Copia de SOBRE LOBOS - Mariana Silva

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Sobre lobos

Mariana Silva Yrigoyen

Sobre lobos
Sobre lobos
Primera edición, Lima, 2016

© 2016, Mariana Silva Yrigoyen


© 2016, Grupo Editorial Caja Negra S.A.C.
Jr. Chongoyape 264, Urb. Maranga - San Miguel, Lima 32, Perú
Telf. (511) 309 5916
[email protected]
editorialcajanegra.blogspot.com
www.editorialcajanegra.com.pe

Dirección editorial: Juan Carlos Gambirazio Vásquez


Producción general: Claudia Ramírez Rojas
Diseño de portada: Ernesto J. Galvez Mejia
Foto de portada: Daniela Talavera
Modelo de foto de portada: Macla Yamada
Foto de solapa: Josip Curich

ISBN: 978-612-4342-04-2
Registro de Proyecto Editorial Nº 31501361600571
Hecho el Depósito Legal
en la Biblioteca Nacional del Perú Nº 2016 - 07417

Impreso en Quad Graphics Perú S.A.


Av. Los Frutales Nro. 344, Urb. Los Artesanos, Lima-Ate
Because sometimes the man wasn´t a man at all. He was the boy. The boy who’d escaped from
wolves. An animal of the dusk. Invisible. Silent. Living in a world others never saw, a world of
fireflies. Unseen, except as a flare in the corner of your eye. Vanished by the time you turned your
head toward it.

Mystic River
Guión de Brian Helgeland basado en la novela de Dennis Lehane

Cuando se ha puesto una vez el pie del otro lado


y se puede sin embargo volver,
ya nunca más se pisará como antes
y poco a poco se irá pisando de este lado
el otro lado.

Poesía vertical 7
Roberto Juarroz
Índice

Actos de fe, por Chela de Ferrari 11

Personajes 13

ESCENA 1/Refugio 15

ESCENA 2/Hambre 19

ESCENA 3/La cría 28

ESCENA 4/Huída 30

ESCENA 5/Los colmillos 31

ESCENA 6/El depredador 40

ESCENA 7/Oscuridad 51

ESCENA 8/Claro en el bosque 65

ESCENA 9/Lactancia 80

ESCENA 10/Formación de la manada 88

ESCENA 11/Destetar 93

ESCENA 12/Morir 97

—9—
ESCENA 13/La loba 98

ESCENA 14/Purga 109

— 10 —
Actos de fe
—Chela de Ferrari—

Sobre lobos es el fruto de una cadena de actos de fe.

Al abrirse la primera convocatoria de Sala de parto, en 2013, me con-


tacté con Mariana para presentarle el proyecto y animarla a que postule
con una obra nueva. Llevaba varios años alejada de la dramaturgia, pero
el recuerdo de su talento y amor por el teatro seguía grabado en mí.

Ella devolvió ese pequeño gesto entregándonos una obra profunda-


mente bella: fue un acto de fe en Sala de parto, pero, sobre todo, en su
capacidad creadora y en su vocación para tocar a las personas a través
de sus historias.

Pocas cosas resultan tan estimulantes como reconocer que el trabajo


que hacemos tiene pleno sentido. Sobre lobos regaló esa emoción a todo
nuestro equipo desde la primera lectura. La feliz temporada que pre-
sentó al año siguiente nos siguió animando. Conmovedores testimo-
nios nos llegaban de personas agradecidas por la historia que Mariana
les había entregado. Pero ella, no contenta con ese éxito, siguió revi-
sando su obra. Estamos seguros de que esta nueva propuesta de Sobre
lobos no hará más que reafirmar nuestra fe en el trabajo de Mariana y
en el nuestro.

— 11 —
Personajes

Gloria Peñascal

Unos 60 años, famosa ex vedette de la televisión. Excéntrica para ves-


tir. Tinte barato, rojo incendio. Ojos felinos. En su cuerpo y en su voz
la soledad, las huellas del descontrol, el exceso de alcohol, de fiestas y
de hombres casados. A pesar de las arrugas y el sobrepeso, todavía se
logra vislumbrar la belleza de ese mujerón.

Julia Martínez

Tiene 24 años, pero podría parecer de mucho menos. Estudió lingüís-


tica y se dedica a la corrección de estilo. Muy delgada. De apariencia
frágil y vulnerable, que intenta contrarrestar con ropa holgada y unos
pesados botines. Desaliñada. Mirada aguda y penetrante.

Federico (Fede)

35 años, atlético. Ingeniero español. Casado. A raíz de la crisis en su


país, migró a Perú en búsqueda de mejores oportunidades laborales.
Las ha conseguido. La sociedad lo catalogaría como un hombre exitoso.

Tiempo

Momento de crecimiento económico en Perú, 2012 - 2013

— 13 —
Lugar

Distrito de Miraflores, Lima. Frente a un parque y rodeada de moder-


nos edificios, sobrevive una típica casona antigua del distrito. El estado
de la casa es lamentable: grafitis y pintas en la fachada, parte del techo
destruido, desorden, objetos abandonados, basura. El deterioro es si-
milar al interior.

(---): Símbolo que representa un corte abrupto del diálogo.

— 14 —
ESCENA 1
Refugio

Un dormitorio amplio. Las paredes fueron pintadas hace más de dos décadas y hoy
lucen descoloridas. Son visibles las huellas de la humedad. Una ventana con las rejas
abiertas y vista al parque. Preside el cuarto una enorme fotografía de GLORIA en
su mejor época de vedette.

La puerta se abre de golpe e ingresa GLORIA, a sus sesenta. A pesar suyo, de-
cadente. Detrás, la joven JULIA. Lleva un par de maletines, bolsas y el periódico
con anuncios de alquiler.

GLORIA: ¡Una cancha de fútbol! ¡Qué vas a compararlo con los


cuartos de ahora, que abres la puerta y te empotras con la cama! Y
estos muebles son bien finos. Italianos. ¿Tienes pareja, hombre, mujer?

JULIA: Soy sola.

Mientras JULIA deja las bolsas y registra el cuarto, GLORIA se sienta en la


cama y prueba la elasticidad del colchón.

GLORIA: ¡Qué mierda! Yo también ando de vacaciones forzadas,


pero si mi cama hablara… Carajo, yo sí que he gozado esta vida. Prue-
ba con confianza, cholita, estas camas italianas son bien resistentes.

JULIA: Disculpe, no es lo que busco.

JULIA se dirige a la puerta y la detiene el dolor de una ampolla en el pie.

GLORIA: ¡Está horrible! Voy a ver qué hay en el baño para curarte.

— 15 —
JULIA: Estoy bien.

GLORIA: (Bromeando) Lo hago para que te sientas comprometida.

GLORIA entra al baño.

GLORIA: Después tienes que ver el baño. En esta tina entras con un
zambo de dos metros… y su hermano.

GLORIA trae alcohol y algodón para JULIA. Ella se cura la herida del pie.

GLORIA: Es un cuarto de lujo, cholita. ¡Y por 300, un regalo! ¡Mi-


raflores es lo más exclusivo que hay! Mira, te lo puedo dejar en 250 y
¿sabes cuál es la verdadera ventaja de alquilar aquí? Yo. Conmigo no te
tienes que inhibir de nada. ¿Quieres armar una orgía? En buena hora
y mejor si invitas. Felizmente, a mí el mundo de la televisión me quitó
todos los prejuicios. ¿Ya me reconociste? Sí, soy Gloria Peñascal.

JULIA: ¿Usted no era vedette?

GLORIA: ¡La mejor! Y si un amiguito tuyo quiere que le firme un


autógrafo caliente, yo encantada, cholita. Nunca me he negado a mí
público. ¿Qué dices? ¿Te animas por el espacio?

JULIA: Como le dije, no es lo que…

JULIA se detiene al descubrir algo muy peculiar en la habitación: la puerta tiene


una tranca interior y dos cerraduras.

GLORIA: ¿Puedes creer esa ridiculez?

— 16 —
JULIA: ¿Funcionan?

GLORIA: Supongo. Ahora, dónde habrá guardado las llaves.

GLORIA busca las llaves.

GLORIA: El antiguo inquilino creía que los extraterrestres lo que-


rían secuestrar, que conspiraban para robarle sus pensamientos y sus
millones. Y resulta que no tenía un centavo. Con decirte que yo tuve
que pagar el cajón.

GLORIA encuentra las llaves.

GLORIA: Aquí están. Las de la casa, las del cuarto, los dos seguros
y el cantol.

JULIA: Lo tomo.

GLORIA: ¿De verdad? Ni has visto la vista al parque.

JULIA: (Pagándole) El mes de garantía y el de adelanto.

GLORIA: También puedo hacerte menú. Te preparo un arroz con


pollo, un seco, un locro de chuparse los dedos, cholita.

JULIA: Con el cuarto está bien. Si me disculpa, quiero acomodar mis


cosas.

GLORIA: Sí, claro. ¡Bienvenida, Julia! Estoy segura de que la vamos


a pasar bomba.

— 17 —
GLORIA se retira. JULIA coloca todos los seguros de la puerta. Luego, cierra las
rejas de la ventana y baja las persianas viejas y torcidas. Queda atrapada. Saca del
equipaje unas pastillas. Toma una, dos, tres.

Oscuridad.

— 18 —
ESCENA 2
Hambre

JULIA duerme en su cama. El televisor está encendido sintonizando la telenovela


mexicana Los ricos también lloran. Afuera, GLORIA toca la puerta cada vez
más fuerte.

GLORIA: ¡Julia!

JULIA: ¿Qué pasa? Estoy durmiendo, señora.

GLORIA: Eso me vienes diciendo hace días, pero ni sales del cuarto.
¿Qué está pasando ahí? ¡Abre! ¡Ábreme ahora, Julia, o llamo a la policía!

JULIA sale de la cama. Se arrastra hacia la puerta, retira los pestillos y abre.
Entra GLORIA.

GLORIA: ¡Por Dios santo, Julia! ¡Huele a muerto!

GLORIA sube las persianas e intenta abrir la ventana.

JULIA: ¿Qué hace?

GLORIA: Pásame las llaves para abrir la reja.

JULIA: ¡¿Y que se meta cualquiera?!

GLORIA: Ay, cholita, no conoces a esta gente. Los ratas han privati-
zado el parque.

— 19 —
JULIA: La voy a dejar.

GLORIA: Bueno. ¿Y tú qué tienes?

JULIA: Ya le dije que estoy de vacaciones. Quiero descansar.

GLORIA: ¿Has estado jalando?

JULIA: No.

GLORIA: ¿Y qué has comido todos estos días?

JULIA: Tenía galletas.

GLORIA: Nadie vive de galletas.

JULIA: ¿Va a supervisar lo que como?

GLORIA: Me preocupo por ti, cholita. Ya me estaba imaginando


tragedias. ¿Terminaste con el novio?

JULIA: No, señora.

GLORIA: Cuidadito con señorearme. A mí me dices Gloria. (Detiene


su mirada en el televisor) ¡Ay, mira, veinte años después y siguen pasando
esta telenovela! (Canta) «No te quiero mentir, no esperaba tu amor por-
que tú no sabías amar. Yo que puedo sentir de tu piel el calor, por amor,
aprendí a llorar». No sabía que eras fan de Verónica Castro.

JULIA: Me quedé dormida con el televisor---

— 20 —
GLORIA: Yo le puse a mi hijo Rogelio por el bombón de Rogelio
Guerra. ¡Qué hombre! ¡Lo que hubiera dado por tirármelo!

JULIA apaga el televisor.

JULIA: Si no le molesta, quisiera---

GLORIA: Me lo presentaron una vez que viajé a México y me dio


escrúpulos levantármelo porque andaba con otro. ¡Una estúpida! ¡Las
oportunidades hay que tomarlas siempre, Julita!

JULIA: ¿Podría llevarse su retrato?

GLORIA: Te arma el espacio.

JULIA descuelga el retrato.

GLORIA: Al antiguo inquilino le encantaba. Era un gran admirador


de mi trabajo en Sábado picante. Oye, ¿me estás mirando con despre-
cio?

JULIA: No.

GLORIA: Porque te aclaro ya mismo que fui la mejor vedette que


parió este país. Una artista completa: baile, canto, actuación. No como
los mamarrachos de ahora. ¡Yo era famosa por mis imitaciones de las
divas españolas! ¡Lola Flores, la Pantoja, la Jurado!

JULIA: Muy interesante, señora, pero me duele la cabeza.

— 21 —
GLORIA: ¿Qué te traigo? Juanito era de lo más hipocondriaco. Dejó
una bolsa repleta de pastillas. Aspirina, Migracín, Excedrin…

JULIA: No se preocupe, tengo en el baño.

GLORIA: Dale.

GLORIA no piensa irse. JULIA, sin fuerzas para contradecirla, entra al baño y
cierra la puerta. GLORIA canta imitando a Rocío Jurado.

GLORIA: Lo que le debo a la Jurado. Yo sentía que me poseía cuan-


do la imitaba. El drama me brotaba que daba ganas de cortarse las ve-
nas. Tanto, que me llamaron para actuar en una telenovela de Antena 3.

GLORIA aprovecha la ausencia de JULIA para inspeccionar la habitación. Sin


hacer ruido, abre algunos cajones de la cómoda. Mientras:

GLORIA: ¡Uy, vieras la ola de envidiosas que vaticinaron mi fracaso!


Pero el público quedó fascinado, chola. Me contrataron para una se-
gunda novela, el futuro que me esperaba y, más salada, ¡salgo preñada!
No, al canal no le gustó nadita y se fue mi oportunidad.

GLORIA encuentra un billete, lo esconde en el sostén. Pero se siente culposa y lo


devuelve.

GLORIA: Al menos a mi hijo le va bien. Vive en los Estados Unidos


él. Vieras qué bien le va. Es financista, Rogelio. Usa unos ternos que uf,
cholita, nomás de verlos se te cae el calzón. Eso sí, tiene el trato muy
sencillo. (Descubre una carta que le llama la atención. Lee el remitente). No es
como los atorrantes del parque. Mi Rogelio heredó mi don de gente.

— 22 —
GLORIA está por abrir el sobre cuando JULIA la sorprende.

JULIA: ¿Qué hace?

GLORIA: Te ordenaba un poco. ¿Es la dirección de tu anterior ca-


sita?

JULIA: ¡Deje!

GLORIA: Conmigo no te avergüences, Julita. ¿Quién está libre de


polvo y paja? Nadie, cholita.

