Idea Vilariño - Delmira Agustini

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coLECCróx de clÁsrcos URUGUAYoS

VOLUMEN 208

TDEA vILARIÑo

MONTEVIDEO
20r8
lor.r Vrleruño Dr le ponsÍ.r y Los poETAs

dice el primer terceto:


mi dulce amor que sigue sin sosiego,
igual que un triste corderito ciego, DELMIRA AGUSTINI: UNA AMOROSA.
la huella perfumada de tu sombra

Todavía estiin por escribirse los grandes


Una realidad de la vida sencilla del campo se mete libros que
merecen, por un lado, la personalidad y, por
de esa manera en otra suntuosa, compleja y ultraterrena. otro, ta
obra de Ia Agustini. Su personalidad, porque
Abunda el fenómeno opuesto, también. aún sigue
siendo enigmática y porque, aunque
Hay mucho más que ve¡ aún, en lo que respecta al es- van a falta¡ sicmire
elementos de juicio, puede dar lugar a un neoesario
tilo. Este repaso sumario no hace más que señalar filones estudio
por quien sepa hacerlo. Su obra, porque
a explotar que deben ser agotados. Del mismo modo, pa- es más singular,
compleja y dificil de penetrar, y más ¡ca
rece desprenderse la certeza de un poderío poético sin formalniente,
que cuanto se ha dicho hasta ahora.
en nuestra literatura, de una fierza de imaginación tam'
No todo el mundo está de acuerdo en que el amor
bién única, de una capacidad de frescura, ingenuidad de
hoy y el amor como fue concebido por los
asombro que señala al poeta, de una individualidad, antiguos sean
idéntica cosa! en que ese lexema haya renido
fin, más rica, poderosa y consecuente con ideas insiste la misma
carga de significación en Homero y en la
y probadas en la práctica, más lúcida también,aa de la q Bibtia, digamos,
que en nuestro mundo occidental, etcétera.
se acostumbra a concederle. Cuando va_
nros a los textos al recuerdo deformado o depurado
-no conservar_
c¡ue de ellos podemos
debemos ubicarnos en
otros tiempos, valores, circunstancias! para
comprender
la obsesiva necesidad de Odiseo pur" ,á1r", penélope_
a
Itaca, los lazos que unen a la muy nobte pareja
de Hécior
y Andrómaca, la colérica reacción de
Aquiles cuando se
lo quiere despojar de Briseida botín_, las normas
que unen a Ruth y Booz. -su
Pero de allá a acá pasaron no solo siglos
sino cultu_
ras, y nuestras literaturas, desde que surgieron
hace mil
44 Lucidez que solo Federico de Onís le ha reconocido plenamente:
un afista consciente, y supo muy bien la correspondencia de su época + Se publicó, en ocnsión dcl ccntenar.io
del nacimiento de Delmira Agus_
del decadentismo culterano, aprendió mucho de Góngora y se adelantó a tinr, en el sen¡anario Brecá¿. Montevidco,
l2 de ,",¡rrli" a. 19g6. Había
más recientes í¡térpre¡es>>. Antologia de la poesía española e sido presenhdo antes, como «Er caso Dermira
Agus,inir, l9g | , en Méxi-
cana 1882-1932, Madrid, Centro de Estudios Históricos, 1934 eo. en el Cuano Congreso Interameric¿no
d" ""
"riitorrr.

lr34l [1 35]
Ir¡r¡ Vlt ,urño I)1, I ¡ l,oltsí,t y r os p()r t,\s

años. sobrcllcvaron tuta educacitill scntilltclttal quc r'crlía ('astro . cs con-r¡.ll-obal.haslir c1r-ró punto sc anilru¡
l)ltrío
rlc los trovaclorcs ¡.lt'ovctrzalcs ctllt su iilcalizacitilr tic la rr incol'porar el cLrcrpo crótico y a dccirlo colt
totlrrs ltrs
nrujer y dc los antoros irlpositrlcs, y quc pas(r por la clivi- ¡lr I ab ras :

nizaci(rn dc la anr¿rrl¡. irltcrrrrccliaria o gr-tía cclestc. En el y llr boca dcl luLlno cl pcztirr ltrucrcle i

