Amor silente que diste luz a mis pupilas casi ciegas,
Sólo soy una triste sombra en el vértigo del sueño
y el corazón insistente de memoria y amargura,
es árido recuerdo de tus aleteos en mi piel ahora seca.
Callado amor me visitas como pisadas invisibles de agua,
y aquellas caricias que elevaron el vuelo a los cielos,
son las que derrumbaron mi alma en el acantilado,
besos desmoronados, sólo conjuros despeñados.
Entre las rocas del encono, el abrasador fuego del olvido
y tu voz queda lejos y mi alma, rumor de viento
que deambula sin sangre ni lágrimas,
sin tristeza ni esperanza,
deambula sola como una seca aspiración del sueño.
El corazón expulsado por gemir soledades
El corazón expulsado por gemir soledades
Los amores silentes, que por no haber sido, nunca mueren.
ResponderEliminarPreciosos versos, Lucía. Un abrazo y a cuidarse mucho, que este virus viene fuerte