. 10:13, 14). Con un poco de previsión y preparación, todos podemos predicar informalmente... y
quién sabe, hasta podríamos tener la alegría de contribuir a que alguien de buen corazón conozca la verdad.

* Km 12/95 págs. 3,4


Que nuestra luz resplandezca continuamente
1
¿Qué es la luz? Un diccionario la define como una “forma de energía que ilumina las cosas y las hace visibles”. Pero en realidad, pese
a los avances técnicos, el hombre no ha logrado aclarar plenamente la cuestión que Jehová planteó en Job 38:24. ¿Podemos vivir sin
luz? Sin ella no podríamos existir. La luz es esencial para la visión física, y la Biblia nos dice que en sentido espiritual “Dios es luz”.
(1 Juan 1:5.) Dependemos totalmente de Aquel que “nos da luz”. (Sal. 118:27.)
2
Si esto es cierto en sentido físico, lo es más en sentido espiritual. La religión falsa ha extraviado a muchísimas personas y las tiene en
la oscuridad, “palpando el muro justamente como ciegos”. (Isa. 59:9, 10.) Motivado por su amor y su compasión incomparables, Jehová
‘envía su luz y su verdad’. (Sal. 43:3.) Literalmente millones de personas han respondido, saliendo “de la oscuridad a su luz
maravillosa”. (1 Ped. 2:9.)
3
Jesucristo desempeña un papel fundamental en llevar esta luz al mundo. Él dijo: “Yo he venido como luz al mundo, para que todo el
que pone fe en mí no permanezca en la oscuridad”. (Juan 12:46.) Encauzó todo su tiempo, toda su energía y todos sus recursos a dar a
conocer la luz de la verdad. Viajó a lo largo y ancho de su país, predicando y enseñando en prácticamente toda ciudad y aldea. Soportó
persecución desde todo ángulo, y se mantuvo incólume en su comisión de difundir la luz de la verdad.
4
Jesús se concentró en seleccionar, preparar y organizar a los discípulos, con un objetivo específico. En Mateo 5:14-16 leemos las
instrucciones que les dio: “Ustedes son la luz del mundo. [...] Resplandezca la luz de ustedes delante de los hombres, para que ellos
vean sus obras excelentes y den gloria al Padre de ustedes que está en los cielos”. Tal como Jesús, ellos debían ser “iluminadores en el
mundo”, y difundir por doquier la luz de la verdad. (Fili. 2:15.) Aceptaron con gusto esa responsabilidad, que consideraron su principal
objetivo en la vida. Poco después, Pablo pudo afirmar que las buenas nuevas “se [habían] predicado en toda la creación que está bajo
el cielo”. (Col. 1:23.) Toda la congregación cristiana realizaba unidamente esta gran obra.
5
Hoy debemos estar agradecidos de que podamos contarnos con los que se han ‘quitado las obras que pertenecen a la oscuridad’.
(Rom. 13:12, 13.) Podemos mostrar nuestra gratitud imitando el ejemplo de Jesús y los cristianos fieles del pasado. La necesidad de
que otros escuchen la verdad es hoy más urgente que en cualquier otro tiempo de la historia humana. Ninguna otra actividad puede
compararse con esta obra en lo que a urgencia y beneficios duraderos se refiere.
6
¿Cómo podemos resplandecer como iluminadores? La principal forma de dejar que nuestra luz resplandezca es participando en la
obra de predicar el Reino. Toda congregación tiene un horario regular y organizado para predicar en su territorio asignado. Pueden
conseguirse una gran variedad de publicaciones en diversos idiomas. La educación que recibimos en las reuniones es muy amplia, y los
que tienen experiencia se ofrecen a ayudarnos personalmente. La oportunidad de participar en ellas está al alcance de hombres,
mujeres, personas mayores y hasta niños. A todos los miembros de la congregación se les invita a participar al grado que sus
habilidades y circunstancias personales se lo permitan. Todas las actividades de la congregación giran en torno de la predicación, y hay
provisiones para ayudar a todos los miembros de esta a participar de algún modo. Tener compañerismo estrecho y regular con la
congregación es la forma más segura de hacer que nuestra luz siga resplandeciendo.
7
Podemos resplandecer sin dar el testimonio verbalmente. Captamos la atención de quienes nos observan simplemente con nuestra
conducta. El apóstol Pedro tenía presente eso cuando exhortó: “Mantengan excelente su conducta entre las naciones, para que [...]
ellos, como resultado de las obras excelentes de ustedes, de las cuales son testigos oculares, glorifiquen a Dios”. (1 Ped. 2:12.) Muchas
personas juzgan una obra o una organización por la conducta de sus miembros. Cuando los observadores se dan cuenta de que dichas
personas son moralmente limpias, honradas, pacíficas y observantes de la ley, las consideran diferentes y concluyen que rigen su vida
por normas mucho más altas que las de la mayoría. Así pues, un esposo deja que su luz resplandezca cuando honra y respeta a su
esposa con amor; la esposa hace lo propio respetando la jefatura de su marido. Los hijos se destacan como personas diferentes cuando
obedecen a sus padres y evitan la inmoralidad sexual y el consumo de drogas. Al empleado que trabaja concienzudamente y es
honrado y considerado con los demás, se le tiene en alta estima. Al mostrar estas cualidades cristianas, dejamos que nuestra luz
resplandezca y recomendamos nuestra forma de vivir a los demás.
8
Predicar es hablar a los demás de lo que hemos aprendido de la Palabra de Dios. Lo hacemos desde la plataforma o al tocar a las
puertas, pero de ningún modo se reduce a tales ocasiones. Nuestras actividades cotidianas nos ponen en contacto con decenas de
personas. ¿Cuántas veces al día habla con sus vecinos? ¿Con cuánta frecuencia toca alguien a su puerta? ¿Con cuántas personas se
encuentra cuando va de compras, viaja en autobús o efectúa su trabajo? Si eres un joven escolar, ¿puedes contar con cuántas
personas hablas durante el día? Las oportunidades de hablar a otros prácticamente son ilimitadas. Todo lo que necesitamos es
memorizar algunos textos, tener a mano la Biblia y algunos tratados, y tomar la iniciativa para hablarles cuando se presente la
oportunidad.
9
Aunque dar el testimonio de manera informal es sencillo, algunos titubean al respecto. Quizá vacilen por timidez o porque se pongan
nerviosos al hablar con extraños. Tal vez teman llamar la atención a sí mismos o recibir una respuesta áspera. Los que tienen
experiencia en dar el testimonio informal afirman que al hacerlo rara vez se han visto en aprietos. La gente es como nosotros; tiene las
mismas necesidades, las mismas preocupaciones y desean las mismas cosas para sí mismos y sus familiares. La mayoría responde
bien a una amable sonrisa o un saludo amigable. Para comenzar quizá deba ‘cobrar denuedo’. (1 Tes. 2:2.) Pero cuando lo haga, le
sorprenderán los resultados.
10
Cuando nuestra luz resplandece, recibimos bendiciones: He aquí algunas experiencias que han sido el resultado de la
predicación informal: Cuando cierta mujer de 55 años intentaba cruzar la calle, una hermana la asió de la mano para evitar que un
automóvil la atropellara, y le dijo: “Por favor, tenga cuidado. Vivimos en constante peligro”. Después le explicó la razón de la
peligrosidad de estos tiempos. La señora le preguntó: “¿Es usted testigo de Jehová?”. Su hermana le había prestado uno de nuestros
libros y ella quería hablar con los testigos de Jehová. Esta conversación le presentó la oportunidad.
11
Una hermana empezó a conversar con una señora en la sala de espera de un consultorio médico. Esta la escuchó con atención, y
luego dijo: “En varias ocasiones los testigos de Jehová han intentado hablar conmigo; pero si en alguna ocasión me hago testigo de
Jehová, será por lo que usted acaba de decirme. Oírla ha sido como ver la luz en la oscuridad”.
12
Una acción bondadosa puede presentarnos la oportunidad de ayudar a otros a conocer la verdad. Dos hermanas que se dirigían al
servicio del campo observaron descender del autobús a una señora que parecía estar enferma. Se detuvieron y le preguntaron si
necesitaba ayuda. La señora se sorprendió tanto de que dos desconocidas se interesaran en ella, que quiso saber qué las motivaba a
ser tan amables. Esta acción les permitió dar el mensaje. La señora les dio con agrado su dirección y las invitó a que la visitaran. Se
comenzó un estudio. Pronto empezó a asistir a las reuniones, y ahora lleva la verdad a otras personas.
13
Una hermana mayor da el testimonio temprano por la mañana en una playa cercana. Habla con sirvientas, niñeras, empleados
bancarios y otras personas que hacen su caminata matutina por el paseo entarimado de la playa. Tiene algunos estudios, y los hace en
los bancos de la playa. Varias personas han conocido la verdad por medio de ella y ahora son testigos de Jehová.
14
En su empleo, una hermana escuchó a una compañera que hablaba sobre un partido político que, según ella, resolvería los
problemas mundiales. La hermana le habló sobre las promesas que el Reino de Dios hará realidad. La conversación que tuvieron las
llevó a un estudio regular de la Biblia en el hogar de la señora, y con el tiempo ella y su esposo se hicieron Testigos.
15
Nunca olvide que es Testigo: Cuando Jesús habló de sus discípulos como “la luz del mundo”, entendía que ellos ayudarían a otras
personas a beneficiarse de la iluminación espiritual de la Palabra de Dios. Si seguimos su consejo, ¿cómo debemos ver nuestro
ministerio?
16
Cuando buscan un empleo, algunas personas escogen un trabajo de media jornada. Limitan el tiempo y el esfuerzo que dedican a
trabajar porque prefieren utilizar la mayor parte de estos en otras actividades que consideran más provechosas. ¿Adoptamos un punto
de vista similar sobre nuestro ministerio? Prescindiendo de que nos sintamos obligados o deseosos de dedicar tiempo al ministerio,
¿deberían ser otros nuestros intereses primordiales?
17
Puesto que comprendimos que no podíamos ser cristianos de media jornada, hicimos nuestra dedicación ‘repudiándonos a nosotros
mismos’ y aceptando seguir a Jesús “de continuo”. (Mat. 16:24.) Queremos seguir sirviendo “de toda alma”, aprovechando toda
oportunidad de hacer que nuestra luz resplandezca para dar el mensaje a la gente en cualquier lugar. (Col. 3:23, 24.) Tenemos que
combatir las actitudes mundanas, mantener nuestro celo original y asegurarnos de que nuestra luz siga resplandeciendo con fulgor.
Algunos han permitido que su celo se apague y su luz se reduzca a un pálido resplandor, apenas perceptible a corta distancia.
Debemos ayudarlos a recuperar el fervor en el ministerio.
18
Es probable que algunos tiendan a retraerse porque nuestro mensaje es impopular para muchos. Pablo dijo que el mensaje acerca de
Cristo era “necedad para los que están pereciendo”. (1 Cor. 1:18.) Pero, dejando a un lado esas opiniones, dijo: “No me avergüenzo de
las buenas nuevas”. (Rom. 1:16.) La persona que se avergüenza siente cortedad o desconfianza. ¿Cómo podríamos sentir vergüenza
de hablar del Soberano Supremo del universo y de sus maravillosas provisiones para la felicidad eterna? Es inconcebible que podamos
tener cortedad o desconfianza cuando hablamos de estas verdades con otras personas. En vez de eso, deberíamos sentirnos
impulsados a hacer cuanto podamos para manifestar con convicción que ‘no tenemos de qué avergonzarnos’. (2 Tim. 2:15.)
19
La luz de la verdad resplandece actualmente en países de toda la Tierra brindando la esperanza de vida eterna en un nuevo mundo
paradisíaco. Demostremos que aceptamos de corazón la exhortación de dejar que nuestra luz resplandezca continuamente. Si lo
hacemos, tendremos motivos para regocijarnos, como los discípulos que todos los días “continuaban sin cesar enseñando y declarando
las buenas nuevas acerca del Cristo, Jesús.” (Hech. 5:42.)

* Km 6/03 págs. 3,4


Seamos diligentes “dando testimonio cabal”
1
Al igual que Jesús y muchos otros siervos fieles del pasado, el apóstol Pablo era un predicador celoso de las buenas nuevas que
“[daba] testimonio cabal” en cualquier circunstancia. Incluso cuando estaba bajo arresto domiciliario, “recibía amablemente a todos los
que venían a él, predicándoles el reino de Dios y enseñando las cosas respecto al Señor Jesucristo con la mayor franqueza de
expresión” (Hech. 28:16-31).
2
Nosotros también podemos ser diligentes “dando testimonio cabal” en todo momento. Por ejemplo, podemos hacerlo en el viaje de ida
y vuelta a la Asamblea de Distrito “Demos gloria a Dios” y mientras estemos en la ciudad anfitriona (Hech. 28:23; Sal. 145:10-13).
3
¿Testimonio incidental o informal? ¿Hay alguna diferencia? Sí. Algo que es incidental ocurre de forma inesperada, como si no se
hubiera planeado o fuera de poca importancia. Esta descripción no encaja con nuestro ministerio. Como en el caso de Pablo, dar gloria
a Dios mediante nuestro testimonio es importante para nosotros, y debe ser nuestra intención predicar dondequiera que sea apropiado
mientras viajamos este verano. Ahora bien, la manera como abordamos a la gente pudiera ser informal, es decir, más relajada,
amigable y no oficial. Dicho método puede producir buenos resultados.
4
Preparémonos para dar testimonio. Pablo tuvo que buscar oportunidades para predicar mientras se hallaba bajo arresto domiciliario
en Roma. Tomó la iniciativa en invitar a su casa a los dirigentes judíos de la localidad (Hech. 28:17). Aunque había una congregación
cristiana en Roma, el apóstol se dio cuenta de que la comunidad judía de esa ciudad contaba con poca información de primera mano
sobre la fe cristiana (Hech. 28:22; Rom. 1:7). No se retrajo de “[dar] testimonio cabal” acerca de Jesucristo y el Reino de Dios.
5
Piense en todas las personas con las que usted pudiera encontrarse mientras viaja y que saben muy poco de los testigos de Jehová.
Tal vez ni siquiera sepan que ofrecemos estudios bíblicos gratuitos a domicilio. Aproveche la oportunidad de predicar a quienes halle
mientras viaja, cuando se detiene en un área de descanso en la carretera o en las gasolineras, en las tiendas, en los hoteles, en los
restaurantes, cuando usa el transporte público, etc. Determine de antemano lo que puede decir para entablar una conversación y dar un
breve testimonio. Quizás en los próximos días le sea posible ensayar predicando informalmente a sus vecinos, parientes, compañeros
de trabajo y otros conocidos.
6
Necesitará publicaciones cuando predique informalmente. ¿Cuáles? Pudiera usar el tratado ¿Le gustaría saber más de la Biblia?
Destaque los primeros cinco párrafos, en los que se presentan varias razones para leer la Palabra de Dios. Muestre el cupón de la
última página, el cual se puede utilizar para solicitar un estudio bíblico gratuito. Cuando encuentre a una persona interesada, ofrézcale
el folleto Exige. Dado que pudiera toparse con gente que hable otro idioma, lleve consigo el folleto Buenas nuevas para todas las
naciones. En la página 2 se explica cómo usarlo para dar testimonio. Si viaja en automóvil, quizás pueda llevar otras publicaciones
básicas para quienes muestren interés sincero en el mensaje del Reino.
7
Preste atención a su apariencia y conducta. Debemos asegurarnos de que nuestra conducta, vestimenta y arreglo personal no den
una impresión errónea y hagan que la gente “[hable] en contra de” la organización de Jehová (Hech. 28:22). Esto es aplicable, no solo
cuando estamos en la asamblea de distrito, sino también en el viaje de ida y vuelta a esta, así como después que ha terminado el
programa del día. La Atalaya del 1 de agosto de 2002, página 18, párrafo 14, advirtió: “Nuestra apariencia no debe ser llamativa,
extravagante, provocativa, reveladora o condicionada a la última moda. Por otra parte, el atuendo que llevamos tiene que reflejar que
‘reverenciamos a Dios’. ¿No es cierto que esto nos da en qué pensar? No se trata de vestir apropiadamente en las reuniones de la
congregación [o en las sesiones de la asamblea de distrito] y entonces echar a un lado toda moderación en otras ocasiones. Nuestro
aspecto debe evidenciar una actitud reverente y honorable en todo momento, pues somos cristianos y ministros las veinticuatro horas
del día” (1 Tim. 2:9, 10).
8
Debemos vestir con modestia y dignidad. Si nuestra apariencia y conducta siempre reflejan nuestra creencia en Dios, nunca nos
retraeremos de dar testimonio informal porque nuestra vestimenta no sea digna de un ministro (1 Ped. 3:15).
9
El testimonio informal es productivo. Durante los dos años en que Pablo estuvo bajo arresto domiciliario en Roma vio el buen fruto
de su testimonio. Lucas dice que “algunos creían las cosas que se decían” (Hech. 28:24). Pablo mismo se refirió a lo provechoso que
había sido su “testimonio cabal”, cuando escribió: “Mis asuntos han resultado para el adelantamiento de las buenas nuevas más bien
que de lo contrario, de modo que mis cadenas se han hecho públicas en asociación con Cristo entre toda la guardia pretoriana y entre
todos los demás; y la mayoría de los hermanos en el Señor, sintiendo confianza a causa de mis cadenas de prisión, están mostrando
tanto más ánimo para hablar sin temor la palabra de Dios” (Fili. 1:12-14).
10
El verano pasado, después de pasar un día en la asamblea de distrito, un matrimonio tuvo una buena experiencia al dar testimonio
informal a una camarera que les preguntó acerca de su tarjeta de solapa. Le hablaron de la asamblea y de la esperanza que ofrece la
Biblia respecto al futuro de la humanidad. Le entregaron el tratado ¿Le gustaría saber más de la Biblia? y le explicaron el sistema de
estudios bíblicos gratuitos. La señora expresó su deseo de que alguien la visitara, de modo que escribió su nombre y dirección en la
última página del tratado y pidió al matrimonio que se encargara del asunto. ¿Qué buenos resultados tendrá usted este año al ser
diligente en “[dar] testimonio cabal”?
11
Esforcémonos por dar adelanto a las buenas nuevas. Imagínese el gozo que sintió Pablo cuando oyó que sus compañeros
cristianos estaban imitando su ejemplo de celo. Hagamos cuanto podamos por dar adelanto a las buenas nuevas testificando
informalmente acerca de nuestras creencias bíblicas mientras también nos beneficiamos de la asamblea de distrito este verano.

* Km 10/12 pág. 3 párr. 7


7
Al dar testimonio informal. Es muy fácil predicar informalmente usando los tratados. Un hermano se asegura de llevar unos cuantos
en su bolsillo antes de salir de su casa. Entonces cuando habla con alguien, tal vez con el empleado de una tienda, le ofrece algo para
leer y le da un tratado. Una pareja que fue de paseo a la ciudad de Nueva York llevó consigo el folleto Naciones y varios tratados en
distintos idiomas, sabiendo que allí verían a personas de muchos países. A todos los que escuchaban hablar en otra lengua —sea que
estuvieran vendiendo artículos en la calle, descansando en el parque o comiendo en un restaurante— le ofrecían un tratado en su
propio idioma.

* Km 7/13 págs. 4-6


Nuevos programas de predicación pública
1
En el siglo primero, los cristianos predicaban de casa en casa, pero también solían hacerlo en lugares públicos (Hech. 20:20). Por
ejemplo, iban al templo, donde sabían que hallarían a muchas personas (Hech. 5:42). En Atenas, el apóstol Pablo predicaba todos los
días en la plaza del mercado (Hech. 17:17). Actualmente, nuestro método principal de difundir las buenas nuevas sigue siendo el
ministerio de casa en casa. Pero también predicamos en estacionamientos, negocios, parques y calles muy transitadas, es decir,
dondequiera que haya gente. Aunque se nos ha animado a todos a predicar públicamente donde sea posible, muchos tendremos ahora
la oportunidad de participar en dos nuevos y emocionantes programas de predicación pública. Veamos cuáles son.
2
Programa especial de predicación pública en áreas metropolitanas. Como se explica en las páginas 16 y 17 del Anuario 2013, en
noviembre de 2011 se puso en marcha un programa piloto de predicación pública en Nueva York (Estados Unidos). En puntos
estratégicos de la ciudad con gran circulación peatonal se colocaron mesas y exhibidores portátiles con llamativos carteles y con
publicaciones en diversos idiomas. Miles de personas los vieron a diario, incluyendo a quienes viven en edificios de apartamentos con
acceso restringido y a quienes casi nunca están en casa. Los resultados fueron espectaculares. En tan solo un mes se distribuyeron
3.797 revistas y 7.986 libros. Además, muchos transeúntes solicitaron un curso de la Biblia. Y como el objetivo era precisamente iniciar
estudios bíblicos, se enviaron los datos de las personas interesadas a las congregaciones correspondientes a fin de que un publicador
las visitara.
3
En vista de los excelentes resultados, se ha decidido implementar dicho programa en zonas urbanas densamente pobladas de todo el
mundo. Cada sucursal primero determinará en qué ciudades podría ser práctico. Por lo general, serán ciudades con mucha circulación
peatonal, tal vez porque haya centros de transporte o una gran cantidad de edificios de oficinas o apartamentos. Entonces, la sucursal
enviará instrucciones a las congregaciones que participarán. Aunque para este programa se suela elegir a precursores regulares y
especiales, en algunos casos también podrán colaborar precursores auxiliares.
4
Cómo se lleva a cabo la predicación. Los precursores que participan en este programa especial por lo general esperan a que
alguien se acerque a la mesa o al exhibidor portátil, y entonces lo invitan a llevarse cualquier publicación que desee. Además, le
responden sus preguntas con las Escrituras. Si la persona decide quedarse con alguna publicación, no le mencionan el sistema de
donaciones. Pero si pregunta cómo se sostiene nuestra obra, le explican que se pueden enviar donativos a la dirección correspondiente
que aparece en la publicación. Siempre que es posible, le preguntan: “¿Le gustaría que alguien lo visite?” o “¿Le interesaría anotarse
para recibir un curso bíblico gratuito?”.
5
Participar en este programa es muy gratificante. Un matrimonio escribió: “De pie, junto al exhibidor, viendo pasar a miles de personas,
te das cuenta del gran esfuerzo que se está haciendo por llegar a gente de todo el mundo. Pensar en el interés de Jehová por cada una
de esas personas nos ha convencido aún más de que la predicación debe ocupar el primer lugar en nuestra vida. Cuando la gente pasa
frente al exhibidor, nos imaginamos cómo Jehová debe estar escudriñando los corazones, determinando si son merecedores del
mensaje. Pocas veces hemos visto tan de cerca el apoyo de los ángeles”.
6
Programa de predicación pública organizado por la congregación. Además del programa ya descrito, en muchas congregaciones
los cuerpos de ancianos han estado organizando un programa de predicación pública. En este, los publicadores locales colocan dentro
del territorio de la congregación una mesa o un exhibidor portátil en un lugar muy transitado. Y esto es algo que lo distingue del
programa especial, en el que los participantes pertenecen a distintas congregaciones y comparten la misma zona de la ciudad elegida
por la sucursal (vea el recuadro “Se requiere cooperación”).
7
Los ancianos deben determinar si el territorio de la congregación cuenta con áreas por donde pasan muchos peatones y si sería
práctico organizar un programa local de predicación pública. Tal vez puedan colocarse mesas o exhibidores portátiles en centros de
transporte, plazas, parques, calles concurridas, centros comerciales, universidades, aeropuertos y lugares donde se celebran eventos
anuales. Por lo general, es mejor que el exhibidor esté los mismos días, en el mismo lugar y en el mismo horario. La experiencia
demuestra que es más productivo poner mesas dentro de los centros comerciales que frente a una tienda grande donde la gente se
limita a entrar, hacer sus compras y marcharse. En algunos lugares —como en aceras muy transitadas— es más aconsejable utilizar un
pequeño exhibidor portátil que una mesa. Existen unos archivos que se han preparado especialmente para la elaboración de carteles
para este tipo de predicación. Estos carteles anuncian las revistas La Atalaya y ¡Despertad! y el libro Enseña, y los ancianos pueden
bajar los archivos de nuestro sitio de Internet. Quienes participen en este tipo de predicación harán prácticamente lo mismo que quienes
participen en el programa especial de áreas metropolitanas, siguiendo al pie de la letra las instrucciones del superintendente de servicio.
Cuando obtengan la dirección de una persona interesada que viva fuera del territorio de la congregación, llenarán de inmediato el
formulario Sírvase visitar (S-43) y se lo entregarán al secretario.
8
Cómo puede incluir la predicación pública en su ministerio. ¿Y si su congregación no cuenta con zonas lo suficientemente
transitadas como para poner una mesa o exhibidor portátil? Aun así, quizá usted pueda incluir la predicación pública en su ministerio
personal. ¿Hay en el territorio alguna zona con muchos negocios, un centro comercial pequeño o una tienda muy concurrida? ¿Suele
reunirse la gente en un parque, una plaza u otro lugar público? ¿Se realiza cada cierto tiempo un evento multitudinario? En ese caso, tal
vez tenga la oportunidad de disfrutar de la predicación pública.
9
La voluntad de Jehová es que “hombres de toda clase se salven y lleguen a un conocimiento exacto de la verdad” (1 Tim. 2:4). Por
ello, estamos tratando de llevar el mensaje del Reino a la mayor cantidad de personas posible antes de que llegue el fin (Mat. 24:14).
Muchas veces no es fácil hallar a las personas en casa, pero quizá podamos hablar con ellas en algún lugar público. En realidad, puede
que solo así tengan la oportunidad de oír las buenas nuevas. Por tanto, prediquémosle a la gente dondequiera que esté y efectuemos
nuestro ministerio plenamente (2 Tim. 4:5).

* Km 7/97 pág. 1
Demos testimonio dondequiera que haya gente
1
Reconociendo el papel que el espíritu de Dios había desempeñado en su ministerio, el apóstol Pablo dijo: “Dios siguió haciéndolo
crecer”. Asimismo admitió: “Somos colaboradores de Dios”. (1 Cor. 3:5-9.) Este es un privilegio maravilloso. ¿Cómo demostramos
públicamente que estimamos el ser colaboradores de Dios? Declarando las buenas nuevas a cuantos hallamos en la obra de casa en
casa y en cualquier otro lugar.
2
Se nos ordena hacer “discípulos de gente”. (Mat. 28:19.) Si solo nos ponemos en contacto con unas cuantas personas en el ministerio,
podemos cansarnos rápidamente y pensar que hemos logrado poco; en cambio, disfrutamos más del ministerio cuando encontramos
muchas personas y conversamos con ellas. Conseguirlo puede ser un poco difícil, pues requiere que tomemos la iniciativa de ir
dondequiera que haya gente para comunicarnos con ella.
3
Ejemplos prácticos: Podemos predicar en los mercados, los parques, las áreas de descanso y las terminales de transporte público.
Cuando utilizamos el transporte público, ¿vamos preparados para dar testimonio durante el viaje? Dos Testigos que se dirigían a la
reunión para el servicio del campo en un autobús atestado, conversaban sobre la lámina del Paraíso que se encuentra en el libro
Conocimiento y sobre las promesas de Dios para el futuro. Tal como esperaban que sucediera, un joven que estaba de pie cerca de
ellos quedó impresionado por lo que oyó. Antes de bajarse del autobús, aceptó un libro y pidió que alguien lo visitara en su hogar.
4
A muchos publicadores les encanta dar testimonio informalmente. Cierta hermana fue al centro comercial de su barrio una tarde y
abordó a las personas que ya habían hecho sus compras, pero que parecían no tener prisa. Distribuyó todas las publicaciones que
llevaba en el bolso. Un hombre que esperaba en su auto se alegró de recibir las revistas. Había asistido antes a las reuniones, y la
conversación con la hermana reavivó su interés.
5
Es un privilegio exaltar el nombre de Jehová. Al manifestar celo por la predicación, mostramos que no hemos pasado por alto el
propósito de la bondad inmerecida que Dios nos ha mostrado. Puesto que “ahora es el tiempo especialmente acepto” para ayudar a
otros, vayamos adondequiera que haya gente y démosle testimonio del “día de salvación” de Jehová. (2 Cor. 6:1, 2.)

* Km 9/96 pág. 4 parrs 14-16


14
Demos testimonio en el transporte público: Una mañana varios precursores decidieron dar testimonio a la gente que esperaba el
autobús cerca de una universidad. Aunque tuvieron algunas conversaciones agradables, había un problema: cuando estaban en plena
conversación llegaba el autobús, y el diálogo terminaba abruptamente. Para resolver el problema los precursores se subieron al autobús
y continuaron hablando con pasajeros mientras viajaban al otro lado de la ciudad. Al llegar al final, regresaron en otro autobús dando
testimonio. Después de varios viajes distribuyeron, en conjunto, más de doscientas revistas y empezaron seis estudios bíblicos. Algunos
pasajeros con gusto les dieron su dirección y número telefónico para que los visitaran en casa. La semana siguiente los precursores
volvieron a la parada de autobuses e hicieron lo mismo. Distribuyeron 164 revistas y empezaron otro estudio bíblico. En una de las
paradas se subió un pasajero y se sentó al lado de un precursor. Miró al hermano y dijo con una sonrisa: “Ya sé, tiene una Atalaya para
mí”.
15
Muchos publicadores dan un testimonio eficaz mientras viajan en autobús, tren u avión. ¿Cómo puede iniciar una conversación con el
pasajero que viaja a su lado? Un publicador de 12 años de edad sencillamente se puso a leer un ejemplar de ¡Despertad! en el autobús
con la esperanza de que suscitara la curiosidad de una adolescente que estaba sentada a su lado. Surtió efecto. Ella le preguntó qué
leía, y el joven respondió que estaba leyendo acerca de la solución a los problemas que afrontan los jóvenes. Agregó que le había
beneficiado mucho el artículo y que le ayudaría a ella también. La adolescente aceptó las revistas con gusto. Otros dos jóvenes oyeron
la conversación y también pidieron ejemplares de las revistas. Entonces, el conductor se estacionó al lado de la carretera y preguntó por
qué estaban tan interesados en esas revistas. Cuando le explicaron la razón, también aceptó unos ejemplares. Desde luego, esto
no habría sido posible si el joven publicador no hubiera llevado una buena cantidad de revistas para entregarlas a todos los que
mostraran interés.
16
Demos testimonio en los parques y estacionamientos: Dar testimonio en los parques y estacionamientos es una excelente
manera de hablar con la gente. ¿Ha intentado dar testimonio en el estacionamiento de un centro comercial? Siempre mire a su
alrededor un rato y busque a alguien que no tenga prisa o que esté esperando en un automóvil estacionado y trate de entablar una
conversación amigable. Si lo logra, hable del mensaje del Reino. Trate de predicar solo, pero que un compañero publicador esté en las
cercanías. No lleve un maletín grande ni nada que llame la atención a su obra. Sea discreto. Tal vez sea prudente predicar un rato en
un estacionamiento y luego ir a otro. Si alguien no quiere conversar con usted, despídase cortésmente y aborde a otra persona. Un
hermano que se valió de estos métodos de predicar distribuyó 90 revistas en un mes
* Km 6/11 pág. 2
Predicación eficaz en las calles
1
Durante su ministerio terrestre, Jesús no dudó en hablar con las personas que encontraba por el camino y en otros lugares públicos
(Luc. 9:57-61; Juan 4:7). Estaba deseoso de llevar su importante mensaje a tantos como pudiera. Actualmente, la predicación en las
calles es una singular forma de ayudar a la gente a adquirir la sabiduría divina (Pro. 1:20). Nuestro éxito será aún mayor si tomamos la
iniciativa y obramos con buen juicio.
2
Tomemos la iniciativa. Por lo general, conviene abordar a los transeúntes en lugar de quedarnos de pie o sentados en un solo lugar
esperando a que ellos vengan a nosotros. Sonría, establezca contacto visual y hable de forma serena y amigable. Si lo acompañan
otros publicadores, recuerde que lo mejor es abordar por separado a las personas. También hace falta iniciativa para cultivar el interés
hallado. Al final de la conversación, y si le parece oportuno, pregúntele a la persona cómo puede comunicarse con ella. Hay
publicadores que trabajan regularmente en la misma calle, lo que les permite hablar con la misma gente en repetidas ocasiones y así
avivar su interés.
3
Obremos con buen juicio. Sea prudente al elegir dónde trabajar y a quién abordar. No es preciso predicar a todo el que pasa. Sea
observador. Por ejemplo, si alguien va deprisa, es mejor no detenerlo. Si está predicando frente a un negocio, hágalo de forma discreta
para no incomodar al gerente. Por lo general, es mucho mejor hablar con las personas cuando salen del establecimiento que cuando
entran. Acérquese de manera que no asuste ni sobresalte a nadie. También es importante saber discernir a la hora de ofrecer las
publicaciones. Si alguien muestra poco interés, puede darle un tratado en vez de las revistas.
4
La predicación en las calles nos permite esparcir muchas semillas de la verdad en poco tiempo (Ecl. 11:6). Es probable que algunas
de las personas con que nos topemos sean las mismas que no hallamos en casa cuando vamos de puerta en puerta. ¿Por qué no hace
planes para participar en esta modalidad del servicio del campo, tan agradable y eficaz?

* Km 2/91 pág. 8
Presentando las buenas nuevas... mediante testificar en las calles
1
Proverbios 1:20 dice: “La sabiduría verdadera misma sigue clamando a gritos en la calle misma. En las plazas públicas sigue dando su
voz”. Estas palabras resultan veraces especialmente hoy, a medida que los siervos de Jehová predican con celo las buenas nuevas del
Reino dondequiera que hallen personas. Al igual que Jesús y los profetas de la antigüedad, el amor genuino que le tenemos a la gente
nos impulsa a hablar de la verdad a todos, en todas partes. (Jer. 11:6; Mar. 6:56; Luc. 13:22, 26.)
2
Aunque por lo general el hogar de la persona es el mejor sitio para hablar con ella sobre la verdad, no hallamos a muchas personas
cuando predicamos de casa en casa. Si encontramos a alguien en su hogar, por lo general es la misma persona con quien hablamos la
vez anterior, y no hablemos con otros miembros de la familia. Por lo tanto, el testificar en las calles debe tener un lugar definido en
nuestro ministerio. Puede que descubra que el testificar en las calles es como cierto precursor lo expresó: “un territorio interesante,
nuevo, donde sí hay personas”.
SEA AFECTUOSO Y POSITIVO
3
¿Por qué no trata de testificar con regularidad en las calles de la misma zona? Cierta hermana que hace esto dice que se ha
familiarizado con la mayoría de los comerciantes y con otras personas que frecuentan “su” calle. Eso ha resultado en una buena
relación con ellos, abriendo el camino para muchas consideraciones bíblicas productivas. Un precursor auxiliar que disfruta plenamente
de testificar en las calles dijo que aborda a los que miran los escaparates, los que están sentados en sus automóviles, los que esperan
el autobús y hasta a los que en otras ocasiones han dicho que no. Se requiere valor y buen juicio para ser denodados y persuasivos,
pero no demasiado persistentes.
4
La clave para testificar eficazmente en las calles consiste en abordar a las personas de manera afectuosa, alegre y sincera. Sonría. Si
puede, trate de captar la atención de la persona; si no, abórdela de manera amigable. Observe las circunstancias y válgase de estas.
Cierta hermana observa a las señoras que llevan bolsas de víveres y les dice: “Veo que ha estado comprando comestibles. El costo de
estos realmente ha subido. ¿Le puedo dejar alimento estimulador para la mente y el corazón? He disfrutado de este artículo...”. A
alguien con hijos le dice: “Veo que tiene dos niños muy hermosos. ¿Sabía usted que la Biblia dice que los hijos son una bendición de
Dios? Permítame mostrarle...”. Al abordar a alguien que está pensativo le dice: “Veo que está pensando en algo. Hoy el mundo está tan
lleno de problemas, ¿no es cierto? ¿Cree usted que llegará el día en que...?”.
5
Si la persona tiene prisa, pudiera sencillamente entregarle un tratado y decir: “Aquí tiene algunas buenas nuevas para que las lea
cuando tenga la oportunidad”. Si la gente no parece tener prisa, ofrézcale las revistas y mencione el arreglo de donaciones. Siempre
que sea posible es bueno dejar literatura en manos de las personas.
6
Muchos publicadores que temían testificar en las calles ahora consideran esta actividad como su forma favorita de predicar. Por
supuesto, hay que ejercer buen juicio al trabajar en zonas peligrosas o a horas que no sean apropiadas. Aun en pueblos pequeños, por
lo general hay zonas donde hay mucho movimiento de personas, como por ejemplo, los centros de transportación pública o los
estacionamientos públicos, donde uno puede abordar a la gente con las buenas nuevas. Aproveche las oportunidades que se
presenten, y con sabiduría proclame las buenas nuevas en las calles y en las plazas públicas, para bendición de los que escuchen y
para la honra de Jehová. (Pro. 1:20.)

* W08 15/09 págs. 25,26


Predicación en la plaza del mercado
CUANDO estuvo en Atenas, el apóstol Pablo iba a diario a la plaza del mercado para predicar las buenas nuevas sobre Jesús (Hech.
17:17). Escogió ese lugar porque siempre estaba lleno de gente.
Casi dos mil años después, el pueblo de Jehová sigue difundiendo el mensaje del Reino de Dios en lugares donde puede hallarse a
muchas personas. Por ejemplo, algunos Testigos van a los mercados o a los centros comerciales. Tras obtener el permiso de la
administración, instalan un mostrador o un pequeño puesto para exponer allí sus publicaciones bíblicas.
Por ejemplo, en un centro comercial de Nueva Jersey (Estados Unidos) se preparó una atractiva exposición de publicaciones sobre el
tema “Cómo preservar los valores familiares”. ¿Cuáles fueron los resultados? En un solo día se distribuyeron 153 libros en seis idiomas.
Una mujer que se acercó al puesto de publicaciones escuchó atentamente la explicación que dio una de las hermanas. La mujer
reconoció que es importante tomar en cuenta a Dios tanto en la vida personal como en la vida familiar, y obtuvo las siguientes
publicaciones: Aprendamos del Gran Maestro, El secreto de la felicidad familiar y Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas.
A primera hora de la tarde, un señor que se dirigía a la tienda que estaba junto al puesto de publicaciones se quedó mirando el libro Los
jóvenes preguntan. La hermana que estaba en el puesto notó su curiosidad y le preguntó: “¿Le interesa alguno de estos libros?”.
Él dijo que sí y señaló el libro Los jóvenes preguntan. Ella le entregó un ejemplar. El hombre dijo que tenía tres hijos —dos de ellos
adolescentes— y mencionó que una vez a la semana se sentaba a conversar con ellos. Mientras hojeaba el libro, dijo que le podría
servir de guía durante algunas de estas conversaciones familiares. La publicadora también dirigió su atención a El secreto de la felicidad
familiar, asegurándole que él y su esposa encontrarían en esta publicación consejos muy útiles sobre cómo tomar decisiones familiares.
El hombre agradeció la sugerencia, hizo una donación y aceptó que alguien lo visitara en su hogar.
¿Cómo se sintieron los Testigos tras su día de predicación en el centro comercial? “Disfruté mucho de esta forma de predicar —
mencionó una hermana—. ¡Fue una experiencia muy bonita!” Otra hermana señaló: “Jehová promete que las buenas nuevas se
predicarán hasta la parte más distante de la Tierra. Hoy, en Paramus (Nueva Jersey), estas buenas nuevas han tocado el corazón de
personas que hablan diferentes idiomas. Fue maravilloso predicar de esta manera. Todo el que participó se sintió feliz. Nadie quería irse
al acabar el día”.
Nuestro método principal de predicación es ir de casa en casa (Hech. 20:20). Sin embargo, hay otras formas de dar a conocer las
buenas nuevas. ¿Le gustaría intentar alguna de ellas? Quizá usted también pueda predicar en la plaza del mercado o en el centro
comercial.

* Km 9/96 pág. 5parrs 18-26


18
Demos testimonio informal en los centros comerciales: Aunque en algunos lugares no se puede predicar formalmente de tienda
en tienda en los centros comerciales por ciertas restricciones locales a dichas actividades, algunos publicadores han creado
oportunidades para dar testimonio informal. Se sientan en un banco y entablan conversaciones amigables con las personas que se
detienen para descansar. Cuando perciben interés, ofrecen discretamente un tratado o una revista y procuran hacer planes para volver
a hablar con la persona. Después de dar testimonio durante unos minutos en cierta sección del centro comercial, pasan a otra y
empiezan a dialogar con otra persona. Claro está, deben procurar no atraer demasiada atención mientras dan testimonio de esta forma.
19
Cuando saludemos a la persona, empecemos la conversación con un tono amable. Si responde, hagámosle una pregunta y
escuchemos atentamente su respuesta. Interesémonos en lo que dice. Mostremos que valoramos su opinión. Concordemos con ella
cuando sea posible.
20
Una hermana inició una conversación muy agradable con una anciana sobre lo alto que está el costo de la vida. La anciana concordó
enseguida, y resultó en una conversación animada. La hermana logró obtener el nombre y la dirección de la señora y fue a visitarla esa
misma semana.
21
Prediquemos de tienda en tienda: A algunas congregaciones se les han asignado territorios que incluyen zonas comerciales. El
hermano encargado de los territorios puede preparar tarjetas de mapas especiales de estas secciones donde hay muchos negocios.
Las tarjetas de mapa de los territorios de viviendas que incluyan negocios deben indicar claramente que estos no se abarcarán como
parte del territorio. En otros territorios, los lugares de negocio pueden trabajarse junto con las viviendas. Los ancianos pudieran pedir a
publicadores capacitados que prediquen en los territorios comerciales regularmente para que no se descuide la predicación de tienda en
tienda.
22
Si a usted se le pide que participe en esta obra por primera vez, recuerde que una buena manera de ‘cobrar denuedo’ es predicar
primero en las tiendas pequeñas; después, cuando se sienta más confiado, predique en las más grandes. (1 Tes. 2:2.) Cuando predique
en las tiendas, vístase como si fuera a asistir a una reunión en el Salón de Reino. Si es posible, entre en la tienda cuando no haya
clientes esperando que se les atienda. Pregunte por el gerente o la persona encargada. Sea afectuoso, y sobre todo, breve. No es
necesario pedir disculpas. Muchos negocios están concebidos para atender las necesidades de los clientes y los que trabajan allí están
acostumbrados a que las personas los aborden.
23
Después de saludar al comerciante, pudiera decir: “Los comerciantes tienen horarios tan ocupados que casi nunca los
encontramos en casa, de modo que venimos a visitarlo en su lugar de empleo para dejarle un artículo que invita a la reflexión”.
Entonces haga uno o dos comentarios acerca de la revista que esté ofreciendo.
24
O pudiera intentar esta presentación al abordar a un gerente: “Hemos observado que los comerciantes procuran estar bien
informados. El número más reciente de La Atalaya (o ¡Despertad!) presenta un artículo que nos atañe a todos”. Explique de qué trata y
concluya diciendo: “Estamos seguros de que disfrutará de leerlo”.
25
Si hay empleados, y lo ve apropiado, pudiera añadir: “¿Me permite hacer la misma presentación breve a sus empleados?”. Si le
dan permiso, no olvide que prometió ser breve, y el gerente esperará que usted cumpla su palabra. Si algún empleado desea entablar
una larga conversación, sería mejor visitarlo en su hogar.
26
Hace poco, unos publicadores de un pueblo pequeño acompañaron al superintendente de circuito en la obra de tienda en tienda. Al
principio algunos de los publicadores sentían temor, dado que nunca lo habían hecho; pero pronto se tranquilizaron y empezaron a
disfrutar de ello. En menos de una hora hablaron con 37 personas y distribuyeron veinticuatro revistas y cuatro folletos. Un hermano dijo
que normalmente no hubieran podido hablar con tantas personas en un mes en la obra de casa en casa como lo hicieron de tienda en
tienda en ese corto período.

* Km 3/12 pág. 2
Prediquemos sin temor en los negocios
1
¿Le resulta intimidante predicar en los negocios? Si así es, no se preocupe; usted no es el único. Hasta el apóstol Pablo, quien fue un
intrépido predicador, tuvo que armarse de valor para llevar a cabo su comisión (1 Tes. 2:2). A continuación hallará tres preguntas
frecuentes sobre la predicación en los negocios y algunas sugerencias prácticas.
2
¿Sentirán los empleados que los estoy interrumpiendo? En muchos negocios, los empleados tienen el deber de dejar lo que están
haciendo a fin de atender al público. Además, por lo general serán corteses con usted, pues lo verán como un posible cliente. Si se viste
de manera digna y es amable, será más probable que lo traten con respeto.
3
¿Tendré que predicar frente a muchos clientes? Sería conveniente escoger un horario en el que no haya tantos clientes, como
cuando se abre el negocio. Espere a que el gerente o el empleado esté solo y procure ser breve.
4
¿Qué podría decir? Si en el negocio hay varios empleados, hable con la persona encargada. Podría decirle algo así: “Rara vez
encontramos a las personas de negocios en sus hogares, por eso las visitamos en el trabajo. Como sé que está ocupado, seré breve”.
A fin de que no lo confundan con un vendedor, tal vez sería mejor no pedir donaciones a menos que alguien quiera saber cómo se
financia nuestra obra. Dependiendo del tipo de negocio, podría preguntarle al encargado si puede hablar brevemente con el resto de los
empleados. Utilice la misma presentación. Si alguno de los empleados está muy ocupado, acorte la presentación y déjele un tratado.
Si no le es posible hablar con nadie más, pregunte si puede dejar publicaciones en el área de receso o en algún otro lugar.
5
Jesús y Pablo predicaron con valor en los lugares de trabajo de las personas, y usted también puede hacerlo (Mat. 4:18-21; 9:9; Hech.
17:17). Pídale a Jehová que le infunda tranquilidad y denuedo (Hech. 4:29). Predicar en los negocios es muy productivo, pues casi
siempre hallará personas. ¿Por qué no lo intenta?
* Km 7/04 pág. 4
La predicación en territorio de negocios
1
¿Le gustaría predicar en un territorio donde por lo general las visitas son bien recibidas y casi siempre hay gente? Tal vez pueda
hacerlo en el propio territorio de su congregación. ¿Cómo? Visitando los negocios. Los publicadores que predican en los comercios a
menudo obtienen buenos resultados.
2
Los territorios asignados a algunas congregaciones comprenden zonas comerciales. El hermano encargado puede preparar tarjetas de
territorio especiales para estas áreas donde se concentran los negocios. En las tarjetas de territorio de viviendas que incluyan esas
mismas áreas habrá que indicar claramente que los comercios no deben visitarse. En otros casos, el territorio abarcará los negocios y
las viviendas. Si nunca antes ha predicado en negocios, comience en unos cuantos establecimientos pequeños.
3
Emplee una introducción sencilla. Para predicar en los negocios, vístase como si fuera a una reunión en el Salón del Reino.
También será conveniente escoger una hora en la que el comercio no tenga mucho trabajo. Si es posible, entre cuando no haya clientes
esperando a que los atiendan. Pida hablar con el gerente o la persona encargada y sea breve. ¿Qué podría decirle?
4
Al hablar con el propietario o el gerente, puede decir algo así: “Los comerciantes tienen horarios tan ocupados que rara vez los
encontramos en sus hogares, por eso lo visitamos en su lugar de trabajo. Nuestras revistas ofrecen una perspectiva global de los
sucesos actuales”. A continuación destaque brevemente un punto de la revista.
5
He aquí otra opción sencilla: “A muchas personas les gustaría aprender más de la Biblia, pero disponen de poco tiempo. Este tratado
describe un programa de estudio gratuito que le permitirá encontrar las respuestas a sus preguntas sobre la Biblia”. Luego muéstrele las
páginas 4 y 5 del tratado ¿Le gustaría saber más de la Biblia?
6
Si la persona que está al cargo parece estar ocupada, puede ofrecerle sin más el tratado y decir: “Pasaré en otra ocasión que no esté
tan ocupado. Me gustaría saber qué opina acerca de este tratado”.
7
Cultive el interés. En los territorios de negocios también se pueden dirigir estudios bíblicos. Un precursor especial le dejaba las
revistas regularmente a un comerciante. Cuando este manifestó interés por lo que leía, el precursor le demostró con el folleto Exige en
qué consistía el estudio bíblico. El estudio se estableció en el mismo lugar de trabajo, y, teniendo en cuenta las circunstancias de la
persona, el precursor limitaba cada sesión a 10 ó 15 minutos. Imitemos su ejemplo y sigamos buscando a los merecedores mediante la
predicación en territorios de negocios.

* Km 1/10 págs. 4-6


Ayuda para predicar por teléfono
Aunque correctamente le damos prioridad al método de casa en casa para predicar, reconocemos que la predicación telefónica también
es un medio eficaz para esparcir las buenas nuevas en el territorio de la congregación, sobre todo si hay muchos hogares a los que
no tenemos acceso (Luc. 10:5-7; Hech. 5:42; 20:20).
Este aspecto del ministerio es fuente de ánimo para cualquier hermano o hermana que tenga movilidad limitada y que pase mucho
tiempo en casa. Y los publicadores que se organicen y prediquen por teléfono con estos hermanos fieles recibirán mucho estímulo como
recompensa (Rom. 1:11, 12). Por otra parte, cuando hay tiempo inclemente, la predicación telefónica es una excelente opción para
todos. En términos generales, es mejor que los grupos de predicación sean pequeños, para que todos aprovechen bien su tiempo.
En las páginas 5 y 6 aparece una práctica guía para la predicación telefónica. Verá que hay espacio para escribir otras presentaciones
que le hayan dado buenos resultados en el territorio o que le gusten más. Siéntase en libertad de sacar una copia de la guía si prefiere
no escribir en el original. Le recomendamos sentarse a una mesa y tener la guía a la vista.
¿Qué más necesita para predicar por teléfono? Repase esta lista durante su preparación.
▪ Ejemplar personal de la Biblia
▪ Razonamiento a partir de las Escrituras
▪ Buenas nuevas para gente de todas las naciones
▪ ¿Qué enseña realmente la Biblia?
▪ Números actuales de las revistas y Nuestro Ministerio del Reino
▪ Variedad de tratados y folletos
▪ Hojas sueltas
▪ Registros de casa en casa y lápiz o pluma
NO LO PIERDA
GUÍA PARA LA PREDICACIÓN TELEFÓNICA
RECUERDE ESTOS PUNTOS:
▪ Tranquilícese. Sea usted mismo. Sea cortés, paciente y amigable.
▪ Hable despacio, con claridad y suficiente volumen.
▪ Sonría y haga ademanes como si tuviera a la persona de frente.
▪ Evite pausas innecesarias.
▪ Permita que la persona intervenga en la conversación y agradézcale sus comentarios.
▪ Si le hacen una pregunta, repítala en voz alta para que su compañero pueda ayudarle a encontrar la respuesta en la Biblia, el libro
Razonamiento o alguna otra publicación (por lo general, es mejor no usar el altavoz del teléfono).
▪ No mencione las donaciones, pues la persona podría pensar que se trata de una campaña telefónica para recaudar fondos. Después,
cuando haya conversado con la persona cara a cara, en un momento oportuno puede mencionarle que nuestra obra se sostiene
completamente mediante donaciones voluntarias.
INTRODUCCIONES
▪ “Hola, me llamo... Estoy llamando porque no puedo visitarlo en su hogar. Soy vecino de esta comunidad [puede decir el nombre de la
calle o del vecindario], y me gustaría saber su opinión sobre...”
▪ “Hola, me llamo... Participo en un servicio a la comunidad ayudando a las personas a responder sus preguntas de la Biblia. ¿Alguna
vez se ha preguntado...?”
▪ “Hola, me llamo... Esta no es una venta por teléfono; soy vecino suyo, y vivo en la calle... A muchos de nuestros vecinos les
preocupa...” [Mencione alguna noticia reciente de interés local.]
▪ [Escriba su propia introducción.]
[Luego siga con su presentación. Puede leer una de las sugerencias del libro Razonamiento o de Nuestro Ministerio del Reino
o algo que usted mismo haya preparado.]
▪ [Escriba su propia presentación.]
Para ofrecer un estudio de la Biblia en la primera llamada:
▪ “Hola, me llamo... Soy vecino suyo, y vivo en la calle... Lo llamo porque doy clases de la Biblia gratis y tengo algunos espacios en mi
horario. Estos son algunos temas que se tratarán con la Biblia que usted tenga [lea dos o tres títulos de los capítulos del libro Enseña].
¿Cuál le parece más interesante? [Permita que responda.] Lo que le leí son los títulos de algunos capítulos de un libro titulado ¿Qué
enseña realmente la Biblia? Me encantaría pasar por su casa y dejarle un ejemplar. No tiene que pagar nada.”
Si nota vacilación en la persona, podría decir:
▪ “Entonces tal vez podría llamarlo de nuevo para hablar un poco de lo que enseña la Biblia sobre el tema que le interesa. ¿Por lo
general está en casa a esta hora?”
▪ [Escriba su propia presentación.]
Si la persona dice...
“¿PARA QUIÉN TRABAJA?”
▪ “Soy testigo de Jehová”, y prosiga con su presentación.
“¿CÓMO CONSIGUIÓ MI NÚMERO?”
▪ “En el directorio telefónico”, y prosiga con su presentación.
“ESTOY EN LA LISTA ‘NO LLAME’.”
▪ “Como no estoy vendiendo nada, no tengo esa lista”, y prosiga con su presentación.
Si la persona pide que los testigos de Jehová no vuelvan a llamarla...
▪ “Tomaré nota y haremos cuanto esté a nuestro alcance por acatar su deseo”, y detenga su presentación [entonces coloque en el sobre
del territorio una nota fechada con el nombre de la persona].
Si le responde una contestadora automática...
▪ “Lamento no encontrarlo en casa. Mi nombre es... Lo llamé para invitarlo a un discurso bíblico con el tema ..... .
[Día y hora:] .
[Dirección:] .
No se hace ningún tipo de colecta.”
▪ “Mi nombre es... y llamo como parte de un servicio a la comunidad para ayudar a la gente a encontrar respuesta a sus preguntas
bíblicas. Volveré a llamar en otra ocasión.”
▪ [Escriba su propia presentación.]
CONCLUSIONES
▪ “Tengo conmigo una publicación con más información sobre el tema, y me gustaría que la viera. Con gusto puedo pasar por su hogar
para dejársela. No tiene que pagar nada.”
▪ “Fue un gusto hablar con usted. ¿Sería posible visitarlo (con mi esposo/esposa) en su hogar para hablar más de este tema? Tal vez
podríamos analizar la respuesta a la siguiente pregunta: ..... .”
▪ “Disfruté nuestra conversación. La próxima vez que lo llame, me gustaría tratar sobre la respuesta que da la Biblia a la siguiente
pregunta: ..... . ¿Es esta una buena hora para llamarlo?”
▪ [Escriba su propia conclusión.]
Si a la persona no le gusta le idea de que la visite en su casa, podría decir:
▪ “Si lo prefiere, puedo enviarle la publicación por correo.”
▪ “Entonces quizás podría volver a llamarlo para continuar con nuestra conversación. ¿Por lo general está en casa a esta hora?”
▪ “Me encantó la conversación. De hecho, quiero invitarlo a un discurso bíblico con el tema ..... .
[Día y hora:] .
[Dirección:] .
No se hace ningún tipo de colecta.”
▪ [Escriba su propia conclusión.]

