La Conflictiva Construcción Del Estado LIBERAL ENTRE 1833-1868
La Conflictiva Construcción Del Estado LIBERAL ENTRE 1833-1868
La Conflictiva Construcción Del Estado LIBERAL ENTRE 1833-1868
Introducción*
El liberalismo como sistema ideológico, económico y político, que promueve las libertades
civiles y el máximo límite al poder coactivo de los gobiernos sobre las personas se opone a
cualquier forma de poder absoluto. Defiende las libertades individuales y el Estado de
Derecho.
Comoquiera que ambas iniciativas fueron anuladas por Fernando VII en 1814 y 1823
respectivamente, será tras su muerte cuando irá fraguándose paulatinamente, y no sin
oposiciones, la construcción definitiva del sistema liberal español.
En el tema que vamos a estudiar analizaremos cómo fue instaurándose, ahora sí que
definitivamente, el sistema político liberal en España, durante las regencias de Mª Cristina de
Borbón (1833-1840) y la del general Baldomero Espartero (1840-1843), y sobre todo durante
el reinado de Isabel II (1844.1868).
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Nota: Este tema consta de una explicación acerca del desarrollo de la historia política de este
periodo, y de tres anexos que inciden en el conocimiento de tres asuntos especialmente
importantes para comprender los sucesos que se narran:
1) las corrientes ideológicas del liberalismo español que surgen tras la muerte de Fernando VII;
2) la desamortización, por la especial relevancia que las dos leyes desamortizadoras más
importantes de la época (Mendizábal en 1836 y Madoz en 1855) van a tener, y
3) las guerras carlistas, que ejemplifican, mejor que cualquiera otra circunstancia, la resistencia
absolutista al sistema liberal español.
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INTRODUCCIÓN. -
En general puede decirse que durante el periodo que va de 1833 a 1868 dominó el liberalismo
de corte moderado con excepciones puntuales como fueron los gobiernos progresistas en la
regencia de Mª Cristina de Borbón, la regencia de Espartero o el bienio progresista de 1854-56.
El resto del tiempo predominó una forma política conservadora durante la mayor parte del
reinado de Isabel II. De forma sintética podríamos destacar los siguientes momentos:
- Estatuto Real de 1834→ No era una constitución sino más bien una carta otorgada.
Política liberal muy moderada y conservadora.
- Gobiernos progresistas de Mendizábal y Calatrava. Ley de Desamortización.
Constitución de 1837→ Primera constitución liberal desde la de 1812: tenía ideas
progresistas como el principio de soberanía nacional, el reconocimiento de un gran
conjunto de derechos a los ciudadanos, la división de poderes, un importante papel de
las Cortes y la limitación del poder real.
El reinado de Isabel II tuvo una clara tendencia conservadora que quiso impulsar en
España un liberalismo de corte burgués moderado. Este hecho explica la deriva que la
historia política de España tomará hacia un liberalismo democrático que reclamará el
poder por la fuerza en 1868.
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Sin embargo, la España liberal, muy mayoritaria en este tiempo ya, no compartía una
misma ideología. Puede decirse que en 1833 ya podían diferenciarse distintas posturas
ideológicas liberales que se encontrarán unidas en la lucha contra el absolutismo, pero que se
enfrentarán en los procesos electorales y en las políticas reales durante este periodo central
del siglo XIX. (Ver ANEXO I)
El Estatuto Real no es propiamente una constitución, sino una Carta Otorgada (el Monarca, en
virtud de su potestad soberana, se desprende de determinados poderes que transfiere a otros
órganos). La soberanía la tiene la regente, aunque se reconocían atribuciones limitadas a las
Cortes.
Las Cortes son bicamerales (no volverán a ser unicamerales hasta 1931) formadas por:
Estamento de Próceres (cámara alta) y Estamento de Procuradores (cámara baja). Tiene
reminiscencias del Antiguo Régimen: los Próceres son aristócratas sociales divididos entre los
Grandes de España y los elegidos por el Rey. Eran cargos vitalicios, de número indeterminado,
garantizándose con ello las mayorías suficientes a la monarquía. Los Procuradores eran
elegidos por sufragio censitario muy restrictivo y tenían una función consultiva.
Puede decirse que con el gobierno de Juan Álvarez Mendizábal se inicia propiamente la
revolución liberal en España. Era un hombre de negocios de ideología claramente liberal
progresista que ya en 1819 había financiado el pronunciamiento de Riego.