JULIA retira de la habitación el retrato de GLORIA.

GLORIA: A ese mismo juzgado me citaron un par de veces cuando


agarraron a un amigo narco. Pobre Castañita, más generoso. Nunca se
negaba a darte unas rayitas y yo---

JULIA: No me interesa, váyase. ¡Salga ya!

GLORIA: Bien, disculpa. Voy a estar en el jardín cualquier cosa.

GLORIA sale. JULIA coloca nuevamente los pestillos. Baja la persiana. Se echa
en la cama. Tiene hambre. Mucha. En seguida, GLORIA aparece en su terraza
con dos platos de arroz con pollo. Los deja sobre la mesa. Coloca en un equipo de
música portátil un casete de Rocío Jurado. Con disimulo, saca de un escondite una
botella de ron, bebe un sorbo. Después, se acomoda en una vieja poltrona. Cantu-
rrea, se retoca un poco y finge leer un periódico, aunque se mantiene pendiente de lo
que sucede en el parque. Su mirada se ilumina cuando aparece trotando el vecino.
FEDERICO.

— 23 —
GLORIA: Buenas, mi Fede.

FEDERICO: Hola, guapa. ¿Qué novedades se trae la farándula?

GLORIA: (Lee titular y comenta) Otra bailarina demanda al productor


Julián Portocarrero por abuso sexual.

FEDERICO: Paso.

GLORIA: (Lee titular y comenta) La bruta de Candela Arrieta niega


reconciliación con pelotero. Ah, y estrena tetas. Le quedan bien, ¿no?

GLORIA le muestra la imagen.

FEDERICO: Parecen dos globos, mujer.

GLORIA: Como las que se acaba de poner nuestra vecinita deporti-


va. ¿La viste?

FEDERICO: Pobre.

GLORIA: Pobre, yo. Esa debe estar billetona para andarse rellenan-
do. Se te ha extrañado en la semana.

FEDERICO: Tuve unos días de mucho ajetreo.

GLORIA: Por acá lo mismo. Vino una prima de visita. Se va a quedar


un tiempito…

FEDERICO: ¿Y está buena la prima?

— 24 —
GLORIA: Conmigo rompieron el molde, amor.

JULIA siente muchísima hambre. Se mueve, cambia de posturas hasta que, entre
las persianas, divisa a un extraño en la terraza. Se detiene a observar lo que sucede
afuera.

GLORIA: Oye, ¿y la ratita esa que tienes por perro? ¿No sale hoy de
paseo? ¿Qué? ¿Qué pasó? ¿Se comieron a la rata, la atropellaron?

FEDERICO: Se la llevó Malena. Se regresó a España.

GLORIA: ¿A visitar a la familia?

FEDERICO: Consiguió un trabajo allá. Un buen trabajo. Casi el do-


ble de sueldo.

GLORIA: ¿Y tú te vas con ella?

FEDERICO: No quiso. Nos separamos, Gloria.

GLORIA: (Intenta una frase de consuelo sin éxito, así que se lanza a comentar
con sinceridad) Perdón, no me sale decirte «qué pena». Esa Malena es un
frigider. ¿Cómo va a poner su carrera antes que el amor? ¡Una cacasena!
Y yo te lo advertí, corazón: las anoréxicas son mezquinas de cuerpo y
de alma. Pero tú tranquilo que cuando una vela se apaga, se enciende
otra más intensa.

FEDERICO: Por ahora, me conformaría con poder dormir.

GLORIA: Tengo ron, ¿quieres?

— 25 —
FEDERICO: Ganas no me faltan, mujer. Pero tengo una ruma de
pendientes en el trabajo.

GLORIA: Al menos almuerza conmigo, corazón. Cociné para mi pri-


ma, la zamarra se fue con un amiguito y yo acá plantada con mi arroz
con pollo.

FEDERICO: Se ve buenísimo. Pero después de esta vuelta, salgo


volando para la oficina. Me espera un cliente.

GLORIA: Está bien. No insisto, amor mío. Eso sí, cuando te haga
falta una buena comida de casa, recuerda que aquí siempre tienes las
puertas abiertas.

FEDERICO: Gracias, Glorita. Buen día.

JULIA ve al hombre alejarse. Sale de la cama y queda un momento frente a la


puerta. Finalmente, toma la decisión: abre los cerrojos y sale del cuarto. A los pocos
segundos, asoma al jardín.

JULIA: ¿Le queda almuerzo?

GLORIA: Te está esperando.

JULIA toma el plato sobrante, los cubiertos y se dirige a su cuarto.

GLORIA: ¿A dónde vas?

JULIA: Tengo cosas que hacer.

— 26 —
GLORIA: ¿Qué?, si estás de vacaciones. ¡Julia, no me dejes comiendo
sola! ¡No seas maleducada!

JULIA sigue su camino. A solas, GLORIA, abre su botella de ron y se toma


unos buenos sorbos. JULIA entra a su cuarto. Vuelve a colocar todos los cerrojos y,
una vez a salvo, empieza a comer. Engulle, devora la comida cada vez más rápido.

Oscuridad.

— 27 —
ESCENA 3
La cría

JULIA trabaja muy concentrada en su laptop. GLORIA se acerca al cuarto con


un azafate. Toca la puerta.

GLORIA: Cholita, ya está el almuerzo.

JULIA: Déjelo afuera.

GLORIA: Se va a enfriar.

JULIA: No importa.

Suena el teléfono. GLORIA duda si contestar o no. Finalmente, lo hace.

GLORIA: (Al teléfono) ¿Aló? ¡Ay, Rogelio, corazón mío! ¿Cómo estás?
Aquí, pues, con una nueva inquilina, muy simpática, muy habladora
ella. ¿Yo? Extrañándote. ¡Qué me voy a ir para allá, hijo! Un país tan or-
denado, tan desinfectado, me muero del aburrimiento. Pero tú, ¿vienes
en Navidad? Exige que te den libre, hijo. Por algo eres gerente. Claro,
sí. Ya, pues. Anda nomás, me llamas más tarde. Yo también te quiero.

GLORIA cuelga, pero no se mueve. Espera que JULIA abra la puerta para
recoger su almuerzo. Así sucede. JULIA se asusta al descubrir a GLORIA.

GLORIA: Llamó mi Rogelio. Casi seguro que viene a pasar Navidad.


¿Tú vas a pasar fiestas con tu mamita?

JULIA: Está muerta.

— 28 —
GLORIA: Ay.

JULIA entra a su cuarto con el azafate y cierra rápidamente la puerta. Prende


el televisor y se sienta a comer. GLORIA no se anima a tocar la puerta. Detiene
su mirada en las marcas que dejó un cuadro, hoy ausente. Luego, toma el costoso
jarrón que está al lado del teléfono. Lo observa con nostalgia y se lo lleva. Aparece
en la terraza con el jarrón. Lo mete a su canasta y sale por el parque para venderlo.

— 29 —
ESCENA 4
Huída

Noche. En su cama, JULIA permanece con una linterna encendida. Recuerda.


Este recuerdo se hace presente de manera sonora.

Lugar cerrado. Julia lucha por zafarse de algo que la mantiene atada. Lo
logra. Respiración contenida. Camina tratando de hacer el menor ruido
posible. Abre una puerta lenta y delicadamente. Este sonido se repite
cada vez más fuerte. Una y otra y otra puerta se abren. Parece que JU-
LIA accede a un lugar abierto y luego corre por un terral.

El recuerdo perturba a JULIA. Descubre que la puerta del baño está abierta y
siente miedo. Se acerca con su linterna. No hay nadie. Cierra la puerta. Se cerciora
de que todos los seguros estén puestos. Después, fija su mirada en la cama. Ven-
ciendo el miedo, mira debajo de esta. No hay nadie. Se siente estúpida por unos
segundos hasta que la paranoia crece. Ilumina con la linterna todos los rincones de
la habitación. No puede callar su mente, es imposible olvidar.

JULIA sigue corriendo por el terral. A lo lejos, el sonido de un carro y


de otro. Corre hacia allí. El barullo de la calle va cobrando una mayor
presencia.

JULIA termina refugiada en el sillón, sin soltar su linterna.

El tráfico, los vendedores y las bocinas se detienen ante el grito de JULIA.


Un grito animal de terror.

Oscuridad.

— 30 —
ESCENA 5
Los colmillos

En la terraza, GLORIA lleva puesto un abrigo de piel. Pelea con un vecino.

GLORIA: ¿Crees que no conozco mis derechos? ¿Tendré cara de


ignorante? ¡Este patio es mi propiedad! ¡Mía!

GLORIA voltea y encuentra a JULIA.

GLORIA: ¿Y ese milagro?

JULIA: ¿El almuerzo?

GLORIA: En la mesa.

Efectivamente, allí está el plato de comida. JULIA lo toma y se dispone a regresar


a su cuarto.

GLORIA: ¿No puedes compartir 20 minutos conmigo? Digo, sería


bueno que me dejes de tratar como una mosca insignificante que te
molesta. Es bien hiriente tu actitud.

GLORIA saca del escondite su botella de ron. Toma.

GLORIA: Yo soy una persona, Julia. Te preparo la comida, vivo con-


tigo y ni me diriges la palabra. ¡Qué fuerte! ¿Te vas a sentar conmigo
o qué?

JULIA se sienta.

— 31 —
GLORIA: Verdad, te llegó correspondencia. Ya te la traigo. No, ni te
muevas de aquí.

GLORIA va a interiores. JULIA queda sola en la terraza. Pasa FEDE, se


detiene.

FEDERICO: Hola. Tú debes ser Julia.

JULIA: No.

FEDERICO: Soy amigo de Gloria, mujer.

JULIA: ¡Gloria!

FEDERICO: Vivo en el edificio de allá. ¿Estás bien?

JULIA: ¿Qué quiere? ¿Qué le pasa? ¡Gloria!

JULIA intenta huir hacia la casa cuando se encuentra con GLORIA, trayendo la
correspondencia. La mujer percibe el miedo de JULIA.

GLORIA: Veo que ya se conocieron con mi prima.

FEDERICO: Pensé que te habías inventado a la prima. Como nunca


sale.

GLORIA: Es que no le gusta ventilarse. Pero hoy me accedió a al-


morzar en el jardín. Te invitaría, corazón, pero como ando a dieta pre-
paré para Julita nomás.

— 32 —
FEDERICO: No te preocupes. Gusto conocerte, Julia.

GLORIA: Adiós, corazón de melón.

FEDERICO parte. GLORIA se sienta.

GLORIA: Se te va a enfriar.

JULIA, más calmada, regresa a la mesa. GLORIA muestra la carta.

GLORIA: Increíble, tu mamacita te escribió del más allá. Ay, no, las
estampitas son de Italia.

JULIA le quita el sobre.

GLORIA: ¡Qué me voy a tomar como personal tu hostilidad, si andas


matando, así como así, a tu madre! Ojo, no digo que yo me llevara bien
con la mía, pero de ahí matarla.

JULIA: No quería hablar ese día. Estaba ocupada.

GLORIA: ¿Y qué tanto escribes en la computadora? ¿Eres escritora?


Uy, te harías rica contando mi vida, cholita… ¿No me digas que eso
estás haciendo encerrada en el cuarto?

JULIA: Soy correctora.

GLORIA: ¿De qué?

JULIA: Redacción, gramática, ortografía.

— 33 —
GLORIA: Ah, mira, tú. Suena bien… bien aburrido tu trabajo. Con
todo respeto, cholita. Claro que si a ti te gusta… ¿Te gusta?

JULIA alza los hombros.

GLORIA: ¿Te gusta mi comida?

JULIA: Sí.

GLORIA: Gracias. No son necesarios tantos cumplidos.

JULIA: Cocina muy bien.

GLORIA: La buena comida ayuda a purgar el mal de amores.

JULIA: No tengo mal de amores.

GLORIA: Ahí tenemos una información interesante, aunque creo


que mientes. Lo mismo que con tu mamacita y con eso que te dedicas
a corregir la ortografía. ¡Qué zamarrada es esa! Ni que la computadora
se fuera a equivocar…

JULIA: Se equivoca.

GLORIA: ¿Y tú la corriges? Carajo, debes haber ido a un colegio bien


ficho.

JULIA: Un parroquial.

GLORIA: ¿Distrito?

— 34 —
JULIA: Pueblo Libre.

GLORIA: Es ficho. Aquí tienes a una ilustre hija del Rímac. Ahora
lo digo así, sin vergüenza. Pero hace treinta años, si me preguntaba la
prensa decía: de Lince. Y, así y todo, a ver si un gerente del canal me
invitaba a su casa. Al hotel, todos. Pero a su casa… ¡Qué se iban a ima-
ginar que terminábamos de vecinos en Miraflores! Lo que darían estos
pitucos por sacarme de su parque. (Hacia los edificios) ¡Pero de aquí me
sacan muerta! (A JULIA) ¿De qué hablábamos?

JULIA: Ni la menor idea.

GLORIA: Ya la memoria no me funciona como antes… ¿Qué me


decías? Ah, sí, que estudiaste en un colegio ficho. Yo en un nacional de
mierda. Pero ya ves que la hice linda en la televisión. No tienes idea de
lo que llegué a ganar en los buenos tiempos. ¡Miles! ¡Y en dólares! ¿A
ti te pagan bien?

JULIA: Esta sociedad paga mucho mejor a los negocios relacionados


con la banalidad.

GLORIA: No, yo en eso no trabajaba. Trabajaba en entretenimiento.

JULIA: Entretenimiento banal, ¿o aportaba algo trascendente?

GLORIA: La gente se reía, la pasaba bien.

JULIA: Y ganan 10, 20 veces más que un profesor.

GLORIA: ¡Ah, eres comunista!

— 35 —
JULIA: No. Es criterio.

GLORIA: ¿Y qué es lo bueno de tu trabajo? ¿Tiene paga fija?

JULIA: Sí.

GLORIA: Ahí está. Algo bueno porque la televisión es una montaña


rusa. Un día estás arriba, ganas una fortuna y todos te aman. Y al otro
día, pasaste al olvido. Se van las fiestas, los amigos, los amantes. La po-
breza, Julia, es el mejor repelente.

JULIA: Sí sé. Mi familia no hizo millones en la televisión.