* Km 8/93 págs. 3,4


La predicación telefónica: una manera de llegar a muchas personas
1
La prueba de que vivimos en “los últimos días” es abundante. (2 Tim. 3:1.) Sin duda queda poco tiempo para predicar el Reino y hacer
discípulos. Por consiguiente, todos debemos sentir la necesidad apremiante de ayudar al prójimo a adorar a Jehová Dios y recibir su
aprobación.
2
El apóstol Pablo sintió la responsabilidad de hacer declaración pública de su fe. (Rom. 10:10.) Sabía que la “voluntad [de Dios] es que
hombres de toda clase se salven y lleguen a un conocimiento exacto de la verdad”. (1 Tim. 2:4.) Debido a que tenía conocimiento de la
verdad, Pablo se sentía endeudado con todos. Este sentimiento estimuló su deseo de predicar las buenas nuevas. Dijo: “Por mi parte
tengo vivo interés en declararles las buenas nuevas [...]. Porque no me avergüenzo de las buenas nuevas; son, en realidad, el poder de
Dios para salvación a todo el que tiene fe”. (Rom. 1:14-17.)
3
¿Sentimos personalmente esa misma clase de endeudamiento y mostramos un vivo interés como ese de comunicarnos con todas las
personas de nuestro territorio? Aunque preferimos compartir las buenas nuevas con los demás cara a cara, como al predicar de casa en
casa y en las calles, ¿por qué limitar nuestra actividad a estos rasgos del servicio? Es posible que muchas personas del territorio de la
congregación nunca hayan hablado con un testigo de Jehová. ¿A qué pudiera deberse?
4
Territorio que no se trabaja: ¿Hay en su territorio edificios de apartamentos vigilados por porteros? Quizás hay complejos
residenciales de alta seguridad en los que no puede efectuarse la obra de casa en casa. ¿Se ha negado a los publicadores la entrada a
una base militar o a una zona residencial del territorio para predicar las buenas nuevas? Es muy probable que algunos que viven en
esos sitios nunca hayan oído sobre las bendiciones del Reino de Dios. ¿Hay personas que nunca se encuentran en casa?
5
No debemos desistir de buscar a esas personas aunque sea difícil hallarlas. ¿Cómo ve Jehová la situación en que se encuentran? El
apóstol Pedro escribió: “Jehová [...] no desea que ninguno sea destruido; más bien, desea que todos alcancen el arrepentimiento.
Además, consideren la paciencia de nuestro Señor como salvación”. (2 Ped. 3:9, 15.) Hay vidas de por medio, y a Jehová le importan
todas ellas. (Mat. 18:14.) ¿Cómo podemos reflejar la compasión y misericordia que Jehová manifiesta hacia estas personas?
Asegurándonos de que toda persona del territorio reciba el mensaje. (Hech. 20:20, 21; Rev. 14:6, 7.)
6
Organizados para hacer un trabajo concienzudo: En el pasado, la Sociedad ha animado a los que por razones de salud o
minusvalía se hallan recluidos en casa a usar de modo práctico el teléfono. Los que se encuentran en tal situación deben seguir
haciendo esa buena obra. Además, se han recibido informes de que algunos hermanos, entre ellos precursores regulares y auxiliares,
se han valido del teléfono para predicar de un modo que complemente su ministerio usual de casa en casa.
7
En algunas congregaciones se ha hecho un esfuerzo conjunto para predicar por teléfono. Cuando los ancianos llevan la delantera en
organizar los territorios y brindar apoyo, ya sea personalmente o valiéndose de otros publicadores, se han informado mejores logros. El
superintendente de servicio es el responsable de supervisar esa actividad. Sin embargo, el cuerpo de ancianos puede escoger a un
anciano capacitado o siervo ministerial responsable para que trabaje en colaboración con el superintendente de servicio en lo referente
a organizar esta obra.
8
Los publicadores que han superado el recelo inicial y han adquirido experiencia en la predicación telefónica se han dado cuenta de
que es un campo productivo. Al principio, quizás solo unos cuantos publicadores hagan estas llamadas. Después de acostumbrarse y
resultarles agradable esta forma de predicar, puede que su entusiasmo y sus experiencias animadoras motiven a otros a aprender a
participar en esta interesante faceta de la obra de predicar.
9
Por dónde empezar: Pueden conseguirse los nombres de los que residen en los apartamentos de un edificio en la recepción del
mismo. Después pueden buscarse los números de teléfono en el directorio telefónico. Puede que un directorio de la ciudad que se
consigue en una biblioteca presente los nombres de los ocupantes de cada hogar y apartamento de la comunidad. En algunas zonas
hay disponibles directorios especiales que alistan los números telefónicos por calles. Fotocopias de las últimas ediciones pueden servir
de territorios. Estos territorios deben ser razonablemente pequeños.
10
En todas las facetas de la obra de predicar deben mantenerse registros exactos. Lo mismo aplica a la predicación telefónica. Anote
cuidadosamente la información que sea útil en una hoja de registro de casa en casa, como el tema que trataron, las cosas que le
interesaron al amo de casa y el tema que tratarán la próxima vez. Indique si se hará otra llamada en una fecha posterior o si se hará
una visita personal.
11
Se necesita un horario personal: Hacer de ello una rutina cotidiana aumentará su confianza y atenuará el recelo. Es más
conveniente llamar a las personas cuando hay más probabilidad de hallarlas en casa, como en las primeras horas de la noche y los
fines de semana. Programe un tiempo cada semana para hacer estas llamadas. Algunos han notado que la hora que precede al Estudio
de Libro es muy productiva. Piense en lo que sea más conveniente en su territorio.
12
Cómo prepararse: Hable con los que disfrutan de esta faceta del servicio y pídales algunas ideas. Siempre sea positivo. Confíe en
Jehová como fuente de fortaleza y poder, y busque su dirección mediante la oración. (Sal. 27:14; Fili. 4:13.) Ponga todo su corazón en
esta faceta del servicio, tal como en los demás rasgos de la predicación. (Compárese con Marcos 12:33.)
13
La experiencia ha demostrado que el sentarse frente a un escritorio o una mesa puede ser útil. Sentarse en una silla con respaldo
vertical ayuda a pensar con claridad y a concentrarse. Tenga a la mano todo lo que pudiera usar en la predicación: los tratados, las
publicaciones que se estén ofreciendo, las últimas revistas o algunos números interesantes menos recientes, la Biblia, el libro
Razonamiento, una invitación a las reuniones con el horario de estas y la dirección del Salón del Reino, una pluma o un lápiz y hojas de
registro de casa en casa. Mantenga las publicaciones a su alcance, quizás abiertas en un artículo interesante. Ensaye cuidadosamente
la presentación. Tenga presente que el propósito de su llamada es dar el mensaje y hacer planes para visitar a la persona tan pronto
como sea posible.
14
Haga la llamada: Tranquilícese; compórtese con naturalidad. Para predicar por teléfono se necesita un tono de voz afectuoso y
agradable. Su sonrisa se reflejará en el tono de su voz. Hable despacio, con claridad y con buen volumen. Sea cortés, paciente y
amigable. No tema al rechazo. Acepte la posibilidad de que la persona no se interese en el mensaje. Siéntase como si estuviera
haciendo la obra normal de casa en casa.
15
En la introducción diga su nombre completo. Es mejor no decir que está llamando a todas las personas de cierto edificio o complejo
en particular, pues eso pudiera crear una barrera.
16
Muchas introducciones del libro Razonamiento pueden leerse de manera conversacional. Por ejemplo, pudiera presentarse de esta
manera: “Hola, mi nombre es ________. Le llamo porque no puedo visitarlo personalmente”. Entonces, sin pausar, diga: “Me interesa
saber si usted opina que la calidad de la vida mejorará algún día. A la mayoría nos alegra estar vivos, pero muchos se preguntan si
realmente es posible disfrutar de una vida feliz. ¿Qué cree usted al respecto? [Permita que la persona conteste.] ¿Cuál diría usted que
es en la actualidad uno de los mayores obstáculos para la felicidad?”. O después de presentarse como se sugiere arriba, podría decir:
“Participo como voluntario en una obra internacional y me gustaría saber qué opina sobre el significado de la vida. Con el paso de los
años nos damos cuenta de que la vida es muy corta. ¿Es esto todo lo que se puede conseguir de la vida? ¿Qué opina usted? (Véase el
subtema “Vida/Felicidad” de la página 14 del libro Razonamiento.) Un repaso de las sugerencias que se presentaron en la página 4 de
Nuestro Ministerio del Reino de julio de 1990, con relación al uso de introducciones y cómo vencer objeciones al predicar por teléfono, le
dará más información valiosa.
17
Use la Biblia lo antes posible. En algún punto de su conversación, cuando le parezca más conveniente, mencione que es testigo de
Jehová. Permita que el amo de casa participe en el diálogo. No se preocupe si la persona desea comunicarle sus ideas. Agradézcale
sus expresiones y observaciones. Aproveche toda oportunidad para animarlo. Sin embargo, si la persona empieza a querer imponer su
opinión o a discutir, con buen tacto ponga fin a la conversación. Deje que el espíritu de Dios dirija sus esfuerzos y le ayude a encontrar a
los que con un corazón recto lo buscan.
18
Es mejor que usted termine la conversación que dejar que lo haga el amo de casa. Puede concluir sencillamente invitando a la
persona al discurso público en el Salón del Reino y dándole la dirección y el horario de las reuniones. También pudiera preguntarle si es
posible visitarlo en su hogar para conversar más sobre el tema que trataron. Hasta pudiera ofrecer eficazmente publicaciones por
teléfono. Pudiera ofrecer las revistas con la meta de iniciar una ruta de revistas.
19
Disfrute de la predicación telefónica: ¿Conseguirá estudios bíblicos con todos sus interlocutores? No, pero sí con algunos de ellos.
Por ejemplo, una hermana hizo más de trescientas llamadas en un mes. Después de presentarse explicaba por qué llamaba a las
personas en vez de visitarlas. Enseguida hacía una presentación breve. Aquello resultó en doce conversaciones amenas. Aún mantiene
comunicación telefónica con tres personas y otras cuatro aceptaron que las visitara en su hogar. Una persona aceptó el libro Vivir para
siempre, y se le está visitando con regularidad.
20
Jesucristo mandó a sus discípulos que se esforzaran por predicar “hasta la parte más distante de la tierra”. (Hech. 1:8.) En algunos
lugares se necesita predicar por teléfono para cumplir con este mandato. Después de haber repasado la información anterior,
pregúntese: ‘¿Puedo hacer más para predicar en mi territorio las buenas nuevas a “hombres de toda clase”, entre ellos a los que viven
en lugares a los que nunca se ha llegado?’. Los hermanos que han seguido estas pautas han tenido resultados muy animadores. Se
han dado cuenta de que la predicación telefónica es una manera excepcional de ‘glorificar el ministerio’. (Rom. 11:13.) Que usted
también pueda experimentar el gozo que produce la predicación telefónica.

* yb06 págs. 52 párr. 1 – pág. 53 párr. 4


Venezuela. A una familia de Testigos le instalaron recientemente una línea telefónica y le dieron un nuevo número de teléfono. Debido
a un problema técnico comenzaron a recibir llamadas de gente que quería contactar con un canal local de televisión para hablar con
una astróloga. La familia decidió sacar partido a la situación. Valiéndose del libro Razonamiento, prepararon algunos temas y unos
cuantos textos bíblicos para hablar con quienes llamaran. Graciela, la madre, se volvió una experta. Cierto día, alguien llamó y dijo:
“Hola. ¿Es usted la diosa de los astros?”.
—Hola. Me llamo Graciela —contestó la hermana— ¿y usted?
—Carmen.
—Y dígame, Carmen, ¿por qué desea hablar con la diosa de los astros? ¿Necesita algún tipo de ayuda o consejo?
Carmen pasó a contarle a nuestra hermana un problema personal. Con amabilidad, Graciela le explicó dónde podemos obtener los
mejores consejos y le leyó varios textos de la Biblia. Luego le preguntó: “¿No cree que, si queremos tener guía confiable ahora y en el
futuro, deberíamos acudir a nuestro Creador?”. Carmen reconoció haber estudiado la Biblia con los testigos de Jehová en el pasado, así
que se tomaron medidas para que se reanudara el estudio. Con el tiempo, la familia de Graciela ha podido dar un buen testimonio a
otras personas que llamaban buscando ayuda, animarlas a escuchar a los Testigos cuando vayan a su puerta e invitarlas al Salón del
Reino local.

 LECCION 10 (a)

* it-2 pág. 80
No fue un cocreador. No obstante, la participación del Hijo en las obras creativas no lo hicieron un cocreador de su Padre. El poder
para la creación procedía de Dios mediante su espíritu santo o fuerza activa. (Gé 1:2; Sl 33:6.) Y como Jehová es la Fuente de toda la
vida, toda la creación animada, visible e invisible, le debe la vida a Él. (Sl 36:9.) Más que un cocreador, fue el agente o instrumento por
medio del que Jehová, el Creador, realizó sus obras. Jesús mismo atribuyó la creación a Dios, como lo hacen todas las Escrituras. (Mt
19:4-6; véase CREACIÓN.)
Sabiduría personificada. Lo que las Escrituras dicen sobre la Palabra encaja de modo sobresaliente con la descripción de Proverbios
8:22-31. En este pasaje se personifica a la sabiduría, se la representa como si pudiera hablar y actuar. (Pr 8:1.) Muchos escritores
cristianos de los primeros siglos de la era común entendieron que este pasaje se refería simbólicamente al Hijo de Dios en su estado
prehumano. En vista de los textos ya analizados, no puede negarse que Jehová ‘produjera’ al Hijo “como el principio de su camino, el
más temprano de sus logros de mucho tiempo atrás”, ni que el Hijo estuviera al “lado [de Jehová] como un obrero maestro” durante la
creación de la Tierra, como dicen estos versículos de Proverbios. Es verdad que en hebreo, cuyos sustantivos tienen género (como en
español), la palabra para “sabiduría” está siempre en femenino. El que se personifique a la sabiduría no cambia su género, pero
tampoco impide que se use figuradamente para representar al Hijo primogénito de Dios. La palabra griega para “amor” en la frase “Dios
es amor” (1Jn 4:8) también está en femenino, aunque el término Dios es masculino. Salomón, el escritor principal de Proverbios (Pr 1:1),
se aplicó el título qo·hé·leth (congregador) (Ec 1:1), aunque el género de esta palabra también es femenino.
La sabiduría solo se manifiesta cuando se expresa de algún modo. La sabiduría de Dios se expresó en la creación (Pr 3:19, 20)
mediante su Hijo. (Compárese con 1Co 8:6.) Del mismo modo, el propósito sabio de Dios concerniente a la humanidad también se hace
manifiesto mediante su Hijo, Jesucristo, y se sintetiza en él. Por eso el apóstol pudo decir que Cristo representa “el poder de Dios y la
sabiduría de Dios”, y que Cristo Jesús “ha venido a ser para nosotros sabiduría procedente de Dios, también justicia y santificación y
liberación por rescate”. (1Co 1:24, 30; compárese con 1Co 2:7, 8; Pr 8:1, 10, 18-21.)
En qué sentido es “Hijo unigénito”. El que a Jesús se le llame “Hijo unigénito” (Jn 1:14; 3:16, 18; 1Jn 4:9) no significa que las otras
criaturas celestiales creadas no sean hijos de Dios, puesto que también se las llama hijos. (Gé 6:2, 4; Job 1:6; 2:1; 38:4-7.) Sin
embargo, por ser la única creación directa de su Padre, el Hijo primogénito fue único, diferente de todos los demás hijos de Dios, a los
que Jehová creó o engendró mediante ese Hijo primogénito. De modo que “la Palabra” era el “Hijo unigénito” de Jehová en un sentido
especial, igual que Isaac también lo fue de Abrahán en un sentido particular (su padre ya había tenido otro hijo, pero no de su esposa
Sara). (Heb 11:17; Gé 16:15.)

* it-2 pág. 79
JESUCRISTO
Nombre y título del Hijo de Dios desde que fue ungido en la Tierra.
El nombre Jesús (gr. I·ē·sóus) corresponde al nombre hebreo Jesúa (o Jehosúa, su forma completa), que significa “Jehová Es
Salvación”. Era un nombre bastante común en aquel tiempo. Por eso, con frecuencia se precisaba especificar diciendo “Jesús el
Nazareno”. (Mr 10:47; Hch 2:22.) El título Cristo viene del griego Kjri·stós, cuyo equivalente en hebreo es Ma·schí·aj (Mesías), que
significa “Ungido”. Aunque el término “ungido” se aplicó apropiadamente a otros hombres anteriores a Jesús, como Moisés, Aarón y
David (Heb 11:24-26; Le 4:3; 8:12; 2Sa 22:51), el puesto, cargo o servicio para el que se les ungió solo prefiguró o tipificó el puesto,
cargo y servicio superiores de Cristo Jesús. Por consiguiente, Jesús es por excelencia y de modo singular “el Cristo, el Hijo del Dios
vivo”. (Mt 16:16; véanse CRISTO; MESÍAS.)
Existencia prehumana. La persona que llegó a ser conocida como Jesucristo no empezó su vida aquí en la Tierra. Él mismo habló de
su existencia celestial prehumana. (Jn 3:13; 6:38, 62; 8:23, 42, 58.) En Juan 1:1, 2 se da el nombre celestial del que llegó a ser Jesús, al
decir: “En el principio la Palabra [gr. Ló·gos] era, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era un dios [“era divina”, Sd; compárese con
An American Translation, Moffat (ambas en inglés); o: “de esencia divina”, Böhmer; Stage (ambas en alemán)]. Este estaba en el
principio con Dios”. Dado que Jehová es eterno y no tuvo principio (Sl 90:2; Rev 15:3), el que la Palabra estuviera con Dios desde el
“principio” debe referirse al principio de las obras creativas de Jehová. Esta conclusión la confirman otros textos que identifican a Jesús
como “el primogénito de toda la creación”, “el principio de la creación por Dios”. (Col 1:15; Rev 1:1; 3:14.) De modo que las Escrituras
identifican a la Palabra (Jesús en su existencia prehumana) como la primera creación de Dios, su Hijo primogénito.
Las mismas declaraciones de Jesús prueban que Jehová era verdaderamente el Padre o Aquel que dio vida a este Hijo primogénito, de
modo que este Hijo era en realidad una creación de Dios. Él señaló a Dios como la Fuente de su vida, cuando dijo: “Yo vivo a causa del
Padre”. Según el contexto, eso significaba que su vida procedía de su Padre o había sido causada por Él, de la misma manera que los
hombres encaminados a la muerte podrían conseguir vida si ejercían fe en el sacrificio de rescate de Jesús. (Jn 6:56, 57.)
Si los cálculos de los científicos modernos sobre la edad del universo material se aproximan a la realidad, la existencia de Jesús como
criatura celestial empezó miles de millones de años antes de la creación del primer ser humano. (Compárese con Miq 5:2.) El Padre se
valió de su Hijo primogénito celestial para crear todas las demás cosas (Jn 1:3; Col 1:16, 17), entre ellas los millones de otros hijos de la
familia celestial de Jehová Dios (Da 7:9, 10; Rev 5:11), así como el universo material y las criaturas que al principio se colocaron en él.
Lógicamente, Jehová se dirigía a este Hijo primogénito cuando dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza”.
(Gé 1:26.) Todas estas otras cosas no solo fueron creadas “mediante él”, sino también “para él”, como el Primogénito de Dios y el
“heredero de todas las cosas”. (Col 1:16; Heb 1:2.)

* W08 15/12 págs. 12,13 parrs 6,7


“La Palabra”
6
(Léase Juan 1:14.) ¿Por qué se le da a Jesús el título de “la Palabra” o el Logos? Por la función que ha desempeñado desde que
fueron creados los demás seres inteligentes. Jehová usó a su Hijo para dar información e instrucciones a los demás hijos espirituales,
así como para transmitir su mensaje a los seres humanos. El hecho de que Jesús es la Palabra, o Vocero de Dios, queda claro en lo
que les dijo a un grupo de judíos: “Lo que yo enseño no es mío, sino que pertenece al que me ha enviado. Si alguien desea hacer la
voluntad de Él, conocerá respecto a la enseñanza si es de Dios o si hablo por mí mismo” (Juan 7:16, 17). Jesús siguió llevando el título
de “La Palabra de Dios” aun después de haber regresado a la gloria celestial (Rev. 19:11, 13, 16).
7
Pensemos por un momento en lo que implica ese título. Aunque Jesús es la criatura más sabia que existe, no confía en su propia
sabiduría y por eso solo transmite lo que su Padre le comunica. Tampoco dirige la atención a sí mismo, sino a su Padre (Juan 12:50).
¡Qué magnífico ejemplo! A nosotros también se nos ha encomendado el maravilloso privilegio de declarar “buenas nuevas de cosas
buenas” (Rom. 10:15). El ejemplo de humildad de Jesús debería impulsarnos a tener cuidado con lo que decimos. Cuando se trata de
comunicar el mensaje salvador de las Escrituras, no vamos “más allá de las cosas que están escritas” (1 Cor. 4:6).

* W98 15/6 pág. 23 parrs 1-4


El vocero de Jehová
Las palabras de Juan señalan otro privilegio de que disfrutó el Hijo de Dios, a saber, ser el vocero de su Padre. Desde el principio fue la
Palabra. De modo que cuando Jehová habló con Adán y más tarde con Adán y Eva, probablemente lo hizo a través de la Palabra. ¿Y
quién mejor para transmitir las instrucciones de Dios para el bienestar de la humanidad que aquel que estaba encariñado con ella?
(Juan 1:1, 2.)
¡Cuánto debió doler a la Palabra ver a Eva y luego a Adán desobedecer al Creador! ¡Y cuánto debió haber anhelado remediar los males
que la desobediencia trajo a sus descendientes! (Génesis 2:15-17; 3:6, 8; Romanos 5:12.) Jehová se dirigió a Satanás, quien había
instigado a Eva a rebelarse, y le dijo: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu descendencia y la descendencia de ella” (Génesis
3:15). La Palabra, que fue testigo de lo ocurrido en Edén, se dio cuenta de que, siendo la parte principal de la “descendencia” de la
mujer, se convertiría en el objeto de un odio despiadado. Sabía que Satanás era un homicida (Juan 8:44).
Cuando, tiempo después, Satanás cuestionó la integridad del fiel Job, a la Palabra debieron indignarle las acusaciones calumniosas
levantadas contra su Padre (Job 1:6-10; 2:1-4). De hecho, en su papel de arcángel, a la Palabra se la conoce por Miguel, nombre que
significa “¿Quién Es Como Dios?” e indica que lucha a favor de Jehová contra todo el que aspira a usurpar Su soberanía (Daniel 12:1;
Revelación 12:7-10).
Durante la historia de Israel, la Palabra observó los esfuerzos de Satanás por apartar a los seres humanos de la adoración pura.
Después del Éxodo de Egipto, Dios dijo a Israel mediante Moisés: “Voy a enviar un ángel delante de ti para mantenerte en el camino y
para introducirte en el lugar que he preparado. Cuídate a causa de él y obedece su voz. No te portes rebeldemente contra él, porque
no perdonará la transgresión de ustedes; porque mi nombre está dentro de él” (Éxodo 23:20, 21). ¿Quién fue ese ángel?
Probablemente, Jesús en su existencia prehumana.

* it-2 págs. 796-799


RECONCILIACIÓN
Acción de volver a la concordia, de atraer y acordar los ánimos desunidos. Las palabras griegas relacionadas con el término
reconciliación se derivan del verbo al·lás·sō, que significa básicamente “cambiar; alterar”. (Hch 6:14; Gál 4:20, Int.)
Por lo tanto, aunque la forma compuesta ka·tal·lás·sō significa esencialmente “cambiar” o “canjear”, adquirió el significado de
“reconciliar”. (Ro 5:10.) Pablo empleó este verbo al hablar de la mujer separada que debía ‘reconciliarse’ con su esposo. (1Co 7:11.) En
las instrucciones de Jesús registradas en Mateo 5:24 en cuanto a que se deberían ‘hacer primero las paces’ con el hermano antes de
presentar una ofrenda sobre el altar, aparece un término de la misma familia: di·al·lás·so·mai.
Reconciliación con Dios. Pablo utiliza los términos ka·tal·lás·sō y a·po·ka·tal·lás·sō (una forma intensificada) en la carta a los
Romanos y en otras varias, al tratar el tema de la reconciliación del hombre con Dios por medio del sacrificio de Cristo Jesús.
La reconciliación con Dios es necesaria porque ha existido un alejamiento, una separación, una falta de armonía y de relaciones
amistosas, más que eso, enemistad. Esta mala relación se produjo como consecuencia del pecado del primer hombre, Adán, y la
consiguiente pecaminosidad e imperfección que heredaron todos sus descendientes. (Ro 5:12; compárese con Isa 43:27.) Por esa
razón el apóstol podía decir que “el tener la mente puesta en la carne significa enemistad con Dios, porque esta no está sujeta a la ley
de Dios, ni, de hecho, lo puede estar [debido a la naturaleza imperfecta y pecaminosa que ha heredado]. Por eso los que están en
armonía con la carne no pueden agradar a Dios”. (Ro 8:7, 8.) Existe enemistad porque las normas perfectas de Dios no permiten que Él
apruebe o tolere el mal. (Sl 5:4; 89:14.) En cuanto a su Hijo, quien reflejó las cualidades perfectas de su Padre, está escrito: “Amaste la
justicia, y odiaste el desafuero”. (Heb 1:9.) Por consiguiente, aunque “Dios es amor” y “tanto amó [...] al mundo [de la humanidad] que
dio a su Hijo unigénito” a favor de él, el hecho es que toda la humanidad ha estado enemistada con Dios, y Él ha manifestado al mundo
de los hombres el amor que se tiene a los enemigos, el amor que está fundado sobre los principios (gr. a·gá·pē) más bien que sobre el
afecto o la amistad (gr. fi·lí·a). (1Jn 4:16; Jn 3:16; compárese con Snt 4:4.)
Como la norma de justicia de Dios es perfecta, no puede tolerar ni aprobar el pecado, pues este consiste en la violación de su voluntad
expresa. Él es “benévolo y misericordioso”, y “rico en misericordia” (Sl 145:8, 9; Ef 2:4); pero no antepone la misericordia a la justicia.
Como se observa correctamente en la Cyclopædia, de M’Clintock y Strong (1894, vol. 8, pág. 958), la relación entre Dios y el hombre
pecaminoso es por ello una relación “legal, como la de un soberano en calidad de juez y un delincuente que ha infringido sus leyes y se
ha alzado contra su autoridad, y al que por tanto se trata como enemigo”. Esta era la situación en la que quedó la humanidad como
consecuencia del pecado heredado de su primer padre, Adán.
La base para la reconciliación. Únicamente puede haber una reconciliación completa con Dios por medio del sacrificio de rescate de
Cristo Jesús; él es “el camino” y nadie va al Padre sino por él. (Jn 14:6.) Su muerte sirvió de “sacrificio propiciatorio [gr. hi·la·smón] por
nuestros pecados”. (1Jn 2:2; 4:10.) La palabra hi·la·smós significa “medio de apaciguamiento; expiación”. Está claro que el sacrificio de
Jesucristo no era un “medio de apaciguamiento” en el sentido de que calmara los sentimientos heridos que Dios pudiera tener o le
aplacara, pues es patente que la muerte de su amado Hijo no produciría tal efecto. Más bien, ese sacrificio apaciguó o satisfizo las
exigencias de la justicia perfecta de Dios al sentar la base recta y justa para el perdón del pecado, a fin de que Dios “sea justo hasta al
declarar justo al hombre [pecaminoso por herencia] que tiene fe en Jesús”. (Ro 3:24-26.) Al suministrar el medio para la expiación o
compensación completa de los pecados y acciones ilícitas humanas, el sacrificio de Cristo creó una situación propicia para que a partir
de ese momento el hombre procurara y consiguiera restablecer una buena relación con el Dios Soberano. (Ef 1:7; Heb 2:17; véase
RESCATE.)
Así que, por medio de Cristo, Dios ha abierto el camino que le permite “reconciliar de nuevo consigo mismo todas las otras cosas,
haciendo la paz mediante la sangre que [Jesús] derramó en el madero de tormento”. Como resultado, los que en un tiempo estaban
“alejados y eran enemigos” debido a que tenían la mente fija en la maldad podían beneficiarse de la reconciliación, que se logra “por
medio del cuerpo carnal de [Jesús] mediante su muerte”, lo que permite que se les presente “santos y sin tacha y no expuestos a
ninguna acusación delante de él”. (Col 1:19-22.) A partir de ese momento, Jehová Dios podía ‘declarar justos’ a los que seleccionase
para ser sus hijos espirituales, quienes no estarían bajo ninguna acusación, pues ya estaban completamente reconciliados con Dios y
en paz con Él. (Compárese con Hch 13:38, 39; Ro 5:9, 10; 8:33.)
¿Qué podemos decir entonces de hombres que sirvieron a Dios antes de la muerte de Cristo? Por ejemplo: Abel, de quien se dijo que
“se le dio testimonio de que era justo, pues Dios dio testimonio respecto a sus dádivas”; Enoc, quien “tuvo el testimonio de haber sido
del buen agrado de Dios”; Abrahán, quien “vino a ser llamado ‘amigo de Jehová’”; Moisés, Josué, Samuel, David, Daniel, Juan el
Bautista y los discípulos de Cristo, a quienes Jesús dijo antes de su muerte: “El Padre mismo les tiene cariño”. (Heb 11:4, 5; Snt 2:23;
Da 9:23; Jn 16:27.) Jehová mantuvo una relación con todos ellos y los bendijo. Por tanto, ¿cómo es que tales personas necesitarían una
reconciliación por medio de la muerte de Cristo?
Estas personas obviamente se reconciliaron hasta cierto grado con Dios. No obstante, al igual que el resto del mundo de la humanidad,
todavía eran pecadores por herencia, como de hecho lo reconocían al ofrecer los sacrificios de animales. (Ro 3:9, 22, 23; Heb 10:1, 2.)
Es verdad que algunos hombres han pecado de manera más abierta o grave que otros, y hasta se han vuelto manifiestamente rebeldes;
pero el pecado sigue siendo pecado, sin importar su grado o alcance. Por lo tanto, como todos son pecadores, todos los descendientes
de Adán, sin excepción, necesitan la reconciliación con Dios que el sacrificio de su Hijo ha hecho posible.
La relativa amistad de Dios con hombres como los mencionados antes se basaba en la fe que ellos mostraron, fe que abarcaba la
creencia de que Dios proveería al debido tiempo el medio para librarlos por completo de su condición pecaminosa. (Compárese con
Heb 11:1, 2, 39, 40; Jn 1:29; 8:56; Hch 2:29-31.) Por consiguiente, la relativa reconciliación de la que disfrutaron estaba supeditada al
rescate que Dios proveería en el futuro. Como se muestra en el artículo DECLARAR JUSTO, Dios ‘contó’, ‘imputó’ o abonó en cuenta su
fe como justicia, y, sobre esa base, teniendo en mira la absoluta certeza de que proveería un rescate, podía considerarlos
provisionalmente sus amigos sin violar sus normas de justicia perfecta. (Ro 4:3, 9, 10; NM, Besson; compárese también con 3:25, 26;
4:17.) Sin embargo, las exigencias propias de su justicia con el tiempo tendrían que satisfacerse, de manera que se saldarían con el
pago real del precio de rescate requerido. Todo esto exalta la importancia del papel de Cristo en el propósito de Dios, y demuestra que,
aparte de Cristo Jesús, no hay ningún hombre que pueda alcanzar una posición de justo ante Dios por méritos propios. (Compárese con
Isa 64:6; Ro 7:18, 21-25; 1Co 1:30, 31; 1Jn 1:8-10.)
Pasos necesarios para conseguir la reconciliación. Dado que Dios es el ofendido y es su ley la que se ha infringido vez tras vez, el
hombre es quien debe reconciliarse con Dios y no Dios con el hombre. (Sl 51:1-4.) El hombre no está en un plano de igualdad con Dios,
y la norma de la justicia divina no está sujeta a cambios, enmiendas o modificaciones. (Isa 55:6-11; Mal 3:6; compárese con Snt 1:17.)
Por lo tanto, sus condiciones para la reconciliación no son negociables, no están sujetas a juicio o componenda. (Compárese con Job
40:1, 2, 6-8; Isa 40:13, 14.) Aunque muchas versiones traducen Isaías 1:18: “El Señor dice: Vengan, vamos a discutir este asunto” (VP),
o emplean expresiones parecidas (BJ, SA, Str), una traducción más adecuada y coherente es: “Vengan, pues, y enderecemos los
asuntos entre nosotros [“Vengan, para que arreglemos cuentas”, RH; véanse también CB, CI, EMN] —dice Jehová—”. La culpa de esta
falta de armonía con Dios la tiene exclusivamente el hombre, no Dios. (Compárese con Eze 18:25, 29-32.)
Este hecho no impide que Dios demuestre su misericordia tomando la iniciativa de abrir el camino para la reconciliación por medio de su
Hijo. El apóstol escribe: “Porque, de hecho, Cristo, mientras todavía éramos débiles, murió por impíos al tiempo señalado. Porque
apenas muere alguien por un hombre justo; en realidad, por el hombre bueno, quizás, alguien hasta se atreva a morir. Pero Dios
recomienda su propio amor [a·gá·pēn] a nosotros en que, mientras todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros. Mucho más,
pues, dado que hemos sido declarados justos ahora por su sangre, seremos salvados mediante él de la ira. Porque si, cuando éramos
enemigos, fuimos reconciliados con Dios mediante la muerte de su Hijo, mucho más, ahora que estamos reconciliados, seremos
salvados por su vida. Y no solo eso, sino que también nos alborozamos en Dios mediante nuestro Señor Jesucristo, mediante quien
ahora hemos recibido la reconciliación”. (Ro 5:6-11.) Jesús, quien “no conoció pecado”, fue hecho “pecado por nosotros” y murió como
ofrenda humana a fin de librar a las personas de la acusación y la pena del pecado. Librados de tal acusación, tienen la oportunidad de
parecer justos a los ojos de Dios, y, por lo tanto, de “[llegar] a ser justicia de Dios por medio de él [Jesús]”. (2Co 5:18, 21.)
Además, Dios demuestra su misericordia y amor enviando embajadores a la humanidad pecaminosa. En la antigüedad se enviaban
embajadores principalmente en tiempos de hostilidad (compárese con Lu 19:14), no de paz, y su misión solía consistir en ver si podía
evitarse la guerra o en fijar las condiciones que propiciaran la paz cuando existía un estado de guerra. (Isa 33:7; Lu 14:31, 32; véase
EMBAJADOR.) Dios envía a sus embajadores cristianos a los hombres para que puedan aprender sus condiciones de reconciliación y
para que se valgan de ellas. El apóstol escribe: “Somos, por lo tanto, embajadores en sustitución de Cristo, como si Dios estuviera
suplicando mediante nosotros. Como sustitutos por Cristo rogamos: ‘Reconcíliense con Dios’”. (2Co 5:20.) Esta súplica no significa que
se debilite la posición de Dios o su oposición al mal; es una invitación misericordiosa a los ofensores para que busquen la paz y
escapen de las inevitables consecuencias de la justa ira divina, que sobrevendrá a los que persistan en oponerse a Su santa voluntad y
que supondrá su segura destrucción. (Compárese con Eze 33:11.) Incluso los cristianos tienen que cuidarse de ‘no aceptar la bondad
inmerecida de Dios y dejar de cumplir su propósito’, es decir, no buscar continuamente el favor y la buena voluntad de Dios durante el
“tiempo acepto” y el “día de salvación” que Él provee misericordiosamente, como muestran las siguientes palabras de Pablo. (2Co
6:1, 2.)
Al reconocer la necesidad de reconciliarse y aceptar la provisión de Dios para ello, a saber, el sacrificio de su Hijo, la persona debe
arrepentirse de su proceder de pecado y convertirse o volverse de seguir el camino del mundo pecaminoso de la humanidad. Apelando
a Dios sobre la base del rescate de Cristo, puede obtener perdón de pecados y reconciliación, y como resultado, “tiempos de
refrigerio [...] de la persona de Jehová” (Hch 3:18, 19), así como paz mental y de corazón. (Flp 4:6, 7.) Como ha dejado de ser un
enemigo con quien Dios está encolerizado, puede decirse que en realidad ha “pasado de la muerte a la vida”. (Jn 3:16; 5:24.) Después,
a fin de mantener la buena voluntad de Dios, ha de ‘invocarle en apego a la verdad’, ‘continuar en la fe y no dejarse mover de la
esperanza de las buenas nuevas’. (Sl 145:18; Flp 4:9; Col 1:22, 23.)
¿En qué sentido ha reconciliado Dios consigo mismo a un mundo?
El apóstol Pablo dice que “mediante Cristo [Dios] estaba reconciliando consigo mismo a un mundo, no imputándoles sus ofensas”. (2Co
5:19.) Estas palabras no deberían interpretarse mal y concluir que todas las personas se reconcilian automáticamente con Dios en virtud
del sacrificio de Jesús, pues seguidamente el apóstol continúa hablando de la obra de embajadores, que consiste en suplicar a los
hombres: “Reconcíliense con Dios”. (2Co 5:20.) Lo que en realidad se proveyó es el medio para que puedan reconciliarse todos los del
mundo de la humanidad que deseen responder. Por consiguiente, Jesús vino “para dar su alma en rescate en cambio por muchos”, y “el
que ejerce fe en el Hijo tiene vida eterna; el que desobedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él”. (Mt
20:28; Jn 3:36; compárese con Ro 5:18, 19; 2Te 1:7, 8.)
No obstante, Jehová Dios se propuso “reunir todas las cosas de nuevo en el Cristo, las cosas en los cielos y las cosas en la tierra”. (Ef
1:10.) Aunque es necesaria la destrucción de los que se niegan a ‘enderezar los asuntos’ (Isa 1:18) con Jehová Dios, el resultado será
un universo en completa armonía con Dios, en el que la humanidad volverá a disfrutar de Su amistad y de bendiciones continuas, como
ocurría al principio en Edén. (Rev 21:1-4.)
Jehová Dios puso fin a la relación que mantenía con la nación de Israel en virtud de Su pacto, debido a que fueron infieles y rechazaron
a su Hijo. (Mt 21:42, 43; Heb 8:7-13.) El apóstol debe referirse a este hecho cuando dice que el ‘desecharlos significó reconciliación
para el mundo’ (Ro 11:15), pues, como muestra el contexto, de este modo se abrió el camino para el mundo ajeno a la comunidad o
congregación judía. En otras palabras, las naciones no judías tenían la oportunidad de unirse a un resto fiel judío, con el que se había
hecho el nuevo pacto, y formar la nueva nación de Dios, el Israel espiritual. (Compárese con Ro 11:5, 7, 11, 12, 15, 25.)
Como pueblo de Dios, su “propiedad especial” (Éx 19:5, 6; 1Re 8:53; Sl 135:4), el pueblo judío había disfrutado de una relativa
reconciliación con Dios, aunque aún tenía la necesidad de una reconciliación plena por medio del predicho Redentor, el Mesías. (Isa
53:5-7, 11, 12; Da 9:24-26.) Las naciones no judías, por otra parte, estaban ‘alejadas del estado de Israel, eran extrañas a los pactos de
la promesa, no tenían esperanza y estaban sin Dios en el mundo’, pues no tenían una posición reconocida ante Él. (Ef 2:11, 12.)
No obstante, de acuerdo con el secreto sagrado relacionado con la Descendencia, Dios se propuso bendecir a personas de “todas las
naciones de la tierra”. (Gé 22:15-18.) El medio para hacerlo, el sacrificio de Cristo Jesús, abrió por tanto el camino para que personas de
las naciones no judías alejadas de Dios ‘estuvieran cerca por la sangre del Cristo’. (Ef 2:13.) No solo esto, sino que aquel sacrificio
también eliminó la división entre el judío y el que no lo era, pues cumplió el pacto de la Ley y lo quitó del camino, lo que permitió a Cristo
“reconciliar plenamente con Dios a ambos pueblos en un solo cuerpo mediante el madero de tormento, porque había matado la
enemistad [la división producida por el pacto de la Ley] por medio de sí mismo”. A partir de entonces, tanto el judío como el que no lo
era podía acercarse a Dios mediante Cristo Jesús, y con el tiempo se introdujo en el nuevo pacto como herederos del Reino con Cristo
a los que no eran judíos. (Ef 2:14-22; Ro 8:16, 17; Heb 9:15.)

* it-2 pág. 87 párr. 4, pág. 93 parrs 2-6; pag 723 parr 1


Su posición fundamental en el propósito de Dios. Jehová Dios tuvo a bien hacer que su Hijo primogénito fuese la figura central o
clave en el cumplimiento de todos sus propósitos (Jn 1:14-18; Col 1:18-20; 2:8, 9), la persona en la que convergería la luz de todas las
profecías y desde la que se irradiaría esta luz (1Pe 1:10-12; Rev 19:10; Jn 1:3-9), la solución a todos los problemas que había
ocasionado la rebelión de Satanás (Heb 2:5-9, 14, 15; 1Jn 3:8) y el fundamento sobre el que Dios edificaría todos sus preparativos
futuros para el bien eterno de su familia universal en el cielo y en la Tierra. (Ef 1:8-10; 2:20; 1Pe 2:4-8.) Debido a la función vital que
desempeña en el propósito de Dios, Jesús pudo decir apropiadamente y sin exageración: “Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie
viene al Padre sino por mí”. (Jn 14:6.)
‘Dar testimonio acerca de la verdad.’ A la pregunta de Pilato: “Bueno, pues, ¿eres tú rey?”, Jesús contestó: “Tú mismo dices que yo
soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio acerca de la verdad. Todo el que está de parte de
la verdad escucha mi voz”. (Jn 18:37; véase CAUSA JUDICIAL [El juicio de Jesús].) Como muestran las Escrituras, la verdad acerca de
la que dio testimonio no era solo la verdad en general, sino que se trataba de la verdad de máxima importancia en cuanto a lo que eran
y lo que son los propósitos de Dios. Esta verdad estaba basada en el hecho fundamental de la voluntad soberana de Dios y su aptitud
para cumplir dicha voluntad. Jesús reveló mediante su ministerio que esa verdad, contenida en el “secreto sagrado”, era el reino de Dios
con él mismo, el “Hijo de David”, sentado como Rey Sacerdote en el trono. Este fue también, en esencia, el mensaje que proclamaron
los ángeles antes de su nacimiento y una vez que este se produjo en Belén de Judea, la ciudad de David. (Lu 1:32, 33; 2:10-14; 3:31.)
Para que Jesús cumpliera en su ministerio con la comisión de dar testimonio acerca de la verdad, era necesario que no se limitase a
hablar, predicar y enseñar. Además de abandonar su gloria celestial para nacer como humano, tuvo que cumplir todo lo que estaba
profetizado acerca de él, entre lo que se contaban las sombras o modelos contenidos en el pacto de la Ley. (Col 2:16, 17; Heb 10:1.) A
fin de sostener la verdad de la palabra y las promesas proféticas de su Padre, Jesús tuvo que vivir de tal modo que esa verdad se
hiciera realidad, cumplirla de hecho y de palabra, tanto por su modelo de vida como por su muerte. Tenía que ser la verdad, de hecho,
la personificación de la verdad, como él mismo dijo que era. (Jn 14:6.)
Por esta razón, el apóstol Juan pudo escribir que Jesús “estaba lleno de bondad inmerecida y verdad”, y que aunque “la Ley fue dada
por medio de Moisés, la bondad inmerecida y la verdad vinieron a ser por medio de Jesucristo”. (Jn 1:14, 17.) La verdad de Dios ‘vino a
ser’, es decir, llegó a su realización, por medio de estos hechos históricos: el nacimiento humano de Jesús, la presentación de sí mismo
a Dios mediante bautismo en agua, sus tres años y medio de servicio público a favor del reino de Dios, su muerte en fidelidad y su
resurrección al cielo. (Compárese con Jn 1:18; Col 2:17.) Por lo tanto, toda la vida terrestre de Jesucristo consistió en “dar testimonio
acerca de la verdad”, acerca de lo que Dios había jurado. De modo que Jesús no fue la sombra de un Mesías o Cristo, sino el verdadero
Mesías que se había prometido. No fue la sombra de un rey sacerdote, sino, en esencia y de hecho, el verdadero Rey Sacerdote que se
había prefigurado. (Ro 15:8-12; compárese con Sl 18:49; 117:1; Dt 32:43; Isa 11:10.)
Esta verdad sería la que ‘libraría a los hombres’ que demostrasen que estaban “de parte de la verdad” al aceptar el papel de Jesús en el
propósito de Dios. (Jn 8:32-36; 18:37.) Quien no haga caso del propósito de Dios concerniente a su Hijo, edifique esperanzas sobre
cualquier otro fundamento y oriente su vida a partir de cualquier otra base, se engañará a sí mismo, creerá una mentira y seguirá la
dirección del padre de la mentira, el adversario de Dios (Mt 7:24-27; Jn 8:42-47), lo que significará que ‘morirá en sus pecados’. (Jn
8:23, 24.) Por eso Jesucristo no se retuvo de declarar su lugar en el propósito de Dios.
Es verdad que dio orden rigurosa a sus discípulos de que no declararan a nadie su condición de Mesías (Mt 16:20; Mr 8:29, 30) y que
en muy pocas ocasiones se refirió a sí mismo directamente como el Cristo, excepto cuando estaba en privado con ellos. (Mr 9:33,
38, 41; Lu 9:20, 21; Jn 17:3.) Pero con denuedo y regularidad hizo notar que tanto las profecías como sus obras probaban que era el
Cristo. (Mt 22:41-46; Jn 5:31-39, 45-47; 7:25-31.) Cuando Jesús, “cansado del viaje”, habló con una mujer samaritana al lado de un
pozo, se identificó como el Cristo, quizás a fin de despertar la curiosidad de los ciudadanos y hacer que salieran de la ciudad para verle,
como por fin sucedió. (Jn 4:6, 25-30.) El mero hecho de que alegara ser el Mesías no significaría nada si no lo respaldaba con pruebas.
De todos modos, se requería fe de los que lo vieran y oyeran para aceptar la conclusión a la que esas pruebas señalaban
inequívocamente. (Lu 22:66-71; Jn 4:39-42; 10:24-27; 12:34-36.)
Como todas estas profecías se realizan en Jesucristo, lo que ratifica que son verdaderas, se entiende cómo fue que “la verdad [vino] a
ser por medio de Jesucristo”. “Porque no importa cuántas sean las promesas de Dios, han llegado a ser Sí mediante él.” (Jn 1:17; 2Co
1:20; compárese con Lu 18:31; 24:25, 26, 44-46.) Pedro pudo decir con razón que “de [Jesús] dan testimonio todos los profetas”. (Hch
3:20-24; 10:43; compárese con 28:23.)

* it-2 pags 722 parr 3


Tan pronto como estalló la rebelión en Edén, Jehová Dios empezó este “testimonio de Jesús” dando su profecía concerniente a la
“descendencia” que finalmente ‘magullaría la cabeza de la serpiente’, el adversario de Dios. (Gé 3:15.) El pacto abrahámico profetizaba
que vendría esa descendencia, que por medio de ella se bendecirían todas las familias de la Tierra, y que obtendría victoria sobre el
adversario y la “descendencia” de este. (Gé 22:16-18; compárese con Gál 3:16.) Se predijo que la prometida descendencia, llamada
“Siló” (que significa “Aquel de Quien Es; Aquel a Quien Pertenece”), vendría de la tribu de Judá. (Gé 49:10.) Por medio de la nación de
Israel, Jehová reveló su propósito de tener un “reino de sacerdotes y una nación santa”. (Éx 19:6; compárese con 1Pe 2:9, 10.) Los
sacrificios estipulados en la Ley dada a Israel prefiguraron el sacrificio del Hijo de Dios, y el sacerdocio, su sacerdocio real y celestial
(con sacerdotes asociados) durante su reinado de mil años. (Heb 9:23, 24; 10:1; Rev 5:9, 10; 20:6.) Por consiguiente, la Ley fue un
‘tutor que conducía a Cristo’. (Gál 3:23, 24.)
* it-2 pág. 88 parrs 1-3
“Agente Principal de la vida.” Por bondad inmerecida de su Padre, Cristo Jesús entregó su vida humana perfecta en sacrificio, lo que
hizo posible que sus seguidores escogidos pudiesen estar en unión con él reinando en el cielo y que hubiera súbditos terrestres de
dicho Reino. (Mt 6:10; Jn 3:16; Ef 1:7; Heb 2:5; véase RESCATE.) De este modo llegó a ser el “Agente Principal [“Príncipe”, ENP; Ga;
NC, 1981; Besson; “Caudillo”, BC] de la vida” para toda la humanidad. (Hch 3:15.) El término griego que se usa en este pasaje significa
básicamente “caudillo principal”, y es una palabra emparentada con la que se aplicó a Moisés (Hch 7:27, 35) en su papel de
“gobernante” de Israel.
Por tanto, en su función de “caudillo principal” o “pionero de la Vida” (Moffat [en inglés]), Jesús introdujo un elemento nuevo y esencial
para conseguir la vida eterna: su papel de intermediario o mediador, que también lo desempeña en sentido administrativo. Es el Sumo
Sacerdote de Dios que puede limpiar por completo del pecado y liberar de los efectos mortíferos de este (Heb 3:1, 2; 4:14; 7:23-25; 8:1-
3); es el Juez nombrado en cuyas manos se encomienda todo juicio, de modo que administra con prudencia los beneficios de su rescate
a las personas de la humanidad que merezcan vivir bajo su gobernación (Jn 5:22-27; Hch 10:42, 43); mediante él también se consigue
la resurrección de los muertos. (Jn 5:28, 29; 6:39, 40.) Debido a que Jehová Dios quiso utilizar así a su Hijo, “no hay salvación en
ningún otro, porque no hay otro nombre debajo del cielo que se haya dado entre los hombres mediante el cual tengamos que ser
salvos”. (Hch 4:12; compárese con 1Jn 5:11-13.)
Como su “nombre” también abarca este aspecto de la autoridad de Jesús, mediante él sus discípulos, en calidad de representantes del
Agente Principal de la vida, podían curar a personas de sus enfermedades ocasionadas por el pecado heredado e incluso podían
levantar a los muertos. (Hch 3:6, 15, 16; 4:7-11; 9:36-41; 20:7-12.)

 LECCION 10 (b)

* W09 1/6 pag 7


Consejos útiles para la gente de hoy
La Biblia nos proporciona principios sencillos y prácticos para la vida actual. Veamos varios ejemplos:
• Para llevarse bien con los demás
“Todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos.” (Mateo
7:12.)
“El que se porta como uno de los menores entre todos ustedes es el que es grande.” (Lucas 9:48.)
“Sigan la senda de la hospitalidad.” (Romanos 12:13.)
• Para dejar los vicios y mejorar la personalidad
“El que está andando con personas sabias se hará sabio, pero al que está teniendo tratos con los estúpidos le irá mal.” (Proverbios
13:20.)
“No llegues a estar entre los que beben vino en exceso.” (Proverbios 23:20.)
“No tengas compañerismo con nadie dado a la cólera.” (Proverbios 22:24.)
• Para dar estabilidad al matrimonio
“Que cada uno de ustedes [...] ame a su esposa tal como se ama a sí mismo; por otra parte, la esposa debe tenerle profundo respeto a
su esposo.” (Efesios 5:33.)
“Vístanse de los tiernos cariños de la compasión, la bondad, la humildad mental, la apacibilidad y la gran paciencia. Continúen
soportándose [...] y perdonándose liberalmente unos a otros.” (Colosenses 3:12, 13.)
• Para educar a los hijos
“Entrena al muchacho conforme al camino para él; aun cuando se haga viejo no se desviará de él.” (Proverbios 22:6.)
“No estén irritando a sus hijos, sino sigan criándolos en la disciplina y regulación mental de Jehová.” (Efesios 6:4.)
• Para evitar las discusiones
“La respuesta, cuando es apacible, aparta la furia, pero la palabra que causa dolor hace subir la cólera.” (Proverbios 15:1.)
“En cuanto a mostrarse honra unos a otros, lleven la delantera.” (Romanos 12:10.)
En asuntos económicos, se evitan problemas cuando los acuerdos, aunque sean entre amigos, se ponen por escrito. Así lo hizo el
profeta Jeremías, quien dijo: “Escribí en una escritura y le puse el sello y tomé testigos al ponerme a pesar el dinero en la balanza”
(Jeremías 32:10).
• Para tener una actitud positiva
“Cuantas cosas sean verdaderas, [...] amables, [...] de buena reputación, cualquier virtud que haya y cualquier cosa que haya digna de
alabanza, continúen considerando estas cosas.” (Filipenses 4:8.)
La Biblia recomienda no centrarse en las ideas negativas y censura a quienes siempre andan quejándose de “su suerte en la vida”.
Más bien, aconseja: “Regocíjense en la esperanza” (Judas 4, 16; Romanos 12:12).
Si ponemos en práctica estos principios, viviremos más felices y tranquilos, y nuestra forma de vida agradará a Dios. Además,
recibiremos grandes bendiciones, pues la Biblia promete: “Los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella”
(Salmo 37:29).

* W02 15/4 pag 19 parrs 4-6


Principios piadosos
4
¿Qué son los principios? Se define principio como “regla de conducta. Verdad o idea que sirve de fundamento a otras o a un
razonamiento” (Diccionario de uso del español, de María Moliner). Un estudio detenido de la Biblia revela que nuestro Padre celestial
suministra directrices esenciales que abarcan diversas situaciones y aspectos de la vida, y lo hace teniendo presente nuestro beneficio
eterno. Esto armoniza con lo que escribió el sabio rey Salomón: “Oye, hijo mío, y acepta mis dichos. Entonces para ti los años de vida
llegarán a ser muchos. Yo ciertamente te instruiré aun en el camino de la sabiduría; ciertamente haré que pises en los senderos trillados
de la rectitud” (Proverbios 4:10, 11). Los principios fundamentales que suministra Jehová influyen en nuestra relación con él y con
nuestros semejantes, en nuestra adoración y en nuestra vida diaria (Salmo 1:1). Analicemos algunos de dichos principios esenciales.
5
Jesús dijo respecto a nuestra relación con Jehová: “Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con
toda tu mente” (Mateo 22:37). Además, Dios da principios que tienen que ver con el modo de tratar al semejante, como la Regla Áurea:
“Todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos” (Mateo 7:12;
Gálatas 6:10; Tito 3:2). Se nos da este consejo tocante a la adoración que rendimos: “Considerémonos unos a otros para incitarnos al
amor y a las obras excelentes, sin abandonar el reunirnos” (Hebreos 10:24, 25). En lo que se refiere a los aspectos de la vida cotidiana,
el apóstol Pablo dice: “Sea que estén comiendo, o bebiendo, o haciendo cualquier otra cosa, hagan todas las cosas para la gloria de
Dios” (1 Corintios 10:31). En la Palabra de Dios hay una innumerable cantidad de otros principios.
6
Los principios son verdades vigentes y esenciales, y los cristianos sabios aprenden a amarlos. Jehová inspiró a Salomón a escribir lo
siguiente: “De veras presta atención a mis palabras. A mis dichos inclina tu oído. No se escapen de tus ojos. Guárdalos en medio de tu
corazón. Porque son vida a los que los hallan y salud a toda su carne” (Proverbios 4:20-22). ¿En qué difieren los principios de las leyes?
Los principios constituyen el fundamento de las leyes. Las reglas, que suelen ser específicas, tal vez sean pertinentes para cierto tiempo
o situación, mientras que los principios son eternos (Salmo 119:111). Los principios divinos no se vuelven anticuados ni pierden
vigencia. Las palabras inspiradas del profeta Isaías resultan veraces: “La hierba verde se ha secado, la flor se ha marchitado; pero en
cuanto a la palabra de nuestro Dios, durará hasta tiempo indefinido” (Isaías 40:8).

* W02 15/4 pag 20 parr 9


9
Entender y aplicar los principios bíblicos no es tan sencillo como seguir un código legal. Los seres humanos imperfectos tal vez
rehuyamos el esfuerzo que exige razonar partiendo de principios, y prefiramos la comodidad de seguir una regla al tomar decisiones o
vernos ante una disyuntiva. Es posible que en ocasiones busquemos la dirección de un cristiano maduro —por ejemplo, un anciano de
congregación— con la esperanza de que nos dé una regla específica pertinente para el caso. Sin embargo, puede ser que ni la Biblia
ni las publicaciones que en ella se basan suministren una regla categórica, y aun si se nos proporciona una, no nos servirá en todo
momento ni en toda circunstancia. Quizá recordemos que cierto hombre hizo esta petición a Jesús: “Maestro, di a mi hermano que
divida conmigo la herencia”. En lugar de apresurarse a dictar una norma para resolver las disputas entre hermanos carnales, Jesús
enunció un principio más general: “Mantengan abiertos los ojos y guárdense de toda suerte de codicia”. De ese modo suministró una
pauta que fue útil entonces y sigue siéndolo hoy día (Lucas 12:13-15).

