Bibliografía de Sergio Mondragón
Bibliografía de Sergio Mondragón
Bibliografía de Sergio Mondragón
SERGIO MONDRAGÓN
SEMBLANZA
Antología.
Ensayo
Poesía
El aprendiz de brujo
juega con esta vara, con mi rubor de ser extraño a este medio
detrás de un brillo
y tú, poema ¿qué cara tienes? es tu cara la del temblor de mis manos
es tu cara la cara de la luna o es el charco del amanecer
¿cuál es?
esperar es estar y vosotros estáis caminando en el centro del paraíso, clamaron los astros
las ajedrezadas, las de arlequín, las urnas en las que bebemos el agua de la vida,
ya se ha ido
había dejado la ventana abierta y con esto de las urnas y las estatuas
el poema también echó a volar
ya nadie es lo mismo
En julio y en hebreo
en julio y en hebreo
El laberinto
No basta
mirar
es necesario poner en movimiento
de la memoria
no basta
escribir el poema
del barrer
contenido
el místico laberinto
lo doblo
mientras te repites
no basta mirar
es necesario
Corno emplumado
me voy en el avión
corno emplumado,
corno emplumado,
adiós.
Antipoema
de la silla,
Mandala
como un molusco
desfallecer junto a ti
ganar el conocimiento
el olor de tu carne
El futuro
Espejo
lo recojo:
es Narciso en la escalera
El lenguaje,
el cuerpo,
el mundo y su paisaje…
El poeta,
sus piruetas,
sus visiones y sus tretas:
en el reino imantado
del poema,
donde todo se ve transfigurado.
Hojarasca, 2005.
Copista
de semejantes construcciones
brota el lenguaje que me inspira
con sílabas ligeras, con visiones frescas:
el copista:
ese ser que aprende a escribir y a mirar con pacienica
en la naturaleza de las cosas.
Hojarasca, 2005.
antigua criatura
hecha con el humor del mundo; visible
en todo cuanto existe; escrita
sobre un espejo de agua
con lápiz que trasuda
el semen del cielo y los infiernos
que moja las piernas ancestrales de la noche.
El poema
ambigua criatura gestada
más allá de las ávidas bocas
de la ardiente realidad
en la que todos actuamos desesperadamente
con los labios resecos.
Hojarasca, 2005.
ENTREVISTA
–Escribí poemas de lo que estaba viendo y viviendo. Sobre todo del paisaje que es tan
singular. Por todas partes te asalta la estética. Es un país de gente muy consciente de la
belleza, de producirla y conservarla. Ya sea por fuera o por dentro, ya sea en la casa
habitación, en la calle o en el campo. Esos poemas los publiqué en un libro que llamé
Pasión por el oxigeno y la luna.
–Fui a Japón como corresponsal del diario Excélsior. Una de las consignas que llevaba
era entrevistar a Kawabata, quien había ganado el premio Nobel hacía poco. Para llegar
a él me contacté a través de mi maestra de japonés con un poeta que vivía en Nagoya.
Ese poeta telefoneó a Kawabata, quien acepto recibirme en su casa de la ciudad de
Kamakura. Cuando llegué, abrió la puerta vestido con un kimono y desde allí me dijo:
“siento mucho que no le voy a poder dar la entrevista porque no me siento bien. Estoy
muy deprimido. Le ruego me perdone”. Así con caravanas de disculpa. Era tan
convincente que decía la verdad, que no era un pretexto o una descortesía. Le dije adiós
y muchas gracias. Al día siguiente apareció en los periódicos su muerte.
–Yo era compañero de banca del poeta Homero Aridjis. Un día salíamos a un café. Me
dijo que me iba a presentar a un poeta beat. Me llevó donde vivía Philiph Lamantia,
quien era un poeta joven muy conocido en los Estados Unidos, que había venido atraído
por los indios, los volcanes y la droga. Allí conocí al poeta mexicano, Juan Martínez,
con ellos empezamos a leernos poemas en español e inglés. A ese núcleo empezaron a
acercarse otros más como el nicaragüense Ernesto Cardenal, luego llegó Allen Ginsberg
y Margaret Randalf. Con esa informalidad empezó a crecer la idea de hacer una revista.