GLORIA: La cosa es no malgastarlos, chola. Felizmente, yo invertí


todo en esta casa. Una casa en Miraflores. Yo me tracé ese objetivo.
Ahorré mi platita, mes a mes, año a año, hasta que encontré el terre-
no… y ya un amiguito me ayudó a levantarla. Yo era su amante. No
creas que era un artistucho. El innombrable era gerente. Se encargaba
de todas las contrataciones en Antena 3. Abogado, inteligente, de bue-
na familia. Siempre oliendo rico, siempre impecable. Es el hombre más
impecable que he conocido. Y, frente a semejante hombre, ¿qué opción
tiene una chiquilla del Rímac?

JULIA: Varias. Podría ignorarlo, mandarlo al diablo…

GLORIA: ¿Me estás juzgando, Julia? Es terrible juzgar a alguien


cuando te está abriendo el corazón.

JULIA: No la juzgo. A mí no me importa lo que usted haga con su


vida.

— 36 —
GLORIA: Te soy indiferente. ¡No, pues, eso es mucho peor! ¡Si vivi-
mos tres meses juntas! Somos como familia.

JULIA: Usted y yo no somos familia.

GLORIA: Yo te siento así. La típica sobrina rara, medio autista, mal-


geniada; pero no sé, me inspiras ternura. ¿Por qué te llevas mal con tu
mamá, chola?

JULIA: No me llevo mal.

GLORIA: ¿La vas a visitar a Italia?

JULIA: ¿Quiere encargarme más muebles picados y finísimos?

GLORIA: Au, qué buenos colmillos tenías, cholita. ¿Y qué hace tu


mamá por allá?

JULIA: Cuida viejos. Como de su edad.

GLORIA: Parezco de más porque me he subido unos kilitos, pero


espera nomás que haga efecto mi dieta.

JULIA: Seguro.

GLORIA: Es una pena que tu mamá se haya ido, amor, porque se te


ve muy solita, sin una guía. ¿Quieres mi consejo?

JULIA: No.

— 37 —
GLORIA: Igual te lo voy a dar. Es mi deber moral advertirte, cholita:
no es buen negocio meterse con un hombre casado. Son lobos, Julita, y
los lobos son depredadores. Se van a comer tu juventud, tus sueños… y
cuando ya no tengas nada más que ofrecer, te van a desechar con asco,
como si fueras un huevo podrido.

JULIA: Gracias por la indigestión.

JULIA deja la comida. Está por irse cuando…

GLORIA: Vienes huyendo de uno, ¿verdad? Eso es lo que pasa.

JULIA: No, señora. Nunca me he metido con un hombre casado.

GLORIA: Pero estás huyendo de una mala relación.

JULIA: No.

GLORIA: Te has metido a ese cuarto a hacer tu luto y no te das cuen-


ta, chola, que el tiempo pasa demasiado rápido. Escúchame a mí, que
un día abrí los ojos y ya habían pasado treinta años. No desperdicies tu
vida por culpa de un hombre.

JULIA: Suélteme.

GLORIA: Perdón, es que yo soy un poco intensa. Pero con la mejor


intención, cholita, porque me parte el alma verte tan encerrada, sin
amigos, sin que nadie te venga a buscar.

JULIA: Igual que a usted.

— 38 —
JULIA se retira y deja a GLORIA muda. Después de unos segundos, GLORIA
toma un sorbo de ron y pone play en la casetera de su antiguo equipo de música. Se
escucha la canción «Punto de partida» de Rocío Jurado.

JULIA entra al cuarto y abre la carta de su madre. Es una tarjeta de cumpleaños.


La lee y se llena de rabia. La rompe.

En el jardín, GLORIA acaricia por última vez su abrigo de piel. Luego se lo saca,
lo guarda en su canasta y cruza el parque alejándose de la casa.

Oscuridad.

— 39 —
ESCENA 6
El depredador

En su dormitorio, JULIA se alista para salir. A los pocos segundos, aparece


GLORIA en el corredor. Toca la puerta.

GLORIA: Julita, ¡te busca un taxi!

JULIA: Ya estoy saliendo, gracias.

GLORIA: ¿A dónde vas?

JULIA: Trabajo.

GLORIA: ¿No trabajas desde la computadora?

JULIA: Es una reunión de trabajo.

A JULIA la arremeten terribles arcadas. Corre al baño a vomitar.

GLORIA: ¿Quieres que avise al taxi que ya sales? ¿Qué tienes? ¿Estás
vomitando? ¡Julia! ¿Estás vomitando?

JULIA jala la palanca del inodoro, se moja la cara en el lavatorio, se seca con una
toalla. Toma valor, toma su bolso y abre los pestillos para salir de la habitación,
cuando se encuentra con GLORIA bloqueando la salida.

GLORIA: ¿Vomitaste?

JULIA: Algo me cayó mal.

— 40 —
GLORIA: ¿Mi comida?

JULIA: No. Un dulce que estaba pasado. ¿Me deja salir?

GLORIA: Solo un segundito, cholita. Justo quería hablar contigo so-


bre el menú. Tendrías que ir al mercado para ver cómo suben las cosas.
Diez por día ya me queda ajustado, con quince creo que llego. Tú has
visto que sirvo buenas porciones.

JULIA: Está bien.

GLORIA: Y tú serás flaquita, pero comes duro.

JULIA: Me parece bien quince.

GLORIA: Y otra cosita… mira, la casa es bien grande y, claro, tú no


eres mucho de usar las áreas comunes. Ya varias veces te he ofrecido
que hagas una fiesta con tus amigos…

JULIA: Estoy tarde, Gloria.

GLORIA: Necesito subirte el alquiler, Julita. Trescientos.

JULIA: ¡Trescientos! No sé si me alcance. Tendría que sacar cuentas.


¿Lo podemos conversar después?

GLORIA: Sí, claro, cholita, dale.

JULIA: Permiso, voy a cerrar.

— 41 —
Ambas salen. JULIA coloca las cerraduras de la puerta. Se va. GLORIA sale a
la terraza. Le da el encuentro FEDE.

FEDERICO: Buen día, guapa.

GLORIA: Ay, mi Fede. ¡Qué susto!

FEDERICO: ¿En dónde anda esa cabeza?

GLORIA: Es demasiado subido de tono para las ocho de la mañana.

FEDERICO: Quién como tú, Glorita.

FEDE le entrega una caja de dulces.

FEDERICO: Unos chocolates porque no me gusta nada eso de que


estés a dieta.

GLORIA: ¡Qué hombre! ¿Cafecito? Es pasado.

FEDERICO: Cómo me tientas, mujer. Bueno, pues.

FEDE se sienta. GLORIA le ofrece un chocolate, pero él pasa. Ella sí prueba


uno, dos. De una canasta saca un termo de café y sirve una taza.

FEDERICO: ¿Cómo estás?

GLORIA: He tenido mejores días.

FEDERICO: ¿Te puedo ayudar en algo?

— 42 —
GLORIA: Tu compañía es suficiente. Cuéntame cómo va tu trabajo.

FEDERICO: Ganamos un proyecto para construir unos caminos


desde unas comunidades pequeñas hasta la ciudad de Huancayo.

GLORIA: Bravo. ¿Qué puede ser mejor que un hombre que cons-
truye?

FEDERICO: Más parezco un malabarista del presupuesto. Al me-


nos termino cansado todos los días, sin mucho tiempo para pensar en
Malena.

GLORIA: Eso es lo mejor, amor. No pensar en la frigider.

FEDERICO: No llamó, no escribió. Un frigider.

GLORIA: Pasó la página y ahora te toca hacer lo mismo.

FEDERICO: Regresar al ruedo.

GLORIA: ¿No te parece excitante?

FEDERICO: Agobiante, Gloria. ¿Sabes que ahora todo es con men-


sajes de texto? Y a mí eso de escribir en los teléfonos…

GLORIA: A mí tampoco. Yo prefiero el cara a cara.

FEDERICO: ¿Sabes qué sería buenísimo? Evitar toda esta etapa


donde debes demostrar que eres mejor de lo que eres, donde debes
oler mejor de lo hueles.

— 43 —
GLORIA: Tú siempre hueles riquísimo.

FEDERICO: Pienso en todo ese «gileo» y me da una pereza terrible.

GLORIA: ¿Pereza o miedo?

FEDERICO: ¿Qué novedades se trae la farándula?

GLORIA: Ando desinformada, amor. Me peleé con el canalla del re-


partidor. Me entregaba el periódico mojado, arrugado, el peor servicio.

FEDERICO: Puedo traerte los míos en las tardes.

GLORIA: ¡Bello! Así de rápido vas a encontrar un amor devoto y


apasionado.

FEDE: Dios te oiga.

Entra JULIA.

JULIA: Disculpa, Gloria. Mi celular está sin crédito, el teléfono de la


casa está cortado---

GLORIA: ¡Qué raro!

JULIA: Necesito hacer una llamada urgente, ¿me presta su celular?

FEDERICO: (Le entrega su celular a JULIA) Toma.

GLORIA: Qué amable, amorcito.

— 44 —
JULIA toma el celular y se aleja para hacer la llamada.

FEDERICO: ¿Qué le pasa?

GLORIA: También tiene mal de amores.

FEDERICO toma un poco del café. No termina de convencerle.

GLORIA: ¿Está malo?

FEDERICO: Un poco tibio…

GLORIA mete el dedo a la taza para tantear la temperatura.

GLORIA: ¡Helado! Te lo caliento ahorita.

GLORIA entra a la casa. FEDERICO observa a JULIA hablar por el celular


en un rincón del parque.

JULIA: (Al celular) Julia, Julia Martínez. Sí vino la unidad, pero yo pedí
una conductora mujer. No, tiene que ser mujer. Eso se lo dije cien veces
a la persona que me tomó el pedido. ¿Y ahora, cuánto va a demorar otra
unidad? Lo antes que pueda, por favor.

JULIA termina la llamada y regresa a devolver el celular. GLORIA acaba de


salir a la terraza con el café para FEDE.

GLORIA: Ahora sí, caliente, caliente, como lo mejor de la vida.

JULIA: Fue una llamada corta. No sé cuánto le debo.

— 45 —
GLORIA: Ahora no solo me señoreas a mí, sino al pobre Fede.

FEDERICO: No es nada, Julia.

JULIA: Prefiero pagarle.

FEDERICO: ¿Qué te parece un beso y estamos a mano?

JULIA se desconcierta.

FEDERICO: Es una broma, mujer.

GLORIA le estampa un beso en la boca.

GLORIA: ¿Cuenta saldada?

FEDERICO: Muchas gracias por el café, Glorita. Yo… ya… ¡Buen


día!

FEDE parte. GLORIA se despide efusiva, agitando la mano. JULIA se dirige


al interior de la casa, cuando GLORIA la detiene.

GLORIA: ¿Qué pasó con el taxi?

JULIA: El carro estaba fallando. Van a mandar a otra unidad.

GLORIA: De tu cuarto no se escucha el timbre. Acá sí y te puedo


invitar un chocolate. Me los mandó mi hijo, de los Estados Unidos.

JULIA: No, gracias.

— 46 —
GLORIA: ¿Ya te dije que de repente viene en navidad?

JULIA: Cien veces. Y las cien veces le pedí que apenas confirme, me
avise.

GLORIA: ¡Está soltero, Julita! Bueno, tiene un chimichurri con una


gringa, ¡entretenida ella como chupar clavo! Pero se le va a pasar y yo
feliz de hacerte el corralito.

JULIA: No, gracias.

GLORIA: Te advierto que salió guapísimo, como la madre.

JULIA observa las plantas, se detiene en una.

JULIA: Está con hongos. Un montón. Tiene que comprar un fungi-


cida.

GLORIA: A ver si consigo uno bien letal para eliminar a la garrapata


de la vecina. ¡Mírala pues! ¡En malla fucsia! ¡Esa zorra nos quiere quitar
al Fede, Julita! ¿Y ahora? ¿Qué hacemos? ¡Ja! ¡La dejó hablando sola!
Ay, ese Fede. ¿Qué opinas del bombón que nos regala la madre patria?

JULIA: Nos ha regalado miles con la crisis.

GLORIA: Pero este es único.

JULIA: Un atorrante.

— 47 —
GLORIA: ¿Por el beso? Ay, cholita, el pobre estaba desesperado bus-
cando una excusa para besarme. Y ya está, le cumplí el deseo porque en
esta vida uno tiene que ser generoso. ¿Le has visto el culo?

JULIA: No.

GLORIA: ¿Eres lésbica?

JULIA: No.

GLORIA: Pareces, un poco.

JULIA: No todas las mujeres tienen que vestirse de bataclanas.

GLORIA: Me podría sentir ofendida, pero mira ve, resulta que los
escritores como tú se pasan la vida contando historias de bataclanas.
¡Nos aman! ¡En el fondo, se mueren por ser como nosotras, pero no se
atreven! ¿Sí o no?

JULIA: No podría decírselo porque no soy escritora. Soy correctora.

GLORIA: Verdad, una persona que se pasa la vida corrigiendo. ¡Qué


jodido! Una labor de nunca acabar porque, carajo, la vida es tan imper-
fecta. Eso sí, muy divertida, si te atreves a salir de tu cuarto. ¡Te está
durando bastante ese mal de amores!

JULIA: No todo se reduce a los problemitas de amor, señora.

GLORIA: No me señorees.

JULIA: Hay cosas mucho más importantes.

— 48 —
GLORIA: ¿Qué el amor? Imposible.

JULIA: Le recomiendo que lea en su periódico algo más que la sec-


ción de espectáculos. Qué suerte la suya de tener una mirada tan pobre
y egocéntrica de la realidad.

GLORIA: ¿Yo? ¿Y tú que no sales del cuarto, seguro sabes más de


la realidad? Criticar, como les gusta a los intelectuales, pero cuando se
trata de hacer, de embarrarse, de hundir los pies en la vida, ahí mejor
no. Mucha libertad, mucho vértigo, ¿no?

JULIA: No sé, no soy una intelectual.

GLORIA: Ah, ¿sí? Pruébalo, dime algo bien osado que hayas hecho.

JULIA: No tengo que demostrarle nada.

GLORIA: No te harías tanto rollo si tuvieras algo jugoso. ¿Quién


sabe y hasta virgen eres? ¡Dios mío, eres virgen!

JULIA: No.

GLORIA: Julita, ¿alguna vez te han besado?

JULIA: Y mi primer beso fue con una mujer. Con mi mejor amiga.

GLORIA: No te creo.

JULIA: Queríamos aprender a besar, nos pareció una buena idea.

