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miércoles, 9 de junio de 2010

Asambleístas de Gualeguaychú, vuelvan las caras

Hoy en día, no alcanzan a cien los protagonistas del corte. Gualeguaychú tiene 60.000 habitantes. Era necesaria la palabra oficial, porque minutos antes del anuncio hecho por Aníbal Fernández, TN sugería que se preparaba un desproporcionado operativo de represión por parte de la Gendarmería. Hoy mismo, van Der Kooy escribió en Clarín que el ministro Alac no estaba ni siquiera en condiciones de conducir a un grupo de boy scouts.

Si el Gobierno, en un gesto de paciencia extrema, decide iniciar acciones penales y civiles contra los participantes del corte, se abrirán los morosos tiempos de la justicia. Con lo que se evita un enfrentamiento.
De hecho, el corte había perdido la popularidad que tuvo en un principio y su pertinencia, su legitimidad diríamos, por cuanto fueron los propios asambleístas los que exigieron al gobierno que se presentara a la Corte de La Haya. Y ahora que no les gusta o que no fue lo que se había creído, protestan.
Hay en toda esta situación una lastimosa desorientación respecto de la capacidad de pensamiento de estos actores, los más visibles pero menos importantes de la cuestión en juego.
Esta cuestión en juego es el modelo de producción regional impuesto por el Banco Mundial y las corporaciones desde los 80. Como ha quedado demostrado, no solo hay una cuestión de contaminación sino también una aceleración en el agotamiento del agua dulce de la que el eucalipto para celulosa consume para crecer.
Si esto es invariable, si solo se puede nadar sobre la ola de un modo de producción impuesto, después vienen las responsabilidades gubernamentales a todo nivel. Recordemos que Alberto Fernández, en 2006/2007, negoció la instalación de la pastera Ence cerca de Colonia. Que ex-gobernadores (Busti y Puerta, por ejemplo) tienen plantaciones de eucaliptos en la Mesopotamia. Y que el gobierno uruguayo, ni siquiera el actual, tiene la intención de retocar el vergonzoso Tratado de Protección de Inversiones Extranjeras firmado con Finlandia.
Reconozcamos que las demandas ambientales forman parte de los nuevos paradigmas de la sociedad global. Así como en la etapa de constitución de los Estados-nación a nadie se le hubiera ocurrido plantear los derechos de los gays a contraer matrimonio, o los derechos de los originarios, porque las burguesías impusieron su visión a sangre u fuego y no por medio de consensos, tampoco la Revolución Industrial que fue el modo de producción de esa etapa, se detuvo en cuestiones de medio ambiente. No hubo ríos y atmósferas más contaminadas que las de las naciones centrales de Europa (norte de Italia, Manchester, Francia, Alemania, luego Polonia, Bélgica, Países Bajos, etc.) en los siglos XVII a XIX, pero allí está el origen de la mayor parte de nuestro confort actual. Y el Riachuelo es acaso el ejemplo más acabado de ese mismo modelo.
También la promoción del turismo forma parte de esos mismos paradigmas que llamaremos, sin ninguna precisión, posmodernos. Ningún país en serio vive del turismo, ni es posible que 45 millones de habitantes se avengan a convertirse en sirvientes (en cuanto a servir, atender, distraer) del turismo. Que es lo que la gente de Gualeguaychú creyó, inocentemente.
La desorientación de esos actores no terminó allí, sin embargo. Mientras se denunciaba la polución atmosférica producida por la pastera, toda la zona rural de Gualeguaychú vive del modelo sojero-glifosato. 
La ecuación era entonces soja en el agro, turismo en la ciudad.
La presencia de conocidos forajidos de la Mesa de Enlace en el corte del puente y en los de la 125 es prueba de ello. Fue así como De Ángeli consiguió presencia mediática. 
El turismo es engañoso. Se nos hace creer que los ingresos por turismo de los países europeos son tan fabulosos que si nosotros nos dedicáramos a eso (si no tenemos un Partenón, ofrecemos unas cataratas, y así) ya no deberíamos trabajar. Servir sí, en todo caso.
Europa no vive de los turistas japoneses que sacan fotos. Europa vive de los recursos que sigue extrayendo de los países periféricos. El verdadero negocio se llama Santander Rio, Telefónica, Siemens, Credite Suisse, Barrick, Saab, Scania, Mercedes Benz, Deutsche Bank, Royal Dutch Shell, etc etc.
Es hora de que los asambleístas recapaciten. El poder viene buscando sangre desde hace rato. Morales Solá y van Der Kooy reclaman que de una vez por todas el gobierno envíe a la gendarmería. Es hora de que los asambleístas pongan su atención sobre el modelo sojero.
Y bien por el gobierno, que en lugar de enviar a los centuriones, empuja despacito.


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