domingo, 30 de julio de 2017

"DUNKERQUE": Un orgasmo cinematográfico

Cuando Los Beatles grabaron “A Day in the Life”, alguien preguntó que significaba la parte final de la canción, en la que instrumentos y sonidos se mezclaban en un crecendo en espiral, cada vez más acelerado, que concluía con un golpe de piano en Mi Mayor, cuyo eco se dejaba desvanecer hasta su completa desaparición. ¡Es un jodido orgasmo musical! respondió John Lennon que parió el tema con McCartney cinco minutos antes de separarse.


Desconozco si Nolan, como buen inglés, tendría en su consciente (o subconsciente) esta última obra maestra de los cuatro de Liverpool. Pero la estructura de “Dunkerque” me parece, émula del final de aquella canción, un jodido orgasmo cinematográfico. Y me explico. 

Argumentalmente, el filme se estructura en tres historias, en montaje paralelo, que van sucediéndose con ritmo in crecendo, hasta llegar a un climax, paroxístico, donde la tensión revienta. Lo subsiguiente es resolución, vuelta desvaneciente al estado de reposo previo que dirían los sexólogos… No quiero decir con esto que Nolan se tire con la peli al público. O casi sí… 

Vale, venga, no sigo por ahí. Retomo un poco del gafapastismo y la corrección analítica que se le presupone al crítico, para decir que lo que hace este fulano en “Dunkerque” no es normal, amigos. No es que reinvente el género bélico, claro. Pero sí que ofrece un punto de vista único, autoral, que nos hace explotar la cabeza, otra vez. ¿Y van cuantas, Christopher…?


Los hay que siempre critican al autor de “Interstellar” su pretenciosidad, partir de querer hacer siempre una obra maestra. Un poco lo que le pasaba a Kubrick. Esta actitud me ha parecido siempre un reproche de mediocres. Cuando alguien hace algo, y más en cine, debe aspirar a lo máximo. Eso como espectador, nunca lo entenderé objetable. Es mas, debiera ser exigible. Otra cosa son los resultados, como ocurrió precisamente en la cinta citada protagonizada por McGounagey… 

Nolan tenía aquí claro que quería hacer la película de guerra definitiva. Como antes quiso hacer la de ciencia ficción definitiva, y antes aún, la de superhéroes definitiva, y así…

Para eso, no solo se fue al Dunkerque real, a la playa histórica. Sino que se gastó los 150 millones de presupuesto en emplear barcos y aviones de la época. Que navegan, combaten, se hunden, se estrellan y aterrizan de verdad. Sin CGI. Y rodó en 70 mm con una belleza dramática arrebatadora. Y en celuloide, del que hay que mandar luego los rollos a positivar… Con cámaras IMAX. Esas que pesan y abultan como un demonio y que no sabes como diablos hace el autor de “El Caballero Oscuro” para que los operadores las lleven en peso corriendo por ahí o las metan, por ejemplo, dentro de la cabina de un caza mientras se hunde en el puñetero mar… de verdad.


Para que todo pase así, de verdad, y se ruede con el mayor detalle, más incluso que el digital 4K. Para que la experiencia inmersiva que le vendió a la Warner, con el fin de que aflojaran la pasta, fuera… verdad.

Y todo con la que presumo, deliberada intención, de dar un paso adelante en su carrera. Para que le tomen aún más en serio. O mejor, como un “director serio”, además de taquillero. Como le ocurriera en su día a Spielberg cuando rodó “La lista de Schindler”. Abandonar así la ciencia ficción, los cómics, los pseudo Bonds y zambullirse de lleno en un dramático episodio de la Historia.

No obstante, habría que comenzar por aclarar que el realizador de “Imsomnia” vuelve a valerse de la herramienta que mejor conoce y excelente resultado le da: el suspense. Y concibe “Dunkerque” como tres historias de suspense que se imbrican con el objeto de mantener al público al filo de la butaca. El telón de fondo es la guerra, pero la esencia es la lucha por sobrevivir, en una carrera contra el tiempo, perseguidos por quien quiere matarte, de modo implacable.


El truco final, el prestigio, siempre presente en Nolan, está aquí en que las tres historias se cuentan en paralelo, con distintos arcos cronológicos (una semana, un día, una hora). En progresiva exacerbación narrativa, agónica, atropellada en el mejor sentido, en espiral narrativa que se acelera sin pausa hasta el frenesí. Esto también se le da fetén al autor de la ejemplificativa “Memento”

Y todo cuadra gracias a una labor colosal de montaje, al son marcial de una banda sonora infumable en el disco, pero insustituible en el filme, como directora de la acción, de una precisión crucial en ese maridaje con la imagen (tomada desde lugares únicos) y su manera de montarse. De una puntualidad paradigmática, desde su propio punto de partida, que no es otro que el metafórico tic-tac inexorable grabado (curiosidad) del propio reloj del director. 