Y como era una conjunción de ambas culturas dimos el horne americano del jazz y las
plumas de Quetzalcoatl del mundo mesoamericano: así nació El corno emplumado.
Un día, mientras estudiaba en la escuela primaria, Sergio Mondragón vio por la ventana
un ave en un limonero. De pronto volvió la vista a su libro y leyó: “descansaba la pájara
pinta, a la sombra de un verde limón, con las alas tocaba las ramas, con el pico picaba la
flor”. En ese momento “el infante quedó deslumbrado al ver que las palabras del poema
poseían un ritmo y que podían representar lo que él estaba viendo”.
“Escribir poesía conlleva una contemplación del mundo, del lenguaje y del cuerpo que
está escribiendo. La poesía se da en un momento de conjunción entre estas entidades:
mundo, cuerpo y lenguaje”, declaraba el poeta en una entrevista en el 2004.
Años mas tarde, cuando estudiaba en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García,
“mi compañero de banco, Homero Aridjis, me llevó a conocer al poeta Juan Martínez,
el cual me indujo a leer a los poetas europeos románticos y simbolistas. Juan y aquellos
poetas fueron una verdadera revelación: me enseñaron una forma de entender la vida. A
partir de ese momento sentí nacer en mí un compromiso de por vida con la poesía y las
palabras”.
Hoy, a sus 70 años, este compromiso sigue en pie. Sergio Mondragón, poeta, editor,
periodista, traductor y promotor cultural, ha dedicado su vida a la creación y a la
investigación y promoción de la literatura.
Su obra poética está compuesta por cinco libros: Yo soy el otro, El aprendiz de brujo,
Pasión por el oxígeno y la luna, El ocre de los lodos y Hojarasca. Ha publicado una
antología de poetas hispanoamericanos, República de Poetas, y la Antología de Poesía
Japonesa Moderna. Un rebaño bajo el sol. Así mismo, fue en los años 60 cofundador y
coeditor de la revista El Corno Emplumado, y en los 90, de la Revista de Estudios
Budistas y de Japónica.
Después de setenta años (para él, “un parpadeo”) Sergio Mondragón se encuentra en
plena labor de investigación de lo vital, dispuesto a ir “a donde ésta me lleve, así como
me llevó a Japón y a vivir en la sierra mazateca, a la poesía y a la práctica budista; ¡hoy,
estoy dispuesto a ir metafísicamente a donde la investigación me lleve!”.
Al poco tiempo de asumir aquel compromiso de por vida y trabar amistad con aquellos
poetas , Mondragón conoció al célebre poeta norteamericano Philip Lamantia, quien
“traía con él la atmósfera, el lenguaje y la carga intelectual de los beats”.
Poco a poco Mondragón fue conociendo a otros poetas que se reunían en torno a
Lamantia y fue entre ellos que surgió la idea de hacer una revista que “publicara tanto a
los poetas que escribían en lengua inglesa como a los que lo hacían en español”. Así
nació El Corno Emplumado.
Sergio Mondragón fue coeditor de esta revista y señala que fue muy interesante
“descubrir coincidencias entre lo que ocurría en la poesía en lengua inglesa y en la de
hispanoamérica”. El autor señala que “ambos países se encontraban en un momento de
ruptura. En México se abandonaban los paradigmas de la generación de los
“contemporáneos”, y en Estados Unidos los beats ya no escribían como Ezra Pound o
T.S. Eliot”.
Ante un mundo caótico tomaron una actitud de serenidad y realizaron viajes exteriores e
interiores a través del uso de las drogas y de la meditación. Como escribió Eliot en “La
tierra baldía”: ¿pondré por lo menos orden en mis tierras ?, ellos decidieron poner orden
en su propia vida para no unirse al caos generalizado. Y hubo mil versiones y
conclusiones en la interpretación de este poner orden en mis tierras; cada quien lo hizo a
su manera, lo mejor que pudo.
En busca de este orden y dado que él y su familia fueron acosados por el gobierno, en
una de las secuelas del movimiento de 1968, tuvieron que salir del país. “Durante
muchos años fuimos victimas de esta circunstancia. Yo terminé dando clases de
literatura en universidades de los Estados Unidos.”
