Antología Poesía Universal
Antología Poesía Universal
Antología Poesía Universal
Webislam Coordinador: Salvador Lpez Becerra Aunque la definicin que nos da el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Espaola respecto al trmino Seleccin sea: accin de elegir una o varias personas o cosas entre otras, separndolas de ella y prefirindolas hemos de sealar que en este rincn que WebIslam dedica a la poesa, no tenemos otro objetivo que el de ser ecunimes y globalizadores. Ecunimes, porque la poesa pertenece a todos y globalizadores, porque ese es uno de los fines de la poesa: la universalidad. Somos conscientes del enorme esfuerzo que supone aglutinar poesa de todos los tiempos y lugares, s; y que precisamente por esta sana ambicin, inicialmente, soportaremos la propia, que no menos liviana, incomodidad de intuir ausencias; la mcula de involuntarios olvidos. Humildemente pedimos disculpas por ello. Tambin por las posibles erratas. En un trabajo tan extenso es normal que los traviesos "duendecillos" de las letras acudan y se diviertan cambiando palabras o signos, errores que vamos subsanando conforme vamos encontrndolos. Subrayaremos que no concebimos propsitos de exclusin alguno, no; de ah el trmino Seleccin abierta. Incluimos un parntesis, confiados en que el lector amigo de estos folios electrnicos los har suyos y colaborar con nosotros indicndonos aquellos nombres o poemas que debieran figurar en esta ciberntica nmina parnasiana. Gota a gota, entre todos, conseguiremos que rebose un equilibrado y sublime cliz de belleza. Conste tambin que la presente seleccin no persigue ningn lucro y que su carcter es puramente altruista, de difusin de la Poesa, siendo los poemas seleccionados propiedad de sus autores o herederos. Para el poeta, aparte de ser una necesidad vital, escribir es un compromiso. Dedicar tiempo, en este espasmdico siglo XXI, a leer poesa, es acto meritorio; como encender un candil en medio de las tinieblas. No menos admirable es darle cobijo, patrocinarla, respetar su noble alcurnia o limpiarle las alas. Quiero por ello dar las gracias a poetas y poetas en la sombra: los traductores; a mis primeros, y eficaces, colaboradores: Manuel Aparicio y, de forma muy especial, a Mara Teresa Bravo por su entusiasmo y perseverancia. Y a Almanzur Escudero, coordinador de WebIslam, por encomendarme la responsabilidad de estas pginas y, con ello, obligarme a releer poesa y olvidos. Espero, lector, que la acrobacia de los sentimientos de los poetas representados, y las alas de la emocin desplegadas en los versos aqu contenidos, te eleven. Y que esto sea en beneficio de todos los seres. S.L.B. Comentarios y sugerencias: [email protected] Entrevista a Salvador Lpez Becerra
T, que adornaste mi cuello con el collar de tus favores, grandes como perlas y engarzados como las perlas en el hilo, adorna ahora mi mano con un halcn. Hnrame con uno de lmpidas alas, cuyo plumaje se haya combado por el viento del Norte. Con qu orgullo saldr con l al alba, jugando mi mano con el viento, para apresar lo libre con lo encadenado!
eso porque eres el nico prncipe entre nosotros Toma una rama del rbol de espera para sacudir el aburrimiento de tu frente Oh!, extrao el desierto es tan extenso y el camino hacia el sur pasara por aqu Venimos de la niez, Acaso no venimos de la lluvia? Mientras te deja el cartero sin nada el rbol se crece otros sentidos de tu espera. Tu olvidas pero el viento an recuerda.
Traduccin: Abdul H. Sadoun
Si la hiende un cuchillo, diras que es una pupila a la que pone convexa el esfuerzo de mirar. Y su interior podras compararlo al de la oreja, por sus repliegues y escondrijos.
Mas, al ver correr mis lgrimas, le asust mi llanto, e, irguindose sobre la verde rama, despleg sus alas y las bati en su vuelo, llevndose mi corazn. Adnde? No lo s.
que este amor perdurara mil aos, que en la cpula sobrevivira que sera siempre alumbrado por estrellas y paz? Todo fue mentira?" "No, querida ma, Estaba tan solo enamorado." "Y de nuestro amor que ser?", repuso ella. Contest: "Segn el mdico, Se hundi una bala en el corazn del amor. Bien sabes que el misterio vela su muerte." "Pero quin lo hizo?" "No fui yo, y t sigues jurando Tu perfecta inocencia." "El viento, mi querida, anuncia nuestra culpa, Estamos en la mira! Se impacienta el tren, tiembla su fuego, el cadver palpita lo desnuda el viento seala la gente: somos culpables. Entonces, Lleg la hora de fugarnos?".
donde ha apostado el alma de los muertos. En ocre caracol arrinconado a nuestro odo sopla muy enfermo. Como l ninguno, de los libres dios, y espritu, quien sabe, de los muertos. Y un da estn, de nuevo, con su ceguera triste de races oprimiendo el camino de las llagas. II Los ngeles son nuestros: son nuestras alas rotas; son las anclas dormidas sobre lechos de herrumbres, en la raz penosa de la tierra. Es nuestra voz de niebla y de distancia: -esa que no pudimos usar en el instante de elegir el camino marinero. Los ojos de los ngeles no duermen: estn en nuestras rbitas salobres buscando el necesario reverso de la luz. Y sus labios sumisamente eligen las palabras que nombran la morada del sueo. Sus manos son jazmines sellados de silencio, junto a una cruz de nieve, eterna y pura. III Los ngeles navegan siempre... Un necesario acontecer los llama hacia seguras islas de recuerdo y nostalgia. Ardientes Rosas de los Vientos crecen sobre el pecho, librado de mrmoles tempranos, y una remota msica de brjulas les traza itinerarios sobre un atlas de nube, hacia dolientes rumbos de lunas desoladas. Estn entre archipilagos de sombras, reinando sobre imperios de glaciales contornos. Cruzan la absorta dimensin del aire, y el alba numerosa que los lleva se ilumina de pjaros azules. Los ngeles, sin rostro y sin memoria,
navegan por los cauces nocturnos de la sangre. Un cielo azul, invicto y despejado, cuida su paz de sueos sin fronteras.
como pretende la nube, el viento sera una historia de lgrimas. En el polvo toco los dedos del viento. En el viento leo la escritura del polvo. El camino no puede avanzar de verdad ms que a travs de un viento dialogante con su propio polvo. El viento posa la mano derecha en el hombro de la rosa y se mete la izquierda en el bolsillo. Viento: ladrn de perfume. El viento es el dialecto en la naturaleza. La luz es la lengua culta. El aire: nico amante con quien baila la rama mientras se dispone a acostarse con otro amante. Vientos: cuerpos que caminan con pies invisibles como de ngeles. Viento: palabra confusa que murmura el silencio csmico. El viento ensea silencio aunque no cese de hablar. Hoy, triste por el aire enfermo, la adelfa no ha bailado. Al rbol le gusta entonar canciones que el viento no recuerda. Viento: puerto nico, movimiento perpetuo hacia lo desconocido. Desiertos (Fragmentos) Las ciudades se deshacen y la tierra es una locomotora de polvo. Slo el poeta sabe casar este espacio. No hay camino hacia mi casa: estado de asedio, las calles son cementerios. Desde lejos, sobre su casa, una luna ensimismada se cuelga en los hilos del polvo. Dije: "Este es el camino a mi casa". Respondi: "No, no pasars", y me apunt con el fusil...
Est bien. Tengo en todos los barrios amigos, y todas las casas del mundo. Caminos de sangre. Los evocaba un nio y su amigo le susurraba: No hay en el cielo sino agujeros llamados estrellas... Encontraron a seres en sacos: el primero sin cabeza el segundo sin manos ni lengua el tercero estrangulado y el resto sin forma y sin nombre. - Te has vuelto loco? Por favor, no hables nunca de esto. Una pgina de libros por los que aparecen las bombas, aparecen las profecas y los proverbios pasajeros, aparecen los mihrabs, alfombra de letras, caen, hilo tras hilo, sobre el rostro de la ciudad desde las agujas del recuerdo. Del vino de la palmera a la calma de los desiertos... a una maana que pasa de contrabando sus entraas y duerme sobre el cadver de los rebeldes... calles, camiones para soldados y grupos... sombras, hombres y mujeres... bombas cargadas de plegarias, de fieles y de herejes, un hierro que supura hierro y se desangra en carne, campos nostlgicos de trigo, hierba y hortelanos, fortalezas que cercan nuestros cuerpos y vierten sobre nosotros oscuridad, la mitologa de los muertos que la vida dice y gua... una palabra que es a la vez vctima, sacrificio y todos los verdugos... tinieblas, tinieblas, tinieblas... Respiro, palpo mi cuerpo, me busco, te busco, le busco a l y a los otros. Cuelgo mi muerte entre mi rostro y esta palabra: la hemorragia... Pronuncia su nombre, di: he dibujado su rostro. Extiende los brazos hacia ella,
sonre. Di: una vez conoc la alegra, una vez conoc la tristeza. Vers que aqu no hay patria... La muerte ha cambiado la forma de la ciudad. Esta piedra es la cabeza de un nio y este humo es un suspiro humano. Departieron con ella, prolongaron la velada. Ella sienta a la noche en su regazo y palpa sus das una hoja vieja. Guarda las ltimas imgenes en sus pliegues. Ellas palpan en su arena, en un ocano de chispas, y sobre su cuerpo hay un campo de gemidos humanos. Semilla a semilla se esparce en nuestra tierra y se conserva el secreto de esta sangre. Oh, campos! Comed nuestros mitos. Hablar de un perfume en las estaciones y de un relmpago en el espacio. Plaza de la torre: figura que susurra sus secretos a los puentes rotos... Plaza de la torre: recuerdo que busca su estado en el polvo y el fuego... Plaza de la torre: desiertos abiertos que los vientos eligen y arrastran... Plaza de la torre: magia que ve cadveres que se mueven. Sus bordes estn en los callejones, sus siluetas estn en los callejones y se escuchan sus gemidos. Plaza de la torre: Oriente y Occidente, los patbulos alzados, mrtires y testamentos. Plaza de la torre: un grupo de caravanas, hiel, leche y almizcle. Las especias inauguran el festival. Plaza de la torre: grupo de caravanas,
trueno, explosin y relmpago, y los torbellinos inauguran el festival. Plaza de la torre. He escrito la historia de esta poca con el nombre de este lugar. Ahora soy un espectro que vaga por un desierto y acampa en una calavera. El espacio es un lmite que se debilita, una ventana que se aleja, y el da son hilos que se cortan en mis pulmones y cosen el cielo, una piedra bajo mi cabeza, todo cuanto he dicho de mi vida y de su muerte se repite en su silencio. Me contradigo? Es cierto, ahora soy semilla y ayer fui cosecha. Estoy entre el agua y el fuego, soy brasa y flor, sol y sombra, no soy seor. Me contradigo? Es verdad... Cerrada est la puerta de mi casa y la oscuridad es tnica, luna plida que lleva en las manos un puado de luz. Mis palabras no pueden dirigir mi gratitud hacia ella. Cerr la puerta, no para encadenar sus alegras sino para liberar sus tristezas. Todas las cosas que vendrn son antiguas. Elige un amigo distinto de esta locura y preprate para permanecer apartado. El sol no ha vuelto a despuntar: se cuela en secreto y oculta los pies en la paja. Espero que la muerte venga una noche, con una almohada en los brazos, agotada con el polvo que cubre la frente del alba, cansada de los suspiros de los hombres.
La noche cae (es una pgina que haba dado a la tinta, a la tinta de la maana que no ha venido). La noche cae sobre el lecho (el lecho preparado para el amante que no ha venido). La noche cae sin ruido (nubes, humo...). La noche cae (un ser en cuya mano hay un conejo o una hormiga). La noche cae (los muros del edificio vibran, todas las cortinas son transparentes). La noche cae (se oyen estrellas mudas que la noche conoce y los ltimos rboles al final de la muralla no recuerdan lo que el viento dice a sus ramas). La noche cae (entre las ventanas y el viento hay un susurro). La noche cae (una luz se filtra, un vecino se tumba desnudo). La noche cae (dos siluetas, un vestido abraza a otro vestido, las ventanas son transparentes). La noche cae (es una mezcla. La luna de la noche cuenta a los zaragelles las quejas de todos los amantes). La noche cae (reposa en su jarra llena de vino, no de arrepentidos. Un hombre solo da vueltas por su cabeza). La noche cae (lleva algunas araas que reposan para los insectos que no atacan ms que a las casas con luz). Ha venido un ngel o son proyectiles, llamadas? Todas nuestras vecinas fueron a hacer la peregrinacin y han vuelto menos atrofiadas y ms presumidas). La noche cae (entra en los pechos de mis das, y nuestras vecinas son mis das). La noche cae (aquel sof, aquella almohada, este pasaje y esa morada). La noche cae (qu contamos? Vino, sopa o carne? La noche se esconde de nosotros, vida de sus vsceras). La noche cae (se divierte un poco con sus caracolas,
con una extraa paloma que ignoramos de dnde vino y con insectos que no vagan por las estaciones del libro que escribe el semen de los animales y las especies). La noche cae (trueno o alboroto de los ngeles que vienen en sus caballos?) La noche cae (delira y se revuelve en su vaso). Quin me mostrar la estrella? Quin me dar la tinta para escribir mi noche? Ha escrito el poema: (Cmo convencerlo de que mi futuro es un desierto?) Ha escrito el poema: (Quin mover la roca de palabras que pesa sobre m?). Ha escrito el poema: (No eres de los nuestros si no matas a tu hermano). Ha escrito el poema: (Cmo comprender este lenguaje cazado entre la pregunta y la poesa?) Ha escrito el poema: (Podr el alba errante abrazar a su sol?) Ha escrito el poema: (Entre el rostro del sol y el horizonte hay un equvoco). Ha escrito el poema: (Que muera...). Me fue concedido ser desgarrado, ser dispersado en un bosque de fuego para alumbrar el camino. Tindeme tu mano afectuosa, devulveme lo que tus noches le han quitado a mi sangriento sol. Oh amigo! Oh fatiga! Despus de que el poeta desgarre el traje del tiempo invitar al viento y le mostrar el camino para que sus dedos se tornen agujas y cosa el espacio con los restos del tiempo. No mueres porque seas un creador o porque tengas este cuerpo. Ests muerto porque eres el rostro eterno. S. Mis sueos tienen derecho a abandonar mi cuerpo, y mi cuerpo tiene derecho a traicionar el insomnio que le frecuenta.
Invito al lobo para que lave el espejo de los corderos: han olvidado su imagen... No hemos vuelto a encontrarnos. No hay entre nosotros ms que renuncia y exilio. Las promesas han muerto, el espacio ha muerto. Slo la muerte es encuentro. Una flor sedujo al viento para que trasladara su perfume. Muri ayer. Cada vez que anuncio: Este es mi pas que se aproxima y ofrece sus frutos en una lengua prxima, otra lengua me exilia a otro pas. Los rboles se inclinan para despedir a las flores que se abren, orgullosas, ponen sus hojas boca abajo para despedir a los caminos semejantes a zanjas, entre suspiros y palabras se despiden. Un cuerpo se viste de arena, cae en su vagar para decir adios. Las pginas de amor de la tinta, el alfabeto y los poetas dicen adios, y el poema dice adios. Toda esta certidumbre que he vivido se desvanece. Todas estas antorchas de mis deseos se desvanecen. Todo lo que haba entre m y la existencia luminosa en mi hgira se desvanece. Ahora comienzo desde el principio...
Traduccin del rabe por Mara Luisa Prieto
el continente: el amor en reposo, lomo animal en la espuma. (Si esa noche -melosa hamaca la noche de Jamaica- la cuchillada a ciegas me hubiera hallado de perfil el corazn, no te habra encontrado, y solo habra sido decepcionante cadver incompleto, mitad de asesinado). Pero esta noche, t bocabajo -yegua al galope arrancndole al sometimiento los frenos en pedazosme abandonas tu dura rosa hendida, no hay peligro, y mi destino en ti tiene lugar. T bocarriba -nave que arremete su proa contra el viento injustome confas tu tajamar de pelo, y no hago la paz: yo s que ambos, continente y muchacha, no estn en retirada: acumulan revueltas bajo el sueo, sedes sin prisa por saciarse, sangres maniatadas, y estallarn pidiendo ms combate al desayuno. (...) Afuera sigue la ciudad y yo renuncio a su fulgor debajo de tu lengua. Parezco triunfador y rehn tu campamento: all se me adhiere tu venda de muslo fiel y urgente, y me muerde tu llama: ocupacin de un adis en vacaciones. La historia se qued en el traje, tirada por la noche en una silla, pero desnudos slo quiero ese nombre que te oigo con la boca, slo la intermitente estatua a dos ombligos y ese mapa de venas donde no me extravo. Contemos en la maana las condecoraciones que nos dej la noche con sus mordeduras, cbrelas con el despojo usual de mi camisa, vsteme de solitario, de viudo, de soltero, y devulveme a los dems (anoche me olvid de su abstinencia al entrar en tus anillos), y niguenme tus abras, cheme tu forma, rehgase con una sola espalda. Y que pueda yo salir -lunes de cada da- a completar la libertad entre los dos, cpula apenas comenzada.
Apagado, precipitado en si mismo, Frente golpeando en la roca, Haciendo que el desconocido abra el muro Entre su cara y la tumba En el reino de las cosas. Ya layl, ya ayn, ya layl, ya ayn, Yo soy el que lleva Desde las ciudades del horror Las llaves del tesoro As que levntate: un abismo ondulado Erguido en mi sendero Y, a mi vez, yo inicio La primera de mis encarnaciones Cayendo entre smbolos. Ya layl, ya ayn, ya layl, ya ayn, En m esencias rezagadas De musgo acutico y chispas Y la pasin Por tejer en telares de nombres; Llevo en mis dedos argollas De tu suelo que se fermenta Con prstino misterio. Si yo digo Oh rboles! Verdes capullos estallan en el cuerpo Y frutas caen en mi boca. Si digo Oh cielo! En las esferas de los ojos Las estrellas de la oscuridad y del da Se redondean. Si digo Oh creacin! Flores del pecho y soleada pelusa Encarnan el estremecer de las ciudades Nacidas de la unin De estirpes de sangre e inscripciones. Ya layl, ya ayn, ya layl, ya ayn, El delirio me desborda, Estaciones de cosecha yacen pesadamente En mi memoria, Mi cabeza, densificada por el poder y la poesa, Cay adelante, yo dormitaba... Mi cuerpo: la tierra excavada; Creacin: un puo de mi arcilla; El pueblo: mis nios;
rabes, Montaas de harina y placer, Campos de balas ciegas, queris un poema sobre Palestina, sobre conquista y sangre? Yo soy un hombre extrao: Tengo el pecho de lluvia Y en mis ojos ausentes Hay cuatro naciones heridas buscando su muerte. Estaba hambriento, Escuchando la triste msica Y dando vueltas en la cama cual gusano de seda Cuando salt la primera chispa. Desierto: t mientes. Para quin es esta muerte prpura y la flor recogida bajo el puente? Para quines son estas tumbas inclinadas bajo las estrellas, esta arena que nos das cada ao cual crcel o poema? Ayer regres este hroe de labios delgados Acompaado por el viento, los tristes caones Y su larga lanza brillando cual puales desnudos. Dadle un anciano o una prostituta, Dadle estas estrellas y las arenas judas. All
En medio de la frente Donde cientos de palabras agonizan Quiero la bala de gracia. Hermanos, He olvidado vuestros rasgos, Aquellos seductores ojos. Dios mo! Cuatro continentes heridos en mi pecho. Crea que conquistara el mundo Con mis ojos azules y mi mirada potica. Lbano: mujer blanca bajo el agua, Montaas de pechos y garras. Grita, mudo, Alza los brazos Hasta que estallen las axilas Y sgueme. Yo soy el barco vaco, El viento cubierto de campanas. Sobre los rostros de las madres y los cautivos, Sobre los versos y metros decadentes Verter fuentes de miel, Escribir sobre rboles o zapatos, Rosas o muchachos. Aljate, desgracia, Bello muchacho encorvado. Mis dedos son largos cual agujas
Y mis ojos son dos hroes heridos. Desde hoy no habr versos. Cuando te derriben, Lbano, Y se acaben las noches de poesa y frivolidad Disparar la bala en mi garganta.
Por tus desiertos infinitos, para protegerte de las desgracias, yo dara las calles y los barrios de Londres. Tal vez muera maana: el mal corta sin contemplaciones la cuerda que ata a la vida los escombros de mi cuerpo, como una casa de muros desgastados por el viento y techo perforado por goteras. Hermanos, dispersados desde el Sur hasta el Norte por caminos, llanuras y altas montaas, hijos de mi pueblo en aldeas y ciudades amadas, no reneguis de los dones de Iraq, habis habitado el mejor pas, entre el verdor y el agua: al sol, luz de Dios, lo inundan el verano y el invierno, no lo olvidis por otro. Esto es un paraso: cuidado con la vbora que repta por su fertilidad. Yo estoy muerto, y un muerto no miente. Reniego de todo pensamiento si el corazn no es su fuente. Resplandor del da, inunda Iraq con tu oro porque del barro de Iraq es mi cuerpo, y del agua de Iraq.
Traduccin: Mara Luisa Prieto
Caen sobre mis hombros? Incontables: las injurias que me causaste Tirito (Ninguna paloma te deja un poema?) Calles cruzadas por... corazn que bate Eres capaz del silencio Entonces por qu, las barras de la prisin se recuestan hacia m?
y chole la bendicin; yo tengo por devocin de santiguar lo que bebo, Franco, fue, Ins, este toque, pero arrjame la bota; vale un florn cada gota de aqueste vinillo aloque. De qu taberna se traxo? Mas ya..., de la del Castillo diez y seis vale el cuartillo no tiene vino ms baxo. Por nuestro Seor, que es mina la taberna de Alcocer; grande consuelo es tener la taberna por vecina. Si es o no invencin moderna, vive Dios que no lo s, pero delicada fue la invencin de la taberna. Porque all llego sediento, pido vino de lo nuevo, mdenlo, dnmelo, bebo, pgolo y voyme contento. Esto, Ins, ello se alaba, no es menester alaballo,Solo una falta le hallo: que con la priesa se acaba. La ensalada y salpicn hizo fin: qu viene ahora? la morcilla, oh gran seora, digna de veneracin! Qu oronda viene y qu bella! Qu travs y enjundia tiene! parceme, Ins, que viene para que demos en ella. Pues, sus, encjase y entre que es algo estrecho el camino, no eches agua, Ins, al vino
no se escandalice el vientre, Echa de lo trasaejo, porque con ms gusto comas, Dios te guarde, que as tomas, como sabia mi consejo. Mas di, no adoras y aprecias la morcilla ilustre y rica? Cmo la traidora pica; tal debe tener especias! Qu llena est de piones! morcilla de cortesanos, asada por esas manos hechas a cebar lechones. El corazn me revienta de placer; no s de ti. Cmo te va? Yo, por m, sospecho que ests contenta. Alegre estoy, vive Dios; mas oye un punto sutil. no pusiste all un candil? Cmo me parecen dos? Pero son preguntas viles; ya s lo qu puede ser: con este negro beber se acrecientan los candiles. Probemos lo del pichel, alto licor celestial; no es el aloqullo tal, ni tiene que ver con l. Qu suavidad! Qu clareza! Qu rancio gusto y olor! Qu paladar! Qu color! Todo con tanta fineza! Mas el queso sale a plaza la moradilla va entrando, y ambos vienen preguntando por el pichel y la taza. Prueba el queso, que es extremo el de Pinto no le iguala;
pues la aceituna no es mala bien puede bogar su remo. Haz, pues, Ins, lo que sueles, daca de la bota llena seis tragos; hecha es la cena, levntense los manteles. Ya que, Ins, hemos cenado tan bien y con tanto gusto, parece que ser justo volver al cuento pasado. Pues sabrs, Ins hermana, que el Portugus cay enfermo... Las once dan, yo me duermo, qudese para maana.
como sudario. Si llegaba a concluirla tendra yo sin mora que elegir un esposo. Me cautiv la idea que al levantarse el sol me pona a tejer y desteja por la noche. As pas tres aos pero ahora, Odiseo, mi corazn suspira por un joven tan bello como t cuando eras mozo tan hbil con el arco y con la lanza. Nuestra casa est en ruinas y necesito un hombre que la sepa regir Telmaco es un nio todava y tu padre un anciano preferible, Odiseo que no vuelvas los hombres son ms dbiles no soportan la afrenta. De mi amor hacia ti no queda ni un rescoldo Telmaco est bien ni siquiera pregunta por su padre es mejor para ti que te demos por muerto. S por los forasteros de Calipso y de Circe aprovecha Odiseo si eliges a Calipso recuperars la juventud si es Circe la elegida sers entre sus chanchos el supremo. Espero que esta carta no te ofenda no invoques a los dioses ser en vano recuerda a Menelao con Helena por esa guerra loca han perdido la vida nuestros mejores hombres y estas t donde estas. No vuelvas, Odiseo te suplico. Tu discreta Penlope
No, materia adherida y tristsima que una postrer mano, la ma misma, hubiera al fin de expulsar. No: alma ms bien en que todo yo he vivido, alma por la que me fue la vida posible y desde la que tambin alzar mis ojos finales cuando con estos mismos ojos que son los tuyos, con los que mi alma contigo todo lo mira, contemple con tus pupilas, con las solas pupilas que siento bajo los prpados, en el fin el cielo piadosamente brillar.
Que los mios ojos como ros correm del dia que vus vi. Ermanos e primos e tios Todo los yo por vos perd Si vos non pensades de m. f!
Infierno Canto VIII: ADULADORES (Fragmento) Llegamos caminando estrechamente donde el segundo muro se cruzaba y sujetaba otro arco de aquel puente. All sentimos gente que lloraba en la otra bolsa, dando resoplidos y con sus propias manos se golpeaba. De un sarro estn los muros guarnecidos que trae de abajo un hlito asqueroso por el que ojo y nariz son ofendidos. Tan oscuro es el fondo de ese foso que slo puede verlo el que ha llegado donde el arco se eleva ms airoso. All fuimos y luego he contemplado
gente hundida en estircol: se dira en letrinas humanas cosechado. Mientras mi vista el fondo recorra, vi a uno con tanta mierda en la cabeza que ni laico ni fraile pareca.
Por qu tanto te gusta -al verme empiezamirarme ms que a la otra sucia gente? porque si mi memoria no tropieza Te he visto con el pelo reluciente y Alessio Interminei, de Luca, eras: por eso te mir fijamente. Y l dando en su testuz puadas fieras: Aqu me hundi mi lengua malhadada nunca harta de palabras lisonjeras
PURGATORIO Despedida de Virgilio ( Fragmento) Virgilio se volvi y me dijo tales palabras, y presagio que agasaje ms que ste no escuch ni otras iguales. Tanto querer sobre el querer atraje de estar arriba, que al subir el tajo para volar creca mi plumaje. Cuando ya la subida qued abajo, tras de pisar el escaln supremo Virgilio me mir y as me atrajo Y dijo:El temporal y el fuego eterno has visto, y has llegado hasta esta parte en la que por m mismo no discieno. Te he conducido con ingenio y arte; desde aqu tu deseo te conduce; de escarpas y estrechez logr sacarte. Contempla el sol que frente a ti reluce, de hierba, flor y arbustos los destellos ve que la tierra de por s produce.
Mientras llegan los ledos ojos bellos que junto a ti llevronme llorando, puedes sentarte o bien andar entre ellos. Ya mi tutela no andars buscando: libre es tu arbitrio y sana tu persona y hars mal no plegndote a su mando y por eso te doy mitra y corona.
PARASO Cielo X: ngeles y Bienaventurados (Fragmento) Y como nieve a la que el sol deshila as el viento, en las hojas arrastrada, se perdi la sentencia de la Sibila. Oh, suma luz que ests tan elevada sobre el mortal concepto, da a mi mente algo de lo que diste a mi mirada Y haz la lengua ma tan potente que una chispa tan slo de tu gloria pueda dejar a la futura gente Que por tomar un algo en mi memoria y por sonar un poco con mi verso y viviente me habra yo perdido Si mi mirar le hubiese sido adverso recuerdo que por ello ms ardido fui contemplando,tanto que quedse Mi mirar al valor eternamente unido. Gracia abundante en la que audaz lanzase mi rostro a sostener la luz eterna, Tanto que all mi vista consumise!. en su profundidad vi que se interna con amor en un libro encuadernado, Lo que en el orbe se desencuaderna; sustancias y accidentes, todo atado con sus costumbres, vi yo en tal figura Que una luz simple es lo por m expresado la forma universal de esta atadura
Pero las dems no comprenden nada y no abren la boca sino para mamar.
Temes que se te sequen los grandes rosales del da, las tristes azucenas letales de tus noches?
Algunas canciones annimas del Cancionero y romancero annimo espaol de Dmaso Alonso
Judeo-espaol de Salnica Ya sali de la mar la galana con su vestido rosa y blanco ya sali de la mar. Entre la mar y el ro nos creci un rbol de bembro. Ya salio de la mar. La novia ya sali del bao el novio ya la est esperando. Ya sali de la mar. Entre la mar y la arena nos creci un rbol de almendra. Ya sali de la mar.
bembro: membrillo
Judeo-espaol de Melilla La novia destrenza el pelo; se desmaya el caballero. Quin lo ir a buscar? Quin lo ir a buscar, al novio? Quin lo ir a buscar? Nubes andan por el cielo, agua iban revertiendo. Quin lo ir a llamar?
Quin lo ir a llamar, al novio? Quin lo ir a llamar? Que mis amores ya los tengo. Quin lo ir a llamar?
Judeo-espaol de Larache Ya traemos la vaca con los cuernos daljabaca para las bodas Ay, qu lindas y qu bodas! Ya traemos el carnero y con los cuernos dasero para las bodas. Ay, qu lindas y qu bodas! Ya traemos a la vaca con los cuernos de oro y plata para las bodas. Ay, qu lindas y qu bodas!
Ms canciones annimas del Cancionero y romancero annimo espaol de Dmaso Alonso I Si los delfines mueren de amores, Triste de m! Qu harn los hombres que tienen tiernos los corazones? Triste de m! qu harn los hombres?
II Perdida traigo la color: todos me dicen que lo he de amor Viniendo de romera encontr a mi buen amor. Perdida traigo la color todos me dicen que lo he de amor
III Abaja los ojos, casada, no mates a quien te miraba. Casada de pechos hermosos, abaja tus ojos graciosos: no mates a quien te miraba. Abaja los ojos, casada: no mates a quien te miraba.
IV Por una vez que los ojos alc dicen que yo lo mat; as, vaya, madre, virgo a la vigilia, como al caballero no le di herida. Dicen que yo lo mat.
V Agora que s de amor me metis monja? Ay, Dios qu grave cosa Agora que s de amor de caballero, agora me metis monja en el monasterio. Ay, Dios qu grave cosa
VI Nia, ergudeme los ojos que a mi enamorado me han. No los alces desdeosos, sino alegres y amorosos que mis tormentos penosos en verlos descansarn. De los muertos haces vivos de los libres cautivos no me los alces esquivos que en vellos me matarn. Nia ergudeme los ojos que a m enamorado me han
VII Por qu me bes Perico? Por qu me bes el traidor? Dijo que en Francia se usaba y por eso me besaba y tambin porque sanaba con el beso su dolor . Por qu me bes Perico? Por qu me bes el traidor?
ser necesario que se rompan las cadenas. Quien no acepte el anhelo de vivir se evaporar en el aire de la vida desvanecindose. Malhaya quel que la vida no priv de la bofetada de la nada victoriosa! As me dijeron todas las cosas creadas as me hablo su alma escondida. Rugi el viento entre los desfiladeros, en la cumbre de las montaas, bajo los rboles: -Cuando me lanzo a un objetivo cabalgo en el deseo y olvido la prudencia: no esquivo la dureza de los senderos ni la llama de fuego incandescente. Quien no gusta escalar montaas vive siempre en agujeros.. -Madre!Odias a los hombres?pregunt a la tierra y ella me respondi: -Bendigo a los ambiciosos y a quienes gustan afrontar el peligro. Maldigo a quien no avanza con el tiempo y se contenta en vivir como las piedras. El Universo est vivo, ama la vida, desprecia a los muertos, por grandes que sean. El horizonte no se cubre con pjaros muertos ni la abejas besan las flores marchitas. Si no fuera por mi amoroso corazn de madre no se cerraran las fosas de aquellos muertos. Mahhaya a quien la vida no priv de la maldicin de la nada victoriosa!
Traduccin Leonor Martnez Martn
como sandalias del viento puestas a secar al sol. Yo y mi sombra, ngulo recto. Yo y mi sombra, libro abierto. Sobre la arena tendido como despojo de mar se encuentra u nio dormido. Yo y mi sombra, ngulo recto. Yo y mi sombra, libro abierto. Y ms all, pescadores tirando de las maromas amarillas y salobres. Yo y mi sombra, ngulo recto. Yo y mi sombra, libro abierto.
la alondra desde el alba para espantar la noche; como los valles bajan cargados con las flores del espliego, como la sombra larga de la torre que avanza por la plaza. Sus pies desnudos en la orilla oyes, hueles su sombra ardiente en las luces cadas del rojo atardecer. Como un viento de abejas, oyes la savia lenta alimentando el fuego de la mano que te busca y en los labios escuchas los trigales de mayo con brisa de amapolas. La piel amada, el tiempo detenido, la luz de oro sobre las ramas altas, los dulces claros ojos, los aires y el cabello, la palabra oscura en el hondn del ro y el silencio de ella. La mejilla entregada, el valle solitario bajando con el ro, las piedrecillas blancas debajo del cantar del agua clara... Pero, al tocar sus hombros, de la espalda se alza una paloma triste. Y es la noche.
y reclinados los brazos desnudos, slo con pulseras tan (pero tan) preciosas, y un angelito encima, en su pequeo nicho hecho nube, resguardndolo, dulce. Un poema as quisiera. Mucho ms todo que las dignidades griegas de equilibrio. Un poema hecho de excesos y dorados, y todava muy bello en su pujanza oscura y mstica. Ah, como quisiera yo un poema diferente de la pureza del granito, y de la pureza del blanco, y de la transparencia de las cosas transparentes. Un poema exultando en la angustia, un largo rododendro color de sangre. Una alameda entera de rododendros por donde el viento, al pasar, se detuviera deslumbrado y en desvelo. Y all se quedara, aprisionado en el cntico de sus pulseras tan (pero tan) preciosas. Desnudo, de redondas formas, tal poema quisiera. Una contrarreforma del silencio. Msica, msica, msica llenndole el cuerpo y el cabello trenzado con flores y serpientes, y una fuente de espanto polifnico escurrindosele por los dedos. Reclinado en divn forrado de terciopelo, su desnudez redonda y plena hara a grifos y sirenas empalidecer. Y a los pobres templos, de lneas tan contenidas y tan puras, temblar de miedo solamente de la fulguracin de su mirar. Dorado. Msica, msica, msica y la explosin del color. Espiando desde el fondo de tres siglos, un Murillo callado, al ver que simples eran sus ngeles junto a los ngeles desnudos de este poema, cantando en conjuncin con otros astros de oro salmodias de amor y de perfecto exceso. Gngora empalidece, como los grifos, ahora que lo contempla. Esta contrarreforma del silencio. Su mano alzada rumbo al cielo, cargada de nada.
el gigote encoge la vejiga natatoria los huevos hacen que los brazos queden torcidos el queso influye en el sentido del olfato el rbano blanco influye en el gusto las pasas influyen en el odo los rbanos limitan el horizonte los guisantes impiden el crecimiento la coliflor impide ver el paisaje el desayuno quita el apetito la cena lo agudiza los alimento no son buenos para el estmago la vida es malsana am am am.
Traduccin: Francisco J. Uriz
Blanco en lo blanco Haz una llave, aunque sea pequea, entra en la casa. Consiente en la dulzura, ten piedad
de la materia de los sueos y de las aves. Invoca el fuego, la claridad, la msica de los flancos. No digas piedra, di ventana. No seas como la sombra. Di hombre, di nio, di estrella. Repite las slabas donde la luz es feliz y se demora, vuelve a decir: hombre, mujer, nio. Donde la belleza es ms nueva.
Versin de Anbal Nez
Yo te di huesos anclas pequeitas para que te encallaras en la sal de las puertas y dije las palabras que as existen filtros de Melibea brujas lquidas o la voz fuerte de Rilke el poeta: retenle s, retenle. "De una nia de provincias que se vino a vivir en un Chagall"1980
Envejecimos cien aos aunque esto sucedi slo en una hora. Se terminaba ya el corto verano; humeaban las llanuras labradas. De repente se abigarr el camino quieto; vol el llanto como un toque de plata. Cubrindome el rostro supliqu a Dios que me matase antes de la primera batalla. Desaparecieron las sombras de goces y pasiones de la memoria, como una carga intil. Y una vez vaca, el Seor le orden convertirse en un libro de noticias terribles.
(1) El comienzo de la primera guerra mundial
de lo que el querer se duele ni el querer lo dejar. Bien sabe Dios que yo quise poder aquello rehuir, mas la voluntad primera no lo quiso consentir. Amar la hiciera traidora pero no har desamar: de lo que el querer se duele, ni el querer lo dejar. Cuanto tengo ya te he dado, pues voluntad ha vencido; ya no est en mi libertad no querer lo que he querido. Si ms pudiese, pastora, cmo te lo iba a negar: de lo que el querer se duele ni el querer lo dejar. Aunque ingrata t me fueras, no podra desamarte, que no quiere mi querer sino poder contentarte. Descontento yo estuviera si no viniera a pensar: de lo que el querer se duele, ni el querer la dejar.
Annimo africano
Hambre El hambre hace a una persona subirse al techo y agarrarse a las vigas. Hace a una persona echarse, pero no sentirse en reposo; a una persona echarse, incapaz de moverse. Echarse
y contar las vigas. Cuando un musulmn no est hambriento, dice: Tenemos prohibido comer mono. Cuando Ibrahin est hambriento se come hasta un mandril! Cuando el hambre golpea a una mujer en el harn ella se echar a la calle de da. El que est hambriento no se preocupa por los tabes. El que est hambriento no se preocupa por la muerte. El que est hambriento tomar del dinero de la ofrenda. Cuando la muerte toca a la puerta el hambre le abrir. El "llen mi barriga ayer" no le incumbe. No hay dios como nuestro estmago, tenemos que ofrendarle diariamente. Que el que coma no se regocije. Que el que est hambriento no d paso a la pena. La satisfaccin sucede al hambre El hambre a la satisfaccin.
Traduccin: Rogelio Martnez Fivee
gansea, pide y juega del vocablo. Cumplidos los cincuenta da en santera. A los cincuenta y cinco hecha retablo, nia, moza, mujer, vieja, hechicera, bruja y santera, se la lleva el diablo.
Su bramido es como el trueno del can turco en la escapada de la orilla. Mi toro es oscuro como la nube de lluvia en la tormenta. Es como el verano y el invierno. Una mitad de l es oscura como la nube de tormenta, la otra es clara como la luz del da. Su lomo brilla como el lucero del alba. Su frente es roja como el pico del clao. Es como una bandera, llamando a la gente desde la lejana. Mi toro se parece al arco iris. Le dar de beber en el ro. Con mi lanza arrojar al enemigo. Que le den de beber a sus rebaos en el pozo. El ro nos pertenece a m y a mi toro. Bebe, toro mo, del ro; estoy aqu para protegerte con mi lanza del leopardo.
Traduccin: Rogelio Martnez Fivee
Oh pordiosero, el paraso Es slo un aliciente; El verdadero objetivo Es la casa del propio Dios. Ayunar es slo ahorrar pan. La plegaria formal es asunto De ancianos. Peregrinar es un placer del mundo. Conquista el corazn, Dominarlo es en verdad un triunfo. Aunque pudieras caminar sobre el agua, No seras mejor que una paja. Aunque pudieras volar por el aire, No seras mejor que una mosca. Conquista tu corazn Para que puedas ser alguien. Un hombre puede estudiar durante setenta aos Y no encender la luz. Otro puede no haber aprendido nada en toda su vida Pero oye una palabra Y sta le consume. En esta senda la discusin de nada sirve; Busca y quizs encuentres la verdad.
nmero impdico y cabalstico 63y3 933y3 la trinidad que se vuelve a encontrar la trinidad en todas partes . Con la dualidad pues 6 es dos veces 3 y trinidad 9 tres veces 3 69 dualidad trinidad y los arcanos seran an ms sombros pero tengo miedo a sondearlos Quin sabe si no se halla aqu la eternidad por encima de la roma muerte que se divierte con dar miedo? Pero el tedio me envuelve con un vago sudario de lgubre encaje, esta noche.
Escrivi una carta, e cerrla con cera; dila a Apolonio que mensajera era, que la diese al rey que estaba en la glera.. Sabet que fue ana andada la carrera Abri la carta el rey, y fzola catar, la carta deza esto, spola bien dictar; que con el pelegrino quera ella casar, que con el cuerpo solo estorci de la mar. Fzose de esta cosa el rey maravillado, non poda enterder la fuera del dictado, demand que cual era ell infante venturado, que lidi con las ondas e con el mar airado... Dio Apolonio la carta a leyer si podri por ventura la cosa entender; vio el rey de Tiro qu ava de seyer, comenole la carta toda a embermejar. Fue el rey metiendo mientras en la razn, fusele demudando todo el corazn, ech Apolonio mano al cabeon, apartose con ell sin otro nuyll valln. Dixo: Yo te conjuro, maestro e amigo, por ell amor que yo tengo establecido contigo, como t lo entiendes, que lo fables conmigo;
pues nunca la vi, por mi fe. Nada ha hecho que me agrade o me disguste y no me importa en absoluto, que nunca hubo normando ni francs en mi casa. VI Nunca la he visto y mucho la amo, jams obtuve de ella favor ni disfavor; cuando no la veo, hago caso omiso: no doy a cambio un gallo. Que s de una ms gentil y hermosa, y que ms vale. VII No s en qu lugar habita, si es en montaa o si es en llano; no me atrevo a decir la sinrazn que me hace, prefiero callar; y mucho me pesa que ella se quede aqu: por eso me voy. VIII Mi poema est hecho, no s sobre qu. Me propongo enviarlo a aquel que, por medio de otro, lo enviar a Poitou, de mi parte; y le ruego que de su estuche me haga llegar la contraclave.
la brisa me ha narrado de ella un decir aprendido del dolor y de mi pasin, de la tristeza y de mi sufrimiento, del xtasis y de mi razn, de la nostalgia y del amor de las lgrimas y de mis ojos, del fuego y de mi corazn Aquella a quien amas slo est en tu pecho y la brizan tus suspiros Yo le dije: Hazle saber que ella es quien causa el fuego de mi corazn. Slo puede apagarlo la unin eterna y si arde ms no es culpa del amante
y en la csmica cifra la individual presencia, y la razn que ana las cosas y los seres. Me entregan su perfume las formas pasajeras, y la pgina en blanco su musical acento; y explico lo que hace las hojas ms ligeras, y de la rama un brazo levemente ms lento. Innoble en la tormenta de la poca gris; avasalla mi norma la lumbre justiciera; yo pinto la esperanza... Yo soy Henri Matisse que le anticipa al mundo lo que del tiempo espera.
Versin de Jos ngel Valente
que estando en la adolescencia desatiende la prudencia de sus padres con desprecio. al que en s propio confa como en recurso fecundo e ignorando lo que es mundo Englfase en l sin gua. quien as intenta negar la veneracin debida en el campo de la vida se pudre sin madurar.
Convert los harapos en coronas. Y cuando transform el veneno en miel la dulce forma se mantuvo intacta. Hilando el hilo del insulto a veces tej la gentileza o la blasfemia. Y en el atrio patricio la ceniza de los muertos cambi en un dios de piedra: En esa alta frontera de dos mundos fue mi deber velar desde la altura. Mis tristezas amargas, mis dolores, en un solo violn se acumularon a cuyo son puede el seor bailar como si degollaran un carnero. Del fango, de las llagas, del horror, hice que renaciera la belleza. El ltigo de ayer es hoy palabra, es el dulce castigo para el hijo por el crimen de todos y las crceles. Es el derecho de una rama oscura que sale de la selva hacia una estrella y as como un racimo de verrugas se anuncia el fruto del dolor humano. Perezosa, tendida en el sof, ay, la princesa sufre por mi libro. Porque, letra de fuego o de herrera, en mi libro se casan y se funden como el hierro quemante y la tenaza. El siervo lo escribi. El seor lo lee, pero no ve en el fondo de sus letras la clera de mis antepasados.
Esponsales Quieres ser tu mi tierra con sembrados, con vias, con estanques, con bosques, con arroyos y animales salvajes? Las vacas traern sus ubres llenas
y mugirn en nuestra puerta adornada de acacias y de flores azules. Las comadrejas jugarn en el patio con lechones y patos, con polluelos de seda, sin daarlos. Cantarn uno a uno los granos de maz y espantarn las nubes de mosquitos. Los altos arces frente a nuestra terraza mientras el gallo canta movern sus follajes. Traeremos grandes cestas de flores y con ramas de mimbre entre ambos tejeremos nuestro nido. Y con la lana en vellones formaremos la cuna de los gatos. Quieres ser mi jardn, de esbeltas hierbas y de terciopelo?
Versin de Pablo Neruda
En lemosn son mi primer vagido cuando del pezn materno la dulce leche beba; en lemosn el seor oraba cada da y cantos lemosines soaba cada noche. Si cuando me hallo solo, con mi espritu hablo, en lemosn lo hago, que otra lengua no entiende, entonces mi boca no sabe mentir ni miente, pues ms razones surgen del centro de mi pecho. Surge, pues, para expresar el afecto ms sagrado que en corazn de hombre pueda grabar la mano del cielo, oh lengua ms dulce a mis sentidos que la miel, que las virtudes me devuelves de mi edad inocente. Surge, y grita por el mundo que jams mi corazn, ingrato, cesar de cantar la gloria de mi patrn y pase por tu voz su nombre y su memoria hasta los propios, los extraos y la posteridad.
Traduccin: Mara Teresa Bravo
slo por una burbuja, por una aleta ladeada, asida la hembra debajo por el largo pene prensil; que no hay mayor esplendor del gris que cuando la luz lo platea. Su respiracin profunda es una exhalacin. Y Dios vio que era bueno que las ballenas se amaran y jugaran con sus cras en la laguna mgica. Y Dios dijo: Siete ballenas juntas hacen una procesin. Cien hacen un amanecer. Y las ballenas salieron a atisbar a Dios entre las estras danzantes de las aguas. Y Dios fue visto por el ojo de una ballena. Y las ballenas llenaron los mares de la tierra. Y fue la tarde y la maana del quinto da.
escamas y conservaba el olor del mar Se notaba por detrs de sus caderas estrechas La huella de lo que haba sido una aleta El mar rechaza explosiones nucleares y lneas divisorias El feto lloraba lleno de vida en su lquido amnitico Aquel agua que ella haba trado en aquellos tiempos en que subi hasta nosotros
Traduccin: Mara Teresa Trabajo
Que todos esos escribas escupan sobre nosotros, que nos escupan por costumbre o por mana, que nos escupan porque son castrados de espritu, porque no pueden percibir los matices, los barros cristalinos, las tierras giratorias donde el espritu encumbrado del hombre se transforma sin cesar. Nosotros hemos captado el pensamiento mejor. Venid. Salvadnos de estas larvas. Inventad para nosotros nuevas viviendas.
que alumbra, y abre el da, y es bello en su esplendor, y lleva por los cielos noticia de su autor. Y por la hermana luna, de blanca luz menor, y las estrellas claras, que tu poder cre, tan limpias, tan hermosas, tan vivas como son, y brillan en los cielos: loado, mi Seor! Y por la hermana agua, preciosa en su candor, que es til, casta, humilde: loado, mi Seor! Por el hermano fuego, que alumbra al irse el sol, y es fuerte, hermoso, alegre: loado mi Seor! Y por la hermana tierra, que es toda bendicin, la hermana madre tierra, que da en toda ocasin las hierbas y los frutos y flores de color, y nos sustenta y rige: loado, mi Seor! Y por los que perdonan y aguantan por tu amor los males corporales y la tribulacin: felices los que sufren en paz con el dolor, porque les llega el tiempo de la consolacin! Y por la hermana muerte: loado, mi Seor! Ningn viviente escapa de su persecucin; ay si en pecado grave sorprende al pecador! Dichosos los que cumplen la voluntad de Dios! No probarn la muerte de la condenacin! Servidle con ternura y humilde corazn. Agradeced sus dones, cantad su creacin. Las criaturas todas, load a mi Seor.
II Seor, hazme un instrumento de tu paz; donde haya odio, ponga amor; donde hay ofensa, perdn; donde hay duda, fe; donde hay desesperanza, esperanza; donde hay tinieblas, luz; donde hay tristeza, alegra. Oh Divino Maestro, que no busque yo tanto. Ser consolado como consolar. Ser comprendido como comprender. Ser amado como amar. porque dando se recibe. Perdonando se es perdonado.
es en tu mano lago abuelo con doce templos a la orilla. De all parti tu pueblo nio -modela, pinta, esculpe, tejea la conquista de la aurora. Polvo de luz en la tiniebla, lnea del sol en la canora carne del cuenco de mi mano, caracol hondo en que palpitan atlantes ros acolchados y otros ms rpidos, suicidas. Oigo pegando mis odos al mapa vivo de tu suelo que llevo aqu, aqu en las manos, repicar todas tus campanas, parpadear todas tus estrellas. Al desposarme con mi tierra haced, amigos, mi sortija con la lucirnaga ms sola. La inmensa noche de mi muerte duerma mi sien sobre mi mano con la lucirnaga ms sola.
se lo vender al mejor postor. Y si nadie quiere comprrmelo al diablo se lo ofrecer. Robar, puro el corazn, y, si es preciso, matar. Ser atrapado y luego ahorcado. La santa tierra me cubrir y la fatal hierba crecer desde mi hermoso y puro corazn.
Versin: Gustavo Adolfo Becerra
la llamarada solar... sin tu presencia no podr sentir este amor suyo... Mas la sbita revelacin de tu cuerpo enfrindose en la tierra fue saber que le amas en cualquier lugar hasta en este sitio sin memoria, este reino del hambre. Como una semilla roja en la mano que olvidaste que aprietas, llevas tu amor... El necesita ver para creer y est oscuro. Atrs, atrs..., le susurras, pero quiere que vuelvas a alimentarlo, Eurdice, puado de tul, pequea venda, soplo de aire fro, no se llamar Orfeo tu libertad...
trae uno de sus das soleados y dulces en los que ya se siente rozar la Primavera. Desde este mirador veo Crdoba: sus torres y sus casas baadas en el sol de la tarde, con un silencio apenas roto por unos pjaros o por llantos de nios en las casas cercanas. A veces toda la ciudad vibra entera y el aire es dulcemente rasgado por la campana de un convento que toca a Vsperas. Primero es el Cster, luego la Encarnacin, lejos se oyen apenas Santa Isabel y el Corpus. Despus viene el silencio a dominar de nuevo. Por la campia se vuelve el aire tenuemente violeta y en la sierra los montes oscuramente azules, acaso no es la tarde como una nueva aurora? San Jernimo cubre su perfil de naranjas. Un rumor de caballos sube desde la calle. Las campanas repiten su llamada insistente y los pjaros huyen de las torres. El ngelus se extiende en toda Crdoba entre sol y silencio. En la blanca azotea de un convento apartado del mundo por ligeras celosas de madera, una monja recoge las ropas ya secadas. La ltima campana ha cesado. Imperceptiblemente la tarde va dejando jirones de s misma en las cumbres ms altas de Sierra Morena. Lejos hacia Granada las luces van huyendo y ni un rayo de sol queda ya en los tejados. Los jardines ocultos van despertando al fro y de un balcn oscuro surge un rumor de msica. La noche viene lenta casi como la muerte que se espera, no llega y de pronto ha llegado.
la selva invade el lanchn, la luna, bola de sangre, la devor el tiburn, las olas vuelan tiosas rizadas por un cicln, "Pilar" navega sin rumbo bajo un diluvio de ron... En el Caribe se vive como se escribe, se escribe como se vive, en el Caribe. Bajo la noche guajira Hemingway delira. Una sirena pica es proa de mascarn, una bandera, a jirones, lleva pintado el blasn: "Cabeza de cocodrilo y cuerpo de Camarn..." Gregorio, el viejo marino, an sigue siendo el patrn... Una langosta mulata anda buscando el timn, y llora una viuda negra sobre la tripulacin... Lejana, 'Finca Viga' sufre una alucinacin... Ernest, el aventurero, se bate contra el Dragn... En el Caribe... y se bebe y se mueve y se bebe en el Caribe... y se mueve y se bebe y se mueve en el Caribe... al comps del viejo son... Bajo la noche guajira Hemingway delira.
de manos generosas y reales; si aqu os ofrezco (aunque en metal no digno) las perlas que en las faldas orientales verti, llorando, la que pudo y quiso del siglo ser infierno y paraso. Y entre esta y la otra perla, o fino grano de aljfar, que la crespa concha cra, aqu el rub y all el diamante ufano, que el uno al otro al sol vencer porfa, de aquel minero antiguo y soberano de vuestra singular genealoga, y del principio suyo, con que ha sido el orbe tanto tiempo esclarecido. De aquel Bernardo, aquella gloria, digo, de Espaa y Francia, y de una y otra espanto, que de ambas fue ya amigo, ya enemigo, con pecho siempre leal y celo santo; de tanto peso es ser de aquel Rodrigo origen, que lo es vuestro, y darle es tanto escaques de armas de nclitos varones, en que l pintase al fin vuestros girones. Mas t de un claro espritu y divino, oh musa, colma ya mis duras venas!, pues sabes los secretos por do vino a ser lo que sospecha el vulgo apenas, diciendo, en alto estilo o peregrino, las cosas de misterios tantos llenas, cubiertas de tinieblas y de errores, no sin afrenta y culpa de escritores. Sabrse por qu causas fue movida a fatigar los reinos del oriente, de saa, y de furor, y ira encendida, la emperatriz de la tartrea gente all do est la luz siempre escondida, y donde nunca el Sol mostr su frente, sobre el cimerio Bsforo, a aquel lado por donde el norte eriza el mar helado
los lmites del Ser y el Ideal. Te quiero en el vivir ms cotidiano, con el sol y a la luz de una candela. Con libertad, como se aspira al Bien; con la inocencia del que ansa gloria. Te quiero con la fiebre que antes puse en mi dolor y con mi fe de nia, con el amor que yo cre perder al perder a mis santos... Con las lgrimas y el sonrer de mi vida... Y si Dios quiere, te querr mucho ms tras de la muerte. Dilo, dilo otra vez... Dilo, dilo otra vez, y repite de nuevo que me quieres, aunque esta palabra repetida, en tus labios, el canto del cuclillo recuerde. Y no olvides que nunca la fresca primavera lleg al monte o al llano, al valle o a los bosques, en su entero verdor, sin la voz del cuclillo. Me saluda en las sombras, amado mo, incierta, esa voz de un espritu, y en mi duda angustiosa, clamo: Vuelve a decir que me quieres! Quin teme un exceso de estrellas, aunque los cielos colmen, o un exceso de flores ciendo todo el ao? Di que me quieres, di que me quieres: renueva el taido de plata ; mas piensa, amado mo, en quererme tambin con el alma, en silencio.
Versin de Carlos Pujol
que ha llegado antes la tumba de Saladino y la ciudad de Hittin. Hemos vendido los jardines de Babel, las flores y capullos en los mercados del mundo, hemos vendido los dedos y los anillos. No nos queda ms que las pirmides, y qu pesadas son sus piedras! La esfinge est herida, morir si no abandona esta tierra, si no se quita de su frente el cuchillo. Perdn, seora. Hemos vendido el ltimo atad, hemos arrojado al ro el ltimo tintero y hemos degollado al ltimo gallo que cantaba. No nos queda ms que Dios, que corre cual gacela verde perseguida por todos los perros de caza y galopantes mentiras. Le perseguiremos. Cazaremos a Dios para usted. Los que vendieron al poeta, seora, vendern tambin a Dios
Traduccin: Mara Luisa Prieto
El Poeta es semejante al prncipe del cielo que puede huir las flechas y el rayo frecuentar; entre mofas y risas exiliado en el suelo, sus alas de gigante le impiden caminar.
Versin de Ignacio Caparrs
esperando la mano de nieve que sabe arrancarlas! Ay! pens. Cuntas veces el genio as duerme en el fondo del alma, y una voz, como Lzaro, espera que le diga: Levntate y anda!
Traduccin: C. G. Moral
los veranos ardientes; venga el invierno fro, y danos por albergue el bosque umbro, dejndonos vivir independientes, donde jams oigamos la zampoa aborrecida, que nos da la roa, ni veamos armado del maldito cayado al hombre destructor que nos maltrata, y nos trasquila, y ciento a ciento mata. Suelta la liebre pace de lo que gusta, y va donde le place, sin zagal, sin redil y sin cencerro; y las tristes ovejas duro caso! si hemos de dar un paso, tenemos que pedir licencia al perro. Viste y abriga al hombre nuestra lana; el carnero es su vianda cuotidiana; y cuando airado envas a la tierra, por sus delitos, hambre, peste o guerra, quin ha visto que corra sangre humana? en tus altares? No: la oveja sola para aplacar tu clera se inmola. l lo peca, y nosotras lo pagamos. Y es razn que sujetas al gobierno de esta malvada raza, Dios eterno, para siempre vivamos? Qu te costaba darnos, si ordenabas que fusemos esclavas, menos creles amos? Que matanza a matanza y robo a robo, harto ms fiera es el pastor que el lobo". Mientras que as se queja la sin ventura oveja la monda piel fregndose en la grama, y el vulgo de inocentes baladores vivan los lobos! clama y mueran los pastores! y en sbito rebato
cunde el pronunciamiento de hato en hato el senado ovejuno "ah!" dice, "todo es uno".
Aunque estaba pronta a entregarse, me abstuve de ella, y no obedec la tentacin que me ofreca Satn. Apareci sin velo en la noche, y las tinieblas nocturnas, iluminadas por su rostro, tambin levantaron aquella vez sus velos. No haba mirada suya en la que no hubiera incentivos que revolucionaban los corazones. Mas di fuerzas al precepto divino que condena la lujuria sobre las arrancadas caprichosas del corcel de mi pasin, para que mi instinto no se rebelase contra la castidad. Y as, pas con ella la noche como el pequeo camello sediento al que el bozal impide mamar. Tal, un vergel, donde para uno como yo no hay otro provecho que el ver y el oler. Que no soy yo como las bestias abandonadas que toman los jardines como pasto.
Cuando el dolor se prolonga, cuando la vigilia se apodera de mis prpados, mi propio sufrir me sirve de descanso: Mtodo que fund Chamil y cuya rigidez aumentaron los que, como yo, vinieron despus.
Vos os habis alejado y yo tambin; mis caderas se ha resecado por el violento amor y mis lgrimas no se agostan. Cuando mis ntimos pensamientos vuelan para hablaros en secreto al odo, estoy prximo a morir de dolor, mientras procuro sufrir con paciencia. Al perderos, los das se han transformado, se han vuelto sombros, mientras que antes, gracias a vos, incluso las noches eran resplandecientes. Cuando el fin de la vida era desinteresarme de todo que no fuera nuestro cario, y la fuente donde abrevaba mi gozo era pura por la sinceridad de nuestro amor. Cuando inclinbamos hacia nosotros las ramas de la intimidad, que nos tendan sus frutos maduros, frutos que a manos llenas cogamos. Ojal pueda mi fidelidad ser regada por la ola primaveral de la dicha! Pues t eres para mi alma el perfume que la embalsama. No pienses que tu ausencia, lejos de m, cambiar mi corazn, aunque se prolongue; el alejamiento no cambia el corazn de los que aman. Lo juro por Al! Nada ha buscado mi deseo para reemplazarte; mis votos no se han alejado de ti. Oh relmpago que surcas la noche, vete de madrugada a palacio; derrama el aura de la felicidad sobre la que me daba a beber el vino puro del amor y la pasin! Y all, si el pensar en m entristece a la amiga cuyo recuerdo esta noche causa mis penas. Oh soplo ligero del cfiro!, lleva mi saludo a quien, a pesar de la distancia, me devolver la vida, si me saludara. A quien no ve que el destino me hace morir, el destino a quien ayuda, cuando por mi parte no ha tenido motivo de queja. Es de estirpe real y se creera que Dios la ha hecho de almizcle, mientras a los dems mortales los hizo de limn. O que la molde de plata sin mezcla y la ha coronado con el ms puro oro virgen, al hacerla y adornarla. Si se inclina, halla pesadas las perlas de su collar, a causa de su vida de bienestar; los anillos ensangrientan su carne delicada. El sol, embellecindola, ha sido para ella nodriza llena de ternura;
y sin embargo, ella no ha ofrecido su bello cuerpo al sol ms que algunos instantes. Se dira que el sol ha fijado en medio de sus mejillas la brillante marea de los astros, como un talismn benfico, como un adorno. No nos estorb el no haber sido su igual en nobleza; pues, en la pasin, el mutuo abandono de amor es suficiente. Oh jardn!, hace mucho tiempo que mis miradas no han acariciado rosas ni englantinas, arrebatadas por la brisa en pleno frescor. Oh paraso cuyos resplandores me han inundado con sus reflejos; innmeros deseos, infinitas delicias. Oh mansin de felicidad! Viv en su bienestar, bajo el manto de los favores cuyos pliegues sostuve durante algn tiempo. No te he nombrado por tu nombre; es por respeto a ti; porque te honro. Tu alta situacin me impide nombrarte. Pues t eres sin igual; no tienes par en cualquiera de tus cualidades. Me basta con describirte clara y sencillamente. Oh, Edn de la eterna felicidad!, en el que yo he cambiado el agua de las fuentes y del ro del paraso, tan agradable, por el fruto del rbol del infierno y el alimento de los condenados. Pudiera decirse que no hemos pasado juntos una noche, sin que nuestra unin haya estado de tercera, mientras nuestra dicha haca desviar los ojos de nuestros detractores. Escondidos entre las benvolas tinieblas nocturnas, que nos ocultaban hasta que el alba, al apuntar, amenazaba descubrirnos. No es sorprendente que pregone la tristeza, ya que se me ha obligado a alejarme de la amiga, ni que haya olvidado la paciencia. Ya recit mi dolor, como suras escritas, el da de la separacin, y tom como norma la paciencia. Pero tu amor... no, yo no puedo, con justicia, compararlo a un brebaje, aunque cuando l me abrevaba me llenaba de alteracin. No he tratado con desprecio la morada de bellezas en la que t eres la estrella; para consolarme del olvido no lo he rehuido por despecho.
No me he alejado voluntariamente de tu lado: las vicisitudes de mi destino me han hecho partir en contra de mi voluntad. Estoy triste por ti. Cuando el vino joven me excita, al inundarme con sus reflejos; cuando hacemos cantar a los cantores, ni las copas de vino calman mi espritu, ni las cuerdas de los instrumentos consiguen distraerme. S fiel al pacto, puesto que yo contino observndolo; el ser bien nacido es aquel que trata con equidad tal como es tratado. No he buscado compaa que pueda saciarme en tu lugar, no me he servido de nadie para reemplazarte. Aun cuando la misma luna llena, que ilumina las tinieblas, descendiera por mi amor de los lugares por donde sigue mi curso, no podra cautivarme como t. Cumple el pacto; mas si no me concedes el don de volver a reunirnos me satisfar con la ilusin y con el recuerdo. Tu respuesta me ser de gran provecho si aumentas con ella los beneficios que no has cesado de prodigarme. Que Dios, por mis splicas, te conceda salud, mientras dure en ti un ardiente amor. Escndelo a las miradas y no descubras mi retiro
Mi tctica es quedarme en tu recuerdo no s cmo ni s con qu pretexto pero quedarme en vos Mi tctica es ser franco y saber que vos sos franca y que no nos vendamos simulacros para que entre los dos no haya teln ni abismos Mi estrategia es en cambio ms profunda y ms simple Mi estrategia es que un da cualquiera no s cmo ni s con qu pretexto por fin me necesites.
la difusa certeza de que existe un verso que contiene ese secreto trivial y abominable de la rosa: la hermosura es el rostro de la muerte. Si encontrase ese verso, bastara? Tal vez no. Su verdad, sera tanta como para crear un mundo, para darle color nuevo a la noche y a la luna un anillo de fuego, y unos ojos y un alma a Galatea, y unos mares de nieve a los desiertos? S que no.
Oh soberana que velas la pureza No olvides que entre tus manos el alma florece merced al agua que corre hacia el infinito
Que yo toque una planta es como que yo toque la estrella Una es nuestra naturaleza Aqu escucho las entraas que escanden Escribo el saludo Escribo el silencio
Si yo hubiera estado aqu una vez por siempre aqu estara Los techos no son menos altos que el cielo Las ramas no son ms lentas que el ala de una paloma torcaz La escalera que lleva a mi habitacin conduce tambin al teatro de las palabras
Escruta esta luz que de la piedra brota Los rincones del jardn los ms alejados unos a otros se acercan La corriente del agua los empuja bajo la paz de la fuente solitaria
Lenta la sombra avanza transportando nuestros pasos hacia aquello que del todo ignoramos Librate de la satisfaccin final Hiciste promesa de seguir la senda entre un alma y otra alma Y los que regresan ya no recuerdan quin eres
como una sonrisa velada Los destellos de luz reproducen flores que jams sern semejantes A cada instante el jardn acoge los primeros soplos A cada paso comienza la danza
El-ndalus no es una palabra Mira Colores de msica Huellas de amantes No busques otro lugar aqu el ndalus del agua es tu ndalus
El jardn de los desiertos da cobijo a mis amigos extraviados uno tras otro Ellos aqu intercambian las copas de vino No se cansan
Las noches se derraman por laderas que serpentean hacia los valles del silencio Mas los amigos aqu se congregan noche tras noche Jardn. Ceguera Esta tinta me eleva tan alto como mi aliento me eleva triunfante hasta el espacio en que mi mirada solcita Se eleva
hasta brotar dentro de m la fiebre inconsciente Cerrojos echados das de alhea y moradas en noches de baile que llevan a noches de baile La palmera entonces cerca de unos pasos que han olvidado a su seor y su voluntad bajo el silencio de pronto un chirrido el crculo de lacre se derrite y de la mancha despiertan mariposas y pjaros que en su huida me conducen a la ceguera Deseo Si ahora yo tuviera lo que no tengo una lengua que retirase el velo del aire un paso cuyo golpe resonara inveterado y a m regresara soportando la base del cielo un mbito donde sereno aguardar el estallido del pulso entre el derrumbar de cpulas y el exordio que heredan los poetas Si ahora yo tuviera lo que no tengo alcanzara al fin un trono mo
ste es tu cuello de madrugada Tan hermoso como beber agua. -Sern altramuces, clemtides? Hierbas en tu pelo. La muerte que es una antigua gigantesca agua gris Habamos escrito en los tiempos pasados, en el presente. Esta voz tuya tenue azulsima De haber hecho el amor horas y horas. -Cataratas, lirios? En tu boca pjaros. Haba dicho que tu blancura era como el loto Esto s que lo guardo firmemente en mi memoria.
Y despus las voces se tornan ms y ms altas. A veces las oigo rerse de mi confusin. Y cada una de las voces insiste y cada una de las voces sabe que es la nica y verdadera. Y cada una de las voces dice: sgueme sgueme y te llevar de la mano
como pjaros en las garras de un guila. Mucho merezco que de m se diga que estoy aterrada por la muerte e Al-Hakam que era mi valedor. Caiga sobre l la lluvia! si viviese el destino feroz no me hubiese entregado a la ferocidad de un poderoso. Conseguir Yabir borrar lo que la mano de Al-Hakam escribi? Entonces la mayor maldad se cometer con lo que poseo.
Despus intenta perder lejana, rpidamente: lugares, y nombres, y la escala siguiente de tu viaje. Nada de eso ser un desastre. Perd el reloj de mi madre. Y mira! desaparecieron la ltima o la penltima de mis tres queridas casas. El arte de perder no es muy difcil. Perd dos ciudades entraables. Y un inmenso reino que era mo, dos ros y un continente. Los extrao, pero no ha sido un desastre. Ni aun perdindote a ti (la cariosa voz, el gesto que amo) me podr engaar. Es evidente que el arte de perder no es muy difcil, aunque pueda parecer (escrbelo!) un desastre.
