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  1. El ateísmo, en la mira del Vaticano

    martes, noviembre 22, 2011

    Sede Central de la Santa Sede.




    Por Elisabetta Piqué 
    Publicado en La Nación

    El cardenal Gianfranco Ravasi, advierte sobre los peligros de una sociedad secular

    ROMA– Escribió –a mano– 150 libros, es un eximio comunicador, tuitea a diario frases de la Biblia y es el hombre que Benedicto XVI eligió hace cuatro años como Ministro de Cultura del Vaticano. Considerado «papable» y caracterizado como el «cardenal de los ateos» por participar de exitosísimos debates públicos junto a pensadores no creyentes del planeta, el cardenal Gianfranco Ravasi, de 69 años, organizó el Encuentro Interreligioso de Asís, que Benedicto XVI presidió el pasado 26 de octubre, en el aniversario número 25 del que lideró Juan Pablo II en 1986.
    «Benedicto XVI demuestra gran consideración por una antigua enseñanza de la teología cristiana: el hombre está constituido de naturaleza y de una parte sobrenatural. Esto no quita o destruye la naturaleza, sino que la perfecciona. El Papa, al invitar al evento a cuatro ateos, hace un intento por reiterar la importancia de la relación entre fe y razón», indicó.
    Presidente del Pontificio Consejo de la Cultura, para Ravasi la frase del filósofo Søren Kierkegaard en el 800 es la que mejor retrata el momento actual: «La nave está en manos del cocinero de a bordo y lo que transmite el micrófono del comandante no es más la ruta, sino lo que comeremos mañana».
    Para él, lo más preocupante del secularismo que caracteriza a la sociedad es que no solo es un fenómeno estrictamente religioso, sino cultural. «Con la secularización se ha llevado a no considerar las grandes cuestiones, sino más bien a permanecer en un nivel superficial, la moda, los modos, las derivas consumistas y las preguntas menos inquietantes», lamentó Ravasi, que destacó que el secularismo, como el ateísmo, tiene dos rostros fundamentales. «El primero es el que para mí es más peligroso. El segundo, el más agresivo: es el que dice que hay que eliminar cualquier símbolo religioso, como, por ejemplo, el crucifijo... En ese sentido, creo que está mal ver el problema solamente en el ámbito religioso, porque es más bien de tipo cultural. T.S. Eliot tenía razón cuando decía que si cancelamos todos los símbolos religiosos, toda la herencia religiosa, no podemos entender nada ni de Voltaire ni de Nietzsche. Por eso, Europa es tan débil frente al Islam: al final, si se saca el crucifijo y las festividades, se introduce lo gris. Para mí, es ese el secularismo más peligroso, porque es inconsistente y es por negación, por sustracción. Por ser politically correct... Sí, pero al final este ser correcto se basa solamente en lo negativo: para no ofender, mejor nada. El otro ateísmo es la secularización agresiva, la que combate explícitamente. Yo prefiero confrontarme con alguien que niega, afirma y declara, con motivos: esto es lo que hace falta hoy. Es decir, hay un ateísmo que no es el de Marx ni el de Nietzsche, que era una visión de conjunto de la realidad, alternativa. Hay un ateísmo de sustracción o indiferencia a nivel popular, no uno que no es coherente o lógico. Diría que la Iglesia se enfrenta a esto».
    Gianfranco Ravasi

    –Como Ministro de Cultura del Vaticano, ¿cómo evalúa la cultura actual? 
    –La cultura actual no corresponde más al concepto de la palabra cultura, que nació en el 700 en Alemania como Kultur, que era la alta cultura, las artes, las ciencias, la filosofía... Ahora el concepto de cultura es antropológico, es transversal. Es el artesano, el folclor, la cultura industrial, la economía, es todo, la actividad humana autoconsciente... Entonces, volvería al punto de partida: para los hombres de Iglesia y para los hombres de cultura, el gran problema es la indiferencia, religiosa y moral.