— 49 —
GLORIA: ¡Lo es! ¡Qué maravilla, cholita! Ya hubiera querido tener
una amiga así. Para mi desgracia, en la televisión solo hay rivales. O de
repente yo las veía así, por obsesa. Ya ves que lo único que importa-
ba era estar con el innombrable. Me refiero al infeliz que me tuvo de
amante.

JULIA: Sé a quién se refiere.

GLORIA: Nunca digo su nombre. ¡Jamás! A ese miserable no hay


que convocarlo. Ni a él ni a sus mentiras. Es como la física, si no liberas
el espacio, ¿cómo entra lo nuevo? Y yo quiero que entre y quiero que
sea nuevo, grande y macizo.

Suena el timbre de la casa.

JULIA: Bien por usted. Mi taxi. No me espere a almorzar.

GLORIA: Oye, dame un beso.

JULIA se queda quieta, incómoda. GLORIA se acerca.

GLORIA: Llevas cinco meses acá. He visto tus calzones en el tendal,


mínimo puedes despedirte con un beso. (Toma el rostro de Julia, lo observa
con detenimiento) Sí, eres bonita. Deberías arreglarte más. No es bueno
cerrar el corazón a tu edad.

GLORIA le da un beso en la mejilla. JULIA sale.

Oscuridad.

— 50 —
ESCENA 7
Oscuridad

Noche. En el baño, JULIA vomita. Desde el corredor, GLORIA toca la puerta.

GLORIA: Julia, abre.

JULIA: ¡Estoy bien!

JULIA sale del baño. Se echa en la cama.

GLORIA: Llevas días vomitando. Abre o te juro que voy llamar a los
bomberos y que se tumben la puerta con todos tus candados. ¡Julia!

JULIA: ¡Déjeme en paz! ¡Váyase!

GLORIA saca un manojo de llaves y logra abrir las tres cerraduras de la puerta.
Entra.

JULIA: ¿Qué mierda hace acá?

GLORIA: Te traje sales hidratantes.

JULIA: ¿Tiene llaves? ¿Las llaves de mi cuarto? ¡Démelas!

GLORIA: ¿Y qué me hago si hay una emergencia?

JULIA: ¡Me deja morir tranquila!

GLORIA: Cómo te gusta hablar tonterías.

— 51 —
JULIA le arrancha las llaves. GLORIA abre la cortina e intenta abrir la ven-
tana.

GLORIA: No huele bien el cuarto, hay que ventilarlo. La energía está


densa. Se te ve densa.

JULIA: ¡Salga!

GLORIA: ¿Estás embarazada, Julita?

JULIA: No.

GLORIA: Yo te puedo ayudar, a tenerlo o a no tenerlo. ¿Qué quieres


hacer?

JULIA: ¡No estoy embarazada!

GLORIA: Entonces, ¿qué te pasa? Desde el día en que te fuiste con


ese taxi a la cárcel---

JULIA: ¿Cómo sabe que fui a la cárcel?

GLORIA: Me lo contó el taxista.

JULIA: ¿Quién se cree para meterse en mi vida? ¡Salga de mi cuarto!

GLORIA: Te voy a preparar una sopita.

JULIA: ¡No quiero nada! ¿Qué espera para irse?

— 52 —
GLORIA: Es que estás pálida, sin energía. ¿Sabes qué te haría bien
para romper con toda esta negatividad? Un baño de florecimiento. Yo
soy una experta. Con todo el amor del mundo te preparo uno.

GLORIA intenta acariciar a JULIA.

JULIA: No me toque. No se acerque. ¡Yo no voy a ser su labor social


para que usted se sienta útil, valiosa y toda esa porquería!

GLORIA: No lo hago por eso.

JULIA: ¿Entonces por qué mierda está obsesionada en ayudar a una


desconocida?

GLORIA: Me da pena verte sola. No sé… me recuerdas cuando era


chiquilla.

JULIA: Imposible. Yo no soy puta.

GLORIA: Cuidado, Julia.

JULIA: ¿No ha sido puta? Al menos tenga la valentía de ponerle todas


sus letras. ¿O me va a decir que nunca se acostó por dinero?

GLORIA: Muy pocas veces.

JULIA: Puta, era puta.

GLORIA: Principalmente, hacía shows. Imitaba a la Jurado, a la Dur-


cal.

— 53 —
JULIA: Esas son señoras y usted se ganaba la vida enseñando el culo.
¿De dónde saca que tenemos algo en común? Yo no me vendo, ni vivo
con una doble moral buscando los caminos torcidos. Usted y yo no te-
nemos nada en común. ¡Nada! Y a ver si de una vez por todas entiende
que no quiero su ayuda.

GLORIA: Bien, entonces me quedo de brazos cruzados y dejo que


hagas de estas cuatro paredes tu ataúd.

JULIA: Exacto, porque ese no es su problema. Su problema es que


está sola y aburrida, que no tiene amigos y que su adorado hijo se cagó
en su Navidad.

GLORIA: No pudo venir por el trabajo.

JULIA: O porque usted se pasa alcoholizada la mitad del día, todos


los días, mientras esta casa se cae abajo.

GLORIA: Voy a arreglarla cuando me entre algo de dinero.

JULIA: ¿Y eso cuándo será? Porque no creo que consiga más inquili-
nos si los recibe con esa facha de loca y les cuenta sus estúpidas histo-
rias de la televisión peruana.

GLORIA: Son parte de la historia de este país.

JULIA: ¡No! La historia de las vedettes no es de trascendencia nacio-


nal, ni cuántos viejos casados se tiró.

GLORIA: Si eso piensas…

— 54 —
JULIA: Eso pienso. Y no tengo la culpa de que usted no tenga con
quién hablar. ¡Vaya a joder a su exitoso hijo o al españolete de mierda,
no a mí! ¡No me interesa escucharla! ¡No quiero escucharla!

GLORIA: Prefieres una relación distante---

JULIA: Ni distante. Mañana me largo.

GLORIA: ¿Por esto? Yo solo quería ayudarte, Julia. No quería que te


deshidrataras.

JULIA: ¿Se va?

GLORIA quiere llorar, quiere suplicarle que se quede y, de golpe, se va la luz.

GLORIA: ¡La cagada! Voy por velas.

JULIA: No, no se vaya. Aquí tengo una linterna. ¿Dónde está? ¡Mier-
da, mierda!

GLORIA: Tranquila, ahorita traigo velas de la sala…

JULIA: No se demore.

GLORIA sale. JULIA trata de mantener la calma, pero poco a poco le va ga-
nando el miedo.

JULIA: ¿Ya las encontró?

GLORIA: Un ratito.

— 55 —
JULIA: Hay un candelabro en su comedor. ¡El candelabro tiene velas!

GLORIA: Ya lo traigo.

JULIA se asoma a la ventana, ve a través de las persianas.

JULIA: Creo que hay alguien en el parque. ¡Gloria, hay alguien en el


parque!

GLORIA: Debe ser un sereno. Pasan a medianoche.

JULIA: Se está acercando. ¡Gloria! ¿Ya tiene el candelabro? ¿Por qué


se demora tanto?

GLORIA: No sé dónde dejé los fósforos.

JULIA: (En ataque de pánico) Ya venga, con velas o sin velas.

GLORIA: Ten paciencia.

JULIA: ¡Por favor! ¡Venga! ¡Gloria! ¡Gloria!

Entra GLORIA con el candelabro. Encuentra a JULIA en pleno ataque de


pánico.

GLORIA: ¿Qué pasa?

JULIA: ¡Esta casa es una mierda!

GLORIA: ¿Qué tienes?

— 56 —
JULIA: No se acerque.

GLORIA respeta la distancia y, recién cuando JULIA se va calmando, le alcanza


el vaso con sales hidratantes. JULIA bebe.

GLORIA: Te dejo el candelabro. Solo apaga las velas cuando te vayas


a dormir.

JULIA: No, no se vaya. Quédese… por favor.

GLORIA se sienta en el sillón. Las dos quedan en silencio por un momento.

JULIA: ¿Se habrán quemado los plomos?

GLORIA: Cortaron la luz. No pude pagar la deuda. Tienes razón, soy


un desastre y esta casa… es mi reflejo.

Silencio.

JULIA: Su hijo podría ayudarla. Como gerente debe ganar bien.

GLORIA: No quiero pedirle.

JULIA: Debería vender su casa, por un terreno como el suyo le darían


un montón.

GLORIA: No está en venta. Pero no te preocupes, ya me las arregla-


ré. Bien dicen que mala hierba nunca muere. Me quedan algunas cosas
para vender y este diamante.

GLORIA le muestra la cadenita que lleva colgada y que tiene de dije un diamante.

— 57 —
GLORIA: Debe valer sus cuatro mil, cinco mil dólares. Me lo dio el
innombrable. No me podía dar un anillo de compromiso porque, ya
ves, estaba casado con su señora. «Pero por mientras», me decía, «para
reservarte, hasta que sea libre». Bueno, pues, nunca fue libre. Qué im-
porta si ahora lo vendo, ¿no?

JULIA: No me voy a ir de la casa. Puedo llegar a 300 y me depositaron


un bono de Navidad, podría ayudar con la deuda de luz.

GLORIA: No, de eso me encargo yo.

Silencio

JULIA: Tiene buena voz.

GLORIA: Gracias.

JULIA: Pero debería cambiar su casete de la Jurado. Esas canciones


dan dolor de barriga.

GLORIA: Estremecen el alma. Por eso son clásicas.

JULIA: Hay una que escuchaba mi mamá como disco rayado… «Se
nos rompió el amor de tanto usarlo».

GLORIA canta parte de la canción.

GLORIA: Tu mamacita debe ser una mujer apasionada. De las que


aman con todo.

— 58 —
JULIA: Definitivamente. Renunció a su trabajo, pidió prestado a todo
el mundo, dejó bien endeudado a mi papá y se largó a Italia, a perseguir
a un nuevo amor.

GLORIA: ¿Pero viene a visitarte?

JULIA: ¿Sabe qué me indigna? Toda esta aura de santidad que hay al-
rededor de la maternidad. Hay que ser idiota para tragarse el cuento de
su bondad infinita. Mire nomás al mundo que engendraron. ¿Desborda
amor? No, señora. Desborda mierda.

GLORIA: Se hace lo mejor que se puede…

JULIA: ¿Sí?

GLORIA: Pero no es por un tema con tu madre que andas toda en-
rejada y con candados. ¿A qué le tienes tanto miedo, Julia?

JULIA: No le conviene abrir esa puerta.

GLORIA: Nunca hago lo que me conviene, así que habla.

JULIA: Yo estoy jodida, señora, bien hundida al final de un pozo


negro, y usted se ha detenido con toda su buena voluntad. Trata de
sacarme, abre las ventanas, las cortinas, jala con todas sus fuerzas, pero
seamos sinceras: tarde o temprano se va a cansar y me va a soltar para
no hundirse conmigo. Es simple sobrevivencia. No la podría culpar,
solo quiero ahorrarme otro abandono.

— 59 —
GLORIA: Haces bien, porque de un pozo negro no te saca nadie.
Solo tú puedes trepar. Y lo harás. Por algo no te has matado teniendo
ese arsenal de pastillas en tu cajón. Ya suéltalo, Julia.

JULIA: ¿Qué piensa de mí? Que soy una chica rara. Algo deprimida,
sí, pero correcta. Me despierto, me baño, hago mi trabajo. No se da
cuenta de que conmigo donde uno pone el dedo, salta el pus. Si presio-
na, todo este equilibrio que me mantiene caminando se va a romper y
entonces, Gloria, me voy a olvidar de que me dio de comer y la voy a
morder.

GLORIA: Muerde nomás. A estas alturas, a mí nada me asusta. ¿Qué


pasó, Julia? ¿Te tiraste al novio de tu vieja?

JULIA: No.

GLORIA: ¿Te metiste con un terruco comunista?

JULIA: No, Gloria.

GLORIA: ¿Tuviste sexo por dinero, traficaste con droga, abortaste?

JULIA: ¡No!

GLORIA: Yo sí. Todas las anteriores. Tres veces salí embarazada del
innombrable y las tres veces me faltó valor para enfrentarlo y aborté.
Ya a la cuarta vez no fue de él, sino de un empresario y al doctor le
dio miedo. «Ya no vas a poder tener hijos después, Glorita. Mándate
nomás, cuántas mujeres lo tienen sola». Y bien sola que lo tuve a mi
Rogelio. El padre no me lo firmó y yo no hice ni el menor esfuerzo
por compensarle esa ausencia. Fui, literalmente, una madre de mierda,

— 60 —
como esas de las que hablas. Solo quería que el innombrable me per-
donara. ¿Cómo me había metido con otro? ¿Cómo me había atrevido a
tener un hijo de otro? ¿Y él, él que todas las noches se acostaba con su
mujer, que le dio los tres hijos que a mí me quitó? ¿Qué me tenía que
perdonar? Pero yo no quería entender, cholita. El amor puede ser vene-
no y yo, Julia, estaba agonizando. Entonces, comencé a culpar a mi hijo.
Me iba de fiesta, lo dejaba chiquito, solo en la casa. Al colegio siempre
lo llevaba tarde, con el uniforme sucio, hasta sin desayunar. Otras veces,
regresaba de noche y lo encontraba sentadito en el jardín, esperándo-
me. Me había olvidado de él y el pobre no tenía cómo entrar a la casa.
Se habrá dado cuenta de lo que yo sentía… De repente fue por eso…
De repente por la cantidad de droga que corría en este parque. Al prin-
cipio, no le di importancia. Pero ya ves, se iba perdiendo el televisor,
mis joyas y después venía y descargaba todo su rencor. Rompía las
ventanas, las puertas… Vinieron las rehabilitaciones, las recaídas y un
montón de promesas sin cumplir. ¿Sabes cuánto cuesta un drogadicto,
Julia? Cada fin de semana tres, cuatro shows en casinos, en cumpleaños
de viejos verdes, despedidas de soltero. Hasta que un domingo no doy
más. Llego de madrugada, molida, y lo único que quiero es dormir el
día entero, pero me levanto seis de la mañana con la luz que me cae
directo a los ojos. Es Rogelio que ha abierto la cortina y entonces lo
veo bien. Lo veo y me asusto: está flaco, ojeroso y quiere más dinero.
No, ya no siento pena, no siento angustia. ¿Sabes lo que siento? Can-
sancio. Me levanto, camino a su cuarto, saco todas sus cosas, las meto
en maletines, en bolsas, me arranco la medalla que me dio mi madre, se
la pongo aquí: ¡no vuelvas nunca más! ¿Querías conocer mi oscuridad?
Ahí la tienes, Julia. Me cansé de mi propio hijo, no lo supe querer, lo
hice a un lado por un hombre que no iba a arriesgar nada por mí. Lo
traicioné, lo largué de mi casa hace once años… y mi Rogelio, cuánto le
habrá dolido, me dio un beso y hasta el día de hoy.

