Unidad 7 - Hde - Palt

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 16

UNIDAD 7.

LA CONSTRUCCIÓN DE LA ESPAÑA LIBERAL (1833-1874)

Con la muerte de Fernando VII, en 1833, comenzó en la historia de España


un proceso imparable de cambios políticos, sociales y económicos. En toda Europa
occidental se consolidad la sociedad burguesa sobre la base económica de la
revolución industrial y el sistema capitalista. España, con sus peculiaridades, se
incorporó a este proceso, y a lo largo del reinado de este período se produjeron los
cambios sustanciales de la revolución liberal burguesa y se sentaron las bases del
sistema capitalista.

LA REVOLUCIÓN LIBERAL BURGUESA

El concepto de revolución liberal-burguesa es esencial para describir y explicar


las transformaciones sufridas por las sociedades occidentales en los tiempos
recientes. Podemos definirla como un proceso violento de sustitución de la sociedad
feudo-señorial del Antiguo Régimen por una nueva sociedad liberal burguesa y
capitalista. Implica profundos cambios políticos: aparece el Estado constitucional,
organizado sobre la base de la libertad política y la igualdad jurídica de los
ciudadanos, la división de poderes y la soberanía de la nación. Cambios económicos:
expansión de fuerzas productivas como crecimiento demográfico, relaciones de
producción basada en la libre contratación de la fuerza de trabajo, el nuevo concepto
de propiedad, la libre circulación del capital, la creación de mercados nacionales y
una nueva ideología que postula la racionalidad y el cientificismo como forma de
fomentar el crecimiento económico y el desarrollo. Todas estas transformaciones se
producen bajo la hegemonía de la burguesía como clase dominante con una política
social encaminada a garantizar la reproducción del capital, de ahí el nombre de
capitalismo.

LA GUERRA CIVIL (1833-1840).

Luego de la muerte del Rey Fernando VII, se enfrentaron absolutistas contra


liberales. Las mayores reyertas se suscitaron en el País Vasco y Navarra, como
también en Cataluña, Aragón y Valencia. Casi 200mil personas mueren en este
conflicto armado civil. La reina regente María Cristina buscó la ayuda del liberalismo
sin aceptar, por el momento, las presiones progresistas que insistían en una mayor
apertura del régimen.

APOYOS SOCIALES Y PLANTEAMIENTOS DE AMBOS BANDOS

Este enfrentamiento cruzó dos formas distintas de concebir el Estado, el


Gobierno y la sociedad. Por un lado, el absolutismo monárquico, la intransigencia
religiosa y la defensa de los fueros y del régimen tradicional de propiedad de la tierra
constituyeron los elementos fundamentales de la ideología carlista, que fue
configurándose a raíz de los primeros enfrentamientos de 1833. El primer carlismo
fue una verdadera reacción rural contra el progreso político y cultural de las
ciudades. El carlismo prontamente atrajo la población campesina del norte de
España, sacando partido del malestar provocado por la política uniformadora y
anticlerical del liberalismo. A la reina regente fue apoyada por la burguesía, el
proletariado urbano, las clases ilustradas. A medida que don Carlos "conquistaba"
nuevos terrenos declaraba nulas todas las medidas desamortizadoras y recogió a los
clérigos expulsados de sus conventos por la legislación anticlerical de los liberales.

LA EVOLUCIÓN DE LA GUERRA CARLISTA

Las tropas del autodenominado Carlos V sitiaron el norte de España,


específicamente el País Vasco. Las disputas internas y la fuerza del Ejército Real era
lo suficientemente vasto para que, en agosto de 1839, se firmara el Acuerdo de
Vergara. Así, se reconocía a Isabel II como reina y se pacificaba las regiones vascas.
La guerra terminó en 1840 y los liberales tenían carta abierta para implantar en
España el régimen constitucional. Así, el ideario carlista pasó a convertirse en una
especie de reacción conservadora ante todos los cambios que se suscitarían en
España durante lo que resta de siglo XIX.

