El próximo viernes 14, a las 20.00, presentación de Trampas de niebla de José Antonio Abella, con Angélica Tanarro, en la Fundación Segundo y Santiago Montes. El libro ha sido editado por la editorial cántabra Valnera.
Ha escrito Guillermo Balbona en El Diario Montañés:
"Hay muchas redes al margen de internet y la globalización. Metáforas o símbolos culturales, hilos, redes por ejemplo de niebla, que tejen «la intrahistoria de un territorio mítico e imaginario» donde, como en un espejo roto, se refleja una España en la que «el infierno suele estar en nosotros mismos». Trece relatos articulados entre sí configuran Trampas de niebla, el nuevo libro de José Antonio Abella, título que hace referencia a las redes invisibles para la captura de pequeños pájaros –ya prohibidas– y a las trampas igualmente invisibles que la vida tiende a sus protagonistas. La obra ha sido publicada por Valnera, la editorial cántabra de Jesús Herrán, que ya publicó El hombre pez de este mismo autor, novela que acaba de ser reeditada.
Una atmósfera de bruma y aislamiento rodea las Tierras Altas de Eliambroz, comarca remota donde la brutalidad, el caciquismo, la ignorancia y la envidia son el pan de cada día. «Los frutos de la Ilustración y de la cultura llegan con dificultad a esas tierras apartadas del mundo, pero no así las heridas del tiempo reflejado en estas páginas: el negocio de la esclavitud, la guerra de la Independencia, las luchas carlistas, la contienda fratricida de 1936, la difícil recuperación de la memoria histórica».
José Antonio Abella (Burgos, 1956) traza una historia en la que subyace una pregunta: si esta nueva publicación de Valnera Literaria «es una novela o un libro de relatos». En expresión de Tomás Sánchez Santiago, «podríamos decir que nos encontramos ante una novela-de-relatos, pues cada uno de los trece actúa a modo de capítulo, independientes entre sí en cuanto a relatos que permiten una lectura autónoma, pero articulados entre ellos como parte de una historia que se prolonga, amplía su sentido y los da cuerpo de novela».
Pero al margen de debates sobre su envase, formato, tiempos y espacios narrativos, qué es Trampas de niebla: «Una alegoría de una España pasada pero que no debemos olvidar: Por un lado, como dijo Santayana, quienes olvidan su historia están condenados a repetirla. Por otro, volver la vista atrás y comprobar de dónde hemos partido nos debería reconciliar con el lugar donde ahora estamos». El título de Trampas de niebla, a su vez epígrafe del relato que cierra el libro, hace referencia a las redes invisibles para la captura de pequeños pájaros (por fortuna ya prohibidas como herramientas de caza) y a las trampas igualmente invisibles que la vida tiende a sus protagonistas.
Abella ha compaginado su trabajo como médico rural con la literatura y la escultura, aunque en la actualidad se dedica por completo a la creación literaria. En 1992 fue publicada su primera novela, Yuda, reeditada en 2006 y en 2014, así como un breve ensayo: La realidad posible (hacia un compromiso del arte). En 2013 vio la luz La sonrisa robada, novela por la que fue galardonado en 2014 con el Premio de la Crítica de Castilla y León.
El protagonista principal de Trampas de niebla es un territorio remoto y aislado, envuelto en brumas persistentes: esas Tierras Altas de Eliambroz, que no se hallan en los mapas pero a las que, de modo impreciso, cabe imaginar entre la cornisa cantábrica y la meseta castellana. Así al menos podría deducirse por referencias a lugares reales y supuestamente limítrofes que sí se pueden señalar en el mapa: Reinosa, Torrelavega, Barruelo de Santullán, Palencia, Burgos, Bilbao... Un territorio literario en cualquier caso, trasunto de un mundo en el cual –como se dice en la contraportada del libro– «la brutalidad, el caciquismo, la ignorancia y la envidia son el pan de cada día». Una crónica, «terrible y descarnada en algunos relatos, más amable en otros, sobrecogedora siempre». Como subraya el editor, Jesús Herrán, sus páginas son fragmentos de un espejo roto donde se refleja una España en la que «el infierno suele estar en nosotros mismos».
Sobre la etiqueta de novela histórica, «no son históricos sus personajes principales ni el escenario de sus historias, pero su autor ha procurado ser extremadamente fiel a la atmósfera del tiempo en que transcurren, y rigurosamente históricos son algunos de los personajes secundarios y circunstancias de partida», caso de la ejecución de El Empecinado; José María Mathé, que planeaba un ramal a Santander de la línea de telegrafía óptica que iba de Madrid a Irún, cuyas torres aún son visibles en muchos altozanos de la Meseta".
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