SL2134 2021

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OMAR DE JESÚS RESTREPO OCHOA

Magistrado ponente

SL2134-2021
Radicación n.° 83272
Acta 018

Bogotá, DC, treinta y uno (31) de mayo de dos mil


veintiuno (2021).

Decide la Sala el recurso de casación interpuesto por


MARÍA CONSUELO LÓPEZ BELTRÁN, contra la sentencia
proferida por la Sala Laboral del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Cundinamarca, el 10 de octubre de
2018, en el proceso que instauró contra el CONDOMINIO
SANTA BÁRBARA - PROPIEDAD HORIZONTAL.

I. ANTECEDENTES

María Consuelo López Beltrán llamó a juicio al


Condominio Santa Bárbara - Propiedad Horizontal,
pretendiendo que se declarara la existencia de un contrato
de trabajo verbal a término indefinido, desde el 1º de julio
de 2008 hasta el 30 de marzo de 2013, en consecuencia,
que se le condenara al pago de las cesantías, los intereses

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sobre las mismas con su sanción por no pago, las


vacaciones y primas de servicios; así como las sanciones
por despido injusto, moratoria, por la no consignación de
las cesantías en un fondo, y por haber sido despedida por
motivo de enfermedad; y los salarios adeudados.

Fundamentó sus peticiones, básicamente, en que el


1.º de julio de 2008 celebró con la demandada un contrato
de trabajo verbal a término indefinido, en virtud del cual se
vinculó para desempeñar los oficios de portería, organizar el
ingreso de los vehículos al parqueadero, regar las matas
junto al parqueadero, indicar a los contratistas trabajos del
condominio; así como cancelar los servicios de agua, luz y
teléfono que correspondían a la administración.

Señaló que devengaba un salario mensual


correspondiente al mínimo legal vigente para los años en
que trabajó; que ejecutó la labor de manera personal,
atendiendo las instrucciones del empleador y cumpliendo
con el salario señalado por él, sin que se llegare a presentar
queja alguna o llamado de atención; que laboró de lunes a
domingo, de tiempo completo, y los sábados, domingos y
festivos de 7 a.m. a 9 p.m.; que el contrato se le terminó de
manera unilateral sin justa causa, el 30 de marzo de 2013,
siendo despedida cuando estaba enferma, pues se
encontraba en recuperación de una cirugía; que la
demandada le adeuda las acreencias laborales causadas
por la relación sostenida; que durante el tiempo que trabajó
no fue afiliada al Sistema Integral de Seguridad Social, ni se
le hicieron aportes; que el 28 de julio de 2014 elevó ante el

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condominio reclamación de acreencias laborales; y que pese


a que citó a la demandada a una conciliación, aquella no
compareció.

El Condominio Santa Bárbara - Propiedad Horizontal


al dar respuesta a la demanda, se opuso a las pretensiones
y, en cuanto a los hechos, los negó, bajo el argumento de
que María Consuelo López Beltrán jamás fue su empleada,
quien sí fue contratado, fue su «esposo», Gelacio Moreno
Contreras, pues el inmueble por su tamaño no requería
más de un empleado.

En su defensa propuso las excepciones que denominó


falta de legitimidad en la causa por pasiva, prescripción,
cobro de lo no debido, mala fe de la demandante, y buena fe
de la demandada.

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El Juzgado Civil del Circuito de La Mesa, al que


correspondió el trámite de la primera instancia, mediante
sentencia del 26 de febrero de 2018, resolvió:

PRIMERO: Declarar que entre MARÍA CONSUELO LÓPEZ


BELTRÁN como trabajadora y CONDOMINIO SANTA BÁRBARA
de Anapoima, como empleadora, se ejecutó en la realidad un
verdadero contrato de trabajo entre el 1º de julio del año 2008 y
el 30 de marzo del año 2013, en labores relacionadas con el
manejo de la portería del condominio, y respecto del cual, la
demandante debió devengar la suma equivalente a un salario
mínimo legal mensual vigente.

SEGUNDO: Condenar a la demandada CONDOMINIO SANTA


BÁRBARA de Anapoima, al reconocimiento y pago a favor de
MARÍA CONSUELO LÓPEZ BELTRÁN, de las siguientes
cantidades y por los siguientes conceptos:

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Por concepto de cesantías la cantidad de $2.800.125.

Intereses a las cesantías $336.015.

Vacaciones $1.400.062,50.

Primas de servicios $2.800.125.

Por concepto de sanción por no pago de intereses a las


cesantías $336.015.

Por concepto de diferencias salariales o por salarios no pagados,


la cantidad de $18.212.900.

Por concepto de sanción moratoria la cantidad de $19.650, a


partir del 1º de abril del año 2013 y hasta cuando se verifique el
pago.

Por concepto de sanción por no consignación de las cesantías a


un fondo destinado para tal fin, la cantidad de $24.976.936,18.

Por concepto de indexación, el valor que arroje entonces la


indexación sobre la condena correspondiente a vacaciones, a
partir del 1º de abril del año 2013 y hasta cuando se verifique el
pago.

Por concepto de aportes al Sistema de Seguridad Social en


Pensiones, el valor de los aportes que arroje el cálculo actuarial,
entre el 1º de julio del año 2008 y el 30 de marzo del año 2013,
sobre la base de un salario mínimo legal mensual vigente,
según el cálculo actuarial que realice la Administradora
Colombiana de Pensiones - Colpensiones, junto con los
intereses, multas y todos los demás conceptos que se liquiden
por la Administradora Colombiana de Pensiones - Colpensiones.

TERCERO: Absolver de las demás pretensiones planteadas en la


demanda, al conjunto, o condominio mejor, SANTA BÁRBARA
de Anapoima, por las razones expuestas en la parte motiva.

CUARTO: Condenar en costas de esta instancia a la parte


«demandante», fijando como agencias en derecho la suma
equivalente a dos salarios mínimos legales mensuales vigentes
[…]».

III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

La Sala Laboral del Tribunal Superior del Distrito


Judicial de Cundinamarca, al resolver el recurso de

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apelación interpuesto por la demandada, a través de


sentencia del 10 de octubre de 2018, resolvió:

PRIMERO: MODIFICAR PARCIALMENTE el ordinal 1º de la


sentencia de fecha 26 de febrero de 2018 proferida por el
Juzgado Civil del Circuito de La Mesa, dentro del proceso
ordinario laboral de María Consuelo López Beltrán contra
Condominio Santa Bárbara, en tanto declaró probada la
relación laboral de manera continua, en su lugar se DECLARA
que la actora laboró los sábados, domingos y festivos de
diciembre de 2010 a marzo de 2013.

