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La celebración de la Conferencia Euromediterránea de Barcelona ha vuelto a plantear una serie de interrogantes acerca de la postura de los Estados de la cuenca Sur frente a la Política Mediterránea Renovada de la Unión Europea y, más concretamente, frente a la reciente iniciativa de asociación ideada por la Comisión Europea. Dicha propuesta contempla la posibilidad de crear, de aquí al año 2010, un espacio de libre cambio que abarque las dos cuencas del Mare Nostrum; un espacio de paz y de estabilidad política, de bienestar material, de cooperación cultural y científica. Una zona que, reconozcámoslo, debería mantener un ya de por sí frágil equilibrio Norte-Sur tras la esperada e inevitable ampliación de la UE hacia el Este europeo. La tentación mediterránea de las instituciones comunitarias ha tropezado siempre con un sinfín de obstáculos. Al tratar de mirar hacia el Sur, Occidente se ha encontrado con los viejos condicionamientos etnocentristas, con temores, con reticencias. El diálogo euro-árabe, iniciado en la década de los 70, fracasó después de su institucionalización. La iniciativa hispano-italiana de celebrar una Conferencia de Seguridad y Cooperación en el Mediterráneo (CSCM) resultó a su vez inoportuna, al coincidir con la crisis generada por la ocupación de Kuwait. Tampoco alcanzaron su meta los proyectos destinados a crear organismos de seguridad regional -"Grupo 5+5", "Foro mediterráneo", etc. El proyecto de "asociación euro-mediterránea" surgió en 1992. Pero hubo que esperar hasta octubre de 1994 para que la Comisión dé luz verde a la publicación del primer documento, modificado en reiteradas ocasiones a raíz de los cambios registrados en Europa y el Norte de África tras la caída del muro de Berlín. La iniciativa contempla la puesta en marcha de una política de desarrollo compartido, en la cual los Estados miembros de la UE asumirían el papel de "locomotora". Incumbe, sin embargo, a los Países Terceros Mediterráneos (PTM) escoger sus propias opciones económicas y sociales. Hay quien estima que la propuesta de asociación de la UE llega demasiado tarde y que sus autores, conscientes de la existencia de intereses comunes entre los pueblos de la región y persuadidos de la necesidad de reforzar los lazos entre el Norte y el Sur, se han limitado, sin embargo, a redactar una amplia relación de temas que, si bien interesan a la mayoría de los países, no recoge las preocupaciones básicas de los Estados de la cuenca meridional. En efecto, la iniciativa de Bruselas, que descarta la posibilidad de aplicar las ventajas del libre cambio a los productos agrícolas procedentes del Sur, elude el conflictivo tema de la libre circulación de personas, exigencia sine qua non de los Estados de Norte de África y Oriente Medio emisores de mano de obra, incapaces de afrontar en solitario las repercusiones de la expansión demográfica. Cabe preguntarse, pues ¿existe un común denominador en la postura de los países de la cuenca Sur frente a la iniciativa de Bruselas? ¿Es el diálogo euro-mediterráneo una simple reedición de la Conferencia de Helsinki? Una primera constatación de impone: en el caso de la reunión de Barcelona, no nos hallamos ante dos bloques homogéneos. Frente a la cohesión de los quince socios comunitarios, surgen varios grupos y subgrupos de países, que no defienden intereses convergentes. Así pues, los tres candidatos a la adhesión a la UE, Chipre, Malta y Turquía, hacen hincapié en su condición de futuros miembros de las instituciones comunitarias. Israel y Túnez, Estados que han firmado acuerdos de libre cambio con Bruselas, procuran distanciarse del resto de los invitados a la Conferencia, recordando también su estatuto

INTRODUCCIÓN La celebración de la Conferencia Euromediterránea de Barcelona ha vuelto a plantear una serie de interrogantes acerca de la postura de los Estados de la cuenca Sur frente a la Política Mediterránea Renovada de la Unión Europea y, más concretamente, frente a la reciente iniciativa de asociación ideada por la Comisión Europea. Dicha propuesta contempla la posibilidad de crear, de aquí al año 2010, un espacio de libre cambio que abarque las dos cuencas del Mare Nostrum; un espacio de paz y de estabilidad política, de bienestar material, de cooperación cultural y científica. Una zona que, reconozcámoslo, debería mantener un ya de por sí frágil equilibrio Norte-Sur tras la esperada e inevitable ampliación de la UE hacia el Este europeo. La tentación mediterránea de las instituciones comunitarias ha tropezado siempre con un sinfín de obstáculos. Al tratar de mirar hacia el Sur, Occidente se ha encontrado con los viejos condicionamientos etnocentristas, con temores, con reticencias. El diálogo euro-árabe, iniciado en la década de los 70, fracasó después de su institucionalización. La iniciativa hispano-italiana de celebrar una Conferencia de Seguridad y Cooperación en el Mediterráneo (CSCM) resultó a su vez inoportuna, al coincidir con la crisis generada por la ocupación de Kuwait. Tampoco alcanzaron su meta los proyectos destinados a crear organismos de seguridad regional - "Grupo 5+5", "Foro mediterráneo", etc. El proyecto de "asociación euro-mediterránea" surgió en 1992. Pero hubo que esperar hasta octubre de 1994 para que la Comisión dé luz verde a la publicación del primer documento, modificado en reiteradas ocasiones a raíz de los cambios registrados en Europa y el Norte de África tras la caída del muro de Berlín. La iniciativa contempla la puesta en marcha de una política de desarrollo compartido, en la cual los Estados miembros de la UE asumirían el papel de "locomotora". Incumbe, sin embargo, a los Países Terceros Mediterráneos (PTM) escoger sus propias opciones económicas y sociales. Hay quien estima que la propuesta de asociación de la UE llega demasiado tarde y que sus autores, conscientes de la existencia de intereses comunes entre los pueblos de la región y persuadidos de la necesidad de reforzar los lazos entre el Norte y el Sur, se han limitado, sin embargo, a redactar una amplia relación de temas que, si bien interesan a la mayoría de los países, no recoge las preocupaciones básicas de los Estados de la cuenca meridional. En efecto, la iniciativa de Bruselas, que descarta la posibilidad de aplicar las ventajas del libre cambio a los productos agrícolas procedentes