Escolastico Españoles Carpintero
Escolastico Españoles Carpintero
Escolastico Españoles Carpintero
Universidad de Cdiz
I. INTRODUCCIN
La poca moderna -si por tal entendemos los inicios del siglo XVII- ech
a andar de la mano de una teologa omnipresente (pues los telogos se
ocupaban entonces de casi todas las cuestiones) que hablaba con la
seguridad de los que saben que estn exponiendo verdades o realidades
que no pueden ser de otra forma. Esta rotundidad dio lugar al estilo
metafsico. No es que la metafsica no existiera antes de Gabriel
Vzquez. S exista, y consista ante todo en el modo de estudiar cosas
sobre las que no existe conocimiento sensible. Pero a raz de la obra de
Vzquez, la metafsica cambi de tono, porque ya no fue un recurso
accidental del filsofo o del telogo, sino el modo habitual de expresarse
tanto el telogo como el filsofo. Suele decirse que Surez fue el primer
metafsico sistemtico; pero si tenemos en cuenta la doctrina de
Vzquez, este juicio parece apresurado. Como los metafsicos
consideraban a las cosas "a priori, secundum se, proprie loquendo, in se
et sua natura", etc., el discurso filosfico de la Edad moderna se abre en
un tono altamente dogmtico, ajeno en principio a los datos
suministrados por la experiencia sensible.
Molina public un amplio tratado De justitia et jure a finales del siglo XVI.
No es una obra sistemtica, aunque s expone las materias con cierto
orden, cindose al derecho privado. Toca solamente algunos temas
muy genricos de lo que hoy llamaramos teora poltica (si el poder
poltico, y los gobernantes, se adecuan al derecho natural), y
francamente de pasada. Es obvio que no estaba interesado en lo que
llamaramos derecho pblico. l, como estos otros escolsticos ms
tardos que no eran dominicos, se encontraba en una situacin un tanto
especial. De un lado, los entonces estatutos de la Compaa de Jess le
imponan seguir la filosofa y teologa de Toms de Aquino, cosa que no
hicieron ni Gabriel Vzquez, ni l, ni Francisco Surez. De otra parte, al
no ser dominico, no se encontraba ante el deber de impugnar las
doctrinas de los moderni, que insistan en las facultades como las
categoras ms elementales de la vida jurdica. Porque las luchas
doctrinales contra los franciscanos haban corrido a cargo de los
dominicos que, al componer la otra gran orden mendicante de la Iglesia,
no compartan sin embargo la radicalidad de los franciscanos.
Entiende que existen dos tipos de potestades, unas naturales, como las
de los padres sobre los hijos, y otras voluntarias28. Sabemos que todo
aquello que surge desde la naturaleza del objeto, como es el poder del
padre sobre sus hijos, o del dueo sobre lo que es de su propiedad,
compone derecho natural. Pero este criterio tan amplio del derecho
natural hace que todo aquello que verdaderamente tenga una causa
para existir venga introducido y fundamentado por este derecho, de
forma que el jus naturale abandona el campo de los primeros principios
prcticos (en donde lo haban dejado recluido los juristas romanos y los
telogos medievales), y se introduce por todo el derecho. sta es una
tesis en la que insistir especialmente Surez, pocos aos ms tarde. Si
todo aquello que tiene una causa para existir es de derecho natural, el
derecho que no es natural ser aquel que surja desde las voluntades de
los hombres, lo que implica abandonar al contractualismo todo el
derecho no-natural. Cuando argumenta as, Molina tiene ante la vista el
derecho cannico de la poca, y siempre se refiere a los ayunos
cuaresmales como muestra del derecho voluntario, esto es, no natural.
No quiere entender, o no le interesa admitir, que la fe cristiana se
resume en el Credo, y que nada se dice en l de ayunos, cardenales,
monasterios o prerrogativas de las catedrales. Pero el jus civile no
presenta este paralelismo con el derecho cannico. En su lnea
contractualista, disuelve el derecho penal en un pacto entre los
ciudadanos29.