Y ahora es cuando los haters dicen: ya pero es que en los planos de Dunkerque se ven las terrazas actuales y las antenas de televisión, y podían haberse eliminado con efectos digitales…; sí, pero no hay casi sangre y debió haber mucha; pero es que se ha perdido la oportunidad de contar todo el intringulis político-militar que rodeo al episodio de Dunkerque; y todo así, en cascadita, que diría Forges. 


Me importa todo eso un bledo. A mí y a Nolan, que prefiere la fisicidad que transmite lo auténtico, sin mancilla de lo digital. No está rodando “Salvar al soldado Ryan” ni “Hasta el último hombre”, sino algo diferente. Que tampoco es un fresco histórico ni un ensayo geopolítico. Este tío está haciendo su película. No la que tú querrías ver. Si no la que él quiere que veas. La que te va a hacer que se te caigan los palos del sombrajo. 

A la pregunta final, recurrente, la de los jartibles, de si “Dunkerque” es una obra maestra. Como si eso importara… En mi opinión, sí lo sería. Porque enseña como hacer una película. Pero sobre todo es, retomando el arranque de esta crítica, un orgasmo cinematográfico. Como “A Day in the Life”, la canción de Los Beatles, lo era musicalmente. Una de esa peliculazas que, a la salida del cine, te tienes que acabar fumando el cigarrito de después.


NOTA: 10/10

TÍTULO ORIGINAL: "Dunkirk"

jueves, 6 de julio de 2017

"WONDER WOMAN": Una de DC sin aspirinas


Ya era hora que DC hiciese algo que no fuera un coñazo, un soporífero dolor de cabeza. Por que, a ver, aceptando a Nolan como único profeta tragable de engoladas y trascendentaloides pelis de superhéroes, ya está bien de psicoanalizar a gente que lleva los calzoncillos por fuera. Que al fin y al cabo, esto de los cómics se había puesto demasiado sesudo, por los clavos de Cristo. 

Por eso, cuando llega una peli como “Wonder Woman”, uno hasta agradece su liviandad, falta de pretensiones y simpleza en el modo de contar la historia y poner en imágenes el asunto.

En este sentido, aunque el matrimonio Snyder ha metido baza en la producción, por suerte, a alguien le dio por pensar, suicidamente, que la directora de “Monster”, aquella cinta chunga en la que la Theron estaba fea y mataba gente; esa por la que le dieron el Oscar; podría llegar a realizar con eficacia un Blockbuster. 

Y sí, mira por donde, aquella apuesta probablemente por cubrir cuota, por hacer una cinta protagonizada por superheroína, dirigida por mujer, ha funcionado. Y el empoderamiento femenino sigue su camino inexorable a demostrar que no es cuestión de como se mea, sino de si se tiene o no talento.

Así, añado a todo esta meta-reflexión sobre el sexismo, que da gustazo ver a Connie Nielsen o a Robin Wright de amazonas, repartiendo estopa, con sus añazos gozosamente cumplidos. Y a una tipa como Gal Gadot que, aunque nunca arrebatará un Oscar a Meryl Streep, se mueve, tiene pose y da el tipo de una tía de armas tomar.


De hecho casi todo el cast está inspirado. Comenzando por Chris Pine, al que no he podido evitar sorprenderme viéndole como un digno candidato para Indiana Jones, antes que el graciosillo de qué Chris Pratt. Su química con la Gadot funciona lo requerido. Elena Anaya hace su particular secuela estética de “La piel que habito”. Los secundarios, están simpaticotes. Y el casi, viene por David Thewlis, abultado error de casting visto quien resulta ser al final. Solo es entendible si ha emulado a su personaje en la tercera de “Fargo” con los productores y ha hecho con ellos un Ewan “Stussy” McGregor.

Bueno, que me disperso. En resumidas cuentas. Una peli a la que se podrá a tachar de simplona, pero que es tremendamente eficaz en lo quiere ser. Un entretenimiento veraniego digno. Que tiene acción, e incluso emoción. Y en el que uno disculpa hasta el cutre CGI de ciertos pasajes, embebido de esa ingenuidad naif que la propia protagonista parece contagiar al film. Esperemos que no sea raya en el agua y una esperanza de que se puede ir a ver una de superhéroes de DC sin pasar luego por la farmacia a pillar aspirinas.


NOTA: 7/10