A los dos años el poeta concluye que “la presión y el caos que se vivía en los Estados
Unidos era igual que la que se vivía aquí.” Entonces regresa a México, pero al poco
tiempo decide viajar al Japón. “Se lo comuniqué a Octavio Paz y éste me recomendó
con Julio Scherer a fin de obtener una corresponsalía de Excélsior en Japón.”
Después de estar algunos meses como corresponsal, Mondragón se asomó “al mundo
del budismo Zen” y quedó, como años antes le había ocurrido con la literatura,
“prendado y comprometido con ese universo.”
-El budismo nos hace conscientes del .aquí y del ahora. De la suprema importancia y
trascendencia que reviste el momento presente. No hay actos o tiempos grandes o
pequeños. Todo es supremamente significativo, y depende de nuestra actitud existencial
hacia ello el que la realidad omnipresente revele su carga de trascendencia. Este
enunciado me interesa mucho, pues afecta mi vida personal, me compromete a hacer y
considerar las cosas con todo cuidado, por lo menos teóricamente, en el peor de los
casos.
Esta sucesión no sólo nos conecta con la sociedad humana sino también con el mundo
natural. Esta taza de café –dice mientras sostiene la taza entre sus dos manos- es posible
gracias a que hay una temporada de lluvias y otra de secas que hace que el café crezca y
madure correctamente en los campos.
Comprender esta interdependencia me hace sentirme parte del todo y gracias a esta
comprensión nunca me siento solo; me siento solidario con el mundo que va a morir,
porque todo, hombres, plantas y animales, somos impermanentes, –continuó tranquilo y
sonriendo- y esto nos da una hermandad, una solidaridad, una cierta sensación de
acompañamiento.
¿Podríamos decir que se convierte al igual que algunos beats en un Vagabundo del
Dharma?
“Me deslumbró el universo de los indios”, declara el poeta con nostalgia y añade que
“es una verdadera lástima que tratemos a nuestros indígenas con la punta del pie; por
eso y por hambre se ha ido un enorme número de ellos a los Estados Unidos. Es abismal
y abyecta la ignorancia y estupidez con que hemos actuado históricamente en contra de
esos compatriotas, hermanos nuestros”.
En esta etapa de su vida, por decirlo de alguna forma, hay un silencio editorial, pues
entre El aprendiz de brujo y Pasión por el Oxígeno y la Luna hay alrededor de diez años
de distancia…
—Yo escribo despacio. Aunque ahora que soy miembro del Sistema Nacional de
Creadores de Arte estoy escribiendo de manera constante y más fluida. Llevo cinco años
escribiendo todos los días. En esta etapa he escrito más que en toda mi vida anterior.
Actualmente escribo un libro de poemas y un libro de ensayos literarios que tienen que
ver con esta característica de la lengua española que es construir y destruir formas
poéticas de manera constante. Estoy tratando de rastrear desde sus orígenes, en la edad
media, y hasta el día de hoy, este esfuerzo de experimentación de nuestra lengua, algo
que no se da en todas las lenguas: por ejemplo en el idioma japonés, que desde su
creación y hasta finales del siglo XIX, no se escribe un solo verso que no tenga o cinco
o siete sílabas.
Después de laborar a lo largo de veinte años en el ISSSTE como encargado del área de
actividades literarias, donde realizó talleres, edición de revistas y libros, lecturas y
charlas de escritores y poetas, Sergio, junto con Atsuko Tanabe, publicó la Antología de
Poesía Japonesa moderna. Un rebaño bajo el sol, que da testimonio de ese estado de
cosas y de la apertura del Japón al mundo occidental y al verso libre y a numerosas otras
formas poéticas occidentales.
En toda su obra vemos al amor como tema central, ¿qué nos puede decir al respecto?
—Ese amor brota de un sentido de unidad con los seres y con la naturaleza. Sé que
somos criaturas absolutamente dependientes de la naturaleza, la cual está
emblematizada y metaforizada por el follaje, el cual, a su vez, también
emblemáticamente, depende de uno, de que lo reguemos y lo cuidemos. El poema es en
realidad esa relación entre el follaje y el poeta, entre los seres y el poeta, una relación de
amor. Y no hay separación entre todas estas partes.
Vivo la vida como una unidad de causas y efectos que reúne tanto lo negativo como lo
positivo, lo ominoso y lo desdeñable tanto como lo bello y noble. Yo espero poder
trasmitir este sentido de unidad en lo que escribo y hablo.
