SI UN DIA ME OLVIDARAS. Raúl Hernández Garrido
SI UN DIA ME OLVIDARAS. Raúl Hernández Garrido
SI UN DIA ME OLVIDARAS. Raúl Hernández Garrido
me
olvidaras
de Ral Hernndez Garrido
[email protected]
.- ANTESALA
(Oscuridad, apenas rota por un jirn de penumbra. Una letana,
ensuciada por el susurro del agua.)
(Sin luz
ojos abiertos
sin luz)
tras la persecucin
la luz de los focos
tras la detencin
los golpes
tras la humillacin
la tortura
tras la tortura
la traicin
forzados a delatar a propios y extraos
ojos abiertos
en este espacio negro
resuenan pasos, lejos
se oyen gritos de dolor
aqu, cerca
tambin
aqu. Dentro
Muy dentro
En m la vida vuelve insensible
sin rostro, sin nombre
L
pequeo
inocente
ya vctima
se mueve dentro de m
- Quin eres
- Soy Mara. Y t, quin eres t?
- Amaya.
- Qu te han hecho hoy?
- Me han pateado, y luego picana elctrica. Gracias a Dios, no me han tocado el
vientre. Estoy embarazada. Qu te han hecho a ti?
- No lo s, no puedo ver. No quiero saber si an tengo ojos o no.
aqu estoy.
Todava un da ms
No tengo fuerzas para un nuevo da
No tengo ya fuerzas ni siquiera para ti
Para mi nio
Te remueves en mi seno
Por qu aqu?
Qu mundo ser el tuyo, mi nio
Sin luz
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ojos abiertos
sin luz
Amarilla asepsia
gritos
sus gritos
En las paredes hmedas
Sangre
El brillo quirrgico
de los cuchillos
La luz de los reflectores
Los quirfanos
El ruido de los aviones
olor a queroseno
gritos de bebs
gritos de bebs
recin nacidos
QU LES HACIS A LOS NIOS?
QU HACIS CON LOS NIOS?
- Cmo te llamas?
- Laura.
- Yo soy Graciela. Necesito ayuda, voy a dar a luz de un momento a otro. Soy
primeriza. Tengo miedo. Por Dios, que me dejen salir. Slo para que el nio nazca
fuera de todo esto. Que luego me hagan lo que sea, pero al nio no, al nio no.
- Yo tambin estoy embarazada. Yo tambin soy primeriza. Vamos a morir?
Qu nos van a hacer?
- El nio no. El nio no.
Sin luz
ojos abiertos
sin luz
Amarillo
El filo de los cuchillos
El ruido de las botas
Olor a queroseno
Dnde voy?
No me hagis dao.
Qu vais a hacer?
Al nio no lo toquis.
Matadme, pero a l no le hagis nada
vidas nuevas
arrancadas de los brazos mutilados de sus madres
extirpados de los vientres maternos
cauterizadas las uniones
quirrgicamente desmembradas de la madre
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blanco
blanco
encuentro con la nada
despojo arrojado
basura ya
sin ningn valor
una vez desposedo
mi cuerpo sin l
mi cuerpo
despojo abierto
(As
yace tu reposo
al acogerlo el mar
cadver despiezado
restos de alguien que una vez
lleg a ser amado
y ahora basura
yaces en el impacto
contra el azul
yaces
olvidado
en el silencio
silencio
yaces
cubierta por fin por el silencio del mar)
ORESTES: fro en las manos entumecidas en los huesos dentro miro y slo en la
oscuridad los ojos por mucho que abiertos nada slo negro y oscuridad
mis manos resbalan
no hay paredes
slo oscuridad
(Dos hombres, en una estacin. Las paredes desconchadas, el
suelo sucio, aspecto de lugar abandonado desde hace tiempo.
Uno de los hombres, tranquilo. Lo podemos llamar PLADES,
aunque su nombre autntico es insignificante. Lee el peridico o,
simplemente, las manos en los bolsillos, silba, contempla la
escena o dormita.
El otro, nervioso, intranquilo. Sera pretencioso llamarlo
ORESTES. Fuma, pasea de un sitio para otro, lo alerta cualquier
ruido.
La mujer, llamadla ELECTRA, pero tambin Clitemnestra o
Ifigenia. O mejor, llamadla simplemente la mujer, entra en la
estacin, cargada con dos aparatosas maletas...)
ELECTRA: Me podran decir si llevan mucho esperando.
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Creo que pasa un tren por aqu. Que hoy pasar el tren.
Lo esperan, han venido a esperarlo.
No?
Si no, qu haran aqu.
Dnde no llega nadie.
Sus caras me suenan.
Fuman? Si quieren No tengo fuego.
No fuman?
Llevo mucho tiempo viajando, viajando.
Trenes, autobuses, aviones.
Kilmetros y kilmetros, desfilando paisajes a toda velocidad.
No puedo detenerme ahora.
Ustedes estn de paso?
Adnde van?
Me quieren responder?
Estoy acostumbrada al desprecio. Su silencio no me hace dao. No me
hieren sus miradas.
(La mujer se levanta y mira hacia los hombres. Uno de ellos
escupe al suelo. Ella mira a sus pies, al esputo. Lo pisa y lo
extiende con la suela del zapato.)
He recorrido medio mundo y de aqu no me voy a mover.
PLADES:
Vmonos.
(Los hombres salen.)
Cunto?
ELECTRA: No me vendo.
PLADES:
Entonces ?
Nos vamos.
GRABACIN + ELECTRA:
Traan personalmente a las detenidas desaparecidas embarazadas, desde el lugar de
detencin llamado "EL CAMPITO" al pabelln de Epidemiologa. Estaban
perfectamente atadas de pies y de manos, con los ojos vendados. Eran alojadas en una
sala general en compaa de detenidos heridos y nios que all alojaban. Se los
denominaba los NN o los subversivos.
Programaban los partos segn lo avanzado de la gestacin. Aunque algunos partos se
realizaron en forma natural. Cuando se decidan los nacimientos por operacin
cesaras, las parturientas eran alojadas en unos cuartos individuales del mismo
pabelln, eran revisadas por las parteras y las cesaras se realizaban en el rea de
Ginecologa. Cuentan las Obstetras, que las detenidas estaban atadas, con los ojos
vendados y con prohibicin de hablar, que en la hoja de enfermera no figuraban sus
nombres y apellidos, solamente NN. Los partos casi siempre los realizaban los mdicos
militares y por las noches. Utilizando algunas veces tcnicas en desuso o
experimentales.