* W06 15/6 pags 21,22


Cómo satisfacer nuestra necesidad espiritual
6
El ser humano fue creado con varias necesidades. Por ejemplo: para gozar de salud física es imprescindible tener alimento, bebida y
cobijo. Sin embargo, también hay que saciar la “necesidad espiritual”, ya que de lo contrario no se alcanza la verdadera felicidad (Mateo
5:3). Jehová dio tanta importancia a satisfacer esta necesidad innata que mandó a su pueblo que interrumpiera sus actividades
normales un día a la semana para dedicarlo por completo a los asuntos espirituales.
7
La ley del sábado subrayaba el valor de cultivar la espiritualidad. La primera vez que aparece la palabra sábado en la Biblia es con
relación a la dádiva del maná provista en el desierto. Se mandó a los israelitas recoger aquel pan milagroso durante seis días. En la
última jornada tenían que acumular “el pan de dos días”, pues no habría maná el séptimo día. Este sería “un sábado santo a Jehová”,
durante el cual cada uno habría de quedarse ‘sentado en su lugar’ (Éxodo 16:13-30). Uno de los Diez Mandamientos establecía, bajo
pena de muerte, que no se realizara ningún tipo de trabajo el sábado, pues era un día sagrado (Éxodo 20:8-11; Números 15:32-36).
8
La ley del sábado reflejaba el interés de Jehová por el bienestar físico y espiritual de su pueblo. “El sábado vino a existir por causa del
hombre”, dijo Jesús (Marcos 2:27). Esta disposición no solo permitía descansar a los israelitas, sino que también les daba la
oportunidad de acercarse a su Creador y demostrarle que lo amaban (Deuteronomio 5:12). Era un día dedicado exclusivamente a los
asuntos espirituales, en el que la familia podía adorar a Dios, orarle y meditar sobre su Ley. El sábado sirvió para evitar que los israelitas
emplearan todo su tiempo y energías en ir tras intereses materiales, pues les recordaba que su relación con Jehová era lo más
importante en la vida. Jesús reiteró este principio inmutable al decir: “Está escrito: ‘No de pan solamente debe vivir el hombre, sino de
toda expresión que sale de la boca de Jehová’” (Mateo 4:4).
9
El pueblo de Dios ya no tiene que guardar un descanso sabático literal de veinticuatro horas; con todo, tal disposición no es
simplemente una curiosidad histórica (Colosenses 2:16). ¿No es verdad que también nos recuerda a nosotros que debemos dar
prioridad a las actividades espirituales? No podemos permitir que los intereses espirituales queden eclipsados por las preocupaciones
económicas o por las diversiones (Hebreos 4:9, 10). De modo que cabría preguntarse: “¿Qué ocupa el primer lugar en mi vida? ¿Doy
prioridad a estudiar, orar, asistir a las reuniones cristianas y predicar las buenas nuevas del Reino? ¿O los dejo de lado por otros
intereses?”. Si ponemos los asuntos espirituales en primer lugar en nuestra vida, Jehová nos asegura que tendremos cubiertas las
necesidades básicas (Mateo 6:24-33).
10
Algo que nos ayudará a acercarnos a Jehová es dedicar tiempo a estudiar la Biblia y las publicaciones basadas en ella, y reflexionar
sobre su mensaje (Santiago 4:8). Susan, quien empezó a estudiar regularmente la Biblia hace unos cuarenta años, reconoce que al
principio no disfrutaba, sino que se aburría. Sin embargo, le fue gustando cada vez más a medida que leía. Ahora echa de menos su
estudio personal si por alguna razón tiene que suspenderlo. “El estudio me ha ayudado a conocer a Jehová y a verlo como un Padre —
dice—. Puedo confiar en él, apoyarme en él y orarle con toda libertad. Es impresionante ver lo mucho que Jehová ama a sus siervos,
cómo me cuida personalmente y lo que ha hecho por mí.” ¿Verdad que nos sentimos felices cuando satisfacemos nuestra necesidad
espiritual?

* W02 15/4 pag 22 parr 16


16
Al esforzarnos por obedecer a Jehová, es importante que tengamos presente que sus leyes se basan en principios fundamentales.
Por ejemplo, los cristianos han de huir de la idolatría, la inmoralidad sexual y el uso impropio de la sangre (Hechos 15:28, 29). ¿Qué hay
detrás de la posición cristiana respecto a estos asuntos? Que Dios merece devoción exclusiva, que debemos ser fieles a nuestro
cónyuge y que Jehová es el Dador de la vida (Génesis 2:24; Éxodo 20:5; Salmo 36:9). Comprender estos principios subyacentes facilita
el que obedezcamos las leyes relacionadas.

* it-2 pag 930


SANGRE
Fluido maravilloso que circula por el sistema vascular de los seres humanos y de la mayoría de los animales pluricelulares; en hebreo es
dam, y en griego, hái·ma. La sangre suministra nutrientes y oxígeno a todas las partes del cuerpo, se lleva los desechos y desempeña
un papel fundamental en proteger al cuerpo de las infecciones. Su composición química es tan sumamente compleja que los científicos
aún desconocen mucho sobre la sangre.
La sangre está tan enlazada con los procesos de la vida que en la Biblia se dice que el alma está en la sangre: “Porque el alma de la
carne está en la sangre, y yo mismo la he puesto sobre el altar para ustedes para hacer expiación por sus almas, porque la sangre es lo
que hace expiación en virtud del alma en ella”. (Le 17:11.) La Biblia relaciona aún de modo más directo la vida con la sangre al decir: “El
alma de toda clase de carne es su sangre”. (Le 17:14.) Está claro que la Palabra de Dios trata la vida y la sangre como algo sagrado.
Quitar la vida. Jehová es la fuente de la vida. (Sl 36:9.) El hombre no puede devolver una vida que haya quitado. “Todas las almas... a
mí me pertenecen”, dice Jehová. (Eze 18:4.) Por lo tanto, quitar una vida es quitar la propiedad de Jehová. Todo ser vivo tiene un
propósito y un lugar en la creación de Dios. Ningún hombre tiene el derecho de quitar una vida excepto cuando Dios lo permite y según
la manera como Él dice.
Después del Diluvio, se ordenó a Noé y sus hijos, los progenitores de toda la raza humana, que respetaran la vida, la sangre, de sus
semejantes. (Gé 9:1, 5, 6.) Por otra parte, Dios tuvo la bondad de permitirles añadir la carne animal a su dieta. Sin embargo, tenían que
reconocer que la vida de todo animal que mataran para comer pertenecía a Dios, y debían demostrarlo derramando la sangre en el
suelo como agua. Este era un modo de devolverla a Dios y no utilizarla para propósitos personales. (Dt 12:15, 16.)
El hombre tenía el derecho de disfrutar de la vida que Dios le había concedido, y cualquiera que le privara de esa vida sería
responsable ante Dios. Esto se mostró cuando Dios dijo al asesino Caín: “La sangre de tu hermano está clamando a mí desde el suelo”.
(Gé 4:10.) Incluso si alguien odiaba a su hermano hasta el grado de desear verlo muerto, o lo calumniaba o daba un falso testimonio
contra él con el objeto de poner en peligro su vida, se hacía culpable de la sangre de su prójimo. (Le 19:16; Dt 19:18-21; 1Jn 3:15.)
Debido al punto de vista de Dios sobre el valor de la sangre, se decía que la sangre de una persona asesinada contaminaba la tierra,
una contaminación que solo podía expiarse si se derramaba la sangre del homicida. Tomando esto como base, la Biblia autorizaba la
pena capital para el asesino, la cual se ejecutaba mediante la autoridad debidamente constituida. (Nú 35:33; Gé 9:5, 6.) En el Israel
antiguo no estaba permitido aceptar ningún rescate para librar de la pena de muerte a un asesino deliberado. (Nú 35:19-21, 31.)
En los casos en que no se podía descubrir al homicida a pesar de las investigaciones, se consideraba culpable de derramamiento de
sangre a la ciudad más cercana al lugar donde se había encontrado el cadáver. Para eliminar dicha culpabilidad, los ancianos de esa
ciudad tenían que efectuar el procedimiento requerido por Dios, negar rotundamente cualquier culpa o conocimiento del asesinato y orar
a Dios por su misericordia. (Dt 21:1-9.) Si un homicida involuntario no estaba seriamente preocupado por haber quitado una vida y
no seguía el procedimiento fijado por Dios para protegerse huyendo a la ciudad de refugio y permaneciendo allí, el pariente más
cercano del muerto, como vengador autorizado, estaba obligado a matarle para eliminar del país la culpa de sangre. (Nú 35:26, 27;
véase VENGADOR DE LA SANGRE.)

* W12 15/1 pags 16-21


Lecciones que aprendemos de “la armazón [...] de la verdad”
“Tienes en la Ley la armazón del conocimiento y de la verdad.” (ROM. 2:20)
GRACIAS a los libros que escribió Pablo por inspiración, captamos el significado de muchos aspectos de la Ley mosaica que, de otro
modo, serían difíciles de entender. Tomemos como ejemplo la carta a los Hebreos. Allí, el apóstol nos habla de Jesús en su función de
“sumo sacerdote misericordioso y fiel”, y nos aclara cómo pudo ofrecer de una vez para siempre un “sacrificio propiciatorio” que
resultará en la “liberación eterna” de todos los que muestren fe en él (Heb. 2:17; 9:11, 12). Igualmente, señala que el tabernáculo fue tan
solo una “sombra de las cosas celestiales” y que Cristo fue Mediador de “un pacto mejor” que el que introdujo Moisés (Heb. 7:22; 8:1-5).
En tiempos de Pablo, estas explicaciones acerca de la Ley fueron muy útiles para los cristianos. Y hoy lo siguen siendo, pues nos
ayudan a comprender mejor lo valiosas que son todas las medidas que Dios ha tomado para ayudarnos.
2
En su carta a los Romanos, Pablo dirigió algunos de sus comentarios a miembros de la congregación que eran de origen judío y
habían sido educados en la Ley mosaica. Él admitió que conocían muy bien aquel código divino y que, por eso, tenían la ventaja de
poseer “la armazón del conocimiento y de la verdad” acerca de Dios y sus justos principios. Aquellos cristianos venidos del judaísmo
comprendían y respetaban sinceramente esa armazón, o estructura general, de la verdad. Por ello, al igual que los israelitas fieles que
les habían precedido, podían guiar, enseñar e iluminar a las personas de otros pueblos, las cuales no estaban familiarizadas con la Ley
que Jehová había dado a Israel (léase Romanos 2:17-20).
SOMBRAS DEL SACRIFICIO DE JESÚS
3
La armazón de la verdad que mencionó Pablo sigue siendo muy necesaria para entender los propósitos de Dios. En efecto, los
principios en que se basa la Ley que recibió Israel no han perdido valor ni vigencia. Teniendo esto presente, concentrémonos en un
aspecto concreto de dicha Ley: las instrucciones sobre cómo debían hacerse los sacrificios y ofrendas. Observaremos cómo
contribuyeron a que los judíos humildes aceptaran a Cristo y entendieran lo que Jehová esperaba de ellos. Y también veremos de qué
forma nos ayudan dichas normas a analizar la calidad de nuestro servicio sagrado, dado que los requisitos básicos que Jehová fija para
sus siervos nunca cambian (Mal. 3:6).
4
En la Ley, los judíos de la antigüedad encontraban a cada paso indicaciones de que eran pecadores. Sirva como muestra la regla de
purificarse después de tocar un muerto. Al tercer y al séptimo día de haber estado en contacto con él, la persona impura tenía que ser
rociada con “agua de limpieza” ceremonial, la cual se elaboraba degollando una vaca roja sana, quemándola y disolviendo sus cenizas
(Núm. 19:1-13). Otra norma semejante exigía que las parturientas guardaran un período de impureza y luego ofrecieran un sacrificio de
expiación. Así se recordaba que los seres humanos transmiten en la reproducción el pecado y la muerte (Lev. 12:1-8).
5
En la vida diaria había muchas otras situaciones que requerían que los siervos de Jehová sacrificaran animales para expiar los
pecados. Sea que se dieran cuenta o no, tales ofrendas —que con el tiempo llegaron a realizarse en el templo— eran una “sombra”, o
modelo, que prefiguraba el sacrificio perfecto de Jesús (Heb. 10:1-10).
EL ESPÍRITU CON QUE DEBÍAN HACERSE LOS SACRIFICIOS
6
Cuando los israelitas sacrificaban a Jehová un animal, era imprescindible que este se encontrara totalmente sano: sin deformidades,
ceguera, heridas ni enfermedades (Lev. 22:20-22). Igualmente, cuando le presentaban frutos o granos, debían ser las “primicias”, o
primeros frutos, y “lo óptimo”, sí, lo mejor de la cosecha (Núm. 18:12, 29). Él no iba a aceptarles ofrendas de segunda categoría. ¿A qué
señalaba el requisito de entregarle únicamente animales sin defectos? Al hecho de que el sacrificio de Jesús sería perfecto, sin tacha
alguna, y que al proporcionar este medio para redimir a la humanidad, Jehová estaría dando lo mejor y lo que más quería (1 Ped.
1:18, 19).
7
Sin duda, el adorador que agradecía de corazón la bondad divina seleccionaba para Jehová lo mejor que tenía a su alcance. Cierto,
cada uno decidía si la dádiva sería de mayor o menor calidad. Pero nadie debía olvidar que si presentaba algo defectuoso daba a
entender que veía la ofrenda como un mero trámite e incluso una carga, por lo cual no complacería a Dios (léase Malaquías 1:6-8, 13).
Teniendo en cuenta este hecho, hacemos bien en preguntarnos: “¿Con qué espíritu le sirvo a Jehová? ¿Me convendría evaluar la
calidad de mi adoración y mis motivos al realizarla?”.
8
A veces, los israelitas ofrecían sacrificios voluntarios. ¿Por qué razón? Podía ser porque estaban agradecidos a Jehová o, como
sucedía con las ofrendas quemadas, porque deseaban su aprobación. En cualquiera de estos casos, no debía resultarles difícil
seleccionar para él los animales adecuados. ¡Con gusto le daban lo mejor! Hoy, los cristianos no le entregamos ninguna de las ofrendas
que estipulaba la Ley mosaica. Sin embargo, seguimos haciéndole sacrificios, ya que dedicamos a su servicio una buena parte de
nuestro tiempo, energías y recursos. El apóstol Pablo señaló que al efectuar la “declaración pública” de nuestra esperanza, al “hacer [el]
bien” y al “compartir cosas con otros”, estamos presentándole sacrificios que le complacen (Heb. 13:15, 16). El espíritu con el que
llevamos a cabo estas actividades revela hasta qué punto le agradecemos todo lo que ha hecho por nosotros y todo lo que nos ha dado.
Como vemos, nuestros motivos y actitudes al participar en el servicio cristiano deben ser los correctos, igual que sucedía con los fieles
que hacían sacrificios voluntarios en la antigüedad.
9
Cuando los israelitas cometían determinados errores, la Ley mosaica les exigía presentar ofrendas tanto por el pecado como por la
culpa. Al tratarse de sacrificios obligatorios, ¿los harían con una disposición o actitud diferente, quizás hasta de mala gana? (Lev.
4:27, 28.) Si de verdad deseaban mantener una buena relación con Jehová, jamás actuarían así.
10
Hoy se producen situaciones similares. Tal vez nos demos cuenta de que sin querer hemos ofendido a un hermano al actuar de forma
desconsiderada o descuidada. O puede que hayamos cometido una falta y nos remuerda la conciencia. Si tomamos en serio nuestro
servicio a Jehová, haremos todo lo posible por arreglar las cosas. Quizás tengamos que disculparnos sinceramente o, si se trata de
pecados graves, pedir la amorosa ayuda de los superintendentes cristianos (Mat. 5:23, 24; Sant. 5:14, 15). Como vemos, para corregir
las faltas cometidas contra el prójimo o contra Dios hay que hacer “sacrificios”. Pero al pagar este precio, restablecemos la buena
relación con Jehová y con el hermano, y aliviamos nuestra conciencia. A su vez, esto nos confirma que actuar como pide Jehová es
siempre lo mejor.
11
La Ley mosaica también estipulaba que los fieles hicieran sacrificios de comunión como muestra de que estaban en paz con Jehová.
Tanto ellos como sus familias comían la carne de los animales, a menudo en los comedores del templo. También recibían porciones el
sacerdote que oficiaba y los demás que se hallaban de servicio (Lev. 3:1, nota; 7:31-33). Lo único que se pretendía con estos sacrificios
era gozar de una buena relación con Dios. Era como si el adorador, su familia, los sacerdotes y Jehová celebraran un banquete juntos y
en paz.
12
¿Podía haber un mayor privilegio que, por decirlo así, invitar a Jehová a una comida y que él aceptara? Como es lógico, quienes
fueran los anfitriones querrían ofrecerle lo mejor a tan ilustre huésped. Los sacrificios de comunión, como parte de la armazón de la
verdad que hallamos en la Ley, apuntaban a una realidad mayor: gracias al sacrificio de Jesús, todos los seres humanos tienen la
oportunidad de entrar en una relación pacífica con su Creador. En la actualidad, quienes le sacrifican a Dios de buena gana sus
energías y recursos disfrutan de una estrecha amistad con él.
ADVERTENCIAS SOBRE LOS SACRIFICIOS
13
Como hemos visto, la Biblia indica que Jehová aprobaba las ofrendas prescritas por la Ley únicamente si se hacían con el espíritu y la
actitud que él pedía. De hecho, contiene ejemplos de sacrificios que Dios rechazó. Repasemos dos de ellos y notemos por qué
no fueron aceptados.
14
El profeta Samuel le señaló al rey Saúl que había llegado el momento de ejecutar la sentencia divina contra los amalequitas: tenía
que exterminarlos tanto a ellos como a sus rebaños. Sin embargo, una vez que los derrotó, permitió que sus soldados conservaran con
vida a Agag, el rey de Amaleq. Y lo mismo hizo con los mejores animales del rebaño, argumentando que podía sacrificárselos a Jehová
(1 Sam. 15:2, 3, 21). Pero ¿cómo se sintió Dios? Le indignó tanto la desobediencia de Saúl que lo destituyó de su cargo (léase
1 Samuel 15:22, 23). De este pasaje extraemos la siguiente lección: si no obedecemos a Jehová, él no aceptará nuestros sacrificios.
15
Encontramos un ejemplo parecido en el libro de Isaías. En tiempos del profeta, muchos israelitas cumplían con sus sacrificios pero
vivían entregados al pecado. Su mala conducta demostraba que sus sacrificios eran puramente mecánicos; así que carecían de valor.
Por eso, Jehová les dijo: “¿De qué provecho me es la multitud de sus sacrificios? [...] Suficiente he tenido ya de holocaustos de carneros
y de la grasa de animales bien alimentados; y en la sangre de toros jóvenes y corderos y machos cabríos no me he deleitado. [...]
Cesen de traer más ofrendas de grano que nada valen. El incienso... me es algo detestable”. Además, Dios les dejó muy claro cuál era
el problema al señalarles: “Aunque hagan muchas oraciones, no escucho; sus mismas manos se han llenado de derramamiento de
sangre. Lávense; límpiense; quiten la maldad de sus tratos de enfrente de mis ojos; cesen de hacer lo malo” (Isa. 1:11-16).
16
Jehová detestaba los sacrificios de quienes violaban sus normas sin mostrar ningún arrepentimiento. Pero aceptaba con gusto las
oraciones y ofrendas de quienes se esforzaban de corazón por cumplir sus mandatos. Gracias a la armazón de la Ley, aquellos fieles
comprendían que eran pecadores y necesitaban conseguir el perdón de Dios (Gál. 3:19). Les dolía haberlo ofendido con su conducta.
Nosotros también debemos reconocer hoy que necesitamos el sacrificio de Cristo, el cual puede expiar por completo nuestros pecados.
Si apreciamos este hecho, Jehová aceptará con deleite todo lo que le ofrezcamos en su servicio (léase Salmo 51:17, 19).
DEMOSTREMOS FE EN EL SACRIFICIO DE JESÚS
17
A diferencia de los cristianos, los israelitas tenían que contentarse con ver una simple “sombra” de los propósitos divinos (Heb. 10:1).
Aun así, las leyes sobre sacrificios los animaron a cultivar las actitudes necesarias para ser amigos de Dios. Los ayudaron a
manifestarle agradecimiento sincero, sentir el deseo de darle lo mejor y tener claro que necesitaban ser redimidos. Nosotros contamos
con mucho más: las explicaciones de las Escrituras Griegas. Gracias a ellas conocemos los beneficios del rescate. En el futuro, el
sacrificio de Jesús hará posible que Jehová elimine para siempre los efectos del pecado, pero ya en la actualidad nos permite disfrutar
de una conciencia limpia a sus ojos. ¡Qué regalo tan maravilloso es el rescate! (Gál. 3:13; Heb. 9:9, 14.)
18
Ahora bien, no basta con entender el rescate para beneficiarse de él. Recordemos las palabras de Pablo: “La Ley ha llegado a ser
nuestro tutor que nos conduce a Cristo, para que se nos declarara justos debido a fe” (Gál. 3:24). Así es, debemos demostrar fe, pero
una fe que se traduzca en obras (Sant. 2:26). En el siglo primero había muchos cristianos que conocían los principios básicos de la Ley
—la armazón del conocimiento—, y el apóstol los exhortó a ponerlos en práctica en su vida. Al hacerlo, su conducta estaría en armonía
con los principios que enseñaban (léase Romanos 2:21-23).
19
Aunque los cristianos ya no tenemos que guardar la Ley mosaica, aún tenemos que ofrecerle a Jehová sacrificios gratos a sus ojos.
En el próximo artículo veremos cómo podemos hacerlo.

* W97 15/10 pags 28-30


Percibir los principios refleja madurez
LAS malas compañías echan a perder los hábitos útiles. Se siega lo que se siembra. (1 Corintios 15:33; Gálatas 6:7.) Cada una de
estas declaraciones, en sentido físico o espiritual, es un ejemplo de una verdad fundamental —un principio—, y de cada una de ellas
pueden derivarse leyes. El carácter de las leyes suele ser temporal y específico. Los principios, por el contrario, son amplios y pueden
durar para siempre. Así, la Palabra de Dios nos anima a pensar, de ser posible, en función de principios.
El Diccionario de uso del español define “principio” como “verdad o idea que sirve de fundamento a otras o a un razonamiento”. Y el
Diccionario Esencial Santillana de la lengua española incluye la siguiente acepción: “Causa primitiva o primera de una cosa o aquello de
lo que procede algo”. Por ejemplo, a un niño se le puede dar la ley “no toques la cocina”. Pero para un adulto la advertencia “la cocina
está caliente” sería suficiente. Observe que la última es una declaración más amplia. Puesto que va a influir en la actuación —como
cocinar, hornear o apagar el fuego— en cierto sentido se convierte en un principio.
Los principios más importantes de la vida son, por supuesto, de naturaleza espiritual; rigen la adoración que damos a Dios y nuestra
felicidad. Algunas personas, sin embargo, prefieren evitar el esfuerzo que requiere razonar basándose en principios. Prefieren la
comodidad de una regla cuando tienen que tomar una decisión. Este no es el proceder de la sabiduría, y contrasta con el ejemplo que
dieron los hombres fieles de tiempos bíblicos. (Romanos 15:4.)
Hombres de principios piadosos
Entre los hombres imperfectos, podría llamarse a Abel el primer hombre de principios piadosos. Posiblemente pensó mucho en la
promesa sobre la “descendencia” y se dio cuenta de que la redención del pecado implicaría un sacrificio cruento. (Génesis 3:15.) Por
ello ofreció a Dios “algunos primogénitos de su rebaño”. La frase “aun sus trozos grasos” muestra que Abel dio a Jehová lo mejor que
tenía. Sin embargo, no fue hasta más de dos mil años después de la muerte de Abel que Dios explicó con detalle sus requisitos sobre
los sacrificios. A diferencia de Abel, hombre de principios y temeroso de Dios, su hermano Caín presentó una ofrenda de sacrificio por
pura formalidad. Pero su actitud dejaba mucho que desear; algo en su ofrenda indicaba que tenía un corazón falto de principios.
(Génesis 4:3-5.)
Noé también fue un hombre de principios piadosos. Aunque el relato bíblico dice que Dios le mandó específicamente construir un arca,
no leemos que le mandara predicar a sus coetáneos. De todos modos, a Noé se le llama “predicador de justicia”. (2 Pedro 2:5.) Aunque
es probable que Dios le indicara a Noé que debía predicar, sin duda su sentido de los principios y su amor al prójimo lo indujeron a
hacerlo. Puesto que vivimos en tiempos parecidos a los de Noé, imitemos su excelente actitud y ejemplo.
A diferencia de los líderes religiosos de su día, Jesús enseñó a la gente a pensar en función de principios. Su Sermón del Monte es un
ejemplo de ello. Todo él apela a los principios. (Mateo, capítulos 5-7.) Jesús enseñó de este modo porque conocía bien a Dios, como
también lo conocieron Abel y Noé antes que él. Aun de muchacho, respetó la verdad fundamental: “No solo de pan [...], sino que de toda
expresión de la boca de Jehová vive el hombre”. (Deuteronomio 8:3; Lucas 2:41-47.) Sí, la clave para ser una persona de principios
piadosos es conocer verdaderamente a Jehová: sus gustos, sus aversiones y sus propósitos. Cuando estas ideas fundamentales en
cuanto a Dios dirigen nuestra vida, se convierten, de hecho, en principios vivos. (Jeremías 22:16; Hebreos 4:12.)
Los principios y el corazón
Es posible obedecer una ley a regañadientes, quizá debido al miedo del castigo que conlleva desobedecerla. Sin embargo, actuar en
consecuencia con un principio excluye tal actitud, pues, por la misma naturaleza de este, el corazón de la persona es lo que la motiva a
observarlo. Piense en el caso de José, quien, como Abel y Noé, vivió antes del establecimiento del pacto de la Ley mosaica. Cuando la
esposa de Potifar intentó seducirlo, este respondió: “¿Cómo podría yo cometer esta gran maldad y realmente pecar contra Dios?”. En
efecto, José conocía el principio de que el esposo y la esposa son “una sola carne”. (Génesis 2:24; 39:9.)
Hoy el mundo está falto de principios justos. Se alimenta con glotonería de violencia e inmoralidad. El cristiano corre el peligro de querer
mordisquear, quizá en secreto, el mismo alimento basura: películas, vídeos o libros. Qué loable es, pues, que, como José, rechacemos
el mal por principio, recordando que Dios conservará con vida a través de la venidera “gran tribulación” solo a aquellos que son leales.
(Mateo 24:21.) Sí, es fundamentalmente lo que hacemos en privado, no en público, lo que revela lo que en verdad somos en nuestro
interior. (Salmo 11:4; Proverbios 15:3.)
En consecuencia, si nos guiamos por los principios bíblicos, no buscaremos supuestas lagunas en las leyes de Dios ni intentaremos ver
cuánto podemos apartarnos de ellas sin violarlas. Este modo de pensar es contraproducente; a la larga nos perjudica.
Mire más allá de la ley
Por supuesto, las leyes desempeñan un papel esencial en la vida cristiana. Son como centinelas que nos ayudan a protegernos, y
encierran muchos principios importantes. Si no percibimos estos principios, el amor que le tenemos a una determinada ley puede
enfriarse. La antigua nación de Israel demostró este hecho.
Dios dio a Israel los Diez Mandamientos, el primero de los cuales prohibía la adoración a cualquier otro dios que no fuera Jehová. Una
verdad fundamental tras esta ley es que Jehová creó todas las cosas. (Éxodo 20:3-5.) Pero ¿vivió la nación en armonía con este
principio? Jehová mismo contesta: “‘Tú eres mi padre [decían los israelitas]’, y a una piedra [clamaban]: ‘Tú me has dado la vida’. Ellos
me dan la espalda, no la cara”. (Jeremías 2:27, Biblia de América.) ¡Qué estupidez más insensible y falta de principios! ¡Y cómo hirió el
corazón de Jehová! (Salmo 78:40, 41; Isaías 63:9, 10.)
Dios también ha dado leyes a los cristianos. Por ejemplo, deben evitar la idolatría, la inmoralidad sexual y el uso indebido de la sangre.
(Hechos 15:28, 29.) Pensando en ello, podemos ver principios subyacentes, como: Dios merece nuestra devoción exclusiva; debemos
ser fieles a nuestro cónyuge; y Jehová es quien nos ha dado la vida. (Génesis 2:24; Éxodo 20:5; Salmo 36:9.) Al percibir y apreciar
profundamente los principios tras estas directrices, nos damos cuenta de que son para nuestro propio bien. (Isaías 48:17.) Para
nosotros, los “mandamientos [de Dios] no son gravosos”. (1 Juan 5:3.)
Aunque los israelitas habían pasado por alto los mandamientos de Dios, para el tiempo de Jesús los “escribas, o doctores de la ley”, se
habían ido al otro extremo. Habían formulado una gran cantidad de reglas y tradiciones que obstaculizaban la adoración verdadera y
ocultaban los principios piadosos. (Mateo 23:2, Torres Amat.) La gente se había resignado al fracaso, a la desesperanza o a la
hipocresía. (Mateo 15:3-9.) Y muchas de estas reglas de los hombres eran inhumanas. Cuando iba a curar a un hombre que tenía la
mano seca, Jesús preguntó a los fariseos que había presentes: “¿Es lícito en sábado hacer un hecho bueno?”. Su silencio equivalía a
un sonoro no, lo cual dejó a Jesús “cabalmente contristado por la insensibilidad de sus corazones”. (Marcos 3:1-6.) Los fariseos podían
ayudar en sábado a un animal doméstico que se había caído o estaba herido (pues era una inversión económica), pero nunca a un
hombre o una mujer, a menos que fuera cuestión de vida o muerte. De hecho, estaban tan obsesionados con las reglas y los
tecnicismos humanos que, como hormigas que corretean sobre una pintura, no eran capaces de ver todo el cuadro, es decir, los
principios divinos. (Mateo 23:23, 24.)
Hasta los jóvenes, cuando tienen un corazón sincero, pueden honrar a Jehová por su aprecio a los principios bíblicos. El profesor de
Rebecca, una joven de 13 años de edad, preguntó a la clase quiénes estarían dispuestos a jugar por dinero. La mayoría dijo que no.
Pero cuando se mencionaron varias situaciones, todos, excepto Rebecca, admitieron que jugarían de una manera u otra. El profesor le
preguntó a Rebecca si compraría un boleto de 20 centavos para una rifa en favor de una causa noble. Rebecca dijo que no, y presentó
las razones bíblicas de por qué eso sería una forma de juego. El profesor dijo entonces a toda la clase: “En mi opinión, Rebecca es la
única aquí que tiene lo que yo llamo ‘principios’ en el verdadero sentido de la palabra”. Sí, Rebecca podría haber contestado
sencillamente: “Mi religión me lo prohíbe”, pero su razonamiento fue más profundo; pudo explicar por qué el juego es impropio y por qué
no quería participar en él.
Ejemplos como el de Abel, Noé, José y Jesús nos muestran cómo podemos beneficiarnos de nuestra “capacidad de pensar” y “facultad
de raciocinio” al adorar a Dios. (Proverbios 2:11; Romanos 12:1.) Los ancianos cristianos hacen bien en imitar a Jesús al pastorear “el
rebaño de Dios bajo su custodia”. (1 Pedro 5:2.) Como bien ejemplarizó Jesús, los que aman los principios piadosos son los que
prosperan bajo la soberanía de Jehová. (Isaías 65:14.)

* W02 15/2 pag 5


Los principios divinos nos benefician
TODOS sabemos que los animales siguen su instinto, y que hay máquinas programadas para ejecutar determinadas funciones. Pero el
ser humano fue creado para que se guiara por principios. ¿Cómo podemos estar seguros de ello? Pues bien, Jehová, quien ha dado
origen a todo principio correcto, dijo lo siguiente cuando hizo a los primeros seres humanos: “Hagamos al hombre a nuestra imagen,
según nuestra semejanza”. El Creador es un espíritu; no posee un cuerpo físico como nosotros. Por tanto, estamos hechos a su
“imagen” en el sentido de que podemos reflejar su personalidad, manifestando a cierto grado sus buenas cualidades. Tenemos la
facultad de regirnos por principios, es decir, obrar conforme a lo que creemos que es un código de buena conducta. Jehová se encargó
de que se pusieran por escrito muchos de ellos en su Palabra (Génesis 1:26; Juan 4:24; 17:17).
“Pero la Biblia contiene cientos de principios —tal vez diga alguien—. Me es imposible aprenderlos todos.” Y es verdad. Sin embargo,
pensemos en esto: aunque todos los principios divinos son buenos, algunos tienen mayor importancia. Sirva de botón de muestra Mateo
22:37-39, donde Jesús indicó que entre los mandamientos y principios correspondientes de la Ley de Moisés, unos eran de más peso
que otros.
¿Cuáles son estos? Los principios bíblicos clave son los que ejercen una influencia directa en nuestra relación con Jehová. Si los
obedecemos, el Creador resulta ser la fuerza dominante de nuestra brújula moral. Además, existen principios que influyen en las
relaciones con los demás. Si los ponemos en práctica, nos ayudarán a resistir el yoísmo, o como sea que lo llamemos.
Analicemos una de las verdades bíblicas esenciales. ¿Cuál es y cómo nos concierne?
“El Altísimo sobre toda la tierra”
Las Santas Escrituras dejan claro que Jehová es nuestro Magnífico Creador, el Dios todopoderoso. Nadie puede igualarlo o suplantarlo.
Esta verdad bíblica es clave (Génesis 17:1; Eclesiastés 12:1).
Uno de los escritores del libro de Salmos dijo de Jehová: “Tú solo eres el Altísimo sobre toda la tierra”. El rey David de la antigüedad
afirmó: “Tuyo es el reino, oh Jehová, Aquel que también te alzas como cabeza sobre todo”. Y el renombrado profeta Jeremías se sintió
impelido a consignar: “De ninguna manera hay alguien semejante a ti, oh Jehová. Tú eres grande, y tu nombre es grande en poderío”
(Salmo 83:18; 1 Crónicas 29:11; Jeremías 10:6).
¿Cómo debemos aplicar tales verdades acerca de Dios en nuestra vida cotidiana?
Es obvio que el Creador y Dador de vida debe ocupar un lugar preeminente en nuestra existencia. ¿No sería apropiado, pues, resistir
toda tendencia a llamar la atención a nosotros mismos, tendencia que puede ser mayor en unos que en otros? Un sabio principio rector
es “ha[cer] todas las cosas para la gloria de Dios” (1 Corintios 10:31). El profeta Daniel fue un buen ejemplo de ello.
La Biblia nos cuenta que un sueño perturbó al rey Nabucodonosor de Babilonia, y que él pidió que se le explicara su significado .
A pesar del desconcierto general, Daniel informó con exactitud al rey lo que deseaba saber. ¿Se atribuyó por ello el mérito? No, sino
que glorificó al “Dios en los cielos que es un Revelador de secretos”. Y añadió: “No por ninguna sabiduría que exista en mí más que en
cualesquiera otros que estén vivos me es revelado este secreto”. Daniel era un hombre de principios. No sorprende que en el libro que
lleva su nombre, se le califique de “muy deseable” a la vista de Dios (Daniel 2:28, 30; 9:23; 10:11, 19).
Imitar a Daniel nos beneficiará. Para seguir su modelo, el factor clave es la motivación. ¿Quién debe recibir la honra por lo que
hacemos? Sin importar nuestra situación, tenemos la capacidad para actuar en armonía con este principio bíblico de vital importancia:
Jehová es el Señor Soberano. Si así lo hacemos, seremos “muy deseable[s]” a sus ojos.
Analicemos ahora dos principios básicos que nos sirven de guía en el campo de las relaciones humanas, ámbito de la vida
especialmente difícil ante el énfasis generalizado en el yo.
“Con humildad mental”
Los egoístas rara vez se sienten satisfechos. La mayoría anhela una vida cada vez mejor y la quiere en el acto. La modestia, para ellos,
es señal de debilidad. Creen que solo los demás deben tener paciencia y que, con tal de triunfar, todo vale. ¿Hemos de comportarnos
como ellos, o contamos con alguna otra opción?
Los siervos de Dios se enfrentan a esa actitud a diario, pero no debería influir en ellos. Los cristianos maduros aceptan el principio de
que “no el que a sí mismo se recomienda es aprobado, sino el hombre a quien Jehová recomienda” (2 Corintios 10:18).
Aplicar la norma de Filipenses 2:3, 4 nos ayudará, pues ese texto nos anima a no hacer “nada movidos por espíritu de contradicción
ni por egotismo, sino [a considerar] con humildad mental que los demás son superiores a [nosotros]”. Así no estaremos “vigilando con
interés personal solo [nuestros] propios asuntos, sino también con interés personal los de los demás”.
Un hombre que mantuvo una actitud equilibrada de sí mismo y de su valía fue Gedeón, juez de los antiguos hebreos. Él no trató de ser
caudillo de Israel, y aun cuando se le designó para el cargo, dijo que no se lo merecía. “El millar mío es el más pequeño de Manasés, y
yo soy el más chico de la casa de mi padre”, argumentó (Jueces 6:12-16).
Por otra parte, tras la victoria que Jehová le dio, los hombres de Efraín trataron de pelear con él. ¿Cómo reaccionó Gedeón? ¿Se había
engreído por el triunfo? No. Evitó un desastre con una respuesta suave, a saber: “¿Pues qué he hecho yo en comparación con
ustedes?”. Gedeón tenía humildad mental (Jueces 8:1-3).
Claro está, aquellos incidentes ocurrieron mucho tiempo atrás, pero, aun así, es útil analizar el relato. Se observa que la actitud de
Gedeón era muy diferente de la que predomina hoy en día, y que le reportó beneficios regirse por ella.
La actitud actual, centrada en el yo, puede distorsionar el concepto que tenemos de nosotros mismos. Los principios bíblicos corrigen tal
distorsión y nos enseñan cuál es nuestra auténtica valía con respecto al Creador y al prójimo.
Cuando nos regimos por ellos, vencemos el yoísmo. Ya no nos dominan los sentimientos o nuestras inclinaciones personales. Cuanto
más aprendemos de los principios justos, mejor conocemos a Aquel que les dio origen. En efecto, vale la pena prestar especial atención
a los principios divinos siempre que leamos la Biblia (véase el recuadro).
Jehová hizo al hombre superior a los animales, los cuales siguen principalmente su instinto. Hacer la voluntad de Dios supone vivir
según sus principios. Así, mantendremos en óptimas condiciones nuestra brújula moral para que nos guíe hasta el nuevo mundo de
Dios. La Biblia nos da razón para esperar el cercano establecimiento de un nuevo sistema de cosas en el que “la justicia
habrá de morar” por toda la Tierra (2 Pedro 3:13).
Principios bíblicos útiles
En el círculo familiar.
“Que cada uno siga buscando, no su propia ventaja, sino la de la otra persona.” (1 Corintios 10:24.)
“El amor [...] no busca sus propios intereses.” (1 Corintios 13:4, 5.)
“Que cada uno de ustedes individualmente ame a su esposa tal como se ama a sí mismo.” (Efesios 5:33.)
“Esposas, estén en sujeción a sus esposos.” (Colosenses 3:18.)
“Escucha a tu padre, que causó tu nacimiento, y no desprecies a tu madre simplemente porque ha envejecido.” (Proverbios 23:22.)
En la escuela, el empleo o los negocios.
“Una balanza defraudadora es cosa detestable [...]. El inicuo obtiene salario falso.” (Proverbios 11:1, 18.)
“El que hurta, ya no hurte más, sino, más bien, que haga trabajo duro.” (Efesios 4:28.)
“Si alguien no quiere trabajar, que tampoco coma.” (2 Tesalonicenses 3:10.)
“Cualquier cosa que estén haciendo, trabajen en ello de toda alma como para Jehová.” (Colosenses 3:23.)
“Deseamos comportarnos honradamente en todas las cosas.” (Hebreos 13:18.)
En la actitud hacia el dinero.
“El que se apresura a ganar riquezas no permanecerá inocente.” (Proverbios 28:20.)
“Un simple amador de la plata no estará satisfecho con plata.” (Eclesiastés 5:10.)
Al determinar nuestra valía personal.
“El que la gente ande buscando su propia gloria, ¿es eso gloria?” (Proverbios 25:27.)
“Alábete un extraño, y no tu propia boca.” (Proverbios 27:2.)
“Digo a cada uno que está allí entre ustedes que no piense más de sí mismo de lo que sea necesario pensar.” (Romanos 12:3.)
“Si alguien piensa que es algo, no siendo nada, está engañando su propia mente.” (Gálatas 6:3.)

 LECCION 11 (a)

* W07 1/8 pags 4,5


La verdadera espiritualidad: ¿cómo cultivarla?
EL APÓSTOL Pablo escribió: “La mente carnal es muerte, mas la espiritual, vida y paz” (Romanos 8:6, Versión Hispano-Americana).
Con estas palabras, el apóstol dio a entender que ser una persona de inclinación espiritual no es simplemente una cuestión de
sentimiento o elección propia. En realidad, es un asunto de vida o muerte. ¿Por qué puede decirse que la persona espiritual recibe “vida
y paz”? Porque, según la Biblia, en el presente disfruta de paz consigo misma y con Dios, y en el futuro será bendecida con vida eterna
(Romanos 6:23; Filipenses 4:7). Con razón Jesús afirmó: “Felices son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual” (Mateo 5:3).
El hecho de que usted se encuentre leyendo esta revista demuestra que se interesa por la espiritualidad, y eso es digno de elogio. Sin
embargo, las opiniones sobre este asunto son tan diversas que tal vez se pregunte: “¿Qué es la espiritualidad realmente, y cómo se
cultiva?”.
“La mente de Cristo”
Además de señalar la importancia y los beneficios de tener inclinaciones espirituales, el apóstol Pablo habló extensamente sobre lo que
es la verdadera espiritualidad. Él explicó a los cristianos de la antigua ciudad de Corinto la diferencia entre el hombre físico —que se
deja llevar por los impulsos carnales— y el hombre espiritual —que valora las cosas espirituales—. Pablo afirmó: “El hombre físico
no recibe las cosas del espíritu de Dios, porque para él son necedad”. Por otra parte, aclaró que las personas de inclinación espiritual se
caracterizan por tener “la mente de Cristo” (1 Corintios 2:14-16).
Básicamente, tener “la mente de Cristo” significa manifestar “la misma actitud mental que tuvo Cristo Jesús” (Romanos 15:5; Filipenses
2:5). En otras palabras, un hombre espiritual es aquel que piensa como Jesús y sigue sus pasos (1 Pedro 2:21; 4:1). Cuanto más se
parece la mente de alguien a la de Cristo, más profunda es su espiritualidad y más cerca está de obtener “vida y paz” (Romanos 13:14).
Cómo conocer “la mente de Cristo”
Sin embargo, para tener la mente de Cristo, primero hay que conocerla. De modo que el primer paso para cultivar espiritualidad es
familiarizarse con la forma de pensar de Jesucristo. Pero ¿cómo es posible conocer la mente de alguien que vivió en la Tierra hace dos
mil años? Pongamos un ejemplo: ¿cómo aprendió usted las hazañas de los personajes históricos de su país? Probablemente, leyendo
sobre ellos. De igual modo, una de las claves para conocer la mente de Cristo es leer la historia de su vida (Juan 17:3).
Existen cuatro relatos históricos muy gráficos sobre la vida de Jesús: los Evangelios, que fueron escritos por Mateo, Marcos, Lucas y
Juan. Si los lee con atención, percibirá la manera de pensar de Jesús, la profundidad de sus sentimientos y los motivos que impulsaron
sus actos. Al reflexionar en lo que lea sobre él, se hará una clara imagen mental de la clase de persona que era. Incluso si considera
que ya está siguiendo a Cristo, leer estos relatos y meditar en ellos le ayudará a ‘seguir creciendo en la bondad inmerecida y en el
conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo’ (2 Pedro 3:18).
Con esto presente, analicemos algunos pasajes de los Evangelios para ver por qué era Jesús una persona tan espiritual. Luego veamos
cómo podemos imitar su ejemplo (Juan 13:15).

* it-1 pag 1164


El hombre espiritual. El apóstol contrasta al hombre espiritual con el hombre físico: “Pero el hombre físico [literalmente, “animal (de
índole de alma)”] no recibe las cosas del espíritu de Dios, porque para él son necedad”. (1Co 2:14.) Este “hombre físico” no alude
meramente a alguien que vive en la Tierra, alguien con un cuerpo carnal, puesto que, obviamente, los cristianos en la Tierra tienen
cuerpos carnales. El hombre físico del que se habla aquí se refiere a alguien que carece de inclinación espiritual en su vida. Es “animal
(de índole de alma)” porque sigue los deseos del alma humana y excluye las cosas espirituales.
Pablo continúa diciendo que el “hombre físico” no puede llegar a conocer las cosas del espíritu de Dios “porque se examinan
espiritualmente”. Luego agrega: “Sin embargo, el hombre espiritual examina de hecho todas las cosas, pero él mismo no es examinado
por ningún hombre”. El hombre espiritual tiene entendimiento de lo que Dios revela; también ve la posición y el derrotero incorrectos del
hombre físico. No obstante, el hombre físico no es capaz de entender la posición, las acciones y el derrotero de vida del hombre
espiritual; tampoco puede ningún hombre juzgar al hombre espiritual, puesto que solo Dios es su Juez. (Ro 14:4, 10, 11; 1Co 4:3-5.)
Como ilustración y argumento, el apóstol añade: “Porque ‘¿quién ha llegado a conocer la mente de Jehová, para que le instruya?’”.
Nadie, por supuesto. “Pero —dice Pablo de los cristianos— nosotros sí tenemos la mente de Cristo.” Los cristianos llegan a ser hombres
espirituales al conseguir la mente de Cristo, que les permite conocer a Jehová y sus propósitos. (1Co 2:14-16.)

* W12 15/11 pags 10-14


Jesús, nuestro modelo de humildad
“Yo les he puesto el modelo, que, así como yo hice con ustedes, ustedes también deben hacerlo.” (JUAN 13:15)
JESÚS está pasando la última noche de su vida en la Tierra con sus apóstoles en el piso superior de una casa en Jerusalén. Durante la
cena, Jesús se levanta, pone a un lado sus prendas de vestir exteriores y se ata una toalla a la cintura. Entonces vierte agua en un
recipiente y empieza a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla. Finalmente, se pone sus prendas exteriores. ¿Por
qué realizó esta acción tan humilde? (Juan 13:3-5.)
2
Él mismo explicó: “¿Saben lo que les he hecho? [...] Por eso, si yo, aunque soy Señor y Maestro, les he lavado los pies a ustedes,
ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Porque yo les he puesto el modelo, que, así como yo hice con ustedes, ustedes
también deben hacerlo” (Juan 13:12-15). Al estar dispuesto a llevar a cabo un trabajo tan servil, les dio a sus apóstoles una lección
magistral que nunca olvidarían y que los impulsaría a ser humildes por el resto de sus vidas.
3
Aquella no fue la primera vez que Jesús les enseñó a sus apóstoles la importancia de ser humildes. Anteriormente, cuando vio que
algunos de ellos manifestaban un espíritu competitivo, puso a un niño a su lado y les dijo: “Cualquiera que reciba a este niñito sobre la
base de mi nombre, a mí me recibe también, y cualquiera que me recibe a mí, recibe también al que me envió. Porque el que se porta
como uno de los menores entre todos ustedes es el que es grande” (Luc. 9:46-48). Consciente de las ansias de grandeza de los
fariseos, dijo tiempo después: “Todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado” (Luc. 14:11). Sin duda, Jesús
desea que todos sus seguidores cultivemos humildad, es decir, una actitud opuesta al orgullo, la vanidad y la arrogancia. A fin de
imitarle, examinemos su ejemplo de humildad y veamos cómo beneficia esta cualidad tanto a quien la muestra como a otras personas.
“NO ME VOLVÍ EN LA DIRECCIÓN OPUESTA”
4
El Hijo unigénito de Dios ya demostró que era humilde durante los millones de años que pasó en el cielo con su Padre antes de venir a
la Tierra. Hablando sobre la estrecha relación que tenía con él, el libro bíblico de Isaías explica: “El Señor Soberano Jehová mismo me
ha dado la lengua de los enseñados, para que sepa responder al cansado con una palabra. Él despierta mañana a mañana; me
despierta el oído para que oiga como los enseñados. El Señor Soberano Jehová mismo me ha abierto el oído, y yo, por mi parte, no fui
rebelde. No me volví en la dirección opuesta” (Is. 50:4, 5). Ansioso de aprender, Jesús escuchó con humildad lo que el Dios verdadero
le enseñaba. Y, sin duda, prestó mucha atención al ejemplo de humildad que Jehová dio al mostrarle misericordia a la humanidad
pecadora.
5
Pero no todos los seres celestiales tuvieron esa misma humildad. Hubo un ángel que, en lugar de dejarse enseñar, permitió que lo
dominaran el orgullo y la vanidad. Tanto es así que se rebeló contra Jehová y se convirtió en Satanás, el Diablo. Jesús, en cambio,
nunca se sintió insatisfecho con su posición en los cielos ni tentado a abusar de su poder. “Cuando Miguel el arcángel [es decir, Jesús]
tuvo una diferencia con el Diablo y disputaba acerca del cuerpo de Moisés”, no se excedió en su autoridad, sino que fue humilde y
modesto. Con gusto esperó a que Jehová, el Juez Supremo del universo, se encargara del asunto a su debido tiempo y manera (léase
Judas 9).
6
Sin duda, entre las cosas que Jesús aprendió en el cielo estuvieron las profecías sobre su vida humana. Por lo tanto, es muy probable
que antes de venir a la Tierra a vivir y morir como el Mesías prometido ya supiera las desagradables experiencias que le aguardaban.
Aun así, el Hijo unigénito de Dios aceptó la misión. ¿Por qué? Porque era humilde. El apóstol Pablo destacó este hecho cuando
escribió: “Aunque existía en la forma de Dios, no dio consideración a una usurpación, a saber, que debiera ser igual a Dios. No; antes
bien, se despojó a sí mismo y tomó la forma de un esclavo y llegó a estar en la semejanza de los hombres” (Filip. 2:6, 7).
“SE HUMILLÓ” DURANTE SU VIDA HUMANA
7
Pablo señaló que, durante su vida humana, Jesús “se humilló y se hizo obediente hasta la muerte, sí, muerte en un madero de
tormento” (Filip. 2:8). Ya desde niño fue un modelo de humildad. Aunque lo criaron José y María, que eran imperfectos, “continuó sujeto
a ellos” (Luc. 2:51). Los jóvenes pueden aprender mucho de él. Si imitan su buen ejemplo y son obedientes a sus padres, tendrán la
bendición de Jehová.
8
De adulto, Jesús demostró su humildad anteponiendo la voluntad de Jehová a la suya (Juan 4:34). Durante su ministerio empleó el
nombre divino y ayudó a las personas de buen corazón a conocer con exactitud las cualidades de Jehová y su propósito para la
humanidad. Además, vivió de acuerdo con lo que enseñaba sobre Dios. Por ejemplo, comenzó la oración modelo diciendo: “Padre
nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” (Mat. 6:9). De ese modo subrayó que lo principal es la santificación del
nombre de Jehová. Y él mismo predicó con el ejemplo. Por eso, hacia el final de su ministerio pudo decirle a su Padre celestial: “Yo les
he dado a conocer tu nombre [a los apóstoles], y lo daré a conocer” (Juan 17:26). Además, siempre le dio a Jehová el mérito por todo lo
que logró en la Tierra (Juan 5:19).
9
Zacarías profetizó sobre el Mesías: “Ponte muy gozosa, oh hija de Sión. Grita en triunfo, oh hija de Jerusalén. ¡Mira! Tu rey mismo
viene a ti. Es justo, sí, salvado; humilde, y cabalga sobre un asno, aun sobre un animal plenamente desarrollado, hijo de un asna” (Zac.
9:9). Estas palabras se cumplieron en el año 33, cuando Jesús entró en Jerusalén antes de la fiesta de la Pascua. La muchedumbre lo
recibió tendiendo sobre el camino prendas de vestir exteriores y ramas de palmera, y la ciudad entera se alborotó por su llegada. Pero
Jesús no perdió la humildad ni siquiera cuando fue aclamado como Rey (Mat. 21:4-11).
10
Con su muerte en el madero, Jesús culminó su trayectoria de humildad y obediencia en la Tierra. Así demostró más allá de toda duda
que los seres humanos pueden ser leales a Jehová aunque sean probados hasta el límite. Además, desmintió la afirmación de Satanás
de que los seres humanos solo sirven a Dios por interés (Job 1:9-11; 2:4). Su perfecto historial de integridad sirvió para defender la
legitimidad y la justicia de la soberanía universal de Jehová, quien ciertamente se regocijó por la lealtad inquebrantable de su humilde
Hijo (léase Proverbios 27:11).
11
La muerte de Jesús también sirvió para pagar el rescate de la humanidad (Mat. 20:28). De este modo, Jehová puede perdonar a los
seres humanos pecadores sin pasar por alto las normas divinas de justicia y darles la oportunidad de vivir para siempre. Pablo escribió:
“Mediante un solo acto de justificación el resultado a toda clase de hombres es el declararlos justos para vida” (Rom. 5:18). El sacrificio
de Cristo les dio a los cristianos ungidos por espíritu la esperanza de ir al cielo y recibir la inmortalidad, y a las “otras ovejas”, la
esperanza de disfrutar de vida eterna en la Tierra (Juan 10:16; Rom. 8:16, 17).
“HUMILDE DE CORAZÓN”
12
Jesús invitó a “todos los que se afanan y están cargados” a acudir a él. “Tomen sobre sí mi yugo y aprendan de mí —dijo—, porque
soy de genio apacible y humilde de corazón, y hallarán refrigerio para sus almas.” (Mat. 11:28, 29.) Como era humilde y apacible, trató a
los seres humanos imperfectos con bondad e imparcialidad. No les pidió a sus discípulos más de lo que podían dar, sino que los elogió
y animó. No los hizo sentir inútiles ni indignos. Y, desde luego, no fue duro ni opresivo con ellos. Al contrario, les garantizó que si se
acercaban a él y seguían sus enseñanzas, se sentirían reconfortados, pues su yugo era suave y su carga, ligera. Las personas se
sentían cómodas a su lado sin importar su edad o sexo (Mat. 11:30).
13
Jesús se compadeció al ver la triste situación de la gente común de Israel y atendió con amor sus necesidades. Cerca de Jericó se
encontró con dos mendigos ciegos, uno de ellos llamado Bartimeo, quienes le pidieron ayuda con insistencia. Pero la multitud los
regañó y los mandó callar. Para Jesús habría sido muy fácil ignorar las súplicas de aquellos ciegos. Sin embargo, pidió que se los
trajeran y, llevado por la compasión, les devolvió la vista. Como vemos, Jesús imitó a su Padre, Jehová, siendo humilde y compasivo
con los más desfavorecidos (Mat. 20:29-34; Mar. 10:46-52).
“EL QUE SE HUMILLE SERÁ ENSALZADO”
14
La humildad que Jesucristo ha manifestado durante toda su vida es una fuente de gozo y de grandes beneficios. Jehová se regocijó al
ver a su amado Hijo someterse de buena gana a su voluntad. Los apóstoles y discípulos se sintieron revitalizados por la personalidad
llana y apacible de Jesús. Su ejemplo, sus enseñanzas y sus afectuosos elogios los impulsaron a progresar espiritualmente. La gente
común se beneficiaba de su humildad porque él les prestaba ayuda, les enseñaba y los animaba. Y todos los seres humanos
obedientes recibirán bendiciones eternas gracias a su sacrificio redentor.
15
¿Y Jesús? ¿Se benefició de su propia humildad? Desde luego que sí. Él les dijo a sus discípulos: “El que se humille será ensalzado”
(Mat. 23:12). Sus palabras se cumplieron en él mismo, pues Pablo señaló: “Dios lo ensalzó a un puesto superior y bondadosamente le
dio el nombre que está por encima de todo otro nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el
cielo y de los que están sobre la tierra y de los que están debajo del suelo, y reconozca abiertamente toda lengua que Jesucristo es
Señor para la gloria de Dios el Padre”. Debido a que fue fiel y humilde durante su vida humana, Jehová lo ensalzó —es decir, lo elevó a
un puesto superior— al concederle autoridad sobre todas sus criaturas celestiales y terrenales (Filip. 2:9-11).
JESÚS CABALGARÁ “EN LA CAUSA DE LA VERDAD Y LA HUMILDAD”
16
En el futuro, el Hijo de Dios seguirá siendo humilde. El salmista predijo cómo actuará Jesús contra sus enemigos desde su elevado
puesto en los cielos: “En tu esplendor sigue adelante al éxito; cabalga en la causa de la verdad y la humildad y la justicia” (Sal. 45:4).
En Armagedón, Jesucristo cabalgará en defensa de la verdad y de la justicia, pero también de la humildad. ¿Y qué sucederá al final del
Reinado de Mil Años cuando el Rey Mesiánico “haya reducido a nada todo gobierno y toda autoridad y poder”? Con su característica
humildad, le entregará “el reino a su Dios y Padre” (léase 1 Corintios 15:24-28).
17
¿Qué hay de nosotros? ¿Seguiremos el ejemplo de humildad de nuestro Modelo? ¿Cómo nos irá cuando el Rey Jesucristo venga a
ejecutar la sentencia divina en Armagedón? La causa por la que cabalga exige que solo se salven quienes sean justos y demuestren
humildad. Por lo tanto, esta cualidad es esencial para sobrevivir. Además, tal y como la humildad de Jesucristo le benefició a él y a otras
personas, la nuestra puede producir diversos beneficios.
18
¿Qué puede ayudarnos a imitar el modelo de humildad de Jesús? ¿Cómo podemos esforzarnos por ser humildes a pesar de los
obstáculos? Estas preguntas se responderán en el siguiente artículo.