Quin lo sabe ?
Buscan cmo obligarla a maldecirse. Y quin es el verdugo, Quin el juez sin piedad? Un sacerdote Del antiguo Moloc infanticida? No; de un Dios (segn dice) a quien le plugo, por amor de los hombres dar la vida. Su ministro se llama y toma el Mote de mansedumbre; Paz es su divisa, Mas ah! qu mal se avisa el que en tal mansedumbre confiado. duda modestamente su saber infalible: De repente ver al Cordero en un Len mudado. No es humano saber, ni saber mo (Responde el Santo Preste, en ira ardiendo) Audaz, mortal, en el que yo confo: del cielo descendido, repos en m un influjo soberano, que ha de humillar todo saber humano. Repos en ti? Mas cmo es que contiende consigo mismo el inspirado bando? Cul cadena volcnica se entiende llama sacerdotal, que rebosando el universo enciende. El cielo contra el cielo peleando es odioso espectculo, que ofende al hombre racional. Qu! Envolvi en guerra el cielo a los que dio a regir la tierra? Haced la paz primero entre vosotros si queris que escuche vuestra doctrina del Universo entero No procuris que luche el ignorante pueblo en las querellas con que esparcs centellas de odios inextinguibles ms que el error a la virtud temibles. Mas en vano os exhorto:
del Fanatismo y la ambicin aborto, los que tenis races e el cielo nunca podis dejar en paz el suelo.
La revelacin interna
Adnde te hallar, Ser Infinito? En la ms alta esfera? En el profundo abismo de la mar? Llenas el mundo o en especial un cielo favorito?
Quieres saber, mortal, en dnde habito?, dice una voz interna. Aunque difundo mi ser y en vida el universo inundo, mi sagrario es un pecho sin delito.
Cesa, mortal, de fatigarte en vano tras rumores de error y de impostura, ni pongas tu virtud en rito externo;
no abuses de los dones de mi mano, no esperes cielo para un alma impura ni para el pensar libre fuego eterno.
machetazos a caballo de espadas, cartas de amor, bibliotecas olvidadas, programas de televisin, pelculas de arte, pelculas de las otras, ironas de la vida, correcciones de ltima hora, internet, manifiestos, revoluciones, malos gobiernos, conversaciones de caf, confesiones de media noche, das con sol, das nublados, buenas crticas, malas crticas, cero crticas. Un buen poema debe ser lo suficientemente fuerte como para soportar interpretaciones abusivas, cursos escolares, tesis, musicalizaciones, antologas, presentaciones, lecturas colectivas, homenajes, plagios, epgrafes, dedicatorias, obras completas.
grato aroma se salve donde ascienda. Aun me dejis sin dudas las esperanza, que quien troc la ofensa en beneficio, qu mrito dar a la misma ofrenda?
Las cosas El bastn, las monedas, el llavero, la dcil cerradura, las tardas notas que no leern los pocos das que me quedan, los naipes y el tablero, un libro y en sus pginas la ajada violeta, monumento de una tarde sin duda inolvidable y ya olvidada, el rojo espejo occidental en que arde una ilusoria aurora. Cuntas cosas, lminas, umbrales, atlas, copas, clavos, nos sirven como tcitos esclavos, ciegas y extraamente sigilosas! Durarn ms all de nuestro olvido; no sabrn nunca que nos hemos ido.
emos sido, y en vencerme, armados para perderme: vos comigo por matarme, yo con vos por ofenderme. Emos sido vencedores; contra m fue la vitoria; y quedado por istoria de mis males y dolores la memoria. No veo mis enemigos; conozco bien que peleo; las llagas yo las poseo; padezco dos mil castigos; la causa dellos no veo. Si huyo, pierdo el derecho; si espero, no s valerme; no s cmo socorrerme, ni s, de puro despecho, qu hazerme. O, que no s qu me daa y s que todo me mata!, porque amor as me trata, que'n una cosa m'engaa y en dos mil me desbarata. Estoy de mi pensamiento ya tan poco satisfecho, que entre m tengo despecho, porque bien no marrepiento de lo hecho. Mas hazed ya desd'agora lo que bien os estuviere; sea todo como fuere; all os aven, seora, con lo que ms os pluguiere. Y acordand'os los presentes
dolores y los que an sido, yo me doy por despedido, por no andar entre las gentes ms perdido.
No seis inocentes: la silla siempre es viuda, la ceniza se queja de ser slo ceniza ignorando de qu. Preguntad al cometa si a pesar de su brillo halla ms soportable la vida que la muerte. Nosotros compartimos nuestros afectos con las cosas desvalidas, el polen trashumante, el lagarto espasmdico, el pedernal dormido; pensis que ellos aceptan tantas burlas y tantos falsos remordimientos? De "Sonetos para un fin de siglo"
Versin de Enrique Moreno Castillo
no pretendas para ella sino la parquedad ni el realce difano de lo explcito ni aun el destello claro de lo dicho djala morir en el recoveco de tu mente all encontrar una digna inmolacin volver a la conciencia genrica de las vacilaciones
Nosotros, los cirujanos acostumbrados alargar el hilo de la vida, junto a centinelas que esperan a la muerte por los fros pasillos de los hospitales, para poner dos pos besos sobre los venerados prpados de los difuntos Y qu ser de las zurcidoras del alma y la ternura nosotras, las que mecemos las cunas del hospicio al son de una nana primitiva? Qu ser de los hombres-puente cercados ahora por minas mariposas? Si somos segadores de alambradas, jardineros de Babilonia, protectores del jazmn y la azucena. Nosotros, los sembradores de alfabetos sobre las prvulas manos de inocencia. Qu ser de los guardianes de los faros si los taladradores de sombras nos invaden con sus guadaas del rencor y del espanto? S, slo somos panaderos, aguadores que recorremos los miserables zocos de la Tierra para ofrecer un trago a cambio de una limosna. Mil millones de analfabetos ignorantes de la cotizacin a la baja de nuestra sangre en bolsa y de cmo los ndices Nikeis nos vampirizan a cambio de petrleo. Qu ser de los hombres-msica que llenaban las plazas con acordeones de alborozo si ahora el viento slo nos trae el lamento fnebre de las plaideras? Qu ser de nosotros los pacficos, los que an creemos en el reino de Isaas, los que an lloramos, los que tuvimos el sueo prdigo del amor como bandera ,si ahora slo somos los herederos descalzos de la Elega?
Yo la declaro prfida y aleve. Cundo ha visto en sus pginas la historia, Sea en la antigua edad, sea en la media, Tantas acciones dignas de memoria? Y qu saber! Si Dios no lo remedia, Tendr cada varn dentro de poco Montada en su nariz la enciclopedia. Mozuelo a quien ayer haca el coco Bestial pasiega, y sin ajeno auxilio Ni andar poda ni limpiarse el moco, Hoy desafa a Homero y a Virgilio, O con l comparado, si gobierna, Era un mal aprendiz Numa Pompilio. Hay quien echa a Demstenes la pierna De la elocuencia grrula prendado Que aprendi en los cafs... o en la taberna. A otro basta nombrarle diputado, Aunque su nulidad sea notoria, Para que l se repute hombre de estado. Hasta un pinche que en docta pepitoria Perdices o besugos condimenta, De sabio alcanza ya la ejecutoria; Que si a la parca vctimas aumenta
La ciencia culinar, sabrosa muerte Es morir con su sal y su pimienta. Escribir y crear es nuestro fuerte, No hay poste ya sin carteln impreso, Ni prensa ociosa, ni punzn inerte. As se compran pginas al peso, Pagando medio duro por arroba, Para envolver los dtiles y el queso! Uno invoca a las brujas en su trova; Otro sigue a Aristteles y a Horacio; Otro pinta a los hroes con joroba; Aquel pulsa la lira en un palacio; Aquel otro rasgando la bandurria Muestra en un bodegn su cartapacio. Ya nos posea el jbilo o la murria, A todos nos ataca esa mana, Esa especie de mtrica estangurria, Y lo mismo en la dulce poesa Que en moral, en poltica, en hacienda, Nuestro estado normal es la anarqua. El genio por doquier se abre una senda. Asentada esta mxima, qu importa
Que ya ningn cristiano nos entienda? As tambin la muchedumbre absorta Sus goces multiplica intelectuales Con tantas coplas como Espaa aborta. As quiz en los pblicos corrales Involuntaria risa nos asedia Cuando ejecutan dramas sepulcrales, Y hoy que tanto se re en la tragedia No es maravilla si se queja alguno De que le hagan rer en la comedia. Mas dejando en su tema a cada uno, Hugos y Tasos, Gngoras y Ovidios, Decidme, y perdonad si os importuno; Cundo persas, ni srmatas, ni lidios Hilaron tanto y tan delgado en esto De acumular gabelas y subsidios? Ello es verdad que con amargo gesto Suspiran ms de dos por un sistema Que a lo justo reduzca el presupuesto. Ello es verdad que rstico anatema Fulmina audaz contra el avaro fisco El pobre ganapn que caya o rema,
Y cuando alza el orgullo un obelisco Exclama en su dolor: yo lo he pagado Con la postrer oveja de mi aprisco! Mas quin es un pechero mal criado Para meter impertinente el cuezo En el Sancta Sanctrum del Estado? Humille al suave yugo su pescuezo, Y al sueo lo atribuya buenamente Cuando el hambre le arranque algn bostezo. Pues no faltaba ms!; que un insolente Su bienestar prefiera..., verbigracia, A las arduas cuestiones del Oriente! Harto tiene que hacer la diplomacia Si ha de avenir con el baj del Nilo A un tal Abdul Mejid, sultn de Tracia. Es grave la cuestin! Pende de un hilo Si ha de ser del vecino, o tuya, o ma La pesca del caimn y el cocodrilo.
Todo se vuelve opaco veo pasar la carroza de la noche arrastrada por los ajolotes de zapatos azules que penetra resplandeciente por la violencia que conduce a la tumba pavimentada de prpados con sus pestaas. La ley del talin utiliza un pueblo de estrellas y t te matizas para m de un negro roco, mientras los horribles bornes mentales se hienden en el sentido de la longitud dando paso a unos penachos que miran al lago prximo. Los barrotes del espectculo estn maravillosamente retorcidos. Un largo huso de aire atestigua slo la huida del hombre de madrugada entre la ilustre alfalfa. La hora slo es lo que hacen sonar las piezas de oro de la bohemia en las aspas de coriaria Una amazona de pie sobre un caballo tordo anaranjado al galope desde lejos los brazos estn siempre en extensi6n lateral. El rombo polvoriento del forro me recuerda la tienda decorada de bisontes azules por los indios de la almohada. Afuera el aire se prueba los guantes de murdago sobre un mostrador de agua pura. Mundo en un beso limpio, para m las escamas las escamas de la gran tortuga celeste con vientre de hidrfilo que se debate cada noche en el amor con la gran tortuga negra la gigantesca escolopendra de races
Versin de Manuel lvarez Ortega
y te contestabas: Me llamo joya ahogada, fruta que se niega a abrirse, infanta sin castillo. Te cogas de tu mano para no estar sola entre las flores de aprendizaje. La poca era nbil. Si esta tarde pasaras ante la adolescente que fuiste, te atreveras a reconocerte y a invitarte a tomar el suspiro? No tienes que acordarte de ti.
As vagan hasta cruzar el alba Con dolorosa oscuridad o desde la profunda herida de la Tierra, Ms cerca cada vez de la tormenta protectora, y empujando Esos fantasmas malsanos bajo tierra.
Descubre su verdad tras la apariencia, y as no habr falsa, y no podrs mentir que fue razn de vida lo que slo fue trnsito.
Un plat de sopa En Pere plora . Invertiu el muntatge i semblar Que tingui gana . Tentetieso Mueco que lleva un peso en la base y que, desviado de su posicin vertical, se vuelve a poner derecho. El pueblo.
Tentetieso Ninot que porta un pes a la base i que , desviat de la seva posici vertical, es torna a posar Dret. El poble
Versin de Salvador Lpez Becerra
Pero si pensara que mis flacos, bicolores codos fueran a atraerte si pensara que mis enjutos, huesudos codos pudieran retenerte agitara los brazos como un pollo como un pavo real como una gallina de guinea cuando volviera a verte tesoro me subira las mangas y pecara pecara pecara.
te echarn a pedradas de los huertos, ninguna mujer acariciar tu miembro ni detendrs al puma en la mitad del salto. Toma el hacha, el machete, dale duro al monte y a las fieras del monte, mas nunca derribes al hermano del hombre". Varias lunas recorrimos el monte, comamos yucas, mojarrillas, boquichicos y palometas asadas, bebamos el jugo de los "maraones", y en las noches oscuras chacchbamos las hojas de la conversacin. El viejo contaba historias, viejas historias de la tribu "Burros con sueo"... Un da, yo mismo, decid aventurarme solo por mi cuenta y riesgo. Penetr en nuevos montes ms sombros y fieros habitados por bichos entrenados en el vil oficio de maltratar al hombre. Era mi anhelo cumplir un buen trabajo. Tesn, fuerza y coraje fueron mis herramientas. Se acercaba la hora de la gran reventazn. Entonces, cumpl mi triple hazaa: Caza mayor, increble! - Si el abuelo viviera Derrib al rayo, lo at de pies y manos, lo encerr en un rectngulo negro, sellado, con dos cuernos de plomo. Soy el amo del rayo, lo tengo a mi merced, cogido por el rabo!
con exceso, y a eso slo arriba la mano que obedece el intelecto. El mal que huyo y el bien que me prometo en ti, bella mujer, noble y altiva, as se esconde; y para que yo no viva es contrario a mi arte el ansiado afecto. Amor pues no tiene, ni tu beldad o dureza o fortuna o gran desprecio, culpa de mi mal, o de mi destino o suerte; si en tu corazn muerte y piedad llevas a un tiempo, y que mi bajo ingenio no sepa, ardiendo, sacar ms que muerte.
hasta que fulgure la farsa: Cada Circo es subversivo. Al margen de todo este estigma el profundo resto.
Traduccin del autor
jams le opongas alianza alguna ni esquives su agresin con tu memoria. Mas si el olvido aquel, como el aliento del salitre en las rocas, interminablemente vuelve a surgir al par que escapa y entre las grietas de los aos deja el sedimento puro de cuanto fue preciso vivir, de aquello que quiz constituya la clave y el reducto de la esperanza humana y es la vida (precisamente ella) quien est convirtindolo en historia, alza entonces contra el posible olvido todo el poder que te transfiere tu propia libertad, quebrntale sus torrenciales clusulas al tiempo, que en la enterrada cifra de todo lo vivido, su propio dardo oscuro ser tu ms gustosa recompensa.
Que es difcil de alcanzar, Y dejar all los ros joviales Que cantan canciones del tiempo antiguo, Antao, Cuando Padre y Madre se amaban Y la leche corra a mares En la jcara de los das.
Traduccin: Nancy Morejn
apenas es flor de pluma ramillete con alas, cuando las etreas salas corta con velocidad, negndose a la piedad del nido que deja en calma; y teniendo yo ms alma tengo menos libertad? Nace el bruto, y con la piel que dibujan manchas bellas, apenas signo es de estrellas gracias al docto pincel, cuando atrevido y cruel, la humana necesidad le ensea a tener crueldad, monstruo de su laberinto: y yo, con mejor instinto, tengo menos libertad? Nace el pez, que no respira, aborto de ovas y lamas, y apenas bajel de escamas sobre las ondas se mira, cuando a todas partes gira, midiendo la inmensidad de tanta capacidad como le da el centro fro; y yo, con ms albedro, tengo menos libertad? Nace el arroyo, culebra que entre flores se desata, y apenas, sierpe de plata, entre las flores se quiebra, cuando msico celebra de las flores la piedad que le da la majestad del campo abierto a su huida; y teniendo yo ms vida,
tengo menos libertad? En llegando a esta pasin, un volcn, un Etna hecho, quisiera arrancar del pecho pedazos del corazn: qu ley, justicia o razn negar a los hombres sabe privilegio tan suave, exencin tan principal, que Dios le ha dado a un cristal, a un pez, a un bruto y a un ave?
tomando siempre nuevas calidades. De continuo miramos novedades diferentes en todo a la esperanza; del mal queda la pena en la membranza; y del bien, si hubo alguno, las saudades. Torna el tiempo a cubrir con verde manto el valle en que la nieve reluca: igual en m se torna lloro el canto. Y, salvo este mudar de cada da, mudanza, hay otra de mayor espanto: que no se muda ya como sola.
Y la inmovilidad de los firmamentos Y los henchidos arroyos que van llorando Y las sombras del trabajo humano encorvadas all en las colinas heladas Y an por tiernos cielos lejanas claras sombras fluyentes Y an te llamo Quimera.
II Los ngeles son nuestros: son nuestras alas rotas; son las anclas dormidas sobre lechos de herrumbres, en la raz penosa de la tierra. Es nuestra voz de niebla y de distancia: -esa que no pudimos usar en el instante de elegir el camino marinero. Los ojos de los ngeles no duermen: estn en nuestras rbitas salobres buscando el necesario reverso de la luz. Y sus labios sumisamente eligen las palabras que nombran la morada del sueo. Sus manos son jazmines sellados de silencio, junto a una cruz de nieve, eterna y pura.
III Los ngeles navegan siempre... Un necesario acontecer los llama hacia seguras islas de recuerdo y nostalgia. Ardientes Rosas de los Vientos crecen sobre el pecho, librado de mrmoles tempranos, y una remota msica de brjulas les traza itinerarios sobre un atlas de nube, hacia dolientes rumbos de lunas desoladas. Estn entre archipilagos de sombras, reinando sobre imperios de glaciales contornos. Cruzan la absorta dimensin del aire, y el alba numerosa que los lleva se ilumina de pjaros azules. Los ngeles, sin rostro y sin memoria, navegan por los cauces nocturnos de la sangre. Un cielo azul, invicto y despejado, cuida su paz de sueos sin fronteras.
Pero eres mo. Alguien deseara criarte en una estera costosa. Pero eres mo. Alguien deseara ponerte en una manta de camello. Pero eres mo. Tengo que criarte en una estera vieja y rota. Alguien deseara tenerte como hijo. Pero eres mo
Traduccin: Rogelio Martnez Fivee
de Catalua, ay! ay!, de Catalua, de Catalua. De Catalua vengo de servir al Rey ay! ay!, de servir al Rey, de servir al Rey. Y traigo la licencia de mi Coronel, ay! ay!, de mi Coronel, de mi Coronel. Al pasar por el puente de Santa Clara, ay! ay!, de Santa Clara, de Santa Clara. Se me cay el anillo dentro del agua, ay! ay!, dentro del agua, dentro del agua. Al sacar el anillo saqu un tesoro, ay! ay!, saqu un tesoro, saqu un tesoro. Una Virgen de plata y un Cristo de oro, ay! ay!, y un Cristo de oro, y un Cristo de oro. Don Melitn Don Melitn tena tres gatos y los haca bailar en un plato y por la noches les daba turrn, Qu vivan los gatos de Don Melitn! Don Melitn como era tan chato le llamaban narices de gato, pero los gatos se le han "escapao"
comiendo ratones a medio "bocao" Mambr se fue a la guerra Mambr se fue a la guerra, qu dolor, qu dolor, qu pena!. Mambr se fue a la guerra, no s cuando vendr. Do-re-mi, do-re-fa, no s cuando vendr. Si vendr por la Pascua, qu dolor, qu dolor, qu gracia! si vendr por la Pascua, o por la Trinidad. Do-re-mi, do-re-fa, o por la Trinidad. La Trinidad se pasa, qu dolor, qu dolor, qu guasa!, la Trinidad se pasa Mambr no viene ya. Do-re-mi, do-re-fa, Mambr no viene ya. Por all viene un paje, qu dolor, qu dolor, qu traje! por all viene un paje, qu noticias traer? Do-re-mi, do-re-fa, qu noticias traer? Las noticias que traigo, del dolor, del dolor me caigo! las noticias que traigo son tristes de contar, Do-re-mi, do-re-fa, son tristes de contar. Que Mambr ya se ha muerto, qu dolor, qu dolor, qu entuerto!, que Mambr ya se ha muerto, lo llevan a enterrar. Do-re-mi, do-re-fa, lo llevan a enterrar. En caja de terciopelo, qu dolor, qu dolor, qu duelo!, en caja de terciopelo, y tapa de cristal. Do-re-mi, do-re-fa,
y tapa de cristal. Y detrs de la tumba, qu dolor, qu dolor, qu turba!, y detrs de la tumba, tres pajaritos van. Do-re-mi, do-re-fa, tres pajaritos van. Cantando el po-po, qu dolor, qu dolor, qu tro!, cantando el po-po, cantando el po-p. Do-re-mi, do-re-fa, cantando el po-p. (Mambr se fue a la guerra" es una de las canciones infantiles ms populares. Es de origen francs, fue compuesta por los soldados franceses en el Siglo XVIII para celebrar la supuesta muerte del militar ingls, John Churchill (1650-1722), duque de Marlborough, que haba derrotado varias veces a los ejrcitos franceses)
Ya se muri el burro Ya se muri el burro que acarreaba la vinagre, ya lo llevo Dios de este mundo miserable, que tu ru ru ru r, que tu ru ru ru r, que tu ru ru ru r, que la culpa la tienes t. El era valiente, l era mohno, l era la envidia de todos los vecinos, que tu ru ru ru r, que tu ru ru ru r, que tu ru ru ru r, que la culpa la tienes t. Gastaba polainas, chaqueta y chaleco y una camisola con puos y cuello, que tu ru ru ru r, que tu ru ru ru r, que tu ru ru ru r, que la culpa la tienes t.
Llevaba anteojos, el pelo rizado y en las dos orejas un lazo encarnado, que tu ru ru ru r, que tu ru ru ru r, que tu ru ru ru r, que la culpa la tienes t. Estir la pata, arrug el hocico, con el rabo tieso deca adis Perico!, que tu ru ru ru r, que tu ru ru ru r, que tu ru ru ru r, que la culpa la tienes t. Todas las vecinas fueron al entierro y la ta Mara tocaba el cencerro. que tu ru ru ru r, que tu ru ru ru r, que tu ru ru ru r, que la culpa la tienes t. El cocherito lere El cocherito, ler, me dijo anoche, ler, que si quera, ler, montar en coche, ler. Y yo le dije, ler, con gran salero, ler, no quiero coche, ler, que me mareo, ler. Si te mareas, ler a la botica, ler que el boticario, ler te de pastillas, ler. Vamos a contar mentiras Ahora que estamos reunidos, ahora que estamos reunidos, vamos a contar mentiras, tralar, vamos a contar mentiras, tralar,
vamos a contar mentiras. Por el mar corren las liebres, por el mar corren las liebres, por el monte las sardinas, tralar, por el monte las sardinas, tralar, por el monte las sardinas. Al salir del campamento, al salir del campamento, muerto de hambre y merendando, tralar, muerto de hambre y merendando, tralar, muerto de hambre y merendando. Me encontr con un ciruelo, me encontr con un ciruelo, cargadito de manzanas, tralar, cargadito de manzanas, tralar, cargadito de manzanas. Empec a tirarle piedras, empec a tirarle piedras, y cayeron avellanas, tralar, y cayeron avellanas, tralar, y cayeron avellanas. Con el ruido de las nueces, con el ruido de las nueces, sali el amo del peral, tralar, sali el amo del peral, tralar, sali el amo del peral. Chiquillo no tires piedras, chiquillo no tires piedras, que no es mio el melonar, tralar, que no es mio el melonar, tralar, que no es mio el melonar. Es de una familia pobre, es de una familia pobre, que vive en El Escorial, tralar, que vive en El Escorial, tralar, que vive en El Escorial. El patio de mi casa El patio de mi casa es particular, cuando llueve se moja como los dems.
Agchate y vulvete a agachar, que los agachaditos no saben bailar. H, I, J, K, L, M, N, A que si t no me quieres otro novio me querr H, I, J, K, L, M, N, O que si t no me quieres otro novio tendr yo. Chocolate, molinillo, corre, corre, que te pillo. A estirar, a estirar, que el demonio va a pasar. Dnde vas Alfonso XII? De los rboles frutales me gusta el melocotn y de los reyes de Espaa Don Alfonso de Borbn, Don Alfonso de Borbn. - Dnde vas Alfonso XII? Dnde vas triste de ti? - Voy en busca de Mercedes que ayer tarde no la vi, que ayer tarde no la vi. - Si Mercedes ya se ha muerto, el entierro yo lo vi, cuatro duques la llevaban por las calles de Madrid, por las calles de Madrid. Su carita era de cera, sus manitas de marfil y el velo que la cubra de color carmes, de color carmes. Sandalias bordadas de oro, llevaba en sus lindos pies: que se las bord la Infanta, la Infanta Doa Isabel,
la Infanta Doa Isabel. El manto que la envolva era rico terciopelo y en letras de oro deca: ha muerto cara de cielo, ha muerto cara de cielo. Los caballos de palacio ya no quieren pasear porque se ha muerto Mercedes y luto quieren llevar, y luto quieren llevar. Los faroles de las calles con negras gasas estn porque se ha muerto Mercedes y luto quieren guardar, y luto quieren guardar. - Al entrar en mi palacio, una sombra negra vi, cuanto ms me retiraba ms se vena hacia mi, ms se vena hacia mi. - No temas, Alfonso XII, ni te asustes, ay de mi!, que soy tu esposa Mercedes que me vengo a despedir, que me vengo a despedir. Tres hojitas madre Tres hojitas, madre, tiene el arbol, la una en la rama, las dos en el pie, las dos en el pie, las dos en el pie. Ins, Ins, Inesita, Ins. Ins, Ins, Inesita, Ins. Dbales el aire, menebanse, dbales el aire, jalebanse, jalebanse, jalebanse.
Ins, Ins, Inesita, Ins. Ins, Ins, Inesita, Ins. Arbolito verde sec la rama, debajo del puente retumba el agua, retumba el agua, retumba el agua. Ins, Ins, Inesita, Ins. Ins, Ins, Inesita, Ins. Retahlas Las retahlas son expresiones infantiles que se repiten en los juegos y en las relaciones cotidianas de los nios. Pertenecen a la tradicin oral popular, por lo que hay muchas diferencias de unas regiones a otras. Las hay de muchos tipos: para sortear juegos, para curar una herida, para contestar a un nio que insulta o que no invita o que te llama mentiroso, etc. Periquito, el bandolero, se meti en un sombrero. El sombrero era de paja, se meti en una caja. La caja era de cartn, se meti en un cajn. El cajn era de pino, se meti en un pepino. El pepino madur y Periquito se salv Una cebra en un silln y una mosca en un limn cantan juntas una cancin: chimpn-chimpn, ste se queda dentro y ste otro se libr. Una vieja mata un gato con la punta del zapato el zapato se rompi y la vieja se asust Entero saliste t, por la puerta del Per. Cuantos aos tienes t? Uno, dos, tres, cuatro, cinco,... Pinto, pinto, gorgorito, vende las cabras a veinticinco. Tengo un buey en el corral
que sabe arar y trompicar y dar las vueltas a la redonda. - En qu lugar? - En Portugal. - En qu calleja? - En la Moraleja. - Esconde esa mano que viene la vieja. Para hacer burla a quien pregunta dnde? - Dnde? - En casa del conde que te pele y que te monde, que te quite esas orejas y que te ponga otras ms viejas. Para hacer burla al que dice mentira! - Mentira! - Alza el rabo y tira. - Como no tengo rabo no puedo tirar. - Pues pronto lo tendrs. Para hacer burla al que dice qu pasa? - Qu pasa? - La saliva por la garganta, el tren por la va y el brazo por la manga Qu pasa? - Un burro por tu casa. - Que pasa? - La bandera por tu casa. - Por la ma ya pas. - Y en la ma se qued Escondite Pin, pin, saramacatn, vino la pollita con su sabanita, sbana redonda que te pille, que te esconda, que te vayas a esconder, detrs de la puerta de San Miguel. Ronda, ronda, el que no se haya escondido, que se esconda, y si no, que responda. Madre e hija
van a misa, madre e hija han de volver. Mientras ellas van y vuelven cuento yo las diecisis. Pipirigaa Pipirigaa, vino la araa por su sabanita para la araita; vino la paloma de su palomar vino por sal, sal menuda para la cuba. Cuba de barro, tapa caballo; caballo morisco, tapa tobisco. Para silbar Sal, sal, pito, sal de la torre de nogal. Suda, suda, pata mula, t sudar, yo chiflar. Suda, suda, pata mula, t chiflar, yo sudar. Para romper la piata No quiero oro, ni quiero plata; yo lo que quiero es romper la piata. - Dale, dale, dale; no pierdas el tino, porque si lo pierdes, pierdes el camino. Para ser el jefe en un juego Una araa en su casita, con su hijo teje y teje, soy ms listo que toditos, y desde ahora soy el Jefe.
Pdola A la una andaba la mula. A las dos, la coz. A las tres brinquitos de San Andrs. A las cuatro, brinco y salto. A las cinco, salto y brinco. A las seis, cabeza de buey. A las siete, salto y planto mi gran caperucete. A las ocho, lo recojo. A las nueve, empina la bota y bebe. A las diez, borriquito, borriquito es. A las once, llama el conde con campanillas de bronce. A las doce, le responden: qu quiere usted, seor conde: azote, lique o cul? A las trece, amanece. A las catorce, anochece. A las quince, salto con mis dos dedos meiques. Para contar hasta veinte Uni, doli, teli, catoli, quile, quileta, estando la reina sentada en su silleta vino el rey le apag el candil, candil, candol, cuenta las veinte que veinte son. Una, dola, tela, catola, quila, quilete, estando la reina en su gabinete, vino Gil, apag el candil, candil candiln, cuntelas bien que las veinte son. Uni, doni, treni, cuatroni, quini, quineta, estando la reina en su camarote, lleg el rey le encendi el candil, candil, candol, cuenta las veinte que las veinte son.
Fuentes: Cancionero Cancionero popular infantil espaol / [recopilado por] Juan Hidalgo Montoya La cautiva Versin I - Aprtate, mora bella, aprtate, mora linda, que va a beber mi caballo de esa agua cristalina. - No soy mora, caballero, que soy cristiana cautiva; me cautivaron los moros el da de Pascua Florida. Las lgrimas de mis ojos por mis mejillas corran, no me las pude secar que amarrada me tenan. - Te quieres venir conmigo? - Con usted, seor, me ira; y estos paales que lavo en dnde los dejara? - Los malos al ro abajo, los buenos delante iran. - Y mi honra caballero en dnde la dejara? - Juro en la cruz de mi espada que al pecho llevo ceida no hablarte una palabra hasta los Montes de Oliva. Ya llegaron a los montes, suspiraba la cautiva. - Por qu lloras, mora bella, por qu lloras, mora linda? - Suspiro porque mi padre a cazar aqu vena y mi hermano don Bueso en su compaa vena.
- Vlgame el Santo Cristo y tambin las Tres Maras, que pens encontrar mujer y encontr una hermana ma! Versin II El da de los torneos, pas por la Morera, y vi una mora lavando al pie de la fuente fra. "Aprtate, mora bella; aprtate, mora linda; deja que beba el caballo esta agua cristalina." "No soy mora, caballero, que soy cristiana cautiva; me cautivaron los moros el da de Pascua Florida." "Te quieres venir conmigo?" "De buena gana me ira; mas los pauelos que lavo, en dnde los dejara?" "Los de seda y los de Holanda, aqu, en mi caballo, iran; y los que nada valieren la corriente llevara." La hizo subir al caballo y a su casa la traa. Al pasar por la frontera la morita se rea. "De qu te res, mora bella? De qu te res, morita?" "Me ro al ver esta tierra, que es toda patria ma." Al llegar a aquellos montes ella a llorar se pona. "Por qu lloras, mora bella? Por qu lloras, mora linda?" "Lloro porque en esos montes mi padre a cazar vena con mi hermano Morabel
y toda su comitiva." "Cmo se llama tu padre?" "Mi padre, Juan de la Oliva." "Dios mo! Qu es lo que dices? Virgen sagrada Mara! Pensaba llevar mujer y llevo una hermana ma." "Abra usted, madre, las puertas, ventanas y celosas, que aqu le traigo la rosa que lloraba noche y da." Y el da de los torneos pas por la Morera. Versin III El da de los torneos, pas por la Morera, y vi una mora lavando al pie de la fuente fra. - Aprtate, mora bella; aprtate, mora linda; deja que beba el caballo esta agua cristalina. - No soy mora, caballero, que soy cristiana cautiva; me cautivaron los moros el da de Pascua Florida. - Te quieres venir conmigo? - De buena gana me ira; mas los pauelos que lavo, dnde me los dejara? - Los de seda y los de Holanda, aqu, en mi caballo, iran, y los que nada valieren la corriente llevara. - Y mi honra, caballero, dnde me la dejara? - Aqu en la cruz de mi espada, que en mi pecho est oprimida. Por ella juro llevarte hasta los montes de Oliva.
La hizo subir al caballo y a su casa la traa. Al pasar por la frontera la morita se rea. El caballero le dijo: - de qu te res, morita? - No me ro del caballo, ni tampoco del que gua, me ro al ver esta tierra, que es toda patria ma. Al llegar a aquellos montes, ella a llorar se pona. - Por qu lloras, mora bella? Por qu lloras, mora linda? - Lloro porque en estos montes mi padre a cazar vena. - Cmo se llama tu padre? - Mi padre, Juan de la Oliva. - Vlgame la fe de Dios y tambin la de Mara! Pensaba que era una mora y llevo una hermana ma! - Abra usted, madre, las puertas, ventanas y celosas, que aqu le traigo la rosa que lloraba noche y da! Versin IV "Levntate mora bella, levntate mora linda deja beber mi caballo de esa agua cristalina." "No soy mora, caballero, que soy serrana cautiva, me cautivaron los moros el da de Pascua Florida." "Si usted quisiera venirse aqu en mi caballo ira." "Y los pauelos que lavo, dnde me los dejara?" "Los finos y los de Holanda,
aqu en mi caballo iran." "Y mi honra caballero por esos mundos perdida?" "Juro a los pies de mi espada que en el suelo est tendida de no hablarte ni mirarte hasta los montes de Oliva." Al llegar a aquellos montes la nia llorar sola. "Por qu lloras mora bella? por qu lloras mora linda?" "Lloro porque en estos montes mi padre a cazar sala y mi hermano don Alejo con toda su compaa." "Oh, Dios mo, lo que oigo! Oh, Virgen Sagrada Mara, que pensaba traer mujer y traigo una hermana ma." "Abrir puertas y balcones, ventanas y celosas, que aqu os traigo una nia que por el mundo es perdida." Fuentes: Carmen Carrillo Lpez [Versin de Jan capital] Transmisin oral. La novia degollada All arribita, arribita, all arribita, en la era, un novio mat a la novia por la flor de la canela. Como era tan rebonita, le tiraban los sombreros, el novio le tir el suyo y no quiso recogerlo. "A la salida del baile me lo tienes que pagar: te he de cortar la cabeza y la mano principal."
Historia de la Reina Isabel Esta es la historia, seores, de la princesa Isabel, esta es la historia que deben chicos y grandes saber: rase una princesita de las pocas que se ven que cara y alma tena ms de ngel que de mujer. Por verla vino a Castilla un prncipe aragons que enamorado no vino y enamorado se fue. Caballeros de mi corte, dijo el prncipe al volver. Corred, corred a Castilla y a la princesa Isabel mi corazn y mi Reino, de rodillas ofreced. En Aragn y en Castilla todo regocijo es, que se celebran las bodas de Fernando y de Isabel. Casaditas y solteras, de esta seora aprended, que ella corta y ella cose las camisicas del rey. De oro son las tijericas y las agujas tambin, pero, aunque sean de oro, trabajo cuesta coser. La corona de dos reinos adornan su hermosa sien.
La corona de dos mundos merecen que Dios les d. Por el mundo va un marino, un marino genovs, diciendo que dar un mundo al que un barquito le d. Todos le tienen por loco, todos se ren de l y a la Reina de Castilla su mundo viene a ofrecer, desgarrados los vestidos y descalcicos los pies. Marinero, marinero, dice la Reina Isabel, para darte navecicas, yo mis joyas vender. que bendiciones del pobre le bastan a una mujer. Ya cruza la mar salada el marino genovs, llorando va de alegra, que Dios le vuelva con bien! Qu barquitos son aqullos que entre la niebla se ven, dando contentos al aire, las banderas de Isabel? En ellos vuelve el marino, el marino genovs, llorando vuelve de gozo, que Dios le vuelve con bien. An manda en Espaa el moro, dice la Reina Isabel, dadme una cota de malla y un caballo cordobs, que de las tropas cristianas
capitana quiero ser. En los templos de Mahoma la cruz de Cristo se ve y el moro a la morera tiene al cabo que volver. La corona de dos mundos ya adorna su hermosa sien, la corona merecida por Fernando e Isabel. Gerineldo Gerineldo, Gerineldo, Gerineldito pulido, quin te pillara esta noche tres horas a mi albedro! Como soy vuestro criado, seora, os burlis conmigo. No me burlo, Gerineldo, que de veras te lo digo. A las diez se acuesta el rey, a las once est dormido y a eso de las once y media pide el rey su vestido. Que lo suba Gerineldo que es mi paje ms querido. Unos dicen: no est en casa; y otros que no lo haban visto. El rey, que lo sospechaba, al cuarto fue dirigido, con zapatillas de seda pa que no fuera sentido. Se los encontr a los dos como mujer y marido. "Si mato a mi hija infanta dejo el palacio perdido
y si mato a Gerineldo lo he criado desde nio. Pondr mi espada por medio pa que sirva de testigo." A lo fro de la espada la princesa lo ha sentido: Levntate, Gerineldo, que somos los dos perdidos, que la espada de mi padre entre los dos ha dormido! Por dnde me ir yo ahora? por dnde me ir, Dios mo? Me ir por esos jardines a coger rosas y lirios. Y el rey, que estaba en acecho, al encuentro le ha salido. Dnde vienes, Gerineldo, tan triste y descolorido? Vengo de vuestro jardn, seor, de coger rosas y lirios. No me niegues, Gerineldo, que con mi hija has dormido. Hinc la rodilla en tierra, de esta manera le dijo: Dame la muerte, buen rey, que yo la culpa he tenido. No te mato, Gerineldo, que te cri desde nio. Para maana a las doce seris mujer y marido. Han inventado una guerra entre Espaa y Portugal y nombran a Gerineldo de capitn general.
La princesa, que lo supo, no cesaba de llorar. Si a los siete aos no vuelvo t ya te puedes casar. Pasan uno, pasan dos, los siete pasaron ya. La licencia quiero, padre, para salir a buscar. La licencia tienes, hija, la licencia tienes ya. Se ha vestido de romera y le ha salido a buscar. Ha andado siete reinados, no lo ha podido encontrar. En lo alto de una loma oye un becerro balar. Vaquerillo, vaquerillo, por la Virgen del Pilar, de quin es ese ganado con tanta cruz y seal? Es del conde Gerineldo que pronto se va a casar. Al or estas palabras se ha cado desmay. Toma esta oncita de oro y llvame adonde est. La ha cogido de la mano, la ha llevado hasta el portal; al pedir una limosna Gerineldo sali a dar. Ay, qu nia tan bonita, ay, qu nia tan sal, si te pasaras por Francia donde mi mujer est! No me pasar por Francia:
delante la tienes ya. Las fiestas y los torneos para la princesa irn y la otra novia que tengo en el convento la vida se pasar. Ms canciones Con el guri, guri, guri Con el guri, guri, guri que lleva la boticaria, parece que va diciendo: - Del junquillo sale el agua.Del junquillo sale el agua, de Medina sale el sol, de Villarcayo los rayos. Algrate, corazn. Algrate, corazn, aunque sea por la tarde: corazn que no se alegra, nunca cra buena sangre La baraja de los naipes La baraja de los naipes yo te la voy a explicar, para que de Dios te acuerdes cuando vayas a jugar. A la sota la comparo con la mujer ms piadosa que con su toca limpi, la cara de Dios hermosa. Soldadito de Melilla Soldadito, soldadito de qu guerra viene usted? De la guerra de Melilla qu se le ha ofrecido a usted? Ha visto usted a mi marido que a la guerra tambin fue?
No, seora, no lo he visto ni tampoco s quin es. Mi marido es un buen mozo alto y grueso como usted y en la punta de la espada lleva seas de marqus. Esas seas que usted dice su marido muerto es que lo llevan para Francia, a Francia de coronel. Siete aos esperando y otros siete esperar. Si a los catorce no viene a monja me meter. Abre los ojos, paloma, que te quiero conocer, yo soy tu querido esposo, t mi querida mujer.
A la poesa que sirvo es vivir. Vivir primero, despus la mano que fabular pueda y sepa hacerlo cuanto ms mejor. Decirlo amablemente y que mi laberinto de algas agrande lo que llevo escrito, Abel revuelto con Can qu ms da.
puertos y de las tierras sin cultivo . Ya penetran en las comarcas de Espaa y se establecen en medio de un llano. Hacia Balign han vuelto su vanguardia. Un sirio le dije el mensaje : -Vimos a Carlos, el rey altanero . Altivos son sus hombres : su traza no es de flaquear . Armaos, pronto habris batalla . - Magnfica se anuncia responde Balign - Taed los clarines para que lo sepan mis soldados. CCXXIX Tiene el Emir un porte de verdadero barn. Es blanca su barba como la flor . En su ley es hombre muy ducho y en la batalla es muy fiero y atrevido. Su hijo Malprimis es tambin gran caballero . es de alta estatura y robusto como sus antepasados . - Seor- dice a su padre-marchemos!. Va sorprenderme el encuentro del Rey Carlos. -Le veremos- dice Balign- porque es muy valeroso . Muchas gestas dicen de l grandes loores . Pero ya no tiene a su sobrino Roldn y no habr virtud que le sostenga contra nuestro empuje.
por la vida transito como hurao viandante. Asumo mi osamenta. Ya he sufrido bastante. Dejadme arder a solas con la luz de mi frente. Voy colmando mi nombre. Slo el aire en la vena de sus alas de fuego, su ingravidez vaca. Al mirarme en mi espejo, una luz, que es la ma, me va poniendo a salvo de cuanto me encadena. Hoy de m slo queda un eco diluido, la pulsin inquietante que sienten las muchachas cuando escuchan mis versos. Mas mis versos son hachas que van abriendo brecha en lo desconocido. III Qu hago aqu? Los poetas se murieron de muerte espectral, psicoptica, satnica o poltica. Quin los lee o respeta? Mi voz no es tan raqutica como algunos quisieran. En ella est mi suerte. Estoy porque he venido. Super desalientos de magos y bufones e irrisorios profetas. Slo hay un argumento: quitaos las caretas, sentid desnuda el alma de falsos sentimientos! Y en esa desnudez, que nunca es exquisita, asumid que el silencio es un escalofro que a todo verbo saja o lo alumbra. Confo que en l quede temblando la voz que lo concita. Porque la vida me une. La vida..., qu sarcasmo! Cuanto ms vivo aliento, ms muerte me acompaa. Tambin la poesa teje su telaraa, mientras cosecha y criba la confusin y el pasmo. Nunca sabrn los dioses del fuego en que me incienso. Los hombres no sabrn por qu arda mi mente. Cuando la muerte quiera encontrarme de frente slo hallar mi cuerpo. No lo que me hizo intenso.
PALADN DE LA DEMOCRACIA EN AMRICA DEFENSOR DEL CATOLICISMO EN AMRICA EL PROTECTOR DEL PUEBLO EL BENEFACTOR...? Le saquean al pueblo su lenguaje. Y falsifican las palabras del pueblo. (Exactamente como el dinero del pueblo) Por eso los poetas pulimos tanto un poema Y por eso son tan importantes mis poemas de amor. Epigramas (1961)
o con el bello rbol japons en flor, donde el nio y el obrero nunca inspiraran tristeza, donde vieseis unos interiores humanizados por las pipas, las charlas y la hospitalidad, con flores ardientes cual magnfica sorpresa, incluso en los das ms fros. Y a menudo, junto a un portal de iglesia, habra pintoresco, un mercado famoso, con el botn del mar, con los dones de la tierra, todo abundante para todos. Una ciudad donde sobrara tiempo para ver, por amor a la melancola o por deseo de novedad tintineante, casas antiguas con parques donde anidan sombras y muchas casas nuevas con jardincillo delante. Ah se encontraran sabios de todas suertes, y cien paraguas eminentes formaran -ay, abiertos- oficiales hileras en la inauguracin de los monumentos. Y de pronto, al borde de largas avenidas, estaran los hayedos, las manchas de los estanques, para el amor, el gozo, la soledad y el lamento. De mucho, desierto; de mucho, ayuno, en medio de los dems vivira, un poco en cada uno. Mas nadie a nadie habra de temer, de seguir su va. Por azar conocera un viejo jardn recoleto, de cristalino surtidor, con peces de oro que dan ms alegra. De m diran nios con migas de pan en la mano: -Es el seor de cada da.
Versin de Jos Batll
salir, entre un redoble de tambor, del pastel, con chistera y tacn rojo, y tengo otra mirada que te sabe con ms profundidad y ms anchura, abrazando la forma que se pierde; me las apagas todas con sonrisa de llevar la otra luz en un estuche, envuelta en seda negra con su brillo. Vuelves a sonrer, y si requieres el arco de una ceja y me disparas esa condescendencia flechadora me desmenuzas y liliputizas y me voy al rincn con un azote en pantalones cortos sin domingo, un setter arrastrando las orejas, el gusano que vuelve a su manzana y huye de aqueste mar tempestuoso, pero no: me rescatas con tu risa, un beso en la nariz y estte quieto tumbado ah como una circasiana, yo que quera, a guisa de varn, estrujarte en un puo temblorosa como King-Kong a la mujer de oro, desgarrarte el satn con una ua. As estoy en tu luz crucificado, espero y creo en tu misericordia y s que hars de m lo que prefieras: despus de lacerarme con un bucle y encender en mi piel las cinco heridas jugando con la lengua y las pestaas, me dejars vaco con un golpe certero de los labios.
de todo apenas quedan las seales. Del gimnasio y las termas regaladas leves vuelas cenizas desdichadas; las torres que desprecio al aire fueron a su gran pesadumbre se rindieron. Este despedazado anfiteatro, impo honor de los dioses, cuya afrenta publica el amarillo jaramago, ya reducido a trgico teatro, oh fbula del tiempo, representa cunta fue su grandeza y es su estrago! Cmo en el cerco vago de su desierta arena el gran pueblo no suena? Dnde, pues fieras hay, est, el desnudo luchador? Dnde est el atleta fuerte? Todo desapareci, cambi la suerte voces alegres en silencio mudo; mas aun el tiempo da en estos despojos espectculos fieros a los ojos, y miran tan confusos lo presente, que voces de dolor el alma siente, Aqu naci aquel rayo de la guerra, gran padre de la patria, honor de Espaa, po, felice, triunfador Trajano, ante quien muda se postr la tierra que ve del sol la cuna y la que baa el mar, tambin vencido, gaditano. Aqu de Elio Adriano, de Teodosio divino, de Silo peregrino, rodaron de marfil y oro las cunas; aqu, ya de laurel, ya de jazmines, coronados los vieron los jardines, que ahora son zarzales y lagunas. La casa para el Csar fabricada ay!, yace de lagartos vil morada; casas, jardines, csares murieron, y aun las piedras que de ellos se escribieron. Fabio, si t no lloras, pon atenta la vista en luengas calles destruidas; mira mrmoles y arcos destrozados, mira estatuas soberbias que violenta Nmesis derrib, yacer tendidas, y ya en alto silencio sepultados sus dueos celebrados. As a Troya figuro, as a su antiguo muro, y a ti, Roma, a quien queda el nombre apenas,
oh patria de los dioses y los reyes! Y a ti, a quien no valieron justas leyes, fbrica de Minerva, sabia Atenas, emulacin ayer de las edades, hoy cenizas, hoy vastas soledades, que no os respet el hado, no la muerte, ay!, ni por sabia a ti, ni a ti por fuerte. Mas para qu la mente se derrama en buscar al dolor nuevo argumento? Basta ejemplo menor, basta el presente, que an se ve el humo aqu, se ve la llama, aun se oyen llantos hoy, hoy ronco acento; tal genio o religin fuerza la mente de la vecina gente, que refiere admirada que en la noche callada una voz triste se oye que llorando, Cay Itlica, dice, y lastimosa, eco reclama Itlica en la hojosa selva que se le opone, resonando Itlica, y el claro nombre odo de Itlica, renuevan el gemido mil sombras nobles de su gran ruina: tanto an la plebe a sentimiento inclina! Esta corta piedad que, agradecido husped, a tus sagrados manes debo, les do y consagro, Itlica famosa. T, si llorosa don han admitido las ingratas cenizas, de que llevo dulce noticia asaz, si lastimosa, permteme, piadosa usura a tierno llanto, que vea el cuerpo santo de Geroncio, tu mrtir y prelado. Muestra de su sepulcro algunas seas, y cavar con lgrimas las peas que ocultan su sarcfago sagrado; pero mal pido el nico consuelo de todo el bien que airado quit el cielo Goza en las tuyas sus reliquias bellas para envidia del mundo y sus estrellas!
Dile a tu boca, la que te acompaa hasta ahora, la que conoc en mis amargos sueos y combatido en mi lecho, que mi nombre es Manuel.
en mis ojos, de lgrimas ceidos, por perderos, oh montes, ms perdidos: tal pierdo, triste tal, as tal siento. Ya esconde el ancho mar, en s orgulloso, las frentes de los cerros levantados, en sus soberbias olas caudaloso. As divide ausencia mis cuidados; mas no podr jams, oh dueo hermoso, de ti, mis pensamientos abrazados.
El poblado, las mscaras, la clitorictoma, los ritos ancestrales llegan hasta mi mesa. Rompieron los cristales de fanales sagrados y heredados. Ya saba. Alguien me hablaba que Jomo Kenyatta no fue tan malo como dicen.
Bajo un soleado cielo, una barca se desliza calladamente en el sueo de una tarde de verano... Tres nias se acurrucan muy cerca, los ojos brillantes, el odo atento quisieran or un sencillo cuento... Mucho ha ya de aquel soleado cielo, se apagan sus ecos y su recuerdo... El glido otoo ha muerto aquel julio estival. Mas su espritu..., an inquieta mi nimo: Alicia deambulando bajo cielos que nunca ojos mortales vieron. An querrn nios un cuento, los ojos brillantes, el odo atento acurrucndose amorosos a mi lado. Penetran en un pas de maravillas. Soando mientras pasan los das, soando mientras mueren los estos. Siempre deslizndose con la corriente..., siempre flotando en ese rayo dorado..., la vida, acaso, no es ms que un sueo?
Y herida del ligero pensamiento, despide de s el alma unas centellas, aspirando con tal fuerza a su centro, que se ven en un punto todas ellas puestas y fijas en el firmamento de amor, como hermossimas estrellas, de do arrojando fuego con presteza, de nuevo Silva a se abrasar empieza. Con tierno sentimiento suspirando, entre mi dulce gozo mezclo lloro, amorosas querellas derramando delante de Ti, gloria en quien adoro, pidindote me digas hasta cundo, hasta cundo, inmenssimo tesoro, me pensabas dejar tan trascordada y en las vanas ficciones ocupada. Como el pez a quien falta su elemento, sin ti muero y expiro ciertamente; estimando en mil aos un momento de los que suelo hallarme de ti ausente, y por el ms furioso y gran tormento que en las leyes de amor el alma siente; que este dolor terrible es tan subido de punto, que aun no queda encarecido. Y pues de m te escondes y te ausentas como de una enemiga declarada, muchas veces, Seor; y aunque atormentas as a tu Silva, no la hallas cansada de sufrirte y quererte, no consientas que tambin yo ande ausente, y olvidada de Ti, pues de esto no saco otro fruto que pagar al tirano su tributo. Forzada de la flaca y deleznable naturaleza, a los males dispuesta, me sirve de un infierno intolerable, y profundos gemidos mil me cuesta; pero en ninguna va remediable puede ser tan gran peste como aquesta, si de tu eterna y tan divina mano
no me viene el socorro soberano. Una merced te pido, confiada en aquesa bondad tan sin medida, y es, que a tu voluntad muy ajustada quede tu Silva en todo, tan rendida en Ti, y tan embebida y empapada, que de m ni una gota sea vertida: si este celestial don me concedieres, yo te dar por l cuanto quisieres.
Y cogi dos palomas se las puso en el pecho. Pero las dos palomas levantaron el vuelo. Y cogi dos estrellas se las puso en el pecho. Las estrellas temblaron y se apagaron luego. Y cogi dos magnolias se las puso en el pecho las dos magnolias blancas deshojaron sus ptalos. Y cogi dos panales se los puso en el pecho y la miel y la cera se le helaron en el viento. Un milagro, Seor, un milagro pequeo! Pero Dios no la oa all arriba tan lejos. Y un da fue el amor se le entr pecho adentro. Y se sinti florida! Le nacieron dos senos, con pico de paloma con temblor de luceros. como magnolias, blancos, como panales llenos. Igual que dos milagros pequeos!
en el centro de mi hora larga dilata su pupila cuando me ve morder los barrotes de la noche para dejar entrar el fantasma de un arcngel observa paso a paso con morboso placer mi mana de recoger la pelusa que suelta la desolacin lee sin permiso todas las notas que me envan los siglos anteriores ya sabe donde escondo la flor de la esperanza y eso es lo que me asusta no vaya a ser la mala suerte que en descuido de mi parte se la lleve orilla opuesta.
por un pan para sus hijos porque sus hijos fueran a la escuela, porque tus hijos fueran alguien por darles lo que vos nunca tuviste : una cama en lugar del petate una casa en lugar del cuartito maltrecho una vida en lugar del tormento . Mama no te das cuenta? cambiaste el curso del sol con tus manos con tu enorme cuerpo lacerado El sol en tu frente cuesta abajo cuesta arriba de vuelta al trabajo asegurando el futuro en tus manos (las mismas que hacan la ropa ms simple del universo) -el amor encerrado en un cuerpo de mujerMama no te das cuenta? cambiaste el curso del sol
Cela, Camilo Jos (Iria Flavia, Padrn, La Corua, 1916 Madrid 2003)
Un anciano mendigo Mozas de Torrebelea, mozas de Fuencemilln. Un hidalgo derrotado se muere buscando pan. Tiene los ojos azules, muy antiguo el ademn y camina los caminos con aire de capitn. Mira como una paloma, tambin como el gaviln y es dulce con quienes piden y altivo con quienes dan. Por el cielo, un avefra se escapa del alcotn.
Hago mas las faltas. Siento en m a cuantos sufren y canto respirando. Canto, y canto, y cantando ms all de mis penas personales, me ensancho. Quisiera daros vida, provocar nuevos actos, y calculo por eso con tcnica, qu puedo. Me siento un ingeniero del verso y un obrero que trabaja con otros a Espaa en sus aceros. Tal es mi poesa: poesa-herramienta a la vez que latido de lo unnime y ciego. Tal es, arma cargada de futuro expansivo con que te apunto al pecho. No es una poesa gota a gota pensada. No es un bello producto. No es un fruto perfecto. Es algo como el aire que todos respiramos y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos. Son palabras que todos repetimos sintiendo como nuestras, y vuelan. Son ms que lo mentado. Son lo ms necesario: lo que no tiene nombre. Son gritos en el cielo, y en la tierra, son actos.
en la ciudad de los mil tres campanarios y las siete estaciones Y no me bastaban las siete estaciones y las mil tres torres Porque mi adolescencia era tan ardiente y loca Que mi corazn, alternativamente, arda como el templo de Efeso o como la Plaza Roja de Mosc Cuando se pone el sol. Y mis ojos iluminaban antiguos senderos. Y yo era tan mal poeta Que no saba llegar hasta el fondo de las cosas. El Kremlin era como una inmensa torta trtara Crujiente de oro. Con las grandes almendras de las catedrales inmensamente blancas y el oro empalagoso de las campanas... Un viejo monje me lea la leyenda de Novgorode Yo tena sed Y descifraba caracteres cuneiformes Luego, de pronto, las palomas del Espritu Santo volaron sobre la plaza y tambin mis manos alzaban el vuelo, con susurros de albatros y esto era las ltimas reminiscencias del ltimo da Del postrer viaje y del mar. No obstante, yo era un poeta muy malo. No saba llegar al fondo de las cosas. Tena hambre Ya todos los das ya todas las mujeres en los cafs ya todas las copas
Habra querido beberlas y romperlas Ya todas las vitrinas ya todas las calles Ya todas las casas ya todas las vidas Ya todas las ruedas de los coches que giraban como torbellinos sobre los malos empedrados Habra querido hundirlas en un gran horno de espadas y habra querido moler todos los huesos Y arrancar todas las lenguas y licuar todos esos grandes cuerpos extraos y desnudos bajo la ropa que me vuelve loco.. Presenta la llegada del gran Cristo rojo de la revolucin rusa Y el sol era una inmensa herida que se abra como un brasero. En aquel tiempo yo era un adolescente Apenas tena diecisis aos y ya no recordaba mi nacimiento Estaba en Mosc, donde quera alimentarme de llamas y no me bastaban las torres y las estaciones que cubran mi ojos de estrella En Siberia ruga el can, haba guerra A Hambre fro peste clera y las aguas fangosas del Amor arrastraban millones de carroas En todas las estaciones vea partir todos los ltimos trenes Ya nadie poda salir porque no se vendan ms boletos Y los soldados que se iban hubieran preferido quedarse... Un viejo monje me cantaba la leyenda de Novgorode. Yo, el mal poeta que no quera ir a ninguna parte, poda ir a todos lados
Y tambin los comerciantes todava tenan dinero suficiente Para ir a intentar hacer fortuna. Su tren sala todos los viernes de maana. Se deca que haba muchos muertos. Uno llevaba cien cajas de despertadores y cucs de la Selva Negra Otros cajas de sombreros, cilindros y un surtido de tirabuzones de Sheffield Otros atades de Malmoe llenos de latas de conservas y sardinas en aceite
por quien el da y la noche son para m lo que quiera, y mi cuerpo y espritu flotan en su cuerpo y espritu como leos perdidos que el mar anega o levanta libremente, con la libertad del amor, la nica libertad que me exalta, la nica libertad porque muero. T justificas mi existencia: si no te conozco, no he vivido; si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.
no me miris con ira porque no parezcis menos hermosos. Ay, tormentos rabiosos! Ojos claros, serenos, ya que as me miris, miradme al menos. Cubrid los ojos con la mano que ya me tiene muerto, cautela fue por cierto, que as doblar pensaste mis enojos. Pero de tal cautela harto mayor ha sido el bien que el dao, que el resplandor extrao del sol se puede ver mientras se cela. As que aunque pensaste cubrir vuestra beldad, nica, inmensa, yo os perdono la ofensa, pues, cubiertos, mejor verlos dejaste.
Sanai (Siglo XI ) I LAS alas de la Fe nos permiten remontar los peldaos de la luz. Aunque nuestras vidas corren como nubes, son el roco de la eternidad. No somos slo arcilla. El almudano de la esperanza derrama felicidad y paz. lAllh-hu Akbar! Allh-hu Akbar!, II Est escrito en la alcatifa de la arena, con tinta celeste de profetas: Las ideas nocivas son cual sierpes enroscadas; si no logras precaverte te inocularn su veneno. Est escrito en palmera de luceros, con sangre de amapolas y de lilas: El fanatismo es el supremo pontfice de la ignorancia. Justicia y amor son mi credo y templo,
es juventud. No se mantiene el orden ms que el tiempo que se tarda en odiar su carcter de mal. Entonces se avivar en ti el deseo del porvenir, y cada peldao de tu escalera desocupada y todos los rasgos inhibidos de tu vuelo te llevarn, te elevarn con un mismo sentimiento gozoso. Hijo de la oda ferviente, abjurars del gigantesco enmohecimiento. Los solsticios cuajan el dolor difuso en una dura joya adamantina. El infierno a su medida que se haban esculpido los limadores de metales volver a bajar vencido a su abismo. Delante del olvido nuevo, la nica nube en el cielo ser el sol. Mintamos esperanzados a quienes nos mienten: que la inmortalidad inscrita sea a la vez la piedra y la leccin.
Versin de Jorge Riechmann
con su locura cocinada en las cabezas de mi hermano mientras temblamos, horrorizados, ante el destello solar luego que la razn fue ahogada por una jeringa asesina que inyecta a un pas ya herido por nosotros Ayer el ro escondi algunos secretos en su pecho pero con algo de suerte, accederemos a la fortuna oculta all junto a la sonrisa congelada y en reserva para discretos banqueros olvidadizos del cncer que roe ya las races de la Sierra. La riqueza fue siempre asesina, telrica ni honorable, prstina o profunda en coro blasfemo, nos elevamos hacia los labios de Dios aquellas copas llenas de ofrendas tnicas enjugando los bellos colores del arco iris Sin un pas al que pueda llamar mo excepto por ste, lleno de agujas de pino en los cuales clavamos las vidas de nuestros nios Me he postergado examinando estos huesos cosecha salvaje, la tierra henchida hasta aquel da en que todos los hijos de Dios habremos de gritar a favor de nuestro nudo de sangre Y arrepentido por no ser de ellos para sentir ofrezco un inventario del abuso de mis hermanos con esta miserable tierra en mis palmas para recordarles nuestro ampuloso crecimiento la longitud de un alfanje, o si ellos prefieren el tamao de nuestra incinerada hermandad.
Que vea al mundo entero en una pequea botella de jade? Cuya alma brillante estaba libre del Cielo y la Tierra, Pues cabalgando en el Cambio entraba a la Libertad.
Traduccin: Barneto, Rafael J y Tseng, Jorge JC
Anhelo Respiro por mi herida me quedo levantada por la noche la luz encendida busco busco con las manos aunque veo encuentro una grieta en el muro te beso.
Traduccin: Francisco J. Uriz
ngeles llorando en mi ventana. ngeles violetas y desnudos. ngeles con plidas heridas ngeles ardiendo como flores. ngeles surgidos de la sombra. ngeles del fondo de las piedras ngeles de vidrio sonrosado. ngeles parados en el aire. ngeles cayendo hasta mis luchas. ngeles con hoces de diamantes. ngeles de pie sobre la lluvia. ngeles de hierro transparente. ngeles severos como guilas. ngeles altsimos y mudos. ngeles con alas de paloma. ngeles de las horas glaciales. ngeles o crculos radiantes. ngeles cantando entre mis labios. Dulcemente. ngeles abiertos como cisnes. ngeles sobre un mar de ceniza. ngeles como nubes lejanas. ngeles, o miradas, o besos. ngeles temblorosos y puros. ngeles de jazmines y lirios. ngeles con violines de fuego. ngeles de rubes celestes. ngeles como un xtasis rojo. ngeles de mi sangre infinita. ngeles con espadas de niebla. ngeles del final de los tiempos. ngeles: conjunciones rugientes. ngeles como fuentes de perlas. ngeles de la calma absoluta.
ngeles de la furia amorosa. ngeles de color amarillo. ngeles abrasando mis prpados, Dulcemente.
hzose que brotara un agua caudalosa, entre cuyo manar veloz e intermitente se enlazaban fragmentos enormes, a manera de granizo o de mieses que el trillador separa: y en medio de las rocas danzantes, para siempre, lanzse el sacro ro. Cinco millas de sierpe, como en un laberinto, sigui el sagrado ro por valles y collados, hacia aquellas cavernas que no ha medido el hombre, y hundise con fragor en una mar sin vida: y en medio del estruendo, oy Kubla, lejanas, las voces de otros tiempos, augurio de la guerra. La sombra de la cpula deliciosa flotaba encima de las ondas, y all se oa aquel rumor mezclado del agua y las cavernas. Oh, singular, maravillosa fbrica: sobre heladas cavernas la cpula de sol! Un da, en mis ensueos, una joven con un salterio apareca llegaba de Abisinia esa doncella y pulsaba el salterio; cantando las montaas de Abor. Si revivir lograra en mis entraas su msica y su canto, tal fuera mi delicia, que con la meloda potente y sostenida alzara en el aire aquella cpula, la cpula de sol y las cuevas de hielo. Y cuantos me escucharan las veran y todos clamaran: Deteneos! Ved sus ojos de llama y su cabello loco! Tres crculos trazad en torno suyo y los ojos cerrad con miedo sacro, pues se nutri con nctar de las flores y la leche prob del Paraso.
no sea el abrir violentamente lo negro en lo blanco: en la armona el caos, en ojos inocentes un cuchillo de ira, en los labios ms tiernos de juventud la muerte. Acaso lo ms duro sea el odio: ese odio que establece diferencias, ese odio que se mama en pecho de odio, ese odio que se ensea y que se aprende, que enarbola banderas como pstulas y que niega brutalmente el amor. Hasta cundo en el mundo la dualidad ms cruel, la ausencia de armona? Nuestra patria es el mundo y, en l, nuestros pulmones inspiran armona y espiran honda paz, inspiran honda paz y espiran armona. Por eso, hoy sabemos ya muy bien que, como primavera temprana, como ojo inocente, como labio muy tierno, nunca cesa esperanza de germinar: lo hace con mayor rapidez que las mareas de sangre. Ojal fuese hoy ese da en el mundo en el que, al fin, dejase de llover lluvia de odio. Oh, s, hoy slo llueven manos mansas, que a todo y hacia todos van tendindose suavemente, como marea de msica, slo para sanar, slo para sanarnos. Por nada cambiaremos esta lluvia de manos bondadosas. Son las manos de un fuego que es amor, un fuego que no quema. Son esas manos que siempre se entregan, y que nunca reniegan de palabras, ideas, sentimientos. Marea del amor, ms poderosa que el odio que se mama y que se escupe, que la sangre violada.
Muchacha muerta que en la fotografa levantas dulcemente tu rostro hacia el cielo, muchacho muerto que pones tu odo en la tierra como para escuchar slo msica: estis, en realidad, durmiendo, durmiendo, durmiendo. No turbis ms su sueo. No turbis ms sus sueos.
Lejos de tu montaa pastor de cabras vencida la Repblica de prisin en prisin arrastrado a fuerza de torturas se te dio muerte y en tus ojos que hacen tintinear a la luna dulcemente brinca ahora tu solitaria cabrita. * Vacas las prisiones, todas las esperanzas se hacen posibles Dibujad otras lunas en vuestros cuadernos de nios.
A Michel Leiris Traducciones del autor y de Juan Calzadilla
aun te llama exaltada el alma ma. T eres el tiempo que mis horas gua, t eres la idea que a mi mente asiste, porque en ti se encuentra cuanto existe, mi pasin, mi esperanza, mi poesa. No hay canto que igualar pueda a tu acento cuando mi amor me cuentas y deliras revelando la fe de tu contento; tiemblo a tu voz y tiemblo si me miras, y quisiera exhalar mi ltimo aliento abrasada en el aire que respiras.
