La Figurabilidad Psíquica

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I- LA FIGURABILIDAD Y LO NEGATIVO

1- Los límites del pensamiento: ida y vuelta París-Londres.

Newton  Cualidad figurativa de su pensamiento.

Descartes  Procesos secundarios.

Freud  Ni de un lado ni de otro, pero su espíritu es positivista.

Icc – Pcc - Cc: Pulsión – Represión – Fantasma

Pulsión – Negatividad – Pensamiento: Objeto – Realidad – Renegación

2- La dualidad negativa del psiquismo.

Sobre la dualidad:

Eje vertical (de lo más superficial a lo más profundo): Cc – Pcc – Icc: La representación circula
por él, pero sin transformaciones (tendencia intrapsíquica; lugares psíquicos; modelo de
organización psiconeurótica) Localización en un solo lugar.

Eje Horizontal (según un orden cualitativo): Cualidad de la investidura: Representación –


Percepción – Alucinación (apertura al mundo; modos de inteligibilidad, según prueba de
realidad; neurosis de etiología externa  neurosis traumática) El mismo contenido puede
encontrarse en dos lugares distintos pero dotados de cualidades diferentes. Lo intrapsíquico y
el mundo, la representación y la percepción no son las entidades autónomas que parecen ser.
(posibilidad de trabajar con borderlines, ampliando la consideración de la proyección (Freud),
identificación proyectiva (Klein) y forclusión (Lacan).

Interdependencia de la representación y la percepción. Modo dual del pensamiento, cuyo


destino es el progreso hacia la forma simbólica.

Hegel y los addad: Hegel contra el racionalismo que fragmenta el mundo.

Unidad del psiquismo  reúne unión y separación, anulación y conservación.

Lo negativo del marco analítico: disposición que ideara Freud facilita procesos regresivos.

La dualidad negativa representación de objeto – representación de sí mismo: Cualidad


traumática de la ausencia de objeto  angustia extrema  la única salida verdadera reside en
la capacidad del psiquismo para figurar, investir la representación de objeto (ni investir la
presencia del objeto ni el recurso autoerótico). Ligazón primordial objeto – cuerpo – psique.
Juego del carretel. Dominar la ausencia del objeto investido y también su propio desasosiego.
Doble negatividad común (representación “mamá” y representación “niño” reunidas en la
ausencia).

Proceso formador de la representación de objeto: considera tanto la ausencia especular del


propio sujeto como la real del objeto; el lazo sujeto – objeto está sostenido por la negatividad
común a ambas representaciones.
3- La no – representación

Más que la pérdida del objeto, el riesgo es la pérdida de su representación.

Doble origen del yo: Para Freud, (pulsiones y destinos de pulsión) lo exterior, el objeto es
odiado. Luego, cuando tb revela ser una fuente de placer es amado, pero tb incorporado al yo,
por lo tanto el objeto nuevamente coincide con lo externo y odiado, por el yo-placer. Mientras
el yo-realidad no pueda confirmar de modo suficiente que el objeto representado existe
todavía y también en la realidad, la percepción seguirá siendo persecutoria para el yo-placer.
La ausencia del objeto no podrá ser reconocida ni podrá ser traumática mientras la
representación del objeto continúe siendo mantenida por el yo-placer. No es la pérdida del
objeto sino el peligro de perder su representación y, por extensión, el riesgo de no-
representación, lo que signa el desamparo. Ejemplo del lobo en la construcción figurada por el
analista con los elementos sensoriales no representados del niño:

Thomas.

1° intervención: “hospital”  Reconstrucción de un pasado histórico con “fragmentos de


verdad”.

2° intervención: “lobo”  Representación-arma contra el desamparo de la no-representación.


La figurabilidad lobo cumple función de continente, formado por elementos autísticos
presentes en las sesiones, que el analista recoge. No formuló un contenido latente que él
habría descubierto detrás de un contenido manifiesto, sino que, en ausencia de lo uno y de lo
otro, avanzó formaciones preconscientes susceptibles de atraer algún día otras
representaciones, de servir de contenido manifiesto. Función de la pesadilla. Luego, el analista
la introduce bajo la forma de un juego. En un contexto de ternura y afecto, el adulto evoca
representaciones fuertemente cargadas de pulsionalidad.

Thérèse: Recuperación de la alucinación de la niña en forma de cuento repetible, para poder


hacer el duelo.

Consideraciones teórico prácticas: La imposibilidad de hacer el duelo de un cercano puede


conducir a una inhibición del afecto doloroso. Con la renegación de la percepción de la falta
ocupando el lugar del afecto doloroso, aparece en la vida diurna la alucinación del muerto.
Paralelo entre la desaparición de los afectos en los pensamientos del sueño y la potencia
sensorial de las imágenes soñadas. La potencia sensorial de la visión del padre embarazado, el
trabajo de figurabilidad, la foto, vence a la nada.

Amenaza de castración  riesgo de desinvestir a los objetos parentales  única salida: figurar
(crear teorías sexuales infantiles; convicción alucinatoria). Antitrabajo analítico.

Construcción-interpretación (como recuerdo encubridor?) no reside tanto en su realidad


histórica, como en la convicción que debe despertar en el analizante. Un relato cargado de
figurabilidad posee la fuerza de impacto de la percepción, despierta en el analizante un
sentimiento de evidencia, de autenticidad.
4- El geómetra y el psicoanalista

Freud: Marco conceptual para pensar los procesos psíquicos.

René Thom: Otorga un lugar capital a la noción de negativo. Crea un marco conceptual que
permite pensar los acontecimientos de la realidad y su significación psíquica.

Teoría analítica actual: Articulación entre procesos psíquicos y acontecimientos de la realidad.


Por lo tanto, nos interesa revisar lo que Thom dice.

Freud: concretud de la satisfacción + experiencia de su ausencia + solución alucinatoria +


fracaso de la solución alucinatoria = constitución del psiquismo. Eficacia de este
procedimiento: percepción sensorial y motriz = solución alucinatoria.

La dualidad representación-percepción, decisiva para el pensamiento del hombre, nace en la


proyección que deja el objeto sobre la ausencia. Por ejemplo: creación de la dualidad cuerpo-
alma en el hombre primitivo; representación de objeto, por el niño, frente a la ausencia de la
madre.

Thom cree en el carácter continuo del universo y los fenómenos. La experiencia primitiva está
ligada a la sensación o percepción de una discontinuidad cualitativa. En el comienzo, un
continuo alucinatorio surge del impacto de la “intensidad negativa”, de la falta. Pero la
persistencia de la necesidad biológica provoca el fracaso de la solución alucinatoria y el
psiquismo debe decidirse a representarse el estado real del mundo exterior, a reconocer la
percepción alucinatoria como cualitativamente diferente de la que procede del órgano de los
sentidos, al sentir un interior distinto a un exterior. De este fracaso de lo alucinatorio surge la
distinción dentro-fuera.

Pero la discretización psíquica no se limita a esto. La representación de palabras surge de la


ausencia del objeto investido e instaura, en el lugar del contenido alucinatorio, la
representación del objeto sentido por dentro acompañada por la del reconocimiento de su
ausencia afuera, en la percepción. Esta dualidad fundamental entre representación y
percepción no puede ser superpuesta a la discontinuidad sensorial adentro – afuera. Las
nociones adentro – afuera no pueden ser reducidas a la sensorialidad de los límites sensoriales
(como pensaba Freud), sino por una prueba de realidad organizada según la contradicción
constitutiva de la discontinuidad representación-percepción. Esto se comprendió gracias al
tratamiento de borderlines. (Pregnancia-miedo vs Pregnancia-amor). Dificultad teórica de
conceptualizar en el hombre la relación entre sus procesos psíquicos y los acontecimientos de
la realidad.

Percepción de los órganos de los sentidos no es tan simple: pérdida del objeto de la
satisfacción alucinatoria (percepción) + ausencia del objeto investido (representación) = base
de la simetría representación-percepción.

Freud: fundamento primero del sueño no es tanto la realización del deseo sino la actividad
alucinatoria misma, la necesidad de figurar.
Por lo tanto, podemos decir que, la primera tarea del psiquismo consiste en un trabajo de
figurabilidad, a fin de volver inteligible lo que le sucede. “Transformar una cantidad exterior en
cualidad” (Freud).

Abstracción primordial: movimiento de pensamiento con tendencia global. Creando su propia


experiencia perceptiva del instante.

5- Figurabilidad y Trabajo de figurabilidad.

La figurabilidad estaría al mismo nivel que desplazamiento, condensación y elaboración


secundaria, como uno de los procedimientos específicos en el interior del trabajo del sueño.