— 61 —
JULIA: Pero si llama, le mandó chocolates.

GLORIA: Me lo invento. Todo. La realidad es que él ya no está. Me


dejó en esta casa, sola con mis remordimientos. Tantos… ¿Y sabes qué
es lo más extraño? Que todavía tengo esperanza, yo sí creo que va a
regresar. Por eso no vendo la casa, aunque se caiga a pedazos, aquí me
quedo porque de repente un día regresa mi Rogelio, viene a decirme
que me perdona. ¿Puede pasar?

JULIA: Sí.

GLORIA: Duerme. No me voy a mover de aquí.

JULIA se recuesta. GLORIA comienza a cantar un extracto de la canción «Pun-


to de partida», de Rocío Jurado. Para su sorpresa, JULIA se une y canta con ella.

Oscuridad.

— 62 —
Intermedio
ESCENA 8
Claro en el bosque

Día de sol. En la terraza, una pared tiene una inscripción con aerosol en la que se
lee: «Fuera puta!». Las plantas de la jardinera se ven más sanas. GLORIA apa-
rece veraniega, con un gran sombrero y lentes de sol. Lleva una jarra de limonada
y una canasta.

GLORIA: Apúrate, Julia.

JULIA asoma con un sombrero idéntico al de GLORIA, pero en otro color.

JULIA: Se me ve ridícula.

GLORIA: Es un sombrero español. Finísimo, cholita.

JULIA: ¿Por qué no podemos almorzar adentro?

GLORIA: Porque no solo se trata de almorzar, sino de tomar sol.

GLORIA se saca la blusa y queda con la parte superior del bikini.

JULIA: ¡¿Qué hace?! ¡¿Quiere otro problema con Serenazgo?!

GLORIA: Es mi propiedad y en mi propiedad yo soy libre de hacer


lo que me dé la gana.

JULIA: Su pequeño reino está en medio del parque, rodeado de edi-


ficios.

— 65 —
GLORIA: Y que les aproveche la vista. (A un vecino curioso) Están me-
jor que las de su mujer, ¿verdad?

JULIA: ¡Gloria!

GLORIA: Afloja un poco, Julita. (Saca de su canasta un bloqueador) ¿Me


echas?

GLORIA se sienta en la poltrona. JULIA le echa el bloqueador.

GLORIA: Es muy bueno esto de salir. Estuve leyendo que, si uno no


cambia la rutina, las neuronas se atrofian y se jode la memoria.

JULIA: Usted se inventa cada cosa.

GLORIA: ¡Está en el periódico! ¡En la sección salud! Te lo traigo, si


quieres.

JULIA: No, gracias. Ya está.

JULIA deja el bloqueador. Sirve dos vasos de limonada.

GLORIA: ¿Quieres que te preste un bikini?

JULIA: Me quedaría un poco grande.

GLORIA: ¿Qué talla eres?

JULIA: Treinta y dos.

GLORIA: Te quedarían bailando mis sostenes. ¿Bonitas tus tetas?

— 66 —
JULIA: No.

JULIA le entrega su vaso a GLORIA. Brindan.

GLORIA: ¡Por nuestros seis meses de convivencia!

JULIA: ¡Salud!

Ambas toman.

GLORIA: Le puse pisco.

JULIA: Ya me di cuenta.

GLORIA se echa a tomar sol. JULIA lee un libro.

GLORIA: Estaría mejor si fuera pisco sour, pero la licuadora murió.


Después de haber preparado tantos, mínimo le haremos un entierro
digno en el jardín. (Observa a JULIA leyendo su libro) ¿Qué esperas para
echarte a tomar sol?

JULIA: Así estoy bien.

GLORIA: Hazme feliz. Nunca sales de ese cuarto.

JULIA: La acompaño al mercado.

GLORIA: Gran salida y ni mencionar tus misteriosas escapadas el


primer domingo de cada mes. Pero ya ves, ahora ni hago preguntas.

— 67 —
JULIA: Porque sabe que no se las voy a responder.

GLORIA: Pensaba, domingo es el día de visitas en la cárcel. Y si me


guío por ese taxista boca floja, lo más lógico es que vayas allá.

JULIA: Está loca.

GLORIA: Eso también pensé: que ibas a un manicomio a ver a tu


madre, que en realidad no está en Italia, sino que zafó un tornillo.

JULIA: Está en Italia.

GLORIA: O a tu papá, a un hospital, que está bien enfermo.

JULIA: No está enfermo. Se volvió a casar.

GLORIA: ¿Por qué no te fuiste con él?

JULIA: No tenía lugar para mí.

GLORIA: Si eres un tallarín.

JULIA: ¿Tengo que reírme?

GLORIA: ¿Y por qué nunca te llaman?

JULIA: No sé, Gloria. De repente les recuerdo su fracaso.

GLORIA: ¡Qué fracaso, ni ocho cuartos! Pero tú también tienes que


poner de tu parte, podrías comunicarte, ¿Escribes, llamas?

— 68 —
JULIA: Sí.

GLORIA: Si les hablas tanto como me hablas a mí, sinceramente,


cholita… ¿Hace cuánto que no los ves?

JULIA: ¿Por qué es así?

GLORIA: ¿Cuánto? ¿Cuánto? ¿Cuánto?

JULIA: Mi papá… no sé. Me visitó después de mi graduación. Dijo


que íbamos a celebrar la siguiente semana, que llamaría. Obvio que no
llamó. Fue hace… tres años. Mi mamá se fue cuando tenía quince y
ya tengo veinticuatro. Nueve, son nueve años sin verla. ¿Contenta de
recordarme todo esto?

GLORIA: No, pues, si se trata de ser víctima, comencemos conmigo


que ni conocí a mi padre. Tengo cincuenta y tres años sin verlo.

JULIA: De golpe se bajó una década.

GLORIA: Calla insolente. Y si seguimos con la lista de víctimas, mi


Rogelio tampoco conoció a su donante. Y no es para sentirse mal, cho-
lita, este es un país de bastardos. Los ricos jamás reconocen a sus hijos
pobres. Y los pobres, ya ves, viven copiándose. Estadísticamente tres
huevones reconocen a sus hijos. Tú eres una privilegiada.

JULIA: ¡Yeee!

GLORIA: Realmente estás pálida. ¿Por qué no te sacas el polo?

JULIA: No, gracias.

— 69 —
GLORIA: Recargas energía, cholita. En el ombligo está la chakra
amarilla.

JULIA: ¿La chakra?

GLORIA: Es un centro de fuerza.

JULIA: Su Fede tiene que dejar de mandarle esos periódicos.

GLORIA: ¿Se te hace gay?

JULIA: No.

GLORIA: Nunca se me ha insinuado.

JULIA: De repente le parece un poco mayor.

GLORIA: Seré mayor, pero soy un mujerón. ¿Me escuchaste, moco-


sa?

JULIA: Ya, no se moleste.

GLORIA: Y tengo actitud jovial y eso es todo en la vida. No como


tú, que andas tapada hasta el cuello. Solo falta que te acompleje tu cuer-
po. En la vida hay que liberarse, Julia. Yo no tengo problemas en mos-
trar mis rollitos.

JULIA: Claro, si se ganaba la vida mostrando las tetas y el culo. Pero


no todas somos como usted, Gloria.

— 70 —
GLORIA: ¡Qué feo! ¡De verdad! Eso sonó discriminatorio y despec-
tivo.

JULIA se levanta a observar las plantas.

JULIA: Tómelo como quiera. (En referencia a las plantas) Tienen brotes,
pequeñitos.

GLORIA: Buen trabajo. Yo nunca tuve manos para las plantas. Mu-
cha agua, muy poca, siempre terminan muertas.

JULIA: Solo hay que observarlas. Ellas le dicen lo que necesitan.

GLORIA: No es lo mío. Siempre he sido… excedida, pero me alegro


que te encontraran. ¡Qué rico sol, Dios mío! ¡Qué rico! Cierra los ojos,
Julita, siente esta maravilla. El olor de este jardín, el viento… ¡Esta es
la vida!

JULIA se anima a cerrar los ojos, empieza a respirar y a relajarse. GLORIA


la observa con orgullo. Luego, saca de la canasta una pequeña cajita y, de esta, un
cigarrillo de marihuana. Fuma. JULIA distingue el olor.

JULIA: ¿De dónde sacó eso?

GLORIA: Un admirador del mercado. Con lo rígida que eres, podría


hacerte bien.

JULIA: Me da paranoia.

GLORIA: Mucho demonio luchando por salir.

— 71 —
JULIA: Y prefiero mantenerlos encerrados.

GLORIA: Entonces, de repente acierto con mi historia de la cárcel.


Había pensado que ibas a ver a tu novio.

JULIA: No tengo novio.

GLORIA: Que está metido allí por tu culpa.

JULIA: Deje de fumar esa cosa.

GLORIA: Tráfico de drogas, de repente. Los dos se fueron de bu-


rriers y a ti te atraparon.

JULIA: Ni siquiera tengo cara de burrier.

GLORIA: No hay una cara de burrier, cualquiera puede ser burrier.


La cuestión es que te atraparon y, para conseguir tu libertad, le tiraste
dedo al flaco y ahora te come la culpa.

JULIA: Claro.

GLORIA: Por eso vives en esta cárcel y él en la suya y solo el primer


domingo de cada mes se encuentran para tirar como bestias.

JULIA: ¡Cállese!

GLORIA: Cinco, seis polvos al hilo por la culpa.

JULIA: ¡Gloria!

— 72 —
GLORIA: El sexo con culpa puede ser realmente bueno. Un sexo
intenso, desesperado---

JULIA: ¡No!

GLORIA: Brutal, feroz, carnívo---

JULIA: ¡Basta!

GLORIA: Nada está prohibido. Porque en el amor todo vale. Porque


en el amor---

JULIA: No es amor. No tiene nada que ver con el amor. Ese hombre
me violó. Voy a ver al hombre que me violó.

GLORIA: ¡Julita!

En ese momento, aparece trotando el vecino.

FEDERICO: Buen día, guapas.

JULIA: ¿Una limonada?

FEDERICO: Vale.

FEDERICO se sienta en la sombrilla. JULIA le sirve la limonada.

FEDERICO: ¿Qué novedades se trae la farándula?

GLORIA: No hay novedades.

— 73 —
JULIA: Sí hay.

JULIA le pasa a GLORIA el periódico para que lea los titulares.

GLORIA: (Lee y comenta los titulares) Chocó un actor borracho. Figu-


rante de Loco amor enseñó a la prensa al engendro que acaba de parir.
No hay más, amor mío. Ahora sigue con tu deporte.

JULIA: No le ha dicho que celebramos mis seis meses aquí.

FEDERICO: ¡Tanto ya! ¡Qué bien! ¡Salud entonces!

JULIA y GLORIA: Salud.

FEDERICO: ¿Tiene pisco?

JULIA: Poco, casi nada.

FEDERICO: Me dijo Gloria que eres escritora.

JULIA: Correctora.

GLORIA: Como imaginarás, corazón, el trabajo más aburrido sobre


la tierra. Así que aprieta el paso si no quieres ganarte con una charla de
ortografía.

FEDERICO: No me molesta.

JULIA: Y sobra almuerzo, puedes quedarte.

— 74 —
FEDERICO: Me encantaría, pero… justo quedé con una amiga.
Con Paola. Siempre sale a correr temprano.

JULIA: La de la licra fucsia.

FEDERICO: No me he fijado…

JULIA: No, claro.

FEDERICO: Salimos un par de veces, parece una buena persona.


¿Qué piensas, Gloria?

GLORIA: Que vayas y le eches un polvo, corazón. Apura, apura, que


no es bueno llegar tarde a la cita.

FEDERICO: Gracias por la limonada.

FEDERICO se va desconcertado. JULIA y GLORIA le hacen adiós. Cuando


están a solas:

JULIA: Perdón, no sabía que estaba saliendo con la vecina.

GLORIA: ¡Qué me importa el Fede, Julia! ¡Me acabas de lanzar una


bomba!

JULIA: Allí está, ni siquiera tiene buen cuerpo.

GLORIA: Julia, tenemos que hablar.

JULIA: Siliconas, bótox, hasta la nariz operada. Es toda falsa.

— 75 —
GLORIA: ¿Has hablado con tu mamá?

JULIA: Falsa de pies a cabeza. Usted es mucho mejor.

GLORIA: ¿Le has contado a alguien lo que pasó?

JULIA: Se van tan deportistas, tan felices, tan adecuados para este
parque.

GLORIA: Vamos a llamar a tu mamá y le vas a contar todo.

JULIA: Tienen estos departamentos y estas vidas que parecen per-


fectas.

GLORIA: No vas a volver a esa cárcel. No puedes volver.

JULIA: ¿Es posible una vida perfecta o mienten? Eso pensaba cuando
me mudé y he pasado horas, días, observándolos.

GLORIA: No me interesa, quiero saber por qué vas a ver a ese hom-
bre a la cárcel.

JULIA: Están las familias que nunca se sientan juntas a cenar. Adictos
a la televisión, al celular, a las compras. Ese ve demasiada pornografía.
Infiel. Maltrata al perro. Ella se aburre con sus hijos. Esa otra trae a
un hombre nuevo cada fin de semana. Creo que se siente sola. Llora.
Definitivamente, tienen sus grietas, pero eso no me conmueve. Ni un
poquito. Los veo y no puedo evitarlo, siento un profundo odio.

GLORIA: ¿Por qué?

— 76 —
JULIA: Porque tienen algo que ya no podré tener.

GLORIA: ¿Una pareja, una familia? Claro que puedes, eres joven,
inteligente y si te arreglaras más---

JULIA: No, Gloria, estoy hablando de algo que se queda impregnado


en la mirada, en el cuerpo. Ellos tienen sus grietas, sí, pero yo estoy…
rota. Rota como usted. Nos han roto en pedacitos. Por eso dijo que nos
parecíamos…

GLORIA: No, no fue eso. Era otra cosa. Era… no tengo claro qué
era, pero---

JULIA: Era eso.

GLORIA: Puede que estemos rotas como dices, pero la magia está
en volverse a armar.