Ay! transportad mi corazn al cielo! ngeles peregrinos que habitis las moradas divinas del Oriente y que mecidos sobre el claro ambiente por los espacios del mortal vagis. A vosotros un alma enamorada os pide sin cesar en su lamento alas, para cruzar del firmamento la senda de los aires azulada. Veladme con la niebla temerosa que por la noche ciega a los mortales, y en vuestros puros brazos fraternales llevadme all donde mi bien reposa. Conducidme hasta el sol donde se asienta bajo el dosel de reluciente oro el bien querido por quien tanto lloro, genio de la pasin que me atormenta. Ay! Transportad mi corazn al cielo, y si os place despus darme castigo, destrozadme en los aires y bendigo vuestra piedad y mi dichoso vuelo.
como la sombra a la columna el perfume dibuja el jazmn el amante precede al amor como la caricia a la mano el amor sobrevive al amante pero inevitablemente aunque no haya huella ni presagio aunque no haya huella ni presagio como la caricia a la mano el perfume dibuja el jazmn el amante precede el amor pero inevitablemente el amor sobrevive al amante como los juegos al llanto como la sombra a la columna como la caricia a la mano aunque no haya huella ni presagio el amante precede al amor el perfume dibuja el jazmn como los juegos al llanto como la sombra a la columna el amor sobrevive al amante pero inevitablemente
y tiene por terreno la costa acantilada, por fuente el hondo mar. Al ver sobre las olas rayar la luz divina, no escucha dbil trino que al hombre da placer; el grito oye salvaje del guila marina, o siente el ala enorme que el vendaval domina su copa estremecer. Del limo de la tierra no toma vil sustento retuerce sus races en duro peascal. Bebe roco y lluvias, radiosa luz y viento; y cual viejo profeta recibe el alimento de efluvio celestial. rbol sublime! Ensea de vida que adivino, la inmensidad augusta domina por doquier. Si dura le es la tierra, celeste su destino le encanta, y aun le sirven el trueno y torbellino de gloria y de placer. Oh! s: que cuando libres asaltan la ribera los vientos y las olas con hrrido fragor, entonces re y canta con la borrasca fiera, y sobre rotas nubes la augusta cabellera sacude triunfador. rbol, tu suerte envidio! Sobre la tierra impura de un ideal sagrado la cifra en ti he de ver. Luchar, vencer constante, mirar desde la altura, vivir y alimentarse de cielo y de luz pura... Oh vida, oh noble ser! Arriba, oh alma fuerte! Desdea el lodo inmundo, y en las austeras cumbres arraiga con afn. Vers al pie estrellarse las olas de este mundo, y libres como alciones sobre ese mar profundo tus cantos volarn.
Traduccin del autor
Vida acaso tambin indagadora. (Por esta ausencia sufro, sufro, Su presencia era tuya y la nuestra). Algo brilla sin fin, mas no vosotras, mientras ansioso yo pregunto La muerte brilla cegadora en el aire que es apenas es un manso susurro
(Cunta hermosura en vano, si los dioses abandonaran el campo de los sueos!) Horadan sus penumbras, derraman sus cabellos sobre el oro del viento y la espiga reclina la cabeza, as rinde el amante sus resistencias a la dulce acometida, y convierte la luz, el sol en refugio de la sangre. Eucarstico destino del pan, del hombre y su milagro.
por qu queris que obren bien si las incitis al mal? Combats su resistencia y luego, con gravedad, decs que fue liviandad lo que hizo la diligencia. Parecer quiere el denuedo de vuestro parecer loco, al nio que pone el coco y luego le tiene miedo. Queris, con presuncin necia, hallar a la que buscis para prentendida, Thais, y en la posesin, Lucrecia. Qu humor puede ser ms raro que el que, falto de consejo, l mismo empaa el espejo y siente que no est claro? Con el favor y el desdn tenis condicin igual, quejndoos, si os tratan mal, burlndoos, si os quieren bien. Opinin, ninguna gana, pues la que ms se recata, si no os admite, es ingrata, y si os admite, es liviana. Siempre tan necios andis que, con desigual nivel, a una culpis por cruel y a otra por fcil culpis. Pues como ha de estar templada la que vuestro amor pretende?, si la que es ingrata ofende, y la que es fcil enfada? Mas, entre el enfado y la pena que vuestro gusto refiere, bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena. Dan vuestras amantes penas a sus libertades alas, y despus de hacerlas malas las queris hallar muy buenas. Cul mayor culpa ha tenido en una pasin errada: la que cae de rogada, o el que ruega de cado? O cul es de ms culpar, aunque cualquiera mal haga; la que peca por la paga o el que paga por pecar? Pues, para qu os espantis de la culpa que tenis? Queredlas cual las hacis o hacedlas cual las buscis. Dejad de solicitar, y despus, con ms razn, acusaris la aficin de la que os fuere a rogar. Bien con muchas armas fundo que lidia vuestra arrogancia, pues en promesa e instancia juntis diablo, carne y mundo.
que salpican los muros de las habitaciones prohibidas, ni a las joyas que revisten los techos, ni a los labios que buscan los tuyos en la sombra, ni a la palabra santa que acecha en los umbrales. Desesperadamente, civilizadamente, conteniendo la risa, secndote las lgrimas, en el borde del mundo, al final del camino, oyendo cmo silban las balas enemigas alrededor y cmo cantan los ruiseores, no lo dudes, hermano: abre todas las puertas. Aunque nada haya dentro.
Este renombre se le debe a aquellos que con erudicin, doctrina, y ciencia les dan ornato que los hacen bellos. Vstenlos de dulzura y elocuencia, de varias y hermosas locuciones, libres de la vulgar impertinencia. Hablan por elegantes circuiciones, usan de las figuras convenientes que dan fuerza a exprimir sus intenciones. Los poetas que fueren diligentes observando la lengua en su pureza formarn voces nuevas de otras gentes. No a todos se concede esta grandeza de formar voces, sino a aquel que tiene excelente juicio, y agudeza. Aquel que en los estudios se entretiene y alcanza a discernir con su trabajo lo que a la lengua es propio, y le conviene. Cul vocablo es comn, y cul es bajo, cul voz dulce, cul spera, cul dura, cul camino es seguido, y cul atajo: Este tiene licencia en paz segura de componer vocablos, y este puede enriquecer la lengua culta y pura. Finalmente, al que sabe, se concede poder en esto osar, poner la mano, y el que lo hace sin saber, excede. Por este modo fue el sermn romano enriquecido con las voces griegas, y peregrinas, cual lo vemos llano. Y si t que lo ignoras, no te allegas a seguir esto, y porque a ti te admira lo menosprecias, y su efecto niegas, lo propio dice el Sabio de Stagira a quien Horacio imita doctamente en dulce, numerosa y alta lira.
Si formaren diccin, es conveniente que sea tal de la oracin el resto que autoridad le d a la voz reciente. No se descuide en la advertencia de esto, y en cules son las letras con que suenan bien, y con cules mal lo que es compuesto. Vocablos propios muchos los condenan por simples, mas las voces trasladadas y ajenas, por dulcsimas resuenan. Voces antiguas hacen sublimadas con majestad y ser las oraciones, si las palabras son bien inventadas. La oracin hacen grave las dicciones inusitadas, y sers loado si cuerdamente ordenas, y dispones. Una cosa encomienda ms cuidado que en cualquiera sujeto que tratares siga siempre el estilo comenzado. Si fuera triste aquello que cantares que las palabras muestren la tristeza y los afectos digan los pesares. Si de Amor celebrares la aspereza, la impaciencia y furor de un ciego amante, de la mujer la ira y la crudeza: este decoro has de llevar delante sin mezclar en sus rabias congojosas cosa que no sea de esto semejante. Si de cosas tratares deleitosas las razones es justo que lo sean; si de fieras, sean fieras y espantosas. Acomoda el estilo que en l vean las cosas que tratares tan al vivo que tu designo por verdad lo crean. Pinta al Satrneo Jpiter esquivo contra el terrestre bando de Briareo y al soberbio Jayn, en vano altivo.
Celosa a Juno, congojoso a Orfeo, hermosa a Hebe, lastimada a Ino, a Clito bello, y sin fe a Tereo. No estar la virtud en su divino trono entre el Ocio vil y Gula vana por ser lugar a su deidad indino. Ni la corona sacra de Ariadna esmaltada de formas celestiales estar bien ciendo frente humana: estas partes son todas principales en el Arte, y si en ellas no se advierte errarn en las cosas esenciales
as como la serpiente de su piel. Por qu no llaman prostituta a la luna? Ella acostumbra caminar por las noches, acostumbra apostar su cuerpo, acostumbra ocultar su vergenza, acostumbra sumergirse en la oscuridad porque ya detesta su (claridad. Porque ella es una hermosa alimaa blanca. Mi nombre es chicle prohibido para los nios. Mi nombre ha sido pisoteado por el desprecio. Ahora ya no tengo nombre. Soy un duende que le revuelve la cabellera al amor.
Mira la tarde, mira qu cancin multicolor: las mobylettes felices como estrellas fugaces, quinceaeras azules con bermudas y suspensos, gaviotas acariciando el tiempo, la playa all como una bienvenida... Cunto le habr costado al Universo, cuntos siglos, abrazos, guerras... este momento? Apidate. No sueltes en medio de esta hora el paquidermo mustio de tu filosofa.
A Ren Prez Dichoso el rbol, que es apenas sensitivo, y ms la piedra dura porque esa ya no siente, pues no hay dolor ms grande que el dolor de ser vivo, ni mayor pesadumbre que la vida consciente. Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto, y el temor de haber sido y un futuro terror... Y el espanto seguro de estar maana muerto, y sufrir por la vida y por la sombra y por lo que no conocemos y apenas sospechamos, y la carne que tienta con sus frescos racimos, y la tumba que aguarda con sus fnebres ramos, y no saber adnde vamos, ni de dnde venimos!...
entre escombros e incluso, por un rato, una estrella fugaz en el cielo nocturno de alguien.
Traduccin : Ins Praga, con ayuda de Amor Barros, Ana Garca y Ana Sevilla
Que ni una palabra ni una mirada obscena manchen la casa en donde haya un nio Todos desean saber, pero pocos pagar el trabajo que vale. El nio es acreedor al mximo respeto. La censura perdona a los cuervos y se ensaa con las palomas. Toda ganancia gusta y complace, sea cual sea su origen Todos quieren poseer conocimientos; pero pocos estn dispuestos a pagar su precio. Las bromas son como la sal: se deben usar con gran precaucin El mayor crimen es preferir la vida al honor y, por vivir la vida, perder la razn de vivir.
Traduccin: Diego Lpez
No hay quien viva en Roma Stira III (Fragmento) Se inspira tanta confianza cuanto dinero se posee. Nada vale el juramento del pobre, aunque lo haga ante los altares y por los dioses. La lgubre pobreza lleva consigo el estigma ms duro: el de hacer ridculos a los hombres. Cmo divierte ver una capa sucia o hecha jirones, una toga rada, unos zapatos rotos, y ms si deja ver por su rotura los dedos de los pies! Fuera los humildes! Fuera los banquetes de los caballeros, el que no tenga rentas! Que se siente en su lugar el hijo de un pillastre engendrado bajo cualquier puente! Al estpido Otn, debemos gran parte de estas distinciones jerrquicas. Ningn yerno es bien visto, si tiene menos dinero que la novia, y a ningn pobre se le llama a asesorar a los ediles. Hace mucho tiempo que todos los romanos debieran haber emigrado de Roma. Cunto cuesta una msera vivienda? Las dificultades domsticas deprimen el nimo e impiden al virtuoso mostrar su valor. A muchos les avergenza comer en platos de barro. Sostener unos pocos esclavos, alimentarse con suficiencia cuesta cantidades exorbitantes. Se dice que existe una vasta regin del territorio italiano en que a nadie se le ve con toga, sino cuando se muere. Cualquier solemnidad, si alguna vez se celebra en estos lugares, tiene por teatro el suelo de tierra, y, si se representa una comedia popular de esas que hacen llorar a los nios en los brazos de sus madres, se vern en la escena las mscaras descoloridas y el vestuario tan pobre como el de los espectadores. Solamente los altos personajes lucirn la tnica blanca, como gala de su categora.
En Roma, ocurre lo contrario. Se viste mejor de lo que permiten las posibilidades econmicas. La ostentacin sobrepasa a la prudencia, aunque haya que recurrir al prstamo del vecino. Es un vicio de todos. Somos pobres, pero vanidosos. Todo en Roma tiene su precio. Cunto te cuesta la vanidad de codearte con Coso o de que Veienton se digne dirigirte una mirada, sin despegar los labios? Hay que destacarse. Uno se afeita la barba; otro, corta el cabello a su favorito. Quien, convida en su casa, y la llena de golosinas; pero ha de pagarlas. T, calla y come
Traductor: J. Torrens Bjar
Con qu bloqueo era necesario Defenderse. En ese clima que viene de las palabras.
Traduccin: El autor
2. Muchos desconocen que al disputar, perecemos; pero aquellos que lo comprenden, refrenan por completo sus disputas. 3. Aunque uno recite poco las escrituras, si se conduce segn las Enseanza, abandonando el deseo, el odio y la ilusin, provisto con una mente bien liberada y no apegndose a nada ni aqu ni despus, obtiene los frutos de la Vida Santa. 4. Aqul cuya mente es inestable, no conoce la enseanza sublime, y aqul cuya confianza vacila, su sabidura no alcanzar plenitud. 5. No deberamos considerar los fallos de los dems, ni lo que los otros han hecho o dejado de hacer, sino nuestros propios actos cometidos u omitidos. 6. As como la abeja liba en la flor, sin daar su color y esencia, y luego se aleja, llevndose nicamente el polen, as el sabio pasa por esta existencia. 7. Igual que una flor bella y de brillante color, pero sin perfume, as son de estriles las buenas palabras de quien no las pone en prctica. 8. Del mismo modo que puede germinar y florecer un aromtico loto en un estercolero, as, entre los ofuscados, deslumbra en sabidura el discpulo que sigue al Buda. 9. Si un hombre busca y no puede encontrar alguien que es mejor o igual que l, que prosiga reciamente la senda de la vida. No puede haber amistad con un necio. 10. Para su ruina, por supuesto, consigue el necio conocimiento y fama, que oscurecen sus destino y ofuscan su mente. 11. Los que riegan, canalizan el agua,; los arqueros enderezan la flecha; los carpinteros tallan la madera; los sabios se disciplinan. 12. El sabio se libra a s mismo de las impurezas de la mente 13. Mejor conquistarse uno mismo que conquistar a los dems. 14. Incluso una buena persona puede experimentar dolor al obrar bien, pero en cuanto el fruto se produce, entonces experimenta los buenos resultados. 15. No hablis agresivamente con nadie 16. No es ir desnudo, ni tener el cabello enmaraado, ni permanecer sucio o ayunar, ni yacer en el suelo, ni embadurnarse el cuerpo con cenizas, ni caminar sin ponerse erguido, lo que purifica al mortal que no se ha liberado de sus dudas. 17. Los virtuosos se autocontrolan. 18. Segn aconseja a los dems, debe l mismo actuar. Bien controlado l mismo, puede guiar a los otros. Verdaderamente es difcil controlarse a uno mismo. 19. Lo bueno y beneficioso es verdaderamente difcil de hacer.
20. La pureza y la impureza depende de uno mismo. Nadie puede purificar a otro. 21. Aqul cuya buenas acciones superan las malas, ilumina este mundo como la luna emergiendo de las nubes. 22. El abandono del mal, el cultivo del bien y la purificacin de la mente: tal es la enseanza de los Budas. 23. La paciencia y la tolerancia son las ms altas ascesis. 24. No reprochar, no hacer ningn dao, practicar la moderacin segn los preceptos fundamentales, ser moderado en la alimentacin, residir en la soledad, aplicarse uno mismo a la concentracin mental elevada, tal es la enseanza de los Budas. 25. Entre seres que odian, vivamos sin odio. 26. Conquistar al hombre airado mediante el amor; conquistar al hombre de mala voluntad mediante la bondad; conquistar al avaro mediante la generosidad; conquistar al mentiroso mediante la verdad. 27. No identificarse con lo que es agradable ni identificarse con lo que es desagradable; no mirar a lo que es placentero ni a lo que es displacentero, porque en ambos lados hay dolor. 28. Haz una isla de ti mismo 29. Gradualmente, poco a poco, de uno a otro instante, el sabio elimina sus propias impurezas como un fundidor elimina la escoria de la plata. 30. Uno mismo es su propio protector; uno mismo es su propio refugio.
Y la estrella mete su nariz de plata a travs de la grieta y se posa en la cabeza del pequeo: a las estrellas les gustan los nios. Y la madre mira la estrella y comprende todas las madres comprenden. Y aprieta asustada al nio pequeo contra su pecho pero el nio mama tranquilo a la luz de las estrellas todos los nios maman a la luz de las estrellas. An no sabe nada de la cruz: ningn nio lo sabe.
Traduccin: Francisco J. Uriz
No puedo Dejar de: Fumar beber comer chocolate robar paraguas quedarme dormida por la maana
olvidarme de recordar cumpleaos y limpiarme las uas. Hablar por boca de otros revelar secretos
Amar lugares extraos y psicpatas. puedo estar sola fregar platos leer libros construir frases escuchar y ser feliz sin mala conciencia.
Traduccin : Francisco J. Uriz
de los speros olores cabros: efluvios que enajenan y enloquecen la voluptuosidad carnvora del anfitrin que se monda los dientes con el drmatoesqueleto de un insectillo acicular. III El coridn va a la zaga del diamante, mas no le muerde el calcaar; preterido, es dos veces mordido por l. Y queris que las menos agraciadas de las bellas no lleven un cangrejo -o cncer mdico- de rencor y de angustia en la matriz delirante y sin amigo? Ignoris acaso que el tahr perdidosos propende a soltar la bramona? Respetad el dolor ms profundo: ay, dolor de las propias entraas! IV Y... ay! Mujeres torvas, desgreadas, mujeres percudidas, todas pringue en las greas, relmpagos de acero en las negras pupilas, desgarran su pasin, que ruge descosida y convulsa en los faralaes polutos y en los descotes de las blusas sardosas
mugre que se mitiga en el moreno de las carnes macilentas! V Dejadme. Hay que dormir, frente a la gloria cruenta de esta sazn (...) Es menester dormir, viejo amor de los siglos, crono, delirante. Y se habla de eternidad en tu nombre!
Cuando suspiras no suspiras aire, sino alma misma; si lloras , a la par dulce y amarga, ya declina la sangre de mi vida. No es cierto que me quieras as como lo dices , si mi vida disipas en la tuya : eres t lo mejor que hay en m mismo. Tu corazn que todo lo adivina , no me presagie duelos : pudiera serte el Hado favorable y confirmar tus miedos. Mas piensa que tan solo, para el sueo, nos volvimos de lado; quienes el uno al otro se dan la vida no pueden separarse .
en el caos universal. Cmo nos engaamos huyndole al amor! Cmo lo desconocimos, tal vez con recelo de enfrentar su espada reluciente, su formidable poder de penetrar la sangre y en ella imprimir una orqudea de fuego y lgrimas. Pero, l lleg mansamente y me envolvi en dulzura y celestes hechizos. No quemaba, no brillaba, sonrea. No entend, tonto que fui, esa sonrisa. Me her con mis propias manos, no por el amor que traas para m y que tus dedos confirmaban al juntarse a los mos, en la infantil bsqueda del Otro, el Otro que yo me supona, el Otro que te imaginaba, cuando -por agudeza del amor- sent que ramos uno slo. Amiga, amada, amada amiga, as el amor disuelve el mezquino deseo de existir de cara al mundo con la mirada perdida y la ancha ciencia de las cosas. Ya no enfrentamos al mundo: en l nos diluimos, y la pura esencia en que nos transmutamos perdona alegoras, circunstancias, referencias temporales, imaginaciones onricas, el vuelo del Pjaro Azul, la aurora boreal, las llaves de oro de los sonetos y de los castillos medievales, todos los engaos de la razn y de la experiencia, para existir en s y para s, con la rebelda de cuerpos amantes, pues ya ni somos nosotros, somos el nmero perfecto: Uno. Tom su tiempo, yo s, para que el Yo renunciase a la vacuidad de persistir, fijo y solar, y se confesara jubilosamente vencido, hasta respirar el ms grande jbilo de la integracin. Ahora, amada ma para siempre, ni mirada tenemos para ver, ni odos para captar la meloda, el paisaje, la transparencia de la vida, perdidos como estamos en la concha ultramarina de mar.
Traduccin: Miguel ngel Flores
Du Fu (China, 712-770)
Contemplando la primavera el pas est destruido pero ros y montaas permanecen ya es primavera en la ciudad
por todas partes rboles y plantas en este tiempo herido las flores lloran incluso el canto de los pjaros asusta en su abandono desde hace tres meses arden las llamas de la guerra una sola carta de los mos vale ms de mil onzas de oro mis cabellos encanecidos tan escasos que no puedo ni sujetarlos con mi horquilla
Traduccin: Pilar Gonzlez Espaa
Ducasse, Isidore Conde de Lautramont (Montevideo, Uruguay, 1846 - Pars, Francia, 1870)
Los cantos de Maldoror Canto primero (Fragmento) Viejo ocano, tu forma armoniosamente esfrica, que alegra la cara grave de la geometra, me recuerda demasiado los pequeos ojos del hombre, similares por su pequeez a los del jabal, y a los de las aves nocturnas por la perfeccin circular de su contorno. Sin embargo, el hombre se ha credo hermoso en todos los siglos. Pero yo supongo, ms bien, que el hombre slo cree en su belleza por amor propio, pues en realidad no es bello y l lo sospecha; si no, por qu mira el rostro de su semejante con tanto desprecio? Te saludo, viejo ocano! Viejo ocano, eres el smbolo de la identidad: siempre igual a ti mismo. Nunca cambias de una manera esencial, y, si tus olas estn en alguna parte furiosas, ms lejos, en alguna otra zona, se hallan en la ms completa calma. No eres como el hombre, que se detiene en la calle para ver cmo se atenazan por el cuello dos dogos y no se detiene cuando pasa un entierro, que por la maana es asequible y por la tarde est de mal humor, que re hoy y maana llora. Te saludo, viejo ocano! Viejo ocano, no sera nada imposible que escondieras en tu seno futuras utilidades para el hombre. Ya le has dado la ballena. No dejas adivinar fcilmente a los ojos vidos de las ciencias naturales los mil secretos de tu ntima organizacin: eres modesto. El hombre se vanagloria de continuo, y por minucias. Te saludo, viejo ocano!
Y aunque no lo comprendas claramente, el destino se desenvuelve como debe hacerlo. Procura tambin, vivir en paz con Dios, independientemente de como lo concibas. Y cualesquiera que sean tus afanes, en la ruidosa confusin de la existencia, llena de calma, tu propio ser, que a pesar de la tristeza y los sueos no cumplidos, el mundo es maravilloso, y vale la pena, vivir en el. conserva la alegra, lucha por ser feliz.
y debe su agua invadirme un poco. La vida. La vida. As la voy a atar a mis pasos, exactamente como la muerte abraza mi infancia.
Traduccin: Hossain Bouzineb
Eliot ,Thomas Stearns (Saint Louis, Missouri, Estados Unidos, 1888 - Londres, 1965)
Dificultades de un estadista Grita qu he de gritar? Toda carne es hierba, incluso los caballeros de la Orden del Bao, los caballeros del Imperio Britnico, los caballeros, qu caballeros!, de la Legin de Honor, de la Orden del guila Negra (1 y 2 clase) y la Orden del Sol Naciente. Grita grita qu he de gritar? Lo primero que hay que hacer es formar las comisiones: Los consejos consultivos, los comits permanentes, las comisiones selectivas y las subcomisiones. Un secretario bastar para diversas comisiones. Qu he de gritar? Arthur Edward Cyril Parker es nombrado operador telefnico con un salario de una libra y diez por semana con un aumento anual de cinco chelines hasta llegar a dos libras diez por semana; y un aguinaldo de treinta chelines para Navidad con una semana de vacaciones por ao. Se ha nombrado una comisin a fin de designar una junta de ingenieros que estudiar la provisin de agua. Se establece una comisin de obras Pblicas, encargada ante todo del problema de la reconstruccin de las fortificaciones. Se designa una comisin para que delibere con una comisin volsca acerca de la paz perpetua: los fabricantes de flechas y jabalinas as como los herreros han designado una comisin mixta a fin de protestar contra la reduccin de encargos. Mientras tanto los centinelas juegan a los dados en las marcas y las ranas (Oh mantuano!) croan en las charcas. Las lucirnagas brillan contra la tenue sbana alumbrando Qu he de gritar? Mam mam he aqu la hilera de retratos de familia, los bustos cubiertos de polvo, todos con un aire inconfundiblemente romano, inconfundiblemente semejantes entre s, iluminados sucesivamente por la lmpara de un guardin sudoroso que bosteza. Ah! oculta bajo la... Oculta bajo la... Donde la pata de la paloma se detuvo y se aferr por un momento, un momento de quietud, reposo del medioda, posada bajo las ramas ltimas del rbol ms exuberante del medioda
bajo la pluma del pecho agitada por el viento leve despus de medioda. All el ciclamen despliega sus alas, all la clemtide se vuelca sobre el dintel oh mam! (no entre estos bustos, cada uno con la correspondiente leyenda) soy una cabeza fatigada entre estas cabezas, cuellos fuertes para sostenerlos, narices fuertes para cortar el viento. Mam no podemos estar juntos alguna vez, casi ahora, si las matanzas, inmolaciones, oblaciones e impetraciones son observadas ahora no podemos estar ah! ocultos. Ocultos en la quietud del medioda, en la silenciosa y croante noche. Ven con la agitacin del ala del pequeo murcilago, con el modesto resplandor de la lucirnaga o el coyuyo Subiendo y bajando, coronados de polvo, las pequeas criaturas las pequeas criaturas gorjean dbilmente a travs del polvo, a travs de la noche. Oh mam! Qu he de gritar? Reclamamos una comisin, una comisin representativa, una comisin investigadora RENUNCIA, RENUNCIA, RENUNCIA
Traduccin: E. L. Revol
mientras el frceps todava atenaza su crneo el mdico ya est comindose el pollito que l le costea el comerciante saca el pagar que gotea tinta y sangre mientras brillan los sellos con ostentacin comunquese y archvese mientras berrea en la dulzona fetidez de la clnica de la inspeccin del asesinato el charlatn imprime sus pulgares debajo del contrato est asegurado y malgastado an pesa poco es feo colorado y tierno cunto redita neto qu leyes lo rigen qu se le ensea y qu se le oculta el futuro est agotado y jodido l es reprobado e indigno cuando con manos arqueadas atrapa el aire an extrao ya han fijado cunto pagar por leche y telfono la tarifa del gas cuando se asfixia en la cama gris y el salario para la mujer que lo lavar despus l est registrado predestinado atrapado cuando el bulto que ah alla y berrea llena la fosa, expulsa el rencor despedaza framente lo que le armamos describe el momento con escritura exacta es traicionado y vendido.
Traduccin: Alejandra Meja
Traduccin: J. Ferrat
y al puesto y fin del curso resolviendo, le dan al vencedor alguna cosa: vienen a ser tan sueltos y alentados que alcanzan por aliento los venados. Y desde la niez al ejercicio los apremian por fuerza y los incitan, y en el blico estudio y duro oficio, entrando en ms edad, los ejercitan; si alguno de flaqueza da un indicio, del uso militar lo inhabilitan, y el que sale de las armas sealado conforme a su valor le dan el grado. Los cargos de la guerra y preeminencia no son por flacos medios provedos, ni van por calidad, ni por herencia, ni por hacienda y ser mejor nacidos; mas la virtud del brazo y la excelencia, sta hace los hombres preferidos, sta ilustra, habilita, perficiona y quilata el valor de la persona. Los que estn a la guerra dedicados no son a otros servicios constreidos, del trabajo y labranza reservados y de la gente baja mantenidos: pero son por las leyes obligados de estar a punto de armas provedos, y a saber diestramente gobernallas en las lcitas guerras y batallas. Usan el falso oficio de hechiceros, ciencia a que naturalmente se inclinan, en seales mirando y en ageros, por las cuales sus cosas determinan; veneran a los necios agoreros que los casos futuros adivinan: el agero acrecienta su osada, y les infunde miedo y cobarda. Algunos destos son predicadores tenidos en sagrada reverencia,
que slo se mantienen de loores, y guardan vida estrecha y abstinencia: stos son los que ponen en errores al liviano comn con su elocuencia, teniendo por tan cierta su locura, como nos la Evanglica Escritura. Son de gestos robustos, desbarbados, bien formados los cuerpos y crecidos, espaldas grandes, pechos levantados, recios miembros, de nervios bien fornidos; giles, desenvueltos, alentados, animosos, valientes, atrevidos duros en el trabajo y sufridores de fros mortales, hambres y calores. No ha habido rey jams que sujetase esta soberbia gente libertada, ni extranjera nacin que se jatase de haber dado en sus trminos pisada, ni comarcana tierra que se osase mover en contra y levantar espada: siempre fue exenta, indmita, temida, de leyes libre y de cerviz erguida. Crecan los intereses y malicia a costa del sudor y dao ajeno, y la hambrienta y msera codicia, con libertad paciendo, iba sin freno: la ley, derecho, el fuero y la justicia era lo que Valdivia haba por bueno, remiso en graves culpas y piadoso, y en los casos livianos riguroso. As el ingrato pueblo castellano en mal y estimacin iba creciendo, y siguiendo el soberbio intento vano, tras su fortuna prspera corriendo; pero el Padre del cielo soberano ataj este camino, permitiendo que aquel a quien, l mismo puso el yugo, fuese el cuchillo y spero verdugo.
El Estado araucano, acostumbrado a dar leyes, mandar, y ser temido, vindose de su trono derribado y de mortales hombres oprimido, de adquirir libertad determinado, reprobando el subsidio padecido, acude al ejercicio de la espada, ya por la paz ociosa desusada. Dieron seal primero y nuevo tiento ( por ver con qu rigor se tomara), en dos soldados nuestros, que a tormento mataron sin razn y causa un da; disimulse aquel atrevimiento, y con esto creciles la osada; no aguardando a ms tiempo, abiertamente comienzan a llamar y juntar gente. Principio fue del dao no pensado el no tomar Valdivia presta enmienda con ejemplar castigo del Estado; pero nadie castiga en su hacienda. El pueblo sin temor desvergonzado con nueva libertad rompe la rienda del homenaje hecho y la promesa.
Estoy solo, de pie ante la desnuda llanura; el viento lleva las grullas a lo lejos; estoy pensando en mi alegre juventud, pero no me lamento de los tiempos idos. No me lamento de los aos disipados. No lamento la blanca flor de mi alma. En el jardn arde el fuego del serbal sin dar calor a nadie ya. No se quemarn los ramos del serbal. No perecer la hierba en la sequa. Como un rbol que pierde sus hojas sin quejarse, as dejo caer mis nostlgicas palabras. Y si el viento de los aos las dispersa
y las rastrilla todas en un montn intil, decid as: que el bosque rubio ces de hablar en su lenguaje tierno
y es tal vuestra grandeza, no se atreve ninguno a seros importuno; que sois ms mujer que otra, y as, cualquiera siente que lo podris moler muy fcilmente. Mas si os tenis en mucho, con grande fundamento y con mayor asiento estima en mucho a todos; porque si sois grosera, en ser terrible y fiera sudar os har alguno, y con tan sucio ultraje no es mucho que manchis vuestro linaje.
de verso y prosa en abundante sarta; poltico profundo en sus faenas, folletos traza, artculos ensarta, suda y trabaja, y en marchar se emplea resmas para envolver alcaravea. Otros, oh gloria!, sin aliento vagan solcitos huyendo ac y all, suponen clubs y con recelo indagan cuando el Gobierno a aprisionarlos va: a estos, si los destierran, los halagan; nadie en ellos pens ni pensar, y andan ocultos y mudando trajes, rreyndose terribles personajes. Estos, por lo comn, son buena gente, son a los que llamamos infelices, hombres todo entusiasmo y poca mente, que no ven ms all de sus narices; raza que el pecho denodado siente antes que, oh fiero mandarn!, atices uno de tus legales ramalazos, que les dobla ante el rey los espinazos. Otros te siguen, engaosa gloria, que all en sus pueblos son pozos de ciencia que, creyndose dignos de la historia, varones de gobierno y experiencia, ansiosos de alcanzar alta memoria y abusos corregir con su elocuencia, diputados al fin se hacen nombrar, tontos de buena fe para callar. stos viven despus desesperados, del ministro adems desatendidos, en el mundo poltico ignorados y del pueblo tambin desconocidos; andan en la cuestin extraviados, siempre sin tino, torpes los sentidos, dando a saber con pruebas tan acerbas que pierden fuerzas en mudando yerbas. A todos, gloria, tu pendn nos gua,
y a todos nos excita tu deseo: Apellidarse socio, quin no ansa y en las listas estar del Ateneo? Y quin, aficionado a la poesa, no asiste a las reuniones del Liceo, do la luz brilla dividida en partes de tanto profesor de Bellas Artes....
II A la vuelta de una frase t regresabas, es el alba en un libro, es un jardn, puedo ver todo, el roco, una mariposa sobre una hoja y eres t que te levantas de repente entre las pginas y el libro deviene ms bello porque eres t y no has envejecido, caminas lentamente hacia una puerta.
os llamaba as y lo habis dejado morir muy lejos de su amor, hermanos an es preciso que nos dirijamos a ustedes en la premura en el tormento de los huesos, hermanos, slo estis all para esa nica mirada sobre los que se alejan, que estn all, que ya no estn y ustedes delante, hermanos vivientes que amamos todava.
IV Una hoja que se desgarra, tres notas sobre el silencio, casi nada, es temprano es la maana o la noche, ya no lo s, he caminado largo tiempo, ahora me detengo, reposo, todo es perfecto, el cielo permanece apacible, cuento siete estrellas.
Traduccin del autor
Mas, ay!, que entre la tmida vislumbre, inclinada hacia m, con pesadumbre, suspira una palmera temblorosa.
ver tres generaciones en una misma casa reunidas! Es como un rbol viejo con renuevos y con algunas ramas podridas que ya se caen. Salid a desafiar la opinin popular, id contra esta servidumbre vegetativa de la sangre. Estad contra cualquier clase de opresin.
Traduccin: E. L. Revol
El agua profunda cuyo lecho nadie ha visto. El vigilante que puede rastrear las pisadas del antlope en la roca. El len del bosque de Eminsa. Loado seas T!.
no a la estrella que est a mil aos de distancia del peso de la tierra y el engao de sus formas donde nadie tiene miedo de la luz Yo en las islas que flotan en el agua respiro yo en el inmenso cielo busco un fragmento que est libre de pensamientos vacos Vuelve conmigo vuelve conmigo al inicio de mi cuerpo al perfumado centro del feto al instante en que de ti fui creada vuelve conmigo de ti estoy incompleta Ahora las palomas sobre las cimas de mis pechos vuelan ahora en los capullos de mis labios las mariposas de los besos se han sumido prestas a huir ahora el mihrab de mi cuerpo para la oracin de amor esta dispuesto Vuelve conmigo soy incapaz de hablar porque te amo porque "te amo" es una palabra que viene del mundo de lo vano y de lo viejo reiterado vuelve conmigo soy incapaz de hablar Deja que deposite la carga de la luna en el refugio de la noche deja que me llene de pequeas gotas de lluvia de tiernos corazones de formas de nios no nacidos deja que me llene tal vez mi amor sea la cuna para el nuevo Mesas por nacer. Se nos llevar el viento En mi pequea noche ay! el viento tiene una cita con las hojas de los rboles En mi pequea noche amenaza la ruina Escucha!
Oyes el paso silbante de la oscuridad? Yo lo miro con ojos ajenos a esta dicha Apegada estoy a mi desesperanza Escucha! Oyes el paso silbante de la oscuridad? Algo cruza la noche la luna est roja y agitada y sobre este techo que a cada instante amenaza derrumbarse las nubes como masas enlutadas parecen esperar el instante de lluvia Un instante y despus nada detrs de esta ventana tiembla la noche y la tierra va dejando de girar Detrs de esta ventana una incgnita nos mira a ti y a m Oh verde de los pies a la cabeza! pon tus manos como un recuerdo encendido en mis manos amantes y como un clido sentimiento de existencia confa tus labios a las caricias de mis amantes labios Se nos llevar el viento Se nos llevar el viento
Bajo la luna gitana, las cosas la estn mirando y ella no puede mirarlas. Verde que te quiero verde. Grandes estrellas de escarcha, vienen con el pez de sombra que abre el camino del alba. La higuera frota su viento con la lija de sus ramas, y el monte, gato garduo, eriza sus pitas agrias. Pero quin vendr? Y por dnde...? Ella sigue en su baranda, verde carne, pelo verde, soando en la mar amarga. Compadre, quiero cambiar mi caballo por su casa, mi montura por su espejo, mi cuchillo por su manta. Compadre, vengo sangrando desde los puertos de Cabra. Si yo pudiera, mocito, este trato se cerraba. Pero yo ya no soy yo, ni mi casa es ya mi casa. Compadre, quiero morir decentemente en mi cama. De acero, si puede ser, con las sbanas de holanda. No veis la herida que tengo desde el pecho a la garganta? Trescientas rosas morenas lleva tu pechera blanca. Tu sangre rezuma y huele alrededor de tu faja. Pero yo ya no soy yo. Ni mi casa es ya mi casa. Dejadme subir al menos hasta las altas barandas,
Dejadme subir!, dejadme hasta las altas barandas. Barandales de la luna por donde retumba el agua. Ya suben los dos compadres hacia las altas barandas. Dejando un rastro de sangre. Dejando un rastro de lgrimas. Temblaban en los tejados farolillos de hojalata. Mil panderos de cristal, heran la madrugada. Verde que te quiero verde, verde viento, verdes ramas. Los dos compadres subieron. El largo viento dejaba en la boca un raro gusto de hiel, de menta y de albahaca. Compadre! Dnde est, dime? Dnde est tu nia amarga? Cuntas veces te esper! Cuntas veces te esperara, cara fresca, negro pelo, en esta verde baranda! Sobre el rostro del aljibe, se meca la gitana. Verde carne, pelo verde, con ojos de fra plata. Un carmbano de luna la sostiene sobre el agua. La noche se puso ntima como una pequea plaza. Guardias civiles borrachos en la puerta golpeaban. Verde que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas. El barco sobre la mar. Y el caballo en la montaa.
Permteme cubrir mi frente con mis manos Contemplar mis rasgos de frente Comprender el secreto de la tristeza Escribir mi semblante, con los dedos de mi madre sobre mi frente Para que la locura de la escritura se libere De m para siempre
siempre cara a cara con la vieja realidad donde los pjaros nunca vuelan antes de la tormenta No lo dudes l sabe lo que caer desde las alturas antes de que amanezca l es su propio viga en su embarcacin atento al sonido del universo dando cuenta de las visiones de la tierra de lo viviente con su voz poderosa.
Traduccin: Esteban Moore
Aqul entre los hroes es contado, que el premio mereci, no quien le alcanza por vanas consecuencias del estado. Peculio propio es ya de la privanza cuanto de Astrea fue, cuando rega con su temida espada y su balanza. El oro, la maldad, la tirana del inicuo procede y pasa al bueno. Qu espera la virtud o qu confa? Ven y reposa en el materno seno de la antigua Romlea, cuyo clima te ser ms humano y ms sereno. Adonde por lo menos, cuando oprima nuestro cuerpo la tierra, dir alguno: Blanda le sea, al derramarla encima; donde no dejars la mesa ayuno cuando te falte en ella el pece raro o cuando su pavn nos niegue Juno. Busca, pues el sosiego dulce y caro, como en la oscura noche del Egeo busca el piloto el eminente faro; que si acortas y cies tu deseo dirs: Lo que desprecio he conseguido, que la opinin vulgar es devaneo. Ms precia el ruiseor su pobre nido de pluma y leves pajas, ms sus quejas en el bosque repuesto y escondido, que agradar lisonjero las orejas de algn prncipe insigne, aprisionado en el metal de las doradas rejas
y leyendo tu carta cada da ms me confunde cuanto ms la leo. Piensas que esto que llaman poesa; cuyos primores se encarecen tanto, es cosa de juguete o fruslera? O que puede adquirirse el numen santo del Dios de Delo, a modo de escalada, o por combinacin, o por encanto? Si en las escuelas no aprendiste nada, si en poder de aquel dmine pedante tu banda siempre fue la desgraciada; porque seguir procuras adelante? Un arado, una azada, un escardillo, para quien eres t, fuera bastante. De clera te pones amarillo las verdades te amargan: ya lo advierto, no quieres consultor franco y sencillo. Pues hablemos en paz: que es desacierto desengaar al que el error desea, vaya por donde va, derecho o tuerto. Dgote, en fin, que es admirable idea en tu edad cana acariciar las Musas, y trepar a la fuente Pegasea.
Pues si el aceite y la labor no excusas, y prosigues intrpido y constante, en ti sus gracias llovern infusas. Los conceptillos te andarn delante, versos arrojars a borbotones, tendrs en el tintero el consonante. Qu romances hars y qu canciones! Y qu asuntos tan lindos me prometo que para tus opsculos dispones! Qu gracioso ha de estar y qu discreto, un soneto al bostezo de Belisa, al resbaln de Ins otro soneto! Una dama tendrs, cosa es precisa bellsima ha de ser, no tiene quite, y llamarasla Filis o Marfisa. Dila, que es nieve, cuando ms te irrite; nieve que todo el corazn te abrasa, y el fuego de tu amor no la derrite. Y si tal vez en el afecto escasa, Pronuncia con. desden sonoro hielo; breve disgusto, que incomoda y pasa: Dirs, que el encendido Mongibelo
de tu pecho, entre llamas y cenizas, corusca crepitante y llega al cielo. Si tu pasin amante solemnizas, no olvides redes, lazos y prisiones, en donde voluntario te esclavizas. Pues si el cabello a celebrar te pones, ms que los rayos de Titn hermoso, qu mrito hallars, qu perfecciones! Dila, que el alma, ajena de reposo, nada golfos de luz ardiente y pura, en crespa tempestad del oro ondoso. Llama a su frente, esplndida llanura, corvo luto sus cejas, o suaves arcos, que flecha te clavaron dura. Cuando las luces de su Olimpo alabes, apura, por tu vida, en el asunto las travesuras mtricas que sabes. Di, que su cielo, del zenit trasunto, dos soles ostent, por darte enojos, que si se ponen quedars difunto, y al aumentar tu vida sus despojos, Se lava el corazn, y el agua arroja por los tersos balcones de los ojos.
Y tu amor, que en el llanto se remoja, en l se anea, y sufre inusitados males muriendo, y lquida congoja. Di, que es pensil su vulto de mezclados clavel y azahar, y abeja revolante t, que libas sus clices pintados.
El sol es ojo de Dios Y juguete de los nios. Danza La luna est danzando Se va a morir un hombre rico. Luna de la libertad Extraa esta primavera acompaada por vientos lejanos. Extraa esa voz conjurada por el canto de los pjaros. Extraa la sonrisa de los nios Esperando una luna La luna de la libertad. Rebelin de la libertad Esa lluvia brava! La que lleg con su frescura a tu silencio Ha brotado flor de abrojos por el camino. Todos los pjaros cantarn en un solo coro La rebelin de la libertad. Todava sigue lloviznando. Retoo de mi linaje Retoo de mi linaje! El sombrero negro Es para danzar.
No me lleves a sombras de la muerte Adonde se har sombra mi vida, Donde slo se vive el haber sido. No quiero el vivir del recuerdo. Dame otros das como stos de la vida. Oh no tan pronto hagas De m un ausente Y el ausente de m. Que no te lleves mi Hoy! Quisiera estarme todava en m. Hay un morir si de unos ojos Se voltea la mirada de amor Y queda slo el mirar del vivir. Es el mirar de sombras de la Muerte. No es Muerte la libadora de mejillas, Esto es Muerte. Olvido en ojos mirantes.
Tal la paz de despus. Cuando ellas dicen casi el viejo secreto que buscamos siempre por sendas nuevas. Y ella habla, y me cuenta las imgenes que con ella recorren su camino: su camino, tan lento, por donde la conduzco hasta la cima. "Siempre creo que me transformo. Nunca sabrs las cosas que me haces creer, cuerpo mo. Una vez yo fui Kensington, esa extensin de calles tortuosas, llenas de luz sin sol. Y hace un momento te digo que me he vuelto una flor amarilla." Imgenes florales me son fciles. Du bist wie eine Blume, y en la mano tengo an el recuerdo de una flor carnvora, la cosa que se abre hasta una flor de hmeda carne, la corola abierta vasta increblemente, para que yo, insecto, me entregue. Digo: "Te conviertes en flor, y hacia aqu todo el cuerpo te sube". Me equivoqu. Luz pura. Todos los dibujos que s calcar, no sirven. Y corrige: "No, no cuenta esa flor. Era del todo amarilla. Te me he vuelto una flor amarilla".
Versin de Jos Agustn Goytisolo
El silencio El ritmo Entre Las lneas De cada poema Creado Cantado Danzado Actuado Escrito Malamente Buenamente Dios Est Ah.
Traduccin: Carlos Bedoya
no descansa. Persigue con nosotros el azulado lomo del cetceo y la imprecisa raya de un lejano occidente. De vez en cuando estalla en el odo la pesada descarga de los hierros que habrn de hundirse en la corteza oscura y se huele una sangre cuyo pulso es el nuestro, activa los tendones, endurece el vigor. En la costa distante, un indolente dorso de mujer se entumece bajo los ventanales rozados por la hiedra. Lo entreveo preso en el diapasn del oleaje: su teclado de vrtebras, la cpula refinada del culo, las piernas rezagadas. Iniciamos un baile en el ruidoso abismo rencorosos, siniestros y vacos, y la caza nos ciega. El arponazo arranca cuero, grasa, nos deja sin saliva. Y de repente rueda una mujer al suelo cruzado el corazn por una flecha inslita, los ojos impasibles, la luna en su lugar.
Hoang T fuiste Cui-Ping Sing, todo lo claro, el cisne o la ceniza. Yo fui todo lo oscuro, la raz, la tortuga. Tus pechos son dos nidos calientes, tejidos en la rama de un almendro.
Cuando veo abedules oscilar a derecha y a izquierda, ante una hilera de rboles ms oscuros, me complace pensar que un muchacho los mece. Pero no es un muchacho quien los deja curvados, sino las tempestades. A menudo hemos visto los rboles cargados de hielo, en claros das invernales, despus de un aguacero. Cuando sopla la brisa se les oye crujir, se vuelven irisados cuando se resquebraja su esmaltada corteza. Pronto el sol les arranca sus conchas cristalinas, que mezcla con la nieve... Esas pilas de conchas esparcidas dirase que son la rota cpula interior de los cielos. La carga los doblega hacia los mustios matorrales cercanos, pero nunca se quiebran, aunque jams podrn enderezarse solos: durante muchos aos las ramas de sus troncos curvadas barrern con sus hojas el suelo, igual que arrodilladas doncellas con los sueltos cabellos hacia atrs y secndose al sol. Mas cuando la Verdad se me interpuso en la forma de un hecho como la tempestad, iba a decir que quizs un muchacho, yendo a buscar las vacas, inclinaba los rboles... Un muchacho que por vivir lejos del pueblo slo sabe jugar, en invierno o en verano, a juegos que ha inventado para jugar l solo. Ha domado los rboles de su padre uno a uno pasando por encima de ellos tan a menudo que nada les dej de su tiesura. A todos dobleg; no dej ni uno solo sin conquistar. Aprendi la manera de no saltar de un rbol sin haber conseguido doblarlo contra el suelo. Conserv el equilibrio hasta llegar arriba, trepando con cuidado, con la misma destreza que uno emplea al llenar la copa hasta el borde, y aun arriba del borde. Entonces, de una envin, disparaba los pies hacia afuera y saltaba del aire hasta la tierra. Yo fui tambin, antao, un columpiador de rboles;
muy a menudo sueo en que volver a serlo, cuando me hallo cansado de mis meditaciones, y la vida parece un bosque sin caminos donde, al vagar por l, sentirnos en la cara ardiente el cosquilleo de rotas telaraas, y un ojo lagrimea a causa de una brizna, y quisiera alejarme de la tierra algn tiempo, para luego volver y empezar otra vez. Que jams el destino, comprendindome mal, me otorgue la mitad de lo que anhelo y me niegue el regreso. Nada hay, para el amor, como la tierra; ignoro si existe mejor sitio. Quisiera encaramarme a un abedul, trepar, por las ramas oscuras del blanquecino tronco y subir hacia el cielo, hasta que el abedul, doblndose vencido, me volviese a la tierra. Subir y regresar sera muy hermoso. Pues hay cosas peores en la vida que ser un columpiador de rboles.
Versin de Agust Bartra
Bien desgraciada es tu suerte, que apenas al mundo naces consume la ardiente arena tus cristalinos raudales. Pobre fuente que, ignorada, de esas yermas soledades por las inmensas llanuras te miras vagar errante! De qu te sirven, cuitada, esos lmpidos cristales que rizan la blanca arena sobre que emprendes tu viaje? De qu te sirve que puras broten tus aguas natales si no llegar a beberas el sediento caminante? Por qu mientras t, olvidada, tus puras aguas esparces, hay otras fuentes dichosas que cien floridas mrgenes; Que, resbalando tranquilas por los deliciosos valles, son espejo de las flores y encanto son de las aves?
Pero ay! tal vez ms dichosa tu aislada vida resbale en ese vasto sepulcro en que se ahogan tus ayes; que, ajena a falsos placeres en el retiro en que yaces, tal vez te agobian deseos, mas no te matan pesares. Y no hay una planta impura que con sucia huella manche esa clara transparencia de tus aguas virginales. Dichosa t que, ignorada en el retiro en que yaces, no hay por qu temas del mundo a los furiosos embates; y, en tu inocencia escudada, sin saber de flores ni aves, tal vez abrigas deseos, mas no te matan pesares!...
Qu barullo en la herida!... Qu suerte si esto que siento fuera sed y se me quitara bebiendo un vaso de agua! Es entonces cuando llueve tristeza para ahogar en mi boca la palabra imposible. Intento gritar, y slo consigo un cobarde silencio. Una tarde al llegar a casa me encontr con la sorpresa de quererte, fue una bomba en mis manos. Y yo, por si te hiere, esperando a que explote estando sola aunque me parta el pecho la locura.
Me he vuelto una avestruz as que ven a verme, dijo un amigo recin incubado. Yo hice un
cubo de gelatina rellena con varias clases de crema, me puse un sombrero para protegerme de la arena, camin una larga va, y llegu de visita. Al instante escuch la rplica, Bien, arrstrese adentro por favor en Lengua Avestruz; mi cuello se estir considerablemente, mi boca se ahus, y mis nalgas tambin se expandieron. Tuvimos un dilogo ruidoso, ambos dejando correr lgrimas por nuestras miserias. Ese fue un da en que la arena perfor mis ojos.
Traduccin del japons por Atsuko Tanabe y Sergio Mondragn y del ingls por Jess Vega, con la participacin de Hayd Zavala.
Sabes que desfallece en la distancia La amistad si el amigo deja tu corazn sobre las brasas. Sabes que las palabras son flores en el viento, si nadie las pronuncia, se marchitan. Sabes que nuestras vidas son luces de un momento, hojas en un paisaje. Que nadie vive ajeno al da del fracaso ni una noche de gloria es ms digno equipaje. Sabes que ser valiente te vaca del amor y del dolor, de cuanto quieres, de cada sorbo amargo de la vida Todo llega hasta ti todo se evade, es la dura verdad: cuanto ms vivas, ms cerca te sabrs del ignorante
vierta sonora sangre de granada. Vendr otra vez la sangre ms sonora golpeando en las llagas de la vida, pero estar la vida ejecutada.
Tu divina bondad no prueba nada, fraterno humano amor, de lo que el hombre busca conocer para amarse: no das ese consuelo y, sin embargo, tu favor es el nico refugio donde hallamos clemencia verdadera. No hablo slo del beso que en el stano oscuro de la lujuria enciende su fuego contra el fro, digo cierto tambin y sobre todo el brazo en que se apoya nuestro mal vencimiento cuando el amor ingrato nos derriba. De un amor necesario os hablo ahora ms noble que el amor, del ms logrado bien que hered nuestra sangre. No falte a nuestra cruz tu sincera piedad, fraterno humano amor que con tan firme pulso nos sostienes la vida. Que si hurfana el alma de eternidad se muere, nuestra madre la carne muera al menos llorada.
pero lo envolvemos en papel de seda, es ms fcil de doblar sin esfuerzo, luego le damos vueltas y lo guardamos. Y con el tiempo todo queda arrugado, todo.
sobre bronces ecuestres. Aromas como anillos cien nupcias, suben por galeras desvadas: jazmn morisco, lilas, ajedrea. Edn siempre perdido, concdeme el recuerdo y su llave de niebla. Don Luis se alej por la calleja, el Duque mir el ngel dorado del ocaso, volvi al bao Lucano y tus hijos de la campia fueron a trabajar a Dsseldorf. Amarillas banderas como prsagas aves codiciosas enlutaron terrazas. Usura y avaricia la heredad repartieron destruyndola, dividieron tu duelo, echaron suertes sobre el solar patricio, fonsque sophiae, mientras te disfrazaba percalinas para un siniestro carnaval turstico, oh inmortal, eterna, augusta siempre, oh flor pisoteada de Espaa.
te d un amor como el que alimenta en m. Puede otro amante en homenaje darte riquezas mil y joyas de valor y con rico tocado engalanarte con perlas orientales brillador. Yo, pobre trovador y sin fortuna un corazn de fuego te dar, y tu frente, modesta cual la luna, con joya de gran precio adornar. Doble corona de laurel y rosa arrebatando al genio creador, yo la pondr sobre tu frente hermosa, sobre tu frente plida de amor.
requiebro, a donde yo llegu con el gordo Lezama una dulce maana de guayaba y abril: azul en los balcones y all, en la ciudad vieja, el tiempo suspendido y la Prieta Mamey por la Plaza de Armas, las sierpes gongorinas, la papaya innombrable, ancianos que conjuran la muerte con palabras, azcar y toronjas, almizcle y ron de caa. Fue para m La Habana recorrer El Vedado y acercarme despus a la Casa de Amrica, con la fiel compaa de un gato enamorado, mitad cubano y vasco y mitad cataln, un gato por sus salas, con Marcia y con Hayde, un gato perezoso entre hermosas muchachas, cuando todo era aurora, cuando todo era mayo, cuando todo era un beso con pintura de ail. Habana al medioda clavada en mi memoria, a punto del derrumbe, orgullo en la camisa guajira de un poeta que fuma adormecido de espaldas a Florida, Habana sin remedio y el hotel Inglaterra, un caf entre las manos con Nancy Morejn en la arista de un verso, Habana por mis venas, para el pesar morfina, ciudad donde la piel se vuelve cataclismo, ciudad triguea y hurfana, los muslos de azabache ciendo mi cintura, ciudad para el retorno, ciudad donde es posible morir a media luz. Esta costumbre ma de contemplar las cosas con las mismas palabras con que otros las miraron, de vivir a la sombra de msica y palabras: Buenos Aires, Cortzar y Pars en otoo, un palo y una soga con Vallejo en un jueves de lluvia atormentado; Federico y Granada: Guilln y Carvajal jugndose los ases del aroma; don Antonio en Segovia, Ignacio en su taller; inocente Lisboa siempre en llamas, Torga y Pessoa: un ramo de cilantro; Salamanca y Fray Luis, los aos ignorados que duermen en los claustros, Anbal Nez que arde en su triste mortaja... por dios, cuntas palabras bogando por mis ojos, ay, ay, cuntos silencios al borde de un poema, yo miro con palabras, reconozco en sus slabas ciudades y paisajes, descubro nuevamente lo que siempre he soado, lo que ya conoca, la herencia que me arroba, mi nica riqueza, palabras y palabras, jardn y soledad, iglesia sin campanas.
quiz nadie me viese tan perdido, tan fro en esta esquina. Pero el viento pens que yo era piedra y quiso con mi cuerpo deshacerse. Si pudiera encontrarte, quiz, si te encontrase, yo sabra explicarme contigo. Pero bares abiertos y cerrados, calles de noche y da, estaciones sin pblico, barrios enteros con su gente, luces, telfonos, pasillos y esta esquina, nada saben de ti. Y cuando el viento quiere destruirse me busca por la puerta de tu casa. Yo le repito al viento que si al fin te encontrase, que si t aparecieses, yo sabra explicarme contigo.
Gayatri (himno)
Procedente de los libros Vedas
En el himno Gayatri , que se halla en los Vedas, recitado tres veces al da por millones de personas, se pide por el despertar de la inteligencia para que al brillar como el sol en el cenit, la niebla del engao quede destruida. Entonces las olas de indecisin y decisin que confunden, contradicen y enredan quedan aplacadas... Oracin universal Oh Fuerzas Divinas en los tres Mundo de Esplendorosa fuerza que est en el Sol sobre la que estoy meditando para que promueva y sostenga mi inteligencia y destrezas
y girarn los barquitos de tun contra el metal de espanto que abus a Apollinaire oh Lou que desamaste la eternidad de viaje el palacio del exceso donde entr la sabidura de Blake el paco urondo que forraba en lam la felicidad para evitarle fros de la poca mientras Roque Dalton trepaba por el palo mayor de su alma y gritaba."
un intento pattico. Mientras que t me miras con tus ojos de verdadero hurfano, y me lloras y me prometes ya no hacerlo.
y dar a otros Estas no son palabras para ser retenidas o peor aun devueltas Su derrotero es el extrao que viene el anciano la mujer joven el pequeito (una vez designado) Las palabras ganan al ser entregadas Las palabras ganan al ser recibidas Nunca permanezcas con las palabras en tu interior Ellas no son tuyas
II Por tu causa tales palabras irrumpieron en mi mundo y al ser ambas iluminaron con pura luz Sobre el papel aun en otra parte ellas no fueron mas nunca ms ellas recorran su camino y de algn modo alguien las aprendera (las encontrara) Su curso no est dado no puede
ser detenido
III Un poeta a la vez nunca ms traficante de palabras siempre rico siempre pobre de todos modos contigo de todos modos solo Figurando geografas por venir retornando a recuerdos antiguos mundos siempre realidades Vida ilimitada Excepto por el amor
Apaga la tele 7 en punto Estn viendo yerba ah a la vuelta Salario mnimo es lo que ganas Casi todos los narco-polis viven de coimas Haz mucho dinero con tu mafia Hasta que el viejo MacDonald produzca un empleo No hay empleos hoy Nada de seguro No hay ms futuro que volver a la arcilla Trabajad duro por un poquito de miel
Versin: Esteban Moore
del asfalto y la mugre se limpien la cabeza, se alejen de la envidia, no idolatren la saa, no adoren la impostura, y abandonen su costra de opresin, de ceguera, de mezquindad. de bosta. Pero, quizs, un da, antes de que la tierra se canse de atraernos y brindarnos su seno, el cerebro les sirva para sentirse humanos, ser hombres, ser mujeres, -no cajas de caudales, ni perchas desoladas-, someter a las ruedas, impedir que nos maten, comprobar que la vida se arranca y despedaza los chalecos de fuerza de todos los sistemas; y descubrir, de nuevo, que todas las riquezas se encuentran en nosotros y no bajo la tierra. Y entonces... Ah!, ese da abriremos los brazos sin temer que el instinto nos muerda los garrones, ni recelar de todo, hasta de nuestra sombra; y seremos capaces de acercarnos al pasto, a la noche, a los ros, sin rubor, mansamente, con las pupilas claras, con las manos tranquilas; y usaremos palabras sustanciosas,
autnticas; no como esos vocablos erizados de inquina que babean las hienas al instarnos al odio, ni aquellos que se asfixian en estrofas de almbar y fustigada clara de huevo corrompido; sino palabras simples, de arroyo, de races, que en vez de separarnos nos acerquen un poco; o mejor todava guardaremos silencio para tomar el pulso a todo lo que existe y vivir el milagro de cuanto nos rodea, mientras alguien nos diga, con una voz de roble, lo que desde hace siglos esperamos en vano.
probando un sombrero. El ruido de los pies descalzos de una mujer sobre los baldosines da una fiebre sensual y cruel. Hay pensamientos pacificadores, como ste: "El sexo dara inters a un peasco." La novia que regala una cartera a su novio le comienza a administrar. Lo malo del deseo es que vuelve sin avisar. El sexo es sombra. Senos: el misterio mvil. El beso es la huella de un matasellos en una tarjeta postal. No hay nada ms conmovedor que la risa de una mujer bella que ha llorado mucho. Cuando la mujer se acerca la rosa a la nariz anhela teirse los labios con ella. El beso es un parntesis sin nada adentro. El libro es un pjaro con ms de cien alas para volar. Los rosales son poetas que quisieron ser rosales. Escribir es que le dejen a uno llorar y rer a solas. Los haiks son telegramas poticos. El silln del piano es el sacacorchos del concierto. Al inventarse el cine las nubes paradas en las fotografas comenzaron a andar. Cuando el escritor ha llegado a la vejez, es cuando sospecha que el artculo que est escribiendo lo escribi ya otra vez. El timbalero es el cocinero de la orquesta, y tiene a su cargo dos paellas. Tocar la trompeta es como beber msica empinando el codo. Los violoncelistas siempre estn dando azotes a sus violoncelos. El violn colgado parece un pollo asado. El acorden se toca abrochando y desabrochando sus botones de calzoncillo. El pianista se calienta los pies en los pedales. Qu partido saca el tenor de un bostezo! En los pianos de cola es donde duerme acostada el arpa.
El gong es un platillo viudo. Los violinistas de caf reparten lonchas de jamn de violn. La pera es la verdad de la mentira, y el cine es la mentira de la verdad. Es conmovedor en las peras ver que cuando lloriquea la que canta todo el coro la consuela. La luna es un banco de metforas arruinado. Los pianos de cola se abren como sigilosos cepos para cazar malos pianistas. El tango est lleno de despedidas. El escritor quiere escribir su mentira y escribe su verdad. El de los platillos espera, con uno en alto, la orden de la batuta para despertar a los que se han dormido. Slo el poeta tiene reloj de luna. Era un pintor tan viejo que se le haban quedado calvos los pinceles. El acorden tena los pantalones rotos. El Pensador de Rodin es un ajedrecista a quien le han quitado la mesa. El libro es el salvavidas de la soledad. El lector como la mujer ama ms a quien ms lo ha engaado. Los tenores de pera parecen algo ms que tenores de pera, pero no son ms que tenores de pera. El poeta miraba tanto al cielo que le sali una nube en un ojo. Al ver cmo se repiten trucos y mentiras en la pantalla nos preguntamos. Es que los cmicos de cine no van al cine? pera: enema fatal Con el monculo, el ojo se vuelve reloj. Carterista: caballero de la mano en el pecho... de otro. Los presos a travs de la reja ven la libertad a la parrilla. La raya del pelo es feliz. La cabeza es la pecera de las ideas. Al ombligo le falta el botn.
Franklin sala los das de tormenta con un paraguas dotado de pararrayos Las patillas son los galones de sargento de la cara.
Huye de toda forma y de todo lenguaje que no vayan acordes con el ritmo latente de la vida profunda... y adora intensamente la vida, y que la vida comprenda tu homenaje. Mira al sapiente bho cmo tiende las alas desde el Olimpo, deja el regazo de Palas y posa en aquel rbol el vuelo taciturno... l no tiene la gracia del cisne, mas su inquieta pupila, que se clava en la sombra, interpreta el misterioso libro del silencio nocturno
haber visto morir delante del relmpago, conocer la importancia del ajo y el espliego, haber andado al sol, bajo la lluvia, al fro, haber visto a un soldado con el fusil ardiente, cantando, sin embargo, la Libertad querida. Viva el amor, la vida poderosa, la muerte creadora de olores penetrantes y eso porque uno muere y resucita, la luz sobre los techos de la aurora, sobre las torres del petrleo, sobre las azoteas de las parvas, sobre los mstiles del queso y el vino, sobre las pirmides del cuero y el pan, la gente retornando, una ventana con la bandera en familiar bordado y la exacta ambulancia, con heridos, cantando, sin embargo, la Libertad querida. Hay que ser como el puente necesario, natural como el lirio, como el toro, saber llegar al fondo del silencio, al subsuelo del brote y a la raz del grito, hay que haber conocido el miedo y el valor, haber visto una mano que agita una linterna de noche, hacia el distante nido de metralla, hay que haber visto a un muerto cicatrizado y solo cantando, sin embargo, la Libertad querida. III De pronto entr la Libertad. Estbamos todos dormidos, algunos bajo los rboles, otros sobre los ros, algunos ms entre el cemento, otros ms bajo la tierra. De pronto entr la Libertad con una antorcha en la mano. Estbamos todos despiertos, algunos con picos y palas, otros con una pantalla verde, algunos ms entre libros, otros ms arrastrndose, solos. De pronto entr la Libertad con una espada en la mano. Estbamos todos dormidos, estbamos todos despiertos y andaban el amor y el odio ms all de las calaveras. De pronto entr la Libertad, no traa nada en la mano. La Libertad cerr el puo.
Ay! Entonces...
Aqu seremos libres como el atardecer de los pastores y la sonora estacin del queso fresco. Seremos ms que libres y pondrs tus sospechas a curar al aire puro. Ahora di que s, solamente que s como hacen nuestros rboles al entregar el fruto o admiten nuestros perros al robar su camada. Quedaremos y pintaremos el cielo de cal viva y tendrs una estrella preferida y arrendar una fuente a nuestras nyades donde laves la ropa arrodillada con el lento jabn de los crepsculos. Quedaremos y parirs con el dolor de las cosechas, con esos gritos rojos con que se hace la sangre y se pisan los mostos en las tribus del alma. Quedaremos aqu, definitivamente lejos de los ayeres desilusionados, definitivamente cerca de las inmensas llanuras por donde tendremos que partir cuando caigan las nieves de nuestros ojos fros. Sers t la heredera del roco y de las lunas llenas, t la que cure con hierbas los dolores del mundo y la que ms entienda del vuelo de los pjaros y el croar ensordecedor de las tristezas. Quedaremos aqu, definitivamente hundidos en el temblor del tiempo y los helechos, definitivamente ocultos bajo las primitivas capas del espacio, definitivamente as como la muerte.
Pero hoy, cuando es la luz del alba como la espuma sucia de un da anticipadamente intil, estoy aqu, insomne, fatigado, velando mis armas derrotadas, y canto todo lo que perd: por lo que muero.
como una boca joven cuando besa; Mara finalmente arrojada por el huracn en la isla penitente, Mara con los labios quemados por el azufre del Jordn, Mara por las arenas, Mara bajo las palmas, Mara entre los leones; Mara alimentada siete aos con un pan milagroso, Santa Mara, quema nuestros corazones en el fuego divino.
Versin de Eduardo Carranza
Un hombre solo, una mujer as tomados, de uno en uno son como polvo, no son nada. Pero yo cuando te hablo a ti cuando te escribo estas palabras pienso tambin en otra gente. Tu destino est en los dems tu futuro es tu propia vida tu dignidad es la de todos. Otros esperan que resistas que les ayude tu alegra tu cancin entre sus canciones. Entonces siempre acurdate de lo que un da yo escrib pensando en ti como ahora pienso. Nunca te entregues ni te apartes junto al camino, nunca digas no puedo ms y aqu me quedo. La vida es bella, t vers como a pesar de los pesares tendrs amor, tendrs amigos. Por lo dems no hay eleccin y este mundo tal como es ser todo tu patrimonio. Perdname no s decirte nada ms pero t comprende que yo an estoy en el camino. Y siempre siempre acurdate de lo que un da yo escrib pensando en ti como ahora pienso.
de coincidir, y amarse, desde vas tan remotas; an estamos buscndonos en el tiempo: dos motas de polvo de ciprs tanteando un cementerio; nos estamos mirando como dos aves pobres, lastimados de vuelo, lastimados de espacio, lastimados del tiempo que nos ha estado viendo; nos estamos mirando lo mismo que dos sobres cerrados el uno frente al otro que, despacio, se van abriendo, se van abriendo, se van abriendo.
Y fuiste culpable? - No. Porque no hice nada. Has aprendido lo que se poda aprender? S. Con el puo aprend qu era la goma. Y tu esperanza? Minti al llamar verde al desierto. Y tu rabia? Tintinea como el hielo en el vaso. La vergenza? - Nos saludamos de lejos. Tu gran plan? - Slo la mitad compensa. Te has olvidado ya? Recientemente, de la cabeza. Y la Naturaleza? A menudo paso en coche por delante. Los hombres? - Me gustan en el cine. Estn muriendo otra vez. - S, lo he ledo... Quin me enjabona? Mi espalda me resulta tan lejana como... No!... No quiero usar ms metforas, ni rumiar, ni contar slabas y esperar a que la bilis escriba. Te sientes mejor ahora? Las cosas tienen mejor aspecto. Ms preguntas? - Pregunta lo que quieras.
Traduccin: Miguel Senz
los rboles se pudren en el templo ruinoso, manchados por la sangre del fruto del saco. Vibrando, los visores de las telas de araa taladran con mirada voraz el da terrestre. Ms es a m, y a ustedes, que estas cosas ocurren. An nos envuelve a todos la urdimbre de la guerra, aunque el mundo, tal vez, se ha humanizado un poco.
