Construccion de Los Conceptos Psicoanaliticos-2
Construccion de Los Conceptos Psicoanaliticos-2
Construccion de Los Conceptos Psicoanaliticos-2
Practicos:
El obstáculo en la obra freudiana no aparece como una dificultad sino como algo que se
opera en la experiencia misma y produce un cambio conceptual. En el capitulo de “mas alla
del principio de placer” se situan los 3 grandes movimientos desarrollados en el transcurso
de la teorización de la dirección a la cura: El arte de la interpretación, el levantamiento de
las resistencias y las resistencias estructurales.
El primer momento, el arte de la interpretación, se trata de hacer conciente lo inconciente y
es donde se establece la regla de asociación libre. El analista ocupa la funcion descifrar
este inconciente descriptivo como si fueran geroglificos. El obstáculo que se situa a partir de
casos como el de Elisabeth von R donde Freud se encuentra con que el sujeto produce
cierta resistencia a recordar (ej: la escena en que ella esta en el velorio de su hermana y
ella piensa que ahora su cuñado esta disponible nuevamente). La introducción del concepto
de pulsión redefine la causalidad de la neurosis.
En el segundo momento nos encontramos con el levantamiento de las resistencias, donde
se busca además de interpretar, ir llenando las lagunas mnémicas. Se produce un pasaje
del síntoma apartir de la fantasia cuando se pone en cuestión la teoría de la seducción en la
carta 69 donde Freud le comunica a Fliss que “ya no cree en sus histéricas” debido a que
de ser cierto su relato, implicaría que todos los padres son perversos, incluso el de él. La
concepción dinámica del inconsciente permite situar el fundamento de la neurosis de
transferencia al conectar inconsciente y represión. Aparece la transferencia en sus dos
vertientes: como motor y como obstáculo. La persona del analista juega un papel crucial en
esta instancia porque se instala en el centro de esta neurosis artificial, al ser el sujeto
supuesto a saber hay una demanda de sentido por parte del analizante, aquí se introduce la
regla de abstinencia.
El tercer momento, las resistencias estrucuturales, se produce a partir del giro de 1920 con
el descubrimiento de Freud de que el aparato psíquico no esta gobernado por el principio de
placer sino por una mezcla pulsional entre la pulsión de vida y la pulsión de muerte que no
es simetrica ya que la pulsión de vida aparece solo como una limitación para que no se
inunde el aparato. Inconsciente económico. En transferencia Freud se topa con un limite al
poder recordar apartir del agieren (repetición en actos de fragmentos penosos de la vida
real que toma como objeto a la persona del analista). Este olvido se diferencia tanto de la
represión primaria como de los efectos de la represión secundaria, se articula con el ello
como resistencia estructural y el segundo tiempo del fantasma “Pegan a un niño”. Freud
utiliza como herramienta aquí la construcción y desde esa lógica anticipa la reacción
terapéutica negativa como empeoramiento durante la cura. Con la construcción se crea algo
donde no hay, porque allí se encuentra la castración estructural, la castración materna. En
respuesta a eso se busca hacer otra cosa del síntoma incurable y asi se le da otra definición
al final del análisis.
El aparato psíquico tramita una parte de la cantidad a través de la defensa, pero no todo, no
lo traumatico. El trauma es contingente, deja una marca que no deja de inscribirse (fijación).
En el comienzo de su obra Freud situa al trauma en las vivencias sexuales prematuras
traumáticas, un elemento externo sobre el que se instala todo el aparato. En ese momento,
enlazar el afecto del síntoma a la representación reprimida provocaba la curación, ya que el
síntoma era efecto de ese falso enlace entre el afecto que se disociaba del recuerdo de la
vivencia y una representación del cuerpo en el caso de la histeria o una representación
nimia en el caso de la obsecion. Se suma a esta formulación la hipótesis auxiliar acerca de
la fuente de independiente de desprendimiento de displacer para sostener esta teoría. Entre
el trauma y el síntoma lo que media es la referencia simbolica, la palabra como puente entre
ambos. Lo que esta en juego es un conflicto entre un pensamiento y el yo. Aparece el grupo
psíquico separado como un antencedente del inconsciente.
