Hay lugares que tienen magia, arte por todas las esquinas y personas que te acogen como si fueras una de las 69 joyas creadas por Peter Carl Fabergé.
Hay lugares que te detienen en el tiempo, te olvidas del reloj y del día a día.
Hay lugares que son refugio y te conviertes en uno más desde que pisas la primera piedra, como si hubieses estado allí desde siempre.
Hay un lugar único, especial y lleno de arte en mi tierra.
Ese lugar es Peroblasco.
Gracias a Rufus por hacerme el precioso regalo de ser invitada a la rueda poética junto a María Antonia San Felipe y Juan Pablo de la Roa. Gracias a Esther por su buen hacer, y ese vaso con restos de humo lleno de cariño. A todas las personas que llenaron Peroblasco, a los amigos reencontrados, a nuestra tendera poética y a todos los asistentes por su calor y su cercanía.
Con Juan Pablo de la Roa y María Antonia San Felipe |
Desde hace 5 años colaboro con mi amigo Luis en la maravillosa tarea de que el legado de su tío, pintor y poeta no se pierda en el tiempo. Creamos un blog Amarneciendo para ir dejando por escrito cual cuaderno de bitácora todos nuestros descubrimientos, toda su obra pictórica, toda su poesía.
Me enamoré de la sensibilidad y de la obra de Miguel Ángel Andés desde el primer momento, desde que vi aquella fotografía que formó parte de la primera entrada de Amarneciendo. Cuál fue mi emoción al ver que la vida sin darnos cuenta se va conectando y que como por arte de magia todo tiene sentido. Miguel Ángel tenía una bonita colección de cajitas de cerillas pintadas por él. En una de mis visitas a Madrid, Luis me enseñó una que guarda como una joya, me pareció preciosa, única.
Desde este sábado soy la afortunada de tener mi propia cajita de cerillas de Fosforito Poético con varios de mis poemas, el relato ganador y los poemas de mis compañeros.
Cajita de cerillas pintada por Miguel Ángel Andés |
Sí, soy una chica con suerte.
Fotografías: álbum personal
Contacto: [email protected]
Twitter: @c_grant1
Facebook: Rita
Poemario: Punto y seguido
Poemario: Se avecinan noches de tormenta