I{cnacir¡riento y cn nr,rcstros sigltls de oro. pcse aI rcnacer ii


clc tantas c()sas y lr lrr ¡tasitin c¡trc cliccn talltos tcxt()s, asisti- O cn:
nros A otr¿r fillnra tlc l¿rlscalrticltlo; se protligarr csls ittlptl-
siblcs uru.jcrcs rlc c¿rbclltls clc oro. clc diclttcs clc pcllas, dc ;('urnc. cclcs(c c¿rntc c1c lu ntujcr! Arcill¿r:
¡[,trcs ¡tor ti ltr llol.cstu cs(li cn cl pttlcrr
cLrtis dc ilzLreert¿l o tlc ltl c¡ttc lircl'c. casi sicltlpre clif icilcs
y cl ¡rcrrsanticll(o clt cl sagrirdo scnlclr!
o dcsrlcñosirs o vcrs¿ililcs. Ijl ctrcrpo dc vcrtlatl, la scnsibi-
lidad vcrtllrlcru, cl tlcsco clcstlt¡cltt. cl gocc crl su plcrritud, ArrnqLrc su osadía btrsca casi sicntprc Ia lnc(alilrr
Io cr'(rtico crt su plcnitucl. no sc clicctt aLtntlttc sc alLlclall. Es o llr
unagclt ¿rtrcviclas c¡Lrc cirsi lto vclalt nada:
claro c¡uc cn cstc rcllrso ttos cstalttos olt'iclalltlo de la poc-
sía poprrlar- aulrclr-rc a tnenltclo cs ntás pírclica aúrn , dc Ult vlrslo or-eu llo I iril
qtrc ¡ront¿l el t:ttlr¡t tli lcrttitttt.
los poctas no tan «culttts» cottro Frartgois Vlllon. y clc los
un [¡1)nco tle rocl clt t]ondc
c¡uc dcsccnclrcron dcsclc sus itltLlras hasta lllcllciolrar «las
clcscirnslt un lirio,
bcllaqucrías clctrás clc la puerta».
Pcro crt cuanto a la pclcsía cttlta pat'ccc vcrdacl lo Si ltcnsantos en otr()s pocntas clc ar¡or clc
clrrcatilnrr ['cclro Salirt¿ts: «[...]qtrc Rttbclll [)arío cs cl ¡-loclirs rrro-
rlcfltistas0 ¡tr.crtrodcr.nistrrs l)cnscntos clt cl ci,lehl.t.
rcvolucionulio tt.l¿txirllo dcl cortcc¡.lto clcr lo al.llol'oso r<N«lctu.r.». rlc .losó Asurcirin Sirv. vc.r()s
rll
hlrsrrr t¡tri.
crcirclo ¡ror lir pocsía itlliana tltcclicval». I:s, cn pocsítt,
¡rrrnlo os(t.
c¡uicrr invicltc los tónlrinos: la rrrtr.icr cs stt cttcrpo; cl
ilnror no antla put'los clonrinios clcl alrtta sitto pclt'cl clc
los scnticlos. [,a n.rLr.jcr Iro cs trrt scr úrtico cLtyos fitvtlrcs
o cr-¡yo cor¿tz(r¡.t se atrltclatt; la rntr.icr cs tocl¿ts las mr-ricrcs l

poscídas: cl anror, cl crotismo clcl ¡tttcta. no sc fi.lar-r ell Llna:


las corrprcnrlcn a tttclas. Pero lo clttc nos itllptlrta aqltí,
para llcgar a la obra clc csta extraña rlujcr. cs vcr ctil'l.to.
nr¿is allá dc los fiatrcoscs que lo socltt.icron y lc dicron r.rrt
¡.run1o dc particla. dc lr pocsía csltltñolir qtrc ltt prcccdi(l
lr

incluiclos csos poclits tlcl arttrtt'. llcrcqttcr y Rtlsalía dc l

lr.r6l l [71

j
Ios.{ VII-ARrÑo D¡ r,¡. porsÍe y Los poETAs

lostro, de esos ojos, dc esos versos. Estaban ciegos


don genial tiene que ser en la mujer una tunica ardiente o eran
tlc una inocencia sin límites _-cosa que, por lo que
f .. .]. Los Cantos de la
mañana son muy bellos' Pero, si es sabe_
nros de la señora. es dificil «le crcer_.
posible, aun más sinceridad más mrtlgré tout>>.
Encerrada en la cómoda vi
TalvezDelmiraAgustini hubiera escrito, de todos mo- en sus
irislamientos de poeta, en sus
dos, 1o que escribió. Hay, en los tres libros que publicó, en sus
días de ocio, solo distraídos
una progresión en todo sentido: en la calidad poética, en ra, los
paseos con sus padres, pero muy coartada
la hondura de su experiencia, y en las maneras intensas y en su vida de
rclación fue a la escuela, no jugó con otros chicos,
desnudas de decirla. Pero como no hay antecedentes en la -no los dieciséis
rro salió hasta años a tomar clases de francés
poesía previa, y allí está Darío, admirado y amado, pode-
y de pintura-, inhibida y controlada en sus relaciones
mos tener en cuenta la hipótesis de que sus transgresiones,
con hombres jóvenes y con quien sería su esposo
las libertades que se tomó para expresar su erotismo, la§ y su ma_
lador, Enrique Reyes, vivió una vida escindida.
osadías de su escritura, fueron posibles por aquel erotis- Nadie es
mo y por aquellas osadías, aunque fueran muy otras; es
más bien una actitud 1o que el gran poeta hizo posible'
Tampoco se pueden evitar las referencias a sus cir:
cunstancias para comprender mejor los riesgos que corrió
al atreverse, al escándalo que podrían originar sus verso§
en aquella sociedad convencional y cerrada, de lecturag
Su novio, Reyes, es un caso especial. Con él
pocas y púdicas. vivió se_
grrramente --dentro de lo que cra posible_
Esta mujer, de algunas de cuyas fotos emana una sen' en el balcón,
e'¡r la sala thmiliar, las enloquccedoras caricias. la inten_
sualidad tremenda, desde las que nos enfrentan un cuerpo
y unos ojos con LLnacatgade erotismo que sobrecoge, de'
bió avasallar con su sensualidad a su caballeresco novio
y tendría que haber asustado a sus sobreprotectores pa'
dres. Su celosa, neurótica y monstruosa madre; su buen
padre que copiaba con letra cuidadosa los desordenadog
borradores de <<la Nena» y que tomó la mayor parte
esas fotos, no parecen haber sospechado a esa leona'
Zum Felde, entre otros, que en presencia de su madre
lr¡s remedando la media lengua
moskaba como hija recalada y ejemplar, y que cam infantil. Sin embargo, no
crir Reyes
ba su actitud en cuanto aquella abandonaba la sala' -rorrecto, corriente, mediocre_ el «vencedor
rlc toda cosa)), el maravilloso, sombrío, poderoso,
aun así, esos padres fueron testigos de ese cuerpo, de abismal

