Tinta y La Magia de Los Cuentos

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​ ​TINTA Y LA MAGIA DE LOS CUENTOS

Aquella tarde estaba siendo especialmente aburrida para


nuestro querido e inquieto mono Pepe, el aula tenía un aspecto
muy distinto sin todos los niños de clase cumpliendo con las
rutinas diarias, la asamblea estaba muy silenciosa, los rincones
perfectamente ordenados, las sillas encajadas en sus
correspondientes mesas y la pizarra extrañaba las manchas de
tiza en su interior.
Estrellita Arcoíris, como solía hacer de costumbre, no
quitaba ojo a Pepe, siempre había sido su mejor amigo , y le
conocía muy muy bien, así que , antes de que el aburrimiento le
llevara a cometer alguna travesura, decidió intervenir.
-“Pepe ¿te apetece leer un cuento?”-preguntó la estrella.
-“¿leer un cuento dices? Mejor no, yo no sé leer demasiado
bien y no me parece que sea algo divertido, total, ya me sé de
memoria todos los cuentos que tenemos en clase”- refunfuñó el
monito.
-“No seas protestón Pepe, así nunca vas a aprender, a leer
sólo se aprende leyendo y cuando lo consigas podrás vivir
muchas y variopintas aventuras, ya verás, te vas a divertir
muchísimo.”- exclamó con entusiasmo Arcoíris.
-“Bueno, vale, no insistas más, vamos a buscar algo para
leer, pero yo lo elijo eh!”-
-“A ver , a ver, este no, este tampoco, este no me gusta,
qué rollo parece este…”-iba murmurando entre dientes, a la vez
que lanzaba por los aires, uno tras otro, todos los libros que
cogía de la estantería. Había tirado ya tantos ejemplares que , en
medio del aula, se apilaban a modo de montaña esperando ser
escalada.
El último libro de la librería era enorme, unas robustas e
impactantes tapas escondían un secreto que, hasta ahora, había
pasado desapercibido. A pesar de que, en un primer instante,
nuestro peludo amigo se había sentido algo intrigado, decidió
enviarlo a la cumbre como había hecho con todos los demás.
Ayudándose de su ágil cola, lo agarró con gran maestría a la vez
que lo lanzaba por encima de su cabeza.
-“¡Ay¡ Qué dolor!¿Quién ha sido el bruto que me ha dado
ese golpetazo?- dijo quejándose una pequeña mancha de tinta,
que había salido disparada, desde una de las páginas del
accidentado libro.
Extrañados y sin poder pronunciar palabra alguna, Arcoíris y
Pepe se giraron hacia la enorme montaña buscando con la
mirada a ver de dónde salía esa peculiar voz.
-“Sí si, ahora no os hagáis los sorprendidos”- exclamó
Tinta-“¿Acaso no sabéis que a los libros hay que tratarlos bien?
Les duelen mucho los golpes, como al que más, y cada vez que
una de sus paginas se rompe…..uy, uy…mejor no, mejor no
quiero ni pensarlo”
-“Perdón”- se disculparon titubeantes nuestros
personajes-“No queríamos causar ningún daño”-dijo Pepe
mientras cambiaba su rostro de preocupación por una gran
expresión de curiosidad.
-“De acuerdo, os perdono, pero que no se vuelva a repetir
ehhh”- pronunció con autoridad el manchurrón negro. –“Yo me
llamo Tinta, vivo en las letras, las palabras y las frases. También
me divierte formar parte de las imágenes que ilustran las
páginas, e incluso, cuando más inspirada me siento, soy capaz de
crear verdaderas obras de arte junto a mis amigos acuarela, óleo
y carboncillo. Encantada de conoceros”
La estrella y el mono no salían de su asombro ¡una mancha
de tinta estaba hablando con ellos! Habían escuchado alguna vez
decir a los adultos que las historias de los libros cobraban vida en
nuestra imaginación, pero esto, esto no se lo hubieran imaginado
nunca.
Tinta, hablaba sin parar, conocía tantas y tantas anécdotas
de todos los personajes de los relatos, que era apasionante
escucharla. Mientras la observaban atónitos y emocionados, no
se dieron cuenta de que , casi por arte de magia, aquella fastuosa
y enorme obra , abanderando la montaña creada por Pepe ,
comenzaba a agitarse impaciente.
-“Pequeña Tinta, ese libro se está moviendo”- murmuró
Estrellita-
Y así era, el manuscrito se estaba volviendo impaciente, sin
tan siquiera sospecharlo, Pepe había tirado un ejemplar muy
especial, aquel volumen contenía una selección de cuentos
populares, cuyas historias continuaban al cerrar el libro, los
personajes de nuestras fábulas favoritas , una vez que nadie les
observaba, seguían con sus vidas mostrándose tal y como eran
en realidad. ¿O acaso pensabais que Blancanieves no tenía otra
cosa que hacer que quedarse escondida en casa? ¿o qué la
abuelita era una anciana indefensa? Quizás así había sido en un
principio, pero después de tanto abrir y cerrar el libro de
cuentos, después de haberlos leído una y otra vez, estos habían
evolucionado de forma sorprendente.
El libro no paraba de agitarse impaciente, necesitaba que
Tinta regresará a sus páginas, de no hacerlo pronto, los cuentos
se quedarían estancados sin poder avanzar.
-“He de darme prisa, debo volver pronto a mis cuentos ¿os
apetecería acompañarme un ratito?”- preguntó nuestra negruzca
amiga.
-“Sí, si, si”-aplaudieron muy contentos.
El pequeño manchurrón se ofreció encantada para hacer de
guía turística, le entusiasmaba la idea de incluir a personajes
nuevos dentro del texto. Seguro que Caperucita se sorprendería
mucho al ver a un mono, ya que en el bosque donde vivía, nunca
se había visto uno ¿y Pinocho? A Pinocho le apasionaban los
misterios, conocer en vivo y en directo a una estrella de verdad
¡iba a ser alucinante!.
Sin perder ni un instante , nuestros amigos cogieron el
libro, lo colocaron encima de una de las mesas de la clase y
abrieron las tapas, las páginas parecían ser cuadros de un museo,
muchos dibujos e ilustraciones las adornaban. Tinta se acercó a
saludar a Libro, disculpándose en nombre de Pepe por haberlo
lanzado por los aires. Tras una breve conversación con disculpas
incluidas, Tinta llamó en voz alta a nuestro primer personaje:
- “BLANCANIEVES, Blancanieves!- exclamó- deja los negocios
un momento y sal, quiero presentarte a unos nuevos
amigos que he conocido”.-
De un salto y sin hacerse de rogar, una guapísima y decidida
Blancanieves surgió del libro al oír la llamada de Tinta.
El cuento de Blancanieves relata la historia de una bella
princesa a la que su malvada madrasta no quería ni ver y por ese
motivo, se ve obligada a refugiarse en una casa, nada más y nada
menos, que con siete enanitos, pero, lo que no nos han contado,
es lo que sucede una vez que , terminado el cuento ,
Blancanieves se enfrenta a su destino. Para averiguarlo, Estrella
Arcoíris, El mono Pepe , Tinta y Blanca, saltaron dentro de las
páginas que contaban su historia, una historia que continuaba
así:
“Y Blanca, ante la inminente ruina de la explotación de
diamantes…………”
-“Pasa la página Tinta, pasa la página”- le rogó Estrellita de
nuevo fuera del libro-“queremos visitar más cuentos”-suplicó.
Ante tal insistencia, un apuesto lobo, nada feroz, surgió de
otra de las páginas . Aquel lobo era, nada más y nada menos, que
el de Caperucita Roja, una niña que tenía que adentrarse en el
bosque para ir a visitar a su abuelita , ya que era mayor y estaba
enferma. Pero después de que la anciana recuperara la salud y se
fuera de viaje con las hadas mágicas de Cenicienta, Caperu se
hizo muy amiga del lobo, y juntos recorrieron un nuevo camino:
“una vez que el feroz lobo había aprendido a controlar su
agresividad……..”

