martes, 18 de diciembre de 2018

Echo de menos...


Echo de menos Su mano apretando mi cuello, escuchar la puerta del armario tras de mí mientras espero en la cama con el culo expuesto, echo de menos los nervios de no saber qué utensilio me golpeará, echo de menos aguantar, transportarme a ese lugar al que voy sin darme cuenta mientras me azota, que me levante la cara para que lo mire y que Su rostro sea lo primero que veo al regresar, con la luz tenue, con esa sensación de no haberlo visto en siglos y recordar quién es de golpe. Echo de menos Su mano acariciando mi espalda para tranquilizarme, pero también echo de menos esa misma mano paseándose por las marcas, admirando las formas que hacen, ajeno a mí, a mi dolor, solo para coger de nuevo la rama, la fusta o lo que sea y añadir unas cuantas más.

Echo de menos sentirme sucia y perra sin más, sin dualidad, sin que me plantee una cuestión moral, por muy lejana que sea. Lo he leído y releído, me lo he repetido incluso más veces de las que lo he sentido: sigo siendo una mujer, con sus fantasías y deseos, y no pasa nada. Pero la realidad es que no puedo verme como una mujer sola, no puedo separar partes, no puedo olvidar que me acompaña otro ser en todo momento. Ya no es una cuestión moral o de romantización y endulzamiento del embarazo, simplemente es que sabes que no eres solo tú en ese momento, que puedes estar cachonda perdida, húmeda como nunca, deseando que te hagan cosas sucias, perversas… y que una patada te recuerde que algo crece en ti, un ser ajeno a todo eso. Cuando un hijo sale de ti es fácil distinguir cuál es tu espacio. Papá y mamá cierran la puerta de su cuarto y pueden hacer lo que deseen, ese momento es para ellos, pero mi problema es que no sé cerrar la puerta simbólica que me separa de mi hija, la que ahora llevo dentro.

Y todo esto me lleva a lo peor, echo de menos sentirme en mi sitio, porque no puedo, no puedo someterme cuando por otro lado me siento fuerte y poderosa creando vida, conectándome con ese ser y todo lo que me hace sentir. No puedo bajarme, no puedo objetizarme, no puedo conectar con la perra sumisa cuando la loba preñada está en pleno auge. Por supuesto tampoco me subo, sigo teniendo el máximo respeto por mi Amo, pero me siento en un mundo paralelo fuera de todos, solo yo me entiendo, solo yo comprendo. Aunque quizá aquí esté manifestando mi tendencia natural a aislarme, a no compartir cómo me siento, a esa naturaleza de “yo solita me las apaño” que tengo sin querer. 

Echo de menos, eso es así, echo mucho de menos someterme, que me arda la cara, echo de menos el miedecillo, echo de menos fantasear tranquilamente sin que algo me recuerde: eh, ahora mismo todo eso no se podría cumplir. Echo de menos sentirme solo un cuerpo, echo de menos ser solo una mujer, aunque solo lo eche de menos en “la cama”. Echo de menos sentirme cómoda físicamente en cualquier postura, echo de menos todo lo que ya sabíamos que echaríamos de menos y algunas cosas más.

Hace poco alguien me escribió y me contó que cuando más sumisa se había sentido era estando embarazada, como si hubiese vuelto atrás en el tiempo sintiéndose que la usaban como reproductora. Me ayudó mucho esta visión, menos mal porque empezaba a tener serios problemas para llegar a un orgasmo por culpa de mi cabeza, pero no termina de servirme. Siempre he necesitado que mis fantasías tuviesen algo de verdad y no puedo quitarle al Amo su dosis de humanidad, no puedo sentir todo el amor que tiene hacia sus hijas, hacia la que está dentro y luego fantasear con que es una persona básica a la que solo le importa follarse a su perra preñada. No puedo hacer como que no sé que le importo, que se preocupa por mi bienestar, más si cabía, por estar gestando. 

Tengo varias fantasías realmente sucias y perversas, quiero escribirlas, pero el problema es que no me terminan de excitar porque sé que Él no es así, que no sería capaz de tratarme como un trozo de carne estando embarazada y yo tampoco querría, esa es otra, cuando lo que te excitaría no concuerda con lo que deseas, con cómo quieres vivir algo tan importante como un embarazo…

Echo de menos sentirme solo Suya, sentir que mi cuerpo es todo Suyo, porque ahora sé que no, que una parte no nos pertenece a ninguno, que la hemos creado pero no es nuestra. Echo de menos nuestras perversiones sin añadidos, solo sexo y entrega. Echo de menos…

No quiero meter prisa al tiempo, siempre me pasa que en cualquier proceso aguanto muy bien, lo llevo muy bien y al final me estreso, me da el bajón y la impaciencia. Son solo unos meses, meses en los que echaré de menos pero también disfrutaré de otras formas. 

Echo de menos y, aunque es confuso y la sensación en sí angustiosa, sabíamos que esto sería así, que echar de menos es algo positivo porque estamos haciendo otra cosa ahora. Nuestra D/s nunca fue cosa de juegos y sexo, por eso ahora sigue presente pero de otra manera, adaptada a las circunstancias, ahora toca escuchar: “Si no estuvieses embarazada la que te hubiese caído” en vez de que “me caiga”, y ambas cosas son difíciles de llevar, cada una a su manera. 

Sé que ahora echo de menos todo eso, pero también sé que de aquí a unos meses echaré de menos esas consideraciones especiales, por eso, aunque eche de menos saboreo cada instante.

jueves, 26 de julio de 2018

¿Me corro dentro? Dijo

Hay momentos en la vida en los que parece que está todo hecho, todo estable y controlado. Hay momentos en la vida en los que parece que la estabilidad es lo que lo inunda todo. Ya pasó el tiempo de luchar por encajar en nuestra relación, ya parece que pocos puntos nos quedan por ajustar, todo está escrito, hablado, azotado…


Hay momentos en la vida en los que tienes tiempo, espacio, en los que deberías sentirte plena pero tú te conoces y una vocecita dentro te dice: no te engañes, es una falsa calma. Sabes que hay un mundo entero para ti tras esa puerta, tras esa por la que has luchado toda la vida, esa que querías descubrir a toda costa, y estás ante ella, andaste todo lo que debías andar en todos los aspectos de tu vida para encontrarla, lloraste tus errores, avanzaste en la oscuridad, superaste los obstáculos, todo, lo hiciste todo y eso te satisface, pero la puerta era un objetivo, pero no era el objetivo: ahora hay que abrirla… Este año me lo he pasado restregándome con la puerta, saboreándola, qué bonita es ahora que la he descubierto, qué energía desprende, qué color violeta tan bonito la recubre, qué pomo tan brillante… en lo que va de año me he nutrido de la fuerza que esa puerta emanaba pero tarde o temprano te das cuenta de que es solo una puerta y que sirve para dos únicas cosas: te da paso o te lo corta. Y me enfrenté a mi miedo, a mi falso “Yo confío” me enfrenté al terror que me provocaba lo desconocido por muy buena sensación que me despertara.