[138] [13 e]
st\\ ¡os il
il
anrantc cluc visitab¿r sLts sr-lcños Sr-rs lirtos. quc lo ntues- rlegría. tal vcz úrrica verd¡crcra, si c.rsitrcr'¿,r.s rlr tre:-
l¿r
tran atilclado, cstir¿rclo. vLrlgar. haccn l.rcnsar c¡rre ni sr_-n- 'ol¿rcitin rlc sus nrc'jorcs pocnras. En Dcrnlirl clsi Iotro ro
J

sualrnc¡rtc ntcrcciri u csu hcrrbra csplónclida. Pcro sra el rrrt' j.r' c1c sr¡ obra pcnsamos
cspccialnrc,te crr /.¿rr t ¿i-
único ob.jcto crtitico alcaltzublc. cl ultico ¡tclsiblc, y tal vez ltt r\ t'u(.ío\ cs Llnir poesía clcl cuerpo.
¡rcro clcl cue rl)o
cl c¡uc rlcsl.rcrtri strs scnticlos. [:so erplicaría su larga rela- ( ()nro c¿tntpo agcinico clc lo cr(ttico. y
cn csu irgorrítr ¡rcr. i1

ción y str cusanucnto cnn ó1. ¡.lcsc al quc parcce hlbcr sido rrri¡ncntc sc contpf()ntctc a llclruclo
el ¿rlnlr Algrulr r e z
cl grun lrnor clc su vitla, corrtcrnporirnco dcl linal rlc csta rlccllrra ucluclla cscisit'rn quc rrrcrrcls
l)octirs rrrlr tricrr.
histolia. tcstigo tle l¿r bocla y c¡uc utinLrtr)s atrtcs clc l¿r ccrc- ,lltquc no s¡cntprc tun lintpiartrcntc: li
r.ltoni¿r lu hizo','¿tcil¿rr clt scgrrir uclclantc. ir
A vcccs ¡lo(la! soy alnta
Sc tratat-ra dcl cscritor argcntino Mallucl tJgartc, ami- i
y it vcccs ¡torllr! soy cLre-rpo
go c1c [)irr'ío cn lirancia. colrociclo cn to(la Antórica [-atina I

por su IitclatLlra y por su lnililancia anliyanqui. r irr.lcr.o, [)e«r cirsi sicntprc valc el ú¡ltillro vL)r.so cor)iul]irtlor
scdLrctor v tockt ult bLlctr lloztt. En sus ntanos clucdó un tlc 1i

lrr tlcclicatori¿t a Ercs:


pacprctc clc cartas tlc Dclntira r¡ur: flcron dcsh-uidas por
C'on lrlrnl lirl-eitla v carnc
Llna csposa cektsa v cluc podríalt clecirnos tanto ln¿is so- sr¡nr[¡rí¿r

ble ac¡uclla C--on loclo. son suf icicntes las clos rcvclacloras.
,lr¡t(lLtc clt nrr-tchos castts los calific¿r(ivos
rcndiclas cartas dc anlor qLte sc s¿rlvarc¡r.t ltada dc tontc- irrr, icr.lcn l.o
sc
r'ías ac¡rí , para clocurnental'osa rclaci(ln liustrada. csc
,rcrtrda cstá, ,rr y otro irtcgracr.s c¡r ., ,lrsr)o
¿l
"is
llrceo. llcltcn parc..ja clcnsidad vital. soporIirn lirs ntislrrrs
scntinriclrto quc sc alimcnt(l clc rlcsespcnutza. dc dcsisti-
r'r)stoncs y gozalt ct
¡)udcccn las lnisntas cx¡.lcr icrrcilrs:
f
rniento. dc clcscos sir.r consunt¿rcitin posiblc. clc nostalgias
dc scr tocitcl¿l por Lllt¿ls ntanos. clc scr rrril'acll ¡tor unos tr.ios ¡Oh
'l'rl (luc ntc 0tr.lncas(c a l¿r torr.c nl¿is
filcl.lc!
clc los c¡uc lu sc¡rarabun cl río. srr sitr.racitin y la rcticcrr- Qtrc ltl;zastc st¡a\ cllcntc la stlntrr¿r collto ult r clo.
cia cle LJgartc, quc no ¡tarecía qLtcrcr contl)rontctersc. [rsc clLtc ntc lo-urastc rosils cr) la nicvc
tlcl allltr
cluc nrc logr.astc lllunirs cn cl nr¿ir.nlol clcl cucr¡ro
lunrol coiltciclc ccllt la ó¡toca ¡trclnarital, colt cl propio día
dcl cas¡luicltto, con cl pcríoclct ¡tostcrior a la pronta scpa-
No estlt busc¡ndo cl cuntado orílt.lol.on. c¡trc rnirs
ración y al rápido clivorcict; pcríoclo estc cn c¡ue vivc a lir bicrr
r'\ rta: L'st¿i cstablccicndo cr paralcrisrro.
vcz esc untor dcsesltcraltzado v dcscsperacio por Ugartc y ra itrc¡rtitrlrrr trc
rr rrrlr¿rs expcriencias.
l¿rs entrcr isllrs apasionadas y clancicstinas con str cxln¿rri-
I)csde los ¡.rr.irncros Iibros vicnc Ia iclca rlc llcglrr.
rlo cluc tcr¡ninirn con la llLrcrtc clc arlbos. ltl
;rlrna ¡ror cl crrcr¡ro. clc t¡uc la poscsit!n
Ilabí¿lntos hablaclo clcl accnto ¡.rLrcsto ¡ror' [)arío crr kr ljsicir. irrrl cn llr
f ()r',r¿l p.irrcr'¿r rrcr
eiu'nal. pcr'o cn su obr¿r la lru.jcl ct'a cl ob.jcto dcl placcr y bcs.. ¡rc'rnitc Ia p.scsiri. t.tirr y rrás
tlc lrr -ulorilr ¡.lirsa.jcla; l¿r rlclicia dcl i¡cto ant()toso cra unil ¡rrolirnda clcl olni:

