Colomer Teresa La Formacion Del Lector Literario

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La formación del lector literario.

Nueva narrativa infantil y


juvenil.
Teresa Colomer
Barcelona,
Fundación Sánchez Ruipérez
1998

Teresa Colomer es profesora de la Lengua y la Literatura en la Universidad Autónoma de Barcelona.


en 1990 obtuvo el Premio de Pedagogía "Rosa Sensat" por su obra Enseñar a leer, enseñar a com-
prender, en colaboración con Anna Camps. Ha coordinado y publicado diversas obras sobre la ense-
ñanza de la lectura y la literatura. colabora habitualmente en revistas educativas y de literatura para
niños y niñas y adolescentes.

Índice
Introducción

PRIMERA PARTE
La evolución de los estudios sobre literatura infantil y juvenil

1. La reflexión a partir de la difusión de los libros.


Seleccionar y difundir: el inicio de los estudios.
El desarrollo en Cataluña.

2. El desarrollo de los estudios históricos.


La delimitación del corpus.
La evolución de los estudios históricos.

3. Los debates teóricos hasta los años ochenta.


El debate sobre la definición del campo.
Literatura infantil y juvenil versus la "verdadera literatura".
La "verdadera literatura" infantil versus el disfrute del lector.
La literatura infantil y juvenil como campo literario específico.
El debate sobre la relación entre fantasía y realidad.
El folklore como literatura infantil.
Las repercusiones de los estudios folklóricos.
Las consecuencias del debate en la producción.

4. Las distintas perspectivas disciplinares a partir de los años ochenta.


La perspectiva psicológica.
Los estudios psicoanalíticos.
Los estudios cognitivos.
La perspectiva literaria
La literatura como fenómeno comunicativo.
La importancia del lector.
Las funciones de la crítica.
Nuevos retos para la crítica a partir de la producción de libros.
La perspectiva social.
Los estudios sociológicos.
Los estudios sobre la ideología.
La perspectiva de la didáctica de la literatura.
La integración de la literatura infantil y juvenil en la enseñanza.
Recepción lectora y prácticas educativas.
El progreso en el dominio de las convenciones.

5. conclusiones sobre la evolución de los estudios de literatura infantil y juvenil.


La interdisciplinariedad de los estudios.
Los principales debates y líneas de progreso.

SEGUNDA PARTE
La narrativa infantil y juvenil actual.

6. Objetivos, hipótesis y diseño de la investigación.


El proceso de cambio de la narrativa infantil y juvenil.
La variación de las funciones educativas y literarias.
La tensión de un doble destinatario.
La relación con los restantes sistemas culturales.
Los supuestos de simplicidad.
¿Un nuevo lector implícito?
Definición del destinatario actual de la literatura infantil y juvenil en nuestro país.
Selección de las obras analizadas.
Definición de la selección.
Las fuentes de la selección.
Delimitación de las pautas de análisis.
Definición de los elementos de la historia.
Definición de los elementos del discurso.
La ficha de análisis de las obras.

7. Caracterización de la narrativa infantil y juvenil actual.


La representación literaria del mundo.
Los géneros literarios.
La novedad temática.
El desenlace.
Los personajes.
el escenario narrativo.
La fragmentación narrativa.
El grado de autonomía de las secuencias narrativas.
La inclusión de otras formas textuales.
La mezcla de géneros literarios.
Los recursos no verbales.
La evolución según la edad del destinatario.
La complejidad narrativa.
La estructura.
La focalización.
La voz.
El orden temporal.
La evolución de la complejidad narrativa según la edad del destinatario.
La complejidad interpretativa.
El distanciamiento humorístico.
La apelación a los conocimientos culturales previos.
La ambigüedad de significado.
La referencia a la comunicación literaria.
La evolución de la ambigüedad y el distanciamiento según la edad del destinatario.
La explicitación del pacto narrativo.

8. Conclusiones.

Anexo 1. La ficha del análisis.

Anexo 2. Las fuentes de la selección del corpus.

Anexo 3. El corpus de obras analizadas.

Anexo 4. Cuadros de los resultados numéricos del análisis.

Referencias bibliográficas.

