El Hielo. Vladimir Sorokin
El Hielo. Vladimir Sorokin
El Hielo. Vladimir Sorokin
El hielo
Vladimir Sorokin
El hielo
Traduccin de Yulia Dobrovolskaia y Jos Mara Muoz Rovira
Del vientre de quin sale el hielo, y quin da a luz la escarcha del cielo? Libro de Job, 38:29
Primera parte
Hermano Ural
23.42 Afueras de Mosc. Mytischi. C. Siliktnaia, 4, edificio 2. Nave del nuevo almacn de Mosobltelefontrest. Un todoterreno Lincoln Navigator azul oscuro. Ha entrado en el pabelln. Calla el motor. Los faros rescatan de las sombras el suelo de hormign, cajas con transformadores, bobinas de cable subterrneo, un compresor disel, sacos de cemento, un barril lleno de betn, unas angarillas rotas, tres envases vacos de leche, una barra, colillas, una rata muerta, dos pilas resecas de excrementos. Gorobovetz regresa a pie hasta las puertas. Tira de los asideros. Las hojas de acero rechinan, se encuentran. Echa el cerrojo. Escupe. Vuelve hacia el coche. Urnov y Rutman se han bajado. Abren el maletero. En el suelo del todoterreno yacen dos hombres con las manos esposadas y las bocas tapadas. Llega Gorobovetz. El interruptor est por all Urnov saca una madeja de cuerda. Es que as no se ve? Rutman se quita los guantes. No mucho Urnov entorna los ojos. Colega, lo que cuenta es que se oiga! Gorobovetz sonre. La acstica aqu es buena Urnov se frota la cara en un gesto cansado. Vamos all.
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Extraen a los prisioneros del coche. Los conducen hacia dos columnas de acero. Los atan a conciencia. Se ponen de pie rodendolos. Silenciosos, clavan sus miradas en ellos. La luz de los faros ilumina a la gente. Los cinco son rubios de ojos azules. Urnov: 30 aos, alto, de hombros estrechos, rostro enjuto, inteligente, viste una gabardina beige. Rutman: 21 aos, de altura media, flaca, de pecho llano, figura juncal, rostro plido, corriente, cazadora azul oscuro y pantalones de cuero. Gorobovetz: 54 aos, barbudo, bajo, corpulento, manos nudosas de campesino, pecho de toro, rostro basto, abrigo de piel vuelta amarillo oscuro. Los atados: 1. Unos 50 aos, gordo, bien cuidado, cara colorada, traje caro. 2. Joven, lambrija, de nariz corvada, granujiento, tejanos negros y chaqueta de cuero. Sus bocas estn tapadas con cinta adhesiva transparente. Comencemos con ste Urnov seala con la cabeza al gordo. Rutman saca del coche un cofre metlico alargado. Lo deja en el suelo de hormign ante Urnov. Abre las cerraduras metlicas. El cofre resulta una mininevera. Dentro se hallan yuxtapuestos dos martillos de hielo: cabezales cilndricos de hielo, astiles largos escabrosos de madera unidos a los cabezales mediante correas de cuero crudo. La escarcha cubre los astiles. Urnov se ha puesto los guantes. Ha cogido un martillo. Ha dado un paso hacia el atado. Gorobovetz le ha desabrochado la americana. Le ha sacado la corbata. Ha tirado de su camisa. Los botones se han derramado. Han quedado al descubierto el fofo pecho blanco con pezones pequeos y el crucifijo dorado colgado de la cadena.
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Los dedos callosos de Gorobovetz han arrancado el crucifijo. El gordo ha gemido. Ha empezado a hacer seales con los ojos. Mueve la cabeza. Responde! le conmina Urnov en voz alta. Alza la mano que empua el martillo y le propina un golpe en el centro del pecho. El gordo produce un mugido ms hondo. Los tres se quedan inmviles y escuchan. Responde! repite Urnov tras la pausa. Y otra vez golpea duro. El gordo ruge desde las entraas. Los tres estn petrificados. Aguzan el odo. Responde! Urnov golpea todava ms fuerte. El hombre muge y ruge. Su cuerpo tiembla. Tres hematomas redondos afloran en el pecho. Djamelo a m, joder! Gorobovetz se escupe en las manos y se apodera del martillo. Lo enarbola. Responde! el martillo cae sobre el pecho con un sonido sordo y profundo. Se dispersan esquirlas de hielo. Y otra vez se petrifican los tres. Escuchan. El gordifln gime y se ablanda. Su cara se ha puesto plida. El pecho, crdeno y empapado de sudor. Orsa? Orus? Rutman se toca los labios en un gesto inseguro. Son las tripas Gorobovetz menea la cabeza. Es abajo Urnov asiente dndole la razn. Est vaco. Responde! vocifera Gorobovetz y golpea. El cuerpo del hombre se contrae. Y se cuelga sin fuerzas de las cuerdas. Se han aproximado al mximo. Han girado los odos hacia el pecho amoratado. Escuchan atentamente. Ruge con las tripas... Gorobovetz suspira afligido. Alza las manos. Res-pon-de!
