En el mundo de hoy no hay espíritu crítico, sino consignas y desprecio a lo sublime y excelso de la inteligencia...
Igualar por abajo siempre fue el objetivo sistemático para aborregar y adocenar a las masas, y prepararlas, así, para la obediencia y las creencias en las mentiras de los mediocres que se alzan en los liderazgos que las manejan.
La maldad siempre formó parte de la condición del hombre; pero detectarla y reprimirla con su condena es un ejercicio irrenunciable de la moral humana: sólo la bondad y la solidaridad son un humanismo...
El resto, lo otro, sólo maldades para sobrevivirnos en el lodazal del bárbaro origen del hombre que somos y que nunca nos abandona y siempre nos traiciona.
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