Índice analítico.
LA FORMACIÓN DEL LECTOR LITERARIO. NUEVA NARRATIVA IN-
FANTIL Y JUVENIL

Teresa Colomer

(Páginas 141 a 147)

Los supuestos de simplicidad

Hemos hablado de modelos innovadores y más complejos y hemos citado algu-


nos ejemplos de ellos, como la mezcla de realidad y fantasía. Es necesario, sin embar-
go, precisar cuáles son los supuestos de simplicidad de la narrativa infantil y juvenil,
cuáles son los criterios utilizados por los adultos para pensar que un texto es más fá-
cilmente legible que otro para los niños y adolescentes. Aparte de las características
destacadas desde la investigación lectora, desde la perspectiva de la literatura infantil
y juvenil se ha intentado revelar qué se considera un texto simple y comprensible a tra-
vés de dos caminos: el primero ha sido el análisis de las narraciones infantiles y juveni-
les no canónicas; y, el segundo, el estudio de las simplificaciones efectuadas al adaptar
obras de adultos para niños y niñas.
En el primer caso, se ha observado que -a diferencia de la solución señalada por
la literatura infantil canónica-, la literatura infantil no canónica salva la contradicción en-
tre el destinatario y el destinatario crítico adulto a base de prescindir del segundo. Los
autores (o los editores que deciden publicarles) no esperan obtener la aprobación de la
crítica y de los medios educativos, no suponen que estos textos vayan a ser recomen-
dados ni considerados como literatura infantil de calidad. Las características de estos
libros, pues, pretenden responder estrictamente a lo que se supone que es más senci-
llo de leer para los lectores infantiles, supuestos que, en cierta manera, comparten con
la literatura popular adulta y que les proporcionan un claro éxito de consumo. En este
sentido, la crítica literaria ha señalado repetidamente como rasgos propios de una ma-
yor facilidad lectora: un argumento y una caracterización estereotipada de los persona-
jes y situaciones, un refuerzo de la moral y de la estratificación social establecida, una
fuerte cohesión del texto y una gran simplicidad del lenguaje.
En el caso de los libros infantiles estas características populares incluyen tam-
bién aspectos propios. Ray (1982) analizó las obras de E. Blyton para llegar a la con-
clusión que su retrato de un mundo exclusivamente infantil no sólo ignora a las perso-
nas adultas sino que establece una oposición entre dos mundos que se plasma en la
narración a través de dos escenarios especiales distintos (niños y adultos se hallan en
dos territorios, por ejemplo en la casa y el internado) o en dos tiempos diferentes (un
tiempo de vacaciones reservado a los niños, pongamos por caso, y la aparición de los
adultos al final de la narración, cuando este tiempo se ha agotado), así como la utiliza-
ción de un lenguaje deliberadamente cercano al mundo juvenil. La división del mundo
en dos partes bien delimitadas permite que los personajes infantiles se sitúen en un
espacio liberados momentáneamente de las normas sociales, para volver a ellas más
tarde sin ningún tipo de cuestionamiento moral.
La necesidad de textos unívocos, estructuras lineales y temas con una moral
diáfana son también los criterios que presiden las adaptaciones simplificadas de obras
literarias para niños y niñas, versiones que pueden proceder de obras de adultos (la
Odisea, por ejemplo), de obras clásicas del mismo sistema de la literatura infantil (como
la ya citada Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas) o incluso de la literatu-
ra de tradición oral (como las versiones de cuentos populares de las colecciones de
quiosco o de las versiones cinematográficas de Walt Disney).
Este segundo método de análisis a través de las simplificaciones es el adoptado
por Shavit para caracterizar los rasgos de sencillez de la literatura infantil. Esta autora
contrasta varias obras clásicas con sus versiones para niños y niñas, precisamente pa-
ra ver qué es lo que, según los adultos, convierte un libro en aceptable para este públi-
co. su conclusión es que las restricciones literarias producidas por la definición de un
destinatario infantil pueden definirse básicamente como la adscripción a las siguientes
características:

a) El texto debe pertenecer a modelos literarios ya existentes. La tendencia del siste-