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Res-pon-de! Res-pon-de! Res-pon-de! Golpea. Golpea. Golpea. Vuelan fragmentos de hielo desprendidos del martillo. Crujido de huesos. La sangre brota por la boca. Vaco Urnov se endereza. Vaco Rutman se muerde el labio. Vaco, la madre que lo... Gorobovetz se apoya en el martillo. Jadea. Oh... Mamita, mamita... Por qu no paran de parir a intiles vacos? Vaya temporada suspira Rutman. Gorobovetz golpea furioso el suelo con el martillo. El cabezal de hielo se rompe. El hielo sale disparado en todas direcciones. Las correas rotas quedan colgando. Gorobovetz tira el astil al cofre. Coge el otro martillo. Se lo entrega a Urnov. Urnov limpia el astil de escarcha. Lgubre, fija la mirada en el cuerpo exnime del gordo. Luego, la desplaza lentamente hacia el segundo. Dos pares de ojos azules se encuentran. El atado empieza a debatirse, alla. Tranquilo, hijo Gorobovetz limpia las salpicaduras de sangre de su mejilla. Le aprieta las fosas nasales y tira hacia el suelo. Se inclina y vuelve a erguirse limpindose la mano con el abrigo. Oye, Ire, es el decimosexto al que hemos sonado y otra vez la oquedad! No recuerdo tanta mala suerte. Qu mierda de prueba del piramidn es sta? El decimosexto! Y vaco. Aunque fuera el centsimo decimosexto Urnov desabrocha la chaqueta del joven atado. El chico gime. Sus rodillas flacuchas tiemblan. Rutman ayuda a Urnov. Entre los dos desgarran por delante la camiseta negra con la inscripcin roja www.fuck.ru. Debajo se estremece el pecho blanco huesudo cubierto de pecas. Urnov medita. Le pasa el martillo a Gorobovetz:
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Venga, Rom, hazlo t. No me he comido ni una rosca en diez intentos. Vale... Gorobovetz se escupe en las manos. Agarra la herramienta. Alza las manos: Responde! El cilindro de hielo encalla silbando en el esternn delgaducho. El cuerpo del atado se contrae por el golpe. Los tres prestan el odo. Las finas fosas nasales del chico se dilatan. Por all escapan sus sollozos. Gorobovetz menea, afligido, la cabeza desgreada. Lentamente lleva el martillo hacia atrs. Res-pon-de! El silbido del aire hendido. El golpe sonoro. Las salpicaduras de migas heladas. Los gemidos debilitndose. Algo... algo... Rutman ausculta el pecho azulado. La parte superior, tan slo la superior... Urnov mueve la cabeza en un gesto negativo. Es que... no s... Ah? O ha sido en la garganta? Gorobovetz se rasca la barba rojiza. Rom, otra vez, pero ms preciso ordena Urnov. Ms preciso imposible... Gorobovetz alza las manos. Res-pon-de! El esternn se resquebraja. El hielo se derrama hacia el suelo. La sangre brota por la piel rota. El chico cuelga inanimado de las cuerdas. Los ojos azules se ponen en blanco. Las pestaas negras tiemblan. Los tres escuchan. Un flojo estertor entrecortado resuena en el interior del pecho. Ya est! se inquieta Urnov. Vlgame Dios! Gorobovetz tira el martillo. Lo saba! Rutman, alegre, se re. Se sopla los dedos. Los tres se pegan al pecho del joven.