Piera Aulagnier  pictograma: lo visual, imagen de cosa, precede a lo acústico. Imagen


sensorial es el primer referente de la representación que ella hace posible. (La violencia de la
interpretación). Pero su concepción sería opuesta a la de los Botella. Bion tb se ocupa de esto,
pero difiere de la concepción freudiana.

Figurabilidad  no puede ser reducida a la imagen, sino que es producto de un trabajo diurno
complejo emparentado con el del sueño nocturno.

- Figurabilidad: Capacidad psíquica que produce un movimiento regrediente de


convergencia – coherencia que establece nuevos lazos en la simultaneidad de los
campos múltiples y variados de la sesión (discurso y acción del analizante;
transferencia y contratransferencia; material perceptivo actual que va de la
percepción sensorial y de las impresiones corporales del momento a los “restos
sensoriales” de las sesiones precedentes).
- Trabajo de Figurabilidad: Procedimiento primordial de toda ligazón, una de las
funciones más precoces de la vida psíquica. Proceso psíquico fundador que,
desenvolviéndose en la vía regrediente, estaría determinado por la tendencia a hacer
converger todos los datos del momento, estímulos internos y externos, en una sola
entidad inteligible orientada a ligar todos los elementos heterogéneos presentes en
una simultaneidad atemporal en forma de actualización alucinatoria, cuya forma
originaria más elemental sería una figurabilidad. Constituye la vía regia de toda
inteligibilidad. Es movido por el principio de convergencia-coherencia. Su valor
antitraumático reside en su capacidad de transformación (Bion) y de integración
(Winnicott). Único medio para acceder y revelar lo negativo del trauma. En la sesión
puede surgir como un accidente del pensamiento.

II – LA DINÁMICA DEL DOBLE

1- Sobre la carencia autoerótica del paranoico.

Grieta autoerótica del paranoico

a- A propósito de Schreber
b- Los autoerotismos primarios y los autoerotismos secundarios
No suponen una sucesión temporal.
Autoerotismos primarios o dispersos: Niño sobreinviste las zonas erógenas, el ojo en
lugar de la mirada, las sensaciones musculares de los miembros en lugar de sus
funciones, los ruidos y movimientos de las vísceras, el vértigo ensordecedor, etc.
donde cada una de esas zonas labora por su cuenta. El primer objeto se formaría con
las sensaciones despertadas por la luz del rostro de la madre, el contraste piel-
cabellos, el brillo de sus ojos, su olor, su voz, contacto, el alimento en el aparato
digestivo (primeras vivencias donde lo que es de la madre o del niño resultaría
indistinto para este). Sobrerinvestiduras de la descarga por sí misma, hasta su
agotamiento. No pudiendo unificarse en el seno de una relación, debe organizarse
alrededor de su propio cuerpo.
Autoerotismos secundarios o unificados: Después del fracaso del primero, el aparato
mental debe decidirse a representar el estado de los hechos real. Apropiación del
placer de la relación continua. Capacitado para retener la excitación. Autoerotismos
primarios reunidos en la forma de chupeteo. El niño se desprende de un objeto ajeno y
lo reemplaza por un órgano o región de su propio cuerpo. La tendencia bucal se vuelve
autoerótica. Forma parte de él el mirarse autoerótico.

c- Mirar, ser mirado, mirarse: Transformación precoz de ser mirado en mirarse. Mirar es
al comienzo autoerótico.
Una repartición armoniosa de las tres corrientes de la pulsión de mirar en la economía
libidinal es indispensable para el buen funcionamiento de todo individuo. Para el
paranoico, ser mirado lo coloca en una pasividad insoportable. Sufre de un fracaso en
la constitución del autoerotismo oral, lo que se extiende a la no-organización del
mirarse autoerótico. La imagen advendrá para aliviar el terror dando forma al afecto.
La no-vista será asociada al desamparo. Funda las primicias de las representaciones del
adentro-afuera.
d- El doble primitivo compuesto: el cuerpo de la madre es el primer espejo, en
condiciones normales. El pequeño no puede existir al comienzo más que como doble
de la madre. Este doble se ejerce ya en el seno de la relación continua, donde ser
mirado, cuerpo erógeno y percepción del doble constituyen la base del mirarse
autoerótico. La apropiación del doble primitivo compuesto tiene el valor de un primer
esbozo de identidad. El desarrollo de la actividad autoerótica persigue dos fines: 1°
renunciar al autoerotismo, reemplazar el objeto que forma parte del cuerpo del
individuo por otro que le sea ajeno y exterior; 2° unificar los diferentes objetos de las
diversas tendencias y reemplazarlos por un objeto único. En los paranoicos falta el
cuerpo erógeno unificado. La actitud altanera es un artificio, alimentado por la
megalomanía, que el paranoico utiliza para unificar un cuerpo no bastante investido
libidinalmente, carente de erogeneidad. La expansión del exhibicionismo en la
analizante del ejemplo coincide con el decaimiento de su persecución. La exhibición es
el antídoto de la paranoia.
e- La suspensión paranoica respecto del objeto real: Freud  El paranoico espera de
todos los extraños algo como amor. Recammier  necesidad del paranoico de
engancharse permanentemente a un objeto real, exterior, pero a condición de poder
tenerlo “al alcance y a distancia”. Así, el verdadero motor del paranoico es una especie
de suspensión respecto del objeto exterior; pero esta gran necesidad de dicho objeto
exterior le resulta insoportable y le suscita odio. Con la misma insistencia y
permanencia que esta suspensión, el paranoico ejerce una gran fuerza contraria que,
aun conservando un estrecho vínculo con el objeto exterior, vuelve aceptable a sus
ojos ese sometimiento. “Me odia, me persigue” en vez de “tengo necesidad de su
amor”. Maniobras que ponen el objeto a distancia: procurarse objetos malos y
perseguidores, preocupaciones hipocondriacas, como barrera de protección contra el
impulso desmesurado que propulsa hacia el objeto.
Funcionamiento paranoico: suspensión paranoica, proyección y complicaciones
homosexuales. Desprovisto de un cuerpo erógeno, primera fuente del sentimiento de
identidad, está condenado a ir en pos de una figura que refleje ese cuerpo, y buscará
un doble, evidentemente del mismo sexo con la esperanza de alcanzar su identidad. El
perseguidor, el objeto exterior eminentemente narcisista, ese doble suyo del que está
suspendido desde siempre, es quizá lo que no pudo ser atrapado del doble primitivo
compuesto, lo que significa que este doble representa una parte de la relación
continua, perdida, que él no pudo hacer suya. Injusticia de la que el paranoico cree ser
víctima: un fragmento de su identidad, de su narcisismo, se le ha escapado con el
doble.

2- El trabajo en doble.
1. La evolución del pensamiento de Freud y el doble: “Trabajo de transferencia
homosexual” se encuentra presente en toda cura. Freud: “Parece indudable que el
amor homosexual conviene mucho mejor a los lazos con la multitud, incluso cuando
aparece bajo la forma de una tendencia sexual inhibida en su meta”. Asunto
complejo, porque si la materialización del doble a través del anzuelo de la
homosexualidad ofrece una protección contra el vértigo del pensamiento, el precio a
pagar es la adhesión, la pegadura del pensamiento al doble, el sacrificio de las
diferencias. Sólo el tránsito de la relación con un doble material a la relación con un
doble interno, autónomo, sucediendo al análisis de la homosexualidad, devolverá
toda su originalidad al pensamiento de Freud. Los Botella tiene la sensación de que el
sueño homosexual de Freud acerca de Fliess disfraza el deseo de romper la amistad
con él en su contrario (homosexualidad hipócrita). Intenta esconder el universo de
soledad que surge al desaparecer el doble material, negar la grieta abierta por la
desinvestidura de Fliess, paliar la insuficiencia del doble interior.

La verdad ya no es solamente exterior, material, acorde con lógica nacidas en reflexiones


regidas por los procesos secundarios, sino interior, íntima, nacida en el impacto de la
percepción que suscita el trabajo de figurabilidad, único medio para revelar la verdad
exterior.

La convicción despertada en el analizante por el trabajo de análisis desembocará en el


mismo resultado terapéutico que la rememoración.

Certeza de que las intuiciones del analista en Identidad de Percepción pueden contener la
“verdad” psíquica del analizante. Esto es posible, y ahí se resume la tesis de los Botella,
cuando ese trabajo del analista, hecho especialmente de figurabilidad, se origina en
comunidad con el funcionamiento psíquico del analizante. La convicción que surge primero
en el analista les pertenece, en realidad, a los dos. La convicción de hoy ya no es la
sugestión de antaño, sino el producto de un trabajo en común.