Viajamos a Disney, todo un hito para mí, al volver esa sensación de estar dando cabezazos en la puerta que me llevaba a mi futuro fue demasiado insoportable. En todo, me sentía bloqueada como madre, como esposa, bloqueada a nivel creativo, me sentía bloqueada en mi crecimiento personal… Y la pregunta llegó, porque Él suele tener la llave escondida, esa que te hace darte cuenta de todo, esa que es un suave soplido que se transforma en huracán. Follábamos una tarde cualquiera y preguntó “¿Me corro dentro?” la pregunta me enfrentó a mi dualidad pero, como ha sucedido en los últimos años, mi respuesta fue un “No” a lo que simplemente dijo “Vale, pero recuerda que dijiste que después de Disney hablaríamos de ello” y allí estaban mis palabras traicionándome. Disney fue un sueño que me había acompañado desde niña torturándome con la firme creencia de que jamás ocurriría, pospuse enfrentarme a mis miedos y sensaciones haciendo trampa, creyendo que Disney nunca llegaría… Los dos días siguientes a esa simple conversación fueron intensos, Él no volvió a decir nada del tema, sabía la tormenta que tenía en mi interior. Y es que yo sabía que tras la puerta de mi futuro, entre otras muchas cosas, había otro hijo. No puedo explicar por qué lo sabía, pero lo sentía rondándome, lo sentía esperando pacientemente a que me quitase los miedos, las creencias absurdas y me enfrentara a lo que de verdad sentía, otro mini ser tenía que anidar en mí. No es instinto maternal, no era ver un bebé y querer uno, de hecho nunca he sentido ese tipo de llamada. En cuanto me enfrenté a mí misma, acepté que estaba siendo una cagada de campeonato y decidí sacar la conversación. En ella los dos manifestamos lo mismo: teníamos miedo, la cabeza nos ponía mil “peros” pero el corazón acababa tirando. No decidimos buscar un hijo, decidimos confiar en que ocurriría lo que tuviese que ocurrir, decidimos confiar en la vida. Tenemos unos amigos que ya tienen una hija, están perfectamente sanos y llevan dos años intentando tener otro y no viene. Eso era una señal para mí de que si no tiene que ser no será por más empeño que pongas. Decidimos abrir la puerta.


“Estás obsesionada, cuando buscas todo lo que te ocurre te parecen síntomas” me dijeron. Yo sabía que estaba embarazada, de hecho sé hasta qué día me quedé, qué nos dijimos mientras hacíamos el amor, recuerdo lo primitiva y animal que me sentí… Yo notaba su presencia al otro lado de la puerta y sabía lo que ocurriría, sabía que estaba en modo “Esperaré pacientemente a que estéis preparados, pero en cuanto lo estéis no perderé el tiempo”, y así fue.


Todo esto sucedió en la luna menguante de Junio, en la de Julio ya crecía  una vida dentro de mí.


¿Y cómo me siento ahora? La cabeza intenta atacar pero la plenitud que siento a todos los niveles puede con ella fácilmente. Siento una paz y una valentía únicas, la creatividad ha vuelto a mí a borbotones, me siento capaz y en marcha. Y no es solo por estar embarazada, abrí la puerta, con todas las consecuencias. La vida me dijo “Lo tomas o lo dejas” y lo tomé.


¿Y con Él? Pues no sé explicar lo mucho que me gusta tener a su hijo/a dentro, no sé explicar lo mucho que me excita sentirme primaria y animal y tampoco sé explicar por qué me siento así. Y es que el embarazo me resulta algo bonito pero también salvaje y así me siento al mirarme en el espejo mientras me folla, me veo tremendamente hermosa…


¿Y nuestra relación? Ahora hay que adaptarse un poco. Durante 9 meses no habrá azotes, ni cosas demasiado duras, aunque seguiremos teniendo sexo y disfrutando plenamente como ya hicimos en los otros dos embarazos. No me asusta no poder hacer ciertas cosas, por eso siempre insisto en que lo importante es la base, que me azote no me hace sentir más Suya, solo es una parte de la ecuación que si la quitas por un tiempo no altera mi entrega ni nuestra forma de amarnos.


 

miércoles, 4 de julio de 2018

¿Cómo me encontré conmigo misma?

Si algo he aprendido es que hay mil formas de llegar al mismo destino, en este caso encontrarse con uno mismo.


El día que le dije a Él qué necesitaba, lo hice para dejar de sentirme tan mal, tan reprimida, enfadada y reactiva. Lo hice para comenzar a disfrutar, lo hice para vivir la vida con emoción y sí, con excitación. No voy a generalizar, pero mi visión de la sexualidad hasta ese momento es que era algo superficial, que el sexo era asunto de la carne. Esto chocaba con otra parte mía muy marcada, la de la espiritualidad, la de profundizar en la vida y ver que esto es “algo más”. Por ello le dije a mi pareja qué necesitaba en el sexo creyendo que anteponía la carne al espíritu por decirlo de alguna manera. Pero me daba igual, yo quería que mi parte sexual explotara, quería disfrutar y hacer realidad todo lo que había imaginado desde niña. Lo que yo no sabía en aquel momento es lo equivocada que estaba, no sabía que acababa de tomar la decisión de conocerme de verdad, de despertar una parte de mí que no conocía, no sabía que no hablaba en nombre de la carne, hablaba mi alma.