JULIA: ¿Y si faltan piezas, si se perdieron, si están tan trituradas que


ya no sirven?

GLORIA: Se pega lo que hay y para adelante con los huecos y todo.
Hay que tener fe en la vida.

JULIA: Dígame cómo. Yo lo único que siento es un miedo constante


y agotador. A la noche, a lo largos que pueden ser los días, a que cual-
quier hombre se acerque y a no volver a estar con un hombre. Miedo a
salir a la calle y terror de morir encerrada en ese cuarto. ¿Cómo de un
momento a otro este miedo se comió todo lo demás?

— 77 —
GLORIA: Es que te has quedado en shock. Viendo peligros en todas
partes. La cosa es no darle rienda suelta a la cabeza. Ahí uno tiene que
meter freno, cholita. Tienes que meter freno y aguantar, con paciencia
y fe porque todo regresa a la calma. Te lo juro.

JULIA: ¡Por favor, no hable de lo que no sabe!

GLORIA: Sí sé.

GLORIA le sirve una limonada a JULIA. Ambas se sientan, se miran en si-


lencio.

JULIA: ¿Por qué? Eso quisiera saber.

GLORIA: La vida es caos. No tiene lógica.

JULIA: Esta falta de lógica, este caos es insoportable. Yo nunca hice


trampas, Gloria. Solo estudiar, trabajar, «ser seria con los chicos, ama-
ble con el prójimo y a amar a Dios por sobre todas las cosas». Así nos
enseñaban en el colegio parroquial de mierda, a cantar «el Señor es mi
pastor y nada me falta». Y ahora quisiera preguntarles a esas monjitas
de mierda, ¿dónde está la recompensa? ¿Era sentir este miedo?

GLORIA: ¿No dicen que después de la noche sale el sol? Yo creo


que es verdad, Julita. Y siento que, si no cierras ese corazón, volverás a
deslumbrarte con la vida. Lo acabas de ver, las plantas vuelven a crecer,
el tiempo cura todo.

JULIA: ¿La curó a usted? Yo no la veo curada, yo la veo rota, como


vidrio partido. De eso cualquiera se da cuenta.

— 78 —
GLORIA: De repente, pero desde que llegaste, yo me siento menos
vidrio partido y más agradecida. Pienso: por algo habrás llegado a esta
casa, conmigo. Porque la vida te habrá dejado muerta de miedo, pero
no te dejo sola, Julia. Yo estoy aquí.

Oscuridad.

— 79 —
ESCENA 9
Lactancia

En el viejo televisor, JULIA y GLORIA ven la comedia romántica «The re-


bound» dirigida por Bart Freundlich y protagonizada por Catherine Zeta-Jones y
Justin Bartha.

JULIA: Lo va a terminar al chibolo.

GLORIA: Porque es una bestia. El chico está guapísimo, la ama y


ama a sus engendros.

JULIA: Pero ella es quince años mayor, una periodista exitosa y él es


la niñera. Obvio que esa relación no va a funcionar.

GLORIA: Huevadas, teorías idiotas de gente con miedo a ser feliz.

Ambas escuchan en silencio un diálogo conmovedor de la película. De pronto, el


televisor se apaga.

JULIA: ¿Qué pasó?

Intentan arreglar el televisor.

GLORIA: Parece que murió.

JULIA: ¿De la nada?

GLORIA: Más seguro de vejez. Al menos tuvo una larga vida, llena
de comedias románticas.

— 80 —
JULIA: ¿Y cómo vamos a ver el final?

GLORIA: Yo ya la vi. Tú podrías verla en tu computadora.

JULIA: No funciona la cosa de los discos.

GLORIA: Todo envejece en esta casa.

JULIA: ¿En qué termina?

GLORIA: Así que te interesaba la historia.

JULIA: Después de soportar sesenta minutos, quiero saber si el final


tiene alguna lógica.

GLORIA: Interesada en la lógica. Bueno pues, resulta que el pobre


churro, destruido por la ruptura, se va a recorrer el mundo: que Tailan-
dia, las pirámides de Egipto, la India…

JULIA: ¿Y Catherine Zeta Jones?

GLORIA: Sigue adicta al trabajo para olvidar lo infeliz que es. Me


recuerda a alguien. En fin, la ascienden, le dan su propio programa de
noticias, pero ya ves, sigue sola como un champiñón año, tras año, tras
año. Hasta que un buen día ¡zas! ¡Se lo encuentra en un restaurante!

JULIA: La fregaron con ese encuentro gratuito.

GLORIA: La vida está llena de esos encuentros.

— 81 —
JULIA: Para qué discutirle.

GLORIA: Ella se ve que no lo ha olvidado, está bien nerviosa. Y la


cara que pone cuando llega corriendo un niño, cinco añitos a lo más, lo
abraza al churro y le dice: «papá».

JULIA: ¿Tuvo un hijo con otra? ¿Qué clase de comedia romántica es


esa?

GLORIA: Adoptó al niño en la India. No te la esperabas, ¿verdad?


Viajó por todo el mundo, probó la independencia, pero lo que siempre
quiso fue una familia. La Zeta Jones se da cuenta que la cagó.

JULIA: La cagó.

GLORIA: Lo invita a cenar a su mesa. Los hijos de ella felices de


verlo. Y de pronto---

JULIA: Él le dice que todavía la quiere.

GLORIA: No, chola, si ella la cagó, ella la arregla. Le agarra la mano


al churro debajo de la mesa…

JULIA: ¿Y él?

GLORIA: Se la sostiene. Fin y corren los créditos. Llora nomás.

JULIA: No quiero llorar.

GLORIA: Tuvimos suerte con mi casero del mercado.

— 82 —
JULIA: No sé quién es más huachafo, si usted o su casero.

GLORIA: Dirás que no te gustan, pero te las ves todas.

JULIA: Para que no se sienta frustrada con su terapia alternativa: cu-


rar el trauma con sobredosis de comedias románticas.

GLORIA: No se trata de curar el trauma, se trata de volver a desear


el amor.

JULIA: ¿Qué amor? El amor de esas películas es lo más irreal del


mundo.

GLORIA: ¿Y cómo es el amor, por favor? Que hable la experta.

JULIA: A mí nunca me han querido así: a pesar de todo, contra todo,


apoteósicamente.

GLORIA: ¿Y tú, has querido así?

JULIA: Eso hacen estas películas: dejarnos a todos como mediocres


del amor.

GLORIA: Yo no me siento mediocre.

JULIA: Usted es kamikaze, que es diferente. ¿Su innombrable la quiso


así?

GLORIA: No, pero…

— 83 —
JULIA: Seguro conoció a un hombre como Richard Gere, que la qui-
so rescatar del puterío.

GLORIA: Hay casos.

JULIA: No le pasó a usted. Tampoco a mí.

GLORIA: No hemos llegado al final de nuestras películas. ¿O sí?

JULIA: Su ilusión es deprimente.

GLORIA: Deprimente es que cierres las puertas al amor tan joven.

JULIA: ¿Saca los diálogos de esas comedias o de las telenovelas? «Que


cierres las puertas al amor tan joven».

GLORIA: Cuidadito con imitarme, cholita, que te reviento y te dejo


vegetal como el televisor. Morirse justo ahora que mi casero me consi-
guió Medianoche en París. Dice que me identificaría bastante porque salen
las precursoras del vedetismo, las cabareteras del Moulin Rouge.

JULIA: En el mercado hay un técnico.

GLORIA: No deben ni existir repuestos para este vejestorio. Pero tú


podrías comprar uno nuevo…

JULIA: Claro, aquí tengo el vuelto del menú.

GLORIA: Eres universitaria, con cara de chancona. Podrías salir a


buscar un mejor trabajo.

— 84 —
JULIA: Así estoy bien.

GLORIA: El otro día, Fede me comentó de su amigo español que


está acá de gerente de una editorial de textos escolares.

JULIA: ¿Me está buscando trabajo?

GLORIA: No tengo tanta influencia, pero el Fede puede conseguirte


una entrevista.

JULIA: ¡No!

GLORIA: Dice que la editorial es grande, un ambiente bonito, con


gente joven.

JULIA: No me interesa.

GLORIA: Entonces adiós Medianoche en París.

JULIA: ¿Por qué no vende su cadenita famosa? Le alcanza para viajar


a París y ver ahí mismo su película.

GLORIA: Yo conozco París, cholita. Y conozco Italia, donde vive tu


mamacita. Si ganaras mejor, podrías ir a visitarla.

JULIA: No me interesa.

GLORIA: Eres una necia.

JULIA: Le haré de espejo.

— 85 —
GLORIA: Apura que tenemos que ir al mercado.

JULIA: Paso.

GLORIA: No pienso cargar todo sola. Yo ya estoy vieja, cualquier día


de estos me da un patatús y espero que por lo menos puedas salir a la
calle a pedir ayuda.

JULIA: ¿No dice que mala hierba nunca muere?

GLORIA: Con todo respeto, cholita, ándate a la mierda. Eso sí, des-
pués de ayudarme con el mercado. Y ponte algo decente que viene
Fede a almorzar.

JULIA: ¿Por qué?

GLORIA: Porque se muere por mí y por fin tomó el valor de probar


mi sazón.

JULIA: Pise tierra. Él sale con la vecina tetona.

GLORIA: No, hija, eso no funcionó. Como lo predije. Y, bueno, si se


presenta la oportunidad y él me busca, ¿yo por qué lo voy a rechazar?

JULIA: Lo debe de haber vuelto loco para que venga.

GLORIA: ¡Este es el cuarto de los paranoicos! Tú y el antiguo inqui-


lino, viendo conspiraciones en todas partes.

JULIA: ¿Entonces, no va a tocar el tema del trabajo?

— 86 —
GLORIA: Bueno, no le he pedido su menú de conversación, la ver-
dad. Pero ya tú le explicas que no puedes salir del cuarto, qué máximo
a la terraza. Y eso que la editorial es aquí, en Miraflores. La línea «S» te
deja a tres cuadras de la casa.

JULIA: Tres cuadras bastan.

GLORIA: Más exagerada.

JULIA: Así me pasó. Ni eran las 7 de la noche. Una cuadra, caminar


una cuadra, cruzar el parque y en la siguiente esquina doblar a mi casa.
Pasa un carro, baja la velocidad. ¿Ha escuchado eso de que el peligro se
huele? Esa noche lo olí, supe en un instante que me había tocado a mí.
Y no voy a dejar que me vuelva a pasar.

GLORIA: ¿Entonces de aquí al mercado, por el resto de tu vida?


¡Julia, contesta! ¿Cómo te puedo ayudar si no hablas? Tenemos que
conseguir un doctor. Ya son ocho meses desde que llegaste y sigues
paralizada por el miedo. Al menos dale batalla como hiciste ese día,
porque la luchaste, ¿verdad? Sino no estarías aquí. Mírame, ¿luchaste?

JULIA: ¡No! ¡No luché, no luché!

GLORIA: No te creo. Serás flaquita, pero tus colmillos son filudos.

Oscuridad.

— 87 —
ESCENA 10
Formación de la manada

GLORIA y JULIA esperan en la terraza.

JULIA: No va a venir.

GLORIA: Tampoco se ha retrasado tanto.

JULIA: Más de dos horas. Almorzar dos sábados seguidos lo sobrepa-


só o le salió un plan mejor con la tetona.

GLORIA: ¿Te callas? De repente tú lo pones nervioso, te pones toda


autista, no creas ambiente. Todo el esfuerzo del entretenimiento me lo
dejas a mí.

JULIA: Voy a preparar tallarines. ¿Quiere?

GLORIA: No tengo hambre.

JULIA: ¿Qué sonó? Creo que los aliens que viven en su estómago
necesitan alimento.

GLORIA: Ya te he dicho que no tengo hambre.

JULIA: Como quiera.

GLORIA: Ahí está. ¡Fede! ¡Fede!

FEDE llega apurado, con un par de pizzas.

— 88 —
FEDERICO: ¡Qué bueno que siguen aquí! Mil perdones. Me demo-
raron en la municipalidad.

GLORIA: ¡Lo demoraron!

FEDERICO: Y caigo en cuenta de que no tengo sus móviles.

JULIA: Se dice celulares.

FEDERICO: Perdón. No tenía cómo avisarles. Traje pizza, espero


que esté bien.

GLORIA: Nos encanta, sobre todo que estés aquí sano y salvo. Te
imaginaba en un accidente, en algo terrible. Ya sabes que yo era prota-
gónica de telenovelas y el drama lo llevo impregnado como una segun-
da piel.

FEDERICO: Glorita, ¿vegetariana o carnívora?

GLORIA: Carnívora.

FEDERICO: ¿Y tú, Julia?

JULIA: No tengo hambre.

GLORIA presiona con la mirada a JULIA para que acepte la pizza.

JULIA: ¿Qué? No tengo.

— 89 —
GLORIA: Es que estamos a dieta, pero yo fin de semana me doy mis
gustitos.

FEDERICO: Antes de que me olvide, apunto ya mismo sus móvi…


sus celulares. Glorita.

GLORIA: (Miente) El de la casa se volvió a malograr. Y el celular…

JULIA: (Para ponerla al descubierto) ¿Qué pasó con su celular?

GLORIA: (Miente) Me lo acaban de robar. ¡Horrible! Me arrancharon


la cartera. Qué ciudad más violenta. Ni quise contarles para no preo-
cuparlos. Pero apenas me compre el nuevo, serás el primero en tener
mi número.

FEDERICO: Te puedo traer un equipo de la oficina. Me sobra uno


y a ti no te costaría nada.

GLORIA: ¿En serio?

FEDERICO: Mañana te lo dejo.

GLORIA: Gracias, corazón.

GLORIA le echa miradas de emoción a JULIA, que blanquea los ojos.

FEDERICO: ¿Y el tuyo, guapa?

JULIA: No me sé el número.

GLORIA: Escritora. Vive en otro mundo.

— 90 —
FEDERICO: Y se le respeta. Bueno, señoritas, quería decirles que
fui a la municipalidad para hablar de la carta que están enviando los
vecinos.

JULIA: ¿Qué carta?

FEDERICO: Los vecinos están juntando firmas---

GLORIA: Quieren sacarme de su parque.

FEDERICO: Parece que un vecino conoce a alguien en la municipa-


lidad y descubrió que tienes una deuda de arbitrios.

GLORIA: ¿Y qué? Con eso no me pueden quitar la casa. ¿O sí?

FEDERICO: No es tan simple, Gloria, son quince años de deudas


y con las moras…

JULIA: ¿Cuánto debe?