El trabajo de pensar del analista en el encuentro analítico oscila entre el juego de


transferencia – contratransferencia homosexual, revelador de la historia de la neurosis
infantil del analizante, y el doble en Identidad de Percepción: modo de pensar
directamente conectado, no con los mecanismos y fantasmas inconscientes del analizante
– como es habitual en el trabajo analítico - , sino con los puntos de fractura que abren
grietas, fisuras en su funcionamiento. Este modo de pensar es particularmente revelador
de lo que no pudo ser retomado en la historia infantil del analizante, y de ahí su
importancia, su necesariedad en los análisis de casos límite. Ocultado casi siempre por la
dinámica homosexual inconsciente y por el trabajo del yo preconsciente dirigido a evitarlo,
pues es fuente de inquietante extrañeza, llamamos a este modo de pensar:
funcionamiento o trabajo en doble.

2. Caso Florián: Dos representaciones que figuran, de hecho, dos modos de trabajo
paralelos de un mismo psiquismo. La doble representación incompatible evoluciona
hacia una solución de compromiso, hacia una condensación donde lo agradable de su
recuerdo se reúna con el horror de la pesadilla y lo supere. Pesadilla del analista como
reverso, complemento positivo de la alucinación negativa del analizante. El psiquismo
del analista ha servido de “cámara oscura” para revelar lo que en el analizante sólo
podía inscribirse en negativo.

El analista comprendía ahora su intuición de que la transferencia homosexual del analizante


era un atrampa, y por qué su contratransferencia homosexual, que renegaba la destructividad
de Florián, la suavizaba. La destructividad era la clavija maestra que ensamblaba alucinación
negativa y pesadilla. Un universo de desorganización del yo, de terror, contra el cual
laboraban, en el analizante y el analista, investiduras homosexuales con función de
salvavidas. (¿cerro?).

El trabajo en doble del analista termina aquí. Ha podido formular por fin en palabras lo que
hasta entonces sólo podía aprehenderse en afectos e imágenes. Hicieron falta dos psiquismos
para construir un único objeto psíquico.

3. Comentarios teórico – clínicos.


4. La dinámica del doble: anímico, autoerótico, narcisista: Christian David; André Green:
noción de doble. Después de Freud y Rank existe la tendencia a considerar al doble
unas imagen especular, una proyección al exterior, alucinatoria, de una
representación corporal de sí mismo, cuya función primitiva es “una enérgica
desmentida a la potencia de la muerte” (O. Rank) Esta es la acepción más extendida,
pero la conciencia moral y la autoobservación sería un fondo nuevo para la vieja
representación del doble (Freud): al doble puede incorporarse la crítica de uno mismo
y las aspiraciones del yo: Freud lo nombra como Superyó. Otras formas son como una
formación perteneciente a las épocas psíquicas primitivas, al principio benévolo, pero
cuando la fase del aseguramiento contra la muerte se supera, el doble puede
convertirse en imagen aterradora del precursor de la muerte. Los primitivos crearon
un mundo animista para luchar contra la angustia de muerte. A esta creación del
doble en la filogénesis le correspondería un simétrico ontogénico inherente al
funcionamiento de todo psiquismo y que sería inseparable del efecto traumático
causado por la percepción de la ausencia. El doble surgiría frente al temor a la muerte
psíquica, frente al riesgo de no representación duplicada en una no percepción, se
produzca en el niño pequeño ante la ausencia del objeto o en el adulto, todas las
noches, durante una regresión narcisista del dormir que despierta el temor de no-
representación, de no percepción; de ahí el empuje hacia una representación
alucinatoria del sujeto mismo (un doble) en la producción onírica.
a) El doble anímico: modo de pensamiento donde representación, percepción y
motricidad son equivalentes e indistintas. Este doble ignora la alteridad. Estado del
psiquismo que solo capta del mundo lo que es él mismo.
b) El doble autoerótico: la salida de lo anímico corresponde a otra modalidad del
doble. El psiquismo, siempre ávido de reflejos y complementariedades, capta algo
de ese mundo indiferenciado, internaliza a su doble anímico. El autoerotismo
secundario organiza el tránsito de la continuidad anímica al doble autoerótico.
Pese a sus atribuciones narcisistas, labora para el mantenimiento del sentimiento
de alteridad. Juego de reflexiones internas donde el sujeto es a la vez objeto
pasivo-observado y sujeto-observante.
c) El doble “material” narcisista: pero ese espejo interior puede borrarse por
momentos y dar paso a una regresión narcisista que despierta el terror a una
continuidad anímica que impulse al sujeto a buscar desesperadamente en el
exterior ese “espejo” que le falta en el interior, a engancharse a la percepción de
un doble material narcisista.

5. Estado de sesión: estado intermedio similar al entre la vigilia y el dormir, donde la


autoobservación es posible. Así, ocurre una sobrecarga pulsional cuya realización
imposible conduce inevitablemente a un suplemento de tensión psíquica. Y cuando
las vías de descarga propias de la sesión, asociación libre, figurabilidad y habla, se
revelan insuficientes, ese conjunto económico coloca a la sesión cerca de una
situación económica semejante a la de la neurosis actual. Para salir de aprietos, el yo
de la sesión, que no es ni diurno ni nocturno, intenta servirse como puede de los dos
modos de funcionamiento, normalmente destinados a quedar escindidos. Entonces se
suscita un estado que se caracteriza por la inquietante extrañeza. En sesión, mientras
el pensamiento discurre por la vía progrediente, hay momentos en que pueden
observarse los efectos de una regrediencia  la representación vuelve a la imagen
sensorial de la que alguna vez salió. Facilita la tendencia a la descarga inmediata. Para
el analizante, los medios de reabsorber el estado de sesión y frenar la figurabilidad
alucinatoria son:
- La sobreinvestidura del objeto-analista.
- La rememoración. Refugio frente al riesgo de regresión formal, en representaciones
recuerdo. Una de las modalidades de la rememoración es la transferencia, que
proporciona al yo un tranquilizador “déja vu”.

6. El trabajo en doble: El analizante es conducido por diversos caminos a producir un


doble narcisista y/u homosexual de su analista. El analista no se verá movido a investir
al analizante de esta manera (por su propio análisis y su experiencia en la práctica,
está habituado a enfrentarse a la regresión formal y su tendencia anímica) y tendrá a
su disposición tanto un trabajo en Identidad de Percepción como en Identidad de
Pensamiento, tanto un funcionamiento en doble anímico como en doble
autoerótico.
Si el analista tolera la regrediencia pueden surgir en él interpretaciones
particularmente intuitivas, que abren acceso a lo irrepresentable del analizante. Esto
puede culminar en la creación de nuevos lazos, de nuevos contenidos. Esto es posible
siempre y cuando el analista no recurra a soluciones defensivas como:
- Investidura narcisista del analizante.
- Teorías analíticas.
- Ideas “listas para llevar”.
- La memoria.

Así como la contratransferencia es el simétrico de la transferencia, el camino regresivo


del pensamiento anímico es el simétrico de la regresión-sueño en el analizante.
El trabajo en doble opera entre dos psiquismos, donde uno refleja lo que en el otro es
solo potencial. A veces el objeto psíquico está solo completo en la unión de trabajo de
dos psiquismos. André Green; Christian David.

3- Solamente adentro – También afuera.


1. La convicción: En “Construcciones” la revolución no está en el punto de hallar
recuerdos o “re-construirlos”, sino en que eleva la convicción al rango de noción
insoslayable de la cura analítica, pues puede conducir al mismo resultado terapéutico
que la rememoración
2. El pensamiento anímico: representación, percepción y motricidad se tornan
equivalentes en el resurgimiento del universo continuo. La convicción se produce con
más fuerza en las condiciones más subjetivas: en las teorías sexuales infantiles, los
recuerdos encubridores y los delirios. Estas soluciones anímicas son creadas para
vencer lo desconocido causante de inquietud y para recuperar el sentido de lo familiar,
lo semejante, lo íntimo. Al sucumbir a la prueba de realidad abren un vacío que será
preciso llenar. Brotan los recuerdos encubridores y los “ya visto”. La convicción está
marcada por el pensamiento anímico, es portadora a la vez de las cualidades de afecto
y de representación, sin ser lo uno ni lo otro.
3. Solamente adentro-también afuera: alianza anti-traumática negación-convicción.
Indistinción primitiva entre el yo y el mundo exterior  luego se sale par reconocer la
realidad: para esto es necesario que se constituya la indispensable discontinuidad
representación-percepción: para lograrlo es necesaria una paradoja: negar la realidad.
La percepción debe sufrir una enérgica desmentida a fin de “creer” en su existencia
pero solamente en la representación: “No, está solamente en mí”. Esta destrucción del
objeto en la percepción, gracias a la omnipotencia del pensamiento autoerótico, es el
único medio para proteger al sujeto contra el terror de la desaparición del objeto en la
percepción, para preservar su capacidad de representar, de pensar. Todo acto de
pensar es, en el trasfondo, culpable de asesinato del objeto; mecanismo muy diferente
de la radical retirada esquizofrénica de la investidura de la representación de cosa del
objeto, cuyo precio es la capacidad de pensar. La meta inmediata de la prueba de
realidad no es hallar mediante la percepción un objeto que correspondería al de la
percepción, sino reencontrarlo y convencerse de que todavía existe. De este trabajo
psíquico semejante a una técnica mágica surgirían los sentimientos de existir y de lo
real. La percepción es confirmación de una representación. La castración puede existir
en la percepción porque está den la representación. Esto hace surgir la sucesión de
una causalidad: “falta, porque…”
Doble movimiento constitutivo de la prueba de realidad (función de memoria apoyada
sobre el complejo de castración, recordar es existir):
1) Negar la percepción del objeto para poder investirlo en la representación.
2) Reproducirlo en la representación para poder reencontrarlo en la percepción.