Según como veo ahora las cosas, después de todo lo que he vivido y sentido, creo que somos como capas, como si fuésemos un reflejo de la Tierra y conocernos es ir excavando hacia el núcleo. Creo que el sexo es lo más profundo de la primera capa, por eso nos hemos confundido y hemos creído que es algo oscuro, tabú y simplemente es profundo e íntimo. Cuando tienes la valentía de descubrir y explorar esa parte de ti, sin querer, comienzas a descubrir la siguiente capa, una llena de sensaciones y matices. Una capa que ni siquiera imaginaste que existía.


Una de las cosas que noté explorando mi sexualidad es que cuando me azotaba podía alejarme un poco de mi cuerpo, como si yo lo estuviese viviendo pero a dos niveles, uno en mi cuerpo físico, ese que se dolía y sufría, pero por otro lado una parte de mí aparecía aprovechando que el cuerpo estaba entretenido en soportar el dolor.  Ahora que medito me doy cuenta de que esos ratos eran auténticas meditaciones profundas. Hago un inciso para aclarar que no creo que esto funcione para todos, como he dicho hay mil caminos de llegar al mismo destino, pero la mía me ha resultado muy curiosa y sorprendente. Además en mi caso era entregándome porque era lo que mi naturaleza me decía, pero quitad lo circunstancial y mirad el proceso.


Otra cosa que me resultó muy curiosa es que conforme yo me sentía mejor con mi sexualidad, conforme la vivía y le quitaba toda la oscuridad que le había atribuido, la vida en general me iba mejor, de repente mi creatividad despertó después de años muerta, mis relaciones personales mejoraron, y me iban apareciendo situaciones que me ayudaban a seguir creciendo.


Todo fue sucediendo, cada vez me sentía más fuerte, segura y conectada con el mundo, conmigo misma. Llegó un momento en el que me sentí realmente confusa ¿En qué momento esto dejó de ser superficial, en qué momento esto dejó de ser mi sexualidad, en qué momento todo se fundió y dejó de ser BDSM, en qué momento esto dejó de darme solo placer para darme experiencias únicas que me conectaban un poquito más con mi alma? ¿En que momento la sexualidad dejó de ser una parcela de otras en las que dividía mi vida y todo fue una sola cosa: Yo? ¿En que momento el placer dejó de ser un fin para convertirse en un vehículo? ¿En qué momento nuestra relación se llenó de matices inexplicables? ¿En qué momento comprendí que el sexo había sido la lleve para abrirle la puerta a mi Yo profundo? Y digo que me sentí confusa porque la mente es realmente cuadriculada, si entiende las cosas de una manera se molesta si se las cambias, aunque sea para bien.


Ahora mismo mi sexualidad es de las cosas de las que menos me apetece hablar (por eso tengo el blog un poco parado, aunque aún me quedan relatos por contar) porque cuando una herramienta ya ha dado todo lo que tiene que dar no sale usarla. Pero expresarla, contar cómo la iba viviendo me ha dado una seguridad increíble, me ha hecho romper límites y me ha descubierto lo muchísimo que me gusta transmitir. Nuestra relación sigue siendo la que era y mejorando cada día porque algo que parece que cuesta entender es que no importa la forma que cada uno tenga de amar, lo importante es que es amar.


En fin, que mi viaje hacia aceptar mi sexualidad ha sido un viaje hacia mí misma, hacia descubrir qué soy de verdad, la luz que todos tenemos, ha sido un viaje hacia escucharme cada vez más alto y claro, ha sido un viaje hacia romper los límites del cuerpo y descubrir que somos magia y luz. Esto lo comprendí un día que cabalgaba sobre Sus caderas, una noche de Luna llena. Por aquel entonces aún no conectaba unas cosas con otras, había meditado pero sin sospechar que haber meditado imaginando cómo me conectaba con la fuerza de aquella luna afectaría a todo lo que haría después. Y allí estaba cabalgando, sintiendo como el placer era cada vez más intenso y me sentía cada vez más conectada a Él, de repente la piel se me erizó y mi mente se expandió, me vi como una enorme bola de luz dando y recibiendo luz, me sentí diosa y comprendí que es que todos lo somos, solo hay que descubrirlo.


No, no fumo nada jajaja yo transmito mi proceso e, igual que os contaba mis avances en  BDSM, os cuento hacia donde eso me llevó, por si alguien ha tomado la decisión de entregarse al 100% a la búsqueda de sentirse pleno a través de la sexualidad, o lo que sea, que sepa que la vida es un camino desconocido y sorprendente en el que todo puede pasar.

jueves, 10 de mayo de 2018

Normas que no pone

Hace un tiempo empecé a notar unas leves molestias en un riñón, esto me hizo observar que no bebo nada de agua, a veces comiendo un vaso, pero otras ni eso. Sé lo malo que es para mí, pero me cuesta horrores coger el hábito de beber.

Hoy en el gimnasio, mientras me obligaba a dar un sorbo de la botella, pensaba en lo fácil que sería si Él me forzara a beber, en lo fácil que sería para mí cumplir Su norma. Pero por otro lado veía tan claro que no somos así, sobretodo que Él no es así. Es cierto que desde Su postura podría ayudarme de una forma fácil poniendo normas a todo aquello que me cuesta y que es bueno para mí, pero Él nunca ha sido de ir a lo fácil. Para Él ese tipo de cosas debo conseguirlas por mí misma, porque cada uno debe ser responsable de sí mismo. Antes tenía un problema importante de falta de fuerza de voluntad y yo me enfadaba porque quería que Él me dijese qué tenía que hacer, veía tan clara que esa era la solución que no veía que eso no solucionaba nada. El motivo por el que hacemos las cosas es TAN importante. Si bebo agua por obedecer, lo hago por Él, y lo hago porque obedecer me es fácil y me gusta, pero qué hay de mi cuerpo, de lo poco que lo valoro, de hacer las cosas para cambiar algo de mí que hay que cambiar, qué hay de quererse y comprender que esta es nuestra vida y solo nosotros podemos salvarnos, que no podemos pedir a nadie que lo haga por nosotros.

Esto me parece tan importante, en una relación como la nuestra o en cualquiera, me parece la mejor manera de alejarse de la toxicidad, de cargar a los demás con nuestra responsabilidad, de huir de victimizarnos con el “Ay, oblígame tú que pobrecita de mí yo sola no puedo”.