Cuenta un enfermero que a las madres se las llevaban con destino a los hangares que
estn en la pista de aviacin de Campo de Mayo. Este mismo enfermero viva en un
barrio junto a Campo de Mayo, relata que de vez en cuando un avin tipo Hrcules del
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Ejercito despegaba entre las 23 a 24 horas con rumbo sudeste y que regresaba a la
hora de haber despegado.
I.- PLADES
Cuenta una denunciante, que estando de guardia pasiva en su domicilio, fue
llamada por uno de los mdicos, que la obligo a realizar un parto y que por
este motivo tuvieron una fuerte discusin ya que ella es mdica civil. Relata
que la parturienta era menuda, jovencita, delgada, de cabellos oscuros y
ondulados, que los ojos los tena vendados y que naci una nia.
Una obstetra dice que atendi un parto en la enfermera de la Crcel de
Encausados de Campo de Mayo, que la mujer era rubia, que tena unos treinta
aos y que fue en 1977. Que tambin le toco otro parto, que la mujer tena el
pelo muy largo y canoso.
Otra obstetra relata que entre 1977 a 1978, le toco atender a ms de treinta
parturientas detenidas.
Cgete a m.
ORESTES: Me caer.
PLADES:
ORESTES: No me sueltes.
PLADES:
ORESTES: Me resbalo.
PLADES:
ORESTES: Y t?
(PLADES lo mira y acaricia su fusil, sin decir nada. ORESTES
baja la cabeza. PLADES saca una cajetilla de tabaco. Extrae un
cigarrillo y se lo ofrece a ORESTES. ste lo aceptar. Luego,
PLADES se llevar un cigarrillo a la boca.)
PLADES:
ORESTES: Mucha caza para dos personas solas. Piensas vender parte?
PLADES:
No.
A quin le importa.
(PLADES dispara.)
ORESTES: No s cmo
PLADES:
Calla.
(Dispara y falla.)
Mierda.
ELECTRA: He recorrido todas las estaciones de tren. He buscado entre todos los
posibles. He dejado que me sometieran a todas las humillaciones, a
cualquier humillacin. Precio justo para lo que estoy buscando. Y aqu he
llegado, al otro lado de las fronteras, al ltimo rincn de la tierra. Puedo
decir que ms all, para m, no hay ms tierra firme. Porque s que ya he
llegado. Me quedo aqu, donde est el que busco.
(Se dirige a ORESTES.)
Ven, hablemos de ti y de la oscuridad.
(ELECTRA se acerca a ORESTES. PLADES se interpone y
abofetea a ELECTRA. Ella, quieta en el sitio, alarga la mano y
acaricia a ORESTES.)
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Entra en la casa.
Quin va?
ELECTRA: No te acuerdas de m?
PLADES:
Aqu slo llegan los que huyen o los que tienen algo que ocultar.
Qu es lo que ocultas?
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Vienes a por m.
(Pausa.)
ELECTRA: Aqu slo llegan los que huyen o los que tienen algo que ocultar. De
qu huyes t? Por qu desapareciste, de un da para otro?
PLADES:
He olvidado.
He olvidado.
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ORESTES: Reconocimos los cadveres. T los reconociste. Eran ellos. Eso dijiste.
Eso me hiciste firmar.
Pap. Mam. Con sus manos llenas de sangre. Las manos que con tanto
cario nos abrazaron. Pap, mam.
Tendras mucho que decirme. Tantas cosas me ocultas. Desapareciste
antes de que todo explotara. Cuando volviste todo haba pasado.
Adnde habas ido? Te fuiste y todo se convirti en un hervidero de
policas, de periodistas, de manifestantes; de gente que me escupa su
odio a la cara; de gente que me ofreca su ayuda pero que lo nico que
quera era utilizarme.
Respndeme. Quiero una contestacin.
Qu pas con ellos? Cuando t llegaste tu silencio pareca encubrir
tantas cosas. Entonces me contaste esa historia del accidente. Te mir a
los ojos. No me pudiste engaar. Me obligaste a ver esos cuerpos, a jurar
que eran ellos. Un amasijo de carne machacada. Firmamos la declaracin
de que eran sus cadveres.
Me convert en heredero de los torturadores.
Pero ellos realmente se desvanecieron en el aire, como si nunca hubieran
existido.
ELECTRA: Bajemos al stano.
ORESTES: Dame una respuesta.
PLADES:
ORESTES: bamos todos los veranos. La playa, las excursiones en bicicleta. Por la
tarde, nos entretenamos pescando
PLADES:
Cierra los ojos. Acaricia el can, hacia atrs, hasta que sientas el arma
encajarse en la mano.
No hace falta mirar. No sirve de nada mirar. No entender. Slo que est
frente a ti y que en tu mano la tienes, cargada, lista. Quita el seguro.
PLADES:
Dispara.
ORESTES: Quiero ver una foto de nuestros padres, quiero ver una foto en que ellos
me cojan en brazos como su hijo. Habla. Cul de estos nios era t y
cul de ellos era yo? Ni t mismo lo sabes.
PLADES:
ORESTES: A menudo sueo con que me dejas solo en la casa. Y que ellos tambin
estn en la casa. Abro los armarios. Estn llenos de abrigos y me ahoga el
olor a sangre. De dnde viene ese olor a sangre?
PLADES:
Baja el arma.
ORESTES: Mira esos nios. Mralos. T y yo. De esos dos nios, quin rehuye la
mirada? T lo sabes.
PLADES:
ORESTES: La o de sus labios. De los labios que tantas veces me besaron, a los que
tantas veces bes. La historia de dos hermanos que no lo eran, de dos
gemelos con distinto padre y distinta madre. La simulacin oficial, la
cruel impostura. Anoche volv a soar. Ella vena hacia m. Mi nio, me
llamaba. Pero yo ola la sangre. Era un vestido viejo y sucio, lleno de
mentiras.
PLADES:
Son slo sueos, pesadillas. Aqu nada de eso tiene ya sentido. Slo
importa no estar bajo el punto de mira.
Dispara.
(ORESTES desconfa. Mira a PLADES. Carga el arma.)
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Mira all, en la lejana. Viene hacia ti. No debes dejar que se acerque.
Apunta bien, como yo te he enseado. Sin pensar en la posibilidad de
fallar. Hay que acertar a la primera. De acuerdo?
ORESTES: No veo nada.
