La búsqueda de las raíces
es una manera soterrada
de andarse por las ramas.
José Bergamín
Transfiguración de la memoria en plata impresa, somos exilio, dilapidación de la memoria, trastierro del llanto. Hay un polvo que retumba en las pisadas como plomo que cae denso y seco. ¿fuimos, fueron, somos? ¿Qué somos realmente sino sangre desteñida en la memoria? Y los pasos que guiaban las pisadas, ya no caminan más estos senderos. Si olvidamos, entonces la raíz queda seca, la tribulación queda sepultada, pero el canto del niño pájaro puede gritarnos desde sus ramas: ¡No pasarán! ¡No, no pasarán!
Entre olas, el trastierro nos descubre entre mareos de llanto lo que es despellejarse la piel de los sueños. No hay pasado, no niña, nunca hables de esto, calla niña, ni siquiera lo recuerdes, esconde ese rojo que te sabía a libertad, pues ciega la justicia ha caído y tu memoria no es sino escombros y ruinas.
Guarda silencio y aguarda, quédate quieta, no hables, que no te descubran, que no sepan que en tu piel sí hay memoria, que hay una herida que sangra, una eterna herida por las duras mordidas de la barbarie. Guarda silencio, se sólo la memoria de grises y quédate tu recuerdo como si fuera un sueño. El 36, sólo recuerda ese número, treinta y seis, porque hasta ahí quedó tu historia. Mira, sólo mira, que en tu cristalina pupila quede grabada aquella carrera de balas, que en tu silencioso ojo se guarde como un secreto, nuestro olvido.
Ahora no somos sino un polvo muy lejano, ya no queda sino el trazo de luz entre escombros que resurgen de entre ruinas, como el último suspiro de lo que fue la piel de la memoria que latía brava y viva. En esta alma, en esta piel, en el trastierro, en los exilios del tiempo y el aire, sé que: ¡No pasarán!, ¡No pasarán!, un día todo pasado será revelado, mientras tanto aguarda en sigilo, esconde tu secreto, graba en tu memoria cómo miré de frente cada una de las balas. Ya debes saber que en el exilio, navegando el trastierro y a la deriva, el viento rara vez sopla a favor...