* be pag 76
En vez de pensar en cuántos aspectos de la oratoria ha abarcado o qué tipo de intervenciones se le han asignado, reflexione en cómo
han mejorado sus sacrificios de alabanza a causa de la formación recibida. Puesto que la escuela nos capacita para que seamos más
eficaces en el ministerio, pregúntese: “¿Preparo lo que voy a decir en el servicio del campo? ¿He aprendido a mostrar interés en las
personas a las que predico? ¿Siento la base para visitas posteriores dejando pendiente una pregunta? ¿Procuro mejorar mi aptitud
docente de modo que llegue al corazón de quienes estudian la Biblia conmigo?”.
No evalúe sus logros tan solo por los privilegios de servicio que se le conceden. El progreso no depende del tipo de asignación que
recibe, sino de cómo la desempeña. Tras una intervención que le haya exigido enseñar, pregúntese: “¿Realmente he sido un buen
maestro? ¿He presentado la información de tal modo que influya de manera significativa en los oyentes?”.
La exhortación a utilizar sus dones implica que tome la iniciativa. ¿Invita a otros hermanos a trabajar con usted en el ministerio del
campo? ¿Piensa en la manera de ayudar a los nuevos, los jóvenes o los enfermos de la congregación? ¿Se ofrece para limpiar el Salón
del Reino o colaborar de diversas formas en las asambleas? ¿Podría ser precursor auxiliar periódicamente? ¿Le sería posible
emprender el precursorado regular o quizá servir en una congregación más necesitada de ayuda? Si es usted un hermano, ¿procura
reunir los requisitos bíblicos para ser siervo ministerial o anciano? Su disposición para ofrecerse y aceptar responsabilidades es otro
indicador de su progreso (Sal. 110:3).

* W11 15/12 pag 16


El espíritu santo produce buen fruto
16
La cuarta razón por la que necesitamos que nos guíe el espíritu de Dios es que produce en nosotros un excelente fruto (léase
Gálatas 5:22, 23). ¿Qué cristiano no desea crecer en el amor, el gozo y la apacibilidad? ¿A quién no le hace falta cultivar la gran
paciencia, la bondad y la benignidad? ¿Y quién no tiene que desarrollar la fe, la mansedumbre y el autodominio? La acción del espíritu
santo se traduce en una cosecha de excelentes cualidades que nos benefician tanto a nosotros como a nuestra familia y nuestros
hermanos en la fe. Pero el cultivo de este fruto es una labor que nunca cesa, pues siempre podemos y debemos producirlo en mayor
cantidad.
17
Conviene que nos preguntemos: “¿Muestran mis palabras y acciones que sigo la guía del espíritu santo y produzco su fruto?” (2 Cor.
13:5a; Gál. 5:25). Tal vez veamos que nos hace falta cultivar alguna de sus facetas. ¿Qué haremos en tal caso? Cooperar a mayor
grado con el espíritu santo para desarrollarlas. ¿Cómo? Estudiándolas en la Biblia y en nuestras publicaciones, analizando cómo
aplicarlas en nuestro diario vivir y esforzándonos por manifestarlas cada vez mejor. Al observar los resultados de la actuación del
espíritu santo en nuestro caso y en el de los demás hermanos, comprenderemos claramente por qué es tan necesaria su guía.

* W01 1/8 pags 15,16


Manifestemos “el fruto del espíritu”
12
Tan esencial como “alcanzar la unidad en la fe y en el conocimiento exacto” es manifestar el fruto del espíritu de Dios en todo aspecto
de la vida. ¿Por qué? Porque, como hemos visto, la madurez no es algo interno o escondido, sino que se caracteriza por cualidades
claramente perceptibles que benefician y fortalecen a otras personas. Huelga decir que procurar el progreso espiritual es más que
esforzarse por tener modales refinados. Al crecer en sentido espiritual y seguir la guía del espíritu de Dios, nuestras actitudes y acciones
experimentarán una extraordinaria transformación. “Sigan andando por espíritu y no llevarán a cabo ningún deseo carnal”, dijo el apóstol
Pablo (Gálatas 5:16).
13
El apóstol pasó a hacer una lista de “las obras de la carne”, que son numerosas y “manifiestas”. Las costumbres del mundo moldean
la vida de las personas antes de que lleguen a valorar los requisitos divinos, y es posible que en ella sean evidentes algunas de las
cosas que mencionó Pablo: “fornicación, inmundicia, conducta relajada, idolatría, práctica de espiritismo, enemistades, contiendas,
celos, arrebatos de cólera, altercaciones, divisiones, sectas, envidias, borracheras, diversiones estrepitosas, y cosas semejantes a
estas” (Gálatas 5:19-21). Ahora bien, quien progresa en sentido espiritual va dominando poco a poco estas indeseables “obras de la
carne” y dando cabida al “fruto del espíritu”. Este cambio visible es un claro indicio de que está adelantando hacia la madurez cristiana
(Gálatas 5:22).
14
Fijémonos en dos expresiones: “las obras de la carne” y “el fruto del espíritu”. Las “obras” son el producto de nuestras acciones.
En otras palabras: cada una de las obras de la carne que Pablo menciona es el resultado o bien de un esfuerzo consciente, o bien de la
influencia de la carne caída (Romanos 1:24, 28; 7:21-25). Por otro lado, la expresión “el fruto del espíritu” implica que estas cualidades
no son consecuencia de un intento por desarrollar el carácter o mejorar la personalidad, sino de la actuación del espíritu de Dios en la
gente. Tal como los árboles dan fruto cuando están bien atendidos, manifestaremos el fruto del espíritu cuando el espíritu santo fluya
libremente en nuestra vida (Salmo 1:1-3).
15
Analicemos también el hecho de que Pablo utilice la palabra “fruto” para englobar todas las cualidades deseables que menciona.
El espíritu no produce diversos frutos para que escojamos el que más nos guste. Todas las cualidades citadas —amor, gozo, paz, gran
paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad y autodominio— son igual de importantes, y juntas hacen posible la nueva personalidad
cristiana (Efesios 4:24; Colosenses 3:10). Por consiguiente, aunque tal vez nos demos cuenta de que algunas de las cualidades son
más evidentes en nuestra vida debido a nuestra personalidad e inclinaciones, es fundamental que demos atención a todas ellas. Así
reflejaremos más plenamente la personalidad cristiana en nuestra vida (1 Pedro 2:12, 21).
16
La lección valiosa que nos enseña este análisis de Pablo es que nuestro objetivo al tratar de lograr la madurez cristiana no es adquirir
grandes saberes ni cultivar una personalidad refinada, sino conseguir que el espíritu de Dios fluya con libertad en nuestra vida. En la
medida en que nuestros pensamientos y acciones respondan a la dirección del espíritu santo, seremos maduros en sentido espiritual.
¿Cómo logramos este objetivo? Tenemos que abrir la mente y el corazón a la influencia del espíritu de Dios, lo cual implica asistir
fielmente a las reuniones cristianas y participar en ellas. También deberíamos estudiar con asiduidad la Palabra de Dios y meditar sobre
ella, así como dejar que sus principios guíen nuestra relación con el semejante y las decisiones que tomamos. No hay duda de que en
tal caso se verá con claridad nuestro adelantamiento.
* be pags 131-133
Lección 15
Buena apariencia
¿Qué implica?
Vestir con pulcritud y modestia. Ir bien peinado. Adoptar una postura que refleje interés.
¿POR QUÉ ES IMPORTANTE?
Nuestro aspecto puede influir en la opinión que otras personas se formen de nuestras creencias cristianas y del modo de vida
que recomendamos.
SU APARIENCIA dice mucho de usted. Mientras que Jehová ve lo que hay en el corazón, los seres humanos normalmente basan sus
juicios en “lo que aparece a los ojos” (1 Sam. 16:7). Si su apariencia es pulcra, los demás quizá concluyan que es una persona con
amor propio y se muestren más dispuestos a escucharlo. La indumentaria apropiada también habla bien de la organización a la que
representa, y repercute de manera positiva en la opinión que tengan sus oyentes del Dios al que adora.
Pautas que seguir. Las Escrituras no dictan muchas normas en cuanto a la apariencia, pero contienen principios equilibrados que nos
ayudan a tomar buenas decisiones. Para ello, es fundamental que “[hagamos] todas las cosas para la gloria de Dios” (1 Cor. 10:31).
¿Qué principios son aplicables a este respecto?
En primer lugar, la Biblia nos anima a que tanto nuestro cuerpo como nuestra ropa estén limpios. En la Ley que Jehová dio al antiguo
Israel, se estipulaban ciertas pautas de higiene. Por ejemplo, los sacerdotes que estaban de servicio debían bañarse y lavar sus
prendas de vestir en determinadas ocasiones (Lev. 16:4, 24, 26, 28). Los cristianos no estamos bajo la Ley mosaica, pero los principios
que de ella se desprenden siguen vigentes (Juan 13:10; Rev. 19:8). De modo que debemos tener el cuerpo y la ropa limpios y evitar el
mal aliento, sobre todo cuando vamos a las reuniones o participamos en el ministerio del campo, a fin de que nuestra presencia
no resulte desagradable. Quienes pronuncian discursos o presentan demostraciones ante la congregación han de ser ejemplares en
este aspecto. Cuidar la apariencia es una muestra de respeto a Jehová y su organización.
En segundo lugar, la Biblia nos exhorta a cultivar la modestia y el buen juicio. El apóstol Pablo instó a las cristianas a adornarse “con
modestia y buen juicio, no con estilos de cabellos trenzados y oro o perlas o traje muy costoso, sino como es propio de mujeres que
profesan reverenciar a Dios” (1 Tim. 2:9, 10). Los hombres también deben reflejar modestia y buen juicio al vestirse y arreglarse.
La persona modesta no desea ofender innecesariamente a nadie ni llamar demasiado la atención. El buen juicio nos hace discretos y
sensatos. Si cultivamos estas cualidades y obedecemos las normas divinas, seremos equilibrados. Esto no significa que tengamos que
vestirnos de forma poco atractiva; más bien, subraya la necesidad de elegir nuestro atuendo con prudencia y evitar las modas
extravagantes (1 Juan 2:16). Debemos poner en práctica estos principios, sea que estemos en las reuniones, participando en el
ministerio del campo o realizando cualquier otra actividad. La modestia y el buen juicio son importantes incluso cuando llevamos ropa
informal. En la escuela y en el trabajo surgirán oportunidades de predicar; por tanto, aunque no vayamos vestidos como cuando
asistimos a las reuniones y asambleas, nuestra indumentaria debe ser modesta y estar limpia y cuidada.
Claro, ni todos vestimos igual ni se espera que lo hagamos, pues es natural que los gustos difieran. Sin embargo, siempre hemos de
obedecer las pautas bíblicas.
El apóstol Pedro indicó que aún más importante que el peinado o la ropa es “la persona secreta del corazón” (1 Ped. 3:3, 4). Cuando
nuestro corazón rebosa de amor, gozo, paz, bondad y una fe bien fundada, estas cualidades constituyen una vestimenta espiritual que
verdaderamente honra a Dios.
En tercer lugar, la Biblia nos insta a ir bien arreglados. En 1 Timoteo 2:9 se hace mención del “vestido bien arreglado”. Aunque el
apóstol Pablo se refería al atuendo femenino, este principio es aplicable al de los hombres, quienes también han de vestir con pulcritud.
Sin importar cuánto poseamos en sentido económico, podemos tener una buena apariencia.
Uno de los rasgos físicos que primero llaman la atención es el cabello, por lo que debe llevarse limpio y bien peinado. Tanto las
costumbres locales como los factores hereditarios guardan estrecha relación con nuestro estilo de peinado, aspectos que Pablo tuvo
presentes al dar el consejo recogido en 1 Corintios 11:14, 15. Sin embargo, un peinado que cause la impresión de que quien lo luce
intenta parecerse al sexo opuesto está en conflicto con los principios bíblicos (Deu. 22:5).
En el caso de los hombres, la buena apariencia incluye que vayan afeitados y con el bigote bien recortado, en las regiones donde
llevarlo esté bien visto.
En cuarto lugar, nuestra apariencia no ha de reflejar amor a este mundo y sus caminos. El apóstol Juan advirtió: “No estén amando ni al
mundo ni las cosas que están en el mundo” (1 Juan 2:15-17). El sistema actual se caracteriza por un sinnúmero de deseos
pecaminosos. Entre ellos Juan menciona el deseo de la carne y la exhibición ostentosa de las posesiones. Las Escrituras también
hacen referencia al espíritu de rebelión y de desobediencia a la autoridad (Pro. 17:11; Efe. 2:2). Dichos deseos y actitudes a menudo se
evidencian en la forma de vestir y arreglarse de algunas personas, cuya apariencia es inmodesta, sensual, de mal gusto o desaliñada.
Puesto que somos siervos de Jehová, evitaremos las modas que no reflejen la personalidad cristiana.
En vez de imitar al mundo, sigamos el buen ejemplo de los hombres y mujeres maduros en sentido espiritual de la congregación. Los
jóvenes que en un futuro deseen pronunciar discursos públicos hacen bien en observar cómo visten quienes ya desempeñan esa
responsabilidad. Todos podemos aprender de los que llevan muchos años participando lealmente en el ministerio público (1 Tim. 4:12;
1 Ped. 5:2, 3).
En quinto lugar, al decidir qué es apropiado, hemos de tener en cuenta que “hasta el Cristo no se agradó a sí mismo” (Rom. 15:3).
El interés principal de Jesús era cumplir la voluntad de Dios. También antepuso la ayuda a los demás a su conveniencia personal. ¿Qué
haremos si determinado tipo de atuendo o arreglo personal supone una barrera entre nosotros y la gente del lugar donde ahora
servimos? Tomaremos una decisión sabia si imitamos la humildad de Jesús. El apóstol Pablo hizo constar el siguiente principio: “De
ninguna manera estamos dando causa alguna para tropiezo” (2 Cor. 6:3). Por esa razón no luciremos un peinado o una vestimenta que
despierte el prejuicio de las personas a quienes deseamos predicar.

* be pag 134 parrs 1-4


Equipo en buen estado. No basta con ir limpios y bien arreglados, sino que también las publicaciones y demás objetos que empleamos
en la predicación han de encontrarse en buenas condiciones.
Pensemos en nuestra Biblia. No todos podremos obtener una Biblia nueva cuando se deteriore la que tengamos. Sin embargo,
prescindiendo del tiempo que la hayamos utilizado, debe resultar obvio que ha recibido un buen trato.
Aunque hay, desde luego, muchas formas de preparar el maletín de la predicación, siempre ha de estar limpio y ordenado. ¿Ha visto
alguna vez papeles cayéndose de la Biblia cuando un publicador trataba de leer un pasaje al amo de casa o mientras un hermano
pronunciaba un discurso ante la congregación? Le distrajo, ¿verdad? Si los papeles que se guardan en la Biblia son una fuente de
distracción, ponerlos en otro lugar contribuirá a que su equipo luzca presentable. Tenga asimismo en cuenta que dejar en el suelo la
Biblia u otras publicaciones religiosas se considera una grave falta de respeto en algunas culturas.
La buena apariencia debe ser importante para nosotros, pues influye en cómo nos ven los demás. No obstante, la razón principal estriba
en que deseamos adornar “en todas las cosas [...] la enseñanza de nuestro Salvador, Dios” (Tito 2:10).

* ia pag 191 parr 13


13
De nuevo, Pedro no lo pensó ni un segundo antes de contestar. Su respuesta expresó lo que sentían muchos de los presentes: “Tú
eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo”. ¿Nos imaginamos a Jesús felicitando a Pedro por su respuesta, mientras lo miraba complacido,
sonriéndole con cariño? Luego le explicó que es Jehová —y no el hombre— quien revela esa importante verdad a sus siervos fieles.
En efecto, Jehová le había permitido a Pedro comprender una de las enseñanzas divinas más importantes que se hayan revelado
jamás: la identidad del Cristo, el Mesías prometido (lea Mateo 16:16, 17).

* ia pag 188-194
CAPÍTULO 22
Un hombre de gran lealtad
PEDRO mira con preocupación las caras de quienes están escuchando a Jesús. Se encuentra en la sinagoga de Capernaum, la ciudad
donde viven tanto él como sus familiares, amigos y compañeros de trabajo. Su negocio de pesca también está allí, al norte del mar de
Galilea. Sin duda, Pedro desea que toda aquella gente comparta con él la emoción de escuchar al mismísimo Jesús, el mejor maestro
de la historia, hablándoles del Reino de Dios. Sin embargo, parece que las cosas están tomando otro rumbo.
2
De hecho, muchos han dejado de prestar atención. Algunos incluso están criticando descaradamente el mensaje de Jesús. Pero lo
que más inquieta a Pedro es que varios discípulos de Cristo tampoco parecen cómodos. Sus rostros ya no reflejan la alegría de estar
aprendiendo la verdad. Se los ve claramente molestos. Pero eso no es todo: muchos de ellos llegan a afirmar que el discurso de Jesús
es ofensivo, se niegan a seguir escuchándolo y se marchan de allí. Es más, a partir de ese momento dejan de seguir a Jesús (lea Juan
6:60, 66).
3
También a los apóstoles les cuesta asimilar las palabras de su Maestro. A decir verdad, tampoco Pedro las comprende por completo, y
hay que admitir que podrían resultar ofensivas si se tomaran al pie de la letra. ¿Qué decidirá hacer? No es la primera vez que se pone a
prueba su lealtad a Jesús, y tampoco sería la última. Veamos, pues, cómo la fe firme de este hombre le ayudó a superar las pruebas y
mantenerse leal.
Cuando los demás no fueron leales
4
En realidad, fueron muchas las ocasiones en las que las palabras y acciones de Jesús dejaron desconcertado a Pedro. Una de ellas
había ocurrido justo el día anterior. Después de que Jesús había alimentado milagrosamente a varios miles de personas, algunos
intentaron nombrarlo rey, pero él reaccionó de una forma que sorprendió a muchos: se fue de allí para evitarlo. Luego ordenó a sus
discípulos que subieran a una barca y se dirigieran a Capernaum. Esa misma noche, mientras navegaban, volvieron a quedarse
admirados al ver a Jesús caminando hacia ellos sobre las aguas del mar de Galilea en medio de una tormenta. En aquella ocasión,
Jesús le enseñó a Pedro una importante lección sobre la fe.
5
Por la mañana, los discípulos se dieron cuenta de que la multitud también los había seguido. ¿Qué hizo Jesús entonces? Él sabía que
no buscaban aprender verdades espirituales, sino recibir más comida milagrosamente, y por eso los reprendió (Juan 6:25-27). En la
sinagoga de Capernaum continuó hablando del asunto y les transmitió una compleja pero importante enseñanza, una enseñanza que
volvería a dejar sorprendido a más de uno.
6
Jesús quería que aquellas personas cambiaran su actitud materialista y comprendieran que tenían ante sí al enviado de Dios, quien
entregaría su vida para darle a la humanidad la posibilidad de vivir para siempre. Para lograrlo, Jesús se comparó a sí mismo al maná,
el pan que cayó del cielo en los días de Moisés. Como vio que algunos lo criticaban, añadió una gráfica comparación: explicó que para
obtener la vida era necesario comer su carne y beber su sangre. Es entonces cuando, como vimos al principio del capítulo, muchos se
molestan y dicen: “Este discurso es ofensivo; ¿quién puede escucharlo?”. Incluso varios discípulos de Jesús deciden abandonarlo (Juan
6:48-60, 66).
7
¿Cómo reacciona Pedro? Es probable que también se sienta confundido, pues aún no ha comprendido que Jesús tiene que morir para
cumplir la voluntad de Dios. Así y todo, no se va con aquellos discípulos que se ofenden con tanta facilidad. Sin duda, hay algo en lo
que Pedro es muy diferente a ellos. ¿De qué se trata? Sigamos analizando el relato.
8
Jesús les pregunta a los apóstoles: “Ustedes no quieren irse también, ¿verdad?” (Juan 6:67). Aunque la pregunta va dirigida a los 12,
es Pedro quien responde. Solía ser así; tal vez la razón se debía a que, al parecer, era el mayor de todos o, sencillamente, a que era
incapaz de callar lo que sentía. Y su respuesta es una de las más memorables: “Señor, ¿a quién nos iremos? Tú tienes dichos de vida
eterna” (Juan 6:68).
9
¡Qué palabras tan conmovedoras las de Pedro! Es obvio que su fe en Jesús le había hecho cultivar una valiosa cualidad: la lealtad.
Pedro tenía claro que Jesús era el único Salvador que Jehová había dado y que su vida dependía de escuchar sus enseñanzas sobre el
Reino de Dios. Y aunque es cierto que no siempre entendía todo lo que Jesús decía, sabía que su Maestro era el único medio para
obtener el favor de Dios y recibir la vida eterna.
10
¿Opina usted lo mismo que Pedro? Hoy día, muchas personas afirman que aman a Jesús, pero, por desgracia, no son leales de
verdad. Ser realmente leal a Cristo implica ver sus enseñanzas como las veía Pedro. Hay que esforzarse por aprenderlas,
comprenderlas y vivirlas, incluso cuando algunas de ellas nos sorprendan o no encajen con nuestras preferencias personales. La lealtad
es el único camino para recibir la vida eterna que Jesús nos ofrece (lea Salmo 97:10).
Cuando fue corregido
11
Poco después, Jesús partió con los apóstoles y otros discípulos en un largo viaje hacia el norte. La cumbre nevada del monte
Hermón, ubicado en la frontera norte de la Tierra Prometida, podía verse desde las azules aguas del mar de Galilea. La montaña iba
creciendo ante sus ojos a medida que se acercaban y subían por el camino que les llevaba hasta las aldeas cercanas a Cesarea de
Filipo. Y fue en este extraordinario lugar, con una inmejorable vista de la Tierra Prometida a sus pies, donde Jesús les planteó a sus
discípulos una cuestión importantísima.
12
“¿Quién dicen las muchedumbres que soy?”, les preguntó Jesús. No es difícil imaginarnos a Pedro clavando su mirada en los
bondadosos ojos de su Maestro, consciente de su extraordinaria inteligencia. Jesús quería averiguar qué pensaban de él las personas a
quienes había hablado. Así que los discípulos le contaron algunos de los rumores que circulaban sobre su identidad. Pero Jesús
deseaba indagar más: ¿habían creído aquellos falsos rumores sus discípulos más allegados? Por eso insistió: “Pero ustedes, ¿quién
dicen que soy?” (Luc. 9:18-20).
13
De nuevo, Pedro no lo pensó ni un segundo antes de contestar. Su respuesta expresó lo que sentían muchos de los presentes: “Tú
eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo”. ¿Nos imaginamos a Jesús felicitando a Pedro por su respuesta, mientras lo miraba complacido,
sonriéndole con cariño? Luego le explicó que es Jehová —y no el hombre— quien revela esa importante verdad a sus siervos fieles.
En efecto, Jehová le había permitido a Pedro comprender una de las enseñanzas divinas más importantes que se hayan revelado
jamás: la identidad del Cristo, el Mesías prometido (lea Mateo 16:16, 17).
14
Las Santas Escrituras se habían referido a Cristo como “la piedra que los edificadores rechazaron” (Sal. 118:22; Luc. 20:17).
Teniendo presentes esta y otras profecías, Jesús indicó que Jehová fundaría una congregación sobre la piedra (o masa rocosa) que
Pedro acababa de identificar como el Cristo. A continuación, le otorgó a Pedro un gran honor dentro de dicha congregación. No le dio un
puesto superior al de los otros apóstoles —como algunos afirman—, sino que le confió importantes responsabilidades. El relato indica
que le prometió “las llaves del reino” (Mat. 16:18, 19). En otras palabras, le encargó el privilegio de abrir las puertas de entrada al Reino
de Dios a tres grupos: primero a los judíos y prosélitos, luego a los samaritanos y, finalmente, a los gentiles (los no judíos).
15
Sin embargo, algún tiempo después, Jesús les advirtió a sus discípulos que se exigiría más de aquellos que recibieran más
responsabilidades, y Pedro no tardaría en comprobar cuánta razón tenía su Maestro (Luc. 12:48). Después de aquella conversación
sobre la comisión que tendría Pedro, Jesús les siguió explicando verdades sobre el Mesías, entre ellas, que pronto sería torturado y
asesinado en Jerusalén. Pero a Pedro le disgustó tanto escuchar eso que lo llevó aparte y lo reprendió: “Sé bondadoso contigo mismo,
Señor; tú absolutamente no tendrás este destino” (Mat. 16:21, 22).
16
De más está decir que Pedro lo dijo con la mejor intención del mundo. Por eso, debió quedarse helado cuando Jesús le dio la espalda
y, mirando a los demás discípulos —quienes posiblemente opinaban como Pedro—, exclamó: “¡Ponte detrás de mí, Satanás! Me eres
un tropiezo, porque no piensas los pensamientos de Dios, sino los de los hombres” (Mat. 16:23; Mar. 8:32, 33). Todos podemos
aprender mucho de la respuesta de Jesús. Admitámoslo: es muy fácil que nuestra mentalidad humana desplace a la espiritual. Y si
no vigilamos nuestros comentarios, sin quererlo podríamos ponernos del lado de Satanás, aun cuando nuestra intención sea contribuir a
la voluntad de Dios. Pero volvamos al relato de Pedro y veamos cómo reaccionó ante aquella reprensión.
17
Pedro comprendía que Cristo no estaba hablando literalmente cuando lo llamó “Satanás”. A fin de cuentas, cuando Jesús se dirigió al
Diablo, lo hizo en otros términos. En cierta ocasión, por ejemplo, le dijo: “Vete”, mientras que a Pedro le dijo: “Ponte detrás de mí” (Mat.
4:10). Por lo tanto, no estaba rechazando a Pedro como apóstol suyo, pues veía su buen corazón y su potencial; sencillamente estaba
corrigiendo su forma de pensar. En otras palabras, el Maestro le estaba pidiendo que dejara de ponerse delante de él, estorbándole el
paso, y que, más bien, se colocara detrás de él para seguirlo y apoyarlo.
18
En lugar de ofenderse, enojarse o protestar, Pedro fue humilde y aceptó la corrección. ¡Cuánto podemos aprender los cristianos de
este hombre tan leal! Todos necesitamos que se nos corrija de vez en cuando, pero si queremos que esa corrección nos sirva para
acercarnos más a Jesucristo y a su Padre, Jehová, debemos aceptar con humildad la disciplina y aprender la lección (lea Proverbios
4:13).
Recompensado por su lealtad
19
Poco después, Jesús realizó otra sorprendente afirmación: “Hay algunos de los que están en pie aquí que de ningún modo gustarán
la muerte hasta que primero vean al Hijo del hombre viniendo en su reino” (Mat. 16:28). ¿Quiénes tendrían ese extraordinario honor?
Seguro que Pedro se moría de curiosidad. Pero después de la reprimenda que acababa de recibir, tal vez se preguntaba: “¿Estaré yo
entre ellos?”.
20
Sin embargo, una semana más tarde, Jesús se llevó a Santiago, Juan y Pedro “a una montaña encumbrada”, quizás al monte
Hermón, que se encontraba a unos cuantos kilómetros de distancia. Al parecer, era de noche, pues a aquellos tres hombres les costaba
mantenerse despiertos. Ahora bien, mientras Jesús oraba, ocurrió algo sorprendente, algo que, sin duda alguna, les quitó el sueño de
golpe (Mat. 17:1; Luc. 9:28, 29, 32).
21
De repente, la cara de Jesús comenzó a brillar, hasta hacerse tan reluciente como el Sol. Su ropa también se volvió de un blanco
deslumbrante. Entonces vieron aparecer a su lado dos figuras, que representaban a Moisés y Elías. Ambos conversaban con Jesús
sobre su “partida”, es decir, sobre su muerte y resurrección en Jerusalén. Desde luego, a Pedro no le quedó ninguna duda de que se
había equivocado al afirmar que Jesús no tendría que sufrir y morir (Luc. 9:30, 31).
22
Según parece, Pedro sintió el impulso de tomar parte de algún modo en aquella fascinante visión. Es posible que deseara que se
prolongara un poco más. En cierto momento, pareció como si Moisés y Elías estuvieran alejándose de Jesús, así que Pedro le dijo:
“Instructor, es excelente que estemos aquí; por eso, erijamos tres tiendas: una para ti y una para Moisés y una para Elías”. Aquellos
personajes no necesitaban tiendas de campaña, pues solo eran representaciones simbólicas de dos siervos de Jehová que habían
muerto mucho tiempo atrás. Está claro que Pedro no sabía muy bien lo que estaba diciendo, pero ¿verdad que nos conmueve la actitud
tan noble y entusiasta de este hombre? (Luc. 9:33.)
23
Aquella noche, Pedro, Santiago y Juan recibieron otro honor. Por encima de sus cabezas se formó una nube en la montaña, y de ella
salió una voz que dijo: “Este es mi Hijo, el que ha sido escogido. Escúchenle”. ¡Era la voz de Jehová mismo! Con eso concluyó la visión,
y los tres apóstoles volvieron a quedarse a solas con Jesús en la montaña (Luc. 9:34-36).
24
Pedro debió sentirse muy privilegiado por haber presenciado aquella visión de la transfiguración, y nosotros podemos sentirnos igual
por saber lo que ocurrió esa noche. Décadas después, el apóstol afirmó contarse entre los que fueron “testigos oculares de [la]
magnificencia” de Jesús. En efecto, tuvo el honor de verlo en su futuro puesto como glorioso Rey celestial. Esta visión confirmó muchas
profecías de la Palabra de Dios y fortaleció a Pedro para superar las pruebas a las que su fe sería sometida (lea 2 Pedro 1:16-19).
Si somos como Pedro, de seguro Jehová también nos bendecirá. Ahora bien, ¿cómo podemos imitar su ejemplo? Manteniéndonos
leales al Gran Maestro que Dios ha nombrado, aprendiendo de él, aceptando su corrección y siguiendo sus enseñanzas día tras día.
[Notas]
Llama la atención la reacción de estas personas, pues solo un día antes habían aclamado a Jesús como profeta de Dios (Juan 6:14).
Desde el mar de Galilea, situado a unos 210 metros (700 pies) bajo el nivel del mar, recorrieron unos 50 kilómetros (30 millas) por bellas
regiones hasta alcanzar los 350 metros (1.150 pies) sobre el nivel del mar.

 LECCION 11 (b)

* W03 15/11 pags 13-18


Ayudemos al prójimo a aceptar el mensaje del Reino
“Agripa dijo a Pablo: ‘En poco tiempo me persuadirías a hacerme cristiano’.” (HECHOS 26:28.)
EN EL año 58 E.C., el gobernador romano Porcio Festo recibió en Cesarea a sus invitados el rey Herodes Agripa II y Berenice, la
hermana de este, quienes llegaron “con mucha pompa, y entraron en la audiencia junto con comandantes militares así como varones de
eminencia de la ciudad”. Cuando Festo dio la orden, trajeron ante ellos al apóstol cristiano Pablo. ¿Cómo es que este seguidor de
Jesucristo llegó a estar de pie ante el gobernador Festo para ser juzgado? (Hechos 25:13-23.)
2
Hallamos la respuesta en lo que Festo dijo a sus visitantes: “Rey Agripa, y todos ustedes los varones que están presentes con
nosotros, ustedes contemplan a este hombre respecto de quien toda la multitud de los judíos junta ha recurrido a mí, tanto en Jerusalén
como aquí, diciendo a voces que no debe seguir viviendo. Pero yo percibí que él no había cometido nada que mereciera la muerte. Por
eso, cuando este hombre mismo apeló al Augusto, decidí enviarlo. Mas respecto a él no tengo ninguna cosa segura que escribir a mi
Señor. Por eso lo traje ante ustedes, y especialmente ante ti, rey Agripa, a fin de que, habiéndose efectuado el examen judicial, consiga
yo algo que escribir. Porque me parece irrazonable enviar a un preso y no significar también los cargos contra él” (Hechos 25:24-27).
3
De las palabras de Festo se desprende que sobre Pablo pesaban cargos de sedición, delito castigado con la muerte (Hechos 25:11).
Pero Pablo era inocente. Aquellas acusaciones se debían a los celos de los guías religiosos de Jerusalén, quienes se oponían a la obra
de proclamar el Reino que Pablo efectuaba y le habían cobrado profundo rencor por ayudar a otras personas a hacerse discípulos de
Jesucristo. Fuertemente custodiado, el apóstol fue trasladado de Jerusalén a la ciudad portuaria de Cesarea, donde apeló a César.
Desde allí fue conducido a Roma.
4
Imagine a Pablo en el palacio del gobernador ante un grupo en el que figura una persona que tiene a su mando una importante
sección del Imperio romano. El rey Agripa se dirige a Pablo y le dice: “Se te permite hablar”. Cuando el apóstol lo hace, algo
extraordinario ocurre. Sus palabras comienzan a hacer mella en el rey, hasta el punto de que este le dice: “En poco tiempo me
persuadirías a hacerme cristiano” (Hechos 26:1-28).
5
¡Figúrese! Con su hábil defensa, Pablo logró que el penetrante poder de la Palabra de Dios influyera en un gobernante (Hebreos 4:12).
¿Por qué fue tan eficaz su exposición? ¿Y qué podemos aprender del apóstol que nos ayude en nuestra labor de hacer discípulos?
Cuando analizamos sus palabras, dos elementos sobresalen claramente: 1) fue persuasivo y 2) empleó con habilidad su conocimiento
de la Palabra de Dios, como el artesano que maneja con destreza una herramienta.
Cultivemos el arte de la persuasión
6
En el libro de Hechos repetidamente se emplean en conexión con Pablo las palabras griegas que transmiten la idea de persuasión.
¿Qué relación tiene esto con nuestra labor de hacer discípulos?
7
En el idioma original de las Escrituras Griegas Cristianas, “persuadir” significa “prevalecer sobre o ganarse a”, inducir “un cambio de
manera de pensar mediante la influencia de la razón o de consideraciones morales”, explica el Diccionario Expositivo de Palabras del
Nuevo Testamento, de Vine. Aún más esclarecedor es un examen de su significado básico, el cual transmite la idea de confianza. Por
consiguiente, si persuadimos a alguien de que acepte una enseñanza bíblica, nos hemos ganado su confianza, de modo que pone fe en
la veracidad de esa enseñanza. Obviamente, para que crea y actúe en consecuencia no basta con decirle lo que la Biblia enseña.
La persona debe convencerse de que nuestras palabras son ciertas, ya se trate de un niño, un vecino, un pariente o un compañero de
trabajo o de estudios (2 Timoteo 3:14, 15).
8
¿Cómo puede usted convencer a alguien de que lo que proclama de la Palabra de Dios es la verdad? Pablo se esforzó por inducir un
cambio en la manera de pensar de las personas a las que hablaba, y para ello se valió de razonamientos lógicos, argumentos sólidos y
súplicas sinceras. Por tanto, en vez de limitarse a afirmar que algo es cierto, usted debe aportar pruebas convincentes de ello. ¿Cómo
puede hacerlo? Pues bien, asegúrese de que sus palabras se basen por completo en la Palabra de Dios, no en opiniones personales.
A continuación, aporte las pruebas que respalden sus declaraciones sinceras y basadas en la Biblia (Proverbios 16:23). Por ejemplo, si
señala el hecho de que la humanidad obediente disfrutará de la vida en un paraíso terrestre, apoye tal enseñanza con un texto bíblico
como Lucas 23:43 o Isaías 65:21-25. ¿Cómo puede presentar pruebas que confirmen dicha verdad bíblica? Quizá recurriendo a
ejemplos que le resulten familiares al oyente. Podría recordarle el placer sencillo y sin costo que nos produce la belleza de una puesta
de sol, la fragancia de una flor, el delicioso sabor de una fruta o la contemplación de un ave que alimenta a sus polluelos. Ayúdele a ver
que tales placeres son prueba de que el Creador desea que disfrutemos de la vida en la Tierra (Eclesiastés 3:11, 12).
9
Al tratar de persuadir de cierta enseñanza bíblica a una persona, tenga cuidado de que su entusiasmo no lo haga parecer irrazonable
o dogmático, pues eso cerraría la mente y el corazón del oyente. El libro Benefíciese da esta advertencia: “Aunque recitemos una larga
lista de textos bíblicos, no es fácil que alguien reciba con agrado una declaración directa de la verdad en la que expongamos la falsedad
de una creencia que le sea muy preciada. Por ejemplo, si nos limitamos a condenar las celebraciones populares por su origen pagano,
es probable que no cambiemos el sentir de nuestros oyentes. Un enfoque que apele a la razón suele ser más provechoso”. ¿Por qué
debemos hacer un esfuerzo consciente por razonar con la persona? El mismo libro responde: “Un planteamiento que apela a la razón,
además de ser muy persuasivo, estimula el análisis imparcial, promueve la posterior reflexión de quien escucha y abre la puerta a
futuras conversaciones” (Colosenses 4:6).
La persuasión que motiva el corazón
10
Veamos ahora con más detenimiento la defensa de Pablo recogida en el capítulo 26 de Hechos. Fíjese en cómo inició su discurso.
A pesar de que el rey Agripa mantenía una relación escandalosa con su hermana Berenice, Pablo encontró una base justificada para
encomiarlo y la usó como introducción: “Acerca de todas las cosas de que soy acusado por judíos, rey Agripa, me considero feliz de que
sea ante ti ante quien haya de presentar mi defensa este día, especialmente por cuanto eres perito en todas las costumbres así como
también en las controversias entre los judíos. Por eso te ruego que me oigas con paciencia” (Hechos 26:2, 3).
11
¿Ha observado que Pablo usó el título de rey para dirigirse a Agripa, reconociendo el puesto encumbrado de aquel personaje? Así le
demostró respeto y, con su acertada selección de palabras, le otorgó la honra debida (1 Pedro 2:17). El apóstol lo reconoció como un
experto en las complejas costumbres y leyes de sus súbditos judíos, y dijo que se consideraba feliz de presentar su defensa ante un
mandatario tan bien informado. El que Pablo fuera cristiano no hizo que se comportara como si se sintiera superior a Agripa (Filipenses
2:3). Más bien, rogó al rey que lo escuchara con paciencia, creando de ese modo un clima propicio para que tanto Agripa como los
demás oyentes aceptaran lo que iba a decirles. De este modo colocó un fundamento, un terreno común sobre el cual levantar sus
argumentos.
12
Al presentar el mensaje del Reino, trate de motivar el corazón de la persona desde el principio, como hizo Pablo ante Agripa. Lo
logrará si le muestra respeto sincero y se interesa por sus circunstancias particulares y modo de pensar (1 Corintios 9:20-23).
Usemos hábilmente la Palabra de Dios
13
Pablo deseaba motivar a sus oyentes a actuar en armonía con las buenas nuevas (1 Tesalonicenses 1:5-7). Para ello trató de llegar a
su corazón figurado, el asiento de los motivos. Volvamos a su defensa ante Agripa y observe cómo ‘manejó la palabra de Dios
correctamente’ al citar a Moisés y los profetas (2 Timoteo 2:15).
14
Pablo sabía que, aunque fuera de nombre, Agripa era judío. Apelando a los conocimientos que el monarca tenía del judaísmo, explicó
que con su predicación realmente no estaba “diciendo ninguna cosa salvo las que los Profetas así como Moisés declararon que habían
de efectuarse” en cuanto a la muerte y resurrección del Mesías (Hechos 26:22, 23). Entonces le preguntó directamente: “¿Crees tú, rey
Agripa, a los Profetas?”. Agripa se enfrentaba a un dilema. Si decía que rechazaba a los profetas, su reputación de judío creyente se
derrumbaría. Pero si concordaba con el razonamiento del apóstol, se pondría en una posición de público acuerdo con él y se arriesgaría
a que lo llamaran cristiano. Pablo respondió con habilidad a su propia pregunta diciéndole: “Yo sé que crees”. ¿Qué respuesta salió del
corazón de Agripa? “En poco tiempo me persuadirías a hacerme cristiano.” (Hechos 26:27, 28.) Aunque aquel rey no se convirtió al
cristianismo, parece que el mensaje de Pablo hizo alguna mella en su corazón (Hebreos 4:12).
15
¿Se ha dado cuenta de que Pablo no solo proclamó las buenas nuevas, sino que también recurrió a la persuasión? Debido a que de
esa forma ‘manejaba la palabra de Dios correctamente’, algunos de sus oyentes dejaron de ser simples espectadores y se hicieron
creyentes. Así sucedió en la sinagoga de Tesalónica, donde el apóstol buscó a judíos y gentiles temerosos de Dios. Hechos 17:2-4
relata: “Según tenía por costumbre Pablo, pasó adentro a donde ellos, y por tres sábados razonó con ellos a partir de las Escrituras,
explicando y probando por referencias que era necesario que el Cristo sufriera y se levantara de entre los muertos [...]. Como resultado,
algunos de ellos se hicieron creyentes”. Pablo era persuasivo. Hacía razonar, explicaba y probaba con las Escrituras que Jesús era el
Mesías que tanto habían esperado. Gracias a ello, se estableció una congregación de creyentes.
16
¿Puede usted hacerse más diestro en el arte de la persuasión cuando explica la Palabra de Dios? En tal caso, hallará más disfrute y
satisfacción personal en la obra de predicar el Reino de Dios y enseñar las verdades relacionadas con él. Esa ha sido la experiencia de
los publicadores de las buenas nuevas que han puesto en práctica las sugerencias ofrecidas para utilizar más la Biblia en la
predicación.
17
Por ejemplo, un superintendente viajante de los testigos de Jehová escribió: “Bastantes hermanos llevan ahora la Biblia en la mano
cuando van de puerta en puerta, lo que les ha permitido leer un texto bíblico a muchas de las personas que han encontrado. Esto ha
ayudado tanto al amo de casa como al publicador a asociar la Biblia, y no solo revistas y libros, con nuestro ministerio”. Claro está, el
hecho de que llevemos la Biblia en un lugar visible cuando predicamos dependerá de diversos factores, como las costumbres locales.
Sin embargo, deseamos adquirir la reputación de usar hábilmente la Palabra de Dios para persuadir a nuestro prójimo de modo que
acepte el mensaje del Reino.
Veamos el ministerio como Dios lo ve
18
Otra forma de llegar al corazón de quienes nos escuchan consiste en ver el ministerio desde el punto de vista de Dios y ser pacientes.
La voluntad divina es que hombres de toda clase “lleguen a un conocimiento exacto de la verdad” (1 Timoteo 2:3, 4). ¿Acaso
no deseamos nosotros lo mismo? Además, Jehová es paciente, y esta cualidad les da a muchos la oportunidad de alcanzar el
arrepentimiento (2 Pedro 3:9). Por consiguiente, cuando encontramos a alguien que está dispuesto a prestar atención al mensaje del
Reino, quizá sea necesario visitarlo una y otra vez para cultivar su interés. Ver crecer las semillas de la verdad exige tiempo y paciencia
(1 Corintios 3:6). El recuadro titulado “Cómo obtener buenos resultados al hacer revisitas” ofrece sugerencias al respecto. Hay que
recordar que las vidas de las personas —sus problemas y circunstancias— cambian continuamente. Tal vez las encontremos en casa
solo después de muchos intentos, pero el esfuerzo vale la pena, pues queremos darles la oportunidad de oír el mensaje divino de
salvación. Por tanto, pidamos a Jehová Dios la sabiduría necesaria para desarrollar las aptitudes de persuasión al ayudar al prójimo a
aceptar el mensaje del Reino.
19
Una vez que hallamos a alguien que desea adquirir mayor conocimiento sobre el mensaje del Reino, ¿qué más podemos hacer como
trabajadores cristianos? Veremos la respuesta en el siguiente artículo.

* Km 7/8 pag 4
La preparación: esencial para hacer revisitas eficaces
1
Jesús se encargó de preparar bien a sus seguidores como predicadores de “las buenas nuevas del reino” (Mat. 4:23; 9:35). Aunque su
predicación se limitó a la zona de Palestina, antes de ascender al cielo Jesús les señaló que el ministerio cristiano se extendería a tal
grado que se harían “discípulos de gente de todas las naciones” (Mat. 28:19, 20).
2
Cumplir con aquella comisión implicaría volver a visitar a las personas que manifestaran interés en las buenas nuevas del Reino de
Dios para enseñarles a observar todas las cosas que Cristo había mandado. Por eso nosotros tenemos que estar bien preparados: para
hacer revisitas eficaces.
3
Trace un plan. Algunos publicadores procuran plantear una pregunta al final de la visita inicial y prometen volver con la respuesta.
Al regresar, hacen referencia directa a la información del libro Enseña y así logran comenzar el estudio.
4
Ahora bien, el que las revistas salgan una vez al mes no significa que tengamos que esperar un mes para volver. Más bien, podemos
estimular el interés de la persona analizando un tema de alguna revista que ya tenga.
5
Póngase un objetivo. Antes de volver a visitar a la persona, tome unos minutos para revisar sus registros y determinar qué es lo que
quiere lograr; por ejemplo, repasar algún punto de la publicación que le dejó o entregarle alguna otra publicación relacionada con un
tema que hayan tratado. Si usted planteó una pregunta la última vez, es seguro que querrá contestarla. Cuando mencione algún texto
que apoye su argumento, procure leerlo directamente de la Biblia.
6
Nuestro objetivo. Desde luego que nuestro objetivo es comenzar un estudio de la Biblia. Un señor rechazó el estudio que le ofreció
un hermano en la revisita. El hermano volvió después con las revistas más recientes y le dijo: “Aprovechando que estamos por aquí,
estamos contestando una pregunta bíblica a la gente”. Entonces dejó que el señor se expresara, y luego le leyó un texto de la Biblia y
un párrafo de una publicación que utilizamos para dar clases bíblicas. El resultado fue un estudio.
7
Vale la pena invertir tiempo en prepararnos para hacer revisitas: disfrutaremos más en nuestra obra y puede que tengamos el privilegio
de ayudar a alguien que ‘esté correctamente dispuesto’ a emprender el camino a la vida (Hech. 13:48).

* Km 4/98 pag 3,4 parrs 6-8.


6
Organícese mejor: Dado el número de revistas, folletos y libros distribuidos, no cabe duda de que se está diseminando una gran
cantidad de semillas. Estas semillas de la verdad que hemos sembrado poseen un enorme potencial para producir nuevos discípulos.
Ahora bien, ¿sentiría un agricultor o un jardinero verdadera satisfacción si continuamente plantara y, después de todos sus esfuerzos,
nunca sacara tiempo para cosechar? ¡Claro que no! Así mismo, es menester que dediquemos una parte de nuestro ministerio a cultivar
el interés de la gente.
7
¿Aparta usted regularmente tiempo para hacer revisitas? No tarde en volver a visitar a todo aquel que muestre interés y propóngase
empezar un estudio bíblico. ¿Lleva un registro ordenado y actualizado de sus revisitas? Además del nombre y la dirección del amo de
casa, escriba la fecha de la primera visita, la publicación que dejó, una breve descripción del tema que trataron y un punto que pueda
desarrollar la siguiente vez. Deje espacio en su registro para añadir información después de cada visita.
8
Analice cómo hacer una revisita: ¿Cuáles son algunos puntos que han de tenerse en cuenta al volver a visitar a alguien interesado?
1) Sea afable, entusiasta y actúe con sencillez. 2) Hable de temas que le interesen al amo de casa. 3) Mantenga la conversación
sencilla y centrada en la Biblia. 4) En cada visita procure enseñar algo que él considere que le será de valor personal. 5) Cree
expectación por el asunto del que hablarán la siguiente vez. 6) No se quede demasiado tiempo. 7) No le haga preguntas que lo
avergüencen o lo pongan en apuros. 8) Sea perspicaz y no condene sus ideas equivocadas o malos hábitos antes de que haya
cultivado aprecio por las cosas espirituales (véase el suplemento de Nuestro Ministerio del Reino de marzo de 1997, donde hallará más
información útil sobre cómo triunfar en las revisitas y empezar estudios bíblicos).

* Km 3/97 pag 3 parr 1-9


Cobre denuedo para hacer revisitas
1
¿Le gusta hacer revisitas? A muchos publicadores les encanta. Puede que usted haya sentido temor al principio, especialmente al
volver a visitar a los amos de casa que solo mostraron un poco de interés. Pero a medida que ‘cobra denuedo por medio de nuestro
Dios para declarar las buenas nuevas’ haciendo revisitas, quizás le sorprenda descubrir lo fácil y remuneradora que puede ser esta
obra. (1 Tes. 2:2.) ¿En qué sentido?
2
En realidad, hay una gran diferencia entre una revisita y la visita inicial. La revisita se hace a alguien a quien ya conocemos, no a un
extraño, y por lo general es más fácil conversar con un conocido que con un extraño. Una de las muchas recompensas de participar en
esta obra es que puede resultar en que empecemos estudios bíblicos productivos.
3
Cuando predicamos de casa en casa, visitamos vez tras vez a las personas que no han mostrado interés. ¿Por qué seguimos
visitándolas? Porque sabemos que las circunstancias cambian, y que tal vez aquella persona con quien hablamos antes y que pareció
indiferente o incluso opuesta, se interese la próxima vez que la visitemos. Teniendo esto presente, nos preparamos bien y pedimos la
bendición de Jehová para decir algo en esta ocasión que provoque la reacción favorable de la persona.
4
Si estamos dispuestos a predicar de casa en casa a personas que no han mostrado ningún interés, ¿no deberíamos estar más
dispuestos a visitar a las que sí han mostrado algún interés en el mensaje del Reino? (Hech. 10:34, 35.)
5
Muchos estamos en la verdad gracias a que un publicador pacientemente nos visitó varias veces. Si ese fue su caso, pregúntese:
‘¿Cuál fue la primera impresión que le causé al publicador? ¿Abracé el mensaje del Reino en cuanto lo oí por primera vez? ¿Di la
impresión de ser indiferente?’. Debemos alegrarnos de que aquel publicador que volvió nos haya considerado dignos de una revisita y
haya ‘cobrado denuedo por medio de Dios’ para visitarnos y enseñarnos la verdad. ¿Qué debemos hacer cuando las personas
muestran algún interés al principio, pero después parece que tratan de evitarnos? Es esencial que tengamos una actitud positiva, como
lo ilustra la siguiente experiencia.
6
Mientras daban testimonio en la calle temprano por la mañana, dos publicadoras hablaron con una joven que llevaba a un niño en un
cochecito. Ella aceptó una revista y las invitó a su hogar el domingo siguiente. Las hermanas llegaron a la hora acordada, pero la joven
les dijo que no tenía tiempo para hablar. Sin embargo, prometió atenderlas la siguiente semana. Las hermanas dudaban de que
cumpliera con la cita, pero la joven estaba esperándolas cuando volvieron. Se empezó un estudio, y su progreso fue asombroso. En
poco tiempo empezó a asistir regularmente a las reuniones y a participar en el servicio del campo. Ahora está bautizada.
7
Coloque el fundamento en la visita inicial: El fundamento para una buena revisita suele colocarse en la visita inicial. Escuche
cuidadosamente los comentarios del amo de casa. ¿Qué le comunican? ¿Le atrae la religión? ¿Le preocupan los temas sociales? ¿Le
interesa la ciencia?, ¿la historia?, ¿el medio ambiente? Al concluir la visita, plantee una pregunta que invite a la reflexión y prometa
volver para examinar la respuesta bíblica.
8
Por ejemplo, si al amo de casa le llamó la atención la promesa bíblica de una Tierra paradisíaca, sería apropiado volver y conversar
sobre ese tema más a fondo. Antes de despedirse, pudiera preguntar: “¿Cómo podemos estar seguros de que Dios cumplirá esta
promesa?”. Entonces agregue: “Tal vez pueda volver cuando toda la familia esté en casa para mostrarles la respuesta bíblica a esa
pregunta”.
9
Si el amo de casa no muestra interés en ningún tema en particular, puede utilizar una de las preguntas que aparecen en las
presentaciones de la última página de Nuestro Ministerio del Reino como base para la siguiente conversación.

* W12 15/10 pag 31 parr 15


15
Cumplir con nuestro voto de dedicación implica que también debemos ser fieles en otros asuntos importantes. Veamos algunos
ejemplos. ¿Está usted casado? Entonces debe seguir honrando su sagrado voto de amar y cuidar con ternura a su cónyuge. ¿Ha
firmado un contrato comercial o una solicitud para participar en algún privilegio teocrático? En tal caso, cumpla los compromisos que ha
adquirido. ¿Ha aceptado una invitación para comer en casa de alguien de escasos recursos? Si así es, no cambie de idea si surge lo
que le parece una mejor oferta. ¿O ha prometido a alguien que encontró en el ministerio de casa en casa que regresaría para darle más
ayuda espiritual? Entonces procure por todos los medios que su sí signifique sí, y Jehová bendecirá su servicio (léase Lucas 16:10).

* Be pag 159 parr 1


Ayude a entender el valor práctico. Cuando damos testimonio, debemos destacar el valor práctico de las buenas nuevas. Para ello es
necesario saber lo que piensan quienes viven en nuestro territorio. ¿Cómo puede determinarlo? Escuchando las noticias o leyendo los
titulares de los periódicos. También es importante lograr que las personas participen en la conversación y prestar atención a lo que
digan. Quizá se dé cuenta de que afrontan problemas graves, como la pérdida del empleo, el pago del alquiler, una enfermedad, la
muerte de un familiar, actos delictivos, las injusticias cometidas por quienes ocupan puestos de autoridad, la ruptura de su matrimonio o
el control de los hijos menores. ¿Puede ayudarles la Biblia? Por supuesto que sí.

* Km 4/00 pag 8 parr 2-4


2
Valoremos el privilegio. Debemos estimar profundamente el privilegio que tenemos de dar a conocer las buenas nuevas del Reino a
otras personas. Esta actividad alegra el corazón de Jehová y ayuda a quienes son de corazón sincero a conocer el camino de la vida
(Pro. 27:11; 1 Tim. 4:16). La regularidad nos permite acumular experiencia en el ministerio y resulta en una sensación de gozo y logro.
3
Informemos la actividad. Algunos salen al servicio del campo pero no llenan el informe puntualmente. Nunca pensemos que
no merece la pena informar nuestra labor (compárese con Marcos 12:41-44). Debemos hacerlo sin falta. Si seguimos en casa un
sistema de anotación de las horas dedicadas al ministerio (por ejemplo, apuntarlas en un calendario), contaremos con un recordatorio
constante de que debemos hacer un informe exacto en cuanto acabe el mes.
4
Demos la ayuda necesaria. Tal vez haya que mejorar el programa local para el beneficio de quienes necesiten ayuda para participar
con regularidad en el ministerio. El secretario de la congregación y los conductores de estudio de libro deben pedir a los publicadores
con experiencia que ofrezcan esa ayuda. Si tenemos hijos o estudiamos la Biblia con publicadores no bautizados, enseñémosles a
informar su actividad todos los meses.