PLADES:
ORESTES: A veces en la estacin slo est la mujer. Otras, los dos hombres esperan
hasta que el olvido borra sus figuras. Quiz el fuego cruzado de los
francotiradores haya acabado ya con ellos.
El viento trae otra historia. Dos hombres viven aislados en un faro.
La mujer los busca, los encuentra. El viento gime en la oscuridad. Uno de
los hombres la encuentra y temiendo por ella, la esconde de su
compaero. Pero ste la descubre y decide alejar del faro al encubridor.
Tortura a la mujer hasta arrancarle la verdad: por qu los busca, qu es lo
que realmente quiere de ellos. No la mata, piensa algo peor para ella. La
empareda en vida, y le miente a su compaero, dicindole que la mujer
ha abandonado la casa. Ella grita, pero en su encierro los muros ahogan
su desesperacin. El engaado cree que ella lo ha abandonado. Hasta que
la sangre comienza a manar de las paredes. Puede que esta historia
ocurriera en el pasado. Puede que est por ocurrir.
Siento que ella se acerca. Cuidado.
(Una explosin. El chirrido de un frenazo. El sonido del tren
convierte en un entrechocar de hierros y de destruccin. Con
mayor intensidad, la refriega de los francotiradores.)
(ELECTRA se cita con PLADES. PLADES trae, escondido, una
pieza de caza, un amasijo de plumas y sangre. ELECTRA
contempla estupefacta el extrao regalo. Inesperadamente, re.
PLADES la abraza, convulsivamente, escarbando bajo sus
ropas. Ella se deja hacer, impasible, fra. Un cigarrillo no
sobrara, medio cayendo de la comisura de sus labios. Ella lo
empuja separndose y con una sonrisa cnica se arrodilla a la
altura de su bragueta. La baja y mete la mano dentro de ella. l
la rechaza, ofuscado. ELECTRA, desde el suelo, domina al
estpidamente erecto PLADES.)
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No es el sitio ms adecuado.
ELECTRA: He tenido que hacer cosas peores en sitios ms sucios que ste.
PLADES:
No quiero saberlo.
ELECTRA: Una mujer tiene que utilizar todas sus armas para conseguir lo que
quiere.
(Comienza a llover.)
PLADES:
ELECTRA: Slo son dos gotas. Tal vez yo tambin tenga mucho que ocultar. Tal vez
yo tambin sea una perseguida.
(Suenan unos disparos, el rebote de la bala escombrando el
muro.)
PLADES:
Quin te persigue?
Han destruido las vas de ferrocarril. Pero te conseguir otra manera para
salir de aqu. Preprate para entonces.
Al suelo.
(Aparentemente sin ningn motivo, PLADES empuja al suelo a
ELECTRA y se echa encima de ella. Ella gira sobre s misma y se
retira de su abrazo. Una rfaga de metralleta.)
La calle est infectada de francotiradores.
Bebe.
ORESTES: (Qu?)
PLADES:
Una pesadilla.
Quin?
ORESTES: La mujer!
Condena la puerta del stano.
PLADES:
(Tranquilo.)
Atrs.
PLADES:
(A ORESTES: )
Entra en la casa.
Ahora es imposible.
ORESTES: No deberas necesitar ir con eso siempre entre las piernas. No encuentro
qu razn nos ha trado a un pas en guerra. Extrao lugar para vivir. Eso
es lo que me impide estarme tranquilo. Son tantas cosas en qu pensar. Y
t callas demasiado. Quiero que empieces a responder a mis preguntas.
PLADES:
Ahora no es momento
ORESTES: No me haba dado cuenta de que estabas tan ocupado. Ser mejor que te
deje a solas.
No tardes, o se te enfriar la cama.
PLADES:
PLADES:
Ni lo intentes siquiera.
No me volvers a engaar.
ELECTRA: As lo proteges?
PLADES:
Es mi hermano.
sa ya no es mi lucha.
ELECTRA: Creo que nunca lo fue. No puedes negar la sangre que fluye por tus
venas. La sangre del torturador.
PLADES:
ELECTRA: Escucha. Va a cantar el gallo. Cuando cante tres veces tendr lo que
quiero.
(PLADES, sin ms avisos, aprieta el gatillo, dispara. Las ropas
de la mujer caen al suelo. l comprueba que ella se ha
volatilizado. Canta el gallo, primera vez.)
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20
No toques esto.
ORESTES: No merece la pena vivir as. An en sitios como ste, siempre hay algo
ms, algo diferente. Me gustara hablarte de eso. Hasta en un infierno
como este no tiene sentido vivir atormentado.
(PLADES lo mira, framente.)
PLADES:
01/01/75 Hal
01/01/75 De Gomez
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Es sa?
Dame la pistola.
Tienes miedo?
ORESTES: No me toques.
PLADES:
ORESTES: Atrs.
PLADES:
PLADES:
Mi nio.
Hermano.
Querido.
Se hace de noche.
Volvamos a casa.
Compaero, amigo, hermano.
Shhh.
Mi nio.
Mi hermano.
Shhh, shhh.
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Vuelve conmigo.
Shhh.
Hermano.
Mi hermano.
Es tarde.
Volvamos a casa.
(PLADES recoge del suelo la pistola. Vaca el cargador
disparando la municin al aire.)
(ELECTRA sola. Creemos espiar su sueo. Creemos ver cmo,
con los ojos cerrados, busca una postura ms cmoda para el
descanso. Su parsimoniosa tranquilidad. Pero lo que creemos ver
no es sino un amasijo de ropas viejas.)
(En la noche, el silencio lame las heridas de la ciudad sitiada. En
lo alto, los antiareos elevan su canto sereno.)
II.- ELECTRA
(Como un murmullo ominoso, los testimonios sobre
desaparecidos nos abruman. No llega ninguno a acabar antes de
que empiece el siguiente, convirtindose en un paisaje
interminable de horror y desesperacin.:)
Me torturan con picana elctrica, sin preguntarme
nada y, ante mis gritos diciendo que estaba
embarazada, decan que iban a matar a mi hijo. En
la tortura tambin utilizaron golpes de puo y porra
de goma, latigazos y quemaduras de cigarrillos.
Me sacaron junto con mi hijo Floreal. de 14 aos, a la
calle. Tena a ste tomado de la mano. Fue la ltima
vez que lo vi, mirndome cmo me ponan la venda
sobre los ojos. Largo rato estuve oyendo la msica y los
gritos de dolor de mi hijo. Y despus de nuevo el
silencio aterrador. Apareci flotando un mes despus
en el Ro de la Plata. En las fotografas mi hijo aparece
con sus manos y piernas atadas con alambre,
desnucado y con signos de haber sufrido graves
torturas.
