Cuando piensas que el yugo pasa inerte sobre tu sien, cuando ves el mundo fundirse bajo las llamas con la mirada ignífuga sobre las cenizas de tus imágenes corpóreas. Cuando el latido se para a tu puerta y lo ignoras con el paso acelerado de tu sístole, la arrogancia inútil que nos corroe, la indivisible capa de indiferencia que nos solidifica el alma al vivir; Solo entonces comienzas a entender que no eres nada.
Y no soy nada porque sé que el cristalino de los ojos está hecho de lágrimas, porque tus pasos andan lentos, porque tu mirada no tiene una dirección oportuna, y porque tú no mereces mi indiferencia, ni tan siquiera mi incomprensión. Hoy me has hecho pensar que el mundo es mucho más que las batallas que nos inventamos, que los sueños que nos humanizan, y que el saco de penurias que arrastramos y padecemos como insalvables.
A veces, la terca humanidad nos necesita débiles, pero a veces, también debemos usarlo para sobrevivir. Cuando cuesta andar es porque caminaste con soltura, cuando sabes que estás triste es porque reíste sin parar, porque hubo unos ojos que envidiaron tu felicidad, porque hiciste feliz a muchos con una mirada. Cuando te cuesta levantarte es porque estás en lo más alto, cuando te cuesta ilusionarte es porque tu mundo está lleno de ilusiones que te hacen sentir bien, cuando te cuesta amar es porque sabes amar con la mayor de tus fuerzas sin pedir nada a cambio, cuando te cuesta vivir es porque vives, porque caminas, porque sueñas, porque ríes, porque lloras, y porque aún no has limpiado las lágrimas que enturbian el mundo de tus ojos.