Un rato después, 2000 años antes
Primidi, 21 de Prairial de 212
...A las dos horas me acerqué a la calzada romana de Ubrique. Donde me dio por extasiarme. Aún hacía calor y el camino estaba completamente desierto. Así que como viajero del tiempo comencé a subir, a buen ritmo y sin agua para mojar la boca, la gran pendiente empedrada, mirando con ojos encendidos un paisaje análogo al que contemplaron muchos durante muchos años.
Comprobé que el firme mampuesto del camino tenía pátina suficiente para haber sido pisado por sandalias, cascos sin herrar, agovías, pezuñas y ahora por mis botas de goma.
Anduve 2000 mil años a la ida, que me vi obligado a desandar en el regreso.
La maestría del diseño de la ruta me hace inclinarme, no sólo para escrutar el detalle de la cuneta empedrada, ante aquellos ingenieros que derivaron las aguas y sortearon arroyos, sin que la naturaleza se haya atrevido en veinte siglos a deteriorar su obra.
Alcancé el abrevadero de Benaocaz, en el que hicieron noche, hablaron y cantaron: arrieros, pastores y caminantes, en todas las lenguas que separan el latín y el español, que son infinitas y una misma lengua a la vez.
Pensé en los miedos del camino, en los riscos amenazadores, en las nevadas sorpresa, nieblas o aguaceros, cuando salvar la vida, la carga o el ganado se convertía en una responsabilidad para los que te esperaban en casa. Ya todos pasaron, por eso mi vivir, mío y personal no deja de ser un homenaje a todo lo anterior.
Ya de regreso me fui cruzando con un buen número de vecinos del pueblo que aprovechan las tardes de bonanza, para con la excusa de guardar la forma física, mantener vivo este pasillo que nos dice a voces y en silencio los caminos que recorrimos hasta llegar donde estamos, y hasta ser quienes somos.
SALUD