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El diseño y las personas. Elementos de una teoría del contexto proyectual
Gustavo A. Marincoff
Octante (N.° 4), e023, agosto 2019. ISSN 2525-0914
https://doi.org/10.24215/25250914e023
http://papelcosido.fba.unlp.edu.ar/ojs/index.php/octante
Facultad de Bellas Artes. Universidad Nacional de La Plata
La Plata. Buenos Aires. Argentina
EL DISEÑO Y LAS PERSONAS
Elementos de una teoría del contexto proyectual
Design and People
Elements of a Project Context Theory
Gustavo A. Marincoff |
[email protected]
Integración Cultural 1. Facultad de Bellas Artes
Universidad Nacional de La Plata. Argentina
Recibido: 8/1/2019
Aceptado: 22/5/2019
RESUMEN
ABSTRAC
La formación para la actividad proyectual como
disciplina científico-tecnológica debe entrenar al
futuro profesional para responder adecuadamente
frente a las demandas de la Cuarta Revolución
Industrial y la sociedad del conocimiento que le sirve
de matriz. Dado que el desempeño profesional del
diseñador tiene que evolucionar en concordancia
con el contexto en el que se despliega, la formación
del futuro profesional del diseño debe incluir
herramientas conceptuales que le permitan detectar,
identificar, evaluar y, en lo posible, anticipar las
transformaciones en su contexto de desempeño, con
el propósito general de brindarle los medios para
una respuesta adaptativa al cambio.
Training for the projective activity as a scientifictechnological discipline must teach the future
professional to respond adequately to the demands
of the 4th Industrial Revolution and the Knowledge
Society that serves as their matrix. Given that the
designer’s professional performance must evolve in
accordance with the context in which it is deployed,
the training of the future Design professional must
include conceptual tools that allow them to detect,
identify, evaluate and, as far as possible, anticipate
the transformations in their context of performance,
with the general purpose of providing the means for
an adaptive response to change.
PALABRAS CLAVE
KEYWORDS
Contexto; sociedad; conocimiento; cultura; tecnología
Context; society; knowledge; culture; technology
Esta obra está bajouna Licencia
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-NoComercial-SinDerivar
4.0 Internacional.
El Diseño es una actividad desplegada por personas y destinada a
personas. El ser humano está en el centro de cualquier análisis que
se pretenda realizar acerca de esta actividad proyectual, destinada
a concebir nuevos recursos utilitarios y significativos para componer
el hábitat creado. Desde finales del siglo XX, algunas expresiones de
la tecnología han alcanzado un nivel de autonomía sin precedentes,
lo que amplía los requerimientos de especificidad profesional al
enfrentar las problemáticas emergentes. El imaginario tecnológico
colectivo, expresión particular de un imaginario social más amplio, se
halla en continua evolución, realimentado por la creciente capacidad
que las propias tecnologías confieren a su reelaboración y difusión,
ya que «amplifican enormemente las funciones cualitativas de los
discursos difundidos, y en particular de los imaginarios sociales que
éstos manejan» (Baczko, 1999, p. 31).
Nuestro momento histórico cuenta con un amplio compendio de
representaciones colectivas de la tecnología que, aunque no siempre
son fidedignas, tienen sus expresiones arquetípicas. Tal es el caso
de los organismos transgénicos y de los sistemas de información en
red, que tienen el potencial de desempeñarse sin la intervención de
las personas que originalmente participaron en su creación. Hay un
amplio consenso respecto a que «estamos generando una doble
revolución en la información que es genética y de índole electrónica,
pero que interactúan cada vez más» (Castells, 2002, p. 2). Este nivel
de autonomía que los sistemas tecnológicos están alcanzando en la
actualidad, no solo es inédito, sino que ya está incidiendo en la vida
cotidiana de todos nosotros.
La expresión máxima de esta autonomía de los sistemas tecnológicos
se pone de manifiesto en el Internet of Things (IoT) (McEwen &
Cassimally, 2014), resultante de la emergente capacidad de los objetos
cotidianos para comunicarse entre sí. El automóvil, el teléfono, el
receptor de radio o de TV fueron, junto con sus mensajes visuales
asociados, diseñados inicialmente por personas que vivieron en una
era predigital, para quiénes nuestra actual cultura virtualizada hubiese
sido una utopía futurista. Aquellos antecesores no tan lejanos de los
dispositivos y de los mensajes que consumimos en la actualidad apenas
reflejan su parentesco como resultado de las sucesivas intervenciones
del diseño que han recibido en los últimos cien años.
