Psicología de La Liberacion

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Trabajo Práctico: 
Profundización acerca del pensamiento de 
Ignacio Martín Baró y su obra 
“Hacia una Psicología de la Liberación” 
 
 
 
 
 
A​signatura​: ​Escuelas, Corrientes y Sistemas de la Psicología Contemporánea.

Profesora​: ​Hebe Rigotti

Integrantes​: ​Bertschi, María Laura 42.336.683


Cárdenas, Agustina 41.821.758
González, Diego 39.304.870
Merlo, Eliana 41.776.823
Moreno, Santiago 41.410.140
Introducción 
Ignacio Martín Baró, psicólogo y sacerdote jesuita, propone la Psicología de la
Liberación como medio para poner fin a la opresión que rige los pueblo de
Latinoamérica desde hace ya un par de décadas, sobretodo y principalmente en la
falta de aportes a la psicología como ciencia y praxis.
En el siguiente trabajo desarrollaremos el cómo la manera de “hacer” psicología de
Latinoamérica se ha visto de forma permanente dependiendo y reproduciendo los
modelos de Escuelas Psicológicas ajenas, cuyos paradigmas no responden a las
necesidades de las masas populares sumidas en contextos bastante disímiles. Lo
haremos desde el punto de vista de diversos autores que se han visto influenciados
por la psicología de la liberación y luego articularemos lo desarrollado con la nueva
praxis que Martín Baró plantea en su trabajo.
Abordando esto esperamos poder dejar más en claro las medidas necesarias que
le permitan al pueblo latinoamericano poder liberarse y superar al fin aquel
mimetismo cientista que evitaría su desarrollo de una psicología propia,
verdaderamente liberadora de las masas oprimidas.
Del mimetismo cientista a las nuevas praxis:
Para comenzar a explicar de qué trata éste término utilizado por Baró, “Mimetismo
Cientista”, tomaremos las palabras de Ignacio Dobles Oropeza (2009) quien refiere
a la propuesta de la psicología de la liberación de terminar con dicho mimetismo: “​La
propuesta no es provinciana, ni se encierra en regionalismos absurdos: es una
psicología social ‘desde’ Centroamérica, no una psicología social ‘de’
Centroamérica.” (p.2). C​ on esta cita podríamos resumir el pensamiento y base de la
crítica de Martín Baró hacia la psicología actual: una psicología que intenta imitar
modelos, adaptar metodologías y aspirar así a ubicarse en un status que la defina
como “científica”, intentando seguir los parámetros que ésto demanda y definiendo y
marginando como “no científica” a los modelos de Psicología que no sigan dichos
parámetros y paradigmas.
Por otro lado la psicología de molde norteamericano y europeo ha privilegiado la
emancipación individual (Mark Burton, 2004). En cambio, la Psicología Social de la
Liberación como la plantea Baró, no aspira a una psicología cuya liberación de
oprimidos sea individual, por el contrario, refiere a una liberación colectiva, en
carácter de masas oprimidas y no individuos oprimidos.
La psicología de la liberación posee un ​carácter primordialmente social​, es por esto
que muchas veces se la confunde como una crítica a la crisis de la psicología social
del momento, y que Martín Baró desmentía en uno de sus textos sobre el aporte
social pobre de la psicología en Latinoamérica: “No me refiero solo a la psicología
social cuya crisis de significación ha sido un tema muy aireado en la última década,
me refiero a la psicología en su conjunto, la teórica y la aplicada, la individual, la
social, la clínica y la educativa” (Baró, 2006, p.1). Así podemos apreciar que no se
trata de una mera crítica a una psicología que a su parecer no da respuestas a las
clases oprimidas, sino de un intento por entramar una psicología que aporte sus
conocimientos “desde adentro”, creando una nueva forma de pensar la psicología y
su quehacer desde nuestra realidad Latinoamericana, formas locales, adaptadas, no
dejando intentar adaptar modelos extranjeros hechos y pensados en contextos
abismalmente distintos como lo son Estados Unidos y Europa.
Ya Freire en su concepto de concientización, tomado por Martín Baró para explicar
la praxis liberadora, tenía cuidado de no armar recetas para este proceso, porque
cada situación es diferente, y el riesgo es que el/la trabajador/a cometa el error de
utilizar un modelo concreto desde un contexto a otro, mientras que las
particularidades son diferentes en cada caso. (Mark Burton, 2004,p.3).
Sabiendo además que ya es difícil generalizar en psicología, pudiendo citar algunos
planteamientos básicos como, por ejemplo, si era correcto o no trasladar
experimentos con animales sobre el aprendizaje en teorías Conductistas a
personas, críticas al psicoanálisis comprobando que dos psicoanalistas daban
distintos diagnósticos a una misma persona, o las dudas de muchos/as
psicólogos/as sobre si la computadora es un buen modelo o no para explicar la
mente humana: ¿por qué debemos aceptar entonces estos modelos paradigmáticos
de hacer psicología desarrollados en otros países tan lejanos y otros continentes
donde las diferencias personales (dadas las diferencias culturales, socio-políticas,
económicas y hasta geográficas) son tan distintas?
Cuidado, tampoco es una crítica a esas formas de hacer psicología, en palabras de
Baró.