Observo mis normas y todas son para hacer cosas “extra” que a Él le gusta que haga, para divertirnos, basadas en el respeto, en el protocolo… pero ninguna en sustituir mi incapacidad para hacer ciertas cosas con un mandato.

Y no es que pase de mí, no es que le dé igual lo que me pase, por supuesto que me “regaña”, igual que yo puedo hacerlo con Él o con mis hijas cuando veo que hacen cosas que no son buenas para ellos, pero en esta familia somos muy conscientes de que la vida es únicamente de cada uno y cuidarnos es cosa nuestra, los demás solo podemos ser apoyo, no sostén.

Y que lo admiro es cosa ya muy escuchada, pero es que cada vez que llego a la conclusión de Su tremenda inteligencia, tan natural y sencilla, que comprende las cosas de una forma tan clara, que las hace sin más, que consigue que nuestra relación sea tan sana, tan grande… no puedo evitar que me invada ese calor en el pecho, que los ojos se me llenen de admiración.

A veces me hace mucha gracia sentirme como una niña que no comprende muy bien las cosas de mayores y un día de repente dice: ¡Aaaaah! ¡Que eso lo hacía por esto!

jueves, 3 de mayo de 2018

Olvidando que no sabemos bailar

Nothing´s gonna hurt you baby - Cigarettes After Sex

Te susurro guarradas al oído. Haces que rompa mi vergüenza, haces que la palabra “coñito” se me quede corta, haces que tenga ganas de decir las palabras más obscenas con el único fin de sacarte esa mirada perversa, que vengas a casa con ganas de agarrarme del cuello y empujarme sobre la cama, con ganas de arrancarme la ropa y follarme como si fuese la primera y última vez que follamos.

 

Me imagino esta luz gris de lluvia primaveral en nuestro dormitorio ahora mismo, me imagino nuestros cuerpos desnudos, imagino que apareces ahora mismo para cumplir esa imagen, esa de estar los dos pegados bailando esta canción mirándonos a los ojos, bailando lento y con movimientos extraños, olvidando que no sabemos bailar, olvidando que bailar sin saber puede ser ridículo, olvidando que el tiempo existe, olvidando que acabaremos follando… no hay prisa por muy excitados que estemos, solo queremos bailar. Y aquí me tienes mi vida, intentando escribir una sensación, intentando transformarla en una imagen… Visualizo cómo me echas sobre la cama, cómo deslizas tu lengua por mi barriga hasta llegar a mis pezones para devorarlos, para estirarlos y hacerme sufrir. Qué estremecimiento tan divino, qué diabólico. Sigues subiendo por el cuello, mordiendo y lamiendo. Me agarras fuerte del pelo y tiras hacia atrás, nuestras mejillas se juntan fuerte, con rabia, una rabia fruto de la impotencia de no poder transmitir todo lo que sientes y comienzas a decir: “tus pies son míos, tus rodillas y pantorrillas, tus muslos y ese coño que huele a magia y a puta son míos. Tu ombligo, tu vientre, tus órganos, tus tetas y esos pezoncillos sensibles, el cuello, las orejas, tu sonrisa y tu lengua son mías, tus ojos oscuros, tu nariz, tus mejillas y esas pecas que las manchan. Eres tan mía, cariño, eres tan mía…”

 

Cómo odio ahora mismo estos pocos kilómetros que nos separan, qué celos más locos de ese ordenador que estarás tocando… qué lentos pasan las horas que quedan hasta que vuelvas a besarme.

 

Bailemos, como si esta fuese la mejor canción del mundo, como si el bailarla fuese lo mejor que se puede hacer en la vida.

 

Yo prometo no contenerme, prometo no guardarme ninguna mirada, ni un solo gesto, prometo no guardarme ni una sola barbaridad dentro, y si ves atisbo de vergüenza en mi mirada, abofetéame, ahuyéntala, no me deja vivir en paz y no la quiero. Prometo soltarme entre tus brazos, prometo derretirme por cada “Mía”, prometo volverme río sobre tus caderas, prometo no contener la saliva, ni las lágrimas. Prometo…

 

Te escribo obscenidades, sacas esa parte de mí que me libera, que me revoluciona por dentro, que me llena de deseo y pecado, que eriza todo mi cuerpo.

 

Ven, vamos a bailar desnudos, olvidando que no sabemos bailar, quiero sentir tu polla aún flácida en mi piel, quiero notar cómo se va endureciendo conforme mis tetas rozan tu pecho con esta canción de fondo y con la ciudad mirándonos tras la ventana…

 

Ven, ven este día gris de primavera, bailemos desnudos, ven y hagamos que esto no acabe nunca…

 

 

miércoles, 25 de abril de 2018

La más idiota

Aquí estoy de nuevo, sintiéndome la más idiota del mundo, tranquilos, es sin castigo, simplemente es algo que experimentar tras este aprendizaje. Él ya me lo dijo: "Ángela, eres muy drástica, simplemente deja de escribir por obligación, pero no te despidas del blog, quizá más adelante te apetezca escribir algo en él" pero yo necesitaba despedirme de él y sí, soy muy drástica, necesito símbolos para avanzar.

Hoy sin venir a cuento he escuchado una canción y me he dicho: quiero publicar en "Azote y café" es mi blog, un lugar en el que divertirme y nutrirlo de historias que solo aquí puedo volcar.

Quizá tenía que suceder así, porque sí es cierto que no soy la misma que se despidió, estoy metida en un curso intensivo de vida y una de las cosas que más fuerte me ha llegado es la necesidad de divertirme y solo eso. Me he dado cuenta que no me dejaba disfrutar, que convertía cualquier diversión en obligación... También me he dado cuenta de que debo ser más espontánea, dejar de pensar tanto las cosas y dejar salir a la locura, esa que hoy me ha hecho publicar esto, aunque mañana me arrepienta... ¿Qué más da?

Así que esto es parte de mi lección, el vivir esta sensación de "vergüenza" por volver tras despedirme, esta sensación de "Ángela, tú no haces las cosas así, esto no es propio de ti, tú eres drástica y férrea cuando se trata de ser fiel a tus decisiones" anda, acabo de verle las orejas otra vez a mi soberbia, me agarro tan fuerte a mis decisiones como dando por hecho que ninguna es equivocada. Pues sí, querida soberbia, me equivoqué, querría volver a escribir aquí,  sí, de otra forma, pero quería volver a escribir. Qué bien conozco este "bulle, bulle" en el estómago, ese que siento cuando le doy una patada a mi ego, y se duele y me duelo. Pero hoy siento que me he reconquistado, que he reconquistado este hueco que con tanto cariño e ilusión creé. Ahora lucharé para usarlo simplemente para divertirme, nada más.