    –¿Esta indiferencia, cómo se refleja en lo cultural? 
    –Desde el punto de vista cultural, es esta actitud de lo efímero, que también se refleja en el arte. Habrá oído hablar del videoartista Bill Viola. La primera vez que hablé con él, me dijo que el arte contemporáneo intenta evitar dos cosas: primero, el mensaje; segundo, la belleza. ¡Esto es paradójico! ¡La belleza y el mensaje, dos cosas que no deben aparecer! Otro ejemplo: una de las expresiones artísticas más significativas es la performance. Miguel Ángel sabía que su obra era para los siglos venideros, pero la característica ahora es que debe morir... A lo sumo, quedará de ella una foto o una filmación, pero nada más.

    –Muchos católicos lamentan que la Iglesia no oye sus pedidos de modernización y apertura... 
    –Sí. De un lado están los principios. Es indispensable afirmarlos con fuerza, sobre todo en una sociedad como la actual, que es líquida, fluida. Aquí no hay consistencia y, al final, hasta aquellos que son totalmente indiferentes, ante los grandes interrogantes humanos reclaman los principios. Cuando una madre tiene un niño con un cáncer fulminante y no hay nada que hacerle. En esos momentos fundamentales, uno los necesita. Quizás al final uno llega a la blasfemia, pero, en ese caso, siempre habrá afirmado un principio o enunciado una pregunta esencial. Y esto vale para la Iglesia también en lo positivo.

    –¿Por ejemplo en qué? 
    –Cuando uno vive una fuerte experiencia estética, un enamoramiento auténtico, en ese momento, elige un camino de principios. Lamentablemente, la ruina de la sociedad actual boicotea esto. Reduce esta experiencia a una mera cuestión de piel, a pura sexualidad. El eros no es solo belleza, sino también el sentimiento, la ternura, la pasión. Entiendo que lo concreto de la experiencia pastoral exige que hay que tener en cuenta las situaciones, porque el cristianismo también conoce de perdón, misericordia, compasión y comprensión. Pero no se puede reclamar a las grandes instituciones religiosas -y hablo de la manera más genérica posible, no solo del cristianismo- por afirmar los principios. Si no, esa comprensión en la cotidianidad no tiene sentido.

    –¿Pero cómo se explica entonces que la Iglesia pierda fieles, y, en América Latina, las sectas tengan tanto éxito? 
    –Esto es un fenómeno típico si uno va hacia lo mínimo. ¿Sabe cuál es en Suecia el porcentaje de la presencia al culto dominical? Es del 1,5 por ciento, es decir, ya no va nadie. En Dinamarca, el 3 por ciento, y así en toda esa zona de Europa, donde concedieron todo en las cuestiones sexuales. En América Latina, en cambio, hay un fenómeno que indica que no es cierto que se esté totalmente secularizado y que ahora hay una inversión de la tendencia. Esos movimientos que te enredan y te dan experiencias místicas, que te dicen que si te sientes bien es una señal de que Dios te bendice... Claro, esto ciertamente pone también en problemas a la Iglesia. Pero digo que es mejor elegir la vía de los grandes interrogantes. No hay que ponerse a ese nivel. La Iglesia no debe renunciar a su función, ni a sus principios, ni a sus dimensión social.

    Cuatro ateos en Asís

    La psicoanalista y filósofa francesa Julia Kristeva, el profesor de Filosofía en la UCLA de Los Ángeles Remo Bodei, el economista austríaco y miembro del Partido Comunista de ese país Walter Baier y el mexicano Guillermo Hurtado, miembro de la revista de historia y filosofía Dianoia, fueron los elegidos para asistir al Encuentro Interreligioso que se celebró en Asís (Italia) el pasado 26 de octubre. Los cuatro participaron en una mesa redonda en el Aula Magna del rectorado de la Universidad Roma 3. Allí, junto con otros 300 líderes de distintas religiones procedentes de 50 países, rezaron por la paz y la justicia en el mundo. Y el Papa afirmó en su discurso final que el evento demostró que la dimensión espiritual es un elemento clave en la construcción de la paz. «A través de esta peregrinación, hemos sido capaces de comprometernos en el diálogo fraterno, a profundizar nuestra amistad, a venir en silencio y oración».