NEUROEDUCACION
NEUROEDUCACION
NEUROEDUCACION
NEUROEDUCACIÓN
-SOLO SE PUEDE APRENDER AQUELLO QUE SE AMA-
(De Francisco Mora)
En este contexto el autor no señala que en el corazón de este nuevo concepto está la
emoción. Este ingrediente emocional es fundamental tanto para el que enseña como para
el que aprende. No hay proceso de enseñanza verdadero si no se sostiene sobre esa
columna de la emoción, en sus infinitas perspectivas.
Siendo así que el procesamiento cognitivo, por el que se crea pensamiento, ya se hace
con esos elementos básicos (los abstractos) que poseen un significado, de placer o dolor,
de bueno o de malo. De ahí lo intrínseco de la emoción en todo proceso racional, lo que
implica aprender y memorizar.
Analizando al desarrollo humano, entendemos que los seres humanos no somos seres
racionales a secas, sino más bien seres primero emocionales y luego racionales. Y,
además, sociales. La naturaleza humana se basa en una herencia escrita en códigos de
nuestro cerebro profundo, y eso lo impregna todo, lo que incluye nuestra vida personal y
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RESUMEN Saturnino Javier Quispe Poma
Por lo escrito y entendido el autor observa que es esta realidad la que nos lleva a entender
que un enfoque emocional es nuclear para aprender y memorizar, y, desde luego, para
enseñar. Y nos lleva a entender que lo que mejor se aprende es aquello que se
ama, aquello que te dice algo, aquello que, de alguna manera, resuena y es consonante
(es decir, vibra en la misma frecuencia) con lo que emocionalmente llevas dentro. Cuando
tal cosa ocurre, sobre todo en el despertar del aprendizaje en los niños, sus ojos brillan,
resplandecen, se llenan de alegría, de sentido, y eso les empuja a aprender.
Entendiendo que solo el que aprende bien sobrevive más y mejor. Seguir vivo en un
mundo exigente (y el mundo vivo lo es), desde vivir en la selva hasta vivir en un mundo
social duro y competitivo, requiere aprender, y aprender bien. El que no es capaz de
aprender suele vivir menos, ya lo hemos señalado. Y aprender requiere inexcusablemente
basarse en la emoción.
Y por qué no inclinar el pensamiento y la práctica a que hoy habría que añadir el periodo
prenatal y al perinatal (aquel que va desde la semana prenatal 32 hasta los 2 meses
postnatales). Hoy la neuroeducación alcanza a todo ese amplio y, en el terreno específico
de la educación, casi desconocido arco vital del ser humano.
En este entendido con todo lo que antecede, es claro, como ya he señalado, que lo que
enciende el aprendizaje es la emoción y, en ella, la curiosidad y, luego, la atención. Pero
la atención no se puede suscitar simplemente demandándola, ni la curiosidad
tampoco. Hay que evocarlas desde dentro del que aprende.
Por lo que hoy comenzamos a saber que lo que llamamos curiosidad no es un fenómeno
cerebral singular, sino que hay circuitos neuronales diferentes para curiosidades
diferentes, y que no es lo mismo la curiosidad perceptual diversificada, aquella que
despierta de modo común en todo el mundo cuando se ve algo extraño y nuevo, que
aquella otra conocida como curiosidad epistémica, que es la que conduce a la búsqueda
específica del conocimiento.
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RESUMEN Saturnino Javier Quispe Poma
Y lo mismo podemos decir sobre la atención, cuyo sustrato cerebral nos lleva hoy a
reconocer la existencia de muchas atenciones cerebrales. Atenciones que van desde la
atención básica, tónica, que es la que todos tenemos cuando estamos despiertos, a
aquellas otras de alerta, de foco preciso (ante un peligro), orientativa (buscar una cara
entre cientos), ejecutiva (la del estudio), virtual (procesos creativos) o digital (utilizada en
internet).
Todos estos procesos difieren en el niño y el adulto, y aun en el niño para cada edad.
Claramente el tiempo atencional que precisa el niño no es el mismo que el requerido por
el adulto para atender una percepción concreta simple o aprender un concepto abstracto
altamente complejo. Precisamente, conocer los tiempos cerebrales que se necesitan para
mantener la atención a cada edad o periodo de la vida puede ayudar a ajustar tiempos de
atención reales durante el aprendizaje en clase de una manera eficiente. Y también
conocer cómo estos tiempos pueden ser modificados.
Facilitar todo esto requeriría la creación de una nueva figura profesional, aquella
del “neuroeducador”, persona entrenada con una perspectiva interdisciplinar, capaz de
hacer de puente entre el conocimiento del cerebro y el funcionamiento práctico de los
procesos de enseñanza y aprendizaje a cargo de los profesores, facilitando a estos
últimos la comprensión de los avances de la neurociencia directamente aplicables al aula.
En este contexto los profesores son los grandes responsables de la educación de los
menores. Son ellos los encargados de motivar al alumno hacia el aprendizaje, de
despertar su curiosidad por la investigación, y son también los que tienen el poder de
provocar modificaciones en la física y química del cerebro del estudiante, pues este órgano
se encuentra en la etapa de formación y ejercerá cambios que perduran a lo largo de su
vida. Aprender y memorizar es cambiar, y es también crear conexiones y estructuras en
el cerebro.
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RESUMEN Saturnino Javier Quispe Poma
Además el autor plantea la idea de que el profesor debe saber captar el foco atencional
del alumno mediante temas que tengan interés para los estudiantes, mas no a través de
la imposición. Mora pone énfasis en las modificaciones conductuales, pasando por sus
expresiones corporales. El aprendizaje, entonces, nos lleva necesariamente a un cambio.
Esta modificación de conducta se ve a diario, como cuando se aprende a usar un
electrodoméstico o a manejar un auto: el comportamiento es diferente antes y después de
saberlo.
BIBLIOGRAFÍA