martes, 24 de octubre de 2023

No disparen a la pianista

“Más música y menos guerras”

(Alice Wagner)

 

El pasado viernes, día 13, tuve la suerte de asistir al concierto de la Orquesta Filarmónica de Málaga, en el Teatro Cervantes, donde la pianista ucraniana Anna Fedorova dio un recital de piano maravilloso en compañía de la referida orquesta.

Su figura estilizada entrando al escenario, fue intensamente aplaudida, por la promesa de una excelente interpretación del Concierto nº2 para piano y orquesta en fa menor, Op.21, de Frédéric Chopin.

No defraudó en absoluto. Yo suelo dejarme llevar el pensamiento por el armonioso ritmo de la música, que crea fantasías y espacios vivenciales imaginarios acordes con la melodía que te transporta. En todo caso, para mí, es imposible dejar mi mente en blanco y bullen con las notas musicales las ideas. Posiblemente no sea un melómano en sentido estricto, dada mi escaso conocimiento de todo lo emanante del pentagrama. Mas estando en una especie de éxtasis sensorial, me vino al pensamiento la suerte que tenía de poder estar disfrutando de aquel maravilloso concierto, de cuánta gente, en el pasado, disfrutó del mismo y de las clases dominantes, selectas y seculares, destinatarias de ese placer solo accesible a los oídos y sentidos de especial sensibilidad polifónica, insertos en una clase social y cultural elegida, con algunas excepciones.

En ese mismo instante recordé que mi amiga Alice Wagner, en un WhatsApp, había escrito: “más música y menos guerra”, como forma de rechazo a los conflictos. Entonces voló mi pensamiento hacia los otros, los no elegidos, los que no podían disfrutar del concierto donde yo me hallaba y, en contraposición, en ese mismo instante, estarían escuchando el estruendo demoledor de las bombas, bien en Gaza, en Ucrania o cualquier otro lugar en guerra, aterrorizados, heridos o muertos. Tal vez, el hecho de que la pianista fuera ucraniana, fue el detonante de ese pensamiento, pues volé, imaginariamente, a su país… de allí salté a Gaza e Israel, para luego perderme en el difuminado mundo del conflicto generalizado, que se está imponiendo en el planeta a caballo del odio que siembran los estúpidos e intransigentes dogmáticos, los hooligans de la política y los credos y los poderosos que juegan en los despachos a incrementar sus fortunas desde su inhumanidad. La melodiosa música clásica que eleva los espíritus, está siendo sustituida, en esos lugares, por música militar, de esa que suena en los desfiles exhibiendo la capacidad destructiva de los ejércitos y la gente aplaude a rabiar mientras insulta, provoca y abre brechas por donde aflora el conflicto con los no afines.

Dicen que la música amansa a las fieras, pero hay también música para enfervorizarlas, para alienarlas y arrastrarlas a la guerra cuan flautista de Hamelín. Cada vez hay más fieras en este mundo, dispuestas a pelear y destruir, en lugar de construir puentes de entendimiento y cauces por donde circule la vida placentera y libre en un tránsito humano y solidario de evolución compartida.  

Entonces recogí velas. Mi mente estaba dispersándose arrastrada por aquellas ideas que me distraían en la escucha del concierto. Dejé la reflexión para otro momento más propicio. Volví a centrarme en las notas musicales que la virtuosa pianista, Fedorova, hacia fluir del piano y me deje llevar por el ritmo trepidante, por su fuerza interpretativa, por su sensibilidad y serena delicadeza, por su expresión corporal atrapada en la armonía de las notas. Fue un mágico momento de comunión entre todos los presentes en la sala, caras de satisfacción y bondad. No había fieras, al menos en apariencia.

Concluida la interpretación del concierto de Chopin los aplausos fueron intensos. Acabó, Ana Fedorova, obsequiándonos con la interpretación al piano del Amor brujo, de Falla, como colofón al espectáculo.

Luego, cuando se marchó, recordando que era ucraniana, me dije: “Por favor, no disparen a la pianista”.

 


 

jueves, 12 de octubre de 2023

Afinidad, respeto, tolerancia…

 

Empatía

En el mundo de las ideas, del libre pensamiento y el derecho a ejercerlo y manifestarlo públicamente, existen variables o diferentes reacciones ante esas manifestaciones por parte del receptor del mensaje; o sea, de quien las escucha.

Partamos de la base de que la expresión de las ideas, en un sistema de libertad, es lícita; lo que dudo mucho que lo sea es el intento de someternos a ese pensar colonizando nuestra propia ideología, mediante la imposición del pensamiento ajeno, cuando lo esencial es educarnos a pensar en libertad y responsablemente.

Si partimos de una actitud constructiva que, teniendo conciencia de que la verdad y la razón están sometidas a variables no siempre compartidas por todos, nos permite, con mente abierta, valorar y discernir sobre el pensamiento ajeno, pero tras esa valoración hay, como mínimo, tres actitudes o posicionamientos respecto al pensamiento analizado. Podríamos hablar de esos tres términos que propongo considerar según el nivel de conformidad con la idea expresada, que son: afinidad, respeto y tolerancia, que en ningún caso son lo mismo, observándose importantes matices.

