Siempre he luchado por ser una persona suave que no hace daño ni ofende a nadie… soy consciente de que desde pequeña he tenido unas ideas poco comprensibles para algunos que he ido sacando poco a poco y de manera muy estudiada para evitar la ofensa. En twitter esto es tremendamente difícil y cuando he dicho algo que ha generado debate enseguida me he sentido mal. No entendía por qué, ya que no me importa que me lleven la contraria, en persona adoro los debates, son geniales para ejercitar y abrir la mente, pero cuando es “con público” la cosa cambia. Sé que al final todo se reduce al miedo, pero miedo… ¿A qué? Nadie va a venir a la puerta de mi casa con antorchas y si lo hace es sin ningún derecho. ¿Miedo a la opinión de los demás? Puede ser, pero ya expongo mi vida y mis sentimientos, quizá me quede algún miedecillo al qué dirán, pero creo que es algo con lo que hay que aprender a vivir así que, aunque también un poco sea eso, sentía que había una lucha interna conmigo misma por algo distinto. Esta Semana Santa no he publicado ninguna entrada, no creáis que ha sido por dejadez, las entradas estaban preparadas, pero era incapaz. De repente fui consciente de que se pueden malinterpretar mis palabras, que hay personas que ni siquiera quieren intentar entenderlas, que obviarán que hablo de mí y solo de mí, no para que nadie haga lo que digo. De repente me asaltó un miedo irracional. Y es que eso es lo que pasa cuando sabes que hay algún fallito en ti, como una pequeña picadura en una muela, que no haces caso porque es muy chiquitita y de repente, un día, un insoportable dolor de muelas te ataca sin venir a cuento, y te sorprendes porque creías que lo tenías controlado. Pues ese dolor me dio a mí, no he querido enfrentarme ni averiguar de dónde salía ese pequeño miedo y, un día, de repente, me ataca y me incapacita hasta el punto de no querer escribir o publicar. Pero como siempre digo la vida te da las respuestas cuando las pides de verdad, aunque sea de la forma más insospechada.
Estaba ordenando el estudio, cuando me dan “crisis” de este tipo siempre me da por ordenar, con la música a todo volumen, llorando, intentando entender por qué hay una línea que nunca me dejo sobrepasar, aún siendo consciente de que si no la paso nunca conseguiré mis objetivos. No entendía nada, no me entendía a mí misma y me angustiaba pensar que el estudio nunca iba a estar tan ordenado como yo quería porque, al igual que yo, siempre estaba lleno de chismes y papeles que no deshecho del todo. Me agobié, me agobié muchísimo, así que me senté y por inercia abrí twitter, para distraerme un poco. Uno de los tweets criticaba la entrevista de Cristina Pedroche. Yo no soy muy de ver la tele, pero la opinión que tenía de ella, de lo poco que la he visto, no era muy buena. Así que por ese instinto español de consolarnos con los males ajenos y el critiqueo, decidí meterme a leerla. Como digo, la vida a veces nos da la respuesta de la manera más insospechada. De repente vi a una chica, hablando sobre entrega, sobe entrega a otra persona, de una manera tan natural que me dejó confundida. De repente todo lo malo que pensaba de ella se esfumó y no porque me sintiese identificada o porque hablase de algo que yo siento, sino porque lo dijo sin ningún miedo. Es como si a pesar de todas las cosas que no me gustan de ella como periodista o humorista, o lo que sea que es, quedasen por debajo de una admiración a su naturalidad. No importa que dijese cosas con las que no estoy del todo de acuerdo, no importa si yo pienso que lo que dice está bien o mal, lo que me impactó fue lo sencillamente valiente que es. Y entonces lo entendí, entendí qué me admiraba de ella, por lo que entendí qué me fallaba a mí: el miedo a la polémica.
Polémica, es una palabra que he usado muy pocas veces en mi vida, como si fuese algo que no va conmigo, pero que yo lo haya ignorado no significa que no lo lleve dentro. Me da pavor ser polémica, no me importa debatir y argumentar, escuchar otras opiniones. Pero que mi mensaje se quede volando por las redes, que mi nombre se asocie a pensamientos controvertidos me asusta mucho. Me da miedo que hablen de mí sin que yo lo sepa, que mis palabras vuelen a no sé donde sin que yo pueda controlarlas, sin que me digan directamente qué no les gusta de ellas. Me da miedo que me utilicen para justificar un comportamiento, que me usen para mostrar “lo que está mal”, me aterroriza que tergiversen lo que digo por no conocer la profundidad de lo que hablo. No quiero convertirme en el “enemigo” de nadie, ni en el objetivo de las piedras de personas irrespetuosas que no entienden que cada uno hace, dice y piensa lo que le sale de las narices… tiene gracia porque conforme digo esto me doy cuenta de que cuando escribes un blog, cuando estás en las redes sociales es algo que debes asumir que puede suceder. Pero no pasa nada, esto no significa que vaya a cerrarlo todo, al revés, al fin sé qué me asustaba de todo esto, de tener lectores y seguidores, al fin sé de dónde viene esa resistencia a que mis palabras gusten o no. Ahora sólo me queda ser valiente y asumir, asumir que a veces puedo ser polémica, a veces no se me entenderá, a veces se tergiversarán mis palabras, a veces habrá personas que me critiquen y yo no me entere… no puedo evitarlo, sé que parezco tonta diciendo esto a estas alturas de la película, pero es que sí lo soy, tonta por creer que había alguna manera de evitarlo, que si “me contenía” eso no sucedería. Y lo que he hecho ha sido reprimirme para nada, primero porque nunca llueve a gusto de todos, porque siempre va a haber quién no te entienda, y segundo porque estaba yendo en mi propia contra: no quiero tener que controlarme expresando mis ideas y sentimientos porque no es algo que quiera extender por el mundo, simplemente es mi visión del mío propio. Esto es algo que el Amo siempre me ha querido transmitir, que nadie puede censurarme, ni siquiera yo misma, sólo Él puede hacerlo, al igual que sólo Él puede castigarme, porque en ambos casos yo soy más dura e injusta. Le enseñé la entrevista y me dijo: “Ves, ella puede decir lo que le dé la gana sin miedo ¿Por qué tú no vas a poder?” esas frases sencillas que me repite mil veces pero que sólo cuando estoy preparada para ello me calan.
Cristina Pedroche ha hablado de su vida, no ha insultado a nadie, no ha atacado a nadie, nos puede gustar más o menos su forma de entender las cosas, pero quien se haya ofendido es porque le ha dado la gana. No quiero que esto parezca una entrada defendiéndola, sigue sin gustarme y sigo sin encontrarle el talento, pero me ha hecho ver que no estaba siendo natural del todo, que el miedo seguía ganando mi partida, y me ha dado la fuerza que necesitaba para que eso deje de ser así. No hay que subestimar a nadie pues no sabemos si será el portador de una nueva clave para seguir avanzando.
Voy a dar pasos, pasos importantes en mi vida y he de asumir que pueden ser polémicos, pero estoy más que dispuesta a asumir el riesgo. Yo soy fuerte, no puedo actuar como si no lo fuese, y para los momentos en los que flaquee está ese apoyo que no me falla nunca, en forma de abrazo o de hostia, pero está Él.