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Habla con el corazn! Habla con el corazn! Habla con el corazn! celebra Urnov en voz alta. Habla, habla, habla, hijo! murmura Goro bovetz. Habla con el corazn, con el corazn, habla... susurra Rutman alegremente. De dentro del pecho ensangrentado y azul del chico surge un extrao rumor casi inaudible. Di tu nombre! Di tu nombre! Di tu nombre! repite Urnov. Di el nombre, hijo, el nombre, dilo! Gorobovetz acaricia el pelo rubio del joven. Tu nombre, di tu nombre, di tu nombre, tu nombre, tu nombre... susurra Rutman al pezn de color rosa plido. Se han quedado inmviles. Se petrifican. Escuchan. Ural pronuncia Urnov. Ur... Ura... Ural! Gorobovetz se tira de la barba. Uraaaal... Uraaaal... Rutman entrecierra los ojos. Un feliz ajetreo se apodera de ellos. Rpido, rpido! Urnov ha sacado una tosca navaja con el mango de madera. Han cortado las cuerdas. Han arrancado la cinta de la boca. Han acostado al chico en el suelo de hormign. Rutman ha trado el botiqun. Ahora saca el hidrato de amonio. Lo acerca. Urnov pone sobre el pecho martillado una toalla hmeda. Gorobovetz sostiene al joven por la espalda. Lo mece cuidadosamente: Venga, hijo, venga, pequen... El chico se contrae con todo su cuerpo flacucho. Sus botas de suelas gruesas se agitan en el suelo. Ha abierto los ojos. Suspira dolorosamente. Se le escapan gases. Se pone a lloriquear.
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As est bien. No te cortes, saca esos pedos, pequen... de un tirn, Gorobovetz lo levanta del suelo. Sus piernas, recias y arqueadas, pisan firme mientras lo lleva al coche. Urnov levanta el martillo. Rompe el hielo contra el suelo. Lanza el astil al cofre. Cierra. Recoge. Han instalado al chico en el asiento trasero. Gorobovetz y Rutman se sientan a ambos lados. Lo sostienen. Urnov ha abierto las puertas. Saca el coche hacia la oscuridad hmeda y fra. Se baja. Cierra las puertas del almacn. Vuelve a ponerse al volante. Conduce por una carretera estrecha y algo escabrosa. Los faros iluminan los bordes con restos de nieve sucia. El reloj luminoso indica las 00.20. Te llamas Yuri? Urnov mira al chico por el retrovisor. Yu... ri... Lapin... espira el muchacho con dificultad. Recuerda: tu nombre verdadero es Ural. Tu corazn ha pronunciado ese nombre. Hasta el da de hoy no habas vivido, slo habas existido. Hoy empiezas a vivir. A vivir como es digno del hombre libre. Recibirs todo lo que desees. Y no habr meta en tu vida que quede fuera de tu alcance. Cuntos aos tienes? Veinte... Pues todos esos veinte aos has estado dormido. Ahora te has despertado. Nosotros, tus hermanos, hemos despertado tu corazn. Soy Ire. Soy Rom Gorobovetz acaricia la mejilla del chico. Y yo soy Ojam Rutman le guia un ojo. Aparta un mechn de la frente sudada de Lapin. Vamos a llevarte al hospital, all te curarn la herida y podrs recuperarte. El joven, acorralado, bizquea a Rutman. Luego al barbudo Gorobovetz. Y... yo... Y cundo yo... Cundo... Necesito...
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No hagas preguntas le interrumpe Urnov. Ests trastornado. Y debes acostumbrarte. Todava ests muy dbil Gorobovetz le pasa la mano por la cabeza. Antes necesitas guardar cama, hablaremos luego. Entonces lo sabrs todo. Duele? Rutman aprieta con precaucin la toalla hmeda contra los hematomas redondos. Due... le... el joven solloza. Ha cerrado los ojos. Por fin ha servido la toalla. Estoy harta de mojarla ante cada tipo que sonamos para luego descubrir otra oquedad. Y despus, claro est: a escurrirla! Rutman se re y abraza al chico con extrema delicadeza. Oye..., qu pasada que seas de los nuestros. Me alegro tanto... El todoterreno da bandazos en los baches. Al muchacho se le escapa un grito. Eh, para el carro... No corras... Gorobovetz se manosea la barba. Digan lo que digan, nuestras carreteras son una mierda Rutman sostiene cuidadosamente la cabeza del joven. Acabas de darte cuenta, Ojam? Urnov sonre al espejo. Cierra el pico, listillo... Te duele mucho, Ural? ha disfrutado pronunciando el nuevo nombre. Mucho... Aaaah! el joven alla y lanza gritos. Ya est, ya est. Se acab el traqueteo Urnov conduce ahora con cuidado. El coche sale arrastrndose a la autopista Yaros lvskoe. Gira. Va a toda prisa en direccin Mosc. Eres estudiante afirma Rutman. MGU*, Facultad de Periodismo. El chico asiente con un tenue gemido.
