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domingo, 28 de julio de 2024

La gloria es otra cosa.

 

Exposición en el museo CAC de Mälaga


Esta mañana, una vez la temperatura en Málaga se ha dulcificado, decidí dar una vuelta y ver la exposición que ofrece el CAC, junto al cauce del Guadalmedina, sobre la obra de Matías Sánchez, titulada “La gloria es otra cosa”. Es una extensa y variada exposición de una original pintura a la que te has de apegar, parado frente a ella, para acercarte a su comprensión o, al menos, a su interpretación a través de esa aproximación, y así captar  la ironía del autor que subyace como elemento referencial de primera magnitud, donde la sátira es la expresión manifiesta de su ingeniosidad.

He de decir previo a mi comentario que, no siendo experto en el tema pictórico, mi opinión no ha de llegar más allá de una disquisición personal desde mi singularidad, exenta de valoración técnica y sesuda reflexión sobre la obra y los matices artísticos que la conforman, ya que no soy docto en la materia. No obstante, volviendo a parafrasear a Joseph Conrad, “el artista solo plasma la mitad de su obra, la otra mitad le corresponde crearla al observador” (él aludía de esta manera al escritor y su novela). Por tanto, mi interpretación corresponde a esa creación imaginaria que he desarrollado en mi mente ante las emociones y percepciones que me han ido despertando sus cuadros. Lo que expreso, pues, no deja de ser una visión personal que pretendo compartir desde la modestia donde se ha de enmarcar mi comentario.

La primera impresión ha sido “confusional”, es decir despistaje respecto a la temática, mediatizado por los elementos simbólicos que afloran en su obra: huesos, chorizos, cuchillos, pistolas, grandes narices asociables a la mentira, entre caras esperpénticas y grotescas figuras, que pretenden, bajo mi punto de vista, representar, simbólicamente y con tan amplia iconografía, a la sociedad en su sentido más patético y realista respecto a sus valores y manifestaciones. 

Presenta algunos cuadros dedicados a situaciones específicas bajo sus títulos: Chungos, Aquelarre, Rabiosos, Saqueo, Sainete, La sentencia, El expolio, La pasión, El juicio final o La gloria es otra cosa… En todos ellos aparecen elementos referenciales interesantes para plasmar una visión patética de esa realidad social que nos envuelve y absorbe, sin obviar a la propia religión de la que nos muestra determinados símbolos muy significativos, como un misal o la propia última cena tratada con cierta irreverencia. Tal vez le falten alusiones a la mentira, el bulo, la manipulación, el odio y un amplio elenco de sentimientos y emociones que hoy reinan en el mundo de la comunicación y de las relaciones humanas tan conflictivas y que son la base o fundamento de este desencuentro desasosegante que vivimos en el día a día.

Esta pobre y sencilla presentación, subjetiva y, tal vez, sesgada por mi atrevimiento, la podéis ampliar a través de la foto que adjunto del texto que presenta el CAC respecto a la exposición y navegando por Internet donde, el propio museo en su página web, aporta mayor información sobre el autor y su obra: (https://cacmalaga.eu/matias-sanchez-la-gloria-es-otra-cosa/)



























martes, 24 de octubre de 2023

No disparen a la pianista

“Más música y menos guerras”

(Alice Wagner)

 

El pasado viernes, día 13, tuve la suerte de asistir al concierto de la Orquesta Filarmónica de Málaga, en el Teatro Cervantes, donde la pianista ucraniana Anna Fedorova dio un recital de piano maravilloso en compañía de la referida orquesta.

Su figura estilizada entrando al escenario, fue intensamente aplaudida, por la promesa de una excelente interpretación del Concierto nº2 para piano y orquesta en fa menor, Op.21, de Frédéric Chopin.