El caso Dora es el primero en que Freud reconoce que la transferencia tiene su parte en el
análisis. Este caso es expuesto bajo la forma de una serie de inversiones dialécticas
donde se transmuta la verdad para el sujeto, tocando su comprensión de las cosas y a su
vez, su posición misma. En el primer desarrollo de verdad Dora le comunica a Freud que la
señora K y su padre son amantes desde hace muchos años y lo disimulan bajo ficciones
ridículas. El señor K hace vista gorda para tener libre acceso a Dora y su padre no hace
nada al respecto. Dora es un objeto de intercambio. La primera inversión dialéctica que
realiza Freud es preguntarle “cuál es tu propia parte en el desorden del que te quejas?” A
partir de eso, Dora acepta su complicidad en este asunto, se incluye en una sutil
circulación de regalos preciosos la cual partio de su padre para la señora K y retorna a la
La nocion de fijación posee distintos tratamientos. Por una parte, se encuentra la fijación
como resultado de la represión primaria donde una operación doble afecta por un lado el
campo de las representaciones y por el otro al campo de la pulsión. Una representación
aparece como caída y faltante/irrecuperable (se le deniega la admisión en lo conciente).
Esta falta permite el movimiento de las representaciones de lo conciente a lo inconciente.
Se establece asi, una fijación, una marca inaugural del goce que dispara la respuesta en la
demanada de amor en el dispositivo analítico. Se define asi un objeto parcial que es el
punto de arranque para la operación pulsional. Esta fijación determina a donde se va a
dirigir el retorno de lo reprimido, implica una predilección para la satisfacción. En el caso
Dora hay una fijación oral que se puede ver en uno de sus recuerdos de la primera infancia
donde aparece chupándose el pulgar izquierdo y con la mano derecha tironea la oreja de su
hermano.
Según Lacan S1, la letra de goce, es la marca que testimonia lo mas singular del sujeto y se
repite en su reproducción sintomática. Es el testimonio del impacto de la lengua en el
cuerpo del sujeto. Es el resto intransferible que queda al final del análisis, ese síntoma
incurable con el que el analista tendrá que encontrar otra cosa para hacer.
Freud finaliza el texto “recordar, repetir y reelaborar” diciendo que el nombrar las
resistencias no puede producir un cese inmediato. Es preciso dar tiempo al enfermo para
enfrascarse en la resitencia, reelaborarla obedeciendo la regla de abstinencia. Es necesario
dejar subsistir las fuerzas pulsionantes del trabajo y la alteración. La reelaboracion de las
resistencias puede convertirse en una ardua tarea para el analizado y en una prueba de
paciencia para el medico, sin embargo es la pieza de trabajo que produce el máximo efecto
alterador sobre el paciente y es lo que distingue un tratamiento analítico de uno sugestivo.
La transferencia se constituye como una demanda de restitución de la realidad. El
encuentro de un sujeto con algo que despierta, que conmociona su realidad, plantea su
interrogación de lo que anda mal, el síntoma. Se produce una demanda de saber, quizás
una representación en retorno de la cual reconstruir la realidad fantasmatica. Si el analista
responde a esta demanda, a la de encarnar el ideal, se instala la sugestion. Si en lugar de
encarnar la representación del ideal, el análisis evoca el punto de falta de la representación,
se constituye en causa del decir, permite la experiencia de esa hiancia que divide al sujeto,
en tanto que un saber singular se acumula en el análisis.
No responder a la demanda de sentido, abstenerse a la sugestion a partir de la regla
fundamental, permite reconducir la demanda a la pulsión. Por eso lo que opera en ultima
instancia es el deseo del analista, en la medida que este no encarne el ideal, y tome el lugar
del hipnotizado. Es el reverso del discurso del Amo. Esto implica la mayor distancia posible
del ideal, por lo tanto el analista solo sugiere, evoca algo de lo indecible, es el objeto a.
3) Explique la noción de presencia del analista y articule con los desarrollos freudianos
sobre transferencia.
“Es necesario dejar subsistir en el enfermo necesidad y añoranza como unas fuerzas
pulsionantes del trabajo y la alteración, y guardarse de apaciguarlas mediante subrogados”
afirma Freud en 1989. Es evidente la dependencia de la técnica freudiana de una ética y
como esta se articula con una concepción de síntoma, esto es la regla de abstinencia. Se
trata de abstenerse a la demanda de sentido por parte del sujeto para que la libido se
encuentre disponible pero el intento de desasimiento libidinal de los lugares de fijación
puede producir el estancamiento libidinal. En esta línea correlacionada con la transferencia
como resistencia se situa la presencia misma del analista, un compromiso, a la cual Lacan
en el seminario 11 la situa como el cierre del inconsciente, suspendiendo la cadena de
significantes.