El problema no radica tanto en las virtudes o defectos que pueden tener el


conductismo o las teorías cognitivas cuanto en el mimetismo que nos lleva a aceptar
los sucesivos modelos vigentes en los Estados Unidos, como si el aprendiz se
volviera médico al colgarse del cuello el estetoscopio o como si el niño se hiciera
adulto por el hecho de ponerse las ropas de papá. La aceptación acrítica de las
teorías y modelos es precisamente la negación de los fundamentos de la misma
ciencia. Y la importancia ahistórica de esquemas conduce a la ideologización de los
planteamientos cuyo sentido y validez, remiten a unas circunstancias sociales y a
unos cuestionamientos concretos. (Fernando Luis González Rey, 2009, p.6)

Podemos ver entonces la propuesta de una nueva forma de hacer ciencia, de


nuevas praxis​, de construir nuevos modelos “desde y para” nuestras masas
oprimidas que desde hace tanto tiempo reclaman una “liberación” y los modelos
actuales impuestos como “cientistas” no dan respuesta a ellas.

El camino desde la​ ​nueva praxis, con una nueva ética como base:
Ya Baró(1986) menciona que el problema de la nueva praxis plantea el problema
del poder, de que requería tomar partido, es decir, puesto que asumir una praxis
popular es de cierta manera tomar una postura política. Generalmente, se
presupone que al tomar partido se abandona la objetividad, pero esto no significaba
que adoptar una postura, el ser parcial, fuese lo mismo que ser subjetivx (de hecho,
todxs lxs científicos/as son parciales, al estar inmersxs en cultura, espacio y
momento histórico determinados.) Podría ser inherente a unos intereses, más o
menos conscientes, pero puede ser también de una opción ética (Baró,1986).
La ​dimensión ética​ ha estado presente en la psicología desde siempre, y más que
eso, la ética ​formaría parte de la esencia misma de la psicología​, ejemplificado esto
en cómo muchas técnicas psicológicas habrían surgido para mejorar algún aspecto
de la condición humana (Gondra, 2017). José María Gondra en su trabajo “​La Ética
como Praxis Transformadora en la Psicología de la Liberación de Ignacio Martín
Baró”​ detalla la importancia que da Baró a esta dimensión.
Ahora bien, hay un peligro inherente en considerar a los problemas éticos como
simples problemas de integración psicológica, puesto que los valores de una
sociedad modificaban el carácter de un individuo permitiendo el error de adjudicar
un problema a la consecuencia y no a la causa. De allí surge el porqué es tan
necesario el evitar caer en el mimetismo cientista anterior, y como dice la palabra,
de imitar las concepciones psicológicas ajenas a Latinoamérica, cuyos valores no
podían ser más incompatibles con las necesidades de la misma.
Baró comienza dando una crítica a las dos concepciones de la ética más comunes
en la psicología, la​ positivista​ y la ​idealista​.
La primera, cuyo mayor exponente era el conductismo de Skinner, ​perdía de vista
la característica fundamental del ser humano​, su interioridad, ya que se ignoraba la
ideología del individuo tras la metodología, y no especificaba lo que significaba ser
bueno o malo en cada profesión, terminando la ética siempre siendo la misma:
hacer el bien, buscar el bienestar de las personas, no aprovecharse de ellas, etc;
(Gondra, 2017). Sin mencionar que dada la definición que daba Skinner a los
valores, el de ​reforzadores sociales​, se podían hacer de estos un sistema de control.
En resumen, no solo se ignoraba la interioridad de las masas, a quienes en muchos
países se hacía sucumbir en la hambruna y pobreza mediante un sistema ético
controlado por una minoría, sino que ​subestimaba​ los intereses y valores subjetivos
de las personas dedicadas a la ciencia.
La ética idealista, tenía un problema más evidente, ya que postulaba unos
principios generales y/o universales vinculados a ​valores absolutos​, que en la
práctica eran​ imposibles de poner en aplicación porque ignoraba las condiciones
sociales que los impedían​; dígase la opresión cultural, de expresión y económica
que se sufría en algunas naciones. Extrapolar principios de la sociedad
norteamericana a sociedades diferentes entonces no tenía sentido, y ese mimetismo
por lo tanto podría usarse para un sistema de control similar al que pecaba el
conductismo; justificar un orden impuesto basado en valores imposibles de alcanzar,