del Sur, elude el conflictivo tema de la libre circulación de personas, exigencia sine qua non de los Estados de Norte de África y Oriente Medio emisores de mano de obra, incapaces de afrontar en solitario las repercusiones de la expansión demográfica. Cabe preguntarse, pues ¿existe un común denominador en la postura de los países de la cuenca Sur frente a la iniciativa de Bruselas? ¿Es el diálogo euro-mediterráneo una simple reedición de la Conferencia de Helsinki? Una primera constatación de impone: en el caso de la reunión de Barcelona, no nos hallamos ante dos bloques homogéneos. Frente a la cohesión de los quince socios comunitarios, surgen varios grupos y subgrupos de países, que no defienden intereses convergentes. Así pues, los tres candidatos a la adhesión a la UE, Chipre, Malta y Turquía, hacen hincapié en su condición de futuros miembros de las instituciones comunitarias. Israel y Túnez, Estados que han firmado acuerdos de libre cambio con Bruselas, procuran distanciarse del resto de los invitados a la Conferencia, recordando también su estatuto privilegiado. Marruecos y Argelia, precursores de los acuerdos preferenciales de la década de los 70, recurren al término "especificidad" para defender sus propios intereses. Egipto y Jordania, beneficiarios junto con Israel y la Autonomía Palestina del proceso de paz de Oriente Medio, son países con limitados recursos económicos, que tratan de aprovechar esta cita para estrechar sus lazos con el Norte industrializado. Finalmente, Líbano y Siria, que expresaron sus reticencias ante la propuesta de Bruselas, pretenden utilizar las estructuras emanantes de la Conferencia de Barcelona para abrir sus fronteras al hasta ahora limitado, aunque siempre bienvenido flujo de capital europeo. Sin bien los intereses económicos parecen vislumbrarse como común denominador de la postura de los doce países de Sur frente a la iniciativa de la Unión Europea, no cabe la menor duda de que los doce países invitados a la Conferencia Ministerial de Barcelona tratarán de aprovechar este encuentro para abordar aspectos más complejos, relacionados con: la posible asociación política; la modificación de sus estructuras sociales; la democratización; los derechos humanos; la cooperación técnica y científica; la formación y gestión de los recursos humanos; y los intercambios culturales. En las siguientes páginas, el lector encontrará un desglose de las respuestas de los países terceros mediterráneos (PTM) a la iniciativa de la UE. Para la realización de este trabajo, hemos recurrido a la documentación oficial presentada por las Cancillerías de los países invitados a participar en la Conferencia Ministerial de Barcelona, la información facilitada por distintas Universidades y fundaciones mediterráneas, así como una serie de artículos y comentarios sobre el provenir de la cooperación Norte-Sur publicados en los medios de comunicación de la cuenca meridional. MALTA: con un pie en Europa Las autoridades de La Valletta esperan que el proceso de ampliación de la Unión Europea, que implica la adhesión de dos nuevos candidatos mediterráneos: Chipre y Malta, finalice antes de 1999. Su postura consiste pues en obviar la división entre el Norte y el Sur, es decir, entre los 15 miembros de la UE y los 12 Estados invitados en la Conferencia Ministerial de Barcelona. La diplomacia maltesa espera que la oferta de asociación euromediterránea sirva de "marco integrador" entre la UE y los países de la cuenca meridional. En reiteradas ocasiones, el Gobierno de La Valletta quiso dejar constancia de que participaba en la cumbre ministerial que se celebrará los días 27 y 28 de noviembre de 1995 en calidad de "futuro miembro de la Unión Europea" y adquirió el compromiso de apoyar a fondo la totalidad de las propuestas formuladas por Bruselas. Por su parte, el jefe de la diplomacia maltesa señaló que, dada la situación geográfica de la isla y su activo involucramiento en la política regional, ésta podría desempeñar un destacado papel en los proyectos de asociación euromediterránea. En este contexto se inscribe la sugerencia de crear un Consejo del Mediterráneo, organismo destinado a promover el diálogo entre los países ribereños. Los malteses son plenamente conscientes de que su adhesión ala UE les relegará al pelotón de cola de los países comunitarios. Ello se debe más bien al tamaño de los dos candidatos mediterráneos -Malta y Chipre- que a su capacidad de ajustar sus respectivas economías, políticas fiscales y monetarias a las exigencias de Bruselas. Si bien en ambos casos los problemas estructurales hallaron respuestas rápidas y positivas (la hipotética emigración de la mano de obra nacional no parece plantear problemas a "los 15"), su pertenencia a la UE podría implicar una poco deseada ampliación de las estructuras burocráticas de la Comisión. Finalmente, todos los partidos políticos de la isla formulan votos para que la adhesión no afecte de manera negativa los "lazos de amistad" entre La Valletta y Trípoli. Reconocen, sin embargo, que los libios equiparan la adopción por parte de la isla de la política exterior comunitaria al abandono de la postura neutral que caracterizó hasta ahora las relaciones bilaterales. Malta subraya la importancia de la iniciativa euromediterránea de la UE para: la estabilidad política y; el bienestar económico en la región. La Conferencia de Barcelona representa, pues, para los malteses, un punto de partida hacia el proceso de cooperación inter e intrarregional. También hacen especial hincapié en la necesidad de llevar a cabo acciones bilaterales, que completen y complementen el marco multilateral. CHIPRE: EL BLOQUEO A la hora de abordar el tema de la cooperación euromediterránea, la República de Chipre cuenta con un enorme handicap; desde 1974, alrededor de 40 por ciento de su territorio se halla bajo ocupación turca.