Si la vida cotidiana no puede sustraerse a las profundas
transformaciones de origen científico-tecnológico que ya son rasgo
típico del siglo XXI, menos aún puede hacerlo la formación universitaria
de profesionales que intervengan en su desarrollo. Con su intervención
o no, seguirán evolucionando a un ritmo siempre creciente como lo
han hecho desde la invención de la imprenta de tipos móviles en el
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LA HIPÓTESIS EMERGENTE
Ya desde el contraste básico con los tiempos en los que la profesión de
proyectista apenas emergía, el imaginario tecnológico colectivo actual
nos confronta en la vida diaria con elementos que, como en el caso
de IoT y la producción industrial robotizada, hace apenas cincuenta
años eran mera ciencia-ficción. Este contraste torna evidente que el
contexto de formación y de desempeño profesional del diseñador
ha cambiado drásticamente, y todo indica que lo seguirá haciendo de
modo cada vez más acelerado.
El presente análisis parte del supuesto de que el desempeño
profesional del diseñador debe evolucionar en concordancia con el
contexto en el que se despliega, contexto que cambia con el lugar
y la época. Para abordar esta problemática, es útil considerar las
dimensiones sociales y culturales del desempeño profesional, dado
que permiten subsumir factores cuya incidencia en la práctica del
diseño es directamente observable.
LA PROFESIÓN Y SU CONTEXTO CAMBIANTE
La evolución de los objetivos, los criterios y los procedimientos
aplicados al momento de definir el trayecto óptimo hacia el desempeño
experto en diseño, evidencia una correlación con las particularidades
del contexto humano en el que se despliega. En los últimos cincuenta
años, el desarrollo científico-tecnológico, la globalización emergente,
el renovado imaginario tecnológico colectivo y los cambios culturales
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siglo XV y de la máquina de vapor en el siglo XVIII; antiguas tecnologías
germinales que dieron origen a la necesidad de proyectar por anticipado
los resultados que se pretenden obtener, al optimizar la productividad
mediante dispositivos tecnológicos.
El Diseño tiene su punto focal en las diversas maneras en que el
entorno artificial —objetos y mensajes— se relaciona con las personas
que lo habitan. Al inicio, los proyectistas «recogen, investigan, analizan
y ordenan todos los datos que sirven de punto de partida. Estamos
ante la información previa necesaria para evaluar la factibilidad de
la idea» (Mañá, 1973, p. 97). Los modelos teóricos que orientan este
procesamiento preliminar de información no son exclusivos del
dominio proyectual, sino que implican la adopción de un enfoque
interdisciplinario semejante al adoptado en Arquitectura y Artes
Plásticas, formaciones correlacionadas con el perfil del estudiante de
Diseño (Marincoff y otros, 2005), que se han ocupado de la concepción
de nuestro entorno material desde tiempos remotos.
asociados, transformaron la concepción convencional del diseñador
gráfico y del estilista de productos, en Diseñador en Comunicación
Visual y Diseñador Industrial, respectivamente. En ese sentido, desde
entonces es posible «ver el Diseño como una experiencia creativa,
operativa y técnica resultante de una nítida rama del saber, la ciencia
proyectual. Una ciencia nueva que está en constante construcción y
mutación» (González Ruiz, 1994, p. 33). Con este paradigma emergente,
el know how de diseño demanda la formulación progresiva de modelos
teóricos para caracterizar y explicar la profesión y sus productos
resultantes.
Esta orientación cientificista de la práctica proyectual era
innovadora cuando la Universidad Nacional de La Plata (UNLP)
implementó la formación integral de diseñadores, al inicio de la década
de 1960. En esos años, el renovado contexto internacional requería
de profesionales idóneos para optimizar la producción y el consumo
de productos industriales en función de las necesidades locales y
regionales y en un entorno cada vez más competitivo, resultante de
la integración global. Ambas carreras fueron parte de una tendencia
académica local por la que «en un lapso de cinco años —Mendoza en
1958, Rosario en 1960, y La Plata, que comienza a tramitarse en 1961 y
se concreta en 1963— se instalan en el país las primeras experiencias
universitarias en el área del diseño» (Rollie, 1987, p. 3).
