UU3 - Janin - Sufrimiento Psiquico en Los Niños 3
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EL CONTEXTO SOCIAL
La infancia es una época tormentosa de la vida en la que se está sujeto a los avatares de los otros.
Sujetos a los deseos de sus padres, pero también a sus ideales, a sus normas, a sus triunfos y desdichas
cotidianas. Padres marcados por su propia historia, por las de sus antepasados y también por la sociedad en
la que les toca vivir.
Considero que para pensar la psicopatología infantil y la clínica psicoanalítica con niños es
imprescindible ubicar el contexto en que estamos inmersos, ese mundo del que formamos pate y que en
cierta medida nos determina.
Aquello que se espera de los niños, lo que se considera sano o patológico, lo que se les propone como
ideal, será diferente en las distintas épocas y en los diferentes grupos sociales.
Así, nos preguntamos: ¿Qué es lo patológico en este momento? ¿Cómo determinar qué es lo sano y
qué es lo enfermo en la actualidad?Muchos parámetros han variado, a un ritmo vertiginoso, la idea misma de
niño se ha modificado. Y aquello que se le exige, que se espera de él, que se supone “normal” en un niño es
muy distinto hoy día a lo que se esperaba en otras épocas. Cada grupo social y cada época tienen su propia
representación de lo que debe ser un niño y arman sus propios modelos de maternidad y paternidad.
Entonces, pensar la psicopatología infantil lleva a reflexionar sobre las condiciones socio-culturales en
las que se gesta dicha patología y también sobre qué es considerado patológico en cada época.
La realidad de un niño pequeño es la realidad psíquica de aquellos investidos libidinalmente, de los
que lo alimentan, cuidan y erotizan. Todo bebé detecta los estados anímicos de su madre, y suele suponerse
causa de esos estados. Por eso, alegrías y dolores derivados de situaciones sociales pueden ser vividos como
habiendo sigo generados por él.
Cuando un niño nace, lo hace dentro de un grupo familiar y social que lo incluirá de determinada
manera, que le asignará lugares y que proyectará en él anhelos y desventuras.
Freud plantea que en el corto tiempo de la infancia, el niño debe revivenciar todo el pasado cultural
que se hace presente a través de la transmisión que los adultos realizan en la vida cotidiana.
Así como hablamos de la transmisión de secretos familiares, cuando hay situaciones que no pudieron
ser metabolizadas, “digeridas”, sus efectos pasan en su forma “bruta” a los hijos.
Los vínculos quedan en segundo plano, no hay tiempo para desear o los deseos son imperativos y
cambiantes permanentemente. Lo que importa es la posesión del objeto. El placer queda degradado a una
satisfacción instantánea que tiene más que ver con una pulsión de dominio que con despliegue erótico.
Esto lleva a un estado de excitación permanente, en el que se busca acumular posesiones más que
profundizar vínculos o producir actos creativos. Y esto, a su vez, puede llevar a querer apropiarse de
cualquier modo de aquello que sería el símbolo de la felicidad, que otorgaría poder o un lugar de
reconocimiento.