La tortura psquica era constante, y la fsica la
realizaban por medio de golpes, picana elctrica,
extraccin de uas y dientes, "submarino" (inmersin
de la cabeza en un balde de agua) quemadura,
suspensin en ganchos de las paredes, violaciones y
vejmenes de todo tipo.
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Carlita fue varias veces llevada a las sesiones de tortura que sufra su
madre. La pequea fue maltratada (la tenan desnudita, cogida de los
pies y cabeza abajo) con el fin de doblegar a Graciela.
Soy encerrada en una habitacin, a la que llamaban "laboratorio" que era la sala
de torturas, en la que hay una cama con bastidor elstico de metal ("la Parrilla"),
una mesa, una silla, un balde para las necesidades, un tablero, una mesa para la
"picana elctrica", ganchos y sogas para colgar personas en las paredes, sangre
en las paredes y otros elementos de tortura que no identifico. Durante una semana
permanezco en esa habitacin macabra, sin ningn contacto con el mundo, slo
escucho ladridos de perro, el paso de uno o dos ferrocarriles por da y los pasos
de los torturadores. Se suceden largas sesiones de golpiza e interrogatorios sobre
mis actividades docentes, polticas y sindicales. Participan siempre dos
torturadores: el "bueno" y el "malo". Mi estado comenz a deteriorarse
apareciendo vmitos, hemorragias y desvanecimientos, obviamente para ellos mi
embarazo no cambiaba su proceder.
Tengo an la conciencia de sentir mi propio cuerpo que se retorca. Yo no
dejaba de gritar y ellos no dejaban de torturarme. Queran nombres.
Mientras me torturaban uno de ellos pona sobre mi boca no s si un trapo o
un pedazo de goma espuma y su pie por encima, para no escuchar mis gritos
o simplemente para lastimarme an ms. Otro me deca que si quera decir
algo abriera y cerrara la mano. Uno de ellos echaba algo sobre mi cuerpo,
que despus supe era agua para que las descargas elctricas fuesen ms
sentidas. Slo s que yo abra y cerraba las manos y cuando se detenan con
la 'picana' y como yo no les deca nada, con ms odio, porque creo, tengo
esa impresin de que era odio, me torturaban ms violentamente. La picana
me la aplicaban en las zonas ms sensibles: genitales, boca, ojos, pecho.
Cuando cesaron y me ordenaron que me levantara, ya no poda hacerlo y
fueron ellos que me vistieron como pudieron. Tena los ojos vendados con lo
que haba sido mi propia camisa, las manos esposadas atrs, las piernas
atadas con cuerdas, ya no posea zapatos, no poda casi hablar porque tena
la boca destrozada por el que apretaba con su pie y no daba caro por mi
vida. Me arrastraron hasta una habitacin, una celda, en donde haba
muchas personas. Aprend a reconocerlos por la voz. Cada vez que la puerta
se abra venan a buscar a uno de nosotros. Y cada vez, sistemticamente,
podamos escuchar los gritos y las descargas elctricas de una radio que
funcionaba a todo volumen y que constantemente era interferida por las
descargas de la picana. Noche y da, era como una fbrica de torturas. A
veces, en algunas oportunidades escuch disparos. A los pocos das de estar
all logr ubicarme: una o dos veces por da escuchaba pasar un tren.
Durante ese mismo mes, a la mayora de los adolescentes les haban cambiado las
vendas de trapo, por algodones sobre los ojos y sobre ellos cinta adhesiva, por lo
que se les haban llagado los ojos y en algunos casos hasta podrido, debido al calor
reinante en esa fecha del ao. Su contacto con la nombrada Gabriela fue a travs
del tacto. Le tocaba asiduamente la panza y al apoyar la oreja sobre la misma
escuchaba claramente los latidos del beb. En el momento en el que Gabriela siente
que empiezan los trabajos de parto, se aferra a su mueca mientras le deca
"PABLO, ME VIENE, ME VIENE". Los detenidos comenzaron a llamar a gritos a
la guardia, y a los pocos minutos la guardia subi corriendo. Colocan a Gabriela
sobre la chapa, la sacan del calabozo, y cuando la estn bajando por las escaleras,
se escucha un grito de Gabriela y de chapas, comenzndose a gritar los guardias
entre s, ya que aparentemente se haba cado la parturienta y golpeado con los
escalones. Luego de unos minutos y mientras se escuchaban an gritos de
Gabriela, hay un lapso de marcado silencio, en el que se escuchaban voces de
guardias, pero sin la claridad para poder determinar qu es lo que expresaban.
Ms tarde se escucha el llanto de un beb. En la primera subida de los guardias al
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piso de los detenidos, les preguntan por Gabriela y ellos le manifiestan que haba
salido todo bien, que haba nacido un varn y que no se preocuparan ya que iba a
ser trasladada a una chacra tipo granja en la cual iba a poder estar y criar a su
hijo. Gabriela no volvi con los dems detenidos. An permanece desaparecida, al
igual que su hijo.
(ELECTRA recuerda: )
ELECTRA: Cuando os vi peleando por m supe que ya haba vencido.
(El gallo canta, segunda vez. Volvemos a ver la escena del
frustrado tiroteo de ELECTRA, pero esta vez bajo el punto de
vista de ELECTRA. ORESTES seala a ELECTRA, y pretende
que los hombres se acerquen a ella. PLADES lo detiene
bruscamente, exigindole que le entregue algo. ORESTES se
niega, y ante la insistencia de PLADES extrae una pistola con la
que amenaza a su hermano. ORESTES dispara, al suelo.
ELECTRA con sus manos forma una venda para los ojos de
ORESTES, que cuando quiere descubrir quin le est tapando los
ojos ya no llega a descubrir a ELECTRA..)
ELECTRA: Cuando viniste a buscarme supe que podra hacer de ti lo que yo quisiera.
(En la pista de baile, msica de los 50, ORESTES y ELECTRA,
abrazados, bailan.)
ELECTRA: Me gusta bailar contigo. Me gusta sentir tu abrazo. No dejes de
abrazarme. Ms fuerte.
ORESTES: Eres mayor que yo.
ELECTRA: Te molesta?
ORESTES: Casada?
ELECTRA: Te importara?