No defraudó en absoluto. Yo suelo dejarme llevar el pensamiento por el armonioso ritmo de la música, que crea fantasías y espacios vivenciales imaginarios acordes con la melodía que te transporta. En todo caso, para mí, es imposible dejar mi mente en blanco y bullen con las notas musicales las ideas. Posiblemente no sea un melómano en sentido estricto, dada mi escaso conocimiento de todo lo emanante del pentagrama. Mas estando en una especie de éxtasis sensorial, me vino al pensamiento la suerte que tenía de poder estar disfrutando de aquel maravilloso concierto, de cuánta gente, en el pasado, disfrutó del mismo y de las clases dominantes, selectas y seculares, destinatarias de ese placer solo accesible a los oídos y sentidos de especial sensibilidad polifónica, insertos en una clase social y cultural elegida, con algunas excepciones.

En ese mismo instante recordé que mi amiga Alice Wagner, en un WhatsApp, había escrito: “más música y menos guerra”, como forma de rechazo a los conflictos. Entonces voló mi pensamiento hacia los otros, los no elegidos, los que no podían disfrutar del concierto donde yo me hallaba y, en contraposición, en ese mismo instante, estarían escuchando el estruendo demoledor de las bombas, bien en Gaza, en Ucrania o cualquier otro lugar en guerra, aterrorizados, heridos o muertos. Tal vez, el hecho de que la pianista fuera ucraniana, fue el detonante de ese pensamiento, pues volé, imaginariamente, a su país… de allí salté a Gaza e Israel, para luego perderme en el difuminado mundo del conflicto generalizado, que se está imponiendo en el planeta a caballo del odio que siembran los estúpidos e intransigentes dogmáticos, los hooligans de la política y los credos y los poderosos que juegan en los despachos a incrementar sus fortunas desde su inhumanidad. La melodiosa música clásica que eleva los espíritus, está siendo sustituida, en esos lugares, por música militar, de esa que suena en los desfiles exhibiendo la capacidad destructiva de los ejércitos y la gente aplaude a rabiar mientras insulta, provoca y abre brechas por donde aflora el conflicto con los no afines.

Dicen que la música amansa a las fieras, pero hay también música para enfervorizarlas, para alienarlas y arrastrarlas a la guerra cuan flautista de Hamelín. Cada vez hay más fieras en este mundo, dispuestas a pelear y destruir, en lugar de construir puentes de entendimiento y cauces por donde circule la vida placentera y libre en un tránsito humano y solidario de evolución compartida.  

Entonces recogí velas. Mi mente estaba dispersándose arrastrada por aquellas ideas que me distraían en la escucha del concierto. Dejé la reflexión para otro momento más propicio. Volví a centrarme en las notas musicales que la virtuosa pianista, Fedorova, hacia fluir del piano y me deje llevar por el ritmo trepidante, por su fuerza interpretativa, por su sensibilidad y serena delicadeza, por su expresión corporal atrapada en la armonía de las notas. Fue un mágico momento de comunión entre todos los presentes en la sala, caras de satisfacción y bondad. No había fieras, al menos en apariencia.

Concluida la interpretación del concierto de Chopin los aplausos fueron intensos. Acabó, Ana Fedorova, obsequiándonos con la interpretación al piano del Amor brujo, de Falla, como colofón al espectáculo.

Luego, cuando se marchó, recordando que era ucraniana, me dije: “Por favor, no disparen a la pianista”.

 


 

domingo, 27 de abril de 2014

La agonía y el éxtasis


Miguel Angel Buonarroti
Acabo de terminar la lectura de LA AGONIA Y EL ÉXTASIS, un libro de Irving Stone sobre la vida de Miguel Ángel Buonarroti, uno de los más insignes artistas de la historia. Escultor, pintor y arquitecto que vivió en la Italia de los siglos XV y XVI (1475-1564) a caballo de Florencia, su ciudad natal y la Roma papal, donde los caprichos y veleidades, cuando no las corrupciones y tiranías de los papas iban imponiendo su antojo y soberbia. Malos y convulsos tiempos para la integridad de la iglesia y excelente etapa para el renacer del arte. La voluptuosidad, concupiscencia, codicia y un importante cúmulo de inmoralidades y nepotismo se aglomeraron en los papados de esos tiempos, donde Alejandro VI (el papa Borgia) fue su principal exponente. El papa era un jefe de Estado, un Rey  con ejército e intereses terrenales que batallaba con los otros estados o ciudades-estado del entorno por el dominio de la zona.
 