La presencia del analista provoca en la transferencia lo que excede al significante, la causa
real del deseo que deja abierta la pregunta por el origen de la resistencia. La regla de
abstinencia supone mantener una privación justificada por la necesidad de conservar en el
tratamiento la fuerza pulsional que viene del sufrimiento del paciente. El deseo del analista
como operador impulsa la introducción de la pulsión en la demanda. Se trata de abstraer de
la neurosis vulgar, la neurosis de transferencia alterando las condiciones de goce que tiene
ese sujeto. Y para modificar esto, es necesario que la fuerza pulsional este disponible. El
deseo del analista es que la tensión del objeto y el ideal tenga la mayor distancia posible.
2 PARCIAL
Ante la caída del analista ocupando el lugar del semblante, emerge en ocasiones la
presencia del analista articulado al nivel del superyó. El síntoma se defiende y el
sujeto considera la cura como un nuevo peligro. En ese momento el analista se
presenta como un extraño que dirige al paciente desagradable propuestas. La
resistencia al levantamiento de las resistencias se presenta en “análisis terminable e
interminable” como una de las resistencias estructurales, la del superyó: la reacción
terapéutica negativa.
Freud ubica en “construcciones en psicoanálisis” un doble efecto en la cura de la
comunicación de una construccion que se aproxime a la verdad:
- Por un lado la reacción terapéutica negativa como conciencia de culpa,
necesidad de castigo donde a partir de la construcción se produce un
empeoramiento de los síntomas. Se trata aquí de una conmocion de los lugares de
fijación libidinal en donde se sostiene la meta interna de la pulsión, este es el punto
en que la cura aparece como un nuevo peligro.
- Pueden surgir alucinaciones, recuerdos hipernitidos donde retorne algo
vivenciado en la temprana edad y olvidado luego, algo que el niño vio u oyó en la
época previa al lenguaje.
Si la agresión no halla satisfacción en el mundo exterior, se vuelve atrás y multiplica
la escala de autodestrucción que reina en el interior. La renuncia pulsional tiene
como efecto el deseo insatisfactorio y la exigencia de renuncia como una
satisfacción en si misma por parte del superyó. El superyó va a través de la
introyección de la fugura parental toma su funcion prohibitiva y punitiva y asi se
establece como conciencia moral inconsciente. Por lo tanto, el superyó conoce hasta
los pensamientos del sujeto y estos siempre tienden hacia lo interdicto, siempre es
culpable. Lo paradójico aquí es que a mayor renuncia, mayor culpa. La primera
renuncia de lo pulsional es arrancada por poderes exteriores y es ella la que crea
cierta eticidad, que se expresa en conciencia moral y reclama nuevas renuncias de
lo pulsional. El peligro es que el superyó está ligado con la pulsión de muerte, la
autodestrucción.
En la reacción terapéutica negativa no se trata primordialmente de la culpa, sino del
ejercicio mudo de la pulsión de destrucción, no es falta de voluntad de curarse sino
el oscuro ejercicio de una voluntad masoquista que prima en el analizante, el no
condescender al deseo del otro.
Se produce asi dos tipos de peligro a la labor analítica: el primero de ellos es un
antecedente de la reacción terapéutica negativa, cuando se conmueve la condición
de enfermo (cura), el paciente busca reemplazar la satisfacción sintomática perdida
a través de alguna situación penosa (necesidad de castigo). El segundo peligro trata
de la búsqueda de satisfacción sustitutiva dentro de la cura misma, produciendo asi
una duración indefinida del análisis. La posición del analista debe ser la abstinencia,
abstenerse a prestar sentido para no ser tomado como parte de la satisfacción
sustitutiva.
La castración posee dos dimensiones, por un lado, la castración como agujero y por
el otro, como complejo. En la primera dimensión, podemos localizar el ombligo del
sueño, la falta de representantes psíquicos y la imposibilidad de satisfacción plena
para la pulsión a partir de la perdida mítica del objeto de deseo. Lacan situara que
“no hay relación sexual” ya que esta por fuera del significante (no es posible escribir
la relación, pero tampoco la no relación). El agujero estructural se sitúa en la
castración materna: al separarse de la madre en el nacimiento solo se produce una
perturbación económica en el niño, pero ese es el verdadero peligro porque da
cuenta de su posición de desvalimiento, la angustia traumática. Es una perturbación
en el cuerpo despejado de toda significación. Lacan lo llamara el acontecimiento del
cuerpo, donde por primera vez choca con la lengua y esta deja una marca en el
sujeto.