Consrvesela durante algn tiempo en un lugar seco y fro, naturalmente. Gurdese silencio. Mzclese lo sutil con lo ftil, lo sublime con lo imbcil. Mzclese el olor corporal con el mortal, lo perfecto con lo perverso, todo en partes iguales. Entonces, slo entonces y ni un solo segundo antes: hblese.
Traducci: Diego Puls y Carmen Bartolom
una muralla que vaya desde la playa hasta el monte, desde el monte hasta la playa, bien, all sobre el horizonte. -Tun, tun! -Quin es? -Una rosa y un clavel... -Abre la muralla! -Tun, tun! -Quin es? -El sable del coronel... -Cierra la muralla! -Tun, tun! -Quin es? -La paloma y el laurel... -Abre la muralla! -Tun, tun! -Quin es? -El alacrn y el ciempis... -Cierra la muralla! Al corazn del amigo, abre la muralla; al veneno y al pual, cierra la muralla; al mirto y la hierbabuena, abre la muralla; al diente de la serpiente, cierra la muralla; al ruiseor en la flor, abre la muralla... Alcemos una muralla juntando todas las manos; los negros, sus manos negras, los blancos, sus blancas manos. Una muralla que vaya Desde la playa hasta el monte, All sobre el horizonte...
NUNCA sabr de m ya en adelante: huye la soledad por tu mirada. Yo busqu en ti la clida celada de la ternura alerta, amenazante. Antes de conocerte andaba errante por el desnudo filo de la nada, era la servidumbre mi jornada; los aos por llegar, sed embriagante. Me derrot la luz de tu semblante y no tuve mejor corazonada para saberte aliada y contrincante. Ahora soy de tu red el habitante: prisionero me tienes, sin coartada, presto en imaginar tu voz amante.
Para ser tumba, mrmol no requiere aqulla cuyo pecho fue para m de mrmol.
Traduccin: Esther Maeso
te llevas silenciosamente todo mi sufrimiento y mi srdido pasado En tus hermosas manos. El cielo diurno. Seamos como dos estrellas fugaces en el cielo diurno. No le dejemos saber a nadie de nuestra sublime belleza cuando tomamos a Al-lh de las manos y ardemos en una existencia que desafa, que sobrepasa toda descripcin de xtasis y amor.
Haikus
El Haiku es una de las formas ms bellas de la literatura japonesa. Se trata de un poema corto de diecisiete slabas, distribuidas en tres versos. Alcanz su forma actual a finales del siglo XV y debe su nombre al poeta Shiki (1867-1902).
MORITAKE (Japn-1473) El sauce verde El sauce verde pinta cejas al mar sobre la fuente.
SODO (Japn-1641) No tiene nada No tiene nada mi choza en primavera. Lo tiene todo.
MASAHIDE (Japn-1656) Me voy cual ave Me voy cual ave y soy como la luna
ONITSURA (Japn-1660) Sueos sin rumbo Sueos sin rumbo; en pramos quemados, la voz del viento.
RIOTA Lluvia de mayo. Una noche furtiva, luna en los pinos SGUI Lirios, pensad que se halla de viaje el que os mira. SHIKI La hierba reverdece Sin ayuda de nadie La flor florece SHIKI Lluvia de primavera, bajo el paraguas mirando la tienda BASHO Los crisantemos se incorporan, etreos tras el chubasco. ONITSURA Por ms que digo "ven, ven!" la lucirnaga pasa volando. KIT
El ruiseor unos das no viene, otros dos veces. BUSON Con un farol pasea en el jardn, sufre al ver morir la primavera. BASHOO Se va la primavera. Lloran las aves, son lgrimas los ojos de los peces. SOOKAN..... Verano Si a la luna llena le ponemos un mango: qu buen abanico! ISSA La torre de Tooji se ve en la arboleda de verano. TAKARAI KIKAKU El espoln del faisn rasca su bella cara. SHIKI Azada en pie nadie a su alrededor. Slo calor. ISSA El peor, el peor, el peor lugar, salvo por su frescura.
SHIKI Templo Kanei al ritmo del gong, reza el cuclillo. RIOTO Las cortesanas quisieran ver el campo de violetas. KYOOSHI La peona cruza el lago sobre una barca. SHIKI Huye la serpiente y queda tranquila la montaa de azucenas. BASHOO Canto de cigarra. Aunque no lo parece, pronto morir. SHINKI Cuesta empinada rboles sin hojas delante de la casa. SHIKI Otoo Danzan y bailan y el torbellino absorbe esa hojarasca SOGUETSU-NI Honda belleza, la hojarasca cubriendo a varios Budas.
RYUUNOSUKE Rana verde reluciente, ests recin pintada? SHIKI Con la cabeza erguida tambin el caracol se me parece.
KYOOSHI En el estanque la hoja flotante se mueve. Noche fresca. ISSA El mundo es roco, el mundo lo es, pero... CHIYOJO Noche de luna, sale el grillo y canta en la piedra. SHIKI Cientos de colinas Miles de arces carmn y un solo arroyo.
SHIKI Pisotean las malvas caidas en la fiesta. RANSETSU El viento de otoo mueve la persiana de bamb
HAIJIN Invierno
En la maana del ao nuevo recuerdo los hechos de la poca de los dioses.
ISSA Oh Furutone! La noche que canta el ganso tiene sabor de sake. BASHO Viajero quisiera ser llamado. Primer chubasco. ISSA El olor de la olla viene a travs del seto. Cae aguanieve. SHIKI Noche sin fin. Por detrs de la puerta una candela pasa. HAIJIN Aunque tengas frio, no te arrimes al fuego. Oh Buda de nieve!
No morirs: mi mente ya forj tu firmeza; y porque slo el verbo triunfa sobre las horas, sobre mi pensamiento tu eternidad empieza. Desfilarn los siglos -rachas devastadorasy colmarn de sombra los mbitos del da, y an dar el ensueo sus difanas auroras. Fuera del tiempo el verbo es sagrada armona que eterniza la carne si en alma la convierte -don que hice a tus ojos, Inalcanzable Ma! Yo encend los fulgores de tu blancura inerte, la noche en tus cabellos y el rumor de tu paso: ya rescatada fuiste del poder de la muerte.
Hawad, Mahmoudan (Macizo del Aire, Sahara Central,1950. Pertenece a la tribu tuareg de los nmadas Ikaskazen)
Desvo de horizonte (Fragmento) I Mirada torcida, nervio de slex, Satn desnudo, de pie, desde que nac, sostengo el vrtigo de los horizontes. Si no es la sed qu astilla me servir de entablillado? Espasmo intestinal, Hambre en carne viva, Espina que brotar del vaco, Dardo solitario de las mrgenes del dolor arrastrando la estela de su prpado fraterno hasta la raz de mi pupila. Y sin embargo nada. Nada excepto la bruma y el espejismo lejano jadeante, vacilante despuntndose las pestaas sobre el desierto como yo. Y del lado de ac, y ms lejos, no veo ms que enormes intestinos cual humanoides boas abriendo con desmesura una garganta
que entre cielo y tierra Engulle lo absoluto para gritar de nuevo. Estertor. Abren el gaznate y aun engullen sus ltimas tripas. En todas partes donde el poder de los intestinos reina sobre la mirada ningn otro hombre qu mirar.
Traducidos del touareg al francs por el autor y del francs al espaol por Rafael Patio
de vuelta al tren Amtrak en Albania. La ventana abierta ha acechado por dcadas las cargas de los trenes. Los rostros de los pasajeros apretados contra el vidrio asomndose tan cerca que el aliento de vida escapa sueos y desesperacin rostros despojados de paz, alargados en su desesperacin, rostros desplazados y deshechos, anhelantesen el mismo tren de los aos cuarenta, tren cincuentaero en el que viaj hasta aqu. Hace un instante una seora ciega cruz la interseccin a mi izquierda, diciendo, Son pjaros cautivos. Por qu no podrn utilizar timbres como en Watertown? Estas seales suenan como pjaros cautivos me palpo a m misma luchando cada da, esforzndome por mantenerme emplumada. Suavemente levanto mis hombros, los codos se invierten, las alas se estrechan. Mi rostro se endurece y despelleja la piel. Los dedos de mis pies se alargan y rasguan las lneas y grietas de la acera Vislumbrando y circundando bajo la ciudad
Traducciones de Ral Jaime Gaviria
Temblarn los fros alambres del telfono en la noche. sonar el timbre. Sin contestacin... una... dos veces. Alguien le dir a mi madre que estoy muerto Mi madre, -triste campesinaCmo caminar sola en la ciudad Mi direccin en su mano! Cmo pasar la noche a mi lado En el silencioso saln Vencida en su soledad Consolada en la reclusin de su dolor Sola, meditando Sobre sus penas ocultas Tejiendo mi mortaja con negras lgrimas! Quisiera que mi madre hubiera tatuado el brazo de su hijo Para que yo no me extraviara Para que no traicionara a mi padre Para que mi primera cara no se escondiera bajo la segunda Cuando veo a hombres y mujeres salir en silencio Despus de pasar dos horas conmigo Sin cruzar mirada alguna, sin contemplar otras escenas, Cuando veo que, en la vida, no hay locura Y sobre nosotros vuela el pjaro de la quietud Siento como si de verdad estuviera muerto y yaciera en silencio Contemplando este mundo agonizante.
Traducin: Claire Pye.
es estar de pie sobre el gran ocano. Oh siempre me encuentro en casa cuando estoy rengueando sobre la espuma caminar sobre el agua es un regalo divino para m!. Levantar a Lzaro est bien para mejorar el perfil y multiplicar peces debe ser magnfico pero prefiero estar movindome en el ondulante ondulante ocano. Tengo una aficin por pasearme sobre el mar (oh, djame confesrtelo!) Tu dominical resurreccin matutina y tus piedras rodantes no son un parche sobre el ropero ambulante de Davy Jones Soy un escndalo sobre mis piernas marinas creme cmo me gustara ver las miradas fijas quand je me promne sur la mer caminando sobre el agua es lo mejor para m (y mi cachorro)
Ni el miedo ni la codicia Es bueno que a uno lo asalten, Ans, no se sobresalten Por los bienes que perezcan, Al rico nunca le ofrezcan Y al pobre jams le falten. Bien lo pasa hasta entre pampas El que respeta a la gente; El hombre ha de ser prudente Para librarse de enojos; Cauteloso entre los flojos, Moderado entre valientes. El trabajar es la ley, Porque es preciso alquirir; No se espongan a sufrir Una triste situacin: Sangra mucho el corazn Del que tiene que pedir. Debe trabajar el hombre Para ganarse su pan; Pues la miseria, en su afn De perseguir de mil modos, Llama en la puerta de todos Y entra en la del haragn. A ningn hombre amenacen Porque naides se acobarda, Poco en conocerlo tarda Quien amenaza imprudente, Que hay un peligro presente Y otro peligro se aguarda. Para vencer un peligro, Salvar de cualquier abismo, Por esperiencia lo afirmo: Ms que el sable y que la lanza Suele servir la confianza Que el hombre tiene en s mismo. Nace el hombre con la astucia Que ha de servirle de gua, Sin ella sucumbira, Pero, sign mi esperiencia, Se vuelve en unos prudencia Y en los otros picarda. Aprovecha la ocasin El hombre que es diligente;
Y tngalo bien presente Si al compararla no yerro La ocasin es como el fierro, Se ha de machacar caliente. Muchas cosas pierde el hombre Que a veces las vuelve a hallar; Pero les debo ensear, Y es bueno que lo recuerden: Si la vergenza se pierde Jams se vuelve a encontrar. Los hermanos sean unidos, Porque sa es la ley primera; Tengan unin verdadera En cualquier tiempo que sea, Porque si entre ellos pelean Los devoran los de ajuera.
Ando sobre rastrojos de difuntos, y sin calor de nadie y sin consuelo voy de mi corazn a mis asuntos. Temprano levant la muerte el vuelo, temprano madrug la madrugada, temprano ests rodando por el suelo. No perdono a la muerte enamorada, no perdono a la vida desatenta, no perdono a la tierra ni a la nada. En mis manos levanto una tormenta de piedras, rayos y hachas estridentes sedienta de catstrofes y hambrienta. Quiero escarbar la tierra con los dientes, quiero apartar la tierra parte a parte a dentelladas secas y calientes. Quiero minar la tierra hasta encontrarte y besarte la noble calavera y desamordazarte y regresarte. Volvers y mi huerto y a mi higuera: por los altos andamios de las flores pajarear tu alma colmenera de angelicales ceras y labores. Volvers al arrullo de las rejas de los enamorados labradores. Alegrars la sombra de mis cejas, y tu sangre se irn a cada lado disputando tu novia y las abejas. Tu corazn, ya terciopelo ajado, llama a un campo de almendras espumosas mi avariciosa voz de enamorado. A las aladas almas de las rosas del almendro de nata te requiero, que tenemos que hablar de muchas cosas, compaero del alma, compaero.
Era un viejo grabado, un panorama, En el que en rima se contaba Cmo los poetas en aves se transforman Al morir. Cerca del agua, en la fresca brisa, Picotean letras en la hierba. Seiscientas almas todas en fila. Shakespeare pareca un albatros, Quevedo una urraca, Basho aleteaba como un colibr. Y todas parecan liberadas De aquello que en su breve tiempo De forma tan terrible atorment. Por el telescopio de Orfeo alcanc a verlos. El infierno de paz pareca Protegerlos de los gritos Que desde la otra orilla Ningn odo ya alcanzaban Las bibliotecas del Hades llenas, Hasta que de pronto un muchacho Al pasar una hoja Escuch sus vanos murmullos, Como en el primer da.
Traduccin: Fernando Garca de la Banda
Perenne manantial de sentimientos; efmera aprehensin que experimenta dolorosas delicias y escarmientos. Azarosa fortuna; cruel, violenta zozobra; sinsabor, desabrimientos, risa en la playa y en el mar tormenta.
De bienes destituidas De bienes destituidas, vctimas del pundonor, censuradas con amor, y sin l desatendidas; sin cario pretendidas, por apetito buscadas, conseguidas, ultrajadas; sin aplausos la virtud, sin lauros la juventud, y en la vejez despreciadas.
y que a Ti llegar cuando mis aguas den al mar tus aguas verdaderas.
Por qu voy a llorarme? Por qu voy a Llorarme? Los rboles no lloran cuando el hacha furiosa les hiere la madera. Yo slo he preguntado si tu mano sombra con nuestros troncos lvidos enciende sus hogueras. Lloro a los que han cado porque son de mi bosque, pero yo sigo erguido cantando en las tinieblas. Pisando las cenizas heladas de su ruina, avanzo hacia ese fuego soado en que me esperas. Soy joven como el mundo, mas lloro desde siempre, aunque todas mis hojas huelen a primavera. Pero a m no me lloro, porque tengo mi vida y su efmera carne por Ti tambin se quema.
estn vivos desde que T has vuelto a alzarte para ellos. Los barcos suben y bajan por el agua del ro. Todo camino se abre porque T has aparecido. Los peces, sobre el agua del ro, saltan hacia Tu rostro: y es que tus rayos penetran hasta el seno profundo del ms verde mar. Eres T quien desarrolla el embrin en la hembra. T quien crea la simiente en el varn. T quien da vida la hijo en el seno de la madre. T quien le mandas el consuelo que apacigua sus lgrimas. T la nodriza de quien an est en el vientre materno. T el que no deja de dar aliento a la vida de cada criatura. Cuando salen del seno materno para respirar, el da de su nacimiento. T abres al instante su boca y les das lo necesario. Mientras el polluelo est en el huevo y pa dentro del cascarn. T le envas aliento al interior para que tenga vida. T has prescrito para l un tiempo para que lo rompa desde el interior. Y l sale del huevo en el tiempo prescrito y camina sobre sus patas desde el momento en que sale. Cun abundantes lascosas por Ti creadas aunque nuestros ojos no las vean oh, Dios nico, sin par! Has creado el Universo segn Tu deseo, cuando estabas solo: hombres, ganados, fieras, cuanto hay sobre la Tierra y anda sobre patas, cuanto est en el Cielo y vuela, con alas desplegadas, los pases de montaa, Siria y Sudn, y el llano de Egipto. Has situado a cada hombre en su sitio y ddole lo necesario. Cada cual tiene qu comer y tiene un tiempo contado para su vida. Las lenguas son variadas en sus modos; los caracteres y los colores de los hombres son distintos, y has hecho distintos a los extranjeros. Creas al Nilo en el mundo inferior y le haces vivir segn tu voluntad para dar vida a los egipcios, lo mismo que los has creado a ellos para Ti, T, Seor de todos ellos, que Te tomas tanto trabajo por ellos. Seor de todo el Universo, que Te alzas para l, Disco del Da de prodigioso prestigio. A todo pas extranjero, por lejano que sea, le haces vivir tambin;
has dispuesto un Nilo en el Cielo para que baje para ellos; forma las corrientes de agua en las montaas, como el tan verde mar, para regar sus campos y sus territorios. Cun eficientes son tus propsitos, Seor de la Eternidad! Un Nilo en el cielo, he aqu el don que has concedido a los extranjeros y a todo animal de las montaas que ande sobre sus patas, lo mismo que el Nilo que viene del mundo inferior, que llega al Pas amado. Tus rayos nutren el campo. En cuanto brillas, viven y crecen las plantas para Ti. Haces las estaciones para desarrollar cuanto creaste: el invierno, para refrescarlos; y el esto, para que te saboreen. Hiciste el Cielo lejano para surgir de l y abarcar con la vista toda Tu creacin y sigues en Tu Unidad, cuando Te has levantado en Tu forma de Disco Divino, que aparece y resplandece luego, que est lejos, pero se mantiene cerca. Sacas sin cesar miles de formas de Ti mismo y mantienes Tu Unidad. Ciudades, nomos, campos, caminos, ros, todo ojo Te ve ante s, porque eres el Disco del Da sobre el Universo. Pero, cuando te vas, ninguno de los seres que T has creado quiere subsistir / por no poder contemplarte. [Y aunque no te vea] ninguna de Tus criaturas, T permaneces siempre en mi corazn. Nadie te conoce como tu hijo Nefer-jeperu-re Uaen-re, pues le has revelado Tus propsitos y Tu poder. El Universo ha venido a la existencia en Tu mano, tal como lo creaste. Si Te alzas, vive; si Te ocultas, muere. T eres la duracin de la Vida misma; se vive de Ti. Los ojos contemplan Tu perfeccin sin cesar, hasta Tu ocaso; toda tarea cesa cuando Te ocultas por Poniente. En cuanto Te alzas, haces crecer [toda cosa] para el Rey y la prisa invade las piernas desde que dinamizas el Universo, y haces que surja para Tu hijo, nacido de Tu Persona, el Rey del Alto y del Bajo Pas, que vive verdaderamente, Seor del Doble Pas, Nefer-jeperure-Uaen-re,
Hijo de Ra. que vive verdaderamente, Seor de las Coronas, Ajen-atn. Que sea grande la duracin de su vida! Y su Gran Esposa, a quien l ama, la Dama del Doble Pas, Nefer-neferu-atn Nefertiti, que le sea dado vivir y rejuvenecer para siempre, eternamente.
Traduccin: Prof. Dr. G. Fats
accediendo a sus splicas de devolver Eurdice a la tierra y slo le exigieron que no mirase atrs y emprendieron la marcha por las oscuras y empinadas sendas con sus giles pasos, l con su lira al hombro y su amada detrs a travs de la noche silenciosa y helada tras la dicha y la luz. Oh, t a quin he arrancado del horror de la muerte, con mi amor, mis canciones, mi msica! Eurdice, ests ah an? Y al quebrar con su olvido el difcil mandato de los dioses se esfum ella al instante y mirada y palabra se hundieron en la noche y un eco fantasmal devolvi su llamada. Solo, inici el ascenso hacia la luz y el da con el peso abrumado de un poeta divino y de un hombre mortal.
Traduccin: Antonio Fernndez Romero, Kisti Baggethuum, Mona Moltke y Pentti Saaritsa
Los ojos deambulan en cruz. Preferira irse de espaldas al mar, ser un eco rodante del rocoso pecho de la noche. Preferira estar callado y mudo como la blanca luna encalada en la oscuridad. Como una de las otras lunas petrificadas, lunas danzarinas, blancas como huevos qu estn all fuera, en la noche del vestbulo. Pero un trino de pjaro se abre paso por la garganta. Hay un pjaro posado sobre la rama de su corazn, condenado a sobrevivir. II El poeta gira hacia la izquierda como hacia un muro invisible. El poeta gira hacia la derecha como bailando con su propia sombra. Ahora aguanta la respiracin . Ahora bebe lluvia. Pronto se pone de puntillas con la brisa matutina alrededor de los tobillos. Pronto crece como un rbol con tronco y copa rumorosa. Lo consigue: vuelve aver los campos de sangre oxidada y el fsil cerebro en la playa desierta. Reconoce la franja de hierba sobre la que est y un contorno de noche envuelve el abrazo de dos seres. Lo consigue : hay un pjaro posado en su hombro. En un paisaje de silencio y luz se alej volando.
La lluvia, la nieve o una carta? Una carta de quin? Una carta buena o mala? Todo, hasta el mismo silencio tiene algo que callar. Pero todo, hasta lo inexpresable, acabarn por decirlo los celos.
Hay Hay destinos donde lo que carece de temblor no es slido. Hay amores en los que el mundo no te basta, falta un pasito. Hay placeres en los que te castigas por el arte, pues el arte es pecado. Hay momentos de mutismo en que la boca de la mujer hace pensar que el pudor es slo cuestin de sexo. Hay cabellos teidos por un meteoro donde es el diablo quien hace la raya. Hay soledades en las que miras slo con un ojo y miras slo sal. Hay momentos de fro en los que estrangulas palomas y te calientas con sus alas. Hay momentos de gravedad en los que sientes que has cado ya entre los que caen. Hay silencios que debes expresarlos t, precisamente t!
Versin de Clara Jans
Aguardando el fin se hallan las atenienses, las vrgenes, Y las madres, meciendo en sus brazos al hijito salvado; Mas para las que escuchan, desde las profundidades resuena la voz del dios del mar Predicindoles su salvacin; y los dioses del cielo contemplan Desde lo alto la tierra, pesando y juzgando, porque all en las riberas agitadas Vacila la batalla desde el amanecer, como una tempestad que avanza lentamente Sobre las aguas coronadas de espuma, e inadvertido en el furor Ya arde el medioda por encima de las cabezas de los combatientes. Pero los hombres del pueblo, los nietos de los hroes, acometen Ahora con ms clara visin, y los hijos de Atenas, los predilectos de los dioses, Piensan en la gloria que les es asignada, Y no dominan ya su genio, que desprecia la muerte. Porque as como la bestia del desierto, que una vez ms se alza desde la sangre humeante, Transfigurada al fin, semejante a la fuerza ms noble, Y atemoriza al cazador, as regresa ahora bajo el resplandor de las armas, Una vez ms, en medio del ocaso, el alma agotada De los feroces combatientes, espantosamente reunidos por la orden de los soberanos. Y ms encarnizada recomienza la batalla. Semejantes a parejas de luchadores Se abordan las naves; tambaleante se sumerge el timn; Quibrase el puente bajo los combatientes, y naves y tripulantes se hunden en las olas.
Traduccin: Wera y Ludwig Zeller
Homero
La Iliada (Canto XXII) La muerte de Hctor (Fragmento) As habl, llorando, y los ciudadanos suspiraron. Y Hcuba comenz entre las troyanas el funeral lamento.
tibia al volver de la batalla. Insensata! Ignoraba que Atenea, la de brillantes ojos, le haba hecho sucumbir lejos del bao a manos de Aquileo. Pero oy gemidos y lamentaciones que venan de la torre, estremecironse sus miembros, y la lanzadera le cay al suelo. Y al instante dijo a las esclavas de hermosas trenzas:
Venid, seguidme dos, voy a ver qu ocurre. O la voz de mi venerable suegra; el corazn me
salta en el pecho hacia la boca y mis rodillas se entumecen: algn infortunio amenaza a los hijos de Pramo. Ojal que tal noticia nunca llegue a mis odos! Pero mucho temo que el divino Aquileo haya separado de la ciudad a mi Hctor audaz, le persiga a l solo por la llanura y acabe con el funesto valor que siempre tuvo; porque jams en la batalla se qued entre la turba de los combatientes sino que se adelantaba mucho y en bravura a nadie ceda. Dicho esto, sali apresuradamente del palacio como una loca, palpitndole el corazn; y dos esclavas la acompaaron. Mas, cuando lleg a la torre y a la multitud de gente que all se encontraba, se detuvo, y desde el muro registr el campo: en seguida vio que los veloces caballos arrastraban cruelmente el cadver de Hctor fuera de la ciudad, hacia las cncavas naves de los aqueos; las tinieblas de la noche velaron sus ojos, cay de espaldas y se le desmay el alma. Arrancse de su cabeza los vistosos lazos, la diadema, la redecilla, la trenzada cinta y el velo que la dorada Afrodita le haba dado el da en que Hctor se la llev del palacio de Eetin, constituyndole una gran dote. A su alrededor hallbanse muchas cuadas y concuadas suyas, las cuales la sostenan aturdida como si fuera a perecer. Cuando volvi en s y recobr el aliento, lamentndose con desconsuelo, dijo entre las troyanas: Vete enhoramala! le dice, que tu padre no come a escote con nosotros. Y volver a su madre viuda, llorando, el hurfano Astianacte, que en otro tiempo, sentado en las rodillas de su padre, slo coma mdula y grasa pinge de ovejas, y cuando se cansaba de jugar y se entregaba al sueo! dorma en blanda cama, en brazos de la nodriza, con el corazn lleno de gozo; mas ahora que ha muerto su padre, mucho tendr que padecer Astianacte, a quien los troyanos llamaban as porque slo t, oh Hctor, defendas las puertas y los altos muros. Y a ti, cuando los perros te hayan despedazado, los movedizos gusanos te comern desnudo, junto a las corvas naves; habiendo en el palacio vestiduras finas y hermosas, que las esclavas hicieron con sus manos. Arrojar todas estas vestiduras al ardiente fuego; y ya que no te aprovechen, pues no yacers en ellas, constituirn para ti un motivo de gloria a los ojos de los troyanos y de las troyanas. Tal dijo, llorando, y las mujeres gimieron.
Traduccion: Luis Segala Y Estalella
La Odisea, Canto XXIII (Fragmento) El hroe sali del bao con el cuerpo parecido al de los inmortales, volvi a sentarse en la silla
que antes haba ocupado frente a su esposa, y le dijo estas palabras: Desdichada! Los que viven en olmpicos palacios te dieron corazn ms duro que a las otras dbiles mujeres. Ninguna se quedara as, con nimo tenaz, alejada de su marido, cuando ste, despus de pasar tantos males, vuelve en el vigsimo ao a la patria tierra. Pero ve, nodriza, y aparjame la cama para que pueda acostarme, que sa tiene en su pecho corazn de hierro. Contestle la divina Penelopea:
Oh mujer! En verdad que me da gran pena lo que has dicho. Quin me habr trasladado el
lecho? Difcil le fuera hasta al ms hbil, si no viniese un dios a cambiarlo fcilmente de sitio; mas ninguno de los mortales que hoy viven, ni aun de los ms jvenes, lo movera con facilidad, pues hay una gran seal en el labrado lecho que hice yo mismo y no otro alguno. Creci dentro del patio un olivo de alargadas hojas, robusto y floreciente, que tena el grosor de una columna. En torno suyo labr las paredes de mi cmara, empleando multitud de piedras, la cubr con excelente techo y la cerr con puertas slidas firmemente ajustadas. Despus cort el ramaje de aquel olivo de alargadas hojas; pul con el bronce su tronco desde la raz, hacindolo diestra y hbilmente; lo enderec por medio de un nivel para convertirlo en pie de la cama, y lo taladr todo con un barreno. Comenzando por este pie, fui haciendo y pulimentando la cama hasta terminarla, la adorn con oro, plata y marfil, y extend en su parte interior unas vistosas correas de piel de buey, teidas de prpura. Tal es la seal que te doy; pero ignoro, oh mujer, si mi lecho sigue inclume o ya lo traslad alguno, habiendo cortado el pie de olivo. As le dijo; y Penelopea sinti desfallecer sus rodillas y su corazn, al reconocer las seales que Odiseo daba con tal certidumbre. Al punto corri a su encuentro, derramando lgrimas, echle los brazos alrededor del cuello, le bes en la cabeza y le dijo: No te enojes conmigo, Odiseo, ya que eres en todo el ms circunspecto de los hombres y las deidades nos enviaron la desgracia y no quisieron que gozsemos juntos de nuestra mocedad, ni que juntos llegramos al umbral de la vejez. Pero no te enfades conmigo, ni te irrites si no te abrac, como ahora tan luego como estuviste en mi presencia; que mi nimo ac dentro del pecho, tema horrorizado que viniese algn hombre a engaarme con sus palabras, pues son muchos los que traman perversas astucias
Traduccion: Luis Segala y Estalella
Namrale la doncella hacindole mil favores mil halagos y primores y el grosero huye de ella: diz que ms quiere qua ella llevar lleno su zurrn: besbale y enamorbale la doncella al villanchn y l metido en su rincn.
Un poema negro mejor es no pensarlo Un poema violeta: mame ms all de la tumba Un poema blanco: sal en la mesa o el capitn Scott en el Polo Sur Un poema rosa: sabe rerse un necio de izquierda a derecha y viceversa Un poema dorado: stradivarius regado con coac georgiano Un poema amarillo: dnde se perdi mi pitillera? Un poema azul: de amor a desamor hay slo dos segundos Un poema escarlata: la lmpara ilumina y t duermes con un libro abierto Un poema pardo: un pas poco visitado Un poema gris no se puede escribir Estos son mis amores Estos son mis amores: el tren de Volyne a Strakonice La mesa con los dulces de Navidad mi madre llena la estufa Debajo de la ventana se desliza el Volynka cubierto de luces nocturnas Con anillo de oro llama la luna al fondo del ro donde la trucha duerme Oscuramente brilla tal el chirrido que me sigue cuando vuelvo de la clase de violn El ro una funda de tinieblas llena repleta de lo anegado Relumbran dentro las lentejuelas de las truchas y tintinean las monedas limosna que Mozart me otorg Y ahora cuando me escuchan escucho con tristeza Estos son mis amores: la lluvia que cae en las conversaciones de los viejos y las viejas en los establos de detrs de la casa en pos de nuestras frentes con tal intensidad que junto al dique bajo el molino rojo reverdece All hay un perro con la cabeza al cielo levantada
en tanto no ces la lluvia y llovan estrellas Tambin nosotros al cielo levantamos la cabeza Como el perro dentro de la pelambre un cerebro de lluvia lleno y de estrellas mojadas Estos son mis amores all caracolean las anguilas de las metforas Y t emerges entre las flores de manzanilla Tienes ojos de arndano y subes de nuevo al tren Luego te ocupas de contabilidad de unas cuentas pendientes de tus antepasados y mas Y despus bajars del tren y te irs para siempre No viniste ayer, no escribiste y yo no tendr carta. Pas una carga de nebulosas pas lo dicho y lo visto. Dnde est tu hogar? Dnde est mi hogar? Dnde est nuestro hogar?
Traduccin: Clara Jans
para que, algunas veces, te cuestiones tus propias certezas. Y que entre ellos, haya por lo menos uno que sea justo, para que no te sientas demasiado seguro Te deseo adems que seas til, ms no insustituible. Y que en los momentos malos, cuando no quede ms nada, esa utilidad sea suficiente para mantenerte en pie. Igualmente, te deseo que seas tolerante, no con los que se equivocan poco, porque eso es fcil, sino con los que se equivocan mucho e irremediablemente, y que haciendo buen uso de esa tolerancia, sirvas de ejemplo a otros. Te deseo que siendo joven no madures demasiado de prisa, y que ya maduro, no insistas en rejuvenecer, y que siendo viejo no te dediques al desespero. Porque cada edad tiene su placer y su dolor y es necesario dejar que fluyan entre nosotros. Te deseo de paso que seas triste. No todo el ao, sino apenas un da. Pero que en ese da descubras que la risa diaria es buena, que la risa habitual es sosa y la risa constante es malsana. Te deseo que descubras, con urgencia mxima, por encima y a pesar de todo, que existen, y que te rodean, seres oprimidos, tratados con injusticia y personas infelices. Te deseo que acaricies un perro, alimentes a un pjaro y oigas a un jilguero erguir triunfante su canto matinal, porque de esta manera, sentirs bien por nada. Deseo tambin que plantes una semilla, por ms minscula que sea, y la acompaes en su crecimiento, para que descubras de cuantas vidas est hecho un rbol. Te deseo, adems, que tengas dinero,
porque es necesario ser prctico, Y que por lo menos una vez por ao pongas algo de ese dinero frente a ti y digas: "Esto es mo". slo para que quede claro quin es el dueo de quin. Te deseo tambin que ninguno de tus defectos muera, pero que si muere alguno, puedas llorar sin lamentarte y sufrir sin sentirte culpable. Te deseo por fin que, siendo hombre, tengas una buena mujer, y que siendo mujer, tengas un buen hombre, maana y al da siguiente, y que cuando estn exhaustos y sonrientes, hablen sobre amor para recomenzar. Si todas estas cosas llegaran a pasar, no tengo ms nada que desearte.
Viene la golonclima Ya viene la golonrima Ya viene la golonrisa La golonnia La golongira La golonbrisa La golonchilla Ya viene la golonda Y la noche encoge sus uas como leopardo Ya viene la golondrina Que tiene un nido en cada uno de los dos calores Como yo lo tengo en los cuatro horizontes Viene la golonrisa Y las olas se levantan en la punta de los pies Viene la golonnia Y sientge un vahido la cabeza de la montaa Viene la golongira Y el viento se hace parbola de slfides en orga Se llenan de notas los hilos telefnicos Se duerme el ocaso con la cabeza escondida Y el rbol con el pulso afiebrado Pero el cielo prefiere el rodool Su nio querido el rrenlo Su flor de alegra el romiol Su piel de lgrima el rofaol El rolaol El rosiol No hay tiempo que perder El buque tiene los das contados.
que mejore la situacin de los hombres y que puedan vivir juntos en paz, libertad e igualdad. Con mis poemas quiero en la medida de mi escaso talento, contribuir a alcanzar esa doble meta. Pero contestar de esa manera sera pura palabrera. Escribir es hundir la mano en tinta, en alquitrn o en tinta de imprenta y estamparla en una pared por amor a la impresin de su mano.
articulacin rota para equilibrar el chacra del corazn/ mientras tanto la novilla es marcada sobre el anca con su signo solar & su carta numerolgica/ las vacas son conducidas desde el camin & entran al matadero de acuerdo al brillo de sus auras individuales/ las luces elctricas son matizadas con un color lavanda/ & una esencia floral -lamo tembln: para el miedo & la premonicin del futuro/ se le echa a cada hocico espumante con un gotero/ & la sagrada motosierra es llamada excalibur/ & cada trabajador lleva el pentculo (el lado derecho arriba por supuesto) & ellos jams cortan en sentido contrario a las agujas del reloj/ no se necesita un gur/ existe la libertad individual/ el administrador proscribe los valos de electrocucin por razones ticas/ & antes del aplastamiento de su frente/ miramos dentro de sus ojos de largas pestaas tan profundamente como podemos: como enseanza universal de amor & compasin/ pero no hay mucho tiempo/ ahora para curar con algn color prpura a los trabajadores/ mientras todos nosotros la lanzamos a su muerte en una experiencia extra corporal/ o quizs ella es abducida por ngeles guardianes en un ovni/ cmo podemos saber? todo la pausa con la cual la cancin de la ballena jorobada suavemente abandona sus ocanos sobre el sistema de matadero de la nueva era/ se detect entre los trabajadores que se estresan menos cuando esto se hace jugando e incluso trajeron macetas de marihuana al saln de t/ el pesado cuerpo de la vaca (an estremecindose) es arrastrado arriba sobre el gancho/ con su nuca abierta en dos no puede retener aire & sangre/ & un grito de los trabajadores te libera a ti mismo a la fuerza vital universal!/ para este hmedo renacimiento su piel es desollada al vapor/ y la sumergimos en algo de jalea real & hierba de la vida/ esta noche celebramos su muerte & masticamos su grasa & digerimos su cadver/ sabiendo que somos uno con ella & que ella est en paz/ & para aquellos que quedaron atrs: un lindo masaje con aceites esenciales para relajarse de su estrs.
II. La Mesa del Silencio* Doce sillas de piedra, Con almohadas cubiertas de nieve, Esperan, en crculo, a sus doce apstoles. Sobre la mesa del centro, blanca y redonda, Con el mantel de nieve, La cena est servida: Una nica y palpitante paloma!
Traduccin: Dinu Adam Versin: Ral Jaime
no en los pliegos de cargos ardiendo oscuros como el humo, la confesin, ni el morse del preso sobre el muro, no slo en la sentencia fra del juez: culpable! est la tirana, y no slo en las rdenes de Preparen! y Fuego! ni en los redobles, ni en el modo en que arrastran el cadver al foso, no slo en las noticias susurradas con miedo a travs de una puerta furtiva y entreabierta, en el dedo en los labios indicando callarse, est la tirana, y no slo en el rgido trazo como de rejas, ni en el aullar luchando mudo contra las rejas, ni en la cascada de lgrimas calladas acreciendo el silencio, ni en la pupila abierta, est la tirana, y no slo en los Viva!, ni en el Bravo! y los cantos que en pie todos corean; donde haya tirana est la tirana no slo en los aplausos, las palmas incesantes, las trompetas, la pera, la piedra en las estatuas,
el color del retrato chilln y mentiroso, no slo en cada marco, ya en el pincel estaba; ni en el vibrar del auto de noche y en silencio, que se detiene bajo la arcada; donde hay tirana, siempre est presente en todas partes, como tu dios nunca estuviese; est la tirana en el jardn de infantes, el consejo del padre, la sonrisa materna; en el modo del nio responder al extrao; no slo en el alambre de pas, ni en las frases gastadas que en los libros duelen ms que las pas; est en el beso de despedida, al decir de la esposa cundo vuelves, querido; en los qu-tal triviales que en la calle te llueven, y ese apretn de manos que de sbito aflojan; al helarse la cara de tu amor de repente, pues en las citas de amor est presente; no slo en los careos, la confesin, las dulces palabras embriagadas,
como mosca en el vino, ni en tu sueo ests solo, est la tirana en el tlamo, y antes an, en el deseo, pues para ti lo bello es lo que ya ella tuvo, y con ella yacas, mientras creas que amabas, en el plato y el vaso, la nariz y la boca, en el fro y la sombra, en tu cuarto y afuera, como hedor de carroa al abrir la ventana, como cuando un escape de gas llena la casa, si ests hablando solo es ella quien pregunta, ni cuando fantaseas te libras de ella, se hace tierra de nadie la va lctea, los focos la iluminan, minada, los luceros: mirillas, la celeste bveda un campo de castigo, pues en el doble afiebrado de las campanas est hablando la tirana, en el cura a quien te confiesas, en sus predicaciones, potro, templo y parlamento, son otros escenarios suyos al abrir y cerrar los prpados, siempre te mira; como dolencia est contigo, como el recuerdo, y la rueda del tren, la escuchas? preso ests, preso, repite,
por las montaas y las costas sigues olindola, relampaguea y es ella la que truena y deslumbra, y al corazn lo paraliza, inesperada; est en la calma, en los grilletes del hasto, en la lluvia precipitndose en barrotes hasta los cielos; en la nevada que te encierra como blanca pared de celda; es ella quien te mira por ojos de tu perro; y estando en toda meta ocupa tu futuro, est en tu mente, y en cada gesto tuyo; como el agua a su cauce, la sigues y la creas; miras fuera del crculo? al espejo te espera, te acecha, intil escaparse, eres guardin y preso, en el olor de tu tabaco y en el pao de tu vestido penetra, hasta en tu mdula, quieres pensar, tu mente no tiene otras ideas sino las suyas, al mirar ves apenas la ilusin que te muestra, y te cerca el incendio del bosque, por el fsforo que al lanzar a la tierra no apagaste pisndolo, y as te guarda prisionero en casa, campo y fbrica; no sabes ya qu es vida,
ni pan ni carne, qu es amor ni deseo, ni un abrirse los brazos, as forja esposas el siervo y l mismo se las asegura, cuando comes ella se nutre, para ella engendras tu hijo, donde hay tirana, son todos un eslabn de su cadena; su hedor emana de tu cuerpo, t mismo eres tirana; como topos al sol desnudo, damos tumbos en las tinieblas, apretndonos en un cuarto tal como en el desierto; pues donde est la tirana todas las cosas son intiles, incluso las canciones, o cualquier obra; pues estaba desde el comienzo junto a tu tumba, es ella quien dice lo que fuiste, tus cenizas son sus esclavas.
Traduccin: Rodrigo Escobar Holgun y Vera Szkcs
"Ya te cubri la eterna sombra larga. Profundamente duermes. Mas escucha: Yo quiero estar contigo; no ests solo." Luis Cernuda Cmo pudo ser mayo el mes de la ceniza? Por qu no quem el sol el mal que te rondaba? Cundo entr y por qu puerta la muerte a arrebatarte? Quin dej que pasara, como un ladrn furtivo, para llevarse el aire que an t respirabas, dejndote vencido . como un junco perdido en el gran ro, sin Caronte, sin Dante, ni siquiera Virgilio para que el ltimo viaje a la inmensa laguna, donde yacen las almas, fuera dulce y amable Si hubiramos sabido que la parca acechaba como un perro de presa al filo de tu cama, como el mastn violento al que siempre temiste, la habramos acorralado, reducido a la nada, donde ella se alimenta de dolor y carroa. Pero lleg a traicin , sin avisar, furtiva, colndose entre el plasma que la vida te daba. Lleg cuando el sol se acercaba a su cenit para que nunca ms un da pueda ya ser perfecto, oscureciendo al mundo como un negro planeta. Ahora la oscuridad de los das es ms slida que la noche ms densa, ms triste y silenciosa que ese lugar remoto donde el mundo se acaba y comienza el abismo. Incomprensible el tiempo se detiene y la luz se oscurece, no hace caso del sol. Y todo ya en penumbras anuncia que nos has abandonado a nuestra oscura suerte, que te has ido, que la vida ha dejado su sitio vaco junto a tu corazn. Cmo pudo pararse as la primavera, sin que nadie advirtiera que haba llegado la oscurida del da, el fin de los otoos, el ocaso del verano que nunca ya podr gozar de tu presencia? Nadie vio que llegaba el asesino en serie cegndote los aos, tu voz y tu sonrisa. Ahora, ya se ha parado el tiempo. El resto de la vida ser slo tu ausencia, el eco de la msica que siempre t llevabas, como si fuera la meloda del mundo que ansiabas encontrar y que nunca tuviste. La oscuridad del da no es que llegue la noche con su ejrcito oscuro de sombras y fantasmas. La oscuridad del da es tambin la impotencia
de ver tu cuerpo inerte y que ni yo, ni la ciencia, ni el mundo, sepamos cmo devolverte la vida. La oscuridad del da es el silencio ptreo que ya cubre tu tumba, ese gris de la piedra que dice que Juan Ramn reposa junto a un ciprs tan triste como el destino infame que nos deja tan solos. Pero slo la muerte nos acerca junto a tu corazn. Porque ya no hay derrota, ni victoria, ni envidia. Slo tu corazn, la eterna nada y nuestro llanto seco para que nadie olvide tu paso por la tierra, la armona que era msica cuando t la nombrabas. Y es tan extrao este silencio hoy , este silencio lento que todo lo ha cubierto que parece como el mundo de repente fuera una cpula inmensa de vaco y de desolacin. Acaso t sonres al contemplamos ahora, hurfanos de tu msica, perdidos en el tiempo que equivoc su ritmo, solos entre estas sombras prematuras que gritan que el da ya se apag, que mayo ha perdido su aroma y que la primavera es ya slo un largusimo tnel negro, deshabitado y hueco y el silencio que envuelve nuestras vidas.
Sophrosyne. Un polvo vespertino traspasa los cristales Los Seores de la Luz se levantan suspirando A la seal de los cielos. Moviendo sin fuerza Sus agotadas alas Me toman desde la mesa Hacia las tierras divinas. Lloras por ellos en el caracol de tu cuarto Perla ma: Sophrosyne. Tras su huella, la tierra se construye Frente a la lechosa pgina Me quedo para confabular ms adelante Con Sfinxul y Babele.
Versin al espaol por Alberto Acosta Prez y Virgilio Lpez Lemus
En la flauta el aire se hubo de colar, y son la flauta por casualidad. Oh!, dijo el borrico, qu bien s tocar! y dirn que es mala la msica asnal!. Sin reglas del arte, borriquitos hay que una vez aciertan por casualidad. Sin reglas del arte, el que en algo acierta es por casualidad.
En las puertas de las capitales yo no puedo nombrarlas pero canto sus nombres rabes cuando los problemas reinan. Llamo a las capitales cuando las balas masacran a los nios de mi gente. Les llamo, grito, pero nadie contesta. Ellos han viajado por todo el oeste, y el norte. Deseo que vengan al Este. Deseo que vengan los protagonistas del exilio, sirvientes de extranjeros. En el tiempo de cosecha ellos cantaron bajo los pinos pero ninguna cosecha fue para ellos sino para aquellos hombres de corazn duro que poseen la tierra del exiliado. No me sepultan en ninguna capital rabe, todos ellos me han torturado durante mucho tiempo, no dndome ms que muerte, sufrimiento, pobreza y martirio a los vecinos de mi sepultura. Aquellos nuevos compatriotas, por siempre extranjeros es compatriota en el extranjero. No, no me entierran en ninguna capital rabe en el perdn de esta prueba! En la puerta de las capitales le encontr su cabeza se inclin para siempre inmortal como la tierra de Hebrn, orgulloso como las montaas de Safad. l fue suave como el vino viejo cuando est dentro del cuerpo. Yo he tentado a las estrella, a acompaar su bella salida. una estrella le guarda, y una doncella linda cuida de l para siempre
Cual tmido ciervo mi amada es de bella. Sus hermosos ojos rob a la gacela. Duna es luminosa con palma de perlas. ... Ven dueo mo, ven, porque el amor es un gran bien que nos depara esta poca feliz gracias al hijo de Ibn al-Dayyan ... Dime: eres adivinadora y adivinas con verdad? dime entonces cundo me vendr mi amigo Isaac
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No me toques, amigo! Yo no quiero al que hace dao! Mi corpio es frgil. Basta! A todo me niego.
Traducin: Emilio Garca Gmez
Hubiese podido ser un muro, un muro a la sombra del cual estara con otro, no conmigo... Y yo con gran dolor me hubiera derrumbado ante tus ojos plidos de espanto.
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Inteligencia, dame el nombre exacto de las cosas! ...Que mi palabra sea la cosa misma creada por mi alma nuevamente. Que por m vayan todos los que no las conocen, a las cosas; que por m vayan todos los que ya las olvidan, a las cosas; que por m vayan todos los mismos que las aman, a las cosas... Intelijencia, dame el nombre exacto, y tuyo, y suyo, y mo, de las cosas!
Vino primero pura, vestida de inocencia; y la am como un nio. Luego se fue vistiendo de no s qu ropajes; y la fui odiando, sin saberlo. Lleg a ser una reina, fastuosa de tesoros... Qu iracundia de yel y sin sentido! ...Mas se fue desnudando. Y yo le sonrea. Se qued con la tnica de su inocencia antigua. Cre de nuevo en ella. Y se quit la tnica, y apareci desnuda toda... oh pasin de mi vida, poesa desnuda, ma para siempre!
He observado su tarea bajo el fuego que caldea la estacin de las espigas. Esquivando cien alturas y salvando cien honduras, las conduce hasta las eras un sendero largo y hondo que labraron desde el fondo de las lbregas paneras. Y en hileras numerosas paralelas, tortuosas, van y vienen las hormigas... La vereda es dura y larga, pesadsima la carga y asfixiantes las fatigas; mas la activa muchedumbre sobre el hlito de lumbre que la tierra reverbera, senda arriba y senda abajo, se embriaga en el trabajo que le colma la panera. Son comunes los quehaceres, son iguales los deberes, los derechos son iguales, armoniosa la energa, generosa la porfa, los amores fraternales. Si rendida alguna obrera por avara no subiera con la carga la alta loma, la hermanita ms cercana, con amor de buena hermana, la mitad del peso toma. Nadie huelga ni vocea, nadie injuria ni guerrea, nadie manda ni obedece,
nadie asalta el gran tesoro, nadie encienta el grano de oro que al tesoro pertenece... He observado el hervidero del innumero hormiguero en sus horas de fatigas... Si en los ocios invernales sus costumbres son iguales son muy sabias las hormigas!
Agitando aquellos velos De gris telaraa de oro. Mientras dulce, gentil, secretamente, Repican las campanas de flores matinales Y el sabio coro de hadas Empieza (innumerable ) a escucharse.
Traduccin: Jos Mara Martn Triana.
Y por otro, con modo extraordinario, Una vieja cobrndome el braguero. Ni en esto me dejan, ni en invierno Para cobrarme siempre con fiereza, A pesar de mi modo afable y tierno. No me deja esta gente alzar cabeza, Y yo les digo, diablos del infierno!, Por qu as persegus a la pobreza?
Cantos a la esencia I Oh servidor! Dnde me buscas? Si estoy junto a ti! No me hallars ni en la mezquita ni en el templo, ni en la Kaaba ni en Kailasa; tampoco en ritos ni en ceremonias, ni en el Yoga ni en la renunciacin. Si en verdad me buscas, pronto me vers, muy pronto, sin que el mnimo tiempo transcurra. "Oh, sadhu. Dios es el aliento de todo lo que respira." II No es necesario preguntar al santo
a qu casta pertenece: sacerdote, guerrero, mercader; todas, las treinta y seis castas, por igual buscan a Dios. Absurdo es preguntar al santo por su casta. El barbero, el carpintero y la lavandera buscan a Dios. Incluso Raldas va en su bsqueda. El Rishi Suachapa era curtidor de origen. Tanto hindes como musulmanes Lo buscan a l, que no est en las distinciones. III Amigo, espralo mientras vivas, concelo y comprndelo: en esta vida mora la liberacin. Si no te sueltas del apego en vida cmo esperas lograrlo al morir? No es sino sueo pensar que a l, al dejar el cuerpo, el alma se unir: Si ahora lo hallaste, tambin despus lo hallars; si no, ser morar en la Ciudad de la Muerte. Si la unin se alcanza en el Presente, maana seguir. En la Verdad, sumrgete; conoce al Maestro verdadero, en el autntico Nombre ten fe: "Es la bsqueda lo esencial. Soy esclavo de la esencia de la bsqueda". Poemas I A qu playa te encaminaras, corazn mo? Nadie te precede; no hay camino. No hay agua, ni barca, ni barquero. No hay ni siquiera una cuerda para remolcar la barca,
ni barquero para jalarla. S fuerte y entra en tu propio cuerpo, pues ah es firme tu asidero. II All, no hay lluvia, ocano, sol, ni sombra. All, no hay creacin ni destruccin, ni vivos ni moribundos, ni la huella de la tristeza o la alegra. All, no hay ni soledad ni meditacin. nada es medido, nada desperdiciado, nada es ligero, nada pesado. All, nadie es poderoso ni dbil. All, no hay ni noche ni da. All, no hay agua, aire, ni fuego. All, slo el verdadero Gur lo permea todo III A quin debo acudir para aprender sobre mi Amado? Kabir dice: "Del mismo modo que si ignoras el rbol puede que nunca encuentres el bosque, tambin puede que nunca le encuentres en abstracciones". Oh, sadhu! Mi tierra es una tierra sin pesar. Se lo grito bien alto a todos: al rey y al mendigo, al emperador y al faquir: Deja que todos los que buscan cobijo en lo ms alto, vengan y se queden en mis tierras.
Deja que el fatigado venga y deje aqu su carga. Vive pues aqu, hermano mo, desde donde podrs fcilmente cruzar a la otra orilla. ste es un pas sin tierra ni cielo, sin luna ni estrellas porque solamente el fulgor de la verdad brilla en el durbar de mi Seor. Kabir dice: "Oh, querido hermano! Nada es esencial excepto la verdad". IV De qu sirven las palabras, cuando el amor ha embriagado el corazn? V La bandera oculta est plantada en el templo del cielo; ah se extiende el dosel azul, embellecido con la luna cuajado de brillantes joyas. Ah est brillando la luz del sol y la de la luna; Aquieta tu mente en silencio ante ese esplendor. Kabir dice: El que ha bebido de este nctar, vaga como el que est loco". VI Oh, servidor!, dnde me buscas? Mira! Estoy junto a ti! No estoy en los templos, ni en las mezquitaa ni en la Kaaba, ni en Kailash. Tampoco estoy en los ritos, ni en las ceremonias, ni en el Yoga, ni en las renunciaciones.
Si eres un verdadero buscador, ahora mismo, de inmediato, sin dilacin, puedes verme. Dice Kabir: "Oh, Sadhu! Dios es el aliento de todo lo que respira". VI Intil es preguntarle a un santo a qu casta pertenece; el sacerdote, el guerrero, el artesano y las treinta y seis castas, buscan por igual a Dios. Es necedad preguntar a qu casta pertenece un santo. El barbero, la lavandera y el carpintero, todos buscan a Dios. Hasta Raidas busca a Dios. El Rishi Swapacha perteneca a la casta de tintoreros. Tanto hindes como musulmanes Le buscan a l, al que no se encuentra en las distinciones. VII Oh, amigo! Espra-Le mientras vivas, conce-Le mientras vivas, comprnde-Le mientras vivas, pues en esta vida est la liberacin. No es sino sueo pensar que a l, al dejar el cuerpo, el alma se unir: Si ahora lo hallaste, tambin despus lo hallars; si no, ser morar en la Ciudad de la Muerte. Si la unin se alcanza en el Presente, maana seguir. Sumrgete en la Verdad; conoce al Maestro verdadero, en el autntico Nombre ten fe: "L esencial es la bsqueda. Soy esclavo de la esencia de la bsqueda". Si no te desprendes de tus apegos mientras vives, qu liberacin hallars en la muerte?
VIII No te desplaces al jardn lleno de flores! Oh amigo! no vayas all. En tu cuerpo est el jardn florido. Sintate sobre los mil ptalos de loto y contempla all la infinita Belleza. IX Ver amanecer el da, Oh Madre Divina!, en que al pronunciar Tu Nombre afluya a mis ojos un torrente de lgrimas inundando los bancos de arena de mi ignorancia, y que acabe con la aridez de mi corazn? Florecer el loto luminoso de la sabidura, que disipe para siempre mis tinieblas? Oh Madre Csmica Omnipresente, ven a m en forma humana tangible! Solo Tu rostro de infinita bondad puede desterrar para siempre mi dolor. X Los santos Pies de mi Divina Madre, la Diosa consorte del Dios Eterno, forman el lago del nctar. Si la mente se sumerge en este lago de inmortalidad, de poco sirven los ritos sagrados. El alma del devoto de mi Divina Madre, se encuentra en esta vida liberada de las ataduras del mundo. En verdad su esencia es la dicha eterna.
XI Si uno ultraja y el otro toma represalias, habr una lluvia de ultrajes. Pero, en el caso de que no haya represalias, el asunto terminar. Donde hay compasin, hay religin. Donde hay codicia, hay pecado. Donde hay ira, hay negacin. Donde hay perdn, all est el Seor Mismo. Todas las rencillas y peleas emanan de los ultrajes. Ningn poder sobre la tierra puede herir al protegido por el Gur. Las palabras de una persona viciosa son como mltiples flechas que slo los santos pueden tolerar. Si un rayo cae en el mar, qu dao le puede hacer? XII Slo hay agua en los balnearios sagrados; s que de nada sirve, pues me he baado en ella. Carentes de vida son las imgenes: no pueden hablar; lo s, porque a gritos he llorado ante ellas. Nada ms que palabras son el Corn y los Puranas; he descorrido el velo y lo he visto.
sin amigos en un ancho campo el rbol solitario hace una larga sombra como faro en la pradera como un barco navegando en el desierto Alguien me cont que el rbol est bajo un hechizo Cada vez que hay luna llena desentierra su incinerado y negro corazn, lo cuelga de una hoja y se viste entonces de musgo azul oscuro que adhiere a su tronco y extrae sus recuerdos arrugados para sacudirlos como quien toca una campana El rbol hace pantomimas en un escenario slo visible para los hechizados Alrededor del rbol Hay siempre una multitud que delira
Traduccin: Fernando Barbosa
De la roca de meditacin. * Colgando de la niebla de verano Envuelto en tres colinas El campo de Murasakino flota * Hojas tiernas de Sara El blanco tronco en vigilia En profundo silencio. * La primavera en el olvido Preparo un amargo t wabi Est lejos la vieja capital. * Rosas ms carmes Cuando los llameantes cirios de boda Estn todos extinguidos * Este es tu pas Perlas de ostra, flores del rbol de seda, Y la lluvia cayendo * Amplia campia de floresLentas nubes pasan por encima Veleros partiendo * Se escuchan sonidos De una flauta de bamb que lloraEsperando a la luna
Traducciones desde el ingls de Rafael Patio.
La caravana en el desierto 1 Despertad! Que ya el sol desde el remoto Oriente dispers las estrellas de su sesin nocturna, y al escalar de nuevo el cielo iridiscente la regia torre cie con su lazada ardiente. 2 Antes que el brillo fatuo del alba se extinguiera, oigo una voz que dentro de la taberna grita: -Si el altar todo en luces para la fiesta espera, por qu el tardo devoto duerme en la sombra afuera? 3 Canta el gallo, y el grupo que a la intemperie queda, - Ea, abridnos, pues! -grita- nos resta un breve instante
de aguardar nuestro turno, pues al girar la rueda, Quin har que a este sitio volver otra vez pueda? 4 Y ahora el nuevo ao, removiendo ansias muertas, al alma pensativa llama a la soledad, donde Moiss asoma sus blancas manos yertas, y Jess resucita las llanuras desiertas. 5 Iram llev sus rosas a donde nadie sabe, con la septanulada nfora de Jamshid; Oh! pero an destila del vino el rub suave y la fuente en el huerto canta su salmo grave. 6 Ya, de David los labios sell la ltima arcilla, mas el Bulbul en sacro y mimtico Pehlv, -Vino! a la rosa ofrece en rauda seguidilla para teir de prpura su marchita mejilla. 7 Ven a llenar mi copa, y en primaveral anhelo, echa de ti ese manto de contricin y dudas; El ave-tiempo apenas tiene luz para el vuelo, y -mira! ya sus alas est tendiendo al cielo. 8 Ya en Babilonia impa, ya en Naishapur, mi cuna, ya la copa os ofrezca dulce o amargo vino, el de la vida filtra con tardanza importuna, y las hojas sin savia van cayendo una a una. 9 El alba de maana nos traer primorosas nuevas rosas, mas dnde se fueron las de ayer? Pero el Esto llega desbordante de rosas, y Kaikobad, Jamshid, volvern a sus fosas. 10
Y deja que se vayan! Libre el mundo se vea de Kaikobad el Grande o Kaikosr el potente; y de Rustm los gritos llamando -a la pelea! y Hatm-Ta -a la orga!- all se vayan, Ea! 11 Ven t conmigo al margen de este oasis florido que pone nuevo verde al valle pedregoso: Aqu esclavo y sultn duermen igual olvido, y -paz a Mahmoud- clama amor compadecido. 12 Aqu con un mendrugo, entre el gayo ramaje, una nfora de vino, un manojo de versos, y t conmigo, sola, cantando entre el boscaje, es para m un paraso el yermo ms salvaje.
Versin: Joaqun V. Gonzlez
si puedes soportar el escuchar la verdad que has dicho tergiversada por bribones para hacer una trampa para los necios, o contemplar destrozadas las cosas a las que habas dedicado tu vida y agacharte y reconstruirlas con las herramientas desgastadas... Si puedes hacer un hato con todos tus triunfos y arriesgarlo todo de una vez a una sola carta, y perder, y comenzar de nuevo por el principio y no dejar de escapar nunca una palabra sobre tu prdida; y si puedes obligar a tu corazn, a tus nervios y a tus msculos a servirte en tu camino mucho despus de que hayan perdido su fuerza, excepto La Voluntad que les dice "Continuad!". Si puedes hablar con la multitud y perseverar en la virtud o caminar entre Reyes y no cambiar tu manera de ser; si ni los enemigos ni los buenos amigos pueden daarte, si todos los hombres cuentan contigo pero ninguno demasiado; si puedes emplear el inexorable minuto recorriendo una distancia que valga los sesenta segundos tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella, y lo que es ms, sers un hombre, hijo mo.
I Sientes vergenza , ests harto de este mundo rico blanco tuyo explotacin, racismo, genocidio "libertad", "democracia"t detestas todo eso. Bien. Tu mala conciencia es una seal de vida. No eres un caso perdido como los imperialistas y sus pequeos agentes de ojos ciegos. Pero Qu ests dispuesto a hacer con tu vergenza? Para qu la empleas? II Tu corazn con los rebeldes tus pies en un suelo muy rico Playboy de la Revolucin. III Olvida que naciste blanco y rico Era Marx proletario? Lo era Engels? Lenin? Brech? T tambin puedes hacer algo. T tambin puedes mostrar tu solidaridad con las opiniones y los rebeldes. Tienes que ajustar cuentas contigo mismo tienes que ajustar cuentas con tu clase: DESERTA
Traduccin: Francisco J. Uriz.
insuflndoles al final una parte de mi propia alma (incluso si todo ello debiera ser considerado una catstrofe) mi poema de todos modos no ser ms que una caja negra de todas formas en el fondo entre sus estrofas se curva la prueba de la existencia del instante que aparte de eso ya no existe en parte alguna y que por otra parte puede se que no haya existido jams para persona distinta a m yo misma y es mi libertad de justamente poder tomar un tal instante del anaquel del infinito tiempo darle forma encerrarlo entre la caja alargada de las estrofas negras y detenerlo cuidarlo -Pero para siempre? Di -Para siempre?
Traducciones de Rafael Patio
Una mujer pasa por ltima vez En vano emigro Y me aseguro de mi alejamiento En cada cielo torno a encontrar una creciente lunar Y el silencio testarudo de las estrellas Cuando duermo Hablo una mezcla de lenguas Y de gritos de animales En la alcoba donde nac En vano emigro El secreto de los pjaros me evade Como aqul de este imn Que enloquece en cada etapa Mi valija
Traduccin: Rafael Patio
con miradas podridas de cinco aos o quiz de muerto, nadie, nadie me dice dnde estuvo mi voz ni de qu sirvi mi fuerte sombra ma esculpida en presurosos desayunos, en jolgorios de aulas y pelotas de trapo, mientras los otoos sedimentaban de plidas sangres las bodegas del Ebro. En qu escondidos armarios guardan los subterrneos ngeles nuestros restos de nieve nocturna atormentada? Por qu vertientes terribles se despean los corazones de los viejos relojes parados? Dnde encontraremos todo aquello que ramos en las tardes de los sbados, cuando el violento secreto de la Vida era tan slo una dulce campana enamorada? Pues yo registro los bolsillos desiertos y no encuentro ni un solo minuto mo, ni una sola mirada en los espejos que me diga quin fui yo.
Ando a pasos muy lentos el desierto camino y por ltima vez vuelvo a ver este sol palidsimo y bello cuya luz expirante ilumina a mis pies la tiniebla del bosque. Para m hay ms encanto en la luz del otoo cuando todo se muere a su vista empaada: el adis de un amigo, la sonrisa postrera de unos labios a punto de sellarse por siempre. Ya dispuesto a dejar la ilusin de la vida, y llorando los sueos esfumados que tuve, vuelvo an la cabeza y envidioso contemplo esos grandes tesoros de que nunca goc. Tierra y sol, valles, bella, mansa naturaleza, os deba una lgrima con un pie en el sepulcro. Todo el aire es perfume y la luz es tan pura! Al que muere este sol le parece tan bello! Yo quisiera apurar hasta las mismas heces este cliz que mezcla con el nctar la hiel; tal vez en esta copa donde beb la vida pueda haber todava una gota de miel. El futuro quiz para m reservaba un retorno a la dicha de la cual nada espero. Es posible que un alma que yo ignoro an hubiese comprendido mi alma, respondiendo a mis ansias... La flor muere entregando sus perfumes al cfiro; a la vida y al sol, stos son mis adioses; ahora muero y mi alma cuando expiro se exhala como un triste sonido lleno de meloda.
Versin de Ismael Enrique Arciniegas
palidsimo y bello cuya luz expirante ilumina a mis pies la tiniebla del bosque. Para m hay ms encanto en la luz del otoo cuando todo se muere a su vista empaada: el adis de un amigo, la sonrisa postrera de unos labios a punto de sellarse por siempre. Ya dispuesto a dejar la ilusin de la vida, y llorando los sueos esfumados que tuve, vuelvo an la cabeza y envidioso contemplo esos grandes tesoros de que nunca goc. Tierra y sol, valles, bella, mansa naturaleza, os deba una lgrima con un pie en el sepulcro. Todo el aire es perfume y la luz es tan pura! Al que muere este sol le parece tan bello! Yo quisiera apurar hasta las mismas heces este cliz que mezcla con el nctar la hiel; tal vez en esta copa donde beb la vida pueda haber todava una gota de miel. El futuro quiz para m reservaba un retorno a la dicha de la cual nada espero. Es posible que un alma que yo ignoro an hubiese comprendido mi alma, respondiendo a mis ansias... La flor muere entregando sus perfumes al cfiro; a la vida y al sol, stos son mis adioses; ahora muero y mi alma cuando expiro se exhala como un triste sonido lleno de meloda.
Versin de Ismael Enrique Arciniegas
Excrescencia en los costados de nuestros nidos de tierra Nidos de gusanos, de anfeles, de pestes y clera Nos empuja, nos golpea como reserva A lo largo de las olas ninfmanas, golpea para tirar Por la borda cuando puntea el hocico mal pelado Del pescado en tarros de los jardines abismales Nos empuja como quiste o edema En el tero demasiado estrecho de una bruja desdentada Estril, y que la ignorancia lapida con ladrillos rojos, Bajo la mirada, unas veces plcida otras divertida, del gendarme Nos empuja hacia las heridas costras apestosas Aglutinadas como ventosas en la nariz asmtica del lactante Se le pega en el rabillo del ojo como mosca de vaca tiosa Y esmerila kwashiorkor hinchando los vientres de arcnidos Nos empuja hacia los prados de genuflexiones donde pacemos Los templos de huda y de violencia, las ventas de sueos en las subastas Los parasos encielados prometidos para la felicidad cuando no estemos ms en la tierra La necedad que estalla la intolerancia culta del yo tengo razn Nos empuja por doquier, nos pincha, espina al cuerpo Nos atiborra de su lodo salobre brebaje Nos querellamos, nos golpeamos, nos entre matamos, todo lo que sabemos hacer Hermoso pasatiempo para la bella luna de vida, en virtuoso o artesano Y la miseria, ella, nos empuja como planta rampante Como la striga
Traduccin: Araceli Zuleta Zarco
R7 C14 J6 Se sumergen doblando la esquina en la noche empujadas por un gran viento que las descoyunta y en lo oscuro se combinan nuevas curvas y nuevas rectas. Pasan las semejanzas sus esquematismos lineales erguidos o tronzados. Yo mismo acabo de pasar. Me he reconocido en lo esencial y en mi gran rtulo farmacutico. J25 L5 C1919
de joviales corales incendiados de amor, y cabellos de algas danzarn por las olas. Djame que te suee por este mar tranquilo. Si ya no lo deseas, pronnciate bajito, como un pulso de sal aprisionado y lento. Y buscar otros surcos de amadas latitudes, y tal vez Alfonsina escuchar mi canto y juntas buscaremos caracolas marinas.