Su programa político progresista incluyó la reforma de la ley electoral para ampliar el derecho a
voto, restablecer la libertad de imprenta y reformar la Hacienda. Pero su obra de gobierno más
importante será iniciar la desamortización a partir de un decreto de febrero de 1836. No
obstante, esta medida todavía tardará en hacerse efectiva ya que ese mismo año de 1836
pierde la confianza de la regente y debe dimitir. (Ver ANEXO II)
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▪ En relación al tercer objetivo hay que señalar que la guerra contra los
carlistas va a suponer una clara victoria liberal que encumbrará a la
cima del poder político al general progresista Baldomero Espartero,
auténtico héroe popular para el liberalismo. Este reconocimiento
público será clave para entender por qué Espartero llegará a ser el
nuevo regente en España desde 1840. La victoria en la guerra hizo
desaparecer la alianza entre moderados y progresistas y las medidas
políticas llevadas a cabo entre 1837 y 1840 por gobiernos moderados
provocarán la animadversión progresista encarnada en el famoso
general. Este presentará a Mª Cristina un programa político alternativo
progresista claramente revolucionario que la regente no estaba
dispuesta a aceptar y que le llevó a renunciar a la regencia. (Ver
Anexo III)
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El general Baldomero Espartero asumió la regencia de España, que desempeñaría hasta 1843.
Con la regencia de Espartero el gobierno de España es ocupado por primera vez por un militar,
situación que se haría frecuente a lo largo de los siglos XIX y XX.
El nuevo gobierno contó con la oposición de los moderados, encabezados por O'Donnell y
Narváez. Ante la imposibilidad de éstos de acceder al poder mediante sufragio, optaron por la
vía expeditiva de los pronunciamientos militares, para lo cual contaron con la ayuda de la
anterior regente, Maria Cristina, exiliada en París.
Desde julio de 1842, Espartero ejerció un poder más autoritario. Ante la oposición de las
Cortes, optó por disolverlas. En Barcelona se produjo una sublevación cívica por la política
algodonera en la que se enfrentaban los librecambistas y los proteccionistas, con el asalto a la
ciudadela. Los militares abandonaron la mayoría de los puestos de la ciudad y debieron
refugiarse en el Castillo de Montjuich, desde donde se bombardeó la ciudad el 3 de diciembre.
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Pero a partir de 1863 se produce una fuerte crisis y la Unión Liberal sufre el normal
desgaste por el ejercicio del poder. La crisis es económica (déficit de las empresas
ferroviarias y desplome de la industria textil catalana por la falta de algodón procedente
de América que estaba librando su Guerra de Sucesión). Posteriormente esa crisis se
centra en la Universidad debido a que se vulneró la libertad de cátedra de los
profesores que fueron apoyados por los estudiantes. La situación fue deteriorándose y
se formó un movimiento contrario a Isabel II liderado por demócratas, progresistas y
republicanos (al que se unirán en 1867 la Unión Liberal) que se concretó en el Pacto de
Ostende de agosto de 1866. Este movimiento que exigía el destronamiento de Isabel II
será el germen que dará paso a la «Gloriosa», nombre de la revolución de 1868 que
supondrá el fin del reinado de Isabel II en España.
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ANEXO I
Los partidos políticos representarán la forma específica como se desea que se lleve a cabo la
progresiva implantación del liberalismo en España. Cada uno de ellos defenderá una
determinada ideología política y se presentará a las elecciones con la intención de ganarlas
para poder hacer efectiva esa ideología en las leyes que deberán regir la vida de los
ciudadanos. Por eso, es fundamental saber qué tipo de sufragio permitía cada una de las
constituciones ya que la formación de los Parlamentos dependía de quiénes tenían derecho a
voto.
Hasta la constitución de 1869 el sufragio en España será siempre censitario o restringido. Esta
circunstancia explica que los partidos políticos durante las tres primeras partes del siglo
representarán solo los intereses de los grupos sociales más favorecidos económicamente, es
decir, los de la burguesía. De ahí también que el Estado liberal español sea durante este siglo
un Estado liberal burgués.
El Partido Moderado:
- Representaba los intereses de los grandes propietarios.
- Filosóficamente eran partidarios del llamado «doctrinarismo» que era un pensamiento que
proclamaba la soberanía de la inteligencia entendida como la facultad habilitante para ostentar el
poder. En esa línea, consideraban al pueblo como “menor de edad”.
- Rechazaban el dogma progresista de la soberanía nacional y defendían la soberanía del
monarca que veían como la garantía del orden, por lo que tenía que tener grandes poderes:
legislativo: Rey con las Cortes; ejecutivo: Rey con sus ministros.
- Cortes bicamerales con un Senado elitista.
- Sufragio muy restringido.
- Libertades individuales y sobre todo colectivas muy limitadas
- Entendimiento con la Iglesia que era vista como garante del orden moral.
- Educación basada en la moral católica.
- Económicamente buscaban favorecer a los terratenientes con políticas proteccionistas.
- Principal representante político: Narváez.