ORESTES: Me gustara saber ms cosas de ti.
ELECTRA: No estoy casada. No tengo a nadie. A nadie ms que a ti.
ORESTES: Podramos vernos ms a menudo.
ELECTRA: Tendra que pensarlo.
ORESTES: Te parezco demasiado joven?
ELECTRA: No sabes quin soy ni lo que soy.
ORESTES: No te fas de m?
ELECTRA: Por hoy ya es suficiente.
ORESTES: Espera, un poco ms.
ELECTRA: Debo irme. Sola. No se te ocurra seguirme si no quieres que desaparezca
para siempre.
ORESTES: Maana vendrs por aqu?
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Te creo.
ORESTES: Ella!
PLADES:
ORESTES: Pero dime t, dime antes quin eres. Hasta que no lo hagas, no sabr si
debo escucharte o no.
PLADES:
27
PLADES:
S lo que digo. Esa mujer te har dao. Nos puede destruir a todos. Te
llevar con ella para utilizarte para sus fines. Y cuando te haya sacado
todo lo que quiere
ORESTES: No te conozco.
PLADES:
ORESTES: Hermanos?
PLADES:
ORESTES: Se puede vivir engaado durante mucho tiempo. Pero no para siempre.
PLADES:
Te ped que te fueras. Lo hice por tu bien. Para que no te sucediera nada
malo. Porque nadie querra que te pasara nada malo. Por eso te tengo que
repetir lo peligroso que es permanecer por ms tiempo en esta ciudad. Sal
de aqu. Sentira mucho que te ocurriera cualquier accidente.
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Entonces, ya sabes.
Te matara
ELECTRA: Llevarlo de nuevo a casa, a nuestro pas, con los que realmente son los
suyos.
PLADES:
Y qu ms?
Evtaselo.
Lo destrozars.
ELECTRA: Con su presencia se ahorrar lo que sera una larga lucha. Su fuerza es la
de un smbolo vivo.
PLADES:
PLADES:
Seguro que como mujer sabrs qu hacer para que lo que l haga sea lo
que t quieres.
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Quiero saber qu nos ha trado a esta ciudad muerta. A esta ciudad llena
de ruinas, y donde es imposible caminar dos pasos sin que te ametrallen.
Quiero saber el porqu de tus temores, de tu silencio. De qu me
guardabas con tanto celo.
Quiero saber por qu la disparaste. Por qu os besasteis, y luego
intentaste matarla.
Quiero saber cul es la causa de mis pesadillas.
T lo sabes.
T me lo vas a decir.
Quiero saber qu vas a ocultar en esa fosa.
(Un pitido largo de sirena anuncia el paso de un tren. Ambos se
quedan mirando.)
PLADES:
ORESTES: Ahora.
(El eco lejano de una explosin.)
PLADES:
ELECTRA: Abrid.
Por piedad.
ORESTES: Escuchas eso?
ELECTRA: Hay cientos de heridos.
Han arrasado el mercado.
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Piedad.
PLADES:
ORESTES: S, es ella.
PLADES:
ORESTES: Ahora lo importante son los heridos. Deja atrs todo tu odio, y sal
conmigo para ayudarla.
ELECTRA: La plaza est cubierta de moribundos.
ORESTES: Cubierta de moribundos!
ELECTRA: Por piedad.
Abrid las puertas.
Abridme.
PLADES:
Moribundos
Crees que lo que dice es verdad? Hay que ser un incauto para creer que
esas ropas ensangrentadas no son ms que ropas sucias, que ese gesto de
dolor no es ms que un truco, que esas lgrimas son falsas, falsas, falsas.
A ella no le importan nada ni los muertos ni t mismo.
ORESTES: Por qu ?
PLADES:
ELECTRA: restos
miembros despedazados
charcos de sangre
resbalando por las calles
de una ciudad muerta que slo muertos habitan
(ORESTES se aleja de PLADES. ste lo agarra por el brazo.)
PLADES:
Y ahora
PLADES:
ORESTES: Siempre hemos vivido en casas con stanos. Siempre que he estado
contigo he sentido que algo se remova bajo la casa. Con ella eso no
ocurrir.
Quiero vivir en paz de una vez. Ella me va a explicar muchas cosas.
Todas las que t siempre me negaste. Todos tus silencios, sern palabras
en ella. Historias. Mi historia. Tiene muchas razones para abrirse a m y
contarme todo. Mucho que ganar si habla.
Qu me podras dar t a cambio de todo lo que ella me ofrece?
PLADES:
Slo te dir lo que ella quiera. Vete, si piensas que eso es lo mejor. T
sabrs lo que haces.
(ORESTES se enfrenta a ELECTRA.)
33
Aprtate de ella.
ORESTES: He estado esperando este momento desde hace mucho tiempo. Morira
antes que dejar que algo lo impida. Hblame. Por favor, creo que tengo
derecho a saber.
ELECTRA: A veces hay que pensar en el dolor.
En el dolor de los dems.
En el dolor que uno mismo encierra.
No nos est permitido olvidar, es demasiado peligroso.
Esfurzate, recuerda.
34
(Susurrando)
Es imposible acallar el dolor de las vctimas.
35
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PLADES:
ORESTES: Mi hermana?
PLADES:
No lo es.
(El gallo canta, tercera y ltima vez.)
Puedes estar tranquilo. Haz con esta mujer lo que quieras. Tienes
absoluta libertad.
(ORESTES frente a ELECTRA.)
(PLADES solo, el gran abrigo sobre sus hombros, una gran
maleta en la mano.)
PLADES:
ELECTRA: Y si l vuelve?
ORESTES: No te inquietes por eso.
ELECTRA: Si l vuelve no cometer ms errores. Mi mano no temblar para
defenderte. Abrzame.
ORESTES: Ha estado a punto de matarte. T sabes por qu. O tal vez, sea yo quien
tenga que responder a esa pregunta.
Has arriesgado tu vida para encontrarnos. Has atravesado fronteras en
guerra.
ELECTRA: Las mismas que vosotros habais atravesado.
ORESTES: Viajado a travs de carreteras bombardeadas, cruzando ciudades en
ruinas.
ELECTRA: Siguiendo vuestros pasos. Y toda esta bsqueda, para comprobar lo
equivocada que estaba. Djame tocarte
ORESTES: Mantente alejada de m.
ELECTRA: No me rechaces. No tienes ningn motivo. Supe detenerme antes de que
el dao fuera inevitable. Lo nico que quiero ahora es que me abraces.