(*) Desde hace más de veinte años, los intentos destinados a facilitar la solución pacífica del conflicto tropezaron invariablemente con la negativa de los sucesivos gobiernos de Ankara, que llevaron a cabo una política de colonización sistemática del sector septentrional de la isla. La autodenominada "República Turca del Norte de Chipre", creada en 1983 por líderes turcochipriotas, sólo ha sido reconocida por Ankara; la comunidad internacional se ha negado a aceptar la política de hechos consumados. Sin embargo, ese estado de cosas obstaculiza el ingreso de Chipre en la Unión Europea. Si bien el sector grecochipriota cuenta con una economía floreciente y con una normativa arancelaria conforme a las últimas disposiciones comunitarias, las instituciones de Bruselas prefieren esperar la solución política del conflicto antes de autorizar la presencia chipriota en la Unión. Pero se trata de un arma de doble filo; en efecto, mientras las instancias europeas supeditan la decisión a un hasta ahora hipotético desbloqueo de las negociaciones intercomunitarias, los políticos turcos juegan a fondo la baza de Chipre para negociar la adhesión de su país a la UE. Por otra parte, el estancamiento perjudica los intereses de Malta, candidato a la adhesión que cumple todos los requisitos necesarios para el ingreso en la Comunidad, pero cuya suerte está vinculada a la de Chipre. Para las autoridades de Nicosia, la Conferencia Euromediterránea de Barcelona constituye pues una excelente ocasión para exigir la paz y la estabilidad en el área, reconociendo la preponderancia del papel desempeñado por Turquía, la potencia regional emergente. Los políticos chipriotas, que cuentan con el apoyo de Atenas, no dudan en hacer paralelismos entre la solución del conflicto israelo-palestino y el proceso de paz iniciado tras la firma de los Acuerdos de Washington en 1993 y un posible acuerdo cuadripartito para la solución de los problemas territorial y comunitario e la isla. En este contexto, recuerdan que Chipre, miembro del Movimiento de Países No Alineados, mantiene excelentes relaciones con Europa y el mundo árabe-islámico y que su situación geográfica debería: favorecer la aplicación de la iniciativa euromediterránea y; facilitar la expansión de la UE hacia en Sur. Los responsables de Nicosia estiman que, al pasar a formar parte de la UE, Chipre dejará de ser un punto conflictivo de el Mediterráneo, convirtiéndose en un "pequeño gran Estado" capaz de llevar a cabo una política de coexistencia pacífica. Las prioridades de la República de Chipre son: la seguridad; la economía y; la cooperación cultural Los grecochipriotas esperan pues que la Conferencia Euromediterránea sirva para acelerar la solución del conflicto y eliminar los obstáculos que frenan su integración en la Europa comunitaria. * * * * * (*) Durante el verano de 1974, aprovechando un fallido intento de golpe de Estado preparado con la complicidad de los coroneles griegos, el ejercito de Ankara invadió la isla y logró adueñarse de la zona Norte, habitada por la etnia turcochipriota. TURQUIA: el frágil equilibrio Este-Sur Para Turquía, la región mediterránea tiene una importancia primordial. En la primavera de 1995, este país asiático, que reclama una vocación europea y europeísta, firmó el acuerdo de unión aduanera con la UE. Los funcionarios turcos estiman que la ratificación y entrada en vigor del instrumento jurídico antes mencionado abre la vía a la integración progresiva de Ankara en el seno de la UE, recordando también que los principales defensores del ingreso de su país en la Unión han sido los Gobiernos francés y español. Ankara no duda en hacer especial hincapié en la especificidad de las relaciones entre Bruselas y tres países clave del Este y el Sur del Mediterráneo: Turquía, Israel y Marruecos. Sin olvidar la problemática de Chipre, otro candidato al ingreso en la UE, una vez resueltos los problemas emanentes de la división administrativa de la isla tras la guerra de 1974. A raíz de este conflicto, Turquía cuenta con el veto casi permanente de uno de los miembros de la Unión: Grecia. No obstante, los diplomáticos turcos tratan de minimizar el alcance de esta pugna, recordando la tirantez reinante durante siglos en las relaciones entre... Portugal y España, así como la evolución positiva registrada a lo largo de las últimas décadas, cuando ambos países decidieron, tras el cambio de régimen político, archivar sus disputas. Turquía argumenta su "vocación europea" en los "dos siglos de occidentalización" de su sistema de gobierno. Por otra parte, los funcionarios de Ankara advierten que la situación geográfica del país coloca a las autoridades en una situación idéntica a la registrada en España en las últimas tres décadas, cuando el Gobierno central tuvo que hacer frente al reto del separatismo vasco y a los atentados violentos de ETA. Algunos estiman que, en el ámbito de las reformas previstas por el Gobierno de Tansu Çiller, convendría seguir el ejemplo español, abordando el problema kurdo con una serie de propuestas y soluciones capaces de desembocar en un estatuto de autonomía parecido al de Euzkadi. Sin embargo, la corriente reformista podría tropezar con la incomprensión del sector conservador que domina el Parlamento y/o con obstáculos emanentes de las altas esferas del Ejército. Turquía, primer Estado musulmán que renunció a las estructuras religiosas del islam para convertirse en un país laico, tropieza también con el problema del integrismo. Por ello, los gobernantes hacen suyas algunas de las inquietudes comunitarias relativas a la expansión del islamismo y advierten que el ingreso en la UE servirá también para frenar el extremismo islámico. Cara a la Conferencia de Barcelona, las prioridades de Ankara son: Vertiente económica: Sólo la estabilidad política de los regímenes (laicos) puede evitar/limitar el flujo de refugiados económicos. Aspectos sociopolíticos: El terrorismo puede frenarse mediante una cooperación política más estrecha entre países mediterráneos. Relaciones sociales y humanas: Turqía es partidaria de obrar en pro del acercamiento entre las dos grandes religiones -cristianismo e islam- con el fin de convertir el Mediterráneo en una región de paz y diálogo intercultural e interconfesional. ISRAEL: política ante todo Para el Estado judío, la política es el factor clave de la Conferencia Ministerial de Barcelona. Israel quiere formar parte de un marco geopolítico al que aún no se le ha permitido pertenecer: la cuenca Sur del Mediterráneo. El hecho de definir esta pertenencia es, pues, sumamente importante para las autoridades de Tel Aviv. Para Israel es fundamental aprovechar este encuentro para integrarse en la región... a través de Europa. Lo ideal sería que la Conferencia fije un marco de consultas y cooperación y que logre institucionalizar las reuniones de expertos, en las que Israel