II Qu descansada vida la del que huye del mundanal rudo, y sigue la escondida senda, por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido; Que no le enturbia el pecho de los soberbios grandes el estado, ni del dorado techo se admira, fabricado del sabio Moro, en jaspe sustentado! No cura si la fama canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama la lengua lisonjera lo que condena la verdad sincera. Qu presta a mi contento si soy del vano dedo sealado; si, en busca deste viento, ando desalentado con ansias vivas, con mortal cuidado? Oh monte, oh fuente, oh ro,! Oh secreto seguro, deleitoso! Roto casi el navo, a vuestro almo reposo huyo de aqueste mar tempestuoso. Un no rompido sueo, un da puro, alegre, libre quiero; no quiero ver el ceo vanamente severo de a quien la sangre ensalza o el dinero. Despirtenme las aves con su cantar sabroso no aprendido; no los cuidados graves de que es siempre seguido el que al ajeno arbitrio est atenido. Vivir quiero conmigo, gozar quiero del bien que debo al cielo, a solas, sin testigo, libre de amor, de celo, de odio, de esperanzas, de recelo. Del monte en la ladera, por mi mano plantado tengo un huerto, que con la primavera de bella flor cubierto ya muestra en esperanza el fruto cierto.
Y como codiciosa por ver y acrecentar su hermosura, desde la cumbre airosa una fontana pura hasta llegar corriendo se apresura. Y luego, sosegada, el paso entre los rboles torciendo, el suelo de pasada de verdura vistiendo y con diversas flores va esparciendo. El aire del huerto orea y ofrece mil olores al sentido; los rboles menea con un manso rudo que del oro y del cetro pone olvido. Tngase su tesoro los que de un falso leo se confan; no es mo ver el lloro de los que desconfan cuando el cierzo y el brego porfan. La combatida antena cruje, y en ciega noche el claro da se torna, al cielo suena confusa vocera, y la mar enriquecen a porfa. A m una pobrecilla mesa de amable paz bien abastada me basta, y la vajilla, de fino oro labrada sea de quien la mar no teme airada. Y mientras miserablemente se estn los otros abrazando con sed insacable del peligroso mando,
tendido yo a la sombra est cantando. A la sombra tendido, de hiedra y lauro eterno coronado, puesto el atento odo al son dulce, acordado, del plectro sabiamente meneado.
con sus camisas abiertas y en el pulso de sus hombros reclinaba mi cabeza. As, un da y otro da, all en Castilla la Vieja... Una tarde (por los nardos suba la primavera...) una tarde vi tu sombra que vena por la senda dentro de un traje de pana, tres vueltas de faja negra y una voz dura y redonda lo mismo que una pulsera. -Buenas tardes, Hay trabajo? - S - te dije toda llena de un escalofro lento que me sacudi las venas y que me quit de encima diez aos de vida muerta, bordando en mi enagua oscura una rosa dulce y tierna. -Est bien- fueron tus gracias, y, doblando la chaqueta, te sentaste a mi lado en el borde de la senda. Vive este amor de silencio y entre silencio se quema, en una angustia de horas y en un sigilo de puertas. El pueblo ya lo murmura en una copla que rueda todo el da por el campo y, de noche, en la taberna. Dicen que si soy viuda, y sacan el muerto a cuestas; dicen que si por mis hijos me deba dar vergenza... Dicen, tantas cosas, tantas
que las paredes se llenan de vidrios y maldiciones y hasta a veces de blasfemias. Mi hijo el mayor (veinte aos, dulce y moreno) con pena me habl esta maana: -Madre, ese traje no te sienta, ni esas flores, ni ese pelo, ni ese pauelo de hierbas... Yo no me atrev a mirarlo y me sent muy pequea, como si fuese mi madre la que hablndome estuviera. - Por nosotros, t no debes vestirte de esa manera... Ay, por vosotros! Os di todo el trigo de mi era; todava de vosotros mi cintura tiene huellas Sangre ma que anda y vive y a m me va haciendo vieja! Pero es que yo ya no tengo derecho a querer? Qu ciega ley me prohbe que al sol deje mis rosas abiertas? Y que me mire al espejo y que me vista de fiesta y que en mi jardn antiguo florezca la primavera...? Ay, qu montaa de amor tengo sobre la cabeza! Ay, qu ro de suspiros pasa y pasa por mi lengua! Canten, hablen, cuenten, digan, pueblo, nios, hombres, viejas, que yo de tanto quererle no s si estoy viva o muerta!
Quiero y quiero y quiero y quiero! Estn en flor mis macetas; cien ruiseores heridos cantan amor en mis venas y me duele la garganta y est mi voz hecha piedra de tanto decir: "Te quiero como a ninguno quisiera!"
Profeca Y me bendijo a mi mare; y me bendijo a mi mare. Diez sntimos le di a un pobre y me bendijo a mi mare. Ay! qu limosna tan chiquita, qu recompensa tan grande. Qu limosna tan chiquita, qu recompensa tan grande! A dnde vas tan deprisa sin desirme ni con Di!? Me puedes mir de frente, que estoy enterao de t. Me lo contaron ayer las lenguas de doble filo, que te casaste hase un m y me qued tan tranquilo. Otro cualquiera en mi caso, se hubiera echao a llor, yo, crusndome de brasos dije que me daba igu. Y n de pegarme un tiro ni liarme a mardisiones ni apedrear con suspiros los vidrios de tus barcones. Que t'has casao? Buena suerte! Vive sien aos contenta y a la hora de la muerte, Dios no te lo tenga en cuenta.
Que si al pie de los artares mi nombre se te borr, por la gloria de mi mare que no te guardo rencor. Porque sin s tu maro, ni tu novio, ni tu amante, yo fui quien ms t'ha quero, con eso tengo bastante. *** - Qu tiene er nio, Malena? Anda como trastornao, ti la carilla de pena y el colorsillo quebrao. Y ya no juega a la tropa, ni tira piedras al ro, ni se destrosa la ropa subindose a coger nos. No te parese a ti extrao, no ves una cosa rara que un chaval de dose aos lleve tan triste la cara? Mira que soy perro viejo y ests demasiao tranquila. Quieres que te d un consejo? Vigilia, muj, vigila! Y fueron dos sentinela los ojitos de mi mare. - Cuando sale de la escuela se va pa los olivare. - Y qu busca all? -Una nia, tendr el mismo tiempo que l. Jos Migu, no le rias, que est empesando a quer. Mi pare ensendi un pitillo, se enter bien de tu nombre, te regal unos sarsillos y a m un pantaln de hombre. Yo no te dije "te adoro"
pero amarr en tu barcn mi laso de seda y oro de primera comunin. Y t, fina y orgullosa, me ofresiste en recompensa dos sintas color de rosa que engalanaban tus trensas. - Voy a misa con mis primos. - Bueno, te ver en la hermita. Y qu serios nos pusimos al darte el agua bendita. Mas luego en el campanario, cuando rompimos a hablar: - Dise mi tita Rosario que la sigea es sagr, y el colorn, y la fuente, y las flores, y el roso, y aquel torito valiente que est bebiendo en el ro; y el bronse de esta campana, y el romero de los montes, y aquella lnea lejana que la llaman... horisonte! Todo es sagrao: tierra y sielo porque as lo quiso Di! Qu te gusta ms? -Tu pelo. Qu bonito me sali! - Pues, y tu boca, y tus brasos, y tus manos reonditas, y tus pies fingiendo el paso de las palomas suritas? Con la puresa de un copo de nieve te compar; te revest de piropos de la cabesa a los pi. A la vuerta te hise un ramo de pitimin, presioso y a luego nos retratamos en las agitas de un poso. Y hablando de estas pamplinas
que inventan las criaturas, llegamos hasta tu esquina cogos por la sintura. Yo te pregunt: - En qu piensas? T dijiste: - En darte un beso. Y yo sent una vergensa que me cal hasta los huesos. De noche, muertos de luna, nos vimos por la ventana. - Chssss! Mi hermaniyo est en la cuna, le estoy cantando la nana. -Qutate de la esquina, chiquillo loco, que mi mare no quiere ni yo tampoco. Y mientras que t cantabas yo, inosente me pens que nos casaba la luna como a maro y muj. Pamplinas! Figurasiones que se inventan los chavales! Despus la vida se impone: tanto tienes, tanto vales; por eso, yo al enterarme que llevas un mes cas, no dije que iba a matarme, sino que me daba igu. Mas como es rico tu dueo, te vendo esta profesa: t, por la noche, entre sueos soars que me queras, y recordars la tarde que mi boca te bes y te llamars "cobarde!" como te lo llamo yo. Y vers, suea que suea, que me mor siendo chico y se llev la sigea mi corasn en su pico.
Pensars: "no es sierto n, yo s que lo estoy soando"; pero all en la madrug te despertars llorando, por el que no es tu maro, ni tu novio, ni tu amante, sino el que ms te ha quero. Con eso tengo bastante. Por lo dems, t se orva. Vers cmo Dios te manda un hijo como una estrella; avsame de segua, me servir de alegra cantarle la nana aquella: -Qutate de la esquina, chiquillo loco, que mi mare no quiere ni yo tampoco. Pensars: "no es sierto n, yo s que lo estoy soando". Pero all en la madrug te despertars llorando. Porque sin s tu maro, ni tu novio, ni tu amante, yo soy... quien ms t'ha quero... Con eso tengo bastante!
digna de tus latidos; ni la tierra un suspiro merece: afn y tedio es la vida, no ms, y fango el mundo. Clmate, y desespera la ltima vez: a nuestra raza el Hado slo otorg el morir. Por tanto, altivo, desdea tu existencia y la Natura y la potencia dura que con oculto modo sobre la ruina universal impera, y la infinita vanidad del todo.
Versin de Antonio Gmez Restrepo
Lezama Lima, Jos (La Habana, Cuba, 1910 La Habana, Cuba, 1976)
Ah, que t escapes Ah, que t escapes en el instante en el que ya habas alcanzado tu definicin mejor. Ah, mi amiga, que t no queras creer las preguntas de esa estrella recin cortada, que va mojando sus puntas en otra estrella enemiga. Ah, si pudiera ser cierto que a la hora del bao, cuando en una misma agua discursiva se baan el inmvil paisaje y los animales ms finos: antlopes, serpientes de pasos breves, de pasos evaporados, parecen entre sueos, sin ansias levantar los ms extensos cabellos y el agua ms recordada. Ah, mi amiga, si en el puro mrmol de los adioses
hubieras dejado la estatua que nos poda acompaar, pues el viento, el viento gracioso, se extiende como un gato para dejarse definir.
Li Po (China, 701-762)
Escuchando la mandolina de un sacerdote budista El sacerdote budista de Chou tiene una mandolina: baja del Monte de las Cejas hacia el poniente, y hace sonar sus cuerdas en mi honor. Sus vibrantes notas se parecen al alboroto de un bosquecillo de pinos mecidos por el viento. Mi corazn se siente purificado como si lo hubiesen lavado las aguas del ro. La dulce meloda se une a los lejanos taidos de una campana. Insensiblemente desciende, en torno, el crepsculo, y los montes se esfuman en la bruma ligera.
los geranios? los geranios estn igual que siempre igual que siempre.. pero qu sabr? qu puede saber? sus ptalos deben estar de un rojo imperceptible y sus hojas de un verde esplendoroso
Traduccin: Pilar Gonzlez Espaa
Y el pavor en las alas de las gallinas. En su rastro agonizan las palabras Y el bblico rostro de los olivares. El fmur que horada los escombros Est muerto, no tiene nombre Es una estaca de marfil Que brilla amargamente en la tierra de Jenin. Amanece en Berln, en otro sitio No en Liberia o en los fields de Freetown No en el refugio de Jenin o alrededor de m.
Traduccin: Elkin Obregn
Traduccin: C. G. Moral
Inmviles mujeres vegetales en torno al lecho mueven sus grandes abanicos. El nio mira el mapa del muro empapelado, cuenta una y otra vez las vigas hasta confundirse, hasta perderse y quedarse dormido entre las hmedas sbanas de su fiebre. Hojas flabeladas, laciniadas. Seis palmeras para el juego y las enfermedades suscitan presencias de vainas cadas, canoas para las aventuras martimas; esbeltos talles anillados, altas serpientes erguidas en la selva. Oleaje del patio bajo las palmas, mar de baldosas hasta donde llega el olor de fiera y hormiguero de las selvas nubladas. La desaparecida casa resurge, entera, en cualquier parte del recuerdo.
No tengo hogar aqu Estuve largo tiempo en Sur frica Aguardando a que la lluvia parara. He fracasado en fundar un hogar aqu Estuve largo tiempo en Japn, esperando un cambio Fue un mal viento el que nos lanz sobre el mar. Fracas por completo en fijar residencia Mis pulmones estaban llenos por la tormenta del desierto Y el calor y fro de Omdurman, Hermanos Musulmanes Extremistas nos marginan de la sociedad Como si la tierra fuera siempre suya. Dnde est pues nuestra ciudad capital? He fracasado en asentarme He pensado regresar a Kajokaji Donde dulces mangos maduran dos veces por ao La Guerra de Garang se enfurece para que los an no nacidos la continen. Toda nuestra juventud fue reclutada Y enviada a perecer en los matorrales espinosos Las bombas que llueven de arriba profanan nuestras tumbas. Piedad pobre de mi, un hombre sin hogar Proscrito de Bobi por Obote y Amin Regresamos a nuestro hogar ancestral en el Sur de Sudn Dejando las tumbas de padre y seor completamente cubiertas de hierba El Jefe Olal y su maestro de ceremonias, Yacen enterrados bajo el higo de Bobi Paidwe. Dnde queda ahora exactamente nuestra heredad ancestral? Compadezco al hombre que no tiene un hogar donde llamar: El Nuevo Gitano o el Judo Errante. Debo permanecer en el mismo sitio? Regresar hacia dnde? Hacia dnde avanzar?
Traduccin: Rafael Patio
ni en los pies ovillada de espinas. Y es muy difcil no saber si reinas en los stanos, en las torres, en las carniceras, en la blancura que abraza silenciosa a los cuerpos dormidos. he aprendido a maldecirte, Mi Seora de los Lobos. He probado la risa, el olvido, la crueldad: y si deben pasar as mis aos slo una cosa voy a pedirte: ruega para que no desista: ruega para que sea de nieve por ti mi ltima palabra.
"Naciste en un cementerio de palabras una noche en que los esqueletos de todos los verbos intransitivos proclamaban la huelga del te quiero para siempre siempre siempre" Gerardo Diego
El Llano a salvo del Concepto cruza, Templa la ira del Verbo no-encarnado: Arrjanos al Sintagma serenado De la proximidad sin caperuza. Carnal, se desviste; la Voz anuda La mudez sorteada con el beso, adoQun de la Va Fsica de lo hallado Cuando amar fue acto de la Musa Muda. Su tacto esquivo, Idea que ansa La carne altiva y sus trazos, y el trance Del dedo al gesto, acariciar de Mara, Santa Magdalena de la Ambrosa, Riesgo de la Nada hacia el Todo o lance De ser barro, costillar o celosa. (indito)
Ms bendita la palma de esos llanos que de Israel la dispersada estirpe, pues echa aqu races y se queda, graciosa y solitaria: ya su suelo natal no deja nunca y no podr vivir en otras tierras. Mas nosotros vagamos, agostados, para morir muy lejos: donde estn las cenizas de los padres nunca descansarn nuestras cenizas; ya ni un solo sillar le queda a nuestro templo y en trono de Salem se ha sentado la Burla.
Versin de Mrie Montand
Los goces de la tierra y del aire son tuyos, pues con las alas y pies saltas y vuelas; y si tu adormidera da su efluvio, te apartas y yaces en tu lecho de labrada bellota. Despierto con el da, al sol das tu saludo; retozas en las trenzas doradas de sus rayos; y en los alegres das brindas jbilo al hombre, a ti mismo y a los arroyos melanclicos.
Traduccin: M. Manet
la turbulenta alegra de mi amor. Cmo cay el arco iris sobre mi corazn? Cmo se enred el mar entre mis dedos y cmo cubri mi cabeza con el cielo? Cmo viniste a habitar en m, asedindome con los cuatro crculos de tu mstica luz, hasta que, inclinndome ante ti, como si fueras un altar, grit: "Gloria! Gloria!"? Habr de torturarme pensando en el hoy y en el maana? He de creer que el aire es un favor, la tierra una cortesa y el cielo un regalo que hay que agradecer? T eres... aire... tierra... cielo... Pero no te lo agradezco. Te tomo, y vivo. Y las palabras que diga despus son como rubes engastados en una puerta de piedra.
un poco de paja mustia, y en la arboleda la angustia de un pjaro fiel que llama. Cielo arriba y senda abajo, no halla tregua a su dolor, y se para en cada gajo preguntando por su amor. Ya remonta con su queja, ya pa por el camino donde deja en el espino su blanda lana la oveja. Pobre pjaro afligido que slo sabe cantar, y cantando llora el nido que ya nunca ha de encontrar.
ardientes suspiros lanza y amargas lgrimas vierte. Admirado el espaol de ver cada vez que vuelve que tan tiernamente llore quien tan duramente hiere, con razones le pregunta comedidas y corteses de sus suspiros la causa, si la causa lo consiente. El cautivo, como tal sin excusarlo, obedece, y a su piadosa demanda satisface desta suerte: "Valiente eres, capitn, y corts como valiente, por tu espada y por tu trato me has cautivado dos veces. Preguntado me has la causa de mis suspiros ardientes, y dvote la respuesta por quien soy y por quien eres. Yo nac en Gelves el ao que os perdisteis en los Gelves, de una berberisca noble y de un turco matasiete. En Tremecn me cri con mi madre y mis parientes despus que muri mi padre, corsario de tres bajeles. Junto a mi casa viva, porque ms cerca muriese, una dama de linaje de los nobles Melioneses: Extremo de las hermosas, cuando no de las crueles, hija al fin destas arenas engendradoras de sierpes. Era tal su hermosura, que se hallaran claveles
ms ciertos en sus dos labios que en los floridos meses. Cada vez que la miraba sala el sol por su frente, de tantos rayos vestido cuantos cabellos contiene. Juntos as nos criamos, y Amor en nuestra nieces hiri nuestros corazones con arpones diferentes. Labr el oro en mis entraas dulces lazos, tiernas redes, mientras el plomo en las suyas libertades y desdenes. Mas, ya la razn sujeta, con palabras me requiere que su crueldad perdone y de su beldad me acuerde; y apenas vide trocada la dureza desta sierpe, cuando t me cautivaste: mira si es bien que lamente. Esta, espaol, es la causa que a llanto pudo moverme; mira si es razn que llore tantos males juntamente." Conmovido el capitn de las lgrimas que vierte, parando el veloz caballo, que paren sus males quiere. "Gallardo moro, le dice, si adoras como refieres, y si como dices amas, dichosamente padeces. Quin pudiera imaginar viendo tus golpes crueles, que cupiera alma tan tierna en pecho tan duro y fuerte? Si eres del Amor cautivo, desde aqu puedes volverte;
que me pedirn por robo lo que entend que era suerte. Y no quiero por rescate que tu dama me presente ni las alfombras ms finas ni las granas ms alegres. Anda con Dios, sufre y ama y vivirs si lo hicieres, con tal que cuando la veas pido que de m te acuerdes." Apese del caballo, y el moro tras l desciende, y por el suelo postrado, la boca a sus pies ofrece. "Vivas mil aos, le dice, noble capitn valiente, que ganas ms con librarme que ganaste con prenderme. Al se quede contigo y te d victoria siempre para que extiendas tu fama con hechos tan excelentes."
el nufrago en el fondo de ese sueo. Qu culto extrao ante el cristal, la luna, de extraterrestre, de astronauta muerto girando sin sentido en la rbita cerrada por el pecho. Qu culto extrao para sentirnos slo luminoso eco de nuestra propia realidad corprea, mitologa del agonizamiento liturgia de pantallas sucesivas, idolatrizacin de reverbero. Slo somos figuras proyectadas sobre un cristal, pero jams nos vemos.
III Mi persona siempre fue et ass ser toda ora, servidor de una senyora la cual yo nunca dir. Ya de Dios fue ordenado, cuando me hizo nacer, que fuesse luego ofreer mi serviio a vos de grado. Tomat, senyora, cuidado de m, que soy todo vuestro, pues que me fallaste presto al tiempo que no dir.
Ata a su cuerpo una guitarra, que chilla como una corneja y zumba como una chcharra y tiene arrumacos de vieja pelleja. Yo le he visto cantando, babeando de rabia y de vino bailando con saltos felinos, tocando, a zarpazos, los acordes de un viejo "tangazo": Y el endeble "Piyayo" jadea, y suda..., y renquea, y, a sus contorsiones de ardilla, hace son la sucia calderilla. A chufla lo toma la gente! A mi me da pena y me causa un respeto imponente. Es su extrao arte su cepo y su cruz, su vida y su luz, su tabaco y su aguardientillo..., y su pan y el de sus nietecillos; "churumbeles" con greas de lambre y panzas de sapo, que allan de hambre tiritando bajo los harapos; sin madre que lave su roa; sin padre que "afane", porque pena una muerte en Santoa; sin ms sombra que la del abuelo... Poca sombra, porque es tan chicuelo! En El Altozano tiene el cuchitril -a las vigas alcanza la mano! -, y por lumbre y por luz un candil. Vaca sus alforjas - que son sus bolsillos -. Bostezando, los siete chiquillos
se agrupan riendo. Y, entre carantoas, les va repartietdo pan y pescao frito con la parsimonia de un antiguo rito: -Chavales! Pan de flor de harina!... Mascarlo despasio. Mej pan no se come en palasio. Y este pescaito, no es n? Sacao uno a uno del fondo der m! Gloria pura ! Las espinas se comen tami', que to es alimento... As..., despasito. Muy remascato. No yores, Manuela! T no pus, porque no tienes muelas Es tan chiquitita mi nia bonita!... As despasito. Muy remascaito, migaja a migaja - que dure -, le van dando fin a los cinco reales que cost el festn. Luego, entre guiapos, durmiendo, por matar el fro, muy apiaditos, la Virgen Mara contempla al "Piyayo" riendo. Y hay un ngel rubio que besa la frente de cada gitano chiquito. A chufla lo toma la - gente!... A m me da pena y me causa un respeto imponente!
El suelo se quiebra bajo el pie y el pie se hunde en la galera de los hormigueros y es inmediatamente atacado. Las hormigas ahuecan las paredes y las casas se desploman. Llenan las bombillas hasta apagar la luz. Se introducen por los orificios de cuerpo humano y lo devastan todo como fuego negro. Aparecen en las devoradas pupilas del retrato. Se dejan caer desde las ramas de los rboles hasta los orificios del pecho de manera que los caballos se desbocan. Por las maanas las vemos aposentadas en los zapatos y solamente se las puede expulsar con fuertes chorros de agua. Se introducen en las cajas de caudales y devoran los papeles de valor Atacan las imprentas y all sustituyen los tipos por hormigas Inundan los rales y hacen descarrilar los trenes. Invaden las ciudades y los refugios no sirven para nada. No hay proteccin alguna contra los ejrcitos de miriadas de hormigas. Mueren por miles de millones pero jams se sienten derrotadas. Son ms eficaces que los sopletes de soldadura. Su trabajo va hacindolas ms fuertes, cada da son ms grandes y ms irresistibles, con cuerpos y ojos blindados. Siguen atacando aunque tengan aplastado medio cuerpo. Comen goma como si fuese pan, beben leche y wisky indistintamente. Son implacables como el hielo y el fuego juntos. Triunfan sobre todas las cosas. tal vez sin sentir siquiera el placer del poder.
Traduccin: Francisco Uriz
Desherdame, lengua. no te sirvo. No acudo a las palabras limpiamente. Slo acaricio aquellas que me queman y que saben a labios o a odisea. Slo quiero adular a la familia de las palabras muertas del amor. Ser intil seguir. Queda slo un pronombre.
quien habla solo espera hablar a Dios un da; mi soliloquio es pltica con ese buen amigo que me ense el secreto de la filantropa. Y al cabo, nada os debo; debisme cuanto he escrito. A mi trabajo acudo, con mi dinero pago el traje que me cubre y la mansin que habito, el pan que me alimenta y el lecho en donde yago. Y cuando llegue el da del ltimo vaje, y est al partir la nave que nunca ha de tornar, me encontraris a bordo ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar.
So que yo era el fondo del mar y t el peso del ocano gravitando en mi, tus palabras de amor silenciosas en mis odos ahora y siempre, doradas, elegantes y extraas, como los hipocampos, notas suaves, pequeos saxofones flotantes.
Traducciones desde el ingls por Ral Jaime
He perdido mi tesoro en lo espeso de la selva: la oveja que ms quera, la he perdido en la floresta. Vamos juntas a buscarla A los pocos pasos vimos la tan deseada oveja, que rendda de cansancio, dorma sobre la hierba. Tanta alegra me dio ver la pastora contenta que di un salto de placer y al punto dej de verla: del salto me haba plantado aqu entre mis compaeras . Una verde dijo: Pues no te creo embustera Y la Luna replic: pues s que debes creerla, porque huele a mejorana y a romero y a verbena; y esos aromas los da slo mi madre la Tierra .
Mahabarata (El)
Los Vimanas eran mquinas volantes que tenan la forma de una esfera y navegaban por los aires por el efecto del mercurio que provocaba un gran viento propulsor. Los hombres alojados en los Vimanas pueden recorrer grandes distancias en un tiempo maravillosamente corto. Danava era el disco destructor que posea armas terribles lanzando relmpagos de fuego espantosos y capaces de destruir las ciudades. Cukra, a bordo de su Vimana de gran potencia lanz sobre la ciudad un nico proyectil cargado con la potencia de todo el Universo. Una humareda incandescente, semejante a diez mil soles se elev en todo su esplendor. Se levant un viento terrible, la naturaleza enloqueci y el sol gir sobre s mismo. Los enemigos caan como briznas de hierba destruidas por las llamas, hervan las aguas de los ros y los que se lanzaron en busca de salvacin murieron sin remedio. Ardan los bosques. Caballos y elefantes corran desesperados entre el fuego.
Cuando el viento disip la humareda de los grandes incendios, se vieron millares de cuerpos calcinados por el rayo terrible
Traducido del snscrito por scar Pujol Versos en castellano de Menchu Gutirrez
antes que la lectura de los libros. Es nuestra casa una choza de maderas y caas te disgusta mi hogar? soy un mero nombre sin apellido! Anota... soy rabe Color del pelo: negro. Ojos color castao. Para ms seas: pauelo a cuadros sobre mi cabeza dura como la piedra la palma de la mano, rugosa a quien la estrecha. Mi domicilio: unas ruinas inermes... olvidadas, sin nombres en las calles y todos sus hombres en el campo o en la cantera y an te enfadas? Anota... soy rabe Robaste las vias de mis abuelos la tierra que con mis hijos labraba. No nos dejaste ni a m ni a mis nietos sino estas piedras, las va a tomar tambin tu gobierno como dicen? Pues si es as...anota arriba de la pgina primera, no odio a nadie ni ataco a nadie mas si tengo hambre de quien me oprime devoro la carne. Gurdate de mi ira. Gurdate de mi hambre.
Traduccin: Manuel Jimnez Lucena
Abr sus ojos Para asegurarme de mi insomnio Como el eco en el desierto, como el punto en el mar, como el camino sin final, acaso soy yo? * Soy el eco en tu desierto. Soy la sombra en tu espejo. Soy la maana en tu noche. Por qu no das el primer paso? * Dnde ests? Bajo mi camisa, bajo mi prpado, bajo mi piel? Dnde ests? En mi sangre, en mi saliva, en mis entraas? No te veo. Eres yo?
Traducidos por la poetisa
Quizs un sueo amaba? Mi duda, en oprimida noche remota, acaba en ms de una sutil rama que bien sera los bosques mismos, al probar que me ofreca como triunfo la falta ideal de las rosas. Reflexionemos... Si las mujeres que glosas un deseo figuran de tus locos sentidos! Se escapa la ilusin de los ojos dormidos y azules, cual llorosa fuente, de la ms casta; mas, la otra, en suspiros, dices t que contrasta como brisa del da clido en tu toisn! Que no! que por la inmvil y lasa desazn -el sol con la frescura matinal en reyertano murmura agua que mi flauta no revierta al otero de acordes rociado; slo el viento fuera de los dos tubos pronto a exhalar su aliento en rida llovizna derrame su conjuro; es, en la lnea tersa del horizonte puro, el hlito visible y artificial, el vuelo con que la inspiracin ha conquistado el cielo. Sicilianas orillas de charca soporosa que al rencor de los soles mi vanidad acosa, tcita bajo flores de centellas, DECID: "Que yo cortaba juncos vencidos en la lid "por el Talento; al oro glauco de las lejanas "verduras consagrando su via a las fontanas, "ondea una blancura animal en la siesta; "y que al preludio lento de que nace la fiesta, "vuelo de cisnes, No! de nyades, se esquive " "o se Sumerja... Fosca, la hora inerte avive sin decir de qu modo sutil recoger hmenes anhelados por el que busca el LA: me erguir firme entonces al inicial fervor, recto, bajo oleadas antiguas de fulgor, Lis! uno de vosotros para la ingenuidad. Slo esta nada dcil, oh labios, propalad,
beso que suavemente perfidias asegura. Mi pecho, virgen antes, muestra una mordedura misteriosa, legado de algn augusto diente; Y basta! arcano tal busc por confidente junco gemelo y vasto que al sol da su tonada que, desviando de s mejilla conturbada, suea, en un solo lento, tramar en ocasiones la belleza alrededor, quiz por confusiones falsas entre ella misma y nuestra nota pura; y de lograr, tan alto como el amor fulgura, desvanecer del sueo slito de costado o dorso puro, por mi vista ciega espiado, una lnea vana, montona y sonora. Quiere, pues, instrumento de fugas, turbadora siringa, florecer en el lago en que aguardas! Yo, en mi canto engredo, dir fbulas tardas de las diosas; y por idlatras pinturas, a su sombra hurtar todava cinturas: as cuando a las vides la claridad exprimo, por desechar la pena que me conturba, mimo risas, alzo el racimo ya exhausto, al sol, y siento cuando a las luminosas pieles filtro mi aliento, mirando a su trasluz un vida embriaguez. OH ninfas, los RECUERDOS unamos otra vez. "Mis ojos, tras los juncos, hendan cada cuello "inmortal, que en las ondas hunda su destello "y un airado clamor al cielo desataba; "y el esplndido bao de cabellos volaba "entre temblor y claridad, OH pedrera! "corro; cuando a mis pies alternan (se dira "por ser dos, degustando, langorosas, el mal) "dormidas slo en medio de un abrazo fatal: "las sorprendo, sin desenlazarlas, y listo "vuelo al macizo, de ftil sombra malquisto, "de rosas que desecan al sol todo perfume, "en que, como la tarde, nuestra lid se resume". Yo te adoro, coraje de vrgenes, oh gala feroz del sacro fardo desnudo que resbala por hur de mi labio fogoso, y como un rayo
zozobra! De la carne misterioso desmayo; de los pies de la cruel al alma de la buena que abandona a la vez una inocencia, llena de loco llanto y menos atristados vapores. "Mi crimen es haber, tras de humillar temores "traidores, desatado el intrincado nido "de besos que los dioses guardaban escondido; "pues, yendo apenas a ocultar ardiente risa "tras los pliegues felices de una sola (sumisa "guardando para que su candidez liviana "se tiera a la fiel emocin de su hermana "la pequeuela, ingenua, sin saber de rubor); "ya de mis brazos muertos por incierto temblor, "esta presa, por siempre ingrata, se redime "sin piedad del sollozo de que embriagado vime". Peor! me arrastrarn otras hacia la vida por la trenza a los cuernos de mi frente ceida; t sabes, mi pasin, que, prpura y madura, toda granada brota y de abejas murmura; y nuestra sangre loca por quien asirla quiere, fluye por el enjambre del amor que no muere. Cuando el bosque de oro y cenizas se tia, una fiesta se exalta en la moribunda via: Tena! En medio de ti, de Venus alegrado, en tu lava imprimiendo su coturno sagrado, si un sueo triste se oye, si su fulgor se calma, tengo la reina! OH cierto castigo... Pero el alma de palabras vacante, y este cuerpo sombro tarde sucumben al silencio del esto: sin ms, fuerza es dormir, lejano del rencor, sobre la arena sitibunda, a mi sabor, la boca abierta al astro de vinos eficaces! OH par, abur! La sombra miro en que te deshaces.
Versin de Otto de Greiff
mis proyectos, mis esperanzas. Todos los hombres perecen en el tiempo y en el espacio pero deben seguir los pasos de los grandes abuelos, para seguir defendiendo las formas de resistencia del pueblo, de nuestro pueblo tule.
antes l hizo la guerra, perdi la guerra, huy por las montaas despus la crcel volvi al Valls y se hizo amigo de un tesofo libertario y de un abogado retirado y viejo que le escribe con frecuencia muchos, muchsimos nimos. De vez en cuando hace gimnasia en el patio, resuelve complicados problemas de aritmtica, nos habla de violentos safaris de tomillo y romero, del agua clara junto al camino o nos increpa por el turbio asunto nada claro del boicot a las comunidades del Bajo Aragn hoy se lo han dicho le han condenado a cinco aos y ya no caben ms canas en sus cabellos blancos. Despus ha hecho gimnasia ha resuelto algn problema de aritmtica ha contemplado el vuelo de unos pjaros hacia el oeste ha sido entonces ha sonado la trompeta y se ha echado a llorar.
se le ha puesto una tela. La vaca es ciega. Va a abrevarse a la fuente que sola, mas no cual otras veces con firmeza, ni con sus compaeras, sino sola. Sus hermanas por lomas y caadas, por silencio de prados y riberas, hacen sonar la esquila mientras pastan hierba fresca al azar. Ella caera. Topa de morro en la gastada pila, afrentada se arredra, pero torna, dobla la frente al agua y bebe en calma. Poco y casi sin sed; despus levanta al cielo enorme la testuz cornuda con gesto de tragedia; parpadea sobre las muertas nias, y se vuelve, bajo el ardiente sol, de lumbre hurfana, por sendas que no olvida, vacilando, blandiendo en languidez la larga cola.
Versin de Miguel de Unamuno
por ti conseguir tristeza o gozo: cuanto quiera Dios darme, en ti se encuentra. Para rezar no he de juntar las manos, pues ya est consumado su destino: indecible es su bien, si est en el Cielo; si en el Infierno, en vano es mi rogar. Si fuera as, mi espritu aniquila, y devuelve mi ser, Dios, a la nada, sobre todo si est all por mi causa. No sea yo, sufriendo tan gran dao. Nada que no haya dicho s decir; si grito o callo no me satisface; si vago o pienso el tiempo se consume, y antes de hacer las cosas me arrepiento. No lamento el dolor del placer ido, tanto miedo me causa su gran mal! El mal que no es perpetuo es un mal leve, mas temo que ste no lo haya ganado. Aterra mucho el dao de la muerte, y que nos trate por igual lo mengua. Oh, t, dolor, s para m imparcial, y s, contra el olvido, proteccin! Hireme el corazn y los sentidos, hrtate en m, que yo no me defiendo, cusame tanto dao que d lstima. Que tu poder me abarque cuanto puedas. Espritu, si nada te lo impide, rompe la comn prctica en los muertos; regresa al mundo y dime qu es de ti: no ha de causarme espanto tu mirada.
Traduccin: Juan Antonio Icardo
de modo que parece encerrada en su propio nctar. Hall aquella recompensa digna de tantos esfuerzos: creble es que ella misma haya querido morir as. Por donde gotea una puerta vecina a las columnas de Vipsania y est hmedo el mosaico resbaladizo por la continua lluvia, cay un pesado carmbano de hielo invernal sobre el cuello de un nio que pasaba bajos los techos mojados. Tras cumplir el fatal destino del infeliz, la frgil punta se derriti en la clida herida. Qu no ha querido permitirse la cruel fortuna, o dnde no est la muerte, si hasta las aguas degollis? lcimo, arrebatado a tu seor en los aos juveniles, a quien con csped ligero cubre la tierra labicana, recibe, no el peso vacilante del mrmol de Paros, que, destinado a perecer, un trabajo vano ofrece a la ceniza, sino sencillos bojes, opacas sombras de pmpanos y las hierbas que verdean rociadas por mis lgrimas, recibe querido nio, el testimonio de mi pesar: este honor vivir eternamente para ti. Cuando Lquesis haya hilado mis ltimos aos no de otro modo ordeno que descansen mis cenizas.
Traduccin: Jaime Uy Morera.
Entonces se hace, Schidoni, la verdad y no la mentira est mi retrato. Pero esto debera vivir, entonces usted no puede darle la vivacidad.
Abra los ojos para bendecirte, antes de sucumbir, el que agoniza! Si al herir te bendice el asesino, que por su bendicin Dios le bendiga! Bendgate el humilde a quien socorras! Bendgante, al nombrarte, tus amigas! Bendgante los siervos de tu casa! Los complacidos deudos te bendigan! Te d la tierra bendicin en flores, y el tiempo en copia de apacibles das, y el mar se aquiete para bendecirte, y el dolor se eche atrs y te bendiga! Vuelva a tocar con el nevado lirio Gabriel tu frente, y la declare ungida! D el cielo a tu piedad don de milagro y sanen los enfermos a tu vista! Oh querida mujer!... Hoy que me adoras, todo de bendiciones es el da! Yo te bendigo, y quiero que conmigo Dios y el cielo y la tierra te bendigan!
Mi cuerpo, una red mineral tejida con antiguos rboles quemados en un fuego que anunciaba el infierno. Mi cuerpo, un sumario de la historia del planeta y todo me deja pensar que algunos recnditos, algunos mecanismos arcaicos y sorprendentes vienen de otra parte. Mi cuerpo, el acogedor continente de mortales asperezas y de venenos apenas adormecidos. Mi cuerpo, un arma y mi cuerpo, un escudo; yo soy una paz y todas las guerras y tengo que escoger. Mi cuerpo, una suite musical y los temas que se repiten son jalones llenos de perfumes pero las cuerdas y los cobres se irn algn da cada uno por su lado y mi cuerpo ser todo percusin. Mi cuerpo, es regresar y es volver, nunca estar de verdad y siempre irse. Mi cuerpo, un itinerario, una posada y un coto; mi cuerpo, una geografa conocida de memoria donde se pierden el poeta y su sombra, el maestro y su gua, el padre y su hijo hurfano. Mi cuerpo ante ti y mi cuerpo se ausenta y tiene la opacidad del medio da y le haces alba y reinventas las horas y mi cuerpo es el reloj de tus tiempos. Mi cuerpo a tus pies y no caminas; mi cuerpo alrededor de los desiertos como una isla y las mareas nos mecen y las arenas nos acarician; mi cuerpo se vaca de todas las distancias. Mi cuerpo, un trapo y una raz, una limosna y un oscurecimiento en pleno da de las tenues huellas impresas en tierras movedizas con surcos vacos. Mi cuerpo, eco y reflejo; nada franco, nada verdadero, nada ms que piezas quebradizas que crujen en la grava o que marchitan la hierba. Mi cuerpo es ayer; mi cuerpo es por qu; mi cuerpo es sin embargo; y gritar sin encontrar las palabras. Mi cuerpo, el vaho y la escarcha, la niebla y la llovizna, la brisa y el viento; nada que hiere pero sin sol, sin calor, sin color, sin olor, sin ruido, sin gusto.
Traduccin: autor
en la sangre para siempre. An llevaba trenzas y saludaba: Si, Seor y buenas tardes La gente de la fbrica la quera, Leonor, tan tierna Y ella cantaba mientras barra y barra Los aos, sin embargo, dentro de la fbrica se diluan en el opaco grosor de las ventanas... Al cabo de poco a Leonor no saba de donde le venan las ganas de llorar ni aquella irreprimible sensacin de soledad. Las mujeres lo que le decan era que se hacia mayor y que aquellos males se le curaran en cuanto se casase y tuviese criaturas. Y Leonor, de acuerdo, con la muy sabia prediccin de aquellas mujeres: Creci, se cas y tuvo hijos. La mayor, una chica, justo Cuando hacia tres horas que haba cumplido los 14 aos, la pusieron a trabajar. an llevaba trenzas Y saludaba: Si Seor y buenas tardes
Traduccin de Mara Teresa Bravo.
Y antes de morirme quiero Echar mis versos del alma. Yo vengo de todas partes, Y hacia todas partes voy: Arte soy entre las artes, En los montes, monte soy. Oigo un suspiro, a travs De las tierras y la mar, Y no es un suspiro, -es Que mi hijo va a despertar. Si dicen que del joyero Tome la joya mejor, Tomo a un amigo sincero Y pongo a un lado el amor. Yo he visto al guila herida Volar al azul sereno, Y morir en su guarida La vbora del veneno. Todo es hermoso y constante, Todo es msica y razn, Y todo, como el diamante, Antes que luz es carbn. Yo s que el necio se entierra Con gran lujo y con gran llanto. Y que no hay fruta en la tierra Como la del camposanto. Callo, y entiendo, y me quito La pompa del rimador: Cuelgo de un rbol marchito Mi muceta de doctor.
Voy por los corredores de tu espejo, preguntando a las sombras por tu nombre. Quiero saber la causa de tu asombro, tu emocin derramada hacia las cosas, la verdad de tu enigma, desentraando ramas de tu bosque encendido. Quiero llegar al fondo de tu silencio oscuro, sorprender el misterio doble de tu palabra, perdida, desvelada en soledades pobladas de ausencia. Quiero romper azogues, verdes cauces, ros de tu dolor, de tu mitrada antigua, de tus tristes presagios en lidia con la muerte. Llegar, llegar all donde navega clida tu creciente esperanza, al viento la presencia y la aventura de tu perfil en gracia dibujado. Qu profundo el espejo donde habitas! Qu largo, qu difcil el camino! Un mar frtil de noches te rodea, lunas multiplicadas te defienden, tu figura elevndose tras el cristal del tiempo. Y ests all, lo entiendo, mi corazn lo grita, la sangre te presiente alucinada y te espera en la dicha, puerta abierta al lejano lugar de tu secreto.
Quiero alcanzar tu brazo, que tu dedo me infunda vida y norte, que me deje en las manos aquel ntimo polvo, la mariposa azul de tu poesa.
Iban siempre de esta suerte. Al pie del sepulcro un cuerno! ... No admite dos el infierno? Aqu un hablador se halla ... Y por vez primera calla. Aqu yace una vida Que muri de pena aguda, Apenas hubo perdido A su sptimo marido. Aqu se enterr un suizo ... Por el dinero lo hizo. Un borrego han esculpido En esta tumba modesta ... Tuvo el difunto el toison?... Fue escribano de la Mesta. Aqu a una bruja enterraron, Chamuscada a fuego lento ... Nunca es malo un escarmiento. Aqu yace un cobrador Del voto del Rey Ramiro ... No era mejor dar mujeres; Y quedarnos con el trigo? Aqu yace un mayorazgo Junto a su hermano mellizo: ste se muri de hambre; Y aqul se muri de ahto. Aqu yace un proyectista, Que quiso dar por asiento Agua, tierra, fuego y viento. Aqu yace un egosta Que no hizo mal ni hizo bien ... Requiescat in pace, Amn. Aqu yace Don Matas, Acusado de tacao; Y daba gratis al ao... Psames, pascuas y das. El general que aqu yace, Hizo lo mismo que el Cd ... Entraba muerto en la lid. Aqu yace un alquimista, Que en oro trocaba el cobre ... Y muri de puro pobre. Aqu yacen dos maestrantes ... Ocupados como antes.
de ateridas esperas mientras la madrugada difuminaba taxis en una sucia niebla. Qu lstima de tiempo barajando naipes ya de textura ala de mosca cuando el sol meridiano, ms de un punto granado, no sabe de demoras, admite alistamientos sin requisito alguno, por ahogado de sombra que llegue el aspirante, para entregar a cambio manos como paneles, ros de campanillas, zureos de palomas, terco mundo presente, que fulgura y se esfuma tan tranquilo, negndose de plano -y con cunto derechoal deshonesto oficio de pauelo de lgrimas.
calzones blancos. Porque es un genio tan condenado, que le enamora todo lo extrao Busca Don Rufo tres pies al gato, tres pies le busca y l tiene cuatro. Compra en la tienda lo malo y caro; pues nada quiere bueno y barato. Si le saludan le lleva el diablo, y da las gracias por un sopapo. Piensa con hielos tomar los baos, aunque reviente de un constipado. Busca Don Rufo tres pies al gato,
tres pies le busca y l tiene cuatro. Ve una tragedia?, re el zanguango. Viene el sainete?, ya est llorando. Cuando hay un baile va cabizbajo y est en la muerte slo pensando. Pero le llevan al campo santo y all deshecho baila el fandango. Busca Don Rufo tres pies al gato, tres pies le busca y l tiene cuatro. Ya de opiniones con l no trato, porque de fijo somos contrarios. Del despotismo
murmuro y charlo? Pues l le llama gobierno santo; mas si a sus filas luego me paso; se hace un furioso republicano. Busca Don Rufo tres pies al gato, tres pies le busca y l tiene cuatro. Hasta en su casa, qu estrafalario! Todos los chismes tiene trocados. Bebe en cazuela, come en un vaso, en una alcuza sorbe el tabaco; en la cocina tiene el piano, y en una alcoba cuece el guisado.
Busca Don Rufo tres pies al gato, tres pies le busca y l tiene cuatro. Sabe que chicas guapas buscamos; que a un tiempo tengan belleza y garbo. Qu hace el maldito? Se ha enamorado de una chubasca de tres al cuarto. Ancha de arriba como de abajo; tuerta de un ojo, belfa de un labio. Busca Don Rufo tres pies al gato, tres pies le busca y l tiene cuatro. Ya no le sufro, ya no le aguanto, que con su genio
me va cargando. Me da dos coces cuando le halago; calla si chillo, chilla si callo. Si digo bueno dice que malo; si digo berzas dice que nabos. Busca Don Rufo tres pies al gato, tres pies le busca y l tiene cuatro.
Gigante desterrado entre las gentes. Gigante con millones de videntes, de sordos y de oyentes, de ciegos con virtudes musicales. (Gigante oscuro, mustio o desterrado?). El pueblo es un gigante. Gigante con la llama de una estrella. Gigante que al moverse es una fragua. Es yunque que soporta fieros golpes. Es golpe que se inserta en los martillos. El pueblo ha sido siempre un buen gigante. Gigante que a la historia ha dado fuego. Y ha dado mar y chispas y maderas. Valor de un Goliat con piedras sueltas. El pueblo es un milln, varios millones, que al clamar con valor en toda historia lo impulsa a que ejercite: un salto hacia adelante! El pueblo es un gigante inusitado!
clandestino de m, pobre de qu. seor de dnde, en un inacabable deambular, al arte por el arte de estar vivo. Un vaso de agua fresca al transente, un pedazo de pan al vagabundo, un puado de sal al peregrino, que voy en trashumancia, que voy de merodeo, voy de paso.
Traduccin del macedonio al ingls: Edwald Osers Version inditas al espaol: Jimena Londoo
a todo el mundo de una; el equipo me eligi capitn de sangrado de nariz universitario En el baile de graduacin, estacionamos nuestra limousina Antes de hacer las obligatorias carreras de vientos Los ojos de mi pareja eran grandes, diccionarios avellanos A nuestra vuelta a casa, Jake inyect las nubes Con el ltimo aliento de un hroe; la lluvia en el desfile de la victoria Fue recibida con vivas. Los aos se aceleraron Con sus lenguas colgando. Empaquetamos Nuestras jaulas e inventamos cursos trabajos en el extranjero En Guatemala, copiamos de nuevo el dolor Por cien miligramos de crdito extra Y orgullosamente paracamos al sueo. En Praga Vaciamos nuestros libros de texto y tragamos Captulos de historia Bohemia. La clase Iba reducindose hasta que era yo solo, pasando Todos los tests sociales. Regres a Amrica Fluido en desastre; Toda la sonrisa que miraba Colapsaba. Camin mi neumona Por la Avenida A, donde maestros desapercibidos Asignaban ecuaciones telepticas. Mis alumnos Saltaban desde pizarrones dilatados; cien Noches consecutivas de lenta, sucia aritmtica Coagulan dentro de mi. La graduacin Es una imposibilidad. Idem la expulsin. Estoy permanentemente enrolado en las intrincadas Conferencias de insomnio. Despierto en el laboratorio Con mi espalda contra la pared. Me doy vuelta: la pared Da la vuelta conmigo. Soy el amigo mutuo De trincheras enemigas. Es como el bowling Para rehnes: exactamente ms all de mi periferia.
Tambin me plaze veerle quando moja la orilla malavs, y en leche adula a quien sus culpas llevan, o su gula, a cortejar qualque birreta roja. Turbio me plae, y pleme sereno; veerle seguro, digo, desde afuera, y ste medroso veer, y ste engaado: no porque me d gusto el mal ageno, ms por 'allarme libre en la ribera, y deel mar falso asaz desengaado.
A los correligionarios se les escriben opiniones. A los amigos se les escriben confidencias. A los conocidos se les escribe lo ya conocido. Yo escribo a Uno! Direccin desconocida! Escribo para aqul que s he de alcanzar. Mi lector desconocido. Aqul que encuentra el poema casualmente como una botella con mensaje en el mar del tiempo y sabe Esto se ha escrito expresamente para m! No como una respuesta a una pregunta desconocida sino como palabras nuevas a una pregunta desconocida que busca y rebusca dentro de mPorque as es Yo escribo un poema para el ms prximo de los lectores. El que abre el poema, ahora, maana o dentro de cien aos . l es el desconocido que dentro puede reconocerme El que sabe que ste precisamente este poema lo ha buscado a l.
Traduccin: Francisco J. Uriz
y cierran las azules el estado. Bien hayas oh blancura! anidadora de la esencia pura; no era precisa, no, la voz del sabio para mover en tu loor el labio: que nada afirma la preclara ciencia que no est ya grabado en la conciencia; de blanco la natura soberana sus hijos predilectos engalana, y hasta la fantasa, cuando crea, de blanco viste la naciente idea. Blanca es la virgen nieve que, en los comienzos, el arroyo bebe; blancas las perlas que la fresca aurora al despertar, sobre los campos, llora; blanca del agua la rizosa espuma; blanca del cisne la luciente pluma; blanca la leche que alimenta al nio, y son blancas las pieles del armio. Blanco el velln que la paciente oveja entre las zarzas del camino deja; blanca la lctea va; blanco el man que sobre Israel llova; candoroso el ensueo de la cuna; blanco es el rayo de la tibia luna; blanco el mrmol de helnica belleza, y blanca del anciano la cabaza. Blanco el incienso que a los aires sube; blancas pintas las alas del querube; blancas son la inocencia y la alegria; blanca la fe que entre las sombras gua; blanco es el lirio, de pureza emblema; es blanca de la Virgen la diadema; y, segn dicen, es el blanco velo traje de recepcin all en el cielo. El rosa y el azul, pese al poeta, son blancura incompleta; que es el blanco la suma de colores que miramos dispersos en las flores, o se ofrecen hermosos
del iris en los rayos luminosos, cuando la lluvia misma hace las veces de gigante prisma. Bien hayas oh blancura! T asumes colores y perfumes; armonioso conjunto, de la eterna Unidad dbil trasunto; recreo del sentido que en ti encuentra placer no dividido; antes que el fallo pronunciara el sabio, ya el corazn lo transmita al labio, que nada afirma la preclara ciencia que no haya anticipado la conciencia.
Queda decretado que el hombre no precisar nunca ms dudar del hombre. Que el hombre confiar en el hombre como la palmera confa en el viento, como el viento confa en el aire, como el aire confa en el campo azul del cielo. Pargrafo nico: El hombre confiar en el hombre como un nio confa en otro nio. Artculo V Queda decretado que los hombres estn libres del yugo de la mentira. Nunca ms ser preciso usar la coraza del silencio ni la armadura de las palabras. El hombre se sentar a la mesa con la mirada limpia, porque la verdad pasar a ser servida antes del postre. Artculo VI Queda establecida, durante diez siglos, la prctica soada por el profeta Isaas, y el lobo y el cordero pastarn juntos y la comida de ambos tendr el mismo gusto a aurora. Artculo VII Por decreto irrevocable queda establecido el reinado permanente de la justicia y de la claridad. Y la alegra ser una bandera generosa para siempre enarbolada en el alma del pueblo. Artculo VIII Queda decretado que el mayor dolor siempre fue y ser siempre no poder dar amor a quien se ama, sabiendo que es el agua quien da a la planta el milagro de la flor. Artculo IX Queda permitido que el pan de cada da tenga en el hombre la seal de su sudor. Pero que sobre todo tenga siempre el caliente sabor de la ternura.
Artculo X Queda permitido a cualquier persona, a cualquier hora de la vida, el uso del traje blanco. Artculo XI Queda decretado, por definicin, que el hombre es un animal que ama, y que por eso es bello, mucho ms bello que la estrella de la maana. Artculo XII Decrtese que nada estar obligado ni prohibido, todo ser permitido, incluso brincar con los rinocerontes y caminar por las tardes con una inmensa begonia en la solapa. Pargrafo nico: Slo una cosa queda prohibida: amar sin amor. Artculo XIII Queda decretado que el dinero no podr nunca ms comprar el sol de las maanas venideras. Expulsado del gran bal del miedo, el dinero se transformar en una espada fraternal para defender el derecho de cantar y la fiesta del da que lleg. Artculo final Queda prohibido el uso de la palabra libertad, la cual ser suprimida de los diccionarios y del engaoso pantano de las bocas. A partir de este instante la libertad ser algo vivo y transparente como un fuego o un ro, y su morada ser siempre el corazn del hombre.
mas siempre las vas mejores acata; destroa los viios, el mal desbarata, a los que la quieren ella se combida; da buenos fines, seyendo infinida, e para el ingenio ms neto que plata.
fasta que dentro en la mar fue sumido por miraglo: fue dexado porfiar porque se fuese a penar muy presto con el diablo. Por esta cabsa consiente el justo juez soberano que contra el pueblo inoente de temor se desatiente el mal Herodes tirano, hasta ser tan inportuno en sus sentencias y modos que por recelo de uno degollar de consuno en Bethleem los nios todos. Esta fiera execucin porque Dios quiere que aya un ao de dilacin; vuestra sabia discrecin por otra parte se vaya, quel no ser certificado enfrenar su rigor entretanto que es citado para que parta forado delante el emperador."
Como nubes, cual sombras, como naves Pasaron ley, ejrcitos, grandeza... Slo una cruz se alz sobre tal ruina. Dime t, oh Cruz que sus destinos sabes: Ser de Roma la futura alteza Humana gloria o majestad divina?
con esas simples voces salidas de mis labios, la estatua de mi mismo sobre el tiempo. Teora de la visin profunda Las palabras son anclas clavadas en el suelo, pjaros mutilados que tienen un viajero corazn de nube; pero as como el nardo tiene llena por dentro su vida de una oculta claridad madrugada, as las dems cosas tambin puede que tengan sus vidas de una misma manera amanecidas. No es posible una carne sin sueos ni palabras, sin angustia de voces, sin corazn de lumbre ni prpados de llanto. Todo tiene, sin dudas, que tener otra vida por dentro de la cual -y estremecida todadebe haber algn cielo herido de canciones. Es lgico pensar que a espaldas de la luz clara de las estrellas ningn hombre ha podido vislumbrar su camino en la noche profunda, y es que olvidamos siempre -inexplicablementeque la piedra es la infancia remota del silencio, y que el agua no es ms que el discurrir del tiempo. nicamente vemos lo externo de las cosas; jams nos incluimos para escuchar la simple verdad que se nos muestra desnuda desde el suelo.
Si la rosa miramos, no vemos que la rosa es solamente un trino de ptalos clavados sobre la vertical resignacin de un tallo. Nuestra visin se queda tan slo en los colores, sin ver jams el verde color de las pisadas del viento que retoza desnudo entre las hojas
pues que siendo un verano me tienen por un invierno. Buscando por estas damas dezilde, si ay Francisca: quien os ama bien sarrisca.
Francisca quien os ama bien sarrisca, que si muere por tal dama siempre bivir su fama. Yo os mando que digys de quntas soys servidor para daros por traydor. A traydoras, ser traydor, pues no hay otro remedio que a traydor, traydor y medio. Por mostrar qu gesto hazys, reos sin alegra con una risada fra. Vuestro amor anda tan fro que, helando mi plazer, el rer fro ha de ser. Yo os mando que digys de las gracias que solys y que vos os las riys, que solo las reyrys. Yo har lo acostumbrado, vuestras gracias diziendo, y ellas me han tan maltratado que no quedar riendo. Buscarys por estas damas y dirys a Margarita: vuestra gracia es infinita.
Esta enseanza te doy por ltima, por mi testamento deberas tomarla; esta es, Rechungpa, la sola verdad, a cuya prctica, hijo, consagrar te debes.
Versin de Iaki Preciado Ydoeta
el corazn de los hombres. VII. Dars tu obra como se da un hijo: restando sangre de tu corazn. IX. No te ser la belleza opio adormecedor, sino vino generoso que te encienda para la accin, pues si dejas de ser hombre o mujer, dejars de ser artista. X. De toda creacin saldrs con vergenza, porque fue inferior a tu sueo, e inferior a ese sueno maravilloso de Dios, que es la Naturaleza.
un prncipe ilustre, lo abandon y marchse navegando hacia Troya, sin acordarse ni de sus hijas ni de sus padres en absoluto, sino que la sedujo Cipris. Ya se ocult la luna y las Plyades. Promedia la noche. Pasa la hora. Y yo duermo sola.
Traduccin: Carlos Garca Gual
No duermas ms, criatura seductora, Pues es dormir la vida sin amar. No temas. En la fbula amorosa se hace ms mal del mal que se padece. Cuando hay amor y el coraz6n solloza, el propio mal sus penas embellece. El mal de amor consiste en esconderlo; para evitarlo, habla en mi favor. Te da miedo este dios, tiemblas al verlo... Mas no hagas un misterio del amor. Hay ms dulce penar que estar amando? Puede sufrirse una ms tierna ley? Que en todo coraz6n siempre reinando, reine amor en el tuyo como rey. Rndete, pues, oh, celestial criatura; cede mandato del Amor fugaz. Ama mientras perdure tu hermosura, que el tiempo Pasa y no regresa ms!
Adis pjaro definitivo! Continuars tu vuelo en mi alma sin entenderme, pero conmigo. Es tan bello este da invernal, hay tanta distancia en tus alas: lo que vuela contigo es el cielo. Qu podra decir de m? Qu podra decir en sueos? Casa pintada de rojo, con un gato, la ropa tendida en la azotea: quin abrir la puerta si desapareci con sus flores, lmparas y muebles, los amigos que la frecuentaban, conversaciones, una historia melanclica y un poco imprecisa. Cundo termin? Quin sabe nunca lo que ha amado? Hay como un resplandor en torno. Adis pjaro ms profundo que el cielo!
ajeno a la terrestre fidelidad de las cosas inmviles, como al viento cuya esencia es, ir sin rumbo, como al viento en quien pena y goce se confunden, mame como al viento tembloroso y errante.
de la luna y del sol se fundan; el motor estaba averiado y una flecha de sangre sobre una roca sealaba el camino de Alepo.
Versin de: Jos ngel Valente
tuve patria y no la tengo. Miro alrededor y no encuentro quien me halague y me sonra: vivo fuera de mi centro, y el alma me dice adentro que esta no es la patria ma. Al bosque voy aburrido, y cuando del bosque vengo canto mi refrn sabido: Tuve hogar y lo he perdido, tuve patria y no la tengo. Con tenacidad extraa me aqueja esta pesadumbre; y la ilusin no me engaa, que en desventura tamaa no hace mella la costumbre. Meditando en lo que he sido, mi triste vida mantengo, y nunca esta letra olvido: Tuve hogar y lo he perdido, tuve patria y no la tengo.
En fin, despus de tanto error pasado, tantas represalias, tanto peligro, resurge en otro el viejo amigo nunca perdido, siempre reencontrado. Es bueno sentarlo nuevamente al lado con ojos que contienen la mirada antigua siempre conmigo un poco atribulado y como siempre singular conmigo. Un bicho igual a m, simple y humano sabiendo moverse y conmoverse y a disfrazar con mi propio engao. El amigo: un ser que la vida no explica que slo se va al ver otro nacer y el espejo de mi alma multiplica.
Versin de Csar Conto
Derechos, derechos...! No te pares; coge la rosa y a la mendiga del camino dale la bolsa; porque, amigo, tenemos ms; tenemos de sobra.
todo el rostro expresa sensaciones diferentes y, a menudo, contrarias, todo al mismo tiempo. Tal danza-drama, siguiendo los matices ms delicados de una pieza musical o de un poema, a travs del vehculo de un cuerpo es, probablemente, algo sin parangn en ningn otro arte. "
Me paso la vida buscndomelas y t siempre perdindomelas, me has trado al mundo para esto, para pasarme la vida buscando una gafas, que estn siempre perdindoseme? Para que aparezca este tonto que est perdiendo sus gafas, porque t eres, Seor, el que me las pierdes y me haces ir por la vida a trompicones, y nos das los ojos y nos pierdes las gafas, y as vamos por el mundo con unas gafas que nos pierdes y unos ojos que nos das, dando trompicones, buscando unas gafas que nos pierdes y unos ojos que no nos sirven. Y no vemos. Seor, no vemos, no vemos Seor.
que bordea la fuente de los sueos y la comida seca sobre el mantel de anoche y esa sustancia amarga, como de uva negra, que reclama a la luz un pacto oscuro. La resta de otras tardes es la tarde. Lo que ninguna tuvo, la conjuncin de humor y pelo y sal y encas, el ngulo de fe en cosas menudas, la sugestin de ayer, de hace un instante, tu brjula de afectos, el mapa desdoblado. Miras la tarde y miras para adentro. Un crter sumergido en un agua viscosa. En la reaccin de cada cuerpo en ella, de cada objeto mnimo empapado en su jugo, est el mundo exterior. sa es la tarde o eso es lo que importa de la tarde. Ms all del ahora y sus esclusas todo es un barro. Un barro figurado o revivido, compuesto, descompuesto.
y para m las negras. Lo saba. Palabra, amor, palabra que tena negras la consonantes y vocales. Hay un poco de luna en los cristales y otro poco de luna en mi alegra... Volver al juego amor... Me distraa y no sent tus tiros verticales. Alfil que ataca, torre que se entrega. Caballo blanco... (Whisky?) No te digo que no est mi horno, amor, para el combate! Reina que avanza, Rey que se doblega... Y de pronto me miras -dudo, sigo?recto hacia el corazn... Y jaque mate.
una falsa moneda de rescate, un tiro al blanco en medio de la noche horadando los puentes sobre el ro, cuyas dormidas aguas viajan de la vieja ciudad hacia los campos donde el da prepara sus hogueras. Cada poema un tacto yerto del que yace en la losa de las clnicas, un vido anzuelo que recorre el limo blando de las sepulturas. Cada poema un lento naufragio del deseo, un crujir de los mstiles y jarcias que sostienen el peso de la vida. Cada poema un estruendo de lienzos que derrumban sobre el rugir helado de las aguas el albo aparejo del velamen. Cada poema invadiendo y desgarrando la amarga telaraa del hasto. Cada poema nace de un ciego centinela que grita al hondo hueco de la noche el santo y sea de su desventura. Agua de sueo, fuente de ceniza, piedra porosa de los mataderos, madera en sombra de las siemprevivas, metal que dobla por los condenados, aceite funeral de doble filo, cotidiano sudario del poeta, cada poema esparce sobre el mundo el agrio cereal de la agona.
Hecha por el hambre, y decorada por las, noches oscuras en mi pas, y mi pas es un puado de refugiados.. Cada veinte de ellos tienen una libra de harina... y promesas de alivio.. regalos y paquetes Es la historia del sufrimiento de un colectivo que aguant el hambre durante diez aos entre rasgaduras y agona.. entre privacin y aoranza.. Es la historia de un pueblo que fue engaado Que fue tirado en los laberintos de los aos Pero ellos desafiaron y aguantaron desvestidos y unidos Y fueron a encender, desde las tiendas de campaa, la revolucin del regreso en el mundo de la oscuridad
Traduccin: Said Alami
Y recuperado mi mano Del combate de la calle De los mercaderes Y los corredores Y los guardias, Y de una escarcha que a menudo ha intentado escurrirte fuera de mi corazn De balas que han pretendido repetidamente tragar el anillo de tu voz Mientras comulga con los capullos O enciendes el fuego Dios! Si hubieses estado conmigo Ya habramos cantado nuestra cancin Aquella que el viento casi desarraiga de mi voz Cada vez que la canto en soledad
Traduccin: Ral Jaime Gaviria
y te pareces a la palabra melancola. Me gustas cuando callas y ests como distante. Y ests como quejndote, mariposa en arrullo. Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza: djame que me calle con el silencio tuyo. Djame que te hable tambin con tu silencio claro como una lmpara, simple como un anillo. Eres como la noche, callada y constelada. Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo. Me gustas cuando callas porque ests como ausente. Distante y dolorosa como si hubieras muerto. Una palabra entonces, una sonrisa bastan. Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.
y aleteando dirigen sus alas a la ciudad; pronto nevar. Feliz aqul que an tiene patria! Ahora ests petrificado, miras hacia atrs, cunto tiempo ha pasado! Ests loco que has huido por el mundo ahora que es invierno? El mundo: puerta abierta a mil desiertos, muda y fra. Quin perdi lo que perdiste en ningn lugar se detiene. Ahora ests plido, condenado a un viaje de invierno, al humo semejante, que sin cesar tiende a cielos ms fros. Vuela pjaro, grazna tu cancin en tono de pjaro desrtico! Esconde, loco, tu ensangrentado corazn, en hielo y en desprecio! Graznan los cuervos aleteando, sus alas dirigen a la ciudad: pronto nevar, Infeliz aqul que no tiene patria!
Traduccin: Andrs Snchez Pascual
en mitad de la noche para componer un libelo contra Dios al resplandor del anuncio de nen de la calle.
Traduccin: Francisco J. Uriz
Har de mi tumba un memorial completo por tu futuro admirable para que all donde todos caigan tu permanezcas erguido A una edad en la que muchos se mecen en cmodas sillas reclinables yo escog engendrar hijos y al diablo aqul que no est de acuerdo incluyendo los grupos de presin para el control de la natalidad manipulados por eunucos y estpidos Bienvenido muchacho, has venido a endulzar estos ltimos aos cuando el ocio es poco y el romance an florece en los ojos de una mujer hermosa. Viva la paternidad! Almas justas que cabalgan a travs de una era dorada de coronas y lpidas deliciosas horas de largo amor ausente y la brevedad de la fe en la claridad infinita de que Dios existe y ama a todos sus hijos sin excepcin So de nuevo el sueo de la infancia esta vez so que dejaba la granja caminaba a travs de una pequea duna los cactus enfilados y erectos, arrogantes ms all de la creencia y con la certeza de ser los restos de la accin divina que los tontos atribuyen al primer hombre El miedo al sepulcro es real! an tiemblo al pasar por cementerios particularmente aquellos tapizados de hierbas curativas y sombras con vientos que allan entre gastadas piedras erigidas por masones cuyo sentido del tamao y la medida confunde al ojo ms agudo constructor, rey, reina
sol-dios y sacerdote de mi templo Buen Seor, cualquiera que sea el precio, djame pagarlo, con el pleno conocimiento de que tu piedad descansa segura y t habrs de estar con tu hijo y tu pueblo a travs de una nueva aurora.
Oddu de Ifa
Poesa del orculo de los "babalawos" o Padre de los secretos (composiciones yorubas) La sabidura es la belleza ms refinada de una persona. El dinero no te evita volverte ciego. El dinero no te evita volverte loco. El dinero no te evita volverte cojo. Nadie desprecia el fuego y lo envuelve en un pao. Nadie desprecia a la serpiente y se la ata alrededor del talle como un cinto. Nadie desprecia al Rey y le pega en la cabeza. As pues Hoy el pueblo deber honrarme! ........................................... Orifusi, el padre de Elu, deseaba vencer a la Muerte, para que no pudiera matarlo, ni a sus esposas ni hijos. Dese el consejo de If y ellos dijeron: Si no quieres que la Muerte te mate,
debes ofrendar, aunque si no agregas buen comportamiento. tu sacrificio ser en vano. Lleva aves a tu casa y libralas, no mates a nada a partir de hoy. Alguien que no quiere que la Muerte lo mate, que no mate l tampoco.
varado en otra orilla, no conoce su sueo represado. Se abrir la compuerta y no habr ocurrido nada.
-Pap, hacemos ciudades? Hagamos ciudades en la playa, casitas para gente pequea, me dices.