Exista una vieja doctrina bajomedieval, que era conocida con el nombre
de puris naturalibus, que insista en que el ser humano est completo y
perfecto naturalmente30, por lo que tiene dos fines ltimos, uno natural
y otro sobrenatural. Normalmente, esta cuestin vena introducida en los
textos jurdicos, o legales, por el problema de explicar la naturaleza del
deber que originan las leyes: Los que mantenan que las leyes de origen
humano no obligaban en conciencia, recurran al puris naturalibus para
encontrar una explicacin plausible a la falta de deber moral, y
argumentaban que el hombre atentaba contra su fin ltimo natural, pero
no cometa propiamente un pecado atentando contra su fin ltimo
sobrenatural. Molina recupera esta doctrina en el momento de explicar
las dos potestades, civil y eclesistica, que existen en cada sociedad31,
y explica que el hombre no ha sido creado para alcanzar un fin
sobrenatural que haya de alcanzarse por medios sobrenaturales, sino
que nicamente ha sido creado para un fin natural, por lo que es
necesario distinguir las dos potestades que existen en nuestra
sociedad32. Al lector le queda la impresin de que Luis de Molina
trataba de fundamentar la existencia de un campo de lo religioso
independiente del poder civil, porque eso era lo que convena, ya a
finales del siglo XVI, a la Iglesia Catlica o a los jesuitas. Fue Juan
Escobar de Corro el que reaccion, algunos aos ms tarde, contra esta
pretensin, de forma francamente exagerada, porque llegaba a
mantener que el derecho cannico y el derecho civil tenan exactamente
el mismo fin33.
V. FUNDAMENTOS ANTROPOLGICOS
Expone que el derecho como libertad es una cierta facultad moral para
obrar libremente, concedida por el mismo Dios46. Sigue la vieja tesis
romanista que entiende que todo hombre nace libre47. En tono general,
escribe que la libertad consiste formalmente en una cierta facultad de la
causa creada48. Aade ms extensamente que la libertad es aquella
potencia activa que, por s misma y por su naturaleza, otorga una
facultad con fuerza para ejercer o suspender la accin propia49. No
perdamos de vista la palabra facultad, presente prcticamente en todas
sus definiciones de la libertad, que implica que el individuo puede obrar
o no segn su arbitrio, porque "por la propia naturaleza de la cosa, todos
los hombres nacen libres y por ello ninguno tiene jurisdiccin poltica
sobre otro"50. Retoma la vieja doctrina jurisprudencial sobre el derecho
natural como "omnium una libertas", y explica que por derecho natural
todo hombre tiene libertad, es sui juris, esto es, dispone de la potestad
de regirse a s mismo, y excluye la sujecin de un hombre a otro
hombre, si nos dejamos guiar por la sola fuerza del derecho natural51
De hecho la potestad poltica no se encuentra en nadie concreto sino "in
hominum communitate"52. No parece querer diferenciar entre el poder
poltico y la jurisdiccin propiamente jurdica53, y establece la doctrina
tpicamente liberal de la ausencia de un privilegium que correspondiera
a alguien en concreto para normar la vida de los otros. Su razn ms
frecuente consiste en mantener que Dios nos dio a todos la misma
libertad54, por lo que por naturaleza nadie tiene mayor potestad que
otro55. En el momento de explicar la gnesis racional del cuerpo
poltico, expone que el hombre tiene uso de razn, y por tanto poder
sobre s mismo, que es libre (in sua facultate), sobre sus miembros y su
uso, y por esta razn es libre naturalmente, y no es siervo de nadie56.
La libertad genrica del ser humano se fragmenta en tantas cosas como
puede hacer libremente, y estos derechos o dominios que aparecen
como propiedades fsicas que nos otorga la naturaleza, son como
"propiedades cuasi morales"57. Tiene estas cuasi cualidades morales
porque la libertad se fundamenta "en la dignidad natural del hombre",
ya que el hombre ha sido creado segn la imagen de Dios, es decir, sui
juris, y solamente est sometido a Dios y creado para l58. Pues as
como Dios, que es el autor del derecho de la naturaleza (juris naturae)
es tambin el autor del derecho natural (juris naturalis), por lo que es el
creador de este primado y potestad59, "quia nulla est potestas, quod
hoc modo non sit a Deo, ut a prima causa"60. Esto es as porque tal lo
ha querido Dios contingentemente61, y de hecho, en el Padrenuestro
rezamos "hgase tu voluntad"62. Aunque esta lnea de pensamiento
netamente voluntarista se desvanece conforme avanza el Tractatus de
legibus para quedar sustituida por un fuerte objetivismo metafsico.