Pepe y Arcoíris no querían cambiar de cuento, tenían tanta


hambre que habían dejado la cocina del restaurante del lobo, a
penas sin existencias. Pero llegaba la hora de recoger, y eso, eso
ya no les apetecía tanto.
De nuevo fuera del libro, tocaba el turno de saber qué
había sucedido con Los tres cerditos, sí, sí, aquellos hermanos
que construyeron tres casas, de paja, de madera y de ladrillo,
pero que a causa de sus riñas, tuvieron que regresar de nuevo al
hogar familiar, junto a su madre. El más pequeño de todos, el
cerdito trabajador, salió en busca de nuestros protagonistas
para llevarles dentro de nuevo y presentarle a sus hermanos y a
su paciente madre:
“Esta, harta ya de las peleas constantes de los tres
hermanos………”
Pepe y Arcoíris fueron a buscar a Perezoso a la tienda de
campaña donde a penas había podido dormir nada durante el
campamento de verano que acababa de terminar, así pudieron
ayudar a el cerdito glotón, con la recolección de las manzanas y
los tomates. Exhaustos por el trabajo, decidieron descansar un
rato antes de que Pinocho viniera en su busca.
Pinocho era un niño de madera al que su padre, Gepetto,
quería con locura y juntos habían vivido muchísimas aventuras,
pero una vez que Pinocho se hizo mayor, se independizó y no
podrían ni imaginar a qué se dedicaba en la actualidad, para
averiguarlo, tenían que entrar, nuevamente y por última vez, en
el libro cerrado.
Una vez dentro se quedaron atónitos al observar como :
“Pinocho se había hecho mayor, había desarrollado un
olfato……..”
Nuestros amigos le acompañaron en varios de sus casos, y
pudieron comprobar , en primera persona, sus grandes
cualidades detectivescas , todos los habitantes de los cuentos
podían estar tranquilos y seguros sabiendo que, el Capitán
Pinocho, velaba por la seguridad de todos ellos.
Sin darse cuenta, la tarde había pasado volando, tanto, que
ya se había hecho de noche y era la hora de regresar casa,
bueno, más bien de que cada uno regresase a su cuento.
La pequeña mancha de Tinta , debía volver también al
interior del libro, con las palabras y los dibujos, ya que aún,
quedaban muchas páginas en blanco y no se iban a escribir solas.
¿Cuál sería la siguiente historia en escribirse? ¿Qué cuento
visitarían la próxima vez?
Muchas eran las preguntas que surgieron de esta aventura ,
pero gracias a Tinta y a el Libro de las fábulas sin acabar, las
posibilidades eran tantas que a Pepe no le quedó más remedio
que esforzarse en aprender a leer.

FIN

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