el del respeto y anhelo a la riqueza y reconocimiento como objetivo de todo ser
humano por ejemplo.
Por esto, era necesario una ​nueva ética​, una que fuese la ​base de la praxis ​que
tenía en mente Martín Baró. Debía de ser una íntimamente ​vinculada a la
psicología​ y eminentemente ​práctica​, orientada hacia la transformación de la
realidad social (Gondra, 2017).
Tal concepción de la ética era apreciable en la definición que él daba a la misma:
“Praxis iluminada teóricamente, que pretende la transformación del hombre, de la
sociedad y de la historia”(Martín Baró,2016, p.179), definición que procedía de
Ignacio Ellacuría, de quien conoció la teología de la liberación durante sus estudios
de teología.
Creemos que tal liberación y transformación sólo puede darse si la nueva praxis
pensada incluye en un principio la interacción entre oprimidxs y quienes quieran
lograr la liberación de lxs mismxs desde la psicología. Tal como Burton (2004)
hablando de la liberación, aclara:
Tiene sus orígenes en la interacción de dos tipos de agentes o activistas:
1) Los agentes catalíticos externos (que puede incluir a psicólogos
comunitarios).
2) Los propios grupos oprimidos.
Ésta noción latinoamericana de la liberación propone una alianza estratégica entre
estos dos sectores”. (p.3)
Para explicar su visión, Baró se basó en la imagen del horizonte: Todo objeto
podía tener múltiples horizontes, según fuese su naturaleza y el punto de vista del
observador (Gondra,2017). ​La psicología​ no era la excepción a la regla y podía
tener ​distintos horizontes​ según se la considerase como ciencia o como profesión.
La delimitación de un horizonte permitía visualizar las preguntas desde dónde y
hacia dónde se dirigía, las meta u objetivo podríamos decir; esto nos lleva a una
tercera pregunta de gran importancia: Tal o cual psicología ¿Realmente se dirige
hacia ese horizonte o está obteniendo los resultados deseados?, “Cuáles son las
consecuencias históricas concretas que esa actividad está produciendo”
(Martín-Baró, 1985, p.110)
Sí lo que se pretende es potenciar las virtudes de los pueblos latinoamericanos,
primero habría que definir un horizonte ético de la psicología, uno libre de modelos
copiados y de naturaleza autóctona. Baró resumió el horizonte ético con dos
constructos, el de hombre social y el de la sociedad humana.
Hombre social hacía referencia a la persona como sujeto de relaciones sociales
que vive en una sociedad en continua transformación y sociedad humana se refiere
a una sociedad humanizadora. Al primero lo configuraba en gran medida la
sociedad, si bien luego era complicado desenvolverse como persona en el espacio,
sobre todo si la clase social era una oprimida, por lo que había que preguntarse por
el objetivo último de toda sociedad particular: “¿pretende el bien común de todos
sus miembros o, por el contrario, sólo busca el beneficio de unos pocos?”(Gondra,
2017, p.6). La psicología como profesión social debía hacer hincapié, propone el
mismo, en la creación de una persona, una sociedad y una historia mejores que las
presentes y eso comenzaba con poner el acento en el “para qué”, es decir, cuáles
eran las verdaderas necesidades de los pueblos, haciendo a un lado las que eran
plantadas por los sectores dominantes, que en última instancia tenían un origen
individual que era ahistórico y por tanto, carente del contexto y la dimensión
comunitaria. Deberíamos entonces, concientizarnos y ayudar a las personas a tomar
conocimiento de los mecanismos que ocultaban la palabra comunitaria y personal
tras los significados impuestos desde arriba y que así pudieran encontrar su propia
identidad social. Claro que este proceso es una serie de procesos, un movimiento,
el cual no puede ser localizado en un momento determinado.
1) El ser humano se transforma al ir cambiando su realidad(...)por(...)un proceso
activo(…)el diálogo.
2) Mediante la paulatina decodificación de su mundo, la persona capta los
mecanismos que la oprimen y deshumanizan(…)se abre el horizonte a nuevas
posibilidades de acción.
3) El nuevo saber de la persona sobre su realidad circundante le lleva a un
nuevo saber sobre sí misma y sobre su identidad social(…)le permite no sólo
descubrir las raíces de lo que es, sino de lo que puede llegar a ser.
(Burton, 2004, p.3)