Est preocupado por explicar que las leyes son entes morales, o
mentales, o intelectuales. Explica reiteradamente que desde las leyes
slo se siguen naturalezas intelectuales, cosas que pertenecen a la
mente95, de forma que la ley, en el sbdito, nicamente consiste en un
acto de la mente96. Explica que las leyes son ex multis Physica
distinctis, porque requieren de un motivo razonable y de una voluntad
eficaz97. Por ello define esta vez a la ley como realidad mental (por as
decir) que en el mismo legislador es el acto de una voluntad justa, y
recta, por la que quiere obligar al inferior para hacer esto o lo otro98.
Aade que la obligacin es un efecto moral, que depende de la voluntad
del prncipe99. Pero para no dejarnos guiar por el bien sonar de las
palabras, reparemos en que estas reflexiones vienen expuestas en el
libro I del Tractatus de legibus, momento en el que Surez quiere
aparecer como mediador entre el objetivismo tico de Gabriel Vzquez y
Luis de Molina, y las doctrinas voluntaristas de los maestros de Pars del
siglo XV, a los que l muestra conocer muy bien. Del mismo modo que
Molina pocos aos antes, Surez presenta su voluntarismo legal
tomando apoyos y ejemplos del derecho cannico, en donde la
dimensin voluntarista de las normas es mucho ms clara que en el
derecho civil; normalmente alega ejemplos de la vida de los frailes (no
pueden salir del convento sin permiso del superior), o recurre a las
obligaciones propias de la Cuaresma: todo esto viene fundamentado en
el puro derecho positivo, esto es, en la voluntad del superior, y no
existiran estos deberes si no hubieran sido creados por una causa
eficiente y suficiente. Pero ya indicaba, a propsito de Luis de Molina,
que lo que es cierto para el derecho cannico no siempre vale para el
derecho civil, que no opera con tanto dato procedente del arbitrio de los
superiores. Surez no quiere entender esta diferencia entre ambos
derechos porque, de hecho, en el momento de proporcionar un ejemplo
(cosa que hace frecuentemente) siempre echa mano del jus canonicum.
Los telogos anteriores haban explicado que las leyes, o crean el deber
moral de ser obedecidas en conciencia, o bien (normalmente bajo la
figura de las leges mere poenales) que no existe el deber en conciencia
de su cumplimiento, pero s el de pagar la pena que se sigue de la
infraccin, para salvar as el principio de autoridad. Por lo general, los
seguidores del pensamiento tomista, que vean en los gobernantes
seculares causas segundas necesarias por las que acta tambin Dios,
mantuvieron el deber en conciencia de cumplir las leyes; los telogos
escotistas, en cambio, que no concedan valor especial a la naturaleza (y
por ello no valoraban como bueno el poder poltico, aunque se
fundamentara en una necesidad natural), mantuvieron la categoras de
las leyes mere poenales. El problema que percibimos en Surez es que,
al haber negado la doctrina de la causa jurdica (que implicaba la
existencia de un motivo suficiente y racional para dar y cumplir las leyes
y sentencias), no dispone de un fundamento al que acogerse para
determinar el deber que generan las distintas manifestaciones del
derecho.
30 Para esta doctrina en Juan Duns Scoto, vid. Johannis Duns Scoti
Doctoris Subtilis Ordinis Minorum Summa Theologica, I, q. 1.
31 Vid., por ejemplo, De justitia, cit., Tract. II, disp. 21, col. 100.
35 "Ratio autem est, quia finis civitatis solum est hujus vitae temporalis
conservatio in exteriori pace, et justitia [...] ad quem finem etiam
ordinantur civiles leges; non ergo intendunt veram probitatem morum,
quae facit hominem bonum, sed solum exteriorem quaedam
observantiam, quae facit bonum civem": Tractatus de legibus, cit., L. I,
cap. 13, 2.
36 Vid., por ejemplo, ibidem, 7. y Defensio Fidei Catholicae adversus
Anglicanae sectae errores (Coimbra, 1613), L. III, cap. 3, 2.
46 "His ergo duobus modis patet etiam in praesenti jus divinum accipi.