ORESTES: Y aquello por lo que luchaste? Y la tortura y el sufrimiento de tus
padres y de tantos como ellos? La huella del pasado an abierta, como
una herida? Mira el Ocano. Piensa en todo lo que esconde su superficie.
ELECTRA: Cllate. No digas nada ms. Callmonos los dos.
ORESTES: No me enseaste a no olvidar?
ELECTRA: No podemos atormentarnos pensando una y otra vez en desgracias
pasadas.
ORESTES: A quin buscabas en m? No era a un hermano?
ELECTRA: Dame tus ojos. No me los niegues.
ORESTES: Quiz no era yo al que buscabas. Quiz, cuando no hay duda de qu es lo
que realmente somos el uno para el otro, cul es nuestra verdadera
relacin, se vuelve completamente imposible siquiera mirarnos cara a
cara.
ELECTRA: S, me equivoqu, me equivoqu. Ya no busco un hermano, ahora quiero
a alguien que me haga sentirme mujer.
ORESTES: Y sabes que pasara despus?
ELECTRA: No quiero saberlo. Slo quiero confiar en el presente. No existe nada ms
all de ese ahora cuya llegada anhelo.
ORESTES: No tendras que sufrir, si lo que te inquieta es que tu hermano te bese
como hombre. No tienes que inquietarte por algo que ya ha ocurrido.
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ELECTRA: Puede que los sueos ms inconfensables sean tan reales como los
hechos culpables. Entonces s, seguro que ms de una vez nos hemos
encontrado como mujer y hombre.
ORESTES: No acabas de entenderme, o no quieres reconocer la verdad. He dicho
que ya ha ocurrido.
Que ya has conocido a tu hermano.
Que ya has fornicado con l.
ELECTRA: No s lo que me quieres decir.
ORESTES: Si quieres entenderlo, acompame.
ELECTRA: A dnde?
ORESTES: A un lugar por el que muchas veces hemos pasado.
ELECTRA: Va a ser un viaje largo?
ORESTES: Me temo que para alguno de nosotros tres va a ser demasiado largo.
ELECTRA: No he preparado equipaje.
ORESTES: A donde vamos no hace falta equipaje.
(En la estacin, un hombre espera deshaciendo en el humo del
tabaco su impotencia. En el espacio vaco de la estacin, una
gotera hace temblar el silencio.)
(Las vas reposan yertas: ningn tren vendr a agitarlas.)
(ORESTES le muestra a ELECTRA donde est PLADES. Desde
la situacin de ste, no alcanza a ver la pareja.)
ORESTES: Mralo. Observa su silencio. Siempre tan elocuente. Parece increble, tan
bien como creemos conocerlo, y hemos sido incapaces de leer todo lo
que sus silencios nos decan. No vale engaarse. La verdad siempre ha
resplandecido en sus ojos sombros. Alguna vez has logrado mirarlo a
los ojos? Si siempre los retiraba, no crees que era evidente el porqu?
ELECTRA: Quieres que lo mate?
ORESTES: Qu te ha hecho a ti para matarlo?
ELECTRA: Apartarme de ti.
ORESTES: La verdad es tan palpable, cunto nos cuesta aceptarla. Tu verdad.
Mira a ese hombre. Mira como se encoge sobre s mismo, agobiado por
un pasado lleno de horror. Mrate a ti misma. Si pudieras hacerlo,
empezaras a comprender lo que para m es tan palpable.
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Deja el cuchillo.
Qu quieres de m.
ORESTES: Sabes que las cosas no pueden seguir as por ms tiempo. No me gusta
deberle tanto a nadie.
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PLADES:
Yo no te convert en un monstruo.
Deja eso.
ORESTES: En una cosa tienes razn. Se acabaron las luchas. A partir de ahora todo
ser ms fcil.
(ORESTES recarga de municin el fusil y se lo devuelve a
PLADES.)
Ahora, acaba ya de una vez.
(PLADES empua el fusil, pero sin llegar a apuntar a nada
definido.)
ELECTRA: No.
(ELECTRA se incorpora, cubriendo a ORESTES.)
No.
PLADES:
Vamos. Esto era lo que queras, no? Esto era lo que realmente queras.
Tu odio y tu venganza quedaran satisfechos si apretara el gatillo contra
l.
ELECTRA: No.
PLADES:
ELECTRA: Tal vez todo sea mejor as. En una ciudad en guerra, quin se va a
preocupar por un cadver ms?
(ORESTES aparta a PLADES. Los dos hombres se miran.
ORESTES le arrebata el fusil. Forcejean por el arma en una
lucha cuerpo a cuerpo. PLADES intenta neutralizar el arma,
pero ORESTES acelera el desenlace.
El arma se dispara.
Los dos hombres y la mujer se quedan quietos, expectantes.
ELECTRA se adelanta hacia ORESTES.)
ELECTRA: Ests herido?
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III.- ORESTES
(Los testimonios son palabras sueltas que se mezclan y confunden
entre s, en una sinfona macabra. Sin previo aviso, se cortan en
un silencio abismal.)
campo de concentracin
irrupcin
a media noche
grupo fuertemente armado
insultos, golpes, empujones
llantos
los gritos
local de torturas
cogida de los pies y cabeza abajo
picana elctrica
golpes de puo
se nos fue la mano con la rubia
porra de goma
latigazos
quemaduras de cigarrillos
vejar y violar
El guardia les da la orden que empiecen a golpearme, el apodo de este guardia era Kung-Fu, como no me
golpeaban fuerte l les dijo que no saban golpear, a lo que uno contest "seor, la estamos pegando
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fuerte", l dijo que les iba a demostrar como se haca y empez a hacerlo, los golpes fueron ms fuertes,
en las costillas, la espalda, yo me ca al suelo y all me patearon, me quedaba sin aire y como yo se los
adverta, me seguan pateando en las costillas. Despus me agarraron de los pelos y me llevaron
arrastrando hasta otro sector ubicado en el fondo, all me metieron a una especie de oficina, luego supe
que le decan quirfanos, me sacaron los grillos, me dijeron que me desnudara y que me subiera a la mesa
que estaba all, sta era una plancha presumo de hierro oscuro, all me ataron los brazos a la altura de la
mueca y me abrieron las piernas que tambin me ataron con unas gomas negras en los tobillos a unas
maderas. Uno de ellos me at un cable en el dedo gordo del pie derecho y me hizo escuchar un sonido
como un zumbido al mismo tiempo me pregunt si conoca ese ruido, yo dije que no y me contest que
ya lo iba a conocer. Le dio la orden a otro que me diera media hora, en ese momento empezaron a
torturarme con picana elctrica, en todo el cuerpo, sobretodo en la zona genital, pechos, cara, al mismo
tiempo que yo era torturada Hugo estaba siendo golpeado y llevado al quirfano que estaba al lado de
donde yo me encontraba. El interrogatorio lo hicieron en forma conjunta, una pregunta a l y otra a m,
siempre sobre nombre de guerra, dnde haba participado, qu cosas haba hecho, nombres y domicilios
de compaeros, descripcin fsica de los mismos, que militancia tenamos.