SEGUNDO: MODIFICAR el ordinal 2º de la sentencia apelada;


en consecuencia se condena a la demandada al pago de las
siguientes sumas y conceptos:

- $190.582 por concepto de cesantías;


- $6.744 por intereses sobre las cesantías;
- $6.744 por sanción por no pago de los intereses sobre las
cesantías;
- $190.582 por prima de servicios; y
- $91.686 por vacaciones

TERCERO: MODIFICAR la condena impuesta por conceptos de


aportes a la seguridad social en pensiones, para en su lugar
ordenar el pago de los mismos por el equivalente a 277 días por
el tiempo de servicio comprendido de diciembre de 2010 al 30
de marzo de 2013, liquidado con base en el salario diario de
$25.000, y que deberán ser consignados por el demandado al
respectivo fondo de pensiones; para tal efecto, se concederá a la
demandante el término de 5 días desde la ejecutoria de la
sentencia para que manifieste a qué administradora de
pensiones se afiliará; y en caso de guardar silencio al respecto,
será la demandada la que elegirá dicho fondo pensional 5 días
después de que venza la oportunidad del actor, se le concede a
la accionada un término adicional de 5 días para que eleve la
solicitud de liquidación de los aportes y 30 días para pagar el
monto que allí arroje, contados a partir de la notificación de la
respectiva liquidación por parte de la administradora.

CUARTO: REVOCAR las condenas impuestas por concepto de


diferencias salariales e indemnizaciones moratorias por no
consignación de las cesantías en un fondo y por no pago de las
prestaciones sociales al terminar el contrato de trabajo; y en su
lugar se absuelve de las mismas.

QUINTO: CONFIRMAR en todo lo demás la sentencia apelada.

SEXTO: Sin costas en esta instancia. Las de primera instancia


a cargo de la demandada.

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En lo que interesa al recurso extraordinario, el


Tribunal partió de que el problema jurídico que debía
resolver, consistía en determinar si entre las partes existió
un contrato de trabajo, como lo concluyó el a quo; en caso
afirmativo, si aquel tuvo lugar en los extremos temporales y
con la continuidad señalada por el sentenciador de primer
grado, o si se trató de servicios eventuales, esporádicos o
intermitentes; y finalmente analizar si era posible tener la
actitud del empleador como carente de mala fe.

Para el efecto señaló que tendría en cuenta la prueba


documental obrante en el expediente, así como la aportada
en la audiencia celebrada el 3 de octubre de 2018; también
las declaraciones de Miguel Ángel Vargas Junca, Luz
Marina Junca Vargas, Claudia Patricia Gómez Rendón,
Gustavo de Jesús Patiño Toro, y Gelacio Moreno Contreras;
y los interrogatorios de las partes.

Relacionó el art. 167 del CGP, y dijo que corresponde a


quien alega la condición de trabajador, acreditar la
existencia del contrato de trabajo y sus extremos
temporales, aunque aclaró que de acuerdo con el art. 24 del
CST, solo está obligado a acreditar la prestación personal
del servicio, porque demostrada la misma, se presume
legalmente la existencia del contrato de trabajo, la cual
debe ser desvirtuada por la demandada, con la prueba de
que los servicios no fueron subordinados.

Luego de referenciar los recibos y comprobantes de


pago arrimados al proceso, indicó que también se allegó

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una constancia que milita a folio 67, suscrita


aparentemente por la demandante, en la que recibió de la
demandada la suma de $2.500.000 por colaboración y
servicios prestados, la cual fue tachada por aquella,
ratificando ello al absolver interrogatorio; no obstante, a
folio 220 obra comprobante de egreso del 28 de mayo de
2013, con membrete de la demandada, mediante el cual se
legalizó dicho pago, según lo expuso la representante legal
al absolver interrogatorio; documento cuya firma fue
aceptada por la actora al absolver interrogatorio.

Concluyó que no queda duda de que la demandante


prestó servicios personales a la demandada, así se
desprende de los comprobantes de egreso, pagos que
corresponden a su labor en días sábados, domingos y
festivos, como se observa de la relación de folio 4 a 5, y 118,
correspondiente al mes de mayo de 2012, y en el mes de
septiembre de ese mismo año, acreditan pagos de servicios
de portería sábados y domingos (f. 120), y aunque en los
restantes recibos no se hace esa precisión, de todas formas
se paga un número de días que coindicen con los fines de
semana y festivos: en marzo de 2013 se le pagaron 13 días
(f. 123), en febrero 8 días (f.° 122), y en agosto de 2012 10
días; todo ello teniendo en cuenta que no existe discusión
de que por cada día laborado le pagaban $25.000.

Agregó que ello aparece reforzado, con el hecho de que


en el mes de enero de 2013, el servicio de portería fue
pagado por la demandada a Rosa María Sota Romero (f.°
121), período durante el cual la demandante estuvo

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sometida a una cirugía, y no estuvo bien de salud, como lo


manifestó la representante legal, y lo ratificó la testigo
Claudia Patricia Gómez Rendón; documentos que dejan sin
piso lo manifestado por Gustavo Patiño Toro y la
administradora del condominio, en el sentido de negar la
prestación del servicio de la señora López Beltrán, o al
afirmar, que a lo sumo prestó servicios una o dos veces en
el semestre.

Prestación personal del servicio, que dijo, fue ratificada


por Claudia Patricia Gómez Rondón, y reafirmada por
Gelacio Moreno y los demás testigos, por lo que se activó la
presunción de contrato de trabajo de que trata el art. 24 del
CST, sin que sea de recibo sostener que el hecho de que
fuera un trabajo por días, descarta dicha naturaleza, pues
las mismas leyes laborales prevén la posibilidad de que se
hagan contratos por días.

Luego indicó que debía dilucidarse si dicha prestación


del servicio se dio en las condiciones señaladas por el a quo,
es decir, de manera permanente, o si fue, en las que
muestra la prueba documental antes analizada, es decir,
exclusivamente durante los tiempos a que se refiere aquella,
o finalmente, si es posible deducir que aquella se dio en
unas circunstancias diferentes.

Al respecto señaló que unos testigos manifestaron que


la actora tenía que abrir y cerrar la puerta de acceso al
conjunto todos los días, y de hecho se las abría, como
ocurrió con Luz Marina Junca de Vargas y Miguel Vargas

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Junca; de otro lado, Gelacio Moreno, quien fuere su


compañero permanente, afirmó que también le constaba
ello, y que era la única función que ella cumplía.

Dijo que la citada prueba, los interrogatorios de parte


y la contestación del libelo introductorio, muestran que la
demandante llegó al conjunto con Gelacio Moreno, quien sí
fue contratado a través de contrato de trabajo escrito, para
que prestara sus servicios allí, y que inicialmente se le
encargó de la puerta de entrada, de abrirla y cerrarla, y de
la vigilancia de la copropiedad (f.° 100 a 101); sin embargo
en el otro contrato escrito, se le asignaron otras funciones,
de modo que resulta creíble su declaración cuando dice que
a partir de ese segundo contrato celebrado el 1º de julio de
2008, dejó de ocuparse, sin que el solo hecho de que fuera
el cónyuge o compañero de la actora, obligue a desestimar
su declaración; sino que ésta debe estudiarse con mayor
detenimiento y cuidado.

Sostuvo que las pruebas también acreditan que el


mayor número de visitantes al condominio se presentaba
los fines de semana y los puentes, y que entre semana eran
pocas las personas que iban allí; en todo caso, lo que sí es
indudable, es que Miguel Ángel Vargas expresó que entre
semana el conjunto permanecía prácticamente solo, la
señora Junca de Vargas dijo que cuando iba entre semana
no se encontraba con los propietarios, manifestaciones que
son coincidentes; y que también quedó acreditado, que el
esposo de la demandante, vivía y trabajaba también en el
condominio, y debía permanecer en ese sitio, lo que

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descarta que aquella se ocupara de la vigilancia del predio,


aparte de que su compañero expresó que a ella se le
encargó solamente la apertura y cierre de la puerta.

