La Angustia en La Red de Los Significantes - Seminario 10.
La Angustia en La Red de Los Significantes - Seminario 10.
La Angustia en La Red de Los Significantes - Seminario 10.
Nos recuerda el apólogo de la Mantis religiosa que presentó en el Seminario de la Identificación. Propone la figura de
la mantis religiosa a modo de ejemplificar la angustia en términos de la dialéctica del sujeto con el Otro y ese resto
innombrable.
Parece ser que algunas veces la hembra, que es más grande que el macho, durante el coito, y devora a su
compañero. Lacan dice que se imagina siendo del tamaño del macho, con una máscara, y que no puede ver su propia
imagen en los ojos de la mantis.
Lacan a través de esta imagen propone pensar a la angustia como el afecto que se suscita en el cuerpo del sujeto, en
el plano de la interrogación por su ser, por su existencia en el contexto de la dialéctica con el Otro.
Los ojos de la mantis representan al enigma que proviene del Otro, en tanto el que el sujeto no se reconoce como
tal, esto abre la pregunta: ¿Qué me quiere? Esta estructura aquella relación del sujeto con el significante, la que
representa la subjetividad freudiana. Es una interrogación que concierne directamente al yo.
La pregunta se mantiene entre los dos pisos del grafo, la distancia entre ellas hace al mismo tiempo homologas y
distintas la relación con el deseo y la identificación narcicística.
En el juego de la dialéctica que anuda estas dos etapas es donde se introduce la función de la angustia, la cual nos
permite orientarnos en función de los momentos de aparición.
Lacan precisa en el camino de la angustia lo que designa como objeto a. La manifestación más llamativa de este
objeto a, la señal de su intervención es la angustia.
Freud nos enseñó que la angustia desempeña en relación con algo la función de señal. Para Lacan es una señal que
corresponde a la relación del sujeto con el objeto a. El sujeto sólo puede entrar en esta relación por la vacilación de
cierto “fading” o evanecimiento, designado por su notación mediante una S tachada. La angustia es la señal de
ciertos momentos de esta relación.
Este objeto se designa con una notación algébrica, porque llamarlo mediante una palabra sería metafórico, haciendo
uso del término a, se trata de un objeto externo a toda definición posible de la objetividad.
El cuerpo, como medio para presentificarse, le permite al significante encarnarse en lo real y hacer nacer un sujeto.
Incluso en la experiencia de la imagen especular, el valor de la imagen empieza a cambiar, sobre todo si la mirada
que aparece en el espejo comienza ya a no mirarnos a nosotros mismos. Aurora de un sentimiento de extrañeza que
es la puerta que se abre a la angustia.
Pasa a ser una imagen especular al doble que se me escapa, ¿cómo sucede esto?
Lacan quiere rectificar la concepción que la angustia no tiene objeto. Para él, La angustia no es sin objeto. Este tipo
de vínculo condicional vincula al ser con el tener en una especie de alternancia. No es ahí sin tenerlo, pero en otra
parte, donde está, eso no se ve.
El objeto a no es el objeto de la angustia, no es sin la presencia total y envolvente del objeto a. Este se puede figurar
como causa, o como presencia, de este modo angustia.
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Lacan se refiere al complejo de castración, que no es tal, pero es una imagen, un fantasma. Como esto no se permite
que suceda, pasa a ser un objeto no común, no intercambiable.
El plano de la primera identificación con la imagen especular, es el primer desconocimiento del sujeto en su
totalidad. Luego está la referencia transitivista que se establece en su relación con el otro imaginario, su semejante.
De ahí la introducción de la mediación de un objeto común, un objeto de competición, cuyo estatuto corresponde a
la noción de pertenencia. En el campo de la pertenencia hay dos clases de objetos: los que se pueden compartir y los
que no, los que no, los veo circular y en su dominio predomina la competencia.
Lacan pone por delante al falo, es el más ilustre debido a la castración, pero dice que hay equivalentes del falo. El
escíbalo(anal), el pezón(oral), la voz(invocante), mirada(escópica). Cuando estos objetos entran en el campo de lo
que no se comparte, la angustia nos señala la particularidad de su estatuto. Son objetos anteriores a la constitución
de estatuto del objeto común, comunicable, socializado. De esto se trata el objeto a.
La característica de la angustia es que el sujeto se siente implicado, acorralado, afectado en lo más íntimo de sí.
Los efectos del miedo tendrían un carácter de adecuación, desencadenarían la huida, pero también puede paralizar,
por lo tanto, Lacan dice que la referencia mediante la cual la angustia se distingue del miedo debe buscarse en otra
parte.
¿Qué es lo que advierte al sujeto de que es un peligro sino el miedo mismo, sino la angustia? El sentido que puede
tener el termino peligro interno está ligado a la función de una estructura que se debe conservar. Es del orden de lo
que llamamos defensa, en este término la función del peligro está en si misma implicada.
Tratemos de seguir paso a paso la estructura, y de señalar donde podemos situar el rasgo de señal que Freud utilizo
para indicarnos el uso que podemos hacer de la función de la angustia. Solo la noción de real, opuesta al significante,
nos permite orientarnos. Este algo ante el cual la angustia opera como señal es del orden de lo irreductible de lo
real. La angustia, de todas las señales, es la que no engaña.
En tanto que es la caída de la operación subjetiva, en este resto reconocemos estructuralmente, mediante la
analogía del cálculo, el objeto perdido. Con esto nos enfrentamos por una parte al deseo, por la otra a la angustia.
1) A / S es donde se va a situar el goce. Aquí al principio hay una x, que es el acceso al Otro, el punto de mira esencial
donde el sujeto debe situarse.
Edipo: La angustia es la imposible visión que te amenaza, de tus propios ojos por el suelo.
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Lacan da el ejemplo de la placenta, para explicar algo irreductible. Aquí hay algo adherido, no es el niño el que le
chupa la leche a la madre sino el seno. Son objetos enganchados y la angustia aparece en la separación. Son objetos
amboceptores, es decir que hay una ambigüedad, es tan necesario articular la relación del sujeto materno con el
seno como la relación del lactante con el seno. El corte no pasa en los dos casos por el mismo lugar. El objeto a es
caduco, es amboceptor, es una caída que es más esencial al sujeto que otra parte de sí mismo. La función de la
castración está íntimamente ligada a los rasgos del objeto caduco. La caducidad la caracteriza esencialmente.