El viernes 31 de
enero estuve en el colegio Francisco de Goya de Calatayud, con los alumnos de
5º y 6º de primaria que habían leído “Dragón busca princesa”. Fue un encuentro
muy interesante, un gran montón de chavales (más de cien), con los que estuve
charlando sobre cómo surgió este libro. Estuvieron muy participativos e
hicieron muchas preguntas: si me gusta leer, cuestiones sobre el libro, cuál
era mi personaje favorito (mmm, la bruja Parla Parloti, como no), alguno estaba
interesado en qué me inspiró para escribirlo, otros de donde saqué la
inspiración para el enano maligno. Les conté que mi enano maligno fue lo más
feo, horrible y asqueroso que pude imaginar…
Uno de los
chicos tuvo una pregunta sobre una de las escenas del libro, que él no entendía
muy bien cómo podía ocurrir: “Primero el que parece interesado por la princesa
es el dragón y luego de repente, es David el que le da el beso…”. Lo que le
extrañaba a este niño es que un chico de solo 11 años pudiera enamorarse.
Bueno, no suele ser muy habitual, los chicos a esa edad piensan de las chicas:
¡Puaaaag, chicas! Y las chicas, dicen: ¡Puaaaagggg, chicos! Luego, cuando pasan
unos pocos años, todo cambia y las chicas se acercan con atrevimiento a los
chicos y las chicas se hacen también de repente atractivas para los chicos… Si
no, ¿dónde estaría el amor? Así que
David es uno de esos niños adelantadillos que, de repente, descubre el eterno
femenino y no sabe qué tiene esa princesa que no puede dejar de mirarla y
¡zas!, se enamora. Y encima, y le saltan los colores por ello, hasta lo
reconoce públicamente. Es extraño a esa edad enamorarse, pero desde luego un
amor a esa edad tiene que ser muy bonito, ¿no lo creéis así? La pregunta me dio
para pensar, no porque no se deba tratar el amor en un libro para niños (o que
no deba describirse una escena con un beso en la boca, como me dijeron cuando
presenté este libro en la editorial y que yo rebatí diciendo que otras cosas
menos adecuadas ven los niños en la tele todos los días), sino por la extrañeza
que puede causarles ese sentimiento que ellos no reconocen en un niño de su
misma edad. Pero en realidad para eso sirvan también los libros, para descubrir
sentimientos que nunca hemos vivido y que nos hacen imaginar o pensar sobre
ellos (incluso pensar críticamente sobre ellos: esto no puede ser verdad…).
Enamoramientos
aparte, lo pasamos muy bien, el tiempo transcurrió pregunta tras pregunta sin
dejarse sentir y luego estuvimos charlando con la directora y algunas
profesoras del centro sobre escribir, sobre este mundo amigable de los blogs, e
incluso animé a la directora, que es una gran aficionada a la lectura y a la
escritura, a que se abriera un blog. Y yo creo que cuando tenga un poco más de
tiempo, lo hará.
Muchas gracias a
los chicos por vuestras preguntas y cariño y a los profesores por invitarme a
pasar esta sesión tan agradable en vuestro colegio. Y a Ana Enciso, representante
comercial de la editorial Bambú, por llevarme a conoceros.