La Hochschule für Gestaltung —la reconocida escuela de diseño de
Ulm, Alemania, que hacia mediados de la década de 1960 alcanzaba
su desarrollo culminante— sirvió de antecedente internacional a la
formación local de proyectistas a través de la presencia directa en
nuestro medio de algunos de sus teóricos más destacados. Entre
otros, el argentino Tomás Maldonado y el propio Gui Bonsiepe, quien,
en el marco de una iniciativa de Naciones Unidas, dictó seminarios
con el objeto de promover la creación de escuelas de diseño en
Latinoamérica. Ya en aquellas tempranas etapas de sus respectivas
trayectorias, estos referentes teorizaban sobre la necesidad de
considerar, racional y científicamente, el contexto en, y para el que,
se diseña. Bonsiepe (1978) abordaba los factores ideológicos y hasta
ecológicos subyacentes a la proyectación, y propiciaba el «control
social de la tecnología» (p. 54). Maldonado (1977), entretanto, se
debatía en aquel contexto polarizado de la Guerra Fría y afirmaba que,
en el diseño «el hecho de que sea de fabricación capitalista o socialista
no incide para nada en sus características formales» (p. 16).
En aquellos días, las carreras de diseño iniciaban con un primer
año en común para ejercitar a los estudiantes en el desarrollo formal
básico del producto industrial y su gráfica. La creciente complejidad
de las problemáticas que los profesionales debían enfrentar, puso de
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Como con la rapidez de los progresos técnicos las competencias
pierden rápidamente actualidad, es conveniente fomentar en los
distintos ámbitos del conocimiento la adquisición de mecanismos de
aprendizaje flexibles, en vez de imponer un conjunto de conocimientos
muy definido. Aprender a aprender significa aprender a reflexionar,
dudar, adaptarse con la mayor rapidez posible y saber cuestionar el
legado cultural propio respetando los consensos. Estos son los pilares
en los que deben descansar las sociedades del conocimiento (UNESCO,
2005, p. 66).
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manifiesto una emergente especialización con campos de incumbencia
distintivos y currículas propias para cada rama del diseño. Sin embargo,
los denominadores comunes a ambas formaciones profesionales no
se extinguieron, sino que, por el contrario, se manifestaron —y aún
se manifiestan— como un marcado imperativo hacia la formación
interdisciplinaria y el aprendizaje continuo a lo largo de la vida
profesional. Este aspecto halla su ámbito formalizado de resolución en
algunas asignaturas compartidas por ambos planes de estudio, como
es el caso de Integración Cultural 1.
En la fase final del siglo XX, «Peter Drucker (1969) diagnosticó la
aparición de una sociedad del conocimiento (knowledge society) en la
que lo más importante es aprender a aprender» (UNESCO, 2005, p. 61).
La investigación científica y el desarrollo tecnológico se perfilaban ya
entonces como disparadores del nuevo tipo de sociedad. A comienzos
de la década de 1970, el ámbito institucional para la enseñanza del
diseño en la UNLP fue elevado al rango de Facultad —la actual Facultad
de Bellas Artes (FBA)—. Posteriormente, en la década de 1980, el nuevo
marco institucional posibilitó la implementación de mecanismos, para
iniciar la actualización de la formación de profesionales del diseño a
las exigencias del desarrollo científico-tecnológico, que ya era realidad
insoslayable en el umbral del siglo XXI.