Ricardo Venegas
Hay quienes, obsesionados por las etiquetas, colocan signos, nombres, oraciones,
símbolos o números con tal de clasificar, pero ¿cómo nombrar al misterio? En las que
fueron las últimas líneas de su obra, Octavio Paz dijo: “Vivir es también pensar y, a
veces, atravesar esa frontera en la que sentir y pensar se funden: la poesía.”
Pero, ¿cuál es el juego de la escritura? Allan Poe aseguraba que el principio y el final de
un poema podían ser calculados. Para Baudelaire, creador del poema en prosa, el poema
es un todo estético, hasta lograr circularidad en la obra. Para Vicente Huidobro el poeta
no debería merodear la flor: “¡Por qué cantáis la rosa, oh Poetas!”, sino: “Hacedla
florecer en el poema/ Sólo para nosotros viven todas las cosas bajo el sol./ El poeta es
un pequeño Dios.”
El poeta Raúl Gustavo Aguirre pronunció: “La poesía es algo maldito y es necesario
explicar de nuevo este lugar común. Maldita por ser la moral más pura en un mundo
inmoral, el rostro único en un mundo inmoral, el rostro único en un mundo de máscaras,
la hombría cierta ante la intelectualidad bufona y pierdetiempo. Maldita por ser la
inteligencia y el amor fundiendo juntos. Maldita por sus exigencias, por su avidez de
conciencia y de verdad, por su necesidad de existir sin condiciones.”
José Agustín es contundente: “En México se dieron pocos beatniks. El más connotado
de todos fue el poeta Sergio Mondragón, quien [...] fundó El Corno Emplumado, una
excelente revista literaria, bilingüe, donde publicó la plana mayor de los poetas beat de
Estados Unidos.”
Reinventar el lenguaje, hablar con el idioma del fuego, oficiar como aprendiz de brujo,
posesionarse del otro: entrar en la locura y regresar. Domar el orbe de palabras
erosionadas por la repetición estéril de un cielo gobernado por la mercadotecnia.
La poesía de Sergio Mondragón nos enseña a mirar. Javier Sicilia lo confirma así: “Una
poesía así trabajada desde lo más íntimo, nos transforma o no sirve para nada.”
Por ello dice en su Reencuentro con una amiga: “Pongo una fecha/ la recuesto en el
tiempo/ vibra una hoja/ en la boca del libro/ bosques de calendarios/ se dan cita a las
cinco/ sopla el viento de siempre/ vuelan los años atareados/ en fila hacia el encuentro/
surgen escenas desterradas/ al desván olvidado/ mientras corro a buscarte.”
Llegar a la poiesis que encierra la convicción de dar sin esperar el aplauso o la regalía,
es un guiño de ojos al lector: léeme, aunque no soy el camino, la verdad y la vida; hay
puertas que se abren, como las de la percepción.
Sergio Mondragón
Edgardo Méndez
“Escribir, para un poeta, es cultivar una actitud interior de apertura hacia el sitio de
donde brota el ser.”
“Mis poemas son hojas que se desprenden de su árbol y navegan solas, brevemente, en
el aire. Si acaso mis poemas, puestos uno junto a otro, son hojarasca arrastrada por el
suelo que suena un momento y luego se detiene.”
Poeta, periodista, traductor, “aficionado al budismo”, como dice; promotor cultural y
estudioso de la cultura oriental, ha buscado como San Juan de la Cruz, el camino
interior de la mística a través de su vida y su poesía. Entre sus actividades más
significativas está la de haber fundado y coeditado la revista El Corno Emplumado, la
cual tuvo una gran repercusión dentro de la difusión de la poesía mexicana,
latinoamericana y norteamericana durante los años 60.
Dentro de su labor como poeta ha escrito cinco libros de poesía: El Aprendiz de Brujo,
Yo soy el otro, Pasión por el oxigeno y la luna, El ocre de los lodos y Hojarasca. En el
campo de la traducción, entre otros libros compiló y tradujo junto con Atsuko Tanabe
Un rebaño bajo el sol. Antología de poesía japonesa moderna.
