Ayer recordé el estrepitoso fracaso de la apuesta electoral de aquel Almunia que propuso durante las elecciones una alianza con el PCE-IU de entonces, con Frutos como cabeza electoral del PCE...
Fue tal fracaso (fracaso que ya quisiera el PSOE hoy, con tan sólo 85 escaños) que Almunia dimitió aquella noche electoral.
Fue tal fracaso (fracaso que ya quisiera el PSOE hoy, con tan sólo 85 escaños) que Almunia dimitió aquella noche electoral.
Sánchez, con un resultado, por dos veces, mucho peor aún, no sólo no dimitió aquellas noches electorales siendo él el Secretario General y candidato a la Moncloa, sino que formó la marimorena liándose en la bandera de la militancia, una militancia a la que prometió el oro y el moro sabedor de que andaba con la melancolía de la derrota y presta a creer hasta en dios, tan ateos como son la mayoría...
Y no acaba aquí la cosa; ayer, en su carrera al regreso, propuso lo mismo que en su día Almunia: alianzas con la izquierda, dice...
¿Acaso ha olvidado que el PSOE sólo ha triunfado cuando más se ha alejado de los comunistas o de los populistas hoy? ¿Acaso tiene tan mala memoria o se trata de seguir ahondando en la melancolía de aquella parte de la militancia necesitada de un nuevo salvador que la saque de su tristeza?
Habrá que insistirle que lo peor del hombre es olvidar su triste pasado; no sólo porque se puede repetir, sino porque demuestra que si es incapaz de analizar el pasado no tiene futuro alguno.
El frentismo nunca benefició al PSOE ni a España.
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