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lunes, 7 de marzo de 2016

Me aceptan pero... ¿Me comprenden?

Al principio, cuando mantenía mi condición en secreto, pensaba en el día en que al fin pudiese decir abiertamente el tipo de relación que llevábamos. Me ponía eso como meta creyendo tontamente que eso sería suficiente. Pensaba que el contarlo acabaría con la sensación de que nadie me aceptaría, que el culmen sería precisamente ese, contarlo y sentirme aceptada. Pero, como en todo, te das cuenta de que eso es solo un paso más y que, cuando lo alcanzas, una nueva meta se te plantea. Yo he sido sincera con mi familia y amigas, es algo que cada vez oculto menos y puedo decir que tengo la gran suerte de que en todos los casos me he sentido aceptada pero… ¿Es eso suficiente? No, una nueva “problemática” ha surgido: no es lo mismo que te acepten a que te comprendan. Debo decir que en mi círculo cercano me han comprendido más que personas que conocían el BDSM. Cuando hablas de BDSM enseguida las prácticas y situaciones que se dan en él aparecen, inevitablemente el sexo es el protagonista. No voy a hablar en otros casos, pero en el mío nunca ha sido una necesidad sexual, siempre ha sido una necesidad de relación. Para mí, mi sumisión, no es una sexualidad, es una forma de entender mi vida en pareja. Es como si alguien  dice que es homosexual y nos limitamos a pensar que solo necesita sexo con otra persona de su mismo sexo, obviando que lo que quiere es tener una relación, unos sentimientos, una vida como la de una pareja heterosexual… en mi caso es igual.
El sexo está presente en mi vida como en la de cualquier pareja, cómo sea ese sexo da igual, podríamos tener sexo de besos y carantoñas, podríamos no usar cuerdas, podría no haber pellizcos y lágrimas, podríamos tener el sexo más ñoño del mundo y seguir siendo lo que somos, seguir respetándolo y obedeciendo como lo hago. Independientemente del sexo es mi Amo.
A veces tengo la sensación de que como pareja no se nos da la importancia que tenemos, y eso que nosotros tenemos la suerte de estar casados, cosa que nos da más empaque de cara a la galería, pero no noto que se valore del todo nuestro tipo de relación. Me explico, es como si todos dieran por hecho que puedo elegir, que en cualquier momento puedo plantarme y desobedecer. Claro que puedo hacerlo, pero eso no ocurrirá por una norma que no me guste, o por una orden que me incomode. Tengo la posibilidad de plantarme y negarme, pero eso sólo ocurrirá por un proceso complejo interior, por una serie de sentimientos negativos o de actitudes que no me convenzan o note que me hagan daño. Hasta ahora esa necesidad no ha aparecido ni por asomo. Os pondré ejemplos: si mi Amo me dice que en una fiesta no hable a no ser que se dirijan a mí yo voy a obedecer, me da igual que sea una fiesta, que todo el mundo esté charlando, que lo normal sea relacionarse y hablar… yo voy a obedecer por mucho que cueste, por muy mal que le parezca a los demás, por muy poco sentido que tenga ir a una fiesta a estar callada. Obedeceré porque no hacerlo sería cuestionar Su autoridad, sería enfrentarme a lo que somos. Otro ejemplo que me ocurrió hace poco: mis amigas y yo habíamos quedado, se puso un día horrible y mi Amo consideró peligroso que cogiese el coche, tuve que decirles a mis amigas que no podía salir de casa. Como el plan no salía alguna dijo: “Vamos a hacer un esfuerzo por vernos, venga”. Me planteé que quizá no vieran lo firme que era mi decisión de obedecer, que quizá pensaran que en lo único en que mi matrimonio difiere de otros es que de vez en cuando me da unos azotes con la excusa de que he desobedecido, que quizá la única diferencia es que nuestro sexo es más duro… No estoy diciendo que mis amigas lo vieran así, pero esa posibilidad se me pasó por la cabeza y, las entiendo, es la imagen que se ha dado de este tipo de relaciones. Pero eso no es así, no es que no desobedezca por miedo al castigo, es que si desobedezco por ir a ver a mis amigas cuando me ha dicho que no salga de casa estoy cuestionando nuestra relación, nuestros sentimientos, nuestro acuerdo… yo no puedo llamarme Suya y saltarme Sus órdenes porque, total, “es una tontería”. Mi vida no va de obedecer en general pero si una orden no me apetece la incumplo, luego vuelvo, me da unos azotes por niña mala y todo sigue igual… no, esto va más allá. Me he comprometido, desobedecer deliberadamente en algo así sería decepcionarlo, sería admitir que mis palabras de entrega están vacías.
Entiendo que haya personas que no quieran una relación así, no todas los que deseamos entregarnos queremos hacerlo de la misma manera, pero he visto la necesidad de seguir luchando por intentar hacer que se acepten otro tipo de relaciones, que se consideren opciones válidas, opciones visibles. Sé que soy una soñadora que roza la locura pero, ojalá algún día, igual que una mujer presenta a un hombre como su marido, igual que una mujer presenta a otra como su novia o su mujer, pueda yo presentar a mi pareja como mi Amo y sean capaz de entender que es una relación, que no estoy hablando de mi sexo, no les estoy haciendo una lista de las cosas que hago en la cama. Ojalá al presentarlo como mi Amo entiendan qué significa, entiendan cómo me comportaré, entiendan mi lista de prioridades, entiendan las decisiones que tomaré, den importancia a nuestra relación.
En definitiva, ya sabemos que se puede ser hetero u homosexual, pero hay muchos más tipos de relaciones que esas, cada una con sus características específicas y todas son igual de respetables, todas tienen el mismo derecho a expresarse abiertamente, todas las relaciones son igual de valiosas e importantes para sus componentes.