El David
Pero también se competía por tener el mejor templo, las más bellas pinturas, esculturas y expresiones artísticas del momento. La Toscana italiana era una región floreciente, con sus ciudades-estado, y la opulenta y rica Florencia a su cabeza. Florencia tiene enterrados en la Iglesia de la Santa Cruz el más importante elenco de artistas representantes del Renacimiento y de otras etapas, hijos de la ciudad. De los nacidos en Florencia solo les queda fuera Dante, que yo sepa, pues su sepultura está en Rávena por cuestiones de las guerras civiles entre güelfos y gibelinos. Los mecenas, como Lorenzo el Magnífico (de la familia Medici) dejaron un importante legado que no se puede perder uno si visita la ciudad. Los papas, en una Roma residual del Imperio Romano, dominaron también el arte y lo orientaron, como era habitual en aquellos tiempos, a la expresión religiosa. El papa Julio II, fue uno de los mecenas que encargó a Miguel Angel el diseño y ejecución de su tumba, pero sus obras más significativas, y las que a mí me impresionaron más cuando visité Roma son la pintura de la Capilla Sixtina, cuya construcción fue ordenada por Sixto IV, de ahí su nombre, donde te asombran los frescos de su bóveda, encargados por Julio II, y el Juicio Final  situado en la pared del altar. Yo me quedé con la boca abierta cuando lo vi. Lástima que no dejaran de hacer fotos, pero hay montones en internet.
 
La Piedad

El Moisés


Otra visita interesantísima es la de la basílica de San Pedro, donde ejerció de arquitecto a la muerte de Bramante y, posteriormente de Sangallo, a parte de la monumentalidad de la basílica, se guarda allá otra joya escultórica impresionante, como es su Piedad (hay otra Piedad en el Duomo de Florencia, otra en Milán y otra más en la Galería de la Academia de Florencia llamada Piedad de Palestrina, pero de trazos muy diferentes). El Moisés que adorna la tumba de Julio II, que está en la Piazza de San Pietro in Vincoli, es otra maravilla. Pero lo que no se puede perder uno en la visita a Florencia es el David que está también en la Galería de la Academia. No seguiré mencionando su obra pues acabaré perdiéndome entra tantas maravillas y dejaré de citar alguna que resulte imperdonable. A los interesados, pueden pasar por este enlace y otros para ampliar información.
 
El papa Julio II

Capilla Sixtina
El libro, que es a lo que ha venido esta entrada, es una excelente obra de Irving Stone escrita en 1965, que fue llevada, incluso, al cine, sobre todo en lo referente a la etapa de los frescos de Capilla Sixtina con los personajes de Miguel Ángel y Julio II (Charlton Heston y Rex Harrison respectivamente), donde, de forma novelada, va relatando la vida de Miguel Ángel, de sus avatares y de la historia de Florencia y Roma en aquel convulso período donde confluyeron, junto a la turbulencia política y religiosa, un considerable ramillete de artistas que marcaron la historia del arte y forjaron el renacimiento italiano. Un buen libro del que aconsejo su lectura, al igual que mi amiga Victoria Romero me lo aconsejó a mí. Es ameno y salvando la imposibilidad de quedarse con el nombre de tantos y tantos artistas que aparecen, nos acerca a esa etapa histórica tan atrayente. 

Basílica de San Pedro

Junts, ¿con quién?

  Opinión | Tribuna Por:  Antonio Porras Cabrera Publicado en el diario La Opinión de Málaga el día 25 ENE 2025 7:00 https://www.laopi...