pudiera asistir como un Estado más. Si bien Israel comparte los objetivos de la política de cooperación interregional ideada por la Unión Europea, en este caso concreto, su prioridad no consiste en obtener nuevas ventajas económicas y/o financieras. Se trata, obviamente, de una negociación aparte, que los israelíes prefieren mantener en el ambito de los contactos bilaterales con la UE. Los analistas políticos hebreos estiman más conveniente que la UE centre sus programas de ayuda económica en la reconstrucción y el desarrollo de países como el Líbano o la Autonomía Palestina, alegando que el aumento de los niveles de vida constituye la mejor arma en la lucha contra el extremismo y el terrorismo en la región. A las preguntas: "¿Casablanca contra Barcelona?", "¿Casablanca o Barcelona?", "¿Casablanca y Barcelona?", los diplomáticos israelíes suelen contestar: "Son dos iniciativas complementarias; en Casablanca se trató de obtener el apoyo de los EE.UU. para el proceso de paz en Oriente Medio. En Barcelona se pretende contar con la participación activa de la Unión Europea mediante una política mediterránea más coherente, encaminada a eliminar las disparidades existentes en la región". Para Israel, la integración económica es sumamente importante; este factor suple la inexistencia o la precariedad de sus relaciones con algunos de los Estados de la cuenca Sur. Si bien los israelíes hacen especial hincapié en el hecho de que Tel Aviv no pretende controlar la economía regional, señalan que su pertenencia al área mediterránea sólo puede materializarse mediante el incremento de los intercambios comerciales, la cooperación interregional, las propuestas de diálogo formuladas por la UE. Por otra parte, el Estado judío subraya la necesidad de abordar el tema de los extremismos durante la reunión de Barcelona. La vertiente "seguridad" no parece interesar sobremanera a los israelíes, ya que estiman que: el tema ha de tratarse (con los países árabes) en otro contexto y; cualquier propuesta formulada por Israel tropezará con la negativa de éstos. Las autoridades de Tel Aviv estiman pues conveniente que algunas de sus sugerencias prioritarias, como por ejemplo: el proceso de democratización; la lucha contra el terrorismo; y la educación sean formuladas por representantes de terceros países. TÚNEZ: POR UN CONTRATO DE CO-DESARROLLO Los llamados "contratos de desarrollo", es decir, las relaciones tradicionales entre el Norte y el Sur, se remontan a la década de los 70. Tras la entrada en vigor de los primeros acuerdos con el Mercado Común, algunos de los Estados del Norte de África llegaron a la conclusión de que estos instrumentos sólo se limitaban a cubrir ciertos aspectos de las ya de por sí complejas y complicadas relaciones con sus vecinos europeos. Algunas de las cláusulas resultaban demasiado ambiciosas, mientras que otras carecían por completo de sentido, puesto que ofrecían a países recién descolonizados una serie de "ventajas" incompatibles con sus incipientes estructuras económicas y su limitada capacidad de absorción de las importaciones procedentes del Norte. En 1976, las autoridades tunecinas elaboraron un primer documento titulado "Pour un contrat de développement" (Por un contrato de desarrollo), que aludía a la necesidad de ampliar el ámbito de la cooperación Norte-Sur, sugiriendo concretamente la inclusión en las consultas de protocolos financieros, acuerdos de cooperación cultural y de protección de los trabajadores migrantes. En comparación con los primeros acuerdos, que contemplaban el libre cambio comercial, se preconizaba un concepto más estricto de ayuda al desarrollo y liberalización de las normas del mercado, con el fin de potenciar las exportaciones de productos agrícolas. En 1990, coincidiendo con la elaboración de la "política mediterránea renovada" de la UE, las autoridades de Túnez presentaron el documento "Reflexión tunecina sobre el co-desarrollo en el Mediterráneo", que recoge una serie de propuestas sobre: el apoyo a la reestructuración de las economías de los países mediterráneos; la creación de un Fondo de Desarrollo Mediterráneo; el reciclaje de la deuda exterior; el apoyo a los procesos de integración económica subregional; el fomento de la inversión extranjera la creación de empresas mixtas; la elaboración de una Carta de las Migraciones. Dicho documento, primero en recoger la expresión "cooperación euro-mediterránea", alude al establecimiento de una "zona de paz y de progreso" en la región. Su publicación es concomitante a la iniciativa hispano-italiana sobre la celebración de una Conferencia de Seguridad y Cooperación en el Mediterráneo (CSCM), elaborada antes de la ocupación de Kuwait por el ejército de Saddam Hussein, pero presentada oficialmente en septiembre de 1991, es decir, tras el inicio de la crisis que iba a desembocar el la llamada "guerra del Golfo". Paralelamente, surge otra propuesta: se trata del grupo de los "5+4" (5+5 tras la inclusión de Malta en el proceso negociador), que contempla la posibilidad de iniciar un diálogo sobre la creación de una zona de seguridad en el Mediterráneo occidental. Sin embargo, en conflicto del Golfo y la negativa de los países occidentales de proseguir el diálogo en un foro que cuenta con la presencia de Libia, obstaculiza la buena marcha de las conversaciones. Otra iniciativa que cuenta con el apoyo de Túnez en el Foro del Mediterráneo, creado por Egipto en 1994. Esta agrupación, que carece de estructuras institucionales, sirve para facilitar el "intercambio de ideas" entre el Norte y el Sur. Las prioridades de Túnez frente a la iniciativa euromediterránea de la Unión Europea y el diálogo de Barcelona son: asociación; democracia; estabilidad política de la región mediterránea; seguridad; paz social; bienestar económico; y protección del medio ambiente. La diplomacia del país magrebí rechaza un posible enfoque meramente mercantilista de la iniciativa de la EU, señalando que "la seguridad no se compra". Entre las propuestas formuladas por los distintos foros nacionales encargados de analizar el porvenir de las relaciones Norte-Sur, destacan: la institucionalización del espacio euromediterráneo y la creación de estructuras permanentes para la puesta en marcha de las propuestas y recomendaciones de la Conferencia de Barcelona; la creación de una agrupación permanente de parlamentarios europeos