La función de la atención va confrontando permanentemente las huellas mnémicas


con el mundo escrutado a través de la percepción: aleja así el riesgo de una irrupción
traumática; ella anticipa, predice y reconoce en lo “ya visto” de las huellas mémicas
cualquier percepción potencialmente peligrosa.

Recursos contra la regresión:

- Rememoración.
- Sobreinvestidura del pensamiento preconsciente.
- Investidura homosexual narcisista (aprehensión del objeto exterior como doble de uno
mismo).
4. Olga. Procedimiento dirigido a la no existencia de la percepción de la falta. El obsesivo
se suspende de su propio pensamiento como el paranoico se suspende de la
percepción, sufriendo uno y otro de un desfallecimiento en autoerotismo secundario.
Hay ausencia de la representación de la falta. La figuración más próxima, la más
representativa de una negación de la investidura del objeto, es la de su muerte. Para
evitar el terror a la alucinación de la falta y al dolor del duelo, el obsesivo niega la
investidura de la representación de cosa del objeto. La investidura del recuerdo lucha
contra la percepción de la falta, siendo a la vez negación e instrumento del trabajo de
duelo. La pulverización del dolor en recuerdos-negaciones de la ausencia, abre la vía a
la superación del pensamiento anímico, al reconocimiento de la falta, exigencia de la
evolución psíquica jamás cumplida de veras.

4- Una comunidad en la regresión del pensamiento.


1. Jasmine: Su convicción de que el analista había nacido en Vietnam y la conservación de
la investidura casi alucinatoria de la imagen del pueblo natal cumplían una función de
protección contra el retorno del dolor. Su recuerdo se revela a partir de la vivencia de
lo actual de la sesión, nace de una relación directa entre los restos sensoriales del
pasado no representado y los estímulos del presente, absorbidos en un trabajo de
figurabilidad bajo la presión de un principio de convergencia-coherencia abarcador de
los dos psiquismos. Con condiciones tan regresivas, la distancia entre representación y
percepción desaparece.
2. Pensamiento anímico y estado preanímico: animismo: primera concepción del mundo
en el hombre, edificada sobre la dualidad del pensamiento del hombre primitivo: este
reconoce la existencia de la muerte y simultáneamente la niega, lo cual genera a la vez
un trabajo de duelo por el muerto y el temor a su retorno amenazador. El mundo
animista del hombre primitivo está poblado de muertos y la magia y sus técnicas se
desarrollan a partir de esta concepción.
Estado preanímico: regredencia del pensamiento del analista. No hay pensamiento ni
contenidos. Es un estado de cualidad dominado por una continuidad sensorial entre el
psiquismo y el mundo, entre el afuera y el adentro. Más que un momento evolutivo,
hay una permanencia de esta capacidad como trasfondo de la vida psíquica, que
permite que se manifiesten modos primitivos de pensamiento. Este estado no sería ni
el pensamiento mismo ni contenidos representacionales, sino una estructura
encuadrante (en el sentido que da André Green a la alucinación negativa) que los
revela. Esto se va perdiendo, sobre todo en la educación occidental.
Pensamiento anímico: el sujeto crea por proyección un mundo idéntico a sus propios
procesos psíquicos.
3. La comunidad en la regresión del pensamiento: Se produjo en la cura de Jasmine, a
partir de una vivencia emocional, un estado psíquico común a la niña y al analista, una
comunidad en la regresión del pensamiento que llegó hasta el estado preanímico.
Fruto de esta modalidad de regresión simultánea, el acuerdo puede ser de tal
magnitud que el analizante y el analista tienen el mismo sueño en la misma noche.
Jasmine sale de la regresión preanímica mediante la transformación de los restos
perceptivos en huellas mnémicas. La investidura de las representaciones enlazadas en
una narratividad restablece vías de circulación para los procesos primarios. No habrá
ningún representacional posible y reprimible mientras las representaciones de cosa no
se hayan ligado a las de palabra.

III – LO ALUCINATORIO

1- Lo Negativo del Trauma.