* be pag 33-38
La investigación eficaz
EL REY SALOMÓN “meditó e hizo un escudriñamiento cabal, a fin de arreglar muchos proverbios ordenadamente”. ¿Por qué? Porque
se interesó en escribir “palabras correctas de verdad” (Ecl. 12:9, 10). Por su parte, Lucas indagó “todas las cosas desde el comienzo
con exactitud”, a fin de narrar en orden lógico los sucesos de la vida de Cristo (Luc. 1:3). Ambos siervos de Dios llevaron a cabo una
investigación.
¿Qué es investigar? Es buscar con detenimiento información sobre un asunto concreto. Para ello es preciso leer, aplicar los métodos y
técnicas de estudio, y quizá preguntar a otras personas.
¿En qué situaciones se requiere investigar? He aquí algunos ejemplos: en su estudio o lectura personal de la Biblia le surgen incógnitas
que considera importantes; alguien a quien predica le formula una pregunta que usted desearía contestar aportando datos exactos, o se
le ha encomendado pronunciar un discurso.
Centrémonos en este último caso. La información que debe abarcar tal vez dé la impresión de ser muy general. ¿Cómo podría aplicarla
a las circunstancias locales? Enriquézcala investigando. Un aspecto en apariencia obvio resulta informativo y hasta motivador cuando lo
apoya algún dato estadístico o un ejemplo adecuado con el que se identifiquen los oyentes. Es posible que la información con la que
trabaja se haya publicado pensando en lectores de todo el mundo, pero usted debe ampliarla, ilustrarla y adaptarla a una congregación
o persona en particular. ¿Cómo lo logrará?
Antes de iniciar la investigación, piense en su auditorio. ¿Qué es lo que ya sabe? ¿Qué necesita saber? Luego determine su objetivo.
¿Es explicar, convencer, refutar, o motivar? Explicar significa ampliar la información a fin de esclarecer un asunto; aunque los hechos
fundamentales se entiendan, quizá tenga que indicar el cuándo o el cómo. Convencer requiere dar razones que muestren el porqué, e
incluye la exposición de los hechos correspondientes. Refutar exige un conocimiento exacto de los dos lados de una cuestión, además
de un análisis detenido de las pruebas. Claro está, no solo procuramos emplear argumentos de peso, sino también exponerlos con
tacto. Motivar supone tocar el corazón de los oyentes, incentivarlos, infundirles el deseo de actuar en consonancia con lo que se dice.
Para ello son muy útiles los ejemplos de personas que hayan obrado así pese a afrontar diversas dificultades.
¿Ya está listo para empezar? No del todo. Piense en la cantidad de información que necesita. El tiempo suele ser un factor importante.
Si va a hablar en público, ¿de cuánto dispondrá? ¿De cinco minutos? ¿De cuarenta y cinco? ¿Está la duración ya fijada, como en las
reuniones de la congregación, o es más flexible, como en un estudio bíblico o una visita de pastoreo?
Por último, ¿qué fuentes de información están a su alcance? Aparte de las que tiene en casa, ¿hay más en la biblioteca del Salón del
Reino? ¿Le permitirían los hermanos que llevan muchos años sirviendo a Jehová examinar las que poseen? ¿Existe alguna biblioteca
pública cercana con obras de consulta que podría utilizar?
Las Escrituras, nuestra principal fuente de información
Si desea investigar el significado de un pasaje bíblico, empiece por la propia Biblia.
Examine el contexto. Pregúntese: “¿A quién se dirige el texto? De acuerdo con los versículos que lo enmarcan, ¿qué circunstancias
provocaron lo que se declara? ¿Cuál fue la actitud de los implicados?”. Estos detalles suelen ayudarnos a entender el pasaje y añaden
interés a los discursos.
Tomemos como ejemplo Hebreos 4:12, citado a menudo para referirse al poder de la Palabra de Dios, que llega al corazón de la gente
e influye en su vida. Pues bien, el contexto nos permite entender mejor esta verdad, ya que habla de las experiencias de los israelitas
en sus cuarenta años en el desierto, antes de entrar en la tierra que Jehová había prometido a Abrahán (Heb. 3:7–4:13). Lejos de estar
muerta, “la palabra de Dios” —la promesa de conducirlos a un lugar de descanso en virtud de Su pacto con aquel patriarca— estaba
muy viva y se encaminaba a su cumplimiento. Los israelitas tenían sobradas razones para cifrar su fe en ella. Sin embargo, una y otra
vez demostraron falta de fe cuando Jehová los condujo desde Egipto al monte Sinaí y luego a la Tierra Prometida. Sus reacciones ante
la forma en que Dios cumplió Su palabra revelaron lo que había en su corazón. Hoy, de igual modo, las promesas de la palabra de Dios
ponen de manifiesto lo que hay en el corazón de los hombres.
Busque las remisiones. Algunas Biblias cuentan con referencias marginales. ¿Las tiene la que usted posee? Si es así, pueden serle
útiles. Observe un ejemplo tomado de la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras. En 1 Pedro 3:6 se pone a Sara como
modelo para las esposas cristianas. Refuerza la idea una remisión a Génesis 18:12, donde se indica que ella llamaba señor a Abrahán
“dentro de sí”, señal de que su sumisión era sincera. Las referencias marginales, además de arrojar luz sobre el texto bíblico, lo dirigirán
a versículos que muestran el cumplimiento de una profecía bíblica o un patrón del pacto de la Ley. No obstante, tenga en cuenta que
no todas las remisiones pretenden dar esta clase de explicaciones, ya que quizá se limiten a conducirlo a pensamientos paralelos o a
datos biográficos o geográficos.
Utilice las concordancias bíblicas. Estas listas alfabéticas de palabras que aparecen en la Biblia lo dirigirán a versículos que aportan
información útil sobre el tema de su investigación, y en los que encontrará ejemplos del “modelo” de la verdad expuesto en la Palabra
de Dios (2 Tim. 1:13). La Traducción del Nuevo Mundo contiene un “Índice de palabras bíblicas” básico. La Gran Concordancia, editada
en varios idiomas, es mucho más completa, pues indica todos los versículos en que figuran los términos principales de la Biblia.
Aprenda a buscar en otras fuentes
En el recuadro de la página 33 se enumeran otras obras de consulta facilitadas por “el esclavo fiel y discreto” (Mat. 24:45-47). Muchas
de ellas cuentan con un índice, y con frecuencia poseen en sus últimas páginas una lista de palabras que le ayudará a encontrar la
información deseada. Además, en las revistas La Atalaya y ¡Despertad! aparece al final de cada año un índice con los artículos de los
últimos doce meses.
Si conoce el tipo de información que aporta cada una de estas publicaciones, el proceso de investigación le tomará menos tiempo.
Digamos, por ejemplo, que desea analizar aspectos referentes a las profecías, las doctrinas, la conducta cristiana o la aplicación de
principios bíblicos. En ese caso, es probable que encuentre en La Atalaya lo que busca. ¡Despertad! trata de los sucesos actuales, los
problemas de nuestro tiempo, la religión, la ciencia y los pueblos de diversas partes del mundo. En El hombre más grande de todos los
tiempos se comentan en orden cronológico todos los relatos evangélicos. Publicaciones como Apocalipsis... ¡se acerca su magnífica
culminación!, Prestemos atención a las profecías de Daniel y los dos volúmenes de Las profecías de Isaías, una luz para toda la
humanidad analizan versículo por versículo libros de la Biblia completos. En el manual Razonamiento a partir de las Escrituras se da
cumplida respuesta a centenares de preguntas bíblicas que suelen surgir en el servicio del campo. Si desea entender mejor otras
religiones, sus enseñanzas, origen y desarrollo, consulte El hombre en busca de Dios. El libro Los testigos de Jehová, proclamadores
del Reino de Dios refiere en detalle la historia moderna de los testigos de Jehová. En el último Anuario de los testigos de Jehová hallará
un informe reciente sobre la marcha de la predicación mundial de las buenas nuevas. La obra Perspicacia para comprender las
Escrituras es una enciclopedia y un atlas de la Biblia, una fuente magnífica si necesita datos adicionales sobre la gente, los lugares, los
objetos, los idiomas o los sucesos históricos relacionados con las Escrituras.
Índice de las publicaciones Watch Tower. Esta obra, editada en más de veinte idiomas, lo dirigirá a la información contenida en una
amplia variedad de publicaciones cristianas. Se divide en un índice de materias y otro de textos bíblicos. Para utilizar el primero, busque
en él una palabra que resuma el tema que quiere investigar. En cuanto al segundo, localice en la lista el texto que desea comprender
mejor. Si se ha publicado algo en su idioma respecto a dicho tema o texto bíblico en los años abarcados en el Índice, hallará una
relación de referencias que puede consultar. En sus primeras páginas se indica a qué publicaciones corresponden las abreviaturas
utilizadas (de este modo averiguará, por ejemplo, que w99 1/3 15 significa La Atalaya de 1999, número del 1 de marzo, pág. 15). Las
entradas principales como “Biografías de testigos de Jehová” y “Ministerio del campo” pueden serle útiles en la preparación de discursos
que motiven a la congregación.
Puesto que la investigación es una actividad muy absorbente, tenga cuidado de no desviarse de su objetivo; para ello, céntrese en él y
busque únicamente lo que necesita. Si el Índice lo conduce a cierta fuente, diríjase a las páginas citadas y válgase de los subtítulos y
las frases iniciales de los párrafos para encontrar la información que precise. Si indaga el significado de un versículo bíblico, empiece
por localizar la cita en la página indicada y luego examine los comentarios que la preceden y la siguen.
Watchtower Library en CD-ROM. Si dispone de computadora, podrá utilizar este disco compacto que contiene una gran cantidad de
nuestras publicaciones. El programa de búsqueda le permite localizar con facilidad palabras, combinaciones de palabras o citas bíblicas
en las obras incluidas en la Watchtower Library. En el caso de que no exista este programa en su lengua materna, tal vez conozca
algún idioma con difusión internacional en el que pueda consultarlo.
Otras bibliotecas teocráticas
En su segunda carta inspirada al joven Timoteo, Pablo le pidió que le llevara a Roma “los rollos, especialmente los pergaminos” (2 Tim.
4:13). El apóstol valoraba ciertos escritos y los guardaba, y usted puede hacer lo mismo. ¿Conserva sus ejemplares de La Atalaya,
¡Despertad! y Nuestro Ministerio del Reino, incluso después de estudiarlos en las reuniones de la congregación? Si así es, podrá
utilizarlos como fuentes de información junto con las demás publicaciones cristianas que haya adquirido. La mayoría de las
congregaciones disponen de una biblioteca teocrática en el Salón del Reino, accesible a todos los miembros de la congregación cuando
asisten a las reuniones que allí se celebran.
Lleve un archivo personal
Esté atento a los datos de interés que podría usar cuando hable en público o enseñe. Si en un periódico o revista encuentra una noticia,
estadística o ejemplo que crea útil para el ministerio, recorte o copie la información. Consigne la fecha, el nombre de la publicación, y
quizá el del autor o editor. En las reuniones de la congregación anote puntos e ilustraciones que podría utilizar para explicar la verdad al
prójimo. ¿Ha pensado alguna vez en una buena ilustración, pero no ha tenido ocasión de emplearla enseguida? Escríbala y guárdela en
un archivo. Cuando lleve algún tiempo en la Escuela del Ministerio Teocrático, ya habrá preparado varias asignaciones. Conserve las
notas de tales discursos, pues la investigación que ha realizado tal vez le sirva más adelante.
Hable con la gente
Las personas constituyen una valiosa fuente de información. Cuando Lucas recopiló su Evangelio, al parecer obtuvo muchos datos
hablando con testigos presenciales (Luc. 1:1-4). Es posible que un compañero cristiano lo ilumine sobre algún asunto que usted haya
tratado de indagar. Según Efesios 4:8, 11-16, Cristo emplea “dádivas en hombres” para que crezcamos “en el conocimiento exacto del
Hijo de Dios”. Los siervos de Jehová con experiencia tal vez le den ideas útiles. En la conversación con los demás también puede
aflorar lo que piensan, y ello le permitirá preparar intervenciones realmente prácticas.
Evalúe los resultados
Una vez cosechado el trigo, hay que quitarle la cáscara al grano. Lo mismo sucede con el fruto de nuestra investigación. Antes de
utilizarlo, debe separarse lo que es valioso de lo que resulta superfluo.
Si va a emplear la información en un discurso, pregúntese: “¿Realmente aporta algo este punto? ¿O, aunque es interesante, podría
desviar la atención del tema?”. Si piensa incluir sucesos o datos actuales de los cambiantes campos de la ciencia o la medicina,
cerciórese de que estén al día. Tenga presente, además, que algunos aspectos tratados en nuestras publicaciones menos recientes
quizá se hayan revisado, de modo que examine lo último que se haya publicado sobre el asunto.
En particular, sea cauteloso si recopila datos de fuentes seglares. No olvide que la Palabra de Dios es la verdad (Juan 17:17). Dado el
papel clave de Jesús en el propósito divino, Colosenses 2:3 declara: “Cuidadosamente ocultados en él están todos los tesoros de la
sabiduría y del conocimiento”. Evalúe los frutos de su investigación desde esta perspectiva. Respecto a la información que encuentre en
obras seglares, pregúntese: “¿Es exagerada, especulativa o estrecha de miras? ¿Está escrita con fines egoístas o comerciales? ¿La
apoyan otras fuentes autorizadas? Y, sobre todo, ¿armoniza con la verdad bíblica?”.
Proverbios 2:1-5 anima a buscar el conocimiento, el entendimiento y el discernimiento “como a la plata, y como a tesoros escondidos”.
Ello supone trabajo, pero también muchas recompensas. Aunque requiere esfuerzo, la investigación le permitirá averiguar lo que
Jehová piensa sobre los asuntos, corregir las ideas erróneas y afianzar su comprensión de la verdad. Además, dará sustancia y vida a
sus discursos, de modo que serán una fuente de placer tanto para usted como para su auditorio.

* Km 12/00 pag 1 parr 2


2
Estudio personal y asistencia a las reuniones. ¿Cómo fue que creció en nosotros el amor a Dios y al prójimo cuando conocimos la
verdad? ¿No fue por todo lo que aprendimos sobre Jehová al estudiar las Escrituras? (1 Juan 4:16, 19.) Entonces, para que nuestro
amor “abunde todavía más y más con conocimiento exacto y pleno discernimiento”, tenemos que seguir adquiriendo conocimiento
exacto, explorando “las cosas profundas de Dios” (Fili. 1:9-11; 1 Cor. 2:10)

* Km 11/11 pag 1 parr 4


4
Persevere. Satanás hará todo lo posible por “llev[arse] la palabra” que ha sido plantada en el corazón de la gente (Mar. 4:14, 15). Por
eso, si no vuelve a encontrar en casa a las personas interesadas, no se rinda. ¿Podría dejarles una notita o enviarles una carta? Cierta
precursora empezó un estudio bíblico con una señora en la puerta de su casa, pero no volvió a encontrarla; así que le envió una carta.
Cuando por fin la halló, la mujer le dijo que su amable gesto la había conmovido profundamente. Regar las semillas de la verdad nos
permitirá sentir la dicha de verlas germinar, crecer y dar “fruto de a treinta y a sesenta y a ciento por uno” (Mar. 4:20).

* Km 12/13 pag 1
1
Cuando vamos a una comida, por lo general quien nos invita prepara algo para abrirnos el apetito. De modo parecido, para despertar
en la gente el interés por el mensaje bíblico, debemos dedicar tiempo y esfuerzo a preparar buenas introducciones (Prov. 15:28).
La duración o el contenido de una introducción no es lo único que determina su eficacia. Entonces, ¿qué debemos tener en cuenta a la
hora de preparar una introducción?
2
Lo que le interesa a la gente. Si nuestra introducción no despierta interés, es posible que la persona ponga fin a la conversación. Así
que pensemos en qué temas le interesan a la gente de nuestro territorio. ¿Anhelan un mejor gobierno? ¿Desean tener una familia feliz?
¿Quieren ver el fin de la guerra? Como a muchas personas les gusta dar su opinión, convendría hacerles una pregunta que las mueva a
expresarse. Tal vez podamos adaptar una de las presentaciones que aparecen en Nuestro Ministerio del Reino. ¿Qué tal si practicamos
algunas introducciones en la Noche de Adoración en Familia?
3
La cultura y las creencias de las personas. En algunos lugares se espera que expliquemos enseguida el motivo de nuestra visita.
Sin embargo, en otros hay que cumplir primero con ciertas formalidades, como preguntarle a la persona qué tal está y conversar un
poco. En zonas donde la gente respeta la Biblia, quizá podamos referirnos a ella desde un principio (Hech. 2:14-17). Pero donde
no haya muchos cristianos o donde las personas no sean creyentes, tal vez sea preferible mencionar la Biblia en una visita posterior
(Hech. 17:22-31).
4
Las frases iniciales. Debemos elegir con cuidado las primeras palabras que pronunciemos. Lo mejor suele ser usar frases breves y
sencillas. Pero no solo hay que fijarse en lo que decimos sino también en cómo lo decimos. Seamos entusiastas y positivos.
Recordemos que una sonrisa cálida y sincera inspira confianza. Seguir estas sugerencias nos permitirá preparar introducciones que
abran el apetito por lo que hay en “la mesa de Jehová” (1 Cor. 10:21).

* Km 1/92 pag 8 parr 1-5


1
¿Cuál es la parte más importante de su presentación de casa en casa? La mayoría de nosotros concordaría en que es la introducción.
Si uno no puede despertar el interés del amo de casa durante los primeros 30 segundos, es probable que este ponga fin a la
conversación.
2
¿Qué factores debe considerar al preparar una introducción eficaz? Analice las costumbres y necesidades de las personas del
territorio. ¿Se acostumbra intercambiar saludos al principio de la conversación, o se espera que usted vaya al grano inmediatamente?
¿Hay muchos matrimonios jóvenes en su territorio? ¿Qué les interesa o preocupa a ellos? ¿Están las personas del vecindario al
corriente de los problemas a los que se encara la humanidad?
Puede que capte su atención al decirles algo como esto:
▪ “Buenos días. Me llamo ______. Me preocupa cuando leo acerca de personas que mueren de hambre o debido a guerras. ¿Cuál es su
opinión al respecto?”. Otras preguntas útiles para comenzar una conversación son: “¿Cuál es la solución a los problemas del mundo?”,
“¿cree usted que hay alguien que pueda eliminar de la Tierra los problemas de hoy?”, “¿qué hay si hubiera un gobernante con las
capacidades que se mencionan en Isaías 9:6, 7? [lea y comente sobre este texto] ”.
3
En algunos territorios las personas se preocupan más por su propia familia que por los asuntos del mundo, como la paz mundial.
Pudiera despertar el interés de ellas al preguntarles:
▪ “¿Cómo cree que será la vida de usted y de su familia en diez años? Lo que la Biblia dice en cuanto al futuro es muy animador porque
predice la venida de un gobernante que reinará de acuerdo con normas perfectas. Note lo que dice acerca de él Isaías 9:6, 7”.
4
¿Vive usted en una zona donde la gente está muy preocupada por el delito y la seguridad? Algunos quizás escuchen el mensaje si
usted emplea la primera introducción bajo “Delito/Seguridad” en la página 11 del libro Razonamiento.
Usted podría decir:
▪ “¡Hola! Estamos considerando con la gente el asunto de la seguridad personal. Se cometen muchos delitos por todas partes, y eso
afecta nuestra vida”. Luego, una pregunta como: “¿Qué solución hay?” o “¿cree usted que hay alguien que pueda eliminar de la Tierra
estos problemas?” o “¿qué hay si hubiera un gobernante con la capacidad de hacer eso?” podría ayudar a entablar una conversación.
Entonces pudiera leer Isaías 9:6, 7.
5
Todos —incluso los jóvenes de edad escolar— podemos hacer estas presentaciones sencillas en las que se usa un texto bíblico. De
hecho, tal vez quiera usar una de estas al ofrecer las revistas. Recuerde, nuestra meta es determinar el grado de interés del amo de
casa antes de ofrecerle literatura. ¿No cree usted que esta presentación bíblica es una excelente manera de discernir si la persona
manifiesta interés genuino en el mensaje o no? Estamos seguros de que muchos disfrutarán de usar estas presentaciones en enero,
tanto al ofrecer las revistas como al presentar la oferta del mes.
1
Para ser eficientes en nuestro ministerio se requiere preparación, así, cuando visitemos de nuevo a las personas que inicialmente
mostraron interés en la verdad, podremos reavivar su interés y continuar con nuestra conversación. ¿Cómo pudiéramos hacer esto?
2
Puesto que los cristianos verdaderos se interesan sinceramente en otras personas, usted pudiera mencionar algo que haya aprendido
sobre el amo de casa en la visita anterior.
A alguien que haya expresado su preocupación por el aumento del delito, usted pudiera decir:
▪ “La última vez que hablamos usted mencionó que le preocupaba el notable aumento del desafuero. ¿Cree usted que el tener más
policías resolvería el problema?”.
Si alguien expresó inquietud debido a los acontecimientos recientes en la situación mundial, usted pudiera decir:
▪ “La última vez que hablamos usted dijo algo interesante sobre la falta de paz en el mundo. ¿Cree usted que los líderes del mundo
traerán un nuevo orden mundial?”.
A la persona a quien preocupe el egoísmo que ve en otros, usted pudiera decir:
▪ “La última vez que hablamos usted hizo resaltar un punto excelente sobre la avaricia que vemos en la gente en general. ¿Cómo cree
usted que Dios considera a los codiciosos? [Permita que responda.] Mire lo que la Biblia dice en Efesios 5:5”.
3
Otras declaraciones que han resultado eficaces son:
▪ “Disfruté mucho de la última conversación que tuvimos, así que busqué información sobre este breve pensamiento que muestra que
Jehová se da cuenta del aprieto en que se hallan los que no tienen hogar. Mire lo que dice Isaías 65:21-23”.
▪ “Disfruté de su comentario en cuanto a que la humanidad necesita mejor gobernación.”
▪ “Usted hizo una pregunta interesante en cuanto a si todas las religiones tienen la aprobación de Dios.”
▪ “Lo que usted dijo sobre la predestinación verdaderamente me hizo pensar.”
▪ “Reflexioné en la conversación que tuvimos y hay un punto en el libro El Hombre más grande de todos los tiempos que creo que le va
a interesar [puede mostrar al amo de casa puntos que haya seleccionado del libro].” Introducciones como esas muestran que valoramos
la conversación anterior y que nos interesa hablar otra vez con el amo de casa.
4
Antes de hacer la revisita, medite en lo que va a decir. Ajuste su presentación a cada persona.
5
Si la persona a quien visitamos está ocupada, todavía podemos ser eficientes mediante decir:
▪ “Sé que está ocupada, pero aquí hay un pensamiento en el que puede meditar mientras termina su trabajo [lea Mateo 5:3]”.
O, pudiera decir:
▪ “Apunté estos tres textos bíblicos para usted. Puesto que este no es el tiempo apropiado para hablar, permítame dejarlos, y cuando
regrese me gustaría tomar cinco minutos de su tiempo para considerarlos con usted”.

* Km 1/92 pag 8 parr 6


6
Si emplea eficazmente los primeros 30 segundos de su visita, tanto por su porte como por su introducción, es probable que logre la
meta importante de captar la atención del amo de casa
6
Introducciones negativas que se deben evitar: Por lo general, las preguntas que puedan resultar en respuestas negativas o que
incomoden al amo de casa no producen buenos resultados. Por ejemplo: “¿Leyó la información que le dejé?”, “¿tiene alguna
pregunta?”, “¿se acuerda de mí?”, “regresé para ver si usted todavía está interesado en hablar sobre el propósito de Dios para la
Tierra”.

* Km 9/90 pag1
Honre al Creador de todas las cosas
1
En el siglo XIX, Satanás tramó un ardid dañino para cegar a la humanidad... la teoría de la evolución. (2 Cor. 4:4.) Esa teoría niega por
completo el relato bíblico de la creación y de la caída del hombre en pecado. Haría que el sacrificio de rescate de Jesús y las
enseñanzas bíblicas sobre el Reino y la vida eterna no tuvieran significado alguno. Además, esa teoría prepara el camino para la
violencia, la guerra, la inmoralidad sexual y toda clase de desafuero. ¿Quién advertirá a la humanidad de los peligros de esa enseñanza
mortífera?
2
En septiembre podremos hacerlo, pues nos ocuparemos en proclamar a Jehová como Creador. Ofreceremos el libro La vida... ¿cómo
se presentó aquí? ¿Por evolución, o por creación? en el ministerio de casa en casa, en la obra en las calles, durante los recesos en el
empleo seglar y en la escuela. Queremos que todos sepan cuánto deshonra al Creador del hombre la teoría de la evolución.
DÉ UN TESTIMONIO EFICAZ
3
Al testificar informalmente o de casa en casa, quizás desee comenzar una conversación por medio de citar informes periódicos
relacionados con la opinión enérgica de algunas personas sobre el tema de la evolución. Se han hecho numerosos comentarios con
relación a si se debería enseñar la teoría de la evolución en las escuelas públicas. Aunque alguien haya leído o escuchado mucho sobre
argumentos relacionados, y hasta debates acalorados sobre el asunto, sin duda hallará interesante una declaración franca de la Biblia
que tenga que ver con este tema. Luego, mencione lo que se declara en Hebreos 3:4. Lea el texto y comente brevemente sobre él.
4
Si al parecer la persona tiene inclinación religiosa, pudiera mencionar que personas religiosas, así como las que creen en la evolución,
a menudo atribuyen a una “Naturaleza” impersonal, o a la “Madre Naturaleza” personificada, la fuerza creativa detrás de todas las cosas
maravillosas que vemos a nuestro alrededor. Pero la Biblia no deja sin identificar a nuestro Magnífico Benefactor y Creador de este
asombroso universo. Dirija la atención a Revelación 4:11. Después de leer el texto, la persona tal vez desee expresarse al respecto.
Usted pudiera enlazar uno o dos puntos específicos del libro Creación y, si es apropiado, animarla a que lo lea.
EN LA ESCUELA
5
Al comenzar el nuevo año escolar, todos ustedes, siervos jóvenes de Jehová, querrán repasar el libro Creación y considerar diferentes
maneras de despertar el interés de sus condiscípulos y maestros. Algunos han hallado que el simplemente dejar la publicación sobre el
pupitre resulta en consideraciones. Otros han abordado a maestros y directores de escuela sobre el tema de la creación y han colocado
muchos libros de esa manera.
6
A todos nos regocija la perspectiva de vivir en un mundo donde todos honren a Jehová. En la Revelación, Juan vió a magníficas
criaturas de espíritu inclinarse ante Jehová y proclamar: “Digno eres tú, Jehová, nuestro Dios mismo, de recibir la gloria y la honra y el
poder, porque tú creaste todas las cosas, y a causa de tu voluntad existieron y fueron creadas”. (Rev. 4:11.) ¡Que en septiembre
hagamos eco de esas palabras en nuestro ministerio!
Conozca mejor las nuevas publicaciones
1
Dos nuevas publicaciones, un libro y un folleto, se han añadido a nuestra abundante provisión de alimento espiritual. Estas nuevas
publicaciones, presentadas en las Asambleas de Distrito “Lenguaje Puro”, de seguro tendrán un gran impacto en nuestro ministerio del
campo, además de ayudarnos a todos a hablar el lenguaje puro con mayor claridad. (Sof. 3:9.)
2
Al presentar el nuevo folleto, el orador dijo: “En el ministerio del campo con frecuencia se nos pregunta por qué no aceptamos sangre.
Para ayudarles a contestar esa pregunta, es un gozo presentarles este nuevo folleto de tamaño de revista ¿Cómo puede salvarle la vida
la sangre?”. ¿Ha sacado provecho de esa información vital por medio de leerla cuidadosamente? Es importante que lo haga a fin de
fortalecer su fe y estar preparado para ayudar a otros a entender el punto de vista cristiano de la sangre. (Hech. 15:28, 29.)
3
La información del folleto, la cual se ha documentado a cabalidad, lo equipará aún mejor para explicar a cualquier médico su posición y
sus deseos al respecto. Sin embargo, este nuevo folleto no es para médicos o abogados únicamente. Se preparó y escribió
especialmente para el público. Notará que su doble propósito hace de él un instrumento muy valioso para usarlo en este tiempo. Se
sugiere que siempre lleve uno o dos ejemplares consigo en el campo. Use a plenitud esta valiosa información para su beneficio
personal y para ayudar a otros a mostrar el debido respeto por la sangre.

* Jr pag 38 parr 13,14


13
En ocasiones, Jehová ordenó a Jeremías que anunciara mensajes proféticos desde las puertas del templo o las de Jerusalén (Jer.
7:2; 17:19, 20). Así podría comunicar la palabra divina a más personas y, puesto que muchos —como los hombres prominentes de la
ciudad y los mercaderes— acostumbraban a entrar y salir por la misma puerta, podría hablar con algunos repetidas veces para
ayudarlos a comprender lo que habían oído antes. ¿No nos enseñan estos pasajes que debemos volver a visitar a las personas
interesadas?
14
Jeremías era consciente de que muchas vidas dependían de su labor como profeta de Dios. Cierta vez no pudo cumplir la orden
divina de hablar al pueblo; entonces mandó en su lugar a su amigo Baruc (léase Jeremías 36:5-8). ¿Cómo podemos copiar este
modelo? Cuando prometemos volver a visitar a alguien, ¿cumplimos nuestra palabra? Si no nos es posible acudir a una cita con una
persona interesada o con un estudiante de la Biblia, ¿enviamos a alguien en nuestro lugar? Jesús dijo: “Signifique su palabra Sí, Sí”
(Mat. 5:37). Cumplir nuestros compromisos es de suma importancia, pues representamos al Dios de la verdad y el orden (1 Cor.
14:33, 40).

* bt pag 90 parr 13
13
Nosotros también queremos ganarnos el interés de las personas a quienes predicamos. ¿Cómo podemos seleccionar temas que les
atraigan? Entre otras cosas, teniendo presente su formación religiosa. Por ejemplo, si conocen las Escrituras, podemos citarles pasajes
que les resulten familiares, e incluso pedirles que los lean de su propia Biblia. En todo caso, busquemos siempre la forma de tocar el
corazón de la gente.

* W03 15/11 pag 14 parr 5


5
¡Figúrese! Con su hábil defensa, Pablo logró que el penetrante poder de la Palabra de Dios influyera en un gobernante (Hebreos 4:12).
¿Por qué fue tan eficaz su exposición? ¿Y qué podemos aprender del apóstol que nos ayude en nuestra labor de hacer discípulos?
Cuando analizamos sus palabras, dos elementos sobresalen claramente: 1) fue persuasivo y 2) empleó con habilidad su conocimiento
de la Palabra de Dios, como el artesano que maneja con destreza una herramienta.

* be pag 222 parr 2


Es posible obtener buenos resultados incluso cuando la brusquedad o hasta la grosería del amo de casa interrumpen la visita. Tenga
presentes los consejos de Mateo 10:12, 13 y Romanos 12:17, 18. Su respuesta apacible tal vez consiga que él cambie de opinión
respecto a los testigos de Jehová, lo que, ya de por sí, sería un magnífico resultado.

 LECCION 13 (a)

* It-2 pag 1001 parr 5


Sobre todo después de la muerte y resurrección de Jesús, su título Señor cobró un gran significado. Por medio de su muerte
sacrificatoria, compró a sus seguidores, lo que lo convirtió en su Dueño. (Jn 15:13, 14; 1Co 7:23; 2Pe 2:1; Jud 4; Rev 5:9, 10.) También
era su Rey y Novio, a quien ellos estaban sujetos como su Señor. (Hch 17:7; Ef 5:22-27; compárese con Jn 3:28, 29; 2Co 11:2; Rev
21:9-14.) Para recompensar la fidelidad de su Hijo hasta el punto de morir una muerte vergonzosa en un madero, “Dios lo ensalzó a un
puesto superior y bondadosamente le dio el nombre que está por encima de todo otro nombre, para que en el nombre de Jesús se
doble toda rodilla de los que están en el cielo y de los que están sobre la tierra y de los que están debajo del suelo, y reconozca
abiertamente toda lengua que Jesucristo es Señor, para la gloria de Dios el Padre”. (Flp 2:9-11.) El reconocer a Jesucristo como Señor
significa más que simplemente llamarle “Señor”. Requiere que se reconozca su posición y se siga un proceder de obediencia.
(Compárese con Jn 14:21.) Jesús mismo dijo: “No todo el que me dice: ‘Señor, Señor’, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace
la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. (Mt 7:21.)

* cf pag 163-171
6
¡Qué animador es saber que Jesús no perdió las esperanzas con sus apóstoles! Su paciencia terminó dando fruto, y estos fieles
hombres aprendieron la importancia de ser humildes y estar vigilantes (1 Pedro 3:8; 4:7). ¿Cómo podemos imitar a Jesús en nuestras
relaciones con otras personas? Los ancianos en particular han de ser pacientes con el rebaño. Por ejemplo, quizás un hermano aborde
con sus problemas a un anciano que esté agotado o absorto en sus propias preocupaciones. O puede que a veces quienes necesitan
ayuda tarden en aplicar el consejo. A pesar de todo, los ancianos pacientes instruyen “con apacibilidad” y “[tratan] al rebaño con ternura”
(2 Timoteo 2:24, 25; Hechos 20:28, 29). También los padres deben copiar la paciencia de Jesús, pues hay momentos en que los hijos
no siguen de inmediato sus consejos e instrucciones. Pero el amor y la paciencia les ayudarán a no darse por vencidos. Recuerden que
su paciencia puede rendir grandes frutos (Salmo 127:3).
Atendió sus necesidades
7
El amor se demuestra con actos generosos (1 Juan 3:17, 18). “No busca sus propios intereses.” (1 Corintios 13:5.) El amor impulsó a
Jesús a atender las necesidades físicas de sus discípulos, y muchas veces lo hizo incluso antes de que ellos se lo pidieran. Cuando vio
que estaban cansados, los invitó a ir “a un lugar solitario [para que descansaran] un poco” (Marcos 6:31). Cuando notó que tenían
hambre, tomó la iniciativa para alimentarlos a ellos y a millares de personas que habían ido a escuchar sus enseñanzas (Mateo
14:19, 20; 15:35-37).
8
Jesús también reconoció las necesidades espirituales de sus discípulos y las satisfizo (Mateo 4:4; 5:3). A menudo dirigió sus
enseñanzas a estos en particular. Así, pronunció el Sermón del Monte sobre todo para el provecho de ellos (Mateo 5:1, 2, 13-16).
Cuando enseñaba con ilustraciones y ejemplos, “privadamente explicaba a sus discípulos todas las cosas” (Marcos 4:34). A fin de que
estuvieran bien nutridos espiritualmente durante los últimos días, predijo que nombraría a un “esclavo fiel y discreto”. Este esclavo fiel,
constituido por un pequeño grupo de hermanos de Jesús ungidos por espíritu que viven en la Tierra, ha estado repartiendo “alimento
[espiritual] al tiempo apropiado” desde el año 1919 (Mateo 24:45).
9
El día de su muerte, Jesús demostró de manera conmovedora su interés por el bienestar espiritual de sus seres queridos. Imagínese
la escena. Jesús está clavado en el madero sufriendo un dolor sumamente intenso. Es muy posible que para tomar aire tenga que
empujarse hacia arriba con los pies, lo que sin duda le provoca un dolor terrible, pues el peso del cuerpo le desgarra las heridas de los
clavos en los pies y la madera le roza la espalda destrozada por los azotes. El acto de hablar, que le exige controlar la respiración, debe
de resultarle muy difícil y penoso. Pese a ello, justo antes de morir pronuncia unas palabras que demuestran el gran amor que siente
por su madre, María. Al verla a ella y a su lado al apóstol Juan, dice con voz suficientemente fuerte como para que los presentes lo
oigan: “Mujer, ¡ahí está tu hijo!”. Luego dice a Juan: “¡Ahí está tu madre!” (Juan 19:26, 27). Jesús sabía que el fiel apóstol cuidaría
no solo del bienestar físico de María, sino también de su bienestar espiritual.
10
Reflexionar sobre el ejemplo de Jesús es muy provechoso para los padres. El padre que de verdad ama a su familia le proporciona lo
necesario en sentido material (1 Timoteo 5:8). Además, de vez en cuando, los cabezas de familia equilibrados y bondadosos dedican
tiempo al descanso y el esparcimiento familiar. Pero lo más importante de todo es que satisfacen las necesidades espirituales de sus
hijos. ¿De qué manera? Estudiando la Biblia regularmente con ellos y haciendo que las sesiones de estudio sean animadoras y
agradables (Deuteronomio 6:6, 7). Con su palabra y ejemplo les enseñan que el ministerio es una labor muy importante, y que
prepararse para las reuniones y asistir a ellas es una parte esencial de las actividades espirituales (Hebreos 10:24, 25).
Estuvo dispuesto a perdonar
11
El perdón es una faceta del amor (Colosenses 3:13, 14). El amor “no lleva cuenta del daño”, dice 1 Corintios 13:5. En repetidas
ocasiones, Jesús enseñó a sus discípulos la importancia del perdón. Los exhortó a perdonar diciéndoles: “No te digo: Hasta siete veces,
sino: Hasta setenta y siete veces”, o sea, sin límite (Mateo 18:21, 22). Les enseñó que hay que perdonar al pecador que, tras una
reprensión, muestra que está arrepentido (Lucas 17:3, 4). Pero Jesús no era como los fariseos hipócritas, que enseñaban solo de
palabra; él también enseñaba con el ejemplo (Mateo 23:2-4). Veamos cómo mostró su disposición a perdonar incluso cuando un amigo
de confianza le falló.
12
Jesús tenía una relación muy estrecha con el apóstol Pedro, un hombre de carácter afectuoso, aunque a veces algo impulsivo.
Conociendo sus virtudes, Jesús le concedió privilegios especiales. Por ejemplo, junto con Santiago y Juan, Pedro fue testigo presencial
de algunos milagros que el resto de los doce apóstoles no vieron (Mateo 17:1, 2; Lucas 8:49-55). Y como mencionamos antes, estuvo
entre los que se adentraron con el Maestro en el jardín de Getsemaní la noche que lo apresaron. Sin embargo, esa misma noche,
cuando Jesús fue traicionado y arrestado, Pedro y los otros apóstoles lo abandonaron y huyeron. Más tarde, Pedro tuvo la valentía de ir
al lugar donde Jesús estaba siendo sometido a un juicio ilegal, y se quedó fuera. Pero el temor lo empujó a cometer un grave error:
¡mintió tres veces cuando afirmó que ni siquiera lo conocía! (Mateo 26:69-75.) ¿Cómo reaccionó Jesús? ¿Qué habría hecho usted si un
amigo íntimo le hubiera fallado de esa forma?
13
Jesús estuvo dispuesto a perdonar a Pedro. Sabía que este se sentía profundamente abatido por el peso de su pecado; de hecho, tan
desconsolado estaba el arrepentido apóstol que “rompió a llorar” (Marcos 14:72). El día de su resurrección, el Maestro se le apareció,
sin duda para consolarlo y tranquilizarlo (Lucas 24:34; 1 Corintios 15:5). Y menos de dos meses después lo honró permitiendo que fuera
él quien saliera a dar un testimonio a la multitud congregada en Jerusalén el día de Pentecostés (Hechos 2:14-40). Recordemos,
asimismo, que Jesús no guardó resentimiento contra los apóstoles por haberlo abandonado. Al contrario: después que hubo resucitado,
siguió llamándolos “mis hermanos” (Mateo 28:10). ¿No es obvio, pues, que Jesús hizo más que solo enseñar de palabra a perdonar?
14
Como discípulos de Cristo, necesitamos aprender a perdonar. ¿Por qué? Porque a diferencia de Jesús, somos imperfectos, así como
también lo son quienes pecan contra nosotros. Todos tropezamos de vez en cuando, sea con palabras o con acciones (Romanos 3:23;
Santiago 3:2). Si perdonamos con misericordia cuando hay justificación para ello, abrimos el camino para que Dios nos perdone a
nosotros (Marcos 11:25). ¿Cómo, entonces, demostramos que estamos dispuestos a perdonar a los demás? En muchos casos, el amor
nos impulsará a simplemente pasar por alto sus pequeñas faltas (1 Pedro 4:8). Cuando alguien nos ofende pero se arrepiente con
sinceridad, como lo hizo Pedro, hacemos bien en imitar la disposición de Jesús a perdonar. En lugar de guardar rencor, es mejor
librarse del resentimiento (Efesios 4:32). Así contribuimos a la paz de la congregación y a nuestra propia tranquilidad mental (1 Pedro
3:11).
Confió en ellos
15
El amor y la confianza van de la mano. El amor “todas [las cosas] las cree” (1 Corintios 13:7). El amor motivó a Jesús a confiar en sus
discípulos pese a que eran imperfectos. Así lo hizo porque sabía que en el fondo amaban profundamente a Jehová y querían hacer la
voluntad divina. Y aun cuando cometieron errores, no les atribuyó malos motivos. Por ejemplo, cuando Santiago y Juan persuadieron a
su madre para que le pidiera a Jesús que los dejara sentar a su lado en su Reino, él no cuestionó la lealtad de ellos ni les retiró su
nombramiento como apóstoles (Mateo 20:20-28).
16
Como prueba de su confianza, Jesús delegó en sus discípulos varias responsabilidades. Así, las dos veces que multiplicó
milagrosamente los panes y los peces para alimentar a la muchedumbre, les asignó la tarea de distribuirlos (Mateo 14:19; 15:36).
Cuando preparaba su última Pascua, envió a Pedro y a Juan a Jerusalén para que lo dejaran todo listo. Ellos se encargaron, entre otras
cosas, del cordero, el vino, el pan sin levadura y las hierbas amargas. Este no era un trabajo servil, pues celebrar la Pascua
debidamente era un requisito de la Ley mosaica, y Jesús estaba obligado a obedecerla. Además, esa noche Jesús utilizó el vino y el
pan sin levadura como símbolos al instituir la Conmemoración de su muerte (Mateo 26:17-19; Lucas 22:8, 13).
17
Jesús consideró apropiado encomendar a sus discípulos responsabilidades aún mayores. Como ya hemos indicado, delegó en un
pequeño grupo de sus seguidores ungidos en la Tierra la gran tarea de suministrar alimento espiritual (Lucas 12:42-44). Recordemos
también que dejó en manos de sus discípulos la importantísima comisión de predicar y enseñar (Mateo 28:18-20). Aun ahora, pese a
ser invisible y gobernar desde el cielo, encarga el cuidado de la congregación a hombres espiritualmente capacitados que constituyen
verdaderas “dádivas” (Efesios 4:8, 11, 12).
18
¿De qué manera podemos seguir el ejemplo de Jesús al relacionarnos con los demás? Tener confianza en nuestros hermanos
espirituales es una expresión de nuestro amor. No olvidemos que el amor se centra en lo positivo, y no en lo negativo. Cuando otros nos
decepcionen —lo que de seguro pasará alguna que otra vez—, el amor evitará que nos apresuremos a atribuirles malas intenciones
(Mateo 7:1, 2). Si vemos a nuestros hermanos de manera positiva, los trataremos de una forma que edifique y no que derribe
(1 Tesalonicenses 5:11).
19
¿Cómo podemos imitar la disposición de Jesús a delegar? Es bueno que quienes dirigen la congregación deleguen en otros
hermanos tareas adecuadas y útiles, confiando en que estos pondrán todo su empeño en realizarlas. Así, los ancianos con experiencia
pueden dar la capacitación que es tan necesaria y valiosa a los jóvenes que están “procurando” ayudar en la congregación (1 Timoteo
3:1; 2 Timoteo 2:2). Dicha capacitación es esencial, pues a medida que Jehová siga acelerando el crecimiento de la obra del Reino,
será necesario preparar a más hermanos (Isaías 60:22).
20
Jesús nos dejó un maravilloso ejemplo de cómo demostrar amor a otras personas. Aunque hay muchas formas en que podemos
seguirlo, la más importante es imitando su amor. En el siguiente capítulo hablaremos de su mayor expresión de amor por nosotros: su
disposición a entregar su propia vida.