Indicó deducir de manera razonable, que si bien la


demandante era quien abría y cerraba la puerta cuando en
los días ordinarios llegaban copropietarios o visitantes, no
por ello puede concluirse que tal labor la ejecutara en
cumplimiento de un contrato de trabajo, sobre todo
atendiendo a que ella vivía en el sitio, y bien podía
entenderse esa labor en los días ordinarios, como de
colaboración con los propietarios, dado que no le ocupaba
mayor tiempo ni le implicaba un desgaste significativo de
energía, ni se trataba de una actividad permanente; y
aunque ella menciona en su interrogatorio que cuando
debía ausentarse para pagar los recibos públicos de la
administración, esa labor la hacía su hijo, no es claro que
aquel viviera con ella durante todo el tiempo, pues una de
las testigos dijo que aquel se había ido para Bogotá a
trabajar en una pastelería.

Además, los recibos de pagos de servicios de celaduría


y otros, revelan que ella aceptó que le pagaran solo por
unos días del mes, y que estos eran generalmente los
sábados, domingos y festivos, es decir, aquella era
consciente de que ella laboraba esos días; incluso la testigo
Claudia Patricia Gómez Rendón mencionó que la actora le
comentó que fue contratada para laborar en los citados
días.

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Conforme a lo expuesto, consideró que la demandante


laboraba como portera durante los fines de semana y
festivos, y aunque solo anexó los recibos de unos meses
entre diciembre de 2010 y marzo de 2013, no podía
concluirse la existencia de la relación laboral en esos solos
períodos, pues no resulta lógico suponer que eso se diera
solo respecto de ese tiempo.

En suma, estableció que María Consuelo López


Beltrán laboró en la portería del condominio Santa Bárbara,
desde el mes de diciembre de 2010, pues el primer pago es
de esa fecha, y hasta el 30 de marzo de 2013, que
corresponde a la data del último pago, devengando un
salario diario de $25.000.

Tratándose de las sanciones moratorias de los arts. 65


del CST y 99 de la Ley 50 de 1990, dijo que, según la Sala
de Casación Laboral de la Corte Suprema de Justicia, no
son de aplicación automática, sino que debe analizarse la
conducta del empleador en vigencia de la relación laboral, y
a la terminación de la misma; ya que en caso de encontrar
atendibles las razones esgrimidas por aquel, podría eximirse
de las mismas.

Con base en ello, respecto a la del art. 99 de la Ley 50


de 1990, estimó entendible que existieran dudas acerca de
la obligación de consignar las cesantías, dada la forma o los
días en que la demandante laboraba, y por ello puede
tenerse que la conducta desplegada por la demandada,
estuvo revestida de buena fe, pues tenía la firme convicción

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de que no estaba obligada a consignarlas, porque había


sido contratada por días, y no de manera continua.

Adicionalmente agregó, que no encuentra que la


conducta de la demandada fuera la de afectar los intereses
económicos de la actora, pues luego de terminar la relación
laboral le pagó la suma de $2.500.000, que superaba con
creces lo que realmente le correspondía, por lo que cuenta,
es que el condominio hizo ese reconocimiento, y ello obliga
a tener ese comportamiento como suficiente para absolver
de la indemnización moratoria.

IV. RECURSO DE CASACIÓN

Interpuesto por la demandante, concedido por el


Tribunal y admitido por la Corte, se procede a resolver.

V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

Pretende la recurrente que la Corte case la sentencia


recurrida, para que, en sede de instancia, confirme la de
primer grado.

Con tal propósito formula dos cargos, por la causal


primera de casación, que son replicados.

VI. CARGO PRIMERO

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Acusa la sentencia impugnada de violar por la vía


indirecta, en la modalidad de aplicación indebida, las
siguientes normas:

[…] artículo 24 del C.S.T, modificado por la Ley 50 de 1.990


teniendo en cuenta que el literal B fue declarado inexequible
por la Corte Constitucional; en relación con los artículos 13 del
C.S. del T; 57 numeral 4 del C.S del T; 129 C.S.T; 132 C.S.T Y;
53 de la C.P.

Indica que ello tuvo lugar por haber incurrido el


Tribunal, en los siguientes errores de hecho:

Primero. No dar por probado, estándolo, la presunción del


contrato de trabajo de forma continua, desde el 1º de julio de
2008 hasta el 30 de marzo de 2013, de la demandante al
servicio de la parte demandada, conforme al Art. 24 del C.S.T.,
modificado por la ley 50 de 1.990 y declarado inexequible el
inciso segundo por la Corte Constitucional mediante sentencia
C-665/1998.

Segundo. No dar por probado, estándolo, los extremos


temporales desde el 1º de julio de 2018 (sic) al 30 de marzo de
2013, en que se dio la relación de trabajo entre el Condominio
Santa Bárbara - Propiedad Horizontal y María Consuelo López
Beltrán.

Tercero. Dar por probado, no estándolo, que el extremo


temporal inicial de la relación entre el Condominio Santa
Bárbara - Propiedad Horizontal y la demandante, fue desde
diciembre del año 2010.

Cuarto. Dar por probado, no estándolo, que la señora María


Consuelo López Beltrán, prestaba su fuerza de trabajo
únicamente los sábados, domingos y festivos.

Como pruebas dejadas de apreciar, relaciona las


siguientes:

a) 1. Pruebas Documentales: Contratos de trabajo suscritos


entre la parte demandada y el señor Gelacio Moreno
Contreras, vistas a folios del 102 al 108, aportadas por la
parte actora.

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b) Confesión judicial de la señora MARIA (sic) CONSUELO


LOPEZ (sic) BELTRAN (sic)

Y como pruebas indebidamente apreciadas:

a) Los testimonios de los señores Miguel Angel (sic) Vargas


Junca, Luz Marina Junca de Vargas, Claudia Patricia Gómez
Rendón y Gelacio Moreno Contreras.
En su desarrollo expone que el Tribunal dejó de
apreciar las pruebas, y al no hacerlo, no tuvo en cuenta las
que reposan a folios 102 a 108, que muestran claramente
que a Gelacio Moreno Contreras le hicieron dos contratos
de trabajo, el primero del 24 de noviembre de 2006 al 30 de
junio de 2008, y el segundo del 1º de julio de 2008 al 30 de
mayo de 2014; que en el primero, a aquel, además de las
otras funciones asignadas en el segundo, también le
atribuyeron la portería, con funciones específicas, como
mantener permanentemente la puerta bajo llave, abrir y
cerrar la misma cuando fuere requerido por los propietarios
y personas autorizadas por los mismos, no permitir el
acceso a personas diferentes a los copropietarios o
autorizados, atender oportunamente el citófono, informar la
llegada de los visitantes, y no dejar solo el condominio bajo
ninguna circunstancia; y que en el segundo contrato, se le
quitaron las funciones de la portería, porque tenía
descuidadas las otras internas dentro de las locaciones, por
estar atendiendo la portería, por eso a partir del 1º de julio
de 2008 fue contratada de manera verbal por el
administrador del momento, Gustavo Patiño Toro, lo cual
fue ratificado por el señor Moreno Contreras en su
testimonio, que gozó de credibilidad en las dos instancias.

