Como en la parábola de los talentos, Christine tiene los suyos. Es guapa, es lista y le gusta follar. Y no los va a desaprovechar. Ni va a esperar al llanto y rechinar de dientes bíblico. Sabe qué hacer con esos talentos. Ser puta, pero no una cualquiera. Será una scort de lujo, a la que puedes pagar porque se convierta en tu novia el tiempo que quieras, o puedas permitírtelo. Y hará todo lo que querrías que tu chica hiciera. Lucir palmito a tu lado, para envidia de quien no conoce el truco. Comportarse como que si le importases. Y, claro, at the end of the day, te la podrás tirar.
De eso va "The Girlfriend Experience". La serie que, inspirada en la peli de Soderbergh, la supera, con creces, en aspiraciones y resultados. Aquella era un experimento, muy de su director, muy, por ello, irregular. Sí que estaban las bases conceptuales y estéticas de la serie. Y su lenguaje narrativo, que no es poco. Pero solo se rascaba la superficie. Ésto es otra cosa. Más alevosa, más perturbadora, más hasta el fondo. Y, además, tiene como prota Riley Keough que le da un revolcón a la pornostar con ínfulas Sacha Grey.
La ficción creada, escrita y dirigida, con asepsia quirurgica, por Amy Seimetz, y Lodge Kerrigande, es sobre todo un lúcido ensayo sobre la afectividad, la impostura, las convenciones sociales, la soledad y la confusión de roles.
Y, como Christine, la serie es elegante, fría y engancha. No tanto por el morbo, sino por el inexplicable cuelgue que sufres de un personaje que que va un paso más allá del antihéroe, heroína aquí, con todo el componente estupefaciente que su personaje poseen.
Porque, muy probablemente, hay mucho de Christine, inconfesablemente, en cada uno de nosotros. De de cómo es, o de cómo querríamos ser. Oportunistas, sociópatas, hedonistas, solitarios, egoístas... Y claro, todos, sin excepción, en algún momento, putas, aunque no haya sexo de por medio.
NOTA: 9/10
TÍTULO ORIGINAL: "The Girlfriend Experience"