y mediterráneos; la celebración de una conferencia de partidos políticos euromediterráneos; el papel desempeñado por los medios de comunicación; la creación de un organismo conjunto para el arreglo pacífico de los conflictos; la desmilitarización de las cuencas del Mediterráneo; la lucha contra el extremismo y el terrorismo; la protección del medio ambiente; la investigación científica y los intercambios universitarios; la transferencia de tecnología; la elaboración e implementación de grandes proyectos regionales en materia de transportes, comunicaciones, energía, medio ambiente y lucha contra la desetrificación; la elaboración de programas de autosuficiencia alimentaria; la formación profesional; la firma de un acuerdo euromediterráneo que contemple los derechos y los deberes de las comunidades de inmigrantes residentes en Europa; la creación de un organismo conjunto para la prevención de las catástrofes naturales y socorros de emergencia; y el establecimiento de un centro para la protección de las zonas costeras y la salvaguardia de los recursos marítimos. El "contrato de desarrollo" preconizado por Túnez hace especial hincapié en la unidad geográfica del Mediterráneo, la seguridad colectiva y la cooperación en el ámbito económico y financiero, sin descuidar la importancia de los intercambios humanos, sociales y culturales. Tal vez por ello, al analizar el tipo de relaciones futuras, los políticos de país africano utilizan el calificativo "globalidad". MARRUECOS: una relación "muy especial" Pese a las constantes fricciones de los últimos meses y a la crisis desencadenada por la negociación del acuerdo de pesca entre Rabat y Bruselas, las autoridades marroquíes estiman que la Conferencia de Barcelona tiene que ratificar el estatuto "muy especial" del país magrebí, uno de los primeros socios norteafricanos de la CEE. Los funcionarios del reino alauíta afirman que las iniciativas comunitarias - Política Mediterránea, Política Renovada, etc. - no constituyen "respuestas adecuadas" a las aspiraciones "europeístas" y "asociacionistas" de su país y confían en que la adopción de un acuerdo de partenariado global entre la UE y Marruecos sirva para mejorar las relaciones con los vecinos del Norte. Los marroquíes esgrimen los siguientes argumentos: Razones geográficas: Marruecos se halla a sólo 14 kilómetros de Europa. La cercanía incide en las relaciones con el Viejo Continente. Lazos históricos: Las relaciones con Europa (Francia y España) han sido, son y seguirán siendo más "íntimas" que las que se dan en el caso de otros países ribereños. Los representantes oficiales del reino de Marruecos lamentan el desplazamiento del centro de gravedad de la política de la Unión Europea hacia el Norte y/o el Este de Europa, registrado tras la caída del muro de Berlín (1990), cuando la UE decidió volcarse en programas de apoyo a los ex países socialistas, creando un desequilibrio entre el Este y el Sur. Por otra parte, los marroquíes no dudan en censurar la postura de los europeos, empeñados en percibir el Sur como una "zona de turbulencia" y recuerdan que los problemas con que tropiezan actualmente los países de la otra cuenca son a la vez de índole social y económica. Es preciso, pues, crear estructuras de cooperación capaces de eliminar las amenazas (islamistas) que puedan surgir a raíz de esta problemática. "La asociación, estiman, ha de tener en cuenta la especificidad de todos y cada uno de los países mediterráneos". Por ello, Rabat exigen que se tome en consideración su postura de a la hora de esbozar una política mediterránea y recuerda el compromiso contraído en este sentido por la cumbre comunitaria de Lisboa (1992), cuyo comunicado final hace hincapié en el establecimiento (y desarrollo) de relaciones armoniosas con los Estados del Norte de Africa. Con miras a promover y preservar la estabilidad política y económica de la región, Marruecos preconiza las siguientes medidas: desarrollo de programas de cooperación técnica; incremento de los intercambios culturales y humanos. El reino alauíta espera que la UE acuda a la cita de Barcelona con una percepción más clara de la problemática de los países de la cuenca meridional, postura esta indispensable para propulsar el desarrollo en el Mediterráneo. ARGELIA: CORREGIR LAS ASIMETRIAS Pese a estar inmersa en una soterrada guerra civil, Argelia trató por todos los medios de aportar una contribución valiosa y constructiva a los preparativos para la cita Norte-Sur de Barcelona. Desde el primer momento, los responsables argelinos llamaron la atención sobre la necesidad imperiosa de corregir las asimetrías provocadas por el creciente desequilibrio entre los niveles de desarrollo existentes en las dos cuencas del Mediterráneo y abogaron en pro de la participación de todos los países miembros de la Unión del Magreb Árabe (UMA) en la conferencia ministerial que se celebrará los días 27 y 28 de noviembre de 1995. No se trata de una simple y tímida protesta por la ausencia de Libia, país que quedó marginado tras el veto del Reino Unido y de Francia. Para disipar cualquier duda al respecto, el memorándum presentado a finales de agosto de 1995 por la diplomacia argelina señala que, desde el punto de vista del Sur, es preciso añadir a la declaración final de Barcelona un párrafo dedicado a "la prohibición expresa de recurrir a amenazas y/o embargos económicos para la solución de los conflictos intermediterráneos". La alusión a Libia (y a Siria) es patente. Las autoridades de Argel estiman, por otra parte, que las desigualdades económicas constituyen la principal fuente de proliferación de la violencia, sumándose así a las tesis defendidas últimamente por politólogos estadounidenses e israelíes. En el apartado relativo a la lucha contra el terrorismo, la diplomacia argelina recomienda: condenar inequívocamente este fenómeno; denunciar a los países y las organizaciones que apoyan y/o potencian el terrorismo internacional; adoptar medidas destinadas a impedir que los terroristas puedan acogerse al derecho de asilo político; luchar contra el tráfico de armas y; contemplar la posible elaboración de un convenio de lucha contra el terrorismo tras la celebración de la cumbre de noviembre. Al comentar el primer capítulo de la propuesta euromediterránea de la UE, dedicado a la paz y la seguridad colectiva, Argelia estima conveniente: convertir