¿Otra vez te has ido? Ya sabía yo que no aguantarías más de un minuto esta parrafada inútil que necesito contarte. Me paso los días inventando personajes que den respuesta a mis mensajes, bufones bostezantes que asienten resignados.
Los imagino tristes, somnolientos y cansados. Siempre llego a visuali-zarlos sentados, casi resbalados de un atril incomodísimo de madera, sujetando la pendiente inversa de su cuerpo con la izquierda e indómita mano deseosa de caer buscando una excusa para hacer oídos sordos a mis réplicas.
Los imagino tristes, somnolientos y cansados. Siempre llego a visuali-zarlos sentados, casi resbalados de un atril incomodísimo de madera, sujetando la pendiente inversa de su cuerpo con la izquierda e indómita mano deseosa de caer buscando una excusa para hacer oídos sordos a mis réplicas.
Y es que tú sabes que yo necesito esa ceguera oyente de tu resignada amistad, esa cálida mirada de aceptación en un mundo de rechazos, una verdad entre esas mentiras esputadas en las calles, una mano amiga entre tantas piedras que uno esquiva desde que abre las sábanas de su cama. Dime tú si conoces alguno más como yo, que vaya inventando imágenes donde no existen, o simples rostros efímeros. Dime tú si sientes ese deseo imparable de contar las historias que aprisionan tus pasos al andar. Dime tú, si en un mundo de mentiras tiene sentido restregar las verdades por los adoquines sabiendo que no se grabarán jamás, que quedarán escritas como el sueño de un amor en la arena.
Dime tú. Mientra yo sigo buscando lacayos y no encuentro más que paredes, unos ojos de cristalino inteligible que calma esta aspereza que me persigue. El caso es que estoy empezando a comprender que antes de desfundar la pluma debo oídos al mundo, a sus historias, a su soledad, a su necia pero abstraída resonancia. Al eco que duerme en la orilla desde la que te escribo, a los versos que se hacen en la arena, en la espuma del mar y a las historias que nacen de las entrañas de lo humano, solo allí vive la verdad, porque aprendemos en nosotros lo que nos dan los demás; escuchar, que gran secreto.