* MGU (Moskvski Gosudarstvenni Universitet): Universidad estatal de Mosc. (N. de los T.)
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Yo tambin estudiaba. En la Universidad Pedaggica. Ea, chaval, al parecer t... Gorobovetz sonre. Arruga la nariz. Te has cagado! Del susto, pequen! Lapin huele un poco a excrementos. Es bastante habitual Urnov entorna los ojos mirando a la carretera. Cuando me sonaron yo tambin produje papillita marrn Rutman observa fijamente el rostro delgado del chico. Y luego aad de propina un poquito de agita. Y t... le toca la entrepierna, por delante ests seco. No sers armenio? El joven menea la cabeza. Pero algo del Cucaso se te habr mezclado, no? su dedo recorre la nariz corva de Lapin. l menea de nuevo la cabeza. La palidez de su rostro es cada vez ms pronunciada. Est cubierto de sudor. Y de las repblicas blticas, tampoco? Tu nariz mola. Djalo, cabrona, la nariz ahora le importa un bledo grue Gorobovetz. Ojam, llama al hospital ordena Urnov. Rutman saca el mvil y marca: Somos nosotros. Llevamos a un paciente. Varn. Diecinueve. S. S. Cunto? Bueno, unos... Veinticinco apunta Urnov. Vein... En media hora estamos. S. Guarda el telfono. Lapin apoya la cabeza sobre su hombro. Cierra los ojos. Se hunde en la nada. Llegan al hospital: Avenida Novolzhnetski, 7. Se paran en el punto de control. Urnov ensea el pase. Se acercan al edificio de tres plantas. Detrs de las
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puertas de cristal aguardan dos enfermeros corpulentos en batas azules. Urnov abre la puerta del coche. Los enfermeros se acercan corriendo. Traen la camilla. Extraen a Lapin. l vuelve en s y produce un grito dbil. Le tumban en la camilla. Lo fijan con los cinturones. Entran zumbando por las puertas del hospital. Rutman y Gorobovetz se quedan al lado del coche. Urnov sigue a la camilla. En el box los espera el doctor: rellenito, cargado de espaldas, cabello copioso con alguna que otra cana, gafas doradas, barba recortada con esmero, bata azul. Est de pie al lado de la pared. Fuma. Sostiene un cenicero en la mano. Los enfermeros le aproximan la camilla. Como siempre? pregunta el doctor. S Urnov mira su barba. Complicaciones? Al parecer hay rotura del esternn. Hace cunto? el doctor levanta la toalla del pecho de Lapin. Har unos... cuarenta minutos. Entra corriendo la asistenta: altura media, pelo castao, rostro serio de pmulos salientes: Lo siento, Semin Iliich. A ver... el doctor apaga la colilla. Deja el cenicero en la peana debajo de la ventana. Se inclina sobre Lapin. Toca el esternn hinchado y tumefacto. Bien. Para empezar, nuestro cctel luminoso. Luego, Rayos X. Ydespus quiero verlo. Se gira bruscamente y va hacia la puerta. Me quedo? pregunta Urnov. No hace falta. Maana el doctor sale. La asistenta desenvuelve la jeringa. Ajusta la aguja. Rompe dos ampollas y llena la jeringa.
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Urnov pasa la mano por la mejilla de Lapin. ste abre los ojos. Levanta la cabeza. Mira alrededor. Tose. Yhace ademn de tirarse de la camilla. Los enfermeros se le echan encima. Noooo! Noooo! Nooooo! grita con la voz ronca. Le aprietan contra la camilla. Empiezan a desvestirle. Huele a excremento fresco. Urnov respira. Lapin llora y ronquea. El enfermero cie con el compresor el delgado antebrazo de Lapin. La asistenta se inclina con la jeringuilla: Sufrir no es necesario... Quiero llamar a casa lloriquea Lapin. Ya ests en tu casa, hermano sonre Urnov. La aguja atraviesa la vena.
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