Quartidi, 4 de Prairial de 212
La semana pasada viví una jornada de trabajo en campo realmente dura. La he incluido automáticamente entre las que Yo denomino "antológicas": media docena de días dispersos en mis años de actividad laboral caracterizados por la dureza de las condiciones meteorológicas, orográficas, de trabajo...
Cuesta olvidar la mezcla de sensaciones que supone compaginar la gestión de las crisis (trabajo intelectual) con el trabajo duro de desplazarte penosamente y cargado de peso bajo calor extremo, frío, nieve o lluvia ininterrumpida.
Bien conocido por los amantes de la historia bélica, "El General Invierno" ha defendido Rusia en sus momentos más flacos. Pero acaso no mencionar al "General Verano": la Batalla de Bailén fue la primera que perdieron las tropas napoleónicas: a 42ºC, con 20 kilos de material adicional, casacas diseñadas en climas fríos, lejanía de la familia los amigos... ¿Cuánto hay de mera estrategía y cuánto no?
Recuerdo una semana haciendo geofísica eléctrica en Écija, mes de agosto, cargando rollos de cable de 15 kilos y con un compañero gallego que no protestaba porque no le quedaba hálito ni para eso. Y es que a veces hay otros que están peor que tú, y eso te da alas, responsabilidad. Claro que "El Gallego" bajo la lluvia era un fiera.
El martes de la semana pasada añadimos un pequeño aliciente... Nos metimos, una compañera y Yo, en una laguna salada en medio de la campiña sevillana (límite climático entre el cultivo y el desierto) para coger testigos de lodo: los pies hundidos en el barro, la sal redepositada en la cara, la carga de unos 100 kg (dábamos 5 viajes en cada desplazamiento), y el termómetro alcanzó por primera vez este año los 39,5º (en termómetro oficial). De 9 a.m a 9 p.m. allí clavados, hasta los flamencos se reían. Con unos 5 cm de agua que debieron rozar los 35ºC a medio día: un vergel...
Para los de muy al Norte no será fácil recrear la situación.
Por suerte cae la tarde y le entran a uno ganas de contar la historia. Por suerte viene la historia y nos permite elucubrar nuestra Vida, Muerte y Futuro...
...Así que empecé a pensar en las miles de huellas que habíamos dejado en el fango fresco de la laguna casi seca, en que el verano y el viento traerán una capa de polvo seco que cubrirá nuestras huellas, nuestro esfuerzo, y que nadie sabe si quedarán en condiciones apropiadas para ser conservadas años, muchos años. Me da por pensar en las huellas de una familia del Paleolítico que se paseó hace unos miles de años sobre unos sedimentos (creo que en el Norte de España), un niño y sus padres que se acercaban a beber a un río. O una traza de icnofósiles (así se llaman) del cretácico, donde dos dinosaurios carnívoros atacan a un herbívoro de mayor porte...
¿Qué historia contarán de nosotros si algún día les da por musearnos? ¿Sacarán de mis huellas el corte que me hice en el dedo, el espolón que vengo desarrollando? ¿Qué pensarán de que en la época de la aeronáutica, la informática y la aerofagia política, nos moviéramos con un carro de ruedas de tracción animal, muy animal? ¿?
No me creo nada de lo que les he contado, pero me sirve de entorno de reflexión, EXISTENCIALISMO.
Qué somos en el tiempo: navegantes de única singladura. Quién hablará de nosotros cuando hayamos muerto. Quién va a sonreir para y por nosotros esta primavera que apunta, ya, maneras de verano.
SALUD.