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Dice que la demandada al dar respuesta al libelo


introductorio, señaló que demostraría que no sostuvo
relación alguna con la demandante, contrario a lo que sí
sucedió con Gelacio Moreno Contreras; y que el Tribunal
tampoco apreció la confesión efectuada por ella, según la
cual, llegó con su compañero al condominio el 24 de
noviembre de 2006, y fue contratada por la demandada a
través del administrador del momento, Gustavo Patiño
Toro, el 1º de julio de 2008 mediante contrato de trabajo
verbal, para laborar en la portería, de tiempo permanente,
con terminación del contrato el 30 de marzo de 2013.

El juez de segundo grado, fundamentó su decisión en


los testimonios de Miguel Ángel Vargas Junca, Luz Marina
Junca de Vargas, Claudia Patricia Gómez Rendón y Gelacio
Moreno Contreras, quienes manifestaron que les constaba
que permanecía en la portería del condominio de forma
permanente, entre semana, fines de semana y festivos,
siendo quien les abría y cerraba la puerta cuando ellos
ingresaban a realizar sus respectivas actividades,
resaltando lo dicho por Claudia Patricia Gómez Rendón,
quien en varias ocasiones se quedó por un lapso
aproximado de 8 días, acompañándola allí, por encontrarse
delicada de salud, siendo testigo presencial de que laboraba
en la portería entre semana, fines de semana y festivos, con
horarios mayores a los de la jornada máxima legal.

El testimonio de Gelacio Moreno Contreras, al cual se


le dio credibilidad, asegura que ingresó a trabajar con el
condominio como portera, del 1º de julio de 2008 al 30 de

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marzo de 2013, y lo recuerda porque a partir de esa fecha


también le hicieron un nuevo contrato, quitándole la labor
de la portería para que pudiera cumplir con las otras
funciones que tenía asignadas.

Agrega que, si bien es cierto que los jueces gozan de


libertad para apreciar y valorar las pruebas allegadas al
proceso, la libre formación del convencimiento debe estar
inspirada en los principios de la sana crítica, y atender las
circunstancias relevantes del pleito y la conducta procesal
observada por las partes.

Se equivoca el juez plural al dejar sin análisis jurídico


los contratos de trabajo realizados a Gelacio Moreno
Contreras y la confesión que hizo al rendir interrogatorio,
que si bien fueron vistas, no fueron tenidas en cuenta para
proferir la decisión; aunado a que las pruebas tenidas en
cuenta, fueron erróneamente apreciadas, para determinar
que solo trabajó los días sábados, domingos y lunes
festivos.

Indica los aspectos puntuales en que, en su sentir, se


incurrió por el juez plural en una indebida valoración de la
prueba testimonial de Miguel Ángel Vargas Junca, Luz
Marina Junca de Vargas, Gelacio Moreno Contreras y
Claudia Patricia Gómez Rendón.

Dice que los hechos en que fundamentó el


sentenciador de segundo grado su decisión, carecen de
soporte jurídico para desvirtuar la presunción del contrato

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de trabajo de manera permanente de lunes a domingo, que


se llevó a cabo desde el 1º de julio de 2008 hasta el 30 de
marzo de 2013, por basarse en juicios a priori, apoyado en
pruebas con un escaso valor probatorio.

En conclusión, las pruebas aportadas, tanto


documentales como las confesiones judiciales y los
testimonios, ofrecen los elementos suficientes de
convicción, de que si bien no se firmó un contrato, en la
realidad se ejecutó uno de manera permanente de lunes a
domingo, que es precisamente lo previsto en el art. 53 de la
Constitución Política, más aun, cuando se prueba que ese
servicio fue personal y a favor de la empleadora, lo que
activa la presunción de contrato de trabajo prevista en el
art. 24 del CST, por lo que dicha relación debe entenderse
como subordinada, debiéndosele pagar las acreencias
laborales a que tiene derecho, solicitadas en el libelo
introductorio.

VII. RÉPLICA

Asegura la opositora que el cargo presenta graves


fallas técnicas que impiden su estudio de fondo, pues olvida
la censora que el recurso extraordinario de casación no es
una tercera instancia, puesto que su alegato es propio de
un alegato de instancia.

Además, la proposición jurídica de ambos cargos


resulta incompleta, pues no se señala como vulnerado el
art. 61 del CPTSS; tampoco cumple la recurrente con el

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deber de expresar si los presuntos errores manifiestos en


que incurrió el Tribunal, lo fueron de hecho o de derecho.

Por otra parte, en la decisión impugnada no se


incurrió por parte del Tribunal, en ningún yerro con la
categoría de ser manifiesto, ostensible o protuberante, por
tanto, aquel se halla provisto de la doble presunción de
acierto y legalidad; además las pruebas fueron apreciadas
en debida forma, otra cosa es que la recurrente le otorgue
valoración diferente a las mismas.

VIII. CONSIDERACIONES

Acusa la recurrente la sentencia de ser violatoria por


la vía indirecta en la modalidad de aplicación indebida del
art. 24 del CST, entre otras normas.

Contrario a lo expuesto por la opositora, la Sala


observa un cargo debidamente planteado por la senda
fáctica, con los elementos que lo estructuran.

El Tribunal soportó su decisión, en que entre María


Consuelo López Beltrán y el Condominio Santa Bárbara -
Propiedad Horizontal, existió un contrato de trabajo, en
virtud del cual, la primera laboró como portera, entre
diciembre de 2010 y marzo de 2013, prestando sus
servicios por días, concretamente los sábados, domingos y
festivos.

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Así las cosas, el problema jurídico que debe resolver la


Sala, se orienta a determinar si se equivocó el juez plural al
establecer la relación laboral existente entre las partes, en
estos términos.

Como el cargo se fundó en la senda indirecta, vale


recordar, de conformidad con lo normado en el artículo 7 de
la Ley 16 de 1969 modificatorio del 23 de la Ley 16 de 1968,
que establece que para que se configure el error de hecho es
indispensable que venga acompañado de las razones que lo
demuestran, que su existencia aparezca notoria,
protuberante y manifiesta; y además, como lo ha dicho de
vieja data la Corte, que provenga de manera evidente de
alguna de los medios calificados, esto es, de prueba
documental, de una confesión judicial o de la inspección
judicial.

Cuando el ataque se encauza por la vía de los hechos,


el censor tiene la carga de acreditar, de manera razonada,
la concreta equivocación en que incurrió la colegiatura en el
análisis y valoración de los medios de convicción, y su
incidencia en la decisión impugnada, que lo llevó a dar por
probado lo que no está, y a negarle evidencia a lo que sí lo
está; yerros que surgen a raíz de la equivocada estimación o
de la falta de apreciación de la prueba calificada.