Mientras escribía esto me ha llamado mi madre y le he contado este proceso y me ha dicho una frase clave: "Tu alma te pide ser río y has empezado a serlo, pero aún tienes el recuerdo de cuando eras piscina" y es eso, los ríos fluyen, no se plantean por dónde pasarán y como construir ese camino, solo pasan y se abren paso por donde les da la gana.

miércoles, 14 de febrero de 2018

La despedida

Him & I - Halsey ft G-Eazy

Hay una habitación en la que Él y ella están haciendo el amor. Ella subida sobre Sus caderas lo mira y Él le devuelve la mirada, nadie puede entender qué ve cada uno en los ojos del otro, ni siquiera ellos. Nada hay en el mundo en esos momentos, solo las sensaciones, los sentimientos y el placer a borbotones.


Azotes, mordiscos, besos, caricias, sexo desmedido y sexo suave y profundo, palabras obscenas y las palabras de amor más hermosas y sentidas que jamás nadie ha escuchado… todo se mezcla en la locura de esa cama, todo se siente en el universo que es esa cama.


Han pasado por muchas fases, necesitaron un tiempo de mostrarse, necesitaron un tiempo de aceptarse, necesitaron un tiempo en el que gritarle al mundo que no eran demonios, que eran seres amándose de la forma más auténtica que podían.


Él la agarra de la nuca mientras la penetra “No dejes de mirarme a los ojos” a ella no se le había pasado por la cabeza ni siquiera pestañear, cómo dejar de perderse en el negro de Su iris, en los secretos que oculta Su pupila. Son solo Él y ella, no hay mucho que argumentar, poco hay que contar más, no tienen nada de especial y lo tienen todo. Son solo Él y ella, humildes y tremendamente poderosos, Él y ella, solo dos personas, con sus virtudes y sus defectos, dos humanos luchando por llegar al origen de todo esto que sienten… Follan para sentirse lo más cerca de la magia que se han sentido nunca. ¿Por qué se entrega ella? ¿Por qué la domina Él? Qué más da, qué le importa a nadie ¿Cómo se entrega ella? ¿Cómo la domina Él? Qué importa, nunca se trató de eso, nunca importaron las formas ni los motivos, solo importaban Él y ella, ahora lo saben, ahora ella al fin lo sabe…


Hay una habitación con vistas a la ciudad de noche, una cama en la que el demonio y Su bruja follan, unas sábanas bajo las que el humano y Su diosa, bajo las que el dueño y Su perra se aman sin miedo a descubrir dónde les llevará eso, sin miedo a qué descubrirán bajo cada capa de piel que se arrancan. Hay una habitación que poco a poco va desapareciendo tras un telón de esos de teatro antiguo, tras el que Él y ella seguirán amándose mirándose a los ojos, tras el que Él y ella seguirán amándose como animales, dejando al instinto hablar, manejar sus caderas… Se cierra el telón pero ellos nunca dejarán de ser Él y ella, nunca dejarán de ser.


 

Me despido de esta etapa, se cierra el telón para mí en este blog. Llevo mucho tiempo intentando entender mis sentimientos respecto a él, mi falta de inspiración y motivación. He necesitado un tiempo en el que alejarme de todo y fluir, dejar a la vida que me hable, para poder comprender que esto ya no tiene sentido para mí. Comencé este blog para comenzar a aceptarme, lo hice para desahogarme en ese proceso… pero han pasado los años, he ido avanzando hasta aceptar esta parte de mí del todo. Y si ese proceso termina lo lógico es que este “diario” en el que lo plasmaba termine también. No soy solo lo que muestro aquí, soy mil cosas más y esta parte está tan integrada en mi vida, es ya tan natural, que pasa desapercibida entre las demás… No me queda nada pendiente con ella, nada más que vivirla, solo vivirla. Ha llegado el momento en el que nuestras cosas sean solo nuestras, el momento en el que cerrar este capítulo y seguir adelante explorando otras posibilidades, otras temáticas y formas de expresarme. Seguiré escribiendo pero ya no aquí, seguiré con mis cuentos que es lo que realmente me motiva, quiero comenzar a sentirme escritora de verdad, no una persona que escribe solo por necesidad de expresar su proceso. No puedo estar más agradecida a lo que este proyecto me ha dado: personas, palabras, seguridad, confianza, aceptación… He descubierto tantas cosas escribiendo para llenar este lugar… Pero ahora toca empezar de cero, no os negaré que asusta, pero sé que tengo a la vida de mi lado, sé que voy en la dirección correcta.


Gracias a todos los que me habéis leído, gracias a todos los que me habéis dejado formar parte de vuestras vidas o procesos de alguna manera, gracias a todos, os deseo lo mejor en vuestros caminos.


 

miércoles, 7 de febrero de 2018

Los inicios

Son muchas las personas que me han escrito pidiendo consejo sobre cómo iniciar una relación D/s. La mayoría son parejas como lo fuimos Él y yo, con un recorrido previo como pareja “normal”. Tengo la sensación de que a lo largo del blog ya he contado cómo lo hicimos nosotros, pero quizás sea necesario un recopilatorio para que quede más claro.

Ya dije que no iba a contestar más mails de forma personal, por ello escribo esta entrada, para que quede aquí reflejado. Esto no es una Biblia, ni una fórmula mágica, no es lo que pienso que haya que hacer, simplemente es lo que he ido viviendo, los fallos que cometimos y los aciertos, y quizá se me escape algún consejo fruto de la experiencia… A nosotros nos ha funcionado, pero cada pareja es un mundo, influyen tantas cosas en cada relación que es imposible asegurar que lo que le funciona a unos le vaya a funcionar a otros.