* W09 15/9 pags 9-20


9
Jesús dijo que él era “humilde de corazón” y apacible, y la apacibilidad forma parte del fruto del espíritu santo de Dios. De modo que
necesitamos espíritu santo para imitar bien a Jesús; no basta con estudiar su ejemplo. Pidámosle a Jehová su espíritu y esforcémonos
por cultivar el fruto que este produce: “amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad [y] autodominio” (Gál.
5:22, 23). Si seguimos el ejemplo de humildad y apacibilidad que nos dejó Jesús, contaremos con el favor de nuestro Padre celestial.
Jesús trató con bondad a la gente
10
Otro aspecto del fruto del espíritu es la bondad. Jesús siempre trató a la gente con bondad. Él “recibió amablemente” a todos aquellos
que querían acercarse a él (léase Lucas 9:11). ¡Cuánto podemos aprender de su ejemplo! La persona bondadosa es amable,
compasiva, generosa y amigable. Y así era Jesús. Él sentía compasión por las personas “porque estaban desolladas y desparramadas
como ovejas sin pastor” (Mat. 9:35, 36).
11
Pero Jesús no solo sintió compasión por las personas; también hizo mucho por ayudarlas. Veamos el ejemplo de una mujer que
llevaba doce largos años sufriendo hemorragias. Ella sabía que, de acuerdo con la Ley mosaica, su enfermedad la hacía
ceremonialmente inmunda a ella, así como a cualquiera que la tocara (Lev. 15:25-27). No obstante, lo que había escuchado sobre
Jesús y sobre su manera de tratar a los demás de seguro la convenció de que él la curaría. Pensó: “Si toco nada más que sus prendas
de vestir exteriores, recobraré la salud”. Armándose de valor, se acercó a él, lo tocó y de inmediato sintió que había sido curada.
12
Jesús se dio cuenta de que alguien lo había tocado y miró a su alrededor para ver quién había sido. La mujer, temiendo quizás que él
se hubiera enojado con ella por haber violado la Ley, cayó temblando a sus pies y le dijo toda la verdad. ¿La reprendió Jesús? Todo lo
contrario; la tranquilizó diciéndole: “Hija, tu fe te ha devuelto la salud. Ve en paz” (Mar. 5:25-34). ¡Qué aliviada debió de sentirse esta
pobre mujer al oír esas afectuosas palabras!
13
A diferencia de los insensibles fariseos, Jesús nunca usó su autoridad para imponer cargas a los demás (Mat. 23:4). En vez de eso,
les enseñó con cariño y paciencia las normas de Jehová. Sus discípulos veían en él a un compañero afectuoso, a un verdadero amigo
(Pro. 17:17; Juan 15:11-15). Hasta los niños se sentían a gusto con Jesús, y él con ellos. Nunca estuvo demasiado ocupado como para
dedicarles tiempo. En una ocasión, los discípulos, actuando con los aires de superioridad tan comunes entre los líderes religiosos,
trataron de impedir que los padres le trajeran sus hijos a Jesús para que él los bendijera. Pero a él no le gustó nada lo que hicieron, así
que les dijo: “Dejen que los niñitos vengan a mí; no traten de detenerlos, porque el reino de Dios pertenece a los que son así”.
Entonces, se valió de los niños para enseñarles una lección a sus discípulos: “En verdad les digo: El que no reciba el reino de Dios
como un niñito, de ninguna manera entrará en él” (Mar. 10:13-15).
14
Imagínese lo que algunos de esos niños sintieron años después, ya de adultos, al recordar que Jesús los había tomado en sus brazos
y los había bendecido (Mar. 10:16). Hoy día, los niños del pueblo de Dios reciben los cuidados y el interés sincero de los ancianos y de
otros miembros de la congregación, y cuando crezcan también recordarán con cariño toda esa atención. Lo que es más importante:
estos niños aprenden desde pequeños que el espíritu santo de Jehová está con su pueblo.
Seamos amables en un mundo cruel
15
En la actualidad, mucha gente cree que está demasiado ocupada para ser amable con los demás, lo cual promueve las actitudes
egoístas a las que nos vemos expuestos todos los días en la escuela, el trabajo, la calle y el ministerio. Aunque esas actitudes
seguramente nos hacen sentir mal, no deberían sorprendernos. Después de todo, Pablo advirtió por inspiración divina que en estos
“últimos días” los cristianos verdaderos tendrían que vivir entre quienes serían “amadores de sí mismos” y no tendrían “cariño natural”
(2 Tim. 3:1-3).
16
¡Qué diferente es el ambiente que reina en la congregación cristiana! Todos los que imitamos a Jesús contribuimos a preservar dicho
ambiente. ¿De qué manera? Para empezar, damos ayuda y ánimo a los muchos hermanos que tienen que lidiar con enfermedades y
otras circunstancias difíciles. Aunque los problemas se están agravando en estos “últimos días”, en realidad no son nuevos. Ya en la
antigüedad, los cristianos tenían que enfrentarse a situaciones parecidas. Por eso era muy necesario que se ayudaran con bondad.
Pablo dio esta exhortación a sus hermanos: “Hablen confortadoramente a las almas abatidas, den su apoyo a los débiles, tengan gran
paciencia para con todos” (1 Tes. 5:14). Hoy día se espera que actuemos de la misma manera: que demostremos con obras nuestra
bondad.
17
Así como Jesús “recibió amablemente” a quienes lo seguían, nosotros tenemos la obligación de hacer lo mismo con nuestros
hermanos. Hemos de tratarlos como él lo hubiera hecho. Debemos interesarnos sinceramente por todos: por los que conocemos desde
hace tiempo y por los que acabamos de conocer (3 Juan 5-8). Jesús tomó la iniciativa y ayudó con compasión a la gente. Imitemos su
ejemplo y seamos una fuente de ánimo para los que nos rodean (Isa. 32:2; Mat. 11:28-30).
18
Una manera de actuar con bondad es haciendo cosas por el bien de los demás. Pero esto no se puede dejar a la casualidad: hay que
tomar la iniciativa. Pablo dijo: “En amor fraternal ténganse tierno cariño unos a otros. En cuanto a mostrarse honra unos a otros, lleven
la delantera” (Rom. 12:10). ¿Cómo podemos hacerlo? Siguiendo el ejemplo de Cristo, tratando a los demás con cariño y afecto, y
amándolos con un “amor libre de hipocresía” (2 Cor. 6:6). El apóstol describió así esa clase de amor: “El amor es sufrido y bondadoso.
El amor no es celoso, no se vanagloria, no se hincha” (1 Cor. 13:4). En vez de guardarles rencor a nuestros hermanos, sigamos este
consejo: “Háganse bondadosos unos con otros, tiernamente compasivos, y perdónense liberalmente unos a otros, así como Dios
también por Cristo liberalmente los perdonó a ustedes”
19
Si actuamos con bondad y amabilidad en toda circunstancia, recibiremos grandes recompensas. El espíritu santo podrá operar sin
estorbos en la congregación, produciendo así su fruto. Si seguimos el ejemplo de Jesús y ayudamos a nuestros hermanos a hacer lo
mismo, la congregación estará más unida y feliz, y nuestro servicio alegrará a Jehová. Así pues, no dejemos nunca de imitar la
apacibilidad y la bondad de Jesucristo al tratar a los demás
Imitemos la obediencia y la valentía de Jesús
“¡Cobren ánimo!, yo he vencido al mundo.” (JUAN 16:33)
JESÚS siempre hizo la voluntad de su Padre celestial. La idea de desobedecer a Dios era absolutamente inconcebible para él (Juan
4:34; Heb. 7:26). Pero debido a las circunstancias que enfrentó en la Tierra, no le fue fácil ser obediente. Desde el principio de su
ministerio, sus enemigos, entre quienes se contaba Satanás mismo, intentaron convencerlo, presionarlo y entramparlo para que fuera
desleal (Mat. 4:1-11; Luc. 20:20-25). Todos ellos le causaron mucho dolor, tanto físico como emocional, y finalmente lo mataron
clavándolo a un madero de tormento (Mat. 26:37, 38; Luc. 22:44; Juan 19:1, 17, 18). Sin embargo, a pesar del terrible sufrimiento que
experimentó, Jesús fue “obediente hasta la muerte” (léase Filipenses 2:8).
2
Las experiencias que Jesús vivió en la Tierra le enseñaron cosas nuevas acerca de la obediencia a Dios (Heb. 5:8). Pero ¿qué más
podía aprender sobre este tema que no supiera ya? Después de todo, había pasado millones de años al lado de su Padre y había
colaborado estrechamente con él como su “obrero maestro” durante la creación (Pro. 8:30). Sin embargo, el sufrimiento que padeció
como ser humano lo puso a prueba, y al resistir fielmente demostró que su obediencia y su integridad eran absolutas. Todo esto ayudó
al Hijo de Dios a crecer aún más en sentido espiritual. ¿Qué nos enseña su ejemplo?
3
Aunque Jesús era perfecto, sabía que no lograría obedecer a la perfección por sus propias fuerzas. Por eso le pidió ayuda a Jehová
(léase Hebreos 5:7). Nosotros también necesitamos ser humildes y pedir siempre la ayuda de Dios para no desobedecer. El apóstol
Pablo exhortó así a los cristianos: “Mantengan en ustedes esta actitud mental que también hubo en Cristo Jesús, quien [...] se humilló y
se hizo obediente hasta la muerte” (Fili. 2:5-8). El ejemplo de Jesús demostró que es posible ser obediente a pesar de vivir en un mundo
malvado. Pero ¿cómo podemos nosotros ser obedientes si, a diferencia de Jesús, somos imperfectos?
Obedientes a pesar de la imperfección
4
Adán y Eva eran criaturas inteligentes dotadas de libre albedrío. También sus descendientes poseemos esa capacidad. ¿Qué implica
esto? Que tenemos la libertad de elegir entre lo bueno y lo malo, entre obedecer a Dios y desobedecerle. Pero esa libertad que él nos
da conlleva responsabilidades y trae consecuencias. Así es, las decisiones que tomamos pueden afectar a quienes nos rodean e
incluso podrían significar vida o muerte para nosotros mismos.
5
Los seres humanos imperfectos no somos obedientes por naturaleza, por lo que a menudo nos resulta difícil seguir las normas de
Dios. El propio apóstol Pablo tuvo una lucha interna, como él mismo reconoció: “Contemplo en mis miembros otra ley que guerrea
contra la ley de mi mente y que me conduce cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros” (Rom. 7:23). Por supuesto, es
relativamente fácil obedecer cuando no hay que hacer sacrificios ni soportar inconvenientes. Pero ¿qué hacemos cuando “el deseo de
la carne y el deseo de los ojos” crean un conflicto en nuestro interior? Esos deseos, que surgen debido a nuestra imperfección y al
“espíritu del mundo”, son muy intensos (1 Juan 2:16; 1 Cor. 2:12). De modo que para vencerlos tenemos que preparar el corazón, es
decir: antes de que surja una prueba o tentación debemos resolvernos a obedecer a Jehová pase lo que pase (Sal. 78:8). La Biblia
contiene muchos ejemplos de siervos de Dios que fueron fieles porque hicieron precisamente eso (Esd. 7:10; Dan. 1:8).
6
Una manera de preparar el corazón es estudiando con diligencia la Biblia y las publicaciones cristianas. Imagínese en la siguiente
situación. Usted está llevando a cabo su estudio personal en la noche que ha fijado para ello. Le ha pedido a Jehová que le dé su
espíritu y que le ayude a poner en práctica lo que aprenda en su Palabra. Suponga que al día siguiente van a pasar en la televisión una
película que quiere ver. Pero aunque las críticas son muy buenas, se ha enterado de que tiene algunas escenas violentas e inmorales.
7
Entonces reflexiona en el consejo del apóstol Pablo que se halla en Efesios 5:3: “Que la fornicación y la inmundicia de toda clase, o la
avidez, ni siquiera se mencionen entre ustedes, tal como es propio de personas santas”. También recuerda la exhortación que dio el
apóstol en Filipenses 4:8 (léase). Y se pregunta: “Si expusiera mi mente y mi corazón a películas como la que planeo ver mañana,
¿estaría siguiendo el ejemplo de obediencia absoluta de Jesús?”. ¿Qué haría usted si se encontrara en esta situación? ¿Vería la
película a pesar de todo?
8
Sería un error rebajar nuestras normas morales y espirituales pensando que somos lo suficientemente fuertes como para resistir los
efectos de las malas compañías, aunque esas compañías sean los personajes de películas y programas violentos e inmorales.
Tenemos que protegernos a nosotros y a nuestros hijos de las dañinas influencias satánicas. Mucha gente hace todo lo posible por que
su computadora no se infecte con virus informáticos que pueden destruir información, provocar fallos en el sistema o incluso adueñarse
de este para atacar otras computadoras. ¿Deberíamos hacer menos por protegernos de “las artimañas del Diablo”? (Efe. 6:11, nota.)
9
Todos los días tenemos que decidir de una forma u otra si haremos las cosas a la manera de Jehová. Si queremos obtener la
salvación, debemos obedecerle y respetar sus justos principios. Para demostrar que nuestra fe es real, hemos de seguir el ejemplo de
Jesús y ser obedientes “hasta la muerte”, si es necesario. Jehová recompensará nuestra fidelidad. Jesús prometió: “El que haya
aguantado hasta el fin es el que será salvo” (Mat. 24:13). Claro, la obediencia exige valor, valor como el de Jesús (Sal. 31:24).
Jesús, el ejemplo de valor por excelencia
10
En vista de que estamos rodeados por un mundo corrupto, debemos ser valientes para no contaminarnos con sus actitudes y
conductas. Enfrentamos muchas presiones sociales, morales, económicas y religiosas que podrían alejarnos de Jehová. Numerosos
cristianos sufren la oposición de sus familiares. En muchos países, las instituciones educativas promueven con gran insistencia la teoría
de la evolución, y el ateísmo gana cada día más adeptos. Si queremos protegernos y resistir la presión, no podemos quedarnos con los
brazos cruzados: debemos actuar. El ejemplo de Jesús nos enseña cómo podemos vencer.
11
Jesús les dijo a sus discípulos: “En el mundo están experimentando tribulación, pero ¡cobren ánimo!, yo he vencido al mundo” (Juan
16:33). Él nunca se dejó influir por el sistema de cosas. Nunca permitió que este le impidiera cumplir su comisión de predicar o lo hiciera
rebajar sus normas morales y espirituales. Tampoco nosotros podemos permitirlo. Al orar a Dios, Jesús dijo de sus discípulos: “Ellos
no son parte del mundo, así como yo no soy parte del mundo” (Juan 17:16). Si estudiamos el ejemplo de Jesús y meditamos en él,
tendremos el valor necesario para mantenernos separados de este mundo.
Imitemos la valentía de Jesús
12
A lo largo de su ministerio, Jesús demostró que era un hombre muy valiente. Con la autoridad que le daba el hecho de ser el Hijo de
Dios, “entró en el templo y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas y los
bancos de los que vendían palomas” (Mat. 21:12). La noche antes de morir, cuando un grupo de soldados vino a arrestarlo, se interpuso
entre ellos y sus discípulos y dijo: “Si es a mí a quien buscan, dejen ir a estos” (Juan 18:8). Y momentos después, cuando Pedro sacó
su espada, le dijo que la guardara, demostrando así que no confiaba en el poder de las armas, sino en el de Jehová (Juan 18:11).
13
Jesús denunció sin temor la maldad y las mentiras de los maestros religiosos. Les dijo: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos,
hipócritas!, porque cierran el reino de los cielos delante de los hombres”. Y agregó: “Han desatendido los asuntos de más peso de la
Ley, a saber: la justicia y la misericordia y la fidelidad [...;] limpian el exterior de la copa y del plato, pero por dentro están llenos de
saqueo e inmoderación” (Mat. 23:13, 23, 25). Los discípulos de Jesús necesitarían tener ese mismo valor, pues en el futuro los líderes
religiosos los perseguirían e incluso matarían a algunos de ellos (Mat. 23:34; 24:9).
14
Ni siquiera los demonios hicieron que Jesús se acobardara. En cierta ocasión vino a su encuentro un hombre endemoniado tan fuerte
que nadie podía mantenerlo atado, ni siquiera con cadenas. Sin embargo, Jesús no se dejó intimidar y expulsó a los muchos demonios
que tenían dominado al hombre (Mar. 5:1-13). Hoy día, Dios no nos ha dado el poder de realizar ese tipo de milagros. No obstante, al
predicar y enseñar a la gente, estamos librando una lucha espiritual contra Satanás, quien “ha cegado las mentes de los incrédulos”
(2 Cor. 4:4). Tal como en el caso de Jesús, nuestras armas “no son carnales, sino poderosas por Dios para derrumbar cosas
fuertemente atrincheradas”, es decir, creencias falsas muy arraigadas (2 Cor. 10:4). ¿Cómo podemos usar esas armas espirituales?
Veamos cómo lo hizo Jesús.
15
La valentía de Jesús era real, no simple bravuconería. Nacía de su fe en Dios. Y así debe ser también en nuestro caso (Mar. 4:40).
¿Cómo podemos tener verdadera fe? De nuevo, Jesús fija el modelo a seguir. Él conocía a fondo los escritos sagrados y tenía plena
confianza en su contenido. Su arma no era una espada literal, sino la espada del espíritu, la Palabra de Dios. Vez tras vez hacía
referencia a ella para apoyar sus enseñanzas. De hecho, a menudo iniciaba sus declaraciones con la expresión “está escrito” y pasaba
a citar de las Escrituras.
16
Para que nuestra fe pueda resistir las pruebas que inevitablemente le sobrevienen a todo cristiano, tenemos que leer y estudiar la
Palabra de Dios todos los días y asistir a las reuniones. Así se nos quedarán grabadas en la mente las verdades que sustentan nuestra
fe (Rom. 10:17). Además, debemos reflexionar profundamente a fin de que esas verdades echen raíces en el corazón. Solo una fe viva
nos dará el valor que necesitamos para actuar (Sant. 2:17). Finalmente, debemos pedirle a Dios su espíritu santo, pues la fe es parte
del fruto de ese espíritu (Gál. 5:22).
17
Una joven cristiana llamada Kitty sabe por experiencia propia que la fe verdadera da valor. Desde pequeña, ella sabía que no debía
“aver[gonzarse] de las buenas nuevas” en la escuela; además, realmente quería predicarles a sus compañeros (Rom. 1:16). Año tras
año intentaba hablarles de la verdad, pero le faltaba el valor para hacerlo. Ya siendo adolescente, tuvo que irse a estudiar a otro lugar y
pensó: “Esta vez voy a recuperar todo el tiempo que he perdido”. Kitty le pidió a Jehová que le diera valor y prudencia, y que se le
presentara una buena oportunidad.
18
Llegó el primer día de clase, y los estudiantes tuvieron que presentarse ante sus compañeros. Algunos dijeron que tenían una
religión, pero aclararon que en realidad no la practicaban. Entonces Kitty se dio cuenta de que esa era la oportunidad que había estado
esperando. Cuando le llegó su turno, dijo con toda claridad: “Soy testigo de Jehová y siempre trato de actuar tal como manda la Biblia”.
A medida que siguió hablando, algunos de sus compañeros empezaron a poner cara de fastidio, pero hubo otros que prestaron atención
y más tarde le hicieron preguntas. El profesor puso a Kitty de ejemplo por defender sus creencias, y ella se sintió muy contenta de haber
imitado el valor de Jesús.
Sigamos el ejemplo de fe y valor que dio Jesús
19
Los apóstoles se dieron cuenta de que para ser valientes necesitaban fe; por eso le rogaron a Jesús: “Danos más fe” (léase Lucas
17:5, 6). La fe verdadera implica más que creer que Dios existe. Implica confiar plenamente en él, cultivar una relación con él como la
que tiene un niñito con su querido padre. Salomón escribió por inspiración: “Hijo mío, si tu corazón se ha hecho sabio, se regocijará mi
corazón, sí, el mío. Y mis riñones se alborozarán cuando tus labios hablen rectitud” (Pro. 23:15, 16). De igual modo, Jehová se alegra
cuando defendemos con valentía sus justos principios, y saber esto nos da más valor aún. Imitemos, pues, el ejemplo de Jesús y
defendamos con valor la justicia.
El amor de Cristo nos impulsa a amar
“Jesús, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.” (JUAN 13:1)
JESÚS es el ejemplo perfecto de amor. Por todo lo que hizo, dijo y enseñó, así como por el sacrificio que realizó al morir por nosotros,
demostró la profundidad de su amor. Hasta el fin de su vida en la Tierra trató con cariño a todos, y en especial a sus discípulos.
2
Los cristianos tenemos en Jesús un magnífico modelo que seguir, un modelo que nos impulsa a tratar con amor a nuestros hermanos
y a toda otra persona. En este artículo veremos cómo pueden los superintendentes imitar a Jesús y tratar con bondad a los hermanos
que han cometido una falta, sea grave o no. También veremos cómo nos impulsa el amor de Jesús a ayudar a los hermanos que se
enfrentan a dificultades, enfermedades e incluso desastres naturales.
3
La noche antes de que Jesús muriera, Pedro, su propio apóstol, lo negó en tres ocasiones (Mar. 14:66-72). Pero Jesús había predicho
que Pedro se arrepentiría. Y cuando el apóstol así lo hizo, lo perdonó, y más tarde le confió serias responsabilidades (Luc. 22:32; Hech.
2:14; 8:14-17; 10:44, 45). ¿Qué nos enseña esto? ¿Qué aprendemos al observar la manera en que Jesús reaccionaba cuando alguien
cometía una falta grave?
Tengamos la misma actitud que Jesús hacia quienes cometen un pecado
4
Hay muchas situaciones en las que es necesario tener la misma actitud que Jesús, pero una de las más difíciles y dolorosas es
cuando alguien de nuestra familia o de la congregación comete un pecado grave. Lamentablemente, cuanto más nos acercamos al fin
de este sistema satánico, más daño causa el espíritu del mundo. Los cristianos, sean jóvenes o mayores, pueden contagiarse de la
indiferencia y rebeldía de la gente hacia las normas morales, y eso podría debilitar su determinación de seguir en el camino estrecho
que lleva a la vida. En el siglo primero, algunos cristianos tuvieron que ser expulsados de la congregación, y otros fueron censurados.
Lo mismo sucede hoy (1 Cor. 5:11-13; 1 Tim. 5:20). Pero si los ancianos tratan con amor al hermano que ha pecado, pueden llegar a su
corazón.
5
Al igual que Jesús, los ancianos deben defender las justas normas divinas en todo momento. Pero al hacerlo, deben reflejar la
apacibilidad, bondad y amor de Jehová. Cuando los cristianos que pecan se sienten “quebrantados de corazón” y “aplastados en
espíritu”, es decir, están sinceramente arrepentidos, a los ancianos no les resulta muy difícil “reajustar[los] [...] con espíritu de
apacibilidad” (Sal. 34:18; Gál. 6:1). Pero ¿qué ocurre si el pecador tiene una actitud rebelde o muestra poco o ningún arrepentimiento?
6
Cuando un pecador rechaza los consejos bíblicos o trata de echarles a los demás la culpa, los ancianos y otros miembros de la
congregación tal vez se sientan indignados. Como saben el daño que dicha persona ha causado y ven su actitud, quizá se sientan
tentados a expresar su indignación. Sin embargo, enojarse no hace ningún bien ni refleja “la mente de Cristo” (1 Cor. 2:16; léase
Santiago 1:19, 20). Hubo ocasiones en las que Jesús reprendió enérgicamente a algunas personas, pero nunca dijo nada movido por el
odio ni con la intención de herir a nadie (1 Ped. 2:23). Al contrario, siempre dejó claro que los pecadores pueden arrepentirse y recobrar
el favor de Jehová. De hecho, una de las razones por las que Jesús vino a la Tierra fue para “salvar a pecadores” (1 Tim. 1:15).
7
¿Cómo debería influir el ejemplo de Jesús en nuestra manera de ver a quienes reciben disciplina en la congregación? Para empezar,
debe ayudarnos a recordar que las medidas disciplinarias tienen el propósito de proteger al rebaño y motivar al pecador a arrepentirse
(2 Cor. 2:6-8). Aunque es muy triste ver que algunos son expulsados por su falta de arrepentimiento, es reconfortante saber que
muchos de ellos terminan regresando a Jehová. Si los ancianos se han esforzado por tener la actitud de Cristo al tratar con el pecador,
con el tiempo este quizá recapacite y decida volver a la congregación. Tal vez no recuerde todos los consejos bíblicos que le dieron,
pero lo que seguramente no olvidará es el amor y la dignidad con que lo trataron.
8
Incluso en las circunstancias más difíciles, los ancianos deben manifestar “el fruto del espíritu”, sobre todo el amor (Gál. 5:22, 23).
Jamás deben apresurarse a expulsar a quien ha cometido un pecado. Más bien, deben mostrar que su deseo sincero es ayudarlo. Así,
cuando el pecador se arrepienta —como sucede en muchos casos—, de seguro se sentirá profundamente agradecido a Jehová y a los
ancianos, las “dádivas en [forma de] hombres” que le hicieron más fácil recuperarse (Efe. 4:8, 11, 12).
El amor cristiano en el tiempo del fin
9
En el Evangelio de Lucas vemos una de las muchas muestras de amor de Jesús. Él sabía que en el futuro el ejército romano sitiaría
Jerusalén, una ciudad condenada por Dios, y que sus habitantes no podrían huir. De modo que dio esta advertencia a sus discípulos:
“Cuando vean a Jerusalén cercada de ejércitos acampados, entonces sepan que la desolación de ella se ha acercado”. ¿Qué debían
hacer cuando llegara ese momento? Las instrucciones de Jesús fueron muy claras: “Los que estén en Judea echen a huir a las
montañas, y los que estén en medio de Jerusalén retírense, y los que estén en los lugares rurales no entren en ella; porque estos son
días para hacer justicia, para que se cumplan todas las cosas que están escritas” (Luc. 21:20-22). El ejército romano sitió Jerusalén en
el año 66, pero levantó el sitio, y los discípulos fieles siguieron las instrucciones de su Maestro.
10
Mientras huían de Jerusalén, los cristianos tuvieron que mostrarse amor unos a otros, tal como había hecho Cristo con ellos, y
compartir las provisiones que tenían. Ahora bien, la profecía de Jesús tendría un cumplimiento mucho mayor en el futuro. Él predijo:
“Habrá gran tribulación como la cual no ha sucedido una desde el principio del mundo hasta ahora, no, ni volverá a suceder” (Mat.
24:17, 18, 21). Antes de la “gran tribulación” y durante esta, es posible que nosotros también pasemos por graves dificultades y
privaciones. Adoptar la actitud mental de Cristo nos ayudará en esos momentos tan críticos.
11
Cuando eso ocurra, tendremos que seguir el ejemplo de Jesús y velar con amor por el bien de los demás. Pablo dio este consejo:
“Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno para la edificación de este. Porque hasta el Cristo no se agradó a sí
mismo [...]. Ahora, que el Dios que suministra aguante y consuelo les conceda tener entre sí la misma actitud mental que tuvo Cristo
Jesús” (Rom. 15:2, 3, 5).
12
Pedro, que fue objeto del amor de Jesús, también exhortó a sus hermanos a actuar con “obediencia a la verdad” y a tenerse “cariño
fraternal sin hipocresía”. Así es, tenían que amarse los “unos a [los] otros intensamente desde el corazón” (1 Ped. 1:22). Hoy más que
nunca necesitamos desarrollar esas cualidades cristianas, pues las presiones que sufre el pueblo de Dios ya están aumentando.
No podemos confiar en ningún elemento de este sistema moribundo, como bien lo demuestra la grave crisis financiera que está viviendo
el mundo (léase 1 Juan 2:15-17). Puesto que el fin está tan cerca, debemos acercarnos aún más a Jehová. Y también debemos
acercarnos a nuestros hermanos y estrechar nuestros lazos de amistad con ellos. Pablo dijo: “En amor fraternal ténganse tierno cariño
unos a otros. En cuanto a mostrarse honra unos a otros, lleven la delantera” (Rom. 12:10). Pedro, por su parte, enfatizó este punto con
las siguientes palabras: “Ante todo, tengan amor intenso unos para con otros, porque el amor cubre una multitud de pecados” (1 Ped.
4:8).
13
En todo el mundo se conoce a los testigos de Jehová por demostrar su amor con obras. Por ejemplo, en 2005, muchos de ellos
participaron en las tareas de socorro que se llevaron a cabo después de los terribles huracanes que devastaron amplias zonas del sur
de Estados Unidos. Inspirados en el ejemplo de Jesús, más de veinte mil Testigos se ofrecieron como voluntarios. Muchos incluso
dejaron sus hogares y empleos para ayudar a sus hermanos necesitados.
14
En cierto lugar de la costa, un huracán provocó olas de 10 metros (30 pies) de altura, y las inundaciones llegaron 80 kilómetros
(50 millas) tierra adentro. Un tercio de las construcciones que estaban en la ruta del huracán quedaron totalmente destruidas. Vinieron
voluntarios de diversos países con herramientas y material de construcción para ayudar en lo que hiciera falta. Dos hermanas carnales
que son viudas hicieron las maletas y recorrieron 3.000 kilómetros (2.000 millas) en camioneta hasta la zona del desastre. Una de ellas
se quedó a vivir allí, donde sirve de precursora regular y sigue colaborando con el comité de socorro.
15
Ya se han reconstruido o reparado más de cinco mil seiscientas viviendas de hermanos y de otras personas de la zona. ¿Cómo se
sienten los hermanos por toda la ayuda que han recibido? Una cristiana que perdió su vivienda tuvo que irse a una pequeña casa
remolque que tenía goteras y una cocina (estufa) que no funcionaba. Cuando los hermanos le entregaron la modesta pero acogedora
casa que habían levantado, ella no pudo contener las lágrimas. ¡Qué agradecida se sentía a Jehová y a sus hermanos por su nuevo
hogar! En muchos casos, los Testigos desplazados permanecieron en alojamientos temporales pese a que sus casas llevaban más de
un año reconstruidas. ¿Por qué no se mudaron? Para que los voluntarios tuvieran un sitio donde quedarse hasta que terminaran las
labores de socorro. No cabe duda de que estos hermanos han demostrado la actitud mental de Cristo.
Tengamos la misma actitud que Jesús hacia los enfermos
16
Aunque relativamente pocos de nosotros hemos sufrido los efectos de un desastre natural, casi todos tenemos problemas de salud o
familiares enfermos. La actitud que Jesús tuvo hacia los enfermos también puede servirnos de ejemplo. Cuando le trajeron a quienes
sufrían padecimientos, su amor lo hizo compadecerse de ellos y curar “a todos los que se sentían mal” (Mat. 8:16; 14:14).
17
Hoy día no podemos curar a los enfermos de manera milagrosa, como hizo Jesús, pero sí podemos tratarlos con la misma compasión
que él. Por ejemplo, los ancianos imitan la actitud de Jesús al organizar y supervisar programas de ayuda para los hermanos enfermos
de la congregación, siguiendo el principio que se expone en Mateo 25:39, 40 (léase).
18
Claro, no hace falta ser anciano para hacer el bien a los demás. Veamos el caso de Charlene, una hermana de 44 años que padecía
cáncer y a la que los médicos le dieron tan solo diez días de vida. Viendo lo agotador que era para su esposo cuidar de ella, Sharon y
Nicolette, dos hermanas de la congregación, se ofrecieron para atenderla día y noche durante sus últimos días. Sin embargo, esos diez
días se convirtieron en seis semanas. Aun así, las dos mostraron su amor hasta el final. “Fue muy duro saber que Charlene no se iba a
recuperar —comenta Sharon—, pero Jehová nos ayudó a ser fuertes. Lo que vivimos nos acercó más a él y estrechó los lazos entre
nosotras.” El esposo de Charlene dice: “Nunca olvidaré la bondad y el apoyo de estas dos fieles hermanas. Sus esfuerzos sinceros y su
actitud positiva le hicieron más llevaderos sus últimos días a mi querida Charlene y me dieron el alivio físico y emocional que tanto
necesitaba. Les estaré siempre agradecido. Su abnegación fortaleció mi fe en Jehová y mi amor por toda la hermandad”.
19
En esta serie de tres artículos hemos analizado cinco cualidades de Jesús, así como diversas maneras de imitar su forma de pensar y
de actuar. Como él, seamos “de genio apacible y humilde[s] de corazón” (Mat. 11:29). Esforcémonos también por tratar a todos con
bondad, a pesar de sus imperfecciones. Y obedezcamos con valor las normas de Jehová aun ante las dificultades.
20
Además, amemos a nuestros hermanos como los amó Cristo: “hasta el fin”. Eso es lo que nos identifica a los verdaderos cristianos
(Juan 13:1, 34, 35). Por lo tanto, hagamos “que [nuestro] amor fraternal continúe” y actuemos con decisión: usemos nuestra vida para
alabar a Dios y para ayudar a los demás (Heb. 13:1). Jehová bendecirá todos nuestros esfuerzos.
* it-2 pag 95 parr 1, 6
Sin embargo, la cuestión que hizo surgir el adversario de Dios requería que ese Hijo, como Mesías prometido y futuro Rey del reino de
Dios, se sometiera a una prueba de integridad en medio de nuevas circunstancias. Dicha prueba y los sufrimientos que esta suponía
también eran necesarios a fin de que llegara a ser “perfeccionado” para ocupar su posición de Sumo Sacerdote de Dios sobre la
humanidad. (Heb 5:9, 10.) A fin de satisfacer los requisitos para ser instalado como el Agente Principal de la salvación, al Hijo de Dios
“le era preciso llegar a ser semejante a sus ‘hermanos’ [los que llegaron a ser sus seguidores ungidos] en todo respecto, para llegar a
ser un sumo sacerdote misericordioso y fiel”. Tenía que aguantar dificultades y sufrimientos para que ‘pudiera ir en socorro de los que
fueran puestos a prueba’, a fin de poder compadecerse así de las debilidades como alguien que había “sido probado en todo sentido
igual que nosotros, pero sin pecado”. Aunque era perfecto y sin pecado, podía “tratar con moderación a los ignorantes y errados”. Solo
por medio de ese Sumo Sacerdote sería posible que los humanos imperfectos se acercaran con ‘franqueza de expresión al trono de la
bondad inmerecida, para que obtuvieran misericordia y hallaran bondad inmerecida para ayuda al tiempo apropiado’. (Heb 2:10-18;
4:15–5:2; compárese con Lu 9:22.)
Seguía teniendo libre albedrío. Jesús mismo dijo que todas las profecías sobre el Mesías iban a realizarse, “tenían que cumplirse”. (Lu
24:44-47; Mt 16:21; compárese con Mt 5:17.) No obstante, esto no eximió al Hijo de Dios del peso de la responsabilidad, ni coartó su
libertad para escoger entre ser fiel o infiel. La cuestión no era unilateral, no dependía solo del Dios Todopoderoso, Jehová. Su Hijo tenía
que hacer su parte para que las profecías se realizaran. Dios aseguró la certeza de las profecías por medio de su sabia selección del
que tenía que llevar a cabo la asignación, el “Hijo de su amor”. (Col 1:13.) Es evidente que su Hijo retuvo su libre albedrío y lo ejerció
como humano en la Tierra. Jesús habló por propia voluntad, demostró que se sometía de manera voluntaria a los deseos de su Padre
(Mt 16:21-23; Jn 4:34; 5:30; 6:38) y trabajó conscientemente por el cumplimiento de esa asignación como estaba expuesta en la Palabra
de su Padre. (Mt 3:15; 5:17, 18; 13:10-17, 34, 35; 26:52-54; Mr 1:14, 15; Lu 4:21.) Por supuesto, Jesús no tenía el control del
cumplimiento de otros rasgos proféticos, pues algunos sucedieron después de su muerte. (Mt 12:40; 26:55, 56; Jn 18:31, 32; 19:23, 24,
36, 37.) El registro de lo que ocurrió la noche antes de su muerte revela de manera impresionante el intenso esfuerzo personal que tuvo
que hacer para someter su voluntad a la de Aquel que le superaba en sabiduría, su propio Padre. (Mt 26:36-44; Lu 22:42-44.) El registro
también indica que aunque era perfecto, reconocía que en su condición de hombre dependía de su Padre, Jehová Dios, para conseguir
fuerzas en momentos de necesidad. (Jn 12:23, 27, 28; Heb 5:7.)
Jesús fue para sus discípulos un ejemplo de hombre trabajador. Se levantaba temprano y trabajaba hasta bien entrada la noche. (Lu
21:37, 38; Mr 11:20; 1:32-34; Jn 3:2; 5:17.) Más de una vez pasó la noche orando, como la noche anterior a que pronunciara su Sermón
del Monte. (Mt 14:23-25; Lu 6:12–7:10.) En una ocasión, después de haber ayudado a otros hasta entrada la noche, se levantó mientras
todavía estaba oscuro y se fue a un lugar solitario para orar. (Mr 1:32, 35.) Aunque las muchedumbres a menudo interrumpían su
intimidad, ‘los recibía con amabilidad y les hablaba del reino de Dios’. (Lu 9:10, 11; Mr 6:31-34; 7:24-30.) Experimentó cansancio, sed y
hambre, y a veces hasta se privaba de comer debido al trabajo que tenía que hacer. (Mt 21:18; Jn 4:6, 7, 31-34; compárese con Mt 4:2-
4; 8:24, 25.)
Punto de vista equilibrado de las cosas materiales. Sin embargo, no era un asceta que practicaba la austeridad a un grado extremo,
sino que más bien obraba en consonancia con cada situación. (Lu 7:33, 34.) Aceptó muchas invitaciones a comidas, e incluso a
banquetes, y visitó las casas de personas de cierto nivel económico. (Lu 5:29; 7:36; 14:1; 19:1-6.) Contribuyó al disfrute de una boda al
convertir agua en buen vino. (Jn 2:1-10.) También apreció las cosas buenas que se hacían por él. Cuando Judas se indignó porque
María, la hermana de Lázaro, usó una libra de aceite perfumado (cuyo valor era de más de 220 dólares [E.U.A.], aproximadamente el
salario de un año de un trabajador) para ungir los pies de Jesús, y fingió preocupación por los pobres que podían haberse beneficiado
de la venta de ese aceite, Jesús dijo: “Déjala, para que guarde esta observancia en vista del día de mi entierro. Porque a los pobres
siempre los tienen con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre”. (Jn 12:2-8; Mr 14:6-9.) La prenda interior de vestir que llevaba
cuando lo detuvieron, “tejida desde arriba toda ella”, debió ser una prenda de calidad. (Jn 19:23, 24.) No obstante, siempre puso en
primer lugar lo espiritual; nunca se preocupó en demasía por lo material, como aconsejó a otros que hicieran. (Mt 6:24-34; 8:20; Lu
10:38-42; compárese con Flp 4:10-12.)

* W05 1/1 pag 10, 11 parrs 16-19


Bajo persecución
16
Jesús señaló otro aspecto en que sus discípulos habrían de imitarlo, diciendo: “Este es mi mandamiento: que ustedes se amen unos
a otros así como yo los he amado a ustedes” (Juan 15:12, 13, 17). Los cristianos tenemos muchas razones para amar a nuestros
hermanos. Pues bien, en esta ocasión en particular, Jesús estaba pensando en otra más: el odio de que serían objeto. “Si el mundo los
odia —aseguró—, saben que me ha odiado a mí antes que los odiara a ustedes. [...] El esclavo no es mayor que su amo. Si ellos me
han perseguido a mí, a ustedes también los perseguirán.” (Juan 15:18, 20.) Así es, los cristianos nos asemejamos al Maestro hasta en
el hecho de ser perseguidos. Por tanto, forjemos entre nosotros un fuerte vínculo de amor a fin de contrarrestar ese odio.
17
¿Por qué odiaría el mundo a los cristianos? Porque, al igual que Jesús, “no son parte del mundo” (Juan 17:14, 16). Se mantienen
neutrales en cuestiones militares y políticas, y obedecen los principios bíblicos al respetar la santidad de la vida y al seguir elevados
principios morales (Hechos 15:28, 29; 1 Corintios 6:9-11). Sus prioridades son espirituales, no materiales, y aunque viven en el mundo,
“no lo usan a plenitud”, como escribió Pablo (1 Corintios 7:31). Es cierto que hay quienes han expresado su admiración por los elevados
principios de los testigos de Jehová. Pero debido a que estos no transigen a fin de ganar la aceptación o el aplauso de nadie, la mayoría
de la gente no los comprende, y muchos los odian.
18
Los apóstoles no solo comprobaron el intenso odio del mundo cuando Jesús fue arrestado y ejecutado, sino que también vieron cómo
reaccionó él ante tal odio. Cuando sus opositores religiosos fueron a apresarlo al jardín de Getsemaní, Pedro trató de protegerlo con su
espada, pero Jesús le ordenó: “Vuelve tu espada a su lugar, porque todos los que toman la espada perecerán por la espada” (Mateo
26:52; Lucas 22:50, 51). Tiempo atrás, los israelitas habían combatido contra sus enemigos espada en mano, pero ahora las cosas
habían cambiado. El Reino de Dios no era “parte de este mundo”, y no había fronteras nacionales que defender (Juan 18:36). En breve,
Pedro iba a formar parte de una nación espiritual, cuyos miembros tendrían ciudadanía celestial (Gálatas 6:16; Filipenses 3:20, 21).
A partir de entonces, por lo tanto, los seguidores de Jesús se enfrentaron al odio y la persecución tal como lo hizo Jesús: con valor, pero
de forma pacífica. Dejaron los asuntos en manos de Jehová y confiaron en que él les daría la fortaleza necesaria para aguantar (Lucas
22:42).
19
Varios años después, Pedro escribió: “Cristo sufrió por ustedes, dejándoles dechado para que sigan sus pasos con sumo cuidado y
atención. [...] Cuando lo estaban injuriando, no se puso a injuriar en cambio. Cuando estaba sufriendo, no se puso a amenazar, sino que
siguió encomendándose al que juzga con justicia” (1 Pedro 2:21-23). Tal como advirtió Jesús, los cristianos han sufrido una persecución
feroz a lo largo de los años. Tanto en el siglo primero como en la actualidad han seguido el ejemplo de Jesús y se han labrado un
magnífico historial de fiel aguante, manteniéndose íntegros pacíficamente (Revelación [Apocalipsis] 2:9, 10). Que cada uno de nosotros
haga lo mismo cuando lo exijan las circunstancias (2 Timoteo 3:12).
 LECCION 13 (b)

* it-2 pag 273


Además, igual que los adultos se diferencian en aspectos físicos, aptitud mental y talentos, así los cristianos maduros pueden variar en
determinadas cualidades y destacar en aspectos como conocimiento, buen juicio, valor o generosidad. (Compárese con 1Co 7:7; 12:4-
11, 27-31.) De modo que al considerar la madurez cristiana, es necesario tomar en cuenta que los talentos o habilidades especiales
no determinan si se ha alcanzado o no ese estado.
Toda la congregación, con sus apóstoles, profetas, evangelizadores, pastores y maestros, colaboraba en la formación de cristianos
maduros, adultos espirituales. (Ef 4:11-14; compárese con Col 1:28, 29; 4:12, 13.) Obviamente, pues, los que servían de pastores y
maestros tenían que ser personas maduras espiritualmente. Sin embargo, se esperaba que la persona a la que se nombrase
superintendente o siervo ministerial fuese más que solo un adulto en sentido espiritual (1Ti 3:1-9, 12, 13; Tit 1:5-9), pues, por ejemplo,
uno de los requisitos era: “Que presida su propia casa excelentemente, que tenga hijos en sujeción con toda seriedad”. (1Ti 3:4.) De
modo que un hombre podía ser maduro en ciertos aspectos desde un punto de vista espiritual y no reunir los requisitos para ser
superintendente, debido a la desobediencia e indocilidad de sus hijos.

* be pag 57 parrs 1,2


Honre a Jehová
Ser un maestro a semejanza de Cristo entraña más que pronunciar discursos interesantes. Es cierto que Jesús maravilló a la gente con
“palabras llenas de gracia” (Luc. 4:22). Sin embargo, ¿con qué propósito hablaba así? No con el de convertirse en el centro de atención,
sino para honrar a Jehová (Juan 7:16-18). Además, dio esta exhortación a sus discípulos: “Resplandezca la luz de ustedes delante de
los hombres, para que ellos vean sus obras excelentes y den gloria al Padre de ustedes que está en los cielos” (Mat. 5:16). Este
consejo ha de influir en nuestra enseñanza, así que debemos evitar cuanto nos desvíe de tal objetivo. Por consiguiente, al pensar en
qué decir y cómo decirlo, conviene que nos preguntemos: “¿Infundirá aprecio por Jehová, o centrará la atención en mi persona?”.
Por ejemplo, las ilustraciones y las experiencias de la vida real pueden ser eficaces en la enseñanza, pero si incluimos demasiados
detalles, quizá eclipsemos la idea que pretendemos destacar. De igual modo, las historias que no hacen más que entretener nos
distraen del propósito de nuestro ministerio. En tal caso, el maestro se haría el centro de atención y dejaría de cumplir el verdadero
objetivo de la educación teocrática.

* Km 8/04 pag 1 parrs 2-4


2
Cómo prepararse. Comience orando a Jehová por la persona y sus necesidades. Pídale ayuda para llegar al corazón del estudiante
(Col. 1:9, 10). A fin de captar el tema con claridad, dedique unos minutos a examinar el título del capítulo o lección, los subtítulos y las
ilustraciones. Pregúntese: “¿Cuál es la idea central de la información?”. Si así lo hace, cuando dirija el estudio, se centrará en los puntos
principales.
3
Repase detenidamente el contenido de cada párrafo. Localice las respuestas a las preguntas impresas y subraye solo las palabras y
frases clave. Busque la relación entre los textos bíblicos citados y la idea principal del párrafo, y escoja los que va a leer en el estudio.
Tal vez le resulte útil hacer breves anotaciones en el margen de la página. El estudiante debe ver claro que lo que aprende procede de
la Palabra de Dios (1 Tes. 2:13).
4
Particularice la lección. A continuación, prepárese la lección pensando en el estudiante en particular. Intente prever sus preguntas y
las ideas que le costará entender o aceptar. Pregúntese: “¿Qué debe comprender o en qué debe mejorar para progresar en sentido
espiritual? ¿Cómo puedo llegarle al corazón?”. Adapte la lección en función de las respuestas a estas cuestiones. Habrá ocasiones en
las que tenga que preparar un ejemplo, una explicación o una serie de preguntas que ayuden al estudiante a captar el significado de
algún punto o texto bíblico (Neh. 8:8). Sin embargo, evite añadir datos adicionales que no aporten mucho al tema central. Un breve
repaso final permitirá al estudiante recordar las ideas principales

 LECCION 14 (a)

* be pag 259 parrs 1, 2


Con preguntas bien pensadas, le será posible averiguar lo que hay en el corazón de quien le escucha. Podría preguntarle: “¿Cómo se
siente respecto a...? ¿Qué le convenció de que...? ¿Qué haría si...?”. Sin embargo, tenga cuidado para que no se sienta acosado.
Discretamente podría comenzar diciendo: “¿Podría hacerle una pregunta?”. Descubrir lo que se alberga en el corazón es una tarea
laboriosa que no se logra de la noche a la mañana. Antes de que la persona esté dispuesta a revelar sus sentimientos más íntimos, casi
siempre será preciso que se gane su confianza, y eso requiere tiempo. Incluso entonces tendrá usted que ser prudente, para que el
estudiante no piense que está invadiendo su intimidad (1 Ped. 4:15).
También hace falta discernimiento para controlar sus reacciones ante lo que oye. Recuerde que su objetivo es comprender a las
personas a fin de determinar qué información bíblica posiblemente las conmueva. Reprima de inmediato todo impulso de refutar sus
puntos de vista equivocados. Más bien, esté atento a los sentimientos que se esconden tras las palabras. Así sabrá qué responder, y
será más probable que el estudiante, sintiéndose comprendido, piense con seriedad en lo que usted le diga (Pro. 16:23).

* be pag 242 parr 4


Tras llamar a sus discípulos “la luz del mundo”, Jesús agregó unos comentarios sobre la utilidad de una lámpara y la responsabilidad
que tal uso suponía en el caso de ellos (Mat. 5:15, 16). Así mismo, concluyó la ilustración de la oveja perdida mencionando el gozo que
se produce en el cielo cuando un pecador se arrepiente (Luc. 15:7). Y después de contar a un hombre la parábola del buen samaritano,
le hizo una pregunta pertinente seguida de un consejo directo (Luc. 10:36, 37). En contraste, las ilustraciones sobre los distintos tipos de
terreno y sobre la mala hierba del campo solo se las explicó a quienes fueron lo suficientemente humildes como para preguntarle su
significado, y no a las muchedumbres (Mat. 13:1-30, 36-43). Tres días antes de morir, Jesús relató una historia sobre unos viñadores
homicidas, y no añadió explicación alguna, pues no era necesario hacerlo. “Los sacerdotes principales y los fariseos [...] se dieron
cuenta de que hablaba de ellos.” (Mat. 21:33-45.) De modo que la actitud de los oyentes, la naturaleza de la ilustración y el objetivo al
presentarla determinan si es preciso explicarla y, en caso afirmativo, hasta qué punto.

* It-1 pags 1200, 1201


La fornicación, el adulterio y el incesto son detestables a Jehová. La Ley prescribía que el adúltero y el incestuoso debían ser muertos, y
ninguna de las hijas de Israel tenía que hacerse prostituta. (Le 18:6, 29; 19:29; 20:10; Dt 23:17.) Además, el que un hijo ilegítimo
recibiese la herencia ocasionaría confusión y desajustaría el orden familiar; por eso no podía tener ninguna herencia en Israel.
Algunos exégetas afirman que Jefté era hijo ilegítimo, pero esto no es cierto. La Biblia no dice que lo fuese; lo que dice es que “era hijo
de una prostituta”. (Jue 11:1.) Como en el caso de Rahab —que había sido prostituta, pero se casó con Salmón, un israelita—,
seguramente la madre de Jefté tuvo un matrimonio honorable, por lo que su hijo sería tan legítimo como el de Salmón y Rahab, que
llegó a ser uno de los antepasados de Jesucristo. (Mt 1:5.) Es posible que la madre de Jefté fuese una esposa secundaria de Galaad, y
hasta cabe la posibilidad de que Jefté haya sido el hijo primogénito de Galaad. De haber sido Jefté un hijo ilegítimo, no hubiese podido
ser miembro de la congregación de Israel, y sus medio hermanos, que lo habían echado de la casa paterna, no hubiesen tenido base
legal para haberle pedido después que fuese su comandante. (Jue 11:2, 6, 11.) El que Jefté hubiese sido hijo de una esposa secundaria
no le convertía en hijo ilegítimo, pues la Ley explicitaba en Deuteronomio 21:15-17 que tales hijos tenían los mismos derechos de
herencia que el hijo de la esposa preferida.
En las Escrituras Griegas Cristianas, la palabra nó·thos (‘hijo ilegítimo’, BAS, NM; ‘bastardo’, BJ, NTI; ‘espurio’, CI) se emplea una vez
en Hebreos 12:8. Como muestra el contexto, el escritor compara a Dios con un padre que disciplina a su hijo con amor. El escritor dice:
“Si ustedes están sin la disciplina de la cual todos han llegado a ser participantes, son verdaderamente hijos ilegítimos, y no hijos”. A los
que afirman ser hijos espirituales de Dios, pero practican el pecado y son desobedientes, se les corta de la congregación de Dios y
no reciben la disciplina que Dios da a sus hijos legítimos para llevarlos a la perfección.
Fuego e incienso ilegítimos. En Levítico 10:1, la palabra hebrea zar (femenino, za·ráh; literalmente, ‘extraño’) se usa con respecto al
“fuego ilegítimo, que [Dios] no les había prescrito”, pero que los hijos de Aarón, Nadab y Abihú, presentaron delante de Jehová, por lo
que Jehová los ejecutó con fuego. (Le 10:2; Nú 3:4; 26:61.) Después, Jehová le dijo a Aarón: “No bebas vino ni licor embriagante, tú ni
tus hijos contigo, cuando entren en la tienda de reunión, para que no mueran. Es estatuto hasta tiempo indefinido para sus
generaciones, tanto para hacer distinción entre la cosa santa y la profana, y entre la cosa inmunda y la limpia, como para enseñar a los
hijos de Israel todas las disposiciones reglamentarias que Jehová les ha hablado por medio de Moisés”. (Le 10:8-11.) Esto parece
indicar que Nadab y Abihú se habían embriagado, y que esa condición los envalentonó para ofrecer fuego que no estaba prescrito. Tal
fuego probablemente era ilegal debido al momento, lugar o manera de ofrecerlo, o podría haber sido incienso de diferente composición
a la especificada en Éxodo 30:34, 35. Su estado ebrio no los excusó de su pecado.
ILÍRICO
Provincia romana cuyos límites sufrieron diversos cambios, pero que correspondían aproximadamente con lo que es la actual
Yugoslavia occidental y parte de Albania, en la costa del mar Adriático.
Después de tres años de lucha, el emperador Tiberio subyugó completamente a los habitantes de Dalmacia en el año 9 E.C. Luego,
Dalmacia, Iápides y Liburnia llegaron a formar la provincia romana de Ilírico. Con el tiempo, el nombre de la región septentrional,
Dalmacia, llegó a designar a toda la provincia.
En Romanos 15:19 el apóstol Pablo habla de haber predicado “hasta Ilírico”. No puede precisarse con exactitud si la expresión griega
original da a entender que Pablo realmente predicó en el mismo Ilírico o si únicamente llegó hasta aquel lugar.

* be pag 240 parr 1


LAS ilustraciones son poderosos recursos didácticos, pues captan la atención con gran eficacia y estimulan el pensamiento. También
despiertan sentimientos, con lo cual tocan la conciencia y el corazón. A veces sirven para vencer prejuicios, y son muy útiles para grabar
las ideas en la memoria. ¿Las emplea cuando enseña?

* be pag 260 parr 1- pag 261 parr 1


Al destacar la benignidad de Jehová, así como su amor, su bondad inmerecida y la justicia de sus caminos, usted ayuda a aquellos a
quienes enseña a fortalecer su amor a Dios. Cuando dedica algún tiempo a mostrarles las buenas cualidades que Dios observa en
ellos, les da razones para creer que es posible entablar una relación personal con él. Un medio para lograrlo es invitarlos a reflexionar
en pasajes como Salmo 139:1-3, Lucas 21:1-4 y Juan 6:44, así como señalarles la profundidad del cariño que el Creador siente por sus
siervos leales (Rom. 8:38, 39). Explíqueles que, más allá de los errores que cometemos, Jehová ve todo el curso de nuestra vida,
nuestro celo por la adoración pura y el amor que sentimos por su nombre (2 Cró. 19:2, 3; Heb. 6:10). Él recuerda hasta el más mínimo
detalle de nuestro ser y, de una manera extraordinaria, resucitará a “todos los que están en las tumbas conmemorativas” (Juan 5:28, 29;
Luc. 12:6, 7). Puesto que Dios creó a los seres humanos a su imagen y semejanza, es fácil que una conversación sobre las cualidades
divinas toque una fibra sensible en el interior de su interlocutor (Gén. 1:27).
El corazón también puede conmoverse cuando la persona comienza a ver a los demás como Jehová los ve. Es lógico que si Dios nos
trata con ternura a cada uno de nosotros, también muestre la misma consideración por otras personas, sin discriminación de orígenes,
nacionalidad o raza (Hech. 10:34, 35). Una vez el estudiante entienda esto, contará con una base bíblica firme para desarraigar de su
corazón el odio y el prejuicio, lo cual le permitirá disfrutar de relaciones interpersonales pacíficas mientras sigue aprendiendo a acatar la
voluntad divina.
Otro sentimiento que debemos tratar de infundir en los demás es el temor piadoso (Sal. 111:10; Rev. 14:6, 7). Esta reverencia profunda,
este temor de Dios, los mueve a lograr lo que con sus propias fuerzas tal vez no podrían. Hablarles de los imponentes actos de Jehová
y de su extraordinaria bondad amorosa los impulsará a cultivar un temor sano a desagradarle (Sal. 66:5; Jer. 32:40).
Asegúrese de que sus oyentes comprendan que a Jehová le importa la conducta de ellos. Él tiene sentimientos, y nuestra reacción a
sus mandatos puede entristecerlo o regocijarlo (Sal. 78:40-42). Muestre que nuestro comportamiento desempeña un papel importante
en la respuesta al desafío que Satanás lanzó a Dios (Pro. 27:11).
Ayude a quienes lo escuchen a ver que cumplir con los requisitos divinos los beneficia (Isa. 48:17). Un modo de hacerlo es señalando
las consecuencias físicas y emocionales de rechazar, aun de forma momentánea, la sabiduría de Dios. Explíqueles que el pecado nos
aleja de Jehová y priva a los demás de la oportunidad de aprender la verdad de nuestros labios, además de lesionar los derechos
ajenos (1 Tes. 4:6). Anímelos a valorar las bendiciones de las que ya disfrutan a causa de su obediencia a las leyes de Dios, así como a
profundizar su gratitud por el hecho de que andar en Sus justas sendas nos libre de tantas adversidades. Quien cifre su fe en la
sabiduría de los caminos divinos sentirá repulsión por cualquier proceder contrario a ellos (Sal. 119:104). En vez de ver la obediencia
como una carga, la considerará un modo de expresar su amor y devoción por Jehová.

* be pags 240- 246


Ilustraciones instructivas
¿Qué implica?
Utilizar figuras retóricas o ejemplos, sean ficticios o reales, de tal forma que le permitan alcanzar sus objetivos al enseñar.
¿POR QUÉ SON IMPORTANTES?
Bien utilizadas, las ilustraciones enriquecen la exposición, influyen en la vida de los oyentes y graban las enseñanzas en su
mente. Pero mal empleadas, desvían la atención de los aspectos importantes.
LAS ilustraciones son poderosos recursos didácticos, pues captan la atención con gran eficacia y estimulan el pensamiento. También
despiertan sentimientos, con lo cual tocan la conciencia y el corazón. A veces sirven para vencer prejuicios, y son muy útiles para grabar
las ideas en la memoria. ¿Las emplea cuando enseña?
Uno de los medios de ilustrar enseñanzas son las figuras retóricas, que, aunque normalmente constan de solo unas cuantas palabras,
pueden crear vívidas imágenes mentales. Cuando están bien pensadas, su significado es, en su mayor parte, obvio. No obstante,
añadiéndoles una breve explicación se refuerza su valor. La Biblia contiene muchos ejemplos de figuras retóricas de los que podemos
aprender.
Empiece con comparaciones y metáforas. Las comparaciones, o símiles, son las figuras retóricas más sencillas. Si quiere aprender a
usar ilustraciones, tal vez le convenga concentrarse primero en estas. Por lo general, comienzan con un “como”, un “igual que” o una
expresión parecida. Las comparaciones destacan un aspecto que tienen en común dos cosas muy diferentes. La Biblia las utiliza en
muchas ocasiones, recurriendo para ello a las creaciones divinas —plantas, animales y cuerpos celestes— y a la experiencia humana.
En Salmo 1:3 leemos que la persona que lee asiduamente la Palabra de Dios es “como un árbol plantado al lado de corrientes de agua”,
el cual produce fruto y no se marchita. Del inicuo se dice que es “como un león” al acecho (Sal. 10:9). Jehová le prometió a Abrahán que
su descendencia llegaría a ser tan numerosa “como las estrellas de los cielos y como los granos de arena que hay en la orilla del mar”
(Gén. 22:17). Y tocante a la relación estrecha que forjó con la nación de Israel, Dios dijo: “Tal como un cinto se adhiere a las caderas de
un hombre, así hice que [...] Israel y [...] Judá se adhirieran aun a mí” (Jer. 13:11).
La metáfora también pone de manifiesto cierta semejanza entre dos elementos muy distintos, pero con más fuerza que la comparación.
Consiste en hablar de una cosa como si realmente fuera otra, atribuyendo así una característica de la segunda a la primera. Por
ejemplo, Jesús indicó a sus seguidores: “Ustedes son la luz del mundo” (Mat. 5:14). Con relación al daño que puede causar el habla
irreflexiva, el discípulo Santiago escribió: “La lengua es un fuego” (Sant. 3:6). Y David cantó a Jehová: “Tú eres mi peñasco y mi
fortaleza” (Sal. 31:3). Por regla general, la metáfora bien escogida necesita poca o ninguna explicación; su brevedad la hace aún más
eficaz. Posiblemente su auditorio recuerde mejor un punto con una metáfora que con la simple exposición de un hecho.
La hipérbole es una exageración, por lo que debe usarse con discreción para que no se malinterprete. Jesús recurrió a esta figura
retórica cuando, a fin de crear una imborrable imagen mental, preguntó: “¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano, pero
no tomas en cuenta la viga que hay en tu propio ojo?” (Mat. 7:3). Sin embargo, antes de emplear este recurso estilístico u otros,
aprenda a hacer buen uso de las comparaciones y las metáforas.
Utilice ejemplos. En vez de figuras retóricas, tal vez prefiera utilizar en su enseñanza ejemplos, sean historias ficticias o experiencias
de la vida real. Ahora bien, puesto que es fácil excederse en su elaboración y frecuencia de uso, se requiere prudencia. Solo deben
emplearse para apoyar puntos de verdadera importancia, y han de presentarse de manera que el auditorio recuerde la enseñanza,
no simplemente el relato.
Aunque no todos los ejemplos tienen que ser casos verídicos, deben reflejar actitudes y situaciones de la vida real. Así, cuando Jesús
quiso enseñar cómo hay que considerar a los pecadores arrepentidos, lo ilustró con una narración sobre un hombre que se regocijó al
encontrar a su oveja perdida (Luc. 15:1-7). En respuesta a un judío que no captaba el verdadero alcance del mandato de la Ley relativo
a amar al prójimo, Jesús contó la parábola de un samaritano que auxilió a un herido después de que un sacerdote y un levita se
negaran a hacerlo (Luc. 10:30-37). Si aprende a observar con atención las actitudes y acciones de la gente, podrá utilizar con eficacia
este recurso didáctico.
Cuando el profeta Natán le contó una historia imaginaria al rey David con el fin de censurarlo, obtuvo buenos resultados porque evitó
provocar una situación que pudiera haber llevado al rey a justificarse. Los personajes del relato eran un hombre rico que tenía muchas
ovejas y otro pobre que solo poseía una cordera, a la cual criaba con ternura. Por haber sido pastor, David entendía los sentimientos de
este último, de modo que reaccionó con justa indignación contra el hombre rico que le había arrebatado al de escasos recursos su
preciada cordera. Entonces Natán le dijo a David sin rodeos: “¡Tú mismo eres el hombre!”. El mensaje le tocó el corazón, y se arrepintió
sinceramente (2 Sam. 12:1-14). Con la práctica, usted también aprenderá a tratar de forma atrayente cuestiones delicadas.
De los sucesos recogidos en la Biblia pueden tomarse muchos ejemplos útiles en la enseñanza. Así lo hizo Jesús cuando dijo de
manera concisa: “Acuérdense de la esposa de Lot” (Luc. 17:32). De igual modo, al describir la señal de su presencia, se refirió a “los
días de Noé” (Mat. 24:37-39). Y en el capítulo 11 de Hebreos, el apóstol Pablo mencionó por nombre a dieciséis hombres y mujeres,
señalándolos como ejemplos de fe. A medida que usted vaya conociendo mejor la Biblia, irá aumentando su capacidad de extraer
ejemplos impactantes de las personas y los sucesos citados en sus páginas (Rom. 15:4; 1 Cor. 10:11).
A veces le parecerá oportuno reforzar cierta enseñanza con una experiencia de nuestros días. No obstante, tenga cuidado de escoger
únicamente experiencias confirmadas y evitar las que incomodarían innecesariamente a alguno de los presentes o desviarían la
atención hacia un tema polémico ajeno a lo que está tratando. Recuerde, además, que las experiencias deben relatarse con un
propósito. No incluya detalles superfluos, pues por lo general distraen del objetivo de la exposición.
¿Se entenderá? Sin importar la figura retórica o el ejemplo que utilice, debería lograr con ellos un objetivo definido. ¿Lo conseguirá si
no explica su relación con el tema del que está hablando?
Tras llamar a sus discípulos “la luz del mundo”, Jesús agregó unos comentarios sobre la utilidad de una lámpara y la responsabilidad
que tal uso suponía en el caso de ellos (Mat. 5:15, 16). Así mismo, concluyó la ilustración de la oveja perdida mencionando el gozo que
se produce en el cielo cuando un pecador se arrepiente (Luc. 15:7). Y después de contar a un hombre la parábola del buen samaritano,
le hizo una pregunta pertinente seguida de un consejo directo (Luc. 10:36, 37). En contraste, las ilustraciones sobre los distintos tipos de
terreno y sobre la mala hierba del campo solo se las explicó a quienes fueron lo suficientemente humildes como para preguntarle su
significado, y no a las muchedumbres (Mat. 13:1-30, 36-43). Tres días antes de morir, Jesús relató una historia sobre unos viñadores
homicidas, y no añadió explicación alguna, pues no era necesario hacerlo. “Los sacerdotes principales y los fariseos [...] se dieron
cuenta de que hablaba de ellos.” (Mat. 21:33-45.) De modo que la actitud de los oyentes, la naturaleza de la ilustración y el objetivo al
presentarla determinan si es preciso explicarla y, en caso afirmativo, hasta qué punto.
Aunque toma tiempo desarrollar la habilidad de emplear ejemplos y otras ilustraciones con eficacia, merece la pena. Las ilustraciones
bien pensadas combinan el atractivo intelectual con el impacto emocional. El resultado es que se transmite el mensaje con una fuerza
que pocas veces se alcanza con la simple exposición de los hechos.
Ilustraciones basadas en situaciones conocidas
¿Qué implica?
Emplear ilustraciones que remitan a actividades que el auditorio realice o a asuntos con los que esté familiarizado.
¿POR QUÉ ES IMPORTANTE?
Las ilustraciones basadas en situaciones conocidas llegarán al corazón de los oyentes.
NO HAY duda de que es fundamental que las ilustraciones se adapten al tema que se está tratando. Sin embargo, para que sean más
eficaces, es igualmente importante que sean adecuadas al auditorio.
¿Qué efecto debe tener en sus ilustraciones el tipo de público al que se dirija? ¿Qué hizo Jesucristo? Tanto si enseñaba a las
muchedumbres como a sus discípulos, no habló de culturas diferentes a la israelita, pues ello les habría resultado extraño a sus
oyentes. Por ejemplo, no se refirió a la vida en la corte de Egipto o a las prácticas religiosas de la India. Más bien, basó sus ilustraciones
en actividades comunes a todos los pueblos, tales como remendar ropa, hacer negocios, perder un objeto valioso y asistir a banquetes
de boda. Sabía cómo reaccionaban las personas en distintas circunstancias y aplicó ese conocimiento (Mar. 2:21; Luc. 14:7-11; 15:8, 9;
19:15-23). Puesto que su predicación pública se dirigía en particular al pueblo de Israel, generalmente aludía a artículos y tareas que
eran parte de la vida diaria de la gente. Se refirió, por tanto, a las labores del campo, a la respuesta de las ovejas al pastor y a los odres
de cuero en que se guardaba el vino (Mar. 2:22; 4:2-9; Juan 10:1-5). También recurrió a episodios históricos conocidos, como el de la
creación de la primera pareja humana, el Diluvio de los días de Noé, la destrucción de Sodoma y Gomorra, y la muerte de la esposa de
Lot, entre otros (Mat. 10:15; 19:4-6; 24:37-39; Luc. 17:32). Al seleccionar las ilustraciones, ¿tiene usted presentes, de la misma manera,
las actividades con las que sus oyentes están familiarizados, así como sus antecedentes culturales?
Ahora bien, ¿qué hacer si no se dirige a un público numeroso, sino a un grupo reducido, o incluso a una sola persona? Ponga todo su
empeño en encontrar una ilustración que sea adecuada para tales oyentes. Jesús, al predicarle a una samaritana junto a un pozo
cercano a Sicar, le habló de “agua viva”, de que ‘no le daría sed jamás’ y de la ‘fuente de agua que brotaría para impartir vida eterna’,
utilizando así figuras retóricas estrechamente relacionadas con las tareas de aquella mujer (Juan 4:7-15). Cuando conversó con unos
pescadores que habían estado lavando las redes, eligió una ilustración vinculada a ese oficio (Luc. 5:2-11). En ambas circunstancias,
podría haber hecho referencia a las labores del campo, ya que vivían en una zona agrícola y ganadera; sin embargo, al aludir a las
tareas que les eran propias, la imagen mental que evocó en sus oyentes adquirió mayor realismo y eficacia. ¿Se esfuerza usted por
imitarlo?
A diferencia de Jesús, que centró su atención en “las ovejas perdidas de la casa de Israel”, el apóstol Pablo recibió la comisión de ir,
no solo a Israel, sino también a las naciones de origen gentil (Mat. 15:24; Hech. 9:15). ¿Significó esto un cambio en la manera en que
Pablo predicó? Claro que sí. Al escribir a los cristianos de Corinto, mencionó las carreras pedestres, la costumbre de comer en los
templos de los ídolos y las procesiones triunfales, actividades con las que aquellos gentiles estaban familiarizados (1 Cor. 8:1-10;
9:24, 25; 2 Cor. 2:14-16).
¿Elige usted con el mismo esmero que Jesús y Pablo los ejemplos y demás ilustraciones que utiliza? ¿Tiene en cuenta los
antecedentes y los quehaceres cotidianos de sus oyentes? De más está decir que el mundo ha cambiado desde el siglo primero.
Innumerables personas se informan de las noticias mundiales por la televisión y a menudo están enteradas de acontecimientos de
tierras lejanas. Si es así donde usted vive, está claro que no hay ningún inconveniente en extraer de tales noticias las ilustraciones.
No obstante, lo que más suele atraer a la gente es aquello que atañe a su vida misma: su hogar, su familia, su trabajo, los alimentos
que come o el clima del lugar.
Si una ilustración le exige dar demasiadas explicaciones, probablemente usted se esté refiriendo a algo que no les resulta conocido a
sus oyentes, lo cual puede eclipsar con facilidad lo que pretende enseñar. Como resultado, el auditorio tal vez recuerde la ilustración,
pero no la verdad bíblica que deseaba transmitirle.
En lugar de intrincadas comparaciones, Jesús planteaba asuntos simples, cotidianos. Se valía de las cosas pequeñas para explicar las
grandes, y de lo sencillo para esclarecer lo complicado. Conectaba las verdades espirituales que enseñaba con sucesos del diario vivir,
haciéndolas así más fáciles de captar y recordar. Sin duda, nos dejó un magnífico ejemplo.

