Se acerca el
invierno, todo está blanco hasta donde la vista alcanza, y todavía las granjas siguen ofreciéndonos verduras y frutas cada día más hermosas. El otoño es habitualmente un tiempo de
cosecha y el
tiempo para almacenar. Un paseo por los mercados nos regala, por lo menos a la vista, una cornucopia de frutos: manzanas y peras en cientos de variedades, membrillos, zapallos, especialmente hokkaido, pero también otras variedades, incluso ornamentales... Si hasta encontramos un
cayote en el mercado de la ciudad! Puerros, lechugas de invierno, hinojos y coles completan la paleta de colores...
La especie de los
repollos o coles,
Brassica oleracea, llega a expresiones máximas durante estos días helados. Desde la belleza fractal de coliflores y romanescos, pasando por el curioso Kohlrabi, hasta los arrugados Wirsing (col de Savoya) y Grünkohl (col verde). Una especie numerosa y multiforme que está bien representada en los mercados alemanes. De entre todas las coles, siempre he sido fanática de los repollitos de Bruselas. Mamá me los compraba en la feria cada vez que los encontraba. Eso en Córdoba significaba a lo sumo tres veces al año... Los repollos blancos y morados en cambio se encuentran allá casi todo el año, pero las cualidades y calidades de un repollo en verano, son como las de un tomate en invierno. Acá descubro los sabores de los cultivares que un par de años atrás eran para mí desconocidos.
Un plato muy típico aquí en Alemania, son los
Kohlrouladen o Krautwickel. Aunque los arrollados con hojas de repollo son conocidos en nuestras latitudes, no diría que son característicos. Pero por lo que me han contado, era uno de los platos que preparaba la bisabuela, y además favorito de papá. Lamentablemente aquella receta de la bisabuela se ha perdido. Siempre en Argentina, también se los encuentra, con sus señas de identidad propias, en los negocios de comida árabe, en una versión gemela de los arrollados de hoja de parra, o
niños envueltos, con el clásico relleno de carne y arroz. Tanto en uno como en otro hemisferio, la parte más complicada de la tarea puede resultar la de extraer las hojas de la cabeza de repollo sin romperlas. Pero para todo existe una solución o una simplificación. Y en este caso, acá en Alemania, son las coles con punta, o
Spitzkohl.
Esta es una variedad de repollo en punta cultivada sólo en esta región de Alemania, el
Filderspitzkraut. Más precisamente en los campos que nos rodean... y sólo acá (40Ha, lejos de las 2000Ha de Dithmarschen para repollo blanco). Es normal pasar por las calles de los pueblos cercanos y ver en la entrada de una granja un
Spitzkraut o
Haible, señal de que están disponibles para la venta. También se los consigue con facilidad en el mercado, en distintos tamaños y siempre perfectos con sus hojas enrolladas hacia arriba. Aunque es utilizado fundamentalmente para
Sauerkraut, chucrut, fresco me parece ideal para Kohlrouladen: las hojas son muy fáciles de desprender porque están enrolladas en forma cónica: al cortar la unión con el tallo salen casi solas. Su sabor además es más delicado que el del repollo blanco y dicen que también es más jugoso.
Como a los otros miembros de la especie, los encuentro de una belleza conmovedora.
KOHLROULADEN o KRAUTWICKEL clásicos
Ingredientes
hojas de repollo
Relleno
500 g carne molida (mixta cerdo-vaca)
1 pancito del día anterior remojado en leche o agua (usé Laugenbrötchen)
1 cebolla chica
1 huevo
mostaza
orégano
sal, pimienta
Salsa
kümmel
panceta
vino blanco
1 cda. abundante de crema
1 cdta. fécula
Preparación
Picar la cebolla. Remojar el pan y desarmarlo con las manos. Mezclar con todos los demás ingredientes del relleno. Separar las hojas de repollo, blanquearlas y reservarlas sobre un repasador para que se sequen. Armar los arrollados como se describe más abajo en la siguiente receta. Cerrar con un palillo. Dorar por ambos lados en una sartén con algo de aceite o manteca. Se agrega a la sartén pedacitos de panceta o Speck, un poco de líquido (caldo, agua o vino), y los restos de las hojas de repollo picadas. Cocinar tapados cerca de una hora. Girar los arrollados para que no se quemen. Cuando están cocidos se retiran y con el fondo de cocción, agregando un chorrito de vino y un poco de crema, más la fécula disuelta en agua, se forma una salsa rápidamente.
Esta otra variante, más innovadora, de los Kohlrouladen está inspirada en una receta de un libro de Vincent Klink (
Meine Küche, pág. 111). El libro está organizado en cuatro secciones, con recetas según las estaciones. Lo que me maravilla, estando acá y visitando los mercados locales, es que utiliza al máximo los productos de estación originarios de la zona. Las recetas son simples y gustosas, sin espumas ni chiquismiquis. Con coherencia y una línea conductora.
Por supuesto hice las modificaciones necesarias para adaptarla a los ingredientes de los que disponía.
KRAUTWICKEL DE QUESO Y NUECES
Ingredientes
hojas de repollo blanco (en mi caso Filderspitzkraut)
Relleno
3 papas
Quark
queso de cabra
nueces y almendras tostadas
avellanas molidas
semillas de coriandro
tomillo
perejil picado
sal, pimienta
1 huevo
aceite o manteca
pan rallado
Preparación
Separar las hojas de repollo, lavarlas y blanquearlas en agua hirviendo. Reservarlas sobre un repasador.
Cocinar las papas con la cáscara. Pelarlas y pisarlas. Pueden quedar pedacitos, no hace falta que queden como puré. Agregar los quesos, las nueces, el tomillo y el coriandro molido ligeramente. Salpimentar, mezclar con el huevo y finalmente el perejil picado.
Ubicar unas cucharadas de relleno en la mitad inferior de la hoja de repollo. Envolver, doblando los bordes hacia adentro. Colocar cada arrolladito en una fuente para horno. Espolvorear con el pan rallado y echar chorritos de aceite sobre cada uno.
Llevar a horno moderado por unos 25-30 minutos.
Acompañamos con una sidra bretona.
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