Nam privilegium ipsum exemptionis quatenus est libertas quaedam a
subjectione alterius, est facultas quaedam moralis ad non parendum tali
potestati; vel libere operandi sine respectu, vel impedimento illius: haec
ergo facultas a Deo ipso data dicitur jus divinum, non tanquam
praeceptum, sed tanquam Dei donum. Sicut libertas a servitute, quae
homini est naturalis dicitur optime in hoc sensu esse de jure divino
naturali": Defensio, cit., L. IV, cap. 9, 11.
49 "Unum est, quod illa sit potentia activa, ex se et sua natura facultate
habens vim ad exercendam et suspendendam actionem suam":
Metaphysicorum Disputationum, cit., Disputatio 19, sectio. 4, 8.
50 "Ex natura rei omnes homines nascantur liberi, et ideo nullus habet
jurisdictionem politicam in alium": Tractatus de legibus, cit., L. III, cap. 2,
3
64 "Quia vero haec vox aequivoca est, oportet illam distinguere [...] Jus
enim interdum significat moralem facultatem ad rem aliquam, vel in re,
sive sit verum dominium, sive aliqua participatio ejus, quod est proprium
objectum justitiae, ut constat ex D. Thomae q. 57, art. 1": Tractatus de
legibus, cit., L. II, cap. 17, 2.
65 Ibdem.
67 "Nam jus utile naturale dicitur, quando ab ipsa natura datur, sed cum
illa provenit, quomodo libertas dici potest ex jure naturali": ibdem.
71 "Proprie permittit per legem naturalem, quia lex naturalis non mere
negativa [...] sed etiam positive indicat, et disponit talia esse
indifferentia": Tractatus de legibus, cit., L. I, cap. 16, 8.
85 Ibdem, 5.
100 Vid. L. II, cap. 3 del Tractatus de legibus, cit., dedicado a este tema.
102 Vid., por ejemplo, Tractatus de legibus, cit., L. II, cap. 3, 4 y L. II,
cap. 2, 5.
103 "Illae non in omnibus actibus suis, sed in his quos libere operatur,
quia omne esse morale pendet ex libertate": Tractatus de legibus, cit., L.
II, cap. 2, 11.
106 Vid. Tractatus de legibus, cit., L. II, cap. 1, titulado "Utrum lex
naturalis obligat non solum ad actum, sed etiam ad modum virtutis". En
el 2 escribe que "Imo si moraliter illo verbo utamur <implere>, non
satis est facere, quod lex jubet, sed oportet libere et humano modo
facere".
108 "Aliud est velle quod praeceptum est, aliud est velle, quia
praeceptum est": Tractatus de legibus, cit., L. II, cap. 10, 6. En este
punto se separa notablemente de Scoto, quien haba proporcionado una
explicacin mucho ms matizada, substancialmente parecida a la
tomista. Vid. Suma Theologica, cit., I - II, q. 93, art. 1.
111 "Lex mera humana non potest praecipere actum pure internum
directe, et secundum se [...] Nam potestas legislativa est etiam coactiva,
ut diximus, et ita si coactiva esse non potest respectu interioris actus,
neque legem ferre circa illud potest": Tractatus de legibus, cit., L. III, cap.
13, 2.
112 Vid. ibdem, 3.
120 "Ex vi talis donationis non est haec potestas in una persona, neque
in peculiari congregatione multarum, sed in toto perfecto populo, seu
corpore communitatis": Defensio, cit., L. III, cap. 1, 5.
124 "Dicunt ergo alii, legislatorem obligari per lege ex voluntate totius
reipublicae, et ex virtuti pacto inter principem, et rempublicam: nam ea
conditione accepit potestatem legislativam". Aunque se refiere a otros
autores, l sostiene tambin esta opinin: Tractatus de legibus, cit., L. III,
cap. 35, 10.
125 "Unde actu illi subici, licet non sit immediate a natura, non est etiam
contra jus naturale praecipiens [...] quamvis ipsum naturale jus per se
non effecerit subiectionem politicam, sine interventu humanae
voluntatis": Tractatus de legibus, cit., L. III, cap. 1, 11. Por el contexto
se sigue que esta "intervencin de la voluntad humana" se refiere al
pacto por el que la repblica transmite su poder al prncipe.