1. Atemporalidad del inconsciente y témporo-espacialidad del preconsciente: La frontera
entre inconsciente y preconsciente no está formada sólo por la existencia de la
censura creada por la represión, es también zona de transición entre dos naturalezas
contradictorias que dejan obligatoriamente incompleta cualquier tentativa de pasaje
entre ellas, incompleta y deformadora e igualmente transformadora. Existe una
incompatibilidad radical entre la cualidad llamada atemporal del ICC y toda perspectiva
de acceso a cualquier formación organizada en función de una témporo-espacialidad,
como los sistemas Pc-Cc. Sólo a través de los filtros deformantes podemos tener cierta
mirada sobre el ICC. Podemos inferirlo a través de los mestizajes, por ejemplo las
soluciones de compromiso, pero hoy ya no podemos considerar estos conjuntos
tópico-económico-dinámicos como el fundamento de todo funcionamiento psíquico,
pues no responden a ningún criterio referible a la noción de ausencia de temporalidad,
única característica de los procesos inconscientes. El marco analítico tiene la capacidad
de desencadenar otros fenómenos, caracterizados por la inmediatez, la actualidad, y
no referibles a contenidos de deseos de la historia infantil; ellos siguen el modelo y la
dinámica de la neurosis traumática. El problema de la articulación entre esta vía
directa e inmediata y aquella otra, mediata y progrediente, de la representación, la
memoria y el recuerdo, constituye a nuestro juicio uno de los ejes capitales de la
comprensión de la cura y del funcionamiento psíquico.
Los mecanismos de interpretación y de toma de conciencia de una moción
inconsciente exigen, al mismo tiempo que un cambio de nivel, un cambio de cualidad;
la moción inconsciente solo se vuelve plenamente accesible al sistema pc-cc si existe la
posibilidad de una transformación de la neurosis traumática, de su atemporalidad, en
temporalidad de representación preconsciente.
2. Inconsciente y representación: La no representación es vivida por el yo como un
exceso de excitación; y si el psiquismo no alcanza una vivencia de inteligibilidad
accesible al sistema de representaciones por medio de una transformación, el yo la
vivirá como traumática.
3. El fundamento negativo del trauma: en la organización del deseo infantil reprimido,
existe un elemento traumático que lo define tanto como el principio del placer.
Coexistencia de dos sistemas contradictorios: uno que funciona conforme al modelo
de la primera tópica, y el otro incapaz de proporcionar sustitutos a las
representaciones de cosas inconscientes. La desorganización brutal hallaría su origen,
no en una percepción, sino en la ausencia de sentido del violento exceso de excitación
y del estado de desamparo del yo, en la imposibilidad de representárselos. Sólo
secundariamente encontrará el yo una inteligibilidad, un sentido, una causa para su
desasosiego, que corresponden evidentemente a la percepción inmediata y
simultánea de un peligro. La investidura de una percepción, seguida de la investidura
de la repetición alucinatoria de esta, componen ya las primeras ligazones
antitraumáticas, un comienzo de elaboración. Pero sin trabajo de figurabilidad, de
coherencia, en lugar de una serie de desplazamientos, de localizaciones simbólicas
conducentes a una representación, se produce la sobreinvestidura de una percepción;
y en lugar de una condensación generadora de una representación determinada, se
desencadena una investidura masiva, brusca, del polo sensorial-alucinatorio. Esta
manera de considerar la neurosis traumática viene a complicar las nociones de
compulsión de repetición y de pulsión de muerte. Al final de su obra Freud renueva
enteramente la noción de trauma. Concibe por primera vez un trauma de efectos
negativos. Los traumas tienen dos tipos de efecto:
- Positivos: tentativas de repotenciamiento del trauma. Reanimar el recuerdo del
incidente olvidado. Hacerlo revivir.
- Negativos: meta opuesta. Los traumas olvidados ya no acceden al recuerdo y nada se
repite. Contribuyen de manera considerable a la formación del carácter.
Todo trauma tendría dos caras:
Reacciones positivas: ligadas a los fantasmas originarios constituidos en general sobre
el modelo del aprés-coup y que dan forma a los síntomas psiconeuróticos, la neurosis
infantil y la neurosis de transferencia.
Reacciones negativas: su reverso, la cara oculta. Un resto negativo, irrepresentable
que no podrá ni repetirse ni constituirse en síntoma neurótico. Sus expresiones se
limitan al carácter y a síntomas sin contenido como las inhibiciones o los
estrechamientos del yo, o actitudes frente a la vida. Al estar ausente en las
asociaciones y en el juego transferencia-contratransferencia, puede escapar
fácilmente a la cura analítica. Se considera como el fundamento del trauma infantil, y
no responde ni al modelo de la neurosis traumática ni del aprés-coup; no procede ni
de la intensidad de una percepción ni del contenido de una representación, sino de la
incapacidad de transformar, de convertir en psíquico un estado que se torna en
excedente de energía, perceptivo no ligado, aunque sin poder desencadenar una
neurosis traumática. Se trata de una ausencia de inteligibilidad y contenido y no de
una percepción con contenido traumático. Una grieta en lo perceptivo acompañada de
una grieta en lo representacional. Un hueco en la trama de representaciones. Su
existencia sólo puede sospecharse a través de ciertos trastornos, de accidentes del
pensamiento que prueban la presencia de una perturbación debida a una no
representación y no al contenido del acontecimiento. Son pérdidas del objeto no
representables. Una ausencia, que para el yo del niño, habría tenido que producirse
con naturalidad. Lo negativo del trauma encuentra su origen no en un positivo
cuantitativo sino en esa ausencia. El sujeto no puede percibir aquello que no ocurrió y
por lo tanto no se lo puede representar. A diferencia de la verwerfung de la
alucinación psicótica, donde lo abolido dentro vuelve desde fuera, lo negativo del
trauma infantil no es producto de la abolición, sino consecuencia de una falta inicial,
de un defecto de inscripción bajo la forma de representación.
Alucinación psicótica  solamente afuera
Retorno de lo negativo del trauma infantil  ni adentro – ni afuera
Lo negativo del trauma sólo es localizable en la regresión de la situación analítica, en el
encuentro regrediente de dos psiquismos, en la figurabilidad del analista. Antes de
eso, debemos contentarnos con atender a los efectos negativos del trauma:
- Reacciones de defensa
- Estrechamientos del yo
- Modificaciones permanentes del carácter
- Elementos del yo disociados por el trauma, sin calificarlo como una disociación del yo
(ejemplo del hijo muerto en un accidente al lanzarlo por el aire) Su gesto positivizó
violentamente lo negativo de su trauma. En este caso de desorganización fulgurante
del aparato psíquico donde se distingue claramente la valencia dual del trauma, la
intensidad positiva de la implosión sensorial y la explosión de la intensidad negativa en
el acto extremo.
¿Cómo positivizar la intensidad negativa del trauma de otro modo que por el acto?
¿Técnica para abordar esos efectos negativos irrepresentables de traumas que no
tendrían una verdadera salida psíquica?
Los traumas infantiles están tan bien recubiertas por toda la complejidad de los
traumas representables y reprimibles vinculados a los fantasmas originarios, con sus
redes de lógicas, de causalidades, constitutivas de la neurosis infantil, que la mayor
parte del tiempo pasan totalmente inadvertidos.
El estado de trance ferencziano no hace más que reactualizar el estado de desamparo
y crea un nuevo trauma.
Freud nos dejó valiosas indicaciones en “construcciones…” sobre un posible acceso
psíquico a esos efectos negativos del trauma infantil: la de convicción y la
complementaria de los retornos cuasi alucinatorios de los acontecimientos olvidados.
Los Botella piensan que el trauma solo es accesible a condición de que la regrediencia
del pensamiento acceda a lo alucinatorio. Sólo una dualidad regrediente sujeto-objeto
en la base del trabajo en doble del analista.
Noción del pez cuántico.
2- Lo Alucinatorio.

En Freud, regresión tópica, temporal y formal coinciden. Lo más antiguo en el tiempo es


también lo más primitivo en el sentido formal y lo más próximo al extremo de la percepción en
la tópica psíquica. Los Botella emplean el término “regresión formal” para acentuar el hecho
de que la regresión afecta a un cambio de cualidad, a un cambio de forma de los elementos
psíquicos, cuyo modelo es la transformación de la representación en imagen alucinatoria del
sueño. Procesos regresivos:

- El sueño.
- El recuerdo intencional.
- La reflexión.
- Otros, pero durante la vigilia, este retorno hacia atrás nunca va más allá de las
imágenes mnémicas, no tiene el poder de hacer revivir de manera alucinatoria las
imágenes de percepción. El freno es la imagen-recuerdo, sin él el psiquismo podría
regresar, a plena luz, hasta un estado primitivo de funcionamiento que desembocaría
en lo alucinatorio.

Freud, antes de 1920  atención flotante, renuncia a las representaciones-meta


preconscientes, representan un mínimo de modificación necesario en el pensamiento del
analista. Ellas facilitan la asociación libre, el acceso a un trabajo psíquico de ligazón que va de
la búsqueda de simples conexiones cargadas de significación a la articulación de vastos
conjuntos de enlaces significativos.

Freud, después de 1920  pesimismo (análisis terminable e interminable) Construcciones en


análisis (1937): posibles soluciones teórico-técnicas para los atolladeros con los que se
encuentra el analista: práctica de la construcción, que da lugar a lo cuasi alucinatorio de la
convicción, constituye una vía de acceso relativamente cómoda hacia lo no representable,
exige tolerar la inquietante extrañeza y avanzar en la regresión formal. Pero las construcciones
del analista no dan siempre el resultado esperado y lo no representable sólo es accesible a
condición de que el analista tolere una regresión más considerable de su pensamiento.

Prestar atención a aquellos accidentes en el curso del trabajo psíquico habitual, que marcan
detenciones temporales de los enlaces de la asociación libre. Son fallas en el espeso tejido de
ligazones y de investidura de representaciones que abren el análisis a un trabajo de
transformación, de figurabilidad.

Accidentes del pensamiento:

- Actos fallidos: caída brusca de la tensión intelectual.


- Olvido: desfallecimiento de súbito.
- Descarga de la risa en el chiste: donde se siente algo que se parece a una ausencia.
- Trastorno de memoria
- Ya visto, ya contado: cumplen el papel de las alucinaciones accidentales de las
personas sanas. Son tratadas por Freud como memoria de un pasado inmediato, como
simétricos positivos de lo negativo de la extrañeza.

Freud los consideraba, en un primer momento, debidos a la represión, pero hacia el final de su
obra revelan ser una serie de procesos más complejos para los cuales resultan insatisfactorias
las explicaciones sólo basadas en los modelos psicopatológicos de las neurosis y las psicosis.

Se establece un nexo entre el desfallecimiento de la alteridad y la memoria alucinatoria. Su


indisociabilidad permite comprender la reticencia, desconfianza e incapacidad del yo frente a
semejantes cualidades regresivas.