FEDE muestra un documento. Las mujeres ven la cifra y se preocupan. Mucho.

JULIA: (A GLORIA) ¿Por qué no me dijo? (A FEDE) ¿La pueden


embargar?

FEDERICO: Podrías vender la casa. Como está el mercado, te darían


una fortuna. ¿Estos son 500, 600 metros cuadrados? ¡En Miraflores y
frente a un parque! Estamos hablando mínimo de un millón de dólares.

GLORIA: No voy a vender.

— 91 —
FEDERICO: Podrías comprarte un piso de lujo y en este mismo
parque.

GLORIA: ¡Esos departamentos son cajas de fósforos! Dios te agarre


confesado si hay terremoto. En cambio, esta casa ha sobrevivido cua-
tro.

FEDERICO: Mujer, un millón de dólares. Vives sin preocupaciones


por el resto de tu vida.

GLORIA: No insistas. Toda mi vida está aquí. Y si me quieren sacar,


me sacarán muerta.

JULIA: ¿Podemos fraccionar la deuda?

FEDERICO: Supongo. Puedo acompañarlas a hacer la gestión.

GLORIA: Muchas gracias, corazón.

JULIA: Sí, gracias.

GLORIA: Y que no se hablé más de dinero en la mesa. Da gases.

Comen en silencio, preocupados.

JULIA: (A FEDE) Gloria me dijo que tienes un amigo en una edito-


rial. ¿Crees que necesite correctoras?

Oscuridad.

— 92 —
ESCENA 11
Destetar

GLORIA sale al patio con un palo de escoba que lleva pegado un cartel del que se
lee: «No se vende esta propiedad. No incista». Coloca su cartel en una maceta y se
sienta en la poltrona a leer el periódico. Al poco rato, aparece JULIA, algo más
arreglada que de costumbre.

GLORIA: ¿Café?

JULIA: Sí. ¿No me va a decir cómo me veo?

GLORIA: Muy profesional. ¿A qué hora pasa Fede?

JULIA: Ya, ya es la hora. Gloria, me da nervios subirme a su carro.

GLORIA: Cholita, ¿quién me regaló este celular? El pobre muere por


mí, babea, y no va a hacer nada que le reste puntos conmigo.

JULIA: Si la timbro, usted me viene a buscar.

GLORIA: Lo juro.

JULIA: (Por el cartel) «Insista» es con «ese». Deme la pintura para co-
rregir.

GLORIA: No quiero que te ensucies. Ya lo cambio cuando te vayas.

JULIA: Júrelo.

— 93 —
GLORIA: Palabra de vedette.

FEDERICO se acerca.

FEDERICO: Buen día, guapas. ¿Qué novedades se trae la farándula?

GLORIA toma el periódico y lee los titulares.

GLORIA: Celulitis de Anabella Castaña es un horror, ¿alguien quiere


ver?

FEDERICO y JULIA: Paso.

GLORIA: Ay, las Pandoras resucitan después de veinticinco años.

FEDERICO y JULIA: Paso.

GLORIA: Ex vedette Dalmacia Chacón muere con gerente---

Algo de la noticia impacta a GLORIA. Intenta disimular, cierra el periódico y


trata de encender un cigarro. No funciona el mechero.

JULIA: ¿Qué pasa? Era su amiga.

GLORIA: Jamás.

JULIA: ¿El gerente?

GLORIA: No.

GLORIA se desespera intentando encender el cigarro.

— 94 —
JULIA: ¡¿Era su gerente?!

GLORIA: No, claro que no. ¿Mi gerente? ¿Qué gerente?

Al no poder encender el cigarro, saca su botella de ron y bebe sin reparos delante de
FEDE.

JULIA: Es su innombrable.

GLORIA: No.

JULIA: (A FEDE) No puedo ir a la entrevista.

GLORIA: Tienes que ir.

JULIA: (A FEDE) ¿Podrás pedir disculpas a tu amigo?

FEDERICO: Claro, no hay problema.

GLORIA: Sobre mi cadáver. Te juro que estoy bien, cholita.

FEDERICO: ¿Era amigo suyo el gerente?

GLORIA: Fue mi amante y Julita, acá, se preocupa porque piensa


que estoy afectada. Pero no es así. Estoy bien. Lo nuestro terminó hace
muchos años.

JULIA: No tiene que hacerse la dura, la voy acompañar al velorio.

FEDERICO: Yo las llevo.

— 95 —
GLORIA: ¿Para qué? Las amantes nunca son bien vistas en los velo-
rios. Ese es el lugar de la esposa.

JULIA: Usted tiene derecho a despedirse.

GLORIA: No, yo no tengo ni tuve derecho a nada. Solo a sentir ver-


güenza. Eso me enseñó él: a sentir vergüenza de lo que era. En cambio,
contigo… Vas a conseguir ese trabajo y quiero ver pronto un televisor
nuevo en casa. ¿Estamos?

JULIA: Sí.

FEDERICO: ¿Segura que estarás bien, Glorita?

GLORIA: ¿No me ves? Regia como siempre. Cuídala, Fede.

FEDERICO: Claro que sí. Nos vemos más tarde.

GLORIA le muestra a JULIA su celular.

GLORIA: Lo tengo junto a mí. Anda tranquila, cholita.

JULIA abraza a GLORIA. Esta la separa suavemente y le muestra una gran


sonrisa. JULIA parte con FEDE. A medio camino, regresa su mirada hacia
GLORIA. La mujer se mantiene firme, agita la mano despidiéndose. Solo cuando
está sola, se quiebra.

Oscuridad.

— 96 —
ESCENA 12
Morir

Noche. FEDE ayuda a JULIA a cargar un televisor nuevo y empaquetado. Antes


de ingresar a la casa, JULIA se detiene.

JULIA: Yo lo llevo. Gracias.

FEDERICO: Buenas noches.

FEDE intenta despedirse, pero JULIA se mete a la casa. FEDE se retira. JU-
LIA ingresa a su habitación. Se echa en la cama, cansada. De pronto, escucha rui-
dos en la terraza. Se asoma a la ventana y entre las persianas divisa a GLORIA.
Esta acaba de llegar borracha, cantando «Señora» de Rocío Jurado y apretando
contra su pecho una cajita. GLORIA se derrumba sobre la poltrona. Se duerme.
JULIA le da el encuentro con una frazada y la cubre. Esta por regresar a interio-
res, cuando un pensamiento la detiene. Revisa el escondite de GLORIA en busca
de licor. Encuentra una chata de ron y se la lleva.

Oscuridad.

— 97 —
ESCENA 13
La loba

La terraza es un desorden. En el suelo, botellas de licor vacías, periódicos, basura.


GLORIA duerme en la poltrona, abrazada a su cajita. Sale JULIA con un café.
Trata de levantarla.

JULIA: Hola. ¿Quiere café?

GLORIA: No.

JULIA: ¿Por qué no se viene a ver una película al televisor nuevo?

GLORIA: No.

JULIA: Está haciendo frío, Gloria.

GLORIA: Qué raro porque yo siento que me quemo. Será la rabia,


Julita. Diez años habrá sido la última vez que lo vi. Le dije todo lo
que pensaba. No me callé nada. Cerré el capítulo, pensé. Pero aquí me
ves… ¿qué me queda de él? ¿Su ropa, un perfume, miles de fotos jun-
tos, cartas de amor? No. (Abre la caja y le muestra su contenido) Solo dejó
esta estúpida corbata. ¿Por qué me duele la muerte de ese infeliz?

JULIA: Fue su gran amor.

GLORIA: Nunca fue amor. Solo mentiras, a su esposa, a mí y a otras.


Se murió junto a otra y yo no lo soporto. No puedo pensar en nada
más. Durante años «¿será feliz?», eso me preguntaba. ¿Piensa en mí al
levantarse? ¿Extraña nuestros besos, mi olor, las risas en la cama? De

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repente era un hombre que solo se quería a sí mismo. De repente murió
sin ser consciente del daño que me hizo. Tienes razón, Julia, vivir en
este caos es insoportable.

GLORIA busca la botella de ron en su escondite. Al no encontrarla, continúa la


pesquisa por toda la terraza.

GLORIA: Humillación tras humillación, ese mierda se robó mi luz.


Me convirtió en este animal herido, oscuro, rabioso. ¡Y ahora se muere
sin pedir perdón! El miserable se muere y a mí me quema esta pena.
¿Dónde carajo está el ron?

JULIA: Lo boté.

GLORIA: ¿Por qué hiciste eso?

JULIA: Porque ya no quiero verla así. Me asusta. No quiero que nada


malo le pase. ¿Qué me hago yo sin usted?

GLORIA: ¿Qué haces? Pues eres feliz. Sí. Y este no es un buen lugar
para ti. Tienes que irte.

JULIA: No.

GLORIA: Mírame, Julia. Mírame bien. Soy igual que él. Un lobo.
Destruí a mi hijo, destruí todo lo que me rodeaba. ¡Ni la casa queda en
pie! Y ahora tú estás aquí. ¿Qué te puedo ofrecer yo? Una borracha, una
puta, no soy más que una mujer a medias, una amante---

JULIA: No diga eso.

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GLORIA: Es la verdad. Y también es verdad que estoy envejeciendo
y tú eres joven. Estás llena de posibilidades y yo… No quiero que te
quedes aquí a ver cómo me apago. No quiero que termines ayudándo-
me a dar pasitos, a cagar y cambiarme los pañales.

JULIA: Si llega el momento, lo haré con gusto.

GLORIA: Te quiero demasiado para permitirlo. Así que te vas.

JULIA: No puede botarme.

GLORIA se violenta, empuja a JULIA.

GLORIA: Vete, Julia. ¡Vete, mierda!

JULIA: ¡No! ¡Esta es mi casa!

GLORIA: Es solo mía y de mi hijo. Tú no tienes nada que hacer acá.


Se acabó, te quiero fuera de mi vida. ¡Vete! ¡Vete!

JULIA entra a la casa. Ingresa al cuarto. Saca un maletín y comienza a guardar


su ropa. En la terraza, GLORIA se descubre observada por una vecina.

GLORIA: ¿Qué, qué miras? ¿Te parezco una loca? Pero diez veces
más mujer que tú. Pregúntale a tu hombre cómo se derretía viéndome
bailar. Claro, huye. ¿Crees que si caminas rápido no me vas a escuchar?
Pues te lo gritaré: «Ese hombre es un gran necio, un estúpido, engreído,
egoísta y caprichoso, un payaso vanidoso, inconsciente y presumido,
falso enano rencoroso que no tiene corazón».

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GLORIA se derrumba. JULIA la observa desde su habitación. Decide regresar
a la terraza.

JULIA: Dice que es un lobo. Pero no creo que tenga claro qué tipo de
lobo es, Gloria. Sí, son muy conocidos los mitos donde aparecen como
criaturas violentas y voraces. Los hombres lobos, acusados de raptar
mujeres vírgenes.

GLORIA: Raptarlas y devorarlas.

JULIA: Pero también hay mitos de lobos que fundan clanes, dinastías,
ciudades.

GLORIA: No me marees con tus conocimientos.

JULIA: Esas historias eligen lobos porque tienen la fuerza para con-
ducir a las manadas.

GLORIA: Está claro que no soy de ese tipo.

JULIA: Astutos, leales y compasivos. Y si hablamos de las lobas…


hay casos, Gloria, casos reales de lobas que encuentran niños perdidos.
Podrían comérselos y no… les dan de beber su propia leche. Lobas que
amamantan huérfanos y los protegen como si fueran suyos.

GLORIA: Los crían como salvajes. Les limitan la vida.

JULIA: Usted es mi familia.

GLORIA: Tu mamá está en Italia, corazón. Allá tienes que ir. (Se
quita la cadena con el diamante y se la entrega a JULIA) Toma, quiero que lo

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vendas. Te darán buen dinero. Viaja a ver a tu mamacita. Quiero que
conozcas Europa y que conozcas el mundo.

JULIA: ¿Va a renunciar a mí?

GLORIA: Ahora duele, pero después me lo vas a agradecer, cholita.

JULIA: «Para reservarte», le dijo, «hasta que sea libre». Y usted lo es-
peró todos estos años. Por eso no se la quitaba, porque en el fondo
esperaba que volviera. Pero ahora, Gloria, ya está libre. Ya no es una
amante. Ahora es una señora.

GLORIA: No hables tonterías.

JULIA: Una señora y mi familia. Porque no tendremos la misma san-


gre, pero usted es de mi manada y las manadas permanecen unidas y se
protegen. Solo así sobreviven. Yo la necesito para sobrevivir. Y claro
que vamos a vender ese diamante. Mañana mismo.

JULIA empieza a limpiar y a ordenar la terraza.

JULIA: Con lo que nos den tenemos que comprar pintura. La casa ne-
cesita urgente una buena lavada de cara. ¡Y un jardinero! Hacer arreglos
en la cocina y los pisos---

GLORIA: No hagas esto.

JULIA: Ah, y un par de buenas estufas para el invierno porque el pa-


sado fue insoportable.

GLORIA: Julita…

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JULIA: Está bien, no crea que no pienso en usted. También compra-
remos una de esas ridículas piscinas hechas en China. Ya la veo en la
noche, robando la manguera del parque para llenarla. ¡Qué ánimo de
joder, Gloria! ¡Sabe que se va a ganar un problema con los serenos,
pero a ver quién la detiene!

GLORIA: Nadie.

JULIA: Que se jodan los serenos.

GLORIA: Que se jodan. Esta es nuestra propiedad.

JULIA: Nuestra.

GLORIA la mira con agradecimiento.

JULIA: ¿Va a ayudarme a limpiar o espera que haga todo sola?

GLORIA: No, voy a ayudar.

Recogen todo el desorden, hasta que JULIA descubre a FEDE caminando hacia
ellas.

JULIA: ¡Mierda! ¡Allá viene su Fede! ¡Arréglese!

GLORIA: Carajo, ¿estoy apestando?

JULIA: No, y todas esas lágrimas la han adelgazado.

GLORIA: Para algo tenía que servir ese innombrable.

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Llega FEDERICO.

FEDERICO: Buen día, guapas.

GLORIA: Buen día, corazón.

FEDERICO: ¿Cómo te sientes, Glorita?

GLORIA: Mejor que nunca.

JULIA: ¿Por qué no se sientan? Les voy a traer café y galletas.

GLORIA: ¡Espera!

GLORIA sienta a JULIA a su lado.

