El frío, sólo un aire frío nos recuerda como se deshojan los últimos días del año.
Es el solsticio, hoy debía ser navidad o Saturnalia o celebración de fuego.
Pero sólo fue un día corto con voz helada que deambulo brevemente para dar paso a la voz nocturna.
Me han contado que hay lugares en el mundo en que el invierno habla con voces de hielo hecho estrellas de cristal, como si el universo descendiera a las manos de los transeúntes. Dicen que son trozos gélidos de besos entre nube y viento. Pero no lo sé porque no conozco la nieve, debe ser como deambular un sueño blanco.
Aquí, cuesta escribir, las manos se entumecen como los pensamientos. Y recurro a simplemente copiar y pegar estas líneas escritas en el siglo XVII, por un poeta verdaderamente grandioso que hizo de la imagen un salto inaudito en el tiempo.
L'l
Hurtas mi vulto y cuanto más le debe
a tu pincel, dos veces peregrino,
de espíritu vivaz el breve lino
en los colores que sediento bebe,
vanas cenizas temo al lino breve,
que émulo del barro le imagino,
a quien (ya etéreo fuese, ya divino)
vida le fió muda esplendor leve.
Belga gentil, prosigue al hurto noble;
que a su materia perdonará el fuego,
y el tiempo ignorará su contextura.
Los siglos que en sus hojas cuenta un roble,
árbol los cuenta sordo, tronco ciego;
quien más ve, quien más oye, menos dura.
Luis de Góngora.
©Lucía de Luna