LA EVOLUCIÓN POLÍTICA EN ESPAÑA (1833-1843)

Luego de la muerte de Fernando VII, y apartando el hecho de la guerra civil


por su sucesión, comenzaba la construcción de la España liberal.

MODERADOS Y PROGRESISTAS

Ambos grupos aceptaban la necesidad de implantar una Constitución que


regule el accionar civil en el reino, además de la instauración del sufragio censitario,
la libertad individual y la libre opinión pública. La monarquía no debe ser desechada,
pues es ésta la institución clave para mantener el equilibrio de todo el sistema
político, por lo que las atribuciones del rey implican el reinar, mas no el gobernar. El
poder político, no está de más decirlo, residía en las clases propietarias y las
ilustradas. Los progresistas, a diferencia de los liberales moderados, exigían que las
Cortes, órgano donde residía el poder del pueblo, deben albergar la mayor cantidad
de poder político posible.
LA RADICALIZACIÓN LIBERAL. LA CONSTITUCIÓN DE 1837.

La incierta evolución de la guerra carlista y la quiebra de la Hacienda pública


generaron un clima de crispación política en España. En julio de 1836 las Cortes
empezaron a reunirse para resolver los problemas de adaptación de la Constitución
de 1812, y terminaron promulgándola de nuevo en junio de 1837. Era una
Constitución breve, con apenas 77 artículos, bicameral, basada en los principios de
la soberanía nacional, división de poderes y reconocimiento de los derechos
individuales. Los aspectos más progresistas de esta Constitución fueron la libertad
de prensa, la autonomía política y de gestión de los ayuntamientos y la recuperación
de la Milicia Nacional, compuesta por voluntarios y dependiente del poder local.
LA REGENCIA DE ESPARTERO

Baldomero Fernández Espartero, general progresista que luchó contra las


tropas carlistas. Luego de la renuncia de María Cristina a gobernar y su exilio en
Francia, en 1840, las Cortes, en su función de ministerio-regencia, decidan nombrar
a Espartero como regente de España. Gobernó España durante tres años, donde
desató un autoritarismo militar que silenció las voces progresistas. Reprimió con
dureza los pronunciamientos moderados y en 1842 ordenó el bombardeo de
Barcelona, donde se habían producido distintos motines contraesparteros. En julio
de 1843 un cercamiento político y militar exigió su renuncia, por no contar con el
apoyo popular ni con el apoyo de políticos progresista ni moderados.

LA DÉCADA MODERADA. (1844-1854)

Luego del desastre de Espartero, los moderados exigieron una serie de


reformas a la Constitución de 1837. Cuando Ramón María Narváez llegó a la
presidencia de gobierno en 1844 inició una serie de reformas que limitaban las
libertades progresistas y robustecían el poder de la Corona, además de organizar
una administración centralista.

LAS REFORMAS MODERADAS Y LA CONSTITUIÓN DE 1845

Los principios orientadores de estas reformas fueron el mantenimiento del


orden público estricto y el control político de una administración pública. En 1843 se
suprime la Milicia Nacional y en 1844 se funda la Guardia Civil. En 1845 una ley
orgánica suprimió el carácter electivo de los alcaldes, siendo nombrado por el
gobierno, quien en el mismo año controló la imprenta y la prensa. El 23 de mayo de
1845 se promulga una nueva Constitución, donde se sustituye el principio de
soberanía nacional por el de soberanía compartida, limitando el poder de las Cortes
y ampliando las prerrogativas de la ley.
EL CLERICALISMO MODERADO. EL CONCORDATO DE 1851