Nuestros inicios fueron muy lentos, empezamos viendo películas juntos, leyendo algún artículo suelto de algún blog que encontraba. Dialogamos muchísimo, Él no tenía ni idea de BDSM y yo descubrí que no tenía ni idea de lo que de verdad quería. Cuando te tiras tantos años anhelando algo y fantaseando tanto, tiendes a creer que necesitas exactamente lo que fantaseas, cuando en realidad buscas algo más profundo. Por otro lado cuando sueltas la bomba “Quiero que me domines” das un poco por hecho que la otra persona lo va a entender, pero debes contarle tus fantasías, qué cosas de la dominación te gustan y cuáles no, qué límites no estás dispuesta a cruzar etc… Mientras comenzábamos ese proceso de descubrimiento comenzaron también las primeras normas, cosas muy pequeñitas sin un castigo muy severo, creo que mi primer castigo fue un pellizco en el brazo. Hay que entender que Él nunca se había planteado azotarme como castigo ni nada parecido, así que cómo se puede esperar que de la noche a la mañana me diese la azotaina del siglo… Hay que dejar que el proceso natural fluya, Él empezó a descubrir que había cosas que le excitaban, que le gustaba decirme qué ropa llevar, por ejemplo, cuando iba con Él. Esta fue una de las primeras normas. A Él antes de ser D/s le gustaba verme con vestido, cosa que yo me ponía cuando me daba la gana evidentemente. Nunca se planteó decirme “Como me gusta que lleves vestido lo vas a llevar siempre que salgas conmigo”, pero cuando yo le dije que deseaba su dominio cayó en que ahora sí podía ordenármelo. No sé si veis que la mente no cambia de forma tan sencilla, mucho menos cuando tienes asumido que no tienes derecho a ordenar nada a la otra persona, es que ni te planteas hacerlo, y ahora de repente tienes que ir buscando esas cosas que te gustan y asumir que ya sí puedes ordenarlo. La verdad es que si me pongo en Su lugar me resulta un proceso complejo, asumir que todo lo que te parecía mal hacerle a la persona que amas es lo que debes empezar a hacer si la amas… Desde la perspectiva lo veo muy claro, pero no penséis que en aquel momento fui tan comprensiva, yo quería lo que quería y lo quería YA. No consideré que no era tan sencillo, que Él necesitaba tiempo, pequé de impaciente y generé muchas situaciones y conversaciones angustiosas por culpa de ello. Así que aquí viene un consejo: sed pacientes, id poquito a poco, es mejor hacer las cosas despacito pero con buena letra. Hay que asentar la relación sobre cimientos sólidos y eso no es cosa de días ni de meses. En nuestro caso llevamos 9 años como una pareja D/s y nunca he dejado de tener la sensación de que aún estamos iniciando el camino, quizá en el último año más o menos es cuando más siento esa tranquilidad de estar asentados. Y, aún así, aunque ya no es como al principio que eran ajustes mucho más grandes y evidentes, seguimos ajustando detalles.

Otra cosa que nos pasó es que como yo llevaba años fantaseando quise tener el Amo que yo había imaginado, y no es así, la otra parte irá sacando su lado dominante si lo tiene, pero lo hará a su manera. Quizá no le gusten las cuerdas y a ti sí… ¿Y ahora qué? Pues que te tienes que enfrentar a una pregunta complicada ¿Quieres jugar a que te dominen o deseas que te dominen de verdad? Esto no incluye sobrepasar límites que no quieras sobrepasar, aclaro. SI no que hay que tener cuidado porque mi tendencia al principio era la de dominar desde abajo “Yo deseé un Amo que me hiciese tal cosa, así que me lo tienes que hacer” de una forma mucho más sutil pero ese sería el resumen. Esto no es algo que me pasara solo a mí, la mayoría de las personas sumisas presentan esta característica. Si quieres un juego también es genial, haz un guión, meteos en los personajes y a disfrutar. Así jugábamos antes de ser D/s y era maravilloso, el problema es que terminaba y me quedaba un vacío espantoso porque no era un juego lo que necesitaba.

Bueno, que me enrollo, el siguiente paso que dimos fue hacer un contrato, de esto os hablo con más detalle en este post. Es algo que me parece muy importante al principio aunque luego con el tiempo vaya cambiando o ya dejéis de seguir las pautas que plasmasteis en él. Pero creo que es un elemento que calma a ambas partes: a la que desea más porque ve que se van a cumplir, y a la parte que está aún un poco asustada por cómo se va a desarrollar todo.

Y la verdad es que poco más puedo deciros, el resto es ponerse a rodar. Esto, igual que la vida, es un camino de acierto y error, viendo el error como una forma de aprendizaje “Esto así no ha funcionado, cómo podemos hacer, qué cambiamos…”. Esto es un camino de los dos, ser sumisa no significa tumbarse y dejarse llevar sin más porque “Ah, tú eres el dominante” este es un camino que se hace juntos, atendiendo el uno los miedos del otro, confiando y siendo muy sinceros, lo más que hayáis sido nunca. Yo en este proceso he descubierto el significado de amor, pero de amor de verdad, no ese egoísta que espera obtener algo concreto. He podido ver mi exigencia y he podido apagarla comprendiendo que es una persona, que no puedo pedirle que sea un personaje, ese de mis fantasías, porque no es real. Y menos mal porque ha resultado ser mucho mejor. He aprendido que, que sea mi Amo, no significa que no tenga días que necesita mi consuelo, que también necesita que lo cuide, que no puede estar constantemente pendiente de satisfacerme aunque sea disfrazado de satisfacerse. He aprendido que una relación es mucho más importante que unos papeles, que el amor va más allá de los títulos de Amo y sumisa. Pero cada uno descubrirá cosas distintas, estad con los ojos, los oídos y el corazón bien abiertos.

domingo, 28 de enero de 2018

Feliz cumpleaños AMOr

Esta entrada seguramente tenga erratas, he comenzado a escribirla con ganas de terminarla, como alguien que hace algo que no debe pero tiene que hacer. Y es que puse muy seria conmigo misma, decidí que era el momento de descubrir cuál es mi propósito en la vida, eso a lo que me tengo que dedicar... para ello el primer, y más importante, paso es apagar mi mente y confíar en la vida, en mi Ser interior, dejarlo salir y hablarme. Para ello dejé de hacer cualquier cosa que pudiese estar haciendo en cualquier dirección, la más significativa: escribir. No es que no sea esa la respuesta, es solo que necesito fluir y escuchar lo que la vida tiene que decirme. Pero claro, una hace planes y las circunstancias también. Hoy es Su cumpleaños y necesitaba dedicarle unas palabras:


Es mejor caminar - Revólver

Esta entrada es una máquina del tiempo que he creado solo para nosotros, un viaje a otro tiempo, a esos momentos que forman parte de nuestra historia, esos primeros momentos en los que sí éramos los que somos ahora, no esos enturbiados que vinieron después.