el desarme y la no proliferación nuclear en el elemento clave de la seguridad regional; reconocer el principio de indivisibilidad geográfica de la paz (Europa y el Mediterráneo) y; aceptar el concepto de "indivisibilidad temática" -paz, seguridad, cooperación y desarrollo - como pivote de las futuras relaciones entre el Norte y el Sur. Poco propensa a aceptar las limitaciones a la libre circulación de las personas impuestas por autores del informe de Bruselas, Argelia exige que este derecho figure en la declaración final de la cumbre, como una de las condiciones sine qua non que acompañan el llamado "derecho al desarrollo". En cuanto a la asociación económica se refiere, las propuestas formuladas por los argelinos giran en torno a la necesidad de reforzar el potencial industrial, agrícola y tecnológico de los países terceros mediterráneos, señalando las siguientes prioridades: garantizar ingresos estables y previsibles para los países productores de petróleo y de gas natural; buscar nuevas fórmulas para el reciclaje del pago de la deuda; velar por el desarrollo de los recursos hídricos; potenciar los programas de formación profesional; luchar contra la desertificación y deforestación; crear una Agencia Mediterránea para la Protección del Medio Ambiente y; mejorar los programas regionales de asistencia sanitaria. En el apartado de relaciones sociales y humanas, la propuesta contempla: la elaboración de programas intergubernamentales en materia de educación, formación profesional, empleo y sanidad; la participación de la sociedad civil de proyectos de cooperación descentralizada; la inserción de los trabajadores migrantes en las sociedades de los países de acogida; la reagrupación familiar; el retorno de los inmigrantes clandestinos a sus países de origen y su reinserción en la sociedad, mediante programas de ayuda a la repatriación y; la lucha contra el racismo y la xenofobia, mediante campañas de sensibilización de la opinión pública. Finalmente, las autoridades de Argel recalcan la importancia de cualquier medida destinada a convertir la Conferencia de Barcelona en un punto de partida para la creación de un marco institucional capaz de garantizar en desarrollo armonioso de las relaciones euromediterráneas. * * * * * EGIPTO: una vieja tradición diplomática En noviembre de 1991, el presidente Hosni Mubarak anunció la creación del "Foro de Estados del Mediterráneo", agrupación llamada a reactivar el diálogo Norte-Sur, interrumpido tras la invasión de Kuwait. En la reunión inaugural del Foro, celebrada en Alejandría en julio de 1994, participaron representantes de Argelia, Túnez, Marruecos, Egipto, Turquía, Grecia, Italia, Francia, España y Portugal. El carácter no institucional convierte el Foro en un simple "órgano de reflexión", reconocido como tal y avalado por los países africanos pertenecientes a la Unión del Magreb Árabe (UMA) y, por consiguiente, al "grupo 5+5". La diplomacia cairota tiene una auténtica vocación de líder en el mudo árabe. El país de las orillas del Nilo, obligado por un lado a afrontar un constante y espectacular incremento de la tasa de natalidad (*) y, por otro, a combatir el cada vez más preocupante fenómeno de la violencia integrista, acogió a su vez con sumo interés la iniciativa euromediterránea de la Unión Europea. Al analizar la propuesta, las instituciones cairotas reconocen, ante todo, "los beneficios derivados de esta iniciativa para la mayoría de los Estados de la región". En efecto, el informe elaborado por Bruselas hace especial hincapié en la necesidad de potenciar el desarrollo económico de los países y territorios involucrados en el proceso de paz de Oriente Medio: Egipto, Israel, Jordania y la Autonomía Palestina. Sin embargo, tanto los expertos de la Comisión Europea como los representantes de las autoridades egipcias recalcan el hecho de que la propuesta alude, en realidad, a los miembros del grupo de desarrollo económico regional, integrado por los Estados antes mencionados, aunque también por Siria y Líbano, cuyos Gobiernos aún no se han sumado a los trabajos de esta agrupación. Durante la reunión preparatoria celebrada en Argel, la diplomacia cairota puso de manifiesto ante los representantes de los Estados árabes que: la iniciativa euromediterránea no contempla la creación de instituciones supranacionales capaces de injerirse en los asuntos internos de los Estados; el concepto de seguridad inscrito en el documento comunitario constituye un factor muy importante en la lucha contra el terrorismo. Entre las prioridades de Egipto figuran: el desarrollo sostenible: cooperación económica y la transferencia de tecnología; la seguridad colectiva: creación de una zona desnuclearizada y la adhesión de todos los países de la región al Tratado de No proliferación de Armas Nucleares (TNP). las relaciones humanas y sociales: desarrollo de los intercambios culturales entre las dos cuencas del Mediterráneo. (*) El factor demográfico convierte a Egipto en uno de los mayores receptores de ayuda comunitaria. PALESTINA: LA PUESTA DE LARGO La Conferencia Euromediterránea constituye una excelente oportunidad para la puesta de largo de la recién creada Autoridad Nacional Palestina (ANP). El líder de la Organización para la Liberación de Palastina (OLP), Yasser Arafat, acudirá a la cita de Barcelona con el firme propósito de lograr el reconocimiento internacional que se le había negado tras su regreso a los territorios árabes palestinos y de reforzar su postura escasas semanas antes de la celebración de la primera consulta popular que tendrá lugar en Gaza y Cisjordania con el apoyo y la supervisión de la Unión Europea. La ANP aprovechará la ocasión para presentar ante los representantes de los países participantes en la cumbre ministerial una serie de propuestas relacionadas con el porvenir de esta autonomía, llamada a convertirse, antes de finales de siglo, en un Estado soberano. Las prioridades de Palestina podrían resumirse de la siguiente manera: Política y seguridad: aplicación de todas las resoluciones de las Naciones Unidas relativas a la solución del conflicto de Oriente Medio; condena del terrorismo y de los actos de subversión; reconocimiento de los derechos a la defensa propia; prohibición de fabricar y almacenar armas destinadas a la represión de los pueblos y; libre circulación de las personas. Relaciones económicas: realización de obras públicas; transferencia de tecnología; libre circulación de capital, mercancías y mano de obra; desarrollo de los recursos turísticos; protección de la franja costera y; creación de centros para la protección del medio ambiente. Relaciones sociales y humanas: información regional sobre el mercado de trabajo; capacitación profesional de los jóvenes; libre circulación de la información; creación de redes de satélites de televisión para la difusión de programas multilingües y; prohibición de expulsar y/o desterrar a los nacionales de cada país. Otra propuesta de la Autoridad Nacional, que alude al derecho de los pueblos a la autodeterminación, encontró -no sin dificultad-, un destacado lugar en el proyecto de declaración de principios redactado por los altos cargos de los Ministerios de Asuntos Exteriores encargados de coordinar los preparativos de la conferencia. JORDANIA: COSECHAR LOS FRUTOS DE LA PAZ Profundamente afectada por las consecuencias de la guerra del Golfo, Jordania inició, a mediados de 1992, una auténtica reforma de sus estructuras económicas. El proyecto contaba con el aval del FMI y del Banco Mundial, entidades ambas asociadas a la elaboración de los planes de austeridad económica estrenados a finales de la década de los 80. Conviene recordar que la ocupación del emirato de Kuwait por el ejército de Sadam Hussein y el conflicto bélico de 1991 convirtieron al reino hachemita en uno de los principales protagonistas la política regional: al mantener abierta la frontera con Irak, las autoridades de Ammán lograron atraerse no sólo la comprensible ira de sus vecinos saudíes, sino también la enemistad más o menos abierta y declarada del Presidente Bush. Tras la expulsión del emirato de decenas de miles de inmigrantes, Jordania tuvo que hacer frente a una verdadera avalancha de personas desplazadas. En efecto, la mayoría de los extranjeros residentes en Kuwait eran palestinos detentores de pasaportes jordanos. Ante la negativa de Israel de readmitir a los antiguos habitantes de Cisjordania que emigraron a Kuwait con documentos expedidos por el reino hachemita, las autoridades jordanas tuvieron que asumir su responsabilidad frente a esta marea humana que, en la mayoría de los casos, disponía de recursos económicos relativamente limitados. Sin embargo, a estos repatriados forzosos se sumó otra categoría de emigrantes: los palestinos de origen jordano acaudalados, que lograron trasladar gran parte de sus fortunas a Ammán. A partir de 1992, Jordania experimentó, pues, un auténtico "boom" económico, debido en gran parte a la inyección de capital que acompañó la llegada de estos inmigrantes. En 1992, la tasa de crecimiento económico alcanzó el 11,3 por ciento. En 1995, se espera un incremento del PIB superior al 6 por ciento. Sin embargo, las autoridades jordanas recuerdan que el país no dispone de recursos naturales propios capaces de mantener a la larga estos niveles de desarrollo. La asociación propuesta por la UE supondría, pues, la mejor manera de garantizar el despuegue de la economía jordana, una economía que cuenta, según las estimaciones oficiales, con una tasa de paro del país se sitúa en un 17 por ciento de la población activa. La iniciativa euromediterránea ha despertado el interés de las autoridades jordanas, que encargaron al Ministerio de Planificación la coordinación de los preparativos para la conferencia en la cumbre de Barcelona. Cabe señalar que la mayor parte de las propuestas formuladas por Jordania está relacionada con el provenir de las relaciones económicas con Bruselas. Hasta la fecha, las exportaciones dirigidas a la UE representan un escaso 3,9 por ciento del total de los intercambios comerciales del reino. Así pues, se calcula que en 1994, las exportaciones comunitarias alcanzaron la cifra de 1.036 millones de Ecus, mientras que las importaciones de productos jordanos no superaron los 151 millones. Ante la Conferencia de Barcelona, las prioridades de Jordania son: lucha contra el terrorismo; ampliación de los intercambios comerciales; incremento de las inversiones europeas públicas y privadas; transferencia de tecnología e; incremento de los intercambios culturales. Dispuesto a cosechar los frutos de la paz en Oriente Medio, el reino hachemita acudirá a la reunión de Barcelona con el propósito de apoyar la puesta en marcha del proyecto de desarrollo económico subregional (Egipto, Israel, Jordania, Palestina) al que alude el informe elaborado en abril de 1995 por los expertos de la Comisión Europea. LIBANO: soberanía y reconstrucción Tras las reticencias iniciales, debidas ante todo a las presiones ejercidas por Siria, las autoridades de Beirut decidieron utilizar la oportunidad que les brinda la Conferencia Euromediterránea de Barcelona para exponer su posición frente al proceso de paz de Oriente Medio. No se trata de una postura totalmente independiente; la diplomacia libanesa tendrá que hacer una serie de malabarismos para evitar un enfrentamiento con Damasco. Aparentemente, el principal enemigo de la antigua "Suiza de Oriente Medio" es el Estado judío. Es lo que se desprende de la lectura del documento enviado por el Ministerio libanés de Asuntos Exteriores a la Comisión Europea. De hecho, tres cuartas partes del memorándum censuran la postura israelí frente al proceso de paz que, según los autores de la nota verbal, ha de disociarse de los objetivos de la Conferencia de Barcelona. Sin embargo, el documento acaba reconociendo que las metas de la reunión ministerial sólo podrán alcanzarse en un "contexto de paz generalizada". La justificación que esgrime el memorándum libanés es la siguiente: Pese a su deliberada ausencia de las consultas bilaterales sobre el proceso de paz de Oriente Medio, Líbano tiene interés en asistir a la reunión de Barcelona, dedicada a las "relaciones entre Europa y la región mediterránea"; El proceso de paz iniciado en la Conferencia de Madrid de 1991 no ha desembocado en la deseada paz global en la región; Los territorios árabes siguen bajo ocupación israelí, pese al acercamiento registrado últimamente en las consultas bilaterales llevadas a cabo por Siria e Israel; Mientras la ocupación se perpetúe, parece poco probable que la UE y sus socios mediterráneos puedan iniciar un diálogo capaz de convertir las dos cuencas del Mediterráneo en una zona de libre cambio, de comprensión, de