I l.+o I
ltlll
Ion,q Vrr-rRrño
Dn re ponsÍe y Los poETAs

¡Guste yo en ellos el placer ignoto


de la esencia enervante de tu alma!

En cambio por los ojos, por la mirada, que podría pare-


cer que establecen un nexo más espiritual, menos carnal,
se da la experiencia inversa y más francamente sexual.
Dice el último terceto de un sonetito menor y octosílabo,
culminándolo con una intensidad que no tenía:
Y al yo mirarlos por juego.
sus alabardas de fuego
con sus dos alas fugaces,
llegaron a mis entrañas. sus raros ojos humanos,
y el rojo pico quemante,
es solo un cisne en mi lago
¡Oh, Teresa de Ávila!
o es en mi vida un amante...
El cuerpo es un agonista constante de esos noctumos
insomnes y cargados de pasión y de deseo, de nostalgias
Pero en mi came me habla
de la posesión, de profundas pulsiones frustradas. Pero es y yo en mi carne le entiendo
inevitable observar que el cuelpo entero que aparece, sf,
una y otra vez, es menos obsesivo, cuando se trata a otro, Hunde el pico en mi regazo
que los ojos, las manos, la boca, la cabeza, los brazos. y se queda como muerto...
Acumula en <<Mis amores)):
El sueño, el ensueño, la situación indecisa, imprecisa
¡Ah, entre todas las manos yo he buscado tus manos!
ontre.el sueño y lavigilia, desrealiza, permite un
Tu boca entre las bocas, tu cuelpo entre los cuerpos; distan_
de todas las cabezas, yo quiero tucabeza,
de todos esos ojos, ¡tus ojos solo quiero!

Pero más adelante, en el mismo poema, invoca al ele-


gido en términos más totales y abarcadores:
Ven a mí: mente a mente;
ven a mí, cuerpo a cuerpo!

En «El cisne)>, un raro poema alegórico qr.


"o-i"n.'
za como un cuento modemista de jardines, de lagos y do

11121
lt43l
Io¡¡. Vrr-rnrño Dr: u pousí¡ y Los poETAS

¿Acaso fue en uu marco de ilusión, ¡que te hacias atrás y te envolvías


en el profundo cspejo del deseo, cn yo no sé qué pliegue inmenso de la sombra!
o fue divina y sirnplcmente en vida
que yo te vi vclar tr.ri sueño la otra noche'? Cierra el poerna con esa imagen grande y hcrrnosa,
En mi alcoba agrandada de soledad y miedo' tanto que los dos versos finales parecen una culminaciólt
taciturno a tni lirdo aparecistc ncgatlva y no apenas la frustración, la solcdad quc fucron
colno un hongo gigante. muerto y vivo.
su verdad de cada noche.
I
brotado cn los rincones de la noche,
húrnedos dc silerrcio
y engrasados de sombra y soledad.

Y más adelante:
Te inclinabas a mi, supretnamentc,
corlo a la copa de cristal de un lago
sobre el mantel de fuego del dcsierto;

E,s a su cuerpo a donde él sc asoma, a csc cuerpo quc


parcce imantarlo prodigiosamente. Y se suceden las com'
paraciones, que se enriquecen incluyendo metáforas, imá'
genes, catacresis, que nunca son suficientes. Y es en st¡
cue{po, confundido con su erotismo, con su vida entera,
que ese hongo sombrío, ese amante fantasmal y su desco,
obran milagros:
y tanto te inclinaste,
que mis flores eróticas son dobles,
y mi estrella es más grande desde entonces.

Ella (su cuerpo) es el imán inmóvil, poderoso, quo


solo espera, mira, desea, con la trcmenda tensión que hl
ido creando y atribuyendo aI otro. Y entonces,
Y cuando
te abrí los ojos como un alrta, Y vi

u 44l I l4s]
Dn r,q ponsÍ.A y Los poETAs

DELMTRA AGUSTTNT (1886_1914) .