ma es loa de aceptar solo lo que es convencional y lo que se considera adecuado y
familiar a los niños y niñas. Por ejemplo, en las adaptaciones infantiles de Los viajes
de Gulliver, esta obra se convierte en una historia fantástica y de aventuras, mode-
los que ya existen como tales en la literatura infantil, y, en cambio, se desestima
como sátira social y política. Así mismo, los habitantes de Liliput, muy similares a
los humanos en la obra original, acentúan su carácter de pequeños seres fantásti-
cos, para potenciar el reclamo del contraste de dimensiones, tema siempre intere-
sante para los lectores infantiles.
b) El texto debe constituirse a partir de una fuerte integración de los elementos. En las
valoraciones habituales de la crítica y en las declaraciones explícitas de muchos au-
tores puede constatarse que la acción de la trama se considera los más importante
en las narraciones infantiles y juveniles. Como dicen Bawden (1980), el texto tiene
que tener una "fuerte línea narrativa". También Shavit lo señala en su análisis de las
adaptaciones de obras, ya que una de las principales operaciones es la de acortar
textos y, lógicamente, todo lo que se elimina es lo que se considera secundario: los
párrafos que no resultan imprescindibles para seguir el argumento, los comentarios
del narrador sobre la historia, las disertaciones, etcétera. Sin embargo, cabe desta-
car que esta acción puede entorpecer la comprensión de la historia, ya que el texto
resultante debe dar más información con menos elementos y a menudo, por tanto,
deben manipularse también los elementos no suprimidos.
c) el texto debe presentar una complejidad y sofisticación mínimas. en contraste con la
valoración positiva de la complejidad por parte de la norma canónica adulta, la lite-
ratura infantil hace prevalecer el criterio de la simplicidad. La simplicidad determina
los temas, la caracterización de los personajes y las estructuras narrativas permisi-
bles. En la adaptación de textos se eliminan la parodia y los momentos de distan-
ciamiento e ironía, se separan los niveles de realidad y fantasía, se precisa la con-
ducta de los personajes sin dejar lugar para la ambigüedad, se clarifican los desen-
laces abiertos, etcétera. este es el proceso que sigue Carroll, por ejemplo, en la
versión infantil de Alicia que hemos citado anteriormente.
d) Los valores preconizados y la moral subyacente deben ajustarse a propósitos edu-
cativos e ideológicos concordantes con las normas sociales predominantes. La idea
de que la literatura sirve como instrumento didáctico para difundir valores inequívo-
cos es aún muy poderosa hoy en día. en las adaptaciones de obras de adultos pue-
de verse que a menudo llega a cambiarse el sentido completo del texto original para
ponerlo al servicio de propósitos educativos acordes con la época. Las sucesivas
adaptaciones del mito de Robinson Crusoe constituyen un ejemplo bien claro de es-
te tipo de alteración a lo largo del tiempo.
e) el lenguaje debe ser simple. en la literatura canónica adulta la elaboración del len-
guaje es valorada per se, en cambio, lo que se exige en la literatura infantil es una
elaboración asociada al concepto didáctico de incrementar el conocimiento lingüísti-
co de los lectores, especialmente en lo referente a la adquisición de vocabulario. es-
ta elaboración léxica tiene que compaginarse, sin embargo, con una gran sencillez,
a menudo ejercida en los restantes niveles lingüísticos, dirigida a la facilidad de
comprensión. Al igual que los aspectos anteriores, la simplificación del nivel lingüís-
tico puede constatarse también en los cambios realizados en las obras adaptadas.

¿Un nuevo lector implícito?

Si la literatura infantil y juvenil se define en función de su destinatario y los libros


infantiles reflejan los presupuestos sociales sobre estos destinatarios, se tratará ahora
de analizar un corpus significativo de narraciones canónicas dirigidas a los niños, niñas
y adolescentes de nuestro país durante los últimos años, para ver si reflejan una nueva
configuración del lector implícito que haya provocado la vulneración de los supuestos
de simplicidad que acabamos de enumerar y haya conducido a la creación de nuevos
modelos de literatura infantil y juvenil.

Definición del destinatario actual de la literatura infantil y juvenil en


nuestro país.