La segunda dimensión, la del complejo de castración se ubica en la etapa fálica a
partir de la premisa universal del falo. Según Osvaldo Delgado, es posible ubicar 3
ejes del complejo de Edipo:
1- Como interdicción, sustitución y reforzamiento: Se produce un corte respecto
al lugar del niño como falo con la ley paterna en tanto tal funda con la prohibición el
deseo y la sustitución en la vida amorosa. Con el sepultamiento del complejo de
Edipo se produce una identificación con el padre, reforzamiento de la identificación
primaria.
2- Como un argumento necesario a la no satisfacción plena de la pulsión por
obstáculo interno. El argumento de la prohibición encubre que el reencuentro con el
objeto que colmara al sujeto es imposible.
3- El complejo de Edipo como una ley de intercambio: para que la prohibición
funcione el padre también debe estar sometido a esa ley. Lugares donde se reserva
el goce.
En el seminario 5 Lacan sitúa los 3 tiempos del Edipo. En primer lugar, la instancia
paterna se introduce bajo una forma velada, o que no se ha manifestado. La
cuestión del falo se plantea desde el lugar de la madre donde el niño ha de
encontrarla. El niño desea ser el deseo de la madre, y el deseo de la madre es el
falo. El niño pasa a poseer una significación fálica.
En segundo lugar, el padre se afirma en su presencia privadora en tanto que es
quien soporta la ley, ya no de forma velada sino de una forma mediada por la madre
que es quien lo establece como quien dicta la ley. El padre priva a la madre del
objeto de su deseo, priva a alguien de lo que a fin de cuentas no tiene, algo que solo
tiene su existencia en el plano simbólico. El padre aparece como el que castra. Se
plantea esta privación para el sujeto la cuestión de aceptar, de convertir en
significante esa privación de la madre es objeto. Este es un punto nodal donde el
A partir del texto “El problema económico del masoquismo” se puede situar la
existencia de una enigmática aspiración masoquista en la vida pulsional de los seres
humanos que resulta incomprensible al gobierno del principio del placer, aquí se
sitúa un más allá del principio del placer que es posible a partir de la introducción de
la pulsión de muerte en el giro teórico de 1920. Se pueden ubicar así, 3 figuras en el
masoquismo:
- Masoquismo erógeno primario: el placer de recibir dolor que se encuentra
también en el fundamento de las otras 2 figuras
- Masoquismo femenino: se manifiesta a través de fantasías masoquistas que
desembocan en el acto onanista o figuran por si solas la satisfacción sexual. El
contenido manifiesto es ser amordazado, golpeado, maltratado, se trata de la
segunda fase de la fantasía pegan a un niño. Se pone a la persona en una situación
característica de la feminidad, la pasividad, ser castrado. En la fantasía masoquista
se expresa también un sentimiento inconsciente de culpa ya que la persona afectada
ha infringido algo por lo que debe ser castigado que se relaciona con la tercera
figura.
- Masoquismo moral: se manifiesta a través del sentimiento de culpa
inconsciente, la necesidad de castigo sin necesidad de objeto. Aquí se sitúa el
superyó como conciencia moral a partir de la introyección de la figura desexulizada
del padre en el complejo de Edipo: toma su poder, su severidad, su inclinación al
castigo. Se produce una primera renuncia pulsional que es arrancada por poderes
exteriores y es ella la que crea la eticidad, que se expresa en la conciencia moral y
reclama nuevas renuncias pulsionales. Es un sadismo introyectado, vuelto hacia
adentro, que regresa hacia el yo. Se produce así una satisfacción paradójica a partir
de que el superyó le exige al yo la renuncia pulsional: la renuncia pulsional produce
displacer por una parte y placer por otra porque satisface a la pulsión de destrucción
ligada al superyó. La satisfacción del sentimiento inconsciente de culpa aparece
como un obstáculo en la cura: el sujeto no quiere renunciar su condición de enfermo
Pegan a un niño
Es un fantasia estructural para las neurosis. No se comunican fácilmente en el
análisis ya que son muy penosas: sexuales y prohibidas.
