Razones Eticas para Ser Vegetariano
Razones Eticas para Ser Vegetariano
Razones Eticas para Ser Vegetariano
Discurso de Gandhi en una reunión social organizada por la Sociedad Vegetariana de Londres el 20
de noviembre de 1931
No sé si hoy en día ustedes tengan ese tipo de debates, pero yo acostumbraba a asistir en esa
época a discusiones sostenidas entre los propios vegetarianos, y entre vegetarianos y no-
vegetarianos. Recuerdo un debate similar entre el Dr. Densmore y el fallecido Dr. T. R. Allinson. En
ese entonces, los vegetarianos tenían el hábito de hablar nada más que sobre la alimentación y las
enfermedades. Yo condisero que esa es la peor manera de ocuparse de este asunto. También veo
que aquellas personas que se vuelven vegetarianas porque están padeciendo alguna enfermedad
o algo parecido —es decir, solamente desde el punto de vista de la salud—, son las que se retiran
en mayor medida. Descubrí que para permanecer firme en el vegetarianismo, un hombre requiere
una base moral.
Para mí, ese fue un gran descubrimiento en mi búsqueda de la verdad. A temprana edad, en el
curso de mis experimentos, me di cuenta que una base egoísta no serviría para conducir a un
hombre hacia lo más alto en los caminos de la evolución. Lo que se requería era un propósito
altruista. También me di cuenta que la salud no era un monopolio exclusivo de los vegetarianos.
Encontré que muchas personas no se inclinaban hacia una u otra dirección, y que los no-
vegetarianos mostraban, generalmente hablando, una buena salud. Igualmente pude observar
que para algunos vegetarianos era imposible seguir siéndolo porque habían hecho de la comida un
fetiche y porque pensaban que volviéndose vegetarianos podrían comer tantas lentejas, judías,
fríjoles y queso como quisieran. Pero desde luego, aquellas personas quizá no podrían mantenerse
saludables.
Al observar a lo largo de estas líneas, me percaté que un hombre debe comer con moderación y de
vez en cuando ayunar. Ningún hombre o mujer comió realmente con moderación o consumió
simplemente aquella cantidad que el cuerpo requiere y nada más. Fácilmente caemos víctimas de
las tentaciones del paladar y, por consiguiente, cuando algo sabe delicioso, no nos importa tomar
uno o dos bocados más. Pero ustedes no pueden mantenerse saludables bajo esas circunstancias.
Por lo tanto, descubrí que para mantener la salud, sin importar lo que comieran, era necesario
reducir la cantidad de alimento y el número de comidas. Vuélvasen moderados: fallen en el lado
de lo menos, en vez de hacerlo en el lado de lo más. Cuando invito amigos a participar de mis
comidas nunca los presiono para que tomen algo, excepto lo que ellos exijan. Al contrario, les digo
que no tomen algo si no lo desean.
Lo que quiero que comprendan es que los vegetarianos necesitan ser tolerantes si quieren
convertir a otros al vegetarianismo. Tengan un poco de humildad. Debemos apelar al sentido
moral de las personas que no están de acuerdo con nosotros. Si un vegetariano enfermara y un
doctor le prescribiera caldo de carne, entonces no lo llamaría un vegetariano. Un vegetariano se
hace de un material más fuerte. ¿Por qué? Porque es para la edificación del espíritu y no del
cuerpo. El hombre es más que carne. El espíritu del hombre es lo que nos interesa. Por lo tanto,
los vegetarianos deberían tener esa base moral, porque un hombre no nació como un animal
carnívoro, sino que nació para vivir de las frutas y las hierbas que la tierra produce. Sé que todos
debemos cometer errores. Yo dejaría la leche si pudiera, pero no puedo. Lo he intentando cientos
de veces. Después de una seria enfermedad no pude recobrar mis fuerzas a menos que volviera a
tomar leche. Ésa ha sido la tragedia de mi vida. Pero la base de mi vegetarianismo no es física, sino
moral. Si alguien dijera que voy a morir si no como caldo de carne o carne de cordero, incluso por
consejo médico, preferiría morir. Ésa es la base de mi vegetarianismo.
Me gustaría opinar que todos aquellos que nos autonombramos vegetarianos deberíamos tener
esa base. Había miles de carnívoros que no continuaron comiendo carne. Debe haber una razón
clara para que hagamos ese cambio en nuestras vidas, para que adoptemos hábitos y costumbres
diferentes a los de la sociedad, aunque a veces ese cambio pueda molestar a nuestros más
allegados y queridos. Por nada del mundo deberían sacrificar un principio moral. Por consiguiente,
la única base para tener una sociedad vegetariana y para proclamar un principio vegetariano es, y
debe ser, una base moral. No voy a decirles, según lo que he visto y he recorrido por el mundo,
que los vegetarianos, en general, disfruten de una mejor salud que los carnívoros. Pertenezco a un
país que en su mayoría es vegetariano por hábito o por necesidad. Por lo tanto, no puedo declarar
que eso demuestre una mayor resistencia, un mayor ánimo, o una mayor inmunidad contra las
enfermedades, ya que eso es algo particular y personal. Requiere obediencia, y una escrupulosa
obediencia, a todas las leyes de higiene.
De hecho, pienso que lo que los vegetarianos deben hacer es no destacar las implicaciones físicas
del vegetarianismo, sino observar las implicaciones morales. Aunque todavía no hemos olvidado
que tenemos muchas cosas en común con los animales, no tenemos completamente en cuenta
que hay ciertas cosas que nos diferencian de ellos. Claro está que tenemos animales vegetarianos
como la vaca y el toro —los cuales son mejores vegetarianos que nosotros—, pero hay algo mucho
más noble que nos llama al vegetarianismo. Por consiguiente, pensé darle énfasis únicamente a la
base moral del vegetarianismo durante los pocos minutos en que tendría el privilegio de hablarles.
Y diría que he comprobado por mi propia experiencia y por la experiencia de miles de amigos y
compañeros, que ellos encuentran satisfacción, hasta donde concierne al vegetarianismo, de la
base moral que han escogido para mantenerlo. Para terminar, les agradezco a todos por venir aquí
y permitirme ver personas vegetarianas cara a cara. No puedo decir que solía reunirme con
ustedes hace 40 o 42 años. Supongo que los rostros de la Sociedad Vegetariana de Londres han
cambiado. Hay muy pocos miembros que como el Señor Salt pueden afirmar que su relación con la
Sociedad se extiende por más de 40 años.
El Señor Henry S. Salt fue Maestro Auxiliar en Eaton entre 1875 y 1884, Secretario Honorario de la
Liga Humanitaria entre 1891 y 1919. Ha sido vegetariano por más de 50 años y nunca ha tenido
razón para dudar de la superioridad de esta dieta. Tenía ochenta años en el momento del discurso
de Gandhi y era una escritor cuya opinión de la actual «civilización» puede apreciarse en el título
de su libro Setenta años entre salvajes.