El destinatario de la literatura infantil y juvenil de calidad puede definirse, en pri-


mer lugar, como un lector niño, niña o adolescente que aprende socialmente y a quien
se dirigen textos que intentan favorecer su educación social a través de una propuesta
de valores, de modelos de relación social y de interpretación ordenada del mundo. Y,
en segundo lugar, como un lector infantil o adolescente que aprende una forma cultural
codificada -la literatura-, y a quien se dirigen unos textos que traspasan unas formas
fijadas del imaginario, unas formas narrativas con tradición de uso literario, una valora-
ción estética del mundo y un uso especial del lenguaje.
La literatura infantil y juvenil de cada período concreta esta idea general del des-
tinatario en un marco cultural determinado. el punto del cual partimos es la idea de que,
desde finales de la década de los setenta, la literatura infantil y juvenil ha experimenta-
do un enorme impulso innovador para adecuarse a las características de su público
actual, características que permiten definir al lector implícito a quien se dirigen ahora
las obras a través de los siguientes rasgos:

a) Un lector propio de las sociedades actuales, a quien se destinan textos que reflejan
los cambios sociológicos y los presupuestos axiológicos y educativos de nuestra
sociedad posindustrial y democrática. Ello permite esperar cambios importantes con
respecto a la narrativa anterior en los criterios de los autores sobre lo que es ade-
cuado y pertinente en los temas que abordan las narraciones, la descripción del
mundo que ofrecen y los valores que proponen.
b) Un lector integrado en la sociedad alfabetizada con un sistema educativo generali-
zado, a quien se dirigen textos creados como literatura para ser leída. De este mo-
do, parece esperable que las obras utilicen recursos más propios de un texto de un
texto escrito que de una narración oral y que este fenómeno haya favorecido la re-
novación de los modelos literarios al permitir una mayor permeabilidad con respecto
a la literatura de adultos, literatura que ha seguido principalmente la transmisión es-
crita desde una época muy anterior.
c) Un lector familiarizado con los sistemas audiovisuales desarrollados en nuestras
sociedades durante las últimas décadas. Cabe suponer, pues, que la narrativa para
niños y adolescentes habrá incorporado nuevos recursos procedentes de estos me-
dios y que contará con hábitos narrativos allí adquiridos, tales como la competencia
en la lectura de la imagen o la costumbre de enfrentar unidades informativas muy
breves.
d) Un lector que se incorpora a las corrientes literarias actuales, a quien se dirigen tex-
tos que siguen las formas literarias vigentes en el conjunto del sistema literario, mo-
dernización que podría incluso haberse producido en forma más acelerada que en
otros momentos históricos por diversas causas antes aludidas, tales como la pre-
sión del mercado o la caracterización posmoderna de la cultura actual.
e) si bien los puntos anteriores convergen en la creación de una nueva configuración
de los modelos canónicos de la literatura infantil y juvenil, es preciso indicar que,
secundariamente, debe pensarse en el lector de una literatura, la de su país, que ha
recuperado "tiempo cultural" de un modo reciente a través de una política activa de
traducciones, lo cual tendría que dibujar un período excepcionalmente rico en la va-
riedad de los modelos ofrecidos.
f) Un lector que aumenta en edad, que amplía progresivamente sus posibilidades de
comprensión del mundo y del texto escrito y a quien, por lo tanto, se dirigen unos
textos que deberían diferenciarse según las características psicológicas de la edad
y según la complejidad de las exigencias de lectura. Si bien podría pensarse que
esta definición forma parte de los rasgos generales del destinatario infantil y juvenil,
la estratificación por edades de los libros es un fenómeno producido como tal duran-
te las últimas décadas, fruto, tanto de su relación con el sistema escolar, como de
las necesidades comerciales, y, por lo tanto, consideramos que es necesario seña-
larlo como una constricción de la narrativa más reciente. Puede esperarse, enton-
ces, que existan fórmulas literarias más homogéneas en el interior de cada uno de
los grupos de edad a los que se destinan los libros.