No puedo calcular el tiempo que dur la tortura, que para m fue una eternidad, pero cuando vuelve uno
de los guardias le pregunt al que se qued conmigo si haba cantado, le dijo que yo no saba nada, que
era un perejil, entonces me tiraron agua sobre el cuerpo y me volvieron a picanear, me pegaban en el
estmago con los puos.
Despus de un rato me soltaron las ataduras, me dijeron que bajara de la mesa y me llevaron junto con
Hugo corriendo por el pasillo, los dos desnudos, al bao donde nos hicieron baar, ah nos vestimos y
fuimos devueltos a la leonera. Como estaba muy golpeada y dolorida, me llevaron a la enfermera, donde
me revisa un guardia apodado Dr. K que me dice que tena fisuradas las costillas pero que no podan
vendarme por que poda suicidarme con las vendas.
A los secuestrados, luego de ser fusilados, se los tiraba a un pozo previamente cavado. Atados de pies y
manos, amordazados y vendados, eran sentados en el borde del mismo y simultneamente se les pegaba
un tiro. Se los sacaba de La Perla generalmente a la hora de la siesta; la cantidad y frecuencia de los
traslados fue variable. Eran retirados de la cuadra por la guardia de Gendarmera, a veces llamndolos por
Dos prisioneros pudimos observar espiando por la ventana de una oficina, cmo era cargado al camin un
grupo de condenados. Los detenidos, totalmente maniatados de pies y manos, vendados y amordazados
haban sido llevados horas antes al galpn y luego pudimos observar cmo fueron cargados por los
interrogadores y numerosos uniformados en un camin Mercedes Benz arrojndolos a la caja como
bolsas de papa.
PLADES:
La ciudad?
Maana estar fuera todo el da. Prepara agua y algo que llevarme a la
boca. Sobre todo agua. An espero encontrar caza, pero tengo que
atravesar el ro.
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ELECTRA: Bajo tierra. Bajo el suelo que pisamos todos los das.
PLADES:
ELECTRA: Ahora estoy segura. De lo que durante tanto tiempo haba sospechado.
Por encima de todas tus mentiras. La prueba de que la realidad no tena
nada que ver con tus historias.
PLADES:
Y ahora, qu?
ELECTRA: Se acab.
PLADES:
ELECTRA: Y luego?
PLADES:
A l.
ELECTRA: Esperar.
PLADES:
ELECTRA: Hay una mancha negra alrededor de un agujero, sobre el pecho. En los
dos vestidos. Alrededor del corazn. Sangre? Un agujero salvaje en la
ropa, un agujero en que se han quedado prendidos restos de carne, de
piel. Un agujero negro. En la ropa del hombre. En la ropa de la mujer.
PLADES:
ELECTRA: Con este crimen lo nico que hiciste es igualarte a la brutalidad de sus
torturas. Cmo quieres que alguien te crea despus de ver esto?
PLADES:
ELECTRA: Qu es?
PLADES:
Si este alimento te conviene mejor que los que yo te traigo, abre la boca
y come de l.
(ELECTRA sola, con el despojo, un corazn, en la mano. En el
transcurso del monlogo, acariciar, jugar y se probar el
vestido de mujer.)
ELECTRA: Son slo una camisa de hombre y un vestido de mujer. Una camisa de
hombre y un vestido de mujer.
Un hombre y una mujer.
Un hombre del que quisiera olvidar lo que hicieron sus manos. Un
hombre.
Una mujer que todos los das cocinaba, limpiaba, hablaba, amaba a ese
hombre; que se acostaba al lado de ese hombre, que todos los das lavaba
las camisas de ese hombre; a la que no le caba ninguna duda acerca del
trabajo de ese hombre.
Esa familia de monstruos son ahora esta camisa y este vestido. La carne
de sus cuerpos no se diferenciaba de la carne de los cuerpos que
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Me das asco.
PLADES:
No lo creo.
Djalo.
Me sacan la capucha, me ponen una venda en los ojos y me dicen que "sois
un desaparecido ms y que ests en manos del Ejrcito".
Entonces yo le pregunt qu iba a ser de m, si me iban a matar y l me dijo
que, bueno, que estaban matando a todo el mundo, porque a los subversivos
si se los manda a la crcel, cuando salen vuelven a lo mismo, entonces esto
era un medio como para evitar que volviesen a lo que ellos consideraban
actividades subversivas.
Estoy atado a una cama metlica y me sacan la capucha, por lo que puedo ver
que en la habitacin hay una gran cantidad de personas. Soy torturado
mediante la aplicacin de corriente elctrica en el estmago mientras el resto
del grupo permaneca observando. Dicha sesin dura aproximadamente cinco
minutos... Manuel ordena a un guardia que me desvista y me ate a la cama
citada, encapuchado, tras lo cual ingresan a la habitacin unas tres personas
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Ley 23.492
Ley de Punto Final.
Sancionada: Diciembre 23 de 1986.
Promulgada: Diciembre 24 de 1986.
EL SENADO Y CMARA DE DIPUTADOS DE LA NACIN ARGENTINA REUNIDOS EN
CONGRESO, ETC., SANCIONAN CON FUERZA DE LEY:
Artculo. 1.- Se extinguir la accin penal respecto de toda persona por su presunta participacin en
cualquier grado, en los delitos del artculo 10 de la Ley N 23.049, que no estuviere prfugo, o declarado
en rebelda, o que no haya sido ordenada su citacin a prestar declaracin indagatoria, por tribunal
competente, antes de los sesenta dias corridos a partir de la fecha de promulgacin de la presente ley.
En las mismas condiciones se extinguir la accin penal contra toda persona que hubiere cometido delitos
vinculados a la instauracin de formas violentas de accin poltica hasta el 10 de diciembre de 1983
LEY 23.521
Obediencia debida.