Pero antes quiero traer a colación la palabra EMPATÍA como un referente actitudinal que facilita la comprensión y la capacidad de ponerse en el lugar del otro para mejor interpretar su pensamiento, actitud y conducta respecto a los demás, en todo caso la empatía la allana una mayor afinidad facilitando el ejercicio. Los otros tres conceptos surgen, o deberían surgir, cuando, tras un análisis empático de las expresiones ajenas, optamos por aceptarlas y hacerlas propias o rechazarlas.

Otro factor modulador es la amistad, ya que se fundamente en una consolidación previa de ese sentimiento y a través del tiempo. La amistad conlleva, implícitamente, un sentimiento amoroso al que la RAE define como: “afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato”; o sea, que existe de por si una cierta afinidad instaurada fundamentada en el respeto y la credibilidad. “Un amigo es aquel con el que puedes pensar en voz alta”. Platón creía que “los verdaderos amigos buscan vivir vidas más auténticas y plenas relacionándose entre sí de manera auténtica y enseñándose mutuamente” lo que implica un cultivo sistemático de la AFINIDAD.

Respecto al concepto de RESPETO a las ideas ajenas, que, lógicamente, se ha de dar también en la afinidad, cabe entenderlo como una actitud personal ante un planteamiento racional y razonable, debidamente argumentado y con ánimo constructivo, que no pretende imponerse, sino aportar esa visión al contertulio como propuesta para ampliar su visión del asunto tratado.  Loable planteamiento coloquial sin el ánimo pedante del dogmático. Podemos no compartir ideas, credos, principios o valores culturales, pero respetamos que cada cual defienda y cultive los suyos desde su propia libertad, siempre y cuando esos valores o principios no sean lesivos, delictivos, deleznables e inasumibles por nuestros propios valores, tratados siempre con mente abierta y razonablemente crítica.

Otro asunto es la TOLERANCIA, al menos para mí. Recurro de nuevo a dos acepciones del concepto que define la ARE, como las que se ajustan más a la esencia del verbo tolerar, que de por sí mismo provoca una paradoja con el respeto. Según el diccionario de la RAE, tolerar: Del lat. tolerāre. 1. tr. Llevar con paciencia. 2. tr. Permitir algo que no se tiene por lícito, sin aprobarlo expresamente.

Respetar es aceptar la divergencia, tolerar es aguantar, sobrellevar determinados pensamientos ajenos a pesar del rechazo a la idea, en base al derecho a la libertad de los demás para ejercer su libre pensamiento, aunque no lo compartas y ni siquiera te apetezca debatirlo. La idiotez se tolera en cuanto el idiota existe, pero no se respeta como algo constructivo. En todo caso, dejaremos de tolerarlo en cuanto pretendan imponérnosla por la fuerza, la coacción o el adoctrinamiento.

Concluyo

AFINIDAD: Coincidencia de ideas que te pueden acercar al contertulio por el sendero de la amistad y el afecto, en el campo de la comprensión y el enriquecimiento mutuo.

RESPETO: A las ideas divergentes presentadas desde la lógica argumental con razonamiento crítico constructivo y no dogmático impositivo, aunque no estés de acuerdo con ellas.

TOLERANCIA: Soportar y aguantar la expresión de las ideas irracionales. Permitir algo que no se tiene por lícito, sin aprobarlo expresamente. En religión y política serían los planteamientos integristas y dogmáticos, tolerables mientras no vengan a imponerlos por dictado o signifiquen la comisión de delitos al llevarlos a término o implementar la idea rechazada.

Es decir: 1º Bienvenido a quien comparte mi ideología y concepción de la vida; 2º Respeto al juego democrático y las diferencias de opinión dada la diversidad del pensamiento a caballo del complejo evolutivo individual; 3º Rechazo la idea que me agrede y pretende someterme, aunque la tolero como un ejercicio de libertad de pensamiento mientras no intenten implementarla y colonizar mi pensamiento con ella anulando mi propia libertad.

 



 

 

 

miércoles, 4 de octubre de 2023

Soneto existencial

Obra de Ernesto Walls: Espiando horizontes

 

Soneto existencial

 

El pasado presiona a mi presente

que observa confundido hacia el futuro

en tránsito de joven a maduro

mostrando el deterioro de la mente

 

y pienso que quizás toda la gente

caminando en la vida con apuro

encontró su sendero que fue duro

por mucho que se diera de valiente.

 

Ahora que cercano está el abismo

el miedo al más allá me importa un pito

sintiendo que en la paz está la gloria

 

por tanto amigo mío me es lo mismo

los dioses y los dogmas ya han prescrito

en un mundo que gira como noria.

 

Autor: Antonio Porras Cabrera

Málaga, 2 de octubre de 2023


The Economist dixit

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