Para que se configure el error de hecho, no es


cualquier hipotética equivocación del juez plural la que
puede dar al traste o quebrantar su decisión, sino aquella
que revista la entidad de palmaria, que surja a primera

SCLAJPT-10 V.00
19
Radicación n.° 83272

vista, por ser notoria, protuberante y manifiesta;


características que no son, en voces de la decisión CSJ SL
12679, 20 en. 2000: «creación o invento jurisprudencial sino
un nítido mandato legal inexcusable que exige que el
recurrente demuestre el yerro de “modo manifiesto”. Así lo
determina claramente el artículo 60 del decreto 528 de
1964».

Así las cosas, no es cualquier desacierto el que puede


dar lugar a la anulación de lo resuelto por el juez de
segunda instancia, en tanto, son solo aquellos errores que
provienen de la lectura abiertamente equivocada de un
medio probatorio, esto es, que tenga la connotación de
manifiesto y visiblemente contrario a lo que objetivamente
muestran las pruebas del proceso.

En el presente asunto, la recurrente plantea cuatro


errores de hecho, los cuales realmente confluyen en tres,
pues el segundo y tercero versan sobre el mismo asunto,
ellos son: no haber dado por demostrada la presunción del
contrato de trabajo de forma continua, desde el 1º de julio
de 2008 hasta el 30 de marzo de 2013; no haber dado por
acreditado, que la relación laboral tuvo lugar en los
referidos extremos temporales; y haber dado por probado,
que prestaba su fuerza de trabajo únicamente los días
sábados, domingos y festivos.

Para el efecto relaciona la recurrente como pruebas


dejadas de apreciar, los contratos de trabajo suscritos entre
la demandada y Gelacio Moreno Contreras (f.° 102 a 108);

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 83272

la respuesta a la demanda (f.° 71); y la confesión de la


demandante.

Igualmente, como pruebas indebidamente apreciadas,


los testimonios de Miguel Ángel Vargas Junca, Luz Marina
Junca de Vargas, Claudia Patricia Gómez Rendón y Gelacio
Moreno Contreras.

Respecto de los contratos de trabajo suscritos entre la


demandada y Gelacio Moreno Contreras, lo que pretende la
recurrente, es que se tengan como referencia, en razón de
que alega que, en virtud de esa relación, llegó con aquel,
quien es su compañero permanente, al condominio.

Los referidos contratos, contrario a lo sostenido por la


recurrente, sí fueron considerados por el ad quem, en razón
de ello tuvo en cuenta que el señor Moreno Contreras prestó
sus servicios a la demandada a través de dos contratos de
trabajo, uno a partir del 24 de noviembre de 2006 y otro del
1º de julio de 2008.

Aunado a lo anterior, también es cierto que la


demandada al dar respuesta al libelo introductorio aceptó la
relación laboral con el citado señor.

Sin embargo, de tales deducciones no puede inferirse


por sí sola, la existencia de un contrato de trabajo entre la
demandada y la demandante, tomando como extremo
temporal inicial el 1º de julio de 2008, ni que se trató de
una labor permanente desarrollada por aquella todos los

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Radicación n.° 83272

días; precisamente así lo dedujo el Tribunal, y por ello debió


tomar otros elementos de juicio, que valorados a la luz del
art. 61 del CPTSS, lo llevaron a concluir que la relación
entre estos, tuvo lugar entre diciembre de 2010 y marzo de
2013, y que no fue de tiempo completo, sino por días, los
sábados, domingos y festivos.

Precisamente conforme lo previsto en la citada norma,


el juzgador en ejercicio de las facultades propias de las
reglas de la sana crítica, puede apreciar libremente los
diferentes elementos de juicio, sin que esa circunstancia,
por sí sola, tenga la virtud de constituir un yerro fáctico
evidente capaz de derruir la decisión.

Además, como se adoctrinó en la sentencia CSJ


SL2049-2018, la formación del libre convencimiento con el
principio de la sana crítica, implica que el juez debe fundar
su decisión en aquellos elementos probatorios que le
merecen mayor persuasión o credibilidad, que le permiten
hallar la verdad real, siempre y cuando las inferencias sean
lógicas y razonables.

Del interrogatorio rendido por la demandante tampoco


puede deducirse la confesión pregonada, respecto del hecho
de que llegó con su compañero al condominio el 24 de
noviembre de 2006, y fue contratada por la demandada a
través del administrador del momento, Gustavo Patiño
Toro, el 1º de julio de 2008, mediante contrato de trabajo
verbal, para laborar en la portería, de tiempo permanente,
que terminó el 30 de marzo de 2013; ello, porque para que

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Radicación n.° 83272

pueda estructurarse la misma, se requiere inexorablemente


el cumplimiento de los requisitos previstos en el artículo
191 del CGP (aplicable por remisión expresa del artículo
145 del CPTSS), entre los cuales se encuentra, que lo
declarado favorezca a la parte contraria o produzca
consecuencias jurídicas adversas al confesante, y en el
presente evento, dichas manifestaciones lo que hacen es
favorecer a quien las hace.
Frente a los testimonios recaudados en el proceso,
dado que estos no son prueba calificada y que la censora no
demostró la comisión de los yerros fácticos imputados al
Tribunal, con una que sí lo fuera, esta Sala no puede entrar
a examinarlos, dado que no son prueba apta, de forma
principal, para fundar un cargo por la vía indirecta.

Sobre el tema de la imposibilidad de estructurar un


yerro fáctico ostensible con prueba no calificada en
casación en la sentencia CSJ SL799-2018, la Sala
puntualizó:

Ahora bien, en relación con los demás medios de convicción


denunciados, se debe advertir que el recurrente desconoce los
postulados del artículo 7º de la Ley 16 de 1969 según el cual,
son pruebas aptas para estructurar un yerro fáctico en
casación, el documento auténtico, la confesión judicial, y la
inspección judicial, por tanto, a no ser que se demuestre la
comisión de un desatino fáctico protuberante en la labor de
juzgamiento sobre uno de esos medios de prueba, la Corte está
impedida para incursionar en el análisis de un eventual error
de hecho, por errónea valoración de otras pruebas, como lo
serían los dictámenes periciales o los documentos declarativos
emanados de terceros, o por su falta de apreciación. (CSJ SL,
22 nov. 2011, rad. 41076).

[…]

Así las cosas, no es posible estructurar los errores de hecho que


el censor le endilga a la sentencia de segunda instancia, en

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Radicación n.° 83272

pruebas no aptas en casación como las aquí referenciadas, las


cuales, solamente podrían ser analizadas por la Corte, de
encontrarse acreditado un yerro en la apreciación de un medio
de convicción calificado. Sin embargo, como se advirtió, la única
prueba con tal naturaleza, esto es, la confesión de la
demandada contenida en el interrogatorio de parte rendido por
su representante legal, no da cuenta de un yerro ostensible y
protuberante requerido para abordar el estudio de los demás
medios probatorios acusados por el censor.

Frente a lo anterior, la Sala debe precisar que este medio de


impugnación no le otorga competencia a la Corte para juzgar el
pleito a fin de resolver a cuál de los litigantes le asiste la razón,
puesto que la labor se contrae a enjuiciar la sentencia con el
objeto de establecer si el juez de apelaciones al dictarla, observó
o no las normas jurídicas que estaba obligado a aplicar para
dirimir rectamente el conflicto.