128 "Quia haec potestas habet plures actus, qui videntur excedere
humanam facultatem, prout est in singulis hominibus; ergo signum est,
non esse ab illis, sed a Deo": Tractatus de legibus, cit., L. III, cap. 3, 3.
129 "Nam prout a Deo immediate regitur jure naturae libera est, et sui
juris, quae libertas non excludit, sed includit potius potestatem regendi
se ipsam, et imperandi membris suis, excludit autem subiectionem ad
aliud hominem, quantum est ex vi solius naturalis juris, quia nulli
hominem dedit Deus immediate talem potestatem [...] Deinde hoc
egregie confirmat sententia Augustini lib. 3 Confes. cap. 8 dicentis
Generalem pactum est societatis humanae obedire Regibus suis. Nam
per haec verba significat, Regium principatum, et obedientiam illi
debitam fundamentum habere in pacto societatis humanae, ac subinde
non esse immediate institutione Dei, nam humanum pactum humana
contrahitur voluntate": Vid. Defensio, cit., L. III, cap. 1, 11.
130 "Declaratur propterea in hunc modum, quia vel usus ille est per se
malus, quia est contra pactum cum republica initum, cum primum in
Regem transtulit potestatem suam": Defensio, cit., L. IV, cap. 1, 14.
131 "Sic ergo perfecta communitas civilis jure naturae libera est, et nulli
homini extra se subiicitur, tota vero ipsa habet in se potestatem, quae si
non mutaretur, democratica esset": Defensio, cit., L. III, cap. 1, 9.
134 "Non est in universum verum, quando talis divisio, vel communicatio
jurisdictionis ad bonum reipublicae conveniens indicatur, quia potestas
illa de se mutabilis est, et ad communem bonum reipublicae ordinatur,
et ideo nulli juri repugnat, quia in illa fiat hujusmodi mutatio": Defensio,
L. IV, cap. 3, 17.
152 "Francos uti lege Romana, non quia lex, sed quia bona est": De
legibus, cit., p. 131.
153 "Dominus enim vocatur quid habet aliquid suum, de quo possit
disponere, vel in quod auctoritatem exercere. Qui autem nihil habet
suum, in quo exerceat potestatem, non dicitur Dominus": De justitia
aliisque virtutibus morum libri quattuor (Lugduni, 1630), L. II, cap. 3,
Dubitatio 1, 1.
157 "Dico quarto, Jus pro potestate legitima, non est objectum, quod
Justitia intendit: et tamen aliquid unde objectum Justitiae
quodammodum pendet, et ad hoc intrinsecum ordinem habet, quod
formale objectum cui dici potest [...] Quod autem hoc jus recte dicatur
objectum formale cui, patet, quia est ratio cur alteri sit debitum. Pro
quod notandum est, in Justitia, sicut in omne virtute quae est ad
alterum, posse distingui objectum quod, et objectum cui. Objectum quod
est illud, quod ipsa virtus intendit, et praestat alterius [...] Objectum cui,
est is cui praestatur. Hoc in propositio est proximus noster, quatenus Jus
habet ratione cujus illi aliquid est debitum. Ex jure enim ipsius in me vel
mea, nascitur in me debitum praestandum id, quod illud Jus impleat et
exhauriat [...] Itaque Jus est ratio objectiva in objecto cui, unde tota ratio
Justitiae pendet": De justitia, cit., L. II, cap. 2, Dubitatio 1, 7.
171 "Deinde id quod dicebat, divisionem non potuisse fieri [se refiere a
la divisio bonorum que acab con la communis omnium possessio]
absque decreto aliquo, vel communitatis, vel Principis habentis
potestatem supra communitatem, durissimum videtur. Seclude enim
omne decretum, et leges ipsius etiam Adami: peto si aliquis propria
industria, labore, et ente depinxisset pulchram imaginem, aut bellam
statuam sculpisset, nonne jure ipso narurae imago, vel statua illa fuisset
in dominio artificis, ut non nisi furto, posset ab eo invito auferri? Quis hoc
negat? Ergo ipsum naturae jus ante omnes legem positivam humanam
divideret poterat dominia, et de facto dividebat": Disputationum, cit.,
Disp. 6, 4.
172 Disputationum, cit., Disp. 6, 4.
180 "Ante omne judicium seu dictamen rationis: est dicere: actus ex suo
objecto esse radicaliter moralem": ibdem.