Llega una edad en la que es inevitable denunciar su amenaza una y otra vez. Desde muy pronto sentí que para tener derechos hay que hacer los deberes, porque sin deberes no hay derechos. Y entre los deberes de todo ciudadano está el denunciar todo lo que puede poner en peligro aquellos derechos humanos. Y la democracia representativa (no concibo otra en el mundo de hoy) es la condición sine qua non para que podamos convivir en paz y en libertad. Una paz y una libertad que sin ellas nunca podremos ejercer los deberes necesarios que garanticen nuestros derechos.
Por eso, yo también, como Lorca, "en la bandera de la libertad bordé el amor más grande de mi vida".
Sin libertad no habrá democracia; sin democracia no habrá deberes; sin deberes no habrá nunca derechos humanos.
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