GLORIA: Fede, ya sabes que he estado un poco malita por la influen-


za de mierda, y no he tenido tiempo de agradecerte por traerme a Julita
del trabajo, todos los días, sana y salva.

FEDERICO: Es un placer. Calladita como es su sobrina---

GLORIA: Prima.

FEDERICO: Despierta mucha curiosidad. Siempre me pregunto en


qué piensan esos ojos.

GLORIA se da cuenta del interés de FEDE por JULIA.

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JULIA: ¿Con ese discursito impresionas a las chicas? Voy a traerle su
café, Gloria.

GLORIA: No, quédate con nosotros. Cuéntanos de tu trabajo.

JULIA: No hay nada que contar. Va bien.

GLORIA: ¿Pero te gusta?

JULIA: Sí. ¿Va a seguir con el interrogatorio?

GLORIA: Podemos pasar a la otra trinchera. ¿Cómo va el trabajo,


mi Fede?

FEDERICO: ¿Te acuerdas la licitación que ganamos? Pues ya esta-


mos construyendo los caminos a la ciudad de Huancayo. Avanzando
a buen paso. La próxima semana tendré que viajar allá. El paisaje es
increíble, algún día me gustaría llevarlas en la camioneta nueva.

GLORIA: ¡Una camioneta nueva! ¿La conoces?

JULIA: Sí.

GLORIA: ¿Qué tal?

JULIA: Ostentosa.

GLORIA: (La disculpa con Fede) Salió comunista, pero con lindos ojos.

JULIA: No hay que ser comunista para darse cuenta de la injusticia.


Vienen los españoles y de frente les dan las licitaciones, las gerencias,

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unos sueldazos y nosotros… nosotros vamos limpiar inodoros en «la
madre patria».

FEDERICO: No niego que sea injusto, pero yo... solo vi una opor-
tunidad de salir adelante y la tomé.

GLORIA: Como debe ser. Las oportunidades hay que tomarlas siempre.

JULIA: Y con esa filosofía de vida seguro que la estás pasando muy
bien con las peruanitas que se derriten ni bien ven a un español que les
dice «hola, guapa». ¿Cuántas vas sumando a tu lista de conquistas?

FEDERICO: Yo vine casado, Julia.

JULIA: ¿Y qué pasó? ¿Demasiada tentación?

FEDERICO: Yo quería un hogar y ella quería ascender en el trabajo,


eso pasó.

JULIA: Bueno, ahí tienes a la vecinita de las mallas. Seguro que ella
estaría encantada de jugar contigo a la familia feliz.

FEDERICO: Seguro, pero me aburre a muerte. Esa mujer es…


¿cómo dices, Gloria? ¡Como chupar…

GLORIA: Clavo.

FEDERICO: No pegamos. Yo me la paso mejor con ustedes. Tu tía


Gloria es como una madre para mí.

JULIA: Gloria no podría ser tu madre, es mucho menor.

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FEDERICO: Pero puro corazón como mi vieja. Corazón y pasión
como esta señora. Vieran qué historia de amor la que tuvo con mi pa-
dre, épica y tormentosa. Ya se las contaré algún día.

GLORIA: Mañana podríamos estar muertas. Cuéntala hoy.

FEDERICO: Familias que se oponen, un viaje para separarlos, un


reencuentro veinte años más tarde y una fuga, con policía incluida.

GLORIA: Bravo.

FEDERICO: Mi madre me tuvo bien pasados los cuarenta, para esa


época, mi nacimiento fue casi un milagro. La pena es que antes de
cumplir los treinta ya los había enterrado a los dos. Entonces me juré
que tendría mis hijitos joven. Quería tener muchos: cuatro, cinco. Una
casa grande, con mucha risa, mucho alboroto. ¿Qué iba pensar que ter-
minaría con un departamento vacío, hablando solo? No hay nada que
hacer, la vida hace lo que le da la gana. Eso sí, yo soy un firme creyente
de que al mal tiempo, buena cara. Y me gusta este país. Siento que este
es el lugar al que pertenezco, tanto que… estoy pensando en adoptar
un niño. ¿Qué les parece?

JULIA: (Sorprendida, sincera) Lindo.

GLORIA: Sí, lindo.

JULIA y FEDE se miran. Ella, incómoda por la conexión, se pone de pie.

JULIA: Voy por las galletas.

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JULIA sale.

GLORIA: (A FEDE) Perro que ladra no muerde. Invítala a salir,


corazón.

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ESCENA 14
Purga

Noche. FEDE acompaña a JULIA hasta la casa.

JULIA: No es necesario que me acompañes hasta acá todos los días.

FEDERICO: Me gusta.

Se van a despedir. Ella se acerca a darle un beso en la mejilla, él se inclina para el


mismo lado. El encuentro arranca una sonrisa a JULIA.

FEDERICO: Me gustas, Julia. Disculpa, no soy bueno en estas co-


sas. Debí decirte para ir a un café, al cine y de frente te suelto el me
gustas. Y tú… ¿Ese es un no? ¿O sí?

JULIA niega.

FEDERICO: Al menos lo dije. Bueno, será mejor que…

FEDE está por irse, pero decide regresar.

FEDERICO: ¿Por qué? No quiero incomodarte, pero me ayudaría


saber si hay algo en mí que---

JULIA: No te convengo.

FEDERICO: ¿Quién lo dice? Digo… podemos tener opiniones dis-


tintas. Al menos permíteme un café. Solo eso. Vamos al de la esquina si
prefieres. Hablamos de ti, de mí. O no. Podemos quedarnos en silencio.

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JULIA: No entiendes. Si fuera tú saldría corriendo. De verdad, ¡corre!

FEDERICO: Yo soy de los que se quedan, Julia, y no sé qué te ha


pasado, pero sé escuchar.

JULIA: Gloria me está esperando.

FEDERICO: Vale. Mañana paso por ti…

JULIA: No sé si sea una buena idea.

FEDERICO: Lo es. Subirás al carro, me ignorarás como siempre.


Bajarás el vidrio. Apagaré el aire acondicionado, pondré música que
creo que te gusta, hablaré tonterías y de repente logro sacarte una son-
risa y eso basta y sobra para que sea un buen día. No pido nada más.

JULIA asiente.

FEDERICO: Entonces, hasta mañana.

JULIA ingresa a la casa. En su dormitorio está GLORIA, lee unas revistas. Se


emociona cuando llega JULIA.

GLORIA: Cuéntalo todo y exagera. ¿Qué te dijo?

JULIA: ¿Quién?

GLORIA: ¡El Fede! ¿Fue romántico?, ¿te besó? ¿Qué tal besa? ¡De-
talles, Julia, detalles!

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JULIA: ¿Usted sabía? Pero está ilusionada con él. Le gusta.

GLORIA: Me gusta más para ti. Es para ti, Julita. Yo misma le dije
que te invite a salir.

JULIA: ¿Por qué hizo eso? ¡No se da cuenta, Gloria! Yo no puedo.

GLORIA: ¿Cómo que no? Con un hombrezote como ese, estás en la


obligación moral de intentarlo.

JULIA: ¡No entiende!

GLORIA: Sí entiendo. Te jodieron. Sí, pasaste por algo terrible, pero


eso no te impide volver a confiar, a querer, a amar.

JULIA: ¿Cómo? Si ese hombre sigue en mi cuerpo. Está aquí, aquí,


Gloria.

GLORIA: ¿Dónde?

JULIA: Aquí. Sigue aquí.

JULIA se abre la blusa violentamente. Le muestra una larga cicatriz en el centro


de su pecho.

JULIA: ¿Cómo le hago lugar al amor en este cuerpo, si está todo


marcado?

GLORIA: Todos los cuerpos tienen sus marcas. Una caída, un acci-
dente, una enfermedad, una cirugía, hasta las estrías… van registrando
momentos de nuestra vida. Pero no son toda nuestra vida, Julia. Yo que

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tú, miraría cara a cara a esa cicatriz y le daría el lugar que se merece.
Vamos, Julia. Suéltalo de una vez. Cuéntame la historia de esta marca.

JULIA: No.

GLORIA: ¿El hombre que te la hizo era alto, bajo, flaco, moreno?
¿Cómo era? ¡Julia!

JULIA: Moreno.

GLORIA: ¿Pelo largo o corto?

JULIA: Tenía un corte militar y los ojos inyectados.

GLORIA: Iba en un carro.

JULIA: Baja la velocidad. Me dice si quiero subir y yo avanzo más


rápido. Escucho que abre la puerta. Sale del carro. Viene por mí, sé que
viene por mí y no puedo respirar, Gloria. Solo dos cuadras. Dos más.
De lejos veo mi casa. Mi casa está allí. Pero él me carga y me mete al
carro.

GLORIA: Ya no puede hacerte nada. Ahora está en la cárcel, cholita.


Tú lo denunciaste y lo metieron a la cárcel.

JULIA: A él, pero no a su amigo.

GLORIA: Eran dos.

JULIA: El que maneja tiene un tatuaje de águila. El otro, trata de ta-


parme la boca para que no grite. Los gritos vienen de mí, sí, pero de

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una parte que no conozco. No puedo parar de gritar. Frena el carro,
gira y me revienta el puño. No siento nada. ¿Por qué no siento nada?
Mis manos tratan de llegar al pestillo y no puedo llegar al pestillo, Glo-
ria. Solo siento otro golpe. La sangre está caliente. Veo las calles que
se alejan. Mi casa, mi vida, se pierden… No te muevas, me dice, nos
vamos de juerga. Viernes, sábado. Le pedía a Dios, le rogaba, que me
mataran de una vez, pero llegó el domingo y yo seguía viva. El del
tatuaje me apretaba con las manos el cuello. De nada sirve ajustar por-
que te voy a dar más fuerte. Y seguía a pesar de la mierda y la orina.
Mi puerquita, me decía y mandaba al milico a limpiarme. Él lo hacía
rápido, casi por cumplir, y cuando el del tatuaje no se daba cuenta, me
susurraba al oído que lo perdone. Quería que lo perdone, pero no hacía
nada el hijo de puta. Se quedó parado en una esquina cuando su amigo
cogió el cuchillo. «Sigue ajustando y te abro otra vagina entre las tetas.
Asume, flaquita, ya eres mía.»

GLORIA: No eres suya. Tú saliste, Julia. ¿Cómo saliste?

JULIA: Lunes. Era lunes. El del tatuaje salió, iba a taxear. El milico…
Caminaba de un lado a otro. Suéltame, por favor, pero no volteaba a
mirarme. Tomaba. Eran un montón de botellas de cerveza y se queda
dormido. No se despierta cuando trato de romper la cuerda. Estaba
dispuesta a arrancarme la mano... y la cuerda cede. Me paro. Camino a
la puerta. Un paso, dos. Parece que nunca voy a llegar, pero mis dedos
tocan la perilla y allí está la calle. Y corro, corro, corro hasta que escu-
cho un grito. Es mío, pero suena como fiera. Recién me doy cuenta que
no tengo ropa, que hay sangre por todos lados. Hay carros, las bocinas.
Llega la policía. Me cubren con una manta. Hacen preguntas y parece
que explicó los hechos, pero no reconozco mi voz porque yo, ya no
soy yo. La que conocía antes, ya no existe. Solo queda esta otra. Y no
me gusta. No me gusta nada. No me gusta vivir así, sin poder confiar,

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siempre huyendo, muerta de miedo, rogando que el hombre que está
libre no me encuentre.

GLORIA: ¿Por eso vas a la cárcel? ¿Para ver si el que está preso delata
a su amigo?

JULIA: Sí, traté de convencerlo. Pero ya me resigné, ahora sé que


nunca hablará.

GLORIA: Entonces, ¿por qué sigues yendo, Julia?

JULIA: Él acepta mis visitas. No dice nada. Siempre la mirada abajo.


Yo solo estoy tratando de entender, ¿por qué? Y me calma verlo en-
cerrado, me da tranquilidad y placer saber que él también perdió todo.

GLORIA: Tú no has perdido todo.

JULIA: Dejé mi casa, me escondí aquí, pero el miedo sigue. No me lo


puedo sacar de la cabeza. Sus ojos, el odio de sus ojos. Pienso que va a
regresar para terminar conmigo.

GLORIA: No, Julita, ese hombre no te va a buscar. Conozco muy


bien a los de su clase. Buscan víctimas, Julia. Pero tú ya no eres una
víctima. Tú sobreviviste. ¡Eso! Eso fue lo que vi en ti el primer día
que llegaste. Eso fue lo que me conectó contigo, porque por afuera no
tenemos mucho en común, pero acá, adentro, ¡tú y yo somos sobrevi-
vientes! Y eso hay que celebrarlo. Hoy cumples un año conmigo y te
tengo un regalo. Espera.

GLORIA saca del baño un jarrón y una batea con agua y pétalos de flores.

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GLORIA: Es para hacerte un baño de florecimiento. Ya sé que no
crees en estos rituales, pero podrías verlo como una manera de cerrar
una etapa de dolor y comenzar una nueva etapa…

JULIA: ¿Qué tengo que hacer?

GLORIA: Quítate la ropa. No tengas vergüenza, Julia.

JULIA comienza a desvestirse. GLORIA llena el jarrón con agua.

GLORIA: Esa es la marca que te hizo un hombre, sí, pero cuando


mires tu cuerpo también tienes que ver tus propias marcas. Todas estas,
me las hice yo, para bien, para mal. En mi cuerpo está escrita la his-
toria que construí. Y ya es hora de que tú salgas al mundo y te hagas
tus propias marcas. Tienes que salir, Julia, y cagarla y acertar. Correr el
riesgo de amar, de gozar. Tienes que sentir que tú también hiciste. Esos
hombres, esos días, son parte de ti, pero no son todo. Tú eres más y vas
a ser más. ¿Quieres eso?

JULIA: Sí.

GLORIA baña a JULIA.

JULIA: Los lobos… ¿Sabe que tienen visión nocturna? Como pueden
ver en la oscuridad, se les invoca como guías para no perderse en las
tinieblas, para salir del final de un pozo negro y llegar a la luz.

GLORIA: Eso hiciste conmigo, Julia. Tú me sanaste y ahora te toca


sanarte a ti.

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GLORIA entrega un jarrón con agua y flores a JULIA. La joven limpia su
cuerpo. Siente esperanza. Sonríe.

Oscuridad.

Fin.

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Sobre lobos
se terminó de imprimir en julio de 2016
por encargo del Grupo Editorial Caja Negra.
El tiraje fue de 1 000 ejemplares.

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