Recuerdo el primer viernes que su padre le dejó el coche, solo había un casete, lo puso y Revolver sonó de camino a Cumbres Verdes. ¿Cuántas veces hicimos el amor en esos asientos traseros? El viernes era sin duda mi día favorito de la semana. Verlo jugar al fútbol me encanta… recuerdo observarlo fijamente, recuerdo la primera vez que sentí esa admiración por verlo hacer algo que yo no sé hacer, por ver en aquel muchacho a un niño de tardes de placeta y pelota que yo no conocí. He de confesarle que Revolver no me gustaba mucho y Depeche Mode tampoco, pero cómo no adorarlos si ellos fueron la banda sonora de aquellas noches. No sé qué día fue, pero recuerdo como si fuese ayer estar sentada, aún delante, contemplando el cielo lleno de estrellas y las luces pequeñitas de la ciudad debajo. Miré ese cielo y me sentí terriblemente afortunada, y digo terriblemente porque por primera vez sentí lo doloroso que podría llegar a ser amar tanto a alguien, por primera vez sentí el miedo a no volver a estar en esos instantes antes de que me besase, de no volver a sentir el calor de su piel, el miedo a no volver a estar a horcajadas sobre usted. Pero ese miedo fue fugaz, acabó cuando su mano agarró tiernamente mi nuca para acercarse y besarme con amor y deseo.


Por aquel entonces no se lo dije, aunque creo que ya lo sabe, pero aquellas noches fueron mucho más para mí que las primeras veces de una relación, esas noches, su manera de follarme, rompían mil prejuicios, mil creencias que había adquirido sobre tener sexo con un hombre. Usted limpió mi cuerpo, mi mente y mi alma de las manos sucias, del sexo sucio que me habían manchado. A Su lado empecé a disfrutar, empecer a comprender que una pareja era unión.


Y es que puedo volar con mi mente a esos momentos, a Revolver sonando y a Sus labios en mis pezones, a la primera vez que sentí lo mucho que me excita que me los toquen, puedo recordar la primera vez que me fijé en que se muerde fuerte el labio de abajo cuando está muy excitado, la primera vez que percibí que Sus ojos se vuelven más oscuros aún mientras me folla. Ahora me dice que cabalgo mejor que nadie y no sabe que fue usted el que me enseñó en aquel coche, el que me descubrió y liberó, el que hizo que empezara a permitirme sacar ese animalillo salvaje que era, que soy. Esas noches empezamos a descubrir que éramos igual de pervertidos y sexuales…


Siempre decimos que estamos hechos el uno para el otro, que nos hicieron a molde, que mi hombro encaja bajo Su axila, que mi nariz encaja en el hueco de Su clavícula, que usted sabe por instinto que me vuelve loca, y yo sé por instinto qué lugares tocarle. ¿Recuerda el día que me retó a que encontrara algún lugar en el que tuviese cosquillas? Se creía invencible, ni siquiera usted lo sabía… y yo fui a darle bocaitos chiquititos en el hueso de la cadera haciendo que comenzara a reírse inevitablemente. Me pide que esté con usted siempre, que no lo deje, pero no lo exige, lo dice como no queriendo decirle, para darle salida a un miedo, asustado de que ese pajarillo libre que sabe que soy un día no regrese… ¿Cómo voy a irme? Esta vida es nuestra, esta vida es para saborearnos como no pudimos en otras… a usted le asusta que no esté a Su lado en esta, y a mí me asusta cuántas pasarán hasta volver a vernos.


¿Sabe? Desde el primer momento en que lo vi, ese en el que supe que era el hombre de mi vida, me empezó a ayudar a crecer. Esas semanas que pasaron antes de saber que iba a volver a verlo siquiera, esas en las que, como si fuese tonta, decía que usted era mi novio solo por haber bailado una vez juntos… esas semanas también estuve cerrando círculos, empecé a limpiarme, a intentar cambiar esas cosas que no me gustaban de mí… y es que desde que lo vi por primera vez, en cuanto vi Su sonrisa limpia y sincera supe que teníamos que estar juntos pero que me tocaría luchar mucho, crecer mucho, para ser merecedora del privilegio de estar a Su lado.


¿Se puede ser más feliz? Hace unos años hubiese sentenciado con un no, pero hoy puedo asegurar que sí, pues cada día aprendo nuevas sensaciones, nuevas emociones, descubro un nuevo matiz en nuestro amor, cada noche Sus brazos me parecen aún más confortables que la noche anterior.


Los mejores recuerdos que tengo de nuestra relación sucedieron en lugares sencillos, haciendo cosas sencillas. En la playa, en mi toalla de foca en una noche de Luna llena, en el banco de un parque, en el asiento trasero de un Citroën, en una manta en mitad del campo ¿Recuerda cuando tenía tantas ganas de usted que me daba igual estar desnuda en mitad del campo, incluso cuando pasaban ciclistas?, en nuestro dormitorio, en una habitación cutre de un motel de Madrid, en un concierto clavándome la barra de metal en la barriga por tenerlo a usted detrás abrazándome y cantando, en una casita rural en Asturias escanciando sidra en la bañera… Ay, me estoy poniendo tonta, ya sabe, somos unos “sentíos”. Han sido tantos los momentos a Su lado, son tantos, serán tantos…


¿Recuerda el primer regalo de cumpleaños que le hice? Yo recuerdo que vino esa mañana a mi casa y se lo di en la cocina, el papel de regalo quedó sobre la mecedora. Recuerdo Su cara, esa de no esperárselo para nada, cara que me prometí volverle a sacar todos los cumpleaños que pudiera. Casi siempre lo he conseguido (sin duda la del regalo de su segundo cumpleaños a mi lado se lleva el premio, usted ya sabe ;) jaja) y seguiré intentándolo cada año. El primer regalo que le hice fue un mp3, usted amaba la música, amor que también me enseñó, no fue fácil para mí comprarlo, ahora tener un mp3 o similar es muy habitual, pero en aquella época era algo especial. Cuidó y usó ese mp3 tanto… aún está por casa rondando, soy incapaz de tirarlo. Lo llenó de canciones que hoy en día son la banda sonora de nuestra vida: Depeche Mode, Oasis, Revolver…


Y bueno, no me enrollo más, mi intención con esta entrada era sacarle una sonrisa en Su día especial y decirle que cuando vuelva a casa mire en Su lado de la cama, habrá algo que espera sacarle aquella cara del primer cumpleaños.