1. Aline: un “accidente” en el curso del pensamiento del analista: el deseo de exhibición


que gobernaba el sueño era ya, más allá de un conflictivo placer erótico y de agresión,
una medida antitraumática, tentativa de “puesta en sentido” de un resto diurno no
representable.
2. La problemática de lo alucinatorio: ciertos acontecimientos de un pasado muy lejano,
de una época en la que el niño apenas sabía hablar, sólo pueden acceder a la
conciencia de un modo cuasi alucinatorio. Existe una aptitud normal del psiquismo
para la expresión alucinatoria. Esta cualidad no sería consecuencia de un rechazo o de
una abolición en el interior (forclusión lacaniana). Freud pudo calificar de cuasi
alucinatorias a las imágenes impregnadas de convicción, de verdad, propias de las
construcciones en el análisis.
3. Modalidades alucinatorias: histérica, de las personas normales, psicótica:
- La alucinación histérica: si bien el simbolismo hace al meollo del síntoma histérico, a
veces la histérica no toma el simbolismo del lenguaje como modelo sino que “abreva
en la misma fuente que él. Así está en juego al de un orden más económico que de
realización de un contenido de deseo reprimido. Por eso podemos pensar que la
descarga repetitiva alucinatoria de los histéricos debe ser entendida hasta cierto punto
como la de la neurosis traumática; es decir, próxima a la violencia de una descarga
motriz refleja ante un dolor psíquico. El sueño no es un cumplimiento de deseo sino
una tentativa de realización de deseo; el fracaso de este trabajo de ligazón, de puesta
en sentido, conduce a la repetición alucinatoria del trauma. Como en el sueño, la
regresión formal diurna extiende su ámbito entre la realización disfrazada de un deseo
inconsciente, el fantasma, en un extremo y, en el otro, el fracaso de este trabajo de
figurabilidad y la resolución de la regresión según el modelo de lo alucinatorio del
sueño propio de la neurosis traumática.
- La alucinación de las personas normales: se caracterizan por la conservación de las
investiduras de las representaciones de objeto y por la conservación de la prueba de
realidad, pues el yo experimentará la imagen alucinatoria como una percepción falsa.
Se trata de un accidente, de una regresión momentánea en el curso de los procesos
psíquicos neuróticos o normales. No hay más representaciones, sólo un impulso de la
infancia no representado, puro afecto hecho únicamente de motricidad y acción. Para
salir de este estado desprovisto de toda solución representacional, el analizante debe
efectuar un cambio radical de registro psíquico: en lugar del afecto actuado, lo
alucinatorio. Ante esta aparición masiva de lo negativo sobreviene una regresión
narcisista profunda comparable a la del estado del dormir.
El fundamento negativo de todo trauma infantil reside en la imposibilidad para el niño
de representarse no investido por el objeto de deseo; en lo irrepresentable de su
propia ausencia en la mirada de este objeto. Cuando de manera por completo
inesperada la percepción del niño se abre brutalmente sobre la ausencia de
investidura de él mismo en el objeto investido – tal es el sentido de cualquier trauma
en la vivencia de un niño -, el lazo entre la percepción endopsíquica de las
representaciones y la de los órganos de los sentidos salta en pedazos, el espejo interior
se quiebra. Se produce una ruptura en la simetría representación-percepción. Sin
contenido, lo pulsional se despliega libremente y quedan así reunidas las condiciones
para que se produzca una neurosis traumática, para que se instaure el fenómeno de
repetición alucinatoria de una percepción. En el caso contrario, si una percepción
endopsíquica, una representación, impone su fuerza contra la percepción de la
ausencia de investidura del sujeto por parte del objeto investido, se tornará posible
una deformación de la realidad que podrá extenderse desde la renegación hasta su
reconstrucción delirante.
La mejor solución sigue siendo percibir la ausencia de investidura y “hallar-crear”
(Winnicott) con toda urgencia una causalidad capaz de proporcionar una explicación a
lo negativo. Soluciones:
La terceridad: un “porque papá” que haga entrever la posibilidad de conquistar un día
su lugar junto al objeto, antes que el impensable retiro de amor por parte del objeto
amado.
Los fantasmas originarios tienen indiscutiblemente un valor antitraumático. Protegen
de la desubjetivación, que suscita una riqueza relacional sujeto-objeto. Por más
angustiantes que sean (castración, seducción, escena primitiva) estructuran y
organizan, por lo tanto son indispensables para la constitución del sujeto. Sólo lo
psíquicamente inelaborable merece el calificativo de traumático.
- La alucinación psicótica: Lo que fue abolido por dentro vuelve del afuera. Lo que fue
forcluido de lo simbólico reaparece en lo real.
Proyección neurótica: la representación reprimida permanece en el sistema
inconsciente y a la vez es proyectada sobre un objeto exterior, conservándose la
investidura de la representación.
Proyección psicótica: destrucción total (en el sentido de la física atómica, donde la
masa se transforma enteramente en energía) de una representación que desaparece
del sistema de representaciones inconscientes, de lo cual resulta la imposibilidad de
interpretarla. Es la negativización de una representación, totalmente contrapuesta al
trayecto regrediente. Positivización sensorial en una percepción en lugar de una
representación es lo que caracteriza a la alucinación psicótica. Paradójicamente,
podría decirse que la alucinación psicótica no pertenece al campo de la vía alucinatoria
en el sentido que concedemos a la vía regrediente, sino que es de un orden
intrínsecamente perceptivo-sensorial. El error es utilizar el mismo término
“alucinación” para el fenómeno psicótico y para el fenómeno onírico, mientras que se
trata de mecanismos diferentes y hasta opuestos.
Ejemplo de la paciente de Tausk: ante la pérdida objetal, la insoportable realidad debe
ser renegada, y a ese efecto será desinvestida la representación de objeto
inconsciente; en su lugar hay sobreinvestidura de las representaciones de palabra y, al
no poder operar una regresión formal, esta paciente sobreinviste el valor sensorial de
la palabra, la que se vuelve inseparable de su cuerpo. Lo que es más, al final del
proceso el valor representacional de la palabra puede borrarse por completo y con él
los restos de investidura del objeto, en provecho de la investidura autoerótica. El
sufrimiento psíquico desaparece por transformación en malestar hipocondríaco, en
cambio corporal delirante. En el lugar de una actividad alucinatoria efectuada sobre la
vía regrediente, el delirio se desenvuelve en la vía progrediente y perceptiva
culminando en la formación de un objeto sensorio-motor que ha pasado a ser, en el
lugar de la representación de objeto “negativizada”, polo unificador de un yo adherido
a la percepción.
4. Definición metapsicológica de lo alucinatorio: desde el punto de vista metapsicológico,
lo alucinatorio es parte constitutiva de las vías psíquicas bajo formas diferentes:
- Progrediente.
- Regrediente.
- Regrediente “corta”: transformación directa, inmediata de una percepción en
alucinación del sueño.
La respuesta natural, espontánea, a la que tiende el psiquismo sería siempre de orden
alucinatorio. Y sería una inhibición del despliegue alucinatorio procedente del yo
diurno, regulándolo y relativizando su potencia por medio de la prueba de realidad, lo
que daría nacimiento al pensamiento en representación. Habitualmente, lo
alucinatorio participa durante el día en ciertos procesos psíquicos cotidianos: participa
en la vivacidad de los recuerdos así como contribuye a despertar el sentimiento de
evidencia, de convicción, conduciendo a veces a “elementos sensoriales muy vivos”,
cuasi alucinatorios. Es el fracaso de las instancias reguladoras que podrían imprimir a
este un aspecto patológico.
El trabajo habitual de la cura analítica dirigido a la toma de conciencia de lo reprimido,
a la religazón en el nivel preconsciente de la representación de cosa reprimida con la
representación de palabra preconsciente, toma la vía progrediente. El pensamiento es
un rodeo por las representaciones de palabras. Lo esencial del sistema preconsciente
para su crecimiento psíquico es superar los estados primitivos de atemporalidad y
ausencia de espacialización e introducir en los procesos psíquicos discontinuidades
témporo-espaciales.
En la alucinación primitiva, la representación de cosa constitutiva de lo inconsciente es
equivalente al objeto perdido.
El deseo inconsciente se forma sobre el modelo de la alucinación primitiva y de ningún
modo tiende a la representación preconsciente sino a su realización alucinatoria.
No basta decir que el deseo tiende a su realización alucinatoria; sería más exacto decir
que lo alucinatorio es parte constitutiva del deseo inconsciente, como lo es también la
no representación.
 El estado de cualidad psíquica que llamamos lo alucinatorio sólo puede concernir
al icc por su carácter de vía natural de expresión de este. Es una tendencia natural
movida por la presión de la zona traumática no representable del deseo icc, que
sale a la luz cuando el sistema precc no se le opone. La cualidad primordial de lo
alucinatorio es su atemporalidad. El icc, fuera de sus derivados, entre los que está
lo alucinatorio, sigue siendo desconocido.
5. Prueba de realidad y temporalidad psíquicas: ¿Cómo se transforma lo alucinatorio
atemporal del deseo icc en representación precc témporo-espacial y ligada?
Transformación de un estado regido por lo alucinatorio en  otro donde la
representación de palabra y el lenguaje, marcados por el valor organizador y
ordenador de la investidura de objeto, frena la violenta aspiración del deseo icc a
obtener su satisfacción por el camino más corto. Es un trabajo psíquico permanente
que a cada instante aparta o utiliza lo alucinatorio, adaptándolo; nos obliga a
diferenciarla representación de la percepción  prueba de realidad: proceso psíquico
de gran complejidad donde, al mismo tiempo, se trata de negar la percepción para
poder investir el objeto en forma alucinatoria y de percibir el objeto bajo su forma
alucinatoria para poder reencontrarlo en su percepción negada. Doble convicción
contradictoria: el objeto está solamente adentro-también afuera. El trabajo de
realidad se apoyaría así, paradójica y simultáneamente sobre una continuidad
(pensamiento anímico y estado preanímico) y con una división (solamente-también).
Orígenes de la memoria: psiquismo necesita negar la percepción del objeto para poder
investirlo de modo alucinatorio. Esa negativización de la percepción sería la
consecuencia de los repetidos traumas causados por las ausencias del objeto y por el
fracaso de este en su función de ligazón. La discontinuidad psíquica tendría como
efecto inmediato una verdadera llamada pulsional; la pulsión instada por la ausencia
provocaría un cambio cualitativo, la aparición de un sentido; una lógica que todo
psiquismo debe crear ante el espanto por el estado de no percepción, para superar el
estado de desamparo. Modelo oral: desaparecido-comido-escupido-también afuera. El
retorno del objeto escupido, el también afuera, exige ya una función de memoria;
supone la capacidad de acordarse de la existencia del objeto, a la vez simultánea y
antaño alucinatoria. La cc aparece en el sistema perceptivo en el lugar de huellas
mnémicas y a su vez la memoria aparece en el lugar de lo alucinatorio. La llamada al
recuerdo frena la regresión formal, limitando lo alucinatorio a la reactualización de las
huellas sensoriales de imágenes memoriales.
3- Mística, conocimiento y trauma. Cuando las circunstancias lo exigen, el psiquismo es
potencialmente capaz de descargarse de un modo repetitivo y sin participación de las
representaciones, diluyendo las tópicas y el funcionamiento psiconeurótico y
permitiendo entonces que la percepción se transforme en alucinación. Se adopta el
modelo de la neurosis traumática y la percepción puede aprehender en el yo profundo
y en el ello hechos que le eran de otro modo inaccesibles. Perceptivo tripartito:
alucinación, percepción y representación.
 Pensar Místico: transforma el mundo de la pérdida, con el afecto de espanto
concomitante, en sentimiento de plenitud, en estado de unión. El trauma de la no
investidura y de la no representación se evita en beneficio de un estado
alucinatorio de felicidad. Ese sentimiento de unión n oes otra cosa que una
transformación del efecto por la desaparición del sentimiento de alteridad,
desaparición forzosamente concomitante a un dolor por la pérdida. Se trata de un
mecanismo de renegación del duelo con resolución alucinatoria. El místico
transforma el terror en éxtasis.
 Genio: reconociendo el trauma y el dolor, hace frente al sentimiento de
inquietante extrañeza que se despierta ante la inminente ´pérdida de toda
investidura e intenta “percibir oscuramente”, captar todo lo que pudiera darle
figura y sentido a su estado. Cuando la alteridad se desdibuja, el acto de percibir y
su resultado se vuelven indisocialbles, perceptor y percibido indistintos, si nque se
produzca por ello un estado de unión.
 Práctica analítica: en ningún caso puede ser directamente asociada a la del
místico, en cambio en ciertos momentos puede serlo a la postura del genio.