Es decir, en un primer aspecto, resalta la importancia del diálogo como


transformador de la realidad. Por lo que podríamos identificarlo como indispensable
para la nueva praxis. Por otro lado, señala como momento indispensable para la
liberación de la persona la identificación de aquello que la oprime, identificación que
posteriormente le dará una nueva visión de la realidad que la rodea, en donde se
incluyan nuevas posibilidades de accionar, nuevas motivaciones y nuevas
aspiraciones. Lo que acarrea consigo nuevas identidades sociales. Permitiendo la
proyección de las personas hacia un futuro, esperanzas, nuevas luchas.
Permitiendo que las mismas se reconozcan como sujetas a derechos y deberes
incluso, como personas de valor, que deben ser escuchadas y tenidas en cuenta.
Degradando así, las personalidades vulnerables a la opresión. Potenciando este
sentido e identidad de ‘persona de valor’ que repudia ser oprimida.
Conclusión:
A modo de conclusión queremos aclarar que a pesar del paso de los
años desde que Baro propuso esta nueva forma de psicologia para
Latinoamérica y aunque perdió fuerza el compromiso por una liberación
luego de la muerte de Baró y quizás diversos hechos
políticos-económicos (González Rey, 2009, p.6) sigue vigente en texto y
opiniones de autores actuales, basta mirar los años de publicaciones de
nuestras citas, pasando por escritos del año 2004, 2006, 2009, 2015 e
incluso uno del 2017. los cuales retoman sus ideas y realizan distintos
aportes que se vieron influidos y atravesados por la psicología de la
liberación.
se intentó mostrar con este trabajo la falta de aportes a la psicología
como ciencia y praxis en Latinoamérica “desde” esta y no “para” está,
que seamos nosotros los latinoamericanos quienes definamos nuestra
psicología, y hacia una práctica para con las masas populares con la
misma perspectiva, es decir, “junto con” y “para” ellas, y no un mero
planteamiento “sobre” ellas intentando hacer teorías que las definan.
se planteó en el trabajo la necesidad de que las praxis tuvieran un papel
social y de que trabajaran desde adentro de la problemática y por otro
lado, se habló de la idea de una nueva ética propuesta por Martín Baró
que ayudara a este tipo de praxis y que a nuestro deseo, esperamos
algun dia esta liberación de nuestras masas

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