Por 1o que sabemos, su corta vida


no conoce casi anéc_
tlota; todo sucede en el plano afectivo,
ir.fui¿o. Ios úni_
cos hechos en apariencia exteriores:'el
casamiento; la
lnuerte a manos de su marido apenas
terminado el divor_
cio. F,s, de buena gana, la víctima
cxcesiva, de un hogar autosuficiente; -l_u¿u á" una madre
en él hizo sus estu_
rlios, escribió sus versos, vivió sus
*or"r, fue amparada
como «la Nena>>, fue incomprendida
pero extrañamente
rcspetada y admirada como poeta.
De tal modo que a me_
nos de dos meses de la boda vuelve
a arrojarse al seno de
csc nido asfixiante y protector. y
vulgar, aunque aduce
t¡ue vuelve huyendo de la ulgaridad.-porque
el cuadro
,Tá. complejo: ha quedado documentada
:-:t su pasión por
li,rique Reyes, su novio, su marido, ,,
u-*ra, su asesi_
t¡o y su víctima, pero, al mismo
tiempo, dejó también el
lcstimonio de su amor contemporáneo,
amor más madu_
l», más serio y profundo, por el argentino
Manuel Ugarte,
nlilyor, seductor, con su aure ¡la parisina. y
hay más. Juan
l'irrra del Riego menciona un rntento
de suicidio del que
rrirdie parece saber nada; ella misma
_"n.loru repetida_
nrcnte problemas de salud qu
A pesar de un libro muy
clarecedor de
('lirra Silva y de algunos
otr poesía sigue
¡r.rponiendo el enigma prov personalidad
. f
riulra realizada para
el Dicciona.rio de lircratura uruguaya.
Dirección
oreggioni. Coordinación: wrr.á¿, íJ,l'Jo.
l,lil,,,,r#b"n" uo,rt"rt¿"o,

11471
il
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str\ \'
ll
(lLrrr
I)arccc cnll'cgilrsc silt t clos y r¡Lrc. sin cr.r.rbar-t.to. sc r.ros I-.s 1'l.c[,s ll'arrccscs.
cscapa: esu pcrsortlrliriirtl clrclltustracla en l¿r s0lcclacl, cn lrr
dcscrc Ios.rr¿r,ric.s er¡ lrtrcrirl- i,
tL lc 1ucr.n [rrriliarcs;
incor.r.rr¡rricación, crr l¿r c¿il.ccl. cn la coaccirin dc Ios al'cc_
catr.c cllos. scuLr irrcrre
ItrrLrtlclai'c. \'crlaine. Sarrain. Lcc.rtc
. r I.t..
t.s t¿,,iliarcs, dclil',ud¿r, c',l,trscllr¿rcla por cllos, tL¡r o s.
tic r isre . r rrrirr.u.r,.
\ t'rltrcrcn. [li¡nbaud. Los l
[urica firnnulucirilt siltccr'¿r cn algLltos pocntas. ct] unas ¡-l-rso nt¿is a sLr alclllrce ,,, ,,r,ir_
t,r(l colt Lrn
-jovcn escritor fiancós, Antll_ó (iiol tlc lllltlcl
lll
I)ocas cartls rlc ¡-llrtrtlicl ¿rrrtcnticirlacl. Su n.risrtra pocsíu l;rl r cz clc cllos lc vicncn sus rl¿rrnrolcs
tlcbit'l a vcccs cr,rsic¿rr¿lr-sc rrlcg.rizanclo. ¿rrlrcicnclo lu rll(rlltüttl()s lti¡tureslr'siet)\,,. st¡ ()\il(liir
l)lu.nirslulos. sus
flccitirl rl cl s.cñ.. 1.lcr. co.siguirr. clc t.clas,,r.cr-as. co- rlr,i¡lillrl¡:r.lrl rt.l.
,'r'c{rrl¿rr. l:rr cilos
nruniclu'. con Llnil intclrsidarl A \ eccs trcr.¡rcr.rrl¿r. instanci¿ls "rr 1-lLtcrti, por tlt', I)i¡r're. I)orcr-s(.c, L,o,
t,rr'lo c()lt tul lir.isnro crtitico basliurlc
tlccnu jcnutla pasirin. Itoltrias r ivcncias. Str rlcslturlo ,\ltr¡lrrrs
¡-locsía, dicc rr.rIt¡lcr.tcsdc incspcracla griurclczlr r)()s re(.u(,rtll¡ll rrllis
Milt* Schi,cl¡, «a,r)crro .1'l.girtlir lr I.s crirlig.s cstóticos I Iugo i¡lc a srrs pr-cfcl.iclos Vcrlainc o I)lu.io
lr

dc srr honr, y ir vcccs lcccclicnclo gt-ilvosantcntc a sLrs gt¡s_


l)c los r.'l¿irrtic.s tie,c, irric¡lrris. csir c.rr jrr,t irirr
t.s-v r-t-tad.s ,tis dclczn¿rblcs. sLr¡-1. por nroarcatos! corlro
tle l
'r¡,or- y Ia,rr¡cr'(c c¡Lrc scr).rc. crl sas y rrr irrsisrerr
nlnguna «ttrir ¡-locsia clc clttolrccs, p¿ts¿lr ¿l tr¿rr,ós rjc l«t ac_ r It tlcl sUcño coltto ¿intbito. 'ers()s.
ccsrlrio y ad jctiv'o. hasta pcnetl.ar cn zonas st¡st¿rntivas clc Cot.lto n]¿ttcr.tit. (.()1il() let)It
( ,ltt)() ült cllt's. llr lilct.zlr ilrt.olltcnihle
la crpericncir.r>> tle 1tls...,,,ililt(.nl()\ I

tles[¡orda los nroldcs cic Ia lbrnra;