El Partido Progresista:
- Representaba los intereses de la alta burguesía financiera e industrial y se apoyaba en las
clases medias urbanas: comerciantes, profesiones liberales, oficiales del ejército, etc.
- Su ideología era el liberalismo reformista.
- Defienden la soberanía nacional con un poder legislativo que correspondiera sólo a las Cortes,
un ejecutivo fuerte en manos del monarca y un gobierno sometido al control de las cámaras.
- Cortes bicamerales pero con un Senado electivo y renovable.
- Sufragio censitario pero ampliando la base electoral.
- Libertades individuales (propiedad privada, opinión, expresión, etc) pero más limitadas las
colectivas (reunión, asociación, etc) ya que las relacionaban con la clase trabajadora.
Rechazaban los cambios revolucionarios.
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- En lo económico: potenciación del sector mercantil e industrial; defensa del librecambismo frente
al proteccionismo; partidarios de la desamortización, y la inversión en el ferrocarril, las obras
públicas o la banca.
- Principal representante político: Espartero.
La Unión Liberal:
- Aparece como fuerza política en 1854 y representa ideológicamente a los sectores más
moderados del partido progresista y a los más progresistas de los moderados.
- Socialmente se nutría de los votos de la burguesía y de buena parte de los terratenientes.
- Sus principios básicos fueron conservar la Monarquía como forma de gobierno pero alejándola
de las tentaciones absolutistas y reformar la administración pública en un sentido centralista.
- Controlaron la vida política española desde 1856 a 1868.
- Sus figuras políticas más representativas fueron O´Donnell y Serrano.
El Partido Demócrata:
- Partido fundado en 1849 nacido del desgajamiento del ala izquierda del progresismo. Para ser
legalizado tuvo que admitir la monarquía constitucional hereditaria y la religión católica como
única religión del Estado.
- Aglutinó a algunos militares descontentos, al incipiente movimiento obrero y campesino, y a
republicanos e intelectuales de izquierda.
- Defienden la intervención del Estado en la instrucción pública, en la asistencia social y en el
sistema fiscal. Demandaba el pleno reconocimiento de los derechos ciudadanos y las libertades
individuales, el sufragio universal, la desamortización de todos los bienes de la Iglesia, incluidos
los bienes civiles y la abolición de las quintas.
- Hubo una división interna entre una tendencia monárquico-democrática y una tendencia
propiamente republicana.
- En la tendencia republicana destaca como principal figura política Pi y Margall, que llegará a ser
presidente de la I República española.
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-
ANEXO II
LA DESAMORTIZACIÓN.
CONCEPTO Y SIGNIFICADO.-
Esta compleja operación destinada a poner en cultivo la tierra muerta o «amortizada» persiguió
fundamentalmente ampliar la propiedad de la tierra que en España estaba monopolizada por la
Iglesia y las grandes familias nobiliarias terratenientes. Al mismo tiempo se intentó sanear la
maltrecha situación de la Hacienda española (pagando parte de la amplia Deuda pública del
estado) y crear una burguesía y clase media de labradores propietarios.
La desamortización se convirtió en la principal arma política con que los liberales modificaron el
régimen de la propiedad del Antiguo Régimen, para implantar el nuevo Estado burgués durante
la primera mitad del siglo XIX.
➢ PERIODOS DESAMORTIZADORES.-
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El proceso duró hasta 1845 cuando tomaron el poder los moderados. Tampoco la
desamortización de Mendizábal cumplió los objetivos marcados. Las consecuencias
fueron:
➢ CONSECUENCIAS.-
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ANEXO III
SIGNIFICADO.-
El fenómeno carlista surgió en España a finales del primer tercio del s. XIX para aglutinar
a todos los partidarios de continuar con el Antiguo Régimen en un país que en los últimos años
de reinado de Fernando VII estaba derivando tímidamente hacia posturas políticas liberales.
Su nombre deriva de la unión en torno a Don Carlos María de Isidro Borbón de los
partidarios de la permanencia del sistema absolutista en España tras la derogación de la ley
Sálica por parte de Fernando VII en beneficio de su hija Isabel y la consecuente adopción de
un sistema político liberal.
▪ Geográficamente el carlismo triunfó sobre todo en las zonas rurales del norte,
especialmente en el País Vasco y Navarra. También tuvo fuerza en Cataluña, Aragón y
el Maestrazgo aragonés y valenciano. Una de las razones era su defensa de los fueros,
uno de los principios programáticos de Don Carlos. La extinción de los fueros fue
siempre una reivindicación liberal por razones de modernidad económica.
Los antecedentes del carlismo pueden encontrarse ya durante el Trienio Liberal cuando surgió
un movimiento antiliberal y contrarrevolucionario enfrentado a las políticas reformistas del
Trienio. Las raíces ideológicas de este movimiento proceden del siglo XVIII como oposición a la
ideología de la Ilustración.