Sancionada: Junio 4 de 1987.
Promulgada: Junio 8 de 1987
EL SENADO Y CMARA DE DIPUTADOS DE LA NACIN ARGENTINA REUNIDOS EN
CONGRESO, ETC., SANCIONA CON FUERZA DE LEY:
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Artculo. 1.- Se presume sin admitir prueba en contrario que quienes a la fecha de comisin del hecho
revistaban como oficiales jefes, oficiales subalternos, suboficiales y personal de tropa de las Fuerzas
Armadas, de seguridad, policiales y penitenciarias, no son punibles por los delitos a que se refiere el
artculo 10 punto 1 de la ley N 23.049 por haber obrado en virtud de obediencia debida
La misma presuncin ser aplicada a los oficiales superiores que no hubieran revistado como comandante
en jefe, jefe de zona, jefe de subzona o jefe de fuerza de seguridad, policial o penitenciaria si no se
resuelve judicialmente, antes de los treinta das de promulgacin de esta ley, que tuvieron capacidad
decisoria o participaron en la elaboracin de las rdenes.
En tales casos se considerar de pleno derecho que las personas mencionadas obraron en estado de
coercin bajo subordinacin a la autoridad superior y en cumplimiento de ordenes, sin facultad o
posibilidad de inspeccin, oposicin o resistencia a ellas en cuanto a su oportunidad y legitimidad.
Artculo. 2-La presuncin establecida en el artculo anterior no ser aplicable respecto de los delitos de
violacin, sustraccin y ocultacin de menores o sustitucin de su estado civil y apropiacin extensiva de
inmuebles
POR TANTO:
Tngase por Ley de la Nacin nmero 23.492 y 23.521, cmplase, comunquese, publquese, dse a la
Direccin Nacional del Registro Oficial y archvese.-ALFONSIN.-Jos H. Jaunarena.-Julio R. Rajneri.
.- SANTUARIO
(ELECTRA y ORESTES han llegado.)
ORESTES: Este lugar
ELECTRA: Este lugar hmedo, sombro. Este lugar lleno de fantasmas. Este es el
lugar del miedo.
ORESTES: Lo reconozco. Me parece or los gritos, creo ver las camillas sucias de
sangre en la que las mujeres agonizan.
ELECTRA: Siempre me sent atrada por este lugar.
ORESTES: Lo reconozco, aunque nunca he visto algo parecido. Pero aqu reconozco
mi miedo.
ELECTRA: Y ahora aqu estamos, pero esta vez no es un sueo.
ORESTES: Cerillas.
ELECTRA: No valdran de nada.
ORESTES: Cerillas!
ELECTRA: Dame la mano.
ORESTES: Escuchas, un pitido agudo?
ELECTRA: No.
ORESTES: El suelo est encharcado.
ELECTRA: Dame la mano.
Tiemblas.
ORESTES: An pienso que
ELECTRA: An piensas en l.
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ORESTES: S.
ELECTRA: No lo puedes olvidar.
ORESTES: No s qu hacemos aqu.
No s cmo hemos llegado hasta aqu.
Scame de aqu. T sabrs cmo.
ELECTRA: Nunca he estado aqu antes.
Slo se me ocurre avanzar.
ORESTES: Por ah no.
ELECTRA: No te preocupes. Slo son ratas.
ORESTES: Creo sentir algo ms. Tengo miedo.
ELECTRA: Eso no es raro aqu.
ORESTES: Cerillas!
Esta vez s que se han acabado.
Es hora de irnos.
ELECTRA: Cada vez me siento mejor.
ORESTES: Debemos salir y volver. Nos esperan.
ELECTRA: Aqu no hay salida.
ORESTES: Si hemos entrado, eso significa que podemos salir.
ELECTRA: Nada significa ya nada.
ORESTES: Ese nio. Dnde est?
ELECTRA: No hay ningn nio.
ORESTES: Lo estoy oyendo.
ELECTRA: Esto est lleno de nios.
ORESTES: S donde estamos.
ELECTRA: Estamos dentro de tu cabeza, en tus sueos.
ORESTES: Es la realidad.
ELECTRA: Ya no hay realidad. Slo tus pesadillas.
ORESTES: Si eso fuera as, aqu no habra lugar para l.
(La puerta se abre y deja paso a PLADES, un inmenso abrigo
fantasmal.)
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FINAL?
BUENOS AIRES, 6 de marzo de 2001.El juez federal Gabriel Cavallo declar hoy la "inconstitucionalidad e invalidez" de las leyes de
Obediencia Debida y Punto Final, en el marco de una causa en la que investiga la apropiacin de la hija
de un matrimonio de desaparecidos.
Las polmicas leyes de Punto Final y de Obediencia Debida fueron sancionadas durante la gestin del ex
presidente Ral Alfonsn, en 1987. Con su entrada en vigor, 1.180 militares, policas y civiles quedaron
exentos de ser juzgados por graves violaciones a los derechos humanos.
El magistrado tom la decisin a pedido del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), que lidera el
periodista Horacio Verbitsky, en las actuaciones en las que investiga el secuestro de Claudia Poblete, hija
de Gertrudis Hlaczik y Jos Poblete, cuando tena ocho meses de vida.
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NOTA: Los testimonios de que se ha nutrido esta fbula se han recogido de las siguientes
fuentes:
Abuelas de la Plaza de Mayo: www.wamani.apc.org/abuelas/
Asociacin Madres de la Plaza de Mayo: www.madres.org/
Nunca Ms: www.nuncamas.org/
Amnista Internacional: www.a-i.es/
No es vlido decir que nunca ms se repita el horror, como si ste fuera algo que ha pasado,
porque el horror nunca ha cesado.
No vale refugiarse en la memoria, cuando en el presente hay tanto por lo que luchar.
No vale pensar que el horror no tiene nada que ver con todos y cada uno de nosotros.
En algn lugar de la tierra, en este momento, se estn produciendo hechos gravsimos que
atentan contra la dignidad de las personas y los derechos humanos. Que atentan contra la
seguridad de las personas, su salud, sus vidas, su integridad fsica, psquica y moral.
Hay que luchar para detener el horror, aqu y ahora, en todo lugar y siempre.
Erradicar el horror de cualquier lugar del Universo.
Luchar por un futuro donde la dignidad de la persona no se ponga nunca en tela de juicio.
La utopa no existe, pero no podemos abandonarnos a la indiferencia.
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