De ahí que no se trate de una tercera instancia, en la que pueda


libremente efectuarse la apreciación de todos los medios de
prueba aportados al proceso, sino que por el contrario, la
competencia de la corporación es limitada, y ante un reproche
por la vía indirecta, su actuar se circunscribe a la verificación
de las conclusiones fácticas del Tribunal a la luz de las pruebas
aptas para configurar un yerro de tal naturaleza, en los
términos del artículo 7° de la Ley 16 de 1969. Razón por la cual,
si el censor no denuncia medios de convicción que pueden
analizarse en casación, necesariamente la sentencia impugnada
mantiene su presunción de acierto y legalidad, dado que estaría
vedado el estudio de la valoración probatoria que la soporta. En
ese orden, el cargo planteado por el recurrente, no prospera.

Por último debe señalarse, que la operancia de la


presunción de contrato de trabajo, consagrada en el art. 24
del CST, acogida por el sentenciador de segundo grado, no
exime a la actora de demostrar otras situaciones fácticas
para la procedencia de las obligaciones laborales
reclamadas, tales como los extremos temporales y el
desarrollo de la misma en forma permanente durante toda
la semana o solo en algunos días.

Sobre el particular se pronunció esta corporación en


sentencia CSJ SL, 6 mar. 2012, rad. 42167:

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[…] recuerda la Corte que la circunstancia de quedar


demostrada la prestación personal del servicio, debiéndose
presumir la existencia del contrato de trabajo en los términos
del artículo 24 del Código Sustantivo del Trabajo, no releva al
demandante de otras cargas probatorias, pues además le atañe
acreditar ciertos supuestos transcendentales dentro de esta
clase de reclamación de derechos, como por ejemplo los
extremos temporales de la relación, el monto del salario, su
jornada laboral, el trabajo en tiempo suplementario si lo alega,
el hecho del despido cuando se demanda la indemnización por
terminación del vínculo sin justa causa, entre otros.

Por lo expuesto, al no verificarse la ocurrencia de


ninguno los errores de hecho pregonados, no hubo en
consecuencia, una indebida aplicación de las normas
acusadas en la proposición jurídica, por lo que el cargo no
está llamado a prosperar.

IX. CARGO SEGUNDO

Acusa la recurrente la sentencia impugnada de ser


violatoria por la vía indirecta en la modalidad de aplicación
indebida de los arts. 65 del CST y 99 num. 3º de la Ley 50
de 1990, en relación con los arts. 13 y 57 num. 4 del CST, y
53 de la CP.

Afirma que ello tuvo lugar por haber incurrido el


Tribunal en los siguientes errores de hecho:

Primero. No haber dado por demostrado, estándolo, que el


documento a folio 67, no había sido firmado por la demandante
ni haber recibido la suma de dinero expresa (sic) en el mismo.

Segundo. Haber dado por demostrado, no estándolo, que el


comprobante de pago No. 0430 del Condominio Santa Bárbara
por la suma de $2.500.000,oo fue firmado por la parte
demandada (sic).

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 83272

Tercero. Haber dado por demostrado, no estándolo, que la


parte demandada le canceló una suma importante de dinero a
la parte demandante, que superó con creces lo que realmente le
correspondía por prestaciones sociales.

Cuarto. Haber dado por demostrado, no estándolo, que la parte


demandada estaba bajo la firme convicción, de que no tenía la
obligación de cancelar las cesantías, por cuanto la actora sólo
se contrataba por días y no de manera continua, máxime que la
demandada recibía algunas propinas de parte de los
propietarios por los favores que la demandada les hacía.

Quinto. No haber dado por demostrado, estándolo, que los


demandados (sic) actuaron en la relación laboral y en el proceso
de mala fe.

Ello, según lo expone, como consecuencia de haber


dejado de apreciar las siguientes pruebas:

a) Pruebas documentales: Contestación de la demanda a


folio 68, numeral tercero de los hechos y folio 71 numeral 8
de los hechos y fundamentos en que se apoya la demanda.
Certifica que mi procurada.

Le pagaban dineros por cuenta de los copropietarios o de la


Administración por mera liberalidad, por colaboraciones
puntuales que esta hacía. En marzo de 2013 (fecha que no
concuerda con la fecha del comprobante de pago 0430 del 28 de
mayo de 2013), se le hizo entrega de $2.500.000,oo por sus
colaboraciones eventuales, los copropietarios y el Condominio le
reconocían dineros, como mera liberalidad.

b) Pruebas Documentales: Contratos de trabajo suscritos


entre la parte demandada y el señor Gelacio Moreno
Contreras, vistas a folios del 102 al 108, aportadas por la
parte actora. Indicio que indica

Y confirma la versión del señor Gelacio Moreno Contreras, de


que a partir del l° de julio de 2008 mediante nuevo contrato, le
quitaron las funciones de la portería y se las dieron a la
demandante.

Así como por la indebida apreciación, de las siguientes


pruebas:

a) 1. Pruebas documentales: Comprobantes de pago de


diciembre 10 de 2010 a folios 6, 7 y 8 que reposan en la
contabilidad del Condominio Santa Bárbara, certifica que
(sic) mi procurada:

SCLAJPT-10 V.00
26
Radicación n.° 83272

Le cancelaban por dos conceptos: Uno por servicio de portería y


otro por servicios varios de forma esporádica, por aseo áreas
comunes, mensajería y pago de servicios mes de diciembre.

b) Pruebas documentales: Documento que obra en el proceso


a folio 67, denominado constancia, que certifica que mi
procurada:

Mediante ese documento denominado constancia,


supuestamente recibió la suma de $2.500.000,oo, como
reconocimiento por la colaboración y servicios prestados a la
comunidad del Condominio Santa Bárbara, declarando a paz y
salvo al Condominio Santa Bárbara por toda obligación de
cualquier índole que haya tenido conmigo.

c) Pruebas documentales: Comprobante (sic) pago 0430 del


Condominio Santa Bárbara - Propiedad Horizontal de fecha
28-05-2013, certifica que mi procurada:

Le cancelaron bonificaciones por mera liberalidad, comprobante


de pago que exhibió la Representante legal de la parte demanda,
el 3 de octubre de 2018, en el interrogatorio de parte solicitado
de oficio por el tribunal, en donde hace la claridad que fue
cancelado.

En su demostración afirma que se equivocó el Tribunal


al dejar de valorar unas pruebas importantes, y haber
apreciado otras de manera errónea, para el análisis de la
pretensión consagrada en el art. 65 del CST, toda vez que
sin lugar a equívocos se probó que el Condominio Santa
Bárbara tenía pleno convencimiento de que la relación que
la unía con ella era de carácter laboral, permanente, de
lunes a domingo, y no de colaboración, de forma esporádica
por parte de los propietarios, como trató de hacerlo ver de
forma obstinada en todas las etapas procesales.

