Cuando Spielberg produce una
serie, pone la pasta, el nombre y se desentiende. Su mano ni está, ni se la
espera. Pero cuando hace lo propio con una película, a veces le gusta
mangonear. De todos son conocidos ejemplos, como “Los Goonies” o “Poltergeist”
que, aunque firmados por otros, quien decidía cómo realizar más escenas de las
debidas, era precisamente él. Lo de “Jurassic World” es la última de esa lista
de cuasi-autorías no confesadas, pero, a la vez, resulta un caso paradójico.
Y es que, a comienzos de los
noventa, al bueno de Steven lo que le quitaba el sueño era hacer una gran obra
sobre el Holocausto. Solo encontraba problemas para financiarla, por lo que
pactó con los estudios darles un filme revienta taquillas a cambio de conseguir
el cash con el que financiar la que, a la postre, sería “La Lista de
Schindler”. Dicho y hecho. La palomitera fue “Parque Jurásico”, que puso a los
dinosaurios de una moda que dura hasta hoy, arrasó en el box office mundial y
vendió más merchandising del que se fue casi capaz de producir. Pero Spielberg
la rodó con la punta de la nariz. En un plis, plas. Sin poner demasiado empeño.
Tan es así, que la postprodujo desde Europa, en los escenarios donde ya rodaba la
epopeya judía protagonizada por Liam Neeson que le otorgaría siete oscars de la
Academia y el prestigio que como director serio siempre ansió tener.
Luego llegó una
"obligada" secuela, “El Mundo Perdido”. No era cosa de dejarse sin esprimir
el pterodactilo de los huevos de oro. Pero tampoco es que aquella revisitación,
más o menos obvia, del mito de King Kong cautivase al genio de Cincinnati. Tan
hastiado quedó, que para la tercera dijo que no contaran con él. El momentáneo
epitafio a la saga lo puso así Joe Johnston, con un título de filosofía más disonante
pero injustamente infravalorado.
Ahora, catorce años después, en
plena vorágine hollywoodiense resucitadora de oldies but goldies, a Spielberg
sí que le ha molado sacar a pasear de nuevo sus míticos bichos prehistóricos y
hacer con ellos lo que nunca antes, disfrutar. Así, se ha buscado a un pipiolo
en esto de blockbustear (y en casi todo lo demás) al que enseñarle cuatro
cosas. Un Colin Trevorrow que aún se sigue preguntando como ha sido tan
suertudo de ser elegido por Mr. Midas para la ocasión, tras solo haber hecho
una modestísima opera prima indie, imaginativa, sí, pero que no reunía ni una
sola de las características que se requieren para llevar cabo un filme de 150
millones de dólares de presupuesto. Ingenuo…
Trevorrow y Spielberg
¿Y el resultado? Una película que
es, reconozcámoslo, la mejor de todas las entregas y me importa un bledo quien
se rasgue las vestiduras. Seamos serios, fascinaciones infantiles aparte. La
primera (la más reconocida de la vieja trilogía) tenía solo de maestra la
música de John Williams y el CGI de la ILM, hoy, por cierto, superadísimo. La
que ahora se estrena, es superior, pues, en su consciencia de lo que es y en su
afán autoreferencial y de retorno al hogar de los universos conocidos, la cinta
se convierte más que en una secuela, en un remake, en el que Spielberg a través
de Trevorrow, recrea sus propios planos, escenas, secuencias y el concepto y
espíritu que ya tenía el relato de Chrichton en aquel filme del 93, pero
disfrutándolo como nunca antes. Y, con un sentido de la aventura, de la evasión,
del ritmo non stop y del hacer gozar al espectador de un filme familiar
entretenidísimo que no terminaba de redondearse en ningún título de los
anteriores, porque en ninguno de ellos su creador se había entusiasmado con lo que
estaba haciendo y porqué lo estaba haciendo. Y, en este punto, creo que el
hecho de que Spielberg haya obrado como “negro” de Trevorrow le ha permitido además
toda la libertad del mundo, ningún encorsetamiento y más simpleza de propuesta
y ejecución de la que le sería exigible a un título filmado por él. Ahí está,
amigos, la clave de “Jurassic World”, bueno en eso, en sustituir al soseras de
Sam Neill por Chris “Indiana” Pratt y, naturalmente, en los taconazos
indestructibles de Bryce Dallas Howard.
NOTA: 8/10
TÍTULO ORIGINAL: Jurassic World