martes, 23 de febrero de 2016

Soy normal

Una de las mejores decisiones que he tomado ha sido contarle a mi madre cómo soy. Ella siempre ha sido una mujer sabia y la única capaz de calmar algunos de mis torbellinos. El otro día estábamos de tarde de chicas comiéndonos una hamburguesa. Le contaba cómo me sentía con el blog y con algunas cosas que rodean a ser Suya. De repente me salió una pregunta que no le había hecho hasta ahora. Me pareció absurdo no habérsela hecho antes, yo que fui de esas niñas que tienen la certeza de que sus padres tienen respuesta para todo. “Mamá ¿Por qué soy así? Otras mujeres buscan independencia y yo solo quiero entregarme. Soy muy feliz, pero la duda siempre me ha acompañado ¿Qué hace que yo sea distinta, que busque lo que busco?” mi madre me sonrió: “Ángela, tú no eres diferente, no eres rara, no hay nada que te diferencie del resto. Eres completamente normal, porque lo normal es ser distinto. Mira estas hamburguesas, saben todas exactamente igual, las personas hemos hecho que así sea para ahorrar tiempo y simplificar el proceso. Pero eso no es lo normal, lo normal es que la comida tenga diferentes sabores, si traes aquí a una hamburguesa casera con mil matices de sabor distintos creerás que es diferente, pero no lo es”. (Sí, mi madre también es muy dada a metáforas absurdas para explicar cosas profundas jaja) Hablamos un rato sobre ello y lo comprendí.


Nos han hecho creer que es natural que todos busquemos lo mismo, sea lo que sea, en cada época la tendencia ha sido distinta pero la base igual. Ser clones, eso es lo fácil para la sociedad, es más fácil controlar a una masa homogénea que a una llena de matices distintos. Siempre acabo hablando de la homosexualidad pero es que me siento muy identificada. Algunos defienden que eso no es natural, que lo natural es que sea un macho y una hembra los que estén juntos con el fin de procrear. Porque los animales hacen eso, desde el cole nos enseñan que las características comunes de los seres vivos son: nacen, crecen, se reproducen y mueren. Los humanos somos animales, pero animales evolucionados. Los animales se guían por instinto, nosotros también tenemos la razón. Estudiamos, tenemos sueños y ambiciones, sabemos que no hemos venido al mundo solo a nacer, crecer, reproducirnos y morir… tenemos claro que somos mucho más que eso. Entonces por qué en la sexualidad nos agarramos a ese patrón, por qué nos aferramos a la idea de que todos debemos buscar lo mismo. Los humanos estamos avanzados en muchos aspectos, por qué en el amor y el sexo, en las necesidades, iba a ser distinto… Si evolucionamos fue para algo, aferrarnos al instinto y a descriptciones simplistas de lo que somos, de lo que es o no natural es despreciar el don que se nos dio. Los humanos somos distintos a los animales, a veces para mal, por qué no plantearnos que lo somos unos de otros y que eso es lo normal. Ya está bien de ser hamburguesas de mcdonald y actuar como si eso fuese lo normal. Yo soy normal, me guste lo que me guste, sea como sea, me vista como me vista, me gusten los hombres y/o las mujeres, me haya casado o no… y la persona que sea todo lo opuesto a mí también es normal. No nací con ningún elemento raro en el cerebro que me hace querer pertenecer, nací con un cerebro humano hecho de matices, hecho para ser completamente diferente, un cerebro completamente natural. Ya está bien de querer buscar qué falló en la hamburguesa distinta, esa hamburguesa simplemente es la más natural.
Cuando hablamos de evolución, hablamos de que el hombre pudo empezar a adaptar el entorno a sus necesidades, que empezó a andar erguido por lo que podía usar las manos para manipular herramientas… hablamos de la evolución física, de lo que eso supuso para el avance tecnológico, pero siempre hemos cojeado. Hemos ignorado que el hombre evolucionó a unos niveles mucho mayores, empezó a explorar las sensaciones, a experimentar con los sentimientos. Mi perra se pone triste cuando me voy, no puede razonar. No puede darle vueltas a ese sentimiento y ver que luego volveré, o que si no le gusta puede irse y buscar compañía en otro lugar… siente amor hacia mí pero no puede explorar el sentimiento del amor. Nosotros sí, podemos jugar con los sentimientos, la naturaleza nos dio el don de los matices y nosotros nos empeñamos en agarrarnos a ese concepto básico de ser vivo, de que en superficie somos distintos pero en el fondo todos queremos lo mismo, qué error. No es normal reprimirse, no es normal ocultar lo que sentimos por no diferenciarnos, no es normal tener ese pánico a ser distinto, no es normal luchar contra las sensaciones con las que la naturaleza nos ha hecho convivir por salirse de un patrón que hemos establecido como sociedad, no como humanos naturales. Estamos demasiado preocupados de la sociedad y no somos conscientes de nuestro poder como individuos.
Yo soy normal, quiero vivir mi vida de la manera que la naturaleza me ha hecho necesitar, en definitiva quiero ser feliz de la manera que la naturaleza me dicta, no como me dictan los anuncios de la tele.



Cerrad los ojos, preguntaos cuál es vuestra naturaleza y, sea cual sea, preguntaos por qué no es tan natural como las demás…