Somos tan vulnerables como las ciudades de arena que construimos sobre la playa.
Ait-Benhaddou, Ouarzazate, Tamegrut, Mesa Verde, Antelope House, Chaco Canyon, Uled Atman, Agdz, Shigatze, Tashilumpo, Alchi, Leh.
No necesitamos libro de instrucciones, basta dejarse llevar por las manos, ellas contienen cualquier mundo, tambin este que se est destruyendo despacito a s mismo.
Donde ramos, ahora somos. Ruinas antes de ser construidos y ruinas despus.
Da igual, hoy construimos ciudades de arena, regalos para nosotros y regalos para los dems, cuidado y amor contra la muerte.
Orikis
Cantos de alabanzas Orikis Yorubas Pertenecen a la poesa popular yoruba. Son nombres de alabanzas, frases poticas para describir y ensalzar a los Dioses o a los hombres. Cada yoruba posee su oriki propio que va acumulando en el transcurso de su vida y que lo identifica, pues en l se expresa su condicin social, su estirpe, sus hazaas etc.
Se cantan al son de un tambor por rapsodas profesionales que han de conocer los nombres de alabanza de todas las familias dl pueblo y en ciertos das de fiesta sale por las calles cantandolos orikis de cada transente quien debera darle unas monedas . Los aqu transcritos pertenecen a las regiones Ede y Oshongho de Nigeria.
Oriki Oshum Yyalodde La llamamos y responde con sabidura. Puede curar a aqullos con quien ha fallado el doctor. Cura al enfermo con agua fra. Cuando cura al nio no le cobra al padre. Podemos permanecer en el mundo sin miedo. Yyalodde, que curas a los nios, aydame a tener a mi hijo! Sus medicinas son gratis, alimenta a los nios con miel. Es ricas en dulces palabras. Extenso bosque lleno de alimentos! YYalodde, deja que un hijo abrace mi cuerpo, pues es suave el roce de una mano de nio! Madre YYalodde, eres muy hermosa. Tus ojos brillan como el bronce, tu piel es suave y tersa negra como el terciopelo. Duea del bronce. Duea de las plumas de cotorra. Duea del dinero Todos te saludan. Todos cantan tus alabanzas! (Yyyalodde: Ttulo de una mujer hechicera entre los yorubas)
debe ofrecer respetos a su nueva esposa. Cuando la zorra despierta en la maana postrarse debe ante el Seor del Bosque. Si de saludarlo deja ser muerta por el cazador, quien la llevar a su casa sobre su espalda, la vender en el mercado y usar el dinero para un encantamiento. Si el antlope despierta en la maana y si no se inclina ante el Seor del Bosque el cazador vendr y comer su cabeza con ame machacado. Shang, yo me postro ante ti cada maana antes de partir para hacer cualquier cosa. El perro permanece en la casa de su amo mas no sabe sus intenciones. La oveja no conoce las intenciones del hombre que la alimenta. Nosotros mismos seguimos a Shang aunque ignoramos las suyas. No es fcil vivir en compaa de Shang. Shang es la muerte que mata al dinero con un gran palo. Shang le pega al estpido. Arruga su nariz y el mentiroso echa a correr. Camina a solas, pero entra en el poblado como un enjambre de langostas. Cuando tiene dolores de estmago, come siete cazuelas de maz tostado. Cuando le duele el hgado come, seis cazuelas de harina de ame
con sopa de frjoles. Su vientre est redondo como el vientre de una mujer preada. Si no compartes tu harina con l se deslizar bajo tu ua y tomar su parte. Shango lo coge todo por la fuerza! Si no le ofreces un asiento, se sentar en la punta de tu nariz. l coge los techos de sus vecinos y se cubre la cabeza. Su ropa es harapienta como la de una viuda. Shang hace lo que quiere. Si le place, puede hacer harina de maz de las bananas. Si le place puede usar un traje roto. Shang es un animal como un gorila. Un raro animal en el bosque, tan raro como un mono curandero. Se arrodilla como un recolector de vegetales pero Shang no recolecta vegetales, slo busca la cabeza de los campesinos. Dice que debemos evitar lo que habr de matarnos. l es quien espera las cosas de las que huimos.
Aacqu es mi hogar. Soy del pueblo Acoma. Este es el camino, ah me reconozco. No puedo ser de otra manera, ni ser otra persona. Entiende bien esto. De esta manera me reconocers. Cuando me veas, lejos, en algn lugar hacia el norte, el oeste, el sur, el este, esa es la manera en que me reconocers Dirs: Vaya! ese es Hihdrutsi Adnde habr viajado? Habr estado bien? Y luego dirs: Cmo ests Hihdruutsi! Has estado bien? S, esa es la manera, y luego me reconocers.
Mis amados descendientes, as los reconozco guila Oracin Pluma Lluviosos Abalorios de Piedras Preciosas Nieve Cubri Montaa Mujer Canto de la Lluvia Srakaiyah Pjaro Nio Mi hijo Mi hija Mi hija Mi nieta Mi nieta Mi nieta Mi nieto S, estos son mis descendientes, ellos por m, son amados
Traduccin desde el ingls por Ral Jaime
lo que era mo y result ser nada, si he segado las sombras en silencio, me queda la palabra. Si abr los labios para ver el rostro puro y terrible de mi patria, si abr los labios hasta desgarrrmelos, me queda la palabra.
toda mi juventud en mi deseo. Qudate, amor adolescente, qudate. Diez golondrinas saltan de tus dedos. Pars cumple en tu rostro quince aos. Cmo brilla mi voz sobre tu pecho. yela hablarte de la luna, yela cantando lnguida por los senderos: sus palabras ms nimias tienen forma, no le avergenza ya decir "te quiero". Me has untado de fsforo los brazos: no los tienen ms fuertes los mancebos. Flores paldicas en los estanques de mis ojos. El trpico en mis huesos. Cien lugares comunes, amor cndido, amoroso y porfiado amor primero. Vmonos por las rutas de tus venas y de mis venas. Vmonos fingiendo que es la primera vez que estoy vivindote. Por la carne tambin se llega al cielo. Hay pjaros que suean que son pjaros y se despiertan ngeles. Hay sueos de los que dos fantasmas se despiertan a la virginidad de nuestros cuerpos. Vmonos como siempre: Dafnis, Cloe. Tindete bajo el pino ms erecto, una brizna de yerba entre los dientes. No te muevas. As. Fuera del tiempo. Si cerrara los ojos, despertndome, me encontrara, como siempre, muerto.
Deb haber caminado entre la oscuridad: entre una falsa multitud, Oh pobre silente, yo enfrentando las aguas, no he hollado an el suelo de la isla de mi corazn. A las islas! A probar nuestro coraje en un asedio sin esperanza! Hasta que alcancemos el sueo solar! Nuestros sueos nos alimentarn!
Traduccin: Ertugrul nalp y Eduardo Casamayor
Panero, Leopoldo (Astorga, Len, 1909 - Castrillo de las Piedras, Len, 1962)
Escrito a cada instante A Pedro Lan Entralgo
Para inventar a Dios, nuestra palabra busca, dentro del pecho, su propia semejanza y no la encuentra como las olas de la mar tranquila, una tras otra, iguales, quieren la exactitud de lo infinito medir, al par que cantan Y Su nombre sin letras, escrito a cada instante por la espuma, se borra a cada instante mecido por la msica del agua; y un eco queda solo en las orillas. Qu nmero infinito nos cuenta el corazn? Cada latido, otra vez es ms dulce, y otra y otra; otra vez ciegamente desde dentro va a pronunciar Su nombre. Y otra vez se ensombrece el pensamiento, y la voz no le encuentra.
Oh! ceremonia de los dedos oh! lavado de la ropa. All el jabn verde, puo de aceite espeso sobre el mrmol. All el audaz ail, casi una violacin en las aguas territoriales del blanco. Donde la espalda se evapora en qu paisajes! La leja y los humos negros de la caldera. Los acueductos parten de mi columna vertebral. Anochece en el pote de dulce. Nubes, nubes de puchero, traen el invierno a la cocina. Qu ofrec entonces? Una decoracin, por un momento me retiro. Y cambia la marea del mosaico. La otra cara. En el canasto, berenjenas frescas viudas nuevas cortan el luto con algo de color violeta. Me incita Un plato de naranjas humeantes. Sin embargo Las escamas del pescado en la pileta de los platos, lo transitorio. Mis prpados se cierran hacia lo vano. Alzo a contraluz los vasos de cristal, estn limpios? Pedazos de diamante arrojan a mi rostro, Sombro Que se desliza como un riachuelo. Las lilas, las Lilas de un mercado de barrio Me proyectan hasta el Paraso. Salva mis estremecimientos, cordera de vapores.
Traducciones de Carlos Spinedi y Nina Anghelidis-Spinedi.
un comerciante en urnas y atades? Un sacerdote que no cree en nada? Un general que duda de s mismo? Un vagabundo que se re de todo hasta de la vejez y de la muerte? Un interlocutor de mal carcter? Un bailarn al borde del abismo? Un narciso que ama a todo el mundo? Un bromista sangriento deliberadamente miserable? Un poeta que duerme en una silla? Un alquimista de los tiempos modernos? Un revolucionario de bolsillo? Un pequeo burgus? Un charlatn? Un dios? Un inocente? Un aldeano de santiago de chile? Subraye la frase que considere correcta. Qu es la antipoesa: un temporal en una taza de t? Una mancha de nieve en una roca? Un azafate lleno de excrementos humanos como lo cree el padre salvatierra? Unespejo que dice la verdad? Un bofetn al rostro del presidente de la sociedad de escritores? (dios lo tenga en su santo reino) una advertencia a los poetas jvenes? Un atad a chorro? Un atad a fuerza centrfuga? Un atad a gas de parafina? Una capilla ardiente sin difunto? Marque con una cruz la definicin que considere correcta.
all te conoc al lado de una charca y de unos animales cuando pas de largo te cubriste muy despacio la cara y me dijiste adis ese ntido gesto de tu mano ondeando hasta caer en el manto oscursimo fue tan limpio fue tan innegable que tambin yo me desped de m
Como una flecha vuela el corcel de mis ensueos. Lgubre, un cuervo grazna por detrs. Adelante, mi corcel, no pienses nada! Adelante! Dispersa al viento todas tus ideas! Adelante, adelante, ignorando los obstculos! A travs de torbellinos y granizos, y nieves y tormentas, debes conservarme los das y los aos. Adelante, adelante, sin saber a donde vas! Que me arranque a los lazos familiares. No me importa. Si la noche me alcanza en el camino, la nocturna lejana posada me dar, y he de hacerme ciudadano en las estrellas de los cielos. Me entrego a tu carrera enloquecida; dar mi confesin al bramido del mar. Adelante, mi corcel, no pienses nada! Adelante!!Dispersa al viento todas tus ideas!
Traduccin: Vera Vinogrdova
De tierna gratitud. Mas ay! que apenas lnguido se alzara Este mirar de eterna desventura, Turbarse vi la lvida blancura De la nocturna luz. Incierta sombra que mi sien circunda Cruzar siento en zumbido revolante, Y con nubloso vrtigo incesante A mi vista girar. Cubri la luz incierta, moribunda, Con alas de vapor informe objeto; Cubri mi corazn terror secreto Que no puedo calmar. No como un tiempo colosal quimera Mi atnita atencin amedrentaba, Mis odos profundo no aterraba Acento de pavor; Que fue la aparicin vaga y ligera, Leve la sombra area y nebulosa, Que fue slo una negra mariposa Volando en derredor. No cual suele fij su giro errante La antorcha que alumbraba mi desvelo; De su siniestro misterioso vuelo
La luz no era el imn. Ay! que slo el fulgor agonizante En mis lnguidos ojos abatidos Ser cre de sus giros repetidos Secreto talismn. Lo creo, s... que a mi agitada suerte Su extraa aparicin no ser en vano. Desde la noche de ese infausto arcano Ay Dios!... an no dorm. Anuncirame prxima la muerte, O es ms negro su vuelo repentino?... Ella trae un mensaje del destino... Yo... no le comprend. Ya no aparece solo entre las sombras; Do quier me envuelve su funesto giro; A cada instante sobre m la miro Mil crculos trazar. Del campo entre las plcidas alfombras, Del bosque entre el ramaje la contemplo, Y hasta bajo las bvedas del templo Y ante el sagrado altar. Para dormir mi frenes secreto Cesa un instante, negra mariposa: Tus leves alas en mi frente posa: Tal vez me aquietars...
Mas redoblando su girar inquieto, Huye, y parece que a mi voz se aleja, Y revuelve, y me sigue, y no me deja, Ni se para jams..
asoma agitndose por el balcn abierto. Es la bandera del viajero que se rinde a la noche veraniega de Rabat. Hay gente en las terrazas. Hasta aqu asciende el temblor de una voz que canta y reza al mismo tiempo. La capital es como siempre un ro incesante de gentes y luces, de msicas y olores que le pertenecen por entero como un juramento antiguo. Oriente y Occidente aqu tropiezan; aqu se observan frente a frente y se desafan el uno al otro intentando despus reconciliarse ante una taza de t a la menta. Aqu, en el pas donde los hombres pasean cogidos de la mano y las mujeres ocultan la forma de su cuerpo celosas de su propio atractivo, donde el paisaje es por s solo una aventura de polvo y arena, de olivos, palmeras y barro rojizo, el extranjero comprende que viajar es ahondar en uno mismo y afrontar los miedos propios desde la mirada ajena. Todo es parte de un nico ritual al que el turista se presta. A cambio espera un beso hmedo y profundo, ansiado y secreto que le permita llevar consigo el acre sabor del almizcle entre los labios.
prisionero en s mismo, que no medir nunca la longitud del trino. Encarcelada ella que no yo, pues la habito conocindola, y pongo mi cuidado y mi tino en algo que no sabe ni sabr de mi cuido. No me siente por dentro removerme, lo mismo que se siente en la entraa la presencia del hijo? Me ignoran los cristales no nos sienten los vidrios tras los cuales luchamos contra el mar y sus ruidos. No sabe que en sus muros crece el amor, que hay sitio para soar, y que hay mundos y faros escondidos. Ignora de qu modo la nombro y la bendigo. Le digo muchas cosas; la pongo por testigo de todos mis secretos. De lejos, si la miro, me parece que tiene la tristeza de un nio abandonado. Subo sus peldaos, le digo mi nombre, porque note que he regresado. Giro por su caliente espuma, me afano por su brillo, la quiero clara, alegre la enciendo con mis gritos, con el sol, con el aire del salado vecino. Casa nuestra, mi casa...
Cmo crecen sus filos! Cmo crece la sombra de Dios aqu escondido! Qu inevitable y fcil la soledad, contigo!
y en la ribera sin temblor del ro; Por eso yo te adoro, mudo y quieto: y por eso, Seor, el dolor mo por llegar hasta Ti se hizo soneto.
con sus botas de piel y sus guantes de lluvia, una vez lo llev, en coche de caballos, al mdico. Le falla la memoria del viaje: lo sacaron del cortijo sin pulso, tena ms de cuarenta de fiebre y haba estado a punto de morirse, con seis aos, mi padre, de aquella pulmona. Con seis aos, mi padre
a nosotros, que no sabemos tomarlos en cuenta. Pero Qu mejor metafsica que la suya que la de no saber para qu viven ni saber que no lo saben? "Constitucin ntima de las cosas"... Sentido ntimo del Universo "... Todo esto es falso, todo esto no quiere decir nada. Es como pensar en razones y fines cuando el principio de la maana est rayando y, por un vago oro lustroso va destruyendo la oscuridad. Pensar en el sentido ntimo de las cosas es superfluo, como pensar en la salud o llevar un vaso al agua de las fuentes. El nico sentido ntimo de las cosas es que no tienen ningn sentido ntimo. No creo en Dios porque nunca lo he visto. Si l quisiese que yo creyera en l, seguro que vendra a hablar contigo y entrara por mi puerta dicindome: "Aqui estoy!". Pero si Dios es las flores y los rboles y los montes y el sol y la luna, entonces creo en l, entonces creo en l a todas horas y toda mi vida es una oracin y una comunin con los ojos y por los odos. Pero so Dios es los rboles y las flores y los montes y la luz y la luna y el sol Para qu le llamo Dios? Le llamo flores y rboles y montes y luz de la luna; porque si l se hizo, para que yo lo vea, sol y luz de la luna y flores y rboles y montes, si se me aparece en figura de rboles y montes y luz de luna y sol y flores es que quiere que le conozca como rboles y montes y flores y luz de luna y sol.
Y yo le obedezco por eso (Qu ms s yo de Dios que Dios de s mismo?) le obedezco viviendo, espontneamente, como quien abre los ojos y ve y le llamo luz de luna y sol y flores y rboles y montes. Y le amo sin pensar en l y le pienso viendo y oyendo y ando con l a todas horas.
Traductor: ngel Crespo
las llagas siento abiertas todava. Benditas las palabras con que canto el nombre de mi amada; y mi tormento, mis ansias, mis suspiros y mi llanto. Y benditos mis versos y mi arte pues la ensalzan, y, en fin, mi pensamiento, puesto que ella tan slo lo comparte.
Versin de ngel Crespo
Capitulo cuatro Conclusin? Son los padres quienes deben ser reprobados, pues no quieren hacer educar a sus hijos con una disciplina severa. Como en todo, lo primero que hacen es sacrificar en aras de la propia ambicin sus esperanzas. Despus, apresurados por las ganas, impulsan hacia el foro a estos espritus todava inmaduros en el estudio. Y esta elocuencia, que consideran como lo ms grande del mundo, es puesta en manos de recin nacidos. Si los dejaran realizar sus estudios de manera gradual para que el espritu se impregne de los preceptos de la filosofa, para que extraigan las palabras de un implacable estilo, para que escuchen bien a los modelos que quisieran imitar, para que se persuadan de
que todo lo que seduce a la infancia es mediocre, muy pronto esta sublime elocuencia recuperara la autoridad de su majestad. Hoy en da la niez slo se dedica a jugar en la escuela; la juventud hace el ridculo en el foro y, lo que es ms vergonzoso, los mayores no se atreven a confesar la psima educacin que recibieron de nios. Y para que no creas que desapruebo las improvisaciones familiares a la manera de Lucilio, me servir como el de un poema para expresarte mis sentimientos:
Capitulo cinco SI alguien desea cosechar los frutos de este difcil arte y aplicar la mente a lo sublime, debe; primero, llevar una vida rigurosamente regulada en la frugalidad; despreciar con frente serena el altanero palacio; dejar de merodear como un cliente vulgar la mesa de los poderosos; huir de compaas libertinas, no sea que el fuego de su ingenio se apague en el vino; no debe sentarse en el teatro para aplaudir por dinero cada frase de su actor; sino que, aunque le sonra la ciudadela de la belicosa Tritonia, o la tierra habitada por el colono lacedemonio (12), o la morada de las Sirenas (13), consagre sus primeros aos a la poesa y beba con nimo fecundo de la meonia fuente. Una vez ahto de la socrtica tropa, d, libre, rienda suelta a su inspiracin, y blanda las armas del gran Demstenes. Rodese despus de la hueste literaria romana, y cambie con ella su estilo si lo tiene ataviado de resonancias griegas, e imprgnelo de un sabor original. De cuando en cuando despliegue en el foro sus pginas y d libre curso a su lectura, y que all resuene la Fortuna, caracterizada por la rapidez de sus cambios. Ntrase de las blicas hazaas, con ritmos feroces cantadas, y resuenen amenazantes los periodos grandiosos del indmito Cicern. Adorna tu espritu con estas riquezas: de esta manera saciado en el magnfico ro de las Pirides, difundirs las palabras brotadas de tu pecho.
abrasarme en la luz de tu mirada. Eres para mi vida tan hermosa y ms que tan hermosa, tan querida, que a tu alma vuela mi alma presurosa; en tu seno una flor miro prendida, cuando toquen mis labios esa rosa entre sus hojas dejar mi vida.
Pigmeos (Congo)
Cazador, coge tu arco Sobre el bosque que llora, bajo el cielo nocturno, la noche, toda negra se ha acostado dichosa: En el cielo las estrellas huyen temblorosas.
Lucirnagas que brillan vagas, se apagan. Arriba, la luna est sombra, apagada est su blanca luz. Los espritus vagan.
EL CORO:
Cazador de elefantes, coge tu arco! En el tmido bosque el rbol duerme, las hojas estn muertas, Los monos han cerrado los ojos, colgados en las ramas. Los antlopes huyen con paso silencioso, comen yerba fresca, levantan la oreja, atentos. Alzan la cabeza y asustados escuchan. La cigarra se calla, encerrando su canto rechinante, Cazador de elefantes, coge tu arco! En el bosque que cimbrea la gran lluvia Padre elefante marcha pesado bau, bau! descuidado y sin miedo, seguro de su fuerza, Padre elefante que nadie puede vencer en el monte que quiebra, se detiene y prosigue. Come, barrunta, los rboles derriba y busca a su hembra. Padre elefante, de lejos se le oye. Cazador de elefantes, coge tu arco!. En el bosque, donde nadie pasa si no t. Cazador, reanima tu corazn, arrstrate, corre, salta y anda. La carne est ante ti. La carne que marcha como una colina. La carne que alegra el corazn. La carne que se asar en tu hogar. La carne en donde se hundirn tus dientes. Cazador de elefantes, coge tu arco!
Cede a las palabras gentiles y no te opongas a los actos provechosos. No guardes rencor al amigo por una falta leve. Estas cosas hazlas en la medida de tus fuerzas, pues lo posible se encuentra junto a lo necesario. Compentrate en cumplir estos preceptos, pero atindete a dominar ante todo las necesidades de tu estmago y de tu sueo, despus los arranques de tus apetitos y de tu ira. No cometas nunca una accin vergonzosa, Ni con nadie, ni a solas: Por encima de todo, resptate a ti mismo. Seguidamente ejrcete en practicar la justicia, en palabras y en obras, Aprende a no comportarte sin razn jams. Y sabiendo que morir es la ley fatal para todos, que las riquezas, unas veces te plazca ganarlas y otras te plazca perderlas. De los sufrimientos que caben a los mortales por divino designio, la parte que a ti corresponde, soprtala sin indignacin; pero es legtimo que le busques remedio en la medida de tus fuerzas; porque no son tantas las desgracias que caen sobre los hombres buenos. Muchas son las voces, unas indignas, otras nobles, que vienen a herir el odo: Que no te turben ni tampoco te vuelvas para no orlas. Cuando oigas una mentira, soprtalo con calma. Pero lo que ahora voy a decirte es preciso que lo cumplas siempre: Que nadie, por sus dichos o por sus actos, te conmueva para que hagas o digas nada que no sea lo mejor para ti. Reflexiona antes de obrar para no cometer tonteras: Obrar y hablar sin discernimiento es de pobres gentes. T en cambio siempre hars lo que no pueda daarte. No entres en asuntos que ignoras, mas aprende lo que es necesario: tal es la norma de una vida agradable. Tampoco descuides tu salud, ten moderacin en el comer o el beber, y en la ejercitacin del cuerpo. Por moderacin entiendo lo que no te haga dao.
Acostmbrate a una vida sana sin molicie, y gurdate de lo que pueda atraer la envidia. No seas disipado en tus gastos como hacen los que ignoran lo que es honradez, pero no por ello dejes de ser generoso: nada hay mejor que la mesura en todas las cosas. Haz pues lo que no te dae, y reflexiona antes de actuar. Y no dejes que el dulce sueo se apodere de tus lnguidos ojos sin antes haber repasado lo que has hecho en el da: "En qu he fallado? Qu he hecho? Qu deber he dejado de cumplir?" Comienza del comienzo y recrrelo todo, y reprchate los errores y algrate de los aciertos. Esto es lo que hay que hacer. Estas cosas que hay que empearse en practicar, Estas cosas hay que amar. Por ellas ingresars en la divina senda de la perfeccin. Por quien trasmiti a nuestro entendimiento la Tetratkis, la fuente de la perenne naturaleza. Adelante pues! ponte al trabajo, no sin antes rogar a los dioses que lo conduzcan a la perfeccin. Si observares estas cosas conocers el orden que reina entre los dioses inmortales y los hombres mortales, en qu se separan las cosas y en qu se unen. Y sabrs, como es justo, que la naturaleza es una y la misma en todas partes, para que no esperes lo que no hay que esperar, ni nada quede oculto a tus ojos. Conocers a los hombres, vctimas de los males que ellos mismos se imponen, ciegos a los bienes que les rodean, que no oyen ni ven: son pocos los que saben librarse de la desgracia. Tal es el destino que estorba el espritu de los mortales, como cuentas infantiles ruedan de un lado a otro, oprimidos por males innumerables: porque sin advertirlo los castiga la Discordia, su natural y triste compaera, a la que no hay que provocar, sino cederle el paso y huir de ella. Oh padre Zeus! De cuntos males no libraras a los hombres si tan slo les hicieras ver a qu demonio obedecen!
Pero para ti, ten confianza, porque de una divina raza estn hechos los seres humanos, y hay tambin la sagrada naturaleza que les muestra y les descubre todas las cosas. De todo lo cual, si tomas lo que te pertenece, observars mis mandamientos, que sern tu remedio, y librarn tu alma de tales males. Abstente en los alimentos como dijimos, sea para las purificaciones, sea para la liberacin del alma, juzga y reflexiona de todas las cosas y de cada una, alzando alto tu mente, que es la mejor de tus guas. Si descuidas tu cuerpo para volar hasta los libres orbes del ter, sers un dios inmortal, incorruptible, ya no sujeto a la muerte.
Versin Carlos Garca Gual
Pero a solas es amable. Cundo se har justicia al oprimido, cuando el injusto es el juez?
Versin: Mara Jess Rubiela Matas
que sobre las espinas han cuajado. Cuando abre sus ptalos la rosa y ms rosa es la rosa y ms loada, en tu diadema ser ms hermosa que en el rosal, del viento deshojada. Nia: que sea en su esplendor cortada la bella rosa del jardn cerrado.
Versin de Carlos Lpez Narvez
Y al mirarse en el espejo La espantaba siempre all Otra vieja de antiparras, Papalina y peluqun. Y esta pobre viejecita No tena que vestir Sino trajes de mil cortes Y de telas mil y mil. Y a no ser por sus zapatos, Chanclas, botas y escarpn, Descalcita por el suelo Anduviera la infeliz Apetito nunca tuvo Acabando de comer, Ni goz salud completa Cuando no se hallaba bien Se muri del mal de arrugas, Ya encorvada como un tres, Y jams volvi a quejarse Ni de hambre ni de sed. Y esta pobre viejecita Al morir no dej ms Que onzas, joyas, tierras, casas, Ocho gatos y un turpial Duerma en paz, y Dios permita Que logremos disfrutar Las pobrezas de esa pobre Y morir del mismo mal
la llama creadora del alma inspiracin. Por m, por m tan solo, sonaron dulcemente las melodiosas liras de Dante y Caldern. Por m los campos bellos de Grecia se animaron con los cantares nobles del pico inmortal. Por m la accin del tiempo gloriosos dominaron, y se oyen todava do quiera resonar. Yo di robusto acento al inspirado Herrera para cantar los triunfos de su inmortal nacin; y templ y de Rioja el arpa lastimera, que alzaba en las ruinas tristsima cancin. Mi alczar es la gloria, mi reino el ancho mundo, y nada hay que resista
mi influjo y mi poder; mas slo algunos seres el celestial, profundo misterio de mi ciencia consiguen comprender. T anhelas un renombre; los lauros de la gloria son el dorado sueo de tu alma juvenil; y tu exaltada mente en pos de la victoria se lanza, arrebatada por su ambicin febril. Mas tu impotente esfuerzo a conseguir no alcanza el lauro generoso tras que perdido vas; y cae hoja tras hoja la flor de tu esperanza, y temes que no vuelva a renacer jams. No temas! yo te presto mi ayuda omnipotente en la elevada empresa
que vas a acometer. Canta, y tu voz sonora se eleve en vuelo ardiente, y el mundo conmovido la escuche con placer. Yo le dar la grata, suavsima armona de las pintadas aves al despuntar el sol; o el temeroso estruendo con que la mar brava se agita, al rudo impulso del rpido aquiln. Y ceir tus sienes del lauro deseado, tras el que osado corres en tu ambicin febril; y tu famoso nombre, de gloria circundado, esculpir en mi alczar de prfido y marfil.
y no alcanzo. Todo lo que podra entender y no entiendo. Todo lo que podra ser y no soy.
Mi vida Mi vida es una larga hilera de habitaciones que ya no quieren, de repente, comunicarse entre s. Mi vida - un reloj al que dio cuerda alguna vez una compaera de colegio. Mi vida - un tren que se va arrastrando sin vuelta atrs, en la misma va antigua ... Mi vida - un traje de novio, desgarrado en salas de espera Mi vida tentativa sin fin de recuperar lo que nunca pose. Mi vida - el sabor ste, paralizante, a ceniza
Traduccin: Anglica Lambru
Deja al lad que gorjea al quejarse: deja al sonido de trompeta ruidoso, hasta a las azoteas de todo alrededor el rebote del eco chilln: mientras llega el sonido, la nota , lenta, el golpe de rganos profundo, majestuoso, solemne. Escuche! los nmeros, suaves y claros, con cuidado robo sobre el odo; ahora ms fuerte, y subida an fuerte, y llene de la extensin de sonidos los cielos; el regocijo en el triunfo ahora aumenta los apuntes valientes, en aire roto, temblor, los flotadores de msica salvajes; Hasta, por grados, remotos y pequeos, el decaimiento de tensiones, y derrtase, en un morir, cada de morir. II Por la Msica, importa un carcter igual conoce, ni elevacin demasiado alta, ni fregadero demasiado bajo. si en las alegras tumultuosas de pecho surgen, la msica ella suave, suaviza la voz y se aplica; O cuando el alma teme con cuidado. la exalta en la animacin del aire. Los guerreros la encienden con sonidos animados; vierte el blsamo en las heridas del amante sangriento: la melancola levanta su cabeza, Morfeo roza su cama, la pereza revela sus armas y estelas, la Envidia deja caer sus serpientes; Guerra intestina no ms de nuestro salario de Pasiones, Y Facciones vertiginosas oyen lejos su rabia. III Pero cuando todos los lmites del infierno que Flegeton rodea arden, el amor, fuerte como la Muerte, al Poeta condujo, a las naciones plidas de los muertos, que sonidos fueron odos, que escenas nacieron, Sobre todas las costas tristes! Destellos terribles, gritos tristes, fuegos de aquel brillo, los chillidos de infortunio, gemidos malhumorados,
gemidos huecos, Y los gritos de fantasmas! Pero escuche! l golpea la lira de oro; Y mirar! los fantasmas respiran, Mirar, el avance de formas sombras! Thy la piedra, la O Sysiphus, no se mueve, Ixion descansa sobre su rueda, Y el baile de espectros plido! Las Furias se hunden sobre sus camas de hierro, Y las serpientes cuelgan alrededor de sus cabezas.
Tengo en el pecho una jaula La lluvia quisiera ser. La lluvia mansa que cae como un rumor de manzanas en el desvn de tu infancia lejos... Y las primas jugando a casa Para el ardor del alma la lluvia fresca en el valle del silencio. Pero tengo en el pecho una jaula, en la jaula dentro un pjaro, el pjaro lleva dentro del pecho un nio cantando Tengo en el pecho una jaula, en la jaula dentro un pjaro, el pjaro lleva dentro del pecho un nio cantando, en una jaula, lo que yo canto.
me han recordado que la palabra metfora all significa tranva o metro o incluso tren esto es coges una metfora y te encuentras al otro lado de Grecia por ejemplo subes a la metfora y te vas dejas toda tristeza y alegra y otros sentimientos contradictorios-contrarios que te atormentaban all donde estabas desde haca mucho tiempo todo el mundo se va a la oficina en metfora todo el mundo se evade (para ir al campo) en metfora todo el mundo tiene una sola idea (fija) cuando se alegra o se entristece y esta se llama metfora te compras un billete para la metfora y te vas de viaje sin cuidado pero a ellos se les olvid decirme qu haces cuando la metfora est de huelga tal vez pones pies en polvorosa o lo cortas por lo sano (andando) simplemente como antes cuando la metfora no significaba transporte en comn sino tu transporte a solas de soledad en soledad
Versin al espaol por Alberto Acosta Prez y Virgilio Lpez Lemus
Esperar si es necesario durante aos La celeridad o la tardanza En la llegada del pjaro No tiene nada que ver Con la calidad del cuadro. Cuando el pjaro llega, si llega observar el ms profundo silencio esperar que el pjaro entre en la jaula y una vez que haya entrado cerrar suavemente la puerta con el pincel. Despus borrar uno a uno todos los barrotes cuidando de no tocar ninguna pluma del pjaro. Hacer acto seguido, el retrato del rbol, escogiendo la rama ms bella para el pjaro, Pintar tambin el verde follaje Y la frescura del viento, El polvillo del sol y el ruido de los bichos de la hierva en el calor estival y despus esperar que el pjaro se decida a cantar. Si el pjaro no canta, mala seal, Seal de que el cuadro es malo, Pero si canta es buena seal, Seal de que podis firmar. Entonces arrancadle delicadamente una pluma al pjaro Y escribid vuestro nombre En un ngulo del cuadro.
ni su voz suena dulce en nuestro odo. Antes le era grato; en aquel tiempo a nadie le toc poder amar con tal fidelidad. Fuimos motivo de envidia; no me habr abrumado algn dios? O la hierba nos separa, recogida en cimas prometeicas? Ya no soy el que era: un largo camino muda a los enamorados. Cun grande amor huy en poco tiempo! Ahora, por vez primera, solitario, soy obligado a conocer las largas noches y a que sea, yo mismo, a mis odos, molesto. Feliz quien pudo llorar junto a su amada presente: mucho goza Amor en las lgrimas derramadas; o si, despreciado, pudo cambiar sus amores, tambin hay gozos en la cambiada esclavitud. A m no me es posible amar a otra o desistir de sta; Cintia fue mi primer amor, Cintia ser el ltimo.
Traduccin: J. Ferrat
Ay! es cierto! Es la voz! Las flores no respiran. Un soplo errante les arrebata su aroma al pasar, y ese suspiro no pidi nunca gracia para ellas
a los inviernos destructores. Y, sin embargo, tiene tanta ternura la belleza de las flores! Ser posible que no tengan amor? No las veis cmo se tienden al calor y se vuelven hacia la luz? La ligera risa del alba, que es su madre y su amiga, despabila su sueo. No habr causado a la menos dormida de todas una sensacin de despertar? No concebs el alma liberada de ideas, un corazn completamente puro, unos labios que slo se dirigen a la llama, unas flores que slo buscan el azul? En la convalecencia, cuando vivimos como ellas, dejndonos en las manos de Dios, el ms discreto saludo del sol a las pupilas nos hace sonrer. Cuando la vida nos entorna sus puertas, las plantas son nuestras hermanas, y entonces comprendemos el hermtico sueo de las rosas y sus vagas dulzuras. Por dbiles que estemos, sentimos la dulzura de seguir vegetando, y de dar gracias a un amigo ignorado por aquel beso recibido. Lo mismo ocurre con las flores. Esos frgiles seres tienen tambin caprichos, y en su efmera vida hay horas agradables. No desconocen los placeres. La planta, resignada, ama el lugar en que su pie descansa, y bendice el camino, feliz por abrirse a todo lo qua la acaricia, y por perfumar la mano; por hacer una visita intercambiando un sueo en alas del aire mensajero, y por ofrecer llorando lo mejor de su savia a un amante verstil;
por decir: Tmame: yo lo har ms bonita, nia que puedes correr; en tus mano podr viajar, aunque haya de morir despus. Quiero ir al baile y reinar lnguidamente en un hermoso bcaro. Ver el mundo, agradarle y acabar en un xtasis, a la sombra, prendida sobre un corazn.
Versin de Max Grillo
Este es nuestro pas: Aqu estamos desde el alba de la existencia. Aqu hemos jugado, amado, escrito versos. Estamos tan arraigados en sus bahas cual la hierba del mar. Estamos arraigados en su historia, en su menudo plan, en sus olivos, en su trigo amarillo. Estamos arraigados en su sentir. Seguiremos en Marzo y en Abril. Seguiremos, como la talla sobre sus cruces. Seguiremos en su noble Profeta, en su Alqorn. En los diez Mandamientos. 6 Lo que hay entre nosotros y vosotros no termina en un ao. Ni en cinco, diez, o mil. Largas como el ayuno son las batallas por la libertad. Seguiremos encima de vuestros pechos como el golpe de cincel sobre el mrmol. Seguiremos en el sonar de los desages, las alas de la trtola. Seguiremos en la memoria del sol y los cuadernos de los das. Seguiremos en la diablura de los nios y el garabateo de las plumas. Seguiremos en los mapas de colores. Seguiremos en la poesa de Imrul-Qays y en la poesa de Abu-Tammm. Seguiremos en los labios de. quienes amamos. Seguiremos en la articulacin de las palabras.
Traduccin: Dr. Pedro Martnez Montvez
Refugio de pjaros nocturnos, en la hora ms alta resuena en un batir de alas veloces. Tambin mi corazn tiene su nido suspendido en la sombra, una voz; tambin ausculta la noche.
Traduccin de Carlos Viola Soto
De la viruela hidrpica al estrago El venturoso antdoto opona. La esposa dcil del celoso toro De este precioso don fue enriquecida, Y en las copiosas fuentes le guardaba, Donde su leche cndida a raudales Dispensa a tantos alimento y vida. Jenner lo revelaba a los mortales. Las madres desde entonces Sus hijos a su seno Sin susto de perderlos estrecharon, Y desde entonces la doncella hermosa No tembl que estragase este veneno Su tez de nieve y su color de rosa. A tan inmenso don agradecida La Europa toda en ecos de alabanza Con el nombre de Jenner se recrea; y ya en su exaltacin eleva altares Donde, a par de sus genios tutelares, Siglos y siglos adorar le vea. De tanta gloria a la radiante lumbre, En noble emulacin llenando el pecho, Alz la frente un espaol: No sea, Clam, que su magnnima costumbre En tan grande ocasin mi patria olvide. El don de la invencin es de fortuna,
Ccele all un ingls; Espaa ostente Su corazn esplndido y sublime, Y d a su majestad mayor decoro Llevando este tesoro Donde con ms violencia el mal oprime. Yo volar; que un numen me lo manda; Yo volar: del frvido Ocano Arrostrar la furia embravecida, Y en medio de la Amrica infestada Sabr plantar el rbol de la vida. Dijo; y apenas de su labio ardiente Estos ecos benficos salieron, Cuando tendiendo al aire el blando lino, Ya en el puerto la nave se agitaba Por dar principio a tan feliz camino. Lnzase el argonauta a su destino. Ondas del mar, en plcida bonanza Llevad ese depsito sagrado Por vuestro campo lquido y sereno; De mil generaciones la esperanza
cual los del tiempo antiguo, labra sus heredades, olvidado el logrero enemigo. Ni el arma en los reales le despierta, ni tiembla en la mar brava. Huye la plaza y la soberbia puerta de la ambicin esclava. Su gusto es oponer la vid crecida el lamo ajuntada, o contemplar cal pace, desparcida al valle su vacada. Y poda el ramo intil y lo injiere en su vez el extrao o castra sus colmenas, o si quiere tresquila su rebao. Pues cuando el Padre Otoo muestra fuera, la su frente galana, Con cunto gozo coge la alta pera y uvas como grana y a ti, sacro Silvano, las presenta que guardas el ejido ! Debajo un roble antiguo ya se asienta ya en el prado florido. El agua en las acequias corre y cantan los pjaros sin dueo. Las fuentes al murmullo que levantan despiertan dulce sueo, y que el ao cubre campos y cerros con nieve y con heladas o lanza el jabal con muchos perros, en las redes paradas, O los golosos tordos, o con liga o con red engaosa, o la extranjera grulla en lazo obliga, que es presa deleitosa.
Con esto Quin del pecho no desprende cuanto al amor se pasa? Pues qu, si la mujer honesta entiende los hijos y la casa? Cual hace la sabina o calabresa de andar al sol tostada y ya que viene el amo enciende apriesa la lea no mojada, Y ataja los zarzos , los ganados y ordea luego, y pone mil manjares no comprados y el vino como el fuego. Ni me sern los rombos ms sabrosos, ni las ostras, ni el mero, si algunos con levantes furiosos nos da el invierno fiero. Ni el pavo caer por mi garganta , ni el francoln greciano, ms dulce que oliva, que quebranta la labradora mano. La malva la romanza enamorada del vicioso prado, la oveja en el disanto degollada el cordero quitado al lobo y mientras como, ver corriendo cual ovejas vienen, ver arar los bueyes que volviendo apenas se sostienen, ver de esclavillos el hogar cercado enjambre de riqueza. As dispuesto un cambio ya al arado loaba la pobreza. Ayer puso sus ditas todas cobro, mas hoy ya torna al logro.
Traduccin: Fray Lus de Len
ORILLA DEL CORAZN No ests ah, qu har? Trazas de tiza del amor. Hasta la muerte, Hasta la vida -todo ello es idntico. Cundo alcanzaremos t y yo la orilla del corazn? Lejos floto, da y noche -contigo. Las hojas cambian, brotan flores -sobre la orilla del corazn.
Traduccin de Carlos Bedoya
Ramayana (El)
Mientras se iban desarrollando estas cosas, Rama, el Kakutsthida, le dijo a Vibdhishana: Ocpate de procurarme un pronto regreso a mi ciudad. El camino a Ayodhy es muy difcil de recorrer. A lo que respondi Vibhishana: Hijo de monarca de la Tierra, yo cuidar que te conduzcan a tu ciudad. Hay un carro llamado Pushpaka, carro incomparable, resplandeciente como el Sol y que marcha por s mismo. Montado sobre ese carro, sers conducido por l, sin inquietud, hasta Ayodhya. Tras estas palabras Vibhishana llam urgentemente al carro parecido al Sol acompaado por su hermano y por ilustre videhana, encendida de rubor, el rgida, ya montado, le dijo a Sugriva: Apresrate a subir en el carro con tus generales, Sugriva. Sube tambin con tus ministros, Vibhishana, monarca de los rakshsas. Al instante, Sugriva con los reyes de los simios, y Vibhishana con sus ministros, llenos de alegra,
montaron en el gran carro Pushpaka. Cuando todos estuvieron embarcados, Rama orden al vehculo que partiese y el incomparable carro de Kurevase se elev hacia el mismo seno de los cielos. El carro volaba como una gran nube empujada por los vientos. Desde all paseando su mirada por doquier, el guerrero descendiente de Ragh, dijo a Sita la mithiliana, la del rostro bello como el astro de la noche: Mira, ya veo el palacio de mi madreAyodhy! Inclnate ante ella, Sita, mi videhana, hete aqu de regreso! Apenas la muchedumbre, presurosa, les vio llegar como un segundo sol y con tan rpida marcha, el aire fue rasgado con potentes gritos de alegra, lanzados por ancianos, mujeres y nios. Todos gritaban: Aqu est Rama! Bharata, pasando de la tristeza a la alegra, se acerc, con las manos juntas y honr a Rama: S bien venido, pronunci, con respeto que le mereca su hermano. Pero ste se apresur a alzarlo, lo apret contra su pecho y lo estrech entre sus brazos con alegra
inmensidades de emocin decoloran la imaginacin pero ser la muerte ahora una refutacin del nacimiento ahora la tierra es el infierno pero la mente habla de cielo qu estacin pita el tren de mi pensamiento a travs de los muertos oscuros interiores de la noche arrastrndose por tneles sin luz a cada extremo de un argumento yo rod creacin abajo & abrogu / rogu la pregunta original cuando los sietes colisionan en el doble relmpago negro de luz & tambor ruedo fuera del muro humano el reino del clan se vino abajo esa es el ideal / sueo pero cul realidad en la lluvia de un brillo cambiado al color de mi carne & sangre noche blanca al travs voy con temor & me vuelvo de un negro tan parco que apenas puedo tomar un arco golpeo mi propio psicoanlisis hasta un estado de parlisis He tratado de estar aislado de la enfermedad que siento pero el odio viene a travs de las brechas en mi arca de No
Hoy por ti y maana por mi. Jntate a los buenos y sers uno de ellos. La codicia rompe el saco. La culpa del asno no se ha de echar a la albarda. La diligencia es madre de la buena ventura; y la pereza, su contraria. La prolijidad suele engendrar el fastidio. Las gracias y los donaires no asientan sobre ingenios torpes. Las iras de los amantes suelen parar en maldiciones. Las necedades del rico por sentencias pasan en el mundo. Ms sabe el necio en su casa que el cuerdo en la ajena. Ms vale al que Dios ayuda que al que mucho madruga. Ms vale el buen nombre que las muchas riquezas. Ms vale salto de mata que ruego de hombres buenos. Ms vale una toma que dos te dar. Mejor no menear el arroz aunque se pegue. Nadie diga de esta agua no beber. No es oro todo lo que reluce. No hemos conocido el bien hasta que lo hemos perdido. Ojos que no ven, corazn que no quiebra. Por el hilo se saca el ovillo. Para todo hay remedio, si no es para la muerte. Promesas de enamorados son ligeras de prometer y muy pesadas de cumplir. Querer atar las lenguas de los maldicientes es lo mismo que querer poner puertas al campo. Quien a buen rbol se arrima buena sombra le cobija. Quien busca peligro perece en l. Quien destaja no baraja. Quitada la causa se quita el pecado. Se templado en el beber, considerando que el vino demasiado ni guarda secreto ni cumple palabra. Si da el cntaro en la piedra o la piedra en el cntaro, mal para el cntaro. Suele caerse la paciencia cuando la cargan de injurias. Tanto se pierde por carta de ms como por carta de menos. Tanto vales cunto tienes. Todo mal nace de la ociosidad, cuyo remedio es la ocupacin honesta y continua. Todos los duelos con pan son menos. Todos los gatos son pardos. Tripas llevan pies, que no pies a tripas. Tripas llevan pies, que no pies a las tripas. Un abismo llama a otro y un pecado a otro pecado. Vyase el muerto a la sepultura y el vivo a la hogaza.
Vendrn por lana y saldrn trasquilados. Vendrn por lana y volvern trasquilados.
te entiende.
II Matinales muchachas le dan al crisantemo su dorada alegra. Pero muere la tarde y la flor languidece como la dbil muchacha.
III Son hermosas y tristes pagodas . Son rboles gigantes que se han muerto y la luz en sus brazos los sostiene.
IV La gaviota vuela sobre el ro, pero su corazn est en el mar. Gritando baja a veces a buscarlo.
VI Esta vieja espada curva y ancha de hoja como un breve ro, no ser un cometa que perdi su rbita y la hall en la guerra
VII Tiene dentro el marfil tanto silencio, que, al labrarlo, el artfice piensa que se qued solo en el mundo.
VIII Es alimento, es casa, es herramienta. Andamio y bculo a la vez . No hay ms fecundo amigo que el bamb.
de seda reluciente.
tener que venir a implorarte. Ten piedad de sus hermanitas, parecidas a l y a las que has hecho tragar veneno y coliquntida. Hay entre ellas algunas que ya se dan cuenta, y temo que el llanto las ciegue. Pero las dems an no comprenden nada y no abren la boca sino para mamar.
Traduccin: Emilio garca Gmez
el firmamento, en el que nos disolvemos, sabe a nosotros? De veras los ngeles recapturan solamente lo suyo, lo que han irradiado, o a veces, como por descuido, hay algo nuestro en todo ello? Estamos tan entremezclados en sus facciones, como la vaga expresin en los rostros de las mujeres preadas? Ellos no lo advierten en el torbellino de su regreso a s mismos. (Cmo habran de advertirlo?). Los amantes podran, si lo comprendieran, hablar extraamente en el aire nocturno. Pues parece que todo nos oculta. Mira, los rboles son; las casas que habitamos permanecen todava. Slo nosotros pasamos de largo sobre todas las cosas como un cambio de vientos. Y todo se une para acallarnos, mitad por vergenza quizs, y mitad por esperanza indecible. Amantes, a ustedes, satisfechos el uno en el otro, les pregunto por nosotros. Ustedes, los que se aferran a s mismos. Tienen pruebas? Miren, me ha ocurrido que mis manos se reconozcan entre s, o que mi rostro ajado se refugie en ellas. Eso me da cierta sensacin. Pero quin, slo por eso, se atrevi a creer que de veras es? Sin embargo ustedes, los que crecen el uno en el arrobo del otro, hasta que l suplica, abrumado: "Basta"; ustedes, los que crecen, bajo sus recprocas manos, ms exuberantes, como aos de grandes uvas; los que mueren a veces, slo porque el otro se ha expandido demasiado; a ustedes les pregunto por nosotros. S que se tocan tan dichosamente porque la caricia retiene, porque no desaparece el sitio que ustedes, los tiernos, ocupan; porque, debajo de todo ello, ustedes sienten la duracin pura. Ustedes, de sus abrazos, por ello, casi se prometen eternidad. Sin embargo, cuando ya se han sostenido el sobresalto de la primera mirada, y ya ocurrieron las ansias junto a la ventana y del primer paseo juntos, una vez, por el jardn: Ustedes, amantes, siguen todava entonces siendo los mismos? Cuando el uno alza al otro hasta su boca y se unen -bebida con bebida-: oh, de qu manera tan extraa el bebedor entonces se escapa de su funcin! No se asombraron ustedes, en las estelas ticas*,
de la prudencia de los gestos humanos? El amor y la despedida, no fueron puestos demasiado ligeramente sobre los hombros, como si se tratara de seres hechos de otra materia que nosotros? Recuerden las manos, cmo se posan sin presin, aunque hay vigor en los torsos. Estos dueos de s mismos lo saban: Hasta aqu, nosotros; esto es lo nuestro, tocarnos as; que los dioses nos aprieten con mayor fuerza. Pero eso es cosa de los dioses. Si nosotros encontrramos tambin una pura, contenida, estrecha, humana franja de huerto, nuestra, entre ro y roca. Pues nuestro propio corazn nos excede tanto como a aqullos. Y ya no podemos mirarlo a travs de imgenes que lo sosieguen, ni a travs de cuerpos divinos, en los que se contenga ms.
*Una
estela funeraria en la que Eurdice se despide de Orfeo: ella apenas le roza el hombro, l apenas le toca la mano
con la punta de los dedos; las expresiones de ambos, a pesar de la tragedia, son contenidas y serenas. Rilke la vio en Npoles. Traduccin: Jos Joaqun Blanco.
lo que es exactamente el trabajo entre la futilidad y el orgullo. El sonoro vaivn del pndulo tena la resonancia de un tambor en la noche, como si ritmara una marcha de soldados somnolientos entre dos batallas.
All habl el rey don Juan, bien oiris lo que deca: Si t quisieses, Granada, contigo me casara; darte en arras y dote a Crdoba y a Sevilla. Casada soy, rey don Juan, casada soy, que no viuda; el moro que a m me tiene, muy grande bien me quera.
calledes, Urraca Hernando, que si un hijo me han muerto, ah me quedaban cuatro. No muri por las tabernas ni a las tablas jugando, mas muri sobre Zamora, vuestra honra resguardando
Romancero viejo
Ay de mi Alhama! Cartas le fueron venidas que Alhama era ganada; las cartas ech en el fuego y al mensajero matara. Ay de mi Alhama! Descabalga de una mula y en un caballo cabalga, por el Zacatn arriba subido se haba al Alhambra. Ay de mi Alhama! Como en el Alhambra estuvo, al mismo punto mandaba que se toquen sus trompetas, sus aafiles de plata. Ay de mi Alhama! Y que las cajas de guerra apriesa toquen al arma, porque lo oigan sus moros, los de la Vega y Granada. Ay de mi Albama! Los moros, que el son oyeron que al sangriento Marte llama, uno a uno y dos a dos juntado se ha gran batalla. Ay de mi Alhama! All habl un moro viejo, de esta manera hablara: -Para qu nos llamas, rey, para qu es esta llamada? Ay de mi Alhama! Habis de saber, amigos, una nueva desdichada, que cristianos de braveza ya nos han ganado Alhama. Ay de mi Alhama! All habl un a1faqu de barba crecida y cana: Bien se te emplea, buen rey, buen rey, bien se te empleara.
Ay de mi Alhama! Mataste los Bencerrajes, que eran la flor de Granada; cogiste los tornadizos de Crdoba la nombrada. Ay de mi Alhama! Por eso mereces, rey, una pena muy doblada: que te pierdas t y el reino y aqu se pierda Granada. Ay de mi Alhama!
Romancero viejo
Romance de la loba parda Estando yo en la mi choza pintando la mi cayada, las cabrillas altas iban y la luna rebajada; mal barruntan las ovejas, no paran en la majada. Vide venir siete lobos por una oscura caada. Venan echando suertes cul entrar a la majada; le toc a una loba vieja, patituerta, cana y parda, que tena los colmillos como punta de navaja. Dio tres vueltas al redil y no pudo sacar nada; a la otra vuelta que dio, sac la borrega blanca, hija de la oveja churra, nieta de la orejisana, la que tenan mis amos para el domingo de Pascua. Aqu, mis siete cachorros, aqu, perra trujillana, aqu, perro el de los hierros, a correr la loba parda! Si me cobris la borrega, cenaris leche y hogaza; y si no me la cobris, cenaris de mi cayada. Los perros tras de la loba las uas se esmigajaban; siete leguas la corrieron por unas sierras muy agrias. Al subir un cotarrito la loba ya va cansada: Tomad, perros, la borrega, sana y buena como estaba. No queremos la borrega, de tu boca alobadada, que queremos tu pelleja pa' el pastor una zamarra; el rabo para correas, para atacarse las bragas; de la cabeza un zurrn, para meter las cucharas; las tripas para vihuelas para que bailen las damas. Romance del gran llanto que Don Gonzalo Gustios hizo all en Crdoba Prtese el moro Alicante vspera de San Cebrin; ocho cabezas llevaba, todas de hombres de alta sangre.
Sbelo el rey Almanzor, a recebrselo sale; aunque perdi muchos moros piensa en esto bien ganar. Mandara hacer un tablado para mejor los mirar; mand traer un cristiano que estaba en captividad, como ante s lo trujeron empezle de hablar: djole: -Gonzalo Gustos, mira quien conocers; que lidiaron mis poderes en el campo de Almenar, sacaron ocho cabezas, todas son de gran linaje. Respondi Gonzalo Gustos: Presto os dir la verdad. Y limpindoles la sangre asaz se fuera a turbar; dijo llorando agramente: Conzcolas por mi mal! La una es de mi carillo; las otras me duelen ms, de los Infantes de Lara son, mis hijos naturales. As razona con ellas como si vivos hablasen: Slveos Dios, Nuo Salido, el mi compadre leal!, adnde son los mis hijos que yo os quise encomendar? Mas perdonadme, compadre, no he por qu os demandar, muerto sois como buen ayo, como hombre muy de fiar. Tomara otra cabeza del hijo mayor de edad: Oh hijo Diego Gonzlez, hombre de muy gran bondad, del conde Garci Fernndez alfrez el principal, a vos amaba yo mucho, que me habades de heredar. Alimpindola con lgrimas volvirala a su lugar. Y toma la del segundo, don Martn que se llamaba: Dios os perdone, el mi hijo, hijo que mucho preciaba; jugador de tablas erais el mejor de toda Espaa; mesurado caballero, muy bien hablabais en plaza! Y dejndola llorando la del tercero tomaba: Hijo don Suero Gonzlez, todo el mundo os estimaba; el rey os tuviera en mucho, slo para la su caza! Ruy Velzquez, vuestro to, malas bodas os depara; a vos os llev a la muerte, a m en cautivo dejaba! Y tomando la del cuarto lasamente la miraba: Oh, hijo Fernn Gonzlez, (nombre del mejor de Espaa, del buen conde de Castilla, aquel que vos baptizara), matador de oso y de puerco, amigo de gran compaa; nunca con gente de poco os vieran en alianza! Tom la de Ruy Gonzlez, al corazn la abrazaba: Hijo mo, hijo mo, quin como vos se hallara; gran caballero esforzado, muy buen bracero a ventaja; vuestro to Ruy Velzquez tristes bodas ordenara! Y tomando otra cabeza, los cabellos se mesaba: Oh, hijo Gustios Gonzlez, habades buenas maas, no dijrades mentira, ni por oro ni por plata, animoso, buen guerrero, muy gran heridor de espada, que a quien dbades de lleno tullido o muerto quedaba! Tomando la del menor el dolor se le doblaba: -Hijo Gonzalo Gonzlez, los ojos de doa Sancha! Qu nuevas irn a ella que a vos ms que a todos ama! Tan apuesto de persona, decidor bueno entre damas, repartidor en su haber, aventajado en la lanza! Mejor fuera la mi muerte que ver tan triste jornada!
Al duelo que el viejo hace, toda Crdoba lloraba. El rey Almanzor, cuidoso, consigo se lo llevaba y mandaba a una morica lo sirviese muy de gana. Esta le torna en prisiones y con amor le curaba; hermana era del rey, doncella moza y lozana; con sta Gonzalo Gustios vino a perder la su saa, que de ella le naci un hijo que a los hermanos vengara. Romance del infante vengador Helo, helo por do viene el infante vengador, caballero a la jineta en un caballo corredor, su manto revuelto al brazo, demudada la color, y en la su mano derecha un venablo cortador; con la punta del venablo sacaran un arador, siete veces fue templado en la sangre de un dragn y otras tantas afilado porque cortase mejor, el hierro fue hecho en Francia, y el asta en Aragn. Perfilndoselo iba en las alas de su halcn. Iba buscar a don Cuadros, a don Quadros, el traidor. All le fuera a hallar junto al emperador, la vara tiene en la mano, que era justicia mayor. Siete veces lo pensaba si lo tirara o no y al cabo de las ocho el venablo le arroj; por dar al dicho don Cuadros, dado ha al emperador, pasado le ha manto y sayo, que era de un tornasol, por el suelo ladrillado ms de un palmo lo meti. All le habl el rey, bien oiris lo que habl: Por qu me tiraste, infante? Por qu me tiras, traidor? Perdneme tu alteza, que no tiraba a ti, no, tiraba al traidor de Cuadros, ese falso engaador, que siete hermanos tena no ha dejado si a m, no. Por eso delante de ti, buen rey, lo desafo yo. Todos fan a don Cuadros y al infante no fan, no, sino fuera una doncella, hija es del emperador, que los tom por la mano y en el campo los meti. A los primeros encuentros Cuadros en tierra cay. Aperase el infante, la cabeza le cort y tomrala en su lanza y al buen rey la present. De que aquesto vido el rey con su hija le cas. Romance del juramento que tomo el Cid al Rey Don Alonso En santa Gadea de Burgos, do juran los hijosdalgo, all le toma la jura el Cid al rey castellano. Las juras eran tan fuertes que al buen rey ponen espanto; sobre un cerrojo de hierro y una ballesta de palo: Villanos te maten, Alonso, villanos, que no hidalgos, de las Asturias de Oviedo, que no sean Castellanos; mtente con aguijadas, no con lanzas ni con dardos;
con cuchillos cachicuernos, no con puales dorados; abarcas traigan calzadas, que no zapatos con lazo; capas traigan aguaderas, no de contray ni frisado; con camisones de estopa, no de holanda ni labrados; caballeros vengan en burras, que no en mulas ni en caballos; frenos traigan de cordel, que no cueros fogueados. Mtente por las aradas, que no en villas ni en poblado; squente el corazn por el siniestro costado; si no dijeres la verdad de lo que te fuere preguntando, si fuiste ni consentiste en la muerte de tu hermano. Jurado haba el rey que en tal nunca se ha hallado, pero all hablara el rey malamente y enojado: Muy mal me conjuras, Cid, Cid, muy mal me has conjurado; mas hoy me tomas la jura, maana me besars la mano. Por besar mano de rey no me tengo por honrado, porque la bes mi padre me tengo por afrentado. Vete de mis tierras, Cid, mal caballero probado, y no vengas ms a ellas dende este da en un ao. Plceme, dijo el buen Cid, plceme, dijo, de grado, t me destierras por uno, yo me destierro por cuatro. Ya se parte el buen Cid, sin al rey besar la mano, con trescientos caballeros, todos eran hijosdalgo, todos son hombres mancebos, ninguno no haba cano; todos llevan lanza en puo y el hierro acicalado, y llevan sendas adargas, con borlas de colorado; mas no le falt al buen Cid adonde asentar su campo Romance del moro de Antequera De Antequera sale un moro, de Antequera, aquesa villa, cartas llevaba en su mano, cartas de mensajera, escritas iban con sangre, y no por falta de tinta, el moro que las llevaba ciento y veinte aos haba. Ciento y veinte aos el moro, de doscientos pareca, la barba llevaba blanca muy larga hasta la cinta, con la cabeza pelada la calva le reluca; toca llevaba tocada, muy grande precio vala, la mora que la labrara por su amiga la tena. Caballero en una yegua que grande precio vala, no por falta de caballos, que hartos l se tena; alhareme en su cabeza con borlas de seda fina. Siete celadas le echaron, de todas se escabulla; por los cabos de Archidona a grandes voces deca: Si supieres, el rey moro, mi triste mensajera mesaras tus cabellos y la tu barba vellida. Tales lstimas haciendo llega a la puerta de Elvira; vase para los palacios donde el rey moro viva. Encontrado ha con el rey que del Alhambra sala con doscientos de a caballo, los mejores que tena. Ante el rey, cuando le halla, tales palabras deca:
Mantenga Dios a tu alteza, salve Dios tu seora. Bien vengas, el moro viejo, das ha que te atenda. Qu nuevas me traes, el moro, de Antequera esa mi villa? No te las dir, el buen rey, si no me otorgas la vida. Dmelas, el moro viejo, que otorgada te sera. Las nuevas que, rey, sabrs no son nuevas de alegra: que ese infante don Fernando cercada tiene tu villa. Muchos caballeros suyos la combaten cada da: aquese Juan de Velasco y el que Henrquez se deca, el de Rojas y Narvez, caballeros de vala. De da le dan combate, de noche hacen la mina; los moros que estaban dentro cueros de vaca coman, si no socorres, el rey, tu villa se perdera Romance del reto a los zamoranos Ya cabalga Diego Ordez, del real se haba salido de dobles piezas armado y un caballo morcillo; va a reptar los zamoranos por la muerte de su primo, que mat Vellido Dolfos, hijo de Dolfos Vellido. Yo os riepto, los zamoranos, por traidores fementidos, riepto a todos los muertos y con ellos a los vivos, riepto hombres y mujeres, los por nacer y nacidos, riepto a todos los grandes, a los grandes y a los chicos, a las carnes y pescados y a las aguas de los ros. All habl Arias Gonzalo, bien oiris lo que hubo dicho: Qu culpa tienen los viejos? qu culpa tienen los nios? qu merecen las mujeres y los que no son nacidos? por qu rieptas a los muertos, los ganados y los ros? Bien sabis vos, Diego Ordez, muy bien lo tenis sabido, que aquel que riepta a concejo debe de lidiar con cinco. Ordez le respondi: Traidores heis todos sido. Romance del Rey Moro que perdi Valencia Helo, helo por do viene el moro por la calzada, caballero a la jineta encima una yegua baya, borcegues marroques y espuela de oro calzada, una adarga ante los pechos y en su mano una azagaya. Mirando estaba Valencia, como est tan bien cercada: Oh, Valencia, oh Valencia, de mal fuego seas quemada! Primero fuiste de moros que de cristianos ganada. Si la lanza no me miente, a moros sers tornada; aquel perro de aquel Cid prenderlo por la barba, su mujer, doa Jimena, ser de m cautivada, su hija, Urraca Hernando, ser mi enamorada, despus de yo harto de ella la entregar a mi compaa. El buen Cid no est tan lejos, que todo bien lo escuchaba. Venid vos ac, mi hija, mi hija doa Urraca;
dejad las ropas continas y vestid ropas de pascua. Aquel moro hi de perro detendmelo en palabras, mientras yo ensillo a Babieca y me cio la mi espada. La doncella, muy hermosa, se par a una ventana; el moro, desque la vido, de esta suerte le hablara: Al te guarde, seora, mi seora doa Urraca. As haga a vos, seor, buena sea vuestra llegada. Siete aos ha, rey, siete, que soy vuestra enamorada. Otros tantos ha, seora, que os tengo dentro en mi alma. Ellos estando en aquesto el buen Cid que se asomaba. Adis, adis, mi seora, la mi linda enamorada, que del caballo Babieca yo bien oigo la patada. Do la yegua pone el pie, Babieca pone la pata. All hablar el caballo bien oiris lo que hablaba: Reventar deba la madre que a su hijo no esperaba! Siete vueltas la rodea alrededor de una jara; la yegua, que era ligera, muy adelante pasaba hasta llegar cabe un ro adonde una barca estaba. El moro, desque la vido, con ella bien se holgaba, grandes gritos da al barquero que le allegase la barca; el barquero es diligente, tvosela aparejada, embarc muy presto en ella, que no se detuvo nada. Estando el moro embarcado, el buen Cid que lleg al agua, y por ver al moro en salvo, de tristeza reventaba; mas con la furia que tiene, una lanza le arrojaba, y dijo: Recoged, mi yerno, arrecogedme esa lanza, que quizs tiempo vendr que os ser bien demandada. Romance del Rey Don Sancho Rey don Sancho, rey don Sancho!, no digas que no te aviso, que de dentro de Zamora un alevoso ha salido; llmase Vellido Dolfos, hijo de Dolfos Vellido, cuatro traiciones ha hecho, y con esta sern cinco. Si gran traidor fue el padre, mayor traidor es el hijo. Gritos dan en el real: A don Sancho han mal herido! Muerto le ha Vellido Dolfos, gran traicin ha cometido! Desque le tuviera muerto, metiose por un postigo, por las calle de Zamora va dando voces y gritos: Tiempo era, doa Urraca, de cumplir lo prometido. La venganza de Mudarra A cazar va don Rodrigo, y aun don Rodrigo de Lara: con la grande siesta que hace arrimdose ha a una haya, maldiciendo a Mudarrillo, hijo de la renegada, que si a las manos le hubiese, que le sacara el alma. El seor estando en esto, Mudarrillo que asomaba. Dios te salve, caballero, debajo la verde haya.