Solo ¡talcialnrentc cs cicrto rluc haya csludo cn ntonlcnt() (.n (lu(.
apcg¿t_ lr¡lir I Icrrcr'¿r ¿rccccrc u t., rír,picras
tl¡ <<a l.s c(*ligos
cstó1ic.s clc srr lr«lr.u>»; clc.l*r ltrocl.,. ¡rcr-rL'ccrr,e s rir lr,r-
les- cll¿t solo lrticrcre a ras lr*¡irtcctrr'¿rs
scr'ía posihlc su poclcrosa or.iginalirlarl. Ella. cltrc era lrr c.rrr e rrt.r.rrlrrt,s
t UtUtritt Ic slrvcn o lto lc ¡ltolcstan.
nriis .iovcn rlc nLrcstra bl'illuntc plóvutlc «lcl 9(X). clLlu^ cs-
lJrrsca. mris r¡trc la bcllczll sonot.it o
c ribi«i ctrarrl. cstlrbur.l crr ¡.r lcna ¡rr.rl rrcc irin .r tr r i. I Icrrc¡.ir c¡trc lrr ¡lrrlt rir lrr_
r¡,rzrir) l,crt'ic.. 1r'acrr,te r. u., cxire Iitrrr
y Ilcissig, [.co¡toltlo l.rrg<lrrcs y su er.¿ln ailltrirlrtkl. Darío, I¿r t.rt.irr. r,
r rrrot'itin. cl tr-¿ulcc; cxl)rcsul.
col.t la rnlryol. ¿rpr'iror urrrt.irin
cs usonlbr,s¿rnrcntc l.loco inl)rriclir ¡ror cllos l:s innccahlc r IlolttlLrnr. Llt cslL [túsqLrccltr u,.rrr,, a,,,,- los.iurue tt.s
Ltntr ¡.tct'nicios¡ t'óllora ntorlcntistir. rlro_
¡rcro tal vcz sca ll¿is tlt'r'ltist¿rs y Itacc cstullar Irrs lol-¡l.l¿rs
y cl lclrgtrirje lre retllr_
Iloncla c intporluntc la inflrrcltcia «clc los poctas rnalclitos y 'cr¡rrcrir
tl,s N. .cscLriclrr. c, carrbi.. ra estrL¡ctLr'lr
rlc los artiUciosos cstctas rlc aqucl filr tlc siglo» qtrc, dicc rr rrcr
l)()c¡llil. la explicitacirin. l¡.ggresi(¡t y lu cLrlrrtr¡lrt rri¡
l¿r
Zrrrr Fcldc. r<abrri sob'c srr liri*ro. sirr rorrpc,i .la,chur. tle cstc PorqLrc ¡1O CS \ r-trliltl lo quc
cl cristal de str cnticlad ar.rtólttica. T¿rr¡tbión obrti sobrc cllrr lr,,ra.a rlUer.ct_ lll¡cct
ircct-clt¿iltdo clicc clt rr¡ta notu clt la cdicitirr
rr.. i.flrrcr.rci,,ictzschr'lr¡ra. dircct¿r o irdirccta. y clc clll tlc l()li 1¡1¡¡.
\r \Lts ilnlcriot-cs libros <<han sido siltccl.os
¡lnrvicrc, sin tlLrtll. su hcrrric¿r iclcalitllrcl rlc turl ur.istocn¡- ), ¡)oco rnetlitlr_
(l()s. cstos ('úlict'¡ t.ut,io¡, st¡r.uitlt¡s
e ilr sLr¡rcrlatir.,u ticl ho¡ltbl.c>>.
a,, t-,,.,'[-r,.,11,, nlot]tcn_
Io lti¡'¡g¡'('5¡.ltico. coltslitrrycrt el nt¿is sinccl.o y
cl rrrclros

I l+ii l

Irlel
Al{lNo

mcditado. . . ». Conro llcchura. con.ro pr,,i r,,ri.r. s()n nlrry llc_


no los l.ncrccc. En l9l3 publrca csc libro
clitados; los originalcs. corrcgidísirnos, así lo dcl¡ucstran. rrrc.jor, l,t¡¡,t.ti_
lit't',¡ ¡,ac,ío'. c¡uc la tnucslra en la plcnitrrtl
Es aquclla lnisma voluntad dc apresar. clc forntular tlc sr¡ lirisnto.
lc'nía vcilttisictc años y no pasaría
ngurosamcntc csa irgrinica vicla interior la causa de csc dc los vci¡rlioclro. No
r's ¡-rosiblc cronjcturar Io c¡ue hubicra
ahincado trabajo Y dc clla brotan dadil,osantcnte sus imá_ siclo rlc str .br.ir ilc h,_
bcr scguido viviendo, por cjemplo,
gcncs. [-os sílnilcs, las tbrnras llctafóricas o alegóricas los vci¡tlc ltr)os c¡rrc lir
sr'rcvivió str tcrribrc nracrre. En.iurio dc r9r'1.
cluc pat'ccct'l c¿rcr clc su plurla silt csfuerzo aparente pcro c.irrtr. rlr
l'l'intcra Gucrra Munclial cancclaba unu i