IV- ESBOZO DE UNA METAPSICOLOGÍA DE LA PERCEPCIÓN

1- Enfoque psicoanalítico de la percepción.


1. Lo Incognoscible: ya sea que se utilice los órganos de los sentidos o el pensamiento
para conocer el mundo, en cualquiera de ambos casos hay transformación del
producto inicial; lo incognoscible se genera en todos los niveles. La naturaleza íntima
del icc nos es tan desconocida como la realidad del mundo exterior. Lo incognoscible
forma parte del psiquismo. Para acceder a él, aunque sea un poco no debemos
circunscribirnos sólo a la dinámica de las representaciones.
2. Lo Irrepresentable: representación icc = irrepresntabilidad? Paradoja. Lo
irrepresentable debería quedar reservado a lo que no tiene posibilidad de acceder a
una cadena de representaciones gobernada por el deseo icc. El científico recurre a
lenguajes especiales, como las matemáticas, para poder pensar ciertos elementos
exteriores independientes de los órganos de los sentidos, sean el universo o lo
infinitamente pequeño. De modo similar, en lo que concierne a su mundo interior, se
encuentra con experiencias cuyas representaciones no están fácilmente a su alcance, y
la poesía o la música serán medios para aproximarse a ellas.
3. Breve repaso de la percepción: algunas veces se entiende como el propio acto de los
órganos de los sentidos y otras como contenido. La percepción implica un riesgo de
desvío hacia un nuevo modelo de la cura en el que la observación de lo concreto se
impondría, cosa impensable en el proceso analítico, pues sus constituyentes decisivos
son inaccesibles a la observación directa, por fina que sea. Para Winnicott, a pesar de
la observación directa de bebés, es únicamente la transferencia la que aporta la clave
de la comprensión del psiquismo. Una serie de abandonos referidos a la percepción
fundan el psicoanálisis, las percepciones de los órganos de los sentidos se reducen al
mínimo a fin de facilitar la emergencia de la vida psíquica interna, de lo
representacional y del fantasma. Hoy en día, la mayor parte de los científicos admiten
que si la percepción depende, sin duda alguna, de los receptores sensoriales, es
imposible confinarla a estos (trabajos recientes en neurobiología). La percepción no
puede ser concebida como una simple entrada de información en el sistema nervioso
central: quien decide lo que vemos es el cerebro y no el entorno. “Percibir equivale a
construir invariantes mediante un acoplamiento sensorio-motor que permite al
organismo sobrevivir en su entorno” (Varela). Esto significa que percibir el objeto e
imaginarlo son finalmente la misma cosa. La percepción es alucinación. Las
alucinaciones activan las zonas primarias de la percepción, las mismas que tratan la
información sensorial externa. Nada tendría lugar en el psiquismo sin la participación
de lo alucinatorio, incluidos los procesos perceptivos.
4. La relación percepción-conciencia: La estructuración del sistema neuronal consiste en
transformar una cantidad exterior en cualidad. Transformación de lo cuantitativo en
cualitativo. Sistema percepción-conciencia. Es durante el funcionamiento del sistema
percepción cuando se produce el fenómeno de la conciencia. Indagación sobre la
perversión fetichista la que le brindará la posibilidad de acercarse de veras al vínculo
entre el yo y la realidad y confrontarse con el complejo papel de la percepción. Al
constituir el objeto fetiche  desdoblamiento entre percepción sensorial y percepción
endopsíquica: reconoce a su manera la falta de pene en la mujer pero conserva algo de
lo irrepresentable y terrorífico de su sexualidad infantil, cuya culminación
antitraumática es la creencia de que la mujer tiene un pene. A partir de esto, el estudio
de la percepción ya no puede reducirse al de un contenido sensorial, toda vez que lo
endoperceptivo puede tener simultáneamente un contenido diferente. Desde ahora,
la conciencia puede ser concebida como aquello que, durante el funcionamiento del
sistema Pc (Percepción?), se separa de él y pasa a ser cualidad momentánea.
Percepción y conciencia no pueden establecer un distingo entre lo percibido y el
proceso en curso. La distinción representación-percepción es una tarea permanente y
ardua del yo. Las huellas mnémicas sobre todo a causa de su asociación con los
residuos verbales pueden hacerse tan conscientes como las percepciones, entonces
surge un peligro de confusión capaz de conducir a un desconocimiento de la realidad.
El yo se precave de esto instituyendo la prueba de realidad. La distinción en estado de
reposo (dormir) desaparece y las excitaciones que han tomado la vía de la regresión
hallarán esta vía libre hasta el sistema cc, en el que adquirirán el valor de una realidad
indiscutida. Existen dos maneras de culminar en la endopercepción: o en estado de
vigilancia a través de los residuos, restos sensoriales de palabras y cosas, o en estado
de regrediencia, donde las excitaciones sufren un tratamiento distinto. El estado
psíquico regrediente puede manifestarse también durante la vida diurna,
especialmente en las condiciones regresivas de la sesión. Con una supresión parcial de
la investidura del sistema cc, acompañada de un abandono parcial de la prueba de
realidad, puede producirse de día una cualidad totalmente original, una capacidad de
inteligibilidad que, sin que participen los procesos secundario ni primarios, fuera de la
sensorialidad, sin derecho de acceso por la vía progrediente a la cualidad
representación y al sistema pc-cc, ofrece una vía de acceso directa a la percepción
endopsíquica, a la apertura sobre ciertas “zonas” psíquicas de otro modo
inalcanzables.
5. De la percepción al proceso perceptivo: Trabajo de lo perceptivo. Los procesos
perceptivos dependen de una realidad psíquica que incluye tanto la percepción de los
órganos de los sentidos como lo perceptivo endopsíquico. Funcionamiento psíquico
operando en la simultaneidad de dos procesos perceptivos de sentidos y contenidos
diferentes (fetichismo). Simetría representación-percepción.
2- El objeto perdido de la satisfacción alucinatoria.
1. Del extraño encuentro entre la orquídea y la avispa: el drama de la percepción es
que el hombre no puede percibir sino aguijoneado por la ausencia de su objeto de
satisfacción, por la búsqueda de un objeto perdido para siempre del que sólo
podrá reencontrar una marca, un mensaje engañoso, un señuelo. La distancia
entre lo percibido por el perceptor y el objeto no podrá ser llenada. El sujeto
perceptor está afectado para siempre por el fracaso de la solución alucinatoria,
por la marca de su propia existencia en el objeto de satisfacción perdido para
siempre. Ni siquiera el cumplimiento en acto tendrá verdadero valor de
realización, a menos que sea acompañado, redoblado alucinatoriamente, es decir,
a menos que el perceptor pueda encontrar en él la huella de su propia existencia
perdida en el fracaso del objeto-satisfacción alucinatoria. El perceptor no sería ni
verdaderamente el sujeto ni el yo; está próximo al yo-cuerpo, a una investidura de
algo de la corporeidad en nexo con el objeto-perdido-de-la-satisfacción-
alucinatoria. Representa el potencial autoerótico de la vía regrediente donde toda
representación retorna a la imagen sensorial de la que alguna vez salió. Es esta
cualidad sensorial, alucinatoria, del perceptor lo que provoca la evidencia de