Es en aquel temprano contexto que los planes de estudio de las
carreras de Diseño Industrial y Diseño en Comunicación Visual (UNLP),
incorporan en la formación específica de los futuros profesionales el
desarrollo de las competencias que les permitirán analizar el marco
social y cultural en el que desempeñarán su profesión. La inclusión
en el diseño curricular de la asignatura Integración Cultural 1 es sin
duda una expresión del consenso emergente sobre la importancia de
una formación profesional consciente y crítica del entorno en que se
gesta. Hoy más que entonces, con las sociedades del conocimiento
ya afianzadas, la necesidad de espacios académicos como Integración
Cultural 1 se torna prioritaria:
La asignatura Integración Cultural 1 tiene actualmente, en
concordancia con este criterio, el propósito de impartir al estudiante
de diseño el conocimiento teórico y operativo que le permitirá
desplegar de manera competente las habilidades que, como
profesional universitario, necesita para situarse frente al comitente del
proyecto, al destinatario de su producto y al resto de los profesionales
provenientes de otras disciplinas. De este modo, será capaz de ejecutar,
dentro de ese marco de referencia, el proceso de toma de decisiones
que se corresponde con su campo de incumbencias.
LOS MODELOS DEL CONTEXTO
ARCO REFERENCIAL DEL DESEMPEÑO
En este marco, se sostiene que la formación del futuro profesional
del Diseño debe incluir herramientas conceptuales que le
permitan detectar, identificar, evaluar y en lo posible anticipar las
transformaciones que continuamente se producen en su contexto de
desempeño, con el propósito general de brindarle los medios para
una respuesta adaptativa al cambio. Este aspecto de la formación
profesional es hoy aún más prioritario que cuando se introdujo a fines
del siglo XX:
[…] las tecnologías de la Cuarta Revolución Industrial están cambiando
drásticamente nuestro mundo. Este cambio se está produciendo a un
ritmo más rápido y en mayor escala que en cualquier otro momento de
la historia de la humanidad, y con ese cambio se presentan importantes
desafíos (Koenig & Elsayed-Ali, 2019, p. 1).1
1 «The technologies of the Fourth Industrial
Revolution are drastically changing our world. This
Ser diseñador en una sociedad que es posindustrial, sustentada
en el aprendizaje continuo y en el conocimiento derivado de ello,
implica cada vez más la incorporación de conceptos que orienten las
decisiones que, dentro de su campo de incumbencias, correspondan
a su responsabilidad profesional. Tras varias décadas, esta concepción
del contexto sociocultural ha acumulado evidencia empírica que la
sustenta en cada fundamento:
El concepto de sociedad post-industrial es una generalización amplia.
Se comprenderá más fácilmente su significado si se especifican las cinco
dimensiones, o componentes, del término.
1. Sector económico: el cambio de una economía productora de
mercancías a otra productora de servicios.
2. Distribución ocupacional: la preeminencia de las clases profesionales
y técnicas.
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change is happening at a faster rate and greater
scale than at any point in human history and with
that change come significant challenges» (Koenig
& Elsayed-Ali, 2019, p. 1). Traducción del autor del
artículo.
de innovación y formulación política de la sociedad.
4. Orientación futura: el control de la tecnología y de las contribuciones
tecnológicas.
5. Tomas de decisión: la creación de una nueva tecnología intelectual
(Bell, 1976, p. 30).
El trayecto evolutivo de las carreras de Diseño (UNLP), arroja
datos que ponen en evidencia la necesidad de modelos teóricos que
trasciendan el proceso proyectual como unidad de análisis, para
incorporar niveles superiores de integración conceptual que sitúen
la actividad en el marco de las continuas transformaciones culturales
de las que participa y de los nexos sociales entre quiénes ejecutan el
proyecto, y de estos con los destinatarios.
La actividad proyectual como disciplina científico-tecnológica,
implica como requisito oponer pragmatismo a dogmatismo,
conocimiento conceptual a conocimiento procedimental; implica,
en suma, la aplicación de marcos teórico-conceptuales que permitan
al profesional el despliegue de experticia adaptativa frente a las
cambiantes demandas de la Cuarta Revolución Industrial y la Sociedad
del Conocimiento que le sirve de matriz.
Integración Cultural 1 resuelve estos requisitos formativos mediante
el análisis de cinco dimensiones: la distribución social del conocimiento
especializado; la Sociedad del Conocimiento como estructura objetiva;
los nexos entre cultura, comunicación y proyectación; el imaginario
tecnológico; y el rol del proyectista en las transformaciones de la
cultura moderna. Este segmento del trayecto formativo brinda así,
a los futuros proyectistas profesionales, un sistema de conceptos
efectivos para comprender a las personas que, desde roles múltiples y
continuamente renovados, participan de la tarea de diseñar el entorno
que habitan.
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