c¡uc buccan tarr collplc.jamcntc. bLrscanclo ir hasta el fon_ ópocrr. sc c¿ulcc_ I


l
liul sLr vida y su obra, con jugánclosc ctl
tlo. clccirlo clc la lnancl'a ntás cabal, intcnsa, cxacta. y. dc r.iu fi,,,,1.r,,
¡riu_c.jir.
r'sll anlítcsis. csc cloblc ¿r¡thclo, csas
nr.rcvo, lt() lanto por un afhn dc bcllcza oollro porcl intcnt«r dos o[rsc*i,,,r"r'*uy,,s:
e I lr.nor y Ia rnrrcrtc.
irpasionado tlc accrcarsc al urhxirlro a la cxprcsión dc kl
inclirblc. Irn clla, clicc Úlrilio Oribc. «cl valor dc la ima-
gcrl cstá clt su cxactitud poética». Scñala talnbién la sub_ l.os t,tilices vacíos .*
.jctividad cxcluycntc clc csta pocsía: «No hay cxpansión ni
conrplicidacl clcl ser individual con cl mundo cxterno y su lrs el terccr Iibro de pocntas dc Dcllnira
Agrrslirri. ¡rLr_
blicado en l9 r3 por orsiri Bertani,
frcsta, sino, por cl contrario, unlr pcrrnanelttc ficlelidad dc
tlcl novecicntos. ya
nLrcstro u,r, ctrir.r
esc ser a su cscncia fund¿rnrental». le había publicado, cn 1907. l.;l liltn¡
(lomo cs natural, tocl¿r afimraci<in absoluta, y casi to«Jo l¡lunL'r¡, de título itbvio y vcrsos jut,cnilcs.
aun(luc no ¡.rr.r_
nrcr¡zos, cn cl c¡uc no faltaban algunos
clogio, corrcspondcn il su último, a su rtrc.jor libro. Iln ntontcntos tlc gr.ln I
ItX)7. a los vci¡rre años. había pLrblicaclo El lihn¡ l,¡lan<,o, ¡rocsía; y. cn 1910, los Cunlt¡,s,tle lu !

e.¡,. lc cscribitl Unarnull<1, ya sc habíu «libltrtLrcltlecuill.


ntuñun¿r, clr I

dc título cngañoso, cl nths cndcblc dc los suyos, el ntiis rr.


I

¡rtrctt rctr'trica c¡rrc había cn csc Lihn¡ l¡ltutL,t¡>» y yir sorr t


agraviado por las flaquczas de la rnocla, pero quc incluyc, rrlis
nun)c11)s()s Ios Illorlrcntos ¡llos y I
a pcsar clc tockt, algunos poelnas quc ya rcvclall sus mc_ los pocnllrs ,,r,,y,,,."r. L, í
lt¡'¡ L'tilica,s'r'rt'it¡'s'ra aut.ra rcúne er
.jorcs virtudcs: «Ínti¡la». <<El ilrtnrso». En l9l() aparecc tor.iunt. trc vcirrriÍrr l

('attto.¡ de lu ntuitona, o[ro título quc no guarcla l)ocrnas que llcvu con propiodad esc título y ¿lgt.cgl nlu
much¿r
cohcrcncia con lo que el Iibro encierra. un libro clonde. lc cho. clcrnasiado. cJc los libros anteriorcs.
Dó ,,,,,,,"r,, .:¡r.,"
cl .jLricio varía scgún nos ocupen.los
dicc Unanrulto en una carta, ((ya sc ha liberado de no poca dc los nttcvos l)ocnl¿ts
o clcl con-jr-rnto. r
rctórica qrre hay cn ese Lihn¡ hlont't¡ [...] Ha ahondado cn i

la firrrna; dcl ropajc pasó a la encarn¿rdura». por sobre las I


I
rlc[¡ilidadcs dc la colección resplandcccn algunos dc los 1+ liicha
lrrc¡rirrada prtrit cr r)ittiort,tit¡ ia rircturttt, ,,t,qttrt.(t ri¡tttt¡ ,r
gnrnclcs pocntas dc Dclntira; aquí y all¿i se trata apcnas ( tt¡. t tnúr'ult;s, ¡tú,qittus litt,rttritt¡. t.L,t,i,slus,
).1
I
.¡t ¡tt,r ioth,.s ,.itltttt,tl,,, Dittc_
tlc ruro tt dos vcrsos csplónclidos dcrrll.o «le un t irir:Albcrt. Orcggi.,i (..ortlinacitln:
¡tocrna quc t,.rlno úli*.,,, Willie,l,, I,rrrc,,, I,Lr_
blo Roccu Molrtevitjco. Arct. 1991. p .10r)

il s0l
[¡-5r]
IoB,A. VLARrño D¡ re poBsÍe y Los poETAs

El título es ya un pre-texto que adelanta lo esencial en la mayor parte de quienes se ocuparon