Señala que lo que no se entiende desde el punto de


vista jurídico, es que el fallador de segunda instancia, de
manera subjetiva y a priori, sin que no fuera expresado por
la demandada en ninguna de las etapas procesales, funja

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 83272

como salvador de dicha parte, al afirmar que respecto de la


sanción del art. 99 de la Ley 50 de 1990, puede aceptarse
que existiera dudas acerca de la obligación de consignarlas,
dada la forma y los días en que aquella laboraba, y por ello
puede tenerse su conducta como de buena fe, pues tenía la
firme convicción de que no tenía la obligación de
consignarlas, por cuanto solo se contrataba por días y no de
manera continua; por el contrario, considera que aquella
todo el tiempo estuvo revestida de mala fe, pues para el
condominio nunca trabajó allí, a pesar de que las pruebas
documentales, las confesiones judiciales y los testimonios,
prueban de manera contundente lo contrario.

Indica que tampoco entiende cómo el sentenciador de


segundo grado, en su discernimiento estimó que no
encuentra que la conducta del condominio fuera la de
afectar sus intereses económicos, pues luego de terminar la
relación laboral, le reconoció y entregó una suma
importante, que incluso supera con creces lo que realmente
le correspondía.

Advierte sobre el documento que aparece a folio 67,


respecto del cual no reconoce su contenido ni firma, por lo
que expresa, que inició una demanda penal por falsedad en
documento privado ante la Fiscalía, respecto de la cual no
existe pronunciamiento, y que además no fue tenido en
cuenta por el a quo por inconsistente e irrelevante, máxime
que la demandada nunca aportó el original, y no hizo
reproche alguno, por no haberse considerado en la primera
instancia, ni mencionado en el recurso de apelación.

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Radicación n.° 83272

El mismo documento se le puso de presente en la


audiencia del 3 de octubre de 2018, al absolver
interrogatorio, decretado de oficio por el Tribunal, con el fin
de que se pronunciara y dijera si reconocía su firma, dando
una tajante respuesta negativa de que no había elaborado
el mismo, ni tampoco lo había firmado; por el contrario, la
representante legal de la demandada, en la misma
audiencia, dijo que esa carta la había realizado Gustavo
Patiño Toro, y que el documento que ella había elaborado
era el comprobante de egreso contable n.° 430 del 28 de
mayo de 2013, que aparece firmado por ella una vez regresó
al condominio.

Sostiene que el hecho de que la demandada al dar


respuesta al libelo introductorio hubiera aportado el
documento de folio 67, con el que quiso demostrar que ella
había elaborado esa constancia de haber recibido la suma
de $2.500.000, para acreditar su buena fue en el pago de
las obligaciones, y luego expresar en la audiencia que quien
lo elaboró fue el presidente del consejo directivo, no solo
sirve como prueba para el proceso penal que se adelanta en
la Fiscalía por el delio de falsedad en documento privado,
sino que demuestra su mala fe; lo cual no fue tenido en
cuenta por el fallador de segundo grado.

Afirma que en la diligencia de interrogatorio ordenada


por el juez colegiado, se le puso de presente el comprobante
de pago n.° 430 del 28 de mayo de 2013, sin ninguna
explicación de qué se trataba, ni de qué suma hablaba, no

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 83272

obstante que aquel sabía que ella al iniciar la diligencia


había expresado no saber leer ni escribir, además de que
este era similar al comprobante de pago que minutos antes
le habían mostrado para que reconociera su firma, respecto
del cual el ad quem hizo alusión de su contenido, de que se
trataba de un pago del 28 de febrero de 2013 por la suma
de $200.000 por el servicio de portería al Condominio Santa
Bárbara.
Es decir, así como ella negó el comprobante de pago
similar cuando no sabía de qué se trataba, y cuando se le
informa lo pertinente, dijo que sí era su firma y que sí le
habían cancelado ese dinero; de la misma forma, cuando le
pasaron el comprobante de egreso n.° 430 del 28 de mayo
de 2013, sin decírsele de qué se trataba para que
reconociera su firma, al no saber leer ni escribir, creyó que
se trataba del mismo que le habían mostrado antes, y por
ello respondió en forma afirmativa, pero una vez se le
preguntó si había recibido ese dinero, contestó en forma
negativa, y que esa tampoco era su firma, además de
expresar que ahí no dice la suma, por la misma limitante de
no saber leer ni escribir

Estima que el referido comprobante de egreso, al igual


que el del folio 67, está revestido de falsedad, primero,
porque no coincide con la fecha en que según la demandada
le canceló la suma de $2.500.000, ello es así, porque
probablemente ese comprobante de pago n.° 430, fue el que
le hizo firmar en blanco Gustavo Patiño Toro, cuando se
ofreció a hacerle llegar un dinero enviado por Gelacio
Moreno, de un préstamo que le había realizado el

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Condominio Santa Bárbara el 29 de mayo de «2018», por ese


mismo valor, quien firmó el comprobante de egreso por la
suma de $1.900.000, y según la demandada, le harían
firmar a ella otro comprobante de egreso por la suma de
$600.000, para que atendiera sus gastos y los de su hijo
que se encontraba hospitalizado en Bogotá, con la finalidad
de que se constatara, que sí se le había entregado ese
dinero; segundo, porque si la demandada tenía en su poder
ese comprobante, debió aportarlo con la respuesta al libelo
introductorio, y ni siquiera fue mencionado en el recurso de
apelación; y tercero, porque en el interrogatorio rendido,
como prueba decretada por el Tribunal, no quedó claro que
hubiera firmado ese documento, por lo que mal podría
generar certeza plena al juzgador, para decir que sí lo hizo.

Concluye que, conforme a lo anterior, ante la mala fe


de la empleadora, probada por los juzgadores de ambas
instancias, no resulta dable dejar de aplicar las sanciones
previstas en los arts. 99 de la Ley 50 de 1990 y 65 del CST.

X. RÉPLICA

Alega que observando el contenido de las pruebas


acusadas como dejadas de apreciar o indebidamente
valoradas, se deduce que las mismas no son de recibo, por
lo siguiente: en la contestación de la demanda no se está
confesando ningún hecho, ni aceptando ninguna
pretensión, y legalmente para efectos procesales y
probatorios, ni la demanda ni su respuesta constituyen
pruebas documentales; los contratos de trabajo suscritos

SCLAJPT-10 V.00
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con el compañero permanente de la demandante, no


pueden ser tenidos en cuenta como pruebas, por no haber
sido anunciados, anexados ni decretados; respecto del
recibo de pago de la suma de $2.500.000 firmado por la
demandante, contra el criterio de la recurrente, el juez de
segundo grado arribó a la conclusión de que sí había
recibido esa suma de dinero; y tratándose de los
testimonios relacionados, el ad quem les dio una valoración
diferente a la otorgada por el apoderado de la censora, y en
el análisis de los mismos no se incurrió por el primero, en
yerros o errores protuberantes que pudieran desquiciar la
decisión.

XI. CONSIDERACIONES

Acusa la recurrente la sentencia impugnada de violar


por la vía indirecta en la modalidad de aplicación indebida,
los arts. 65 del CST y 99 num. 3º de la Ley 50 de 1990.

De los cinco errores de hecho propuestos por la


recurrente, solo los tres últimos tienen realmente dicha
naturaleza, ellos son:

Tercero. Haber dado por demostrado, no estándolo, que la


parte demandada le canceló una suma importante de dinero a
la parte demandante, que superó con creces lo que realmente le
correspondía por prestaciones sociales.