El acontecimiento que precipitará la organización no sólo política sino también militar de este
movimiento será la decisión de Fernando VII de derogar la Ley Sálica, ley que impedía la
transmisión de los derechos de sucesión de la Corona a la vía femenina. La promulgación de la
Pragmática Sanción en marzo de 1830, ante la posibilidad de que el futuro hijo que esperaban
los reyes fuera una niña, sancionaba efectivamente que el hasta entonces heredero, el infante
Carlos María isidro, hermano de Fernando VII, tuviera que renunciar a la Corona.
Este acontecimiento será la causa coyuntural del comienzo de la Primera Guerra Carlista
(1833-1840) que será mucho más que una guerra dinástica ya que en realidad significará una
guerra civil que enfrentará a la España que desea permanecer en el Antiguo Régimen y a la
España liberal. El carlismo no desaparecerá con la derrota en esta guerra, y resurgirá en otras
dos ocasiones durante el siglo XIX en la Segunda Guerra Carlista (1849-1860) y la Tercera
Guerra Carlista (1872-1876).
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Entre la muerte de Fernando VII en septiembre de 1833 y el estallido de la guerra sólo transcurrirán
cuatro días. El 1 de octubre, Don Carlos María Isidro proclama desde Portugal sus derechos
dinásticos (Manifiesto de Abrantes). El día 5 es reconocido como rey en Bilbao y Álava y surgen
partidas carlistas por todo el país.
La guerra empezó decantándose del lado carlista especialmente mientras fue dirigida por su militar
más competente, el general Zumalacárregui. Pero pronto sufrieron una derrota crucial en el fracaso
de la toma de Bilbao en 1835, lugar en el que murió este general.
En una segunda fase, entre 1835 y 1837, los liberales o cristinos conocieron su momento más crítico
y a punto estuvieron de perder Madrid. Las dudas de Don Carlos permitieron reorganizarse a los
liberales y la guerra cambiará de sentido. El cansancio y frustración en el bando carlista ante la falta
de victorias importantes provocó la división entre ellos, y los más moderados, dirigidos por el general
Maroto, buscaron una salida negociada a la guerra.
Maroto y el héroe del bando cristino, el general Espartero, firmaron el fin de las hostilidades en el
norte con el conocido “Abrazo o acuerdo de Vergara”, en 1839. No obstante, la guerra no había
concluido definitivamente ya que la facción más radical del carlismo resistió un año más en el
Levante español dirigidos por el general Cabrera.
Esta primera guerra será la más dramática con cerca de 200.000 muertos. La victoria cristina se
debió a la superioridad material, al escaso apoyo popular de los carlistas al sur del Ebro y al nulo
respaldo material y diplomático exterior que tuvo Don Carlos.
La guerra produjo un descalabro humano y económico que contribuyó aún más a retrasar el
desarrollo del país.
Fue una guerra de mucho menor impacto y se libró sobre todo en zonas rurales de Cataluña,
Aragón, Navarra y Guipúzcoa. Don Carlos abdicó a favor de su hijo Don Carlos Luis de Borbón,
conde de Montemolín en 1845. El general Cabrera llevó a cabo algunas acciones guerrilleras que
apenas lograron objetivos.
En 1860, un derrotado Don Carlos Luis de Borbón es forzado a renunciar a sus pretendidos
derechos. El carlismo nombra como legítimo sucesor a su hermano Juan quien, a su vez, abdicó a
favor de su hijo, Carlos María, en 1868, que llevaría el nombre de Carlos VII.
La Tercera Guerra Carlista se desarrolló en España entre 1872 y 1876 entre los partidarios de
Carlos, duque de Madrid, pretendiente carlista con el nombre de Carlos VII, y los gobiernos de
Amadeo I, de la I República y de Alfonso XII.
Los principales escenarios de conflicto de esta guerra fueron las zonas rurales de las llamadas
provincias Vascongadas, Navarra y Cataluña, y con menor repercusión en zonas como Aragón,
Valencia y Castilla.
Tras la proclamación de la Primera República Española en febrero de 1873, muchos monárquicos
isabelinos se pasaron al bando carlista, aumentando con la insurrección cantonalista. Por el
contrario, el golpe de Pavía en enero de 1874 y el pronunciamiento de Arsenio Martínez Campos el
29 de diciembre de 1874, que condujo la restauración de la dinastía caída en 1868 en la persona de
Alfonso XII, contribuyeron a restar fuerzas a los carlistas, así como el acercamiento al Vaticano del
Gobierno español, y el reconocimiento de Alfonso XII por parte de Ramón Cabrera.
La guerra finalizó en 1876 con la conquista de Estella, la capital carlista y la huida a Francia de Don
Carlos
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