Huyes despacio por el camino hacia la niebla. Ella te acogerá en su regazo húmedo y te esconderá de las miradas de los hombres. Te perderás en ella, para encontrarte, helado, con tu propio corazón palpitante. El ritmo de sus latidos te devolverá el calor de la vida. Cuando por fin el sol ilumine el día de tu regreso, una fiesta de flores amarillas te dará la bienvenida.