existencia, de realidad de lo percibido. Por su lado, el objeto-perdido-de-la-
satisfacción-alucinatoria, en sí, está más cerca de la huella dejada en el nivel de la
propia carne del perceptor que de algo separado, autónomo. Incognoscible en sí,
no es evidentemente del orden de un objeto en el sentido analítico habitual: es
más bien comparable a una muesca, a una marca en cruz reveladora de lo
perceptor-percibido. Para encarar el problema de la percepción, los Botella
utilizarán el procedimiento opuesto: transformando ese proceso global que es la
indisociable tríada perceptor-percibido-objetoperdidodelasatisfacciónalucinatoria
en secuencias temporales (distinción puramente conceptual). Dado que existe una
perfecta indistinción entre la acción específica real y su producción alucinatoria, lo
que despierta el desamparo es la pérdida del objeto de la satisfacción alucinatoria
y no del objeto real.
2. La huella originaria de la falta: el paso del estado de tensión al estado alucinatorio
constituye un modelo que marca definitiva y permanentemente toda la vida
psíquica. Acontece de entrada una transformación del estado de tensión en estado
alucinatorio y, conjuntamente, una escisión. Hace eclosión la cualidad conciencia
sobre un fondo de percepción alucinatoria de la falta del objeto-satisfacción. Esta
percepción-conciencia inicial no es la de la exterioridad por medio de los órganos
sensoriales. La percepción originaria sería del orden de una autopercepción.
Intrincación inicial de lo pulsional y lo perceptivo, y de sus vínculos con las zonas
erógenas y con los órganos de los sentidos  existencia de una huella originaria, la
de la falta, una huella indiscernible entre la pérdida del objeto y la satisfacción
alucinatoria. Una inscripción en negativo que toma la expresión de un despliegue
alucinatorio incesante, sin posibilidad de descarga, de una búsqueda alucinatoria
tanto más desesperada cuanto que está determinada cabalmente por la falta
misma. La percepción originaria es, al propio tiempo, movimiento e impronta de
este movimiento desencadenado por la pulverización del modelo experiencia-
objeto de la satisfacción alucinatoria; ostenta el valor de fuente pulsional y a la vez
capta a la pulsión, confundiéndose con ella. La marca originaria de la falta será
decisiva para las inscripciones que tomarán la visión de la diferencia de sexos y la
teoría sexual infantil de la castración, reorganizando el conjunto de investiduras y
ofreciendo de ahí en más una causalidad, una explicación a toda percepción de la
falta, a todo sentimiento de falta, reinscribiéndolos en una historia objetal. Huella
originaria no es huella de recuerdo que pueda ser rememorado. Semejante
inscripción sólo puede retornar con carácter de actualidad, sea alucinatoria o real.
Todas las noches se produce la reactualización de esta huella. En un conflicto
primordial, el psiquismo del soñante debe sobrevivir entre el deseo de una
regresión narcisista sin límites y el peligro de no representación. Cuando
dormimos, desinvestimos progresivamente los objetos exteriores y sus
representaciones, y corremos el riesgo de desencadenar la angustia por la pérdida
de toda representación. Riesgo de no representación traumática. Soñar es una
manera inmediata y momentánea de escapar a la huella originaria gracias a la
reinvestidura alucinatoria de objeto de la que el sueño procede.
3. La representación del mundo: relegado lo alucinatorio tras las cualidades de
conciencia y memoria, va a la par con los ojos abiertos al mundo: la percepción del
mundo nace en el displacer, como la representación del objeto real surge en el
dolor de su ausencia. Lo externo, el objeto, lo odiado, serían al principio idénticos.
De todos modos la percepción del mundo es una investidura libidinal de aquello
capaz de sustituirse a la búsqueda del objeto-satisfacción-alucinatoria. Tal
percepción es la investidura de un acto psíquico donde la huella originaria, su
negatividad, se transforman, por la participación de la memoria, en “ya visto” y en
descubrimiento de una satisfacción reencontrada, de algo que ya sucedió. La
representación del mundo no puede ser concebida como un simple mecanismo de
registro. Se constituiría tomando conjuntamente las dos vías psíquicas :
Progrediente  hacia la representación  bajo los impulsos del yo-real
Regrediente  hacia la alucinación  bajo los impulsos del yo-placer
Ambas buscan la realización del deseo. Que el producto final sea vivido como
representación (solamente adentro) o como percepción (también afuera)
dependerá del trabajo de la prueba de realidad.
4. La simetría representación-percepción: coexistencia simultánea, aun cuando el yo
identifica el mismo contenido unas veces como una representación, otras como
una percepción. Esto es garante de la coherencia psíquica. La no representación
corta esta simetría.
5. Lo perceptivo y la causalidad psíquica: lo sexual nos permite trascender nuestros
impensables. La causalidad edípica y la de castración relativizan la ausencia, la
diferencia; ellas nos protegen del maremoto de los afectos de terror y desamparo.
Nuestros complejos nos inscriben en una sucesión de modelos, de investiduras, de
conflictos deseo-defensa y en el determinismo de una serie temporal de
acontecimientos en los que todo efecto tiene una causa. Los actos alucinatorios
(como el “olor a difunto”) apelan directamente a los órganos de los sentidos, no
son raros y tienen el valor de una descarga, con capacidad para liquidar
completamente toda cantidad pulsional jugada en ese momento. Simultaneidad
de los procesos de la sesión. Lo perceptivo está presente en todos los niveles, en
cada signo. La causación surge de lo negativo del trauma infantil, irrepresentable y
atemporal y se hace causalidad. Algo paradójico que parece ser constitutivo del
psiquismo: una causalidad procesual donde causa y efecto no se suceden sino que
son simultáneos. Yo, ello y superyó concebidos a la vez como instancias y como
procesos en vías de reconstitución permanente y la pulsión considerada por su
capacidad de actualizarse tanto bajo la configuración del ello como bajo la del
superyó o del yo.
Si distinguimos el orden de los procesos del orden de las instancias, nos vemos
forzosamente conducidos a tomar en consideración dos niveles de realidad
psíquica cuyas relaciones con la realidad material son por entero diferentes.
Realidad psíquica con predominio representacional  Pcc con sus redes de
ligazones entre representaciones, con sus causalidades témporo-espaciales.
Realidad psíquica con predominio procesual  marcada por lo alucinatorio y lo
perceptivo, u desplegándose sobre las huellas de la satisfacción. Aquí todo es
potencialidad causacional, potencia creadora de sentido, y la causalidad está en
devenir.
La evolución de la cura, y del psiquismo, se produciría en la articulación de estas
dos realidades psíquicas: por un lado, levantamientos de represiones con
desprendimiento de sus causalidades temporales, de su sentido infantil; por el
otro, el trabajo del sueño de las operaciones de causación creadoras de sentido.
La índole procesual de la cura analítica se definiría en esta confluencia entre
sentido del pasado y sentido por venir.

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