En la Constitución de 1845 se declara que la religión de la nación española


era la católica, apostólica y romana. La Constitución de 1837 se limitaba a declarar
que la religión católica era la que profesaban los españoles.
En 1844 se suspende la subasta de bienes del clero y que los productos de
los bienes que ya estaban a la venta se aplicarían solamente al mantenimiento del
clero secular y de las órdenes religiosas. Con el Concordato de 1851 se permitía la
intervención de los obispos en la enseñanza y el apoyo que el Estado debe mantener
a la represión de las llamadas doctrinas heréticas. Como contraparte, Roma
aceptaba la propiedad de los nuevos regentes de las tierras desamortizadas parando
así su persecución. Esto respondía a la idea de que el orden público pasaba por un
pacto con la religión, elemento que se consideraba primordial para mantener la
tranquilidad general.
EL BIENIO PROGRESISTA (1854-1856) Y LA POLÍTICA ESPAÑOLA HASTA
1868

La política de los moderados estuvo manchada por la alta corrupción. En julio


de 1854, la unión del general O’Donnell con la del general Serrano derivó en la
proclamación del Manifiesto al país o Manifiesto de Manzanares, un documento con
evidente espíritu progresista. A la vista de los acontecimientos que se generaron tras
este manifiesto, en el que se cuentan varias revueltas obreras y de orden popular,
la reina Isabel II decidió entregar el poder a la principal figura del progresismo, el
general Espartero.

LAS REFORMAS PROGRESISTAS Y EL FRENO DE LA UNIÓN LIBERAL

El bienio progresista duró hasta septiembre de 1856. En este período se


intentó redactar una nueva Constitución, que reuniera toda la doctrina liberal
española, pero que al final no fue promulgada. Este clima de inestabilidad política
hizo que en España surgieran nuevas corrientes políticas, como la republicana, la
federalista, la socialista y la democrática.
En julio de 1856, el general Leopoldo O’Donnell dio un golpe de Estado contra
la mayoría parlamentaria y desplazó del poder al general Espartero y al partido
progresista. O’Donnell, que había fundado el partido Unión Liberal, asumió las
riendas de la presidencia de Gobierno. Su pretensión era instaurar un liberalismo
centrista. Repuso la Constitución de 1845, reconoció algunos principios progresistas,
suprimió la Milicia Nacional y reorganizó los ayuntamientos. Entre 1856 y 1868, el
Partido Unión Liberal alternó poder con el Moderantismo, cuyo máximo líder era el
general Narváez.

LA CRISIS DE 1866: EL AGOTAMIENTO DEL RÉGIMEN ISABELINO

En la crisis final del reinado de Isabel II actuaron como factores estructurales


la imposibilidad del moderantismo de responder a las demandas sociales y de
participación política de los ciudadanos, el descrédito de Isabel II y sus cortes, y,
por último, el malestar social generado por una seria crisis financiera y de
subsistencia en 1866. Ese año, las protestas estudiantiles y la fracasada sublevación
de los sargentos del cuartel de San Gil calentaron el ambiente y conmovieron a la
opinión pública.
La respuesta estatal, sin mayor claridad política, para subsanar las
contradicciones económicas era nula. Todo esto propició que en 1868 se produjo,
por fin, una sublevación triunfante que provocó la caída de la dinastía borbónica y
que hizo nacer la esperanza de la instauración de un régimen democrático en
España.

ECONOMÍA Y SOCIEDAD EN LA ESPAÑA ISABELINA

La revolución liberal inició en 1808 y para 1840 no estaba culminada. La


definición de los derechos de propiedad fue la piedra de tranca para la no
consolidación de las reformas liberales en España. El papel del Estado debía
resumirse a garantizar la inviolabilidad de la propiedad privada y proporcionar la
libertad precisa para poder ejercerla. La desamortización de terrenos de la Iglesia
que se hizo ley desde las Cortes de Cádiz fue importante en esta época. Importante
fue el proceso de desamortización impulsado por Mendizábal, las de Madoz. El
resultado positivo de esta política es que se aumentó el volumen general del
producto agrícola, la aparición de un proletariado agrícola y la conformación de una
burguesía terrateniente. Esto sin olvidar la reforma arancelaria de 1841 impulsada
por Espartero o la Ley de Ferrocarriles en 1855, que permitió la entrada de capital
francés. La industria textil y la siderúrgica fue bastante productiva en el siglo XIX,
pero no lo suficientemente fuerte para saldar las deudas sociales o las deudas de
Hacienda.
La sociedad española en la época era eminentemente clasista. La mentalidad
nobiliaria hizo posible la aparición de una aristocracia liberal, proveniente de la
burguesía que tanto exigía reformas de orden social en España. De esta burguesía
provienen la mayoría de los políticos, funcionarios civiles, propietarios agrícolas y
empresarios industriales. Los campesinos y obreros proletariados eran los
desplazados socialmente, los que poco a poco fueron cimentando las bases del
apoyo a la causa republicana en España. La Iglesia pasó a depender
económicamente del Estado. Luego del conflicto entre liberales y carlistas su papel,
al menos durante varias décadas, fue la de promover un espíritu de paz y
reconciliación entre los españoles.
EL SEXENIO DEMOCRÁTICO (1868-1874)