Se tratará, pues, en primer lugar, de analizar las narraciones canónicas actuales


para ver si es cierto que la literatura infantil y juvenil actual responde a este lector implí-
cito. Ciertamente, la modernización producida en España a partir del establecimiento
democrático ha implicado la difusión de nuevos valores y de nuevas formas de transmi-
sión educativa, cambios sociológicos importantes en las formas de vida y un desarrollo
sin precedentes de los libros para niños y adolescentes. Todos estos factores parecen
conducir a la necesidad de modelos literarios diversificados. Lógicamente esta innova-
ción debería afectar a niveles narrativos muy distintos y deberían apartar la narrativa
canónica actual de los supuestos básicos de simplicidad antes establecidos. concreta-
mente, podría esperarse que se hubieran producido los cambios que se enumerarán a
continuación, que podrían estar reflejados en los aspectos narrativos que se especifi-
can y que serían los que se sistematizarán en una pauta de análisis de la narrativa ac-
tual.

a) La configuración de nuevos modelos literarios condicionados por los siguientes fac-


tores: por la psicologización de nuestra cultura y, especialmente, por los modelos al
respecto desarrollados por la literatura de adultos durante el presente siglo; por la
necesidad de reflejar las formas de vida y los problemas sociales propios de la so-
ciedad occidental actual; por la creación de nuevos tipos de libros infantiles y juve-
niles dirigidos a las distintas franjas de edad; por la relación con las literaturas no
canónicas adultas; por la relación con las formas narrativas de la imagen, etcétera.
La concurrencia de estos factores debería plasmarse en innovaciones situadas en
los temas tratados, el tipo de imaginario, los personajes, el escenario narrativo o la
incorporación de recursos no verbales.
b) La adopción de valores morales propios de una sociedad altamente industrializada,
supuestos englobables en el concepto de "pedagogía invisible" como forma de
transmisión de las normas de conducta y que implicarían una nueva propuesta mo-
ral basada en la verbalización de los problemas, la negociación de los conflictos, la
adaptación personal a los cambios externos, la jerarquía no posicional, la autoridad
consensuada, la imaginación creativa o la anulación de determinadas fronteras en-
tre el mundo infantil y el adulto.
c) La ruptura de la integración del texto a partir de la vigencia de un modelo cultural
caracterizado como "posmoderno", de la irrupción de la imagen en el texto y de la
consideración de los hábitos narrativos del mundo audiovisual, factores que habrían
determinado el auge de recursos que fragmentan el texto y escapan a modelos bien
delimitados tales como: la inclusión de tipos textuales variados, la mezcla de géne-
ros literarios, la autonomía de las secuencias narrativas y la presencia de elementos
no verbales.
d) El aumento de la complejidad narrativa a partir de un proceso de innovación acele-
rado que habría requerido una mayor complejidad de los elementos que configuran
el discurso narrativo y que, por tanto, deberían haberlo apartado de los supuestos
básicos de una estructura simple, un punto de vista omnisciente, una voz narrativa
ulterior y un desarrollo temporal lineal.
e) El aumento de la complejidad interpretativa, el autor puede buscarse en la alusión a
referencias culturales compartidas, la adopción de ya que el mismo contexto ante-
rior debería haber llevado a la utilización de características que atentarían contra la
definición tradicional del lector infantil, tales como la necesidad de textos con un
sentido unívoco y con un control narrativo muy enfatizado por parte del emisor adul-
to. al mismo tiempo debería haberse producido una ruptura de la ilusión realista a
través de la cesión al destinatario de un papel explícito en la construcción del relato.
La idea de un lector más activo en el establecimiento de complicidades con diferen-
tes formas de distanciamiento y la aceptación de significados ambiguos.
f) La configuración de la narrativa infantil y juvenil como una literatura escrita. La idea
implícita de un destinatario que lee tendría que traducirse en la presencia, o en el
uso más abundante, de recursos imposibles en un texto destinado a ser relatado o
leído en voz alta por el adulto, recursos tales como la integración de la imagen en el
discurso narrativo, la creación de determinados tipos de imaginarios como el del
juego con las convenciones narrativas o gráficas y el de los sueños, así como otros
fenómenos convergentes con algunos de los apartados anteriores, como una mayor
complejidad del discurso, la participación del destinatario en la construcción narrati-
va o la distancia compartida por el autor y el lector en relación a la obra.

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