El Cinejito Soñador
El Cinejito Soñador
El Cinejito Soñador
Había una vez un conejito soñador que vivía en una casita en medio del bosque,
rodeado de libros y fantasía, pero no tenía amigos. Todos le habían dado de lado
porque se pasaba el día contando historias imaginarias sobre hazañas
caballerescas, aventuras submarinas y expediciones extraterrestres. Siempre
estaba inventando aventuras como si las hubiera vivido de verdad, hasta que sus
amigos se cansaron de escucharle y acabó quedándose solo.
Al principio el conejito se sintió muy triste y empezó a pensar que sus historias eran
muy aburridas y por eso nadie las quería escuchar. Pero pese a eso continuó
escribiendo.
Las historias del conejito eran increíbles y le permitían vivir todo tipo de aventuras.
Se imaginaba vestido de caballero salvando a inocentes princesas o sintiendo el frío
del mar sobre su traje de buzo mientras exploraba las profundidades del océano.
-Vaya, no sabía que tenía público- dijo el conejito soñador a la recién llegada -. ¿Te
ha gustado mi historia?
-Ha sido muy emocionante -respondió ella-. ¿Sabes más historias?
-¡Claro!- dijo emocionado el conejito -. Yo mismo las escribo.
- ¿De verdad? ¿Y son todas tan apasionantes?
- ¿Tu crees que son apasionantes? Todo el mundo dice que son aburridísimas…
- Pues eso no es cierto, a mi me ha gustado mucho. Ojalá yo supiera saber escribir
historias como la tuya pero no se...
El conejito se dio cuenta de que la conejita se había puesto de repente muy triste
así que se acercó y, pasándole la patita por encima del hombro, le dijo con dulzura:
- Yo puedo enseñarte si quieres a escribirlas. Seguro que aprendes muy rápido
- ¿Sí? ¿Me lo dices en serio?
- ¡Claro que sí! ¡Hasta podríamos escribirlas juntos!
- ¡Genial! Estoy deseando explorar esos lugares, viajar a esos mundos y conocer a
todos esos villanos y malandrines -dijo la conejita-
Los conejitos se hicieron muy amigos y compartieron juegos y escribieron cientos
de libros que leyeron a niños de todo el mundo.
Charles Perrault
Edades:
bondad, inteligencia, amorÉrase una vez una reina que dio a luz a un niño muy feo
con un copete de pelo sobre la frente. La reina comenzó a llorar en cuanto lo vio,
pero un hada que estaba presente en el momento de su alumbramiento le dijo:
Al oír sus palabras la reina se consoló un poco, y lo cierto es que con el tiempo, el
pequeño demostró sobradamente su inteligencia. Riquete el del Copete, pues así
lo llamaba todo el mundo, acabó convirtiéndose en un joven locuaz e ingenioso del
que todo el mundo quedaba encantado.
Pasados siete u ocho años la reina de un reino vecino dio a luz a dos niñas. Al ver
a la primera, bellísima, la reina se puso muy contenta, pero pronto el hada que
había estado presente durante el nacimiento de Riquete el del Copete no tardó en
advertirla de que la princesa sería tan hermosa como estúpida. La Reina se
entristeció cuando oyó esto, pero lo hizo aún más cuando vio que la segunda niña
a la que acababa de dar a luz era terriblemente fea.
Pasaron los años, y con ellos las virtudes, pero también los defectos de las dos
princesas se acentuaban más y más. Al verlas a las dos todo el mundo se
acercaba a la mayor para admirarla, pero en seguida perdían el interés cuando la
oían decir tonterías constantemente. De modo que la pequeña acababa captando
todo el interés gracias a su interesante conversación.
La princesa no supo que decir, pero rápidamente Riquete el del Copete añadió:
- No os preocupéis, no tenéis que responderme ahora. Podéis tomaros un tiempo
para pensarlo.
Llegó uno rico y apuesto y aunque le gustó desde el primer momento decidió ir a
pensar al bosque. Allí se encontró con un grupo numeroso de cocineros que
preparaban un gran banquete.
Pero cuando preguntó para quien trabajaban le respondieron que para la boda del
príncipe Riquete el del Copete que se celebraba al día siguiente. ¡La princesa lo
había olvidado por completo al volverse inteligente y olvidar todas sus tonterías!
- Disculpadme pero creo que no voy a poder corresponderos como vos esperáis.
- ¿Por qué? ¿Qué ha ocurrido? ¿Hay algo en mi que no sea mi fealdad y no os
guste?
- No no lo hay. Sois un hombre inteligente, bueno y educado
- Entonces está en vuestra mano convertirme en el hombre más bello de entre
todos los hombres.
- ¿En mi mano? - dijo la princesa sorprendida
- La misma hada que me concedió el don de hacer inteligente a quien amase os
concedió a vos al nacer el don de hacer hermosa a la persona a quien amáseis.
- Nada me gustaría más. Deseo con todo mi corazón que os convirtáis en el
príncipe más hermoso y agradable del mundo.
Hay quien dice que nada tuvo que ver el hada y que todo fue fruto del amor de la
princesa, que fue capaz de hacerle ver todas las cualidades buenas de su amante
por encima de la fealdad de su rostro y de su cuerpo.