LA REVOLUCIÓN DE 1868

El 19 de septiembre de 1868 el almirante Topete, jefe de la armada,


secundado por Prim y Serrano, se sublevó en Cádiz haciendo un llamamiento de
apoyo a la sociedad civil. El Manifiesto de la Junta Revolucionaria de Cádiz hizo que
la revolución triunfara sin apenas derramar sangre. En 1868 se crea por fin la nueva
unidad monetaria, la peseta.

El sexenio de 1868 a 1876 es decisivo para interpretar la historia española


contemporánea.

LA CONSTITUCIÓN DEMOCRÁTICA DE 1869

El nuevo Gobierno Provisional formado por la Unión Liberal y los progresistas


elaboró una nueva Constitución. Se convocaron Cortes Constituyentes donde el
derecho al sufragio era ejercido por los hombres mayores a 25 años. Fueron
derrotados los republicanos y los carlistas, quienes tuvieron su participación en este
proceso. Soberanía Nacional, independencia de poderes, derecho de reunión y
asociación y libertad de culto fueron refrendados. El sufragio universal se incluía en
la nueva Carta Magna, estableciéndose los mismos requisitos para ser elegir o ser
electos. La forma de Estado es la monarquía democrática, aunque se había
descartado el regreso de Isabel II de Francia. Los carlistas promovieron la llegada
de don Carlos, nieto de Carlos María Isidro, y los republicanos plantearon la idea de
suprimir cualquier vestigio de la monarquía.
LA MONARQUÍA DE AMADEO DE SABOYA (1870-1873)

En octubre de 1870 el duque de Aosta, don Amadeo de Saboya, acepta el


trono de la corona española. Su mayor colaborador, Prim, fue asesinado semanas
después de este hecho, se presume que por partidarios del partido Alfonsino,
promovido por Canovas del Castillo.
La idea del republicanismo federalista, las agitaciones obreras y la crisis de
las colonias restantes hicieron que se desplomase la primera monarquía
constitucional en España. Tras la abdicación de Amadeo de Saboya, el 11 de febrero
de 1873, la Asamblea Nacional dispuso la proclamación de la República.
LA PRIMERA REPÚBLICA ESPAÑOLA (1873)

La Asamblea Nacional designó a Estanislao Figueras como presidente de una


República unitaria, que prontamente chocó con los republicanos federales. Su
principal cometido era convocar unas nuevas Asambleas Constituyentes para
promulgar una nueva Constitución. Promulgó una amplia amnistía y la abolición de
la esclavitud en Puerto Rico. El 1 de junio de 1873 Figueras regresa la presidencia a
las Cortes, cuyo espíritu era eminentemente federalista, que prontamente
proclamaron la República Democrática Federal, siendo propuesto como presidente
de gobierno el catalán Francisco Pi i Margall.
Debido a la multiplicidad de problemas suscitados en el devenir de la
primera República, el 6 de septiembre de 1873 se elige como presidente al
catedrático Emilio Castelar, para intentar poner orden y paz en España. La I
República es aniquilada el 3 de enero de 1874 cuando el general Pavía procura
un nuevo golpe de Estado que disuelve las Cortes Constituyentes.

También podría gustarte