paz, de estabilidad y de bienestar. Por ello, el Líbano aprovechará la Conferencia para: pedir el apoyo de la UE y de los demás Estados mediterráneos para la aplicación de la resolución 425 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que exige la retirada de Israel del Sur del Líbano y el restablecimiento de la soberanía libanesa sobre la "totalidad de su territorio"; condenar las acciones terroristas llevadas a cabo en la región, reiterando su derecho legítimo de oponerse a la ocupación israelí; exigir la retirada de Israel hasta las fronteras reconocidas internacionalmente, el final del bloqueo naval que afecta a los pescadores libaneses, la liberación de los ciudadanos libaneses detenidos en Israel, la solución del problema de los 400 mil refugiados palestinos que viven en el Líbano y cuya presencia plantea una serie de problemas políticos, económicos y demográficos a las autoridades de Beirut. Estos refugiados, a los que no se les reconoce el estatuto de "palestinos en la diáspora", deberían regresar a Palestina; y obligar a Israel a adherirse al tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP). Desde el punto de vista económico, Líbano vería con agrado una mayor participación financiera de los países de la UE y de sus vecinos mediterráneos en: los proyectos de reconstrucción del país; los programas de protección del medio ambiente; y la financiación de planes de desarrollo agrícola de la región de Baalbek - Hermel, antiguo centro de los cultivos ilegales de cannabis y adormidera. Finalmente, el documento recuerda la tradición empresarial del Líbano y formula (aunque sólo tímidamente) votos para que el país logre recuperar su papel de centro económico y financiero en el Mediterráneo suroriental. SIRIA: EL DILEMA DE ASSAD Escudándose en su impenetrable silencio, el presidente Hafez el Assad esperó hasta el último momento para decidir la participación de su país en la Conferencia Euromediterránea. Desde la primavera de 1995, numerosos emisarios de Bruselas trataron de arrancar el "sí" de Damasco a la iniciativa comunitaria, recordando que la UE es el principal socio comercial de Siria. El cuarto protocolo de cooperación, ratificado por el Parlamento Europeo en abril de 1994, contempla un sustancioso incremento de las inversiones comunitarias en este país, que sigue figurando en la "lista negra" del Departamento de Estado norteamericano. Entre los sectores prioritarios escogidos por el BEI para canalizar sus ayudas, (158 Mio ECUs) figuran: el sector eléctrico, el fomento al sector privado, la protección del medio ambiente, la modernización de la Banca, las actividades turísticas, etc. Sin embargo, el Assad parecía más preocupado por el deseo de no coincidir en la mesa de negociaciones con una delegación oficial israelí. Hubo que esperar la visita del presidente de Gobierno español, Felipe González, a Damasco para remover los últimos obstáculos para la participación de Siria en la Conferencia. La postura diplomática frente a la iniciativa de cooperación presentada por Bruselas brilla por su exquisita ambigüedad. Por un lado, se pretende desvincular la propuesta de asociación euromediterránea del proceso de paz de Oriente Medio, que los sirios critican por su "lentitud" y, por otra, se quiere utilizar la reunión ministerial de Barcelona como foro para las exigencias de Damasco frente al contrincante israelí. Las ventajas que supone para Siria la aceptación de la propuesta comunitaria son innegables. Aún así, el titubeo del presidente el Assad muestra que, por ahora, el régimen de Damasco no está en condiciones de asumir un diálogo abierto con la totalidad de sus vecinos mediterráneos. CONCLUSIÓN Al tratar de resumir la postura de los doce países invitados a la Conferencia de Barcelona, se llega fácilmente a la conclusión de que, para la mayoría, la propuesta euromediterránea de la Unión Europea representa un primer paso hacia el establecimiento de relaciones más coherentes, más duraderas, más justas. Si bien el lenguaje empleado por los interlocutores extracomunitarios no se aparta de los cánones de la diplomacia, no cabe la menor duda de que la percepción de los hechos difiere. Así pues, para los Estados del Sur, los conceptos de seguridad y estabilidad están estrechamente vinculados al derecho al desarrollo, a la posibilidad de reducir las desigualdades existentes, de mejorar las condiciones de vida de los habitantes de la orilla meridional. La modificación de las estructuras sociales constituye otro tema de controversia. Aunque muchos PTM compartan el deseo de sus vecinos del Norte de llevar a cabo políticas encaminadas a acelerar el proceso de democratización, las exigencias relativas al acatamiento de los derechos humanos parecen inconcebibles si "los quince" se niegan a reconocerles el derecho a la libre circulación de personas. Cabe recordar que esta prerrogativa brilla por su ausencia en la propuesta formulada por Bruselas. Más aún; la UE, preocupada por el auge del fenómeno migratorio, descarta la posibilidad de adoptar una política más flexible y tolerante al respecto. Finalmente, los interlocutores de Bruselas consideran que, pese a los múltiples elementos positivos contenidos en el capítulo dedicado a las relaciones sociales y humanas, la ambigüedad de la redacción logra entremezclar los intercambios científicos y culturales con fiscalización del tráfico de droga, las medidas anticorrupción y la lucha contra el crimen organizado. La incoherencia del articulado refleja el desconocimiento por parte de los autores de elementos clave relacionados con la cultura de los pueblos de la cuenca meridional. Las respuestas de "los doce" ponen de manifiesto el deseo de estos países de contar con mayor respeto por su idiosincrasia, una serie de iniciativas destinadas de facilitar en incremento de los intercambios universitarios y científicos, más comprensión por parte de los vecinos del Norte, una mayor cooperación entre los medios de comunicación de las dos cuencas. En resumidas cuentas, con una imagen distinta, más verídica, en una sociedad occidental que, hoy por hoy, se limita a rechazar las señas de identidad y/o la cultura del inmigrante árabe y africano. El mensaje enviado por los países del Sur podría traducirse en pocas palabras: la asociación sólo es viable si tiene como punto de partida el respeto mutuo, la igualdad. * * * * *