Su primer libro de poesía, Yo soy el otro, apareció en las ediciones de esta revista. El
segundo poema de la obra muestra revelaciones:
“Delirio”
En 1969 aparece El aprendiz de Brujo bajo el sello editorial Siglo XXI. En esta obra
podemos viajar por una ruta de descubrimiento interior y agradecimiento por la
existencia. Así mismo, podemos imbuirnos de pasiones amorosas, casi religiosas, y de
cuadros vertiginosamente estáticos en los que el poeta dibuja paisajes interiores y
exteriores llenos de sentidos.
“Buenos días”
A raíz de los trágicos sucesos de 1968 el poeta viajó a los Estados Unidos, donde
trabajó como profesor universitario y después a Japón, como corresponsal del periódico
Excélsior. Aunque más tarde se internó en un monasterio budista para practicar el Zen.
Durante esta época el escritor pudo imbuirse de la cultura oriental, la cual siempre ha
estado presente, tanto en su vida como en su obra.
“Te he perseguido desde el día en que nací, belleza, te he buscado sin cesar, fiel a mi
pasión por el oxígeno y la luna”.
Sergio Mondragón en una entrevista declara que: “ve hacia atrás El Aprendiz de Brujo
como el continuo vivir apasionado, lo que se resuelve literariamente en anécdotas y
temas que se expresan en el versículo o el verso corto y libre”. Y ahora, después de los
años y de haber viajado, no sólo en el interior de la conciencia sino en la faz de la tierra:
Japón, Estados Unidos y la Sierra Mazateca, busca a través de la palabra, o en esta
misma, la sabiduría”.
Durante los años ochenta Mondragón estuvo a cargo de las actividades literarias del
Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, ISSSTE,
donde realizó varias obras significativas, como la antología de poesía República de
poetas que reúne la obra de 36 poetas, en su mayoría mexicanos, y editó las revistas
culturales Memoranda y Coatlicue.
Los poetas y los poemas de esta antología fueron escogidos, según el antólogo, tanto
por su belleza como por “su actitud de desconfianza ante las proposiciones de la
sociedad occidental moderna, que esgrime como valor supremo la noción de progreso
material y niega los valores de la imaginación y la espiritualidad”.
Otra de sus labores significativas en esta institución fue la creación de los talleres
literarios del ISSTE (treinta en el Distrito Federal y cuarenta en la provincia), gracias a
lo cual los trabajadores del estado pudieron tomar la pluma e involucrarse en la creación
literaria de la mano de escritores como Homero Aridjis, Juan Bañuelos, Huberto Batis y
Ethel Krauze, entre muchos otros.
Con la obra de los miembros de estos talleres, abogados, oficinistas, médicos, obreros y
demás trabajadores, el ISSSTE publicó libros. Y fue el encargado de la producción
editorial de la serie ¿Ya leíssste?, de autores consagrados, que publicó cien títulos, con
tirajes de veinte mil ejemplares cada uno.
En 1987 publica Un rebaño bajo el sol. Antología de poesía japonesa moderna. Esta
antología reúne poemas hechos a partir de la influencia de la cultura occidental sobre
aquel país (en los albores del siglo XX). Atsuko Tanabe, coeditora de la antología,
escribe en una nota al inicio de la obra: “Esta antología es el resultado del trabajo –
sufrimiento y deleite a la vez- que el cotraductor, Sergio Mondragón, y yo, hemos
venido realizando a lo largo de diez años”. El prólogo es de Sergio Mondragón.
A principios de los años 90 Mondragón publica un libro de poemas cuyo tema central es
la poesía. El ocre de los lodos es una reflexión acerca del carácter poético del mundo, o
lo que es lo mismo, acerca de su rasgo trascendental, como dicen los poetas beats. Todo
está poetizado, nirvanizado, aseguran los budistas; “y del mismo modo los desechos, los
fracasos, los residuos de nuestras acciones, el lodo final en que todo llega a convertirse,
el cual tiene ese color de oro propio de los ocres”.
“La poesía moderna es una vía de salvación, una terapia de palabras. O, quizás, de la
imagen contenida en una sola palabra: la que reinventa al mundo, la que funde al ser
con la realidad verdadera de las cosas: mirar al mundo por primera vez, como en la
infancia, en la lucidez de la locura o en el éxtasis del amor o la iluminación, liberados
del hierro de la lógica y del ataúd de la avidez.”