Feliz cumpleaños, Amo. Prometo no faltar a ninguno de los muchos que le quedan por vivir.

miércoles, 10 de enero de 2018

No renaceré, seguiré siendo

Hace unas semanas estaba un poco agobiada, no sabía qué escribir, sobre qué hablar, me sentía de nuevo en ese bloqueo que me viene cada cierto tiempo... Como si tuviese mil historias que quieren salir pero el miedo las atasca. Esta vez abrí la carpeta donde guardo todo lo que escribo. En ella hay mil textos empezados, relatos que en su momento no publiqué, frases, párrafos perdidos etc. Abrí el primero que pillé, no tenía ni idea de lo que era... y allí estaba este texto que me dio la vida, que me emocionó muchísimo, sabía que lo había escrito yo pero no lo percibí así en aquel momento, casi podría decir que lo escribí para leerlo en el futuro, como si fuese dos personas y me hubiese dejado un regalo de cumpleaños preparado... Me parece el cuento perfecto para iniciar el 2018 en el blog, un año en el que quiero avanzar con este proyecto, cambiar al fin esas cosas que llevo mucho queriendo cambiar, una de ellas escribir y publicar sin ningún miedo ¿Lo conseguiré al fin? Esta entrada es un pasito, en su día no la publiqué este porque tuve miedo... Justo hoy me quitan un bulto en el labio con el que llevo varios años, ya me lo extirparon pero me volvió a salir. Os cuento esto porque siempre he creído que mis problemas físicos son reflejo de lo que tengo por dentro. Ese bulto lo tengo desde que empecé a escribir de forma pública, es un bulto que me incomoda cuando me expreso, que creo que miran todos cuando hablo, me hace sentir observada, me recuerda constantemente que lo que digo se escucha con el consecuente miedo a qué pensará el receptor de lo que digo. Hoy me quito ese bulto y voy a trabajar duro para que no vuelva a salir, voy extirparme también el miedo que simboliza.


Renaissance - Paolo Buonvino & Skin

La anciana estaba tumbada en el suelo sobre unas pieles. Medio incorporada miraba el fuego. Aquella noche la tribu estaba callada, no retumbaban los tambores, no sonaban las flautas, nadie cantaba… Todos estaban paralizados mirando a la vieja. Ella miraba el fuego, sabía que esa noche era la noche, todos lo sabían. Era el momento de pasar el testigo, sus vaticinios, sus consejos, sus cánticos ya se habían agotado. Miraba el fuego sin miedo, sin pensar en nada más, solo miraba el fuego hasta que las llamas se transformaron en imágenes, se contorneaban como una mujer, una mujer que entraba lentamente en un lago, desnuda, con su largo y moreno pelo cubriéndole los pechos. La noche hacía que el agua fuese negra, tan solo el reflejo de una enorme luna llena flotaba en la superficie. Y allí se dirigía la mujer, nadando despacio, lento para no mover las aguas y emborronar el reflejo del astro. La vio cerrar los ojos y dejarse flotar con los brazos y piernas extendidos, la sintió unirse con la luz de esa luna, la sintió salirse de su propio cuerpo al igual que hacía la anciana en ese momento, la sintió viajar por los siglos. La sintió cuando se convirtió en una chica menuda, de pelo castaño que cabalgaba sobre las caderas de un hombre, en una cama, una noche de luna llena. También sintió a aquella muchacha, la sintió cuando la sensación de ser un trozo de luz de luna la invadió, la notó sentirse mágica y plena, notó cuando esa chica comprendió que era pura luz de luna, tan grande y potente. Tan poderosa que su misión era darse, notó cómo la chica comprendió lo que estaba dando a aquel hombre, cuando comprendió de qué forma estaban conectados ambos, cuando entendió el equilibrio entre dar y recibir, cuando comprendió su entrega, su sumisión, cuando entendió que para liberar su poder, para llevarlo a su máxima expresión debía darse, debía liberarse de su propio cuerpo, entregárselo a otra persona, a una persona que supiera qué tesoro estaba cuidando, que tuviese mano dura cuando lo humano la presionara, mano dura para quitarle todo aquello que la alejaba de su origen, de su magia. Tenía que dejar que otra persona la llevase, le quitase la carga humana, esa de ser lo que has encarnado ser. La anciana sintió cómo aquella chica lejana en los tiempos se empoderaba con todo el camino ya recorrido, cuando era capaz de comprender quién y qué era. Esa anciana notó cómo aquella chica que cabalgaba sobre las caderas de un hombre en la oscuridad de la noche se sentía con el cabello más oscuro, con las caderas más anchas, cómo no se sentía en una cama sino en un bosque, cómo se percibía con unos ojos más grandes, con una fuerza y carácter distintos, sintió cómo se contorneaba de una forma diferente, cómo la guiaba una fuerza más salvaje… La anciana vio cómo aquella que flotaba en el lago sentía a la muchacha que cabalgaba y cómo flotando en el lago se sintió más vieja, cómo le brotaban de los labios unos cánticos que jamás había oído, cómo escuchaba tambores que no estaban en aquel silencioso bosque, sino en ella.


La anciana salió del trance, volvió a ver solo llamas en la hoguera. Miró a su pueblo: no os apenéis por mí, no me voy, la muerte no es el fin de nada, soy una anciana que muere, pero también soy una mujer que flota, una chica que cabalga... No voy a renacer, solo seguiré siendo. Estoy sobre estas pieles y en mil lugares más. Hay una mujer que flota que escucha tambores, hay una chica que cabalga que desde niña se sintió vieja. Todas somos la misma, no renaceré, solo seguiré siendo…


La sabia anciana cayó sobre las suaves pieles, su cuerpo quedó allí vacío, ese disfraz ya no aguantaba más remiendos.