La ciudad que nunca descansa
amanece entre cristales,
los mismos que viajan a otro lugar.
La ciudad que nunca descansa
dibuja torres en amaneceres,
las mismas que iluminan en cada llegada
y me nublan en cada regreso.
La ciudad que nunca descansa
me regala amigos eternos
y recitales en Malasaña.
La ciudad que nunca descansa
sueña conmigo en cada calle,
en cada esquina,
entre citas escritas en el suelo
del barrio de Las Letras.
La ciudad que nunca descansa
me cuida y me mima.
Sueño que soy su poeta.
Ella todavía no lo sabe.
Náufragos (2018)