de cstc libro. Tal
una de esas antítesis que pueblan esta poesía. Sus conno- vez más se huLrieran desasosegadá
si hubieran atcndido a
taoiones litúrgicas y, por extensión, poéticas y hasta bo- :ru sremprc en mayor o menor grado relegada valomció¡r
tánicas son ya las de copa, vaso de un material precioso poitica. Flubieran advertido, .-otr"
otror".osas. algunas
para un contenido sagrado o hermoso elfeliz cáliz cxlraordinar-ias. Advertido, por ejemplo,
-«soy
que llenarás, Señor»- y son plurales porque se trata de ra c¡ué punro se desenrendió la
qué pronro has_ i
Agrrsiini ¿t tas inllucncias
«cálices» vida, su cuerpo, su amor, ella misma? t¡ue hubieran podido ser más ,rrr*o.",
la ofrenda del libro a Eros es,-,de
-¿su o pcnctrantcs: Ias
La dedicatoria, tlc los.europeos que le acercó, en especial..su
jovcn anrigo
otro modo, también ambigua y obliga a afinar la lectu- (iiot de Badet, y Ia de su
admirado Rubén Darío. y la dc_
ra. Cuando Darío escribía <<amor>>, debíamos compren- su cercano Julio Herrera. En qué
medida sc dcsprc.ocupó
der, casi siempre, ((eros)), pero cuando Delmira escribe tlc'l ¡nund'exterior, de la parnasiana
o simborisra natura-
<<Eros>>, lo más a menudo está diciendo <<Amor», sin mu- leza (que solo le sirvieron par,
pu sí ¡nis_
tilar el término en ninguno de sus sentidos: «que me 1o- rnos). de tanto "rp."rurra.,o
bo modemista, <ie la riquc_
graste rosas en la nieve del alma / que me lograste llamas za verbal y de rmal, de la gran ligura quc
en el mármol del cuetpo>>, dice uno de sus tan frecuentes lrabía ido volv a, la nretáfora. votcántlosc
paralelismos. eon preferenci ción _en la que a n.¡cnu«lt¡
Los poemas que son más cabalmente eróticos son los inc11s1a orras figuras- y a la gran imugen,-'
más plenamente amorosos. No sé si podemos aceptar el
.Ios Siproblemas
bien en sus prinreros libios se halía
intcrc*ado por
término en el sentido que le dio Carlos Real de Aztta: <<el formales _la naturalidad o el artificio
erotismo trascendente de la Agustini, casto, por decirlo cn «La sed», los modelos en «Mis ídolos»»_,
sc hahía
asi, afuerza de magniflcación y de absoluto...». Tampoco rcbelado ñlgaznrente contra la rima
en «Rcbelión»: si
si es posible hacer una discriminación: si nos referimos al hie-n había incursionado en
las fonnas conv"ncionales y
amor pleno seguramente estamos hablando de lo que sin' ri_qurosas (sonetos) y hasta
en los ritrnos acentualcs cn
tió y escribió por Ugarte, el conocido escritor argentino; si «Siembra». cuando desemboca
en Los cálic.es ya<.r.r¡.r cs
a su libido, puede algún poema estar refi,riéndose a Reyes, t'r,idcnte que lo que la seduce, lo que
más lc intporta cs
su marido, su camarada sensual, su amante, su matador. tlecir, expresarse. Algo asi le sucede a
Darío en alguno de
Mucho ha vedado para siempre a nuestro conocimien- stts Noc'lurnos. Si eso cabc. en
un soneto, bicn. Si nt¡. sc
to la pasión de dos mujeres: la celosa rnujer de Ugarte, (luedá en los dos cuartetos,
combina estrofas difcrcntcs.
que destruyó las cartas de Delmira, y la terrible madre eanrbia de ritmo. rima o¡o, rnczcla
o interpola sus figuras.
de esta, que la sobrevivió veinte años y mutiló algunas, y ,r Visión» es el triunfb
de la comparación, de sus esplCnditJas rj

seguramente muchas cosas. Como sea, esas zonas de su v enriquecidas comparaciones, pero es tanrbién
c.r triunfb
poesía arrebataron en exceso la imaginación y el verbo de tle esa rica, desenfadada, personal liUena¿,
no sé si

[1s2] [1 s3]
I»re Vr¡.nrño
Dn re po¡sÍe y Los poErAs

conquistada o hecha de falta de inhibiciones, de desapego


y del poder de esa «imaginación lujosa, irreprimible,
que la lleva a pasar sobre los límites que los preceptos
modernistas le imponían», dice Ida Vitale. Ángel Rama JULES LAFORGUE -
afirma que «si Delmira Agustini es uno de los pocos
poetas firmes en la tradición nacional, Los cálices vacíos
(1830_rs87)
es uno de los libros capitales de esa tradición».

ento. ¿eué se habrá


hecho?
ra de Laforgue, de su
bre_
mediocre esfudiante pero
s a los veinte años.
Antes
ntensidad poesía y ñlosofía.
que marcó definitivamente
su generación: textos
bu_
mn también lecturas d.e
,"*ann, Spencer (que se_
nuestro Julio Her¡era y
Reissig).

;'"Ti'lil:m!i'u;'"*l':llio de Ia muene'lre, p
'¡;";;;::"T#
tmposihtc» y de ros 1997'-pp lo-ii' íí:i:
otros r"rrle
os deLaforgue cs de ldea Vilanr1o.

[154]
[15s]

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