As haga a ti, escudero, buena sea tu llegada. Dgasme t, el caballero, cmo era la tu gracia? A m dicen don Rodrigo, y aun don Rodrigo de Lara, cuado de Gonzalo Gustos, hermano de doa Sancha; por sobrinos me los hube los siete infantes de Salas; espero aqu a Mudarrillo, hijo de la renegada; si delante lo tuviese, yo le sacara el alma. Si a ti te dicen don Rodrigo, y aun don Rodrigo de Lara, a m Mudarra Gonzlez, hijo de la renegada; de Gonzalo Gustos hijo y anado de doa Sancha; por hermanos me los hube los siete infantes de Salas. T los vendiste, traidor, en el val de Arabiana, mas si Dios a m me ayuda, aqu dejars el alma. Espresme, don Gonzalo, ir a tomar las mis armas. El espera que t diste a los infantes de Lara, aqu morirs, traidor, enemigo de doa Sancha. Romance sexto - El reino perdido Las huestes de don Rodrigo desmayaban y huan cuando en la octava batalla sus enemigos vencan. Rodrigo deja sus tiendas y del real se sala, solo va el desventurado, sin ninguna compaa; el caballo de cansado ya moverse no poda, camina por donde quiera sin que l le estorbe la va. El rey va tan desmayado que sentido no tena; muerto va de sed y hambre, de velle era gran mancilla; iba tan tinto de sangre que una brasa pareca. Las armas lleva abolladas, que eran de gran pedrera; la espada lleva hecha sierra de los golpes que tena; el almete de abollado en la cabeza se hunda; la cara llevaba hinchada del trabajo que sufra. Subise encima de un cerro, el ms alto que vea; desde all mira su gente cmo iba de vencida; de all mira sus banderas y estandartes que tena, cmo estn todos pisados que la tierra los cubra; mira por los capitanes, que ninguno paresca; mira el campo tinto en sangre, la cual arroyos corra. l, triste de ver aquesto, gran mancilla en s tena, llorando de los sus ojos desta manera deca: Ayer era rey de Espaa, hoy no lo soy de una villa; ayer villas y castillos, hoy ninguno posea; ayer tena criados y gente que me serva, hoy no tengo ni una almena, que pueda decir que es ma. Desdichada fue la hora, desdichado fue aquel da en que nac y hered la tan grande seora, pues lo haba de perder todo junto y en un da! Oh muerte!, por qu no vienes y llevas esta alma ma de aqueste cuerpo mezquino, pues se te agradecera?. Romancero viejo
Romance nuevamente rehecho de la fatal desenvoltura de la cava Florinda De una torre de palacio se sali por un postigo la Cava con sus doncellas con gran fiesta y regocijo. Metironse en un jardn cerca de un espeso ombro de jazmines y arrayanes, de pmpanos y racimos. Junto a una fuente que vierte por seis caos de oro fino cristal y perlas sonoras entre espadaas y lirios, reposaron las doncellas buscando solaz y alivio al fuego de mocedad y a los ardores de esto. Daban al agua sus brazos, y tentada de su fro, fue la Cava la primera que desnud sus vestidos. En la sombreada alberca su cuerpo brilla tan lindo que al de todas las dems como sol ha escurecido. Pens la Cava estar sola, pero la ventura quiso que entre unas espesas yedras la miraba el rey Rodrigo. Puso la ocasin el fuego en el corazn altivo, y amor, batiendo sus alas, abrasle de improviso. De la prdida de Espaa fue aqu funesto principio una mujer sin ventura y un hombre de amor rendido. Florinda perdi su flor, el rey padeci el castigo; ella dice que hubo fuerza, l que gusto consentido. Si dicen quin de los dos la mayor culpa ha tenido, digan los hombres: la Cava y las mujeres: Rodrigo. Buen Conde Fernn Gonzlez Buen conde Fernn Gonzlez, el rey enva por vos, que vayades a las cortes que se hacen en Len, que si vos all vais, conde, daros han buen galardn: daros han a Palenzuela y a Palencia la mayor, daros han las nueve villas, con ellas a Carrin; daros han a Torquemada, la torre de Mormojn; buen conde, si all no ides, daros han por traidor. All respondiera el conde y dijera esta razn: Mensajero eres, amigo; no mereces culpa, no; que yo no he miedo al rey, ni a cuantos con l son; Villas y castillos tengo, todos a mi mandar son: de ellos me dej mi padre, de ellos me ganara yo; las que me dej el mi padre pobllas de ricos hombres, las que me ganara yo pobllas de labradores; quien no tena ms que un buey, dbale otro, que eran dos; al que casaba su hija doile yo muy rico don; cada da que amanece por m hacen oracin, no la hacan por el rey, que no lo merece, no, l les puso muchos pechos y quitraselos yo.
Romancero viejo
Romance de la loba parda Estando yo en la mi choza pintando la mi cayada, las cabrillas altas iban y la luna rebajada; mal barruntan las ovejas, no paran en la majada. Vide venir siete lobos por una oscura caada. Venan echando suertes cul entrar a la majada; le toc a una loba vieja, patituerta, cana y parda, que tena los colmillos como punta de navaja. Dio tres vueltas al redil y no pudo sacar nada; a la otra vuelta que dio, sac la borrega blanca, hija de la oveja churra, nieta de la orejisana, la que tenan mis amos para el domingo de Pascua. Aqu, mis siete cachorros, aqu, perra trujillana, aqu, perro el de los hierros, a correr la loba parda! Si me cobris la borrega, cenaris leche y hogaza; y si no me la cobris, cenaris de mi cayada. Los perros tras de la loba las uas se esmigajaban; siete leguas la corrieron por unas sierras muy agrias. Al subir un cotarrito la loba ya va cansada: Tomad, perros, la borrega, sana y buena como estaba. No queremos la borrega, de tu boca alobadada, que queremos tu pelleja pa' el pastor una zamarra; el rabo para correas, para atacarse las bragas; de la cabeza un zurrn, para meter las cucharas; las tripas para vihuelas para que bailen las damas. Romance del gran llanto que Don Gonzalo Gustios hizo all en Crdoba Prtese el moro Alicante vspera de San Cebrin; ocho cabezas llevaba, todas de hombres de alta sangre. Sbelo el rey Almanzor, a recebrselo sale; aunque perdi muchos moros piensa en esto bien ganar. Mandara hacer un tablado para mejor los mirar; mand traer un cristiano que estaba en captividad, como ante s lo trujeron empezle de hablar: djole: -Gonzalo Gustos, mira quien conocers; que lidiaron mis poderes en el campo de Almenar, sacaron ocho cabezas, todas son de gran linaje. Respondi Gonzalo Gustos: Presto os dir la verdad. Y limpindoles la sangre asaz se fuera a turbar; dijo llorando agramente: Conzcolas por mi mal! La una es de mi carillo; las otras me duelen ms, de los Infantes de Lara son, mis hijos naturales. As razona con ellas como si vivos hablasen: Slveos Dios, Nuo Salido, el mi compadre leal!, adnde son los mis hijos que yo os quise encomendar? Mas perdonadme, compadre, no he por qu os demandar, muerto sois como buen ayo, como hombre muy de fiar.
Tomara otra cabeza del hijo mayor de edad: Oh hijo Diego Gonzlez, hombre de muy gran bondad, del conde Garci Fernndez alfrez el principal, a vos amaba yo mucho, que me habades de heredar. Alimpindola con lgrimas volvirala a su lugar. Y toma la del segundo, don Martn que se llamaba: Dios os perdone, el mi hijo, hijo que mucho preciaba; jugador de tablas erais el mejor de toda Espaa; mesurado caballero, muy bien hablabais en plaza! Y dejndola llorando la del tercero tomaba: Hijo don Suero Gonzlez, todo el mundo os estimaba; el rey os tuviera en mucho, slo para la su caza! Ruy Velzquez, vuestro to, malas bodas os depara; a vos os llev a la muerte, a m en cautivo dejaba! Y tomando la del cuarto lasamente la miraba: Oh, hijo Fernn Gonzlez, (nombre del mejor de Espaa, del buen conde de Castilla, aquel que vos baptizara), matador de oso y de puerco, amigo de gran compaa; nunca con gente de poco os vieran en alianza! Tom la de Ruy Gonzlez, al corazn la abrazaba: Hijo mo, hijo mo, quin como vos se hallara; gran caballero esforzado, muy buen bracero a ventaja; vuestro to Ruy Velzquez tristes bodas ordenara! Y tomando otra cabeza, los cabellos se mesaba: Oh, hijo Gustios Gonzlez, habades buenas maas, no dijrades mentira, ni por oro ni por plata, animoso, buen guerrero, muy gran heridor de espada, que a quien dbades de lleno tullido o muerto quedaba! Tomando la del menor el dolor se le doblaba: -Hijo Gonzalo Gonzlez, los ojos de doa Sancha! Qu nuevas irn a ella que a vos ms que a todos ama! Tan apuesto de persona, decidor bueno entre damas, repartidor en su haber, aventajado en la lanza! Mejor fuera la mi muerte que ver tan triste jornada! Al duelo que el viejo hace, toda Crdoba lloraba. El rey Almanzor, cuidoso, consigo se lo llevaba y mandaba a una morica lo sirviese muy de gana. Esta le torna en prisiones y con amor le curaba; hermana era del rey, doncella moza y lozana; con sta Gonzalo Gustios vino a perder la su saa, que de ella le naci un hijo que a los hermanos vengara. Romance del infante vengador Helo, helo por do viene el infante vengador, caballero a la jineta en un caballo corredor, su manto revuelto al brazo, demudada la color, y en la su mano derecha un venablo cortador; con la punta del venablo sacaran un arador, siete veces fue templado en la sangre de un dragn y otras tantas afilado porque cortase mejor,
el hierro fue hecho en Francia, y el asta en Aragn. Perfilndoselo iba en las alas de su halcn. Iba buscar a don Cuadros, a don Quadros, el traidor. All le fuera a hallar junto al emperador, la vara tiene en la mano, que era justicia mayor. Siete veces lo pensaba si lo tirara o no y al cabo de las ocho el venablo le arroj; por dar al dicho don Cuadros, dado ha al emperador, pasado le ha manto y sayo, que era de un tornasol, por el suelo ladrillado ms de un palmo lo meti. All le habl el rey, bien oiris lo que habl: Por qu me tiraste, infante? Por qu me tiras, traidor? Perdneme tu alteza, que no tiraba a ti, no, tiraba al traidor de Cuadros, ese falso engaador, que siete hermanos tena no ha dejado si a m, no. Por eso delante de ti, buen rey, lo desafo yo. Todos fan a don Cuadros y al infante no fan, no, sino fuera una doncella, hija es del emperador, que los tom por la mano y en el campo los meti. A los primeros encuentros Cuadros en tierra cay. Aperase el infante, la cabeza le cort y tomrala en su lanza y al buen rey la present. De que aquesto vido el rey con su hija le cas. Romance del juramento que tomo el Cid al Rey Don Alonso En santa Gadea de Burgos, do juran los hijosdalgo, all le toma la jura el Cid al rey castellano. Las juras eran tan fuertes que al buen rey ponen espanto; sobre un cerrojo de hierro y una ballesta de palo: Villanos te maten, Alonso, villanos, que no hidalgos, de las Asturias de Oviedo, que no sean Castellanos; mtente con aguijadas, no con lanzas ni con dardos; con cuchillos cachicuernos, no con puales dorados; abarcas traigan calzadas, que no zapatos con lazo; capas traigan aguaderas, no de contray ni frisado; con camisones de estopa, no de holanda ni labrados; caballeros vengan en burras, que no en mulas ni en caballos; frenos traigan de cordel, que no cueros fogueados. Mtente por las aradas, que no en villas ni en poblado; squente el corazn por el siniestro costado; si no dijeres la verdad de lo que te fuere preguntando, si fuiste ni consentiste en la muerte de tu hermano. Jurado haba el rey que en tal nunca se ha hallado, pero all hablara el rey malamente y enojado: Muy mal me conjuras, Cid, Cid, muy mal me has conjurado; mas hoy me tomas la jura, maana me besars la mano. Por besar mano de rey no me tengo por honrado, porque la bes mi padre me tengo por afrentado. Vete de mis tierras, Cid, mal caballero probado, y no vengas ms a ellas dende este da en un ao.
Plceme, dijo el buen Cid, plceme, dijo, de grado, t me destierras por uno, yo me destierro por cuatro. Ya se parte el buen Cid, sin al rey besar la mano, con trescientos caballeros, todos eran hijosdalgo, todos son hombres mancebos, ninguno no haba cano; todos llevan lanza en puo y el hierro acicalado, y llevan sendas adargas, con borlas de colorado; mas no le falt al buen Cid adonde asentar su campo Romance del moro de Antequera De Antequera sale un moro, de Antequera, aquesa villa, cartas llevaba en su mano, cartas de mensajera, escritas iban con sangre, y no por falta de tinta, el moro que las llevaba ciento y veinte aos haba. Ciento y veinte aos el moro, de doscientos pareca, la barba llevaba blanca muy larga hasta la cinta, con la cabeza pelada la calva le reluca; toca llevaba tocada, muy grande precio vala, la mora que la labrara por su amiga la tena. Caballero en una yegua que grande precio vala, no por falta de caballos, que hartos l se tena; alhareme en su cabeza con borlas de seda fina. Siete celadas le echaron, de todas se escabulla; por los cabos de Archidona a grandes voces deca: Si supieres, el rey moro, mi triste mensajera mesaras tus cabellos y la tu barba vellida. Tales lstimas haciendo llega a la puerta de Elvira; vase para los palacios donde el rey moro viva. Encontrado ha con el rey que del Alhambra sala con doscientos de a caballo, los mejores que tena. Ante el rey, cuando le halla, tales palabras deca: Mantenga Dios a tu alteza, salve Dios tu seora. Bien vengas, el moro viejo, das ha que te atenda. Qu nuevas me traes, el moro, de Antequera esa mi villa? No te las dir, el buen rey, si no me otorgas la vida. Dmelas, el moro viejo, que otorgada te sera. Las nuevas que, rey, sabrs no son nuevas de alegra: que ese infante don Fernando cercada tiene tu villa. Muchos caballeros suyos la combaten cada da: aquese Juan de Velasco y el que Henrquez se deca, el de Rojas y Narvez, caballeros de vala. De da le dan combate, de noche hacen la mina; los moros que estaban dentro cueros de vaca coman, si no socorres, el rey, tu villa se perdera Romance del reto a los zamoranos
Ya cabalga Diego Ordez, del real se haba salido de dobles piezas armado y un caballo morcillo; va a reptar los zamoranos por la muerte de su primo, que mat Vellido Dolfos, hijo de Dolfos Vellido. Yo os riepto, los zamoranos, por traidores fementidos, riepto a todos los muertos y con ellos a los vivos, riepto hombres y mujeres, los por nacer y nacidos, riepto a todos los grandes, a los grandes y a los chicos, a las carnes y pescados y a las aguas de los ros. All habl Arias Gonzalo, bien oiris lo que hubo dicho: Qu culpa tienen los viejos? qu culpa tienen los nios? qu merecen las mujeres y los que no son nacidos? por qu rieptas a los muertos, los ganados y los ros? Bien sabis vos, Diego Ordez, muy bien lo tenis sabido, que aquel que riepta a concejo debe de lidiar con cinco. Ordez le respondi: Traidores heis todos sido. Romance del Rey Moro que perdi Valencia Helo, helo por do viene el moro por la calzada, caballero a la jineta encima una yegua baya, borcegues marroques y espuela de oro calzada, una adarga ante los pechos y en su mano una azagaya. Mirando estaba Valencia, como est tan bien cercada: Oh, Valencia, oh Valencia, de mal fuego seas quemada! Primero fuiste de moros que de cristianos ganada. Si la lanza no me miente, a moros sers tornada; aquel perro de aquel Cid prenderlo por la barba, su mujer, doa Jimena, ser de m cautivada, su hija, Urraca Hernando, ser mi enamorada, despus de yo harto de ella la entregar a mi compaa. El buen Cid no est tan lejos, que todo bien lo escuchaba. Venid vos ac, mi hija, mi hija doa Urraca; dejad las ropas continas y vestid ropas de pascua. Aquel moro hi de perro detendmelo en palabras, mientras yo ensillo a Babieca y me cio la mi espada. La doncella, muy hermosa, se par a una ventana; el moro, desque la vido, de esta suerte le hablara: Al te guarde, seora, mi seora doa Urraca. As haga a vos, seor, buena sea vuestra llegada. Siete aos ha, rey, siete, que soy vuestra enamorada. Otros tantos ha, seora, que os tengo dentro en mi alma. Ellos estando en aquesto el buen Cid que se asomaba. Adis, adis, mi seora, la mi linda enamorada, que del caballo Babieca yo bien oigo la patada. Do la yegua pone el pie, Babieca pone la pata. All hablar el caballo bien oiris lo que hablaba: Reventar deba la madre que a su hijo no esperaba! Siete vueltas la rodea alrededor de una jara; la yegua, que era ligera, muy adelante pasaba hasta llegar cabe un ro adonde una barca estaba.
El moro, desque la vido, con ella bien se holgaba, grandes gritos da al barquero que le allegase la barca; el barquero es diligente, tvosela aparejada, embarc muy presto en ella, que no se detuvo nada. Estando el moro embarcado, el buen Cid que lleg al agua, y por ver al moro en salvo, de tristeza reventaba; mas con la furia que tiene, una lanza le arrojaba, y dijo: Recoged, mi yerno, arrecogedme esa lanza, que quizs tiempo vendr que os ser bien demandada. Romance del Rey Don Sancho Rey don Sancho, rey don Sancho!, no digas que no te aviso, que de dentro de Zamora un alevoso ha salido; llmase Vellido Dolfos, hijo de Dolfos Vellido, cuatro traiciones ha hecho, y con esta sern cinco. Si gran traidor fue el padre, mayor traidor es el hijo. Gritos dan en el real: A don Sancho han mal herido! Muerto le ha Vellido Dolfos, gran traicin ha cometido! Desque le tuviera muerto, metiose por un postigo, por las calle de Zamora va dando voces y gritos: Tiempo era, doa Urraca, de cumplir lo prometido. La venganza de Mudarra A cazar va don Rodrigo, y aun don Rodrigo de Lara: con la grande siesta que hace arrimdose ha a una haya, maldiciendo a Mudarrillo, hijo de la renegada, que si a las manos le hubiese, que le sacara el alma. El seor estando en esto, Mudarrillo que asomaba. Dios te salve, caballero, debajo la verde haya. As haga a ti, escudero, buena sea tu llegada. Dgasme t, el caballero, cmo era la tu gracia? A m dicen don Rodrigo, y aun don Rodrigo de Lara, cuado de Gonzalo Gustos, hermano de doa Sancha; por sobrinos me los hube los siete infantes de Salas; espero aqu a Mudarrillo, hijo de la renegada; si delante lo tuviese, yo le sacara el alma. Si a ti te dicen don Rodrigo, y aun don Rodrigo de Lara, a m Mudarra Gonzlez, hijo de la renegada; de Gonzalo Gustos hijo y anado de doa Sancha; por hermanos me los hube los siete infantes de Salas. T los vendiste, traidor, en el val de Arabiana, mas si Dios a m me ayuda, aqu dejars el alma. Espresme, don Gonzalo, ir a tomar las mis armas. El espera que t diste a los infantes de Lara, aqu morirs, traidor, enemigo de doa Sancha.
Romance sexto - El reino perdido Las huestes de don Rodrigo desmayaban y huan cuando en la octava batalla sus enemigos vencan. Rodrigo deja sus tiendas y del real se sala, solo va el desventurado, sin ninguna compaa; el caballo de cansado ya moverse no poda, camina por donde quiera sin que l le estorbe la va. El rey va tan desmayado que sentido no tena; muerto va de sed y hambre, de velle era gran mancilla; iba tan tinto de sangre que una brasa pareca. Las armas lleva abolladas, que eran de gran pedrera; la espada lleva hecha sierra de los golpes que tena; el almete de abollado en la cabeza se hunda; la cara llevaba hinchada del trabajo que sufra. Subise encima de un cerro, el ms alto que vea; desde all mira su gente cmo iba de vencida; de all mira sus banderas y estandartes que tena, cmo estn todos pisados que la tierra los cubra; mira por los capitanes, que ninguno paresca; mira el campo tinto en sangre, la cual arroyos corra. l, triste de ver aquesto, gran mancilla en s tena, llorando de los sus ojos desta manera deca: Ayer era rey de Espaa, hoy no lo soy de una villa; ayer villas y castillos, hoy ninguno posea; ayer tena criados y gente que me serva, hoy no tengo ni una almena, que pueda decir que es ma. Desdichada fue la hora, desdichado fue aquel da en que nac y hered la tan grande seora, pues lo haba de perder todo junto y en un da! Oh muerte!, por qu no vienes y llevas esta alma ma de aqueste cuerpo mezquino, pues se te agradecera?. Romancero viejo Romance nuevamente rehecho de la fatal desenvoltura de la cava Florinda De una torre de palacio se sali por un postigo la Cava con sus doncellas con gran fiesta y regocijo. Metironse en un jardn cerca de un espeso ombro de jazmines y arrayanes, de pmpanos y racimos. Junto a una fuente que vierte por seis caos de oro fino cristal y perlas sonoras entre espadaas y lirios, reposaron las doncellas buscando solaz y alivio al fuego de mocedad y a los ardores de esto. Daban al agua sus brazos, y tentada de su fro, fue la Cava la primera que desnud sus vestidos. En la sombreada alberca su cuerpo brilla tan lindo que al de todas las dems como sol ha escurecido. Pens la Cava estar sola, pero la ventura quiso que entre unas espesas yedras la miraba el rey Rodrigo. Puso la ocasin el fuego en el corazn altivo,
y amor, batiendo sus alas, abrasle de improviso. De la prdida de Espaa fue aqu funesto principio una mujer sin ventura y un hombre de amor rendido. Florinda perdi su flor, el rey padeci el castigo; ella dice que hubo fuerza, l que gusto consentido. Si dicen quin de los dos la mayor culpa ha tenido, digan los hombres: la Cava y las mujeres: Rodrigo. Buen Conde Fernn Gonzlez Buen conde Fernn Gonzlez, el rey enva por vos, que vayades a las cortes que se hacen en Len, que si vos all vais, conde, daros han buen galardn: daros han a Palenzuela y a Palencia la mayor, daros han las nueve villas, con ellas a Carrin; daros han a Torquemada, la torre de Mormojn; buen conde, si all no ides, daros han por traidor. All respondiera el conde y dijera esta razn: Mensajero eres, amigo; no mereces culpa, no; que yo no he miedo al rey, ni a cuantos con l son; Villas y castillos tengo, todos a mi mandar son: de ellos me dej mi padre, de ellos me ganara yo; las que me dej el mi padre pobllas de ricos hombres, las que me ganara yo pobllas de labradores; quien no tena ms que un buey, dbale otro, que eran dos; al que casaba su hija doile yo muy rico don; cada da que amanece por m hacen oracin, no la hacan por el rey, que no lo merece, no, l les puso muchos pechos y quitraselos yo.
y que con su brazo ries porque suyo es el agravio. Bien puede ser que te corras de verte as en la mi mano, mas no te podrs correr de volver atrs un paso. Tan fuerte como tu acero me vers en campo armado; tan bueno como el primero, segundo dueo has cobrado; y cuando alguno te venza, del torpe hecho enojado, hasta la cruz en mi pecho te esconder muy airado. Vamos al campo, que es hora de dar al conde Lozano el castigo que merece tan infame lengua y mano. Determinado va el Cid, y va tan determinado, que en espacio de una hora mat al conde y fue vengado. Romance II De cmo Jimena, la hija del Conde Lozano, pide al Rey venganza Grande rumor se levanta de gritos, armas y voces en el palacio de Burgos, donde son los ricoshombres. Baj el rey de su aposento y con l toda la corte, y a las puertas del palacio hallan a Jimena Gmez, desmelenado el cabello, llorando a su padre el conde; y a Rodrigo de Vivar ensangrentado el estoque. Vieron al soberbio mozo el rostro airado se pone, de doa Jimena oyendo lo que dicen sus clamores: Justicia, buen rey, te pido y venganza de traidores; as se logren tus hijos y de tus hazaas goces, que aquel que no la mantiene de rey no merece el nombre! Y t, matador cruel, no por mujer me perdones: la muerte, traidor, te pido, no me la niegues ni estorbes, pues mataste un caballero, el mejor de los mejores. En esto, viendo Jimena que Rodrigo no responde, y que tomando las riendas en su caballo se pone, el rostro volviendo a todos, por obligalles da voces, y viendo que no le siguen grita: Venganza, seores! Romance III En que Doa Jimena pide de nuevo justicia al Rey En Burgos est el buen rey asentado a su yantar, cuando la Jimena Gmez se le vino a querellar; cubierta paos de luto, tocas de negro cendal; las rodillas por el suelo, comenzara de fablar; Con mancilla vivo, rey; con ella vive mi madre; cada da que amanece veo quien mat a mi padre caballero en un caballo y en su mano un gaviln; por hacerme ms enojo cbalo en mi palomar; con sangre de mis palomas ensangent mi brial. Hacedme, buen rey justicia, no me la queris negar! Rey que non face justicia non deba de reinar,
ni comer pan a manteles, ni con la reina folgar. El rey cuando aquesto oyera comenzara de pensar: Si yo prendo o mato al Cid, mis cortes revolverse han; pues, si lo dejo de hacer, Dios me lo demandar. All habl doa Jimena palabras bien de notar: Yo te lo dira, rey, como lo has de remediar. Mantn t bien las tus cortes, no te las revuelva nadie, y al que mi padre mat dmelo para casar, que quien tanto mal me hizo s que algn bien me far. Siempre lo he odo decir, y ahora veo que es verdad, que el seso de las mujeres no era cosa natural: hasta aqu pidi justicia, ya quiere con l casar. Mandar una carta al Cid, mandarle quiero llamar. Las palabras no son dichas, la carta camino va; mensajero que la lleva dado la haba a su padre. Romance VIII Carta de Doa Jimena al Rey En los solares de Burgos a su Rodrigo aguardando, tan encinta est Jimena, que muy cedo aguarda el parto; cuando dems dolorida una maana en disanto, baada en lgrimas tiernas, escribe al rey don Fernando: A vos, el mi seor rey, el bueno, el aventurado, el magno, el conquistador, el agradecido, el sabio, la vuestra sierva Jimena, fija del conde Lozano, desde Burgos os saluda, donde vive lacerando. Perdondesme seor, que no tengo pecho falso, y si mal talante os tengo, no puedo disimulallo. Qu ley de Dios vos otorga que podis, por tiempo tanto como ha que fincis en lides, descasar a los casados? Qu buena razn consiente que a mi marido velado no le soltis para m sino una vez en el ao? Y esa vez que lo soltis, fasta los pies del caballo tan teido en sangre viene, que pone pavor mirallo; y no bien mis brazos toca cuando se duerme en mis brazos, y en sueos gime y forcejea, que cuida que est lidiando, y apenas el alba rompe, cuando lo estn acuciando las esculcas y adalides para que se vuelva al campo. Llorando vos lo ped y en mi soledad cuidando de cobrar padre y marido, ni uno tengo, ni otro alcanzo. Y como otro bien no tengo y me lo habedes quitado, en guisa lo lloro vivo cual si estuviese enterrado. Si lo facis por honralle, asaz Rodrigo es honrado, pues no tiene barba, y tiene reyes moros por vasallos. Yo finco, seor, encinta, que en nueve meses he entrado y me pueden empecer las lgrimas que derramo. Dad este escrito a las llamas, non se fega de l palacio, que en malos barruntadores no me ser bien contado.
Romance IX La respuesta del Rey Pidiendo a las diez del da papel a su secretario, a la carta de Jimena responde el rey por su mano; y despus de hacer la cruz con cuatro puntos y un rasgo, aquestas palabras pone a guisa de cortesano: A vos, la noble Jimena, la del marido envidiado, vos envo mis saludos en fe de quereros tanto. Que estis de mi querellosa, decs en vuestro despacho, que non vos suelto el marido sino una vez en el ao, y que cuando vos le suelto, en lugar de regalaros, en vuestros brazos se duerme como viene tan cansado. Si supirades, seora, que vos quitaba el velado para mis namoramientos, fuera bien el lamentarlo; mas si slo vos lo quito para lidiar en el campo con los moros convecinos, non vos fago mucho agravio; que si yo no hubiera puesto las mis huertas a su cargo, ni vos fuerais ms que duea, ni l fuera ms que un hidalgo. A no vos tener encinta, seora, el vuestro velado creyera de su dormir lo que me habedes contado. Ms pues el parto esperis... si os falta un marido al lado, no importa, que sobra un rey que os har cien mil regalos. Decs que entregue a las llamas la carta que habis mandado; a contener herejas, fuera digna de tal caso; mas pues razones contiene dignas de los siete sabios, mejor es para mi archivo que non para el fuego ingrato. Y porque guardis la ma y no la fagis pedazos, por ella a lo que pariredes prometo buen aguinaldo: si fuere hijo, darle una espada y un caballo y cien mil maraveds para ayuda de su gasto; si fija, para su dote prometo poner en cambio desde el da en que naciere de plata cuarenta marcos. Con esto ceso, seora, y no de estar suplicando a la Virgen vos ayude en los dolores del parto. Romance X De la muerte del Rey Don Fernando en el castillo de Cabezn, a una corta jornada de Valladolid Doliente estaba, doliente, ese buen rey don Fernando; los pies tiene cara oriente y la candela en la mano. A su cabecera tiene arzobispos y perlados; a su man derecha tiene los sus hijos todos cuatro: los tres eran de la reina y el uno era bastardo. Ese que bastardo era quedaba mejor librado: abad era de Sahagund, arzobispo de Santiago, y del Papa cardenal, en las Espaas legado.
Si yo no muriera, hijo, vos furades Padre Santo, mas con la renta que os queda, bien podris, hijo, alcanzarlo. Romance XI De la Infanta Doa Urraca, que se fue para Cabezn a quejarse muy malamente al Rey su padre Morir vos queredes, padre, San Miguel vos haya el alma! Mandastes las vuestra tierras a quien se vos antojara: diste a don Sancho a Castilla, Castilla la bien nombrada, a don Alfonso a Len con Asturias y Sanabria, a don Garca a Galicia con Portugal la preciada, y a m, porque soy mujer, dejisme desheredada! Irme he yo de tierra en tierra como una mujer errada; mi lindo cuerpo dara a quien bien se me antojara, a los moros por dinero y a los cristianos de gracia; de lo que ganar pudiere, har bien por vuestra alma. All preguntara el rey: Quin es esa que as habla? Respondiera el arzobispo: Vuestra hija doa Urraca. Calledes, hija, calledes, no digades tal palabra, que mujer que tal deca mereca ser quemada. All en tierra leonesa un rincn se me olvidaba, Zamora tiene por nombre, Zamora la bien cercada, de un lado la cerca el Duero, del otro pea tajada. Quien vos la quitare, hija, la mi maldicin le caiga! . Romance XII De Doa Urraca, cercada en Zamora Rey don Sancho, rey don Sancho, ya que te apuntan las barbas, quien te las vido nacer no te las ver logradas! Don Fernando apenas muerto, Sancho a Zamora cercaba, de un cabo la cerca el rey, del otro el Cid la apremiaba. Del cabo que el rey la cerca Zamora no se da nada; del cabo que el Cid la aqueja Zamora ya se tomaba; corren las aguas del Duero tintas en sangre cristiana. Habl el viejo Arias Gonzalo, el ayo de doa Urraca: Vmonos, hija, a los moros dejad a Zamora salva, pues vuestro hermano y el Cid tan mal os desheredaban. Doa Urraca en tanta cuita se asomaba a la muralla, y desde una torre mocha el campo del Cid miraba. Romance XIII En que Doa Urraca recuerda cuando el Cid se criaba con ella en su palacio en Zamora Afuera, afuera, Rodrigo, el soberbio castellano!
Acordrsete debra de aquel buen tiempo pasado que te armaron caballero en el altar de Santiago, cuando el rey fue tu padrino, t, Rodrigo, el ahijado; mi padre te dio las armas, mi madre te dio el caballo, yo te calc espuela de oro porque fueses ms honrado; pensando casar contigo, no lo quiso mi pecado!, casstete con Jimena, hija del conde Lozano; con ella hubiste dineros, conmigo hubieras estados; dejaste hija de rey por tomar la de un vasallo. En or esto Rodrigo volvise mal angustiado: Afuera, afuera, los mos, los de a pie y los de a caballo, pues de aquella torre mocha una vira me han tirado!, no traa el asta hierro, el corazn me ha pasado; ya ningn remedio siento, sino vivir ms penado!. Romance XV Del caballero Leal Zamorano y de Vellido Dolfos, que se sali de Zamora para con falsedad hacerse vasallo del Rey Don Sancho Sobre el muro de Zamora; vide un caballero erguido; al real de los castellanos da con grande grito: Guarte, guarte, rey don Sancho, no digas que no te aviso, que del cerco de Zamora un traidor haba salido; Vellido Dolfos se llama, hijo de Dolfos Vellido, si gran traidor fue su padre, mayor traidor es el hijo; cuatro traiciones ha hecho, y con sta sern cinco! Si te engaa, rey don Sancho, no digas que no te aviso. Gritos dan en el real: A don Sancho han mal herido! Muerto le ha Vellido Dolfos; gran traicin ha cometido! Desque le tuviera muerto, metise por un postigo, por las calle de Zamora va dando voces y gritos: Tiempo era, doa Urraca, de cumplir lo prometido! Romance XVII Con el reto de Diego Ordez Ya cabalga Diego Ordez, ya del real haba salido, armado de piezas dobles, sobre un caballo morcillo; va a retar a los zamoranos, por muerte del rey su primo. Vido estar a Arias Gonzalo en el muro del castillo; all detuvo el caballo, levantse en los estribos: Yo os reto, los zamoranos, por traidores fementidos! Reto a mancebos y viejos, reto a mujeres y nios, reto tambin a los muertos y a los que an no son nacidos; reto la tierra que moran, reto yerbas, panes, vinos, desde las hojas del monte hasta las piedras del ro, pues fuisteis en la traicin del alevoso Vellido! Respondile Arias Gonzalo, como viejo comedido:
Si yo fuera cual t dices, no debiera ser nacido. Bien hablas como valiente, pero no como entendido. Qu culpa tienen los muertos en lo que hacen los vivos? Y en lo que los hombres hacen, qu culpa tienen los nios? Dejis en paz a los muertos, sacad del reto a los nios, y por todo lo dems yo habr de lidiar contigo. Ms bien sabes que en Espaa antigua costumbre ha sido que hombre que reta a concejo haya de lidiar con cinco, y si uno de ellos le vence, el concejo queda quito. Don Diego cuando esto oyera algo fuera arrepentido; mas sin mostrar cobarda, dijo: Afrmome a lo dicho. Romance XVIII Cuenta cmo Arias Gonzalo se preparaba para lidiar el reto Tristes van los zamoranos metidos en gran quebranto; retados son de traidores, de alevosos son llamados; ms quieren todos ser muertos que no traidores nombrados. Da era de san Milln, ese da sealado, todos duermen en Zamora, mas no duerme Arias Gonzalo; an no es bien amanecido que el cielo estaba estrellado, castigando est a sus hijos, a todos cuatro est armando, las palabras que les dice son de mancilla y quebranto: Yo he de lidiar el primero con don Diego el castellano: si con mentira nos reta, vencerle he y hgoos salvos; pero si cualquier traidor hay entre los zamoranos, y l nos reta con verdad, muerto quedar en el campo. Morir quiero y no ver muerte de hijos que tanto amo. Las armas pide el buen viejo, sus hijos le estn armando, las grebas le estn poniendo; doa Urraca que all ha entrado, llorando de los sus ojos y el cabello destrenzado: Para qu tomas las armas? Dnde vas, mi viejo amo: pues sabis, si vos mors, perdido es todo mi estado? Acordaos que prometistes a mi padre don Fernando de nunca desampararme ni dejar de vuestra mano! Caballeros de la infanta a don Arias van rogando que les deje la batalla, que la tomarn de grado; mas l slo da sus armas a su hijo don Fernando: Dios vaya contigo, hijo, la mi bendicin te mando; ve a salvar los de Zamora; como Cristo a los humanos! Sin poner pie en el estribo don Fernando ha cabalgado. Por aquel postigo viejo galopando se ha alejado adonde estaban los jueces, que ya le estn esperando; partido les han el sol, dejado les han el campo. Romance XX Es el de la jura de Santa Gadea
En Santa Gadea de Burgos do juran los hijosdalgo, all toma juramento el Cid al rey castellano, sobre un cerrojo de hierro y una ballesta de palo. Las juras eran tan recias que al buen rey ponen espanto. Villanos te maten, rey, villanos, que no hidalgos; abarcas traigan calzadas, que no zapatos con lazo; traigan capas aguaderas, no capuces ni tabardos; con camisones de estopa, no de holanda ni labrados; cabalguen en sendas burras, que no en mulas ni en caballos, las riendas traigan de cuerda, no de cueros fogueados; mtente por las aradas, no en camino ni en poblado; con cuchillos cachicuernos, no con puales dorados; squente el corazn vivo, por el derecho costado, si no dices la verdad de lo que te es preguntado: si t fuiste o consentiste en la muerte de tu hermano. Las juras eran tan fuertes que el rey no las ha otorgado. All habl un caballero de los suyos ms privado: Haced la jura, buen rey, no tengis de eso cuidado, que nunca fue rey traidor, ni Papa descomulgado. Jura entonces el buen rey que en tal nunca se ha hallado. Despus habla contra el Cid malamente y enojado: Mucho me aprietas, Rodrigo, Cid, muy mal me has conjurado, mas si hoy me tomas la jura, despus besars mi mano. Aqueso ser, buen rey, como fuer galardonado, porque all en cualquier tierra dan sueldo a los hijosdalgo. Vete de mis tierras, Cid, mal caballero probado,
y no me entres ms en ellas, desde este da en un ao! Que me place dijo el Cid. que me place de buen grado, por ser la primera cosa que mandas en tu reinado. T me destierras por uno yo me destierro por cuatro. Ya se parta el buen Cid sin al rey besar la mano; ya se parte de sus tierras, de Vivar y sus palacios: las puertas deja cerradas, los alamudes echados, las cadenas deja llenas de podencos y de galgos; slo lleva sus halcones, los pollos y los mudados. Con el iban los trescientos caballeros hijosdalgo; los unos iban a mula y los otros a caballo; todos llevan lanza en puo, con el hierro acicalado, y llevan sendas adargas con borlas de colorado. Por una ribera arriba al Cid van acompaando; acompandolo iban mientras l iba cazando.
Romance de la Doncella Guerrera Pregonadas son las guerras de Francia para Aragn, Cmo las har yo, triste, viejo y cano, pecador! No reventaras, condesa, por medio del corazn, que me diste siete hijas, y entre ellas ningn varn! All habl la ms chiquita, en razones la mayor: -No maldigis a mi madre, que a la guerra me ir yo; me daris las vuestras armas, vuestro caballo trotn. -Conocerante en los pechos, que asoman bajo el jubn. -Yo los apretar, padre, al par de mi corazn. -Tienes las manos muy blancas, hija no son de varn. -Yo les quitar los guantes para que las queme el sol. -Conocerante en los ojos, que otros ms lindos no son. -Yo los revolver, padre, como si fuera un traidor. Al despedirse de todos, se le olvida lo mejor: -Cmo me he de llamar, padre? -Don Martn el de Aragn. -Y para entrar en las cortes, padre cmo dir yo? -Bsoos la mano, buen rey, las cortes las guarde Dios. Dos aos anduvo en guerra y nadie la conoci si no fue el hijo del rey que en sus ojos se prend. -Herido vengo, mi madre, de amores me muero yo; los ojos de Don Martn son de mujer, de hombre no. -Convdalo t, mi hijo, a las tiendas a feriar, si Don Martn es mujer, las galas ha de mirar. Don Martn como discreto, a mirar las armas va: -Qu rico pual es ste, para con moros pelear! -Herido vengo, mi madre, amores me han de matar, los ojos de Don Martn roban el alma al mirar. -Llevrasla t, hijo mo, a la huerta a solazar; si Don Martn es mujer, a los almendros ir. Don Martn deja las flores, un vara va a cortar: -Oh, qu varita de fresno para el caballo arrear! -Hijo, arrjale al regazo tus anillas al jugar: si Don Martn es varn, las rodillas juntar; pero si las separase, por mujer se mostrar. Don Martn muy avisado hubiralas de juntar. -Herido vengo, mi madre, amores me han de matar; los ojos de Don Martn nunca los puedo olvidar. -Convdalo t, mi hijo, en los baos a nadar. Todos se estn desnudando; Don Martn muy triste est:
-Cartas me fueron venidas, cartas de grande pesar, que se halla el Conde mi padre enfermo para finar. Licencia le pido al rey para irle a visitar. -Don Martn, esa licencia no te la quiero estorbar. Ensilla el caballo blanco, de un salto en l va a montar; por unas vegas arriba corre como un gaviln: -Adis, adis, el buen rey, y tu palacio real; que dos aos te sirvi una doncella leal! yela el hijo del rey, tras ella va a cabalgar. -Corre, corre, hijo del rey que no me habrs de alcanzar hasta en casa de mi padre si quieres irme a buscar. Campanitas de mi iglesia, ya os oigo repicar; puentecito, puentecito del ro de mi lugar, una vez te pas virgen, virgen te vuelvo a pasar. Abra las puertas, mi padre, bralas de par en par. Madre, squeme la rueca que traigo ganas de hilar, que las armas y el caballo bien los supe manejar. Tras ella el hijo del rey a la puerta fue a llamar.
Perdida traigo la color... Perdida traigo la color: todos me dicen que lo he de amor. Viniendo de romera encontr a mi buen amor: pidirame tres besicos, luego perd la color. Dicen que a m lo he de amor. perdida traigo la color, todos me dicen que lo he de amor.
Por qu me bes perico? Por qu me bes Perico, por qu me bes el traidor? Dijo que en Francia se usaba y por eso me besaba, y tambin porque sanaba con el beso su dolor.
Quiero dormir y no puedo Quiero dormir y no puedo, que el amor me quita el sueo. Manda pregonar el rey por Granada y por Sevilla que todo hombre enamorado que se case con su amiga: que el amor me quita el sueo. Que se case con su amiga. Qu har, triste, cuitado, que era casada la ma? Que el amor me quita el sueo. Quiero dormir y no puedo, que el amor me quita el sueo.
La constancia Mis arreos son las armas, mi descanso es pelear, mi cama las duras peas, mi dormir siempre velar. Las manidas son escuras, los caminos por usar, el cielo con sus mudanzas ha por bien de me daar, andando de sierra en sierra por orillas de la mar, por probar si mi ventura hay lugar donde avadar. Pero por vos, mi seora, todo se ha de comportar.
Endechas
Parime mi madre una noche escura, cubrime de luto, faltome ventura. Cuando yo nasc, era hora menguada, ni perro se oa, ni gallo cantaba. Ni gallo cantaba, ni perro se oa, sino mi ventura que me maldeca. Apartaos de m, bien afortunados, que de slo verme, seri desdichados. Dixeron mis hados, cuando fui nascido, si damas amase fuese aborrecido. Fui engendrado en signo nocturno, reinaba Saturno en curso menguado. Mi lecho y la cuna es la dura tierra; crime una perra, mujer no, ninguna. Muriendo, mi madre, con voz de tristura, psome por nombre hijo sin ventura. Cupido enojado con sus sofraganos el arco en las manos me tiene encarado. Sobrme el amor
Romance del mal de amor Aquel monte arriba va un pastorcillo llorando; de tanto como lloraba el gabn lleva mojado. -Si me muero deste mal, no me entierren en sagrado; fganlo en un pradero donde non pase ganado; dejen mi cabello fuera, bien peinado, y bien rizado, para que diga quien pase: Aqu muri el desgraciado Por all pasan tres damas, todas tres pasan llorando. Una dijo: Adis, mi primo! Otra dijo: Adis, mi hermano! La ms chiquita de todas dijo: Adis, mi enamorado! Ay!, un galn de esta villa... Ay! un galn de esta villa, ay!, un galn de esta casa, ay!, de lejos que vena, ay!, de lejos que llegaba. Ay!, diga lo que l quera. Ay!, diga lo que l buscaba. Ay!, busco a la blanca nia, ay!, busco a la nia blanca, que tiene voz delgadina, que tiene la voz de plata; cabello de oro teja, cabello de oro trenzaba. Otra no hay en esta villa, otra no hay en esta casa,
si no era una mi prima, si no una prima hermana; ay!, de marido pedida, ay!, de marido velada. Ay!, diga a la blanca nia, ay!, diga a la nia blanca, ay!, que su amigo la espera, ay!, que su amigo la aguarda al pie de una fuente fra, al pie de una fuente clara, que por el oro corra, que por el oro manaba, a orillas del mar que suena, a orillas del mar que brama. Ya viene la blanca nia, ya viene la nia blanca, al pie de la fuente fra que por el oro manaba; la tan fresca maanica, maanica la tan clara; ay!, venga la luz del da !, ay!, venga la luz del alba !
Villancico annimo Tres morillas me enamoran en Jan, Axa y Ftima y Marin. Tres morillas tan garridas iban a coger olivas, y hallbanlas cogidas en Jan, Axa y Ftima y Marin. Y hallbanlas cogidas, y tornaban desmadas y las colores perdidas en Jan, Axa y Ftima y Marin.
Tres moricas tan lozanas, tres moricas tan lozanas, iban a coger manzanas a Jan, Axa y Ftima y Marin.
Romance del prisionero Que por mayo era por mayo, cuando hace la calor, cuando los trigos encaan y estn los campos en flor, cuando canta la calandria y responde el ruiseor, cuando los enamorados van a servir al amor; sino yo, triste, cuitado, que vivo en esta prisin; que ni s cuando es de da ni cuando las noches son, sino por una avecilla que me cantaba al albor. Matmela un ballestero; dle Dios mal galardn.
Romance del Infante Arnaldos Quin hubiera tal ventura sobre las aguas del mar como hubo el infante Arnaldos la maana de San Juan! Andando a buscar la caza para su falcn cebar, vio venir una galera que a tierra quiere llegar; las velas trae de sedas, las jarcias de oro torzal, ncoras tiene de plata, tablas de fino coral. Marinero que la gua,
diciendo viene un Cantar, que la mar pona en calma, los vientos hace amainar; los peces que andan al hondo, arriba los hace andar; las aves que van volando, al mstil vienen posar. All habl el infante Arnaldos, bien oiris lo que dir: -Por tu vida, el marinero, dgasme ora ese cantar. Respondile el marinero, tal respuesta le fue a dar: -Yo no digo mi cancin sino a quien conmigo va.
La mora moraima Yo me era mora Moraima morilla de un bel catar. Cristiano vino a mi puerta cuitada, por me engaar: hablme en algaraba como quien la sabe hablar: brasme las puertas, mora, s, Al te guarde de mal. Cmo te abrir, mezquina, que no s quin te sers? Yo soy el moro Mazote hermano de la tu madre, que un cristiano dejo muerto y tras m viene el alcalde: si no me abres t, mi vida, aqu me vers matar. Cuando esto o, cuitada, comencme a levantar, vistirame un almeja no hallando mi brial, furame para la puerta
Abenmar Abenmar, Abenmar, moro de la morera, el da que t naciste grandes seales haba. Estaba la mar en calma, la luna estaba crecida; moro que en tal signo nace, no debe decir mentira. All respondiera el moro, bien oiris lo que deca: No te la dir, seor, aunque me cueste la vida, porque soy hijo de un moro y una cristiana cautiva; siendo yo nio y muchacho mi madre me lo deca: que mentira no dijese, que era grande villana: por tanto pregunta, rey, que la verdad te dira. Yo te agradezco, Abenmar, aquesta tu cortesa. Qu castillos son aqullos? Altos son y relucan! El Alhambra era, seor, y la otra la mezquita; los otros los Alijares, labrados a maravilla. El moro que los labraba cien doblas ganaba al da y el da que no los labra otras tantas se perda. El otro es Generalife, huerta que par no tena; el otro Torres Bermejas, castillo de gran vala.
All habl el rey don Juan, bien oiris lo que deca: Si t quisieras, Granada, contigo me casara; darte en arras y dote a Crdoba y a Sevilla. Casada soy, rey don Juan, casada soy, que no viuda; el moro que a m me tiene muy grande bien me quera.
Quedito!, no me toquis... Quedito! No me toquis, entraas mas, que tenis las manos fras. Yo os doy mi fe que vens esta noche tan helado, que, si vos no lo sents, de sentido estis privado. No toquis en lo vedado, entraas mas, que tenis las manos fras.
Romance del cazador cazado Pensando al amor cazar, yo me hice cazador, y a m cazme el amor. Entr muy descuidado en el monte de Cupido, por ver si haba venado y hall un ciervo escondido: muy a paso sin ruido arrojle un pasador, y a m cazme el amor. Desque herido le vi empec a correr tras l, y corriendo me perd por una sierra cruel;
pero al fin vi un vergel, que sois vos, lleno de flor, y all cazme el amor.
Romance de fonte frida y con amor Fonte frida, fonte frida fonte frida y con amor, do todas las avecicas van tomar consolacin, sino es la tortolica, que est viuda y con dolor. Por ah fuera a pasar el traidor del ruiseor; las palabras que le dice llenas son de traicin: Si t quisieses, seora, yo sera tu servidor. Vete de ah, enemigo, malo, falso, engaador, que ni poso en ramo verde ni en ramo que tenga flor, que si el agua hallo clara turbia la bebiera yo; que no quiero haber marido porque hijos no haya, no; no quiero placer con ellos ni menos consolacin. Djame triste, enemigo, malo, falso, mal traidor; que no quiero ser tu amiga ni casar contigo, no!
Romance del conde nio Conde Nio, por amores es nio y pas a la mar; va a dar agua a su caballo la maana de San Juan. Mientras el caballo bebe
l canta dulce cantar; todas las aves del cielo se paraban a escuchar; caminante que camina olvida su caminar, navegante que navega la nave vuelve hacia all. La reina estaba labrando, la hija durmiendo est: -Levantaos, Albania, de vuestro dulce folgar, sentiris cantar hermoso la sirenita del mar. -No es la sirenita, madre, la de tan bello cantar, si no es el Conde Nio que por m quiere finar. Quin le pudiese valer en su tan triste penar! -Si por tus amores pena, oh, malhaya su cantar!, y porque nunca los goce yo le mandar matar. -Si le manda matar, madre juntos nos han de enterrar. l muri a la media noche, ella a los gallos cantar; a ella como hija de reyes la entierran en el altar, a l como hijo de conde unos pasos ms atrs. De ella naci un rosal blanco, de l naci un espino albar; crece el uno, crece el otro, los dos se van a juntar; las ramitas que se alcanzan fuertes abrazos se dan, y las que no se alcanzaban no dejan de suspirar.
La reina, llena de envidia, ambos los mand cortar; el galn que los cortaba no cesaba de llorar; della naciera una garza, dl un fuerte gaviln juntos vuelan por el cielo, juntos vuelan a la par.
Romance de rosa fresca Rosa fresca, rosa fresca, tan garrida y con amor, cuando yo os tuve en mis brazos, non vos supe servir, non: y agora que vos serva non vos puedo yo haber, non! - Vuestra fue la culpa, amigo, vuestra fue, que ma non; envisteme una carta con un vuestro servidor, y, en lugar de recaudar l dijera otra razn: que rades casado amigo, all en tierras de Len; que tenis mujer hermosa e hijos como una flor. - Quien vos lo dijo, seora, non vos dijo verdad, non; que yo nunca entr en Castilla ni all en tierras de Len, sino cuando era pequeo, que non saba de amor.
Romance del enamorado y la muerte Un sueo soaba anoche, soito del alma ma, soaba con mis amores que en mis brazos la tena.
Vi entrar seora tan blanca muy ms que la nieve fra. - Por dnde has entrado amor? Cmo has entrado mi vida? Las puertas estn cerradas, ventanas y celosas. - No soy el amor, amante: la Muerte que Dios te enva. - Ay, Muerte tan rigurosa, djame vivir un da! - Un da no puede ser, una hora tienes de vida. Muy de prisa se calzaba, ms de prisa se vesta; ya se va para la calle, en donde su amor viva. - breme la puerta, blanca, breme la puerta nia! - Como te podr yo abrir si la ocasin no es venida? Mi padre no fue al palacio, mi madre no est dormida. - Si no me abres esta noche, ya no me abrirs querida; la Muerte me est buscando, junto a ti vida sera. - Vete bajo la ventana donde ladraba y cosa, te echar cordn de seda para que subas arriba, y si el cordn no alcanzare mis trenzas aadira. La fina seda se rompe; la Muerte que all vena: - Vamos, el enamorado, que la hora ya est cumplida.
blusa de encaje y flores sobre el hombro desnudo, llenando el patio abierto de canciones. As te pasaras, en el canto y la danza y asombrado a los caminantes, hija del fuego, del aire, de las tardes, visita inesperada, brisa prometedora de ardor y adivinanzas, apartando y abriendo las cortinas de las ventanas, viento marcando el calendario del amor en la aurora. As te pasaras, tibia carne dorada.
Vencida por los aos, en la dulce tibieza del hogar y la luz albos copos hilando, dirs embelesada mis versos recordando: Ronsard cant los das de mi feliz belleza. Ya no habr quin recoja de tu voz la tristeza, ni esclava soolienta que el percibir el blando rumor en que me nombras, dichosa despertando con frvida loanza bendiga tu realeza. Mi cuerpo bajo tierra, tan slo ya mi alma Llagar de tus mirtos umbrosos en la calma, mientras t, cerca al fuego, te acoges aterida. Y has de llorar entonces esa altivez insana... No te niegues, escchame, no esperes a maana: cete desde ahora las rosas de la vida.
Versin de Carlos Lpez Narvez
el campo est desierto, y tan slo en los charcos que negrean del ancho prado entre el verdor intenso posa el vuelo la blanca gaviota, mientras graznan los cuervos. Yo desde mi ventana, que azotan los airados elementos, regocijada y pensativa escucho el discorde concierto simptico a mi alma... Oh, mi amigo el invierno!, mil y mil veces bien venido seas, mi sombro y adusto compaero. No eres acaso el precursor dichoso del tibio mayo y del abril risueo? Ah, si el invierno triste de la vida, como t de las flores y los cfiros, tambin precursor fuera de la hermosa y eterna primavera de mis sueos.
Poetas mil de escaso entendimiento, cortesanas de honra a lo borrado, de cucos y cuquillos ms de un cuento, de rbanos y coles lleno el gato, el sol turbado, pardo el nacimiento, aquesta es Lima y su ordinario trato.
Las uvas penden todava demasiado alto El cntaro est en va hacia la fuente He aullado con los lobos Una gota y otra han colmado el charco pero la piedra en su dureza resiste
Traduccin de Rita Imboden
Estaba sola en el prado, estaba atada. Harta de hierba, baada por la lluvia, balaba. Aquel balido igual era fraterno a mi dolor. Y contest, primero por broma, despus porque el dolor es eterno, tiene una sola voz y no vara. Y yo oa esta voz gemir en una cabra solitaria. En una cabra de rostro semita oa lamentarse cualquier otro dolor, cualquier otra vida.
Versin de Jess Lpez Pacheco
ardiendo en el fuego del mundo. Se han echado sobre s mismos la carga de peregrinaciones, ritos y observancias externas. En realidad, oh Tulsi!, recurren a todas estas prcticas para satisfacer su ego. (Shabdavali Pt.I, Kakahra 12, p. 26)
Soy un nenfar, soy un guerrero de los rboles sagrados de los sagrados sueos, grito con los ngeles. Soy un castillo, una pared muerta conduzco naves, soy un barquero para los viajeros Oh madera! madera! garzas, venid, sangre. Venid, jardineros; luz, ilumina, ven, mano extendida, cristal azules remolinos, ven, tersura viento que deslizas seres de otros campos. Aqu los prados estn quemados, la lava bulle los pastores esperan, agitando sus alas impacientes los perros se olfatean, los ovejeros, aqu se yergue la memoria, el orden, los signos del porvenir
Traduccin: Pablo Fajdiga
y que en cada ondulante trazo, en cada estival slaba de tu nombre anclado sobre la hierba, late el lento perfume de un verso absurdo, el murmullo desafiante de un baile lejano donde alguien canta se vive solamente una vez. Hay que aprender a querer con un erizo o una estrella de mar entre las manos, mientras balancea las caderas la cantante y, como una jaura de perros a la luna, suena la orquesta: oh yeah, oh, yeah, oh yeah.
Viose desproveda del precioso sustento: sin mosca, sin gusano, sin trigo, sin centeno. Habitaba la Hormiga all tabique en medio, y con mil expresiones de atencin y respeto la dijo: Doa Hormiga, pues que en vuestro granero sobran las provisiones para vuestro alimento, prestad alguna cosa con que viva este invierno esta triste cigarra, que alegre en otro tiempo, nunca conoci el dao, nunca supo temerlo. No dudis en prestarme; que fielmente prometo pagaros con ganancias, por el nombre que tengo. La codiciosa hormiga respondi con denuedo, ocultando a la espalda las llaves del granero: Yo prestar lo que gano con un trabajo inmenso! Dime, pues, holgazana, qu has hecho en el buen tiempo? Yo, dijo la Cigarra, a todo pasajero cantaba alegremente, sin cesar ni un momento. Hola! conque cantabas cuando yo andaba al remo? Pues ahora, que yo como, baila, pese a tu cuerpo.
Baja la laguna lenta flotando sobre el Nilo. Desciende como un labio de bano sediento que deposita exange el reflejo de Nubia. Arrastra sedimentos y garras de granito en la crecida vena caliente del desierto. Fluyen las aguas calmas. En su errante pupila llevan el sorbo tibio de las yuntas sagradas. Se aleja el cauce lento: hacia el Delta discurre. Pasa como un lamento baado por la muerte.
Y al son de la guitarra, en el regazo de su "prenda", quejoso de la vida, desenvuelve con voz adolorida una cancin como si fuera un lazo... Cuadro es la Pampa en que el afn se encierra del gaucho, erguido en actitud briosa, sobre ese gran cansancio de la tierra. Porque el bostezo de la Pampa verde es como una fatiga que reposa o es como una esperanza que se pierde...
Universo del pensamiento puro: un espacio que fluye como un ro y un tiempo sin presente, opaco y fro. El tiempo de la espera y del olvido.
Nuestras camisas blancas, el verano de Bagdad, nuestras vigilantes amadas hasta la revelacin... Espartaco, Sansn y Dalila, Farid Shawqui, Tahiya Carioca, Layla Murad... Podremos amar ahora? Cmo soaremos a partir de hoy con los viajes? A qu isla iremos? Han derribado el cine Simbad? Est empapado de agua el pelo del ahogado que regres a la fiesta cuando se apagaron las luces y se apilaron las sillas en la orilla desierta. Han encadenado las olas del Tigris
Traduccin: Milagros Muin
amo tu cuerpo cuando envejece De pronto hay sombras a montones sombras que reciben la noche cobrando confianza con tu alocado pavor
Traduccin: Vctor Herrera
Los aviones de guerra te escogen, te descubren, plantan su oscuridad en ti. De todas esas ltimas visiones Nubladas Cmo tu comenzars la Historia de la cosecha los aviones de guerra te seleccionan al inicio de tu sueo, al final de tu sueo Con cuanta frecuencia explot sobre ti el cielo con odio? Con cuanta frecuencia fuiste t apartado? A cuanta masacre sobreviviste? Ahora tu renes todas las heridas refugindote en la muerte, llevando los sueos como alas.
a la que nos une el cordn umbilical. Fijad vuestros ojos inmutables en vuestros hijos dominados que dan su vida como el pobre su ltima ropa. Que respondamos con nuestra presencia al renacer del mundo, como es necesaria la levadura a la harina blanca. Pues quin enseara el ritmo de las mquinas y de los caones al mundo desaparecido? Quin dara el grito de alegra para despertar a muertos y a hurfanos al amanecer? Decid, quin devolvera el recuerdo de la vida al hombre de esperanzas rotas? Nos llaman los hombres del algodn, del caf, del aceite, nos llaman los hombres de la muerte. Somos los hombres de la danza, cuyos pies recobran fuerza al golpear el duro suelo.
Traduccin : Isabel Ortega
Traduccin: H. Perdikidi
ms dignamente optar el alma noble entre sufrir de la fortuna impa el porfiador rigor, o rebelarse contra un mar de desdichas, y afrontndolo desaparecer con ellas? Morir, dormir, no despertar ms nunca, poder decir todo acab; en un sueo sepultar para siempre los dolores del corazn, los mil y mil quebrantos que hered nuestra carne, quin no ansiara concluir as! Morir... quedar dormidos... Dormir... tal vez soar! -Ay! all hay algo que detiene al mejor. Cuando del mundo no percibamos ni un rumor, qu sueos vendrn en ese sueo de la muerte! Eso es, eso es lo que hace el infortunio planta de larga vida. Quin querra sufrir del tiempo el implacable azote, del fuerte la injusticia, del soberbio el spero desdn, las amarguras del amor despreciado, las demoras de la ley, del empleado la insolencia, la hostilidad que los mezquinos juran al mrito pacfico, pudiendo de tanto mal librarse l mismo, alzando una punta de acero? quin querra seguir cargando en la cansada vida su fardo abrumador?... Pero hay espanto all del otro lado de la tumba! La muerte, aquel pas que todava est por descubrirse, pas de cuya lbrega frontera ningn viajero regres, perturba la voluntad, y a todos nos decide a soportar los males que sabemos ms bien que ir a buscar lo que ignoramos. As, oh conciencia!, de nosotros todos
haces unos cobardes, y la ardiente resolucin original decae al plido mirar del pensamiento. As tambin enrgicas empresas, de trascendencia inmensa, a esa mirada torcieron rumbo, y sin accin murieron.
Versin de Rafael Pombo
-ILa abrumadora sombra de algn Poder no visto entre nosotros flota, an sin verse: visita
este variado mundo con alas tan cambiantes como vientos de esto que van de flor en flor; como rayo de luna tras la lluvia entre pinos, visita con mirada inconstante, asomando a cada corazn humano, a cada rostro; como las armonas y matices del ocaso, como nubes dispersas en la luz estelar, como recuerdo de una msica que escap, como cuanto podra amarse por su gracia y an ms por su misterio. -IVAmor, estima propia, esperanza: se van y vienen como nubes, y en prstamo fugaz como si el hombre fuera inmortal, poderoso, t, la desconocida y temible, en su espritu te estableces en firme con tu gloriosa escolta. Oh t, la mensajera de esos entendimientos que crecen y descienden en los ojos que se aman, t que das alimento al pensamiento humano, como la oscuridad a una llama que muere! No te marches de aqu como lleg tu sombra, no te marches, no sea que vaya a ser la tumba, como el miedo y la vida, una realidad negra. "
Himno a la belleza intelectual (Fragmento) -ILa abrumadora sombra de algn Poder no visto entre nosotros flota, an sin verse: visita este variado mundo con alas tan cambiantes como vientos de esto que van de flor en flor; como rayo de luna tras la lluvia entre pinos, visita con mirada inconstante, asomando a cada corazn humano, a cada rostro; como las armonas y matices del ocaso, como nubes dispersas en la luz estelar, como recuerdo de una msica que escap, como cuanto podra amarse por su gracia y an ms por su misterio.
-IVAmor, estima propia, esperanza: se van y vienen como nubes, y en prstamo fugaz como si el hombre fuera inmortal, poderoso, t, la desconocida y temible, en su espritu te estableces en firme con tu gloriosa escolta. Oh t, la mensajera de esos entendimientos que crecen y descienden en los ojos que se aman, t que das alimento al pensamiento humano, como la oscuridad a una llama que muere! No te marches de aqu como lleg tu sombra, no te marches, no sea que vaya a ser la tumba, como el miedo y la vida, una realidad negra."
Traduccin: Vicente Gaos
sueo? En Riverside no hay ro. Seco Riverside, tierra enigmtica, puerta al desierto en donde no hay ni rastro de agua: por qu eres una pura entrada sin salida, por qu est el desierto plagado de entradas sin una sola puerta? El desierto es una entrada Una entrada abierta a todos Una entrada abierta a otra entrada Cada vez ms hacia adentro Tribu de arena, intrpida hermandad, guerreros mos que al olor de la arena corren hacia el desierto, sin saberse bien por qu, no por locura, ni por ir a alguna parte, slo por puro instinto, slo el amor al regreso. De adentro de mi cuerpo regresan hacia su nido, hacia la madriguera original, como si fueran bestias, pjaros o peces. En la tarde calurosa oigo sus aleteos. Los ojos los ven y no los ven. Tribu de arena, ms evidente que la poesa, ro seco, grande y ancho. Poder fantasmagrico, nimas de la arena que adoptan la forma del ro...
Traduccin del japons por Atsuko Tanabe y Sergio Mondragn y del ingls por Jess Vega, con la participacin de Hayd Zavala.
no te abras camino entre los sauces que he plantado. No es que me importen los sauces, slo temo a mi padre y madre. Te amo Chung Tzu, tiernamente, oh, pero temo, realmente temo lo que mi padre y madre dirn. Te ruego Chung Tzu, no saltes mi muro, no te abras camino entre las moreras que he plantado. No es que me importen las moreras, slo temo a mis hermanos. Te amo Chung Tzu, tiernamente, oh, pero temo, realmente temo lo que mis hermanos dirn. Te ruego, Chung Tzu, no entres por mi jardn, no te abras paso a travs del sndalo que he plantado. No es que me importe el sndalo, temo a la gente que habla. Te amo Chung Tzu, tiernamente, slo temo, realmente temo lo que la gente dir.
Corts Ella es linda y corts, dijo que nos encontraramos en el muro de la esquina. La amo, pero no puedo verla. Me rasco la cabeza y camino de un lado al otro. Ella es dulce y corts, me dio un junco rojo. Un junco rojo, tan rojo, oh, adoro su belleza. Ella fue a los campos, me arroj maz blanco, tan hermoso y raro. Oh, pero no es el maz el que es hermoso, lo bello es el regalo de una linda chica.
Traduccin: Chen Guojian
hacia una abierta y sola identidad. Qu profundo interior ste del aire, cuyas formas modulan su no ser!
II Qu puede al hombre cautivar, sino la msica que en la quietud la arena en s eterniza y las olas tan slo que a lo lejos una a una, en su olvido, repite sin cesar? Como su cuerpo son, tambin, de sombra y entre su voz la sal es lo que dura y ese rumor del eco en transparencia de quien no sabe de otra eternidad. Puede la msica ser algo ms que sombras hechas a medida de una idea, talladas en cristal por el que olvida que hace surgir un dios de entre sus notas? O lo que aqu llamamos msica pudiera muy bien llamarse el ala de una duda y el paraso firme que sostienen interiores columnas de temblor? De "Alegora" 1977
Esprame y yo volver. No quieras bien te ruego a los que repitan de memoria que ya es tiempo de olvidar aun si la madre o el hijo ya creyesen que no existo ya. Deja que los amigos sentados junto al fuego se cansen de esperar y beban vino amargo en honor a mi recuerdo. Esprame y con ellos no te apresures a beber. Esprame y yo volver para que la muerte rabie. Aqul que nunca me ha esperado tal vez dir de m el pobre tuvo suerte. No comprendern jams los que jams han esperado cmo t del fuego me salvaste de cmo he sobrevivido lo sabremos slo t y yo. Es que sencillamente me esperaste como nunca nadie me esper
Traduccin: Vera Vinogrdova.
dejadme meditar y cultivar la ma. Dejadme preferir una descomposicin tranquila de la imagen. Mis odos estn abiertos a otras voces ms a aquellas nunca odas. Dejad que arda la lea en mis metforas embriagadas. S que la poesa viene cuando la suelto de mi mano hacia mi realidad. As necesite ms encallamientos en el cosmos.
Traduccin: Fernando Barbosa
la espuma de madera lleva todava a las costas de Jasn sobre la hierba es el sol? Es la cesta del to John llena de uvas? Es la cama del to John llena de avispas? Todava El hermano de la gaviota abandona la casa por un sitio en los Grandes Lagos enva un mensaje que por lo menos en las tierras de Jasn tu rostro es una quebrada segura que se esconde se dirige al rostro de la cubeta es un invierno que mientras avanza el ejrcito se vuelve hielo en la maana mientras me despierto.
Traduccin de Claire Pye
invoca ya mi acento numeroso, a ti, jams del mar tempestuoso alterado testigo, a ti, de las batallas enemigo, que la palestra horrenda no conoces, a ti, mi dulce amigo, dirijo claras mis incultas voces, a ti, maestro sabio, que doctos haces sin mover el labio. A ti, gran secretario de prudentes, doy mi mayor secreto por ser de suyo el bien comunicable; no te saldr de los piadosos dientes de la vista el objeto en la naturaleza ms amable; no dar mi concepto al variable amigo cortesano, mejor al solo rstico villano que con troncos y bueyes comunica, y la amigable mano en cuanto vive a la mancera aplica, pues a troncos y bueyes contara mi delito y no a los reyes. Deja, pues, deja el algodn mullido, las velludas alfombras, los descansos de pluma regalados, el ampo de la nieve no ofendido y las que ocupan sombras trminos de tu alczar dilatados; mueve los pies ligeros no calzados, alados s, te ruego, con las garzotas del volante ciego hacia el palacio en que mi sol te espera; no admires tanto fuego como se encierra en su elevada esfera, que cuando ms se enciende regala ms que el ms voraz ofende. Llega, que all tendrs de blando armio acopados montones,
donde est tu cuidado satisfecho; all tendrs con regalado alio de nevados vellones un deleitoso descansado lecho; all tendrs para celar tu pecho mil martas cebellinas con felpas abrazadas peregrinas, y con abierto sin hilar capullo las paredes vecinas cubiertas, convidando a manso arrullo, tal que a ser t el estruendo quedaras admirado, enmudeciendo. Si trace los ojos de Argos vigilantes juntos en la cabeza, el menos vivo triunfar del sueo, y los agudos ms, ms penetrantes, tocando en la belleza menor que intento, adorarn mi dueo; bien es gustar en vaso tan pequeo y en trmino tan breve, como una sombra que a la luz se atreve y como cien cristales, tan suave licor, que el que lo bebe slo en los campos del silencio cabe, porque su hidropesa en las cortes escndalo sera. Rubias centellas de apacibles ojos, a quien no causa espanto que en rubios arcos flechan al deseo; los lazos de oro sin concierto flojos y aljfares sin llanto sobre plata bruida en dulce empleo; flor ms suave que del monte hibleo y abeja recatada, de nadie vista y todos envidiada; dulce oriente suave que respira armona templada ms que las fuerzas del levante, admira si esto vieres: dudando
en ti la admiracin hable callando. Caro amigo, discreto silencio, cuando sepas mi secreto vuelve a tu alczar, y a las sombras todas que ayudan tu concepto convida, puesto el sol, para mis bodas; que yo encubierto quedo porque aun no me seales con el dedo.