* be pag 163 parr 1


Emplear los términos adecuados también le permite comunicar las ideas sin ser verboso. Mientras que la verbosidad oscurece las ideas,
la sencillez facilita la comprensión y retención de los hechos importantes. Ayuda a transmitir conocimiento exacto. La enseñanza de
Jesucristo sobresalió por su lenguaje sencillo; aprenda de él (véanse los ejemplos de Mateo 5:3-12 y Marcos 10:17-21). Practique para
expresarse con concisión valiéndose de un vocabulario preciso.

* Km 2/05 pag 6 parr 1-4


Dirijamos estudios bíblicos progresivos (6. a parte)
Cuando el estudiante plantea una pregunta
1
Una vez establecido el estudio, por lo general conviene analizar las enseñanzas bíblicas de forma sistemática, en vez de saltar de un
tema a otro. De este modo se coloca un fundamento basado en conocimiento exacto, y el estudiante puede progresar espiritualmente
(Col. 1:9, 10). Ahora bien, habrá ocasiones en las que el estudiante plantee preguntas durante el estudio. ¿Cómo debemos
contestarlas?
2
Sea discernidor. Las preguntas relacionadas con la información que se esté analizando pueden aclararse en ese mismo momento, a
no ser que la propia publicación de estudio lo haga más adelante, en cuyo caso bastará con indicarlo. Sin embargo, si la cuestión
no tuviera que ver con lo que se está estudiando o exigiera más investigación para contestarla adecuadamente, convendría aplazar la
respuesta hasta después del estudio u otro momento. A algunos publicadores les gusta escribir la pregunta porque así demuestran al
estudiante que no se pasa por alto su duda y, al mismo tiempo, evitan desviarse del tema del estudio.
3
En nuestras publicaciones de estudio básicas se analizan gran número de enseñanzas bíblicas de forma concisa. ¿Qué hay si a un
estudiante le cuesta aceptar cierta enseñanza o se aferra a una creencia falsa? En ese caso sería conveniente examinar información
adicional que analice más a fondo el punto de vista bíblico al respecto. Si aun así el estudiante no queda convencido, deje la explicación
del tema para más adelante y prosiga con el estudio regular (Juan 16:12). A medida que el estudiante adquiera conocimiento de la
Biblia y progrese espiritualmente, es posible que comprenda dicha enseñanza.
4
Sea modesto. Si no está seguro de la respuesta, no caiga en el error de aventurar una opinión (2 Tim. 2:15; 1 Ped. 4:11). Prométale
investigar el tema y volver con una explicación. Incluso podría aprovechar tales ocasiones para enseñarle a buscar información por su
cuenta y a utilizar gradualmente las diversas herramientas que provee la organización de Jehová con ese propósito. Con el tiempo será
capaz él mismo de responder sus propias preguntas (Hech. 17:11)

* Km 1/05 pag 1 parr 1-6


Dirijamos estudios bíblicos progresivos (5. a parte)
Cuánta información estudiar
1
Al enseñar a sus discípulos, Jesús tomó en consideración sus limitaciones, hablándoles “hasta el grado que podían escuchar” (Mar.
4:33; Juan 16:12). De manera similar, los maestros de la Palabra de Dios tienen que determinar a qué ritmo dirigirán el estudio bíblico.
La cantidad de información que se analice dependerá de la capacidad y las circunstancias, tanto del maestro como del estudiante.
2
Pongamos un fundamento sólido a su fe. Algunos estudiantes necesitan dos o tres sesiones de estudio para captar lo que otros
asimilan en solo una. No queremos que, por ir muy rápido, se dificulte la comprensión del estudiante, quien precisa un fundamento
sólido para su recién adquirida fe en la Palabra de Dios (Pro. 4:7; Rom. 12:2).
3
Dediquemos el tiempo que haga falta cada semana para ayudar al estudiante a entender y hacer suyo lo que aprende de la Palabra de
Dios. Evitemos ir a un ritmo tan acelerado que le impida aprovecharse al máximo de las valiosas verdades que le estamos enseñando.
Permitámonos el tiempo suficiente para destacar las ideas principales y analizar los textos clave en los que se basan dichas
enseñanzas (2 Tim. 3:16, 17).
4
Ciñámonos al tema. Además de evitar ir demasiado deprisa al enseñar, también es conveniente no desviarse del tema. Si el
estudiante tiende a explayarse contándonos asuntos personales, tal vez podamos indicarle que hablaremos de ello al concluir el estudio
(Ecl. 3:1).
5
Por otro lado, el entusiasmo por la verdad pudiera llevarnos a nosotros a hablar demasiado (Sal. 145:6, 7). Es cierto que el estudio
puede enriquecerse con algunas experiencias o ideas adicionales, pero no conviene que sean tantas, o tan largas, que le impidan a la
persona obtener conocimiento exacto de las enseñanzas bíblicas elementales.
6
Analizar una cantidad razonable de información en cada sesión de estudio contribuirá a que los estudiantes de la Biblia ‘anden a la luz
de Jehová’ (Isa. 2:5).

* Km 3/13 pag 3
Cómo usar el nuevo folleto ¿Quiénes hacen la voluntad de Jehová en nuestros días?
Preparado para dirigir a los estudiantes de la Biblia a la organización
1
No hace mucho recibimos el folleto ¿Quiénes hacen la voluntad de Jehová en nuestros días? ¿Lo hemos utilizado ya? Esta
publicación se ha preparado para ayudar a los estudiantes de la Biblia a: 1) familiarizarse con el pueblo de Dios, 2) conocer mejor
nuestras actividades y 3) ver la organización en acción. Las lecciones del folleto La voluntad de Jehová son de una sola página y
pueden analizarse en cinco o diez minutos al final de cada sesión de estudio.
2
Diseño del folleto. Se compone de tres secciones que explican distintos aspectos de la organización de Jehová y corresponden con
los tres puntos antes mencionados. Los títulos de las 28 lecciones están en forma de pregunta, y los subtítulos en negrita dan las
respuestas. Por toda la publicación aparecen fotografías de más de cincuenta países y se indica el lugar donde fueron tomadas, lo cual
recalca el alcance internacional de la obra. Muchas lecciones incluyen un recuadro titulado “Para saber más”, el cual da útiles
sugerencias a los estudiantes.
3
Cómo utilizarlo. Comience cada lección planteando la pregunta del título. Luego, mientras se vayan leyendo los párrafos, destaque
los subtítulos. Por último, haga las preguntas de repaso que están al final de la página. Pueden leer la lección entera o, si prefieren,
pueden ir deteniéndose para comentarla. Seleccione bien los textos que se leerán y no olvide incluir las láminas y los recuadros “Para
saber más”. Por lo general, lo mejor será analizar las lecciones en el orden en que aparecen. Pero a veces será conveniente
adelantarse para analizar algún tema que requiera atención. Por ejemplo, si se aproxima una asamblea, podría estudiarse la lección 11.
4
Al dirigir estudios bíblicos, ayudamos a las personas a conocer a nuestro Padre celestial. Sin embargo, también deberíamos ayudarlas
a familiarizarse con la organización de Jehová (Prov. 6:20). ¡Cuánto nos alegra contar con esta nueva herramienta preparada
especialmente con ese propósito!

* W01 1/8 pags 19-22


Dejemos que la fuerza de la costumbre obre en favor de nosotros
DURANTE doce años siempre siguió la misma ruta desde el trabajo a su casa, situada en un barrio periférico de Atenas, hasta que se
mudó al otro extremo de la ciudad. Un día se dirigió a su hogar tras la jornada laboral, pero fue al verse en medio de su antiguo
vecindario cuando se percató de que había tomado la dirección equivocada. La fuerza de la costumbre lo había llevado a su anterior
domicilio.
Con razón, pues, un refrán dice que la costumbre es una segunda naturaleza, una poderosa influencia en la vida. En este sentido, las
costumbres, o hábitos, pueden asemejarse al fuego. Este calienta la comida y nos da luz y calor, pero también puede convertirse en un
feroz enemigo que destruye vidas y posesiones. Lo mismo es cierto de las costumbres: bien cultivadas son de gran beneficio, de lo
contrario, pueden ser destructivas.
En el caso del señor mencionado al principio del artículo, la fuerza de la costumbre tan solo le hizo perder algo de tiempo en el tránsito.
En asuntos de mayor importancia, las costumbres pueden reportarnos éxito o llevarnos a la ruina. Veamos en la Biblia algunos ejemplos
de historias reales que revelan cómo los hábitos facilitan o dificultan nuestra relación con Dios y el servicio que le rendimos.
Ejemplos bíblicos de buenas y malas costumbres
A Noé, Job y Daniel se les favoreció con una relación personal con Dios. La Biblia los ensalza “por su justicia” (Ezequiel 14:14).
Es significativo que la trayectoria de los tres puso de manifiesto sus buenos hábitos.
A Noé se le ordenó construir un arca, una embarcación más larga que un campo de fútbol y más alta que un edificio de cinco pisos.
Aquella formidable obra de ingeniería hubiera abrumado a cualquier constructor naval de la antigüedad. Noé, junto con los siete
miembros de su familia, construyó el arca sin herramientas modernas y, además, predicó sin cesar a sus contemporáneos. Y no
dudamos de que también atendió el bienestar físico y espiritual de su familia (2 Pedro 2:5). A fin de cumplir con todas estas tareas,
precisó buenos hábitos de trabajo. El relato bíblico dice sobre él: “Andaba con el Dios verdadero. [...] Noé procedió a hacer conforme a
todo lo que le había mandado Jehová” (Génesis 6:9, 22; 7:5). Puesto que, según las Escrituras, fue “exento de falta”, con toda
seguridad siguió andando con Dios tras el Diluvio y durante la rebelión contra Jehová que estalló en Babel, hasta su muerte, a los 950
años de edad (Génesis 9:29).
Los buenos hábitos de Job lo hicieron un hombre “sin culpa y recto” (Job 1:1, 8; 2:3). Solía oficiar de sacerdote para su familia y ofrecer
sacrificios a favor de sus hijos después de los banquetes de estos, por si habían “‘pecado y [...] maldecido a Dios en su corazón’. Así
hacía Job siempre” (Job 1:5). Sin lugar a dudas, las costumbres centradas en la adoración de Jehová ocupaban en aquella familia un
lugar importante.
Daniel sirvió a Jehová “con constancia” durante toda su dilatada vida (Daniel 6:16, 20). ¿Qué buenos hábitos espirituales tenía? Por un
lado, oraba con asiduidad. Pese al decreto real que prohibió tal práctica, “tres veces al día se hincaba de rodillas y oraba y ofrecía
alabanza delante de su Dios, como había estado haciendo regularmente” (Daniel 6:10). No podía renunciar a la costumbre de hablar
con Dios, aunque supusiera una amenaza para su vida. Sin duda, la oración lo fortaleció durante su excepcional trayectoria de
integridad a Dios. Parece ser que este profeta también tenía el buen hábito de estudiar las emocionantes promesas de Dios y meditar
profundamente sobre ellas (Jeremías 25:11, 12; Daniel 9:2). Sus buenas costumbres contribuyeron en gran manera a que permaneciera
fiel hasta el mismo final de su carrera.
El caso contrario es el de Dina. Un mal hábito le costó caro: “Solía salir [...] para ver a las hijas del país”, quienes no servían a Jehová
(Génesis 34:1). Aunque era algo aparentemente inofensivo, la llevó al desastre. Primero, la violó Siquem, a quien se consideraba “el
más honorable de toda la casa de su padre”. Luego, la reacción vengativa de dos hermanos suyos culminó con el asesinato de todos
los varones de una ciudad. ¡Qué horrible resultado! (Génesis 34:19, 25-29.)
¿Cómo asegurarnos de que nuestros hábitos no nos perjudiquen, sino que nos beneficien?
Pongamos las costumbres a nuestro servicio
“Los hábitos son el destino”, escribió un filósofo. Pero no tienen por qué serlo, pues la Biblia indica con total claridad que podemos optar
por dejar los malos hábitos y adoptar los que sean buenos.
Las buenas costumbres hacen más fácil mantener el ritmo que impone el estilo de vida cristiano, que además se hace más productivo.
“El hábito de ceñirme a un horario a fin de cumplir diversas tareas me ahorra un tiempo valioso”, observa un cristiano griego llamado
Alex. Teófilo, un anciano de congregación, comenta que la planificación le permite ser eficaz. “Estoy absolutamente convencido —
dice— de que no lograría encargarme de mis deberes cristianos si no tuviera la costumbre de planificarlo todo con cuidado.”
A los seguidores de Cristo se nos exhorta a que “sigamos andando ordenadamente en esta misma rutina” (Filipenses 3:16). Este texto
transmite la idea de una acción habitual que sigue un procedimiento establecido. Los buenos hábitos son ventajosos porque no tenemos
que pausar y meditar para decidir cada paso, pues ya hemos fijado un proceder que seguimos por costumbre. Los hábitos arraigados se
convierten casi en un acto reflejo. Tal como los buenos hábitos de un conductor prudente lo llevan a tomar decisiones en décimas de
segundo para eludir los peligros de la carretera y proteger su vida, las buenas costumbres nos permiten tomar con prontitud decisiones
adecuadas en nuestra carrera cristiana.
El escritor inglés Jeremy Taylor lo expresó así: “Las costumbres son las hijas de la acción”. Si poseemos buenos hábitos, no nos costará
mucho realizar buenas obras. Por ejemplo, para quien suele predicar regularmente es más fácil y placentero salir al servicio del campo.
Leemos que los apóstoles, “todos los días en el templo, y de casa en casa, continuaban sin cesar enseñando y declarando las buenas
nuevas acerca del Cristo, Jesús” (Hechos 5:42; 17:2). En cambio, aquel cuya presencia en el ministerio es solo ocasional tal vez se
ponga nervioso y necesite más tiempo hasta adquirir confianza en esta vital obra cristiana.
Lo mismo puede decirse de otras actividades cristianas. Los buenos hábitos nos ayudarán a ser constantes en ‘leer la Palabra de Dios
día y noche’ (Josué 1:8; Salmo 1:2). Cierto cristiano tiene la costumbre de leer las Escrituras durante veinte o treinta minutos antes de
acostarse. Incluso cuando está muy cansado, no puede dormirse sin hacerlo. Ha de levantarse y satisfacer esa necesidad espiritual,
una buena costumbre gracias a la cual lleva varios años leyendo toda la Biblia una vez cada doce meses.
Nuestro Modelo, Jesucristo, solía asistir a reuniones en las que se analizaba la Biblia. “Según su costumbre en día de sábado, entró en
la sinagoga, y se puso de pie para leer.” (Lucas 4:16.) A Joe, un anciano con una familia numerosa y una extensa jornada laboral, la
fuerza de la costumbre le hace necesitar y desear las reuniones regularmente. “Este buen hábito me incita a asistir —afirma—, lo que
me da la fortaleza espiritual que tanto necesito para superar desafíos y problemas.” (Hebreos 10:24, 25.)
Tales hábitos son indispensables en la carrera cristiana por la vida. Un informe de un país donde se ha perseguido al pueblo de Jehová
reseñó: “Quienes poseen buenos hábitos espirituales y un profundo aprecio por la verdad no tienen dificultad en permanecer firmes
cuando llegan las pruebas. En cambio, los que ‘en tiempo favorable’ faltan a las reuniones, son irregulares en el servicio del campo y
transigen en asuntos pequeños no soportan las pruebas ‘ardientes’” (2 Timoteo 4:2).
Huyamos de las malas costumbres, vayamos tras las buenas
Se ha dicho que ‘un hombre debe adquirir solo los hábitos que desea que rijan su vida’. Los malos hábitos son, en realidad, un amo
opresivo. Con todo, se pueden vencer.
Durante un tiempo, Estela fue teleadicta. “Detrás de cada mal hábito al que he sucumbido —admite—, con frecuencia se esconde una
razón ‘inocente’.” Eso es precisamente lo que ocurrió con su vicio de ver televisión en exceso. Se decía a sí misma que solo quería
“relajarse un poco” o “romper el ritmo”, pero se le fue de las manos, y acababa pegada al televisor durante horas. “Como mínimo, esta
mala costumbre demoró mi progreso espiritual”, afirma. Con resolución, finalmente redujo el tiempo que dedicaba a ver televisión y se
hizo más selectiva. “Siempre procuro recordar por qué quise abandonar ese vicio —dice Estela—, y confío en Jehová para apegarme a
mi decisión.”
Un cristiano llamado Caralampio revela un mal hábito que entorpecía su progreso espiritual: dejar las cosas para más tarde. “Una vez
que me di cuenta de que la costumbre de aplazar las tareas era perjudicial —explica—, procuré dar un giro a mi vida. Al fijarme metas,
planeaba específicamente cuándo y cómo iba a materializarlas. El antídoto fue ser constante en poner en práctica las decisiones y los
planes, una buena costumbre que mantengo hasta la fecha.” De hecho, las buenas costumbres son el mejor sustitutivo de las malas.
Las amistades también pueden pegarnos buenos o malos hábitos, pues unos y otros son contagiosos. Tal como “las malas compañías
echan a perder los hábitos útiles”, las buenas nos ponen el ejemplo de sanas costumbres que imitar (1 Corintios 15:33). Lo más
importante es que los hábitos pueden fortalecer o debilitar nuestra relación con Dios. Estela dice: “Las buenas costumbres facilitan
nuestro servicio a Jehová. Las que no lo son lo entorpecen”.
Adquiramos buenas costumbres y dejemos que nos guíen; serán una fuerza poderosa y beneficiosa en la vida.

 LECCION 14 (a)

* be pag 278 parrs 1-4


Ponga a Cristo como fundamento. La Biblia asemeja la formación de discípulos a la construcción de un edificio que tiene a Jesús por
fundamento (1 Cor. 3:10-15). Por tanto, hemos de ayudarles a conocerlo tal y como lo describen las Escrituras. Evite que se consideren
seguidores suyos y dirija la atención a Cristo (1 Cor. 3:4-7).
Si el fundamento está bien colocado, los estudiantes comprenderán que Cristo dejó un modelo para que “sigan sus pasos con sumo
cuidado y atención” (1 Ped. 2:21). A fin de continuar la edificación, anímelos a leer los Evangelios viéndolos no solo como relatos
verídicos, sino como una guía para la vida. Ayúdelos a tener muy presentes las actitudes y cualidades que caracterizaron a Jesús, así
como a analizar lo que sentía hacia su Padre, su modo de afrontar las pruebas y tentaciones, su sumisión a Dios y su manera de tratar
a las personas en diversas circunstancias. Destaquemos la actividad que llenó la vida de Cristo. De este modo, cuando los estudiantes
se enfrenten a decisiones y pruebas, se preguntarán: “¿Cómo habría actuado él en esta situación? ¿Demostraré que agradezco lo que
ha hecho por mí?”.
Al dirigirse a la congregación, no debe razonar que, como sus hermanos ya tienen fe en Cristo, no es preciso centrar la atención en él.
Las palabras que pronuncie serán más significativas si logran fortalecerles la fe. Cuando hable de las reuniones, relaciónelas con el
papel de Cabeza de la congregación que desempeña Jesús. Si diserta sobre la evangelización, destaque el espíritu con que Cristo la
llevó a cabo, y preséntela a la luz de lo que él está haciendo ahora, en su puesto de Rey, para reunir a las personas que entrarán vivas
en el nuevo mundo.
Como es obvio, no basta con aprender algunos hechos básicos acerca de Jesús. Para ser un verdadero cristiano, hay que ejercer fe en
él y amarlo de corazón. Dicho amor se traduce en obediencia leal (Juan 14:15, 21). Además, motiva a las personas a mantenerse firmes
en la fe a pesar de las adversidades, a seguir los pasos de Cristo toda la vida y a demostrar la madurez cristiana propia de quienes
están firmemente “arraigados y establecidos sobre el fundamento” (Efe. 3:17). Tal derrotero glorifica a Jehová, el Dios y Padre de
Jesucristo.
 LECCION 15(a)

* bh pag 177 parr 9


9
Para empezar, pudiera explicar con tacto algunas verdades bíblicas a sus familiares, amigos, vecinos y compañeros de trabajo. Con el
tiempo, es muy probable que quiera participar en la predicación que realizan organizadamente los testigos de Jehová. Cuando llegue
ese momento, hable con toda confianza con el Testigo que le está enseñando la Biblia. Si él cree que usted reúne los requisitos para
predicar públicamente, se harán los planes oportunos para que ustedes dos se reúnan con dos ancianos de la congregación.

* bh pag 154 parr 2, pag 177 parrs 10, 11


2
Algo parecido sucede con la religión falsa. La Biblia enseña que está contaminada con enseñanzas y prácticas inmundas, o sucias
(2 Corintios 6:17). Por eso es vital salirse de “Babilonia la Grande”, el imperio mundial de la religión falsa (Revelación [Apocalipsis]
18:2, 4). ¿Lo ha hecho usted ya? Si así es, lo felicitamos. Pero no es suficiente con que abandone una religión falsa o presente su
renuncia a ella. También debe preguntarse: “¿Quedan restos de la adoración falsa en mi vida?”. Veamos algunos ejemplos.
10
Así conocerá mejor a algunos ancianos cristianos, los pastores del rebaño de Dios (Hechos 20:28; 1 Pedro 5:2, 3). Ellos se fijarán en
si usted comprende las enseñanzas básicas de la Biblia y cree en ellas, si está viviendo de acuerdo con los principios divinos y si desea
sinceramente ser testigo de Jehová. Si así es, le harán saber que reúne los requisitos para ser publicador no bautizado de las buenas
nuevas, lo que le permitirá predicar públicamente.
11
Por otra parte, a veces los ancianos observan que la persona debe hacer ciertos cambios en su vida para poder predicar
públicamente. Por ejemplo, tal vez tenga que dejar alguna práctica que haya mantenido en secreto. Por eso, antes de pedir que se le
nombre publicador no bautizado, es necesario que usted lleve una vida libre de pecados graves, como la inmoralidad sexual, la
borrachera y el consumo de drogas (1 Corintios 6:9, 10; Gálatas 5:19-21).

* be pag 282 parr 6


Matriculación de estudiantes. Anime a todos los publicadores a matricularse en la escuela. Otras personas que asistan con asiduidad
a las reuniones también pueden hacerlo, siempre que acepten las enseñanzas bíblicas y vivan en conformidad con los principios
cristianos. Cuando alguien exprese su deseo de inscribirse, encómielo de manera afectuosa. Si la persona aún no es publicadora,
usted, como superintendente de la escuela, analizará con ella los requisitos que debe reunir para matricularse, preferiblemente en
presencia de quien le dirija el estudio bíblico (o de su padre o madre creyente). Tales requisitos son los mismos que se exigen a los
publicadores no bautizados, y se encuentran en las páginas 97 a 99 del libro Organizados para efectuar nuestro ministerio. Mantenga
una lista actualizada de todos los matriculados en la escuela.

* W96 15/1 pag 16


Cuando los nuevos desean predicar
6
Tras haber adquirido conocimiento y haber asistido a las reuniones por un tiempo, es posible que el estudiante de la Biblia quiera ser
publicador del Reino, esto es, un predicador de las buenas nuevas. (Marcos 13:10.) En tal caso, el Testigo que le dirige el estudio debe
hablar con el superintendente presidente, quien designará a dos ancianos, uno de los cuales ha de ser integrante del Comité de Servicio
de la congregación, para que se reúnan con el estudiante y su maestro y analicen las páginas 98 y 99 del libro Organizados para
efectuar nuestro ministerio. Si dichos ancianos ven que el estudiante cree en las doctrinas fundamentales de la Biblia y se rige por los
principios divinos, le harán saber que llena los requisitos necesarios para participar en el ministerio público. Cuando entregue su informe
del servicio del campo, este se apuntará en una tarjeta de Registro de Publicador de Congregación abierta a su nombre. Ahora ya
puede informar su actividad de predicación junto con los millones de personas que alegremente ‘publican la palabra de Dios’. (Hechos
13:5.) Se hará un anuncio para comunicar a la congregación que el estudiante es un nuevo publicador no bautizado.
7
El publicador no bautizado precisa de la asistencia de los ancianos y de otros cristianos maduros. Por ejemplo, el conductor del
Estudio de Libro de Congregación al cual acude se interesará por su progreso espiritual. Al nuevo publicador quizás le cueste trabajo
hablar convincentemente en la obra de casa en casa. (Hechos 20:20.) Por lo tanto, agradecerá la ayuda que otros le brinden, en
especial quien le ha dirigido el estudio bíblico con el libro Conocimiento. Esta ayuda práctica es apropiada, pues Jesucristo también
preparó a sus discípulos para el ministerio. (Marcos 6:7-13; Lucas 10:1-22.)
8
Si se quiere ser eficiente en el ministerio, es indispensable prepararse bien y con antelación. Por ello, los dos publicadores pueden
reunirse primero para ensayar las presentaciones que se sugieren en los números mensuales de Nuestro Ministerio del Reino. Al
comenzar el ministerio del campo, el más veterano podría hablar en una puerta o dos. Tras presentarse amigablemente, ambos pueden
participar en dar el testimonio. Después de trabajar juntos en el ministerio algunas semanas, a lo mejor consiguen buenas revisitas y
hasta quizás un estudio bíblico con el libro Conocimiento. El publicador más experimentado puede dirigir el estudio un tiempo y luego
cederlo al nuevo proclamador del Reino. ¡Qué felices se sentirán los dos si el estudiante manifiesta aprecio por el conocimiento divino!

* Km 2/02 pag 5
13
Será preciso disponer de suficiente territorio. El superintendente de servicio se reunirá con el hermano que atiende los territorios a fin
de planear la predicación en aquellas zonas que no se abarcan con frecuencia. Debe hacerse hincapié en volver a los hogares donde
no había nadie, así como en predicar en las calles, de tienda en tienda y al anochecer. Donde sea apropiado, puede ayudarse a algunos
publicadores a dar testimonio por teléfono.
14
Ayudémoslos a reanudar su servicio. ¿Hay alguien en el territorio de su congregación que haya dejado de ser un predicador activo
de las buenas nuevas? Tales personas aún forman parte de la congregación y necesitan ayuda (Sal. 119:176). Puesto que el fin de este
viejo mundo está tan cerca y el nuevo mundo está a las puertas, tenemos buenas razones para hacer lo máximo posible por animar a
los inactivos (Rom. 13:11, 12). En cada uno de los pasados cinco años, más de veintiséis mil quinientos de ellos han respondido a la
ayuda y se han reactivado. ¿Qué podemos hacer para que muchos más reaviven el amor y la confianza que tenían? (Heb. 3:12-14.)
15
El cuerpo de ancianos analizará cómo ayudar a quienes se han hecho inactivos en años recientes (Mat. 18:12-14). El secretario debe
examinar las tarjetas Registro de publicador de la congregación y confeccionar una lista de los inactivos. Se pondrá especial empeño en
brindar asistencia mediante el programa de pastoreo. Quizá un anciano desee visitar a cierto publicador inactivo debido a que lo
conozca bien y haya tenido amistad con él. O también se podría solicitar la colaboración de otros publicadores, tal vez porque
estudiaron con la persona que ahora está inactiva; seguramente agradecerán la oportunidad de ayudarla en estos momentos en que
tanto lo necesita. Es de esperar que muchos inactivos se sientan impulsados a predicar de nuevo la palabra de Dios. Si reúnen los
requisitos, la temporada de la Conmemoración es el mejor momento para reanudar su servicio (para más información, véase la “Sección
de preguntas” de Nuestro Ministerio del Reino de noviembre de 2000).
16
¿Hay otros que puedan predicar? Jehová sigue bendiciendo a su pueblo al incorporar a él “las cosas deseables de todas las
naciones” (Ageo 2:7). Todos los años, miles de personas llegan a ser publicadores no bautizados. ¿Quiénes son estos? Tanto hijos de
testigos de Jehová como estudiantes de la Biblia que están progresando bien. ¿Cómo saber si ya pueden ser publicadores de las
buenas nuevas?
17
Hijos de testigos de Jehová. Hay muchos niños que llevan varios años acompañando a sus padres en el ministerio de casa en
casa, pero todavía no son publicadores no bautizados. Marzo sería un buen mes para que lo fueran. ¿Cuándo reúne un niño los
requisitos? En la página 99 del libro Organizados para efectuar nuestro ministerio se indica que los llena cuando “es ejemplar en su
conducta y puede dar expresión personal de su fe al hablar a otras personas acerca de las buenas nuevas, porque se siente impulsado
desde el corazón a hacer eso”. Si creemos que nuestro hijo cumple tales condiciones, hablemos con uno de los ancianos que
componen el Comité de Servicio de Congregación.
18
Estudiantes de la Biblia. Una vez que los estudiantes de la Biblia adquieren conocimiento y asisten durante algún tiempo a las
reuniones, es posible que deseen ser publicadores del Reino. Si estudiamos la Biblia con alguien así, preguntémonos: “¿Está
progresando bien para su edad y aptitudes? ¿Ha comenzado a hablar de su fe informalmente? ¿Se está vistiendo de ‘la nueva
personalidad’? (Col. 3:10.) ¿Satisface los requisitos para los publicadores no bautizados, tal como se exponen en las páginas 97 a 99
del libro Nuestro Ministerio?”. En tal caso, se informará de ello al Comité de Servicio de Congregación para que dos ancianos se reúnan
con quien imparte el curso bíblico y con el estudiante. Si este cumple los requisitos, los dos ancianos le comunicarán que ya puede
participar en el ministerio público.
19
¿Y en cuanto a abril y mayo? También serán meses de más actividad en el ministerio del campo. Muchos de los que hayan sido
precursores auxiliares en marzo quizá puedan serlo también en abril y mayo. En estos dos meses daremos prioridad a ofrecer
La Atalaya y ¡Despertad!, revistas que han tenido un profundo efecto positivo en la vida de sus lectores. Ambas han desempeñado un
papel muy importante en el maravilloso aumento que se ha producido a nivel mundial. Los meses de abril y mayo haremos un esfuerzo
especial por ofrecer las revistas a cuantos encontremos. Hagamos planes desde ahora para participar de lleno en esta actividad.

* lv pag 57 parr 14
14
Cuando participamos en el ministerio o asistimos a las reuniones cristianas, es aún más necesario que vayamos limpios y bien
arreglados. Por eso, deberíamos preguntarnos: “¿Llamo la atención por mi apariencia o mi falta de higiene? ¿Se avergüenzan los
demás de mí? ¿A qué le doy más importancia: al derecho a arreglarme como yo quiera, o a reunir los requisitos para recibir algún
privilegio de servicio en la congregación?” (Salmo 68:6; Filipenses 4:5; 1 Pedro 5:6).

* km 6/96 pag 5 parr 19


19
En la página 16 de La Atalaya del 15 de enero de 1996, párrafo 6, se especifica el procedimiento que debe seguirse para determinar
si alguien llena los requisitos para participar en el ministerio público. Cuando el estudiante reúna los requisitos, sería útil llevar a cabo
una sesión de práctica a fin de prepararlo para su primer día en el servicio del campo. Comente de modo positivo las reacciones de la
gente y las objeciones comunes en el territorio. Si es posible, llévelo primero a la obra de casa en casa y prepárelo paulatinamente para
otros rasgos del ministerio. Procure hacer una presentación breve y sencilla, para que el estudiante pueda imitarla fácilmente. Sea
edificante y animador, irradie gozo en la obra para que el estudiante lo note y lo refleje a su vez. (Hech. 18:25.) El objetivo es que el
nuevo discípulo llegue a ser un publicador constante y celoso de las buenas nuevas. Usted podría ayudarle a preparar un horario
práctico para el servicio. A fin de que progrese en su habilidad de dar el testimonio, sugiérale que lea los números de La Atalaya del
15 de agosto de 1984, páginas 15 a 25; 15 de julio de 1988, páginas 9 a 20; 15 de enero de 1991, páginas 15 a 20; y 1 de enero
de 1994, páginas 20 a 25.

* Km 6/05 pag 1
Dirijamos estudios bíblicos progresivos (10.a parte)
Cómo preparar al estudiante para la predicación de casa en casa
1
Cuando los ancianos determinan que un estudiante de la Biblia reúne los requisitos para ser publicador no bautizado, este puede
participar con la congregación en la predicación pública (véase Organizados para hacer la voluntad de Jehová, págs. 79-81). ¿Cómo
podemos ayudarlo a afrontar el reto de predicar de casa en casa?
2
Prepárense juntos. No hay nada que sustituya la buena preparación. Muestre al estudiante dónde puede hallar presentaciones en
Nuestro Ministerio del Reino y en el libro Razonamiento, y ayúdelo a seleccionar una que sea sencilla y práctica para el territorio.
Anímelo desde el principio a emplear la Biblia en el ministerio (2 Tim. 4:2).
3
Las sesiones de práctica son muy provechosas para el nuevo publicador. A medida que el estudiante ensaye la presentación,
enséñele cómo responder con tacto a las objeciones que sean frecuentes en el territorio (Col. 4:6). Tranquilícelo diciéndole que los
ministros cristianos no tienen por qué saber la respuesta a todas las preguntas que alguien pueda plantear. A menudo, lo más
conveniente es ofrecerse a investigar el tema y a regresar para seguir hablando de él (Pro. 15:28).
4
Prediquen juntos. La primera vez que el estudiante participe en el ministerio de casa en casa, comience predicando usted para que él
observe cómo utilizar la presentación que han preparado juntos, y luego deje que lo haga él. En algunos casos pudiera ser mejor que el
estudiante empezara interviniendo brevemente en la presentación, tal vez leyendo y comentando un texto bíblico. Tome en
consideración su personalidad y aptitudes (Fili. 4:5). Encómielo con frecuencia mientras lo prepara en las distintas facetas de la
predicación.
5
Es importante ayudar al nuevo publicador a fijarse un horario regular de predicación, a fin de que participe en el ministerio todas las
semanas si es posible (Fili. 3:16). Haga planes concretos para salir con él al servicio del campo, y anímelo a predicar también con otros
publicadores celosos. El ejemplo y la compañía de estos hermanos contribuirán a que adquiera más destreza y a que disfrute de la
predicación de casa en casa.

* Km 7/05 pag 1
Dirijamos estudios bíblicos progresivos (11.a parte)
Cómo enseñar al estudiante a hacer revisitas
1
Cuando el estudiante de la Biblia empiece a predicar, sin duda encontrará personas interesadas en las buenas nuevas. ¿Cómo
podemos ayudar al nuevo publicador a hacer revisitas eficaces y a cultivar el interés demostrado?
2
La preparación para la revisita comienza en la visita inicial. Anime al estudiante a mostrar interés sincero por aquellos con quienes
hable (Fili. 2:4). Enséñele poco a poco a dejar que las personas se expresen, a escuchar lo que dicen y a percibir lo que les preocupa.
Cuando alguien parezca interesado, haga que el nuevo publicador tome nota de los datos pertinentes y empléelos luego para ayudarle
a preparar conversaciones futuras.
3
Preparación de la revisita. Tras repasar las notas sobre la primera visita, enseñe al estudiante a escoger un aspecto del mensaje del
Reino que pueda atraer a la persona (1 Cor. 9:19-23). Preparen juntos una breve presentación que incluya la lectura de un texto bíblico
y de un párrafo de la publicación con la que quieran empezar el estudio. Busquen también una pregunta que se pueda plantear al final
de la conversación y que siente las bases para la siguiente visita. Muestre al nuevo publicador cómo aportar en cada visita algo que
aumente el conocimiento que la persona ya tiene de la Palabra de Dios.
4
Asimismo conviene enseñar al estudiante una introducción sencilla. Por ejemplo, después de saludar a la persona, podría decirle:
“Disfruté mucho de nuestra conversación anterior y he vuelto para mostrarle más información bíblica acerca de [mencione el tema
escogido]”. Explíquele también qué hacer si sale alguien diferente a la puerta.
5
Enséñele a ser diligente. Anime al estudiante a ser ejemplar volviendo a visitar cuanto antes a todos los que se hayan mostrado
interesados. Tal vez tenga que ser muy persistente para encontrarlos de nuevo en sus hogares. Enséñele cómo acordar con la persona
interesada un día y una hora para volver, y ayúdele a comprender la importancia de cumplir con la cita (Mat. 5:37). Prepare al nuevo
publicador para que sea amable, considerado y respetuoso mientras busca a los de condición de oveja y cultiva su interés (Tito 3:2).

* Km 8/05 pag 1
Dirijamos estudios bíblicos progresivos (12.a parte)
Cómo ayudar al estudiante a comenzar y dirigir estudios de la Biblia
1
Es posible que cuando nuestros estudiantes empiecen a predicar les asuste la idea de comenzar y dirigir sus propios estudios de la
Biblia. ¿Cómo podemos ayudarlos a ganar confianza en este aspecto fundamental de nuestro ministerio? (Mat. 24:14; 28:19, 20.)
2
El estudiante que cumple los requisitos para ser publicador no bautizado probablemente ya lleva algún tiempo matriculado en la
Escuela del Ministerio Teocrático. La instrucción que en ella recibe para preparar y presentar asignaciones estudiantiles le permitirá
desarrollar las habilidades docentes necesarias para ser un “trabajador que no tiene de qué avergonzarse, que maneja la palabra de la
verdad correctamente” (2 Tim. 2:15).
3
Enséñele con el ejemplo. Jesús preparó a sus discípulos dándoles instrucciones claras y poniéndoles un buen ejemplo. “Todo el que
esté perfectamente instruido será como su maestro”, dijo (Luc. 6:40). En nuestro caso también es vital que imitemos a Jesús y seamos
ejemplares en la predicación. El estudiante deberá comprender, al observarnos en el ministerio, que el objetivo de hacer revisitas es
comenzar estudios de la Biblia.
4
Explíquele que, al ofrecer un estudio, por lo general no es necesario entrar en muchos detalles sobre las clases bíblicas. Con
frecuencia basta con demostrar cómo se realizan utilizando uno o dos párrafos de la publicación con la que se quiere estudiar.
Encontrará buenas sugerencias al respecto en la página 8 de este número y en la página 6 de Nuestro Ministerio del Reino de enero
de 2002.
5
Cuando sea apropiado, anime al estudiante a que lo acompañe a usted o a otro publicador experimentado a un estudio bíblico y a que
participe comentando un párrafo o un texto clave. Observándonos, el estudiante aprenderá mucho sobre cómo dirigir estudios
progresivos (Pro. 27:17; 2 Tim. 2:2). Encómielo y dígale cómo puede mejorar.
6
Enseñar a los publicadores nuevos a ser maestros de la Palabra de Dios los preparará para la “buena obra” de iniciar y dirigir sus
propios estudios (2 Tim. 3:17). En verdad produce mucha satisfacción proclamar junto a ellos la siguiente invitación amorosa:
“Cualquiera que desee, tome gratis el agua de la vida” (Rev. 22:17).

* Km 8/94 pags 3,4


Sigamos progresando en una rutina ordenada
1
El apóstol Pablo sentía un cariño especial por la congregación de Filipos, pues había contribuido a su formación. Agradeció sus
bondadosas provisiones materiales y dijo que eran un buen ejemplo. (2 Cor. 8:1-6.)
2
Lo que impulsó a Pablo a escribir su carta a los filipenses fue el amor profundo que sentía por ellos. La obra Perspicacia, volumen 1,
página 940, dice: “A lo largo de toda la carta, animó a la congregación de Filipos a continuar en su buen proceder, a que procurasen
más discernimiento, una mayor dependencia de la palabra de vida y una fe y esperanza más fuertes en el premio venidero”. Ellos
respondieron con cariño, y el vínculo que los unía al apóstol se hizo más fuerte. Hoy día, las palabras de Pablo cobran un significado
especial para nosotros, y nos dan buenas razones para reflexionar en su exhortación, sobre todo en lo que dice Filipenses 3:15-17.
3
Es importante tener una actitud madura: En Filipenses 3:15, Pablo escribió como un hombre con años de experiencia. Reconoció el
progreso espiritual de los filipenses y les habló como a cristianos maduros de buena disposición. En tanto su actitud reflejara la
humildad y el aprecio que había manifestado Jesús, resultarían “sin culpa e inocentes, hijos de Dios sin tacha [...], teniendo la palabra
de vida asida con fuerza”. (Fili. 2:15, 16.) Al leer estas palabras de Pablo debemos sentir que se dirige a nosotros. Por ello deseamos
sinceramente tener la misma actitud mental que tuvo Jesús y mostrar con humildad que apreciamos nuestros privilegios. Pedimos
continuamente a Jehová en oración que nos ayude en este y en otros asuntos. (Fili. 4:6, 7.)
4
Como se indica en Filipenses 3:16, todos debemos esforzarnos por progresar. La palabra “progreso” significa “acción de ir hacia
adelante, avance, adelanto, perfeccionamiento”. Las personas progresistas se interesan en ideas avanzadas, descubrimientos y
oportunidades. Pablo deseaba que los filipenses comprendieran que el cristianismo nunca se estanca y que quienes lo profesan deben
continuar adelantando. Su espíritu progresista se vería con claridad en la disposición a autoevaluarse, reconocer sus debilidades y
buscar oportunidades de aumentar la cantidad y calidad de lo que hacían. Hoy, la organización terrestre de Jehová sigue avanzando
progresivamente, ampliando su gama de actividades y su entendimiento de la Palabra de Dios. Todos debemos ir a su paso,
aprovechando todas sus provisiones y participando de lleno en el trabajo que efectúa.
5
El progreso entraña una rutina ordenada: A continuación, Pablo animó a sus hermanos a seguir “andando ordenadamente en esta
misma rutina”. (Fili. 3:16.) Para andar ordenadamente, debemos ver a las personas y las cosas en su justa perspectiva y tener un buen
comportamiento. Los cristianos de Filipos se mantuvieron en su debido lugar, cerca de la organización de Jehová y unos de otros.
Regían su vida por la ley del amor. (Juan 15:17; Fili. 2:1, 2.) Pablo los exhortó a ‘portarse de una manera digna de las buenas nuevas’.
(Fili. 1:27.) La necesidad de ser ordenado y tener buena conducta es tan importante hoy como lo fue entonces.
6
Rutina es la costumbre de hacer algo de forma habitual. Se refiere a la manera en que suelen hacerse las cosas. Hacerse una rutina
puede ser ventajoso por cuanto no tenemos que pausar y meditar para decidir cada paso consecutivo, pues ya hemos fijado un
proceder que seguiremos por costumbre.
7
Una rutina teocrática ordenada consiste en hábitos y costumbres sanos, beneficiosos y piadosos, que tienen por objeto edificarnos en
sentido espiritual, que ayudemos a los demás y, de ser posible, que hagamos más en el servicio a Jehová. Para alcanzar con éxito tales
objetivos es necesario programar y seguir una rutina que incluya estudio personal, asistencia regular a las reuniones y participación en
la predicación.
8
Elementos esenciales de una rutina ordenada: Es fundamental adquirir “conocimiento exacto y pleno discernimiento”. (Fili. 1:9.) El
estudio personal robustece nuestra fe, intensifica nuestro aprecio por la verdad y nos motiva a ir en pos de obras excelentes. Con todo,
a algunos se les ha hecho difícil formarse un hábito de estudio personal. El motivo que con más frecuencia se aduce es la falta de
tiempo.
9
No se puede recalcar lo suficiente los beneficios de la lectura diaria de la Biblia. Su instrucción es “provechosa” en todo sentido.
(2 Tim. 3:16, 17.) ¿Cómo podemos incluir el estudio de la Biblia en nuestra rutina diaria? Algunos se levantan unos minutos más
temprano todos los días, cuando tienen la mente despejada. Otros prefieren leerla algunos minutos antes de acostarse. Las esposas
que pasan el día en casa pueden dedicarle un tiempo por la tarde, antes de que los demás lleguen del trabajo o la escuela. Algunos,
además de la Biblia, han incluido la lectura del libro Proclamadores en su rutina semanal de estudio.
10
Cuando nos hacemos nuevos hábitos, es posible que estos pugnen con los que teníamos anteriormente. Quizás solíamos perder el
tiempo en actividades irrelevantes. Romper ese hábito no es fácil. Nadie va a imponernos la costumbre de estudiar ni a exigirnos
cuentas por lo que dejemos de hacer en cuanto a ello. La persistencia en nuestros hábitos de estudio dependerá principalmente del
aprecio que sintamos por “las cosas más importantes” y de nuestra disposición a comprar “el tiempo oportuno” para beneficiarnos de
ellas. (Fili. 1:10; Efe. 5:16.)
11
Las reuniones cristianas desempeñan un papel muy importante en nuestro progreso espiritual, pues nos proporcionan la instrucción y
el ánimo que necesitamos. Por eso, la asistencia a las reuniones es otra parte esencial de nuestra rutina ordenada. Pablo recalcó la
importancia de estas. No es una cuestión de gusto. (Heb. 10:24, 25.)
12
¿Cómo podemos mostrar disciplina al organizar nuestras actividades semanales? Algunos programan el tiempo que dedicarán a sus
intereses personales e intentan meter apretadamente las reuniones en ese horario, cuando debería ser al revés. Tenemos que dar
prioridad a nuestras reuniones semanales y planear las demás actividades en torno a ellas.
13
Para asistir con regularidad a las reuniones, hay que tener buenos planes y cooperación de la familia. Entre semana, la mayoría de
nosotros tiene tantas cosas que hacer, que con frecuencia nos queda poco tiempo. Entonces, si es posible, se debe programar la
comida a una hora que le permita a la familia comer, arreglarse y llegar a las reuniones antes de que empiecen. Para lograrlo, todos
tienen que cooperar de diversas maneras.
14
Participar en el servicio del campo con regularidad es indispensable para seguir progresando en una rutina ordenada. Todos
reconocemos claramente la seria responsabilidad de predicar el mensaje del Reino. Eso es lo que nos hace testigos de Jehová. (Isa.
43:10.) Dado que es la obra más urgente y beneficiosa que se realiza en la actualidad, sería impropio considerarla una parte secundaria
de nuestra rutina. Pablo exhortó: “Ofrezcamos siempre a Dios sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de labios que hacen declaración
pública de su nombre”. (Heb. 13:15.)
15
Cuando planeamos nuestras actividades de la semana, debemos apartar períodos específicos para el servicio del campo. Tal vez la
congregación tiene reuniones para el servicio varios días de la semana y únicamente es cuestión de decidir cuáles apoyaremos. Es
bueno participar en las diferentes facetas del servicio, como la obra de casa en casa con las revistas y otras publicaciones, hacer
revisitas y dirigir estudios bíblicos. Hasta podemos estar preparados para dar testimonio informal, llevando con nosotros algunas
publicaciones y aprovechando las oportunidades de entablar conversaciones. Ya que por lo general salimos con alguien, podemos
preguntarle sobre su horario para hacer planes que convengan a ambos.
16
Debemos seguir nuestra rutina de predicación aunque encontremos indiferencia en el territorio. Sabemos de antemano que solo unos
cuantos responderán favorablemente. (Mat. 13:15; 24:9.) Ezequiel recibió la comisión de predicar a personas ‘rebeldes, insolentes y de
duro corazón’. Jehová le prometió ayudarlo haciendo su ‘frente exactamente tan dura como las frentes de ellos’, a saber, “como un
diamante, más dura que el pedernal”. (Eze. 2:3, 4; 3:7-9.) Así pues, una rutina regular de servicio exige perseverancia.
17
Imitemos los buenos ejemplos: La mayoría de nosotros predica mejor cuando alguien toma la delantera. Pablo y sus compañeros
dieron un buen ejemplo, y él invitó a otros a imitarlo. (Fili. 3:17.) Su rutina incluía todos los elementos necesarios para mantenerlo fuerte
en sentido espiritual.
18
En la actualidad también se nos ha bendecido con buenos ejemplos. En Hebreos 13:7, Pablo nos aconseja: “Acuérdense de los que
llevan la delantera entre ustedes, [...] y al contemplar detenidamente en lo que resulta la conducta de ellos, imiten su fe”. Por supuesto,
Cristo es nuestro Modelo, pero podemos imitar la fe de los que llevan la delantera. Como Pablo, los ancianos deben comprender que
tienen que dar un buen ejemplo a los demás. Aunque difieren en circunstancias, debe verse con claridad que todos siguen
ordenadamente una rutina en la que los intereses del Reino tienen prioridad. Pese a sus obligaciones seglares y familiares, los ancianos
deben tener hábitos fijos de estudio personal, asistencia a las reuniones y servicio del campo en vanguardia. Al ser evidente que los
ancianos ‘presiden sus propias casas excelentemente’, toda la congregación se sentirá motivada a seguir andando en una rutina
ordenada. (1 Tim. 3:4, 5.)
19
Metas para el nuevo año de servicio: Cuando comienza un nuevo año de servicio es apropiado reflexionar sobre nuestra rutina
personal. ¿Qué revela un examen de nuestra actividad del año que ha terminado? ¿Pudimos sostener, o incluso mejorar, nuestra
actividad? Tal vez nos hicimos más concienzudos en el estudio personal. Quizás asistimos a las reuniones con más asiduidad o
aumentamos nuestro servicio del campo sirviendo de precursores auxiliares. Es posible que recordemos actos bondadosos que hicimos
a favor de miembros de la congregación o de nuestra familia. En tal caso, podemos regocijarnos de haber andado de una manera que le
agrada a Dios, y tenemos buenas razones para seguir “haciéndolo más plenamente”. (1 Tes. 4:1.)
20
Si por el contrario nuestra rutina fue un tanto inconsecuente o esporádica, ¿cómo nos afectó espiritualmente? ¿Hubo algo que
estorbara nuestro progreso? La superación comienza pidiendo la ayuda de Jehová. (Fili. 4:6, 13.) Hable de sus necesidades con el resto
de la familia y solicite su cooperación en los campos en que su rutina deba mejorar. Si tiene problemas, pida ayuda a los ancianos. Si
nos esforzamos sinceramente y seguimos la guía de Jehová, de seguro evitaremos hacernos “inactivos o infructíferos”. (2 Ped. 1:5-8.)
21
Seguir una rutina ordenada trae bendiciones que hacen que los esfuerzos valgan la pena. Resuélvase a seguir progresando en una
rutina ordenada y ‘no descuide sus quehaceres. Fulgure con el espíritu. Sirva a Jehová como esclavo’. (Rom. 12:11.) (Si desea
información más detallada sobre este tema, vea La Atalaya del 1 de mayo de 1985, páginas 13-17.)

* jl lecciones 1,2,5,6
* Km 9/05 pag 3
Para guardar
Dirijamos estudios bíblicos progresivos
Este suplemento recopila las ideas clave de la serie de artículos sobre cómo dirigir estudios bíblicos progresivos que han
aparecido en Nuestro Ministerio del Reino. Se nos invita a guardarlo y consultarlo cuando dirijamos estudios bíblicos. También
puede utilizarse para repasar algunas de las sugerencias en las reuniones para el servicio del campo, y a los superintendentes
de servicio podría servirles de base para los discursos que dan cuando visitan los grupos de estudio de libro.
Parte 1: ¿Qué es un estudio bíblico?
Si mantiene conversaciones bíblicas de forma regular y sistemática, aunque sean breves, usando solo la Biblia o la Biblia junto con
alguna de las publicaciones recomendadas, usted está dirigiendo un estudio bíblico. El estudio puede informarse cuando se haya
dirigido dos veces después de haberle mostrado a la persona cómo se realiza y haya motivos para creer que continuará (km-S 7/04
pág. 1).
Publicaciones recomendadas
▪ ¿Qué exige Dios de nosotros?
▪ El conocimiento que lleva a vida eterna
▪ Adoremos al único Dios verdadero
▪ Podemos ser amigos de Dios. Puede utilizarse con quienes tienen poca educación escolar o no saben leer bien.
Parte 2: Preparación para el estudio
Debemos presentar la información de modo que toque el corazón del estudiante. Para ello, hay que prepararse muy bien de acuerdo
con las necesidades de este (km-S 8/04 pág. 1).
Cómo prepararse
▪ Examine el título, los subtítulos y las ilustraciones del capítulo o la lección.
▪ Localice las respuestas a las preguntas impresas y subraye solo las palabras y frases clave.
▪ Escoja los textos que no están copiados que va a leer en el estudio. Haga breves anotaciones en los márgenes de la publicación.
▪ Prepare un breve repaso final de las ideas principales.
Personalice la lección
▪ Haga una oración teniendo presente al estudiante y sus necesidades.
▪ Intente prever las ideas que le costará entender o aceptar.
▪ Pregúntese: “¿Qué debe comprender o en qué debe mejorar para progresar en sentido espiritual? ¿Cómo puedo llegarle al corazón?”.
▪ De ser necesario, prepare un ejemplo, una explicación o una serie de preguntas que ayuden al estudiante a captar el significado de
algún punto o texto bíblico.
Parte 3: Uso eficaz de las Escrituras
El propósito de dirigir estudios bíblicos es “ha[cer] discípulos”, algo que logramos cuando ayudamos a la gente a entender y aceptar las
enseñanzas de la Palabra de Dios y a ponerlas en práctica (Mat. 28:19, 20; 1 Tes. 2:13). Por eso, el estudio debe enfocarse en las
Escrituras (km-S 11/04 pág. 4).
Base su enseñanza en la Biblia
▪ Enseñe al estudiante a buscar los textos en su propia Biblia.
▪ Busque y analice los textos que muestran la base bíblica de nuestras creencias.
▪ Haga preguntas. Que el estudiante le explique a usted los textos y no al revés.
▪ No complique el estudio tratando de aclarar todo detalle de un texto. Explique solo lo indispensable para dejar clara la idea.
▪ Muéstrele la aplicación práctica. Ayúdele a ver la relación de los textos bíblicos con su vida.