1· Fase: El padre pega a un niño. Ese es un niño odiado por mí. Si le pega a otro, a
mí me ama. Ese ver que le pegan a otro niño produce una satisfacción sádica.
Competencia por el amor del padre. Esta primera instancia de la fantasía declara
que “el padre me ama a mí, no al otro niño porque le pega” pero la conciencia de
culpa castiga al sujeto “no te ama a ti, pues te pega” Por eso la fantasía de la
segunda fase es la expresión directa de la conciencia de culpa. La conciencia de
culpa trasmuda el sadismo en masoquismo.
2· Fase: Soy pegado por mi padre. Se construye en el análisis. Me lo merezco por
aquella satisfacción sádica y es por eso que se pasa a un ligar masoquista. Hay una
connotación erótica en este ser pegado. Posee un significado genital y surge por
represión y regresión del deseo incestuoso. Es una construcción que tiene que ver
con lo Edipico. Nunca ha tenido una existencia real. Inconciente
3· Fase: Pegan a un niño. La persona que pega nunca el padre o bien es una figura
indeterminada. El sujeto aparece como espectador. Parece sádica pero es en
realidad masoquista debido a que se produce una identificación con aquel niño que
es pegado, la conciencia de culpa y una carga libidinosa se adhiere al contenido.
Conciente
Lacan sitúa una conexión directa entre A (con sus dos significaciones, como deseo
del Otro y como una falta en el campo del otro) y la fórmula del fantasma (s V a).
Esta conexión no se trata de la resistencia a comunicar el fantasma, sino de
articularla, formalizar esta resistencia es en posición al lugar del Otro como punto de
falta de significante. Si no hay interpretación del fantasma fundamental es porque
este se ubica justamente en la falta de significante y esto vuelve más difícil la
dirección a la cura. Lo que demanda el analizante es interpretación a esta falta, darle
sentido y será desde el deseo del analista que se tratara la contratransferencia. El
fantasma fundamental se presenta en la experiencia como lo no tocado, no
alcanzado directamente por el significante. No se trata de curar al paciente del
fantasma fundamental porque la problemática del fin de análisis no se sitúa del lado
del síntoma sino, del lado del fantasma. El objetivo será entonces, que se produzca
cierta modificación en la posición subjetiva en el fantasma fundamental.
En 1936 Freud escribe una carta a Rolland que tiene el valor de testimonio. Relata
un episodio que vivio en 1904 cuando estuvo con su hermano 10 años menor que el
en Atenas. Iban en un principio hacia Corfu, pero al encontrarse a un amigo del
hermano, este les recomienda ir a Atenas. Ambos hermanos solo podían imaginar
impedimentos y dificultades en relación con la excursión propuesta, pero ya ante la
Acropolis Freud piensa “entonces todo esto existe enfectivamente como lo habíamos
aprendido en la escuela” y se le produce una escisión de la personalidad: una parte
de si tuvo ese pensamiento sorprendente y otra se sorprendio de ese pensamiento.
Es una desmentida entre la observación que obliga a creer en algo cuya realidad
había resultado incierta y el asombro ante esta duda misma. Se situa un fragmento
de despersonalización. No es cierto que dudara de la existencia de Atenas, sino de
que pudiera llegar a verla.
Lo que empañaba el goce del viaje era una moción de piedad hacia el padre. Se da
cuenta de que le da culpa haber llegado a un lugar que el padre nunca hubiera
podido o no le hubiera interesado, entonces ahí salta su posición frente al edipo.
Esta es una manifestación de los mecanismos de defensa, de los saldos
lamentables, los puntos ciegos de Freud mismo.
El padre aparece como prohibidor del goce y en este sentido se articula la relación
con el trastorno del recuerdo: la severidad superyoica (los que fracasan cuando
triunfan) y el sentimiento de enajenación (la conmocion de la realidad psíquica).
Freud puede darse cuenta de esto porque el posee la aptitud de analista, además de
que se pone en el lugar de analizante permanente. Freud posee ambas cualidades
de la aptitud: la convicción de la existencia del inconsciente (a través del desarrollo
de su propia teoría) y el saber hacer con sus propios mecanismos de defensa y su
modalidad de goce.