Lavar la tierra de otros ayeres.
Mirar la cáscara y reír
Ver al ácido que se cuece suave y se endulza
Y cambia el sabor del sin sabor
el brote amargo de crecer,
a pesar de todo,
a partir de todo.
No fueron obstáculos la sequía y el viento.
Fueron amigos reales del nacimiento.
Aquél día en que fue noche todo el día,
intenté no llorar y lloré más todavía.
Tu puñal hincó impotencia en las capas
y en mis arcones de memoria compartida.
Aquello no era una cebolla
Aquello fue mi corazón
que se partió en mil mitades.
En mil partes esparcidas.
¿...Y qué hago yo ahora, que tengo que pelar unas cebollas?????
ResponderBorrarUn beso y unas cuantas lágrimas!
Es precioso, la cebolla siempre me hace llorar, y a veces vomitar. Besos
ResponderBorrarqué poema más divertido (y tierno!). Me ha gustado mucho tu blog, me irás viendo!
ResponderBorrarG.
Me ha gustado llegar hasta aquí y he disfrutado leyéndote.
ResponderBorrarCon tu permiso, me quedo cerquita.
Un fuerte abrazo.