* W05 1/2 pags 28-31


¿Produce fruto la verdad en las personas a quienes usted enseña?
CUANDO el joven Eric anunció que ya no quería ser testigo de Jehová, sus padres quedaron destrozados. La noticia los tomó por
sorpresa. Desde niño, Eric había participado en el estudio bíblico de familia, había asistido a las reuniones cristianas y había predicado
con la congregación. Parecía que, por decirlo así, estaba en la verdad. Pero ahora que se había ido de casa, los padres se dieron
cuenta de que no había hecho suyas las verdades bíblicas. Este descubrimiento no solo fue una sorpresa, sino también una decepción
para ellos.
Otros han experimentado sentimientos de pérdida parecidos cuando un estudiante de la Biblia inesperadamente deja de estudiar.
En estas ocasiones suelen preguntarse: “¿Por qué no percibí que esto iba a ocurrir?”. Ahora bien, ¿es posible determinar si la verdad
está dando fruto en aquellos a quienes enseñamos y de este modo evitar un desastre espiritual? En realidad, ¿cómo podemos
asegurarnos de que la verdad está influyendo en nosotros, así como en nuestros estudiantes? En su conocida parábola del sembrador,
Jesús dio una clave que nos ayuda a contestar estas preguntas.
La verdad tiene que llegar al corazón
“La semilla es la palabra de Dios —dijo Jesús—. En cuanto a lo que está [sembrado] en la tierra excelente, estos son los que, después
de oír la palabra con un corazón excelente y bueno, la retienen y llevan fruto con aguante.” (Lucas 8:11, 15.) Por tanto, antes de que la
verdad del Reino pueda producir resultados en nuestros estudiantes, tiene que echar raíces en su corazón figurado. Jesús nos asegura
que tal como sucede con la buena semilla en la tierra excelente, cuando la verdad divina llega a un buen corazón, inmediatamente surte
efecto y da fruto. ¿Qué debemos buscar?
Hay que observar las cualidades del corazón, no solo las apariencias. El hecho de que una persona mantenga una rutina de actividades
espirituales no siempre revela lo que realmente hay en su corazón (Jeremías 17:9, 10; Mateo 15:7-9). Por eso, tenemos que mirar más
allá de la pura apariencia. Debe haber cambios concretos en sus deseos, motivos y prioridades. La persona debe estar cultivando la
nueva personalidad que se conforma a la voluntad de Dios (Efesios 4:20-24). Ilustrémoslo. Cuando los tesalonicenses oyeron las
buenas nuevas, Pablo dijo que las aceptaron enseguida como la palabra de Dios. Pero fue el aguante, la fidelidad y el amor que luego
demostraron lo que le confirmó a él que la verdad “también est[aba] obrando en [ellos]” (1 Tesalonicenses 2:13, 14; 3:6).
Claro está, lo que el estudiante tenga en el corazón se revelará tarde o temprano en su comportamiento, como lo ilustra el ejemplo de
Eric (Marcos 7:21, 22; Santiago 1:14, 15). Lamentablemente, para cuando se manifiesten ciertos rasgos dañinos, pudiera ser
demasiado tarde. Por eso, el desafío es tratar de identificar las debilidades específicas antes de que se conviertan en escollos
espirituales: necesitamos saber cómo ver el corazón figurado. ¿Cómo podemos lograrlo?
Aprendamos de Jesús
Jesús, claro está, era capaz de leer los corazones sin equivocarse (Mateo 12:25). Ninguno de nosotros puede hacer eso. Sin embargo,
él mostró que nosotros también podemos percibir los deseos, motivos y prioridades de otra persona. Tal como un buen médico utiliza
diversas técnicas de diagnóstico para identificar cualquier problema que tenga el corazón físico de un paciente, Jesús utilizó la Palabra
de Dios para ‘sacar’ y exponer los “pensamientos e intenciones del corazón”, incluso cuando aún yacían ocultos a la vista de los demás
(Proverbios 20:5; Hebreos 4:12).
Por ejemplo, en cierta ocasión Jesús ayudó a Pedro a ser consciente de una debilidad que más tarde se convirtió en piedra de tropiezo.
Jesús sabía que Pedro lo amaba. De hecho, le acababa de encomendar al apóstol “las llaves del reino” (Mateo 16:13-19). Sin embargo,
Jesús también sabía que los apóstoles eran un blanco especial de Satanás y que pronto se les presionaría intensamente para que
transigieran. Debió de percibir que algunos de sus discípulos tenían debilidades en la fe que exigían atención, por lo que no tuvo
reparos en señalárselas. Veamos cómo lo hizo.
Mateo 16:21 dice: “Desde ese tiempo en adelante Jesucristo comenzó a mostrar a sus discípulos que él tenía que [...] sufrir [...] y ser
muerto”. Observe que Jesús les mostró, y no solo les dijo, lo que le ocurriría a él. Es muy probable que utilizara pasajes bíblicos como
Salmo 22:14-18 o Isaías 53:10-12, que indican que el Mesías tendría que sufrir y morir. En cualquier caso, al leer o citar directamente de
las Escrituras, Jesús les dio a Pedro y a los demás la oportunidad de expresar lo que había en su corazón. ¿Cómo reaccionarían ante la
perspectiva de tal persecución?
Aunque Pedro había demostrado ser intrépido y celoso, su impulsiva forma de reaccionar en esta ocasión reveló una falta grave en su
modo de pensar. “Sé bondadoso contigo mismo, Señor —dijo él—; tú absolutamente no tendrás este destino.” Pedro tenía un punto de
vista erróneo, pues como Jesús le señaló, no pensaba “los pensamientos de Dios, sino los de los hombres”. Tal óptica constituía un
error grave que podría tener tristes consecuencias. ¿Qué hizo Jesús? Tras reprender a Pedro, les dijo a él y a los demás discípulos: “Si
alguien quiere venir en pos de mí, repúdiese a sí mismo y tome su madero de tormento y sígame de continuo”. Valiéndose de pasajes
como Salmo 49:8 y 62:12, les recordó bondadosamente que sus perspectivas de vivir para siempre dependían, no de los hombres, que
no pueden dar la salvación, sino de Dios (Mateo 16:22-28).
Aunque más tarde Pedro sucumbió temporalmente al temor y negó tres veces a Jesús, esta y otras conversaciones con el Maestro sin
duda lo prepararon para recuperarse con rapidez en sentido espiritual (Juan 21:15-19). Tan solo cincuenta días después, Pedro se puso
de pie denodadamente ante las muchedumbres reunidas en Jerusalén para dar testimonio de la resurrección de Jesús. En las semanas,
meses y años siguientes hizo frente con valor a continuos arrestos y palizas y al encarcelamiento, poniendo así un sobresaliente
ejemplo de valerosa integridad (Hechos 2:14-36; 4:18-21; 5:29-32, 40-42; 12:3-5).
¿Qué aprendemos de esto? ¿Notó lo que Jesús hizo para sacar y exponer lo que había en el corazón de Pedro? Primero seleccionó
pasajes bíblicos apropiados para que Pedro enfocara la atención en un asunto específico. Luego le dio la oportunidad de responder de
corazón. Finalmente, le brindó más consejo de las Escrituras para ayudarlo a modificar su modo de pensar y sus sentimientos. Quizás le
parezca que esta forma de enseñar está más allá de sus habilidades, pero analicemos dos experiencias que ilustran cómo la
preparación y la confianza en Jehová pueden ayudarnos a todos a seguir el ejemplo de Jesús.
Saquemos lo que hay en el corazón
Cuando un padre cristiano supo que sus dos hijos de seis y siete años tomaron dulces del escritorio de su maestra, se sentó y razonó
con ellos. Él comenta lo que hizo en vez de pasar por alto el incidente como una simple travesura infantil inofensiva: “Traté de averiguar
qué había en su corazón que los había motivado a cometer ese mal acto”.
El padre les pidió que recordaran lo que le había ocurrido a Acán, según se relata en el capítulo 7 de Josué. Los niños enseguida
captaron el punto y admitieron su error. Ya les había estado molestando la conciencia. De modo que el padre los hizo leer Efesios 4:28,
que dice: “El que hurta, ya no hurte más, sino, más bien, que haga trabajo duro [...] para que tenga algo que distribuir a alguien que
tenga necesidad”. Él reafirmó el consejo bíblico al hacer que los niños pagaran su falta comprando dulces y llevándoselos a la maestra.
“Razonando con ellos —dice el padre—, tratábamos de desarraigar los motivos impropios que percibíamos y reemplazarlos con motivos
buenos y puros.” Con el tiempo, estos padres tuvieron buenos resultados porque imitaron a Jesús al enseñar a sus hijos.
Posteriormente, ambos hijos fueron invitados a servir en Betel, en las oficinas centrales de Brooklyn, y veinticinco años después, uno de
ellos aún sirve allí.
Observe cómo otra cristiana ayudó a su estudiante de la Biblia. La estudiante asistía a las reuniones, participaba en el ministerio y ya
había expresado el deseo de bautizarse. Sin embargo, parecía que confiaba demasiado en ella misma y no tanto en Jehová. “Como
soltera, se había hecho más independiente de lo que se imaginaba —recuerda la Testigo—. Me temía que fuera a sufrir una crisis
nerviosa o una caída espiritual.”
De modo que la Testigo tomó la iniciativa en razonar con ella sobre lo que dice Mateo 6:33, animándola a ajustar sus prioridades, poner
el Reino en primer lugar y confiar en que Jehová se encargará de los asuntos para nuestro bien. Le preguntó sin rodeos: “¿Será que
vivir sola te dificulta a veces confiar en los demás, incluso en Jehová?”. La estudiante admitió que casi había dejado de orar.
La publicadora entonces la animó a seguir el consejo de Salmo 55:22 y a arrojar su carga sobre Jehová porque, como nos asegura
1 Pedro 5:7, “él se interesa” por sus siervos. Esas palabras la conmovieron. La Testigo cuenta: “Fue una de las pocas veces que la he
visto llorar”.
Que la verdad siga obrando en usted
Nos da mucho gozo ver a nuestros estudiantes responder a las verdades bíblicas. No obstante, para lograr estos buenos resultados,
nosotros mismos tenemos que poner un buen ejemplo (Judas 22, 23). Todos debemos “[seguir] obrando [nuestra] propia salvación con
temor y temblor” (Filipenses 2:12). Eso incluye dejar que la luz de las Escrituras alumbre nuestro corazón regularmente a fin de buscar
actitudes, deseos y sentimientos que tal vez tengamos que corregir (2 Pedro 1:19).
Por ejemplo, ¿ha disminuido últimamente su celo por las actividades cristianas? Si así es, ¿por qué? Tal vez usted está confiando
demasiado en sí mismo. ¿Cómo puede saberlo? Lea Ageo 1:2-11 y reflexione con sinceridad sobre la línea de razonamiento que
empleó Jehová con los judíos repatriados. Luego pregúntese: “¿Estoy demasiado preocupado por mi seguridad económica y mis
comodidades materiales? ¿Confío de verdad en que Jehová cuidará de mi familia si doy prioridad a los asuntos espirituales? ¿O pienso
que tengo que cuidar de mí mismo primero?”. Si debe realizar cambios en sus pensamientos y sentimientos, no vacile en hacerlo. Los
consejos bíblicos, como los que se encuentran en Mateo 6:25-33, Lucas 12:13-21 y 1 Timoteo 6:6-12, suministran la base para tener el
punto de vista equilibrado sobre las necesidades y los bienes materiales, lo que garantiza la bendición continua de Jehová (Malaquías
3:10).
Esta clase de autoexamen sincero puede darnos en qué pensar. Admitir las debilidades específicas que tenemos cuando alguien nos
las señala puede afectarnos emocionalmente. Sin embargo, cuando usted toma la iniciativa para brindar corrección amorosa a su hijo, a
su estudiante de la Biblia o incluso a sí mismo —prescindiendo de lo personal o delicado que sea un asunto—, bien pudiera estar dando
el primer paso hacia la salvación de ellos o de usted mismo (Gálatas 6:1).
Ahora bien, ¿qué hacer si sus esfuerzos no parecen surtir efecto? No se dé por vencido enseguida. Cambiar un corazón imperfecto
puede ser una tarea delicada que consume tiempo y a veces es frustrante. Pero también puede ser una tarea muy satisfactoria.
El joven Eric, mencionado al principio, con el tiempo recobró el juicio y volvió a “anda[r] en la verdad” (2 Juan 4). “Regresé a Jehová
cuando me di cuenta de lo que había perdido”, dice él. Con la ayuda de sus padres, Eric ahora sirve fielmente a Dios. Aunque antes le
molestaba que sus padres lo instaran repetidas veces a examinar su corazón, ahora agradece mucho lo que hicieron por él. “Mis padres
son muy especiales —dice—. Nunca dejaron de amarme.”
Iluminar con la luz de la Palabra de Dios el corazón de aquellos a quienes enseñamos es una expresión de bondad amorosa (Salmo
141:5). Siga examinando el corazón de sus hijos y de sus estudiantes de la Biblia para asegurarse de que la nueva personalidad
cristiana realmente está echando raíces en ellos. Procure que la verdad siga influyendo en otros y en usted al “maneja[r] la palabra de la
verdad correctamente” (2 Timoteo 2:15).

* W10 15/1 pags 3-7


¿Por qué hay que dedicarse a Jehová?
“Esta noche estuvo de pie cerca de mí un ángel del Dios a quien yo pertenezco.” (HECH. 27:23)
“EN VIRTUD del sacrificio de Jesucristo, ¿se ha arrepentido de sus pecados y se ha dedicado a Jehová para hacer Su voluntad?” Esta
es una de las dos preguntas que se formulan al final del discurso dirigido a los candidatos al bautismo. Ahora bien, ¿por qué deben
dedicarse a Jehová los cristianos? ¿Qué beneficios obtienen al hacerlo? ¿Por qué es imprescindible que den este paso a fin de que
Dios acepte su servicio? Para encontrar la respuesta a estas preguntas, primero debemos comprender qué es la dedicación.
2
¿En qué consiste la dedicación? Algo que nos ayudará a encontrar la respuesta es un comentario que hizo Pablo a bordo de un barco
que estaba a punto de naufragar. El apóstol llamó a Jehová “[el] Dios a quien yo pertenezco”, con lo cual mostró que se consideraba
posesión suya (léase Hechos 27:22-24). En efecto, mientras que el mundo está “en el poder del inicuo”, los cristianos hemos llegado a
pertenecer a Jehová (1 Juan 5:19). ¿Cómo lo hemos logrado? Haciendo una dedicación válida a Jehová —es decir, realizando un voto,
o promesa solemne, en una oración— y luego, bautizándonos.
3
Jesús fijó el modelo el día de su bautismo, cuando hizo pública su decisión de efectuar la voluntad de su Padre. Claro, como él había
nacido en Israel, una nación que ya estaba dedicada a Dios, no tenía por qué volver a dedicarse. Tampoco estaba satisfaciendo alguna
exigencia de la Ley. Estaba haciendo algo más. Según indica la Biblia, le dijo a Jehová: “¡Mira! He venido [...] para hacer tu voluntad”
(Heb. 10:7; Luc. 3:21). Así es, con su bautismo, se estaba presentando ante su Padre para cumplir sus deseos. Hoy, los cristianos
seguimos su modelo al bautizarnos, aunque en nuestro caso sí estamos declarando públicamente que nos hemos dedicado en oración
a Dios.
Los beneficios de la dedicación
4
La dedicación cristiana no es una promesa cualquiera. Es un asunto muy serio. Ahora bien, ¿qué beneficios ofrece? Algo que nos
ayudará a entenderlo es examinar lo provechoso que es el sentido de compromiso en las relaciones humanas. Comencemos por
la amistad. Para tener amigos, hay que ser amigo primero. Es necesario que haya un sentido de compromiso, que se asuma la
responsabilidad moral de cuidar de la otra persona. Una de las amistades más hermosas de tiempos bíblicos fue la de David y Jonatán,
quienes estaban tan unidos que hicieron un pacto entre ellos (léanse 1 Samuel 17:57 y 18:1, 3). Hoy día no hay muchas relaciones tan
leales como aquella. Pero, al igual que ayer, las buenas amistades tienen en común el sentido de fidelidad y compromiso mutuo (Pro.
17:17; 18:24).
5
En Israel había otra relación que requería un sentido de compromiso: el convenio permanente que podía establecer un esclavo con su
amo. La Ley decía: “Si el esclavo dice insistentemente: ‘Realmente amo a mi señor, a mi esposa y a mis hijos; no quiero salir como
persona puesta en libertad’, entonces su amo tiene que acercarlo al Dios verdadero y tiene que ponerlo contra la puerta o la jamba de la
puerta; y su amo tiene que agujerearle la oreja con un punzón, y él tiene que ser esclavo suyo hasta tiempo indefinido” (Éxo. 21:5, 6).
Como vemos, el esclavo podía seguir disfrutando de la seguridad de pertenecer a un amo compasivo si hacía con él un pacto en el que
renunciaba a su libertad.
6
Otra relación donde debe existir un elevado sentido de compromiso es el matrimonio. Claro, el compromiso es con una persona, y
no meramente con un contrato. Dos personas que viven juntas sin casarse jamás podrán ofrecer a su pareja y a sus hijos el mismo
grado de seguridad que proporciona el matrimonio cristiano honorable. Tampoco tendrán el mismo aliciente para aceptar sus
responsabilidades y esforzarse por resolver con amor las dificultades (Mat. 19:5, 6; 1 Cor. 13:7, 8; Heb. 13:4).
7
Veamos por último las relaciones laborales. Desde tiempos bíblicos, los contratos han resultado muy útiles (Mat. 20:1, 2, 8). Así, al
iniciar un negocio o al comenzar a trabajar para alguien, firmar un contrato protege a las partes involucradas. Como hemos visto, las
relaciones humanas —trátese de amistades, matrimonios o acuerdos de negocios— se fortalecen con el sentido de compromiso. Pero
en el caso de nuestra relación con Jehová contamos con un vínculo muy superior: la dedicación, por la cual le entregamos
incondicionalmente nuestra vida. A continuación hablaremos de los beneficios que reportaba en tiempos bíblicos la dedicación, y
veremos por qué era mucho más que un compromiso.
La dedicación benefició a Israel
8
Los israelitas en su conjunto se dedicaron a Jehová al hacerle un voto. Él los había reunido frente al monte Sinaí y les había dicho: “Si
ustedes obedecen estrictamente mi voz y verdaderamente guardan mi pacto, entonces ciertamente llegarán a ser mi propiedad especial
de entre todos los demás pueblos”. Ante esto, el pueblo juró unánimemente: “Todo lo que Jehová ha hablado estamos dispuestos a
hacerlo” (Éxo. 19:4-8). Aquella dedicación era mucho más que un compromiso. Era la señal de que le pertenecían a Jehová, quien a su
vez les aseguró que los trataría como su “propiedad especial”.
9
Pertenecer a Jehová les trajo muchos beneficios a los israelitas. Él fue leal y tierno con ellos y los trató como a hijos. De hecho, les
dijo: “¿Puede una esposa olvidarse de su niño de pecho, de modo que no tenga piedad al hijo de su vientre? Hasta estas mujeres
pueden olvidar; no obstante, yo mismo no me olvidaré de ti” (Isa. 49:15). Dios guió a su pueblo mediante la Ley, lo fortaleció enviándole
profetas y lo protegió con sus ángeles. El salmista reconoció: “[Jehová] está anunciando su palabra a Jacob, sus disposiciones
reglamentarias y sus decisiones judiciales a Israel. No ha hecho así a ninguna otra nación” (Sal. 147:19, 20; léanse Salmo 34:7, 19 y
48:14). Al igual que cuidó de Israel, la nación que le pertenecía, hoy cuida de todos los cristianos que están dedicados a él.
¿Por qué debemos dedicarnos a Dios?
10
Hay quienes piensan: “¿Por qué tengo que dedicarme y bautizarme para poder servir a Jehová?”. Entenderemos la razón si
recordamos en qué situación nos encontramos ante él. Debido al pecado de Adán, todos hemos nacido fuera de la familia universal de
Dios (Rom. 3:23; 5:12). Y la única manera de ser aceptados en ella es dedicándonos. Veamos por qué.
11
Ninguno de nosotros ha tenido un padre capaz de transmitirnos vida en el pleno sentido de la palabra: vida perfecta (1 Tim. 6:19).
Como la primera pareja pecó, nacimos alejados de nuestro bondadoso Padre y Creador, y no podíamos ser considerados hijos suyos
(compárese con Deuteronomio 32:5). Desde aquel momento, la humanidad ha vivido fuera de la familia universal de Jehová y apartada
de él.
12
Aun así, cada uno de nosotros puede pedirle a Jehová que lo acepte en la familia de siervos suyos. Pero ¿cómo podemos gozar de
su favor si somos pecadores? Porque, como indicó Pablo, “cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios mediante la muerte
de su Hijo” (Rom. 5:10). Ahora bien, para que él nos reciba, tenemos que solicitarle una buena conciencia, y la forma de hacerlo es
bautizándonos (1 Ped. 3:21). No obstante, hay otros pasos que debemos dar antes. Primero debemos conocer bien a Jehová y
aprender a confiar en él; luego hemos de arrepentirnos y cambiar el curso de nuestra vida (Juan 17:3; Hech. 3:19; Heb. 11:6). ¿Qué
debemos hacer después?
13
Para ser parte de la familia de adoradores de Dios, hay que hacer una promesa solemne. ¿Por qué? Ilustrémoslo. Un padre de familia
muy respetado por la comunidad conoce a un muchacho huérfano, se encariña con él y decide adoptarlo. Pero le pone una condición:
“Quiero que me prometas que me verás como tu padre y que me amarás y respetarás siempre”. A menos que el joven le haga esa
promesa solemne, no lo aceptará como hijo. Sin duda, no es una exigencia irrazonable. En el caso de Jehová ocurre igual: solo
aceptará en su familia a quienes estén dispuestos a hacer un voto de dedicación. Así lo indica la Biblia al decir: “Entreguen todo su ser
como sacrificio vivo a Dios. Esa ofrenda que es su vida debe estar dedicada solamente a Dios para poder agradarle” (Rom. 12:1,
La Palabra de Dios para Todos, 2008).
Un acto de amor y fe
14
La dedicación es una prueba de nuestro amor por Dios. En cierto sentido es similar al voto matrimonial. El día de la boda, el cristiano
demuestra que ama a su novia prometiéndole solemnemente que estará a su lado en las buenas y en las malas. No solo está
comprometiéndose a formar una unión matrimonial; está jurándole lealtad a una persona. Además, sabe que no podrán emprender una
vida juntos a menos que haga ese voto. Del mismo modo, no es posible disfrutar de todos los beneficios de ser parte de la familia de
Jehová sin hacer el voto de dedicación. Como vemos, la razón por la que nos dedicamos a Dios es porque deseamos pertenecerle y
porque, dentro de nuestra imperfección, queremos serle leales pase lo que pase (Mat. 22:37).
15
La dedicación también es un acto de fe. Así es: nos dedicamos porque creemos en Jehová y confiamos en que su amistad es lo
mejor para nosotros (Sal. 73:28). Sabemos que no siempre será fácil servirle, pues vivimos “en medio de una generación torcida”. Sin
embargo, estamos seguros de que Dios cumplirá su promesa de bendecir nuestros esfuerzos (Fili. 2:15; 4:13). No nos cabe la menor
duda de que él será misericordioso cuando, por culpa de la imperfección, cometamos errores (léanse Salmo 103:13, 14 y Romanos
7:21-25). Y tenemos la certeza de que recompensará nuestra lucha por ser íntegros (Job 27:5).
La dedicación a Dios es el camino a la felicidad
16
La dedicación es causa de felicidad, pues implica entregarle a Jehová nuestra vida, y como dijo Jesús: “Hay más felicidad en dar que
en recibir” (Hech. 20:35). Durante su ministerio en la Tierra, el Hijo de Dios vivió de acuerdo con ese principio fundamental y
experimentó la alegría de ser generoso. Cuando hacía falta, sacrificaba el descanso, la comida y su comodidad personal para enseñar a
la gente el camino a la vida (Juan 4:34). Y nada le producía tanta satisfacción como complacer a su Padre. Por eso dijo: “Yo siempre
hago las cosas que le agradan” (Juan 8:29; Pro. 27:11).
17
Jesús les mostró a sus discípulos la forma de vivir que da más alegrías: “Si alguien quiere venir en pos de mí, repúdiese a sí mismo”
(Mat. 16:24). Cuando nos repudiamos —es decir, cuando renunciamos al control sobre nuestra vida—, nos acercamos al Dios de amor.
¿Podríamos estar en mejores manos?
18
Quienes se dedican a Jehová y viven conforme a su voluntad son más felices que quienes consagran su vida al servicio de algún ser
humano o al logro de un objetivo, como el de hacerse ricos. A diferencia de ellos, los cristianos viven realmente satisfechos (Mat. 6:24).
Es cierto que su felicidad se debe en parte a que tienen el honor de ser “colaboradores de Dios” en su obra, pero no olvidan que su voto
de dedicación no lo hicieron a una obra, sino a un Dios que los tiene en alta estima (1 Cor. 3:9). Nadie podría valorar más que él su
lealtad y sus sacrificios. Incluso les devolverá la juventud para que vivan bajo su cuidado por siempre (Job 33:25; léase Hebreos 6:10).
19
La Biblia contiene esta invitación: “Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes” (Sant. 4:8; Sal. 25:14). En efecto, quienes se
dediquen a Jehová gozarán de una relación estrecha con él. En el siguiente artículo, veremos por qué podemos tomar con confianza la
decisión de dedicarnos a Jehová para llegar a ser posesión suya.

* Km 3/09 pag 2
Cómo usar el libro “Amor de Dios” para dirigir estudios bíblicos
1
¡Qué emocionante fue recibir el libro “Manténganse en el amor de Dios” en la Asamblea de Distrito “Guiados por el espíritu de Dios”!
Tal como se anunció, esta publicación fue concebida para ayudarnos a conocer y amar las normas de conducta de Jehová, y no para
enseñar las doctrinas básicas de la Biblia. No se ofrecerá en la predicación.
2
Este libro será el segundo que se analizará con los estudiantes de la Biblia, después del libro Enseña. Recuerde que cada persona
crece espiritualmente a un paso distinto, por lo que cada estudio se debe conducir al ritmo que sea cómodo para el estudiante. Pero eso
sí, asegúrese de que la información que se abarque se entienda claramente. En la mayoría de los casos, no ofreceremos un estudio con
este libro a alguien que quizás ya haya estudiado varios libros pero que no esté asistiendo a las reuniones de la congregación y que
demuestre a todas luces que no tiene la intención de amoldar su vida a las verdades bíblicas que ha aprendido.
3
Si al tiempo presente usted está dirigiendo un estudio con el libro Adoremos y ya está en los últimos capítulos, tal vez sea mejor
terminar esa publicación y animar al estudiante a leer el libro “Amor de Dios” por cuenta propia. Si no es así, sería mejor pasar al nuevo
libro y comenzar desde el principio. Como es el caso con el libro Enseña, es opcional analizar los temas del apéndice.
4
Si un estudiante se bautiza antes de completar las dos publicaciones, se debe continuar con el estudio hasta que termine el libro
“Amor de Dios”. Y aun si se bautiza antes de terminar el segundo libro, se pueden seguir contando el tiempo, la revisita y el estudio.
El publicador que vaya como acompañante también puede contar el tiempo.
5
Cuando un miembro del Comité de Servicio de la Congregación le pida que dirija un estudio bíblico con alguien que se haya hecho
inactivo, quizás le indique que analice solo determinados capítulos del libro “Amor de Dios”. En tal caso, el estudio no tiene que
prolongarse por mucho tiempo. ¡Qué excelente provisión! Este nuevo libro ha sido preparado con el fin de que nos mantengamos “en el
amor de Dios” (Judas 21).

* Km 6/00 pag 4 parrs 7,8


7
Es una señal de amor cristiano prestar mucha atención personal a las personas interesadas a las que impartimos cursos bíblicos.
Nuestro objetivo es ayudar al estudiante a conseguir una mayor comprensión de la verdad de la Palabra de Dios. Entonces, podrá
ponerse firmemente y con conocimiento de causa de parte de la verdad, así como dedicar su vida a Jehová y simbolizar la dedicación
mediante el bautismo en agua (Sal. 40:8; Efe. 3:17-19).
8
¿Recordamos qué ocurrió cuando el eunuco etíope fue bautizado? “Siguió su camino regocijándose” como nuevo discípulo de
Jesucristo (Hech. 8:39, 40). Que tanto nosotros como las personas a las que logremos guiar en el camino de la verdad disfrutemos de
servir a Jehová Dios ahora y para siempre.

* Km 4/11 pag 2
Sección de preguntas
▪ ¿Por cuánto tiempo se espera que le demos clases a alguien que progresa?
Cuando una persona progresa, es mejor seguir dirigiendo el estudio hasta terminar dos publicaciones: ¿Qué enseña realmente la
Biblia? y “Manténganse en el amor de Dios”. Hay que hacerlo aunque el estudiante se bautice antes de terminar cualquiera de los dos
libros. Claro, se puede seguir contando el tiempo, las revisitas y el estudio aun después de su bautismo. Y si otro publicador nos
acompaña y participa en el estudio, también él puede contar el tiempo (véase Nuestro Ministerio del Reino de marzo de 2009, página 2).
Es importante que los nuevos tengan buenos cimientos en la verdad antes de dejarlos caminar solos. Tienen que estar “arraigados” en
Cristo y “estabilizados en la fe” para ser capaces de soportar las dificultades que de seguro afrontarán (Col. 2:6, 7; 2 Tim. 3:12; 1 Ped.
5:8, 9). Además, deben contar con “un conocimiento exacto de la verdad” a fin de poder enseñar bien a otros (1 Tim. 2:4). Al completar
dos libros con los estudiantes, los estamos ayudando a andar con paso seguro en “el camino que conduce a la vida” (Mat. 7:14).
Antes de aprobar el bautismo de una persona, los ancianos deben comprobar que entienda con claridad las enseñanzas básicas de la
Biblia y que esté viviendo de acuerdo con ellas. Deben ser especialmente cuidadosos con un estudiante que todavía no haya terminado
el primer libro. Si alguien no está listo para el bautismo, los ancianos verán que reciba la ayuda personal necesaria para que llene los
requisitos en el futuro (véase Organizados para hacer la voluntad de Jehová, páginas 216 a 218).

 LECCION 16 (a)

* It-1 pag 1032


GOZO
Sentimiento de alegría o placer que se experimenta al poseer o esperar algún bien; felicidad; júbilo. Las palabras hebreas y griegas que
se usan en la Biblia para referirse a gozo, júbilo, regocijo y alegría, expresan diversos matices y grados de gozo. Los verbos empleados
denotan tanto los sentimientos internos como la manifestación externa de gozo, y pueden tener gran variedad de significados, como
“estar gozoso; regocijarse; gritar de alegría; saltar de alegría”, entre otros.
Jehová Dios y Jesucristo. A Jehová se le llama el “Dios feliz”. (1Ti 1:11.) Su creación y Su trabajo le producen gozo a Él y a sus
criaturas. Jehová se regocija en sus obras. (Sl 104:31.) De igual manera, desea que sus criaturas disfruten de las obras que Él hace
para provecho de ellas y que disfruten de su propio trabajo. (Ec 5:19.) Ya que es la Fuente de todas las cosas buenas (Snt 1:17), el
llegar a conocerle es lo que más regocija a todas las criaturas inteligentes, tanto humanos como ángeles. (Jer 9:23, 24.) Por eso el rey
David dijo: “Sea placentera mi meditación acerca de él. Yo, por mi parte, me regocijaré en Jehová”. (Sl 104:34.) También se expresó en
canción: “Y el justo se regocijará en Jehová y verdaderamente se refugiará en él; y todos los rectos de corazón se jactarán”. (Sl 64:10.)
Y el apóstol Pablo animó a los cristianos a derivar gozo en todo momento de su conocimiento de Jehová y de Sus tratos con ellos
cuando escribió: “Siempre regocíjense en el Señor [Jehová, en varias versiones]. Una vez más diré: ¡Regocíjense!”. (Flp 4:4.)
Jesucristo, el más cercano a Jehová, es quien lo conoce mejor (Mt 11:27), y puede darlo a conocer a sus seguidores. (Jn 1:18.) Por lo
tanto, está gozoso, y se le llama “el feliz y único Potentado”. (1Ti 6:14, 15.) Debido al amor que tiene a su Padre, está ansioso de hacer
siempre las cosas que le agradan. (Jn 8:29.) Por consiguiente, cuando se le presentó la misión de venir a la Tierra, sufrir y morir con el
fin de vindicar el nombre de Jehová, “por el gozo que fue puesto delante de él aguantó un madero de tormento, despreciando la
vergüenza”. (Heb 12:2.) También sentía un gran amor por la humanidad y se deleitaba en ella. Por eso, las Escrituras, que lo
personifican en su existencia prehumana como la sabiduría, ponen en su boca las palabras: “Entonces llegué a estar [al] lado [de
Jehová] como un obrero maestro, y llegué a ser aquella con quien él estuvo especialmente encariñado día a día, y estuve alegre delante
de él todo el tiempo, pues estuve alegre por el terreno productivo de su tierra, y las cosas que fueron el objeto de mi cariño estuvieron
con los hijos de los hombres”. (Pr 8:30, 31.)
Jesús deseaba que sus seguidores disfrutaran del mismo gozo. Por eso, les dijo: “Estas cosas les he hablado, para que mi gozo esté en
ustedes y su gozo se haga pleno”. Los ángeles también se regocijaron cuando se creó la Tierra. (Jn 15:11; 17:13; Job 38:4-7.)
Asimismo, ven el derrotero del pueblo de Dios y se alegran de su proceder fiel. Especialmente se regocijan cuando una persona se
vuelve de sus caminos pecaminosos y se adhiere a la adoración pura y al servicio a Dios. (Lu 15:7, 10.)

* W95 15/1 pag 11 parrs 4-6


“Nada sino gozoso”
4
Una razón sobresaliente para tener gozo es la provisión que Jehová ha hecho para reunirnos. Las asambleas de circuito y distrito
producen gozo a los testigos de Jehová hoy día, tal como las fiestas anuales regocijaban el corazón de los israelitas. Al pueblo de Israel
se le dijo: “Siete días celebrarás la fiesta [de las cabañas] a Jehová tu Dios en el lugar que Jehová escoja, porque Jehová tu Dios te
bendecirá en todo tu producto y en todo hecho de tu mano, y nada sino gozoso tendrás que llegar a estar”. (Deuteronomio 16:13-15.) Sí,
Dios quería que ‘llegaran a estar gozosos’. Lo mismo puede decirse de los cristianos, pues el apóstol Pablo exhortó a sus compañeros
de creencia: “Siempre regocíjense en el Señor. Una vez más diré: ¡Regocíjense!”. (Filipenses 4:4.)
5
Ya que Jehová quiere que estemos gozosos, nos da el gozo como uno de los frutos de su espíritu santo. (Gálatas 5:22, 23.) ¿Qué es
gozo? Es el sentimiento de alegría que se experimenta al esperar o poseer algún bien. Es el estado de verdadera felicidad, incluso
júbilo. Este fruto del espíritu santo de Dios nos sostiene cuando afrontamos pruebas. “Por el gozo que fue puesto delante de [Jesús,]
aguantó un madero de tormento, despreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios.” (Hebreos 12:2.) El
discípulo Santiago escribió: “Considérenlo todo gozo, mis hermanos, cuando se encuentren en diversas pruebas, puesto que ustedes
saben que esta cualidad probada de su fe obra aguante”. Ahora bien, ¿qué debemos hacer si no sabemos cómo afrontar cierta prueba?
Con confianza podemos pedir sabiduría en oración. Si obramos en conformidad con la sabiduría celestial, podremos resolver los
problemas o enfrentarnos a pruebas persistentes sin perder el gozo de Jehová. (Santiago 1:2-8.)
6
El gozo que da Jehová nos fortalece para promover la adoración verdadera. Esto fue lo que sucedió en los días de Nehemías y
Esdras. Los judíos de aquellos tiempos que habían hecho del gozo de Jehová su plaza fuerte fueron fortalecidos para dar empuje a los
intereses de la adoración verdadera. Y su gozo aumentó al promover la adoración de Jehová. Lo mismo sucede hoy. Como adoradores
de Jehová, tenemos motivo para sentir gran regocijo. Analicemos a continuación otras de las muchas razones para estar gozosos.

 LECCION 16 (b)

* W04 15/4 pag 14 parrs 10, 11


10
Asimismo, la bondad está vinculada al amor. Jesús dijo a sus seguidores: “En esto todos conocerán que ustedes son mis discípulos,
si tienen amor entre sí” (Juan 13:35). Y al describir este amor, Pablo afirmó: “El amor es sufrido y bondadoso” (1 Corintios 13:4).
La bondad también se une al amor en la expresión “bondad amorosa”, que aparece con frecuencia en las Escrituras y que se refiere a
una bondad que surge del amor leal. El sustantivo hebreo que se vierte “bondad amorosa” significa más que tierno cariño. Es una
bondad que se adhiere amorosamente a un objeto hasta que su propósito con relación a él se ha realizado. La bondad amorosa, o amor
leal, de Jehová se refleja de diversas formas. Por ejemplo, se observa en sus actos de liberación y protección (Salmo 6:4; 40:11;
143:12).
11
La bondad amorosa de Jehová atrae a las personas hacia él (Jeremías 31:3). Cuando los siervos fieles de Dios necesitan liberación o
ayuda, saben que Su bondad amorosa realmente es leal, amor leal. No les fallará. Por tanto, pueden orar con fe, como el salmista que
cantó: “En cuanto a mí, en tu bondad amorosa he confiado; esté gozoso mi corazón en tu salvación” (Salmo 13:5). Puesto que el amor
de Dios es leal, Sus siervos pueden cifrar completa confianza en Él. Tienen esta garantía: “Jehová no desamparará a su pueblo,
ni dejará a su propia herencia” (Salmo 94:14)

* W13 15/8 pag 25 parrs 8-10


8
Satanás empleó la misma táctica para tentar a Jesús en el desierto. Como este llevaba cuarenta días y cuarenta noches sin comer, el
Diablo trató de apelar a su deseo de alimentarse. “Si eres hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan”, le dijo (Luc. 4:1-3).
Jesús tenía dos opciones: podía realizar un milagro para satisfacer su hambre, o podía no hacerlo. Él sabía que no debía emplear su
poder sobrenatural para complacerse a sí mismo. Aunque estaba hambriento, su relación con Jehová le importaba mucho más. Por eso
contestó: “Está escrito: ‘No de pan solamente debe vivir el hombre sino de todo lo que procede de la boca de Jehová’” (Luc. 4:4, nota).
“EL DESEO DE LOS OJOS”
9
Juan mencionó otro señuelo: “el deseo de los ojos”. Esta expresión sugiere que es posible empezar a desear algo con tan solo mirarlo.
En el caso de Eva, Satanás apeló a este deseo y dijo: “Tendrán que abrírseles los ojos”. Cuanto más miraba ella el fruto, más lo
deseaba. Sí, “a los ojos [el árbol] era algo que anhelar”.
10
¿Y cómo utilizó Satanás “el deseo de los ojos” para tentar a Jesús? “Le mostró todos los reinos de la tierra habitada en un instante de
tiempo; y [...] le dijo: ‘Te daré toda esta autoridad y la gloria de ellos’.” (Luc. 4:5, 6.) Obviamente, Jesús no vio todos aquellos reinos con
sus ojos físicos. Satanás se los mostró en una visión, pensando que se sentiría tentado al ver su gloria. Entonces tuvo el atrevimiento
de decirle: “Si tú haces un acto de adoración delante de mí, todo será tuyo” (Luc. 4:7). Jesús, sin embargo, no quería en absoluto ser la
clase de persona que Satanás deseaba que fuera. Por eso contestó: “Está escrito: ‘Es a Jehová tu Dios a quien tienes que adorar, y es
solo a él a quien tienes que rendir servicio sagrado’” (Luc. 4:8).

 LECCION 17 (a)

* W13 15/11 pag 4 parrs 6,7


6
Las súplicas son oraciones cargadas de sentimientos muy intensos. ¿En qué circunstancias podemos suplicarle a Jehová? Sin duda,
cuando sufrimos persecución o enfermedades muy graves. En esos casos, es natural que nuestras oraciones se conviertan en súplicas.
Pero ¿son estos los únicos asuntos sobre los que podemos suplicarle a Jehová?
7
Fijémonos en la oración que Jesús nos dejó como modelo y observemos lo que dijo sobre el nombre, el Reino y la voluntad de Dios
(lea Mateo 6:9, 10). Este mundo está hundido en la maldad, y los gobiernos humanos no pueden cubrir ni siquiera las necesidades
básicas de la gente. Obviamente, debemos suplicarle a nuestro Padre celestial que su nombre sea santificado y que su Reino acabe
con el dominio de Satanás. También es oportuno suplicarle que su voluntad se haga en la Tierra como se hace en el cielo.
En conclusión, tenemos que permanecer alerta y usar todos los tipos de oración.

* W95 15/3 pag 4


Vale la pena examinar las oraciones de la Biblia
UNA mujer ansiosa, un rey y el propio Hijo de Dios pronunciaron las oraciones que examinaremos a continuación. Cada una de las
oraciones fue motivada por un diferente conjunto de circunstancias. Estas circunstancias pueden ser similares a las nuestras hoy en día.
¿Qué podemos aprender de estos ejemplos?
“Si miras sin falta la aflicción de tu esclava”
¿Está usted luchando para vencer un problema persistente? ¿Le abruma la ansiedad? En tal caso tiene mucho en común con Ana
antes de que diera a luz a su primer hijo, Samuel. Ana no tenía hijos y otra mujer se mofaba de ella. De hecho, su situación la
preocupaba e irritaba tanto que ni siquiera comía. (1 Samuel 1:2-8, 15, 16.) Esta mujer dirigió la siguiente súplica a Jehová:
“Oh Jehová de los ejércitos, si miras sin falta la aflicción de tu esclava y realmente te acuerdas de mí, y no te olvidas de tu esclava y
realmente das a tu esclava prole varón, yo ciertamente lo daré a Jehová todos los días de su vida, y no vendrá navaja sobre su cabeza.”
(1 Samuel 1:11.)
Observe que Ana no habló generalidades. Se dirigió a Jehová con una petición específica (un hijo varón) y con una resolución definida
(ponerlo a disposición de Dios). ¿Qué nos enseña esta oración?
Cuando se enfrente a la adversidad, sea específico en la oración. Sin importar cuál sea su problema —situación doméstica, soledad,
mala salud— mencióneselo a Jehová en oración. Explíquele la naturaleza exacta de su dificultad y cómo se siente. “Todas las noches le
comunico a Jehová mis problemas —dice una viuda llamada Louise—. A veces son bastantes, pero le menciono claramente cada uno
de ellos.”

* W11 12/2 pag 19


Cuando un joven Testigo llamado Paul se puso a reflexionar sobre su forma de orar, se dio cuenta de que tenía que mejorar. Explicó:
“Había caído en la costumbre de repetir siempre las mismas expresiones”. Decidió buscar información en el Índice de las publicaciones
Watch Tower y descubrió que en las Santas Escrituras aparecen unas ciento ochenta oraciones. En ellas, los siervos de Dios del
pasado manifestaron sus sentimientos más profundos. “Al meditar en estos ejemplos —señaló Paul—, aprendí a ser más específico, lo
que me ha ayudado a hablarle a Jehová desde el corazón. Ahora me encanta acercarme a él a través de la oración.”
“Alimento al tiempo apropiado”
Otra bendición es el extenso conjunto de verdades bíblicas que nos ofrece Dios, un verdadero banquete. No es de extrañar que
“clam[emos] gozosamente a causa de la buena condición de corazón” (Isa. 65:13, 14). Pero debemos tener cuidado, pues no queremos
que ninguna influencia nociva nos lleve a perder el entusiasmo por la verdad. Por ejemplo, si prestáramos atención a la propaganda de
los apóstatas, podríamos confundirnos y perder el aprecio por el privilegio de recibir “alimento [espiritual] al tiempo apropiado” a través
del medio establecido por Jehová: “el esclavo fiel y discreto” (Mat. 24:45-47).
Esta fue la triste experiencia de André, quien llevaba años sirviendo a Jehová. Cayó víctima de los razonamientos de los apóstatas
porque creyó que no sería peligroso echarle un vistazo a una de sus páginas de Internet. “Al empezar a leerla —recuerda—, me
llamaron la atención las supuestas verdades que defendían. Cuanto más leía, más me convencía de que lo mejor era abandonar la
organización. Pero luego analicé con más cuidado los razonamientos que presentaban contra los testigos de Jehová y me di cuenta de
que aquellos renegados eran maestros falsos y muy astutos. Sus ‘pruebas irrefutables’ contra nosotros no eran más que informaciones
sacadas de contexto. De modo que decidí volver a leer nuestras publicaciones y asistir a las reuniones. Enseguida me di cuenta de
cuánto me estaba perdiendo.” Felizmente, André regresó a la congregación.
“Toda la hermandad”
Ser parte de una familia internacional tan amorosa y unida es una auténtica bendición de Jehová (Sal. 133:1). Con razón escribió Pedro:
“Tengan amor a toda la hermandad” (1 Ped. 2:17, nota). En efecto, al formar parte de la congregación, disfrutamos del cariño y la ayuda
de nuestros padres, madres, hermanos y hermanas espirituales (Mar. 10:29, 30)

* W87 15/7 pag 19 parr 14


14
El principio de que las oraciones requieren obras aplica también a estas palabras del discípulo Santiago, medio hermano de Jesús:
“Si alguno de ustedes tiene deficiencia en cuanto a sabiduría, que siga pidiéndole a Dios, porque él da generosamente a todos, y sin
echar en cara; y le será dada”. (Santiago 1:5; Mateo 13:55.) Pero ¿nos imparte Dios esta sabiduría por algún milagro? No. En primer
lugar, tenemos que tener la actitud correcta, como leemos: “Enseñará a los mansos Su camino”. (Salmo 25:9.) ¿Y cómo enseña Dios “a
los mansos”? Mediante su Palabra. De nuevo, tenemos que esforzarnos por entenderla y ponerla en práctica, como se indica en
Proverbios 2:1-6: “Hijo mío, si recibes mis dichos y atesoras contigo mis propios mandamientos, de modo que con tu oído prestes
atención a la sabiduría, para que inclines tu corazón al discernimiento; si, además, clamas por el entendimiento mismo y das tu voz por
el discernimiento mismo, si sigues buscando esto como a la plata, [...] en tal caso entenderás el temor de Jehová, y hallarás el
mismísimo conocimiento de Dios. Porque Jehová mismo da la sabiduría”.
 LECCION 17 (b)

* Yb01 pag 60
En Portugal, el interés de Antonio por el mensaje de la Biblia se fue avivando gracias a las conversaciones que mantenía con su
hermano carnal, testigo de Jehová, cuando este lo visitaba. Antonio estaba deseoso de conocer mejor las Escrituras. Pidió ayuda en
una fervorosa oración, y poco después llamaron a la puerta de su hogar dos Testigos, con quienes comenzó a estudiar la Biblia. Al
aumentar su conocimiento, fue haciendo cambios en su vida para obrar en conformidad con la voluntad divina. En primer lugar, la
conciencia lo llevó a abandonar la caza, deporte por el que sentía auténtica pasión. Más tarde comprendió la necesidad de mantener
neutralidad cristiana y dimitió del cargo de alcalde, que había ostentado durante quince años. Aunque lo presionaron para replantearse
la decisión, el consejo de Santiago 4:4 fortaleció su determinación. Progresó con rapidez, y él y su esposa profundizaron su relación con
Jehová y comenzaron a asistir a las reuniones de la congregación. Poco después empezaron a participar en el ministerio del campo y
se bautizaron.
De España nos llega la experiencia de un hermano que, a consecuencia de su fe, sufrió hace años el hostigamiento de un compañero
de trabajo que por meses se burló de su religión y la criticó. Llegó un momento en que la situación le resultó insoportable, así que le
pidió a Jehová que le ayudara a aguantarla con entereza cristiana, sin devolver mal por mal. Tuvo la grata sorpresa de ver cambiar de
actitud a su compañero, quien llegó a presentarle sus disculpas y a decirle que no volvería a hablar mal de Dios delante de él, aunque
poco después salió de aquella empresa.
Tardaron en volver a verse veinticuatro años. En esta ocasión se encontraron en el Salón del Reino, donde el hermano tenía la
asignación de pronunciar un discurso. El ex colega le dijo que había estudiado la Biblia y se había bautizado como testigo de Jehová.
También le contó que, aunque habían pasado muchos años, nunca había olvidado a “aquel Testigo que con tanta paciencia soportó las
burlas que hacía de él y su Dios”.

* W73 pag 45
23
De todas partes del mundo llegan ejemplos del día moderno que prueban que los cristianos verdaderos nunca están solos. En
Alemania, durante la II Guerra Mundial, miles de Testigos fueron puestos en campos de concentración de Hitler, por lo general
despojados de sus Biblias. Uno de estos Testigos, después de ser puesto en libertad, escribió: “Cuando fui arrestado me sentí
agradecido de no haber desatendido el estudio bíblico personal, ya que éste me ayudó a tener fe para aguantar. Con frecuencia
pensaba en el aguante que mencionó el escritor bíblico Santiago, que dijo: ‘¡Miren! Pronunciamos felices a los que han aguantado.’—
Sant. 5:11.
24
“Aunque los oficiales de la prisión me quitaron la Biblia, permitían que otros presos [que no eran Testigos] la tuvieran. Pensaban que
mi fe se debilitaría si no tenía la Biblia, y que renunciaría a mi fe firmando una declaración en ese sentido, preparada por los nazis.
No comprendían que yo había grabado la verdad de la Palabra de Dios con gran profundidad en mi mente por medio del estudio bíblico
personal y en grupo mucho antes de haber sido encarcelado. No pudieron quitar de mi mente aquellas verdades fortalecedoras de la
fe.”

* W97 15/11 pag 8,9


Manténgase firme en la fe a pesar de las pruebas
“Considérenlo todo gozo, mis hermanos, cuando se encuentren en diversas pruebas.” (SANTIAGO 1:2.)
LOS siervos de Jehová son sus Testigos, que le sirven con fe y “gozo de corazón”. (Deuteronomio 28:47; Isaías 43:10.) Lo hacen
aunque los asedien las pruebas. Pese a las dificultades, los consuela la siguiente exhortación: “Considérenlo todo gozo, mis hermanos,
cuando se encuentren en diversas pruebas, puesto que ustedes saben que esta cualidad probada de su fe obra aguante”. (Santiago
1:2, 3.)
2
Estas palabras las escribió el discípulo Santiago, medio hermano de Jesucristo, cerca del año 62. (Marcos 6:3.) Santiago era un
anciano de la congregación de Jerusalén. De hecho, él, Cefas (Pedro) y Juan parecían “ser columnas”, es decir, sólidos pilares de la
congregación. (Gálatas 2:9.) Cuando la cuestión de la circuncisión llegó a “los apóstoles y los ancianos”, alrededor del año 49, Santiago
presentó una propuesta basada en las Escrituras, que el cuerpo gobernante del siglo primero aceptó. (Hechos 15:6-29.)
3
Santiago, pastor espiritual concienzudo, ‘conocía la apariencia del rebaño’. (Proverbios 27:23.) Sabía que los cristianos de su día
afrontaban pruebas severas. Algunos de ellos tenían que modificar su modo de pensar, pues favorecían a los pudientes. Para muchos
la adoración era un puro formulismo. Otros hacían daño con su lengua ingobernable. Se dejaba sentir el espíritu perjudicial del mundo, y
muchos no tenían paciencia ni se ocupaban en la oración. Es más, ciertos cristianos estaban espiritualmente enfermos. La carta de
Santiago trata estas cuestiones de manera constructiva, y su consejo es tan práctico hoy como lo fue en el siglo primero. Nos será de
mucho beneficio analizar esta carta como si se hubiera escrito para nosotros personalmente.
Cuando afrontamos pruebas
4
Santiago nos indica cómo debemos considerar las pruebas. (Santiago 1:1-4.) Sin aludir a su parentesco con el Hijo de Dios,
humildemente se llama “esclavo de Dios y del Señor Jesucristo”. Santiago escribe a “las doce tribus” del Israel espiritual, “esparcidas”
en un principio debido a la persecución. (Hechos 8:1; 11:19; Gálatas 6:16; 1 Pedro 1:1.) A nosotros también se nos persigue como
cristianos y nos ‘encontramos en diversas pruebas’. Pero si recordamos que nuestra fe se fortalece al aguantar las pruebas, lo
‘consideraremos todo gozo’ cuando estas nos sobrevengan. La lealtad a Dios durante las pruebas redundará en felicidad perdurable.
5
Algunas pruebas tienen que ver con adversidades comunes a la humanidad. Por ejemplo, es posible que tengamos mala salud. Dios
no realiza en este tiempo curas milagrosas, pero contesta las oraciones en las que le pedimos la sabiduría y la fortaleza necesarias para
sobrellevar la enfermedad. (Salmo 41:1-3.) Asimismo, sufrimos por causa de la justicia cuando se nos persigue por el hecho de ser
testigos de Jehová. (2 Timoteo 3:12; 1 Pedro 3:14.) Aguantar estas tribulaciones prueba nuestra fe, y le confiere por tanto una “cualidad
probada”. Y luego, el triunfo de la fe “obra aguante”. Por otra parte, la fe, fortalecida por las tribulaciones, nos ayudará a superar futuras
pruebas.
6
“Pero —dice Santiago— que el aguante tenga completa su obra.” Si permitimos que la prueba siga su curso y no intentamos ponerle
fin prematuramente por medios contrarios a las Escrituras, el aguante efectuará la “obra” de convertirnos en cristianos completos,
no carentes de fe. Por supuesto, si la prueba pone de manifiesto alguna debilidad, debemos buscar la ayuda de Jehová para superarla.
¿Y si la prueba es una tentación para que cometamos un acto inmoral? Oremos acerca de este problema y luego actuemos en armonía
con nuestras peticiones. Es posible que tengamos que cambiar de empleo o tomar otras medidas para mantenernos leales a Dios.
(Génesis 39:7-9; 1 Corintios 10:13.)
La búsqueda de la sabiduría
7
Santiago nos indica qué debemos hacer si no sabemos cómo afrontar cierta prueba. (Santiago 1:5-8.) Jehová no nos va a reprochar el
hecho de que nos falte sabiduría y se la pidamos en oración con fe. Él nos ayudará a ver la prueba en su justa perspectiva y a
aguantarla. Es posible que se nos llame la atención a algún texto bíblico mediante los compañeros de creencia o el estudio personal de
la Biblia. La providencia divina puede maniobrar los acontecimientos de modo que percibamos lo que debemos hacer, y el espíritu de
Dios puede guiarnos. (Lucas 11:13.) Por supuesto, para disfrutar de esos beneficios tenemos que mantenernos cerca de Dios y de su
pueblo. (Proverbios 18:1.)
8
Jehová nos da la sabiduría para enfrentarnos a las pruebas si seguimos “pidiendo con fe, sin dudar nada”. El que duda “es semejante
a una ola del mar impelida por el viento y aventada de una parte a otra” de forma impredecible. Si somos así de inestables en sentido
espiritual, no debemos ‘figurarnos que vamos a recibir cosa alguna de Jehová’. No seamos ‘indecisos’ ni ‘inconstantes’ en la oración
ni de otras maneras. Por el contrario, tengamos fe en Jehová, la Fuente de la sabiduría. (Proverbios 3:5, 6.)
Los ricos y los pobres pueden alborozarse
9
Aun si la pobreza es una de nuestras pruebas, tengamos presente que tanto los cristianos ricos como los pobres pueden alborozarse.
(Santiago 1:9-11.) La mayoría de los ungidos poseían pocos bienes antes de hacerse seguidores de Jesús, y el mundo los
menospreciaba. (1 Corintios 1:26.) Pero podían alborozarse por su “exaltación” como herederos del Reino. (Romanos 8:16, 17.) A la
inversa, los ricos a los que en un tiempo se honraba, fueron ‘humillados’ como seguidores de Cristo porque el mundo los despreció.
(Juan 7:47-52; 12:42, 43.) Sin embargo, como siervos de Jehová, todos podemos alborozarnos porque ni la riqueza mundana ni el
prestigio son nada en comparación con las riquezas espirituales de que disfrutamos. ¡Y cuánto agradecemos que entre nosotros
no haya cabida para el orgullo debido a la posición social! (Proverbios 10:22; Hechos 10:34, 35.)

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