Que se descorre para mi. Ser verdad? Los cenizosos pjaros Escondieron el canto bajo el ala. Sal, mas no te vi, corazn mo. Fall mi peron o tu teta cbica? No alambiquemos hoy, maana Puede ser un gran da, Lo dicen los que llevan Rente el cuerpo entre amapolas. mame y llover. Lo fugitivo permanece y dura. Mayo es eterno entre las rosas. Yo he ledo eso mismo y llova. Sabr esperar. Pinsatelo. Quiero ser cao de tu grgola De musgo y Compostela Y luego repasar, Como la losa unnime, Tu pisada de nyade. Lo que a mi me desvela Es tu gran ojo genital y marisco, Y voy a ti como va al mar El ro incontenible. Despus lloro en la orilla, Y en eso estoy, confundido Con los peces salobres. Tsamelo ya todo, Pero que el cielo se desate De una vez y t lluevas en mi. Mjame con la voz, el seno, el bosque De los cabellos o del pubis, mjame.
sino a ti que sol te llamo. Si llamo luna a la luna, es que a ti te estoy llamando. Si llamo a la rosa rosa, es que en la rosa te hallo. Si llamo amor al amor, es slo porque te amo.
t llamaste mejillones a las piedras marinas, a la patata: luna pasaron frases lentas en la ventana de las dunas volaron serpientes incandescentes cuerpo adentro sobre el caaveral yo me puse a baar las imgenes met el mar en el libro tu cara se desprendi de la ma
Traduccin: de Vctor Herrera
Traduccin: M. Manent
mi cuerpo es un punto entre blancos infinitos. Soy la Gracia pura e inmvil en el Uno: Nadie Soy, Aqul que Todo Es. El pjaro azul Soy pjaro del Hacedor en su azul ms primigenio -divinamente alto y clarocanto dulces notas, verdaderas para los odos de Dios y sus Serafines. De la tierra mortal me yergo como una flama hacia un cielo sin desgracias y vierto en la afligida tierra de su nacimiento semillas de xtasis, de fuego. Mis credos sobrevuelan el tiempo y el espacio hacia una luz inextinguible; traigo la felicidad de la cara del Eterno y la bendicin de la Visin del Ser. Instaurado en las ramas del rbol del saber, mesuro los mundos con ojos de rub aglomerado con lo que cerne por los torrentes de la eternidad. Nada se esconde a mi vehemente corazn, mi mente inmvil carece ya de costa, mi canto es el mstico arte del arrobo, mi vuelo... un inmortal deseo.
hollando con sus botas la tierra de los pobres debe caer pues l es mi enemigo. Fue l quien nos sedujo por desiertos sin sendas y nuestra guerra santa convirti en burla trgica y a Dulcinea la bella someti a servidumbre. Fue l. Fue l. Y no lo conocimos.
Traduccin: Antonio Fernndez Romero, Kisti Baggethuum, Mona Moltke y Pentti Saaritsa.
bajo el blanco universo del perifollo y recemos a un cndido dios que vuela como un abejorro entre las estrellas. Llvame de la mano, hijo mo.
Traduccin: Francisco J. Uriz
decapitaron, lo ahorcaron, lo degollaron, lo fusilaron, lo tiraron por la ventana, lo enterraron vivo, ametralladores lo acribillaron, lo bombardearon, lo gasificaron, lo sentaron en la silla elctrica, lo empujaron ante el tren, lo lincharon, lo pasaron a cuchillo, lo extinguieron. El Verbo, que en el principio era horrorizado busca un inocente sustantivo
Traduccin del autor
para tenerlo por siempre. La lista es precisa y al parecer nos quedaremos con nada. No puedo recordar cundo, donde y para qu permit que me abrieran esta cuenta. La rebelin contra sta la llamamos alma. Y esto es lo nico que no est en la lista.
Traduccin: Mara Mizerska
Los gansos Por nada los gansos tocan alarma en sus trompetas de barro.
1 Pjaros perdidos de verano vienen a mi ventana, cantan, y se van volando. Y hojas amarillas de otoo, que no saben cantar, aletean y caen en ella, en un suspiro. 2 Vagabundillos del universo, tropel de seres pequeitos, dejad la huella de vuestros pies en mis palabras! 3 Para quien lo sabe amar, el mundo se quita su careta de infinito. Se hace tan pequeo como una cancin, como un beso de lo eterno. 4 Las lgrimas de la tierra le tienen siempre en flor su sonrisa. 5 El desierto terrible arde todo por el amor de una yerbecita; y ella le dice que no con la cabeza, y se re, y se va volando... 6 Si lloras por haber perdido el sol, las lgrimas no te dejarn ver las estrellas. 7 En tu camino, agua bailarina, la arena te pordiosea tu cancin y tu fuga. No quieres t cargarte con la coja? 8 Tu cara anhelante persigue mis sueos como la lluvia por la noche. 9 Una vez, soamos los dos que no nos conocamos. Y nos conocamos. Y nos despertamos a ver si era verdad que nos ambamos. 10 Como el anochecer entre los rboles silenciosos, mi pena, callndose, callndose, se va haciendo paz en mi corazn. 11
No s qu dedos invisibles sacan de mi corazn, como una brisa ociosa, la msica de las ondas. 12 -Mar, qu ests hablando? -Una pregunta eterna. -T, cielo, qu respondes? -El eterno silencio. 13 Oye, corazn mo, los suspiros del mundo, que est queriendo amarte! 14 El misterio de la vida es tan grande como la sombra en la noche. La ilusin de la sabidura es como la niebla del amanecer. 15 No te dejes tu amor sobre el precipicio. 16 Me he sentado, esta maana, en mi balcn, para ver el mundo. Y l, caminante, se detiene un punto, me saluda y se va. 17 Menudos pensamientos mos, con qu rumor de hojas suspiris vuestra alegra en mi imaginacin! 18 T no ves lo que eres, sino su sombra. 19 Qu necios estos deseos mos, Seor, que estn turbando con sus gritos sus canciones! Haz T que solo sepa yo escuchar! 20 No soy yo quien escoge lo mejor, que ello me escoge a m. 21 Si me est negado el amor, por qu, entonces, amanece; por qu susurra el viento del sur entre las hojas recin nacidas? Si me est negado el amor, por qu, entonces, la medianoche entristece con nostlgico silencio a las estrellas?
22 S que esta vida, aunque no madure el amor, no est perdida del todo. 23 No sea yo tan cobarde, Seor, que quiera tu misericordia en mi triunfo, sino tu mano apretada en mi fracaso!
Te amo, perdname mi amor Te amo, s Perdname mi amor! Pajarito que yerras tu camino, como t, estoy cazada. Cuando mi corazn se estremeci de dicha, perdi su velo y se qued desnudo. Cbrelo t de piedad, y perdname mi amor! Si no puedes amarme, perdname mi pena! Pero no me mires as, desde tan lejos! Me arrastrar callada a mi rincn y m sentar en la sombra, tapando con mis dos manos la vergenza desnuda. No me mires , no me mires, y perdname mi pena! Si me amas, perdname mi alegra! No te ras de mi descuido porque ves que mi corazn se me va en este mar de ventura. Cuando me siente yo en mi trono, y reine sobre ti, tirana de mi amor; cuando, como una diosa, yo te conceda mis favores, s t indulgente con mi orgullo, y perdname mi alegra!
Versin de Zenobia Camprud de Jimnez
y no ira a buscar, sediento las riberas y besara los capullos en flor batiendo alegremente las alas al viento hasta que, cuando el atardecer me cubriera de sombras, vagara entre las rosas, insomne, bebiendo su perfume mientras cimbrean la corola con ternura por ser primavera, soando con el amanecer en el jardn donde se mecen las nubes de colores, soando con los pajarillos que entonan melodas que agitan el corazn de la maana como un eco. Si la flor conociera el secreto de su enamorado preparara para m solo, con su amor, el jardn y no me vera los ojos pendientes de sus setos ni del curso de sus problemas. Entonces cantara en sus rboles y en l forjara la vida en melodas. Pero el jardn prefiri la obra de un creador, de un artista de magnfico arte: quiso que fuera un poeta y lo indic y le distingui con su dureza y desvo. La belleza guardar las flores del jardn, me har detestable la vida lejos de l. Sin l no sera un pjaro cantor e ignorara lo que es el canto.
Traduccin: Leonor Martnez Martn
Sin cruzarnos palabra En muchedumbre Cientos de gentes errantes Slo hay indicios
IX En Mizaki El sol habla sobre mi cabeza Un cuervo baila Cuando regresa al sol Por un instante aparece la revelacin En este pas Una vez al ao Se ve el anillo del sol Cuando se arriesga la vida Los deseos pecaminosos en fantasa Detenido en el azul profundo Estoy yo En la cumbre El encuentro con La revelacin del sol Bajo la montaa de un golpe Por ms que se vagabundee No se olvida la existencia Un instante de jbilo La felicidad eterna
XIII Cargado en las alas del cielo Un poste de la eternidad peridica Los hombres abren camino Guiados Por el cuervo que vive en el sol Buscando un dios sin figura Partimos El smbolo es un tringulo
En la tierra santa florece El rbol de las granadas El origen es Dnde? En cualquier parte No hay quien haga preguntas Y mucho menos quin las responda
Traduccin: Hctor Sierra
brotaban como los cabellos enroscados en un crneo. En algunos huecos al lado muchos conocidos vivan su ltima y definitiva residencia. La realidad lleg hasta mi visin. Cuando el llanto y el estremecimiento me sacudieron del fondo y me cubrieron totalmente, me un cabizbaja con la multitud muerta.
Traduccin: Shigeko Suzuki, Junichi Matsuura y Lourdes Porta
son la manteca las gordas. Los pescuezos desvados son las muy largas y angostas; la pimienta las taimadas, y las mollejas las bobas; las feas que se aderezan son especias que sazonan, por s solas desabridas y aderezadas, gustosas. La sangre cuajada son todas las necias hermosas, y en ser un manjar del limbo -ni bien pena, ni bien glorialas afeitadas son salsa adonde cualquiera moja. Con perejiles las unas y con mostazas las todas, en el portero apretador, para dar fin a la historia, es el cucharn de palo porque las revuelve a todas.
Mas duros son sus dientes que los pedernales de la hoz.Un ramo de flores en cada uno de sus pechos, agarrado entre los brazos. Papiro Harris (Localizacin.- British Museum. poca.- Inicio del reinado de Ramss IV) El amante dice: "El amor de mi hermana me aguarda en la otra orilla. Hay un cocodrilo al acecho, pero cruzare sin miedo las aguas. Es tu amor lo que me hace fuerte y conjura los cocodrilos. Cuando te veo llegar mi corazn salta de jubilo, Mis brazos quieren estrecharte. Y si beso tus labios abiertos Me siento embriagado sin cerveza" "Oh, quien fuera la negra que la acompaa, para ver el color de todos sus miembros! Oh, quien fuera su lavandero, Para lavar los ungentos perfumados de sus vestidos! Oh, quien fuera la sortija de su dedo!" La enamorada dice: "Cuan dulce es irme al estanque y baarme ante ti, mostrandote mi belleza, en mi camisa del mas fino lienzo,mojada de agua! Bajare contigo al agua y volvere a subir Con un pez rojo,tan lindo,entre los dedos" "Me retirare contigo a los arboles del jardin. Vere lo que haces cuando contemples mi rostro. Mis brazos estan enguirnaldados de flores Y fino aceite hace brillar mis cabellos. Cuando estoy en tus brazos Soy como una princesa del seor de ambos paises." Neferti e Ipuwer (Imperio Nuevo) La muerte est hoy en mis ojos como cuando un enfermo sana, como cuando se camina despus de la enfermedad. La muerte est hoy en mis ojos como aroma de mirra; como cuando bajo la vela del barco un da de viento. La muerte est hoy en mis ojos como el perfume de nenfares,
Papiro Chester Beatty I (Imperio Nuevo, Ramss V) Ciclo de las siete estancias Principio de los dichos de la gran felicidad La nica, la hermana sin igual, la ms hermosa de entre todas! Es como la primera estrella de la maana al inicio de un ao feliz. Brillo resplandeciente, blanca de piel, Hermosa la mirada de sus ojos Dulces las palabras que emanan de sus labios, Ella no dice una palabra de ms. Cuello erguido, pecho radiante su cabello como verdadero lapislzuli; (Sus) brazos rebosan oro (Sus) dedos (son) como capullos de loto. Muslos robustos, estrecha cintura, Sus piernas pasean su belleza Con elegante paso va caminando, conquista mi corazn con sus movimientos. Consigue que los cuellos de los hombres Se giren para admirarla. Afortunado aqul a quien ella abrace es igual que el primero de los hombres! Cuando ella se aleja parece Como ese otro nico. Segunda Estancia Mi hermano atormenta mi corazn con su voz, hace que la enfermedad se apodere de m: Vive prximo a la casa de mi madre y no puedo acudir a l! Mi madre hace bien en solicitarle de esta manera: Accede a verla! Mi corazn se angustia pensando en l, Estoy poseda por su amor. Realmente, es un necio, Pero me parezco a l; Desconoce mi deseo de abrazarle, O hubiese escrito a mi madre Hermano, estoy prometida a ti
Por La Dorada de las mujeres ! Ven a m para que contemple tu belleza, Mi Padre, y mi Madre, se alegrarn Toda mi gente te aclamar al unsono Ellos te aclamarn, Oh, mi hermano! Tercera Estancia Mi corazn idea cmo contemplar su belleza Mientras est sentada en su casa. En el camino encuentro a Mehi en su carro Con l estn sus hombres jvenes. Desconozco cmo evitarle: Debera acelerar para pasarle? Pero el ro era la carretera y No encuentro lugar para mis pies. Mi corazn, eres muy necio, Por qu abordas a Mehi? Si paso antes que l Le contar (conocer) mis movimientos Aqu, soy tuyo, le digo, Entonces l gritar mi nombre Y me designar como el primero... Entre sus sucesores. Cuarta Estancia Mi corazn palpita precipitadamente Cuando pienso en mi amor por ti: l no me permite actuar como una persona brinca en su sitio. No me permite vestirme, Ni envolver mi pauelo a mi alrededor; No me pinto los ojos, Ni tan siquiera estoy ungida. No esperes, ve hacia all , me dice, tan pronto como pienso en l; Mi corazn, no actes tan estpidamente, Por qu te haces el tonto? Permanece quieto, El hermano viene hacia ti Y muchas personas te observan No dejes que la gente diga de m: Una mujer ha fracasado en el amor! Permanece tranquilo cuando pienses en l, Mi corazn, no palpites! Quinta Estancia
Alabo a la Dorada, adoro a su majestad, Ensalzo a la Seora del Cielo; Adoro a Hathor, Alabanzas a mi Seora (Loada sea mi Seora) Yo la llam, ella escuch mis plegarias, Ella me envi a mi amada, Ella vino a verme, Oh, qu gran milagro me sucedi! Yo estaba feliz, exultante, eufrico, Cuando me dijeron: Mira, ella est aqu! Al llegar, los jvenes se inclinaron ante ella, Llevados por un gran amor hacia ella. Or a mi diosa Que me concedi a mi hermana como un regalo; Hoy hace tres das que rezo a su nombre, Cinco das desde que ella vino a m! Sexta Estancia Pas ante su casa, Encontr su puerta entornada; Mi hermano estaba con su madre, Y todos sus hermanos con l. Su amor conquist el corazn De todos aquellos quienes se recorran el camino; Esplndido joven sin igual, Hermano excepcional en virtudes! l me mir cuando pas, Y yo me regocij; Cmo mi corazn estaba exultante de felicidad, Mi hermano, a tu vista! Si tan slo la madre conociera mi corazn, Ella me comprendera ahora; Oh, Dorada, ponlo en su corazn, entonces ir rpidamente hacia mi hermano! Le besar ante sus compaeros, No llorara ante ellos; Me regocijara por su comprensin Que t me has reconocido! Preparar una fiesta para mi diosa, Mi corazn palpita, Djame ver a mi hermano esta noche, Oh, felicidad pasajera! Sptima Estancia Siete das desde que vi a mi hermana, Y la tristeza me invade; Soy fuerte en todos mis miembros, Mi cuerpo me ha abandonado.
Cuando los fsicos vienen, Mi corazn rechaza sus remedios; Los magos se muestran impotentes, Mi enfermedad no se percibe. Decirme Ella est aqu me revivira! Su nombre me animara; Su mensajero yendo y viniendo, Eso reavivara mi corazn! Mi hermana es mejor que todas las prescripciones, Ella hace ms por m que todas las medicinas; Su venida hacia m es mi amuleto, Su aparicin hace que me sienta bien! Cuando ella abre sus ojos mi cuerpo es joven, Sus palabras me hacen fuerte; Abrazarla aleja mi enfermedad Siete das desde que ella me abandon!
Las admoniciones de Ipuwer (El texto aparece escrito en el recto del papiro Leyden 344[1]. Este manuscrito fue descubierto en Menfis, pero su procedencia ms probable es Saqqara. Actualmente tiene 3, 78 m. de longitud x 0, 18 m. de altura y consta de 17 placas.) Fragmentos Ciertamente, la risa ces y no se crear ms. Es un gemido lo que hay a travs de la tierra, mezclado con lamentaciones. Ciertamente, cualquier muerto es como quien existe; quienes eran [egipcios se han convertido en extranjeros a quien se muestra el camino. Ciertamente, el pelo se cay a todos. No se distingue al bien nacido de aqul que no lo tiene para l Ciertamente, uno es aturdido por el ruido y la voz no es clara en los aos de ruido. No existe el final para el gritero. Ciertamente, el grande y el humilde dicen: Deseo mi muerte. Los nios pequeos dicen: l no debi permitir que viviera. Ciertamente, los hijos de los grandes son lanzados contra las paredes; los hijos deseados son colocados en las tierras altas. Ciertamente, quienes estaban en la casa del embalsamamiento son colocados en las tierras altas; el
secreto de los embalsamadores se est revelando en ellas. Ciertamente, esto que poda verse ayer, eso desapareci; la tierra se abandon a causa de su esterilidad e igualmente el corte del lino. Ciertamente, toda la tierra pantanosa del delta no puede ser ocultada; Tamehu puso la confianza en los senderos pisados. Qu puede hacer uno? Se dice: Maldito est el lugar de los secretos divinos Atiende, est en manos de quienes lo desconocan como de los hombres que lo conocen. Los extranjeros son expertos en los trabajos de las tierras pantanosas. Ciertamente, los ciudadanos se sitan en las piedras de moler; aqullos que vestan lino fino fueron golpeados con palos; quienes no podan ver el da salieron sin oposicin. Oh aqullas que estaban en los dormitorios de sus maridos, dejadlas que duerman en balsas de tablas Digo que es ms duro para m que los tablones que portan mirra. Cargadlas llevando jarras con vino. Permitid que conozcan el palanqun, pero los reposteros son quienes lo han destruido. Del mismo modo que las sirvientas, las mujeres nobles sufrieron; las msicas estn en las habitaciones dentro de los vestuarios; lo que pueden cantar a Meret son lamentos. Aqullos que narraban historias trabajan en las piedras de moler. Ciertamente, los rboles se talaron; las ramas se descortezaron. El hombre lo ha abandonado todo incluso los sirvientes que pertenecan a su casa. La gente dir cuando lo escuche: Se ha destruido un abundante sustento para los nios. No hay alimento para los hijos Y en el da de hoy Cmo va a ser su gusto hoy?. Ciertamente, los grandes estn hambrientos y padecen,
mientras los asistentes son servidos; a causa de las lamentaciones. Ciertamente, el hombre de temperamento dice: Una vez que haya conocido donde est dios, entonces le servir. Ciertamente, todos los rebaos de cabras tienen sus corazones llorando; los ganados se lamentan a causa del estado de la tierra. Ciertamente, los hijos de los grandes son lanzados contra las paredes; los hijos deseados son colocados en las tierras altas.
Himno a Osiris de la estela de Sobekiry (Louvre) Palabras dichas por el delegado del supervisor del tesoro Sobekiry, engendrado por la seora de la casa Senu, justificada. Dice: "Te saludo" Osiris, hijo de Nut, seor de los cuernos, quien alza la corona atef, a quien se dio la corona blanca con alegra en presencia de la eneada divina, aqul que cre Atum su respeto en el corazn de los hombres, los dioses, los espritus y los muertos, a quien se dio el gobierno en Iunu (Helipolis). El de grandes sus transformaciones en Dyedyu (Busiris), el seor del miedo en las dos colinas, el de grande temor en Re- setau, el seor del respeto en Neninesu (Heraclepolis Magna), el seor del poder en Chenenet. El de gran amor sobre la tierra, el seor de buen recuerdo en el palacio divino, el de grandes apariciones en Abidos, a quien se dio la justificacin en presencia de la eneada de los dioses completa, para quien se realiz la matanza en en la sala ancha grande que est en Herur, que temen a l los poderes grandes, que se ponen en pie para l los grandes sobre las esteras en las que estn, que dio Shu su miedo, que cre Tefnut su respeto, que vienen a l los dos cnclaves del Alto y Bajo Egipto inclinados, por la grandeza de su temor, por la magnificencia de su respeto. Este es Osiris, el soberano de los dioses, el gran poder del cielo, el gobernador de los vivientes el rey de los muertos a quien glorifican miles en Jeraha, que se alegran por l los henmemet en Iunu (Helipolis), el seor de las cosas escogidas en las casas superiores, que se hace para l la matanza en Hutptah, que se hace a l los ritos de la noche en al frente de Jesem (Letpolis),
cuando ven a l los dioses es que ellos hacen para l una reverencia, cuando ven a l los espritus es que ellos crean un homenaje, que lament a l la multitud en This, que se alegran por l quienes estn en la ciudad Ha dicho tu hijo Horus: He venido despus de golpear para ti a quienes golpean.
Su relmpago contesta mi llanto mi voz arde en su mano A hora estoy perdido en Aquel que enceguece y al fin de la plegaria se oye el clamor del sol
Versin de Elizabeth Azcona Cranwell
Continental, llevaba silenciosas jornadas. Miramos, Tocamos, tratando de conocer la totalidad del silencio.
Traducciones: Rafael Patio
por obra de la oficina del censo. Recurdeme ahora a mis viejos amigos y colegas. Discutiendo la Trinidad y la urea diccin: Piense en que estoy aqu, esperando los fuegos de los austurianos. Observe el sitio donde se acuclillan detrs de los acantilados, ignorando medida, faccin y cisma, destinados por la ingrata fortuna para ser los autnticos herederos del Reino. * Synesius: C. 370 - C.414. Nacido en Cirene, estudi filosofa en Alejandra con Hipatia y despus en Atenas. Ms tarde fue obispo en Ptolemais en la Penpolis libia. Sus cartas nos ofrecen una vvida pintura del estado del Imperio Romano en frica durante el perodo que le toc vivir.
en este campo est mansa y benigna. Si los ganchosos iervos van heridos de las nimphas con yerva vallestera, no se quexan ni van dando jemidos; mas pranse en mitad de la carrera puniendo al son atentos los odos de la boz que da vida a quien la espera. Y las lijeras liebres ms que vientos se paran a escuchar tales aentos. La halda deste campo ie un valle frtil opimo en yervas abundoso, que pone grave espanto si a miralle se despliegan los ojos sin rreposo. Si aqu pudiera al bivo dibujalle con su inmortal laurel y edro umbroso, creyera ser de Apeles propria mano o de Zeusis la diestra de Silvano. Agora aquel pintor del ancho suelo nos adorne de rrosas, yervas, flores; agora se nos muestre turbio el ielo o azules rrubicundas sus colores; agora venga manso con buen zelo el mudable dudoso dios de amores; agora sea el invierno o el esto, agora haga calor o crudo fro, agora el importuno Canero airado, agora Piscis reine, agora Toro, o Jpiter alegre y esforado, o Saturno melarchia con lloro, agora el mundo est en prspero estado o en adverso se pierda su thesoro; siempre est en este valle una frescura con quieta y templada hermosura. El suelo est esmaltado de erbezillas, de nuezga enrredadora y mirabeles que hazen por all dos mill sendillas formando mill cavarias y doseles. En cuyo valle hazen maravillas
los semicapros faunos y donzeles. Juegan all los stiros y silvanos en su caa y amores siempre ufanos. All, la opaca vid enlaza y cie las verdes caas, cuya compostura nos fuera, causa espanto, y nos constrie a que digamos ser tal hermosura de aqulla que las cosas pinta y tie. Hecho80 con propria mano de Natura para su alvergue y lecho deleitoso derivando de aqu lo ms hermoso. Un vtreo arroyo claro y christalino del Tajo dule sale qual fontana, y aquste rriega el nctar tan divino que beve el sacro choro de Diana. Es rraro este licor y peregrino de la jente86 mortal bruta y humana, que quien de casto amor no es coronado no gustar el licor claro y sagrado. Por do la grama est dura y ruidosa, pasa tan leve y blanda su corriente que ni saben si es yerva u otra cosa el agua que derrama aquella fuente. Si por dicha la yerva tan hermosa pisar quiere algn sabio, a el ms prudente -pensando yerua ser sin ser sentidalos pies le mojar el agua escondida. All, la muy castssima Diana colgava con sus nimphas mill trofeos. All, va publicando la maana con rrubios arreboles sus deseos. La Iris rrubicunda verde ufana de triplie color haze himeneos quando por mensajera de su diosa nos viene a publicar alguna cosa.
T, que de mi dolor me has conduzido a contemplarte y contemplar mis hados, enemigos agora conjurados contra vn hombre del cielo perseguido,
ass las claras lmparas del cielo siempre te alumbren y tu amiga frente de veleo y ciprs tengas ceida.
Que no vierta su luz en este suelo el claro Sol, mientras me quexo ausente de mi passin. Bien sabes t mi vida.
que no eran suficientes esas trampas pequeas que ponemos tratando de ocultar nuestra verdad. Por eso no me detuve en nada, para entregarme al rostro nico, aqul que en mi inocencia busqu yo con mis propios cuadros. Llegu hasta el umbral de la estancia que lo albergaba, pero no pude atravesarlo. O un sollozo, la contencin de la desesperanza en una voz que vena del ngulo oscuro. Me volv, volv a mis cosas, a lo vano y lo superfluo, pues tuve medo, el mismo atroz que aquel hombre acurrucado senta. Volv a esas estancias pasadas, a esos cuadros que ignor entonces tambin. Por ellos supe que reside el dolor en desvanecerse la inocencia.
pura la vida, pasa como una horrible tolvanera oscura sobre antiguos legajos, viejas historias tristes, trastos que fueron, puyas dolorosas, desvadas vaguadas, cerros, dunas que remueve, y encuentra all en el fondo de mi vida ida una pequea paz: la de tu nombre. A Alma, nuestra perra Pjara. Agua viva que luce, que brota, salta y estremece al da, ruidosa, recibindonos siempre desde el cielo sin nubes de su corazn. Alma, pjara. Alma de lumbre antigua y de animal antiguo, inaguantable y dulce y mensajera y breve como el amanecer. Y sorprendente. Pequea perra ma: Deberas volar. Vuelas? Ahora, prate ah. Y quieta y silenciosa y pura, de una vez para siempre, dime qu has pretendido mirndome tan fija cuando piensas.
Pero te figuraste la enfermedad, hasta que la imaginacin al cuerpo pudo enfermar. Y creste que ya eras dbil, hasta que la debilidad en tus huesos se pudo instalar. Al hombre le aterroriza la muerte si a la mortaja no deja de mirar.
Traduccin: Said Alami
abr la puerta y sal del hermoso lugar. Desde la calle mir por la ventana: nadie haba advertido mi ausencia. Camin. Volv el rostro: ninguno me segua.
La madre Y cuando el corazn de un ltimo latido haya hecho caer el muro de sombra, para conducirme, madre, hasta el Seor, como una vez me dars la mano. De rodillas, decidida, sers una estatua delante del Eterno, como ya te vea cuando estabas todava en la vida. Alzars temblorosa los viejos brazos, como cuando expiraste diciendo: Dios mo, heme aqu. Y slo cuando me haya perdonado te entrarn deseos de mirarme. Recordars haberme esperado tanto y tendrs en los ojos un rpido suspiro.
Versin de Jess Lpez Pacheco
Enteros, las llevarn enteras al reino de la luz que se avecina y los elementos, echndose a sus pies bendecirn mi culpa.
Traduccin: Antonio Fernndez Romero, Kisti Baggethuum, Mona Moltke y Pentti Saaritsa.
r Vr, Jn (Islandia,1917)
Chinas Recuerda esas piedras minsculas, pequeas pupilas pulidas por las olas de la fra eternidad. Pntelas de una en una bajo la raz de la lengua hasta encontrar al fin aqulla que se derrita en tus labios y se haga poesa.
Traduccin:Antonio Fernndez Romero, Kisti Baggethuum, Mona Moltke y Pentti Saaritsa.
y el ala bates con inquietud, y te adelantas, resuelta, a veces, con amorosa solicitud. Porque no sabes hasta qu grado yo la inocencia s respetar, que es, para el alma tierna, sagrado de tus amores el libre hogar. Pobre avecilla! Vuelve a tu nido mientras del prado me alejo yo; en l mi mano lecho mullido de hojas y flores te prepar.
Maana ni pensars en el sol de hoy da, y preguntars al sol de maana: Eres el mismo sol?
Perdime por ella, y ella injustamente, por darme en los ojos, por otro se pierde. Como por mi madre soy muy su pariente, y la sangre dicen que sin fuego hierve, a buscarla vengo; hablo a sus paredes, durmese la ingrata. por no hablarme y verme. La ingrata se duerme, si lo hace adrede! Quise que en mi plato la mano metiesse, y dl alcanasse quanto bueno huviesse. Mas, el pan comido, como decir suelen, con nuevos agravios trat de ofenderme. Siempre en perdonarla fui manso y clemente, porque desde nio lo mam en la leche. Mudse y huyse donde, aunque lo advierte, duerme a sueo suelto sobre sus placeres. La ingrata se duerme, si lo hace adrede! Diome por su causa un sudor de muerte, prendime la ronda, metime en un brete. Vstenme de loco,
por loco me tienen, porque mis amores locuras parecen. Como a salteador que en el campo prenden, me ofrece saetas con que me asaeteen. Pnenme en un palo, de m no se duele, pues del otro lado a dormir se vuelve. La ingrata se duerme, si lo hace adrede!
flatulentos y obscenos por el tonto tenaz, por el enano por el viejo poeta que no sabe suicidarse a tiempo debajo de su mesa por el confesional por el pattico por el llamado, en fin, al gran negocio, y por el arte de la poesa ejercido a deshora como una compraventa de ruidos usados.
y el jardn se cambia en pramo y en hojas secas las flores, porque yermo el corazn para siempre ya quedose. Porque hay un huracn en la llanura que el viento del deseo lo form, que marchit del campo la verdura y la flor gaya de ilusin seco. Y este huracn, que lo engendr el deseo, es la pasin que vomit Luzbel, y en sus alas marchito y en trofeo lleva el que fue del corazn vergel. Y deja un tronco seco y deshojado de espinas lleno, lleno de dolor, y ste es el desengao, que clavado se nos queda cual dardo matador.
hacia un lugar de retorno prohibido. Sed malditas, malas sombras del Orco, que fagocitis todo lo precioso; me arrancasteis este gorrin tan lindo. Oh, accin malvola!Oh, gorrin perdido! Ahora, por tu culpa, los ojitos hinchaditos de mi nia se encarnan.
Traduccin: Jos Mara Alonso Gamo
el destellar sereno va sembrando soberano desdn sobre la altura. Como en deleite el fruto se desle, como en delicia trucase su ausencia en una boca en que su forma muere, mi futura humareda aqu yo sorbo, y al alma consumida el cielo canta la mudanza en rumor de las orillas. Bello cielo real, mrame que cambio! Despus de tanto orgullo, y de tanto extrao ocio, mas pleno de poderes, a ese brillante espacio me abandono, sobre casas de muertos va mi sombra que a su frgil moverse me acostumbra. A teas del solsticio expuesta el alma, sostenindote estoy, oh admirable justicia de la luz de crudas armas! Pura te tomo a tu lugar primero: mrate!... Devolver la luz supone taciturna mitad sumida en sombra. Para m solo, a m solo, en m mismo, un corazn, en fuentes del poema, entre el vaco y el suceso puro, de mi ntima grandeza el eco aguardo, cisterna amarga, oscura y resonante, hueco en el alma, son siempre futuro! Sabes, falso cautivo de follajes, golfo devorador de enjutas rejas, en mis cerrados ojos, deslumbrantes secretos, qu cuerpo hlame a su trmino y qu frente lo gana a esta tierra sea? Una chispa all pienso en mis ausentes. Sacro, pleno de un fuego sin materia; ofrecido a la luz terrestre trozo, me place este lugar alto de teas, hecho de oro, piedra, rboles oscuros, mrmol temblando sobre tantas sombras; all la mar leal duerme en mis tumbas!
Al idlatra aparta, perra esplndida! Cuando con sonrisa de pastor, solo, apaciento carneros misteriosos, rebao blanco de mis quietas tumbas, las discretas palomas de all aljalas, los vanos sueos y ngeles curiosos! Llegado aqu pereza es el futuro, rasca la sequedad ntido insecto; todo ardido, deshecho, recibido en quin sabe qu esencia rigurosa... La vida es vasta estando ebrio de ausencia, y dulce el amargor, claro el espritu. Los muertos se hallan bien en esta tierra cuyo misterio seca y los abriga. Encima el Medioda reposando se piensa y a s mismo se concilia... Testa cabal, diadema irreprochable, yo soy en tu interior secreto cambio. A tus temores, slo yo domino! Mis arrepentimientos y mis dudas, son el efecto de tu gran diamante... Pero en su noche grvida de mrmoles, en la raz del rbol, vago pueblo ha asumido tu causa lentamente. En una densa ausencia se han disuelto, roja arcilla absorbi la blanca especie, la gracia de vivir pas a las flores! Dnde del muerto frases familiares, el arte personal, el alma propia? En la fuente del llanto larvas hilan. Agudo gritos de exaltadas jvenes, ojos, dientes, humedecidos prpados, el hechicero seno que se arriesga, la sangre viva en labios que se rinden, los dedos que defienden dones ltimos, va todo bajo tierra y entra al juego! Y t, gran alma, un sueo acaso esperas libre ya de colores del engao
que al ojo camal fingen onda y oro? Cuando seas vapor tendrs el canto? Ve! Todo huye! Mi presencia es porosa, la sagrada impaciencia tambin muere! Magra inmortalidad negra y dorada, consoladora de horroroso lauro que maternal seno haces de la muerte, el bello engao y la piadosa argucia! Quin no conoce, quin no los rechaza, al hueco crneo y a la risa eterna! deshabitadas testas, hondos padres, que bajo el peso de tantas paladas, sois la tierra y mezclis nuestras pisadas, el roedor gusano irrebatible para vosotros no es que bajo tablas dorms, de vida vive y no me deja! Amor quizs u odio de m mismo? Tan cerca tengo su secreto diente que cualquier nombre puede convenirle! Qu importa! Mira, quiere, piensa, toca! Agrdale mi carne, aun en mi lecho, de este viviente vivo de ser suyo! Zenn! Cruel Zenn! Zenn de Elea! Me has traspasado con tu flecha alada que vibra, vuela y no obstante no vuela! Su son me engendra y mtame la flecha! Ah! el sol... Y qu sombra de tortuga para el alma, veloz y quieto Aquiles! No! No!... De pie! En la era sucesiva! Cuerpo mo, esta forma absorta quiebra! Pecho mo, el naciente viento bebe! Una frescura que la mar exhala, rndeme el alma... i Oh vigor salado! Ganemos la onda en rebotar viviente! S! Inmenso mar dotado de delirios, piel de pantera, clmide horadada por los mil y mil dolos solares, hidra absoluta, ebria de carne azul,
que te muerdes la cola destellante en un tumulto smil al silencio. Se alza el viento!... Tratemos de vivir! ,Cierra y abre mi libro el aire inmenso, brota audaz la ola en polvo de las rocas! Volad pginas todas deslumbradas! Olas, romped con vuestra agua gozosa calmo techo que foques merodean!
Versin de Javier Sologuren
Valle Incln, Ramn Mara del (Puebla de Caramial. Villanueva de Arosa, Pontevedra, 1869-1936)
Karma Quiero una casa edificar como el sentido de mi vida, quiero en piedra mi alma dejar erigida. Quiero labrar mi eremitorio en medio de un huerto latino, latn horaciano y grimorio bizantino. Quiero mi honesta varona transmitir al hijo y al nieto, renovar en la vara ma el respeto. Mi casa como una pirmide ha de ser templo funerario, el tumor que mueve mi clmide es de Terciario. Quiero hacer mi casa aldeana con una solana al oriente, y meditar en la solana devotamente. Quiero hacer una casa estoica murada en piedra de Barbanza,
la Casa de Sneca, heroica de templanza. Y sea labrada de piedra mi casa, Karma de mi clan, y un da decore la hiedra sobre el dolmen de Valle-Incln.
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma... Yo no s! Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras en el rostro ms fiero y en el lomo ms fuerte. Sern tal vez los potros de brbaros atilas; o los heraldos negros que nos manda la Muerte. Son las cadas hondas de los Cristos del alma, De alguna fe adorable que el Destino blasfema. Esos golpes sangrientos son las crepitaciones de algn pan que en la puerta del horno se nos quema. Y el hombre... Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada; vuelve los ojos locos, y todo lo vivido se empoza, como charco de culpa, en la mirada. Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no s!
su frente y pecho aplastan la furias de Satn, mientras hacia el abismo, los genios del Averno cual gnomos contrahechos, la empujan con afn. Y encima de los montes cual toros sin barrera, el mar Mediterrneo las olas ve en la lid, que con enormes rocas chocan en su carrera y a empellones las tiran sin decirles: Huid. Del torbellino en alas pelea el mar helado con islas, continentes y hielos en montn, que en lajas los arroja del uno al otro lado seguido por las naves, las fieras y el cicln. A lo lejos, la Atlntida en su tlamo echada, con la voz de poniente responde al ronco mar; y para abrir la presa de su sierra encrestada, enormes moles de agua le arroja sin parar. El muro de peascos cae con estruendo como a las duras hachas el roble secular; y ruedan las almenas a su fragor tremendo mientras se desmorona su asiento circular. Se aterra; y sus escombros en alas de las Furias, las olas levantiscas reciben en montn, rellenando los llanos que hollaron mil centurias y arrancando los montes que respet el cicln. Chocaron; con sus aguas, sus aguas se juntaron y al fragor de los rayos y del trueno al bramar, con eternal abrazo la su amistad sellaron entre flotantes selvas e islotes sin formar. Cuando Dios rompa el mundo, as entre sus despojos se ver al sol rodando cual despeado alud, buscando a tientas, ciego, sus resplandores rojos y a la Parca a los muertos llamando en su atad. Mas la voz del arcngel domina los rugidos y le enva ms furias, rayos y tempestad. Cerrad con ella polos del Norte y Sur unidos!, fieras, a dentelladas su cuerpo destrozad! Y con el raudo azote de su rojiza espada las hostiga, iracundo, chispeando al rasgar
y el reino derruido y la aldea incendiada juntan sus fieras voces a las del ronco mar.
Versin de Ots y Lle
nos brinda el eco de su agua interna, que nunca dor el sol, y la frescura de su sombra antiqusima... Y advierte la carne en su pesada calentura la fiebre de la vida y de la muerte!
fingiendo estar yo dormida, que hermandad ni parentesco entre nosotros no haba; y que de aquesta frontera el rey, alcaide os haca, y que mi padre en Con quiere el rey que asista y viva; y pues o el desengao en que engaada viva, siendo mi gloria tan breve cmo podr tener vida? Y estando los dos amantes en su triste despedida, llega a Abindarrez un paje a pedille las albricias. Romance de la carta de amor que escribe el Abencerraje a Jarifa instndole a que le mande llamar A ti, la hermosa Jarifa, Abindarrez salud enva, el cual sin ella y sin ti esta carta te escriba. Mil veces dej la pluma y dejada la tena; el esfuerzo me animaba, el temor me combata. En esto el atrevimiento que te escribiese, deca; el temor, ya despedido, el amor me dio osada. Lo que te escribo, seora, corazn y vida ma, es que te acuerdes de m, cual sal de gallarda en la vega de Granada vestido de tu divisa; y lo que ms te agradezco, Jarifa, en cuanto poda, de saber cun bien celaste con Ftima, tu querida, nuestros secretos amores, como discreta entendida. Lo que al presente suplico con amor y cortesa
es que cumplas tu palabra como de ti se confa, que es de enviarme a llamar; di: cundo ser este da? Y si error hay en la carta, culpe a quien lo mereca. Al amor primeramente porque me favoreca; despus al atrevimiento, y a la mano que escriba. Romance de la carta de amor que escribe Jarifa a Abindarrez avisndole de la ausencia de su padre, para que vaya a encontrarse con ella La pluma toma Jarifa, y en un papel escriba una carta a Abindarrez, quien ms que a s le quera: "Bien sabes, Abindarrez, que soy tu menor cautiva, tu vasalla y servidora hasta el fin de mi vida. Bien sabes que con tu ausencia, por ser t mi compaa, vivo la ms triste mora de toda la morera. Con esperanzas de verte tengo esperanza de vida. Ha querido el gran Mahoma dar hoy fin a mi porfa, que mi padre es ido a Ronda, a Ronda, aquesa villa, diciendo que ha de volver dentro de tercero da. Luego, vista la presente, te parte[s], por vida ma, que la tierra est segura y tu fuerza est rendida." Romance de los temores del Abencerraje esperando la carta de Jarifa y la llegada del mensajero con la misiva de amor
El postrero Abencerraje que Abindarrez se llamaba, teniendo por el rey Chico la alcaida de Cartama, ninguna noche duerme ni de da sosegaba vindose tan apartado del contento de su alma, porque su amada Jarifa all en Con, donde estaba, tmese que no le olvide, siendo de otro festejada; que aunque estaba bien fiado, siempre teme su mudanza, porque mudanza en mujer es cosa muy ordinaria, cuantims que en larga ausencia ninguna paciencia abasta. Y con este pensamiento grandes congojas pasaba, mas todo es bien empleado. Pues tan bien se le pasaba, que estando el Abencerraje asomado a una ventana, mirando hacia aquella parte donde su seora estaba, que este era el mayor regalo que para su mal hallaba, diciendo: "Dichosa tierra, pues que deseo alabada, que tienes la flor del mundo, y la ms hermosa dama de todas cuantas han sido ni sern segn su fama!"; vio venir un escudero que a gran priesa caminaba, con una carta en la mano, y hacia l enderezaba. El moro cuando le vido su corazn se alteraba, porque no sabe quin fuese ni para qu le buscaba,
y en llegando el escudero de rodillas se hincaba, y la carta que traa en su mano se le daba; y aunque no vio sobre escripto no quiso preguntar nada, mas en habindola abierto la color se le mudaba, porque vio en la cortesa que era letra de su dama, que a dar fin a sus amores le enva a decir que vaya.
tanto se vuelve el viento, que se hace cierzo, tanto se invoca la Navidad, que al fin llega. Prncipe, tanto vive loco, que sana, tanto va, que al fin vuelve, tanto se le golpea, que muda de parecer, tanto se invoca la Navidad, que al fin llega.
No siempre las etapas de la vida se acaban como los rboles que huyen, ntidos, al viajero que mira con ojos cansados, puesto el corazn en la prxima ciudad, un cielo de transparencia matinal o un spero fondo de rocas, moderado por una puesta grande y fastuosa. Descarrilado en una curva, el tren se precipita desde lo alto por un risco. De entre los montones de chatarra se levantan hombres a vivir en la incomodidad de su ltimo invierno: el ejecutivo, el incendiario, el santo, la bailarina, el pobre, el insensato, en la sucia destruccin que humea. Ah, si entonces, como de un inmenso brasero de solidaridad, quemase un fuego, qu no diramos de este gran dolor que nos nubla siempre el pensamiento? Elevemos, pues, una tienda contra el viento, seamos un simulacro del amor y acabaremos por ser tan slo amor. III La gente es un perfecto, ilimitado singular repetido. Slo el t vale para entenderse en la inmensidad del universo. Cuando miro cmo brilla el cielo, iluminado por millones de estrellas, y veo la tierra oscura, con tanta hiel y goce banal, me digo: La nica cometa que vale es la que hace volar, hechizado, un nio, corazn inocente, al que nadie ve. Porque siente tan cerca paal y mortaja, el hombre no cesa de inventar poderes contra el miedo siniestro que lo atenaza. Vivamos, ya que estamos vivos, dolores y placeres. Y no pensemos que hay ninguna Faz Inmensa en la hora grave de la ltima partida. Cuando los depredadores hayan convertido en nada nuestro cuerpo, tendremos la omnipotencia de estar bien muertos. Nunca implores clemencia. Nadie te oye en el eterno fluir.
Rompemos los muros y de la ciudad abrimos las murallas. Todos manos a la obra ponen ruedas a los pies, y tienden a su cuello cuerdas de estopa; atraviesa los muros el ingenio fatal, preado de armas. A su lado los mozos y las doncellas cantan sus himnos y gzanse si pueden tocar con su mano la cuerda; entra aqul y se desliza, amenazante, hasta el centro de la ciudad. Ay, patria! Ay, Ilin, morada de dioses, y muros dardnidas, en la guerra famosos! Cuatro veces justo en el umbral de la puerta se detuvo, otras tantas gritaron de la panza las armas. Sin embargo, insistimos inconscientes y en ciego frenes colocamos en lo ms santo de la fortaleza el monstruo funesto. An entonces Casandra, a quien por mandato del dios los teucros no crean, abri su boca para mostrarnos el destino futuro. Pobres de nosotros! Era aquel nuestro ltimo da y adornamos con festivas guirnaldas los templos de la ciudad. Gira el cielo entretanto y del Ocano sube la noche envolviendo en su abrazo de sombra la tierra y el polo y los engaos de los mirmdones. Repartidos por los muros callaron los teucros; el sopor se apodera de sus miembros cansados. Y ya acuda desde Tnedos la falange argiva con las naves formadas entre el silencio amigo de la luna callada, buscando la conocida playa, cuando la nave capitana encendi las antorchas y, protegido por el hado inicuo de los dioses, libera Sinn a los griegos encerrados en la panza y descorre a escondidas los cerrojos de pino. Abierto a las brisas los devuelve el caballo y alegres se lanzan de la hueca madera los jefes Tesandro y Estnelo y Ulises cruel bajando por la cuerda tendida, y Acamante y Toante y el Pelida Neoptlemo y Macaonte el primero, y Menelao y Epeo, el propio urdidor de la trampa. Invaden la ciudad sepultada en el sueo y el vino; son muertos los guardias, y abriendo las puertas reciben a todos los compaeros y se renen los ejrcitos cmplices
Versin: Aurelio Espinosa Plit.
Vivanco, Luis Felipe (San Lorenzo de El Escorial, Madrid, 1907 - Madrid, 1975)
La mirada del perro A Jos Mara Souvirn De pronto, trabajando, comiendo, paseando, me encuentro la mirada del perro. Me interrumpe como dos hojas de rbol dentro de una herida, como llanto infantil de alma que nunca ha sido pisada todava o esa vieja mujer que friega, en cambio, el suelo, de rodillas. De no saber qu hacer resignada, y huidiza y suplicante de no saber que permanece en su orilla-, me deja interrumpido como pequea iglesia romnica en un pueblo o esa pea y sus grietas a un lado del atajo mientras sigo subiendo. (Me deja entre mis libros de elemental e ingreso, naturalmente, estudiosamente unido a Dios en el tiempo de la imaginacin que an mezcla sus leyendas de Bcquer con insectos.) O me atraviesa con su temor de criatura confiada Y su exceso de alegra por m (que soy un poco duro y no me la merezco). La mirada del perro.
Slo los fantasmas vinieron a habitar esta casa, -espectros hierticos despojados de su carne y su silencio-. Cruzo los puentes del tiempo, mientras caen recuerdos, convertidos en murmullos de piedra.
Un caballo se cay! Cay un caballo! Rea Kuznetsky. tan slo yo no mezclaba mi voz con su aullido. Me acerqu y vi los ojos del caballo... La calle se volc y fluye a su manera... Me acerqu y vi: los goterones se deslizan por su cabeza, se esconden en su pelo... Un dolor comn y animal se verti, chapoteando, dentro de m y se derram en el susurro: Caballo, no vale la pena. Caballo, esccheme: piensa que sea peor que ellos? Niito, todos, somos un poco caballos, cada uno de nosotros a su manera es un caballo.
Quizs, el anciano no necesitaba ninguna niera. Quizs, mi pensamiento le pareci trivial, pero el caballo se alz, se puso de pie, relinch, y empez a caminar. Mova la cola nio pelirrojo. Lleg alegre, se coloc en el establo. Y le pareca que era un potrillo, que vala la pena de vivir y trabajar
Traduccin: Vera Vinogrdova
El alfarero va formando la arcilla hasta que el cntaro est listo_ pero es el espacio vaco en su interior lo que hace que se pueda utilizar el cntaro. Perforada por puertas y ventanas est la casa_ pero es el hecho de que la casa est hueca lo que hace que la casa se pueda utilizar. Claro que debemos usar lo que existe _ pero es lo que no existe lo que hace que se pueda utilizar lo que existe.
trabajaban las ametralladoras. Los acababan con las bayonetas. Aun vivientes, los echaban en el foso. De prisa los cubran de tierra, y entonces, con un canto largo y sonoro retornaban a la ciudad. Al amanecer, se deslizaban hacia las mismas barrancas mujeres, madres, perros. Excavaban la tierra, peleaban por los huesos, y besaban la carne querida.
Traduccin: Vera Vinogrdova
Yo soy Goya del campo yermo, excavado por el pico de escoplo del enemigo hasta que los crteres de mis ojos se abran Estoy triste Soy la lengua de la guerra, las ascuas de ciudades, sobre la nieve del ao 1941 Estoy hambriento Soy el gaznate de una mujer colgada cuyo cuerpo como una campana oscilaba sobre una plaza desierta Yo soy Goya Oh uvas de la ira! He lanzado hacia el oeste las cenizas del visitante no invitado! y como clavos martill estrellas entre el memorioso firmamento Yo soy Goya
de arena bajo mis pies, entonces encontr mi ms profundo deseo en las oscilantes palabras del mar, y el esqueltico pez que era aquel muchacho tom cuerpo en m; pero vi como el broncneo atardecer de las palmeras imperiales curvaba sus frondas convirtindolas en preguntas sobre los exmenes de latn. Yo odiaba los signos de escansin. Aquellos trazos a travs de las lneas llovan sobre el horizonte y ensombrecan la asignatura. Eran como las matemticas que convertan el deleite en designio, clasificando los palillos lanzados al aire de las estrellas en seno y coseno. Enfurecido, haca rebotar una piedra sobre la pgina del mar; segua barriendo su propia slaba: troqueo, anapesto, dctilo. Miles, un soldado de infantera. Fossa, una trinchera o tumba. Mi mano sopesa una ltima bomba de arena para lanzarla hacia la playa que se desvanece lentamente. No obtuve matrcula en matemticas; aprob; despus, ense el latn bsico del amor: Amo, amas, amat. Vestido con una chaqueta de tweed y corbata, maestro en mi escuela, vi como las viejas palabras se secaban como algas en la pgina. Meditaba desde el acogedor puerto de mi mesa, las cabezas de los muchachos se hundan suavemente en el papel, como delfines. La disciplina que predicaba me converta en un hipcrita;
sus esbeltos cuerpos negros, varados en la playa, moriran en el dialecto; Haca girar el meridiano del globo, mostraba sus sellados hemisferios, pero a dnde podan dirigirse aquellos entrecejos si ninguno de los dos mundos era suyo? El silencio tapon mis odos con algodn, el ruido de una nube; escal blancas arenas apiladas intentando encontrar mi voz, y recuerdo: fue un sbado casi a medioda, en Vigie, cuando mi corazn, al volver la esquina de Half-Moon Battery, se detuvo a mirar cmo el sol de medioda funda en bronce el tronco de un gomero sobre un mar sin estaciones, mientras la ocre Isla de la Rata roa el encaje del mar, un rabihorcado lleg volando a travs del entramado de un rbol para izar su emblema en los cirros, con su nombre, fruto del sentido comn de los pescadores: tijera de mar, Fregata magnificens, ciseau-la-mer, en patois, por su vuelo, que corta las nubes; y esa metfora indgena formada por el batir de los remos, con un golpe de ala por escansin, esa V que se abra lentamente se fundi con mi horizonte mientras volaba sin cesar ms all de las columnas, mordisqueadas por las ovejas, de rboles de mrmol cados, o de los pilares sin techo que fueron en tiempos sagrados para Hrcules.
Traduccin de Antonio Resines y Herminia Bevia
Traduccin: M. Manent
Hoy vuelvo de pases que estn muertos, despus de un mar que no me dijo nada, porque el nico viaje es el amor.
Su conducto de agua y arma de batalla, Su rgano para oler y para agarrar el mundo. Ponderen entonces la paradjica maldicin De sus colmillos gemelos: Desde tiempo inmemorial La sustancia de ornamentos inmortales; Aun desde la aurora del saqueo imperial De frica para exportar almas humanas Marfil La maldicin del elefante africano Para proveer culturas exticas De teclas de piano y de bolas de billar.
Traduccin: Rafael Patio
y ptalos entre las pginas de los libros que te regalan el don de su presencia hasta terminar en ti entre los pliegues de tu frente todo aquello que ignoras siembra la confusin debajo de tu lengua de quin eres t la sombra t que no tienes los ojos azules con quin ests profundamente ligada?
Qu eres t? Cuanto yo seale como mo, Debes t sealarlo como tuyo, Porque si no pierdes el tiempo escuchando mis palabras. Cuando el tiempo pasa vaco y la tierra no es mas que cieno y podredumbre, no me puedo para a llorar. Los gemidos y las plegarias adobadas con polvo para los invlidos; y la conformidad para los parientes lejanos. Yo no me someto. Dentro y fuera de mi casa me pongo el sombrero como de da la gana. Por qu he de rezar? Por qu he de inclinarme y suplicar? Despus de escudriar en los estratos, despus de consultar a los sabios, de analizar y precisar y de calcular atentamente, he visto que lo mejor de mi ser est agarrado de mis huesos. Soy fuerte y sano. Por mi fluyen sin cesar todas las cosas del universo. Todo se ha escrito para mi. y yo tengo que descifrar el significado oculto de las escrituras. Soy inmortal. S que la rbita que escribo no puede medirse con el comps de un carpintero, y que no desaparecer como el crculo de fuego que traza un nio en la noche con un carbn encendido. Soy sagrado. Y no torturo mi espritu ni para defenderme ni para que me comprendan. Las leyes elementales no piden perdn. (Y, despus de todo, no soy mas orgulloso que los cimientos desde los cuales se levanta mi casa.) As como soy existo. Miradme! Esto es bastante. Si nadie me ve, no me importa, y si todos me ven, no me importa tampoco. Un mundo me ve, el mas grande de todos los mundos: Yo. Si llego a mi destino ahora mismo, lo aceptar con alegra,
y si no llego hasta que transcurran diez millones de siglos, esperar... esperar alegremente tambin. Mi pie est empotrado y enraizado sobre granito y me ro de lo que tu llamas disolucin por que conozco la amplitud del tiempo.
Versin de Len Felipe
vivi quince aos, aqu alcanz la soledad final y __ Si no puedes traer nada sino tu osamenta: qudate afuera.
pero que nunca logra sacar a la luz ni siquiera una chispa de ellas. Soy un obstculo para m misma y para otros pero tambin un gran salto que hace que otros salten. Soy un baln que se niega a que lo metan en la portera a patadas. Soy un gorrin que atesora migas de pan para una comida de cisne...
de haber sido capaz, en ese ltimo momento antes de la oscuridad animal, de hablar, tus brutales joyas destellando ornan en el desnudo sol de la pradera, y en cul lengua, sobreviviendo por un segundo llameante los devastadores perodos de tus catastrficos amores, dime, Gwendolyn, cmo pudiera hallar mi senda entre estos encantamientos vacos, estos fragmentos con platos sobre lienzos embadurnados de jabn, estos signos de nada entre los muertos andantes, las lilas brotando labios de tigre y xido, la pradera luchando por recordar su sueo fiesta emplumada de perdices salvajes, aquel exuberante ritmo?
Traduccin: Rafael Patio
Traduccin:
Esther Maeso
All la liebre alcanza su ms tranquilo sueo y los elfos, nevados de luna, entran y danzan para crdulos ojos. De aquelarre ni templo no queda ya vestigio, pero all se deslizan desconsoladas gentes, que con velada angustia le lloran su oracin al viento y al celaje. No hay tumbas orgullosas. Mas rudos caballeros, que esculpiera el humilde querer de tiempos idos, en tierra yacen, entre verdores de cicuta; no es una mezcla triste, si quiebra el alba clara el resplandor del csped, y cerca, en los arbustos, coros primaverales entonan su alborozo
Versin de Mrie Montand
y sers, al dejar mi pensamiento, por el resto del mundo recogido. Ahora que un sol plido de invierno va deshojando su sonrisa triste, quin no habr de sentir el goce tierno de hallar entre la escarcha lo que fuiste? La lluvia cantar con voz ms leve; ms leve an su cristalino traje; ms blanca y suave caer la nieve; grises ms puros vestir el follaje. Adis! Bajo la sombra estremecida me embriagar de tu color de vino, dulce pavesa que arrebata el sino, centella de mi sangre desprendida.
mi conversacin, mi cancin Cre que el amor perdurara por siempre. Estaba equivocado. No precisamos estrellas ahora... Apguenlas todas Envuelvan la luna desarmen el sol Desagen el ocano y talen el bosque porque de ahora en adelante nada servir.
no cesa de herir mis pupilas, se extiende como la eternidad desde la tierra de la ausencia a la tierra de la ausencia. Pero yo he encontrado en la palabra libre mi salida. En la palabra he encontrado al fin una salida hacia el espacio que se extiende ante m como la eternidad.
Traduccin del rabe por: Mara Luisa Prieto
Entre las hierbas del olvido. Nedjma y Margarita: El tiempo, era nuestra ignorancia Llegbamos sin saberlo Inseparables de la bomba. Mustafa: Apenas si la una militaba Si la otra era simpatizante Y helas aqu Helas aqu voluntarias Helas aqu voluntarias de la muerte. Nedjma y Margarita: En verdad la muerte no es nuestro elemento. Pasaremos muy pronto este elemento negro. Mustafa: Es por vuestros ojos por los que la nacin ver el da. Nedjma y Margarita: Reducidas a no ser ms que una explosin viviente Y que se hace esperar en el corazn del enemigo Es necesario que nuestra sangre se encienda y seamos llamarada Para que se conmuevan los espectadores Y para que en el mundo se abran por fin los ojos No sobre nuestros despojos, sino sobre las plagas de los sobrevivientes. "
Firme propsito Ni ampararse del da bajo el rbol de nieblas, ni morder el verano en las frutas dormido, ni besar en los labios lentos de tinieblas al muerto evaporado y vano de haber sido.
Ni penetrar el centro del lgebra fro, ni en el vaco clavar la mscara infinita. ni sembrar el olvido en el glorioso ro y derramar la nada en la tumba bendita. Ni rozar, Amor mo, tu boca entregada, ni su deseo quemar sin la llama esperada, ni arrastrar en el cuerpo rendido la herida. Ni rezar con las manos juntas de la pena, pero traer consigo en la noche serena el hondo corazn donde sangr la vida.
Versin de Silvia Barn
que junta el valle con las estrellas. Caminito que anduvo de sur a norte mi raza vieja antes que en la montaa la Pachamama se ensombreciera. Cantando en el cerro llorando en el ro, se agranda en la noche la pena del indio. El sol y la luna y este canto mo besaron sus piedras, camino del indio. En la noche serrana llora la quena su honda nostalgia. Y el camino sabe cul es la coya que el indio llama. Se levanta en la noche la voz doliente de la baguala. Y el camino lamenta ser el culpable de la distancia.
congratularnos con la noria. No es justa la tierra, trasnochemos con las preguntas del mar en la noche y al alba anclemos los puertos. Todava hay escarcha en los atracaderos y los cafs se adornan orgullosos con ropajes de peces saltarines y de redes. El musgo todava reverdece sobre la roca y la copa tiene caf con alcohol. En la lejana, en una oscura llovizna, aparecen las barcas de pesca y en las cercanas, un gorro que flota. No nos acostumbramos al mar. Aquellos desiertos nos hacen seales en la sangre como pauelos. En el sosiego del sueo despiertan para poblar nuestros sueos y dicen: Hacia dnde es esa huida? Por sorpresa vislumbramos una caravana de camellos que caminan sobre el agua, omos los cascabeles, pero nos refugiamos en la quietud de la fantasa y despus nos enrollamos el manto como un turbante. Somos marineros con turbantes. Camelleros en los mares. Un duro retiro. Dios de los arrabales! Nos has conservado el lenguaje del ave totano, y el grito del pjaro: Shil! Por qu en un instante se transforman las ciudades en una nube? Dios de los arrabales! Es mucho pedir tener una casa? A los animales salvajes les has otorgado el derecho al sueo cuando cae la noche, a las plantas les has concedido la languidez, y a los pjaros, la calma del bosque en la bendicin de la tarde. Padre mo, Dios de los arrabales, tenlo presente, no te has equivocado. Hemos envejecido, y nuestros nietos se deslizan unas veces sobre la nieve y otras sobre la arena. Y nuestros hijos son asesinados. Las batallas estn perdidas, Dios mo. No podras impedirlas? T eres el Todopoderoso, nos hallamos, pues, fuera de tu poder? Hoy, una cosa, maana, otra, y pasado maana... Comienza la oracin? Estoy en casa ahora, en un pueblo ingls. Cae la nieve, el gato malla y mi vino est en la tinaja. La tierra es nuestra morada, de nosotros, sus hijos. Se deca: Quien cultive la tierra sacar provecho. Cunto trabajamos hasta ulcerrsenos la piel! Cunto se cans la tierra! Quiz huy aquel ngel, quiz convenci a las criaturas de que rezaran. Nuestro pueblo estaba sobre el agua. Nuestras chozas eran de caa y de barro; nuestras ropas, burdos tejidos. Es la tierra. Pero nuestros gritos estaban en los lmites del canto, y nuestras estaturas eran elevadas. Volver a nosotros la tierra? Di: Volveremos nosotros a la tierra. Las palmeras del firmamento tienen la copa morena, morena, morena. Estrella de las alturas: Te quiero, morena. Me hallo aqu, en extraos arrabales. Mi casa no es mi casa. Mi gente no es la gente. Desciende, tarde! Hunde tus copos de nieve, fro, bajo los huesos! La ciudad lanza sus luces desde lejos. Paz a nuestro candil en la oscuridad. Paz a quien responda al saludo.
Traduccin: Milagros Muin
Y ascender hasta tu mstico erguimiento, como Director de la ltima vela, Hasta el instante en que yo sea reemplazada.
Traduccin: Rafael Patio
devor todas las serpientes Cada vez que paso me asaltan sus llantos como pjaros dementes chillando y abalanzndose y descendiendo en picada Cada vez que paso s que me persiguen como murcilagos locos golpeando en picada mi pecho y mi cara Si fuera de noche S lo que vera el casco, el escudo, la espada. La sangre, y la enorme fogata devorando el aire negro de la noche Pero de noche no camino por aqu Nunca vengo de noche No me interesa mirar la luna lavando la sangre de los peldaos con su agua plateada Una vez vi suficiente con slo mirar por encima de la alcantarilla la lujuriosa hierba forrando su boca era hierba abundante, engordada con hierro hierba oscura engordada con sangre
Traduccin: Lisa Harrison
burln para ti. Es mentira que el manantial existe para apagar tu sed y el ro para que te bae en su fresco regazo. Es mentira que las cosas te consolarn con un calmo recuerdo porque un da se te rebelar todo. Un da las cosas cambiarn de nombre, aquel da ser odio la piedra, el viento horror, el camino ser pavor, las aves te clavarn en la frente los clavos ardientes de sus voces, el ro ser desesperacin, tus objetos sern tu culpa y tus acusadores. El mundo se habr derrumbado. El mundo no tendr nombre. Entonces deber serte indiferente. Estars sentado en un rincn abandonado. Cerrars los ojos para no ver nada. Ante todo para no ver tu propio extravo en el extravo del mundo extinguido. Para no pensar que tienes que hacer algo, que tienes que ir a algn lado con tus piernas que sern delgadas como patas de una araa zancuda. Slo tu cabeza ser grande. Tu cabeza, que florecer blanca como una magnolia. Largamente buscars en la blanca cueva de tu boca un nombre para ti, pero ser mejor si ese da encuentras un nombre para el fin ms que para la continuacin.
Traducciones de Pablo Fajdiga.
donde se ha entrado sin saber cmo ni por qu, sin esperanza ni temor. Y ese vivir sin anhelar, ni apetecer, sin aorar sin soar, duerme al fin en su gruta sin soar seor alguno, que le haya herido y sin soarse l a s mismo, olvidado de toda herida. El ciervo reposa sin herida, apoyada su cabeza sobre una piedra, flor azul.
me quedar de pie para grabar todo el retablo de mi drama y todas las etapas de la derrota de lo infinitamente pequeo a lo infinitamente grande en un tronco de olivo en el patio de mi casa
Versin : Ricardo Lpez Dusil
Duerme. Si al despertar no me encontraras, yo te hablar a lo lejos; una aurora sin sol vendr a dejarte entre los labios mi invisible beso; duerme; me llaman, concilia el sueo. Yo formar crepsculos azules para flotar en ellos: para infundir en tu alma solitaria la tristeza ms dulce de los cielos; as tu llanto no ser acerbo. Yo amparar de aladas melodas los sauces y los ceibos, y ensear a los pjaros dormidos a repetir mis cnticos maternos... El nio duerme, duerme sonriendo. La madre lo estrech; dej en su frente una lgrima inmensa, en ella un beso, y se acost a morir. Llor la selva, y, al entreabrirse, sonrea el cielo.
y en la vega del Genil tengo parda fortaleza, que ser reina entre mil cuando encierre tu belleza. Y sobre toda una orilla extiendo mi seoro; ni en Crdoba ni en Sevilla hay un parque como el mio. All la altiva palmera y el encendido granado, junto a la frondosa higuera, cubren el valle y collado. All el robusto nogal, all el npalo amarillo, all el sombro moral crecen al pie del castillo. Y olmos tengo en mi alameda que hasta el cielo se levantan y en redes de plata y seda tengo pjaros que cantan. Y t mi sultana eres, que desiertos mis salones estn, mi harn sin mujeres, mis odos sin canciones. Yo te dar terciopelos y perfumes orientales; de Grecia te traer velos y de Cachemira chales. Y te dar blancas plumas para que adornes tu frente, ms blanca que las espumas de nuestros mares de Oriente. Y perlas para el cabello, y baos para el calor, y collares para el cuello; para los labios... amor! Qu me valen tus riquezas -respondile la cristiana-, si me quitas a mi padre, mis amigos y mis damas?
Vulveme, vulveme, moro a mi padre y a mi patria, que mis torres de Len valen ms que tu Granada. Escuchla en paz el moro, y manoseando su barba, dijo como quien medita, en la mejilla una lgrima: Si tus castillos mejores que nuestros jardines son, y son ms bellas tus flores, por ser tuyas, en Len, y t diste tus amores a alguno de tus guerreros, hur del Edn, no llores; vete con tus caballeros. Y dndole su caballo y la mitad de su guardia, el capitn de los moros volvi en silencio la espalda.