Cuarto. Haber dado por demostrado, no estándolo, que la parte


demandada estaba bajo la firme convicción, de que no tenía la
obligación de cancelar las cesantías, por cuanto la actora sólo
se contrataba por días y no de manera continua, máxime que la
demandada recibía algunas propinas de parte de los
propietarios por los favores que la demandada les hacía.

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Quinto. No haber dado por demostrado, estándolo, que los


demandados (sic) actuaron en la relación laboral y en el proceso
de mala fe.

Y están dirigidos en forma concreta, a la absolución


realizada por el ad quem, en torno a las sanciones por la no
consignación de las cesantías en un fondo destinado para
tal fin, y moratoria, por haber concluido que la demandada
actuó de buena fe.

En efecto el Tribunal encontró acreditado ese actuar


de buena fe de la demandada, en cuanto a la sanción por la
no consignación de las cesantías en un fondo destinado
para tal fin, bajo la consideración de que puede aceptarse
que existieran dudas acerca de la obligación de consignar
las cesantías, dada la forma o los días en que la
demandante laboraba, y de la moratoria, bajo el argumento
de que no quedó demostrado que la conducta de la
demandada fuera la de afectar los intereses económicos de
la demandante, pues luego de terminar la relación laboral le
pagó la suma de $2.500.000, que superaba con creces lo
que realmente le correspondía.

Respecto del error enumerado como cuarto, que es en


el que se soporta la absolución de la sanción por la no
consignación de las cesantías en un fondo destinado para
ello, se trata de una inferencia razonable expuesta por el ad
quem, acorde con lo finalmente acreditado en el proceso,
conforme se expuso en el cargo precedente, es decir, que la
demandante trabajó por días y no en forma continua
durante toda la semana; frente al cual no se cumplió con el

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Radicación n.° 83272

deber de demostrar la ostensible contradicción entre el


defecto valorativo de la prueba y la realidad procesal,
sirviéndose para ello de las pruebas que considere dejadas
de valorar o erróneamente apreciadas (sentencia CSJ SL, 23
mar. 2001, rad. 15148).

De otro lado, tratándose del quinto, es decir, de la


absolución de la indemnización moratoria bajo la
consideración de que no quedó demostrado que la conducta
de la demandada fuera la de afectar sus intereses
económicos, pues luego de terminar la relación laboral le
pagó la suma de $2.500.000, que superaba con creces lo
que realmente le correspondía.

Tal conclusión probatoria la soportó el ad quem, en el


comprobante de egreso n.° 430 del 28 de mayo de 2013 (f.°
220), exhibido por la representante legal de la demandada
en el interrogatorio decretado de oficio por parte del
Tribunal, con el fin de establecer la veracidad del
documento que reposa a folio 67; respecto del cual
concluyó, que aquella aceptó que la firma plasmada en él,
correspondía a la suya.

Y pese a que en cargo se relacionan como pruebas


dejadas de apreciar o indebidamente apreciadas, otras
documentales, y otros medios probatorios como los
testimonios, realmente el desarrollo del cargo gira en torno
a la valoración de los documentos antes citados, y en lo
concerniente a ellos limitará la Sala el análisis.

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Radicación n.° 83272

La censora pone en entredicho la valoración probatoria


extraída por parte del juez de segundo grado, respecto del
documento que reposa a folio 220, expresando entre otras
cosas, que en la audiencia en que se le puso en
conocimiento para que reconociera su firma, al no saber
leer ni escribir, creyó que se trataba del mismo que le
habían mostrado previamente, y por ello respondió en
forma afirmativa, pero una vez se le preguntó si había
recibido ese dinero, contestó en forma negativa, y que esa
tampoco era su firma, además de expresar que ahí no decía
la suma.

El análisis de dichos documentos, aunado a lo


expuesto por la demandante al absolver interrogatorio,
decretado como prueba por parte del Tribunal, en el que se
le puso de presente ambos documentos (f.° 221), permite
colegir, que la inferencia expuesta al respecto por el ad
quem, resulta razonable, pues lo cierto es que la
demandada desde la respuesta al libelo introductorio
manifestó haberle realizado ese pago a la actora, y para el
efecto aportó el documento que reposa a folio 67, contentivo
de la constancia de recibido por aquella, fechada del 28 de
mayo de 2013, y la representante legal de la demandada al
absolver el referido interrogatorio arrimó el comprobante de
egreso n.° 430, de la misma fecha, cuya firma inicialmente
fue aceptada por la demandante, aunque posteriormente lo
negó; máxime que en el recurso extraordinario, aquella
plantea que aquel pudo corresponder a un documento que
firmó en blanco, cuando Gustavo Patiño Toro se
comprometió a hacerle llegar un dinero enviado por su

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Radicación n.° 83272

compañero Gelacio Moreno, de un préstamo que le había


hecho el condominio, supuesto que entre otras cosas, no
quedó acreditado al interior del proceso.

Aquel razonamiento no resulta caprichoso, sino que lo


que informa, es que el juez de la apelación hizo uso de las
facultades propias de la sana crítica, conforme a lo
dispuesto en el art. 61 del CPTSS, acorde con lo cual, puede
apreciar libremente los diferentes elementos de juicio, sin
que esa circunstancia, por sí sola, tenga la virtud de
constituir un yerro fáctico evidente capaz de derruir la
decisión.

Además, como se adoctrinó en sentencia CSJ SL2049-


2018, la formación del libre convencimiento con el principio
de la sana crítica, implica que el juez debe fundar su
decisión en aquellos elementos probatorios que le merecen
mayor persuasión o credibilidad, que le permiten hallar la
verdad real, siempre y cuando las inferencias sean lógicas y
razonables.

Corolario de lo anterior, ante la no configuración de los


errores de hecho relacionados, no puede afirmarse la
aplicación indebida de las normas acusadas, por lo que el
cargo no está llamado a prosperar.

Costas en el recurso extraordinario a cargo de la


recurrente, y a favor de la opositora. Como agencias en
derecho se fija la suma de cuatro millones cuatrocientos mil
pesos ($4.400.000), valor que se incluirá en la liquidación

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Radicación n.° 83272

que haga el juez de primera instancia, con arreglo a lo


dispuesto en el artículo 366 del Código General del Proceso.

XII. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, Sala de Casación Laboral, administrando justicia
en nombre de la República y por autoridad de la ley, NO
CASA la sentencia dictada por la Sala Laboral del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Cundinamarca, el diez (10)
de octubre de dos mil dieciocho (2018), en el proceso
promovido por MARÍA CONSUELO LÓPEZ BELTRÁN, en
contra del CONDOMINIO SANTA BÁRBARA - PROPIEDAD
HORIZONTAL.
Costas conforme se expresó en la parte motiva.

Notifíquese, publíquese, cúmplase y devuélvase el


expediente al tribunal de origen.

ANA MARÍA MUÑOZ SEGURA

OMAR DE JESÚS RESTREPO OCHOA

GIOVANNI FRANCISCO RODRÍGUEZ JIMÉNEZ

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